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En nuestra época es más o menos común escuchar que una persona se siente
“estancada” en su vida, una expresión coloquial que posee sus variaciones (hay
quien se considera “atorado”, “hundido”, “en un bache”, etc.) pero que, en todos
los casos, da cuenta de ese sentimiento de frustración, de cierta parálisis
indeseada y, a fin de cuentas, de la impresión de permanecer en un mismo lugar
existencial, del que parece no haber salida y al respecto del cual no se mira en el
horizonte ningún cambio.
Cada persona, por otro lado, puede referir dicho “estancamiento” a distintos
ámbitos. Habrá quien lo relacione más con su trabajo, por ejemplo, que acaso ya no
le satisface; otros con su vida profesional, en sentido amplio; algunos con la
relación de pareja que viven, o acaso con su familia, etcétera.
A continuación presentamos algunos puntos que pueden ser útiles a este respecto. No
se trata de una guía definitiva ni infalible, pero nos parece que puede motivar a
la reflexión personal necesaria para resolver dicha situación.
Por principio de cuentas, acepta el momento en que te encuentras. A veces, por una
inclinación hasta cierto punto “natural” o comprensible, evadimos las sensaciones y
pensamientos de frustración que tenemos, por distintos motivos.
Sin embargo, si quieres salir de ahí, antes es necesario que aceptes la realidad en
la que vives y, sobre todo, el malestar en tu vida. Intenta mirarlo de frente, sin
temor pero también sin juicios. Pondera tu trabajo, tu pareja, tu situación
económica, la adicción que está perturbando tu vida, tu situación profesional, etc.
¿Qué encuentras ahí? ¿Qué te molesta? ¿Piensas con frecuencia que te parece
insatisfactoria? ¿Es para ti fuente de infelicidad? ¿No te gusta pero “te
aguantas”? ¿No te gusta pero piensas que “es lo que hay”? ¿Es justo para ti que te
conformes con eso?
“Locura es hacer lo mismo siempre y esperar cada vez resultados distintos”. Más
allá del autor de esta frase (que algunos atribuyen a Albert Einstein, al parecer
equivocadamente), el mensaje es preciso: si quieres un cambio en tu vida, necesitas
emprender las acciones necesarias para generarlo.
Sabemos, en efecto, que no siempre es sencillo tomar una decisión. Cuando tus
ingresos económicos dependen de un trabajo, no parece fácil renunciar a éste de un
día a otro. Si en tu interior tienes un miedo profundo (y acaso todavía
desconocido) a la sensación de soledad, quizá no te sea sencillo terminar una
relación de pareja, no importa lo mal que te sientas en ella. Quieres mudarte pero
no tienes el dinero suficiente para afrontar ese gasto, etcétera.
Examina tus circunstancias y reflexiona sobre aquello que sí puedes hacer ahora
para salir de esa frustración en la que te sientes. ¿Ahorrar? ¿Preguntar entre tus
amigos si alguien sabe de algún trabajo? ¿Hablar francamente con tu pareja? Salvo
situaciones muy extremas, siempre habrá algo que puedas hacer, una decisión que
puedas tomar.
Conforme tengas más clara tu propia manera de experimentar el miedo, puedes tomar
un momento de más calma para examinar tu historia personal y preguntarte a qué se
deben dichas sensaciones, por qué en ciertas situaciones experimentas ese miedo y
en otras no, qué de tu formación subjetiva puede explicar los pensamientos que
cruzan por tu cabeza cuando tienes miedo, etcétera.
Si sientes que este es tu caso, intenta mirarte desde otra perspectiva. Aquí
algunas preguntas para comenzar esa reflexión:
¿Qué sabes hacer? Hasta ahora, ¿qué de lo que haces te genera algún tipo de pago
económico? ¿Qué tan bueno te consideras en tu trabajo? ¿Y con respecto a tus
compañeros (presentes o anteriores)? ¿Y con respecto a otros colegas de profesión?
¿Tienes otras habilidades? ¿Quién valora lo que haces? ¿Quién esperas que valore lo
que haces? ¿Qué formas del reconocimiento estás habituado a buscar? ¿Recibes otros
reconocimientos de los que no te das cuenta?
Sé espontáneo
De esa manera, poco a poco te darás cuenta de que la vida busca manifestarse
siempre.