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políticas lo permiten.
Conforme a la Constitución de 1812 el Estado es confesional, al declarar como religión oficial
la católica.La forma de gobierno es la “Monarquía moderada hereditaria”. De forma implícita
se recoge el principio de separación de poderes al aludir por separado al legislativo, que
reside en las Cortes con el Rey; el ejecutivo, que corresponde a Rey; y el judicial, residiendo
la potestad de aplicar la leyes en las causas civiles y criminales en los tribunales establecidos
por la ley.
El titulo tercero trata todo lo relacionado con las Cortes, que se definen como la reunión de
todos los diputados que representan a la Nación. La proporción que se determina es un
diputado por cada setenta mil almas, tomándose como base para el cómputo el censo de
1797. La gran novedad, respecto a las tradicionales Cortes españolas, es que éstas ya no
son estamentales.
Las Cortes descritas en la Constitución de 1812 son unicamerales. Las elecciones son
indirectas, estableciéndose que para la elección de los diputados se celebrarán juntas
electorales de parroquia, de partido y de provincia. Compondrán las juntas electorales de
parroquia todos los ciudadanos avecindados y residentes en e territorio de la respectiva
parroquia, incluidos los eclesiásticos seculares. Dispone la Constitución que en estas juntas
se nombrará un elector parroquial por cada doscientos vecinos, requiriéndose para ser
nombrado elector ser ciudadano mayor de 25 años, vecino y residente en la parroquia. Los
electores parroquiales compondrán las juntas electorales de partido judicial. Estas juntas
electorales de partido se congregarán en la cabeza de partido con el fin de designar al elector
o electores que deben concurrir a la capital de la provincia para elegir los diputados de
Cortes.
El número de electores de partido debe ser triple al de diputados que se debe elegir. Los
requisitos para se elector de partido son los mismos que para ser elector de parroquia.
Finalmente, las juntas electorales de provincia se componen de los electores de todos los
partidos que la integran. Quedará elegido como diputado el que haya reunido por lo menos la
mitad más uno de los votos. Si ninguno obtiene mayoría absoluta se hará un segundo
escrutinio en el que participarán los dos que hayan obtenido mayor número de votos. Si
empatan, decidirá la suerte. Para ser diputado en Cortes se requiere lo mismo que para ser
elector de parroquia y de partido, esto es, ser ciudadano en ejercicio de sus derechos, mayor
de 25 años y nacido en la provincia o avecindado en ella con residencia de al menos siete
años, bien del estado seglar o del eclesiástico secular. Pero, además, se requiere tener “una
renta anual proporcionada, procedente de bienes propios”.
La totalidad de los diputados será renovada cada dos años.
Establece la Constitución que las Cortes se reunirán anualmente durante tres meses
consecutivos, desde el primero de marzo, nombrando antes de separarse una “Diputación
permanente de Cortes”. Esta Diputación estará compuesta por siete individuos, tres de ellos
de las provincias de Europa, otros tres de las de Ultramar, y el séptimo será sorteado entre
un diputado de Europa y otro de Ultramar. La Diputación actuará entre unas Cortes
ordinarias u otras, enlazando también esta institución con la tradición española.
De entre los diputados se elegirá un presidente, un vicepresidente y cuatro secretarios.
El poder judicial se trata en el título quinto de la Constitución, en el que se aclara que ni las
Cortes ni el Rey podrán ejercer en ningún caso las funciones judiciales, como tampoco
podrán avocar causas pendientes ni mandar abrir juicios concluidos. No obstante, la justicia
se administra en nombre del Rey.
Por su parte, los tribunales sólo podrán ejercer la función de juzgar y de hacer ejecutar lo
juzgado. Se mantienen como fueros especiales el militar y el eclesiástico.
Frente a la diversidad de normas que habían estado vigentes hasta el siglo XIX, la
Constitución prevé la elaboración de unos Códigos unitarios para toda la Nación, aludiendo
expresamente a los códigos civil, criminal y de comercio, que “serán unos mismos para toda
la Monarquía”.
Se determina que habrá en la Corte un supremo tribunal de justicia. Se hace referencia a las
audiencias, cuyo número y territorio correspondiente se determinará cuando se haga la
correspondiente división del territorio español. Además, se establecerán partidos
proporcionalmente iguales, con un juzgado en cada cabeza de partido. En todo caso, ningún
español será privado de su derecho a acudir a jueces árbitros.
Quedan expresamente eliminados el tormento, el apremio y la pena de confiscación de
bienes.
El título sexto se centra en el gobierno interior de las provincias y los pueblos. Del gobierno
interior de los pueblos se encargarán los ayuntamientos, compuestos por el alcalde o
alcaldes, los regidores y el procurador síndico. Los cargos se renovarán anualmente, también
mediante un sistema de elección indirecto: todos los años, en diciembre, se reunirán los
ciudadanos de cada pueblo para elegir electores en proporción a su número; estos electores
serán los que nombren el mismo mes al alcalde, regidores y procurador síndico, que entrarán
a ejercer sus cargos el primero de enero. Los alcaldes se renovarán cada año y los regidores
El título octavo lleva por epígrafe, “De la fuerza militar nacional”. Se dispone que haya una
fuerza militar nacional permanente, de tierra y mar, para la defensa exterior del Estado y
para conservar el orden interior. Se establece además el servicio militar obligatorio para
todos los españoles.
o moderno
1811 - Las cortes se trasladan a Cádiz desde la Isla de León. El 6 de agosto se aprueba
el decreto por el que es abolido el régimen señorial.
1814- Traslado de las Cortes a Madrid. Fernando VII regresa a España y decreta
la supresión de todo lo aprobado por las Cortes, que son disueltas.
1814- Traslado de las Cortes a Madrid. Fernando VII regresa a España y decreta
la supresión de todo lo aprobado por las Cortes, que son disueltas.
FOTO: GTRES
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Constitución de la Pepa. Cádiz, 1812
FOTO: GTRES
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¡Viva la Pepa!
«¡Viva la Pepa!» Este óleo de Salvador Viniegra, pintado en 1912, recrea el momento
en que las Cortes de Cádiz promulgan la Constitución de 1812. Museo Histórico
Municipal, Cádiz.
FOTO: GTRES
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Fruto del Arquitecto Modesto López Otero y del escultor Aniceto Marinas, en la plaza
de España de la capital gaditana se encuentra este monumento conmemorativo de la
Constitución de 1812 y el sitio francés a la ciudad de Cádiz. En representación de la
ausencia del monarca, gobierna el centro de la plaza un sillón presidencial
vacío, circundado por un hemiciclo jalonado de diversas inscripciones. En bronce,
custodiando ambos flancos se encuentran las figuras ecuestres de la guerra y la paz.
En la cúspide, sobre un pilar de 32 metros, cuatro figuras alegóricas sostienen el código
de la Constitución, representada como un libro abierto. A sus pies, símbolo de la
Constitución, una matrona vestida con larga túnica, en cuya diestra sostiene la ley
escrita y a siniestra una espada. A sus costados, respectivamente a derecha e izquierda 2
grupos escultóricos representan a la ciudadanía y a la España agrícola, así como, con
igual correspondencia los autorrelieves conmemoran La Junta de Cádiz en 1810 y la
Jura de la Constitución.
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FOTO: GTRES
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Constitución de 1812
Edición del texto en discos de papel. Museo Histórico Municipal de Cadiz
FOTO: GTRES
17 de marzo de 2016
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El Empecinado, guerrillero y mártir contra la invasión de Napoleón
Ante la ausencia de Fernando VII, los españoles, a través de todo este sistema
de juntas, se habían dado un gobierno con la misión de coordinar la resistencia
contra los franceses. Para algunos se trataba de una situación de
emergenciay todas las juntas tenían carácter provisional mientras el rey no
pudiera volver a España y recuperar su pleno poder. Pero otros pensaban
que aquella era una oportunidad para crear un nuevo sistema de
gobierno, más justo y más representativo que el régimen absolutista de
los reyes borbónicos. Soñaban con aprovechar la guerra contra Napoleón
para hacer en España una revolución política como la francesa de 1789. Fue
así como surgió la reivindicación de convocar las Cortes.
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Liberales y absolutistas
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Tras su regreso a España, el rey Fernando VII declaró nula la Constitución y todos
los decretos promulgados por las Cortes
Constitución de Apatzingán
Decreto Constitucional para la Libertad de la
América Mexicana del 22 de octubre de 1814
Creación 1814
1Antecedentes
2Contenido
3Redactores y firmantes
4Véase también
5Referencias
6Enlaces externos
Antecedentes[editar]
Después de la muerte de Miguel Hidalgo y Costilla, el 30 de julio de 1811, José María
Morelos desde Acapulco hizo un llamado para crear en el mes de septiembre un Congreso
en la ciudad de Chilpancingo (actualmente estado de Guerrero), cuyo propósito fue crear
un gobierno independiente. Proclamado como el Supremo Congreso Mexicano, fue
instalado el 14 de septiembre de 1813; el mismo día Morelos anunció a la Asamblea un
documento con carácter de programa llamado Sentimientos de la Nación,2 en el cual
declaraba la independencia total de la América Mexicana y establecía un gobierno popular
representativo con división de poderes, prohibía la esclavitud y la división de la población
en castas.3 El 6 de noviembre del mismo año, el Congreso firmó el primer documento
oficial de declaración de independencia conocido como el Acta Solemne de la Declaración
de Independencia de la América Septentrional.4
Contenido[editar]
La Constitución de Apatzingán de 1814 se componía de 2 títulos y 242 artículos, se
basó principalmente en la Constitución de Cádiz pero de manera un tanto modificada, pues
en oposición a la Constitución Española, preveía la instauración de un régimen
Republicano de Gobierno. Los artículos más relevantes fueron:5
1. La religión católica, apostólica y romana es la única que se debe profesar en el
Estado.
2. La facultad de dictar leyes y establecer la forma de gobierno que más convenga
á los intereses de la sociedad, constituye la soberanía.
3. Por consiguiente, la soberanía reside originariamente en el pueblo, y su ejercicio
en la representación nacional compuesta de diputados elegidos por los ciudadanos
bajo la forma que prescriba la constitución.
4. Estos tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, no deben ejercerse ni por una
sola persona, ni por una sola corporación.
5. Se reputan ciudadanos de esta América todos los nacidos en ella.
6. La ley debe ser igual para todos...
7. Todo ciudadano se reputa inocente, mientras no se declare culpado.
8. (Las provincias de la América Mexicana): México, Puebla, Tlaxcala, Veracruz,
Yucatán, Oaxaca, Técpam, Michoacán, Querétaro, Guadalajara, Guanajuato,
Potosí, Zacatecas, Durango, Sonora, Coahuila y el Nuevo Reino de León.
El Gobierno Supremo, (Poder Ejecutivo), se componía de
3 personas que tenían igualdad de autoridad y
responsabilidades; el gobierno se ejercería en una
alternancia de cada cuatro meses. Su autoridad más
directa, además de la naturaleza ejecutiva y
administrativa, era garantizar la protección de los
derechos de los ciudadanos: la libertad, la propiedad, la
igualdad y la seguridad. El Supremo Gobierno fue
ejercido por José María Cos, José María Liceaga y José
María Morelos.
La constitución realmente nunca tuvo validez ni fue
aplicada. Casi un año después de su promulgación, su
inspirador, José María Morelos y Pavón fue capturado y
fusilado finalmente el 22 de diciembre de 1815 y así
temporalmente las tropas realistas tomaron nuevamente
el control de prácticamente todo el país, pero al final no
pudieron impedir que la América Mexicana consumara su
independencia, primero bajo el nombre de Imperio
Mexicano que finalmente se convertiría en los Estados
Unidos Mexicanos.
Redactores y firmantes[editar]
“En la población de Apatzingán, los diputados insurgentes
José María Liceaga, por Guanajuato; José Sixto
Berdusco, por Michoacán; José María Morelos, por Nuevo
León; José Manuel Herrera, por Tecpan; José María Cos,
por Zacatecas; José Sotero Castañeda por Durango;
Cornelio Ortiz de Zarate, por Tlaxcala; Manuel de Aldrete
y Soria, por Querétaro; Antonio José Moctezuma, por
Coahuila; José María Ponce de León, por Sonora; y
Francisco Argandar, por San Luis Potosí, todos
nombrados por Morelos con excepción de Herrera de
Técpan que fue electo mediante votación, firman el
presente decreto bajo la inspiración de Morelos, con el
propósito de que sirva a México como constitución para
consolidar la independencia definitiva de España y
organizar adecuadamente al país. Fungen
como presidente del cuerpo constituyente Liceaga y
secretarios Remigio de Yarza y Pedro José Bermeo. Será
publicado para su observancia el próximo 24 de octubre.
“Las personas mencionadas, junto con Brandon Lopez
,Manuel Sabino del Año, Andrés Quintana Roo, Carlos
María de Bustamante y Antonio de Sesma, debatieron y
aprobaron el presente decreto, que fue redactado por
Quintana Roo, Bustamante y Herrera.” 6
Véase también[editar]
Constituciones de México
Suprema Junta Gubernativa de América o Junta de
Zitácuaro (1811)
Congreso de Anáhuac o Congreso de Chilpancingo
(1813)
Acta Solemne de la Declaración de Independencia de
la América Septentrional (1813)
Plan de Independencia de la América Septentrional o
Plan de Iguala (1821)
Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos de 1824
Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos de 1857
Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos de 1917 (La que rige actualmente)
Independencia de México
Supremo Tribunal de Justicia para la América
Mexicana
Referencias[editar]
1. Volver arriba↑ Carrillo Prieto, Ignacio (1981). U.N.A.M.,
ed. La ideología jurídica en la constitución del estado
mexicano 1812-1824.
2. Volver arriba↑ «Sentimientos de la nación, de José
María Morelos.».
3. Volver arriba↑ «Historia de México: legado histórico y
pasado reciente».
4. Volver arriba↑ «Declaración de Independencia de
México».
5. Volver arriba↑ «Declaración Decreto constitucional
para la libertad de la América mexicana, sancionado
en Apatzingán á 22 de octubre de 1814.».
6. Volver arriba↑ Decreto Constitucional para la
Libertad de la América Mexicana 22 de Octubre de
1814 [1]
Índice
[ocultar]
1Historia
o 1.1Un mismo estado para ambos hemisferios en el siglo XIX.
o 1.2Código hispano
o 1.3Derechos y colonias
2Consecuencias de su abolición
3La Constitución de Cádiz en el Reino de las Dos Sicilias
4Véase también
5Notas
6Referencias
7Bibliografía
8Enlaces externos
Historia[editar]
La Constitución de 1812 se publicó hasta tres veces en España —1812, 1820 y 1836—, se
convirtió en el hito democrático en la primera mitad el siglo XIX, transcendió a varias
constituciones europeas e impactó en los orígenes constitucionales y parlamentarios de la
mayor parte de los estados americanos durante y tras su independencia. La Constitución
de Cádiz de 1812 provocó limitar el poder de la monarquía, la abolición del feudalismo, la
igualdad entre peninsulares y americanos y finalizó la inquisición.
Sin embargo, la mayor parte de las investigaciones dedicadas a su estudio omiten o
minusvaloran la influencia que la revolución liberal y burguesa española tuvo al transformar
el imperio colonial español en provincias de un nuevo Estado, y convertir en nuevos
ciudadanos a los antiguos súbditos del absolutismo, y que incluía en su definición de
ciudadanos españoles no solo a los europeos, o sus descendientes americanos, sino
también a las castas y a los indígenas de los territorios de América, lo que se tradujo, en
tercer lugar, en su trascendencia para las nacientes legislaciones americanas.13
Las Cortes abrieron sus puertas el 24 de septiembre de 1810 en el teatro de la Isla de
León para, posteriormente, trasladarse al oratorio de San Felipe Neri, en la ciudad
de Cádiz. Allí se reunían los diputados electos por el decreto de febrero de 1810, que
había convocado elecciones tanto en la Península como en los territorios americanos y
asiáticos. A estos se les unieron los suplentes elegidos en el mismo Cádiz para cubrir la
representación de aquellas provincias de la monarquía ocupadas por las tropas francesas
o por los movimientos insurgentes americanos. Las Cortes, por tanto, estuvieron
compuestas por algo más de trescientos diputados, de los cuales cerca de sesenta fueron
americanos.
Un mismo estado para ambos hemisferios en el siglo XIX.[editar]
En los primeros días hubo propuestas americanas encaminadas a abolir el entramado
colonial y poner las bases de un mercado nacional con dimensiones hispánicas que
abarcaran también a los territorios de América, con disminución de aranceles a los
productos americanos, apertura de más puertos coloniales para el comercio, etc. Un
proyecto anterior en un siglo a la Commonwealth de Gran Bretaña. Los decretos gaditanos
tuvieron una amplia repercusión y trascendencia durante las décadas posteriores, tanto en
la península como en América.
La Constitución fue jurada en América, y su legado es notorio en la mayor parte de las
repúblicas que se independizaron entre 1820 y 1830. Y no sólo porque les sirvió como
modelo constitucional sino, también, porque esta Constitución estaba pensada, ideada y
redactada por representantes americanos como un proyecto global hispánico y
revolucionario. Parlamentarios como el mexicano Miguel Ramos Arizpe, el
chileno Fernández de Leiva, el peruano Vicente Morales Duárez, el ecuatoriano José Mejía
Lequerica, entre otros, en los años posteriores se convirtieron en influyentes forjadores de
las constituciones nacionales de sus respectivas repúblicas.
Sin duda, a ello contribuyó la fluida comunicación entre América y la península, y
viceversa: cartas privadas, decretos, diarios, periódicos, el propio Diario de Sesiones de
Cortes, panfletos, hojas volantes, correspondencia mercantil, literatura, obras de teatro,
canciones patrióticas, etc., que a bordo de navíos españoles, ingleses o neutrales
informaban sobre los acontecimientos ocurridos en uno y otro continente. Hubo ideas, pero
también hubo acción, dado que se convocaron procesos electorales municipales,
provinciales y a Cortes, y se verificaron las elecciones, lo cual provocó una intensa
politización en ambos espacios.
Asimismo, el envío de numerario por parte de consulados de comercio, dueños de minas,
hacendados, recaudaciones patrióticas, etc., al Gobierno peninsular fue constante, e
imprescindible para pagar la intervención de los ingleses, así como el armamento de las
partidas guerrilleras tras la derrota del ejército español en la batalla de Ocaña, el 19 de
noviembre de 1809.
Es importante insistir en que estas medidas contaban con el respaldo de las mayor parte
de la burguesía criolla americana, partidaria de los cambios autonomistas y no
necesariamente de una independencia que implicase la ruptura completa con
la Monarquía.
Código hispano[editar]
El producto de este intento de revolución fue una constitución con caracteres nítidamente
hispanos. Los debates constitucionales comenzaron el 25 de agosto de 1811 y terminaron
a finales de enero de 1812. La discusión se desarrolló en pleno asedio de Cádiz por las
tropas francesas, una ciudad bombardeada, superpoblada con refugiados de toda España
y con una epidemia de fiebre amarilla. El heroísmo de sus habitantes queda para la
historia.
La redacción del artículo 1 constituye un claro ejemplo de la importancia que para el
progreso español tuvo América. Fue el primero, y por ello, el más importante. Este es su
famoso texto:
La nación española es la reunión de los españoles de ambos hemisferios
La construcción queda definida desde parámetros hispanos. La revolución iniciada
en 1808 adquiría, en 1812, otros caracteres especiales que los puramente peninsulares.
Aludía a unas dimensiones geográficas que compondrían España, la americana, la asiática
y la peninsular. La Nación española quedaba constitucionalmente definida.
Derechos y colonias[editar]
La cuestión americana estaba planteada, por tanto, desde el primer artículo. El
Estado liberal tenía parámetros ultraoceánicos. La problemática de su realización se
evidenció en la discusión de la redacción de los artículos 10 y 11. Por el primero se
estableció entre americanos y peninsulares un primer acuerdo para organizar en
provincias el nuevo Estado. Es notorio que esta primera redacción contó con el rechazo de
los americanos, disconformes con la manifiesta diferencia numérica a favor de las
provincias peninsulares frente a las americanas (que equivalían aproximadamente a
cada Virreinato o Capitanía General, mientras que las provincias peninsulares se
identificaban con los reinos históricos de España).
Esto se convertiría en una cuestión política, ya que los americanos reclamaban un mayor
número de provincias y una organización del Estado que se aproximase al federalismo. El
artículo 11 solventó coyunturalmente el problema: tras un intenso debate, se decidió
retrasar la estructura definitiva del Estado para una posterior ley, cuando las
«circunstancias de la nación» —la urgencia en la metrópoli de combatir la invasión
francesa, la urgencia americana de luchar con la insurgencia— garantizaran una discusión
sosegada. La Cámara reconocía en la práctica su incapacidad para definir los territorios de
su Estado. Y este problema sobrevenía, insistamos, por la incorporación de América como
un conjunto de provincias en igualdad de derechos y de representación en el Estado
nacional hispano.
Otros artículos fueron especialmente significativos, como el 18 y el 29. En el primero se
decía que «Son ciudadanos aquellos españoles que por ambas líneas traen su origen de
los dominios españoles de ambos hemisferios, y están avecindados en cualquier pueblo
de los mismos dominios», y en el segundo, al explicitar el art. 28 («La base para la
representación nacional es la misma en ambos hemisferios»), se dice que «Esta base es
la población compuesta de los naturales que por ambas líneas sean originarios de los
dominios españoles, y de aquellos que hayan obtenido de las Cortes carta de ciudadano,
como también de los comprendidos en el art. 21».