CONVIÉRTETE
EN LO QUE ERES
1 JUAN 2:28 - 3:10
PASTOR JAVIER DOMÍNGUEZ
RESUMEN DEL SERMÓN
En este pasaje, Juan tiene como objetivo exhortar a su
iglesia a que mientras esperan la segunda venida de
Cristo, vivan de manera justa y pura como los hijos de
Dios que ya son; evitando creer las mentiras de los que
dicen también ser hijos de Dios, aunque sus vidas no lo
reflejan. En otras palabras, el mensaje de este pasaje y del
sermón es: mientras Cristo viene, conviértete en lo que ya
eres. Este es un mensaje que nos da confianza y
esperanza, pero también nos da una advertencia.
I. LA CONFIANZA Y ESPERANZA DE LOS HIJOS DE DIOS
1Juan 2:28: "Y ahora, hijos, permaneced en Él, para que
cuando se manifieste, tengamos confianza y no nos
apartemos de Él avergonzados en su venida."
Juan los exhorta a que permanezcan en Cristo, a que no
abandonen su fe como los otros. Pero, ¿con qué objetivo?
para que cuando Jesús se manifieste tengan confianza y
no se aparten de Él avergonzados en su venida. En este
texto, hay dos frases que debemos resaltar: la primera
“se manifieste”, que significa “aparezca”, “se revele”; es
decir, regrese y pueda ser visto. La otra, “su venida” (gr.
parusía), que se refiere a la llegada de un gobernante,
acompañada de interés y celebración de los que le siguen
y miedo de quienes se le oponen.
La parusía de Cristo traerá la resurrección de los muertos, la
reunión del pueblo de Dios con Él, una nueva creación; pero
también juicio. Entonces habrá dos reacciones: la de los hijos
de Dios quiénes se acercarán con confianza a Jesús, y la de
los bastardos que se alejarán de Él avergonzados.
Una pregunta importante que debemos hacernos es:
¿Cómo saber si somos hijos? Si nuestra conducta es
semejante a la de Jesucristo: "Si sabéis que Él es justo,
sabéis también que todo el que hace justicia es nacido de
Él." (1Juan 2:29) El nuevo nacimiento es una obra de Dios
en nosotros. Nos da una nueva naturaleza semejante a
Jesucristo. Por tanto, la evidencia de tener esa nueva
naturaleza es una vida justa como Jesús la tuvo. De manera
que podemos identificar dos clases de “creyentes” en las
iglesias locales: los nominales y los auténticos.
- Nominales son los que dicen ser, creer y sentir; pero su
conducta no es justa. Su seguridad la han anclado en
sus experiencias místicas o emocionales.
Domingo 29 de diciembre 2019
- Los auténticos: su seguridad descansa en la evidencia
de una vida justa semejante a la de Cristo, por lo que
esperan con confianza la parusía.
Por eso Juan exclama en 1Juan 3:1-3: "Mirad cuán gran
amor nos ha otorgado el Padre, para que seamos
llamados hijos de Dios; y eso somos. Por esto el mundo
no nos conoce, porque no le conoció a Él. 2 Amados, ahora
somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que
habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se
manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos
como Él es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza puesta en
Él, se purifica, así como Él es puro."
Juan les hace admirar su estado de ser hijos de Dios por
amor del Padre. Los “cesasionistas” aseguraban que solo
ellos eran cristianos y esto hizo dudar a la iglesia. Por eso
Juan los anima a que no crean eso. Ellos son hijos y la
razón por la que los mundanos no lo reconocen es
porque no conocen al Padre. Juan les consuela
recordando que será hasta la parusía cuando se
manifestará plenamente lo que hoy somos. Esa
esperanza nos da seguridad de seguir hoy haciendo lo
correcto y puro (2Corintios 7:1). Si el mundo te odia,
consuélate en que eres hijo de Dios.
Algunos luchan dudando si son o no hijos de Dios: “si no
me siento hijo de Dios es porque tal vez no lo soy”, "si no
actúo siempre como hijo es porque tal vez...” La respuesta
de Dios es “mirad cuan grande es el amor de Dios por ti”
que te llamó, te adoptó, te nombró su hijo, por amor.
Nadie está obligado a adoptar, es por puro amor
incondicional e inmerecido.
Nuestra seguridad de ser hijos de Dios no debe descansar
en lo que hacemos o dejamos de hacer, sino en el amor
de Dios. No hay nada que podamos hacer para salirnos
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de sus manos, ni para mantenernos en ellas, todo es por
su gracia. Aunque el mundo no lo reconozca, aunque se
burlen de nosotros, nos llamen mentirosos, locos, o
tontos; aunque el mundo nos persiga, la ciencia atea nos
quiera confundir y otras religiones busquen
engañarnos... somos hijos de Dios. Por lo tanto, en la
parusía: no seremos de los que con vergüenza se alejan,
sino de los que con confianza se acercan. Mientras
esperamos esa parusía debemos vivir conforme a lo que
somos: hijos de Dios.
 CONVIÉRTETE EN LO QUE ERES

II. LA ADVERTENCIA A LOS HIJOS DE DIOS La regeneración supuso la implantación de la simiente de

1Juan 3:4-6: "Todo el que practica el pecado, practica
también la infracción de la ley, pues el pecado es
infracción de la ley. 5 Y vosotros sabéis que Él se manifestó
a fin de quitar los pecados, y en Él no hay pecado. 6 Todo
el que permanece en Él, no peca; todo el que peca, ni le ha
visto ni le ha conocido."
En el tiempo de Juan había personas que no le daban
importancia al pecado o que afirmaban no pecar. Para
ellos, ser cristianos significaba ser incontaminables.
Juan les escribe para que no se dejen engañar por esos
mentirosos y anticristos. Los manda a que analicen la
conducta y vida de ellos, comparándola con lo que es el
pecado: Si ellos decían ser justos (tal como afirmaban),
entonces deberían hacer lo justo; si decían ser puros,
entonces su conducta debería manifestar pureza. Pero si
no, entonces estén seguros de que son infractores y
rebeldes contra Jesucristo.
Dios en nosotros: Jesucristo. Permanecer en Cristo
significa mantenerse firmes sin practicar el pecado.
Tenemos el deber de identificar a quienes no son hijos de
Dios para evitar sus enseñanzas. Los identificaremos por
su conducta injusta y falta de amor.
Mientras esperamos la segunda venida de Cristo,
vivamos de manera justa y pura como los hijos de Dios
que ya somos, evitemos creer la mentira de los que
aseguran ser hijos de Dios, aunque sus vidas no lo
reflejan. Mientras Cristo viene por segunda vez,
convirtámonos en lo que ya somos: hijos de Dios. Cuando
vengan dudas, aflicción y dolor: descansemos en su amor
que nos dice que somos sus hijos.
APLICACIONES
1. A la luz de tu conducta ¿a qué grupo perteneces? ¿eres
auténtico cristiano o nominal? Los nominales huirán
avergonzados.

La razón: “En Jesús no hay pecado”. Por eso, si Él vive en
nosotros "Todo el que permanece en Él, no peca; todo el
que peca, ni le ha visto ni le ha conocido." Esto es: no
practica el pecado. Cuando peca se arrepiente, lo
confiesa, busca a Dios, no sigue rebelándose contra Él.
2. ¿De qué forma la seguridad qué eres hijo de Dios te
está llevando a purificarte como Él es puro?
3. ¿Cómo la certeza de que eres hijo te consuela y ánima?

¿Cómo ves tu propio pecado de ira, odio, resentimiento?

¿Tu amargura, falta de perdón? ¿con indiferencia,
inofensivo? ¿cómo un problema manipulable?

El verdadero cristiano vive en una tensión entre lo que es

“ya, pero todavía no”, y lo que será cuando sea
perfeccionado en la parusía. Ya somos hijos, puros y
santos, pero todavía no plenamente; así que nos
santificamos. El llamado es a que nos convirtamos cada
vez más en lo que ya somos: hijos de Dios.

Juan les hace una advertencia: no se dejen engañar, un

cristiano nominal no es cristiano. Por eso dice 1Juan
3:7-8: "Hijos míos, que nadie os engañe; el que practica la
justicia es justo, así como Él es justo. 8 El que practica el
pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el
principio. El Hijo de Dios se manifestó con este propósito:
para destruir las obras del diablo."

Si somos cristianos, se supone que Cristo destruyó la

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obra de esclavitud al pecado y al diablo; esto debe

notarse en buscar hacer lo correcto ante Dios; pero si no
nos importa hacer lo que es justo, es porque no somos
libres aún. La falta de oposición a nuestros pecados, es
evidencia de que no somos libres de ellos.

Concluye con un deber cristiano en 1Juan 3:9-10:

"Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado,
porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede
pecar, porque es nacido de Dios. 10 En esto se reconocen
los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo aquel que no
practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no
ama a su hermano."