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Un aspecto a resaltar es que todo director corporativo no sólo debe asegurar que
todos los procesos y procedimientos dentro de la organización se lleven a cabo bajo
parámetros de eficacia y eficiencia, sino que debe construir y llevar a cabo acciones,
estrategias y políticas que
estén basadas en modelos sencillos y claros que deben ser compartidos con todos
los miembros de la organización. Es por ello que se hace necesario que se incorpore
al factor humano en la cadena de valor como un elemento clave de los procesos
misionales y estratégicos corporativos, lo cual se verá evidenciado por el aporte y
singular presencia en la prestación del servicio y en producción con calidad. Es
preciso entonces que la dirección de la empresa tenga en cuenta algunos elementos
que son fundamentales para poder hablar de un correcto direccionamiento del
recurso humano como se presenta en la siguiente figura:
Las organizaciones son altamente eficientes y competitivas cuando logran que las
estrategias definidas frente al recurso humano estén totalmente alineadas con las
estrategias definidas por la dirección; la coherencia de estos dos aspectos implica
que los procesos ejecutados por el recurso humano garanticen la consecución
correcta, oportuna, eficaz y llena de valor de todas las metas establecidas en la
organización.
Para dar inicio a este proceso es preciso que se realice un diagnóstico que permita
ver y analizar lo que está haciendo la compañía para el manejo de los problemas,
ya que lo más seguro es que sin darse cuenta, ya se cumplen muchos de los pasos
que pretenda aplicarse para la solución de conflictos y problemas.
Dicho diagnóstico debe incluir un análisis del clima laboral, de la cultura que se lleva
en la organización, de la dirección de ésta, la motivación y la participación de todo
el personal en los proyectos corporativos. Del mismo modo, este diagnóstico le
permitirá a la empresa tener una visión de la situación actual, lo que le permitirá
hacer un análisis de la forma en que se motivará y preparará a la organización en
la creación, implementación y sostenimiento del manejo de los problemas que
puedan presentarse.
Ahora bien, para la implementación del manejo de los problemas, es preciso que
las personas estén preparadas para participar en proyectos, que la empresa cuente
con un excelente sistema de comunicación, que directivos y mandos tengan un
amplio conocimiento y hagan uso de las técnicas actuales de liderazgo y
empoderamiento; que el personal esté motivado y que el clima laboral sea el
propicio. Tanto los procesos de sensibilización como de formación permitirán que la
organización tenga una gran comprensión del manejo de los problemas. Un aspecto
a destacar es que las personas cuando tienen comprensión de que ellos hacen parte
de una institución en la cual son importantes permite que ellos mismos participen y
aporten ideas que permitan resolver los problemas más rápidamente. El manejo de
los problemas debe brotar como un principio de justicia, es decir, que no es justo
que en la organización alguien se tenga que responsabilizar de arreglar cosas mal
hechas por otros, pues este proceso requiere de una preparación y no es una
imposición, sino que ella nace de un trabajo en equipo.
Es preciso entonces que las empresas tengan presente esa latente necesidad de
formar a sus colaboradores para trabajar en el manejo de los problemas, para lograr
la calidad en la gestión, en los servicios y en las mismas personas. Del mismo modo,
es importante que se desarrollen planes de formación en el manejo de los
problemas y mejoramiento continuo que estén acompañados del desarrollo de la
compañía, puesto que la formación permite que “los gerentes no [pierdan] de vista
las metas y las estrategias de la organización y tiene que orientar la capacitación
con base a éstas” (Snell, 2013, p.293).