Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Preguntas de Preparación Examen de Historia de La Filosofía Contemporánea
Preguntas de Preparación Examen de Historia de La Filosofía Contemporánea
1. ¿Por qué para Marx la filosofía de Hegel prolongaba el orden de cosas existente en la
época? ¿Qué vínculo existía entre esa filosofía y los principios burgueses?
R:// En el primer capítulo de La Ideología Alemana, Marx y Engels emprenden una crítica
fehaciente al idealismo alemán, movimiento ilustrado que tiene como mayor referente,
probablemente, el sistema hegeliano como modelo del pensamiento europeo. A propósito,
Marx y Engels enuncian los grandes cambios europeos que suscitó el idealismo alemán, sin
embargo, estos no se reflejaron en la historia de Europa, ni siquiera en la historia de la
misma Alemania; los pensadores de estos siglos, parece ser que se conformaron con una
mera revolución en el pensamiento filosófico. Al respecto, nuestros autores dicen lo
siguiente: “Según anuncian los ideólogos alemanes, Alemania ha pasado en estos últimos
años por una revolución sin igual. (…)Y todo esto ocurrió, según dicen, en los dominios del
pensamiento puro” (Marx y Engels, 1980, p. 4).
Este fenómeno del pensamiento Alemán, Marx y Engels lo enmarcan dentro de las
dinámicas típicas de la sociedad burguesa, pues el pensamiento abstracto se convirtió de
alguna manera en mercancía. Los críticos hegelianos, emprendieron simplemente críticas
teóricas generando así nuevos productos del pensamiento idealista, pero no pudieron
generar cambios en la realidad histórica material. Así, dice Marx, los “industriales de la
filosofía” vivieron de la explotación teórica del espíritu absoluto, así como el burgués vive
de la exploración de recursos naturales, dedicándose a transformar este sustento en nuevas
combinaciones. Sin embargo, hubo un punto en el que el mercado del pensamiento alemán
quedó abarrotado de sus propios productos intelectuales, haciendo que, dada la típica
competencia del libre mercado burgués, las nuevas mercancías, de los nuevos hegelianos,
bajaran su calidad conceptual cayendo en una “producción fabril y adulterada” (Marx y
Engels, 1980, p. 5).
Para Marx, no es admisible que la crítica filosófica no se haya salido nunca del
terreno de la filosofía, convirtiéndose así en un mercado burgués de teorías idealistas; pues
tal como plantea en su tesis 11 sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que
interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”
(Marx y Engels, 1980, p. 3). O en otras palabras, el fin último del saber teórico, recae en su
ejercicio práctico. Es por esto que a continuación se aclararán las críticas que hace Marx a
la apuesta teórica de Hegel y del idealismo alemán, pues para éstos últimos, la razón y la
conciencia que gobierna el mundo es libre y absoluta, en tanto que como movimiento
dialéctico del pensamiento supera sus propias negaciones, superando a su vez el
sufrimiento. Sin embargo, para Marx, los idealistas alemanes no han dejado de mirar hacia
el cielo abstracto, pues el sufrimiento no se supera con una crítica intelectualista, se supera
cambiando las condiciones materiales de vida, cosa que la filosofía alemana nunca se ha
propuesto.
Precisamente, dice Marx, toda la empresa del idealismo alemán se ha asentado
sobre el sistema hegeliano, por lo que pasan las generaciones pero las críticas no dejan de
ser dogmas entre dogmas. Por ejemplo, los jóvenes hegelianos, se proponían trocar la
conciencia alemana de su tiempo, por una conciencia crítica, pero este propósito se quedó
en el hecho de no ser más que otra interpretación teórica de lo ya existente. Marx llama a
este movimiento entre hegelianos como una pura “fraseología”, que tiene como pretensión
ser un acto revolucionario que “estremezca al mundo”, pero no será más que un nuevo
movimiento dentro del conservador pensamiento hegeliano. A propósito, dice Marx: “estas
frases por ellos combatidas no saben oponer más que otras frases y que, al combatir
solamente las frases de este mundo, no combaten en modo alguno el mundo real existente”
(Marx y Engels, 1980, p. 6). Sus descubrimientos teóricos no han dejado más que
“insignificantes descubrimientos de alcance histórico mundial” (Marx y Engels, 1980, p. 6).
Estas críticas exclusivamente teóricas recaen en su misma debilidad al basarse de
principios abstractos, a saber la fenomenología del espíritu y la supuesta superación del
espíritu mediante la dialéctica del amo y el esclavo. Si bien Hegel intenta hacer un estudio
del proceso mediante el cual el espíritu se sabe a sí mismo a través de la historia, el marco
de trabajo de la dialéctica del amo y el esclavo sigue siendo abstracto1.
Para Marx, el idealismo alemán supone una defensa implícita al modo de
producción burgués y capitalista, pues nunca pone en cuestión las condiciones materiales
1
Recordemos la crítica de Susan Buck-Morss a la dialéctica hegeliana, pues hay indicios de que Hegel ya leía
el diario Minerva en el cual habían reportajes de las revoluciones en las que los esclavos haitianos superaban
la opresión de los colonos franceses. Buck-Morss comenta que si Hegel tenía información de hechos
materiales contemporáneos en los que el esclavo se le revelaba al amo, es cuestionable el hecho de que no
hubiera enmarcado estos casos en su teoría y hubiera preferido mantenerla a partir de nombres genéricos y
abstractos como “amos” y “esclavos”, sin traer a la discusión casos contemporáneos reales.
del trabajo, las cuales, más allá de la libertad del pensamiento que se supone traía consigo
el sistema hegeliano, generaban un profundo sufrimiento en la clase obrera.
Así, la mayor crítica de Marx a Hegel, que además relaciona a este último con los
principios burgueses es que desde su filosofía no se ha conseguido superar el sufrimiento
contemporáneo de su época. Es por esto, que Marx apelará a la historia, el trabajo y las
fuerzas de producción como las condiciones materiales que fundan su sistema filosófico,
cuestionando las mismas para tener como finalidad última de su proyecto la transformación
de las relaciones sociales.
R:// Según Carl Marx en el primer capítulo de La Ideología Alemana, para entender la
concepción materialista de la historia, es necesario comprender que “determinados
individuos que se dedican de un determinado modo a la producción, contraen entre sí estas
relaciones sociales y políticas determinadas” (Marx y Engels, 1980, p. 9). En otras palabras,
un adecuado estudio filosófico debería tener en cuenta esta premisa empirista de analizar la
relación entre las estructuras políticas y sociales con los modos de producción. Marx y
Engels consideran que la concepción de las estructuras políticas y sociales no debe partir de
la imaginación propia de un filósofo –criticando así al idealismo alemán-, en cambio, debe
ser reflejo de “como realmente son; es decir, tal y como actúan y como producen
materialmente” (Marx y Engels, 1980, p. 9). Así, es desde esta premisa epistemológica, que
trata el modo correcto en que se deben conocer las estructuras sociales, que parte la
concepción materialista de la historia de Marx y Engels.
Para Marx y Engels y su concepción materialista de la historia humana:
Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la
tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se
representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado,
para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa
y, arrancando de su proceso de vida real (Marx y Engels, 1980, p. 9).
Esta cita refleja la clara intención de estos pensadores por cambiar la manera en que
se comprenden las sociedades humanas, refleja la directa crítica que el materialismo
histórico le hizo al idealismo alemán.
Siguiendo esta premisa fundamental del materialismo histórico, Marx y Engels
establecen también, que todas las representaciones de los hombres son productos de ellos
mismos como seres concretos y materiales; es decir,
La formación de las ideas, el pensamiento, el trato espiritual de los hombres se presentan aquí
todavía como emanación directa de su comportamiento material. Y lo mismo ocurre con la
producción espiritual, tal y como se manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral,
de la religión, de la metafísica, etc., de un pueblo” (Marx y Engels, 1980, p. 9).
En conclusión, todo ideal y producto subjetivo, parte de una base real y material.
La anterior sentencia, implica que tanto la moral, la religión, la metafísica y en
general las distintas formas de consciencia pierden su carácter sustancial y a priorístico, que
la tradición occidental les había otorgado. En cambio, los hombres en sus relaciones de
producción material y en los cambios de estas a nivel histórico, implican también cambios
en los productos de sus pensamientos. En suma, la propuesta del materialismo histórico
afirma críticamente que “no es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que
determina la conciencia” (Marx y Engels, 1980, p. 9). La vida en su carácter real, histórico
y concreto (Material).
Finalmente, Marx y Engels aclaran que el materialismo histórico tiene unas
premisas claras, y estas son las condiciones reales de vida, así como los hombres. Pero
aclaran que son hombres no tomados aisladamente, “sino en su proceso de desarrollo
real y empíricamente registrable, bajo la acción de determinadas condiciones” (Marx y
Engels, 1980, p. 10). Para nuestros autores, en cuanto se consideran estas premisas de
manera rigurosa,
la historia deja de ser una colección de hechos muertos, como lo es para los empíricos, todavía
abstractos, o una acción imaginaria de sujetos imaginarios, como lo es para los idealistas. Allí donde
termina la especulación, en la vida real, comienza también la ciencia real y positiva, la exposición de
la acción práctica, del proceso práctico de desarrollo de los hombres” (Marx y Engels, 1980, p. 10).
3. De acuerdo con lo leído en clase, explique la forma como Marx interroga su propio
presente.
R:// Dado que la postura filosófica marxista se funda sobre los supuestos del materialismo
histórico, en breves palabras se podría afirmar que Carl Marx interrogará su propio presente
a partir de las relaciones entre los modos de producción, las relaciones entre los individuos
y sus productos intelectuales e institucionales.
Marx al ser un materialista histórico, no partirá sus críticas hacia su presente a partir
de dogmas o a prioris típicos de la tradición filosófica occidental. En cambio, fijará su
atención en los individuos reales, sus acciones y sus condiciones de vida materiales. Es por
esto, que en el Prólogo a la Crítica de la Economía Política, Marx examinará el sistema de
la economía burguesa en el orden siguiente: capital, propiedad agraria, trabajo asalariado,
Estado, comercio exterior y mercado mundial (Marx, 1989, p. 6). Mediante del análisis de
las primeras tres rúbricas, Marx pretende estudiar las condiciones de vida de las tres
grandes clases que componen a la sociedad burguesa moderna.
Los estudios de Marx de la economía política, pretenden interrogar su presente
precisamente de lo singular a lo general. Es por esto, que siendo ya director de la
Rheinische Zeitung, Marx se pronunció sobre la tala furtiva y el fraccionamiento de la
propiedad agraria en la provincia renana; así como denunció la situación concreta de los
campesinos en Mosela y las dinámicas del libre cambio del capital y las tarifas
proteccionistas.
Posteriormente, Marx hizo una crítica a la filosofía del derecho de Hegel, de la que
concluyó precisamente que tanto las relaciones jurídicas, como las formas de Estado, no
pueden ser comprendidas por sí mismas, ni por la supuesta evolución del espíritu humano;
sino que, al contrario, tienen sus raíces en las condiciones materiales de vida, fenómeno que
Hegel abarca con el nombre de "sociedad civil". Pero además, la anatomía de la sociedad
civil debe buscarse en la economía política (cfr. Marx, 1989, p. 7).
Tras sus estudios de economía política en París y Bruselas, Marx concluyó que los
hombres, en la producción social de su vida, entran en determinadas relaciones necesarias,
que a su vez, son independientes de la misma voluntad humana. Estas relaciones de
producción, dependen del grado de desarrollo de las fuerzas productivas materiales,
constituyendo como conjunto productivo, la estructura económica de la sociedad; la cual a
su vez, es “la base real sobre la cual se erige la superestructura jurídica y política y a la que
corresponden determinadas formas de conciencia social” (Marx, 1989, p. 7).
Gracias a estos estudios en la economía política, Marx interroga su presente a partir de las
relaciones entre la infraestructura, que corresponden a los modos de producción materiales,
con la superestructura que se representa en el proceso de vida social, político, cultural y
espiritual de la sociedad.
Ya que son las condiciones materiales del ser social lo que configura su conciencia
y no al contrario, Marx interrogará de su presente, el hecho de que las fuerzas productivas
materiales entren en contradicción con las relaciones de producción y relaciones de
propiedad de la sociedad. La propuesta político-económica de Marx recae así, en que las
fuerzas productivas de trabajo que son el sustento de las relaciones de propiedad, cambien
su base para iniciar entonces una revolución social.
En suma, Marx pretende interrogar la conciencia de su tiempo así como las
condiciones materiales del mismo a partir de esclarecer las contradicciones de la vida
material en su conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de
producción. Marx dará el ingenioso paso de movilizar una revolución intelectual y política
a través de proponer cambios sobre la infraestructura social, los que generarán así cambios
culturales a mayor escala.
R:// La filosofía histórica evidencia la química, la sublimación que las valoraciones han
realizado a lo largo de la historia. A saber, en el aforismo 1 del primer tratado de Humano
demasiado Humano, Nietzsche explica que la filosofía histórica, precisamente debería
pensarse en relación a las ciencias naturales, pues muestra que los valores altruistas, o la
contemplación desinteresada no son opuestos del egoísmo, por ejemplo. En cambio, son
sublimaciones –en el sentido químico de la palabra-, en las que el origen de estos valores
queda volatilizado y solo mediante una exhaustiva revisión histórica, es revelada su
existencia. En palabras del autor, la filosofía histórica evidencia la “química de las
representaciones y los sentimientos morales, religiosos y estéticos,” (Nietzsche, 2014, p.
75). Pues la revisión del origen de los valores morales, muestra que su raíz no es tan
opuesta a su valor; más bien, que estas valoraciones tan altísimas no son más que
transformaciones -similares a las de los elementos químicos-, del mismo elemento inicial,
las emociones humanas. Quizás por esto es que el tan venerado humano, no es tan divino
como pretende la tradición filosófica, en cambio, es demasiado humano, natural.
Para Nietzsche, las investigaciones histórico-filosóficas implican un fuerte carácter
por parte del investigador, pues siguiendo el ejemplo del origen de los colores, Nietzsche
cuestiona si las personas desearían seguir una investigación del origen de los bellos y más
maravillosos colores, si se dieran cuenta que sus raíces parten de materiales bajos e incluso
a veces despreciados.
Según el aforismo 2 de la misma obra, Nietzsche asegura que el elemento corrector
del defecto heredado por los filósofos sería la filosofía histórica, pues precisamente, los
filósofos sin importar las generaciones, han cometido siempre el error de tener una falta de
sentido histórico para comprender al humano, pues éstos lo conciben como una aeterna
veritas independiente de toda circunstancia o “vorágine” como dice el pensador alemán.
Precisamente, una concepción del hombre a partir de la filosofía histórica permite a quien
investigue, comprender que el ser humano no es un ser a priori, en cambio éste ha devenido
en la historia de las culturas, así como la facultad de conocimiento ha devenido también.
Por último, en este aforismo, ante la “omnipotente” pretensión de la tradición filosófica de
dar cuenta de un humano eterno, Nietzsche propone desde el programa del filosofar
histórico una virtud para el filósofo, la modestia en su pensar, una modestia que otorga el
esclarecimiento histórico del devenir humano.
Gracias a la filosofía histórica, Nietzsche encuentra por ejemplo, el origen de la
metafísica en la interpretación de la vida a partir de la dualidad vigilia-sueño que
caracterizó a los hombres primitivos. En el aforismo 5, aclara que la típica división
metafísica del mundo parte de esta experiencia dual. Finalmente, a través de este método
Nietzsche desentrañará los orígenes de la metafísica, mostrando así en los aforismos 9 y 10,
que “todo lo que hasta ahora ha hecho que las suposiciones metafisicas sean valiosas,
terribles o placenteras, lo que las ha generado, es la pasion, el error y el autoengaño”
(Nietzsche, 2014, p. 78). Si la causa primera de las valoraciones metafísicas parte de las
pasiones y las facultades humanas, considera este autor que es posible resolver el problema
de la “cosa en sí”; pues ni la religión, ni el arte ni la metafísica va a poder dar cuenta de la
apariencia de la cosa en sí, ya que gracias a la filosofía histórica se ha desentrañado el
misterio metafísico, indicando que los más altos valores, no son más que representaciones y
sublimaciones de facultades y pasiones demasiado humanas.
En conclusión, y teniendo en cuenta algunos comentarios de Nietzsche en el prólogo
de la Genealogía de la Moral, es posible establecer que el filosofar histórico sí puede ser
equivalente al método genealógico de revisar los valores morales; pues Nietzsche afirma
que el origen de sus estudios genealógicos yacen ya en los aforismos de Humano
demasiado Humano y precisamente este método consta de revisar el origen humano de los
valores morales, tal como se propone en las líneas que tratan sobre la filosofía histórica.
R:// Para Nietzsche, en su tiempo contemporáneo se vive de una manera muy inmoral,
distinto a como había sido en la prehistoria. Y hace esta aseveración pues se ha refinado
tanto la moral, que en palabras del autor, ésta se ha volatilizado, generando que el poder de
la costumbre se debilitara. Además, si precisamente “la moralidad no es otra cosa que
obediencia de las costumbres, sean estas cuales fueren” (Nietzsche, 2014, p. 493); es decir
que, ser moral es obedecer las costumbres; y la fuerza de las costumbres se ha perdido, por
ende, se viven tiempos inmorales. Esto se traduce en una dificultad de los espíritus jóvenes
de poder entender las consideraciones básicas de las que parten los distintos valores
morales de la cultura occidental.
Nietzsche aclara que en la prehistoria de la moral, si bien reinaba la inmoralidad
pues no se seguían valores tradicionales, sí se vivía de manera más libre, de acuerdo con la
propia voluntad, y no con la de la tradición. Pues bien, ¿cómo define la tradición el
pensador alemán? La tradición es la autoridad superior a la que se obedece. Y se obedece a
la tradición desde un temor supersticioso, pues la tradición parte de los mitos culturales y
representa a mucho más que a una sola persona. –Quizás por esta misma obediencia a la
moral de raíz supersticiosa es que Nietzsche se refiere a estos pensamientos como
pensamientos impuros-. Es por esta historia de la tradición que ser moral implica el
sacrificio del hombre en tanto individuo particular y lleva a que se obre en función del
cumplimiento y la afirmación de la costumbre. En suma, Nietzsche quiere rescatar la moral
propia, la que se da el individuo en tanto ser particular. Pues para el colectivo de la
tradición y la costumbre, cualquier creación de costumbres y de moralidad original y
particular, acecha con gran peligro a las prácticas más antiquísimas. En palabras del autor,
“Cuando es la moralidad de la costumbre la que rige, cualquier tipo de originalidad
adquiere conciencia de maldad” (Nietzsche, 2014, p. 495).
Esta idea se verá reforzada por los aforismos 16, 18 y 19 de Aurora, pues en estos
Nietzsche indica que el primer principio de la civilización, precisamente es, que vale más
tener y practicar una costumbre, que no tener ninguna. Y este prevalecer de las costumbres,
por encima de la individualidad, parece ser el primer género de la moralidad. Esta prelación
sobre la tradición y las costumbres, que sin duda implica una obediencia ciega, en la que se
gobierna el sí mismo para velar por el colectivo, Nietzsche lo llamará en el aforismo 18,
como el goce de la crueldad. Lo que sostiene esta tesis es que la tan valorada libertad de
espíritu ha surgido de la tiranía de las costumbres. Es mediante el tradicional ejercicio de la
crueldad que las civilizaciones se han defendido del temor y la preocupación que generan
las más originales almas humanas. Inclusive, dice Nietzsche, las civilizaciones prehistóricas
a partir de sus creencias en los dioses y las supersticiones han forjado el carácter de la
humanidad, le han enseñado a los hombres a obedecer, pues se considera peligroso el ser
venturoso y feliz y se ha promulgado la voluntad del sufrimiento, así como el sentimiento
de culpa.
Por último, Nietzsche afirma que esta vida llena de sufrimiento, esta moral ascética
del gobierno de las particularidades de sí, constituye en la actualidad el orgullo de la
humanidad. Pero este orgullo nos ha enceguecido de la historia universal real, pues
desconocemos cómo en la eticidad de las costumbres, estructuradas en la prehistoria de la
moral, se forjó la obediencia a la tradición y por ende el carácter del humano sufriente. Por
tanto, la invitación nietzscheana será la misma que la del prólogo de la Genealogía de la
Moral, a saber, que los hombres necesitan conocerse a sí mismos y dejar ese orgullo con el
que pretenden acercarse tanto a las estrellas; pues sin darse cuenta, sus cuerpos están
cansados de sufrir y buscan la salvación en una vida no terrena. Son almas impuras que han
perdido la voluntad fundamental por conocerse de manera pura y real.
R:// Ya que la fenomenología pretende dar cuenta de la vida de la conciencia tal como se
presenta inmediatamente a la reflexión, podría decirse que esta disciplina es una ciencia
eidética, es decir, que se interesa por las esencias. Esto será posible ya que la
fenomenología es una ciencia riguosa y solamente hay ciencia de lo necesario, y
exclusivamente las esencias son necesarias. Por tanto, para cumplir esta pretensión de
rigurosidad científica, la fenomenología va a dirigirse hacia las cosas en sí mismas.
Así, la fenomenología husserliana será una filosofía de las cosas mismas, será una
filosofía pura o a priori. Ya que sólo se puede conocer de manera objetiva las esencias, el
sentido de los hechos particulares, todo aquello que sea meramente singular será
indefinible, será un objeto que quede por fuera del estudio fenomenológico.
El interés por las cosas mismas, implica que se quiera conocer el núcleo o la raíz de
todos los predicados necesarios de una cosa individual. Pero la forma en la que la
conciencia da con las cosas mismas es a partir de las intuiciones eidéticas. Por intuición,
entiéndase el “cumplimiento de la intención”, es decir, que la única fuente de afirmación
racional del mundo, es la visión inmediata general de la intencionalidad. Esto último
implica que la fenomenología, mediante intuiciones de las cosas mismas, de las esencias,
podrá tener un conocimiento veraz de lo que se da, sin sobrepasar los límites de aquello que
aparece.
R://
14. ¿Por qué Arendt habla de condición humana y no de naturaleza humana? ¿Cómo se
relaciona la condición humana con la acción?
R://
15. ¿Cómo entiende Foucault la "historia crítica del pensamiento" en su propio trabajo
como filósofo?
R:// Para Foucault, la tradición crítica del pensamiento empieza con Kant y la modernidad.
Esta tradición ejerce en Foucault la potencia de pensar el presente como cuestión. Esto
lleva a Foucault a analizar el vínculo entre sujeto y objeto y de las condiciones de dicha
relación, se rehusará a analizar ideas fijas y ahistóricas.. Así, inicia el proyecto de la
historia crítica del pensamiento el cual pretende analizar las condiciones de posibilidad
entre los sujetos y los objetos.
Estas condiciones de posibilidad se analizan teniendo en cuenta lo formado, es
decir, los distintos tipos de relación entre sujeto y objeto y las modificaciones históricas de
dichas relaciones. Para Foucault, estos tipos de relaciones configuran al sujeto como un
objeto en cierta medida, como un saber posible. Y ya que el sujeto está en relación a un
objeto, Foucault plantea diversas preguntas para comprender mejor dichas relaciones, a
saber, ¿a qué condiciones está sometido? ¿Qué estatuto debe tener? ¿Qué posición ocupa en
la imaginación o realidad? ¿Qué le ha dado legitimidad? ¿Cuáles son los modos en que se
ha estructurado la subjetividad de ese sujeto?
Siguiendo la historia crítica del pensamiento, para Foucault no hay un sujeto
trascendental, más bien se subjetiviza en relaciones con los objetos según el devenir
histórico, es decir que el sujeto no tiene una esencia, más bien tiene diversas
manifestaciones históricas. Y sin embargo, es posible establecer que la historia crítica del
pensamiento parte de bases modernas pues le interesa el sujeto, aunque analizado a nivel
histórico en su relación histórica con los objetos. Es por esto último, que el proyecto
foucaultiano dará un viraje hacia el problema de los modos históricos de subjetivación, los
cuales implican diversos juegos de verdad en las relaciones del sujeto con los objetos. La
sentencia anterior implica que hay diversas formas en las que algo se convierte en
verdadero, lo que determina ese carácter de verdad en un momento histórico determinado,
será el marco de reglas de relación recíproca entre la objetivación y la subjetivación.
Aquí, Foucault introduce el concepto de emergencia, el cual se refiere a la ley
singular o histórica de aparición de la verdad. La emergencia explicita los modos de
relaciones de fuerza y sometimiento, indica los diversos juegos de verdad mediante las
relaciones de poder entre saberes y prácticas concretas. Esto último implica que la verdad
no se juega en el carácter verdadero de algo, sino en el juego de fuerzas entre un saber y
una práctica
Entonces, es posible establecer que una historia crítica del pensamiento es a su vez
una historia de las emergencias; que la historia crítica del pensamiento sitúa al
investigador ante la emergencia de los juegos de verdad. En suma, este escenario crítico
implicará para el sujeto ávido de conocimiento, una pura distancia con su presente.
16. ¿Qué entiende Foucault por heterotopía? ¿Por qué el panóptico es una heterotopía?
R:// Para establecer lo que Foucault entiende por heterotopía, el autor parte de un ejemplo
de un cuento de Borges en el prefacio de De las Palabras y las Cosas. En este, muestra que
“todos los esquemas organización del universo son humanos”. Lo que implica que el
lenguaje puede yuxtaponer el orden establecido y que el lenguaje es el no lugar donde se
genera esa yuxtaposición de las categorías dadas.
Entonces, las utopías son un no lugar; precisamente la u es privativa y señala la
privación del topos. Sin embargo, al ser un lugar posible no existente, se emplaza en el
lenguaje el consuelo de las esperanzas de los sujetos. En cambio, las heterotopías para
Foucault son aquellos espacios otros en los que se mina el leguaje. En las heterotopías, se
cambia la sintaxis que mantiene juntas a las palabras y las cosas, cambiando así los órdenes
y las formas históricas en las que se da el vínculo entre palabras y cosas. Para Foucault la
heterotopías inquietan a las personas pues se remiten o refieren a órdenes distintos de
relaciones de poder. Gracias a esta idea de heterotopía, Foucault consigue romper con la
concepción lineal y unilateral de la historia.
Foucault establece que en cada cultura, así como en las diversas teorías científicas y
filosóficas hay distintos ordenamientos del lenguaje y el mundo. Entonces, el autor
establecerá que en estos escenarios hay dos elementos principales que configuran los
órdenes históricos. A saber, los códigos fundamentales de la cultura (o las cosas), y las
teorías científicas en interpretaciones filosóficas (representadas por las palabras). En la
zona intermedia entre ambos polos se manifiesta el ser bruto del orden, que consiste en las
distintas configuraciones u órdenes varios de relaciones entre ambos elementos o entre las
palabras y las cosas.
Precisamente es en este espacio intermedio, en el que es posible cuestionar el
espacio común y se va hacia afuera. Así, se consigue replantear las relaciones entre
palabras y cosas y conocer distintos a prioris históricos. Esto para Foucault es una
arqueología, o el estudio de las discontinuidades entre las relaciones de palabras y cosas de
un orden establecido.
En este marco intermedio en el que se replantean las relaciones entre sujeto y
objeto, en el que se cuestionan los órdenes académicos del pensamiento así como los
órdenes culturales pre-establecidos; Foucault indicará que se encuentra uno con un espacio
otro, un nuevo orden. Por lo tanto, Foucault encuentra en estas zonas intermedias, las
heterotopías.
Una vez establecido lo que Foucault entiendo por heterotopía, se explicará por qué
el panoptismo es un tipo de heterotopía. Para esto, el pensador francés analizará en La
Verdad y las Formas Jurídicas, la relación existente entre el saber y el poder, entre las
teorías del derecho penal que delimita el crimen y el castigo a partir de la ley, y las
prácticas punitivas tales como el encierro, las cuales a su vez, generan que se replanteen los
saberes penales pues están en relación.
Mediante esta emergencia entre leyes y prácticas punitivas, se configura la imagen
del criminal afuera de la religión y la moral y se le considera en función de sus capacidades
y virtualidades, por lo que se procura controlarlas y vigilarlas. Gracias a este desarrollo de
las relaciones entre saberes y prácticas punitivas, surge un saber-panóptico, así como unas
prácticas de vigilancia. La estrategia de estas nuevas fuerzas y prácticas de poder, son
precisamente las de administrar y vigilar las virtualidades y las vidas de los individuos, en
miras de controlar a los futuros posibles criminales. El panóptico es un dispositivo visual
donde se ve sin ser mirado.
Finalmente, es posible aclarar que el panoptismo es una heterotopía en tanto que es
una nueva forma de control social que nace de la emergencia entre las relaciones de los
saberes y prácticas punitivas. Pero además, es una heterotopía pues implica diversas formas
de vigilar, generando constante y diversas vigilancias sobre los individuos, son múltiples
modos de control. Es por eso que la sociedad consigue en su escala general funcionar como
panóptico, porque este tiene muchos modos de relacionarse con sus objetos de vigilancia,
porque se comporta como una heterotopía.