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Crítica de Artes – Filosofía (turno mañana)

TP 1: filosofía antigua

Consigna: Dados las siguientes citas, selecciones dos o tres de ellas y desarrolle una glosa
crítica de esos pasajes. En su desarrollo, tenga en cuenta las nociones filosóficas de verdad,
bien, belleza y amor.
Pauta formal: el total del trabajo no puede ser menor a dos páginas ni mayor a tres. Fuente:
Times New Roman, 12; interlineado 1 y ½.

FRAGMENTO 1

– Después de esto, entonces, recuerda sobre qué cosas afirmaste en tu discurso que era objeto Eros.
O, si quieres, yo mismo te las recordaré. Creo, en efecto, que dijiste más o menos así, que entre los
Dioses se organizaron las actividades por amor de lo bello, pues de lo feo no había amor. ¿No lo
dijiste más o menos así?
– Eso dije, en efecto.
–Y lo dices con toda razón, amigo. –Dijo Sócrates–. Y si esto es así, ¿no es verdad que Eros sería
amor de la belleza y no de la fealdad?
Agatón convino.
¿Pero no se ha acordado que ama aquello de lo que está falto y no posee?
–Sí –dijo.
– Luego Eros está falto de belleza y no la tiene.
– Es forzoso –contestó Agatón.
– ¿Y qué? Lo que está falto de belleza y no la posee en absoluto, ¿dices tú que es bello? – No, por
supuesto.
– ¿Todavía reconoces, entonces, que Eros es bello, si esto es así?
Y Agatón respondió:
– Es posible, Sócrates, que no supiera nada de lo que dije entonces.
– Y, sin embargo –continuó Sócrates–, hablaste bien, Agatón. Pero respóndeme todavía un poco
más. ¿Las cosas buenas no te parece que son también bellas?
– A mí, al menos, me lo parece.
– Luego, si Eros está falto de cosas bellas y si las cosas buenas son bellas, estará falto también de
cosas buenas.
– Yo, Sócrates –respondió–, no podría contradecirte. Por consiguiente, que sea como dices.
– En absoluto –replicó Sócrates–; es a la verdad, querido Agatón, a la que no puedes contradecir, ya
que a Sócrates no es nada difícil. [Platón, Banquete, 201 a-d]

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FRAGMENTO 2

– ¿Cómo dices, Diótima? –le repliqué yo–. ¿Entonces Eros es feo y malo?
– Habla mejor –dijo ella–. ¿O crees que, si una cosa no es bella, es forzoso que sea fea?
– Exactamente.
– ¿Y lo que no sea sabio, ignorante? ¿No te has dado cuenta de que hay algo intermedio entre la
sabiduría y la ignorancia?
– ¿De qué se trata?
– El opinar rectamente, incluso sin poder dar razón de ello, ¿no sabes que no es ni conocer (pues
una cosa de la que no se puede dar razón no podría ser conocimiento) ni tampoco ignorancia (pues
lo que acierta con la realidad ¿cómo puede ser ignorancia?)? La recta opinión es, por tanto, una
especie de estado intermedio entre el conocimiento y la ignorancia. [Platón, Banquete, 202 a-b]

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FRAGMENTO 3

[...] No es por naturaleza ni inmortal ni mortal, sino que en el mismo día unas veces florece y
vive, cuando está en la abundancia, y otras muere, pero recobra la vida de nuevo gracias a la
naturaleza de su padre. Mas lo que consigue siempre se le escapa, de suerte que Eros nunca ni está
falto de recursos ni es rico, y está, además, en el medio de la sabiduría y la ignorancia. Pues la cosa
es como sigue: ninguno de los dioses ama la sabiduría ni desea ser sabio, porque ya lo es, como
tampoco ama la sabiduría cualquier otro que sea sabio. Por otro lado, los ignorantes ni aman la
sabiduría ni desean hacerse sabios, pues en esto precisamente es la ignorancia una cosa molesta: en
que quien no es ni bello, ni bueno, ni inteligente se crea a si mismo que lo es suficientemente. Así,
quien no cree estar necesitado de una cosa, no desea aquello que no cree necesitar.
– Entonces, ¿quiénes son, Diótima, los que aman la sabiduría, si no son ni los sabios ni los
ignorantes?
–Es ya evidente –contestó- incluso para un niño; son los que están entre ambos extremos, uno de los
cuales sería también Eros. La sabiduría, en efecto, es una de las cosas más bellas y Eros es amor de
lo bello, de modo que Eros es necesariamente amante de la sabiduría, y por ser amante de la
sabiduría está, por tanto, en medio del sabio y del ignorante. Y la causa de esto es también su
nacimiento, ya que es hijo de un padre sabio y rico en recursos y de una madre no sabia e indigente.
Ésta es, pues, querido Sócrates, la naturaleza de este demon. Pero, en cuanto a lo que tú pensaste que
era Eros, no hay nada sorprendente en ello. Tú creíste, según me parece deducirlo de lo que dices,
que Eros era lo amado y no lo que ama. Por eso, pienso yo, te parecía Eros totalmente bello, pues lo
que es susceptible de ser amado es también lo realmente bello, delicado, perfecto y digno de ser
considerado feliz, mientras que lo que ama tiene un carácter diferente, tal como lo describí. [Platón,
Banquete, 204 a-c]

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FRAGMENTO 4

[...] En efecto, quien hasta aquí haya sido instruido en las cuestiones relativa al amor, al
contemplar en su orden y de manera correcta las cosas bellas y al aproximarse ya al final de su
iniciación en las cosas del amor, descubrirá de repente algo maravillosamente bello por naturaleza,
aquello, Sócrates, por lo que precisamente se hicieron todos los esfuerzos anteriores, algo que, en
primer lugar, existe siempre y ni nace ni perece, ni crece ni decrece; en segundo lugar, no es bello en
un aspecto y feo en otro, ni unas veces bello y otras no, ni bello respecto a una cosa y feo respecto a
otra, ni aquí bello y allí feo, como si fuera para unos bello y para otros feo. Ni tampoco se le
aparecerá esta belleza bajo la forma de un rostro ni de unas manos ni de cualquier otra cosa de las
que participa un cuerpo, ni como razonamiento, ni como una ciencia, ni como existente en otra cosa,
por ejemplo, en un ser vivo, en la tierra, en el cielo o en algún otro, sino la belleza en sí, que es
siempre consigo misma específicamente única, mientras que todas las otras cosas participan de ella
de una manera tal que el nacimiento y muerte de éstas no le causa ni aumento ni disminución, ni le
ocurre absolutamente nada. [Platón, Banquete, 210 e - 2011 b]

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FRAGMENTO 5

[...] En efecto, ésta es precisamente el camino correcto para dirigirse a las cosas del amor o de ser
conducido por otro: empezando por las cosas bellas de aquí y sirviéndose de ellas como de peldaños
ir ascendiendo continuamente, en base a aque4lla belleza, de uno solo a dos y de dos a todos los
cuerpos bellos y de los cuerpos bellos a las bellas normas de conducta, y de las normas de conducta a
los bellos conocimientos, y partiendo de estos terminar en aquel conocimiento que es conocimiento
no de otra cosa sino de aquella belleza absoluta, para que conozca al fin lo que es la belleza en sí. En
este instante de la vida, querido Sócrates, más que en ningún otro, vale la pena el vivir del hombre:
cuando contempla la belleza en sí. [...] ¿Qué podemos pensar, pues, si le acaeciera a uno ver la
belleza en sí, pura, limpia, sin mezcla y no infectada de carnes humanas, ni de colores, ni de otras
muchas naderías mortales, sino que le fuera posible avistar la divina belleza en sí, específicamente
única? ¿Acaso crees que es vana la vida de un hombre que mira en esa dirección, que contempla esa
belleza con lo que es necesario contemplarla y vive en su compañía? ¿O no crees que sólo entonces,
cuando vea la belleza con lo que es visible, le será posible engendrar, no ya imágenes de virtud, al no
estar en contacto con una imagen, sino virtudes verdaderas, ya que está en contacto con la verdad? Y
al que ha engendrado y criado una virtud verdadera ¿No crees que le es posible hacerse amigo de los
Dioses y llegar a ser, si algún otro hombre puede serlo, inmortal también él? Esto, Fedro, y demás
amigos, dijo Diótima y yo quedé convencido. [Platón, Banquete, 211 c – 2012 b]
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FRAGMENTO 6

– Para deciros lo que pienso –porque no creo que vayáis a denunciarme a los poetas trágicos y a los
demás poetas imitadores-, me parece que todas esas obras corrompen el pensamiento de cuantos las
escuchan, a menos que éstos posean el antídoto, es decir, el conocimiento de cuál es su verdadera
naturaleza. [Platón, República, 595 b 5-10]

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FRAGMENTO 7

– Pues bien, hay tres clases de camas: una la esencial, que está en la naturaleza, cuyo autor, a mi
juicio, podríamos decir que es la divinidad. ¿O quién más podría haber sido?
- Ningún otro, creo yo.
- La segunda es la que hace el carpintero.
- Si.
- Y la tercera, que es la obra del pintor. ¿No es así?
- Sea.
- Entonces el pintor, el carpintero, y la divinidad, son los tres maestros que han fabricado estas tres
especies de camas [...]
- ¿Te parece, pues, que llamemos a la divinidad creadora natural de la cama, o algo semejante?
- Es lo justo –dijo-, pues ha creado por naturaleza la cama y todas las demás cosas.
- ¿Y cómo llamaremos al carpintero? ¿Artesano de la cama?
- Sí.
- ¿Y al pintor? ¿Artesano y creador de la cama?
- De ningún modo.
- ¿Cómo lo llamarías, entonces, en relación con la cama?
- A mi juicio –contestó- el nombre que más le conviene es el de imitador de aquello que los otros
dos producen
- Muy bien –dije-, ¿llamas imitador al autor de un producto alejado en tres grados del natural?
- Precisamente –dijo.
- De igual modo, entonces, el poeta trágico, puesto que es un imitador, estará naturalmente alejado
en tres grados del rey y de la verdad, como todos los demás imitadores.
[Platón, República, 597 b 5 - e 10]

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FRAGMENTO 8

– ¿Diremos, pues, de todos los poetas, empezando por Homero, que cuando sus ficciones hablan de
la virtud, o de cualquier otro asunto, no hacen otra cosa que imitar su apariencia y no alcanzan
nunca la verdad, a la manera del pintor que hablábamos antes, que hará un retrato del zapatero sin
entender nada de zapatería y que dicho retrato parecerá un verdadero zapatero a los que nada
entienden del oficio, como él mismo, y sólo juzgan por los colores y las formas?
- Bien seguro.
- De igual modo diremos que el poeta, a mi juicio, por no saber otra cosa que imitar, aplica a todos
los temas los colores que les convienen, valiéndose de palabras y de frases, ya se trate de zapatería,
ya de estrategia, ya de cualquier otro asunto, y utilizando el metro, el ritmo y la armonía, convence
a quienes lo escuchan, y que sólo juzgan por el lenguaje, de que está perfectamente instruido en las
cosas de que habla. ¡Tan grande es la seducción natural que poseen esas formas artísticas! Pues
bien sabes a lo que quedan reducidas las obras de los poetas cuando se les quita su colorido
musical. [Platón, República, 60e e 5 – 601 b 10]

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FRAGMENTO 9
Los objetos que los imitadores representan son acciones, efectuadas por agentes que son buenos o
malos (las diversidades del carácter humano casi siempre derivan de esta distinción, pues la línea
entre la virtud y el vicio es la que divide a toda la humanidad) y los imitan mejores o peores de lo
que nosotros somos, o semejantes, según proceden los pintores. [...] Esta diferencia es también la
que distingue a la tragedia y la comedia; ésta pinta a los hombres peores de lo que son, aquélla,
mejores que los presentes. [Aristóteles, Poética, cap.II]

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FRAGMENTO 10

De lo que hemos dicho se desprende que la tarea del poeta es describir no lo que ha acontecido, sino
lo que podría haber ocurrido, esto es, tanto lo que es posible como lo probable o necesario. La
distinción entre el historiador y el poeta no consiste en que uno escriba en prosa y el otro en verso
[...] La diferencia reside en que uno relata lo que ha sucedido, y el otro lo que podría haber
acontecido. De aquí que la poesía sea más filosófica y de mayor dignidad que la historia, puesto que
sus afirmaciones son más bien del tipo universales, mientras que las de la historia son particulares .
[...] Según lo dicho antes resulta claro que el poeta debe ser más el autor de sus tramas que de sus
versos, sobre todo porque él es un poeta en virtud del elemento imitativo de su trabajo, y son
acciones lo que imita. Y si adopta un tema de la historia real, no por eso es menos poeta, ya que
algunos acontecimientos históricos pueden muy bien estar en el orden probable y posible de las
cosas, y en este sentido, por esos hechos él resulta su poeta. [Aristóteles, Poética, cap.IX]

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FRAGMENTO 11

Lo que Platón dice sobre el amor es bastante preciso: afirma que hay en el impulso amoroso un
germen de universal. La experiencia amorosa es un impulso hacia algo que él llama “la Idea”. Así,
incluso cuando estoy mirando un cuerpo bello, lo quiera o no, estoy en el camino hacia la idea de lo
Bello. Yo pienso –en términos por completo diferentes, naturalmente- en la misma dirección, es
decir: que en el amor está la experiencia del pasaje posible de la pura singularidad de la casualidad a
un elemento que tiene valor universal. Como punto de partida, algo que, en sí mismo, sólo es un
encuentro, casi nada, aprendemos que podemos experimentar el mundo a partir de la diferencia y ya
no solamente de la identidad. E incluso podemos afrontar ciertas pruebas, aceptar sufrir por ello.
Ahora bien, en el mundo actual, la convicción de que cada uno sigue su propio interés es muy
común. El amor niega esto. [A. Badiou, Elogio del amor, pp. 24-25]

FRAGMENTO 8
Sócrates sitúa a la poesía, comenzado por la poesía homérica, en el plano de la imitación
Alejadas tres veces de lo real
Critica al arte mimético por no acercarse a la verdad
Colorido musical: (metáforas, ritmo, armonía)
Poesía tragedia: imitación no de las personas, sino de la acción y la vida, de la felicidad y la
desdicha. Perdición del espíritu
Aplica a todos los temas los colores que les convienen: cosas como eran o son, como se dice
que son o se piensa o parecen haber sido, o como ellas deberían ser.
Apariencia vs real. Lo real no es la cama que fabrica el carpintero y menos todavía la que
pinta un pintor. Lo real es la idea sobre la que trabaja tanto el carpintero como el pintor.

FRAGMENTO 8

– ¿Diremos, pues, de todos los poetas, empezando por Homero, que cuando sus ficciones hablan de
la virtud, o de cualquier otro asunto, no hacen otra cosa que imitar su apariencia y no alcanzan
nunca la verdad, a la manera del pintor que hablábamos antes, que hará un retrato del zapatero sin
entender nada de zapatería y que dicho retrato parecerá un verdadero zapatero a los que nada
entienden del oficio, como él mismo, y sólo juzgan por los colores y las formas?
- Bien seguro.
- De igual modo diremos que el poeta, a mi juicio, por no saber otra cosa que imitar, aplica a todos
los temas los colores que les convienen, valiéndose de palabras y de frases, ya se trate de zapatería,
ya de estrategia, ya de cualquier otro asunto, y utilizando el metro, el ritmo y la armonía, convence
a quienes lo escuchan, y que sólo juzgan por el lenguaje, de que está perfectamente instruido en las
cosas de que habla. ¡Tan grande es la seducción natural que poseen esas formas artísticas! Pues
bien sabes a lo que quedan reducidas las obras de los poetas cuando se les quita su colorido
musical. [Platón, República, 60e e 5 – 601 b 10]

FRAGMENTO 2

– ¿Cómo dices, Diótima? –le repliqué yo–. ¿Entonces Eros es feo y malo?
– Habla mejor –dijo ella–. ¿O crees que, si una cosa no es bella, es forzoso que sea fea?
– Exactamente.
– ¿Y lo que no sea sabio, ignorante? ¿No te has dado cuenta de que hay algo intermedio entre la
sabiduría y la ignorancia?
– ¿De qué se trata?
– El opinar rectamente, incluso sin poder dar razón de ello, ¿no sabes que no es ni conocer (pues
una cosa de la que no se puede dar razón no podría ser conocimiento) ni tampoco ignorancia (pues
lo que acierta con la realidad ¿cómo puede ser ignorancia?)? La recta opinión es, por tanto, una
especie de estado intermedio entre el conocimiento y la ignorancia. [Platón, Banquete, 202 a-b]

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