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Las madres investigadoras no serán penalizadas por la crianza de sus hijos

El Gobierno incluye una prórroga por maternidad para “mantener vivos” los sexenios
investigadores y evitar la brecha de género en la carrera académica

MARÍA PITARCH

Castellón 1 FEB 2020 - 19:27 CET

Una de las investigadoras del ITC (Instituto de Tecnología Cerámica) de la Universitat Jaume I
de Castelló. ÁNGEL SÁNCHEZ

2020 arranca con buenas nuevas para quienes aúnan ese cóctel de difícil digestión que
supone ser mujer, madre e investigadora. Por primera vez, el gobierno incluye una prórroga
por maternidad para evitar la brecha de género en la carrera académica. La medida, recogida
en el BOE del 11 de diciembre, quiere evitar que la maternidad, y los permisos ligados a ella,
penalicen a las mujeres en su trayectoria como investigadoras. “Da respuesta a una demanda
histórica”, recuerda la delegada de Igualdad de CRUE Universidades Españolas y rectora de la
Universitat Jaume I de Castelló, Eva Alcón.

Y es que la delgada línea roja que transita entre los llamados sexenios vivos –seis años de
actividad investigadora de alto nivel e ininterrumpida- y la temida entrada en vigor de los
sexenios muertos –que se produce cuando, por un permiso maternal u otra circunstancia
familiar, se corta esa continuidad y es inviable cumplir con los plazos ordinarios de producción
de publicaciones de alto impacto- tiene su lastre. “Sin esta nueva medida, se pierde tiempo de
investigación y su evaluación puede ser negativa. Ello implica aumentar la carga de horas de
docencia, lo que impide investigar al mismo ritmo. Al final es un círculo vicioso”, apunta Alcón.

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“Lo que consigue el nuevo decreto es que el sexenio siga vivo” y poder investigar, requisito
para el acceso a las cátedras, señala en la misma línea María José Esteve. Doctora en Filología
Inglesa y profesora en la UJI, donde ha sido vicedecana de Estudios Ingleses, a esta vila-
realense la noticia le ha sorprendido en Escocia, su hogar desde septiembre. Inmersa en pleno
año sabático en la Universidad de Glasgow –hasta donde se ha trasladado con sus hijos de 11 y
8 años- para darle un impulso a su vertiente como investigadora, celebra la medida, que busca
alcanzar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Un paso más para poner fin a la
segregación vertical que sufren las científicas en España por disfrutar de unos permisos que
ralentizan su carrera investigadora, y para romper ese techo de cristal que persiste en el
mundo universitario: el del acceso a las cátedras y a la posibilidad de que haya más mujeres
rectoras. Las cifras hablan: el 40,3% de docentes titulares en el sistema universitario español
son mujeres. El porcentaje cae al 21,3% en el cuerpo de catedráticas.

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El nuevo decreto, fruto de las negociaciones de la Delegación de la Presidencia de CRUE para


Políticas de Igualdad con el entonces Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y el
Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación, ofrece a las funcionarias de cuerpos
docentes universitarios prorrogar un año el último sexenio vivo por cada permiso que
disfruten por nacimiento, adopción, guarda con fines de adopción o acogimiento, a efectos del
cómputo de los tramos de investigación para la evaluación de la actividad científica e
investigadora.

Desde el 15 de enero se abre la convocatoria para pedir el citado sexenio de investigación.


Poder beneficiarse de la moratoria implica que los permisos hayan sido disfrutados entre los
dos años anteriores a la entrada en vigor de esta resolución y los seis años posteriores del
último sexenio en tramitación. Ahora, aquellas investigadoras que hayan sido madres en 2018
o 2019 y les toque formalizar la demanda del sexenio en 2020 y quieran, podrán prorrogar la
solicitud un año, hasta 2021, sin que se les aplique ninguna penalización. Es el caso de Carmen
Fernández, vicedecana y profesora titular del Departamento de Historia, Geografía y Arte de la
UJI y madre de un niño de 21 meses. “El permiso maternal y el de lactancia los disfruté en
2018”, dice. Se acoge a la prórroga y confía en su incidencia positiva. “Espero que me dé algo
de margen para solicitar el siguiente sexenio; la llegada de mi hijo ha supuesto para mí un
cambio que ha afectado a mi dedicación investigadora”, añade.

A María José Esteve la opción le llega tarde pero la aplaude sin fisuras. “Para nosotras el
decreto no es algo completamente nuevo porque en la UJI se aplican ya medidas como la
conciliación horaria cuando tienes menores de 12 años o el propio año sabático del que estoy
disfrutando, además de otras que liman el efecto punitivo del decreto Wert, que planteaba la
maternidad casi como un obstáculo a solventar, y al que la nueva resolución planta cara. Este
nuevo decreto iguala en derechos a toda la comunidad universitaria. Es algo para celebrar”,
explica a EL PAÍS.

“La sociedad en su conjunto se verá beneficiada si se acuerdan y aplican medidas que atajen
los problemas de igualdad y la crisis demográfica”, suscribe Carmen Fernández. También
optimistas se muestran otras compañeras de la Jaume I, como la vicedecana de Humanidades
Mónica Velando o Pilar Ordóñez, profesora titular del Departamento de Traducción y
Comunicación. La resolución les pasa de largo, al haber tenido que pedir el sexenio en la
anterior convocatoria, “pero la medida es estupenda”, matiza Velando. Con cuatro hijos, sí
pudo beneficiarse de una moratoria de un año ofrecida por la UJI. “Aseguré el sexenio, pues
con cuatro maternidades entre un sexenio y el siguiente era prácticamente imposible tener las
publicaciones que te solicitan”. La valoración de todas ellas, cautelosa pero esperanzada,
convive con las voces críticas de otras docentes que apelan a la “ineficacia” de una resolución
“que no soluciona nada y nos sigue discriminando”, indican.

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