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El término amabilidad que ahora vamos a analizar en profundidad tenemos

que establecer que tiene su origen etimológico en el latín. Concretamente


podemos exponer que toma como punto de partida lo que es el verbo amare,
que es sinónimo de “amar”, y el sufijo –idad, que es equivalente a “cualidad”

La amabilidad es la cualidad de amable. Este adjetivo se refiere a aquel


o aquello que es afable, afectuoso o digno de ser amado. Por extensión,
se conoce como amabilidad a la acción amable: “Tenga la amabilidad de
pasar a mi despacho”, “Mirta se caracteriza por su amabilidad con los
invitados”.
Además de todo lo expuesto tenemos que subrayar el hecho de que la
verdadera amabilidad es aquella que nace de manera espontánea, natural y
sin ningún tipo de interés o de intención de conseguir algo.

Todo ello sin olvidar que cuando se produce esa amabilidad libre, universal y
que ejerce como valor es cuando se puede decir que el individuo que la lleva
a cabo es una persona absolutamente madura. Tanto es así que cuando se
habla de la educación en valores se incluye la citada amabilidad. De esta
manera se asientan una serie de acciones que pueden ayudar al niño a, desde
temprana edad, conseguir llegar a ser amable. En este sentido, se habla de
“pequeñas actitudes o tareas” tales como compartir su material escolar con
sus compañeros, saludar a las personas conocidas, dar de comer a su
mascota o agradecer a sus padres la comida que cada día le preparan.

La amabilidad puede definirse como un comportamiento o acto que


resulta caritativo, solidario o afectuoso con otras personas. Por eso
engloba diversas actitudes, como la simpatía, la generosidad, la compasión
y el altruism

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