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Históricamente, la forma más efectiva de convertir a un socialista es echarlo

de casa de sus padres, conseguirle un empleo, y hacerle pagar impuestos.


Por eso los que llegan a la edad adulta siendo socialistas suelen ser en su
mayoría vagabundos, desempleados, y profesores universitarios de artes
liberales.
Si alguna vez caíste en alguna de sus clases o estudias una carrera como
filosofía, sociología, o arte, te habrás dado cuenta de que todos tus
profesores opinan lo mismo sobre los mismos temas y que la manera de
aprobar las asignaturas es pensar como ellos. Si disientes y lo dices
abiertamente no sólo suspenderás el curso, sino que probablemente serás
objeto de burla del profesor.
En la universidad yo no tenía una postura definida con respecto a la política
y todo me parecía interesante así que no tuve problemas. Pero recuerdo una
clase en la que un estudiante levantó la mano para explicar por qué le
parecía que la acción afirmativa era un tipo de discriminación. La profesora
no respondió a sus argumentos, en lugar de hacerlo lo acusó de ser un
admirador de Ayn Rand y se rió de él. Todos en la clase se rieron con ella.
Se acabó la discusión.
Ayn Rand es El Coco de la izquierda académica. La izquierda normal, la de a
pie, es menos rebuscada, si dices algo con lo que no están de acuerdo te
tildan de “racista” o de “fascista” y siguiente. Pero si además de ser de
izquierda se es intelectual, no es suficiente con insultar a otro llamándolo
racista, al insulto hay que añadirle algo más. Comparar a alguien con Ayn
Rand es al mismo tiempo un insulto al otro, y una declaración de
superioridad intelectual “yo que he leído”. Como supondrás en este punto,
para soltar su nombre no es necesario haber leído nada la mayoría de
quienes usan su nombre para insultar a los demás no sabe ni de qué van sus
ideas.
En cualquier discusión con un socialista experimentado notarás que pase lo
que pase no responderá a tus argumentos a menos de que estés hablando
sobre tu aspecto físico, tu pasado, tu peso, o tus gustos literarios. Si de
alguna manera logras hacer que se centre en el tema que estáis tratando
notarás que el socialista saltará de un tema a otro múltiples veces hasta que
te cansas de discutir y jamás lograste que discutiera el asunto. Da igual de
lo que estés hablando. Puede que creas que estás discutiendo la Guerra de
Irak, pero el socialista considera que es imposible hablar de eso sin tocar
primero el precio del petróleo, el espionaje de la NSA, Wikileaks y toda una
serie de detalles históricos sobre guerras del pasado entre Europa y las
colonias africanas. La razón no es que tenga déficit de atención, es que el
socialista sólo se aprende de memoria tres argumentos y pretende explicar
con ellos toda la realidad. ¡BUSH MINTIÓ! ¡HAN MUERTO NIÑOS!
¡MONSANTO!
Estas técnicas son efectivas. En un espacio como la universidad que se basa
en el intercambio social, la presión de este tipo es mucho más efectiva que
cualquier libro o cualquier examen. La mayoría de la gente que conozco
heredó sus posturas políticas de profesores o de sus compañeros después de
ser sometidos a este tipo de amedrentamiento. Digo posturas y no ideas
porque no son realmente ideas, no surgieron de ellos, no hay fondo detrás.
En la universidad tuve una asignatura llamada “Introducción a la Política”
donde lo único que me explicaron eran las diferencias entre una monarquía y
una monarquía parlamentaria, lo que es un protectorado, o qué diferencia a
una república de una democracia. En cuanto a la ideología se asumía de
antemano que lo apropiado era ser de izquierda, pero nadie te explicaba por
qué, es como si hubieses llegado tarde y te perdiste la introducción.
Por eso en la universidad pasaban toda clase de cosas curiosas. Tenía
compañeros que entendían poco de política, pero eso no les impedía salir a
manifestarse a las calles. Tenían pancartas que exigían cosas como
“igualdad”, o “libertad” y cuando les preguntabas a qué se referían con
“libertad” no sabían ni por dónde empezar a responder. Concluí que la
motivación no era racional, sino que era una especie de éxtasis social, una
reacción tribal de pertenencia y rechazo al “otro”.
Esa es una de las razones por las que durante la mayor parte de mi vida no
me interesó la política: tenía poca paciencia para el tema social. Me da
pereza lidiar con actitudes tribales, y tengo una opinión bastante baja de la
gente que se adhiere a un ideal sin comprenderlo así que me era imposible
participar en manifestaciones políticas sin cinismo. Tampoco me molesté en
estudiar el tema en profundidad, para mí era suficiente con mantenerme al
margen y por eso durante mucho tiempo la política fue para mí algo ajeno,
de lo que no entendía mucho. Entender la política era innecesario, creía que
no iba más allá de elegir quién iba a limpiar tus calles.
Hace poco haciendo un repaso de mis artículos me di cuenta de algo curioso.
Mis posturas políticas han cambiado mucho. Al principio del blog me
consideraba socialista, pero a medida que ha ido pasando el tiempo, me he
ido alejando cada vez más de la izquierda. He leído muchas cosas, las he
comprendido, y he descubierto cuál es mi postura política, cosa que va de la
mano con la madurez. Quizás tenga que ver con el hecho de irme de casa de
mis padres, buscar cómo mantenerme, y empezar a pagar impuestos.
El caso es que con el tiempo entendí que la política no se trata solamente de
calles rotas o servicios de basura, de obras públicas, de parlamentos,
separación de poderes, y constituciones. La política, al final, responde a algo
más profundo y abstracto que eso. La política es la filosofía llevada a la
práctica. Se trata de una percepción del mundo, y el lugar del hombre en él,
y nos afecta a cada uno de nosotros porque aunque a ti no te interese la
política, a la política sí le interesas tú. Es imposible vivir tu vida al
margen de ella. Pero cuando decides informarte, estudiar cada ideología, te
encuentras desconcertado: no sabes por dónde empezar ni de dónde sacar
la información.
No he encontrado hasta ahora nadie que explique las diferencias entre la
derecha y la izquierda como debe ser. Hay cosas técnicas, como por
ejemplo, que se le llama izquierda a la izquierda porque en el parlamento
francés tal y tal. Cosas sentimentales como que la izquierda es compasiva y
la derecha egoísta. O artículos largos obsesionados con la minucia, que
explican detalladamente por qué América es imperialista poniendo sobre la
mesa toda clase de conspiranoias, argumentos que combinan un ataque a
Nicaragua en 1933 con las estelas químicas y la OTAN. En resumidas
cuentas: todos concuerdan en que hay que ser socialista, pero nadie sabe
explicar por qué más allá del sentimentalismo. Ser de derecha, por otro
lado, es lo peor que se puede ser, pero más allá de Hitler y de los pobres
indígenas de cualquier parte, nadie se dedica a explicar por qué está mal.
Si tienes una pizca de sentido crítico te habrás planteado hace mucho
tiempo que ni la izquierda puede ser tan buena, ni la derecha tan mala, y
que la única forma responsable de apoyar una causa es entendiéndola
primero. A mí este vacío me parece tan grave que quise escribir este
artículo. Quiero que sea una especie de guía para el que (como yo hace un
par de años) no sabe mucho de política. Creo que no importa lo que
apoyes, siempre y cuando comprendas bien qué es lo que estás
apoyando. Mientras tus ideas tengan una coherencia interna, podrás
defender tus argumentos, independientemente de cuáles sean, y sobre todo
tendrás una idea clara de qué haces cuando vas a manifestarte, o cuando
votas por algo o por alguien.

DE LA IZQUIERDA A LA DERECHA
Para la mayoría de la gente el espectro político tiene dos extremos. De un
lado está la derecha, y del otro la izquierda y todo el mundo se ubica en
algún punto de ese eje. Parece bastante simple. Pero, ¿en qué consisten la
derecha y la izquierda? Podemos empezar por la intuición, las percepciones
generales de una persona cualquiera.
Si eres de izquierda seguramente piensas algo como esto: el socialismo
significa igualdad; y el capitalismo significa opresión. La izquierda defiende a
los obreros, los pobres, las mujeres, y las minorías. La derecha es la iglesia,
los banqueros, y los ricos en general. Da un poco igual que los banqueros,
los ricos, y la iglesia no tengan un factor común que los una, los tres son
parte del mismo mal. En líneas generales se puede decir que esto es lo que
opina alguien que se considera de izquierda.
Si eres de derecha opinarás algo así: el capitalismo significa libertad y el
socialismo significa opresión. La derecha defiende al individuo y a la libertad
de elegir independientemente de su clase social. La izquierda es Fidel
Castro, gente que vive de pensiones, y los sindicatos.
Por último hay gente que se autodenomina “de centro” porque piensan que
tanto los de derecha como los de izquierda están equivocados, que sus
sistemas llevan a la injusticia y la desigualdad. Los de centro piensan que
“los extremos se tocan” y por esa razón Hitler y Stalin se parecían. Para los
de centro “lo justo” está en el medio y todo lo que se aleje de él es “lo
injusto”.
Lo interesante del ejercicio comparativo es que todos consideran que
su sistema es el justo, el libre, y el igualitario, y tildan al oponente
de lo contrario. Pero, ¿cómo pueden dos cosas totalmente diferentes
describirse con las mismas palabras? ¿Podemos considerar a la
derecha justa, y a la izquierda justa? ¿Podemos considerar a ambas
libres?, ¿igualitarias? Si son incompatibles y opuestas, es difícil creer
que ambas poseen las mismas cualidades.
La única manera en la que se pueden describir a dos cosas opuestas con las
mismas palabras es que las palabras signifiquen dos cosas completamente
diferentes. Si a ambos lados del espectro político se autodenominan de la
misma manera, es porque partan de conceptos diferentes de lo que es la
justicia, la igualdad, y la libertad. Lo que quiero decir es que la razón por la
que ambas se adjudican los mismos valores es porque no están hablando el
mismo idioma. La libertad, la justicia, y la igualdad significan cosas
completamente diferentes para cada ideología.
Hablar de izquierda y de derecha es difícil porque no es una descripción
exacta. Históricamente “derecha” e “izquierda” se usan para
designar posturas ante el status quo. El que apoya la tradición del
sitio en el que está es de derechas, y quien la reta es de izquierdas.
Por esa razón ser de derechas en Estados Unidos no significa lo mismo que
ser de derechas en Europa, porque parten de tradiciones diferentes.
“Izquierda” y “derecha” designan tantas cosas diferentes y contradictorias
que es difícil hablar de ellas como posturas generales. Una persona que
apoya la monarquía tiene poco en común con un anarco-capitalista, y ambos
son considerados de derechas. Un social-demócrata y un anarco-colectivista
tienen poco que ver, pero se les agrupa bajo el término “izquierda”. Por eso,
para simplificarnos la vida, en este artículo hablaré de socialismo o
colectivismo para referirme a la izquierda; y capitalismo o individualismo
para referirme a la derecha.

LA LIBERTAD SEGUN LA IZQUIERDA


Una vez, en un bar, discutía con un amigo la idea de darle ayudas a la gente
que está desempleada. Algo dentro de mí me hacía pensar que eso no
estaba bien. Digamos que frente a esa idea sentí una disonancia interior. Le
dije que no me parecía correcto coger dinero de los impuestos de personas
que están trabajando para financiar la vida de otros que no están haciendo
nada. Él respondió que si el gobierno puede hacerlo, ayudar a la gente que
lo necesita, ¿por qué no hacerlo? Para él esto es el socialismo: ayudar al que
lo necesita.
Pero creer que la política se trata solamente de acciones prácticas como esa
es ingenuo. En realidad esas acciones surgen de una forma de entender el
mundo. Es imposible desligar esas acciones de las ideas que las preceden.
Es imposible entender la política o adoptar una postura de forma
responsable si no entiendes el fondo. Por eso voy a empezar por el principio.
Más allá de las ayudas, o del sistema de salud universal, o los impuestos
¿Qué diferencia a la izquierda de la derecha en el fondo? ¿Cómo entiende
cada una el mundo?
El socialismo parte de la idea de que la realidad es impenetrable. O
bien la realidad no existe, o si existe no se puede llegar a conocer. El
universo por lo tanto es un lugar caótico, carece de sentido, de orden, y de
dirección. Una manera rápida de entenderlo es comparar el universo con una
papilla: no tiene orden, ni forma, no se pueden identificar sus partes.
Para entender el mundo hay que ordenarlo, pero si el mundo no posee un
orden propio, ¿cómo se hace? Para la izquierda, el único orden que puede
existir es el que inventan los hombres por su propio pie. El orden es
un artificio. En otras palabras, para ordenar el mundo los hombres se
tienen que poner de acuerdo e inventar algo nuevo que no existe hasta que
es creado. Es como el lenguaje, existe porque varios hombres se ponen de
acuerdo y crean palabras para designar a las cosas que los rodean. Un sólo
hombre no puede inventar un idioma y ponerlo en práctica. Necesita de
otros hombres que lo usen con él, por eso es una convención social. En
resúmen, los hombres se ponen de acuerdo con otros hombres, establecen
un orden y velan porque se cumpla.
Por esa razón es imposible crear una convención de manera
individual. El orden sólo puede surgir de un grupo de personas porque un
hombre por sí mismo no puede establecer una convención, necesita de otros
hombres, de una colectividad que se ponga de acuerdo con él. El orden es
un pacto. Por esa razón todo orden es arbitrario, artificial, y relativo a
la comunidad que lo crea. El orden puede cambiar con el tiempo si los
hombres que establecen el pacto cambian de parecer.
Si el orden sólo se consigue por medio de pactos, merece la pena
considerar lo que es un pacto. Un pacto no se hace de cualquier
manera. Uno no puede pactar con un superior porque al superior se
le obedece. Tampoco es posible pactar con un inferior, porque al
inferior se le impone. De manera que los pactos sólo son válidos
entre hombres que se reconocen como iguales. Un pacto sólo se puede
establecer entre hombres iguales. Sólo los hombres iguales pueden ordenar
el mundo, por lo tanto la libertad es igualdad.
Para la izquierda los hombres no nacen iguales. Un hombre puede ser igual a
otros hombres, pero también puede encontrarse en una situación en la que
es un ser inferior, o superior a los demás. Ahora presta atención que la idea
que sigue es complicada pero interesante: Esa jerarquía social, el lugar que
cada quien ocupa con respecto a los demás, es un tipo de orden. Pero como
dijimos antes, si según la izquierda ningún orden existe de por sí en el
mundo, entonces la jerarquía social, al igual que todos los demás órdenes es
algo inventado por el hombre. Si una persona se encuentra en una posición
inferior o superior al resto es porque los otros hombres han pactado que eso
sea así. Y como es un tercero el que lo ubica en ese orden, sólo se puede
establecer la posición de cada persona por medio de algo visible por todos,
por medio de símbolos de estatus. El orden social se establece por medio de
las posesiones materiales. Para la izquierda un hombre es superior,
inferior, o igual que los demás de acuerdo con los bienes materiales
que posee. Si todos tuviésemos las mismas cosas seríamos iguales.
Para el socialismo tus oportunidades son efecto directo de lo material, de lo
que posees. Para el socialismo lo que posees te determina. Si un
hombre nace en una clase social baja y posee pocas cosas, esa circunstancia
lo condiciona de por vida. Bajo la ideología de izquierda es imposible que un
hombre cambie su estatus social por sí mismo y a través de su trabajo
porque los individuos son incapaces de reordenar el mundo. Así que si tu
posición dentro del orden social ha cambiado dentro de la ideología de
izquierdas sólo hay espacio para dos explicaciones: (1) La sociedad en la
que vive le ha otorgado a esa persona otro lugar dentro del orden social y
por lo tanto no lo ha conseguido por su cuenta o, (2) El individuo ha
“engañado” a la sociedad, y se ha superado a costa de los demás, a costa
del pacto colectivo. Por eso la izquierda sospecha de cualquier persona que
logra cosas de forma independiente.
Pero quizás lo más interesante es que para la izquierda la felicidad, la
libertad, y todas las dimensiones “elevadas” a las que puede aspirar
una persona son producto de lo material.Lo que posees no sólo te
determina en lo material, sino que también te determina en lo
espiritual. Un hombre que está en una posición social de desventaja es
necesariamente menos feliz, menos libre, que una persona con más
recursos. Este es un mensaje que se repite constantemente en la
propaganda de izquierda de manera solapada: tu felicidad depende de lo
que posees.
Entonces, ¿qué significa ser libre para la izquierda? El hombre libre es aquel
que puede participar en la creación del orden. ¿Y quién puede hacerlo? Aquel
que está en una condición de igualdad material con los demás. De esa
manera para el socialista una condición necesaria para la libertad es la
igualdad de recursos hasta el punto de que se consideran dos términos
sinónimos. Para la izquierda la libertad es igualdad material y la
igualdad material es libertad. Si un hombre no es igual a otros
hombres en rango social, no es libre.
En lo personal considero que estas ideas son condescendientes. Asumir que
otra persona es incapaz de ser feliz o libre si posee menos cosas que tú me
parece un punto de vista materialista, ruin, y obsceno. La izquierda insiste
en que la gente de derechas es materialista, que viven por el dinero, que les
obsesiona lo que tienen, pero cuando estudias y analizas el fondo de la
izquierda, es difícil imaginar una ideología más materialista que esta, en la
que has de estar continuamente preocupado por lo que tienen o no tienen
los demás.

LA LIBERTAD SEGUN LA DERECHA


El capitalismo parte de la idea opuesta. La realidad existe, es una
sola, y se puede llegar a conocer por medio de la razón. Existe en el
Universo un orden propio, un sentido que es independiente de quien lo
observa y que todos podemos llegar a conocer. Así como la realidad sigue
ciertas leyes físicas, la naturaleza sigue otras; y el hombre ha sido capaz de
comprender ambas. De la misma forma hay unas leyes, unos patrones, que
rigen al hombre, y que estamos en capacidad de comprender. A este orden
se le conoce como “Ley Natural” y existe para todas las cosas. Así
como para la izquierda el Universo se parece a una papilla, si tuviéramos
que buscar una imagen semejante para las ideas de la derecha diríamos que
el universo es como un cristal: transparente, sólido, ordenado.
Si en el Universo existe un orden natural que todos podemos conocer, el
hombre no necesita de otros para encontrar un sentido a la realidad.
Puede conocerlo él mismo, por medio de su razón. Para la derecha,
comprender ese orden es una actividad contemplativa que es
responsabilidad de cada quien. Si una persona naufraga en una isla virgen
en medio del Océano Pacífico, esa persona sigue siendo libre porque puede
contemplar el orden del universo. Un preso, también conserva parte de su
libertad porque la libertad es una dimensión interior.
¿Y qué ocurre con las leyes que escriben los hombres? ¿Las leyes son un
pacto o no? Las leyes que crean los hombres son interpretaciones de ese
orden natural, y serán más perfectas cuanto más se acerquen a las leyes
naturales. La derecha reconoce una diferencia entre el orden natural
del mundo, y el orden que los hombres interpretan y asignan, y por
eso al segundo se le conoce como “Ley Positiva”. A veces la Ley Positiva
puede alejarse de la Ley Natural, incluso llegar a contradecirla, y entonces
los individuos están en la libertad de desobedecerla porque pueden entender
la discrepancia, como el caso del soldado que ha de seguir una orden cruel,
y es capaz de resistirse.
Para la derecha el orden no lo impone la sociedad, sino que es parte de la
realidad concreta. El hombre puede conocer este orden a través de la razón.
Al contemplar la realidad y comprender su naturaleza el hombre forma su
conciencia que es una especie de brújula que le permite elegir el mejor
camino para sí mismo. La libertad para la derecha se parece un poco a
la idea del libre albedrío, es la capacidad de contemplar la realidad y
elegir para sí el bien entre todas las opciones. Es la capacidad de
elegir.
Pero cualquier acción no constituye una elección. Los impulsos, las
reacciones, o las acciones pasionales no son actos libres. No son elecciones
porque no hay espacio entre el sentir y el actuar. Son respuestas
automáticas. Para que una acción se considere una elección ha de ser una
decisión que se toma por medio de la razón. Para la derecha, la razón es
indispensable para poder elegir. Dado que todo hombre nace con la
capacidad de razonar, los hombres son iguales desde el momento en el que
nacen. Todo hombre es igual a los demás independientemente de lo
que posea cada uno de ellos porque su lugar en el mundo no lo
determina la sociedad en la que vive, sino que reside en su interior.
Lo que lo hace igual a otros hombres es su capacidad de razonar, y no tiene
que ver con su estatus social. De manera que la igualdad no puede ser
otorgada por ningún gobierno.
La capacidad de elegir no sólo afecta la dimensión material sino que
también modifica la dimensión espiritual. De acuerdo con sus
elecciones un hombre puede volverse más o menos libre, puede ser
más o menos feliz. Imagina que un hombre tiene talento para el fútbol,
pero le gusta la bebida. El hombre tiene la capacidad de elegir, por medio de
su razón, a qué dedicar su tiempo. Si elige la bebida hoy, y la elige mañana,
y al día siguiente, llegará un momento en el que estará tan enganchado que
ya no podrá elegir si quiere beber o no, se habrá convertido en un hábito, y
tampoco podrá jugar fútbol. Su elección lo ha hecho menos libre. En cambio,
si elige jugar al fútbol hoy, y mañana, y pasado, al cabo de un tiempo jugará
mejor, tendrá nuevas oportunidades, y siempre tendrá la opción de beber.
Su elección lo habrá hecho más libre.
Bajo la idea de libertad de la derecha, cada hombre es dueño de su
destino. Un hombre puede cambiar sus circunstancias porque lo material no
lo determina, y es capaz de hacerlo de manera independiente y sin
intervención de la sociedad. Lo material es sencillamente un posible
producto de sus elecciones.
En resumen: la libertad para la izquierda es igualdad de tipo
material. Lo que posees determina tu lugar en el mundo y sólo la
sociedad puede cambiarlo (lo material es CAUSA de todo incluyendo
lo espiritual). La libertad para la derecha es la capacidad de elegir de
acuerdo con la razón y las posesiones materiales sólo son un posible
resultado de esas elecciones (Lo espiritual es la CAUSA de todo,
incluyendo lo material).

EL MITO DEL CENTRO


Hay quienes creen que el problema está en los extremos y que Stalin y
Hitler se parecían porque “los extremos se tocan”. Creen que una manera de
evitar gobiernos de ese estilo es manteniéndose en el centro, en un punto
intermedio entre ambas posturas, sin mojarse mucho como si la política
fuese un buffet.
Lamento romperle los sueños a más de uno, pero en vista de lo que acabas
de leer, es evidente que el centro no existe. O crees que la realidad existe o
crees que no existe. O el universo es ordenado, o es caótico. No puedes
creer que la realidad existe sólo un poco, que existe a medias, que puedes
conocerla pero no tanto. Filosóficamente nadie puede encontrarse en
un punto intermedio entre la derecha y la izquierda porque no son
posturas graduadas, son mutuamente excluyentes, no son
compatibles y nunca lo serán.
Más allá de eso, hay otras razones por las que esta idea, tan fácil para los
cobardes, tan cómoda, es un sinsentido. Si bien Mao, Stalin, Pol Pot, y sus
amigos, eran dictadores comunistas (con sus variaciones regionales, claro
está). Hitler, Mussolini y los demás dictadores “de derechas” no fueron tal
cosa.
El nazismo fue un movimiento de centro. Sí, lo has leído bien.
Independientemente de lo que te hayan dicho tus profesores liberales en la
universidad, el de Hitler no fue un gobierno de “ultra-derecha”. Hitler fue un
socialista en lo económico, su partido era socialista, Mein Kampf es un libro
socialista, y su gobierno no se aleja demasiado de la izquierda. La diferencia
entre ambas cosas y la razón por la que es una ideología de centro es que
hicieron una fusión entre el socialismo y el nacionalismo alemán para
presentar a su partido como una alternativa tanto al capitalismo de la
derecha tradicional como al comunismo marxista. Ni siquiera el
antisemitismo de la Alemania nazi es original. No se le puede
adjudicar a la derecha el antisemitismo nazi porque nació de ideas
socialistas que compartían con Engels y Marx.
Voy a hacer un paréntesis para explicarlo porque es interesante. Durante la
Edad Media la Iglesia prohibió a los católicos de Europa prestar dinero
cobrando intereses, le pusieron el nombre de “usura” a esa práctica y
excomulgaban a cualquiera que se dedicara a ello. Al mismo tiempo prohibió
a los judíos dedicarse a cualquier ocupación normal como el comercio, la
artesanía, o la agricultura. Los judíos, por lo tanto, se vieron obligados a
trabajar como prestamistas ya que era la única ocupación que no tenían
prohibida y que los católicos no podían desempeñar. Prestar dinero genera
repudio en el resto de la población. A eso se dedicaron los judíos durante
siglos, y las consecuentes persecuciones y masacres en Europa se debieron
en gran parte a eso.
En 1180 en Inglaterra, por ejemplo, los cruzados se unieron a una masa
enfurecida de deudores y lincharon a los judíos en lo que se conoce como La
Masacre de Londres y York. Poco tiempo después pasaron una ley de usura,
le quitaron a los judíos todas sus posesiones, colgaron a 300 de ellos,
expulsaron al resto y sus propiedades pasaron a La Corona. Estas acciones
se repitieron en todas las monarquías de Europa varias veces porque los
judíos que se dedicaban a esto se hacían ricos, y porque el resto de la
población los odiaba y les debía dinero con lo que accedían de buena gana a
una persecución.
Todo el mundo conoce El Renacimiento como una época de bonanza en la
que floreció la ciencia, las artes, el comercio, y Occidente salió del
estancamiento de la Edad Media. Lo que pocos entienden es la causa.
Algunos la adjudican al descubrimiento de América, puede ser sin embargo,
si fue el Descubrimiento de América lo que desató el Renacimiento ¿Por qué
ocurre en Italia y no en Inglaterra o en España? La causa más importante
del Renacimiento, de la que pocos profesores de artes liberales te van a
hablar, es el surgimiento de La Banca. Surge en Venecia y en Florencia. Los
judíos de Italia aprovecharon el comercio de la zona para hacer dos
actividades: prestar dinero y ofrecer seguros para las cosechas. La actividad
financiera nació con los judíos italianos y la banca se llama “banco” porque
se sentaban en los bancos junto al canal. Los Médici copiaron el sistema que
desarrollaron los judíos y gracias a este sistema de préstamos y seguros
nació el sistema financiero moderno. Es esto lo que impulsó el Renacimiento,
y de ahí nace el libre mercado, al que Marx pasó a denominar “Capitalismo”.
Los judíos están en el origen del sistema que el socialismo desea derrotar.
Por eso Marx y Engels odiaban el judaísmo y a los judíos,
popularizaron la idea de que el judaísmo era una religión cuyo Dios
es el dinero, y que la libertad del mundo consiste en librarse ya no
del capitalismo, sino también de los judíos como nación. Si quieres
leer lo que dijo Marx exactamente puedes leer la segunda parte de “Sobre la
cuestión judía” de Marx. De ahí heredó Hitler sus ideas con respecto a los
judíos. Son ideas de la izquierda, que compartía con otros líderes de
izquierda, incluyendo líderes comunistas como Stalin a los que odiaba. La
única diferencia entre el antisemitismo de Hitler y el del resto de los
socialistas de su época, es que él tuvo los huevos de ser coherente con sus
ideas. Los otros fueron peores: igual de antisemitas pero además cobardes.
Cabe acotar que el hecho de que Hitler se declarara enemigo del
comunismo no significa que no era socialista. El comunismo es un tipo
específico de socialismo. Se puede ser ser de izquierda y odiar el
comunismo. No es una contradicción. Hitler odiaba el comunismo porque
odiaba el caos, las revueltas, y el desorden. Una revolución bolchevique era
para él tan indeseable como lo era el capitalismo. Es difícil ubicar al nazismo
dentro del espectro político porque cumple con condiciones de ambos lados,
pero se puede decir que fue un tipo de socialismo nacionalista. La diferencia
entre el socialismo tradicional y el nacional-socialismo es quiénes tenían que
imponerlo. Para el socialismo es “la vanguardia del proletariado” la que debe
imponerle la igualdad al resto de la población. Para el nazismo es “la clase
aria” los que tenían que hacerlo. En resumen: lo único que cambia es la
dimensión de la lucha. En un caso es una lucha internacional entre clases
sociales. En el otro es una lucha nacional entre razas. Pero la batalla y el fin
son los mismos.
Lo mismo ocurre con el fascismo italiano. Era colectivista, populista, y
socialista. La economía debía ser planificada por el gobierno central. Habían
sindicatos de trabajadores, proteccionismo, militarismo, y en resumen, un
totalitarismo como lo plantea la izquierda. El nazismo y el fascismo se
parecían mucho entre sí, y en segunda instancia al socialismo tradicional.
Son de “centro” porque se separan del socialismo en que no son
internacionalistas sino que su dimensión es nacional, y porque enfocan la
lucha desde un ángulo distinto. No son de derecha.
Así que si eres de los que te consideras de “centro” quizás es un buen
momento para evaluar lo que eso significa (nada) y buscar cuál es tu
verdadera postura.

LA ÉTICA Y LA MORAL
Una diferencia importante entre ambas maneras de entender el mundo está
en su forma de ver al otro. Para la izquierda, al ser la realidad un
acuerdo arbitrario, es relativa. Lo que acordamos aquí es válido para
nosotros. Lo que pacten otras personas en otro lugar será válido
para ellos. Por esa razón un socialista que rechaza una práctica en su país,
puede (sin carga moral alguna) apoyar esa misma práctica en un país que le
es ajeno. Por dar un ejemplo un poco extremo, la mutilación genital
femenina de niñas no es otra cosa para algunos socialistas que una
expresión cultural de otro pueblo que ha de ser respetada y defendida por
nosotros porque cada pueblo ha de ser autónomo. Da igual lo violenta o
barbárica que sea esa práctica.
El verdadero socialista observa a las otras sociedades y defiende la
diversidad aún cuando esa diversidad se oponga a lo que todos
entendemos como bueno y malo. A esta contorsión moral lo denominan
“ética” y en las universidades te enseñan que la moral se trata de absolutos,
pero cuando eres un ser más evolucionado, mejor equipado para entender
las sutilidades del contexto, entiendes que la moral es una farsa, hay que
hablar de “ética” que depende del contexto y no se basa en ideas
preconcebidas. La ética de izquierda defiende que si una tribu africana es
caníbal, puede que no guste a los europeos, pero eso es solamente un
prejuicio porque el canibalismo no necesariamente está mal, los males
absolutos no existen, probablemente para ellos, bajo su contexto, el
canibalismo es lo correcto.
Así, la izquierda considera que cualquier práctica es aceptable
siempre y cuando no provenga del cristianismo, el hombre blanco, o
una clase privilegiada.
La derecha funciona con la moral. Si el universo tiene leyes que lo rigen,
y la naturaleza del hombre también, entonces hay valores absolutos,
prácticas que son completamente malas o completamente buenas
independientemente del contexto, y si hay una cultura que practica algo tan
violento como la mutilación genital femenina, o el canibalismo no es porque
esas prácticas sean buenas o neutras, es porque esa cultura determinada no
supo interpretar las Leyes Naturales. Cualquier individuo dentro de esas
culturas llegará a la conclusión de que violar la integridad física del
otro está mal si se detiene a contemplarlo desde la razón.
Un principio básico de la Ley Natural es el de la no-iniciación de la fuerza. Un
hombre no debe forzar a otro hombre a actuar en contra de su voluntad
porque hacerlo implica varias cosas: hacerlo renunciar a su propia capacidad
de elección; doblegar su voluntad a la de alguien más; forzarlo a vivir bajo
ideas externas, bajo la capacidad de razonar de alguien más. Por lo tanto,
para la derecha cualquier acto violento es necesariamente negativo porque
infringe la libertad individual de alguien más. Cuando alguien viola a otro
está mal, independientemente de quién lo haga, con qué propósito, y
en qué país.
Hacia adentro los países socialistas en mayor o menor medida
oprimen a su población. Si ordenar es regular y el objetivo final es la
igualdad de clases, cualquier inclinación individual que vaya en contra del
orden será regulada y suprimida. Por esa razón en muchos países socialistas
estar en desacuerdo con el sistema político está penado por la ley, y todos
los ciudadanos han de actuar a favor del colectivo independientemente de su
voluntad. En los casos más extremos esto incluye tarjetas de racionamiento,
expropiaciones, y gulags; y en los más laxos impuestos elevados para
subsidiar la ayuda de alguien más de modo obligatorio, bajo pena de cárcel
si no se entrega al Estado una parte importante del fruto del trabajo
individual. Hacia afuera, sin embargo, la izquierda lo tolera todo:
mutilaciones, castigos ejemplares, violaciones, masacres, siempre y
cuando estén alineados con su modelo político.
La derecha produce gobiernos permisivos con su ciudadanía.
considera que la libertad es inalienable y no puede ser otorgada ni limitada
por el Estado. Proviene del interior de las personas. El derecho a la vida, la
libertad de conciencia, el derecho a la propiedad privada, el derecho a
expresarse libremente, el derecho elegir y obrar de acuerdo con la propia
voluntad, y también el derecho a la auto-defensa son libertades inherentes
al hombre. Estos derechos son defendidos dentro de un Estado capitalista y
esa es la raíz de las libertades de las que goza la ciudadanía de un país
capitalista.
Sin embargo, hacia afuera, la derecha no tolera expresiones
culturales que atentan en contra de estas libertades. Condenan
prácticas culturales como la mutilación genital femenina, o el canibalismo,
por considerarlas retrógradas y violentas; e incluso son capaces de invadir
otro país para asegurarse de que ese tipo de vejaciones cesan. De ahí sale la
actitud americana de ser “la policía del planeta” o lo que muchos han llegado
a considerar “imperialismo” norteamericano. Según quién observa se puede
considerar que esto es una forma de opresión al otro, o una forma de
liberarlo de sus propios gobiernos opresivos.

EL PAPEL DEL ESTADO


De estas dos ideas opuestas de lo que es la libertad, nacen dos formas
opuestas de ordenar la sociedad.
Para la izquierda el primer rol del Estado es el de velar por el pacto social.
Para velar por el pacto social el Estado tiene que asegurar la
igualdad material de los ciudadanos. ¿Cómo se puede conseguir una
igualdad material? Hay muchas maneras de hacerlo. Algunos piensan que el
problema no está en el sistema, sino en la propiedad privada como tal, así
que la forma de acabar con la desigualdad es acabar con la propiedad
privada y centralizar la producción de todas las cosas que se consumen en
manos del Estado. Después esos bienes se pueden distribuir de acuerdo con
un plan igualitario. Una forma más delicada de hacerlo es la de la social-
democracia: subir los impuestos a quienes ganan más hasta “igualarlos” con
la media, y ofrecer ayudas a los más pobres para “igualarlos” también con la
media. El objetivo es el mismo: eliminar la diferencia material.
Esta búsqueda de la igualdad no está motivada por la compasión
hacia los más necesitados, su objetivo no es el bienestar de los
pobres. La razón de ser de esa búsqueda es asegurar que el pacto
social se mantiene. Por esa razón para una persona que comulga con
los ideales de izquierda y los comprende de verdad, es preferible la
igualdad al bienestar. Lo que quiere decir que si para alcanzar la
igualdad es necesario sacrificar el bienestar de todos, una persona
de izquierda estaría de acuerdo. Para él es preferible que los pobres
sean más pobres si los ricos son también más pobres. Es preferible
que estemos todos peor, pero poseamos las mismas cosas, a que
estemos todos mejor, pero exista una brecha material entre los que
tienen más y los que tienen menos.
Independientemente de la estrategia, para conseguir la igualdad es
necesario intervenir en la economía, regular las actividades de los
ciudadanos, y doblegar la voluntad de los individuos por medio de la fuerza.
El resultado es una sociedad en la que los intercambios no son libres, sino
que están bajo el control de las autoridades. Las personas no está en
completa posesión del producto de su trabajo, sino que el Estado tiene la
última palabra. El Estado socialista no es un estado compasivo porque la
compasión es una acción voluntaria. El Estado socialista utiliza la fuerza
para obligar a algunos a ceder parte de sus bienes a otros, quieran o
no, si no pagas tus impuestos vas a la cárcel. En resumen: para
lograr igualdad es necesario regular: utilizar la fuerza para favorecer
a unos, y perjudicar a otros.
Para entender el Universo hay que ordenarlo, y si para ordenarlo hay que
crear primero un orden por medio de pactos, sólo aquello que se regula está
ordenado. Por esa razón el fin último de un Estado de izquierda es la
expansión de su influencia por medio de leyes. Es regular (ordenar) la mayor
cantidad de espacios posibles. La solución a cualquier problema para alguien
de izquierdas es crear más leyes. Si se le da rienda suelta a la izquierda, sus
Estados se convierten en totalitarismos.
La forma de alcanzar el ideal de control total varía. Los comunistas buscan
llegar de forma rápida y violenta, por medio de la revolución del
proletariado. Ya hemos visto en qué desemboca aquello. Los socialistas más
moderados (si conocen la ideología que siguen) tienen el mismo objetivo,
pero quieren llegar hasta allí poco a poco. Es eso lo que significa “progreso”
en una campaña política. Significa “estamos progresando lentamente hacia
ese objetivo final, por vías democráticas”. Toda campaña política que incluya
las palabras “cambio” o “progreso” son campañas socialistas. No creas que
el objetivo final es el Estado de Bienestar, eso es solamente un estadio
intermedio entre el capitalismo y el control total.
La derecha ve al Estado de otra manera. Para la derecha su función también
es proteger la libertad, pero ese concepto no significa igualdad, significa
libertad de elección. El papel del Estado capitalista, por lo tanto, no es
ordenar (el orden ya existe en el mundo), su objetivo es proteger la
capacidad que tiene cada persona de elegir por sí misma el camino
que desea seguir de forma voluntaria, individual, y sin la coerción de
terceros; y proteger también los frutos de esas elecciones para que
los intercambios sean libres.
La manera de hacerlo es limitar el papel del Estado. No regular, ni
intervenir en los intercambios, no imponer a unos la responsabilidad sobre el
bienestar de los otros. Permitir que cada persona viva de acuerdo con su
propia conciencia siempre y cuando no inicie fuerza en contra de otros.
Dentro de un Estado de derechas, la idea de que los ciudadanos han de
servir al colectivo es una perversión. Dado que un colectivo no es más que la
suma de las voluntades de varios individuos, poner al individuo al servicio
del colectivo, como ocurre en el socialismo, no es otra cosa que decir que
unos individuos son más importantes que otros. Que unos individuos han de
obedecer la voluntad de otros. Es una forma de esclavitud respaldada por el
Estado.
Cabe acotar que así como la izquierda no busca la igualdad por “compasión”,
la derecha no es individualista por “egoísmo”. Para la derecha, no es
correcto forzar a otra persona a actuar de una determinada manera bajo
ningún concepto. Aún si es por una buena causa. Por eso la persona de
derechas suele estar en contra de los impuestos. No se trata de avaricia,
sino de la idea de que toda persona es dueña de sus elecciones y las
elecciones han de ser voluntarias. Utilizar la fuerza del Estado para
obligar a una persona a darle una parte de su dinero a otra bajo
amenaza de prisión está en contra de la libertad. Para la derecha cada
persona está en la libertad de decidir si quiere o no ayudar a otros, y
aquellos que deseen ayudar a los demás han de hacerlo voluntariamente y
con su propio dinero, no con el de los demás.
Hay una sola manera de entender el papel del Estado desde la izquierda,
pero existen variaciones dentro de la derecha. Para el libertario más radical,
el Estado ha de desaparecer totalmente en favor de la voluntad individual. El
minarquista considera que el Estado ha de ser como un conserje: ha de
tener unas funciones mínimas, unos servicios públicos básicos para asegurar
que la sociedad funciona de la mejor manera, pero no debe involucrarse con
la vida de los ciudadanos. Los liberales clásicos creen que el Estado además
de tener servicios públicos, ha de regular algunos aspectos de la vida de los
ciudadanos sin invadir el espacio privado. Y en el otro extremo, la derecha
religiosa considera que el Estado debe velar no por la libertad de elección de
los individuos, sino porque se cumpla lo que ellos consideran que es Ley
Natural. El Estado, bajo su punto de vista, ha de hacer cumplir la moral por
la fuerza. Aquellas cosas que son “buenas” han de ser permitidas y las
“malas” prohibidas. Esto suele desembocar en gobiernos autoritarios de tipo
dictatorial, teocracias, o el tipo de gobierno al que aspiran algunos grupos
religiosos americanos.
La gente suele decir que la izquierda es una ideología platónica, que es
utópica. Que sería fantástico si se pudiese aplicar, pero las veces que se ha
aplicado ha terminado en regímenes autoritarios por culpa de la corrupción
de los gobernantes. Otros defienden a la izquierda diciendo que nunca se ha
aplicado bien, como ha de hacerse, y que por lo tanto, los regímenes de
izquierda que conocemos no son un buen ejemplo de un Estado socialista.
Hay todavía algún trasnochado que no lee noticias internacionales y que cree
que en Finlandia se vive estupendamente y por lo tanto la social-democracia
no desemboca en miseria. Después de entender todo lo anterior te das
cuenta de 3 cosas importantes
1) Todo Estado socialista tiende naturalmente al autoritarismo, y su
fin último es totalitario. La forma de llegar hasta ahí varía, pero incluso
en una social-democracia, el destino final es ese. No es un accidente que en
la practica este sea el resultado, está inscrito en el ADN del socialismo. Es
imposible alcanzar la igualdad sin regular, confiscar, aplastar, y doblegar.
2) Si en lugar de proteger la voluntad individual, el papel del Estado pasa a
ser velar porque la población cumpla con la Ley Natural obtenemos un
Estado autoritario de derechas (Teocracias medievales, Estados islámicos de
la Sharía, etc). Sin embargo, dentro de la derecha, existe también la
posibilidad de obtener un Estado libre en el que la voluntad de los individuos
es respetada y celebrada, y en el que el Estado no transgrede el espacio
privado, no doblega la voluntad de sus ciudadanos, no regula sus
actividades, ni confisca sus bienes.
3) Por lo tanto, hay varias vías para llegar a un Estado autoritario,
pero la única manera de llegar a un Estado Libre es desde la
derecha.
Paréntesis: como siempre, esta es mi opinión, si tú crees que la libertad es
igualdad y depende de cuántas cosas tienes en la nevera y los ceros en tu
cuenta bancaria, y que además el Estado debe obligarnos a todos a tener lo
mismo me parece estupendo siempre que seas sincero contigo mismo, sepas
qué es lo que estás apoyando, y pongas tus manos donde pones la boca. Lo
que quiero decir es que si eres socialista o comunista, la única manera en la
que voy a respetarte como persona es si te mudas a un país comunista o
socialista. Si eres socialista desde Estados Unidos o comunista desde
Europa, para mí tu opinión tiene cero validez.

UN NUEVO EJE
Hace poco se me acercó una pareja gay a pedirme que firmara una petición
para legalizar el matrimonio homosexual en Estados Unidos. Les dije que no.
Ellos me miraron con desprecio, creyendo que mi negativa se debía a que
tenía una creencia cristiana en el matrimonio convencional, que odiaba la
idea de que dos personas del mismo sexo pudieran casarse y vivir como
pareja. Normalmente no doy explicaciones, pero quería ver si podía hacerles
cambiar de opinión.
Les pregunté por qué querían casarse por civil. Dijeron que querían tener la
posibilidad de hacerlo, como el resto de la gente. Les dije que si lo que
querían era casarse, declararse amor mutuo, y vivir juntos, ya podían hacer
eso sin necesidad de que el Estado les diera permiso. Respondieron que
aunque pueden casarse sin permiso del gobierno lo que quieren es disfrutar
de los mismos derechos que las parejas tradicionales. Quieren pagar menos
impuestos, tener la posibilidad de heredar los bienes del otro si uno de ellos
muere, horarios de visita familiar en la clínica, etc.
Les expliqué que la razón por la que no podía firmar su petición es porque
no considero que el gobierno deba legislar sobre las uniones civiles. ¿Por qué
el gobierno le recorta los impuestos a las parejas casadas y no a quienes
viven solos? ¿Por qué una persona soltera no puede elegir a quién dejarle su
herencia sin que el gobierno se quede con una porción grande de sus
bienes? En lugar de crear nuevas leyes que permitan a los gays casarse, el
gobierno debería dejar de legislar sobre un asunto que ha de ser privado.
Quiero que el gobierno quite todas las leyes sobre matrimonios, y que
además recorte los impuestos a todos los ciudadanos por igual. Da igual que
seas homosexual o heterosexual. ¿Por qué has de tener privilegios por estar
casado sobre el resto de la gente? Les dije que cuando escribieran una
petición pidiendo abolir todas las leyes sobre matrimonios con gusto firmaría
su petición.
La política para mí ya no es un tema de derechas y de izquierdas.
Dividir el eje de derecha a izquierda es un espejismo. En realidad, es
un tema de autoritarismo y libertad. No debemos poner a Stalin, Mao,
Fidel de un lado y a Franco, Hitler, Pinochet, del otro. En realidad, Stalin,
Hitler, Mao, Franco, Fidel, Pinochet, pertencen al mismo lado del eje. Al eje
en el que se viola la libertad individual. Al eje de la opresión. No son iguales
porque “los extremos se tocan” son iguales porque son lo mismo, porque
oprimieron a unos ciudadanos para beneficiar a otros. Del otro lado del eje
está la libertad.
Cuando comento esto muchos dicen que mi posición es una utopía, que
nunca ha existido una sociedad verdaderamente libre. Puede que sea cierto,
pero el hecho de que algo no haya sido puesto en práctica antes no
implica que es imposible. Las cosas no existen hasta que existen y
después existen, así que no veo el problema. Antes de la declaración de
independencia americana era imposible imaginar un país en el que la religión
y el Estado estuvieran separados. Nunca antes había ocurrido. Todos los
gobiernos de la historia de la humanidad desde la prehistoria hasta 1776
habían sido religiosos. Pero una vez que se emprendió el proyecto americano
dejó de ser algo “utópico” y se volvió una realidad. Hoy en día ningún
gobierno occidental es religioso, y nos parece inconcebible que hasta hace
menos de 300 años el mundo no había conocido un gobierno secular. Los
gobiernos religiosos nos parecen arcaicos y barbáricos, injustos, un atraso.
De la misma manera llegará el momento, en un futuro no muy lejano, en el
que la humanidad estará preparada para dar el siguiente paso en la
civilización: separar el gobierno de la economía. La economía será libre,
como hoy es libre el culto. Ningún gobierno occidental legislará sobre las
propiedades de la gente, sobre el fruto de su trabajo, sobre los intercambios
voluntarios, a todo esto se le considerará un atraso, y nos costará trabajo
imaginar un mundo en el que esto no fue así, nos costará imaginar que hace
no mucho tiempo el socialismo fue una realidad.

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