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GRECIA Y ROMA

CLÁSICA

EL OCIO EN EL
MUNDO CLÁSICO
.
El OCIO EN GRECIA

El ateniense dispuso de un ocio inteligente y creativo que le lleva a ocuparse de los


asuntos de su ciudad, a gustar de la compañía y trato de sus amigos, a deleitarse en
actividades que enriquecen su espíritu y fortalecen su cuerpo, a mantener un ánimo alerta
y abierto su entendimiento. Pero no todos los atenienses son un Sófocles o un Sócrates,
ni todos disponían o sabían disponer debidamente de ese ocio

Si bien es cierto que el hombre ateniense gozaba de amplia libertad de movimientos, esto
solo fue posible por la presencia en la vida griega de la esclavitud. Varias actividades
llenaban las horas libres del ateniense medio. Eran principalmente las siguientes:

a) Paseos y conversaciones, El ateniense (pero no la ateniense) pasaba una buena parte


del día en la calle. Muy de mañana abandonaba su lecho, desayunaba frugalmente y salía
de casa, lanzándose a las calles, en su mayoría, estrechas y tortuosas. Si no tenía algún
quehacer ciudadano iba a casa de algún amigo a charlar un poco o bien paseaba por la
ciudad haciendo tiempo antes de dirigirse al ágora, donde en hora temprana comenzaba
la animación; acudían compradores y vendedores, llegaban los campesinos de las aldeas
cercanas a cerrar sus tratos. Vigilan la marcha del mercado y controlan los precios. El
ateniense acude a las barberías, lugar típico de reunión en las primeras horas de la tarde,
y allí comenta y discute todas las novedades. Acude luego a las palestras y baños donde
encuentra nuevos interlocutores con quienes conversar. Al caer la tarde regresa, sin prisas,
a su casa para cenar, lleva a algunos invitados o bien acude él como invitado a casa de
algún amigo, para hablar un poco. Normalmente se acuesta temprano, aunque en
ocasiones la reunión se prolonga hasta la madrugada.

b) Juegos En toda Grecia y desde época muy antigua, los griegos se complacen en juegos
muy diversos. Los más corrientes eran juegos de pelota, juegos de azar, espectáculos
callejeros en los que participaban como simples mirones, luchas de animales, adquiriendo
gran popularidad en Atenas las luchas de gallos.

c) Las fiestas ciudadanas, La participación personal en las fiestas ciudadanas y en sus


preparativos era otra fuente continua de alegre esparcimiento para los atenienses. La
constitución de los coros, la preparación de los brillantes cortejos, la asistencia a los
diversos actos: conciertos, danzas, recitales, dramas, concursos gimnásticos, que se
desarrollaban en las principales fiestas mantenían los espíritus en saludable y gozosa
expectación.

d) El simposio, Es una forma muy típica de reuniones masculinas. Se centra en ellos ese
vivo sentido de la comunicación humana que caracterizó a los griegos y muy
particularmente a los atenienses. La palabra simposio significa propiamente “bebida en
común”. Se trata de celebraciones colectivas consistentes en un banquete cuyos gastos
sufraga el amo de la casa. El banquete se organiza en dos fases sucesivas: el banquete
propiamente dicho, al que tienen acceso las mujeres de la familia y en el cual se observa
un ceremonial de cortesía bastante complicado: antes de entrar en la sala del banquete los
invitados se descalzan y lavan sus pies; seguidamente se coronan la cabeza con guirnaldas
y ocupan los lechos que les indique el dueño de la casa, recostándose sobre ellos; ante
estos, sitúan los esclavos unas mesas pequeñas sobre las que serán servidos los manjares
y las bebidas; antes de empezar a comer, deben lavarse las manos en jofainas que le son
presentadas por los esclavos; a continuación se inicia el banquete con un brindis, seguido
de diversos platos. Terminada esta primera fase se retiran las mujeres y da comienzo el
simposio: primeramente se ofrecen libaciones de vino puro a Dionisos y se canta un
himno en honor al dios; a continuación se elige por sorteo al que debe determinar las
normas por las que se regirá el simposio. Se inicia de esta manera la bebida en común, si
bien no faltan las “tapitas” para estimular la sed: galletas, nueces, almendras, aceitunas.
Si el simposio es muy solemne, el dueño de la casa hace venir a un grupo mayor o menor
de artistas, hombres y mujeres para que entretengan a sus invitados: citaristas, danzarinas,
acróbatas, bufones, mimos; nunca faltan las mujeres flautistas de alegre y desenfadado
talante. La fiesta puede prolongarse hasta la madrugada o incluso hasta las primeras horas
del día siguiente. Normalmente la fiesta discurre en mayor intimidad y son los invitados
mismos los que aportan su ingenio y alegría para el goce de todos. Los cantos eran la
forma más corriente en que se expresaba esa alegría, cantos en muchas ocasiones
compuestos por algunos de los asistentes o tomados del enorme repertorio de los poetas
simposíacos. A veces, recitaban pasajes poéticos y mantenían vivas discusiones sobre la
interpretación, o bien, en reuniones muy escogidas, se proponía un tema de estudio o de
discusión en el que todos participaban según el orden establecido por el simposiarco.
Otras veces la conversación discurría con ritmo libre y un tanto distorsionado y hacían su
aparición los chistes, adivinanzas, apuestas y juegos de toda clase, entre ellos el
famosísimo cótabo. En el curso del simposio se realizaban a veces libaciones semejantes
a la que se dedicaba a Dionisos al comenzar la fiesta. Estas libaciones tenían carácter de
juego y en ellas no se invocaba al dios, sino generalmente a la persona amada: el juego
tenía un cierto carácter erótico dentro del marco dionisíaco del simposio. En el curso del
juego, los bebedores debían arrojar las gotas de la libación no sobre el suelo, sino dirigidas
hacia un blanco previamente fijado, generalmente un plato o un vaso; si se alcanzaba la
diana propuesta, el presagio se consideraba favorable o bien se alcanzaba el premio
prometido, si así se había concertado. Este es el juego del cótabo, que alcanzó enorme
popularidad, rebasando el marco de los simposios y contagiando incluso a las mujeres
que también lo practicaban en sus fiestas o en el recato de sus gineceos. Incluso se crearon
nuevas y más complicadas formas de cótabo en las que se exigía una determinada gracia
en el gesto y actitud del jugador o jugadora.

El OCIO EN ROMA

Los romanos apreciaban mucho el ocio, y lo usaban, sobre todo, para realizar actividades
divertidas y placenteras, además de socializar entre ellos. Cada clase social tenían
diferentes diversiones pero todas compartían cosas en común, como las fiestas religiosas,
los espectáculos y otras celebraciones típicas de la cultura romana. Los romanos tenían
sus propias fiestas y celebraciones religiosas y en, en ellas, se unía el culto religioso con
el ocio. Algunas de las fiestas más representativas son:

Las Saturnales equivalen a la moderna Navidad. Se celebraban del 17 al 23 de diciembre


y culminaban con la celebración del Sol Invicto. Los esclavos tenían mejor comida, días
libres y hasta se intercambiaban el puesto con sus señores. No se trabajaba, ni había
juicios, ni reuniones de gobierno. La gente se intercambiaba regalos y celebraban grandes
banquetes públicos y gratuitos en el foro.

Las Lupercales eran unos festejos muy antiguos en honor a la loba que alimentó a
Rómulo y Remo y una especie de dios Fauno que protegía, purificaba y daba fertilidad.
Venía de épocas muy antiguas, de los ritos de paso de los jóvenes cazadores, y los
sacerdotes eran adolescentes nobles que corrían por las calles semidesnudos persiguiendo
a la gente para darle con látigos de cuero.

Equiria era una fiesta en honor a Marte, que celebraba el comienzo de las campañas
militares y se acompañaba de carreras de caballos en el mismo Campo de Marte, una
explanada al norte de la muralla serviana donde el ejército acampaba antes de un triunfo
y donde los jóvenes se ejercitaban con gimnasia, carreras de caballos y de carros.

Las fiestas de Bona Dea, que se hacían el 4 de diciembre, estaban relacionadas con la
fertilidad, el poder de las mujeres, la curación y eran muy antiguas. Lo más curioso es
que se hacían en casa de un magistrado importante y solamente podían asistir las mujeres.

En Roma la política a veces se relacionaba con el ocio, como por ejemplo, en los triunfos
que celebraban los generales victoriosos o en fiestas y banquetes que pagaban los
magistrados o los políticos que se presentaban a elecciones para ganar popularidad.

El triunfo era un desfile en el que el general victorioso entraba con el botín, los prisioneros
y su ejército haciendo una procesión por las calles principales, para que el pueblo pudiera
contemplar el producto de sus conquistas y aclamarlo. Era un motivo de fiesta y
celebración popular.

Además, los magistrados, como los ediles, organizaban, en las fechas de fiestas religiosas,
banquetes y espectáculos, pagados muchas veces por ellos mismos.

Otro tipo de ocio pero más privado era la cena, que era la comida que se hacía al caer el
sol, era motivo para realizar banquetes, que, en las casas adineradas y en ocasiones
especiales eran inmensos, con invitados, y manjares exquisitos.

Beber en grupo era una actividad de ocio que sucedía en tabernas, abiertas al público, en
collegias, que eran hermandades religiosas o laborales.

Las fiestas privadas, además, se hacían en las casas con motivo de bodas, nacimientos y
funerales.
PRINCIPALES EDIFICIOS DE OCIO ROMANO

LOS BAÑOS

Una de las actividades de ocio que más agradaban a los romanos era ir a las termas. Se
trataba de baños públicos donde había además de piscinas de diferente temperatura, salas
de masaje, saunas, jardines y espacios para la gimnasia. Pero lo más importante de las
termas no era la higiene y cuidado del cuerpo; sobre todo eran espacios para relacionarse.
EL CIRCO ROMANO

Era una de las instalaciones más importantes porque se dedicaba al ocio


y entretenimiento de los habitantes de la ciudad. El circo era un gran edificio,
dirigido a albergar a muchas personas y en el que se celebraban carreras y
otros espectáculos. El circo tenía una forma elíptica muy alargada, rodeado
de gradas y en cuyo centro, la arena, se celebraban los espectáculos. La
arena, a su vez, estaba cruzada por una larga serie de columnas y estatuas
que la dividía en dos y que se llama espina.
EL TEATRO

Es una construcción típica del imperio, cuya función era la de albergar obras de teatro
tanto griegas como latinas. Como podremos observar, el teatro romano es una herencia
directa del teatro griego, aunque tiene alguna que otra diferencia como la orquestra, que
en este caso es semicircular. Los romanos levantaron sus teatros incluso en terrenos
llanos, mediante un sistema de bóvedas y arcos, mientras que los griegos, como podréis
recordar, construían sus teatros aprovechando las laderas de las montañas.
La cavea es el graderío. Al teatro podía acceder cualquier habitante, patricio o esclavo
pero los asientos más cercanos estaban reservados para las personas más importantes de
la ciudad, mientras que las más altas y alejadas de escena se reservaban para plebeyos,
mujeres y esclavos, si es que quedaba algún espacio.
El ANFITEATRO

El anfiteatro es otro de los edificios públicos romanos más espectaculares. Su labor era
la de albergar a una gran masa de espectadores que acudían para presenciar las luchas
entre gladiadores o de las fieras.
Se trataba de una gran construcción circular que no tenía precedentes en ninguna otra
cultura. El anfiteatro más conocido es el Coliseo.

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