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DEPENDENCIA EXTERNA Y TEORÍA

ECONÓMICA*
Celso Furtado
(Universidad de París)

Necesidad de un cuadro teórico más general


El tema de la "impropiedad" o de la "futilidad" de la teoría eco-
nómica tradicional, en el estudio de los problemas económicos más im-
portantes para los países subdesarrollados, ha sido objeto de un debate
amplio aun cuando poco fructífero.^ Desde la época en que Prebisch de-
lató el "falso universalismo" de la ciencia económica,^ hasta la formu-
lación del "caso especial" de Dudley Seers,^ se produjo abundante li-
teratura sobre la materia sin que, a pesar de ello, se haya logrado
superar la fase de un diálogo entre sordos. Entre los que operan en el
marco teórico neoclásico y los que colocan en el primer plano a las es-
pecificidades estructurales del subdesarrollo, existe una brecha epistemo-
lógica que impide toda fertilización mutua.
El objetivo del presente estudio es el tratar de romper ese impasse,
mediante una reubicación del problema del subdesarrollo, en la corriente
del pensamiento latinoamericano más reciente.* Trataremos de demostrar
que se gana en capacidad de teorización si se sustituye el concepto de

* La preparación del presente trabajo se ha beneficiado a través del amplío intercambio


de ideas con economistas y sociólogos latinoamericanos, en particular con Osvaldo Sunkel, cu-
yos estudios pobre la dependencia externa de las economías latinoamericanas constituyen una
contribución fundamental sobre la materia (Versión del portugués al castellano por Adolfo
Alarcón.)
^ Para un ensayo de presentación ordenada del debate véase HIa Myint, "Economic Tbeory
and the Underdeveloped Countries", The Journal of Policital Economy, octubre de 1965. Para
una formulación ortodoxa del mismo problema, véase a Stephen Enke, "Economists and Develop-
ment: Rediscovering Oíd Truths", Journal of Economic Literature, diciembre de 1969.
^ Véase el trabajo clásico de Raúl Prebisch, preparado para la conferencia de CEPAL de
mayo de 1949, "El desarrollo económico de la América Latina y sus principales problemas",
reprodiícido en el Boletín Económico para América Latina de febrero de 1961.
^ Cfr. Dudley Seers, "The Limitations of the Sspecial Case", BuUetin of Oxford Institute of
Economics and Statistics, mayo de 1963.
■* Ver, entre otros, a Celso Furtado, "U. S. Hegemony and the Future of Latín America",
The World Today (The Royal Institute of International Affairs), septiembre de 1966; Osvaldo
Sunkel, "Política nacional de desarrollo y dependencia externa*'. Estudios internacionales (Ins-
tituto de Estudios Internacionales, Chile), abril de 1967: Celso Furtado, "La concentración del
poder económico en los Estados Unidos y sus proyecciones en la América Latina", Estudios
Internacionales, octubre de 1967-marzo de 1968: Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto,
"Dependencia y desarrollo en la América Latina (Siglo XXI Editores, 1969) ; Theotonio dos
Santos, "La crise de la théorie du développement et les relations de dépendance en Amérique
Latine", L'Homme et la Société (junio de 1969).
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"economía subdesarrollada" por un enfoque que ponga en evidencia que


las llamadas economías subdesarrolladas constituyen subsistemas, cuyo
comportamiento no es completamente inteligible si no se disponen de las
hipótesis relativas a la estructura y al funcionamiento del sistema global
o, por lo menos, de algunas hipótesis sobre las relaciones entre los sub-
sistemas creadores y los importadores de tecnología o de nuevos patrones
de comportamiento.
Adoptado este nuevo enfoque, el problema de la racionalidad en la
asignación de recursos -—-problema que es la piedra de toque de la teoría
neoclásica— conserva su significado intrínseco y solamente deja de ser
importante cuando se le enfoca estrictamente desde el ángulo de un sub-
sistema importador de tecnología y de formas de comportamiento, esto
es, cuando se ignoran las relaciones entre subsistemas dominantes y de-
pendientes. Resulta, pues, indispensable desarrollar ciertas hipótesis so-
bre la estructura del sistema en su conjunto (lo que es diferente de las
''relaciones internacionales" en el sentido de la teoría tradicional), si se
pretende establecer un cuadro de referencia para descubrir el tipo de ra-
cionalidad que regula la asignación de recursos al nivel de los agentes
responsables de las decisiones de producción. Mutatis mutandi, mientras
no se disponga de un cuadro teórico que permita establecer la racionali-
dad de los agentes que, actuando simultáneamente en más de una parte
del sistema, condicionan el comportamiento de otros agentes en el sub-
sistema que nos interesa, tendremos que limitarnos a tratar sobre las de-
cisiones de aquellos agentes, aun cuando actúen desde dentro del subsis-
tema en cuestión, como variables exógenas, a semejanza de lo que se hace
con la "demanda externa" en el análisis tradicional de las economías
"nacionales".
Habiendo adoptado este enfoque, la teoría del subdesarrollo resulta
ser esencialmente una teoría de la dependencia. Le compete explicar, a
partir de las hipótesis sobre la estructura de un sistema global, generador
de nuevas técnicas y formas de comportamiento ligadas al piogreso téc-
nico, las normas de funcionamiento de los subsistemas dependientes. Es
fácil comprender que toda tentativa de explicación del comportamiento
de los agentes que actúan en una economía subdesarrollada, que ignore
el fenómeno de la dependencia, tendría un alcance limitado. No se trata,
por lo tanto, de que en las economías subdesarrolladas los mercados
sean más "imperfectos" que en las desarrolladas, lo ciue tan sólo limi-
taría el uso del enfoque teórico tradicional. El problema reside en cjue
el comportamiento de ciertos agentes no puede ser explicado si nos limi-
tamos a observar al subsistema en que los citados agentes actúan. Incluso
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si dispusiésemos de todas las informaciones concernientes al subsistema


de que se trate, no estaríamos en condiciones de prever el comportamien-
to de los agentes en cuestión.
En la situación actual, la insuficiencia de nuestros conocimientos
sobre la estructura del sistema global nos impide identificar a las que
pudiéramos llamar "leyes de la dependencia". Por otra parte, el desco-
nocimiento de esas leyes nos impide conocer el funcionamiento de las
economías subdesarrolladas, o sea, el formular una teoría del subdes-
arrollo.

Presupuestos estructurales del concepto de optimización


Los recursos de cuya asignación se ocupa el economista, pueden ser
recursos ya incorporados al sistema de producción (teoría del comporta-
miento del productor) y también recursos en formación (teoría de la
acumulación). La teoría neoclásica, preocupándose del "óptimo estático",
se limitó prácticamente a definir las condiciones en que la asignación de
recursos ya incorporados al sistema productivo tiende a maximizar la
disponibilidad de bienes, dados los niveles de la técnica, el perfil de
la demanda, etcétera. Es evidente que, para establecer esas condiciones, la
teoría necesita delimitar al sistema, el cual puede ser un mercado (equi-
librio parcial) o la nación (equilibrio general). Si el sistema no puede
ser estrictamente delimitado, se aventuran hipótesis con respecto al com-
portamiento de las variables (exógenas) importantes.
Conviene añadir, sin embargo, que la teoría de la asignación de re-
cursos no se limita a una explicación de las reglas de comportamiento
del agente productor. Sobre este punto de vista, las críticas que se le
pueden hacer son de alcance limitado y se refieren a todo esfuerzo de
teorización que pretende alcanzar un grado elevado de generalización.
Se puede incluso afirmar que, habiendo alcanzado el nivel de una scmi-
axiomatización, la teoría neoclásica de la asignación de los recursos cons-
tituye una adquisición definitiva de la ciencia económica. Como toda
construcción teórica, que pretende ir más allá de un sistema analógico
y aproximarse a sistemas axiomatizados, su aplicación exige un trabajo
considerable de ''reducción" de los procesos reales a datos compatibles
con el esquema. Pero la teoría neoclásica de la asignación de recursos
no se limita al conjunto de normas al cual se puede reducir el compor-
tamiento del productor. Pretende igualmente explicar cómo se coordinan
las decisiones de los distintos agentes productores, cómo obtienen éstos
informaciones y cómo ellos mismos crean informaciones ]iara otros agen-
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tes. Estamos, pues, en presencia de una teoría de las decisiones de pro-


ducción. Como estas decisiones son tomadas en función de horizontes
temporales, que varían de un agente a otro, todo intento de formularla
en términos dinámicos resulta de enorme complejidad. No obstante, limi-
tar la crítica al hecho de que ella es "estática" sería simplificar dema-
siado el problema.
Al explicar cómo, a través de los mercados, se coordinan las decisio-
nes de los agentes productores, la teoría neoclásica pone gran interés en
la existencia de otro bloque de decisiones: las de los agentes consumi-
dores, que son considerados "soberanos". Este interés en la soberanía es
secundario y pertenece más a la retórica liberal que a la teoría econó-
mica. La sustitución de las decisiones soberanas de los consumidores por
un "plan de consumo" impuesto a la colectividad, pondría de manifiesto
que la racionalidad del agente productor es simplemente formal, esto es,
opina respecto a la optimización en la utilización de medios escasos, para
alcanzar los fines que se propone la colectividad, mediante decisiones de
los consumidores individuales o de órganos representativos de los mismos.
En otras palabras: la forma de las preferencias de los consumidores es
secundaria. Lo que es específico de la economía de mercado es que los
ajustes que permiten compatibilizar esas preferencias y la disponibilidad
de bienes y servicios se hace en forma descentralizada. En efecto, es
fundamental para la teoría neoclásica que las "curvas" de oferta y de
demanda puedan ser establecidas independientemente una de la otra.
Como diría Marshall, para formar unas tijeras se requieren dos hojas. Se
admite que en los mercados "imperfectos**, el productor (o grupos ar-
ticulados de productores) está en condiciones de influir sobre "su" curva
de demanda. No obstante ello, incluso el monopolista tendrá que actuar
dentro de un cuadro bien definido: deberá escoger entre manipular los
precios o la cantidad por vender.
¿Qué ocurriría si la oferta y la demanda fueran establecidas o "pro-
gramadas" a partir de los mismos centros de decisión? La coordinación
de las decisiones, en lugar de realizarse en una multiplicidad de mer-
cados, se realizaría al nivel de unos pocos centros de decisión articulados
entre sí —debiendo, por lo tanto, ser establecida ex-ante y en alguna
forma impuesta a los agentes consumidores y productores, aunque a unos
y otros se les dejaran ciertos márgenes de operación. Es esto más o menos
lo que ocurre en las economías llamadas de planificación central. En
una economía de mercado en que los precios son en gran parte "adminis-
trados", el monto de los recursos destinados a la acumulación es progra-
mado por los agentes productores. Al fijar los precios indicadores, el
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productor que hace cabeza en el mercado decide sobre un margen (X %


sobre las ventas) para financiar "investigaciones y desarrollo" y otro
para asegurar el financiamiento mínimo de la expansión. Sin embargo,
el "óptimo estático" en la asignación de los recursos parte de una situa-
ción de "coyuntura", por consiguiente de un perfil de demanda que se
supone independiente del productor.
Veremos que el fenómeno de la dominación-dependencia asume la
forma de imposición-imitación de patrones de consumo que, al no co-
rresponder al grado de acumulación alcanzado por un subsistema dado,
tienden a agravar la desarticulación que ya existe en la estructura de
éste. Además, como la imposición de los patrones de consumo es efec-
tuada por los propios grupos responsables de las decisiones de produc-
ción, el problema de asignación de los recursos tiende a presentarse en
términos distintos de aquellos que corresponden a la teoría convencional
del "óptimo", independientemente de las calificaciones que se introduz-
can con respecto al carácter, estático o no, de éste.

El subdesarrollo como proceso imitativo de patrones de consumo


El subdesarrollo fue inicialmente la característica de las economías
en que el aumento de la productividad se producía, en forma principal,
a consecuencia de ventajas comparativas creadas por la expansión inter-
nacional de la demanda de determinados productos. En otras palabras,
las modificaciones en la demanda, al nivel del sistema global, abrían el
camino para aumentos importantes de la productividad, mediante la es-
pecialización geográfica. Este tipo de aumento de productividad podía
obtenerse con un mínimo de modificaciones en las formas de producción
(caso de la agricultura tropical) o con modificaciones considerables en
las localizadas en forma de "enclave" (caso de la producción minera).
Así, pues, en la gran época de la creación del sistema de división inter-
nacional del trabajo, ciertos países (los que se industrializaban) se
desarrollaban especializándose en sectores en que el progreso tecnológico
penetraba con rapidez; y otros se desarrollaban especializándose en ac-
tividades en relación con las cuales el conjunto de sus recursos ofrecía
una ventaja. Para explicar uno y otro de estos casos, tiene validez la
"ley de las ventajas comparativas", lo que explica que los teóricos clási-
cos se hayan fijado en este punto.
Las relaciones entre países "céntricos" y "periféricos" eran, sin em-
bargo, mucho más complejas de lo que se deduce de este tipo de análisis.
Un aspecto fundamental en general que no es aclarado consiste en que
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los países "periféricos", al especializarse, se transformaban en importa-


dores de nuevos bienes de consumo, fruto del progreso tecnológico en
los países "céntricos". Como es sabido, el aumento de la productividad
media en el país "periférico" no se traducía, en general, en un aumento
de la tasa de salarios. Pero ese aumento de productividad traía necesa-
riamente consigo una elevación del nivel de vida y una modificación en
la calidad del patrón de vida de la minoría propietaria y de los grupos
urbanos profesionales y burocráticos. En esta forma, el desarrollo (o
mejor dicho, el progreso en la concepción vulgar) vino a confundirse con
la importación de patrones culturales.
La formación de un grupo social (cuya importancia relativa es va-
riable, pero que raramente pasa de una décima parte de la población)
con patrones de consumo similares a los de los países de más altos niveles
de productividad, vino a ser un hecho determinante de la forma de des-
arrollo en las condiciones de dependencia. El significado de ese hecho se
manifiesta cuando se tienen en cuenta que existe una relación estrecha
entre el nivel medio de gastos de los miembros de una colectividad, por
una parte, y el grado de acumulación de capital por individuo empleado,
y el progreso de las técnicas productivas, por la otra.^ Esa corresponden-
cia no es siempre visible si la observación se limita al ámbito de un país
subdesarrollado, por el simple hecho de que en éste, los bienes consumi-
dos por la minoría rica son, casi siempre, importados. ¿Qué ocurrirá
cuando esos bienes tengan que ser producidos dentro del país? La "sus-
titución de importaciones" tenderá a asumir la forma de fabricación lo-
cal de los mismos artículos que antes eran importados para consumo de
los grupos dirigentes y propietarios. Sin embargo, la calidad del producto
determina, dentro de límites relativamente estrechos, la técnica a adoptar;
es decir, el coeficiente de capital. En esta forma, el "dualismo" que se
había formado en el plano cultural (patrones de consumo en mutación
permanente y patrones importados versas patrones de consumo tradicio-
nales) tenderá a proyectarse sobre la estructura del sistema productivo.
La falta de homogeneidad estructural a que nos referimos: o sea, la
existencia de un desequilibrio al nivel de los factores (persistencia de
un excedente estructural de mano de obra) tiende, como es corrientemen-
te observado, a condicionar la distribución del ingreso. Si los salarios
no se mueven paralelamente a los aumentos de la productividad (oferta
de mano de obra muy elástica a partir de cierta tasa de salario) y el
5 Para una exposición sobre este punto, véase a C. Furtado, "Teoría política del desarrollo
económico", cap. 9, 2' ed. (Siglo XXI Editores, 1969) y también a C. Furtado y A. Sonsa, "Los
perfiles de la demanda y de la inversión", EL TRIMESTRE ECONóMICO, julio-septiembre de 1970.
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coeficiente de capital por trabajador es función del nivel de ingreso de


una minoría que reproduce los patrones de comportamiento de otras eco-
nomías de nivel de capitalización mucho más alto, cabe reconocer que
el concepto de "óptimo" en la forma en que lo emplea el análisis neoclá-
sico carece de significación. El mecanismo de dependencia, con su secuela
de apropiación de los frutos del progreso técnico por una minoría, deter-
mina el esquema de distribución del ingreso, el cual por su lado determi-
na el "óptimo" de la asignación de los recursos.
En las economías a que nos estamos refiriendo, la secuencia común
tiende a ser la siguiente: el aumento de la productividad resultante del
aumento de la expansión del sector exportador o del sector sustitutivo
de importaciones acarrea la elevación (diversificación adicional) del
consumo de la minoría contenida en el sector "moderno", lo cual toma
la forma de adición de nuevos productos y/o patrones de comportamien-
to, imitando a los del exterior; o mejor, de las economías dominantes. En
una fase más avanzada, en que las exportaciones ya no desempeñan el
papel de dinamizar a la economía y en que el proceso "sustitutivo" tiende
a alcanzar un punto de saturación, se estructura una nueva secuencia, que
en una situación extrema viene a ser la siguiente: la simple utilización
plena de las reservas de depreciación, que implica la elevación del pro-
ducto real, requiere, para adoptar forma concreta, de una cierta diversi-
ficación de la demanda, la cual tiende a hacerse efectiva mediante la
importación de nuevos patrones ds consumo por los grupos de ingresos
elevados, lo que supone que continúe elevándose el coeficiente de capi-
tal, que se adopten procesos productivos más "modernos", que se eleve
la productividad y que aumente el ingreso disponible para consumo de
los grupos de ingresos elevados, cerrándose así el círculo. Es evidente
que, si a las reservas de depreciación se adicionan nuevos recursos cap-
tados por las empresas, o puestos a disposición de ellas por el Estado, el
proceso adquiere mayor intensidad, sin modificar, no obstante, su na-
turaleza.
El desarrollo pasa a ser, por lo tanto, la diversificación (y la amplia-
ción) del consumo de una minoría, cuyo estilo de vida está dictado |>or
la evolución cultural de los países de más alta productividad. O con más
precisión: el principal factor causante de la elevación de la productivi-
dad en la economía dependiente ya industrializada, parece ser la diver-
sificación imitativa de los patrones de comportamiento de las minorías
de ingresos elevados, sin que el proceso tenga necesariamente repercusio-
nes en las condiciones de vida de la gran mayoría de la población. Sería
un error, sin embargo, ignorar la acción del Estado. Éste, tanto mediante
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la asignación de los recursos que capta, como por la forma como capta
los recursos que utiliza, puede introducir modificaciones significativas
en el perfil de la demanda y en la estructura del propio sistema produc-
tivo. En algunos países subdesarrollados, el Estado ha conseguido alte-
rar, en forma considerable, las tendencias que indicamos. A pesar de
ello, sería difícil desconocer que el caso general, por lo menos en la Amé-
rica Latina, corresponde a una acción estatal que no alcanza a modificar
las tendencias básicas citadas o que, en algunos casos, tiende a agra-
varlas,^
En síntesis: el proceso de trasplante de los patrones de comportamien-
to de los subsistemas dominantes, a los subsistemas dependientes, desem-
peña un papel determinante en la asignación de los recursos en estos
últimos. Cuanto más intensa sea la diversificación de las formas de con-
sumo de los centros dominantes' o mayor sea la distancia entre las for-
mas de consumo de éstos, y de los subsistemas dependientes, mayores
serán las posibilidades, a igualdad de otros factores, de acelerar el "des-
arrollo*' de estos últimos; y también serán mayores las probabilidades
de que el "dualismo" estructural se agrave en los subsistemas depen-
dientes. En efecto, la necesidad de elevar en forma permanente el coefi-
ciente de capital en el sector que produce para la minoría integrada en el
proceso imitativo impide una difusión más amplia del progreso tecnoló-
gico (innovaciones en los procesos productivos) en los segmentos margi-
nalizados de la economía dependiente.

Del "dualismo^' cultural al ''dualismo'^ del sistema productivo


El análisis que hemos esbozado pone de manifiesto la naturaleza asi-
métrica de las relaciones entre subsistemas, en el cuadro del sistema
económico internacional formado a partir de la revolución industrial. El
control del progreso tecnológico y la posibilidad de imponer patrones de
consumo, de parte de uno o de algunos subsistemas, viene a condicionar

® Cfr. CEPAL, El desarrollo económico de América Latina en la postguerra, 1963. Según los
datos publicados en ese estudio, los gastos de los poderes públicos en la América Latina, en
beneficio de la mitad de la población de más bajo nivel de vida, corresponden exactamente a
los impuestos pagados por ese grupo de población. Los gastos públicos en educación a bene-
ficio de esa mitad pobre de la población tienen el mismo monto absoluto que los gastos efec-
tuados para ese fin y en beneficio del dos por ciento de la población que corresponde a los
más ricos. Véase también a C. Furtado, La economía latinoamericana, Santiago, México, 1969),
cap. 8.
^ Para un análisis del papel de la diversificación de la demanda en el proceso de desarrollo
de los centros dominantes, véase a C. Furtado y A. Sousa, "Los perfües de la demanda y de
la inversión", citados antes.
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la estructuración del aparato productivo de los demás subsistemas, los


cuales ?e vuelven "dependientes". En efecto, esa estructuración se produ-
ce en tal forma que permite que una minoría, dentro del subsistema depen-
diente, esté en condiciones de reproducir los patrones de vida de presti-
gio, creados en el subsistema dominante. Así, en la economía dependiente
existirá, bajo la forma de un '"enclave" social, un grupo culturalmente
integrado en el subsistema dominante.^ Por lo tanto, el dualismo es ini-
cialmente un fenómeno social o cultural, que se presenta, desde el punto
de vista económico, como una discontinuidad en la "superficie" de la
demanda. Como ya vimos, es la industrialización "sustitutiva de impor-
taciones", que la transfiere a la estructura del aparato productivo. Para
el economista que tiende a observar una economía subdesarrollada como
un sistema cerrado, ese fenómeno se presenta como un "desequilibrio al
nivel de los factores", resultante de lo inadecuado de la tecnología. Se
le escapa que el fenómeno citado es, inicialmente, una consecuencia de
las formas de comportamiento; este aspecto solamente puede ser captado
si se observa la estructura del sistema global y la asimetría de las rela-
ciones entre sus partes.
El aparato productivo, ligado a la minoría rica del subsistema de-
pendiente, lejos de constituir una prolongación del aparato productivo
tradicional o una transformación de éste, se ínstala para satisfacer las
necesidades de una clientela que antes se abastecía mediante las impor-
taciones. Desde el punto de vista del sistema global se trata de un tras-
plante, del "centro" a la "periferia", de actividades productivas ligadas
a una clientela perfectamente condicionada y bajo control. Todo sucede
como si la acción constrictiva de ciertos factores, cuya identificación re-
quiere un estudio de la dinámica del sistema global (por ejemplo: la
declinación relativa de la demanda de productos primarios, antes produ-
cidos para el conjunto del sistema, por un subsistema dependiente),
provocase modificaciones estructurales, tales como la descentralización
de las actividades manufactureras. Ahora bien, esa descentralización no
significa industrialización, en el sentido de autonomía para producir ar-
tículos industriales; significa localizar, parcial o totalmente, en el sub-
sistema dependiente, la producción física de artículos que continúan
siendo concebidos en el centro dominante.
Es importante, además, hacer hincapié al hecho de que, a consecuencia
de las características de la clientela que atienden, las actividades manu-
factureras descentralizadas obedecen a ciertas normas de organización y
^ Para un desarrollo mayor de este punto ver a O. Sunkel, "Some Notes on Development,
Underdevelopment and the International Capitalist Economy" (abril de 1970), mimeografiado.
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funcionamiento, que siempre serán las mismas, independientemente de


la localización física de las actividades en cuestión. La primera y más
importante de esas normas, como ya lo indicamos, es un elevado coefi-
ciente de capital, sin que exista alguna correspondencia con la disponi-
bilidad relativa de recursos. Como contrapartida, se reducen las posibi-
lidades de realizar inversiones en la parte del aparato productivo que se
destina a satisfacer las necesidades del conjunto de la población. Siendo
a través de la elevación del coeficiente de capital como se difunde el
progreso tecnológico en las formas de producir, no será de sorprender
que a un proceso intenso de trasplante de las actividades industriales
ligadas a la minoría rica, corresponda una lenta difusión de técnicas mo-
dernas en los demás segmentos del sistema productivo.
Así se explica que la aceleración del "desarrollo" haya dado lugar,
en algunas partes, a una baja absoluta en el nivel de vida de las grandes
masas de población, como ocurrió en México en los años de 1940 a
1950 y en el nordeste del Brasil en el último decenio,^

La naturaleza del proceso de "desarrollo" en condiciones de dependencia


El cuadro que hemos esbozado permite captar la naturaleza del pro-
ceso de desarrollo en las condiciones de dependencia, a través de las dis-
tintas formas bajo las cuales se presentó. En el ámbito de las formas
tradicionales de dependencia (sistema clásico de división internacional
del trabajo) determinados subsistemas podrían elevar su productividad,
independientemente de modificaciones en las funciones de producción. La
expansión del sistema global daba como resultado la transformación de
los subsistemas dependientes. Ocasionalmente penetraba el proceso tec-
nológico, como consecuencia de la elevación de la productividad econó-
mica. Esa penetración estaba principalmente ligada a la modernización
de la infraestructura y a la organización de la vida urbana. Lo que siem-
pre acompañaba a la elevación de productividad era la "modernización"
de los patrones de consumo de la minoría local dominante. En la fase de
industrialización "sustitutiva", los flujos reales entre el "centro*' y la
"periferia" ya no desempeñan el mismo papel dinamizador. Ese papel
pasa a ser desempeñado por la fuerte penetración de las nuevas técnicas
que trae consigo la descentralización geográfica de la actividad manu-

^ Para los datos sobre México véase a Ifigenia M. de Navarrete, La distribución del in-
greso y el desarrollo económico de México íMéxico. 1960) ; para el nordeste del Brasil, datos
del Banco del Nordeste (estudio realizado en cooperación con la CEPAL y la Universidad de
California) publicados por el Correio de Manba, 7.6. 1970.
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facturera. A diferencia de lo que ocurría en la fase de la maximización


de las ventajas comparativas, las inversiones en el sector industrial exi-
gen modificaciones en las funciones de producción, con rápida elevación
del nivel tecnológico del conjunto del subsistema.^" Instalado el complejo
industrial, el cuadro aparecerá modificado una vez más. El factor dina-
mizador viene a ser la difusión de nuevas formas de consumo, las que
son importadas. A diferencia de las economías desarrolladas, en la- cua-
les el factor dinamizador es un proceso combinado de nuevas formas
de consumo (privado y público) y de innovación tecnológica, los dos
factores primarios interactuando en función de las condiciones de con-
junto del sistema, en la economía subdesarrollada es la imposición de
formas de consumo de fuera hacia adentro lo que constituye el principal
factor dinamizador. Es sabido que, en las economías desarrolladas, la di-
fusión de los nuevos procesos productivos de bienes ya incorporados al
sistema, constituye una forma importante de elevación de la productivi-
dad. Ese proceso va acompañado de la elevación del nivel de vida del
conjunto de la población, ya sea mediante la elevación de la tasa de sa-
larios, pari passu con la productividad media, o bien mediante la baja
de los precios relativos de los bienes de consumo general. En las condi-
ciones de subdesarrollo, ese proceso solamente se cumple en su plenitud
con respecto al grupo de población que está integrado en el sector "mo-
derno". El resto de la población es afectada en forma decreciente, en
función de su integración en la economía monetaria y en el mercado de
productos manufacturados. Por las razones ya expuestas, la penetración
de la tecnología en las actividades ligadas al conjunto de la población, da
lugar a un crecimiento, más que proporcional, del ingreso de los grupos
ricos. Siendo así, ese proceso de difusión de las nuevas técnica? produc-
tivas, solamente proseguirá si los grupos de ingresos elevados diversifi-
can su propio consumo. Es posilale, por lo tanto, demostrar que la intro-
ducción de nuevos patrones de consumo entre los grupos ricos constituye
el verdadero factor primario (al lado de la acción del Estado) del "des-
arrollo" de las llamadas economías subdesarrolladas.
Los tres tipos de transformaciones de las economías ^'periféricas"
(predominio de ventajas comparativas, de la sustitución de importacio-
nes y del condicionamiento de las formas de comportamiento de los gru-
pos de ingresos elevados) tienen en común constituir procesos adaplativos

10 Las economías poííeedoras de un sector exportador minero presentan un cuadro distinto,


en vista de que el coeficiente de capital es muy elevado en ese sector, siendo fuerte la pe-
netración del progreso tecnológico. No obstante, como ese sector constituyo un "enclave" des-
articulado del resto del aparato productivo, este caso especial no modifica las conclusiones.
346 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

frente a la evolución estructural de los centros dominantes. Se trata, por


lo tanto, de una evolución del propio proceso de dependencia. Sin un
estudio más completo de esas relaciones asimétricas, que aclare la natu-
raleza de la dependencia, difícilmente se podrá avanzar en i a formula-
ción de una teoría económica capaz de explicar, globalmente, el com-
portamiento de los subsistemas, así de los dominantes como de los de-
pendientes.

La nueva economía internacional


Es un hecho conocido que la economía internacional ligada a la es-
pecialización geográfica y a las ventajas comparativas, tiende a ser sus-
tituida por otra en que los mercados son reemplazados por transacciones
internas de las grandes empresas,^^ Lo que caracteriza a esa nueva eco-
nomía internacional es el control, por grupos ubicados en los subsistemas
dominantes, de la difusión de nuevas técnicas; o sea, de nuevos productos
y de nuevos procesos productivos- Dada la estructura actual del sistema
global; y, por lo tanto, de cada sistema dependiente, el acceso a esas
nuevas técnicas constituye una condición necesaria para el "desarrollo",
entendiéndose como tal a la realización de las aspiraciones de los grupos
dominantes en cada subsistema. Se puede afirmar, por lo tanto, que en
las economías subdesarrolladas, el "desarrollo" es siempre "internacio-
nal", en el sentido de que, en la gran mayoría de los casos, está ligado
a la expansión de las actividades de una empresa, cuyo centro de deci-
siones se encuentra colocado fuera del subsistema en cuestión. Como el
"desarrollo" supone la adopción de un nuevo patrón de consumo, o su
difusión, y como esos nuevos patrones traen consigo un vínculo de tipo
*'internacionar* (importaciones de insumos, pago de regalías, patentes,
etcétera), se puede afirmar también que el citado desarrollo es una trans-
formación estructural del sistema global, la cual tiende a estrechar las
relaciones de dependencia. El mismo problema, visto desde otro ángulo,
se presentaría así: el desarrollo de los subsistemas dependientes asume
en general la forma de un aumento de la participación en la economía
internacional de las actividades de las grandes empresas que controlan
la difusión de las nuevas técnicas. Pudiendo manipular el flujo de nuevas
técnicas (en particular de nuevos productos), esas empresas están en con-
diciones de poder participar, en forma creciente, en las actividades eco-
nómicas de los subsistemas dependientes. En realidad, en la economía
11 Cfr. Stephen Hymer, "The Multinational Corporation and the Law of Uneven Develop-
ment" (1970), mimeografiado.
DEPENDENCIA EXTERNA Y TEORÍA ECONÓMICA 347

subdesarrollada industrializada, la gran empresa internacional desempeña


el papel de elemento dinamizador, pues constituye la banda de trasmisión
de los nuevos productos sin los cuales no se diversificaría el consumo de
los grupos dominantes. Las grandes empresas "internacionales" están
en condiciones de crear y controlar un flujo de "necesidades" de ciertos
bienes. Es así como la General Motors puede ser presentada como una
organización que está en condiciones de crear la "necesidad" del auto-
móvil, definido éste como un bien de consumo sujeto a cambio permanen-
te. Su actuación internacional consiste esencialmente en poder satisfacer
ese flujo de necesidades que ella está en condiciones de crear. En la
medida en que el "desarrollo" consiste en tener acceso a un cierto con-
junto de productos, también consiste en el establecimiento de vínculos
con las grandes empresas que crean la necesidad de esos productos y
mantienen bajo control a las técnicas requeridas para producirlos.
Vimos ya que el ''desarrollo" del subsistema dependiente asume la
forma de una '*internacionalización" de su economía y de la creciente
participación, en esa economía, de las grandes empresas con sede en los
centros dominantes. A primera vista parecería que este análisis permite
avanzar un paso más y afirmar que el "desarrollo" implica también una
homogeneización creciente de la estructura del sistema global, mediante
la expansión relativa del "enclave" cultural existente dentro de cada
subsistema dependiente. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que
la que tiende a concretarse es exactamente la situación opuesta. En efec-
to, cuanto más depende la economía de la difusión de nuevos productos
para mantener un cierto ritmo de transformación, mayor es la tendencia
a la elevación del coeficiente de capital en el sector que produce para
los grupos de ingresos elevados. La tendencia a la concentración del in-
greso es, por lo tanto, inevitable. Como esa tendencia puede crear serios
problemas de deseconomías de escala (aparato productivo altamente di-
versificado produciendo para un mercado reducido) el Estado ha sido
llamado a actuar en el sentido de ampliar los sectores de ingresos "me-
dios-altos" de esas economías, mediante el financiamiento de la compra
de bienes durables de consumo y ciertas formas de política fiscal.^^ No
obstante, para modificar las tendencias de fondo, el Estado tendría que

*2 En México, las medidas de política fiscal y de otro orden, han permitido "desconcen-
trar" el ingreso de los grupos de población más ricos, lo cual amplió todavía más la brecha
entre los grupos "medios" y la masa de la población más pobre. Así fue que entre 1950 y
1963-64 el 40% de la población, formada por los más pobres, vio declinar, del 14.3 % al 10.5 %,
su participación en el ingreso nacional, a la vez que el 10 % de la población, correspondiente
a los más ricos, vio bajar su cuota del 49 % al 45 %. Cfr. C. Furtado, La economía latinoame-
ricana, oh. cit., loe. cit.
348 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

actuar en forma mucho más amplia, a fin de modificar la distribución


del ingreso y de condicionar el trasplante del progreso tecnológico.
Enfocado el problema desde otro ángulo se podría afirmar que del
actual proceso de "desarrollo" de las economías dependientes, tiende a
resultar un desequilibrio creciente en la estructura del sistema global. En
efecto, por una parte tenemos una reducción relativa de los flujos reales
(declinación del sistema tradicional de división internacional del traba-
jo) ; por otra parte, tenemos una apropiación creciente, por empresas
ubicadas en los centros dominantes, del producto de los aumentos en la
productividad en los subsistemas dependientes. Como el segundo proceso
exige la creación de un flujo real de sentido periferia-centro, será difícil
conciliario con el lento crecimiento, o declinación relativa, de la capaci-
dad de pagos internacionales de los países subdesarrollados. Mientras se
cumplía la sustitución de las importaciones ese desequilibrio potencial
pudo ser absorbido, aun cuando con fuertes presiones sobre las balanzas
de pagos de los subsistemas dependientes. Agotadas esas posibilidades,
tiende a desarrollarse una fase de fuerte endeudamiento externo de los
países subdesarrollados, endeudamiento que ya llegó a ser explosivo en
algunos países. Basta con plantear este problema para darse cuenta de
que la economía "internacional" se encuentra ante la alternativa de te-
ner que abrirse nuevos caminos o de tener que enfrentarse a una pro-
funda crisis, cuyas consecuencias serían difíciles de prever. Desde el
punto de vista de las tendencias estructurales, la línea de menor resisten-
cia parece consistir en la apertura de los mercados de los centros, a los
productos manufacturados de tecnología menos dinámica, procedentes
de la "periferia'*. Sería en cierta forma retornar al sistema de la divi-
sión internacional del trabajo, a base de ventajas comparativas: los países
subdesarrollados absorberían menor progreso tecnológico por unidad de
inversión que los desarrollados, pero, pudiendo tener acceso a una por-
ción creciente del mercado de estos últimos, encontrarían condiciones
para el "desarrollo". Ese proceso no evita que aumente la distancia entre
los niveles de productividad del "centro" y de la "periferia", pero crea
condiciones para que funcione la economía internacional bajo el control
de las grandes empresas. Esta solución, aun cuando "racional" desde el
punto de vista del sistema global, conduciría a las áreas dependientes a
la consolidación de las relaciones asimétricas actuales, profundizando los
vínculos de dependencia- Es oportuno agregar que su adopción tropieza
con grandes obstáculos dentro de los propios países desarrollados, pues
requiere adaptaciones estructurales que no pueden hacerse sin herir a
importantes intereses creados. Desde el punto de vista de los países sub-
DEPENDENCIA EXTERNA Y TEORÍA ECONÓMICA 349

desarrollados éste es uno de los problemas cuya comprensión presupone


un estudio de conjunto del fenómeno de la dependencia.

¿La dependencia como fuente de legitimación?


Los problemas que hemos considerado en forma sucinta, figuran en-
tre los de mayor importancia para los países llamados subdesarrollados.
Tales problemas están directamente relacionados con la siguiente cuestión
central de todo el análisis económico: ¿a base de qué criterios son asig-
nados los recursos escasos de que dispone la colectividad? Hemos visto
que en las economías dependientes ya industrializadas, la colocación de
nuevos recursos depende de las decisiones de agentes que manipulan nue-
vos patrones de consumo difundidos internacionalmente. Ahora bien, esos
agentes son simultáneamente los manipuladores de la demanda (mediante
la difusión de nuevas formas de comportainiento) y los organizadores
de la producción. Partiendo de ciertas hipótesis relativas al nivel de
demanda global y a la acción del Estado, tales agentes, organizados se-
gún las reglas del juego de los "mercados imperfectos", están en condi-
ciones de actuar con un grado de arbitrariedad no muy distinto del que
corresponde a los órganos de planificación centralizada de las llamadas
economías socialistas.
Si dentro de ciertos márgenes de seguridad, las mismas empresas
están en condiciones de definir los fines y de manipular los medios, ya
no prevalecen los supuestos básicos de la teoría tradicional de la asigna-
ción de recursos. El problema fundamental de identificación de la natu-
raleza del subsistema en cuestión pasa al primer plano y entonces se
requiere un cierto conocimiento de la estructura del sistema global. Des-
de luego se puede afirmar que el concepto de "óptimo" es extraño a ese
sistema, en la medida en que dicho concepto está ligado a una función de
bienestar social, la cual presupone autonomía en las decisiones de parte
de la colectividad. Por otro lado, cabría preguntarse: ¿qué tij>o de legiti-
midad corresponde a un sistema de decisiones centralizadas, sin vínculo
directo con el sistema político? ¿O será que la idea de sistema político
tendrá que ser igualmente ampliada, lo cual permitiría derivar la legiti-
midad de las decisiones económicas, de un concepto más amplio de or-
ganización política? En todo caso parece evidente que sin un análisis de
la estructura global del sistema, que permita abrir el camino a una teoría
de la dominación-dependencia, esas cuestiones no podrán tener respuestas
significativas.

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