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Vamos ahora con algunas ideas sobre el mundo celular, sus movimientos y el dialogo con

los tejidos mediante la palpación.


Sabemos que están organizados y orquestados por el Aliento de Vida como vimos en el
apunte anterior, pero ahora nos vamos a concentrar en conocer un poco más de los
mecanismos subyacentes al tejido concreto, como si fuéramos comprendiendo por capas
este Ser de varias dimensiones y densidades que somos.

Los textos a continuación son extractos de un libro de Pierre Tricot con algunas acotaciones
mías.

Filosofía Celular

¿Es posible que las células tengan una filosofía? Si es así, ¿De que se puede tratar? ¿Qué
principios fundamentales, que motivaciones esenciales animan a la célula? Nos hemos
quedado con vivir o sobrevivir, ​ser​, como motivo más sencillo.

¿Qué quiere decir ​ser​? Por supuesto el diccionario nos dice muchas cosas pero nada sobre
la esencia, el mecanismo, el acto de ser. Ser, existir, se deriva de una decisión: ​yo soy​. Yo
Soy, me define como ​yo centro​, con respecto a un entorno que considero como exterior a
mí, diferente de mí, definido o considerado como no-yo. Así, la decisión ​yo soy​ crea la
dualidad. ​Yo soy​ crea la individuación y al mismo tiempo la conciencia, la de ser, de existir
como separado de un entorno considerado como exterior.
Ser es separarse creándose a sí mismo en relación a un no-yo. Es individualizarse. Hay
diferenciación. A partir del momento en el cual la célula existe, individualizada, la estructura
viva se sabe existir independientemente de su entorno y su entorno la conoce como
existente. Hay conciencia. Nuestra dificultad para imaginar la conciencia celular viene del
hecho de que asociamos el concepto de conciencia a nuestra capacidad para ​observarnos
siendo.​ Confundimos ser consciente y ser consciente de nuestra conciencia. Éste concepto
de la conciencia es una abstracción que proyectamos inconscientemente en nuestra
observación de lo vivo. Como otras especies no están dotadas, aparentemente, de la misma
capacidad de abstracción, decimos que éstas no son conscientes. Simplemente éstas no
tienen la misma conciencia que nosotros.
Ser consciente es existir o existir es ser consciente. Los dos son indisociables. Y vivir, es
experimentar el ser y la conciencia. Se puede decir entonces que todo ser vivo, desde el
más simple al más complejo, es consciente. Además, hará todo lo posible por conservar su
conciencia, es decir, su estado de ser o de existencia. Mecanismos tan complejos como la
inmunidad y la homeostasis encuentran aquí su origen.
Ser consciente de su conciencia parece ser el atributo propio de nosotros, homo sapiens, y
nos diferencia radicalmente de otros sistemas vivos.
Por otra parte, ​ser​ es crear parejas, siendo la primera yo/no-yo. Así, cualquier creación es
relativa y no existe más que en relación a su opuesto. Estos dos opuestos existen el uno por
el otro y están en constante búsqueda de un equilibrio recíproco. La creación de la pareja
lógica yo/no-yo crea otras parejas lógicas asociadas: centro-periferia,
inmovilidad-movimiento, causa-efecto, expansión-retracción etcétera.
Ser, es determinarse diferente o separado, individualizarse. Pero, ¿cómo saber que ésto es
así? ¿Cómo saber que se continúa siendo?
Para ello se necesita un sistema que permite establecer, mantener o sentir
permanentemente la diferencia entre el yo y el no-yo.
Para la célula, la membrana le procura una barrera material. Ésta barrera separa un espacio
interior de un espacio exterior, proporciona un límite físico al individuo. Sin embargo, no le
permite experimentar sentir que existe. La sensación de existir nace del intercambio con el
exterior la dualidad yo/no-yo crea la dualidad influjo/eflujo.
Este intercambio permite a las células ​sentirse existir​ como individuo. La alternancia de
flujo y de influjo manifiesta o crea el intercambio y permite a la estructura viva saber que
existe, mientras mantiene una cierta conservación de la energía. La conciencia se mantiene
por ésta alternancia: Conciencia y respiración se confunden, se hacen uno. Como cualquier
fenómeno alternativo, tiende a organizarse y establecerse según un ritmo. Éste intercambio
crea igualmente un ciclo de movimiento alternativo de expansión- retracción en el seno de la
célula. Entonces la célula puede ser considerada como un convertidor: convierte el
intercambio ó la comunicación, en movimiento.

Puesto que para mantener su conciencia de existir un organismo vivo debe intercambiar con
su entorno, es lógico considerarlo por naturaleza un sistema relacional, constantemente
atrapado en el dilema de intercambiar con el exterior (conservar la sensación de existir), al
mismo tiempo que preservarse (mantener una separación). Ésta dualidad lo hace vulnerable
y lo conduce a una respuesta de comportamiento particular. Por tanto, lo que importa es de
qué manera el sistema corporal reacciona frente a las dificultades que se encuentran en sus
relaciones de vida.
Éste abordaje asume que incluso antes de la función fisiológica, la primera preocupación de
cualquier estructura viva es continuar existiendo. Secundariamente, al estar asegurada la
supervivencia, la o las funciones correspondientes por derecho a esa estructura, se asumen
automáticamente.
¿Cómo procede la estructura viva para preservar su supervivencia cuando se siente
amenazada? La solución más lógica, no es la de aislarse, disminuir el intercambio con el
medio ambiente que de ahora en adelante se considera hostil?
Para aislarse, una excelente manera es volver la membrana menos permeable y, ¿Cómo
hacerlo sino estrechandola, aumentando su tensión, es decir, reteniendo energía? De éste
modo podemos decir que el comportamiento de una estructura viva confrontada a una
amenaza reconocida de su entorno es individualizarse y disminuir su intercambio con el
entorno.

Consecuencias de la retención

Quién dice energía bloqueada o retenida, dice densidad, tensión e inercia aumentadas.
Además, la estructura conduce con mayor dificultad de la energía a causa del aumento de
densidad. Al haberse hecho vulnerables frente a los flujos que la atraviesan, su resistencia
para comunicar inicia un comportamiento diferente de ahora en adelante, basado en la
resistencia o el rechazo como garantía de supervivencia.
Como consecuencias de las retenciones destacaremos:
- Disminución de la conciencia, consecutiva a la disminución del intercambio.
- Aumento de la vulnerabilidad
- Densificación, inercia, retracción, consecutivas a la retención de energía.
- Consecuencias mecánicas: creación de un punto de apoyo en lo fisiológico que
altera la mecánica de todo el sistema, atracción de los tejidos conectados,
rigidización progresiva del sistema corporal, envejecimiento, etc.

Una estructura viva que resiste o se niega a comunicar porque siente su supervivencia
amenazada, vive una situación que contiene información, más o menos rica, más o menos
compleja, según la situación vivida. Resistiéndose o negándose a comunicar, una estructura
viva retiene energía, o sea, información en relación al mismo acontecimiento que produjo el
rechazo. Así es que una zona de retención puede contener distintas informaciones relativas
a los flujos de energía implicados en su creación, por ejemplo:
- Decisión de rechazar
- Decisión de no comunicar
- Movimiento: puede formar parte de la información retenida si el incidente que ha
producido el rechazo contenía mucha energía cinética.
- Dolor
- Emoción
- Residuos químicos y toxinas
- Un índice de posición en tiempo y en espacio: si la situación que generó la retención
se desarrolló en un momento dado de la vida y el cuerpo en ese momento ocupaba
una posición en particular en el espacio durante el proceso de liberación, sucede
que se sienta los tejidos ir hacia una posición que corresponde a la del traumatismo
que genera retención. Cuando persiste una retención aún cuando el acontecimiento
que la generó ha desaparecido, deja a la estructura fijada en un presente que ya no
existe, llevándola a vivir el presente con parámetros del pasado y por tanto a estar
inadaptada a la vida presente. El cuerpo no puede estar totalmente en el presente, lo
que perturba su funcionamiento. Está cargado de zonas de retención, que son tantos
"pasados" que siguen existiendo en el presente. De esta conciencia se desprende la
frase: "Los pacientes y sus problemas no vuelven sobre sus pasos para recuperar la
salud: la salud es ahora".

Extracto de unos artículos de Pierre Tricot

Descripto todo ésto, podemos decir que la herramienta esencial a la hora de acercarnos al
diálogo con la Salud es la Conciencia, ya que es ella quien nos ayuda a centrarnos, estar
presentes y poder escuchar lo que el sistema quiere comunicar.

La primera manifestación de la vida

La primera manifestación de la vida es la comunicación, que podemos definir como un


intercambio intencional. A nivel de la célula, el intercambio más elemental es la nutrición.
Este intercambio genera un movimiento, el movimiento primario de la vida evocado por
Sutherland. La célula convierte la comunicación en movimiento, de manera que ​la calidad
del movimiento de un tejido es el testimonio de la calidad de la comunicación celular.
Comunicación y movimiento pertenecen a dos universos diferentes.
El ​movimiento​ pertenece al ámbito del universo físico, material, objetivo. Mientras que la
comunicación​ es inherente a la vida y pertenece al ámbito inmaterial, subjetivo.
No interesandonos más que por el movimiento, nos limitamos el universo físico, estamos en
el universo de los efectos. Mientras que considerando la comunicación nos interesamos en
la vida y en el universo de las causas.

Cada vez que la vida encuentra una dificultad tiende espontáneamente a evitarla. La
evitación más frecuente es el ataque o la huida. Si la evitación no es posible, la estructura
viviente tiende aislarse. Para ello, reduce sus intercambios, su comunicación con el exterior,
reteniendo energía. Haciendo esto, se retrae y se densifica. Cuando el acontecimiento que
ha provocado esta tentativa de aislamiento es suficientemente fuerte, o si se repite de
manera crónica, la estructura viva acaba por adoptar un modo de funcionamiento en
retracción. Así aparece a nuestra palpación como más densa, más tensa y menos móvil. Lo
que tenemos que tener en cuenta es que el movimiento de la estructura no reaparecera a
menos que la comunicación con el exterior es mejorada.

Asumiremos el punto de vista de que la palpación es una comunicación. Así, conociendo


mejor lo que constituye lo esencial de una comunicación, podemos pensar que
mejoraremos nuestra palpación.

Elementos subjetivos de la comunicación

Aunque esto puede parecer demasiado evidente como para pararnos en ello, insistiremos
en primer lugar en la presencia. "Estar ahí" es algo previo a cualquier posibilidad de
comunicación verdadera. Por consiguiente, no se deberá vacilar a la hora de tomarse el
tiempo necesario para asegurar esta presencia en universo físico y frente al otro.

La ​presencia​: consiste en estar ahí, simplemente, sin esfuerzo, con el fin de poder entrar
en relación con la estructura viva de nuestro paciente. Aunque sencillo en su formulación,
este parámetro es uno de los más difíciles de mantener.
Podemos preguntarnos ¿Quién está presente? No sólo un cuerpo, sino el Ser.
La ​intención​: precisar mentalmente lo que deseamos hacer. Es una posibilidad de modular
nuestra atención.
La ​atención​: es la orientación de la presencia hacia algo/alguien, es la proyección de la
conciencia. La atención es una cuestión de espacio.

Percibir la plasticidad

Si admitimos la idea de que una estructura viva, sea cual sea, está animada por
movimientos alternativos expansión y retracción, no lleva a concebir el sistema corporal
como plástico. Así, podremos comprender a Sutherland cuando escribe "los tejidos óseos
son igualmente fluidos".
Sin embargo, la plasticidad no es lo que experimentamos de entrada con las estructuras
óseas. El primer malentendido, deberíamos decir mal percibido, con la estructura corporal
comienza muy temprano a nuestras vidas, la mayoría de las veces en la escuela donde
descubrimos ejemplares de huesos reducidos a su parte mineral, seca, quebradiza dura. Es
a partir de esta experiencia inicial que se elabora nuestro primer modelo de la estructura
ósea y, cómo es la primera, ésta prevalece implícitamente mientras otra experiencia distinta
no nos obligue a revaluarla. Asi, el concepto de estructura evoca algo material, fijo, rígido,
no vivo. Éste mal percibido se refuerza por el hecho de que, en estado de conciencia
normal, el hueso nos aparece efectivamente como rígido. ¿Acaso no es un armazón?
¿Cómo podría ser de otro modo que rígido? En estado de conciencia ordinaria no
discernimos que estar rigidez es relativa. Efectivamente el hueso vivo es a la vez flexible y
rígido. Rígido gracias a sus componentes minerales pero es igualmente flexible gracias a
sus componentes orgánicos.
Cuando percibimos al sistema corporal rígido nos referimos a nuestra conciencia mineral.
Pero refiriéndonos a nuestra conciencia orgánica podemos percibirlo flexible. Modificando
nuestro estado de consciencia, particularmente mediante el trabajo sobre la presencia, y
encontrando un acuerdo con la materialidad de la estructura ósea, es como podemos
empezar a percibirla como plástica y a modificar nuestro modelo, nuestra concepción.

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