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El proyecto: un viaje sin referencias

Uno de los problemas más interesantes en la experiencia “Río Magdalena 19” es la pérdida

de las referencias espaciotemporales a las que estamos acostumbrados. Sólo aprendiendo a

percibir de nuevo surge la posibilidad de registrar aquello que se escapa. Entonces los puntos

de referencia empiezan a dibujarse lentamente con lenguajes nuevos. Las distancias no se

miden en tiempo, y la medida del tiempo es una abstracción que sólo se resuelve en ciclos

entre el día y la noche. Un paisaje que alguien podría describir, en una primera instancia,

como “monótono” presenta una sucesión infinita de pqueñas variaciones, continuidades y

discontinuidades que indican posición o avance. Un pequeño encuentro es un acontecimiento.

Las condiciones del entorno material desde el río son aún más cambiantes que cuanto se

percibe directamente. Las cartografías o los mapa se presentan como fijas las condiciones que

en realidad varían más allá de lo esperado, por cuanto toda fijeza es inútil y la vivencia real es

la única posible. El problema se hace particularmente evidente cuando las cartografías,

fotografías aéreas, brújulas, tecnologías GPS, sondas o informaciones precisas del servicio

meteorológico no alcanzan para registrar la variación real producida por las corrientes y los

vientos, que transforman el entorno material y, por ende, las condiciones de navegación.

El capitán del barco tiene que armar una cartografía propia tan efímera como “oficial”, que

sólo servirá para un viaje y tendrá datos múltiples considerados a partir de la propia mirada,

de la detección de pequeñas variaciones en el oleaje, o datos suministrados por una red de

colaboradores entre las pocas embarcaciones que circulan por la zona.

Los tipos de borde, tanto por la curvatura del cauce –que altera la velocidad de la corriente–

como por la pendiente de la costa o la variación de vegetación, indican junto con los

movimientos de la superficie del río, por detección de diferencias de frecuencias, de oleajes o


reflejos, la tendencia de movimientos del lecho del río, la aparición de islas nuevas o las

modificaciones de dimensión en el río y en el territorio circundante.

En esta situación, las representaciones tradicionales, fijas, revelan sus límites: lo móvil nos

emplaza a nuevos tipos de lectura y a repensar los instrumentos. Si un plano o un mapa es

siempre una abstracción donde determinadas informaciones específicas son priorizadas sobre

otras, en función instrumental, en el caso del río estas informaciones nunca son suficientes. El

movimiento natural se independiza de toda fijeza e impone sus propias y complejas reglas a

la representación. Rondaremos la posibilidad de producir un material ad hoc, contingente

para cada circunstancia, que pueda traducir informaciones percibidas en dimensiones

heterogéneas. Este cuerpo constituiría un aparato de recepción de información

multidimensional, produciendo una forma que expresaría, idealmente, una gran cantidad de

dimensiones percibidas. No intenta tratar lo real a través de la representación simbólica,

aunque ésta obviamente tenga lugar: no significa lo real sino que opera con lo real.

Se trata de imaginar un diagrama: una serie de líneas sensibles a estas cualidades y

relaciones, que nos permitan acceder a un material contingente, en el que elementos de

diferentes niveles lógicos pueden compatibilizar sus rangos de acción, sus afectaciones e

influencias. O, para decirlo en las palabras de Deleuze:

El diagrama a la máquina abstracta es el mapa de las relaciones de fuerzas, mapa de densidad, de

intensidad , que procede de uniones primarias no localizables y que en cada instante para por cualquier

punto o “más bien en toda relación de un punto a otro […] un diagrama es un mapa, o más bien una

superposición de mapas. Y, entre un diagrama y otro, se extraen nuevos mapas. Al mismo tiempo, no hay

diagrama que no implique, al lado de puntos que conecta, puntos relativamente libres o liberados, puntos

de creatividad, de mutación, de resistencia; de ellos habrá que partir para comprender el conjunto 1.

1 Deleuze, Gilles, Foucault, Barcelona, Paidós, 1987, pp. 63-71.


El diagrama sugiere también relaciones potenciales, trabaja como una superficie que recibe

inscripciones de la memoria de lo que todavía no existe2. Ayuda, entonces, a percibir,

comprender y proyectar, más allá de su uso específico en la navegación. Las imágenes que

acompañan este texto constituyen un primer intento de esa producción.

2Einseman, Peter, Written into the Void: Selected Writings, 1990-2004, London y New Haven, Yale
University Press, 2007, p. 88.

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