Está en la página 1de 6

1

CATEQUESIS FAMILIAR
2

La familia, Tema 1º

una pequeña iglesia


EXPERIENCIA
- Nuestros hijos llevan la marca de nuestro amor, un amor
humano que es señal del amor con que Dios nos ama.
- Entre nosotros, ¿qué opinamos del matrimonio cristiano?
¿Cómo lo vivimos nosotros mismos? ¿Hay diferencias con otras
relaciones de pareja?
- ¿En qué modelo de familia nacimos y crecimos? ¿Qué
diferencias encontramos entre la educación humana y religiosa
recibida y la que damos a nuestros hijos? Pros y contras.

MENSAJE
- El matrimonio cristiano se encamina hacia la comunión
profunda de los esposos, viviendo su amor humano,
bendecido por el sacramento del matrimonio, como eco
del amor siempre fiel de Dios a su Iglesia.
- En la familia cristiana, el verdadero amor (desinteresado)
se hace presente.
- En la familia cristiana, como en la familia de Nazaret, los
hijos crecen en estatura, sabiduría y gracia de Dios.
- La familia cristiana se fundamenta en una serie de
valores sólidos, capaces de superar circunstancias socio-
religiosas adversas y seguir viviendo con talante
religioso.
- En la familia cristiana, el conocimiento y el amor de Dios pasan de una generación a otra.
La fe que nos transmitieron nuestros padres ¿se la estamos transmitiendo ahora a nuestros
hijos? ¿Estamos dispuestos a asumir la tarea de ser catequistas de nuestros hijos con
nuestra palabra, nuestro ejemplo y viviendo con criterios de fe y con un estilo cristiano?
3

DIÁLOGO CON EL GRUPO


¿Qué podemos hacer para que nuestra familia sea una pequeña iglesia?:
1. Educar en valores humanos: educar en el amor, el diálogo, la
libertad-responsable, el orden, la sinceridad, la solidaridad, el
respeto, la gratuidad, el perdón, la tolerancia, comprensión,...
2. Desarrollar y celebrar la fe en familia: interesarnos por
noticias religiosas, razonar con criterios de fe, educar en la fe,
leer la Biblia, orar juntos, acudir a la iglesia,...

* Más allá del colegio, la iglesia u otros grupos sociales,


lo que se mamó en la familia, es lo que más se recuerda.

: HOJA DEL NIÑO

1º.- Que dibujen una iglesia o parroquia, o colegio donde viven su fe y dentro del dibujo,
nombres de personas que conozca el niño y que amen a Jesús. (Incluir a Jesús).
2º.- Que hagan una pequeña lista de cosas que pueden hacer en la iglesia.
3º.- Que dibujen su casa o piso y dentro el nombre de las personas que viven en ella, su familia,
incluido Jesús.
Que hagan una pequeña lista de cosas que pueden hacer en casa.
Encontrar las cosas comunes que se pueden hacer en casa y en la iglesia: rezar, leer la Biblia,
celebrar la Navidad y otras fiestas, amarnos, perdonarnos,...
“La iglesia es también nuestra casa, nuestra casa puede ser también una pequeña iglesia”.
4º.- Compromiso (corazón): que lo elijan de entre las listas que han anotado.
5º.- Leed juntos la oración de la ficha para terminar.

DIÁLOGO CON LOS HIJOS


Procuremos crear un clima amistoso de diálogo sobre el tema de la
propia convivencia familiar:
1. ¿Qué cosas, de la propia familia, son las que más les gustan?
Dejemos que los niños se expresen de manera espontánea y sincera.
Que intenten razonar sus respuestas.

2. ¿Qué cosas son las que menos les gustan? Conviene revisarlo
juntos y juntos también, conviene buscar soluciones. No debemos
enfadarnos; sepamos esperar,... que el tiempo soluciona muchas cosas;
¡recuerda cómo eras tú mism@ con 9 años! Centraos en valorar más lo
positivo y en las posibles propuestas de mejora para superar las
dificultades encontradas.
Aprovechemos esta ocasión para dar gracias a Dios por la propia familia. Si se está de acuerdo,
se puede rezar juntos, padres-hijo/a, la plegaria de la ficha del niño.
4

TEXTO COMPLEMENTARIO
Para que haya un buen diálogo hay que saber escuchar y, como siempre, no podemos olvidar que hemos
de hacer malabarismos para encontrar tiempo y entregarlo a nuestros hijos; es el bien más valioso que
podemos ofrecerles. ¿Cómo lograr una buena comunicación? Una actitud idónea para que surja el
encuentro deseado es olvidar que los padres tenemos toda la razón, ya que esto no es cierto, la mayoría de
materias son opinables, y escuchando aprendemos y conocemos con profundidad a nuestros hijos, que no
nos abrirán su corazón si somos dogmáticos, rígidos y poco flexibles. Ya se ve que, para que haya buena
comunicación, es muy importante ir con la sencillez de quién quiere ayudar, nunca imponer.
Podemos caer en el defecto de pensar que ya sabemos lo que nos dirán. Saber ya la respuesta porque
creemos que nuestro hijo es de una determinada manera y no dar posibilidades a nuestro hijo o hija de
expresarse sinceramente. Si no los dejamos explicarse del todo no les damos la oportunidad de mejorar,
puesto que nos faltará la información completa y no sabremos qué hacer para aconsejarle.
Enumeraremos algunas cualidades convenientes para llegar a establecer un buen diálogo, teniendo en
cuenta que la primera de todas será responder a todas las preguntas que nos hagan.

1.- No interrumpir y tener paciencia. Esto vale para todas las edades, desde el hijo o hija que casi no
sabe hablar, pero nos quiere pedir algo, hasta el adolescente que nos quiere explicar un problema o una
alegría y lo hace de una forma acalorada. Por ejemplo, nos están explicando una cosa y nosotros nos
preocupamos más de la forma gramatical que están empleando que del contenido de lo que nos explica y
de los sentimientos del hijo; mal haríamos si corrigiéramos la gramática a media explicación porque
quizás ''cortaríamos'' la espontaneidad.

2.- Cuidar el lenguaje no verbal. La mirada y el gesto ocupan un papel primordial. Mirar a los ojos de
nuestro hijo y aprobar afirmativamente con el gesto para animar y demostrar que nos interesa lo que nos
dice; con la mirada de los padres se puede demostrar interés y afecto y descubrir, en la de los hijos, todo
su estado de ánimo. Mirada y gesto establecen la complicidad de la amistad y de la confianza mutua.

3.- Saber preguntar. Conviene hacer una pregunta de manera positiva para asegurarnos de que nos
enteramos y entendemos lo que nos dicen; también sirve preguntar para captar el nivel que tienen de
entendimiento del tema que sea, y por lo tanto, adelantar informaciones sobre sexualidad, diversiones,
adicciones a juegos, “chats”, Internet, etc. aprovechando los momentos de ocio y tranquilidad para tener
estas conversaciones y dar información y criterios a seguir.

4. No mirar el reloj. Para los hijos es muy importante que demostremos un interés real por sus cosas;
tenemos buenos momentos para comunicarnos si los sabemos aprovechar aunque la experiencia nos
diga, que el ''momento'' del hijo quizás no coincide con el nuestro, pero la atención a las personas de
nuestra familia es siempre nuestra primera y amable responsabilidad.

5. Vivir la discreción. Muchos hijos adolescentes se quejan de que los padres cuentan a los demás las
cosas íntimas que les han confiado. Seguro que los padres no actuamos con mala intención al hacerlo, se
puede hacer o para vanagloriarse o para quejarse pero se comprende que es un defecto que indica poca
comprensión y respeto para los sentimientos de los hijos.

Para finalizar esta frase de André Frossard para nuestra reflexión: ''Miramos por la ventana el bullicio de
la calle y nos olvidamos de alguien que está a nuestro lado y necesita nuestra compañía''.

Victoria Cardona Romeu, profesora y educadora familiar.


5
Queridos amigos:

Hemos sido convocados por Dios, para comenzar el segundo año de


catequesis. Ya hemos comentado que siempre es Dios el que nos busca, el
que nos llama. La iniciativa siempre es de Dios. Nosotros lo único que Carta a los
tenemos que hacer es ponernos en sus manos. Vamos a continuar con Padres de familia
nuestra apasionante misión. Nuestro deber de padres cristianos es educar
a nuestros hijos en la fe, mostrarles la gloria de Dios, las maravillas que Dios ha hecho y sigue haciendo
cada día, enseñarlos a rezar y a vivir los valores del evangelio.

Pero en todo lo referente a la educación en valores, nuestros hijos van a aprender mejor lo que ven en
nosotros que lo que les decimos (obras son amores...). Por eso nuestra mejor enseñanza es nuestro
ejemplo. Si queremos educarlos en la fe y en los valores del evangelio, nosotros debemos vivir de
acuerdo con esos valores. No olvidéis que seguimos siendo el espejo donde se miran nuestros hijos para
aprender el modelo a imitar. No podemos ayudarlos a conocer a Jesús si ven que a nosotros no nos
interesa el cristianismo. “Se aprende lo que se ve, mejor que lo que se oye”.

La familia es el lugar no para transmitir o proyectar ideas hacia nuestros hijos, sino para vivir
los valores que hay alrededor de la fe, es decir para ser un lugar de vida cristiana. ¿Qué quiere
decir esto? Pues que la familia es considerada como una iglesia doméstica, donde todos pueden
vivir los valores de la fe.

¿Qué se vive en ese hogar de vida cristiana?:


1.- La posibilidad de una plegaria sincera: El niño no sólo aprende unas oraciones, sino que
aprende a conocer y a adorar a Dios, nuestro amigo; así el niño aprende a rezar a partir del
ejemplo y del testimonio de los padres que rezan.
2.- La familia es un lugar de testimonio evangélico, donde todos se evangelizan y son
evangelizados. Debemos aceptar que es Dios quien quiere estar con nosotros, con nuestra
familia, no para convertirse en propiedad particular nuestra, sino para ser la base y fundamento
de la vida familiar.
3.- La familia es lugar de catequesis y esto lo entendemos mejor después de un año de
catequesis familiar. En la familia es donde se forma la mentalidad cristiana, al convertirse los
padres en catequistas de sus propios hijos.

La familia existe en la vida normal de la Iglesia (recordad que la Iglesia es el Pueblo de Dios,
una asamblea de creyentes convocados por Dios). No hemos de imaginar a la familia como si
fuese una habitación cerrada. La familia vive lo que vive la Iglesia: Debe vivir una vida de
oración, de celebración de la fe, de testimonio, de evangelización y, en definitiva, de caridad.

Este es nuestro camino. Si somos capaces de entender y poner en práctica todo esto, nuestra
catequesis familiar habrá dado buenos frutos. ¿Pensáis que es difícil conseguirlo? Tenemos todo
un curso por delante para caminar. Nuestros hijos se merecen todo. Si en nuestra escala de
valores consideramos importantes los valores del evangelio (amor, caridad, servicio, entrega,
solidaridad...), nos será más fácil. De cualquier modo, nos debemos poner en manos de Dios y
decirle: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”. Con esa actitud, Él nos ayudará, nos
enseñará el mejor camino para nosotros y para nuestros hijos.

Un abrazo
6
REFLEXION: QUIERO

Quiero que me oigas sin juzgarme


Quiero que opines sin aconsejarme
Quiero que confíes en mí sin exigirme
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí
Quiero que me cuides sin anularme
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí Matrimonio cristiano,
Quiero que me abraces sin asfixiarme pareja de tres
Quiero que me animes sin empujarme
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí
Quiero que me protejas sin mentiras

Quiero que te acerques sin invadirme


Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten
Que las aceptes y no pretendas cambiarlas
Quiero que sepas... que hoy puedes contar conmigo... Sin condiciones.

REFLEXION: PAPÁ, ¿CUÁNTO GANAS?

Papi ¿cuánto ganas por hora? Con voz tímida y ojos de admiración, un pequeño recibía así a su
padre al término de su trabajo.
El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso:
-Mira hijo, esos informes ni tu madre los conoce. No me molestes estoy cansado.
-Pero Papá -insistía el pequeño- dime por favor cuánto ganas por hora.
La reacción fue menos severa, el padre sólo contestó:
-Ochocientos pesos por hora.
-Papi, ¿Me podrías prestar cuatrocientos pesos? -preguntó el pequeño.
El padre muy enojado y tratando con brusquedad al hijo, le dijo:
-Así que esa es la razón de saber cuánto gano. Vete a dormir y no me molestes, ¡muchacho
aprovechado!
-Había caído la noche. El padre había meditado sobre lo sucedido y se sentía culpable: ¡tal vez
su hijo necesitaba algo!
-En fin, como quería descargar su conciencia dolida, se asomó al cuarto del niño. Con voz baja
preguntó:
-¿Duermes Hijo?
-Dime papá -respondió el niño.
-Aquí tienes el dinero que me pediste -respondió el padre.
-Gracias papá -contestó el pequeño y metiendo su manita bajo su almohada, sacó unos billetes y
dijo: Ahora ya completé, papi. ¡Tengo ochocientos pesos! ¿Me podrías vender una hora de tu
tiempo?

También podría gustarte