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Beata Teresa de Calcuta

"Pertenezco enteramente al Corazón de Jesús"

El domingo 19 de octubre de 2003, en qué se celebró la Jornada Misionera Mundial, Juan


Pablo II celebró la Eucaristía en la Plaza de San Pedro a las 10:00 y beatificó a la Madre
Teresa de Calcuta, la cual falleció el 5 de septiembre de 1997.

La Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice preparó la biografía de la beata
que reproducimos a continuación:

"De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja
Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón,
pertenezco totalmente al Corazón de Jesús". De pequeña estatura, firme como una roca en
su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de
Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. "Dios ama
todavía al mundo y nos envía a ti y a mí para que seamos su amor y su compasión por los
pobres". Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por El y ardiendo con un
único deseo: "saciar su sed de amor y de almas".

Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una
ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola
y Drane Bojaxhiu. Recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera
Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916.
Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La
repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la
familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor,
influyendo grandemente en el carácter y la vocación de su hija. En su formación religiosa,
Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que
ella estaba muy integrada.
Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su
casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María,
conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María
Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India,
llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo
de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta,
donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa
hizo su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en "esposa de
Jesús para toda la eternidad". Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a
enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de
profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los
veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda
alegría.

Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por
un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con
fidelidad y alegría.

El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro


anual, Madre Teresa recibió su "inspiración", su "llamada dentro de la llamada". Ese día, de
una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el
deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las
sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el
deseo de su corazón de encontrar "víctimas de amor" que "irradiasen a las almas su amor".
"Ven y sé mi luz", Jesús le suplicó. "No puedo ir solo". Le reveló su dolor por el olvido de los
pobres, su pena por la ignorancia que tenían de El y el deseo de ser amado por ellos. Le
pidió a la Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad,
dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y
discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de
agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las
puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.

Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa
volvió a Calcuta, donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El
21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas
de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a
una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día
entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano,
para encontrar y servir a Jesús en "los no deseados, los no amados, aquellos de los que
nadie se ocupaba". Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus
antiguas alumnas.
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva
congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa
comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido
por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir
una casa en Venezuela. Esta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma,
Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando
durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países
comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.

Para responder mejor a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa
fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las
Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la
Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitó solamente a aquellos que sentían la
vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores
Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales
compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes
obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En
respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el
Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un "pequeño camino de santidad" para aquellos
sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.

Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en
la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio
Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979,
hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir
sus actividades con un interés cada vez mayor.

Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención "para gloria de Dios y en nombre
de los pobres". Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de
amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas
pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios.
Pero, existía otro lado heroico de esta mujer quesalió a la luz solo después de su muerte.
Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo
marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación
de Dios, incluso de sentirse rechazada por El, unido a un deseo cada vez mayor de su amor.
Ella misma llamó "oscuridad" a su experiencia interior. La"dolorosa noche" de su alma, que
comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final
de su vida, condujo a Madre Teresa a unión con Dios cada vez más profunda. Mediante la
oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y
compartió la desolación interior de los pobres.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los problemas de salud cada vez más
graves, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de
los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000
miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo
de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las
Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero.
Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde
transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla
e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a
su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo
fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió
rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social
diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida,
de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de
Jesús, "Ven y sé mi luz" hizo de ella una Misionera de la Caridad, una "madre para los
pobres", un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de
Dios.

Menos de dos años después de su muerte, a causa de la extendida fama de santidad de


Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura
de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre de 2002 el mismo Papa aprobó los decretos
sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre
Teresa.

v
San Juan Masías
18 de Setiembre

Nació en Rivera de Fresno, en Extremadura, España, el 2 de marzo de 1585. Era muy niño
cuando sus padres murieron, quedando él bajo el cuidado de un tío suyo que lo hizo trabajar
como pastor. Después de un tiempo conoció a un comerciante con el cual comenzó a
trabajar, en 1616 el mercader viajó a América y Juan junto con él.
Llegó primero a Cartagena y de ahí decidió dirigirse al interior del Reino de Nueva Granada,
visitó Pasto y Quito, para llegar finalmente al Perú donde se instalaría por el resto de su vida.
Recién llegado obtuvo trabajo en una hacienda ganadera en las afueras de la capital y en
estas circunstancias descubrió su vocación a la vida religiosa. Después de dos años ahorró
un poco de dinero y se instaló definitivamente en Lima.
Repartió todo lo que tenía entre los pobres y se preparó para entrar a la Orden de
Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María Magdalena
donde había sido admitido. El 23 de enero de 1622 tomó los hábitos.
Su vida en el convento estuvo marcada por la profunda oración, la penitencia y la caridad.
Por las austeridades a las que se sometía sufrió una grave enfermedad por la cual tuvo que
ser intervenido en una peligrosa operación. Ocupó el cargo de portero y este fue el lugar de
su santificación. El portón del monasterio era el centro de reunión de los mendigos, los
enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando consuelo. El propio Virrey
y la nobleza de Lima acudían a él en busca de consejos.
Andaba por la ciudad en busca de limosna para repartir entre los pobres. No se limitaba a
saciar el hambre de pan, sino que completaba su ayuda con buenos consejos y exhortaciones
en favor de la vida cristiana y el amor a Dios.
Murió el 16 de setiembre de 1645 y fue canonizado el 28 de setiembre de 1975 por Pablo VI.

San Pío de Pietrelcina


23 de Setiembre

El padre Francesco Forgione nació en Pietrelcina, provincia de


Benevento, el 25 de mayo de 1887. Sus padres fueron Horacio Forgione y María Giuseppa.
Creció dentro de una familia humilde, pero como un día él mismo dijo, nunca careció de
nada.

Fue un niño muy sensible y espiritual. En la Iglesia Santa María de los Ángeles, la cual se
podría decir fue como su hogar, fue bautizado, hizo la Primera Comunión y la Confirmación.
También en esta misma Iglesia fue donde a los cinco años se le apareció el Sagrado Corazón
de Jesús. Más adelante empieza a tener apariciones de la Virgen María que durarían por el
resto de su vida.

Ingresó a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos en Morcone en enero de 1903. El día
anterior de entrar al Seminario, Francisco tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre.
En esta visión Jesús puso su mano en el hombro de Francisco, dándole coraje y fortaleza
para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habló suave, sutil y maternalmente
penetrando en lo más profundo de su alma.

Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto de 1910 en la Catedral de Beneveto, y en febrero de


ese año se estableció en San Giovanni Rotondo, donde permaneció hasta su muerte, el 23 de
setiembre de 1968.

Poco después de su ordenación, le volvieron las fiebres y los males que siempre le aquejaron
durante sus estudios, y es enviado a su pueblo, Pietrelcina, para que se restableciera de
salud. Luego de 8 años de sacerdocio, el 20 de setiembre de 1918, recibe los estigmas de
Nuestro Señor Jesucristo en sus manos, pies y costado izquierdo, convirtiéndose en el primer
sacerdote estigmatizado. En una carta que escribe a su director espiritual los describe así:
"En medio de las manos apareció una mancha roja, del tamaño de un centavo, acompañada
de un intenso dolor. También debajo de los pies siento dolor".

Más adelante, en el año de 1940 proyectó un hospital que se denominó "Casa del Alivio del
Sufrimiento" -el más importante del sur de Italia-, cuya construcción culminó en 1956.

El 20 de septiembre de 1968 el Padre Pío cumplió 50 años de haber recibido por primera vez
los estigmas del Señor Jesús. El Padre Pío celebró la Misa a la hora acostumbrada. Alrededor
del altar hubieron 50 grandes macetas con rosas rojas para sus 50 años de sangre... A los
dos días murmurando por largas horas "Jesús, María!", muere el Padre Pío, el 22 de
septiembre de 1968. Los que estaban presentes quedaron largo tiempo en silencio y en
oración. Después estalló un largo e irrefrenable llanto.

El funeral del Padre Pío fue impresionante ya que se tuvo que esperar cuatro días para que la
multitud de personas pasaran a despedirse. Se calcula que más de cien mil personas
participaron del entierro. Al morir desaparecieron los estigmas con el cual el Señor ha
confirmado su origen místico y sobrenatural.

Muchas han sido las sanciones y conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío e
innumerables milagros han sido reportados a la Santa Sede.

El 18 de diciembre, de 1997, Su Santidad Juan Pablo II pronunció venerable al Padre Pío.


Este paso, aunque no tan ceremonioso como la beatificación y canonización, es ciertamente
la parte más importante del proceso.

Fue beatificado por su S.S. Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999 en una solemne
Concelebración Eucarística en la Plaza San Pedro.

El 16 de junio del 2002 fue declarado San Pío de Pietrelcina en presencia de S.S. Juan Pablo
II, en una solemne misa en la Plaza San Pedro.
Homilía del Papa Juan Pablo II en la
Ceremonia de Canonización del Padre Pío
de Pietrelcina
1. «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mateo 11, 30).

Las palabras de Jesús a los discípulos, que acabamos de escuchar, nos ayudan a comprender
el mensaje más importante de esta celebración. Podemos, de hecho, considerarlas en un
cierto sentido como una magnífica síntesis de toda la existencia del padre Pío de Pietrelcina,
hoy proclamado santo.

La imagen evangélica del «yugo» evoca las muchas pruebas que el humilde capuchino de
San Giovanni Rotondo tuvo que afrontar. Hoy contemplamos en él cuán dulce es el «yugo»
de Cristo y cuán ligera es su carga, cuando se lleva con amor fiel. La vida y la misión del
padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se
transforman en un camino privilegiado de santidad, que se adentra en perspectivas de un
bien más grande, solamente conocido por el Señor.

2. «En cuanto a mí... ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo» (Gálatas 6, 14).

¿No es quizá precisamente la «gloria de la Cruz» la que más resplandece en el padre Pío?
¡Qué actual es la espiritualidad de la Cruz vivida por el humilde capuchino de Pietrelcina!
Nuestro tiempo necesita redescubrir su valor para abrir el corazón a la esperanza. En toda su
existencia, buscó siempre una mayor conformidad con el Crucificado, teniendo una
conciencia muy clara de haber sido llamado a colaborar de manera peculiar con la obra de la
redención. Sin esta referencia constante a la Cruz, no se puede comprender su santidad.

En el plan de Dios, la Cruz constituye el auténtico instrumento de salvación para toda la


humanidad y el camino explícitamente propuesto por el Señor a cuantos quieren seguirle (Cf.
Marcos 16, 24). Lo comprendió bien el santo fraile de Gargano, quien, en la fiesta de la
Asunción de 1914, escribía: «Para alcanzar nuestro último fin hay que seguir al divino Jefe,
quien quiere llevar al alma elegida por un solo camino, el camino que él siguió, el de la
abnegación y la Cruz» («Epistolario» II, p. 155).

3. «Yo soy el Señor que actúa con misericordia» (Jeremías 9, 23).

El padre Pío ha sido generoso dispensador de la misericordia divina, ofreciendo su


disponibilidad a todos, a través de la acogida, la dirección espiritual, y especialmente a
través de la administración del sacramento de la Penitencia. El ministerio del confesionario,
que constituye uno de los rasgos característicos de su apostolado, atraía innumerables
muchedumbres de fieles al Convento de San Giovanni Rotondo. Incluso cuando el singular
confesor trataba a los peregrinos con aparente dureza, éstos, una vez tomada conciencia de
la gravedad del pecado, y sinceramente arrepentidos, casi siempre regresaban para recibir el
abrazo pacificador del perdón sacramental.

Que su ejemplo anime a los sacerdotes a cumplir con alegría y asiduidad este ministerio, tan
importante hoy, como he querido confirmar en la Carta a los Sacerdotes con motivo del
pasado Jueves Santo.

4. «Tú eres, Señor, mi único bien».

Es lo que hemos cantado en el Salmo Responsorial. Con estas palabras, el nuevo santo nos
invita a poner a Dios por encima de todo, a considerarlo como nuestro sumo y único bien.

En efecto, la razón última de la eficacia apostólica del padre Pío, la raíz profunda de tanta
fecundidad espiritual, se encuentra en esa íntima y constante unión con Dios que
testimoniaban elocuentemente las largas horas transcurridas en oración. Le gustaba repetir:
«Soy un pobre fraile que reza», convencido de que «la oración es la mejor arma que
tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios». Esta característica fundamental de su
espiritualidad continua en los «Grupos de Oración» que él fundo, y que ofrecen a la Iglesia y
a la sociedad la formidable contribución de una oración incesante y confiada. El padre Pío
unía a la oración una intensa actividad caritativa de la que es expresión extraordinaria la
«Casa de Alivio del Sufrimiento». Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente
concreta de la enseñanza del padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos.

5. «Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque... estas cosas... las has revelado
a los pequeños» (Mateo 11, 25).

Qué apropiadas parecen estas palabras de Jesús, cuando se te aplican a ti, humilde y
amado, padre Pío.

Enséñanos también a nosotros, te pedimos, la humildad del corazón para formar parte de los
pequeños del Evangelio, a quienes el Padre les ha prometido revelar los misterios de su
Reino.

Ayúdanos a rezar sin cansarnos nunca, seguros de que Dios conoce lo que necesitamos,
antes de que se lo pidamos.

Danos una mirada de fe capaz de capaz de reconocer con prontitud en los pobres y en los
que sufren el rostro mismo de Jesús.

Apóyanos en la hora del combate y de la prueba y, si caemos, haz que experimentemos la


alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María, Madre de Jesús y nuestra.

Acompáñanos en la peregrinación terrena hacia la patria bienaventurada, donde esperamos


llegar también nosotros para contemplar para siempre la Gloria del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.

San Vicente de Paul


27 de Setiembre

Nació en el pueblecito de Pouy en Francia, en


1580. San Vicente -cuyo nombre significa victorioso- solía decir, por experiencia propia, a los
impacientes: "Tres veces hablé cuando estaba de mal genio y con ira, y las tres veces dije
barbaridades". Por eso cuando le ofendían permanecía siempre callado, en silencio como
Jesús en su Santísima Pasión".

El Ministro Gondi nombró al P. Vicente como capellán de las grandes regiones donde tenía
sus haciendas, descubriendo con horror que los campesinos ignoraban totalmente la religión;
que las pocas confesiones que hacía eran sacrílegas porque callaban casi todo, y que no
tenían quién les instruyera.

Se consiguió un grupo de sacerdotes amigos, y empezó a predicar misiones por esos


pueblos. La gente acudía por centenares y miles a escuchar los sermones se confesaban y
enmendaban su vida. Fue ahí donde vio la necesidad de fundar la Comunidad de Padres
Vicentinos, dedicada a instruir y ayudar a los más necesitados. La obra apostólica del santo
se extendío velozmente fundando no sólo comunidades sino también grupos de caridad para
ayudar e instruir a las gentes más pobres; sin embargo, para dirigir las misiones el santo vio
la necesidad de que sean religiosas quienes lo ayudasen fundando la comunidad de las
hermanas vicentinas a cargo de Santa Luisa de Marillac.

Murió el 27 de septiembre de 1660, a los 80 años de edad. El Santo Padre León XIII lo
proclamó Patrono de todas las asociaciones católicas de caridad.

Reflexiones de San Vicente de Paul:


"Al servir a los Pobres se sirve a Jesucristo" C. IX,
252
"Por consiguiente, debe vaciarse de sí mismo para revestirse de
Jesucristo" C. XI 342
"No me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo" C. XII, 262
"¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni
sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en
pintura." CXII, 271
"Si se invoca a la Madre de Dios y se la toma como Patrona en las
cosas importantes, no puede ocurrir sino que todo vaya bien y
redunde en gloria del buen Jesús, su Hijo..." C.XIV, 126
"No puede haber caridad si no va acompañada de justicia" C. II, 54
"Nada mas grande que un sacerdote a quien Dios de todo poder
sobre su Cuerpo natural y su Cuerpo místico"

Vicente de Paúl

Vicente de Paúl

Vicente de Paúl (Pouy, Landas, abril de 1581? - París, 27 de septiembre de 1660).

De familia campesina modesta, es el tercero de seis hermanos. Estudia en Dax, Zaragoza y


Toulouse donde termina sus estudios de Filosofía y Teología.

En 1600 es ordenado sacerdote.

En 1613 entra en la importante casa de los Señores de Gondi como preceptor de los niños y
posteriormente director espiritual de la señora. Las condiciones de vida materiales y espirituales
de la población campesina y del clero que la atiende y su propia evolución espiritual, llevan a
Vicente a dedicar el resto de su vida a la evangelización y redención espiritual y material de los
pobres y a la formación de los sacerdotes.

Funda las Cofradías de la Caridad, en 1617, la Congregación de la Misión, en 1625, y la Compañía


de las Hijas de la Caridad, en 1633 con Luisa de Marillac.

En 1737 es canonizado por el papa Clemente XII y en 1885 el papa León XIII lo proclama Patrono
universal de todas las obras de Caridad.

Reseña biográfica
Vicente de Paúl nació en una pequeña casa rural en las afueras de la aldea de Pouy (que, desde el
siglo XIX, se llama Saint Vincent de Paul en honor de su muy ilustre hijo), a unos cinco kilómetros
de la ciudad de Dax, en el departamento de Las Landas, situado al suroeste de Francia. En el lugar
de su nacimiento, conocido hoy como el Berceau de Saint Vincent de Paul, se levanta una modesta
construcción de ladrillo y vigas de madera muy parecida a la casa en que nació Vicente en abril de
1580 ó 1581 (el año exacto no es seguro). Era el tercero de seis hermanos. La modesta condición
de la familia hizo que muy pronto el niño Vicente tuviera que contribuir con su trabajo de pastor
de ovejas y de cerdos a la economía familiar. Pronto también dio muestras de una inteligencia
despierta, lo que llevó a su padre a pensar que este hijo podía muy bien ‘hacer carrera’;
expresamente, una carrera eclesiástica. Cursó estudios primarios y secundarios en Dax, y
posteriormente filosofía y teología en Toulouse durante siete años. Hizo también algunos estudios
en Zaragoza. Se ordenó muy joven, a los veinte años, con la intención de ser párroco de
inmediato y así poder ayudar a su familia.

Una serie de peripecias no muy bien conocidas dio con él a los treinta años en París, donde
encontró inicialmente algunas pequeñas ocupaciones sacerdotales hasta que por recomendación
de un prestigioso amigo sacerdote, Pedro de Berulle, posteriormente cardenal, entró en 1613 en la
importante casa de los señores de Gondi como preceptor de los niños y posteriormente director
espiritual de la señora.

Los viajes por las tierras de los Gondi llevaron a Vicente a un conocimiento de primera mano de
las lastimosas condiciones de vida materiales y espirituales de la población campesina, y también
del clero parroquial que les atendía con serias deficiencias. Esta experiencia y su propia evolución
espiritual, cuyos perfiles exactos nos son poco conocidos, le llevaron a un decisión irrevocable de
dedicar su vida sacerdotal, no a la promoción social de su familia o a la suya propia, cual había
sido el caso hasta entonces, sino a la evangelización y redención de la población campesina y a la
formación de sus sacerdotes.

A partir de esa decisión la vida de Vicente mantiene hasta su muerte a los ochenta años, en 1660,
una línea constante, nunca quebrada ni desviada por otras visiones ni otros intereses, de
dedicación a la redención espiritual y material de los pobres.

Su visión, limitada en sus comienzos a la población campesina, se fue ensanchando


progresivamente hasta incluir condenados a galeras, enfermos pobres, niños abandonados,
soldados heridos, esclavos, ancianos desamparados, mendigos, refugiados de guerra, nativos
paganos de Madagascar...Para ello movilizó a sacerdotes (Congregación de la Misión, Conferencias
de los Martes, hombres y mujeres de la nobleza, de la burguesía y del pueblo llano (cofradías
parroquiales de caridad y Damas de la Caridad), jóvenes campesinas (Hijas de la Caridad), a los
que intentó contagiar con su propia visión del evangelio y su experiencia cristiana, basada en las
palabras mismas de Jesucristo en el evangelio de san Lucas 4,18:

"El Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos, la
vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos"

Murió en la paz del Señor antes de amanecer el 27 de septiembre de l660. Fue canonizado en
1737.

Obras
Pocos santos ha habido tan activos como Vicente de Paúl. Sólo destacando sus principales
realizaciones, la lista de éstas es impresionante.

En 1617, sintiendo la necesidad de organizar obras prácticas de caridad en Châtillon, fundó "las
Caridades" (más tarde conocidas como las Damas de la Caridad y ahora llamadas AIC Asociación
Internacional de Caridades). Éstas se extendieron rápidamente por toda Francia y luego por el
mundo, llegando a contar hoy con más de 260.000 miembros. Durante su vida redactó los
estatutos para numerosas “Caridades” que surgieron en toda Francia.

En 1625, fundó la Congregación de la Misión. En el momento de su muerte, la Congregación había


llegado a Polonia, Italia, Argelia, Madagascar, Irlanda, Escocia, las Hébridas y las Orkneys.
Durante su vida, la casa de San Lázaro ella sola dio más de mil misiones. Ejerció como Superior
General de la Congregación hasta su muerte, celebrando reuniones regulares del consejo,
escribiendo sus reglas, dirigiendo las asambleas generales y resolviendo cantidad de problemas
fundacionales como conseguir la aprobación de la Congregación por la Santa Sede, decidir si se
debían hacer votos, determinar cuáles debían pronunciarse y cuál debía ser su contenido.

En 1633, junto con Luisa de Marillac, fundó la Compañía de las Hijas de la Caridad. Con Luisa a su
lado, actuó como Superior General, presidiendo los frecuentes consejos, redactando una regla y
resolviendo la base jurídica un tanto revolucionaria que haría de la Compañía una fuerza
apostólica tan poderosa en los años venideros. Durante su vida, se erigieron más de 60 casas
entre Francia y Polonia. Luego, la Compañía llegó a ser una de las más grandes congregaciones
que ha visto la Iglesia.

En el proceso de guiar a los grupos que fundó, Vicente mantuvo una enorme correspondencia, con
más de 30.000 cartas, de las que solamente se conserva un diez por ciento. Dio frecuentes
conferencias a la Congregación de la Misión y a las Hermanas. Únicamente se conserva un
pequeño número de ellas y éstas son simplemente referencias de los copistas sobre lo que él
decía. También dio conferencias a las religiosas de la Visitación, confiadas a su cuidado por
Francisco de Sales en 1622. Ninguna de éstas nos ha sido legada.

De 1628 en adelante se fue comprometiendo más y más en la reforma del clero, organizando
ejercicios para ordenandos, las Conferencias de los Martes y retiros para sacerdotes. Abelly nos
dice que más de 12.000 ordenandos hicieron los ejercicios en San Lázaro. En los últimos 25 años
de su vida se encargó de la fundación de seminarios para el clero diocesano, obra que describió
como "casi igual" y en otras ocasiones como "igual" a la de las misiones. ¡Y llegó a fundar veinte!

En 1638, se encargó de la obra de los niños expósitos. Más de 300 eran abandonados anualmente
en las calles de París. Según los casos, asignaba un número de Hijas de la Caridad a la obra y tuvo
13 casas para recibirlos. Cuando, en 1647, esta obra estuvo en peligro, la salvó dirigiendo una
elocuente llamada a las Damas de la Caridad para que vieran a los expósitos como a sus hijos.

A partir de 1639, Vicente comenzó a organizar campañas para socorrer a los que sufrían por la
guerra, las plagas y el hambre. Uno de los ayudantes de Vicente, el Hermano Mateo Regnard, hizo
53 viajes, atravesando las filas del enemigo disfrazado, llevando dinero de Vicente para auxilio de
los que se encontraban en zonas de guerra.

De 1643 a 1652 sirvió en el Consejo de Conciencia, cuerpo administrativo selecto que aconsejaba
al rey en lo referente a la elección de obispos. Al mismo tiempo fue amigo y, a menudo, consejero
de muchos de los grandes guías espirituales de su tiempo. En 1652, cuando la pobreza rodeaba
París, Vicente, a los 72 años, organizó ingentes programas de socorro que repartían sopa dos
veces al día a miles de pobres en San Lázaro y alimentaban a miles más en las casas de las Hijas
de la Caridad. Organizó colectas, llegando a recoger cada semana de 5 a 6 mil libras de carne, de
2 a 3 mil huevos y provisiones de ropa y utensilios.

Tan impresionantes fueron las actividades de Vicente que el predicador de su funeral, Henri de
Maupas du Tour, declaró: "Poco le faltó para cambiar la faz de la Iglesia".

Principales fechas de su vida


1580 ó 1581: Nace Vicente de Paúl, en Pouy, cerca de Dax, en el departamento francés de las
Landas. Es el tercer hijo de la familia de Paúl-Moras.

1595: Vicente sale de Pouy para ir a Dax, donde vivirá en casa del Señor de Comet, abogado en

Dax y juez en Pouy. Cursa estudios en el colegio de los Franciscanos.

1596: Vicente inicia sus estudios teológicos en Zaragoza y Toulouse.

1600: El 23 de septiembre recibe la ordenación sacerdotal en Chateau-l'Evêque, dice su primera

misa en Buzet y es nombrado párroco de Tilh.

1610: Vicente de Paúl pasa a formar parte del grupo de limosneros en la Corte de Margarita

d1612: El 2 de mayo toma posesión de la parroquia de Clichy.

1613: Entra como preceptor en la ilustre familia de los Gondi.

1617: Por dos veces en Gannes y en Chatillón-les-Dombes, Vicente se encuentra con la pobreza

espiritual y material y decide cambiar de vida para tomar el partido de los pobres.

1619: El 8 de febrero, Vicente recibe el nombramiento de Capellán real de las Galeras.

1620: Las Misiones rurales y las Cofradías de la Caridad se multiplican.

1623: Con ocasión de una misión predicada en las galeras atracadas en Burdeos, Vicente vuelve,

por última vez a su tierra natal.

1625: El 17 de abril, Vicente firma el contrato de fundación de la Congregación de la Misión.

1628: En Beauvais Vicente predica a los ordenandos unos ejercicios espirituales, a raíz de los

cuales se dedicará activamente a la formación del clero.

1633: El 29 de noviembre, Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, fundan la Compañía de las Hijas de

la Caridad, siervas de los pobres enfermos.


Las Conferencias de los Martes, organizadas por Vicente de Paúl, congregan regularmente

a los miembros más destacados del clero de aquel tiempo.

1638: Vicente de Paúl se hace cargo de la Obra de los niños expósitos.

1639: Envía a las Hijas de la Caridad al Hospital de Angers y organiza la ayuda para la región de

Lorena, destrozada por la guerra.

1640: Vicente de Paúl emprende gestiones ante Richelieu, a favor de la paz.

1643: Vicente recibe el nombramiento como miembro del Consejo de Conciencia. Ha asistido en

sus últimos momentos al Rey Luis XIII.

1646: Se establecen los Misioneros, Sacerdotes de la misión, en Túnez y Argel para rescatar

esclavos cristianos.

1648:
Vicente de Paúl envía a sus primeros misioneros a Madagascar.

San Miguel, San Rafael y San Gabriel


SAN MIGUEL ARCÁNGEL

La fiesta a la que nos referimos hoy, se ha celebrado con gran


solemnidad a fines de setiembre, desde el siglo sexto por lo menos. El
Martirologio Romano afirma que la festividad se celebra la dedicación
de una Basílica en honor de San Miguel, a unos 10 kilómetros al norte
de Roma. En el oriente, donde antaño se tenia al arcángel como
protector de los enfermos (actualmente se le considera como Capitán
de las legiones celestiales y Patrón de los soldados), la veneración a
San Miguel es todavía mas antigua.

Aunque solamente a San Miguel se le menciona como titular de la festividad, en las


oraciones que pronuncia los fieles en la misa también están comprendidos todos los ángeles
y buenos y el glorioso ángel tutelar de la Iglesia.. En esas oraciones se pide que demos
gracias a Dios por la gloria de que gozan los ángeles y que nos alegremos de felicidad, así
como también, se nos invita a honrar a los ángeles y a implorar su intercesión y ayuda.

SAN GABRIEL ARCANGEL


Por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, se ordenó que la
fiesta de San Gabriel Arcángel fuera considerada en el futuro como
doble de primera clase, a partir del 24 de marzo, para toda la Iglesia
occidental. Según el profeta Daniel (IX, 21) fue Gabriel el que anunció
le anunció el tiempo de la venida del Mesías; que fue él, de nuevo,
quien se apareció a Zacarías "estando de pie a la derecha del altar del
incienso" (Lucas 1, 10-19), para darle a conocer el futuro nacimiento
del Precursor y finalmente, que el arcángel como embajador de Dios, fue enviado a María, en
Nazaret para proclamar el misterio de la Encarnación. Es por lo tanto apropiado que Gabriel
sea honrado en este día que precede a la fiesta de la Anunciación de la Santísima Virgen. Por
otro lado, existe evidencia arqueológica que el culto de San Gabriel no es en ningún sentido
una innovación; hay muchas representaciones del ángel en el arte primitivo cristiano, tanto
de oriente como de occidente. Este mensajero del cielo es también el santo patrón de los que
trabajan en los servicios postales, de telégrafos y teléfonos.

SAN RAFAEL ARCANGEL

La Biblia sólo menciona por su nombre a tres de los siete Arcángeles


que, según la tradición judío cristiana, se hallan más cerca del trono de
Dios: Miguel, Gabriel y Rafael.

En el Libro de Tobías se cuenta que Dios envió a San Rafael a ayudar al


anciano Tobías, quien estaba ciego y se hallaba en una gran aflicción, y
a Sarah, la hija de Raquel, cuyos siete maridos habían muerto la noche
del día bodas. San Rafael tomó la forma humana y se hizo llamar
Azarías. Éste, acompañó a Tobías en su viaje, le ayudó en sus dificultades y le explicó cómo
podía casarse con Sarah sin peligro alguno. En el libro de Tobías él mismo Arcángel se
describe como "uno de los siete que están en la presencia del Señor

Catequesis de Juan Pablo II sobre ángeles y demonios


Catequesis sobre el Credo (5.XII.84 - 7.XII.86)
VII Los ángeles

INDICE

La existencia de los Ángeles


La caída de los Ángeles malos
La misión de los Ángeles
La naturaleza de los Ángeles
El pecado y la acción de Sataná
La acción de Satanás y la victoria de Cristo

La existencia de los ángeles revelada por Dios (9.VII.86)

1. Nuestras catequesis sobre Dios, Creador del mundo, no podían concluirse sin dedicar una
atención adecuada a un contenido concreto de la revelación divina: la creación de los seres
puramente espirituales, que la Sagrada Escritura llama 'ángeles'. Tal creación aparece
claramente en los Símbolos de la Fe, especialmente en el Símbolo niceno-
constantinopolitano: Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la
tierra, de todas las cosas (esto es, entes o seres) 'visibles e invisibles'. Sabemos que el
hombre goza, dentro de la creación, de una posición singular: gracias a su cuerpo pertenece
al mundo visible, mientras que, por el alma espiritual, que vivifica el cuerpo, se halla casi en
el confín entre la creación visible y la invisible. A esta última, según el Credo que la Iglesia
profesa a la luz de la Revelación, pertenecen otros seres, puramente espirituales, por
consiguiente no propios del mundo visible, aunque están presentes y actuantes en él. Ellos
constituyen un mundo específico.

2. Hoy, igual que en tiempos pasados, se discute con mayor o menor sabiduría acerca de
estos seres espirituales. Es preciso reconocer que, a veces, la confusión es grande, con el
consiguiente riesgo de hacer pasar como fe de la Iglesia respecto a los ángeles cosas que no
pertenecen a la fe o, viceversa, de dejar de lado algún aspecto importante de la verdad
revelada.La existencia de los seres espirituales que la Sagrada Escritura, habitualmente,
llama 'ángeles', era negada ya en tiempos de Cristo por los saduceos (Cfr. Hech 23, 8). La
niegan también los materialistas y racionalistas de todos los tiempos. Y sin embargo, como
agudamente observa un teólogo moderno, 'si quisiéramos desembarazarnos de los ángeles,
se debería revisar radicalmente la misma Sagrada Escritura y con ella toda la historia de la
salvación' (.). Toda la Tradición es unánime sobre esta cuestión. El Credo de la Iglesia, en el
fondo, es un eco de cuanto Pablo escribe a los Colosenses: 'Porque en El (Cristo) fueron
creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, los tronos, las
dominaciones, los principados, las potestades; todo fue creado por El y para El' (Col 1, 16).
O sea, Cristo que, como Hijo-Verbo eterno y consubstancial al Padre, es 'primogénito de toda
criatura' (Col 1, 15), está en el centro del universo como razón y quicio de toda la creación,
como ya hemos visto en las catequesis precedentes y como todavía veremos cuando
hablemos más directamente de El.

3. La referencia al primado de Cristo nos ayuda a comprender que la verdad acerca de la


existencia y acción de los ángeles (buenos y malos) no constituyen el contenido central de la
Palabra de Dios.En la Revelación, Dios habla en primer lugar 'a los hombres. y pasa con ellos
el tiempo para invitarlos y admitirlos a la comunión con El', según leemos en la Cons. 'Dei
Verbum' del Conc. Vaticano II (n.2). De este modo 'las profunda verdad, tanto de Dios como
de la salvación de los hombres', es el contenido central de la Revelación que 'resplandece '
más plenamente en la persona de Cristo (Cfr. Dei Verbum 2).La verdad sobre los ángeles es,
en cierto sentido, 'colateral', y, no obstante, inseparable de la Revelación central que es la
existencia, la majestad y la gloria del Creador que brillan en toda la creación ('visible' e
'invisible') y en la acción salvífica de Dios en la historia del hombre. Los ángeles no son,
criaturas de primer plano en la realidad de la Revelación, y, sin embargo, pertenecen a ella
plenamente, tanto que en algunos momentos les vemos cumplir misiones fundamentales en
nombre del mismo Dios.

4. Todo esto que pertenece a la creación entra, según la Revelación, en el misterio de la


Providencia Divina. Lo afirma de modo ejemplarmente conciso el Vaticano I, que hemos
citado ya muchas veces: 'Todo lo creado Dios lo conserva y lo dirige con su Providencia
extendiéndose de un confín al otro con fuerza y gobernando con bondad todas las cosas.
"Todas las cosas están desnudas y manifiestas a sus ojos", hasta aquello que tendrá lugar
por libre iniciativa de las criaturas'. La Providencia abraza, por tanto, también el mundo de
los espíritus puros, que aun más plenamente que los hombres son seres racionales y libres.
En la Sagrada Escritura encontramos preciosas indicaciones que les conciernen.Hay la
revelación de un drama misterioso, pero real, que afectó a estas criaturas angélicas, sin que
nada escapase a la eterna Sabiduría, la cual con fuerza (fortiter) y al mismo tiempo con
bondad (suaviter) todo lo lleva al cumplimiento en el reino del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.

5. Reconozcamos ante todo que la Providencia, como amorosa Sabiduría de Dios, se ha


manifestado precisamente al crear seres puramente espirituales, por los cuales se expresa
mejor la semejanza de Dios en ellos, que supera en mucho todo lo que ha sido creado en el
mundo visible junto con el hombre, también él, imborrable imagen de Dios. Dios, que es
Espíritu absolutamente perfecto, se refleja sobre todo en los seres espirituales que, por
naturaleza, esto es, a causa de su espiritualidad, están mucho más cerca de El que las
criaturas materiales y que constituyen casi el 'ambiente' más cercano al Creador.La Sagrada
Escritura ofrece un testimonio bastante explícito de esta máxima cercanía a Dios de los
ángeles, de los cuales habla, con lenguaje figurado, como del 'trono' de Dios, de sus
'ejércitos', de su 'cielo'. Ella ha inspirado la poesía y el arte de los siglos cristianos que nos
presentan a los ángeles como la 'corte de Dios'.

La caída de los ángeles malos (23.VII.86)

1. Proseguimos hoy nuestra catequesis sobre los ángeles, cuya existencia, querida por un
acto del amor eterno de Dios, profesamos (.).En la perfección de su naturaleza espiritual, los
ángeles están llamados desde el principio, en razón de su inteligencia, a conocer la verdad y
a amar el bien que conocen en la verdad de modo mucho más pleno y perfecto que cuanto
es posible al hombre. Este amor es el acto de una voluntad libre, por lo cual también para los
ángeles la libertad significa posibilidad de hacer una elección en favor o en contra del Bien
que ellos conocen, esto es, Dios mismo.Hay que repetir aquí lo que ya hemos recordado a su
debido tiempo a propósito del hombre: creando a los seres libres, Dios quiere que en el
mundo se realice aquel amor verdadero que sólo es posible sobre la base de la libertad. El
quiso, pues, que la criatura, constituida a imagen y semejanza de su Creador, pudiera de la
forma más plena posible, volverse semejante a El: Dios, que 'es amor'. Creando a los
espíritus puros, como seres libres, Dios, en su Providencia, no podía no prever también la
posibilidad del pecado de los ángeles. Pero precisamente porque la Providencia es eterna
sabiduría que ama, Dios supo sacar de la historia de este pecado, incomparablemente más
radical, en cuanto pecado de un espíritu puro, el definitivo bien de todo el cosmos creado.

2. De hecho, como dice claramente la Revelación, el mundo de los espíritus puros aparece
dividido en buenos y malos. Pues bien, esta división no se obró por la creación de Dios, sino
en base a la propia libertad de la naturaleza espiritual de cada uno de ellos. Se realizó
mediante la elección que para los seres puramente espirituales posee un carácter
incomparablemente más radical que la del hombre y es irreversible, dado el grado de
intuición y de penetración del bien, del que está dotada su inteligencia.A este respecto se
debe decir también que los espíritus puros han sido sometidos a una prueba de Carácter
moral. Fue una opción decisiva, concerniente ante todo a Dios mismo, un Dios conocido de
modo más esencial y directo que lo que es posible al hombre, un Dios que había hecho a
estos seres espirituales el don, antes que al hombre, de participar en su naturaleza divina.

3. En el caso de los espíritus puros la elección decisiva concernía ante todo a Dios mismo,
primero y sumo Bien, aceptado y rechazado de un modo más esencial y directo del que
pueda acontecer en el radio de acción de la libre voluntad del hombre. Los espíritus puros
tienen un conocimiento de Dios incomparablemente más perfecto que el hombre, porque con
el poder de su inteligencia, no condicionada ni limitada por la mediación del conocimiento
sensible, ven hasta el fondo la grandeza del Ser infinito, de la primera Verdad, del sumo
Bien. A esta sublime capacidad de conocimiento de los espíritus puros Dios ofreció el misterio
de su divinidad haciéndoles participes, mediante la gracia, de su infinita gloria.Precisamente
en su condición de seres de naturaliza espiritual, había en su inteligencia la capacidad, el
deseo de esta elevación sobrenatural a la que Dios les había llamado, para hacer de ellos,
mucho antes que del hombre, 'partícipes de la naturaleza divina', partícipes de la vida íntima
de Aquel que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, de Aquel que, en la comunión de las tres
Divinas Personas, 'es Amor'.Dios había admitido a todos los espíritus puros, antes y en
mayor grado que al hombre, a la eterna comunión de Amor.

4. La opción realizada sobre la base de la verdad de Dios, conocida deforma superior dada la
lucidez de sus inteligencias, ha dividido también el mundo de los espíritus puros en buenos y
malos.Los buenos han elegido a Dios como Bien supremo y definitivo, conocido a la luz de la
inteligencia iluminada por la Revelación. Haber escogido a Dios significa que se han vuelto a
El con toda la fuerza interior de su libertad, fuerza que es amor. Dios se ha convertido en el
objetivo total y definitivo de su existencia espiritual.Los otros, en cambio, han vuelto la
espalda a Dios contra la verdad del conocimiento que señalaba en Él el Bien total y definitivo.
Han hecho una elección contra la revelación del misterio de Dios, contra su gracia, que los
hacía partícipes de la Trinidad y de la eterna amistad con Dios, en la comunión con El
mediante el amor. Basándose en su libertad creada, han realizado una opción radical e
irreversible, al igual que la de los ángeles buenos, pero diametralmente opuesta: en lugar de
una aceptación de Dios, plena de amor, le han opuesto un rechazo inspirado por un falso
sentido de autosuficiencia, de aversión y hasta de odio, que se ha convertido en rebelión.

5. Cómo comprender esta oposición y rebelión a Dios en seres dotados de una inteligencia
tan viva y enriquecidos con tanta luz? ¿Cuál puede ser el motivo de esta radical e irreversible
opción contra Dios, de un odio tan profundo que puede aparecer como fruto de la locura?.Los
Padres de la Iglesia y los teólogos no dudan en hablar de 'ceguera', producida por la
supervaloración de la perfección del propio ser, impulsada hasta el punto develar la
supremacía de Dios que exigía, en cambio, un acto de dócil y obediente sumisión. Todo esto
parece expresado de modo conciso en las palabras '"No te servir !2, 20), que manifiestan el
radical e irreversible rechazo de tomar parte en la edificación del reino de Dios en el mundo
creado. 'Satanás', el espíritu rebelde, quiere su propio reino, no el de Dios, y se yergue como
el primer 'adversario' del Creador, como opositor de la providencia, como antagonista de la
amorosa sabiduría de Dios.De la rebelión y del pecado de Satanás, como también del pecado
del hombre, debemos concluir acogiendo la sabia experiencia de la Escritura, que afirma: 'En
el orgullo está la perdición' (Tob 4, 14).

La misión de los ángeles (30.VII.86)

1. Según la Sagrada Escritura, los ángeles, en cuanto criaturas puramente espirituales, se


presentan a la reflexión de nuestra mente como una especial realización de la 'imagen de
Dios', Espíritu perfectísimo, como Jesús recuerda a la mujer samaritana con las palabras;
'Dios es espíritu' (Jn 4, 24).Los ángeles son, desde este punto de vista, las criaturas más
cercanas al modelo divino. El nombre que la Sagrada Escritura les atribuye indica que lo que
más cuenta en la Revelación es la verdad sobre las tareas de los ángeles respecto a los
hombres: ángel (angelus) quiere decir, en efecto, 'mensajero'. El término hebreo 'malak'
-mélk-, usado en el Antiguo Testamento, significa más propiamente 'delegado' o
'embajador'.Los ángeles, criaturas espirituales, tienen función de mediación y de ministerio
en las relaciones entre Dios y los hombres. Bajo este aspecto la Carta a los Hebreos dirá que
a Cristo se le ha dado un 'nombre', y por tanto un ministerio de mediación, muy superior al
de los ángeles (Cfr. Heb 1, 4).

2. El Antiguo Testamento subraya sobre todo la especial participación de los ángeles en la


celebración de la gloria que el Creador recibe como tributo de alabanza por parte del mundo
creado.Los Salmos de modo especial se hacen intérpretes de esa voz cuando proclaman,
p.e.: 'Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles.'
(Sal 148, 1-2).De modo semejante en el Salmo 102: 'Bendecid a Yahvéh vosotros sus
ángeles, que sois poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la voz de su palabra' (Sal 102,
20). Este último versículo del Salmo 102 indica que los ángeles toman parte, a su manera,
en el gobierno de Dios sobre la creación, como 'poderosos ejecutores de sus órdenes' según
el plan establecido por la Divina Providencia.A los ángeles está confiado en particular un
cuidado y solicitud especiales por los hombres, en favor de los cuales presentan a Dios sus
peticiones y oraciones, como nos recuerda, p.e., el Libro de Tobías (Cfr. especialmente Tob
3, 17 y 12, 12), mientras el Salmo 90 proclama: 'a sus ángeles ha dado órdenes. te llevarán
en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra'(Cfr. Sal 90, 1-12). Siguiendo el libro
de Daniel, se puede afirmar que las funciones de los ángeles como embajadores del Dios
vivo se extienden no sólo a cada uno de los hombres y a aquellos que tienen funciones
especiales, sino también a enteras naciones (Dan 10, 13-21).

3. El Nuevo Testamento puso de relieve las tareas de los ángeles respecto a la misión de
Cristo como Mesías y, ante todo, con relación al misterio de la encarnación del Hijo de Dios,
como constatamos en la narración de la anunciación del nacimiento de Juan Bautista (Cfr. Lc
1, 11), de Cristo mismo (Cfr. Lc 1, 26), en las explicaciones y disposiciones dadas a María y
José (Cfr. Lc 1, 30-37; Mt 1, 20-21), en las indicaciones dadas a los pastores la noche del
nacimiento del Señor (Cfr. Lc 2, 9-15), en la protección del recién nacido ante el peligro de la
persecución de Herodes (Cfr. Mt 2, 13).Más adelante los Evangelios hablan de la presencia
de los ángeles durante el ayuno de Jesús en el desierto a lo largo de 40 días (Cfr. Mt 4, 11) y
durante la oración en Getsemaní (Cfr. Lc 22, 43). Después de la resurrección de Cristo será
también un ángel, que se aparece en forma de un joven, quien dirá a las mujeres que habían
acudido al sepulcro y estaban sorprendidas por el hecho de encontrarlo vacío: 'No os
asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí. Pero id a
decir a sus discípulos. '(Mc 16, 6-7). María Magdalena, que se ve privilegiada por una
aparición personal de Jesús, ve también a dos ángeles (Jn 20, 12-17; cfr. también Lc 24, 4).
Los ángeles 'se presentan' a los Apóstoles después de la desaparición de Cristo para decirles:
'Hombres de Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo?. Ese Jesús que ha sido arrebatado de
entre vosotros al cielo, vendrá como le habéis visto ir al cielo' (Hech 1, 11).Son los ángeles
de la vida, de la pasión y de la gloria de Cristo. Los ángeles de Aquel que, como escribe San
Pedro, 'está a la diestra de Dios, después de haber ido al cielo, una vez sometidos a El
ángeles, potestades y poderes' (1 Pe 3, 22).

4. Si pasamos a la nueva venida de Cristo, es decir, a la 'parusía', hallamos que todos los
sinópticos hacen notar que 'el Hijo del hombre. vendrá en la gloria de su Padre con los
santos ángeles' (así Mc 8, 38, Mt 16, 27 y 25, 31, en la descripción del juicio final; y Lc 9,
26; cfr. también San Pablo, 2 Tes 1, 7).Se puede, por tanto, decir que los ángeles, como
espíritus puros, no sólo participan en el modo que les es propio de la santidad del mismo
Dios, sino que en los momentos clave, rodean a Cristo y lo acompañan en el cumplimiento
de su misión salvífica respecto a los hombres. De igual modo también toda la Tradición y el
Magisterio ordinario de la Iglesia ha atribuido a lo largo de los siglos a los ángeles este
carácter particular y esta función de ministerio mesiánico.

Naturaleza de los ángeles (6.VIII.8)

1. En las últimas catequesis hemos visto cómo la Iglesia, iluminada por la luz que proviene
de la Sagrada Escritura, ha profesado a lo largo de los siglos la verdad sobre la existencia de
los ángeles como seres puramente espirituales, creados por Dios. Lo ha hecho desde el
comienzo con el Símbolo niceno-constantinopolitano y lo ha confirmado en el Conc.
Lateranense IV (1215), cuya formulación ha tomado el Conc. Vaticano I en el contexto de la
doctrina sobre la creación: Dios 'creó de la nada juntamente al principio del tiempo, ambas
clases de criaturas: las espirituales y las corporales, es decir, el mundo angélico y el mundo
terrestre; y después, la criatura humana que, compuesta de espíritu y cuerpo, los abraza, en
cierto modo, a los dos' (Cons. Dei Filius).O sea: Dios creó desde el principio ambas
realidades: la espiritual y la corporal, el mundo terreno y el angélico. Todo lo que El creó
juntamente('simuél') en orden a la creación del hombre, constituido de espíritu y de materia
y colocado según la narración bíblica en el cuadro de un mundo ya establecido según sus
leyes y ya medido por el tiempo ('deinde').

2. Juntamente con la existencia, le fe de la Iglesia reconoce ciertos rasgos distintivos de la


naturaleza de los ángeles. Su realidad puramente espiritual implica ante todo su no
materialidad y su inmortalidad. los ángeles no tienen 'cuerpo' (si bien en determinadas
circunstancias se manifiestan bajo formas visibles a causa de su misión en favor de los
hombres), y por tanto no están sometidos a la ley de la corruptibilidad que une todo el
mundo material. Jesús mismo, refiriéndose a la condición angélica, dirá que en la vida futura
los resucitados '(no) pueden morir y son semejantes a los ángeles' (Lc 20, 36).

3. En cuanto criaturas de naturaleza espiritual los ángeles están dotados de inteligencia y de


libre voluntad, como el hombre pero en grado superior a él, si bien siempre finito, por el
límite que es inherente a todas las criaturas. Los ángeles son también seres personales y, en
cuanto tales, son también ellos, 'imagen y semejanza' de Dios.La sagrada Escritura se refiere
a los ángeles utilizando también apelativos no sólo personales (como los nombre propios de
Rafael, Gabriel, Miguel), sino también 'colectivos' (como las calificaciones de: Serafines,
Querubines, Tronos, Potestades, Dominaciones, Principados), así como realiza una distinción
entre Ángeles y Arcángeles. Aun teniendo en cuenta el lenguaje analógico y representativo
del texto sacro, podemos deducir que estos seres-personas, casi agrupados en sociedad, se
subdividen en órdenes y grados, correspondientes a la medida de su perfección y a las
tareas que se les confía. Los autores antiguos y la misma liturgia hablan de los coros
angélicos (nueve, según Dionisio el Aeropagita).La teología, especialmente la patrística y
medieval, no ha rechazado estas representaciones tratando en cambio de darles una
explicación doctrinal y mística, pero sin atribuirles un valor absoluto. Santo Tomás ha
preferido profundizar las investigaciones sobre la condición ontológica, sobre la actividad
cognoscitiva y volitiva y sobre la elevación espiritual de estas criaturas puramente
espirituales, tanto por su dignidad en la escala de los seres, como porque en ellos podía
profundizar mejor las capacidades y actividades propias del espíritu en grado puro, sacando
de ello no poca luz para iluminar los problemas de fondo que desde siempre agitan y
estimulan el pensamiento humano: el conocimiento, el amor, la libertad, la docilidad a Dios,
la consecución de su reino.

4. El tema a que hemos aludido podrá parecer 'lejano' o 'menos vital' a la mentalidad del
hombre moderno. Y sin embargo la Iglesia, proponiendo con franqueza toda la verdad sobre
Dios creador incluso de los ángeles, cree prestar un gran servicio al hombre.El hombre tiene
la convicción de que en Cristo, Hombre-Dios, en él (y no en los ángeles) es en quien se halla
el centro de la Divina Revelación. Pues bien, el encuentro religioso con el mundo de los seres
puramente espirituales se convierte en preciosa revelación de su ser no sólo como cuerpo,
sino también espíritu, y de su pertenencia a un proyecto de salvación verdaderamente
grande y eficaz dentro de una comunidad de seres personales que para el hombre y con el
hombre sirven al designio providencial de Dios.

5. Notamos que la Sagrada Escritura y la Tradición llaman propiamente ángeles a aquellos


espíritus puros que en la prueba fundamental de libertad han elegido a Dios, su gloria y su
reino. Ellos están unidos a Dios mediante el amor consumado que brota de la visión
beatificante, cara a cara, de la Santísima Trinidad. Lo dice Jesús mismo: 'Sus ángeles ven de
continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos' (Mt 18, 10). Ese 'ver de
continuo la faz del Padre' es la manifestación más alta de la adoración de Dios.Se puede
decir que constituye esa 'liturgia celeste', realizada en nombre de todo el universo, a la cual
se asocia incesantemente la liturgia terrena de la Iglesia, especialmente en sus momentos
culminantes. Baste recordar aquí el acto con el que la Iglesia, cada día y cada hora, en el
mundo entero, antes de dar comienzo a la plegaria eucarística en el corazón de la Santa
Misa, se apela 'a los Ángeles y a los Arcángeles' para cantar la gloria de Dios tres veces
santo, uniéndose así a aquellos primeros adoradores de Dios, en su culto y en el amoroso
conocimiento del misterio inefable de su santidad.

6. También según la Revelación, los ángeles, que participan en la vida de la Trinidad en la


luz de la gloria, están también llamados a tener su parte en la historia de la salvación de los
hombres, en los momentos establecidos por el designio de la Providencia Divina. 'No son
todos ellos espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que han de
heredar la salud?', pregunta el autor de la Carta a los Hebreos (1, 14). Y esto cree y enseña
la Iglesia, basándose en la Sagrada Escritura por la cual sabemos que la tarea de los ángeles
buenos es la protección de los hombres y la solicitud por su salvación.Hallamos estas
expresiones en diversos pasajes de la Sagrada Escritura, como por ejemplo en el Salmo 90,
citado ya repetidas veces: 'Pues te encomendará a sus ángeles para que te guarde en todos
tus caminos, y ellos te levantarán en sus palmas para que tus pies no tropiecen en las
piedras' (90, 11-12). Jesús mismo, hablando de los niños y amonestando a no
escandalizarlos, se apela a 'sus ángeles' (Mt 18, 10). Además, atribuye a los ángeles la
función de testigos en el supremo juicio divino sobre la suerte del quien ha reconocido o
renegado a Cristo: 'A quien me confesare delante de los hombres, el Hijo del hombre le
confesará delante de los ángeles de Dios. El que me negare delante de los hombres, será
negado ante los ángeles de Dios' (Lc 12, 8-9; cfr. Ap. 3,5). Estas palabras son significativas
porque si los ángeles toman parte en el juicio de Dios, están interesados en la vida del
hombre. Interés y participación que parecen recibir una acentuación en el discurso
escatológico, en el que Jesús hace intervenir a los ángeles en la parusía, o sea, en la venida
definitiva de Cristo al final de la historia (Cfr. Mt 24, 31; 25, 31. 41).

7. Entre los libros del Nuevo Testamento, los Hechos de los Apóstoles nos hacen conocer
especialmente algunos episodios que testimonian la solicitud de los ángeles por el hombre y
su salvación. Así, cuando el ángel de Dios libera a los Apóstoles de la prisión (Cfr. Hech 5,
18-20), y ante todo a Pedro, que estaba amenazado de muerte por la mano de Herodes (Cfr.
Hech 12, 5-10). O cuando guía la actividad de Pedro respecto al centurión Cornelio, el primer
pagano convertido (Cfr. Hech 10, 3-8; 11, 12©13), y análogamente la actividad del diácono
Felipe en el camino de Jerusalén a Gaza (Hech 8, 26-29).De estos pocos hechos citados a
título de ejemplo, se comprende cómo en la conciencia de la Iglesia se ha podido formar la
persuasión sobre el ministerio confiado a los ángeles en favor de los hombres. Por ello, la
Iglesia confiesa su fe en los ángeles custodios, venerándolos en la liturgia con una fiesta
especial, y recomendando el recurso a su protección con una oración frecuente, como en la
invocación del 'Ángel de Dios'. Esta oración parece atesorar las bellas palabras de San
Basilio: 'Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida' (Cfr.
San Basilio, Adv. Eunomium, III, 1; véase también Santo Tomás, S.Th. I, q.11, a.3).

8. Finalmente es oportuno notar que la Iglesia honra con culto litúrgico a tres figuras de
ángeles, que en la Sagrada Escritura se les llama con un nombre.El primero es Miguel
Arcángel (Cfr. Dan 10, 13.20; Ap 12, 7; Jdt. 9). Su nombre expresa sintéticamente la actitud
esencial de los espíritus buenos: 'Mica-El' significa, en efecto: '¿quien como Dios?'. En este
nombre se halla expresada, pues, la elección salvífica gracias a la cual los ángeles 'ven la faz
del Padre' que está en los cielos.El segundo es Gabriel: figura vinculada sobre todo al
misterio de la Encarnación del Hijo de Dios (Cfr. Lc 1, 19. 26). Su nombre significa: 'Mi poder
es Dios' o 'Poder de Dios', como para decir que en el culmen de la creación, la Encarnación
es el signo supremo del Padre omnipotente.Finalmente el tercer arcángel se llama Rafael.
"Rafa-El' significa: 'Dios cura', El se ha hecho conocer por la historia de Tobías en el antiguo
Testamento (Cfr. Tob 12, 50. 20, etc.), tan significativa en el hecho de confiar a los ángeles
los pequeños hijos de Dios, siempre necesitados de Custodia, cuidado y
protección.Reflexionando bien se ve que cada una de estas tres figuras: Mica-El, Gabri-El,
Rafa-El reflejan de modo particular la verdad contenida en la pregunta planteada por el autor
de la Carta a los Hebreos: '¿No son todos ellos espíritus administradores, enviados para
servicio en favor de los que han de heredar la salvación?' (1, 14).
El pecado y la acción de Satanás (13.VIII.86)

1. Continuando el tema de las precedentes catequesis dedicadas al artículo de fe referente a


los ángeles, criaturas de Dios, vamos a explorar el misterio de la libertad que algunos de
ellos utilizaron contra Dios y contra su plan de salvación respecto a los hombres.Como
testimonia el Evangelista Lucas en el momento, en el que los discípulos se reunían de nuevo
con el Maestro llenos de alegría por los frutos recogidos en sus primeras tareas misioneras,
Jesús pronuncia una frase que hace pensar: 'veía yo a Satanás caer del cielo como un rayo'
(Lc 10, 18).Con estas palabras el Señor afirma que el anuncio del reino de Dios es siempre
una victoria sobre el diablo, pero al mismo tiempo revela también que la edificación del reino
está continuamente expuesta a las insidias del espíritu del mal. Interesarse por esto, como
tratamos de hacer con nuestra catequesis de hoy, quiere decir prepararse al estado de lucha
que es propio de la vida de la Iglesia en este tiempo final de la historia de la salvación (como
afirma el libro del Apocalipsis. Cfr. 12, 7). Por otra parte, esto ayuda a aclarar la recta fe de
la Iglesia frente a aquellos que la alteran exagerando la importancia del diablo o de quienes
niegan o minimizan su poder maligno.Las precedentes catequesis sobre los ángeles nos han
preparado para comprender la verdad, que la Iglesia ha transmitido, sobre Satanás, es decir,
sobre el ángel caído, el espíritu maligno, llamado también diablo o demonio.

2. Esta 'caída', que presenta la forma de rechazo de Dios con el consiguiente estado de
'condena', consiste en la libre elección hecha por aquellos espíritus creados, los cuales radical
y irrevocablemente han rechazado a Dios y su reino, usurpando sus derechos soberanos y
tratando de trastornarla economía de la salvación y el ordenamiento mismo de toda la
creación.Un reflejo de esta actitud se encuentra en las palabras del tentador a los
progenitores: 'Seréis como Dios' o 'como dioses' (Cfr. Gen 3, 5). Así el espíritu maligno trata
de transplantar en el hombre la actitud de rivalidad, de insubordinación a Dios y su oposición
a Dios que ha venido a convertirse en la motivación de toda su existencia.

3. En el Antiguo Testamento, la narración de la caída del hombre, recogida en el libro del


Génesis, contiene una referencia a la actitud de antagonismo que Satanás quiere comunicar
al hombre para inducirlo a la transgresión (Cfr. Gen 3, 5). También en el libro de Job (Cfr.
Job 1, 11; 2,5.7), vemos que satanás trata de provocar la rebelión en el hombre que sufre.
En el libro de la Sabiduría (Cfr. Sab 2, 24), satanás es presentado como el artífice de la
muerte que entra en la historia del hombre juntamente con el pecado.

4. La Iglesia, en el Conc. Lateranense IV (1215), enseña que el diablo (satanás) y los otros
demonios 'han sido creados buenos por Dios pero se han hecho malos por su propia
voluntad'. Efectivamente, leemos en la Carta de San Judas: . a los ángeles que no guardaron
su principado y abandonaron su propio domicilio los reservó con vínculos eternos bajo las
tinieblas para el juicio del gran día' (Jds 6). Así también en la segunda Carta de San Pedro se
habla de 'ángeles que pecaron' y que Dios 'no perdonó. sino que, precipitados en el tártaro,
los entregó a las cavernas tenebrosas, reservándolos para el juicio' (2, 4).Está claro que si
Dios 'no perdonó' el pecado de los ángeles, lo hace para que ellos permanezcan en su
pecado, porque están eternamente 'en las cadenas' de esa opción que han hecho al
comienzo, rechazando a Dios, contra la verdad del bien supremo y definitivo que es Dios
mismo. En este sentido escribe San Juan que: 'el diablo desde el principio peca' (1 Jn 3, 3). Y
' él es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba
en él' (Jn 8, 44).

5. Estos textos nos ayudan a comprender la naturaleza y la dimensión del pecado de


satanás, consistente en el rechazo de la verdad sobre Dios, conocido a la luz de la
inteligencia y de la revelación como Bien infinito, amor, y santidad subsistente.El pecado ha
sido tanto más grande cuanto mayor era la perfección espiritual y la perspicacia cognoscitiva
del entendimiento angélico, cuanto mayor era su libertad y su cercanía a Dios. Rechazando
la verdad conocida sobre Dios con un acto de la libre voluntad, satanás se convierte en
'mentiroso cósmico' y 'padre de la mentira' (Jn 8, 44). Por esto vive la radical e irreversible
negación de Dios y trata de imponer a la creación, a los otros seres creados a imagen de
Dios, y en particular a los hombres, su trágica 'mentira sobre el Bien' que es Dios. En el libro
del Génesis encontramos una descripción precisa de esa mentira y falsificación de la verdad
sobre Dios, que satanás (bajo la forma de serpiente) intenta transmitir a los primeros
representantes del género humano: Dios sería celoso de sus prerrogativas e impondría por
ello limitaciones al hombre (Cfr. Gen 3, 5). Satanás invita al hombre a liberarse de la
imposición de este juego, haciéndose 'como Dios'.

6. En esta condición de mentira existencial satanás se convierte -según San Juan- también
en homicida, es decir, destructor de la vida sobrenatural que Dios había injertado desde el
comienzo en él y en las criaturas 'hechas a imagen de Dios': los otros espíritus puros y los
hombres; satanás quiere destruir la vida según la verdad, la vida en la plenitud del bien, la
vida sobrenatural de gracia y de amor. El autor del libro de la Sabiduría escribe:. por envidia
del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen' (Sab 2,
24). En el Evangelio Jesucristo amonesta: . temed más bien a aquel que puede perder el
alma y el cuerpo en la gehena' (Mt 10,28).

7. Como efecto del pecado de los progenitores, este ángel caído ha conquistado en cierta
medida el dominio sobre el hombre.Esta es la doctrina constantemente confesada y
anunciada por la Iglesia, y que el Concilio de Trento ha confirmado en el tratado sobre el
pecado original (.): Dicha doctrina encuentra dramática expresión en la liturgia del bautismo,
cuando se pide al catecúmeno que renuncie al demonio y a sus seducciones.Sobre este
influjo en el hombre y en las disposiciones de su espíritu (y del cuerpo) encontramos varias
indicaciones en la Sagrada Escritura, en las cuales satanás es llamado 'el príncipe de este
mundo' (Cfr. Jn 12, 31; 14, 30;16, 11) e incluso 'el Dios del siglo' (2 Cor 4, 4). Encontramos
muchos otros nombres que describen sus nefastas relaciones con el hombre: 'Belcebú' o
'Belial', 'espíritu inmundo', 'tentador', 'maligno' y finalmente 'anticristo' (1 Jn 4, 3). Se le
compara a un 'león' (1 Pe 5, 8), a un 'dragón' (en el Apocalipsis) ya una 'serpiente' (Gen 3).
Muy frecuentemente para nombrarlo se ha usado el nombre de 'diablo' del griego 'diaballein'
-diaballein- (del cual 'diabolos'),que quiere decir: causar la destrucción, dividir, calumniar,
engañar. Y a decir verdad, todo esto sucede desde el comienzo por obra del espíritu maligno
que es presentado en la Sagrada Escritura como una persona, aunque se afirma que no está
solo: 'somos muchos', gritaban los diablos a Jesús en la región de las gerasenos (Mc 5, 9);
'el diablo y sus ángeles', dice Jesús en la descripción del juicio final (Cfr. Mt 25, 41).

8. Según la Sagrada Escritura, y especialmente el Nuevo Testamento, el dominio y el influjo


de Satanás y de los demás espíritus malignos se extiende al mundo entero. Pensemos en la
parábola de Cristo sobre el campo (que es el mundo), sobre la buena semilla y sobre la mala
semilla que el diablo siembra en medio del grano tratando de arrancar de los corazones el
bien que ha sido 'sembrado' en ellos (Cfr. Mt 13, 38-39). Pensemos en las numerosas
exhortaciones a la vigilancia (Cfr. Mt 26, 41; 1 Pe 5, 8), a la oración y al ayuno (Cfr. Mt 17,
21). Pensemos en esta fuerte invitación del Señor: 'Esta especie (de demonios) no puede ser
expulsada por ningún medio sino es por la oración' (Mc 9, 29).La acción de Satanás consiste
ante todo en tentar a los hombres para el mal, influyendo sobre su imaginación y sobre las
facultades superiores para poder situarlos en dirección contraria a la ley de Dios. Satanás
pone a prueba incluso a Jesús (Cfr. Lc 4, 3-13) en la tentativa extrema de C contrastar las
exigencias de la economía de la salvación tal como Dios le ha preordenado.No se excluye que
en ciertos casos el espíritu maligno llegue incluso a ejercitar su influjo no sólo sobre las
cosas materiales, sino también sobre el cuerpo del hombre, por lo que se habla de
'posesiones diabólicas' (Cfr. Mc 5,2-9). No resulta siempre fácil discernir lo que hay de
preternatural en estos casos, ni la Iglesia condesciende o secunda fácilmente la tendencia a
atribuir muchos hechos e intervenciones directas al demonio; pero en línea de principio no se
puede negar que, en su afán de dañar y conducir al mal, Satanás pueda llegar a esta
extrema manifestación de su superioridad.

9. Debemos finalmente añadir que las impresionantes palabras del Apóstol Juan: 'El mundo
todo está bajo el maligno' (1 Jn 5, 19), aluden también a la presencia de Satanás en la
historia de la humanidad, una presencia que se hace más fuerte a medida que el hombre y la
sociedad se alejan de Dios. El influjo del espíritu maligno puede 'ocultarse' de forma más
profunda y eficaz: pasar inadvertido corresponde a sus 'intereses': La habilidad de Satanás
en el mundo es la de inducir a los hombres a negar su existencia en nombre del racionalismo
y de cualquier otro sistema de pensamiento que busca todas las escapatorias con tal de no
admitir la obra del diablo.Sin embargo, no presupone la eliminación de la libre voluntad y de
la responsabilidad del hombre y menos aún la frustración de la acción salvífica de Cristo. Se
trata más bien de un conflicto entre las fuerzas oscuras del mal y las de la redención.
Resultan elocuentes a este propósito las palabras que Jesús dirigió a Pedro al comienzo de la
pasión: . Simón, Satanás os busca para ahecharos como trigo; pero yo he rogado por ti para
que no desfallezca tu fe' (Lc 22,31).Comprendemos así por que Jesús en la plegaria que nos
ha enseñado, el 'Padrenuestro', que es la plegaria del reino de Dios, termina casi
bruscamente, a diferencia de tantas otras oraciones de su tiempo, recordándonos nuestra
condición de expuestos a las insidias del Maligno.El cristiano, dirigiéndose al Padre con el
espíritu de Jesús e invocando su reino, grita con la fuerza de la fe: no nos dejes caer en la
tentación, líbranos del Mal, del Maligno. Haz, oh Señor, que no cedamos ante la infidelidad a
la cual nos seduce aquel que ha sido infiel desde el principio.

La acción de Satanás y la victoria de Cristo (20.VIII.86)

1. Nuestras catequesis sobre Dios, Creador de las cosas 'visibles e invisibles', nos ha llevado
a iluminar y vigorizar nuestra fe por lo que respecta a la verdad sobre el maligno o Satanás,
no ciertamente querido por Dios, sumo Amor y Santidad, cuya Providencia sapiente y fuerte
sabe conducir nuestra existencia a la victoria sobre el príncipe de las tinieblas.Efectivamente,
la fe de la Iglesia nos enseña que la potencia de Satanás no es infinita. El sólo es una
criatura, potente en cuanto espíritu puro, pero siempre una criatura, con los límites de la
criatura, subordinada al querer y al dominio de Dios. Si Satanás obra en el mundo por su
odio a Dios y su reino, ello es permitido por la Divina Providencia que con potencia y bondad
('fortiter et suaviter') dirige la historia del hombre y del mundo. Si la acción de Satanás
ciertamente causa muchos daños -de naturaleza espiritual- e indirectamente de naturaleza
también física a los individuos y a la sociedad, él no puede, sin embargo, anular la finalidad
definitiva a la que tienden el hombre y toda la creación, el bien. El no puede obstaculizar la
edificación del reino de Dios en el cual se tendrá, al final, la plena actuación de la justicia y
del amor del Padre hacia las criaturas eternamente 'predestinadas' en el Hijo-Verbo,
Jesucristo. Más aún, podemos decir con San Pablo que la obra del maligno concurre para el
bien y sirve para edificar la gloria de los 'elegidos' (Cfr. 2 Tim 2, 10).

2. Así toda la historia de la humanidad se puede considerar en función de la salvación total,


en la cual está inscrita la victoria de Cristo sobre 'el príncipe de este mundo' (Jn 12, 31; 14,
30; 16, 11). 'Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo servirás' (Lc 4, 8), dice terminantemente
Cristo a Satanás.En un momento dramático de su ministerio, a quienes lo acusaban de
manera descarada de expulsar los demonios porque estaba aliado de Belcebú, jefe de los
demonios, Jesús responde aquellas palabras severas y confortantes a la vez :'Todo reino en
sí dividido será desolado y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. Si Satanás arroja a
Satanás, está dividido contra sí: ¿cómo, pues, subsistirá su reino?. Mas si yo arrojo a los
demonios con el poder del espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de
Dios' (Mt 12, 25-26. 28). 'Cuando un hombre fuerte bien armado guarda su palacio, seguros
están sus bienes; pero si llega uno más fuerte que él, le vencerá, le quitará las armas en que
confiaba y repartirá sus despojos' (Lc 11, 21-22). Las palabras pronunciadas por Cristo a
propósito del tentador encuentran su cumplimiento histórico en la cruz y en la resurrección
del Redentor. Como leemos en la Carta a los Hebreos, Cristo se ha hecho partícipe de la
humanidad hasta la cruz 'para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte,
esto es, al diablo, y librar a aquellos que estaban toda la vida sujetos a servidumbre' (Heb 2,
14-15). Esta es la gran certeza de la fe cristiana: 'El príncipe de este mundo ya está juzgado'
(Jn 16, 11); 'Y para esto apareció el Hijo de Dios, para destruir las obras del diablo' (1 Jn 3,
8), como nos atestigua San Juan. Así, pues, Cristo crucificado y resucitado se ha revelado
como el 'más fuerte' que ha vencido 'al hombre fuerte', el diablo, y lo ha destronado.De la
victoria de Cristo sobre el diablo participa la Iglesia: Cristo, en efecto, ha dado a sus
discípulos el poder de arrojar los demonios (Cfr. Mt 10,1, y paral.; Mc 16, 17). La Iglesia
ejercita tal poder victorioso mediante la fe en Cristo y la oración (Cfr. Mc 9, 29; Mt 17, 19
ss.), que en casos específicos puede asumir la forma de exorcismo.

3. En esta fase histórica de la victoria de Cristo se inscribe el anuncio y el inicio de la victoria


final, la parusía, la segunda y definitiva venida de Cristo al final de la historia, venida hacia la
cual está proyectada la vida del cristiano. También si es verdad que la historia terrena
continúa desarrollándose bajo el influjo de 'aquel espíritu que -como dice San Pablo- ahora
actúa en los que son rebeldes' (Ef 2, 2), los creyentes saben que están llamados a luchar
para el definitivo triunfo del bien: 'No es nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino
contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo
tenebroso, contra los espíritus malos de los aires' (Ef 6, 12).

4. La lucha, a medida que se avecina el final, se hace en cierto sentido siempre más violenta,
como pone de relieve especialmente el Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento
(Cfr. Ap 12, 7-9). Pero precisamente este libro acentúa la certeza que nos es dada por toda
la Revelación divina: es decir, que la lucha se concluirá con la definitiva victoria del bien. En
aquella victoria, precontenida en el misterio pascual de Cristo, se cumplirá definitivamente el
primer anuncio del Génesis, que con un término significativo es llamado proto-Evangelio, con
el que Dios amonesta a la serpiente: 'Pongo perpetua enemistad entre ti y la mujer' (Gen 3,
15). En aquella fase definitiva, completando el misterio de su paterna Providencia, 'liberará
del poder de las tinieblas' a aquellos que eternamente ha 'predestinado en Cristo' y les
'transferirá al reino de su Hijo predilecto' (Cfr. Col 1, 13-14). Entonces el Hijo someterá al
Padre también el universo, para que 'sea Dios en todas las cosas' (1 Cor 15, 28).

5. Con ésta se concluyen las catequesis sobre Dios Creador de las 'cosas visibles e invisibles',
unidas en nuestro planteamiento con la verdad sobre la Divina Providencia. Aparece claro a
los ojos del creyente que el misterio del comienzo del mundo y de la historia se une
indisolublemente con el misterio del final, en el cual la finalidad de todo lo creado llega a su
cumplimiento. El Credo, que une así orgánicamente tantas verdades, es verdaderamente la
catedral armoniosa de la fe.De manera progresiva y orgánica hemos podido admirar
estupefactos el gran misterio de la inteligencia y del amor de Dios, en su acción creadora,
hacia el cosmos, hacia el hombre, hacia el mundo de los espíritus puros. De tal acción hemos
considerado la matriz trinitaria, su sapiente finalidad relacionada con la vida del hombre,
verdadera 'imagen de Dios', a su vez llamado a volver a encontrar plenamente su dignidad
en la contemplación de la gloria de Dios. Hemos recibido luz sobre uno de los máximos
problemas que inquietan al hombre e invaden su búsqueda de la verdad: el problema del
sufrimiento y del mal. En la raíz no está una decisión errada o mala de Dios, sino su opción,
y en cierto modo su riesgo, de crearnos libres para tenernos como amigos. De la libertad ha
nacido también el mal. Pero Dios no se rinde, y con su sabiduría transcendente,
predestinándonos a ser sus hijos en Cristo, todo lo dirige con fortaleza y suavidad, para que
el bien no sea vencido por el mal.

San Jerónimo, Doctor de la Iglesia


30 de Setiembre

Nació en Dalmacia (Yugoslavia) en el año 342. San Jerónimo cuyo


nombre significa "el que tiene un nombre sagrado", consagró toda su vida al estudio de las
Sagradas Escrituras y es considerado uno de los mejores, si no el mejor, en este oficio.

En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, quien
era pagano. El santo llegó a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros
idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días
leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y
Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero casi nunca dedicaba tiempo a la
lectura espiritual.

Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados (especialmente por su
sensualidad que era muy fuerte, por su terrible mal genio y su gran orgullo). Pero allá
aunque rezaba mucho, ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz,
descubriendo que su misión no era vivir en la soledad.

De regreso a la ciudad, los obispos de Italia junto con el Papa nombraron como Secretario a
San Ambrosio, pero éste cayó enfermó, y decidió nombrar a San Jerónimo, cargo que
desempeñó con mucha eficiencia y sabiduría. Viendo sus extraordinarios dotes y
conocimientos, el Papa San Dámaso lo nombró como su secretario, encargado de redactar
las cartas que el Pontífice enviaba, y luego lo designó para hacer la traducción de la Biblia.
Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de
lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas. Jerónimo, que escribía con
gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la Biblia, y esa traducción llamada
"Vulgata" (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia
Católica durante 15 siglos.

Alrededor de los 40 años, Jerónimo fue ordenado sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y
la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias y
sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban su modo
enérgico de corrección, dispuso alejarse de ahí para siempre y se fue a Tierra Santa

Sus últimos 35 años los pasó en una gruta, junto a la Cueva de Belén. Varias de las ricas
matronas romanas que él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron sus
bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección espiritual. Con el dinero de
esas señoras construyó en aquella ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y
una casa para atender a los que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde
nació Jesús.

Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de
nuestra santa religión. La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre a San Jerónimo como
un hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la Biblia, por lo que fue
nombrado Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más
las Sagradas Escrituras. Murió el 30 de septiembre del año 420, a los 80 años.

Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz


14 de Setiembre

La Iglesia en este día celebra la veneración a las reliquias de la cruz de Cristo en Jerusalén,
tras ser recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito.

Según manifiesta la historia, al recuperar el precioso madero, el emperador quiso cargar una
cruz, como había hecho Cristo a través de la ciudad, pero tan pronto puso el madero al
hombro e intentó entrar a un recinto sagrado, no pudo hacerlo y quedó paralizado. El
patriarca Zacarías que iba a su lado le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en
desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargando la cruz por las
calles de Jerusalén. Entonces el emperador se despojó de su atuendo imperial, y con simples
vestiduras, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo hasta dejar la cruz en el sitio
donde antes era venerada.

Los fragmentos de la santa Cruz se encontraban en el cofre de plata dentro del cual se los
habían llevado los persas, y cuando el patriarca y los clérigos abrieron el cofre, todos los
fieles veneraron las reliquias con mucho fervor, incluso, su produjeron muchos milagros.

Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que
es el de la Semana de la Pasión y también hoy, 15 de setiembre.

La primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en Colonia


y en otras partes de Europa en el siglo XV y cuando la festividad se extendió por toda la
Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la
Misa y del oficio de la Crucifixión del Señor.

En la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen Madre, y por la
misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores
durante la Pasión. Más adelante, las penas de la Virgen María aumentaron a siete, y no sólo
comprendieron su marcha hacia el Calvario, sino su vida entera. A los frailes servitas, que
desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó
para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de
setiembre de todos los años.

Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que
es el de la Semana de la Pasión y también hoy, 15 de setiembre.

La primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en Colonia


y en otras partes de Europa en el siglo XV y cuando la festividad se extendió por toda la
Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la
Misa y del oficio de la Crucifixión del Señor.

En la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen Madre, y por la
misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores
durante la Pasión. Más adelante, las penas de la Virgen María aumentaron a siete, y no sólo
comprendieron su marcha hacia el Calvario, sino su vida entera. A los frailes servitas, que
desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó
para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de
setiembre de todos los años.

Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores


15 de Setiembre
Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que
es el de la Semana de la Pasión y también hoy, 15 de setiembre.

La primera de estas conmemoraciones es la más antigua, puesto que se instituyó en Colonia


y en otras partes de Europa en el siglo XV y cuando la festividad se extendió por toda la
Iglesia, en 1727, con el nombre de los Siete Dolores, se mantuvo la referencia original de la
Misa y del oficio de la Crucifixión del Señor.

En la Edad Media había una devoción popular por los cinco gozos de la Virgen Madre, y por la
misma época se complementó esa devoción con otra fiesta en honor a sus cinco dolores
durante la Pasión. Más adelante, las penas de la Virgen María aumentaron a siete, y no sólo
comprendieron su marcha hacia el Calvario, sino su vida entera. A los frailes servitas, que
desde su fundación tuvieron particular devoción por los sufrimientos de María, se les autorizó
para que celebraran una festividad en memoria de los Siete Dolores, el tercer domingo de
setiembre de todos los años.

Fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes


24 de Setiembre

La Santísima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco, en 1218,


recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los
cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se
difunde por el resto del mundo.

San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la merced
(que significa obras de misericordia). Su misión era la misericordia para con los cristianos
cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus
vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime el Conquistador y
aconsejado por San Raimundo de Peñafort.

San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona y
guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la
Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían
ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como
Madre de la Merced o Virgen Redentora.

En 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden
de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son mas conocidos como
mercedarios. El Padre Antonio Quexal en 1406, siendo general de la Merced, dice: "María es
fundamento y cabeza de nuestra orden".

Esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido
mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en
manos de los feroces sarracenos.

El Padre Gaver, en 1400, relata como La Virgen llama a San Pedro Nolasco y le revela su
deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación.

Nolasco la pide ayuda a Dios y, en signo de la misericordia divina, le responde La Virgen


María diciéndole que funde una orden liberadora.

Desde el año 1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora
de la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por el mundo.

América

Los mercedarios llegan al continente americano y pronto la devoción a la Virgen de la Merced


se propaga ampliamente. En República Dominicana, Perú, Argentina y muchos otros países,
la Virgen de la Merced es muy conocida y amada.

NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED


ESPAÑA

En los ultimos siglos de la Edad Media, los arabes tenían en su poder al sur y el levante
español y su vidas en vilo. Los turcos y sarracenos habían infestado el Mediterráneo, y
atacaban a los barcos que desembarcaban en las costas llevándose cautivos; a muchos.

Un alma caritativa, suscitada por Dios, a favor de los cautivos, fue San Pedro Nolasco, de
Barcelona, llamado el Consul de la Libertad. Se preguntaba como poner remedio a tan triste
situación y le rogaba insistentemente a la Virgen Maria.
Pronto empezó a actuar en la compra y rescate de cautivos, vendiendo cuanto tenía. La
noche del 1 de agosto de 1218, Nolasco estando en oracion, se le apareció la Virgen Maria, le
animó en sus intentos y le transmitió el mandato de fundar la Orden Religiosa de la Merced
para redención de cautivos. Pocos días después, Nolasco cumplía el mandato. Los
mercedarios se comprometían con un cuarto voto: liberar a otros más cebiles en la fe
quedando como rehenes, si fuera necesario.

De este modo, a través de los miembros de la Nueva Orden, la Virgen María, Madre y
Corredentora, Medianera de todas las gracias, aliviaría a sus hijos cautivos y a todos los que
suspiraban a ella, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. A todos darìa la merced de
su favor.

La Virgen María tendrá desde ahora la advocación de la Merced, o más bello todaváa en
plural: Nuestra Señora de las Mercedes, indicando así la abundancia incontable de sus
gracias. ¡Hermosa advocacion y hermoso nombre el de Mercedes!

Nuestra Señora de las Mercedes concedería a sus hijos la merced de la liberación. Alfonso X
el Sabio decia que "sacar a los hombres de cautivo es cosa que place mucho a Dios, porque
es obra de la Merced".

Bajo la protección de Nuestra Señora de la Merced, los frailes mercedarios realizaron una
labor ingente. Como ingentes fueron los sufrimientos de San Pedro Nolasco, San Ramon
Nonato y San Pedro Armengol. Y no faltaron martires como San Serapio, San Pedro Pascual
y otros muchos.

El culto a Nuestra Señora de la Merced se extendió muy pronto por Cataluña y por toda
España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII. El año 1265 aparecieron las primera
monjas mercedarias. Los mercedarios estuvieron entre los primeros misioneros de América.
En la Española o República Dominicana, por ejemplo, misionó Fray Gabriel Téllez (Tirso de
Molina).

Barcelona se gloría de haber sido escogida por Nuestra Señora de la Merced como lugar de
su aparicion y la tiene por celestial patrona. ''¡Princesa de Barcelona, protegiu nostra ciutat!"

En el museo de Valencia hay un cuadro de Vicente López en el que varias figuras vuelven su
rostro hacia la Virgen de la Merced, como implorándole, mientras la Virgen abre sus brazos y
extiende su manto, cubriendolos a todos con amor, reflejando asi su título de Santa María de
la Merced.
1649Emprend

e gestiones

urgentes ante

la Reina Ana

de Austria y

ante Mazarino

a favor de la

paz.

1651:Vicente de

Paúl encamina

ayudas a las

regiones de

Picardía, Champ

e Isla-de-Francia

devastadas por

guerra.

1660:

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