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RESUMEN:
Este trabajo pretende explicar físicamente los fenómenos que se presentan en el momento en el que
se genera un tsunami o las causas principales que llevaron al origen del mismo siendo la principal o
única causa en este caso la falla de placas tectónicas la cual provoco un terremoto en el sustrato
oceánico ocasionando dicho desastre natural , sumado a ello tratara generalmente de explicar
aspectos físicos que se van desatando en el momento de la expansión del tsunami como la tensión
superficial, la longitudes de onda, la velocidad y frecuencia de las mismas, etc.
Palabras claves: tsunami, terremoto, longitudes de onda, velocidad, frecuencia.
ABSTRACT:
This paper aims to physically explain the phenomena that occur at the time when a tsunami or major
causes that led to the origin of it being the main or only cause in this case the fault of tectonic plates
which caused an earthquake is generated said substrate causing oceanic natural disaster, coupled with
generally try to explain this physical aspects to be unleashing at the time of the expansion of the
tsunami as surface tension, wavelengths, speed and frequency thereof, etc.
SISMOS Y TSUNAMIS Los tsunamis, llamados también maremotos, son causados generalmente por
terremotos, menos comúnmente por derrumbes submarinos, infrecuentemente por erupciones
volcánicas submarinas y muy raramente por el impacto de un gran meteorito en el océano. Las
erupciones volcánicas submarinas tienen el potencial de producir ondas de tsunami
verdaderamente poderosas. La gran erupción volcánica de Krakatoa de 1883 generó ondas
gigantescas que alcanzaron alturas de 40 metros sobre el nivel del mar, matando a miles personas
y destruyendo numerosas aldeas costeras. Todas las regiones oceánicas del mundo pueden
experimentar tsunamis, pero en el océano Pacífico y en sus mares marginales hay mucha mayor
ocurrencia de grandes tsunamis destructores, debido a los grandes sismos que se producen a lo
largo de los márgenes del océano Pacífico. La tectónica de placas está basada en un modelo de la
Tierra caracterizado por un pequeño número de placas litosféricas, de 70 a 250 kilómetros de
espesor, que flotan sobre una capa subyacente de naturaleza viscosa, llamada astenósfera. Estas
placas, que cubren toda la superficie del planeta y contienen los continentes y el piso oceánico,
están en movimiento relativo entre ellas con velocidades de hasta varios centímetros/año. La
región donde dos placas están en contacto es llamada la frontera o borde de placas, y la forma en
que una placa se mueve con respecto a la otra determina el tipo de frontera o borde: de
separación, donde dos placas se alejan una de la otra; de subducción, donde dos placas se mueven
convergentemente y una se está deslizando bajo la otra; y de transformación, donde dos placas se
están deslizando horizontalmente en direcciones opuestas. Las zonas de subducción se
caracterizan por la presencia de profundas fosas oceánicas, y las islas volcánicas o cadenas
montañosas volcánicas asociadas con las muchas zonas de subducción alrededor del borde del
Pacífico, se denominan a veces el “Cinturón de Fuego”. Un sismo puede ser causado por actividad
volcánica, pero la mayor parte son producidos por movimientos a lo largo de las zonas de fractura
asociadas con los bordes de placas. La mayor parte de los sismos fuertes, que representan el 80 %
de la energía total 3 SUPERFICIALES CONTINENTE ZONA DE FALLA BORDE DE SEPARACION
OCEANO SISMOS INTERMEDIOS PROFUNDOS MAGMA ASTENOSFERA LITOSFERA BORDE DE
SUBDUCCION liberada en el mundo por actividad sísmica, suceden en zonas de subducción donde
una placa oceánica se desliza bajo una placa continental o bajo otra placa oceánica más joven. El
foco o hipocentro de un sismo es el punto en el interior de la Tierra donde comienza la ruptura y
donde se originan las ondas sísmicas. El epicentro de un sismo es el punto sobre la superficie de la
Tierra directamente sobre el foco. No todos los sismos generan tsunamis. Para generar un
tsunami, la falla donde ocurre el sismo debe estar bajo o cerca del océano, y debe crear un
movimiento vertical (de hasta varios metros) del piso oceánico sobre una extensa área (de hasta
cien mil kilómetros cuadrados). Los sismos de foco superficial a lo largo de zonas de subducción
son los responsables de la mayor parte de los tsunamis destructores. Forman parte del mecanismo
de generación de tsunamis: la cantidad de movimiento vertical del piso oceánico, el área sobre la
cual ocurre y la eficiencia con la que la energía es transferida desde la corteza terrestre al agua
oceánica.
En el océano profundo, los tsunamis destructores pueden ser pequeños –a menudo de alturas de
unas pocas decenas de centímetros o menos– y no pueden ser vistos ni apreciados por
embarcaciones. Pero, a medida que el tsunami alcanza aguas costeras menos profundas, la altura
de las ondas puede aumentar rápidamente. A veces, se produce un retiro de las aguas justo antes
que el tsunami ataque. Cuando esto ocurre, puede quedar expuesto mucho más terreno de playa
que incluso durante la marea más baja. Este retiro importante del mar debe ser considerado como
una alerta de las ondas de tsunami que vendrán. En mar abierto un tsunami tiene una altura de
algunas decenas de centímetros, pero su altura de onda crece rápidamente en aguas someras. La
energía de las ondas de tsunami se extiende desde la superficie hasta el fondo del mar, incluso en
aguas muy profundas. A medida que el tsunami impacta la línea costera, la energía de onda es
comprimida en una distancia mucho menor y en una profundidad más somera, creando ondas
destructoras y peligrosas para la vida.
VELOCIDAD DE UN TSUNAMI:
En aquellos lugares donde el océano tiene profundidades de más de 6.000 metros, las
imperceptibles ondas de tsunami pueden viajar a la velocidad de un avión comercial, es decir 900
kilómetros por hora. Ellas se pueden trasladar de un lado a otro del Pacífico en menos de un día.
Esta gran velocidad hace que sea importante el percatarse del tsunami tan pronto se haya
generado. Los científicos pueden predecir cuándo llegará un tsunami mediante el conocimiento
del momento de origen del sismo, la ubicación de su epicentro y la profundidad del foco del sismo.
Los tsunamis viajan mucho más lentos en aguas costeras someras donde su altura de onda puede
aumentar drásticamente.
La topografía submarina mar afuera y en las zonas costeras puede determinar el tamaño e
impacto de las ondas de tsunami. Los arrecifes, bahías, desembocaduras de ríos, los rasgos
sumergidos y la pendiente de la playa contribuyen a modificar el tsunami a medida que avanza
sobre la línea de costa. Cuando el tsunami alcanza la costa y se desplaza tierra adentro, el nivel del
agua puede elevarse muchos metros. En casos extremos, el nivel del mar se ha elevado a más de
15 metros para tsunamis de origen lejano y sobre 30 metros para tsunamis detectados cerca del
epicentro del sismo. Puede que la primera onda de tsunami no sea la más grande de la serie de
ondas que lleguen. Una comunidad costera puede que no vea ninguna actividad destructora de las
ondas de tsunami, mientras que en otra vecina las ondas destructivas pueden ser grandes y
violentas. La inundación se puede extender a más de 300 metros tierra adentro, cubriendo
extensas zonas con agua y escombros.
FRECUENCIA DE OCURRENCIA:
Ya que los científicos no pueden predecir cuando ocurrirá un sismo, no pueden establecer
exactamente cuando se generará un tsunami. Sin embargo, examinando tsunamis históricos, los
científicos saben donde se generarán tsunamis con mayor probabilidad. Las medidas de alturas de
tsunamis pasados son útiles para predecir el impacto futuro y los límites de inundación, en
comunidades y ubicaciones costeras específicas. La investigación sobre tsunamis históricos puede
ser de gran ayuda para analizar la frecuencia de ocurrencia de ellos. Durante cada uno de los 5
últimos siglos, hubo 3 a 4 tsunamis generalizados en el Pacífico, la mayor parte de los cuales se
generaron en las costas chilenas.
El intervalo de pico y pico (período de la onda) puede llegar a durar desde menos de diez minutos hasta cuarenta
minutos o más. Cuando la ola penetra en la plataforma continental, la disminución considerable de la
profundidad provoca que su velocidad sea menor y empiece a aumentar su altura. Cuando llega a la costa, la
velocidad habrá decrecido hasta unos 50 km/h, donde la altura ya será de unos 3 a 30 m, según el tipo de
relieve que se encuentre. La distancia entre picos (longitud de ondaL) también se verá estrechada cerca de la
costa.
Cuando las profundidades son muy grandes, la onda de tsunami puede alcanzar gran velocidad,
por ejemplo el tsunami del 4 de Noviembre de 1952 originado por un terremoto ocurrido en
Petropavlosk (Kamchatka), demoró 20 horas y 40 minutos en llegar a Valparaíso en el otro extremo
del Pacífico, a una distancia de 8348 millas, avanzando a una velocidad media de 404 nudos. La
altura de la ola al llegar a la costa es variable, en el caso señalado en Talcahuano se registraron
olas de 3.6 metros; en Sitka (Alaska) de 0.30 metros y en California de 1 metro.
Al aproximarse a las aguas bajas, las olas sufren fenómenos de refracción y disminuyen su
velocidad y longitud de onda, aumentando su altura. En mares profundos éstas ondas pueden
pasar inadvertidas ya que sólo tiene amplitudes que bordean el metro; sin embargo al llegar a la
costa pueden excepcionalmente alcanzar hasta 20 metros de altura.
Es posible trazar cartas de propagación de tsunamis, como se hace con las cartas de olas; la
diferencia es que los tsunamis son refractados en todas partes por las variaciones de profundidad;
mientras que con las olas ocurre sólo cerca de la costa.
Carta de propagación de la onda del tsunami de Papua Nueva Guinea, ocurrido en Julio de 1998. Las isocronas muestran a
intervalos de 30 minutos el tiempo de avance del frente de onda
Sus características difieren notablemente de las olas generadas por el viento. Toda onda tiene un
efecto orbital que alcanza una profundidad igual a la mitad de su longitud de onda; así una ola
generada por el viento sólo en grandes tormentas puede alcanzar unos 300 metros de longitud de
onda, lo cual indica que ejercerá efecto hasta 150 metros de profundidad.
Los tsunamis tienen normalmente longitudes de onda que superan los 50 kilómetros y pueden
alcanzar hasta 1000 kilómetros, en tal caso el efecto orbital es constante y vigoroso en cualquier
parte del fondo marino, ya que no existen profundidades semejantes en los océanos.
Parámetros físicos y geométricos de la onda de tsunami. [Fuente: Ramírez, 1986]
L=VxT
de este modo, para una velocidad de propagación V = 713 km/h, y un período T = 15 minutos, la
longitud de onda es L = 178 km. Debido a su gran longitud onda, el desplazamiento de un tsunami
a grandes profundidades se manifiesta en la superficie oceánica con amplitudes tan solo de unos
pocos centímetros.
Las olas generadas por los vientos tienen períodos por lo general de menos de 15
segundos, a diferencia de las ondas de tsunami que oscilan entre 20 y 60 minutos.
Esta característica permite diferenciarlas claramente en un registro mareográfico y
por lo tanto advertir la presencia de un tsunami.
Maremoto de Sumatra en
el 2004
De manera que la onda se propaga en toda la columna de agua; partiendo de la superficie hasta el fondo, se
puede aproximar a la teoría lineal de la hidrodinámica. Asimismo, el flujo de energía E es calculado como:
Impacto de tsunami
Por su parte, Iida en 1963, propone una escala de grados de tsunami, relacionando la
máxima altura de subida que alcanza en tierra la ola (runup = R), medida sobre el nivel
medio del mar; y la energía de los tsunamis correspondiente a diferentes grados de
intensidad. Relación que se ilustra en el siguiente cuadro.
Posteriormente, Wiegel en 1970, combina las escalas propuestas por Inamura y Iida.
Como se observa en el siguiente cuadro, adiciona a la escala de Inamura la cota
máxima de inundación R, definida por Iida. Como la escala de Iida se extiende desde m
= -2 hasta m = 5 y además contiene medios grados, la adaptación de la variable R a la
escala de Inamura se presenta con intervalos discontinuos.
La altura de la ola H corresponde a la diferencia de nivel entre cresta y valle. Por otra
parte, la cota máxima de inundación R, corresponde al lugar de la costa donde los
efectos del tsunami son máximos.
Con la escala de grados de tsunami descrita, se puede identificar y diferenciar la
magnitud de un evento. De este modo, al señalar que la costa de una determinada
región ha sido afectada por 10 tsunamis en 400 años, se puede precisar que de los diez
tsunamis acontecidos sólo uno fue de magnitud dos (m = 2) y nueve fueron de magnitud
cero (m = 0). Además, esta escala permite calificar los tsunamis basándose en
documentos y descripciones históricas que hacen referencia a la magnitud de los daños
y a la cota máxima de inundación. Nuestro país cuenta con estadísticas desde 1562,
dichos datos son de gran utilidad para determinar el riesgo de tsunami en zonas
costeras y calcular las probabilidades de ocurrencia.
Efectos en la costa.
La ola de un tsunami acumula gran cantidad de energía; cuando llega a la línea costera,
esta ola avanza sobre la tierra alcanzando alturas importantes sobre el nivel medio del
mar. La ola y el flujo que le sigue, cuando encuentran un obstáculo descargan su
energía impactando con gran fuerza. La dinámica de un tsunami en tierra es bastante
compleja y normalmente no predecible; esto se debe a que influyen factores muy
diversos como son: el período, la altura de la ola, la topografía submarina y terrestre
determinando daños de diversa intensidad.
Los efectos de un tsunami son diferentes dependiendo de la duración del período. Con
corto período, la ola llega a tierra con una fuerte corriente, y con período largo, se
produce una inundación lenta con poca corriente. Por otra parte, mientras mayor sea la
altura de la ola, mayor es la energía acumulada; por lo tanto, y dependiendo de la
pendiente y morfología del terreno, mayor será la extensión de las áreas inundadas. Al
respecto, estudios japoneses han determinado que mientras menor es la pendiente de
la ola (razón entre la altura y la longitud de onda ) mayor será la altura máxima de
inundación.
Por otra parte, las variaciones en las formas y las pendientes de la batimetría submarina
cercana a la línea de costa influye directamente en el potencial de energía del tsunami,
ocurriendo amplificación o atenuación de las ondas.
Así, una costa en peldaños que tenga una plataforma continental escalonada con
bruscos cambios de pendiente, hará que la onda de tsunami pierda gradualmente su
energía cinética y por tanto potencial, lo anterior debido a los choques sucesivos de la
masa de agua con el fondo marino. Las olas van disipando su energía en las paredes
con los cambios bruscos de profundidad.
En tanto, una costa con topografía de pendientes suaves en forma de rampas en que
la plataforma continental penetra suavemente en el mar, permitirá que la energía del
tsunami sea transmitida en su totalidad, y por lo tanto, se incrementa el poder
destructivo del mismo. Estas son costas de alto riesgo con olas de gran altura que
producen inundación. En este caso la pérdida de energía es sólo por roce.
En las bahías puede haber reflexión en los bordes de las costas; en este caso
si el período es igual (o múltiplo entero) al tiempo que demora en recorrer la
bahía, al llegar la segunda ola puede verse reforzada con un remanente de la
primera y aumentar la energía al interior de la bahía, este es el fenómeno
de resonancia. Esta condición puede producir la amplificación de las alturas
del tsunami al interior de una bahía como ocurre en la bahía de Concepción
(SHOA,1995). La figura complementaria muestra la forma rectangular de la bahía con
14, 6 kilómetros de largo por 11,7 kilómetros de ancho, con una profundidad media de
25 metros. En 25 metros de profundidad la velocidad del tsunami es de 15,6
m/segundos o bien 56,3 km/hora, lo que significa que este recorre el largo de la bahía
en 15,5 minutos y el ancho en 12,5 segundos.
La topografía de las tierras emergidas influye directamente en la penetración del
tsunami en superficie. Cuando la pendiente es relativamente fuerte la extensión de la
zona inundada no es significativa, en cambio, cuando el terreno es plano o con escasa
pendiente, la penetración puede abarcar kilómetros tierras adentro.
Los daños típicos producidos por tsunami pueden agruparse de acuerdo a los siguientes
grupos:
Los daños producidos por efecto del torque o momento, se originan cuando la masa de
agua del frente del tsunami seguida por una fuerte corriente, impacta el espacio
construido y su entorno, caracterizado por obras de variadas dimensiones, arboles u
otros objetos. En el impacto el tsunami demuestra su tremenda fuerza destructiva, la
cual, se refuerza por la colisión de los objetos arrastrados por la corriente.
Si el flujo no es de gran magnitud, la inundación hace que flote todo tipo de material que
no esté fuertemente ligado a su base en el terreno, como ocurre con casas de madera
que no tienen sólidos cimientos. En el caso de una gran extensión de terreno plano, la
masa de agua puede encontrar un pasaje hacia el interior y, por diferencias de
pendiente, el flujo de agua es acelerado en ese pasaje originando el barrido de los
elementos que se presenten a su paso, como construcciones, estructuras, etc.
Los daños originados por socavamiento han sido observados a menudo en las
infraestructuras portuarias. Cerca de la costa la corriente del tsunami, remueve el fango
y arena del fondo del mar, socavando a veces las fundaciones de las estructuras de
muelles y puertos. Si esto ocurre, dichas estructuras caen hacia el mar; como ha
ocurrido con algunos muelles sobre pilotes. El colapso de las estructuras puede
producirse también cuando el reflujo socava las fundaciones. La inundación que
produce el tsunami puede socavar también los cimientos de líneas de ferrocarril o
carreteras, originando bloqueos de tráfico y una prolongada demora en el rescate y
trabajos de reconstrucción.
POR RICARDO a. De Dicco mayo 2011 centro latinoamerocano de investigaciones científicas y
técnicas. Terremoto y tsunami en japon
Las ondas superficiales que se propagan en un estanque cuya profundidad h es mayor que la
longitud de onda λ, se denominan ondas de agua profunda (es suficiente que h > λ/2). En este caso
el movimiento de las partículas es circular, con un radio que disminuye exponencialmente con el
aumento de la profundidad, como se observa en la figura 2a. En la superficie del agua el radio de
la trayectoria de las partículas es dos veces la amplitud de la onda, a una profundidad igual a la
media longitud de onda el radio de la trayectoria es 23 veces menor que en la superficie, y a una
profundidad igual a la longitud de onda es 500 veces menor. En un estanque cuya profundidad es
mayor que la media longitud de onda, el oleaje no “siente” el fondo, es como si su profundidad
fuera infinita. Este es el motivo por el cual se denominan ondas de agua profunda.
Las ondas que se propagan en un estanque cuya profundidad es pequeña comparada con la
longitud de onda (por ejemplo si h < λ/10) se denominan ondas de agua poco profunda. En este
caso, toda la capa de agua, desde la superficie hasta el fondo está en movimiento. Las trayectorias
de las partículas son elipses y no circunferencias como se observa en la figura 2b. Los ejes mayores
de estas elipses son paralelos a la superficie del agua y su longitudes no varían mucho desde la
superficie hasta el fondo. Los ejes menores disminuyen gradualmente desde la superficie (donde
su longitud es dos veces la amplitud de la onda) y son nulos en el fondo. Esto hace que las elipses
se hagan cada vez más estrechas con el aumento de la profundidad (ver figura 2b). Los
movimientos verticales de las partículas son muy pequeños. La velocidad con la cual se propaga
una onda de una determinada longitud de onda, (la velocidad de fase VF), es el cociente entre la
longitud de onda λ y el periodo T, esto es, VF = λ/T.
Las velocidades de fase de las ondas en aguas profundas y poco profundas se calculan a través de
expresiones matemáticas diferentes. La velocidad de fase de las ondas de gravitación en aguas
profundas es:
donde tanh es la función tangente hiperbólico. Si h > λ, esta ecuación se convierte en (1), y si h <<
λ en (2).
La velocidad de fase en aguas profundas, ecuación (1), es diferente para diferentes longitudes de
onda. Cuando tiramos una piedra en el agua, se excitan ondas en una gama relativamente grande
de longitudes de ondas (desde longitudes de onda comparables a la dimensión del objeto hasta
longitudes muy pequeñas). Las ondas de longitud más largas viajan más rápido que las de menor
longitud de onda. Esta dependencia de la velocidad de fase de la onda con la longitud de onda se
denomina dispersión y es la responsable del comportamiento complejo del tren de ondas que se
origina cuando se arroja una piedra a un estanque o a un lago. Gratton (1986) hace una
interesante descripción de la propagación de ondas en aguas profundas.
Las ondas en aguas poco profundas no son dispersivas: todas las longitudes de ondas viajan a la
misma velocidad (ver ecuación 2).
Energía de las ondas
La energía de la onda depende de su amplitud. La cresta de la onda puede ser aproximada por un
triángulo de altura A, y base λ/2 como se muestra en la figura 3.
Si las ondas no son dispersivas (como en el caso de agua poco profunda) la velocidad con la cual
viaja la energía coincide con la velocidad de fase.
La mayor parte de los sismos fuertes, ocurren en zonas de subducción donde una placa oceánica se
desliza bajo una placa continental o bajo otra placa oceánica más joven. En ocasiones, en las que la
falla se atasca se puede producir una colosal acumulación de energía elástica. Cuando la tensión
acumulada excede la fuerza de fricción de la falla se produce un súbito deslizamiento de una placa
sobre la otra, generando así un terremoto como el que ocurrió el 26 de diciembre. No todos los
terremotos generan tsunamis. Para generar un tsunami, la falla donde ocurre el sismo debe estar
bajo o cerca del fondo del océano (a menos de 70 km), el terremoto debe tener una magnitud
superior a los 6, 5 de la escala de Richter y debe crear un movimiento vertical (de hasta varios
metros) del piso oceá- nico sobre una extensa área (de hasta cien mil kilómetros cuadrados). Los
sismos de foco superficial a lo largo de las zonas de subducción son los responsables de la mayor
parte de los tsunamis destructores. El tsunami del océano índico se ha originado en la zona geológica
donde chocan la placa indo-australiana con la placa euroasiática. El terremoto ha sido de magnitud
9 en la escala de Richter y con epicentro a 30 km por debajo del fondo oceánico. Si bien cualquier
océano puede experimentar un tsunami, es más frecuente que ocurran en el océano Pacífico, donde
son más comunes terremotos de magnitudes considerables (especialmente en las costas de Chile,
Perú y Japón). En el océano Pacífico se originan cientos y miles de tsunami al año pero sólo unos
pocos de ellos poseen una energía que puede representar un peligro. La densa población de la costa
oriental del Japón ha sido castigada en muchas ocasiones por estas olas. Por ese motivo en el Japón
estas olas se investigan desde hace tiempo y su nombre en japonés “tsunami” (ola en el puerto) se
ha hecho internacional. Pronosticar el momento de llegada (y las alturas de las olas) del tsunami a
determinadas zonas del litoral es una labor muy compleja y no siempre resultan fidedignos. En la
actualidad se pueden medir variaciones de la altura del mar, en tiempo real, mediante sensores
dispuestos en la superficie del océano. Los datos son captados por satélites y retransmitidos a una
estación terrena para su procesamiento.
El número de sensores de nivel del mar y, sobre todo, el de estaciones terrenas que analizan los
datos recogidos es, sin embargo, insuficiente para cubrir todas las zonas de riesgos del planeta.
Si el terremoto provoca un ascenso del fondo, en la superficie del océano se forma casi
instantáneamente una elevación del nivel del mar como se muestra en la figura 4. Esta perturbación
viaja desde el fondo a la superficie del mar con la velocidad de propagación del sonido en el agua
(1500 m/s). La altura de la elevación (o depresión) no supera generalmente los 2 m (aunque en
algunas raras ocasiones se alcanzó alturas de 5m). La energía del tsunami depende más del área
sobre el cual este levantamiento tiene lugar que del levantamiento vertical del agua. En el caso del
suceso del 26 de diciembre esta superficie ha sido enorme: varias centenas de kilómetros de ancho
y más de mil kilómetros de largo. El tsunami producido de esta forma transporta una formidable
cantidad de energía: la energía necesaria para levantar toda esa masa de agua varias decenas de
centímetros. Como la elevación del agua tiende a volver a su posición de equilibrio se produce un
movimiento oscilatorio “amortiguado” de esta masa de agua alrededor de la posición de equilibrio.
Este movimiento genera una sucesión de pulsos sobre la superficie del océano, separados por una
distancia del orden de la longitud característica de la perturbación inicial, que se expande alrededor
de la zona perturbada como se muestra en la figura 5. El tsunami no tiene una estructura periódica
en la superficie del océano. Sin embargo, es razonable pensar (el análisis de Fourier lo con- firma)
que la longitud de onda predominante es del orden de la extensión espacial de la perturbación
inicial. Por lo tanto, las longitudes de onda del tsunami están en un rango que se extiende desde las
decenas a varias centenas de kilómetros. Por lo tanto, aún cuando la profundidad media del océano
es del orden de 4000 m, estas olas deben ser consideradas como ondas de agua poco profundas. La
velocidad de propagación depende entonces del relieve del fondo oceánico (o sea de su profundidad
h). Debido a las cordilleras y hendiduras en el interior del océano los tsunami se refractan y difractan.
En alta mar la velocidad de propagación del tsunami es, por lo tanto, de acuerdo a la ecuación (2),
del orden de 700 km/h. Si su longitud de onda es de 350 km, su periodo temporal es de 30 minutos
de acuerdo a la ecuación (2). Los períodos de los tsunami están en un rango que va de unos pocos
minutos a una hora.
El tsunami producido de esta forma transporta una formidable cantidad de energía: la energía
necesaria para levantar toda esa masa de agua varias decenas de centímetros. Como la elevación
del agua tiende a volver a su posición de equilibrio se produce un movimiento oscilatorio
“amortiguado” de esta masa de agua alrededor de la posición de equilibrio
En alta mar, un tsunami, aún el de mayor amplitud, es incapaz de causar daño a las embarcaciones:
las hace ascender y descender, en el peor de los casos, 5m en un lapso de tiempo de varios minutos.
El tsunami manifiesta toda su brutalidad en el litoral y en las proximidades del mismo. Si la
profundidad del océano varía lentamente, el tsunami no se refleja apreciablemente, en su viaje
desde alta mar hacia el litoral. La pérdida de energía se debe, entonces, básicamente al rozamiento
viscoso del agua de mar con la superficie del océano. Esta pérdida es relativamente pequeña
comparada con la energía del tsunami que se distribuye en todo el volumen del océano perturbado.
Si la energía del tsunami se mantiene constante, se encuentra, utilizando la ecuación (4) que, en su
viaje hacia el litoral, la longitud de onda y la amplitud de la ola se relacionan mediante la ecuación:
La física del Tsunami Ondas superficiales en el agua Reinaldo Welti Facultad de Ciencias Exactas,
Ingeniería y Agrimensura Universidad Nacional de Rosario Revista de Enseñanza de la Física. Vol. 18,
Nº 1, 2005, pp. 83-92