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Descartes: Tercera Meditación

De Dios que existe


Extractado en David E. Cooper (ed.) Epistemology: The Classic Readings
Correspondencia con Meditaciones Metafísicas (Trad. Vidal Peña, Ed. Alfa guara, pp.
31-44)

1 Recap.

1.11 Descartes continúa con su estilo tradicional, recapitulando lo alcanzado


hasta entonces mediante su argumentación
1.12 Ha interrumpido todos sus sentidos e imaginado (supuesto) que las cosas
corpóreas no existen
1.13 Ha llegado a establecer qué es: una cosa pensante ¿qué es una cosa
pensante? Insiste sobre la misma idea en L. p. 31
1.14 Pensamiento es un primitivo en Descartes, esto es, no puede definirse
salvo mediante capacidades o atributos del pensamiento  debe conocerse solo por
familiaridad  importante consecuencia para la filosofía de la mente y qué hacer
con la perspectiva de la primera persona que tiene la conciencia  meollo del
problema mente-cuerpo
1.15 Ahora bien, una cosa que logra averiguar adicionalmente mediante el
método de la duda es el criterio para tener certeza
1.16 Para tener certeza se requiere tener una concepción clara y distinta de
algo. Lo que se conoce, se logra mediante la concepción clara y distinta por parte
del entendimiento  a esto llama la luz natural
1.17 Son verdaderas las cosas que se conocen de manera clara y distinta L. p.
31
1.18 ¿Cómo se conoce la verdad de que es una cosa pensante? De manera
clara y distinta
1.19 De hecho, las cosas corpóreas que consideraba ciertas eran justamente las
ideas que tenía de ellas, y mediante las cuales las concebía clara y distintamente
1.20 Justamente, no existe claridad y distinción con respecto a qué es la causa
de las cosas corpóreas
1.21 En el caso de la aritmética y la geometría, los objetos de estas disciplinas
son concebidos mediante claridad y distinción

2. Dios

2.11 A Dios le supone la potencia de engañarlo cuánto quiera y de manera malévola


2.12 Sin embargo, concluye en la segunda meditación que mientras esté pensando,
ni Dios ni el bullado genio maligno pueden negarle esa verdad, ni que dos más
tres son cinco, ni nada que pueda concebir de manera clara y distinta
2.13 Nuevamente, si hay algo o alguien que me engaña, tengo que ser algo para ser
engañado; no puedo ser nada si soy engañado, soy algo pensante; y, si soy algo,
he sido algo (por lo que he llegado a ser lo que soy) L. p. 32
2.14 A fin de poder suprimir la posibilidad de que sea engañado constantemente por
el genio maligno y de que toda certeza resulte falsa, un problema y disquisición
metafísica, D sostiene que se debe analizar la existencia de Dios, de si es
posible probarla y de si es maligno

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2.15 Solo una vez establecido todo esto podrá no dudar de que las cosas ciertas que
ha alcanzado son indubitables L. p. 32
2.16 Descartes parte el análisis clasificando el tipo de pensamientos que tiene
2.17 Hay unos que son como imágenes de las cosas, y afirma que en propiedad son
ideas
2.18 Hay a su vez pensamientos que tienen que ver con la acción, y de estos hay
afecciones o voluntades y juicios
2.19 Como puede apreciarse la teoría de las ideas de Descartes implica simpatía por
la intencionalidad, esto es, que las ideas son imágenes de algo, que la voluntad
tiene un objeto, al igual que los juicios  que las ideas y pensamientos son
presentaciones de objetos (Brentano) y que tienen objetos intencionales, los
cuales no necesariamente deben existir
2.20 Por lo mismo, solo los juicios pueden ser falsos, ya que las ideas, aunque se
encaminen a algo inexistente, no pueden dejar de ser lo que son y apuntar a algo
2.21 El problema de los juicios comienza cuando se estima que las ideas que están
en mí son conformes a cosas exteriores o fuera de mí
2.22 De entre las ideas, hay algunas nacidas en uno, otras adquiridas y otras
inventadas por uno
2.23 Tener la facultad de concebir lo que es una cosa proviene de la propia
naturaleza (por ejemplo, un triángulo); en cambio, la idea que tengo del sol o
del aire parece ajustarse a algo que está fuera de mí; finalmente, las sirenas y
otros seres mitológicos son inventados por mí
2.24 Las ideas parecen ser causadas por cosas externas porque son producidas por
algo diferente a mí y que no está en mí (por ejemplo, el calor del fuego no
depende de mi voluntad)
2.25 Que sean enseñadas quiere decir que la naturaleza lo lleva a creer qué son, y no
una luz natural que me haga conocer qué es verdadero
2.26 El criterio de la luz natural es lo que hace a Descartes establecer lo verdadero,
por ejemplo, la verdad del cogito
2.27 Dicha luz natural no ocurre en el caso de las cosas externas, ya que la
inclinación a creer en las mismas es como la inclinación a elegir entre virtudes y
vicios; esta ha conducido al bien y al mal, y por tanto a la verdad y falsedad, a
diferencia de la luz natural que ilumina la verdad del cogito
2.28 Con respecto a la supuesta causa externa de los objetos, también aclara que es
dudosa, ya que es posible que una facultad o capacidad propia las produjera,
como cuando está durmiendo
2.29 Ahora bien, existe un problema con las representaciones de los objetos
externos: no tienen por qué asemejar estos
2.30 Piénsese en las dos ideas que tenemos del sol: i) una proviene de los sentidos y
aprecia que el sol es un objeto pequeño; ii) otra proviene de las razones de la
astronomía
2.31 Luego, hay una idea que es más disímil respecto de su objeto: la que proviene
de fuera
2.32 Por lo tanto, ha sido un juicio temerario pensar que existen cosas fuera de mí y
que aprendo por medio de los sentidos
2.33 Las ideas que representan substancias son las que contienen más realidad
objetiva, es decir, participan por representación de más grados de ser o de
perfección ¿Por qué? Nuevamente, el ejemplo de las dos ideas del sol es decidor

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3. Prueba de la existencia de Dios: la diferencia entre el ser de las cosas corpóreas
y la idea de Dios

3.11 En este sentido, la idea de Dios, como ser supremo, infinito, inmutable,
omnisciente y creador universal de todas las cosas, esa idea tiene más grado de
ser, de realidad y de perfección que las ideas que representan substancias finitas
p. 35
3.12 Además, parece evidente a la luz natural (es por lo tanto claro y distinto) que
debe haber tanta realidad en la causa eficiente como en el efecto
3.13 Si no, ¿de dónde sacaría el efecto su realidad, si no es de la causa?
3.14 De lo anterior se siguen dos cosas: i) que nada puede provenir de la nada; ii) lo
más perfecto, y que contiene más realidad, no puede provenir de lo menos
perfecto (algo como resultado, una idea, no puede provenir de una realidad
menor) p. 36
3.15 Suposición: el calor o la piedra no pueden provenir de algo que tenga menos
realidad que las mismas, incluso si es formal
3.16 Aclaración: Descartes considera que los objetos tienen distintos grados de
realidad, y que mientras más cercanas estén de ser substancias, más reales
3.17 Una cadena tiene más realidad que un eslabón, porque puede existir en sí (en
una sustancia), mientras que el eslabón depende de una sustancia, la cadena. A
pesar de ser ficción, Sherlock Holmes tiene más grado de realidad que el
eslabón, porque es una sustancia
3.18 Para hacer comprensible esta distinción entre lo que es real, plantea que hay
una realidad objetiva, Holmes quien depende de mi pensamiento, y una realidad
formal, aquellas cosas que se dicen existen realmente: la cadena. Algo puede ser
realidad formal y objetiva: la cadena en sí y mi pensamiento de ella.
3.19A su vez, Dios es realidad eminente, lo máximamente real, y guarda la misma
proporción que entre realidad formal y objetiva
3.20 La distinción trae consecuencias, porque implica que hay distintas naturalezas:
formal y objetiva. Naturaleza como dotada de realidad objetiva  la idea del
sol. Ahora, la mismísima naturaleza dotada de realidad formal es el sol.
3.21Con todas estas distinciones, Descartes va a lo siguiente: para que la piedra
comience a existir debe ser producida por algo que tenga en sí o formalmente
todos los elementos que entran en su composición
3.22 Asimismo, la idea del calor o de la piedra no pueden estar en mí si no han sido
puestas por alguna causa que contenga en sí menos realidad que la concebida en
el calor o la piedra
3.23 En este retroceso, finalmente uno llega a una idea primera, cuya causa es como
un arquetipo en el que esté formal y efectivamente contenida toda la realidad o
perfección que en esa idea está solo de modo objetivo o por representación
3.24 Las ideas son copias y representaciones, incluso defectuosas, de las cosas, pero
en tanto tales no pueden tener nada más perfecto que los originales p. 37
3.25 Que se sigue de todo este análisis: si la realidad objetiva de alguna de estas
ideas es tal que pueda saberse con claridad que esa realidad no está en mí
formal ni eminentemente (y que no puedo ser la causa de esa idea), entonces se
sigue necesariamente que no estoy solo en el mundo y que hay otra cosa que es
causa de esa idea
3.26 De entre las ideas hay una que me representa y que no presenta problema
alguno: soy una cosa pensante
3.27 Hay otra idea que resulta interesante: Dios

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3.28 Las ideas de las cosas corpóreas bien podrían provenir de mí mismo, porque no
hay nada tan excelente en ellas, y como en el caso de la cera, muy pocas cosas
pueden ser concebidas con claridad y distinción (extensión: longitud, anchura y
profundidad; la figura; la locación)
3.29 El estatus de substancia de las cosas corpóreas proviene de que tal concepto
puede proviene de mí en tanto cosa pensante: las ideas de substancia, duración,
número y otras semejantes provienen de la cosa pensante.
3.30 Cuando se piensa la piedra como una cosa pensante, se estima que es una cosa
que como yo, puede subsistir de manera independiente. Asimismo, las ideas de
duración y de número provienen de que mi ser pensante se mantiene a través del
tiempo y tengo variadas ideas p. 38
3.31 Descartes considera si la idea de Dios no puede provenir de uno, tal como las
ideas de substancia, duración, número, etc.
3.32 Por Dios entiende una substancia infinita, eterna, inmutable, independiente,
omnisciente, omnipotente, que me ha creado a mí y todas las cosas que existen
3.33 La grandeza y carácter absoluto de la idea de Dios indica que no puede
provenir de mí, ya que soy un ser finito
3.34 De hecho, aunque pueda tener la idea de substancia por ser yo una substancia,
no puedo tener la idea de una substancia infinita, siendo finito
3.35 Luego, la idea de Dios en tanto substancia infinita no puede provenir de mi, en
tanto substancia finita L. p. 39
3.36 Más aún, la idea de lo infinito no proviene de una verdadera idea que tenga a
través de la negación de lo finito (tal como “reposo” y “oscuridad” por medio
de la negación de movimiento y de luz) ¿Por qué? Hay más realidad en la
sustancia infinita que finita
3.37 Incluso, como hay más realidad en la substancia infinita que finita, tengo antes
la idea de Dios que la de mí mismo
3.38 De hecho, la propia duda surge de la idea de Dios: dado que sé de la existencia
de un ser perfecto e infinito, comparo dicho ser con mis incapacidades
epistémicas, y soy conducido a la duda y el escepticismo
3.39 Este es explicado por D como una conclusión metafísica de comparar nuestras
incapacidades con las del ser absoluto e infinito L7. p. 39
3.40 La idea de Dios es lo máximamente claro y distinto, con más realidad objetiva
que ninguna otra, no hay idea que sea más verdadera ni menos sospechosa de
error y falsedad
3.41 Aunque pudiese fingirse que la idea de Dios fuese falsa, no puede fingirse que
la idea de Dios no refiere a nada real, ni tampoco, aunque sea incapaz de
comprender a ciencia cierta qué es, que no refiere a nada
3.42 En efecto, hay cosas que no puedo entender ni comprender con mi
pensamiento, pues es propio de que lo finito ser incapaz de comprender lo
infinito
3.43 D incluso se pregunta si la idea de Dios podría provenir de mí, de algo que soy
en potencia, pero no todavía en acto; pero, reconsidera eso, porque en la idea de
Dios nada está en potencia, sino en acto
3.44 A diferencia de mí, en que hay cosas en potencia, Dios tiene todo en acto; si no
fuera así, no sería perfecto
3.45 El ser objetivo de una idea no puede ser producido por un ser que existe en
potencia, sino por un ser en acto, o sea, formal (ejemplo de la piedra)

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3.46 Si no hubiera Dios, ¿de quién hubiera recibido mi existencia? Si fuera el autor
de mi propio ser, no dudaría, nada desearía, y ninguna perfección me faltaría; de
esta manera, yo sería Dios
3.47 Si me hubiera dotado de mi propia existencia, ¿por qué no me habría dotado
del conocimiento de todas las cosas, siendo que la existencia es más difícil de
producir que el conocimiento?
3.48 La propia duración de la existencia precisa de la misma fuerza creadora para
mantenerla en todas las etapas de la vida
3.49 Al examen de la luz natural resulta que la diferencia entre conservación y
creación difieren en nuestra manera de pensar, pero no en la realidad. Y si
tuviera tal poder de crearme y conservarme, resultaría que tendría conciencia de
tal poder
3.50 De la incapacidad de tener conciencia de ese poder, resulta que ni la creación
de mi existencia, ni su mantención provienen de mí, sino de otro ser
3.51 Y tal otro ser, no puede ser finito como uno (por ejemplo, los padres u otra
causa), ya que debe tener tanta realidad como el efecto, que soy yo, y debe
haber podido poner en mí la idea de todas las perfecciones que se atribuyen a
Dios
3.52 Dios, entonces, debe tener el poder de existir por sí y de poseer todas las
perfecciones cuyas ideas concibe, y las que concibo como propias de la idea de
Dios
3.53 Si uno indaga retrospectivamente por las causas, inexorablemente llega a la
idea de Dios, porque es causa primera a partir de la cual todas las otras causas
se siguen; y no se puede retroceder al infinito, porque no solo es la causa que
me produjo, sino la que me conserva (RG: ¿hace un buen trabajo Dios?)
3.54 Por lo mismo, los padres no pueden ser la causa de todo cuanto soy, de una
cosa pensante, pues no son ellos quienes me conservan
3.55 Puesto que existo, y puesto que en mí existe la idea de Dios, es obvio que Dios
existe y su existencia está demostrada
3.56 No es una idea que proviene de los sentidos, ni es una ficción, pues no está en
mí el poder de aumentarla o disminuirla; por lo tanto, al igual que la idea de mí
mismo, la idea de Dios ha nacido conmigo
3.57 Dios me ha creado a su imagen y semejanza, y la idea que tenemos de él es
concebida por la misma facultad por la que nos concebimos a nosotros mismos:
cuando reflexiono sobre mí mismo reconozco que soy una cosa imperfecta,
incompleta, y que dependo en mi ser de un ser que no es finito, ni limitado,
Dios, para quien la perfección hace que tenga todo en acto y nada en potencia
3.58 Dios posee todas las altas perfecciones, aunque no las comprenda de manera
cabal por ser humano y limitado
3.59 Dios no tiene defecto e imperfección y por esto no puede ser un genio maligno:
¿cómo algo perfecto no sería bueno, y si es bueno, debe ser veraz y no
engañador? A la luz natural, salta a la vista que el engaño se asocia a un
defecto: es una imperfección, por ejemplo, el error llegar a dos más tres son seis
3.60 Existe homogeneidad entre Dios y la conciencia, y cuando esta funciona
rectamente, se llega a la verdad, no al error o al engaño, que implican
imperfección

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