Está en la página 1de 21

lOMoARcPSD|1390349

Bloque 4 Civil EL Negocio JURÍDICO

Derecho Civil de la Persona - Civil 1 (UNED)

StuDocu is not sponsored or endorsed by any college or university


Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)
lOMoARcPSD|1390349

Capítulo 22: EL NEGOCIO JURÍDICO

2. EL PRINCIPIO DE LA AUTONOMÍA PRIVADA:


Las consecuencias jurídicas de cualquier hecho se encontrarían
predeterminadas por el Derecho positivo, de tal manera que, incluso en
relación a los actos humanos conscientes y voluntarios, la libertad o el
albedrío de la persona quedaría limitada a la decisión de realizar o no el acto
que representa el supuesto de hecho típico de la norma jurídica aplicable.

Dos objeciones:
1. La libertad de la persona no puede quedar constreñida (limitada) hasta el
extremo de limitarse a decidir si lleva a cabo (o no) el supuesto de hecho
contemplado en las normas jurídicas. Al menos en las relaciones entre
particulares, resulta necesario reconocer a las personas ámbitos de libertad
superiores, que les permitan no sólo decidir si realizan o no un determinado
acto, sino también determinar las consecuencias del mismo, conforme al
propio designio del acuerdo o pacto conseguido por cualquier otra persona o
conforme a la propia decisión voluntaria del actuante.

2. La omnicomprensividad del Ordenamiento jurídico no llega hasta el


extremo de prever una solución concreta para todo hecho o acto jurídico
realmente acaecido, pues el propio sistema jurídico parte de la base de que
la libertad de actuación de los sujetos de derecho permite establecer reglas
de conducta que, si bien se encuentran amparadas por el Derecho positivo,
no se encuentran expresamente contempladas en él de forma detallada.

Ante ello, se impone considerar que la titularidad de los derechos subjetivos


reconocidos o atribuidos a las personas no son un fin en sí mismos, sino un
vehículo de satisfacción de los propios intereses de los particulares. Por
tanto, ha de reconocerse a las personas la capacidad de “negociar” con sus
derechos y de utilizarlos como les convenga conforme a la satisfacción de
sus intereses.

Se habla de “autonomía privada” en cuanto la atribución a los particulares


de la posibilidad de dictar reglas de conducta vinculantes para conseguir sus
fines y que supone en definitiva un poder de autorregulación o de
autogobierno en las relaciones jurídicas privadas. El reconocimiento de la
autonomía privada supone que las relaciones entre particulares se
encuentran sometidas no sólo a las normas jurídicas en sentido estricto (ley,
costumbre y principios generales), sino también a las reglas creadas por los
propios particulares.

Art 1.255 CC “los contratantes pueden establecer los pactos, clausulas y


condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a
las leyes, a la moral y al orden público”.

Art 1.091 CC “las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley
entre las partes contratantes y deben cumplirse al tenor de los mismos”

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

3. EL NEGOCIO JURÍDICO

3.1. Introducción: la categoría conceptual del negocio jurídico.


Nuestro Código Civil no utiliza la expresión negocio jurídico ni ha adoptado
semejante concepto como parámetro de la regulación que le es propia, y
raramente usa el vocablo “negocio” para referirse a asunto o trato de
contenido patrimonial.

Sin embargo, todas las exposiciones generales de Derecho civil dedican


amplias páginas a esta temática. La razón de ello estriba en que la
dogmática alemana se vio obligada a construir una teoría general aplicable a
todos los actos y contratos subsumibles en la idea de la autonomía privada
(contratos, testamentos, matrimonio..). Esta circunstancia hizo que
finalmente el “negocio jurídico”, hasta entonces un mero concepto
organizador o sistemático, fuera consagrado legislativamente en el BGB de
1.900.

El modelo legislativo alemán, en donde, toda declaración de voluntad dirigida a


producir un efecto jurídico debe considerarse un negocio jurídico, ha sido
seguido posteriormente por algunos, aunque pocos, Códigos Civiles. El
esquema doctrinal que en su día lo sustentó hace que la doctrina o teoría del
negocio jurídico sea importada a otros países, entre ellos Italia y España.

3.2. El debate sobre la utilidad del negocio jurídico:


Actualmente, la pertinencia o inoportunidad de mantener la teoría general del
negocio jurídico, es una cuestión que debe ser planteada de forma diferente
bajo el régimen del BGB y del Código Civil español, ya que en aquél el
negocio jurídico es un referente normativo de necesaria consideración,
mientras que en nuestro Ordenamiento jurídico es, en todo caso, una mera
referencia sistemática para referirse al conjunto de actos jurídicos que
encuentran su fundamento en la autonomía privada. En todo caso se
encuentra generalizadamente aceptado tanto por la doctrina como por la
jurisprudencia patria. La jurisprudencia, acude con alguna frecuencia al uso
del término en muchas sentencias, en la mayoría de los casos su utilización
es puramente gramatical, para evitar reiteraciones o frases redundantes.

La construcción conceptual del negocio jurídico en nuestro sistema normativo


sólo es posible realizando una generalización de las disposiciones normativas
referentes a los diversos contratos, y sobre todo, al contrato en general;
ampliando posteriormente dicha generalización con la consideración de otras
instituciones concretas, como el matrimonio, la emancipación, la adopción,
los testamentos, etc. Calificar, por ejemplo, al testamento de negocio
jurídico no añade ni quita nada al propio régimen jurídico del mismo, pues
en definitiva, más que de su denominación o de su conceptuación teórica,
dicho régimen dependerá en exclusiva de las normas legales existentes
sobre el particular.
2

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

4. LOS ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURÍDICO:


Existen tres tipos de elementos:

1. Elementos esenciales: serían aquellos que necesariamente deben


integrar el negocio jurídico para que se considere válido y eficaz. Tales
elementos serían los siguientes: la voluntad o el consentimiento de crear un
determinado negocio; la causa, la forma y el objeto.

2. Elementos naturales: circunstancias, datos técnicos o características del


negocio que la ley considera integrados en el negocio, salvo que el sujeto o
las partes los excluyan.

3. Elementos accidentales: representados por la condición, el término y el


modo, en cuanto determinaciones de carácter accesorio que, por propia y
expresa voluntad de los sujetos, pueden formar parte del negocio jurídico.

5. CLASIFICACIÓN DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS:


Aunque la clasificación sería ilimitada, las principales categorías son:

5.1. Negocios inter vivos y negocios mortis causa:


Son negocios mortis causa aquellos que tienen por objeto regular las
relaciones jurídicas de una persona después de su fallecimiento (el
testamento). Son unilaterales y revocables mientras no se produzca el
fallecimiento.

Por contraposición son negocios inter vivos los que regulan las relaciones
jurídicas de una persona (o normalmente, dos o varias), durante su vida
(todos los contratos).

5.2.‐ Negocios personales y negocios patrimoniales


En los negocios patrimoniales se regulan los aspectos de contenido económico
(contratos, testamento), en cambio, se califican de negocios personales los
referidos a las relaciones jurídicas de las personas cuyo objeto fundamental
radica en aspectos de naturaleza extramatrimonial (matrimonio, adquisición
de nacionalidad).

5.3.‐ Negocios típicos y negocios atípicos


Los negocios típicos son aquellos que, al tiempo que gozan de un
reconocimiento legal expreso, se incluyen en un régimen normativo
específico (adopción, contrato de compraventa, arrendamiento, testamento,
etc).

Los negocios atípicos son los que, siendo lícitos y admisibles con carácter
general, como derivación de la autonomía privada, carecen de una
regulación institucional, por no haber sido contemplados expresamente por
el legislador (uniones de hecho, contrato de garaje, etc).

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

5.4.‐ Negocios causales y negocios abstractos:


Atendiendo a la relevancia de la causa, se distingue entre negocios causales y
los abstractos.
Los abstractos producirían efectos por la mera voluntad de las partes y sin
necesidad de tener en cuenta el elemento causal. NO PARECEN ADMISIBLES
EN NUESTRO SISTEMA JURÍDICO, por mucho que el BGB sí los permita y
regule.

5.5.‐ Negocios gratuitos y negocios onerosos


Se habla de un negocio gratuito (o lucrativo) cuando uno de los sujetos se
enriquece u obtiene un beneficio a consecuencia del negocio, sin asumir
carga o contraprestación alguna (la donación, regalo). Para el Código Civil
son también gratuitos los contratos de mandato, préstamo y depósito.

En los negocios onerosos la prestación de una parte encuentra su razón de ser


en la contraprestación de la otra: arriendo para que el arrendatario me
pague mensualmente, y él me paga para tener una vivienda. El calificativo
oneroso significa carga, por lo que expresa claramente que se trata de
conseguir algo mediante la transferencia a la otra parte de un valor
equivalente.

5.6.‐Negocios bilaterales y negocios unilaterales


Son bilaterales aquellos que requieren la emisión de las declaraciones de dos o
más personas de posiciones jurídicas contrapuestas, como los contratos.
(Cuando son varias personas se habla de acto plurilateral o colectivo).

Se califican como bilaterales aquellos contratos que generan obligaciones para


ambas partes, de forma recíproca y correspondiente (el comprador debe
pagar el precio mientras que el vendedor queda obligado a entregar el bien
objeto de la venta).

Serían contratos unilaterales los que generan obligaciones para una sola de las
partes contratantes. Por ejemplo, cuando presto a un amigo 100 € es
evidente que solo él queda obligado por mor del contrato de préstamo.

5.7.‐ Negocios solemnes y negocios no solemnes


Esta división se establece atendiendo a si la declaración de voluntad en que
asienta el negocio debe instrumentarse ajustándose a una determinada
forma (o no.
Son solemnes o formales, aquellos en que imperativamente se impone una
formalidad determinada, sin la cual el negocio no producirá efectos, por
ejemplo la Escritura pública, declaración ante el Encargado del Registro civil,
etc.

Se debe distinguir entre “forma” y “formalidad”, pues evidentemente toda


declaración de voluntad conlleva una determinada forma: verbal, gestual –el
llamar un taxi levantando la mano- por hechos –subir a un taxi-,etc

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

Capítulo 25: LA INEFICACIA DEL NEGOCIO JURÍDICO

2. LA NULIDAD
Se trata del supuesto más grave de ineficacia del negocio jurídico. Por ello
suele ser adjetivada como nulidad absoluta o nulidad de pleno derecho. Los
negocios jurídicos nulos no merecen para el Derecho más que rechazo; no
puede reconocer el Ordenamiento jurídico ningún efecto del negocio jurídico
nulo, ni siquiera su admisibilidad como negocio.

2.1. CAUSAS DE NULIDAD


Las razones o causas que predeterminan la nulidad absoluta de los negocios
jurídicos son de extraordinaria gravedad. “La nulidad absoluta o de pleno
derecho tiene lugar cuando el acto es contrario a las normas imperativas o
prohibitivas o cuando no tiene existencia por carecer de alguno de sus
elementos esenciales, pues según el artículo 1.261 del Código Civil no existe
si faltan el consentimiento, el objeto o la causa”. La nulidad del negocio
jurídico se deriva de la contrariedad al Derecho imperativo.

Son causas de nulidad radical del negocio jurídico:


1. La carencia absoluta o inexistencia de cualquiera de los elementos
esenciales. Falta el acto de voluntad o el consentimiento cuando quien
celebra el negocio jurídico lo hace apropiándose falsamente la
representación de otro; o es un enajenado mental.
2. El incumplimiento de cualquiera de los requisitos del objeto del contrato:
licitud, posibilidad y determinación.
3. La ilicitud de la causa de cualquier negocio.
4. El incumplimiento de la forma sustancial, en el caso de negocios formales
o solemnes.
5. La contrariedad a las normas imperativas, a la moral y al orden público,
en cuyo caso suele hablarse, directamente, de negocio jurídico ilegal.
6. En particular, los actos a título gratuito sobre bienes comunes realizados
por un cónyuge sin el consentimiento del otro.

2.2. LA ACCIÓN DE NULIDAD


Por muy nulo que sea un negocio jurídico en caso de haberse celebrado,
producirá una apariencia de tal que, salvo que sea destruida -por sentencia
judicial-, seguirá produciendo los efectos propios del negocio jurídico de que
se trate, como si fuera valido. Ej: venta de una propiedad que no es tuya.
Para evitar semejante “apariencia negocial”, el Derecho dota a la acción de
nulidad de una serie de caracteres que conviene retener:

a) Es imprescriptible, es decir, puede ser ejecutada en cualquier momento.

b) Puede ejercitarla cualquier persona interesada en deshacer el negocio


jurídico nulo, Incluso terceros. Quien genera la causa de nulidad no está
legitimado para impugnar el negocio jurídico.

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

2.3. CONSECUENCIAS DE LA NULIDAD


A) En general: la restitución
Dado que el negocio jurídico nulo no produce efectos, las consecuencias de la
declaración judicial de nulidad tienden a dejar las cosas en el statu quo
inmediatamente anterior a la celebración del presunto negocio jurídico: lo
que, técnicamente, se denomina restitución.
La restitución ha de tener lugar en forma específica o in natura (devolviéndose
las partes precisamente las cosas que fueron transmitidas en función del
negocio jurídico nulo). Si ello no es posible, procederá la restitución del
equivalente pecuniario, en dinero.

B) En particular: los supuestos de ilicitud


En tales casos, han de aplicarse las reglas establecidas en los artículos 1.305 y
1.306, que determinan diferentes consecuencias según que la ilicitud (civil)
del objeto y de la causa constituya o no, simultáneamente, un ilícito penal
propiamente dicho (esto es, delito o falta tipificado por el Código Penal):

1. En caso de ilícito penal (que, además, sea imputable a ambos contratantes),


el artículo 1.305 dispone que las partes “carecerán de toda acción entre sí, y
se procederá contra ellos, dándose, además, a las cosas o precio que
hubiese sido materia de contrato, la aplicación prevenida en el Código Penal
respecto a los efectos o instrumentos del delito o falta. Esta disposición es
aplicable al caso en que solo hubiere delito o falta de parte de uno de los
contratantes; pero el no culpado podrá reclamar lo que hubiese dado, y no
estará obligado a cumplir lo que hubiere prometido”.

2. En lo supuesto en que la causa torpe (causa y objeto ilícitos del artículo


anterior) “no constituyere delito ni falta, se observarán –artículo 1.306—las
reglas siguientes: Cuando la culpa esté de parte de ambos contratantes,
ninguno de ellos podrá repetir lo que hubiera dado a virtud del contrato, ni
reclamar el cumplimiento de lo que el otro hubiese ofrecido. Cuando esté de
parte de un solo contratante, no podrá éste repetir lo que hubiese dado a
virtud del contrato, ni pedir el cumplimiento de lo que se le hubiera ofrecido.
El otro, que fuera extraño a la causa torpe, podrá reclamar lo que hubiera
dado, sin obligación de cumplir lo que hubiera ofrecido”.

2.4. LA NULIDAD PARCIAL


Se habla de nulidad parcial cuando el negocio jurídico contiene una o varias
cláusulas o determinaciones ilegales, pese a la validez y adecuación al
Ordenamiento jurídico del conjunto esencial del mismo, es decir, el objeto,
la causa y la forma son adecuadas.

La coexistencia de cláusulas nulas (por ilegales) con los restantes pactos


válidos del negocio jurídico plantea el problema de determinar si la invalidez
de la cláusula nula debe afectar al conjunto negocial. Lo que nos lleva a
determinar que en caso de negociación contractual, los vacíos deben
rellenarse con tareas de interpretación e integración, esta última de forma
automática (fijación de precios…). Si la tarea interpretativa no arroja el
6

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

resultado de que el negocio jurídico se corresponde con el designio de


ambas partes, se habrá de propugnar la nulidad total del acuerdo negocial.

3. LA ANULABILIDAD
Un negocio jurídico anulable será aquel que pueda ser impugnado o, por el
contrario, seguir produciendo efectos en caso de que su efectiva anulación
no tenga lugar.

3.1. CAUSAS DE ANULABILIDAD


Las razones o causas de anulabilidad, de menor gravedad que las propias de la
nulidad, pueden identificarse en las siguientes:

1. Todos los vicios de la voluntad o, en su caso, del consentimiento: error,


violencia (no absoluta), intimidación y dolo (voluntad deliberada de cometer
un delito a sabiendas de su ilicitud).
2. Inexistencia de plena capacidad de obrar en alguno de los sujetos del
negocio y, en su caso, de las partes contratantes, tal y como ocurre en los
siguientes casos:
a) Los menores no emancipados
b) Las personas sometidas a la tutela, conforme a la sentencia de
incapacitación
c) Las personas sometidas a curatela (curador: representante para los actos de
la vida civil de una persona declarada incapaz)
d) Los emancipados respecto a los negocios jurídicos contemplados en el
artículo 323
3. Inexistencia de consentimiento marital o uxorio (esto es, del otro cónyuge)
respecto a los actos o negocios jurídicos onerosos realizados por el otro
cónyuge, cuando legalmente se requiere el consentimiento de ambos

3.2. LA ACCION DE ANULABILIDAD


Dado que nuestro CC denomina a la acción de anulabilidad, “acción de
nulidad”, algunos autores prefieren hablar de “nulidad absoluta” y “nulidad
relativa”.

A)Plazo de ejercicio: Conforme el artículo 1.301.1, la acción de anulabilidad


“solo durará cuatro años”. Se trata de un plazo de caducidad. El plazo ha de
contarse de forma diversa, según la naturaleza de la causa de nulidad:

1. Solo en los casos de error o dolo , el punto inicial de computo es “la


consumación del contrato”

2. En las demás causas de anulabilidad, el cómputo inicial queda retrasado a


un momento posterior a la celebración del negocio jurídico anulable:

a) El cese o desaparición de la intimidación o violencia; ya que, mientras


existan, el negocio jurídico se ha de entender continuadamente viciado. (Es
decir, desde el día en que éstas hubieren cesado).

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

b) La salida de la tutela respecto de los negocios jurídicos celebrados por


menores o incapacitados: regla que es mera consecuencia de que el pupilo o
tutelado no puede actuar por sí mismo, no tiene independencia,
jurídicamente hablando.

c) La disolución de la sociedad conyugal o del matrimonio (“salvo que antes


hubiese tenido conocimiento suficiente de dicho acto o contrato” el cónyuge
no interviniente), en los casos de falta del consentimiento del otro cónyuge.

B) Legitimación activa: El círculo de personas legitimadas para el ejercicio de la


acción de anulabilidad queda limitado a las personas que hayan sufrido el
vicio de la voluntad o del consentimiento o fueron incapaces para realizar el
negocio jurídico; así como quienes, sin ser parte propiamente hablando del
mismo, asumen obligaciones a causa de dicho negocio jurídico (p.e. el fiador
en un préstamo).

3.3. EFECTOS DE LA ANULABILIDAD


El efecto restitutorio es, si no absolutamente idéntico, análogo, en caso de
prosperar la anulabilidad y la de nulidad.

4.LA PERVIVENCIA DE LOS NEGOCIOS JURÍDICOS INVÁLIDOS

4.1. LAS CAUSAS DE INVALIDEZ Y SU POSIBLE SANCIÓN


Las diferencias entre nulidad y anulabilidad no se pueden analizar desde el
punto de vista de los efectos positivos del ejercicio de la acción
correspondiente, sino desde las consecuencias de la falta de ejercicio en la
acción.
En cuanto no se declara judicialmente, los negocios jurídicos inválidos
pervivirán como si no fueran tales. Pero, ¿qué consideración merecen para el
Ordenamiento jurídico? La respuesta viene dada:

A. Aunque no se ejercite la acción de nulidad, el negocio jurídico nulo será tal


para el Derecho.

B. La falta de ejercicio de la acción de anulabilidad (p.e. por transcurso del


plazo de caducidad) conlleva, por el contrario, que la pervivencia fáctica
(relativa a los hechos) del negocio jurídico anulable se asume por el
Ordenamiento jurídico, que lo convalida (lo hace válido), por considerar que
las causas de anulabilidad no atentan contra el orden público negocial, sino
contra los intereses de un particular. Por tanto, si la persona que ha sufrido
la causa de anulabilidad no procura su propia indemnidad ejercitando la
acción anulatoria del negocio jurídico, el principio de seguridad jurídica (que
tiene primacía sobre los intereses particulares) comportará la sanación de la
causa de anulabilidad.

En definitiva, las causas de anulabilidad son disponibles para las partes y, por
tanto, sanables. Las causas de nulidad, por el contrario, son de derecho

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

necesario y de carácter absolutamente indisponible, por atentar el orden


público.

4.2. LA CONFIRMACIÓN DEL NEGOCIO JURÍDICO ANULABLE


El cauce sanatorio se conoce con el nombre de confirmación. Conforme el
artículo 1.313, “la confirmación purifica el contrato de los vicios de que
adoleciera desde el momento de su celebración” (tiene eficacia retroactiva)
y, por consiguiente, extingue la acción de anulabilidad.

Para que la confirmación sea válida, se requiere que quien la lleve a cabo sea
consciente de la transcendencia de la misma. Por ello requiere el Código que
el confirmante tenga conocimiento de la causa de anulabilidad y que el vicio
no le siga afectando (habiendo ésta cesado). Se puede realizar de forma
expresa o tácita

La confirmación es una modalidad de la convalidación, la más importante en la


práctica y la única con disciplina legal, es sólo aplicable a los contratos anulables.
Podría definirse (atendiendo a varios aspectos de su regulación legal) como “la
declaración de voluntad unilateral realizada por la parte legitimada para hacerlo,
concurriendo los requisitos exigidos por la ley, y en virtud de la cual un negocio
afectado de vicios que lo invalidan se convierte en válido y eficaz como si jamás
hubiera estado afectado por vicio alguno”

4.3. LA DENOMINADA CONVERSIÓN DEL NEGOCIO JURÍDICO NULO


La pretendida conversión del negocio jurídico consistiría en que un negocio
jurídico con tacha de nulidad, (por contravenir alguna norma imperativa
propia del modelo o tipo negocial de que se trate), puede ser reconducido a
un tipo negocial diverso para ser considerado válido. El CC no la considera
posible.

5. LA RESCISIÓN
La rescisión es una forma particular de ineficacia del contrato que procede de
un momento posterior a la celebración del mismo, el cual nace plenamente
válido, pero posteriormente puede ser declarado ineficaz por sus efectos
lesivos o perjudiciales para una de las partes o de un tercero.

La rescisión presupone un negocio jurídico inicialmente válido, mientras


que la nulidad y la anulabilidad implican la invalidez inicial del negocio
a que estén referidas.

5.1. CAUSAS DE RESCISIÓN


Atendiendo al articulado del Código Civil, las cusas de rescisión se pueden
clasificar en tres grupos distintos:
A)Rescisión por lesión: El término lesión significa sencillamente perjuicio
patrimonial para uno de los sujetos del negocio y, en particular, para una
de las partes contratantes. El Código declara rescindibles:

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

1. “Los contratos que pudieran celebrar los tutores sin autorización judicial,
siempre que las personas a quienes representan hayan sufrido lesión en más
de la cuarta parte del valor de las cosas que hubiesen sido objeto de
aquéllos”.(EJ: el tutor compra un coche por doble de su valor).
Los contratos que celebre el menor por sí solo serán anulables y no
rescindibles. También serán rescindibles los contratos que celebre el tutor
con autorización judicial; respecto de los cuales podrá el menor, para
recuperar los perjuicios que le causen, exigir la responsabilidad en que haya
podido incurrir el Juez al conceder autorización al tutor. Aquellos contratos
que, necesitando autorización del judicial, celebre el tutor por sí solo, son
directamente nulos.
2. “Los celebrados en representación de los ausentes, siempre que éstos
hayan sufrido la lesión a que se refiere el número anterior” (en más de la
cuarta parte del valor de la cosa).
3. La partición de la herencia, siempre que la lesión sea en más de la cuarta
parte, atendiendo al valor de las cosas cuando fueron adjudicadas.

B)Rescisión por fraude: La celebración de un negocio jurídico (y, en particular,


los contratos) con intención fraudulenta respecto de terceros, es decir, con
ánimo de engañarlos perjudicando sus intereses, constituye igualmente
causa de rescisión de los siguientes supuestos:

1. Los contratos celebrados en fraude de acreedores, cuando éstos no


puedan cobrar de otro modo lo que se les deba. Se presume el fraude en
todas las enajenaciones gratuitas; y, en las onerosas, cuando el
transmitente haya sido judicialmente condenado o cuando se trate de bienes
embargados judicialmente.
2. Los contratos que refieran a cosas litigiosas, cuando hubiesen sido
celebrados por el demandado sin conocimiento y aprobación de las partes
litigantes o de la Autoridad judicial competente.
3. Los pagos hechos en estado de insolvencia por cuenta de obligaciones a
cuyo cumplimiento no podía ser compelido (obligar a una persona por la
fuerza o con el poder de la autoridad a que haga una cosa) el deudor al
tiempo de hacerlos.

C) Rescisión por otros motivos: El artículo 1.291.5 deja la puerta abierta a


cualesquiera otros casos en que especialmente determine la ley la rescisión.

5.2. LA ACCIÓN RESCISORIA


Exige el Código tres requisitos para que sea posible el ejercicio de la acción
rescisoria (esto es, recuperación del statu quo anterior a la celebración del
negocio rescindible):

1. Que el perjudicado carezca de otro recurso legal para obtener la reparación


del perjuicio, se trata, por tanto, de una acción subsidiaria.
2. Que el perjudicado pueda devolver aquello a que estuviere obligado.

3. Que las cosas objeto del contrato no se hallen legalmente en poder de


terceras personas que hubieren procedido de buena fe; ya que, en tal caso,
10

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

la pretensión del lesionado o defraudado ha de limitarse a reclamar la


indemnización de perjuicios al causante de la lesión.

En relación con el plazo de ejercicio de la acción, es claro que coincide con el


de cuatro años establecido para las acciones de anulabilidad. La regla
general respecto del cómputo del plazo consiste en que éste empezará a
correr desde la celebración del negocio jurídico rescindible. Sin embargo,
“para las personas sujetas a tutela y para los ausentes, los cuatro años no
empezarán hasta que haya cesado la incapacidad de los primeros, o sea
conocido el domicilio de los segundos”.

5.3. EFICACIA RESTITUTORIA E INDEMNIZATORIA DE LA RESCISIÓN


El efecto fundamental de la rescisión tiene un acusado matiz restitutorio:
obtener la devolución de todo aquello que haya sido entregado o transmitido
por virtud del negocio rescindible. Pero como puede ocurrir que las cosas
entregadas hayan desparecido, siendo imposible su devolución; o bien que
hayan ido a parar a manos de terceros adquirientes, protegidos en su
adquisición de modo preferente sobre el que ejercita la acción rescisoria por
lesión o fraude, en estos casos de imposible devolución, la acción rescisoria
se transforma en indeminizatoria o reparatoria, con carácter subsidiario.

La obligación de indemnizar puede alcanzar al adquiriente de mala fe, pues “el


que hubiese adquirido de mala fe las cosas enajenadas en fraude de
acreedores, deberá indemnizar a éstos de los daños y perjuicios que la
enajenación les hubiere ocasionado, siempre que por cualquier causa le
fuere imposible devolverlas”.

11

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

Capítulo 26: LA REPRESENTACIÓN

1. IDEAS GENERALES
Por lo general, las personas se desenvuelven en el tráfico jurídico por sí
mismas, realizando aquellos actos o negocios que estiman de su interés de
forma directa y personal. Sin embargo, resulta frecuente que la actuación
personal sea imposible o desaconsejable (lejanía, gran pérdida de tiempo,
razones de salud, ausencia, etc.) y sea necesario buscar una tercera persona
que despliegue la actividad de que se trate en lugar del directamente
interesado, sustituyéndolo.
De otra parte, el hecho de que toda persona, incapaces incluidos, sea o pueda
ser titular de derechos y obligaciones hace necesario que la ley atiende a la
gestión de tales derechos y obligaciones imponiendo a ciertas personas el
desempeño de los mismos en nombre del incapaz.

1.1. La representación voluntaria o convencional y la representación


legal
El art. 1.259 CC dice que se puede “contratar a nombre de otro” cuando quien
formalice el contrato “esté autorizado” por el representado o “tenga por la
ley su representación legal”. Conforme a lo dicho, el fenómeno
representativo, consistente en actuar en el tráfico jurídico una persona por
otra. Puede encontrar su origen en:

a) La decisión del interesado; quien, mediante un acto de autonomía


privada, confiere a otro la autorización para actuar en su esfera personal. Se
habla de representación voluntaria o convencional, ya que el interesado, si
quisiera, podría actuar por sí mismo y cuidar de sus propios intereses. Es
por tanto la voluntad del interesado la que origina y delimita este fenómeno
representativo

b) En la propia ley, que, en protección de los incapaces, hace que sus


intereses sean ejecutados por una persona capaz a la que la ley faculta y
obliga a desempeñar tal cargo. Se denomina representación legal al
fenómeno sustitutorio en virtud del cual, por mandato de una ley, una
persona tiene encomendada la gestión de los intereses de un incapaz o de
una persona que, sin llegar a ser técnicamente tal, no puede (el ausente, el
nasciturus) o no debe (el concursado o quebrado) desplegar la actividad que
requeriría la marcha de sus asuntos.

1.2. La actuación en nombre ajeno o contemplatio domini: la


representación directa.
Diferenciadas en su origen y significado, la representación voluntaria y la
representación legal constituyen dos caras de una misma moneda, cuya
funcionalidad es la misma en ambos casos: una persona (representante),
especialmente facultada convencional o legalmente para ello, actúa en
nombre y por cuenta de otro (representado), de forma tal que el resultado
de su gestión o actuación incide y recae directamente en la esfera jurídico‐
personal del representado.

12

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

Tanto el representante legal cuanto el voluntario han de actuar “en nombre del
representado”, de forma tal que los terceros sepan desde el primer
momento que su intervención formal no conlleva, sin embargo, que queden
vinculados personalmente con el representante, sino que éste se limita a
actuar por otra persona: el representado.

La utilización del nombre ajeno (el del representado) o mejor, la “actuación en


nombre ajeno”, es, pues, el dato inicial característico de la representación
(se obliga a levantar un edificio a la Constructora S.A., aunque firme el
correspondiente contrato D. Antonio Martín en cuanto gerente de la misma.
En caso de discusión sobre la calidad de los materiales del edificio, no se
podrá reclamar indemnización alguna a D. Antonio Martín, como persona
física o natural, sino a Constructora S.A.).

A consecuencia de esta directa y automática vinculación entre representado y


tercero, en el caso de representación de origen voluntario, se denomina a
este tipo de fenómeno sustitutorio representación directa.

1.3. La representación de carácter indirecto:


Todos aquellos supuestos en que el representante actúa en nombre propio,
aunque lo haga por cuenta ajena y en interés del representado. En tales
casos, se habla de representación indirecta, pues aunque en el fondo el
representante actúe siguiendo las instrucciones del representado,
externamente o frente a terceros, se presenta como parte directamente
interesada, realizando los actos o cerrando las negociaciones en su propio
nombre. (Ej: comprar un determinado artículo- libro, cuadro- por encargo)

1.4. Otros supuestos de interposición gestoría:


Son numerosos los supuestos en que una persona sustituye o auxilia a otra en
actividades de la más variada índole, mas sin atribuirse legitimación
representativa alguna, sino sencillamente colaborando o contribuyendo
materialmente a la consecución de tales actividades, sin llegar a sustituir
realmente la capacidad decisoria del interesado (una secretaria o una
intérprete, el niño a quien se envía a pagar lo adecuado en el
supermercado), no pueden ser considerados representantes, sino “otra
cosa”.

Categorías gestorías:
1. La actuación gestoría puramente auxiliar: terceras personas intervienen
en cualquier acto o negocio jurídico sin capacidad decisoria alguna, sino
desempeñando un papel puramente material, asesorando o auxiliando al
interesado: abogado, intérprete, agente de la propiedad inmobiliaria, etc.

2. El nuncio, emisario o mensajero: persona que, actuando por otra, lleva a


cabo un acto jurídico cualquiera, pero de carácter material y sin posibilidad
de modificar su alcance. Al nuncio o emisario no se le requiere capacidad de
obrar o capacidad contractual alguna (pagar una deuda, recibir un pago,
recoger la compra ya realizada…).

13

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

2. LA REPRESENTACIÓN DIRECTA Y SUS PRESUPUESTOS:


2.1. Concepto y requisitos:
Identificada la representación directa con la “verdadera representación”, los
presupuestos básicos de la figura radican en la coexistencia de tres datos
básicos:

1. La actuación en nombre ajeno: consiste semejante requisito en la


necesidad de que el representante se presente ante los terceros como
persona que actúa en nombre de otra (p.e. el representante acredita su
condición de tal mediante la exhibición de un poder notarial).

2. La actuación por cuenta ajena: requisito en cuya virtud la actuación del


representante debe encontrarse presidida por la idea de defender los
intereses y las expectativas negociales del representado. Tal requisito no
sólo está presente en la representación directa, sino también en los demás
supuestos de representación: indirecta, legal y orgánica.

3. Existencia de apoderamiento: semejante presupuesto es igualmente


aplicable a todas las categorías de actuación representativa.

2.2. Ámbito de la representación: la exclusión de la esfera


personalísima.
La generalización de la dogmática alemana y el hecho de que el BGB adscriba
la temática de la representación a “la emisión de declaraciones de voluntad”
ha traído consigo que la mayor parte de la doctrina considere que la
actuación representativa tiene su ámbito natural y propio exclusivamente en
relación con los negocios jurídicos.
En nuestro Código, el art. 439 establece que la adquisición de la posesión (acto
de carácter material) puede realizarse “por la misma persona que va a
disfrutarla, por su representante legal, por su mandatario…”. La doctrina
española, de forma mayoritaria, niega que en el citado artículo puedan verse
indicios de verdadera representación”.
Sin embargo, el Código Civil leído a través del BGB parece compatible. Al
parecer de F. DE CASTRO, sí parece asumible: “…el ámbito de la
representación es muy amplio en Derecho español; comprende todo el
campo de la autonomía de la voluntad, entendida ésta en su sentido más
general; es decir, comprendiendo la celebración de negocios jurídicos,
realización de actos jurídicos no negociales, ejercicio de derechos y
facultades; siempre que no tengan carácter de personalísimos”, como por ej.
el testamento.

3. EL PODER O LA LEGITIMACIÓN DEL REPRESENTANTE:

3.1. El apoderamiento: poder y mandato.


Para que una persona pueda presentarse legítimamente ante la comunidad
como representante de otra, es evidente que ha de estar facultada, legal o
convencionalmente, para ello. En pocas palabras, el representante ha de
tener un “poder” para actuar en cuanto tal.
14

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

El “apoderamiento” del representante constituye el punto de partida de su


actuación en nombre ajeno (o del representado) y delimita y concreta sus
facultades. El acto de apoderamiento es unilateral en cuanto su único efecto
radica en otorgar al representante la facultad o posibilidad (pero no la
obligación) de representar al principal (representado).

Si el poder no llega a conocimiento del apoderado, existe y es válido, pero es


simultáneamente ineficaz (no ha valido para nada), dado que no ha sido
objeto de desarrollo posterior. El desarrollo del poder requiere la existencia
de un contrato de mandato, en cuya virtud el apoderado (en cuanto
mandatario) sí queda obligado a llevar a cabo la actividad contemplada
como objeto del mandato.

En nuestro Código Civil el mandato puede carecer de efectos representativos,


por consiguiente, el mandato puede ser representativo o no representativo,
pero en todo caso la representación es una modalidad del mandato.

3.2. Clases de poder


El representado (en el caso de representación voluntaria, “poderdante”) puede
querer que el apoderado (o representante) gestione sólo un asunto concreto,
y, en tal caso, se dice que le otorgará un poder especial.

Por el contrario, se habla de poder general, cuando el principal autorice al


representante para gestionar una serie múltiple de asuntos del poderdante o
incluso todos los asuntos y negocios del representado.

En el caso de que se apodere a varias personas para un mismo asunto es de


gran interés práctico saber si la actuación de ellas se ha de realizar de forma
conjunta o por separado. A tal efecto, debe distinguirse entre:

 Poder solidario: sería el otorgado a varias personas para un mismo


asunto de forma que cualesquiera de ellas pueden celebrar individual y
separadamente el negocio en cuestión.
 Poder mancomunado: cuando la designación de varias personas tiene
como propósito determinante que todos ellos participen en la celebración
definitiva del negocio.

La distinción entre poder revocable y el poder irrevocable hay que referirla a la


representación voluntaria. El apoderamiento, es desde luego un acto propio
de autonomía privada, respecto del cual el poderdante detenta por completo
la iniciativa. De forma tal que, el poder es por naturaleza revocable sin
necesidad de justa causa o de fundamento concreto alguno. Sin embargo,
no son extraños los casos en que el propio representado tiene interés en
conceder las atribuciones correspondientes al representante de forma
irrevocable, para evitar “males mayores” (alguien muy endeudado otorga
poder irrevocable a sus principales acreedores para vender algunos de sus
bienes, bajo el compromiso de que éstos no le embargarán otros bienes
fructíferos con los que piensa afrontar el resto de sus deudas).
15

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

4. LA INADECUACIÓN ENTRE ACTUACIÓN REPRESENTATIVA Y


APODERAMIENTO: EL DENOMINADO FALSUS PROCURATOR
Pese a que la actuación del representante requiera encontrarse legitimada por
una relación de apoderamiento, convencional o legalmente constituida,
resulta obvio que en la práctica no son extraños los casos en que una
persona actúa por otra sin contar con dicha legitimación o, sencillamente,
extralimitándose en las atribuciones que le habían sido conferidas por el
poder:

4.1. Inexistencia de poder


Aunque factible, es escasamente frecuente que una persona se atribuya la
representación de otra que no le ha otorgado poder alguno (inexistencia
absoluta de poder).

4.3. Exceso en la actuación representativa


Son casos en que el representante se vale de un poder que, después, le ha
sido revocado por el principal o aquellos en que el representante se
extralimita de las instrucciones recibidas en el poder, por entender de buena
fe que con ello consigue mayores beneficios para el poderdante o por
querer, maliciosamente, cerrar de una vez el negocio y cobrar.
En tales casos se habla tradicionalmente de “falsus procurator”, esto es, de
falso representante.

4.3. La nulidad de la actuación del falsus procurator


El negocio o contrato celebrado entre el representante y el tercero no podrá
producir los efectos propios del mismo y habrá de considerarse ineficaz. En
tal sentido, preceptúa el artículo 1.259.2 del Código Civil que “el contrato
celebrado a nombre de otro por quien no tenga su autorización o su
representación legal será nulo”.

5. LA RATIFICACIÓN DE LA FALSA O INADECUADA ACTUACIÓN


REPERSENTATIVA
Dicha nulidad se producirá “a no ser que ratifique la persona a cuyo nombre se
otorgue antes de ser revocado por la otra parte contratante”. Esto es, el
representado, advertido o no previamente por el representante, cuando un
tercero le inste a ejecutar lo pactado con el falso representante adopta la
iniciativa de:

a) Alegar la existencia de un supuesto de falsus procurator y desentenderse de


forma total y absoluta del tema; o

b) Asumir personalmente la falsa o inadecuada actuación representativa y


considerarse vinculado con el tercero, mediante una declaración propia de
voluntad que, conforme al verbo del artículo 1.259.2, se conoce con el
nombre de “ratificación”.

16

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

5.1. Carácter y consecuencias de la ratificación


Dicha aceptación ex post facto (posterior al hecho) de la actuación del
representante viene a suponer, pues, un apoderamiento a posteriori que, no
obstante, tiene eficacia retroactiva y sana el defecto de poder de la
actuación del representante, originariamente no apoderado. Por tanto, a
efectos prácticos, la fecha del contrato en su caso será la del celebrado por
el falsus procurator y no la de la ratificación.

5.2. La inexistencia de ratificación


A) La actuación contra el sedicente (fingido) representante
En el supuesto de que el falsus procurator no cuente con la posterior
ratificación del representado, al tercero no le quedará otra vía que actuar
contra el sedicente representante. En dependencia de los datos concretos de
hecho el tercero podrá:

a) Dirigirse contra el por vía penal, ya que la actuación consciente y malévola


de atribuirse una representación que no se tiene puede constituir un delito
de estafa.

b) No obstante, en la mayor parte de los casos el tercero habrá de limitarse a


reclamar en vía civil el resarcimiento de daños causados por la actuación
falsamente representativa. Para ello resulta necesario que el tercero haya
pactado con el falsus procurator de buena fe.

B) El resarcimiento de daños: el interés contractual negativo


La concreción del referido resarcimiento de daños se plasma en el denominado
“interés contractual negativo”; esto es, en indemnizar al tercero de los
perjuicios patrimoniales sufridos (el denominado daño emergente) y de las
ganancias o provechos que razonablemente le hubiera comportado la
ejecución efectiva de lo pactado (el denominado lucro cesante).

6. LA ACTUACIÓN POR CUENTA AJENA


6.1. En general
La actuación por cuenta ajena que la representación conlleva, supone y
requiere que el representante gestione y defienda el interés del
representado, en nombre de quien interviene, y se olvide del suyo propio en
tanto desenvuelve la actuación representativa. Por consiguiente, para actuar
correctamente, en el caso de que exista conflicto de intereses entre
poderdante o representado y representante, éste debería atender más al
provecho y beneficio del representado que al suyo propio. Ej: un
representante no puede vender una mercancía a bajo precio en un sdad en
la que él es socio.

6.2. La inadmisibilidad del autocontrato o contrato consigo mismo


Con autocontrato se hace referencia a todos aquellos casos en los que una
persona, actuando en nombre de otra, de un lado, y de otro lado, en nombre
propio (o bien en los que una persona es, simultáneamente, apoderada de
dos personas distintas que quieren realizar actos que resultan convergentes
17

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

a la postre: una quiere vender y otra comprar, por ejemplo), celebra el


contrato asumiendo roles diversos y aparece, aunque solo sea formalmente,
como comprador y vendedor.
Existen algunos preceptos en los que se evidencia la prohibición de celebrar
actos jurídicos por los representantes cuando dicha celebración suponga
conflicto de intereses con sus respectivos representados:

a. Se prohíbe comprar a tutores y mandatarios bienes de sus representados.


b. El Código Civil exige que cuando los progenitores de hijos no emancipados
tengan intereses contrapuestos a éstos (p.e., herencia del otro progenitor,
ya fallecido) se nombre judicialmente un defensor de los intereses del
menor.
c. Se prohíbe ser tutores a quienes “tuvieren importantes conflictos de
intereses con el menor o incapacitado”.
d. El Código de Comercio expresa que ningún “comisionista (representante)
comprará para sí mismo o para otro lo que se haya mandado vender, ni
venderá lo que se le haya encargado comprar sin licencia del comitente
(representado)”.

El autocontrato no es admisible en Derecho español y debe ser considerado


como anulable en la representación voluntaria y nulo de pleno derecho en la
representación legal, salvo que resulte indudable que no haya conflicto de
intereses en su celebración.

7. LA DENOMINADA REPRESENTACIÓN INDIRECTA:


La actuación por cuenta ajena no es una nota exclusiva de la representación
voluntaria directa y de la representación legal (esto es, de la representación
propiamente dicha), sino que puede darse en otros supuestos por razones
más o menos inconfesadas (p.e: si yo, enemistado con el carpintero del
barrio, encomiendo a un amigo que le encargue una determinada librería, es
obvio que no sólo no le apodero para que utilice mi nombre, sino que debe
guardarse de hacerlo, pese a que actúe por mi cuenta y en interés mío).

La ocultación de actuar en nombre ajeno es, pues consciente y deliberada ya


sea por razones serias (el político a quien no interesa que el vendedor de un
chalet filtre a la prensa la noticia de la compra) o intrascendentes (encargo a
un amigo que me traiga de Italia un queso parmesano).

En los supuestos de esta índole la actuación representativa se caracteriza por


el hecho de que el representante actúa “en nombre propio”, sin manifestar u
ocultando conscientemente el nombre de la persona por cuenta de quien
actúa. Por tanto, en puridad de conceptos, acaso deberíamos hablar de
mandatario y no de representante.

Siendo ello así, parece natural que la actuación del mandatario no pueda
vincular directa e inmediatamente al representado y al tercero, ya que este
ni siquiera sabe por cuenta de quién ha actuado el mandatario.

18

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

Los supuestos ahora considerados se suelen englobar bajo la denominación de


representación indirecta, pese a que en la misma no se da propiamente
hablando fenómeno representativo alguno.
Con independencia de la denominación de la figura, en los supuestos aludidos
no existe relación alguna entre mandante y tercero. En efecto, cuando el
mandatario obra en su propio nombre, resulta que:
 El mandante no tiene acción contra las personas con quienes el mandatario
ha contratado, ni éstas tampoco contra el mandante.
 El mandatario queda obligado directamente con la persona con quien ha
contratado, como si el asunto fuera personal suyo.

8. LA REPRESENTACIÓN LEGAL:
No son extrañas las propuestas doctrinales acerca de la exclusión de la
representación legal del ámbito de la representación. Nuestro Código Civil no
utiliza casi nunca el vocablo representación para referirse a la actuación
representativa directa; mientras que su utilización (y la de representante) es
continua y reiterada en relación con los supuestos de representación legal.

Aunque entre la representación directa y la representación legal, existen


innegables diferencias, el substratum básico de ambas es el mismo: una
persona actúa en nombre y por cuenta de otra, que será la titular de los
derechos y obligaciones dimanantes (procedentes) de la actuación
representativa.

Prototipos de representación legal ya considerados:


a) Los tutores son representantes legales de los menores o incapacitados
sometidos a tutela, con carácter general. Sin embargo, la tutela es hoy día
graduable y, por tanto, el ámbito de actuación del representante depende de
lo establecido en la sentencia de incapacitación
b) Los progenitores son representantes legales que ostentan la patria potestad
sobre sus hijos menores o la patria potestad prorrogada sobre los hijos
mayores incapacitados.
c) Se ha de considerar representante legal el defensor judicial que represente y
ampare los intereses de menores e incapacitados
d) Y debe incluirse dentro de la representación legal el defensor del
desaparecido y los representantes de quien se encuentre en situación de
ausencia declarada.

9. REPRESENTACIÓN ORGÁNICA
La denominada representación orgánica no es un aislado supuesto de
representación, pues las personas jurídicas acuden con frecuencia al
esquema representativo de forma voluntaria, otorgando poderes especiales
o generales a terceras personas (gerente, director general…). En tales casos,
los órganos de las personas jurídicas legitimadas para ello, designan
representantes, directos o indirectos, de la misma manera que las personas
propiamente dichas. Tales representantes, son en principio, personas ajenas
a la organización interna de la persona jurídica, que actúan en nombre y
cuenta de ella y no de la persona natural o física que las apodera.

19

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)


lOMoARcPSD|1390349

20

Downloaded by Gabriel Lopez (galo91@hotmail.es)

También podría gustarte