En jardines adormecidos tus suspiros jugaban a ser montañas
Aparecían disfrazados de primavera frente a mi Envueltos en escasas vocales y bellamente cultivados Humedecidos por el roció de los bosques araucanos Las Dalias crecían de tu boca para socavar la ferocidad del cielo Tus cabellos disuelven los elementos, en su más leve ondulación una isla se mece Tuyas son las manos para que el amor atormentado haga resonar el Egeo en su caracola Donde yace tu silencio el viento se detiene chamuscado para besarte Lo contemplas hasta que se convierte en el manantial donde el recuerdo se congela Mientras los secretos del mundo permanecen serenos entre tus dedos Y como adormilado el murmullo de los arboles te desea Suben por tu alma olas turbias cuyas burbujas son las luces de los Dioses Era mi destino perderme aquí al brinco de las corzas Para encontrar al ángel que dormía plácidamente en tu pecho Observar como tus labios sostienen todas las horas del año Tocando sobre sus tumbas la trompeta de blancos lienzos Contigo conocí la primera flor como los olivares que cultivaba mi madre Me recordaste el olor de la hierba quemada bajo la lluvia Muchacha de suspirantes, arcangélicos parpados Me hablaste en la medianoche interponiéndote en mis pensamientos Conversaste dulcemente en mi mente con las anemonas y los corales Arpas enormes dejaste emerger en mis pupilas Yo aspiro tu recuerdo como un arroyuelo en la selva Aspira el alba en la corona de la luna Acostumbrado a los aleteos de los dioses nocturnos Marchando con las olas en el atardecer Tan grande el cielo y tan pequeña la tierra para tu respiración Dorados son lo élitros de agosto en tu sueño de mediodía Espumaba la tristeza, grabando en tu piel su emblema marino ¿Por quién morir para caer dormido en tus parpados? Corre tu voz brillando entre los follajes como paisajes secretos de luciérnaga Y el aroma de los jacintos por donde vagabas era frio como una planta marina En lo hondo de tus suspiros un sentimiento se desgarraba Yo abrí mis manos diciendo tu nombre cuando encontré aquella estrella de mar Se esconde la luna llorosa por ti muchacha Los pequeños y dorados niños volátiles de tu saliva Van y vienen sobre las piedras y de noche juegan a ser estrellas Se empaparon mis palabras que engendraron esta claridad nocturna Cuando note la fragancia de la tierra húmeda en mi alma Había pasado mucho tiempo encerrado en una nube Ojalá volver a pisar la espléndida tierra color castaño con nuestros amigos Dormir en el vapor de la zarzamora del follaje y correr por ríos inexplorados Solo soy esta gota de lluvia otoñal deslizándose por tus recuerdos Gracias por divisarme en la brumosa hierba oscura Mi alma, eterna por un instante, lo sintió Encontré las playas de los golfos que soñé en tu dulzura