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Pon A Trabajar El Poder de Tu Mente Subconsciente
Pon A Trabajar El Poder de Tu Mente Subconsciente
EL PODER
DE TU MENTE
SUBCONSCIENTE
I.S.B.N.: 978-84-96111-99-8
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Índice
INTRODUCCIÓN:
Conoce el poder de tu mente subconsciente
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
OBTENCIÓN DE LA COOPERACIÓN
Y APOYO DE LOS DEMÁS
¿Estás descontento con tu carrera profesional? ¿Te impide progresar una acusada
falta de oportunidades? ¿Quieres lograr tus objetivos? No tienes por qué estar
eclipsado por un jefe dogmático o atascado por innumerables requisitos
burocráticos, como tampoco tienes que depender de la suerte o de un hecho fortuito.
Tienes la fuerza dentro de ti; un poder que se hará cargo de tu carrera.
Todo lo que logramos y todo lo que dejamos de lograr es un resultado directo de
nuestros propios pensamientos. Sólo a nosotros nos pertenecen nuestras fortalezas y
debilidades, nuestras purezas e impurezas. Somos nosotros los únicos que podemos
cambiarlas; nunca otra persona. Tanto nuestra felicidad como nuestro sufrimiento se
desarrollan en nuestro interior. Como pensamos, así somos; como continuemos
pensando, así permanecemos.
Como es natural, hay algunas cosas que no puedes cambiar; entre otras, el
movimiento de los planetas, el cambio de las estaciones atmosféricas, las mareas y
las salidas y las puestas del Sol. Ahora, eso sí, puedes cambiarte a ti mismo. Puedes
transformarte por medio de la renovación de tu mente. Es la clave para darle un buen
empuje a tu carrera profesional. Tu mente es una grabadora; de aquí que todas las
creencias, impresiones e ideas aceptadas conscientemente por ti queden grabadas en
ese ámbito más profundo que es tu mente subconsciente. Por tanto, si aprendes a
encauzar tu mente subconsciente, podrás muy bien controlar el desarrollo de tu
carrera profesional.
Sí, créetelo; posees el poder necesario para cambiar aquello que esté en tu mente
subconsciente. Todo comienza dando, de forma manifiesta, los pasos necesarios para
absorber patrones edificantes de pensamiento. Así que, además de ideas creativas,
ten pensamientos relacionados con la belleza y con el amor, que ensalcen la paz y la
sabiduría. Ten por seguro que tu mente subconsciente te responderá en consecuencia
y transformará tu mentalidad, tu cuerpo y las circunstancias que rodeen tu vida.
Esto es particularmente cierto cuando se trata de dar un paso adelante en tu carrera
profesional. Mucha gente imposibilita su desarrollo profesional por miedo; esto es,
por miedo a contrariar a un jefe, por miedo a la reacción de unos rivales, por miedo
a un estancamiento burocrático. En efecto, todos y cada uno de estos miedos pueden
paralizar tu carrera, pero sólo si tú lo permites.
Si confías en tu propia capacidad y trabajas con ahínco para conseguir los
objetivos de la empresa, te harás con el poder de tu mente subconsciente, que te
servirá para salvar todos los obstáculos.
Al poco tiempo que un importante bufete de abogados contratara a Jules H., un
brillante y joven abogado, éste se dio cuenta de que había una docena de otros
jóvenes abogados que, al igual que él, intentaban encaramarse a los mejores puestos
de la empresa. Todos eran extremadamente competentes y tenían más o menos el
mismo nivel de aspiración. La mayoría de estos colegas, según observó nuestro
hombre, siempre se estaban quejando de las muchas horas que empleaban en trabajos
rutinarios en vez de dedicarlas a actividades interesantes de índole puramente
jurídica, que era lo que todos ellos deseaban. Jules, por su parte, aunque tan
frustrado como sus compañeros, recurrió al poder de su mente subconsciente y se
dijo a sí mismo: «Sin duda alguna este trabajo es aburrido y soporífero, pero es el
precio que tengo que pagar si quiero seguir adelante. Haré este trabajo, aunque para
ello tenga que utilizar mi corazón y no mi cerebro. Y lo afrontaré como si se tratase
del más interesante estudio jurídico que me hayan asignado nunca en la facultad de
derecho.» Pues bien, no tuvo que pasar mucho tiempo para que sus jefes
reconocieran su superioridad y comenzaran a encargarle casos más importantes, lo
cual dio lugar a que adquiriese una categoría más elevada que sus rivales.
Psicólogos y psiquiatras sostienen que cuando los pensamientos se trasvasan a la
mente subconsciente, las neuronas quedan de alguna manera marcadas. En cuanto tu
subconsciente acepta una idea, enseguida procede a ponerla en práctica. El
subconsciente funciona por asociación de ideas y utiliza todos los conocimientos —
por muy insignificantes que sean— que hayas adquirido a lo largo de tu vida para
llevar a cabo su propósito. Se vale del poder infinito, de la energía y de la sabiduría
que hay dentro de ti. Ajusta todas las leyes de la naturaleza de forma que pueda
salirse con la suya. Hay veces en las que parece que aporta una solución inmediata a
tus cuitas, pero en otras puede tardar días, semanas o incluso más en hacer esta
aportación.
Tu mente subconsciente es como la tierra, que acepta cualquier clase de idea, ya
sea buena o mala. Tus pensamientos son activos y podrían parangonarse con las
semillas. Los pensamientos negativos o destructivos germinan en tu mente
subconsciente hasta que finalmente brotan de ellos acciones acordes con sus
características. No te olvides de que tu mente subconsciente no se para a comprobar
si tus pensamientos son buenos o malos, verdaderos o falsos; aunque, eso sí,
reacciona a tenor de la naturaleza de tus pensamientos o sugerencias.
Por ejemplo, si tú conscientemente asumes algo como cierto, aunque en realidad
pueda ser falso, tu mente subconsciente lo aceptará como cierto y se prestará a
conseguir resultados en consonancia con este convencimiento. Tu mente
subconsciente no puede argumentar de manera controvertida. De aquí que si tú le das
sugerencias erróneas, las aceptará sin más como verdaderas y procederá a llevarlas
a cabo como condiciones, vivencias y acontecimientos. Con frecuencia se la conoce
como mente subjetiva, ya que adquiere percepción de su entorno por medios
independientes de los cinco sentidos.
Tu mente subjetiva percibe por intuición. Es el asentamiento de tus emociones y el
almacén de tu memoria. Tu mente subjetiva realiza sus más altas funciones cuando la
mente objetiva está inoperante o en un estado adormecido o aletargado. Tu mente ve
sin tener que utilizar los órganos naturales de la visión. Posee las facultades de la
clarividencia y de la clariaudiencia.
Cuando estas dos mentes —la consciente y la inconsciente— funcionan en paz y en
concordia, el resultado es armonía, salud, serenidad, alegría y felicidad. Todo los
males, los dolores, los sufrimientos, las guerras, los delitos y la enfermedades que
aquejan al mundo son debidos a una relación inarmónica entre las mentes consciente
y subconsciente. Ten en cuenta que tu subconsciente es impersonal e
indiscriminatorio.
El modo de pensar habitual de tu mente consciente produce surcos profundos en tu
mente subconsciente. Por tanto, si tus pensamientos habituales son armoniosos,
pacíficos y constructivos, podemos decir que son muy favorables para ti mismo y
para tu carrera profesional.
Por otro lado, si estás a merced del miedo, de la preocupación o de cualquier otra
forma de pensamiento pernicioso, el remedio está en reconocer la omnipotencia de tu
mente subconsciente y prescribir libertad, felicidad, buena salud y prosperidad. Tu
mente subconsciente, al ser creativa y formar unidad con tu origen divino, procederá
a crear la libertad y la felicidad que tú con tanto fervor has prescrito.
Lo casual o lo accidental no tiene nada que ver con el derrotero que tome tu
carrera profesional, ni tampoco tu desgracia ni tu fortuna están predestinadas. A tu
mente subconsciente no le afecta en absoluto la veracidad o la falsedad de lo que tú
conscientemente sientas o creas que es verdad. Quédate sólo con lo que sea
verdadero, amoroso, noble y divino, y verás cómo tu subconsciente reacciona en
consecuencia.
Aunque los filósofos, teólogos y pensadores de todas las épocas han sido
conocedores de lo que acabamos de exponer, no está de más que sea recordado a
cada generación para que ésta lo aplique a sus miembros.
Tanto en su gran éxito editorial, El poder de tu mente subconsciente, como en
posteriores escritos, el Dr. Joseph Murphy ha sintetizado este concepto; concepto,
cabe decirlo, ampliamente difundido, toda vez que miles de hombres y mujeres
hicieron acto de presencia en sermones y conferencias que pronunció en un buen
número de países, y a los que hay que añadir millones de ellos que escucharon sus
emisiones de radio.
El Dr. Murphy convierte estas teorías en modos prácticos de abordar la vida y te
proporciona un programa lógico que te ayudará a dejar de condenarte a ti mismo. Se
te demostrará que ahora estás en disposición de reivindicar lo que quieres ser.
Ahora puedes poseer lo que desees poseer. Ahora puedes hacer lo que desees hacer.
Puedes vivir en esta atmósfera mental; atmósfera que, paso a paso, se precipitará por
ósmosis desde tu consciente hasta tu subconsciente, convirtiéndose gradualmente,
por poco que la alimentes y sostengas, en una convicción. Entonces tus limitaciones
se desintegrarán y, como un ave Fénix, renacerás de las cenizas del pasado
convertido en una nueva persona.
Adquirirás una nueva visión, una nueva imagen de ti mismo, una nueva conciencia.
Son tus creencias más arraigadas y tus adhesiones emocionales las que, en definitiva,
te gobiernan y te controlan. Cualquier idea o creencia que domine en tu mente
subconsciente se hará con el control de tus pensamientos y también de tus acciones y
reacciones. Si crees en el fracaso, no puedes tener éxito. Podrías trabajar con dureza
durante dieciocho horas diarias y no tener éxito, y ello porque el fracaso es la idea
dominante en tu mente. A tenor de lo que pienses, así te irán las cosas. Es lo que dice
la ciencia de la mente.
Aprenderás a esperar lo mejor, a desear de antemano el más prometedor futuro, a
creer que todo es posible. Con esta nueva imagen de ti mismo, experimentarás el
júbilo y la emoción de la realización de tus sueños. Aprenderás a aplicar una serie
de principios que te ayudarán a progresar en tu carrera profesional.
Si bien el contenido de este libro está principalmente extraído de las obras del Dr.
Murphy, ha sido, no obstante, aumentado con ideas y ejemplos adicionales con el fin
de demostrar lo valioso que es su mensaje para los lectores del siglo XXI.
Habida cuenta del origen sacerdotal del Dr. Murphy, muchas de sus
manifestaciones llevan la impronta de su firme creencia en Dios. Sin embargo, tanto
si eres religioso, agnóstico o ateo, puedes experimentar cómo esta Inteligencia
Infinita trabaja para ti. No necesitas ningún credo. Si llamas, te responderá. Es
impersonal, no tiene en consideración a la persona. Para la gente creyente, esta
Inteligencia Infinita es Dios; para otros, es algo profundo que llevamos dentro. Si lo
deseas, puedes llamarla Inteligencia Sobrehumana o mente subliminal.
Si tienes un problema —ya sea mental, físico o sentimental— que te impida
prestarle a tu trabajo la dedicación adecuada, hazte preguntas como éstas: «¿A qué le
estoy dando la espalda?», «¿Qué es aquello con lo que no me quiero enfrentar?»,
«¿Estaré ocultando mi resentimiento o animadversión hacia alguien?» Plántale cara
al problema. Soluciónalo con el conocimiento de tu mente profunda y a sabiendas de
que el Principio Vital siempre busca sanar, restaurar. Este principio es la fuerza vital
que nos anima. Nunca condena. Nunca castiga. Nunca juzga. No puede. Tú sí puedes
emitir juicios sobre ti mismo por medio de tu propio pensamiento; la conclusión a la
que llegues o el veredicto que des está en tu misma mente. Ten siempre en cuenta que
el Principio Vital no puede penalizarte. No puede juzgarte. Tu eres el que moldea y
da forma a tu propio destino, porque tú, en definitiva, eres lo que piensas con tu
corazón o con tu subconsciente.
Date cuenta, por tanto, que los pensamientos son cosas, que lo que tú pienses es lo
que atraerás hacia ti mismo y que lo que tú te imaginas es en lo que te convertirás. Si
lo haces así, tu vida se llenará de hechos maravillosos; porque sólo hay Un Poder, y
este Poder se encuentra en tu interior. Eres el capitán que está en el puente de mando
dando órdenes, por lo que tu mente subconsciente hará suya la impresión que tú le
des y la llevará a cabo, ya sea ésta —como hemos dicho— verdadera o no. Acepta,
pues, sólo aquellas cosas que sean verdaderas.
Cuando nuestra mente está atestada de falsas creencias, ideas y opiniones, reina en
ella el desorden; pero cuando está repleta de eternas verdades, se hace entonces
invulnerable. Aquellas personas que estén llenas de confianza y de fe no llegarán
nunca a estar sugestionadas por el miedo. Estas personas refuerzan su fe y su
confianza mediante el principio del éxito, y refuerzan, además, el concepto de que la
Inteligencia Infinita no puede fallar. Sólo las personas que no poseen la necesaria
confianza en sus poderes internos son susceptibles de estar sugestionadas por el
fracaso.
Numerosos experimentos realizados por psicólogos y psiquiatras con personas en
estado hipnótico, pusieron de relieve que la mente subconsciente es incapaz de
llevar a cabo tareas de selección y comparación, tan necesarias en todo proceso de
razonamiento.
Ten siempre presente que tu mente consciente es el centinela que vigila la puerta y
que su principal función es proteger tu mente subconsciente de impresiones falsas.
Lo más seguro es que no estés al tanto de una de las leyes básicas de la mente; me
refiero a la que asegura que la mente subconsciente es susceptible de ser
sugestionada. Ya hemos dicho que la mente subconsciente no es capaz de comparar o
discriminar, como tampoco lo es de razonar o pensar por sí misma. Esta última
función es propia de la mente consciente. La mente subconsciente lo único que hace
es reaccionar a las impresiones que le proporciona la mente consciente; no
manifiesta preferencia alguna por una u otra línea de acción.
Recuerda: ningún tipo de sugestión puede imponer algo a la mente subconsciente
en contra de la voluntad de la mente consciente. Tu mente consciente posee la
facultad de rechazar toda sugestión que sea falsa o negativa.
Lo aconsejable es que procures que tu mente subconsciente sólo sea afectada por
sugestiones sanas, benditas, elevadas y que sean edificantes para ti mismo en todos
los sentidos. No te olvides del hecho de que tu mente subconsciente siempre te toma
la palabra; de que hace a pie juntillas lo que le dices. Por tanto, si tú le dices con
insistencia que «no conseguirás ese ascenso» o que «no lograrás tus fines», ella hará
todo lo posible para que se cumpla lo que tú dices.
Otras influencias que recibe tu subconsciente son sugestiones provenientes de
otras personas. En cualquier época y en cualquier país de la Tierra, el poder de la
sugestión siempre ha representado un papel relevante en la vida y en el pensamiento
humanos. Mediante la constante reiteración de comentarios tales como «eres un
pecador», «el demonio tomará posesión de ti» o «cuando mueras irás al infierno», la
sugestión ha sido el poder controlador de la religión en muchas partes del mundo.
Comentarios como éstos introducen el miedo en el ánimo de la gente.
Ya desde la infancia, la mayoría de nosotros nos hemos sentido muchas veces
sugestionados de una manera negativa. Por otro lado, debemos decir que las
sugestiones constructivas son de todo punto maravillosas y magníficas. Una sugestión
negativa es, con mucho, el más destructivo de todos los patrones de respuesta de la
mente, ya que da lugar a conflictos armados, situaciones de miseria, sufrimientos,
prejuicios raciales y religiosos, y a toda clase de desastres. Los dictadores, los
déspotas y los tiranos del mundo saben mucho del poder de la sugestión. Stalin la
practicó, Hitler la practicó, Osama bin Laden la practicó. Todos ellos se valieron de
la religión o de los prejuicios raciales para excitar emocionalmente a sus
respectivos pueblos. Una vez que consiguieron imponer en millones de personas el
grado de excitación emocional adecuado, lo mantuvieron e incluso lo exacerbaron
creando nuevas y oportunas sugestiones negativas y repitiendo hasta la saciedad
ciertas consignas.
En cualquier ámbito de tu vida estás expuesto a sugestionarte de forma negativa.
He aquí algunas de las sugestiones más corrientes en relación con tu trabajo y
carrera profesional: «no vas a poder», «nunca conseguirás nada», «no debes
hacerlo», «seguro que fracasarás», «no tienes ninguna posibilidad de lograrlo»,
«estás equivocado», «es inútil que lo intentes», «no es cuestión de lo que sepas, sino
de a quién conozcas», «no vale la pena que te esfuerces», «hagas lo que hagas, a
nadie le importa», «no tiene sentido esforzarse tanto», «ya eres demasiado viejo»,
«las cosas están cada vez peor», «la vida es un interminable calvario», «no puedes
ganar», «te despedirán muy pronto», «no puedes fiarte de nadie».
Todo lo anterior son órdenes dirigidas a tu mente subconsciente que contribuirán a
que tu vida se convierta en un verdadero infierno. Serás un ser frustrado, neurótico e
inhibido. Frecuentarás la consulta del psiquiatra, porque eres tú mismo quien te está
produciendo estas sugestiones destructivas.
Puedes desprenderte de todas estas sugestiones negativas alimentando con
oraciones a tu mente subconsciente o también leyendo reflexiones edificantes antes
de quedarte dormido. Esto neutralizará todas las ideas destructivas.
No tienes que estar influiado por las sugestiones negativas. Si echas una mirada
atrás, no te costará trabajo recordar cómo tus padres, tus amigos, tus parientes, tus
jefes y tus sacerdotes contribuyeron por medio de campañas a la implantación de
estas sugestiones destructivas. El propósito de estas campañas era controlarte o
meterte el miedo en el cuerpo. Si cavilas un poco, te darás cuenta de que muchas de
estas sugestiones tienen por objeto hacer que pienses, sientas y actúes de la forma
que otros desean y que tomes el camino que a ellos más le conviene.
Está claro que no eres la marioneta de nadie. Debes escoger tu propio camino: el
camino que conduce a la plenitud, a la libertad. Y este camino está dentro de ti. Todo
lo que des por cierto en tu mente consciente, lo experimentarás con tu mente
subconsciente. Por tanto, piensa que Dios, o la Inteligencia Infinita, te está guiando,
que la acción correcta reina con carácter supremo, que te gobiernan la ley divina y el
orden, que la paz divina ocupa tu alma, etcétera. Procura creer en todas estas cosas.
Aunque tú no seas su creador, sí puedes activarlas y potenciarlas a lo largo de tu
vida.
Piensa como te venga en ganas. Tienes el poder de controlar tus propias
emociones. En tu puesto de trabajo y en tu carrera profesional, eres tú, no tus
superiores ni tus compañeros, quien debe tener el pleno control de tu destino.
Invoca la inspiración celestial. En cuanto aceptes estas verdades con tu mente
consciente, tu subconsciente las llevará a cabo y te percatarás de que no hay nada
que te impida la consecución de tus objetivos, de que te estás moviendo en la
dirección que has escogido para tu carrera profesional y para tu vida.
Estamos obligados a creer que podemos mejorar nuestra vida. Cualquier creencia
—ya sea verdadera, falsa o meramente indiferente—, si se sostiene más allá de un
determinado período de tiempo, se asimila y queda incorporada a nuestra
mentalidad. A menos que sea anulada por otra de índole contraria, la creencia, más
tarde o más temprano, toma forma y es expresada o experimentada como cualquier
otro hecho, condición, circunstancia o acontecimiento de la vida. Dentro de nosotros
se encuentra el poder que nos permite cambiar creencias negativas en positivas y,
por añadidura, cambiar nuestra vida por otra mejor.
Aunque hay mucha gente que se da de cara con el éxito sin buscarlo, la mayoría de
las veces tenemos que poner algo o mucho de nuestra parte para la lograrlo. Por
desgracia, no hay muchas personas que sean conscientes del poder que existe dentro
de ellas para salir de una situación funesta y comenzar a subir la escalinata del éxito.
De forma latente, cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior unos poderes
que no usamos, pero que, sin embargo, esperan ser activados. Muchos no tenemos
confianza en nosotros mismos o tenemos nuestra propia estima por los suelos. Otros
vivimos en un estado constante de preocupación o de miedo. Algunos encontramos
en nuestra carrera profesional —o en otros aspectos de nuestra vida— obstáculos
inesperados que, en principio, nos parecen insalvables. Muchos de nosotros tenemos
empleos sin futuro o simplemente odiamos tener que levantarnos por las mañanas
para tener que soportar un ambiente laboral que nos es hostil e ingrato. Nos gustaría
cambiar, pero nos sentimos incapaces de hacerlo.
Tú puedes cambiar tu propia vida. Y para hacerlo, puedes encontrar dentro de ti
las herramientas necesarias. Todo lo que tienes que hacer es ponerlas a punto,
utilizarlas y comprobar los resultados.
En los próximos capítulos analizaremos los atributos personales que conducen al
éxito y estudiaremos, además, cómo mediante la canalización de los poderes de tu
mente subconsciente puedes llegar, en menos tiempo, a culminar con pleno éxito tu
carrera profesional.
1
Establecimiento y consecución de tus metas
Todas las personas que tienen éxito comienzan fijándose una meta. El
establecimiento de unas metas y de una estrategia para lograrlas son el primer paso
que hay que dar en el largo camino que te llevará al éxito. Si sabes de antemano a
dónde quieres llegar y cómo piensas hacerlo, podrás tomar el rumbo correcto,
aprovechar bien tu tiempo y concentrar debidamente tus energías y emociones.
Si a un barco se le avería el timón, podría seguir navegando durante cierto tiempo,
pero nunca llegaría a ningún sitio; como no fuese por casualidad, nunca arribaría a
puerto. Es más, si no avistara tierra en un tiempo determinado, se le podría estropear
la carga y no servir ésta para nada. Todo barco no debe perder en ningún momento el
rumbo que le llevará a su puerto de destino, y además tendrá que hacerlo contra
viento y marea, ya que es a ese puerto donde va consignada la carga que transporta.
Por consiguiente, si una persona quiere probar las mieles del éxito, no debe ir a la
deriva por el océano de la vida, tiene que poner siempre proa hacia el puerto de
destino; y tiene que hacerlo no sólo cuando el mar esté tranquilo y las corrientes y
los vientos le sean propicios, sino también cuando esté atravesando condiciones
meteorológicas adversas; esto es, cuando se vea rodeado por las brumas de la
frustración y zarandeado por los golpes de mar de la oposición.
TODO COMIENZA CON UN SUEÑO
¿Tienes algún sueño, alguna visión relacionada con tu futuro? ¿Eres rico en este
sueño? ¿Famoso? ¿Feliz? Mucha gente sueña con un futuro prometedor, si bien en la
mayoría de los casos se queda sólo en eso: en un sueño.
Las personas que han alcanzado el éxito también han tenido sueños de esta clase,
lo que pasa es que ellas los han convertido primero en objetivos y luego en realidad.
Sus sueños no eran vagas esperanzas de éxito; no, sus sueños estaban compuestos
por metas específicas a cuya consecución se dedicaron en cuerpo y alma. Edison
soñó con un mundo en que la energía eléctrica iluminara la noche. Stephenson soñó
con una máquina de vapor que arrastrara vagones y eliminara el trabajo agotador de
hombres y animales. Beethoven soñó con una música que elevara el espíritu. No sólo
fue la fama la que ocupó los sueños de grandes actores, pintores, músicos y
escritores, sino el modo en que utilizarían sus respectivos talentos para conseguir el
éxito.
Soñar no es algo que sea exclusivo de los grandes genios. Cualquier persona que
haya tenido éxito nos dirá que todo comenzó con una esperanza, con un sueño. A lo
largo de los años, centenares de hombres y mujeres han declarado que todos sus
logros comenzaron con un sueño que luego se convirtió en una meta; meta ésta que
dio lugar a un plan de acción especialmente dirigido a su consecución.
Soñar tampoco es una acción que esté solamente reservada a los jóvenes. Nunca
es demasiado tarde para tener un nuevo sueño que dé paso a nuevas aspiraciones
que, a su vez, terminen en nuevos éxitos. Es impresionante lo que han conseguido
personas que tuvieron en su vida sueños tardíos. Benjamin Franklin, por ejemplo,
tenía más de cincuenta años cuando le dio por estudiar ciencias y filosofía. Milton,
ciego y todo, había cumplido ya los cincuenta años cuando cogió la pluma para
terminar su poema épico El paraíso perdido.
Asimismo, los sueños no son propios de personas que sufren discriminaciones o
prejuicios existentes en su época. Durante incontables años, las mujeres se han visto
notablemente constreñidas en lo relativo a su actividad laboral. Hubo un tiempo en
que sus aspiraciones profesionales estaban limitadas a lo que se conocía como
«trabajos femeninos». Para emprender una carrera profesional distinta, se necesitaba
una fuerte determinación y una gran valentía. Un ejemplo de esto lo tenemos en
Elaine Pagels, profesora en Princeton y autora de libros de gran éxito editorial sobre
gnosticismo y cristianismo primitivo. Pagels decía que había sido educada en una
época en la que era de todo punto impensable que una mujer intentara cursar
cualquier carrera académica. En su caso, emprendió con entera libertad el camino
que a ella le gustaba, descubriendo más tarde que incluso podía ganarse la vida con
su trabajo. Su sueño se había convertido en su meta.
En la actualidad existen muy pocas barreras que impidan a alguien dedicarse a la
actividad profesional que le apetezca. Es significativo el hecho de que en algunas
facultades de los Estados Unidos, entre ellas las de derecho y medicina, la mitad o
más de los estudiantes sean mujeres.
En los noventa y en los primeros años del segundo milenio, muchas empresas
estadounidenses comenzaron a subcontratar trabajos a países en los que el coste de
la mano de obra era sustancialmente más bajo. Esto dio lugar a que miles de
personas se quedaran sin trabajo. Algunas de ellas se jubilaron, mientras que otras
—sin dejar de lamentarse de su mala suerte— desistieron de ganarse el sustento por
sí mismas y recurrieron a las ayudas que les ofrecían los organismos de bienestar
social. La mayoría de estas personas, sin embargo, optaron por hacer uso de sus
facultades personales y se prepararon convenientemente para ocupar puestos de
trabajo en otros ámbitos laborales. Muchas de ellas tuvieron que comenzar de nuevo
e incluso ganando un sueldo más bajo que en su anterior empleo; pero lo hicieron
con una energía y con un entusiasmo renovados, lo cual les permitió, sin arredrarse
lo más mínimo, volver a subir una vez más la escalinata del éxito.
En circunstancias como éstas, la determinación cuenta más que el cerebro. Sólo
aquellos que tengan la firme determinación de que nada les impedirá conseguir su
propósito, serán los que, con perseverancia y valor, se harán con los laureles de la
victoria. Para aquellos que luchan con fuerza y constancia, los sueños se convierten
en objetivos y los objetivos en logros y realidades.
Los grandes atractivos de la vida, aquellas cosas que hacen que valga la pena
vivirla, que nos han rescatado del trabajo monótono y elevado por encima de la
mediocridad y del mal gusto, se las debemos a nuestros soñadores.
CONVERSIÓN DE LOS SUEÑOS EN METAS
Por desgracia, hay demasiados soñadores que se quedan sólo en eso: en
soñadores. En este caso, los sueños permanecen siendo sueños. Para hacer que los
sueños se hagan realidad, tienes que convertirlos en metas. Tras esta conversión, ya
no son fantasías, sino objetivos que puedes desplegar ante ti a modo de mapa de
carreteras para que te indique el modo de llegar al éxito. Debes acompañar tus
sueños con un propósito, con la determinación de que harás todo lo que puedas para
transformarlos en realidad.
Una mujer que tuvo una vez un sueño y que lo convirtió en un esplendoroso
objetivo, es la diseñadora de ropa Rachel Roy. La vocación que Rachel siente por la
moda tiene su origen en las películas que vio cuando tan sólo era una niña. Los
vestidos que las mujeres llevaban en la pantalla les daba, al parecer, un aura de
confianza y fascinación sensual, cualidades éstas muy apropiadas para conseguir
éxito. Rachel hizo suyo el sueño de que podía crear un aura similar para ella y otras
mujeres, un estilo glamuroso que propiciara una autoestima positiva.
Antes del comienzo de cada curso escolar, su madre la llevaba de compras para
proveerla de la ropa que llevaría en el colegio. En una de las tiendas, llamó la
atención de Rachel la falta de calidad y de estilo que tenía la ropa expuesta para su
venta, lo que la llevó a la convicción de que, si se afanaba en ello, podía diseñar
prendas de vestir de mejor traza y presentación que la que estaba viendo. Su madre
le dijo que esa actividad recibía el nombre de diseñadora de modas. A partir de ese
momento su sueño tenía un nombre: el de «diseñadora de modas». Según sus propias
declaraciones, este sueño dio paso a la meta de llegar a ser una figura relevante en el
mundo de la moda.
Su primer empleo fue de empleada de almacén. A partir de aquí inició una carrera
meteórica hacia puestos de mayor envergadura: ayudante de jefe de tienda, asesora
personal de compras * y estilista en varias tiendas de lujo. No tuvo que pasar mucho
tiempo, para que se viese diseñando moda y ocupara un alto puesto directivo en su
empresa.
Cuando su esposo, Damon Dash, quiso inaugurar una línea independiente de
vestidos, Rachel se vio en la tesitura de tener que elegir entre irse a trabajar con él o
seguir escalando puestos en su brillante carrera profesional. Escogió la primera
alternativa y se volcó en su nueva actividad; en ella tocó todas las facetas del
negocio y se esforzó al máximo para ser imprescindible. A los seis años de su
ingreso, y cuando estaba a punto de introducir una línea de ropa, Damon vendió la
compañía. Pero por aquel entonces Rachel ya sabía que podía llevar un negocio por
sí misma y fundó su propia empresa. Desde el principio, sus diseños tuvieron una
gran aceptación, y hoy en día está considerada como una de las diseñadoras más
destacadas del sector de la moda.
Hay un gran camino entre desear y conseguir; sin embargo, Rachel Roy no se
contentó sólo con desear o soñar, sino que hizo de su sueño una meta y trabajó con
ahínco para conseguirla.
TU ARMA SECRETA:
LA MENTE SUBCONSCIENTE
Puede haber innumerables razones para que a una persona le sonría el éxito en su
profesión o negocio y a otra no. Los muchos años que he cambiado impresiones con
personas de distinta extracción —ricas y pobres, famosas y corrientes, líderes y
gregarias— han permitido que me diese cuenta de que uno de los elementos más
significativos que predestina a una persona al éxito o al fracaso es cómo se sienta
consigo misma. Aquellos que verdaderamente se aman a sí mismos, que piensan que
son seres portadores de valores, tienen muchas más posibilidades de tener éxito que
aquellos otros que no piensan de esta forma.
¿Qué tienen las personas de éxito que los demás no tienen? A mi entender,
autoestima y confianza en sí mismas. Creen en ellas mismas y en el poder que tienen
en su interior.
LA AUTOESTIMA: INGREDIENTE BÁSICO DE LA CONFIANZA EN SÍ MISMO
Como mejor se define la autoestima es diciendo que es sentirse bien consigo
mismo. Las personas que tienen un alto concepto de sí mismas creen que pueden
conseguir el éxito en la mayoría de las cosas que emprenden. Se respetan a sí
mismas y saben que los demás también las respetan. Esto no quiere decir que se
comporten en todo momento con optimismo y que estén siempre sonriendo y de buen
talante. Todos tenemos días malos y circunstancias en las que no sale nada derecho.
La gente con alta autoestima acepta esto y no se deja amilanar por la adversidad.
La autoestima forma parte de la confianza en sí mismo. Para sentirte bien de las
decisiones que tomas, debes confiar en ti mismo. Debes estar verdaderamente
convencido de que eres una persona de valía. Si careces de autoestima, ¿cómo
puedes entonces tener la tranquilidad de que tus decisiones son las adecuadas?
¿Por qué la gente adolece de falta de autoestima? La razón más corriente es que
haya tenido anteriormente algún fracaso en su vida y tema que lo tendrá de nuevo.
También ocurre que otras personas —por lo general sus profesores o incluso sus
propios padres— no hayan encontrado nunca satisfactorio su rendimiento escolar, o
de cualquier otra índole, y le hayan producido un complejo de inferioridad.
Asimismo, hay personas que, aun cuando hayan probado las mieles del éxito, han
tenido serios reveses que se han apoderado de sus respectivas mentes y les han
imbuido una falta total de confianza en cualquier cosa que hagan.
La clave para cambiar los sentimientos que tengas para contigo mismo está en tu
mente subconsciente, y el único camino que tienes para llegar a ella es a través de tu
mente consciente. Tu subconsciente está en todo instante controlado por la idea
dominante y, entre dos proposiciones contradictorias, siempre aceptará la más fuerte.
Si utilizas expresiones tales como «necesito tener confianza en mí mismo, pero no lo
consigo», «estoy esforzándome todo lo que puedo», «yo mismo me obligo a rezar» o
«empleo toda la fuerza de voluntad que tengo», puedes estar seguro de que tu error
reside en tu propio esfuerzo.
Algunas personas echan mano de la «fuerza de voluntad» para modificar sus
normas de conducta; pero recurrir a la fuerza de voluntad para conseguir este cambio
es más bien una acción justificativa que efectiva. Para conseguir algo en este sentido,
debes desterrar de tu subconsciente todos tus pensamientos negativos, y la fuerza de
voluntad lo único que hace es reforzar los pensamientos de este tipo. Con el solo uso
de la fuerza de voluntad no puedes obligar a la mente subconsciente a que acepte una
idea tuya. Los intentos de esta índole están condenados al fracaso y sólo se consigue
con ellos el efecto contrario del que realmente se busca. Recurriendo a tu fuerza de
voluntad, lo que haces es grabar aún más en tu mente subconsciente la situación que
estás tratando de superar. Por ejemplo, si un fumador (o una fumadora) para dejar
este nocivo hábito decide utilizar su fuerza de voluntad, en los momentos en que las
ganas de fumar le tienten a encender un cigarrillo, repetirá una y otra vez «no
fumaré», «no fumaré», «no fumaré»... Pues bien, con esta letanía sólo consigue que la
mente se centre aún más en la acción de fumar. Si, en vez de esto, el firnador se
dedicara a rememorar y saborear las ventajas que conlleva el hecho de liberarse de
la dependencia del tabaco —menos gastos, mejores perspectivas de salud, ausencia
de olores, etcétera—, la mente subconsciente respondería en consecuencia.
Si reemplazas en tu mente consciente los pensamientos negativos por positivos,
éstos se filtrarán y descenderán al subconsciente.
NUNCA TE CONSIDERES UN FRACASADO
Son tus propias estimaciones, esquemas y creencias los que de verdad tienen
trascendencia en tu vida, no lo que puedan pensar de ti otras personas. Si alguien te
dice que «eres un fracasado y que nunca llegarás a ser algo», ¿qué es lo que debes
hacer? Algo muy sencillo, decirte a ti mismo que «lo que digan los demás es
irrelevante, que has nacido para ganar y que, por tanto, triunfarás». Remacha esta
autoafirmación diciéndote que «debes triunfar, que vas a conseguir el éxito de una
manera única y notable».
Cada vez que una persona te diga que vas a fracasar, es una ocasión que tienes
para reforzar tu fe en el poder de tu mente subconsciente, la cual nunca falla. En otras
palabras: no culpes a los demás de tus fracasos. No le eches tampoco la culpa a
situaciones coyunturales difíciles. Las personas de éxito tratan por todos los medios
superar cualquier situación, por muy adversa que ésta sea. Lo más seguro es que
tengas algún que otro fracaso, pero esto no quiere decir que tú seas un fracasado.
Tienes dentro de ti la suficiente fuerza creadora como para darle la vuelta al fracaso
y convertirlo en éxito. Piensa que las personas que estén a tu alrededor no pueden
influir en ti. A menos que tú lo consientas, estas personas no cuentan con el poder de
manipularte.
Con cada uno de tus éxitos, crecerá en tu interior la autoestima. Es más, tu
autoestima crecerá incluso aunque de vez en cuando tengas un fracaso; para lograr
esto, sólo tienes que pensar en que el poder está todavía contigo, que crees en él y
que siempre responderá a tus requerimientos.
Eres lo que crees que eres. Te crearás a ti mismo con la imagen que tienes de ti
en tu propia mente. Tu autoestima y tu autoconfianza son tan sólo la proyección de tu
misma imagen. Si consigues formar una imagen tuya fuerte y positiva, llegarás a ser
una persona más feliz y con más posibilidades de éxito. Serás una persona capaz de
superar cualquier obstáculo —por muy importante que sea— que encuentres en tu
camino, así como alcanzar las metas que tú mismo te fijes.
Para hacer realidad lo anterior, el principal requisito es creer en ti mismo, en lo
que haces y en tu destino supremo. La seguridad o la confianza en uno mismo
adquiere su mayor expresión cuando va acompañada por el convencimiento de que
nuestro yo real es un regalo de Dios, y que con Dios todas las cosas son posibles.
Adquiere una nueva mentalidad ahora mismo; no pierdas ni un segundo. Esta
nueva mentalidad estará basada en la idea de que uno puede poseer lo que desee; que
las cosas suceden tal como uno cree. Practica la vieja máxima que dice: «Asegúrate
primero que estás en lo cierto, y luego sigue adelante.» No permitas que nada te
cambie ni ponga en peligro tus convicciones. Haz esto parte integrante de tu
mentalidad. Ten la seguridad que con esta clase de creencia no se te puede escapar
el éxito y que siempre darás pasos hacia delante en la vida.
ESCRIBE UN GUIÓN POSITIVO PARA TU VIDA
Los psicólogos nos dicen que cada uno de nosotros escribimos un «guión» para
nuestra propia vida. Este guión puede ser optimista o pesimista, que nos haga felices
o desgraciados, que refleje autoestima y actitudes positivas o que presente una vida
dominada por el negativismo, incluso por el odio a uno mismo. Los hombres y las
mujeres que cosechan fracasos en los primeros tramos de sus carreras son proclives
a perder su autoestima y su confianza en sí mismos. Estos fallos tempraneros afectan
a sus psiques y, por tanto, no es raro que subconscientemente escriban para sí
mismos unos guiones en los que el fracaso sea el leitmotiv y ellos los protagonistas;
y lo seguirán siendo a menos que renueven su fe en ellos mismos.
Si has escrito un guión típico de un fracasado, este guión dominará tus
pensamientos y tus acciones. Siempre te considerarás a ti mismo un perdedor y todo
apunta que lo terminarás siendo. A menos que vuelvas a escribir el guión, estarás
abocado a tener toda una vida jalonada de fracasos e infelicidades.
La mayoría de los hombres y de las mujeres de éxito no nacieron con el éxito
implantado en sus genes. Las biografías de muchas de estas personas eminentes nos
hablan de que antes de alcanzar sus metas, tuvieron que luchar contra la pobreza, la
depresión y lo que parecían ser obstáculos insalvables.
Para llegar hasta donde llegaron, tuvieron que reescribir su propio guión mental y
cambiar su imagen de negativa a positiva. Luego, por su determinación, dedicación y
trabajo, comenzaron a disfrutar del éxito que habían plasmado en su guión.
Nadie partió desde tan bajo como lo hizo Frederick Douglass. Nació con la
consideración de esclavo en una plantación de algodón. Si nos atenemos a las
oportunidades de perfeccionamiento y mejora personales con las que pudo contar,
tenemos que decir que estaba en una situación tan desasistida y hostil como cualquier
otra persona de su condición, lugar y época. Supongamos que cuando pudo darse
perfecta cuenta de su falta de libertad y de las negras perspectivas que tenía delante
de él, se dijese a sí mismo: «Estoy aquí bajo la condición de esclavo. Por muy
ambicioso que sea y por muy ansioso que esté por salir de este ambiente, nunca
podré lograrlo porque nací en esclavitud. Mis padres son esclavos y mis abuelos
fueron también esclavos. No tengo la más mínima posibilidad de conseguir la
educación necesaria para iniciar otra vida fuera de esta plantación.»
Pues bien, si él se hubiese hecho este razonamiento, ¿crees que hubiéramos oído
hablar de Frederick Douglass. Por supuesto que no. Al igual que lo hicieron millones
de sus semejantes, hubiera vivido y muerto como esclavo. Pero en su caso, él no
pensó que no podía hacerse nada, sino que pensó todo lo contrario y tomó la firme
determinación de salir de su condición de esclavo.
Redactó un guión para sí mismo en el que recurría a ese misterioso poder que, en
estado de latencia, se encuentra en nuestro interior y que siempre acude a nuestra
llamada. Por lo visto, este poder le sirvió para allanar cualquier obstáculo,
aparentemente insuperable, que se interpusiera entre él y su libertad y educación.
Carteles pegados a las paredes, papeles impresos de la basura y un viejo almanaque
que se encontró en la plantación le sirvieron para aprender las letras y las palabras.
Nunca tuvo un verdadero libro en sus manos antes de aprender a leer.
Con medios tan escasos y en un entorno tan poco propicio, este muchacho esclavo
se las ingenió, primero, para que lo manumitieran, y luego para adquirir un nivel de
educación adecuado. Se ganó una buena reputación internacional como adalid de una
raza esclavizada; actividad ésta a la que dedicó toda su vida. Su figura no pasó
inadvertida al presidente de Estados Unidos, quien le nombró embajador en Haití.
Tú también puedes reescribir ese guión que te mantiene empantanado en los
estratos más bajos de la vida. Una tarea así requiere dedicación y un esfuerzo
continuo; pero si quieres salir de verdad del agujero en que te encuentras, no tendrás
más remedio que emprenderla.
Los siguientes consejos facilitarán esta tarea:
Ámate a ti mismo. Como no lo hagas tú, no esperes que los demás te amen y te
respeten.
Confía en ti. No te sientas inseguro si tienes que tomar decisiones que afectan a
tu vida. Si te fijas unos objetivos y tienes el convencimiento de que lograrás
alcanzarlos, no debes tener miedo de tomar unas decisiones que, en todo caso,
te ayudarán a conseguir tu propósito.
Quédate con lo positivo. Lo más seguro es que a lo largo del proceso tengas
algunos reveses. En este supuesto, lo más apropiado es no darles demasiada
importancia. Fíjate sobre todo en tus logros diarios y, con ello, le darás aún
más consistencia a tu guión de éxitos. La autoestima es perecedera y, por
consiguiente, debe ser constantemente nutrida y reforzada. Su alimento son las
palabras, las acciones, las actitudes y la experiencia, y sobre todo tu
determinación personal de mantenerla alta e intacta.
Exígete mucho. Cuando consigas un éxito, por muy pequeño que éste sea,
felicítate a ti mismo; ahora bien, procura no caer en la autocomplacencia.
Utiliza los pequeños logros como incentivo para conseguir otros más grandes.
Repítete una y otra vez el mantra que hizo famoso el psicólogo y farmacólogo
francés Émile Coué: «Día tras día, en todos los aspectos, me va mejor y
mejor.»
ARÉNGATE A TI MISMO
Hay veces en que necesitamos alentar a nuestra autoestima y, para ello, debemos
actuar como lo haría el preparador (o la preparadora) de un equipo deportivo.
Cuando el equipo flaquea, ahí está su preparador para enardecer los ánimos, y uno
de los métodos más efectivos es dirigirse a sus componentes y soltarles algo
parecido a una arenga. Con bien escogidas palabras, el preparador les imbuye
entusiasmo, confianza en sí mismos y no sólo el deseo de ganar, sino también el
compromiso de no escatimar ningún esfuerzo para lograr la victoria.
En el plano personal, también necesitamos una arenga de vez en cuando. La
necesitamos en el instante en que decae nuestra alegría de vivir, cuando estamos
deprimidos y cuando hemos tenido un fracaso. Asimismo, necesitamos que alguien
nos aliente cuando perdemos confianza o dejamos de creer en nosotros mismos. Pero
en estas circunstancias, ¿dónde está el preparador?
En estos casos, no nos queda otro remedio que ser nuestro propio preparador.
Para cambiar el guión en tu mente, date una arenga. Convéncete a ti mismo de que
eres bueno, de que eres un ganador y de que, puesto que has tenido éxitos en el
pasado, no hay razón alguna para que no los tengas ahora. Una arenga personal de
este tipo planta en tu mente subconsciente semillas de autoestima; y si se repite una y
otra vez, terminará por filtrarse hasta tu mente subconsciente para convertirse en las
raíces de tu conducta.
La autoestima nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida. En los años juveniles
nos empuja hacia delante, nos sostiene cuando llegamos a la mediana edad y nos
renueva durante los años postreros de nuestra vida.
Adquiere la sana costumbre de borrar en tu guión personal las palabras negativas
y sustituirlas por otras positivas. En vez de palabras de desesperación, siembra
palabras de esperanza; en vez de palabras que den la noción de fracaso, utiliza
palabras que den la noción de éxito; en vez de palabras de derrota, piensa en
palabras de victoria; en vez de palabras de consternación, añade palabras de aliento;
en vez de palabras de apatía, usa palabras de entusiasmo; en vez de palabras de
odio, pronuncia palabras de amor. Si reemplazas todas las palabras negativas por
otras de signo contrario, puedes estar tan seguro, como que el día sigue a la noche,
de que la autoestima y la confianza en ti mismo impregnarán tu vida.
AFRONTA Y DERRIBA LOS OBSTÁCULOS
La confianza en uno mismo puede tambalearse cuando surgen algunas
adversidades. Hay momentos en que vemos que los planes no se están desarrollando
como deberían hacerlo, que de buenas a primeras aparecen nuevos obstáculos o que
todo parece que se va a derrumbar de un momento a otro. Éstos son los momentos en
los que tienes que renovar la fe en ti mismo. Éstos son los momentos en los que
tienes que echar mano a todas las reservas que Dios te ha dado a fin de plantarle
cara a los problemas y neutralizarlos. Seguro que vencerás, y este éxito te servirá
para mejorar tu autoestima.
Los buenos ejecutivos normalmente creen que cuanto más sólido y grande sea el
obstáculo, más confianza en sí mismo requiere su superación y más valiosa es la
experiencia. En los comienzos de su carrera, A. G. Lafley, quien con el tiempo
llegaría a ser consejero delegado de Procter & Gamble, estando a cargo de las
operaciones de su compañía en Asia, tuvo que afrontar los desastrosos efectos
económicos de un pavoroso terremoto que tuvo su epicentro en Japón. A raíz de esto,
Lafley declaró que pudo hacer que su compañía sorteara con éxito estos formidables
obstáculos porque nunca perdió la confianza en sí mismo y porque tuvo en cuenta que
uno aprende diez veces más en una crisis que en épocas normales.
Un caso muy parecido fue el de Jeff Immelt, en la actualidad consejero delegado
de General Electric (GE), quien pasó bastantes apuros con motivo de una crisis. En
1988, año en que se descubrió que millones de refrigeradores tenían instalados unos
compresores defectuosos, Jack Welch, a la sazón consejero delegado de la
compañía, le asignó la misión de arreglar la situación aun cuando Immelt carecía de
experiencia en lo concerniente a refrigeradores y reclamaciones. Este último
comenta que él no sería ahora consejero delegado si no hubiese tenido confianza en
su habilidad para salir airoso de esa «misión imposible», considerada por muchos
como un obstáculo insalvable.
Otro ejemplo de superación de un serio obstáculo lo tenemos en John Chambers,
consejero delegado de Cisco y considerado en el mundo de los negocios como uno
de los oradores más elocuentes y electrizantes. Memoriza tanto el texto de sus
conferencias, que da la impresión de que las está improvisando. Otro rasgo
característico suyo es el no tener reparos en bajar del estrado cuando tiene que
dirigirse a alguien de una forma personal y directa. Procura siempre mirar al público
a los ojos. Es un mago de la palabra, cuyas conferencias son adjetivadas por la
prensa especializada como «asombrosas».
Cuesta trabajo creer que este hombre, modelo de elocuencia, tuviese que superar
grandes obstáculos con el fin de acaparar la presencia de ánimo necesaria para
aparecer delante de una audiencia y hablar.
¿Qué fue lo que le confirió esta confianza en sí mismo? Ni más ni menos que la
fuerza de carácter que adquirió al tener que superar una dislexia. Para poder
dirigirse con efectividad al público, Chambers se vio obligado a observar unas
pautas de trabajo casi espartanas y, en vez de lamentarse por ello, aprovechó el
desafío para su transformación personal. Suele decir que la dislexia le obligó a ver
el cuadro en su conjunto en vez de detenerse en sus detalles. Esto le ayuda una
enormidad en sus charlas, ya que a las audiencias, por regla general, les aburren los
detalles. Su dislexia también le obligó a aprenderse de memoria extensos pasajes de
sus conferencias, así como a prepararlas con más cuidado y celo que el común de las
personas; esto le da a sus exposiciones públicas un raro toque de proximidad y
frescura.
A su método de exponer —con arte y vivacidad— un material memorizado, se le
puede tachar de todo menos de monótono y mecánico; y, por supuesto, no se asemeja
en nada a la simple acción de leer el texto en un papel. Justo es decir que John
Chambers no es sólo una persona que superó una nociva deficiencia infantil, sino que
además no permitió que esta deficiencia pusiese límites a su desarrollo vital. Para
superar su dislexia, y para desarrollar su confianza en sí mismo, hizo toda clase de
sacrificios; algo que le ha convertido en un destacado hombre de empresa que habla
con claridad y convicción sobre los sueños de las personas, del valor de sus
productos y de ese «cuadro completo» que todos queremos ver.
DEJA DE CASTIGARTE A TI MISMO
Todo lo que aceptes sin reserva en tu mente, lo obtendrás en tu experiencia vital; y
será así, cualesquiera que sean las condiciones, las circunstancias o los poderes que
estén presentes en el momento. Repite con convicción las siguientes verdades: «el
ascenso será mío», «el éxito será mío», «la acción correcta será mía», «la riqueza
será mía». Al hacer esto, estas verdades se depositarán en tu mente subconsciente —
también llamada mediadora creativa— y en tu vida sucederán grandes maravillas.
Una secretaria de un bufete de abogados se quejaba así a su pastor: «Nunca me
dejan tranquila. Mi jefe y mis compañeros de oficina son perversos y crueles
conmigo. Y por si esto fuera poco, mis parientes me han tratado mal durante toda mi
vida. Debe ser que llevo a cuestas alguna maldición. Sé que no soy buena. A veces
me entran ganas de tirarme al lago.»
El pastor intentó explicarle que, pensando así, ejercía una crueldad mental contra
ella misma, y que la autoflagelación y la pena trascienden y tienen su confirmación
en la dimensión externa de la sociedad. Si eres duro contigo mismo, no esperes que
los demás te traten bien y con conmiseración cuando te toque lidiar en el ruedo de la
vida. Si crees que eres un vil gusano, todo el mundo tratará de aplastarte. Lo que el
buen pastor intentaba decirle a su feligresa era que las actitudes y las acciones de los
que la rodeaban estaban en consonancia y corroboraban el estado interno de su
mente.
Desde ese instante nuestra secretaria dejó de castigarse a sí misma. Procuró
evocar la visión de su jefe felicitándola por su eficiencia en el trabajo. También se
lo imaginó anunciándole que había decidido aumentarle el sueldo. La chica daba
constantemente muestras de cariño y buena voluntad tanto a su jefe como a todos sus
compañeros. Después de estar muchas veces al día durante varias semanas
comportándose de acuerdo con las imágenes mentales que se formaba, se quedó
totalmente perpleja cuando su jefe la felicitó por su trabajo; y todavía más cuando,
algunos meses más tarde, la ascendió a un puesto directivo. En un corto espacio de
tiempo, pudo comprobar las maravillas que encierra la mente profunda. Sin duda
alguna, encontró la llave que abría la cámara del tesoro.
NO DIGAS QUE «NO PUEDES», DI QUE «SÍ PUEDES»
Norman Cousins, editor de la revista literaria mensual The Atlantic Monthly y
autor de Anatomy of an Illness* y Human Options, es un ejemplo viviente de cómo
la mente subconsciente nos pone en disposición de dar rienda suelta en nuestro
interior a recursos que, a pesar de pertenecemos, están aún sin aprovechar.
Cousins se vio atacado por una enfermedad que casi le paralizó el cuello, los
brazos, las manos, los dedos y las piernas. Hospitalizado enseguida, se le
diagnosticó una grave enfermedad que tenía que ver con los tejidos conjuntivos. El
doctor le informó que sus probabilidades de recuperación era una entre quinientas.
En principio, Cousins permitió que tanto los médicos como el hospital hicieran
con él «lo que estaba mandado hacer». Le administraron fármacos, le hicieron
pruebas que confirmaron el diagnóstico y pronosticaron una evolución bastante
inquietante.
Pero, a pesar de todo, Cousins se negó a aceptar su sino. Estaba enteramente
convencido de que la risa, la confianza en sí mismo y el deseo de vivir tenían
valores terapéuticos.
Sin demora alguna, preparó un plan que, en esencia, buscaba sentimientos
positivos y reconfortantes. Además de en recursos médicos, su plan estaba basado en
el apoyo y en el calor humanos, en la risa y en el cariño de su familia. Solicitó que
los médicos del hospital le diesen de alta, escogió una habitación en un hotel y
contrató a una enfermera; después de esto, se dedicó a ver películas de humor y
programas de televisión. Comprobó que diez minutos de risa sana y auténtica le
atenuaba el dolor y le proporcionaba dos o tres horas de un sueño reparador; las
primeras que pudo tener después de muchos meses.
Semana tras semana, Norman Cousins fue ganando en fortaleza; año tras año, su
movilidad mejoró de manera patente.
Creía firmemente que su experiencia personal era la prueba del poder de la
voluntad de vivir y del poder de la confianza en sí mismo, ya que, para él, ambos
poderes se habían aliado para desatar y liberar las enormes fuerzas que tenemos
dentro de nuestra naturaleza corporal. Cousins tuvo una existencia activa y
productiva durante más de dieciséis años.
SÁCALE PROVECHO A TUS PUNTOS FUERTES
La confianza se encuentra siempre en la raíz de cualquier logro. La convicción de
que podemos hacer una cosa, posee un tremendo poder. Las personas que tienen fe en
sí mismas están libres de muchas grandes dudas y temores sobre el fundamento de
sus acciones, sobre sus propias capacidades y sobre lo que le deparará el futuro.
Como le pasa a la mayoría de los mortales, aunque hasta estos momentos no hayas
tenido en tu vida un éxito sonado, lo más probable es que seas realmente bueno en
algunas de las cosas que haces. Puede que no seas el empleado más eficiente de tu
departamento, pero a lo mejor tienes unas facultades especiales para determinados
aspectos del trabajo que te harían ganar el respeto de los que te rodean. Puede darse
el caso de que no seas tan buen atleta como tus compañeros de clase, pero esto no es
óbice para que hagas un trabajo excelente en la clase de arte. Quizá no ganes tanto
dinero como tus vecinos, pero eres capaz de arreglar cualquier chisme que se averíe
en tu casa. y en la de ellos.
Es lógico y humano que te preocupen tus deficiencias. A veces estas deficiencias
sirven de acicate a ciertas personas para empeñarse a desterrarlas de su vida, pero
en otras lo que hacen es que se sientan inferiores. En vez de hacerte mala sangre
pensando en lo que no haces bien, resérvales un lugar privilegiado en tu mente a las
cosas que haces realmente bien. De este modo, tanto tu autoestima como tu confianza
en ti mismo se dispararán hacia arriba y te catapultarán hacia el éxito en todos tus
proyectos.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
Si piensas que no sirves para nada y te pintas a ti mismo como un fracasado, lo
más seguro es que logres muy pocas cosas meritorias en la vida. Piensa en el triunfo.
Cree a pie juntillas que eres la personalización del éxito.
Hazte a la idea, desde este preciso instante, que puedes hacer lo que te
propongas hacer y que puedes llegar a ser lo que buenamente quieras llegar a
ser. Piensa, asimismo, que puedes tener lo que desees tener y que lo que creas
se materializará en ti.
Como no te quieras y no te respetes a ti mismo, no podrás ni siquiera comenzar
a dibujar una imagen propia de éxito. No hay razón alguna para que presentes
perpetuamente una imagen propia negativa. Debes crearte una imagen positiva
si quieres llegar a ser una persona de éxito.
Cuando pienses sobre ti mismo no lo hagas de forma descalificadora,
escatimadora o derrotista; tampoco te califiques de débil, ineficiente o enfermo.
Piensa que eres perfecto, completo y entero.
En tu recorrido por el camino de la vida encontrarás, sin duda alguna,
obstáculos que te cerrarán el paso. Nunca pierdas la confianza en ti mismo. El
camino que conduce al éxito no suele ser fácil. Programa a tu mente
subconsciente de forma que esté en todo momento dispuesta y sea capaz de
acometer y derribar cualquier barrera que te impida alcanzar tus metas.
* Hay traducción castellana: Anatomía de una enfermedad o la voluntad de vivir, Editorial Kairós, S. A,
Barcelona, 1993.
3
Piensa de manera más positiva
Las personas que tienen una forma de pensar negativa nunca llegan a lograr algo.
Excepto deterioro, destrucción y muerte, no hay vida en una persona negativa. La
negatividad es la gran enemiga del éxito. La gente que siempre está echando todo por
tierra, que siempre se está quejando de lo mal que le van los negocios y demás
cosas, de su mala salud y de su falta de dinero, es la gente que atrae sobre ella
influencias destructivas y negativas, y la que hace que todos sus esfuerzos resulten
fallidos.
Los pensamientos constructivos abandonan a todo aquel que caiga en el
derrotismo y tienda a utilizar un lenguaje pesimista; y ello porque no se le ocurre
nada que tenga la más mínima afinidad con un positivismo existencial, ni nada
tampoco que lo inicie o fomente. Los principios creativos no pueden subsistir en
medio de una atmósfera destructiva; en una atmósfera en la que no puede tener lugar
ni un solo logro. Las personas con talante negativo andan siempre de capa caída y
son las que, con harta frecuencia, experimentan la amargura del fracaso. Son seres
que pierden el poder de afirmación; pérdida que los desconcierta y les impide seguir
adelante.
LA NEGATIVIDAD SE APODERARÁ DE TU PODER
Si te entregas a ellos, los pensamientos negativos paralizarán tus aspiraciones.
Echarán a perder tu existencia. Aniquilarán tu confianza en ti mismo y te harán
víctima de tus propias vivencias en vez de ser tú quien lleves las riendas de ellas. El
poder de realizar o lograr cosas tiene mucho que ver con la fe y la confianza que
tengamos en nosotros mismos. Sea lo que fuere lo que intentes llevar a cabo, no lo
conseguirás hasta que no estés plenamente convencido de que puedes hacerlo. Nunca
dominarás algo hasta que no te sientas dominador y realices, primero, toda la acción
de dominar en tu propia mente. Toda acción debe ser pensada o nunca será forjada.
Para que cualquier acción se materialice en el plano real, debe haber sido antes
llevada a cabo en la mente de la persona ejecutora.
Por desgracia, hay mucha gente que permite que los pensamientos de temor y de
fracaso le amarguen la vida. Esto da lugar a que estas personas se conformen con
trabajos comunes y de escaso porvenir; trabajos que conllevan unos ingresos para ir
sólo tirando, un estilo de vida caracterizado por la mediocridad y un mínimo de
satisfacción profesional. A veces se da la triste circunstancia de que a estos
empleados les surgen ideas constructivas e innovadoras y, por miedo, no las dan a
conocer. «Qué gano con exponer mi idea —piensan— si no la van a aceptar.»
Los hombres y las mujeres que tienen inquietudes y actitudes positivas no se
contentan con formar parte del «montón». Al sustituir el miedo por la confianza en sí
mismas, las carreras profesionales de estas personas suelen ser ascendentes.
SÉ POSITIVO EN TUS RELACIONES CON LOS DEMÁS
Cuando tengas un pensamiento maligno, insano o letal hacia otra persona, ten la
suficiente entereza para gritarte: «¡Alto! ¡Marcha atrás!» Ponte de cara al sol y hazte
la reflexión de que si no puedes hacer nada bueno en esta vida, ¿qué vas a hacer
entonces? ¿Sembrar por doquier semillas de violencia, malicia y odio?
Por supuesto que no. Tanto en tu trabajo como en cualquier otra faceta de tu vida,
procura relacionarte con los demás de forma amable, caritativa, cariñosa y
magnánima. Comportándote así, no humillarás ni obstaculizarás a tu prójimo, sino
que, en vez de rencores y sombras, esparcirás por el mundo sonrisas y luces; ayuda y
ánimo en vez de desaliento.
Cuando Marisa L. se cambió de empresa y empezó a trabajar en su nuevo empleo,
se percató de que era la única afroamericana de su departamento. Trató de hacer
amistades entre sus compañeros, pero fue sistemáticamente rechazada. No sólo
hacían como si no existiera, sino que además se esforzaban por hacerle la vida
imposible.
El primer impulso de Marisa fue denunciar al departamento de recursos humanos
una situación que, a todas luces, era un claro quebrantamiento de la igualdad de
oportunidades en el trabajo; sin embargo, lo pensó mejor, y finalmente decidió
manejar el asunto ella misma. En vez de adoptar una postura defensiva y de
enfrentarse abiertamente con sus compañeros, eligió la vía del diálogo cordial y
positivo. Sustituyó su resentimiento por una actitud comprensiva acerca del
comportamiento de sus compañeros y les invitó a que pusieran de su parte la mejor
voluntad para cambiarlo. Se enteró de lo que hacía cada uno e hizo todo lo posible
para compartir con ellos los conocimientos especializados que ella tenía y por los
cuales fue contratada.
No tuvo que pasar mucho tiempo para que Marisa contara, primero, con el respeto
de sus colegas, y luego, al cabo de cierto tiempo, con su amistad. Consiguió que
fuese aceptada como «una más de la camarilla».
P ROCURA ADOPTAR UNA ACTITUD OPTIMISTA
No hay una costumbre tan reconfortante como mirar siempre el lado bueno de las
situaciones. Pensemos en que las cosas se van a solucionar y que no van a ir a peor;
que vamos a triunfar y no a fracasar, y que, suceda lo que suceda, seremos felices.
Para aumentar tu satisfacción laboral y establecer relaciones que te ayuden a
triunfar y a progresar profesionalmente, no te desprendas nunca de una actitud
optimista y expectante —la actitud que siempre busca y espera lo mejor, lo más alto,
lo más placentero—, y no te permitas, bajo ningún concepto, caer en el pesimismo y
el desaliento.
Cree de todo corazón que harás lo que estés llamado a hacer. Nunca, ni por un
solo instante, abrigues la menor duda sobre tu éxito. No le des cabida al fracaso en tu
mente, en el supuesto de que intentara colarse. Ábrela sólo para que entren
«pensamientos beneficiosos»; esto es, pensamientos que favorezcan la culminación
de los proyectos que te propones llevar a cabo. Rechaza cualquier «pensamiento
perjudicial», cualquier postura que propicie la apatía, cualquier cosa que, incluso de
manera indirecta, pudiese inducir al fracaso o a la infelicidad.
Arianna Huffington, prominente personalidad televisiva y co-fundadora del
periódico digital Huffinton Post, pasó su infancia en Grecia. Siendo todavía una
colegiala, vio en una revista una foto de la Universidad de Cambridge, lo que la
movió a comunicarle a su familia y a sus amigos que deseaba estudiar en ése centro.
Todo el mundo, y sobre todo su padre, le dijo que una idea como ésa era francamente
descabellada y que, por consiguiente, debía descartarla de plano. A pesar de esto,
para tener una impresión más realista de cómo sería la estancia de Arianna en dicha
universidad, su madre compró dos billetes de avión de bajo coste para visitar,
acompañada de su decidida hija, la ciudad de Cambridge. Durante los días que
permanecieron allí no se entrevistaron con miembro alguno de la institución
universitaria; se limitaron a pasear bajo la lluvia y a comportarse como si ya
Arianna residiera en la localidad.
Tres años más tarde, Arianna obtuvo una beca y fue admitida en la Universidad de
Cambridge. Le agrada decir que su madre le inculcó el afán de probar cosas nuevas
y que, desde muy pequeña, sabía que una actitud positiva podía derribar cualquier
obstáculo. Durante el transcurso de los siguientes años, el talante positivo de
Arianna le permitió cosechar éxitos en política, televisión y, últimamente, en el
campo del periodismo digital.
Independientemente de lo que pretendas hacer o ser, aborda siempre la pretensión
con una actitud que se caracterice por la ilusión, la esperanza y el optimismo. Te
asombrará el hecho de comprobar lo mucho que se han acrecentado y perfeccionado
todas tus facultades, así como la mejora que, en general, tú mismo has
experimentado.
Dos hermanos se asociaron para montar juntos un negocio. Durante varios años el
negocio les fue bastante bien, pero empezaron a especular en los mercados de futuros
y productos básicos y terminaron perdiendo absolutamente todo, incluso sus
empresas y sus ahorros. Como debían la cifra de cincuenta mil dólares y no podían
pagarla, no tuvieron más remedio que declararse en quiebra.
Uno de los hermanos, poseedor de un carácter emprendedor y positivo, se hizo
esta reflexión: «Aunque no me queda nada de lo que tenía, me meteré de nuevo en
negocios y recuperaré lo que he perdido. He aprendido una buena lección, que
terminará rindiéndome buenos dividendos. Tengo fe y confianza en que saldré del
atolladero en que me encuentro; además, facultades para conseguirlo no me faltan.
Tengo mucho que ofrecer y seré de nuevo un hombre al que el éxito le sonría.» Entró
a trabajar en una agencia de valores y, puesto que tenía un buen número de
amistades, no le fue difícil conseguirle a su empleador nuevos clientes.
Su hermano, sin embargo, se sentía humillado y desgraciado por haberlo perdido
todo. A todo aquel con quien se encontraba le contaba lo de sus pérdidas y repetía
hasta la saciedad el consabido estribillo de que la culpa de todo la había tenido su
agente de bolsa; creía que así justificaba una situación que sólo era producto de sus
propias decisiones y errores. Sus amigos comenzaron a darle de lado y su salud se
vio gravemente quebrantada por su desmoralización y abatimiento. Rehusó todo tipo
de ayuda psíquica e ingresó en las filas de los ciudadanos beneficiarios de la
asistencia pública.
Tenemos, pues, a dos hermanos que sufrieron la misma pérdida. Uno encajó bien
el revés y reaccionó de manera apropiada, mientras que el otro se creyó hundido
para siempre y no hizo nada para salir adelante. Esto nos da pie a pensar que lo que
en realidad importa no es lo que nos suceda personalmente, sino cómo nos tomemos
lo que nos ha ocurrido; es decir, cómo reaccionamos ante la adversidad. Uno de los
hermanos, según hemos visto, solucionó su problema de la manera más ventajosa,
para sus intereses particulares, utilizando sabiamente su conocimiento y sus
facultades para forjarse de nuevo una vida mejor. Descubrió que el éxito y la riqueza
se alojaban en su propia mente.
SUSTITUYE LOS PENSAMIENTOS NEGATIVOS POR PENSAMIENTOS POSITIVOS
Si cohabitas con pensamientos negativos, el flujo de tu Fuerza Vital se ve retenido
en tu mente subconsciente como sucede cuando alguien pisa una manguera de jardín y
no deja correr el agua. Cuando esto sucede, los sentimientos negativos agazapados
en tu subconsciente salen de su escondite para manifestarse bajo la forma de
cualquier enfermedad, ya sea ésta física o mental.
Arroja fuera de ti todo lo que sea negativismo, mala voluntad, crítica aviesa y
autocondena, y una vez hecho esto llena tu mente con pensamientos constructivos de
armonía, salud, paz, alegría y buena voluntad; verás cómo se transforma tu vida.
Si piensas de forma constructiva tomando como base los principios universales,
podrás cambiar todas los aspectos negativos de tu mente y, seguidamente, llevar una
vida llena de atractivos.
Para poder transitar por el camino real que te llevará a todo tipo de riquezas —
espiritual, mental, material y monetaria—, no coloques nunca obstáculos o
impedimentos en los caminos de los demás, como tampoco sientas por ellos celos,
envidias o resentimientos. Ten en cuenta que tus pensamientos tienen propiedades
reproductoras y, por consiguiente, cualquier sentimiento que albergues con respecto
a los demás se reproducirá en tus propias vivencías.
En muchos lugares de trabajo, los empleados compiten entre sí con objeto de
ascender a puestos más altos e incrementar así su poder. Tanta es la ambición de
algunos, que no dudan en zancadillear a los otros aspirantes con tal de conseguir sus
propósitos.
A lo largo de los años, Barry G. ha desempeñado las tareas de su puesto de forma
más que ejemplar. Ha sido alabado por sus innovaciones y felicitado por la alta
calidad de su trabajo. Estaba previsto que su jefe se retirara a final de año y Barry
confiaba en que sería él la persona designada para ocupar su puesto. Así las cosas,
seis meses antes de que ocurriese lo previsto, fue transferido al departamento otro
empleado cuyo nombre era Carl R. Este empleado transferido, que había visto cómo
no había sido tenido en cuenta para ocupar una vacante de más categoría en su
departamento de origen, comenzó a hacer campaña para obtener un ascenso en su
nuevo departamento.
Pronto consideró a Barry como su principal rival en la ocupación de la vacante
que se produciría, por lo que aprovechaba cualquier oportunidad para rebajar su
prestigio y, al mismo tiempo, aumentar sus propias posibilidades. En las reuniones
procuraba ponerle un sinfín de pegas a cualquier propuesta que hiciera Barry. Hacía
lo indecible para derivar la atención del jefe hacia lo que él hacía y, siempre que
podía, ponía todo su interés en hacer más difícil el trabajo de Barry. En el pecho de
éste bullían el resentimiento y la indignación. Había trabajado duro durante varios
años para obtener el ascenso, y ahora Carl estaba poniendo todo de su parte para
quitarle de en medio. Después de pensarlo mucho y de consultarlo con su pastor y
con sus amigos más íntimos, Barry empezó a darse cuenta de que no podía vencer en
su propio terreno a un intrigante de la talla de Carl. Esto hizo que optara por una
estrategia diferente.
Se atendría a sus propios méritos y facultades y dejaría de preocuparse por las
estratagemas de Carl. Se hizo esta reflexión: «Carl es un trabajador competente. Su
aspiración es lógica y tiene muchas cualidades valiosas para nuestro departamento.
Yo, por mi parte, soy tan competente como él y lo he demostrado una y otra vez.
Continuaré concentrándome en mi trabajo y en el logro de mis objetivos. Nada que
mi rival haga o diga puede influir en mi forma de trabajar ni modificar el concepto
que tengo de mí mismo.»
Tras esta reflexión, Barry continuó haciendo un trabajo excelente y cuando llegó el
momento de ocupar la vacante dejada por la jubilación de su jefe, él fue el elegido.
A menos que tú se lo concedas, ninguna insinuación o comentario descalificador
proveniente de otra persona tiene poder suficiente para hacerte daño. Las
insinuaciones adversas tienen poder, pero no es el mismo Poder que te impele a
moverte y que poseen la armonía, la belleza, el cariño y la paz. Cuando los que te
rodean expresan negativismo o difunden comentarios adversos relativos a tu persona,
ten siempre presente que tienes la facultad de fundirte mentalmente con la
Inteligencia Infinita que hay dentro de ti y cuyos principios son el amor, la
generosidad y la armonía; ninguno de ellos, como ves, con el menor atisbo de
negativismo.
Nunca termines un comentario negativo, dale inmediatamente la vuelta y verás
cómo en tu vida sucederán cosas maravillosas. Si te has dejado dominar por el
miedo, la preocupación o por cualquier otra forma perjudicial de pensamiento, tu
mente subconsciente la aceptará como pedida por ti y procederá a incorporarla en tu
experiencia vital. Para no llegar a esta situación desastrosa, lo mejor es dedicar tus
pensamientos a la bondad, a la paz y al perdón. De este modo, tu mente
subconsciente, al ser reproductora, procederá igualmente a reproducir en tu vida los
atributos que, de modo tan reiterativo, has pensado o proclamado.
Cada vez que piensas o expresas pensamientos negativos, estás prolongando la
situación que está perturbando tu paz mental y abocando tus proyectos al fracaso; de
hecho, lo que haces es orar en tu contra. Haz que tu silencioso pensamiento interno se
corresponda con el objetivo que deseas conseguir. El fracaso es pensar
negativamente y es el producto de varias causas. Una de ellas, quizá la más
importante, sea la convicción de que el fracaso es inevitable.
Cada parte de tu ser expresa entonces estos pensamientos, lo que dará lugar a que
tu vida externa evidencie lo que tú conscientemente estás grabando en tu mente
subconsciente. De aquí que no debamos afirmar internamente algo que no queramos
experimentar externamente.
ES ESENCIAL TENER ASPIRACIONES
A muchas personas les iría bastante mejor en la vida si hubiese alguien
constantemente a su lado que las incitase a la acción, les diese energía, las
entusiasmara y las motivara; lo que pasa es que generalmente estas personas no
suelen sentir inclinación por hacerlo ellas mismas y, por tanto, permanecen sumidas
en su mediocridad. Para moverse, estas personas necesitan la fuerza impulsora de
los demás. Cuando alguien les da una buena reprimenda, aviva sus esperanzas o
regenera sus aspiraciones diciéndoles de lo que son capaces; se recargan como si de
una batería de automóvil se tratara. Tras esto, funcionan estupendamente unos días
hasta el punto de que nos hacen pensar que se han reactivado para siempre, que
mantendrán su entusiasmo por los siglos de los siglos;
pero no es así, de pronto se derrumban y vuelven a su estado anterior de desidia.
Pierden toda su energía y hay que proceder, una vez más, a recargarla.
Estas personas, al parecer, son absolutamente incapaces de moverse por sí
mismas. Adolecen de una acusada falta de iniciativa y dinamismo. Hay que moverlas
como se mueven las piezas sobre un tablero de ajedrez. Cuando son conscientes de
que están solas, de que no tienen a nadie en que apoyarse o les surta de fuerza
motora, entonces parece como si estuviesen desconcertadas, como si no supieran qué
hacer.
Hay una buena cantidad de hombres y de mujeres que aspiran llegar a lo más alto,
pero carecen de una energía propulsora propia. Estas personas suelen esperar a que
algo suceda, a que alguien les facilite el acceso a un buen puesto, a que un amigo
influyente las ayude a conseguir un ascenso.
Es gente que aplica con maestría la ley del mínimo esfuerzo; que se desvive por
conseguir el éxito, pero que teme que el precio le resulte demasiado gravoso. Para
esta gente, la vida que exige el éxito es en extremo agotadora, ya que a su juicio hay
en ella abundantes dificultades, siendo la más importante mantenerse en la cima una
vez alcanzada. Esta gente va de un lado para otro con una idea indefinida metida en
la cabeza: la de que hay algo bueno para ella en este mundo que, más tarde o más
temprano, conseguirá por arte de birlibirloque y, por tanto, lo único que hay que
hacer es esperar con paciencia. Mientras eso tan bueno llega, no pone reparo alguno
a que otros la ayuden y la apoyen. Esta falta de seguridad en sí misma, esta
dependencia de elementos externos, dan al traste con cualquier progreso y logro.
Sam L. estaba frustrado. Le dijo a su consejero laboral que él nunca se hubiese
imaginado que tendría que buscar trabajo. «Siempre pensé que mi padre o mi tío me
darían empleo en uno de sus negocios. Incluso después de que estos negocios se
fuesen a pique, estaba convencido de que me contrataría uno de los muchos contactos
que mi familia tenía.»
A Sam nunca se le pasó por la cabeza hacer o conseguir algo por sí mismo. A lo
largo de su vida todo se lo habían dado hecho. Sin embargo ahora, a pesar de su
buena preparación académica, se encontraba por primera vez en una situación en la
que, aparte de él mismo, no tenía a nadie que le pudiese ayudar.
Sam no tenía otra alternativa que enfrentarse a la realidad. Tras varias semanas de
trabajo con su asesor laboral, llegó a conocer una serie de datos que podrían
ayudarle en su pretensión de conseguir un puesto de trabajo. En efecto, llegó a saber
cuáles eran sus puntos fuertes y débiles, cuáles trabajos le gustaban y cuáles le
disgustaban, las oportunidades de trabajo existentes en diversos sectores
económicos, la clase de formación adicional que necesitaba para obtener el tipo de
trabajo que le agradaba y, el dato más importante de todos, que si quería convertirse
en un ser humano bien integrado en la sociedad, tenía que convencerse plenamente de
la conveniencia de valerse por sus propios medios; esto es, de depender de él mismo
y no de los demás.
Por regla general, en la vida no se presentan muchas oportunidades que nos saquen
de la pobreza y del anonimato y nos meta de lleno en la riqueza, el honor y la fama.
Pocas veces tenemos ocasión de salvar a una persona rica que se esté ahogando en la
playa o que un millonario (o una millonaria) se enamore perdidamente de nosotros.
Ten siempre presente una simple verdad: siempre sacarás a relucir tu carácter, tu
estado de ánimo. Carácter equivale a destino. El carácter es tu forma de pensar,
sentir y creer. El carácter está constituido por los valores espirituales que has
entronizado en tu mente y por la integridad y la honestidad que has establecido en
ella. Estas cualidades pagan dividendos.
TÉCNICAS PARA CONTRARRESTAR EL PENSAMIENTO NEGATIVO
El método ideal para evitar estados emocionales perjudiciales o engorrosos es
practicar la llamada ley de sustitución; ley que consiste en reemplazar un
pensamiento negativo por otro positivo o constructivo. Cuando algún pensamiento
negativo invada tu mente, no trates de expulsarlo por la fuerza; en lugar de ello, dite
a ti mismo: «Mi fe está en todas las buenas cosas.» Verás como al conjuro de esta
frase desaparecen los pensamientos negativos de la misma forma que la luz disipa la
oscuridad.
Habrá veces en que te encontrarás con que tu mente ha vuelto a caer en sus
antiguos hábitos de agobiarse, de quejarse, de preocuparse y de tener en cuenta el
veredicto de los demás. Cuando estos pensamientos vuelvan a tu mente, da la
siguiente orden: «¡Alto ahí! Mis pensamientos constituyen el medio que utilizo para
alimentar mi subconsciente.» Tanto si es un asunto relacionado con el trabajo como
si es una cuestión personal, emite esta orden cientos de veces, o incluso miles, si
fuese necesario.
Hay mucha gente que cuando ocurre en su vida una catástrofe pierde toda
esperanza y adopta una actitud negativa generalizada. A otras personas, sin embargo,
una catástrofe les infunde, incluso bajo las condiciones más horripilantes, una gran
fortaleza de ánimo y un acusado espíritu de sacrificio. La hostería de Susan y
Sherman Goldstein, situada en Martha’s Vineyard (Massachusetts), fue destruida por
el fuego en diciembre de 2001. Esta desgracia les dejó en tal situación que durante
un mes no pudieron ni hacerse la comida, por lo que tuvieron que ser alimentados y
hospedados por amigos y otros propietarios de negocios.
No permitieron que el desastre les amargara la vida. Antes que nada, reabrieron el
restaurante de la hostería con el fin de dar constancia de su presencia en la ciudad.
Durante el tiempo que duraron los trabajos de restauración, colocaron una gigantesca
pancarta en la destruida hostería en la que podía leerse: «Cuando la vida te dé
limones, haz limonada.» Los Goldstein aprovecharon el incendio para transformar
una modesta hostería, con habitaciones viejas y pequeñas, en una instalación hotelera
magnífica — rebautizada con el nombre de Mansion House— que proporciona
hospedaje y comida a una extensa clientela. Susan Goldstein dice que el fuego, a
pesar de su poder destructivo, ha servido para que pudiesen subir de categoría en su
actividad profesional. El pensamiento positivo de estas dos personas les ha
permitido superar su desgracia y comenzar de nuevo.
VlSUALIZACIÓN
Imagínate de qué modo te enfrentarás con los desafíos que se te presentan a diario.
Si, por ejemplo, vas a hacer la presentación de un producto, preparar un informe
para una reunión de dirección o dedicarte a cualquier otra actividad productiva,
hazte una composición mental de lo que vas a decir, cómo lo vas a decir y qué es lo
que harás para lograrlo. Ensaya mentalmente, una y otra vez, todo lo que tengas
pensado; así, lo que sea se introducirá fácilmente en tu subconsciente y empapará
cada neurona de tu cerebro. De esta manera, tú mismo te convencerás de las muchas
posibilidades que tienes para conseguir el éxito, ya que cuando estés realmente
presentando el producto, informando al consejo de dirección o realizando esa
actividad productiva, tu subconsciente se hará cargo de la situación con objeto de
que logres los resultados apetecidos.
GRACIAS A DIOS QUE ES LUNES
El acrónimo GDQV («gracias a Dios que es viernes»*) se considera que refleja la
actitud típica o el estado de ánimo de la mayoría de los trabajadores
estadounidenses. Esperamos con ansia que llegue el fin de semana por el respiro y el
descanso que estos dos días conllevan. Este deseo no tiene nada de censurable,
puesto que tenemos todo el derecho del mundo a disfrutar de nuestros días de asueto.
Sin embargo, no todo el mundo piensa igual;
la gente de éxito y ambiciosa no ven el momento en que llegue el lunes para poder
reanudar su trabajo.
Mucha gente habla de la «depresión de los lunes» y hay que decir que esta gente
se ha resignado ya a lo que le depare el «destino» y ha comenzado a bloquear sus
respectivas vidas. El lunes suele llegar con un cierto aire de resignación. El domingo
esta gente decreta conscientemente su futuro y su subconsciente responde en
consecuencia. Lo más seguro es que estas personas ni siquiera sepan que han estado
planeando con antelación y que, por tanto, han creado su «destino». Si tú reemplazas
esta resignación por pensamientos positivos acerca del trabajo que haces y piensas
en los retos y oportunidades que este trabajo conlleva, eliminarás de una vez para
siempre las mañanas depresivas de los lunes.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
El pensamiento positivo comienza con el conocimiento del poder del
subconsciente.
Controla tu carrera profesional. No dejes que tu jefe, tus compañeros o
cualquier otra persona determinen el rumbo que ha de tomar tu trayectoria
laboral. No te olvides nunca de que posees la facultad de contrarrestar aquellas
influencias negativas que podrían obstaculizar la proyección ascendente de tu
carrera.
Para progresar sin contratiempos, no hay nada mejor que observar una actitud
optimista y esperanzadora —la actitud de quien siempre busca lo mejor, lo más
alto y lo más gratificante—, y no permitirte nunca caer en el pesimismo y en el
desaliento.
Nunca termines un comentario negativo, dale inmediatamente la vuelta y verás
cómo en tu vida sucederán cosas maravillosas. Tu mente subconsciente, al ser
reproductora, procederá igualmente a reproducir en tu vida los atributos que, de
modo tan reiterativo, has pensado o proclamado.
Imagínate de qué modo te enfrentarás con los desafíos que se te presentan a
diario. Si, por ejemplo, vas a hacer la presentación de un producto, preparar un
informe para una reunión de dirección o dedicarte a cualquier otra actividad
productiva, hazte una composición mental de lo que vas a decir, cómo lo vas a
decir y qué es lo que harás para lograrlo.
* En inglés, TGIF («thank goodness it’s Friday»). [N. del T.]
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Dominio de la ley de atracción
¿Por qué algunas personas llaman fácilmente la atención, hacen amistades con
naturalidad y se ganan sin esfuerzo alguno la admiración del prójimo, mientras que
otras, por el contrario, mantienen a duras penas relaciones con los demás?
Cuando conocemos a ciertas personas, quedamos impresionados por su agradable
«personalidad». Algo que emana de estas personas nos mueve a depositar en ellas
nuestra confianza, a admirarlas y a sentirnos cómodos a su lado. Son personas que
dominan la ley de atracción. Es gente que llama la atención de sus jefes, de sus
clientes y de cualquier persona con que se relacione. Estos hombres y mujeres son
los que normalmente elegimos como mentores nuestros. Forman un grupo que sirve
de cantera a las empresas para contratar a sus directivos, y suele ser gente que sube
con suma facilidad la escalinata del éxito.
El psicólogo estadounidense William James define la personalidad como un
conjunto de patrones de conducta —característicos y de evolución personal— que
determina el funcionamiento diario de los niveles consciente e inconsciente. Se dice
que la personalidad representa el equilibrio entre los impulsos innatos y una
combinación de controles externos y conscientes.
Lo importante aquí es recordar que las características atractivas pueden cultivarse
y desarrollarse. Algunas de nuestras facetas son connaturales —la apariencia física,
la inteligencia básica y algún que otro talento—, si bien todos tenemos capacidad
para perfeccionar y desarrollar al máximo nuestras cualidades innatas con el fin de
conseguir ese tipo de personalidad que será la admiración de los demás. En resumen,
podemos aprender a utilizar la ley de atracción.
No es fácil convertirse en la persona que uno quiere ser; para empezar, hay que
tener como mínimo un ferviente deseo y una decidida disposición para potenciar lo
más posible nuestras facultades innatas. De ti depende observar de forma natural un
comportamiento sociable, alegre, optimista y positivo; o sea, una personalidad que
merezca la aprobación de las mujeres y de los hombres con que te relaciones.
LOS RASGOS DE PERSONALIDAD SE ADQUIEREN
William James sostiene que la personalidad es la suma total de todos los rasgos
del individuo. Esto incluye, además de los poderes del cuerpo y de la psique de la
persona, sus vestidos, su casa, su esposa e hijos, sus ancestros y amigos, su
reputación y su actividad profesional, sus posesiones y su cuenta bancaria. Todas
estas cosas producen la misma diversidad de sentimientos o sensaciones. Si
aumentan y prosperan, tendrás un sentimiento de triunfo; si menguan y languidecen, te
sentirás desalentado o vencido. Puede ser que en cada caso difiera la intensidad de
los sentimientos, si bien su naturaleza será en todos muy parecida.
La personalidad es la forma con la que solemos expresarnos hacia fuera, hacia el
mundo externo. No solamente somos animales sociables que gustamos de la
compañía y del trato con los demás, sino que además tenemos una propensión
congénita a hacernos notar —sobre todo de manera favorable— entre los de nuestra
clase.
Ciertas personalidades son más poderosas y valiosas que el mero atractivo físico
y, en determinadas ocasiones, que el mismísimo saber. Poseer una personalidad de
aceptación general es un don divino, puesto que con ella podemos influir en los
caracteres más fuertes, escalar hasta los puestos más altos de las empresas y, a
veces, incluso controlar el destino de las naciones.
Las personas que poseen este carisma influyen en nosotros de un modo
inconsciente. En el momento en que estamos en su presencia nos invade un
sentimiento de grandeza. Son un ejemplo para sus subordinados y clientes, y la
mayoría ve en ellas un modelo a imitar, tanto en el trabajo como en la vida en
general. Despliegan ante nosotros posibilidades que ni siquiera sabíamos que
existían. Nuestro horizonte se ensancha; sentimos cómo nuestro ser se va haciendo
con un nuevo poder; experimentamos una sensación de alivio, como si nos quitaran
un gran peso de encima que ha estado oprimiéndonos durante largo tiempo.
Gran parte del encanto de una persona carismática se debe a sus maneras finas y
educadas. El tacto es también un elemento muy importante, quizá el que más. Eso de
saber con exactitud qué es lo adecuado que hay que hacer y ser capaz de hacerlo en
el momento oportuno, es algo que tiene un gran valor. Un buen juicio y una dosis
idónea de sentido común son indispensables para todo aquel que trate de adquirir
este mágico poder. El buen gusto es también uno de los ingredientes del encanto
personal. No es posible ofender el gusto de los demás sin herir su susceptibilidad.
Una de las mejores inversiones que uno puede hacer es adquirir, y luego prodigar,
buenas maneras, un trato cordial y unos sentimientos pletóricos de generosidad; en
suma, pujar sobre el precio del delicioso arte de complacer. Es una inversión mucho
más rentable que la que se haga en bienes materiales, ya que todas las puertas se
abren de par en par a una personalidad brillante y atractiva. Más que bien recibidas,
son buscadas por todas partes.
Los rasgos de personalidad pueden adquirirse. Aunque convengamos que todos
los seres humanos deben tener los mismos derechos y oportunidades, tenemos que
reconocer que no todos tienen la misma inteligencia, la misma fuerza física e
idénticos niveles de energía; no obstante esto, y con independencia de su estatus
social, cualquier ser humano puede mejorar los anteriores atributos por medio del
autoaprendizaje y el autodesarrollo. Como es natural, las personas más ansiosas por
aprender y más deseosas de sobresalir serán las que tomarán la delantera. Tras
elegir los rasgos de personalidad que se desea adquirir, uno puede trabajar sobre
ellos para desarrollarlos. En estos casos, el interés y la perseverancia son los
elementos clave.
Las principales cualidades que determinan al ser humano perfecto es la paciencia,
la generosidad, la humildad, la cortesía, el desprendimiento, el buen carácter y la
sinceridad. Estos rasgos no son innatos, pueden adquirirse. Considéralos como el
marco de la personalidad que deseas crear a partir de las cualidades encontradas en
tu propia y compleja naturaleza.
Es de lamentar, sin embargo, que haya personas que posean todas estas cualidades
y no sean vistas como poseedoras de una agradable personalidad; la razón: no tener
una buena apariencia. No me estoy refiriendo a la belleza física. No tienes por qué
haber nacido con una cara o una psique hermosa para proyectar hacia los demás una
buena apariencia; ahora bien, como no vayas vestido pulcra y adecuadamente, lleves
siempre en la cara una sonrisa en vez del ceño fruncido y seas limpio y bien hablado,
tus excelsas cualidades no serán percibidas.
La apariencia personal es importante porque es la primera impresión que la gente
tiene de ti; impresión ésta que determina que te den o no la oportunidad de demostrar
tus inmejorables cualidades.
No sólo te juzgará tu prójimo por tu aspecto externo, sino que tú mismo te fijarás
en la apariencia para juzgar a los demás. Hay una tendencia instintiva en la gente a
adoptar para sí misma la estética externa que ve en las personas que admiran. Y así
vemos que se viste con el mismo estilo de ropa, que imita sus peinados y cortes de
pelo o que anda, habla o se comporta como sus modelos. Pues bien, algo muy
parecido puede hacerse con otras cualidades. Así que fíjate en los rasgos de
personalidad de la gente que respetas y procura hacerlos tuyos. En esta gente puedes
encontrar la persona que deseas ser. No te fijes solamente en los hombres y mujeres
que conozcas, sino que debes ampliar tu búsqueda a personas, tanto del presente
como del pasado, que tengan lo que para ti es la personalidad ideal y que, por
consiguiente, anheles adquirir.
BUSCA LO MEJOR
Es muy fácil; todo estriba en ir por la vida buscando lo bueno y lo bello en vez de
lo feo y lo desagradable, lo noble en vez de lo rufianesco, lo resplandeciente y
alegre en vez de lo oscuro y triste, lo esperanzador en vez de lo desesperante; en
suma, buscar el lado bueno de la vida y desechar el malo. Dirigir siempre tu rostro
hacia la luz del sol es tan fácil como mirar siempre las sombras y, sin embargo, esto
tan simple es lo que marca la diferencia en tu carácter entre estar contento o
descontento, entre ser feliz o desgraciado, y en tu vida entre disfrutar de prosperidad
o entrar en decadencia, entre tener éxito o sufrir un fracaso. Introduce estos
pensamientos en tu mente subconsciente. Es así cómo se pone en práctica la ley de
atracción.
Aprende, pues, a buscar la luz. Rechaza de plano dar albergue en tu mente a
sombras, borrones, imágenes negativas o a cualquier otra cosa que resulte
discordante; no te desprendas, en cambio, de todo lo que sea placentero, útil y
edificante. Esto, además de transformar tu personalidad en muy poco tiempo, le dará
un cambio radical a tu forma de mirar las cosas.
Un modo de desarrollar en ti mismo los mejores rasgos de personalidad es fijarse
en los mejores rasgos de los demás. Si adoptas una actitud magnánima con respecto a
todas las personas que conoces, si tratas de horadar la máscara con la que se cubre
tu prójimo con el fin de llegar hasta lo más hondo de sus entrañas y si cultivas
sentimientos bondadosos para ofrecérselos a todo el mundo, puedes adquirir el
inapreciable don que es la afabilidad de carácter.
Nada te proporcionará beneficios más altos que adquirir la facultad de hacer que
los demás se sientan cómodos, felices y satisfechos consigo mismos. Del mismo
modo que el Sol ahuyenta las tinieblas, las personas luminosas disipan la
melancolía, la tristeza, la preocupación y la ansiedad de todos aquellos seres con los
que entran en contacto. Si estas personas se incorporan a un grupo de gente cuya
conversación ha languidecido y todos sus componentes parecen aburridos, lo más
seguro es que le den una nueva luminosidad a la situación del mismo modo que el
Sol se la da al paisaje cuando, después de una tormenta, se abre paso a través de las
densas y plomizas nubes. Inmediatamente, todo el mundo se contagia del espíritu
jovial del alegre ser que acaba de unirse al grupo; las lenguas se desatan, la
conversación que languidecía cobra vivacidad y animación, y en el ambiente
predomina el regocijo y el buen talante.
Procura ser empático. La gente empática es la que se pone en el lugar de la
persona con la que se interrelaciona. Esta gente no sólo escucha lo que la otra
persona le dice, sino que en ese momento siente lo que ella siente. ¿Cómo puede
alguien no reaccionar positivamente ante gente de esta clase?
M ANTÉN UN TALANTE JOVIAL
A menos que tengas una actitud mental exenta de amargura y doblez, y estimes que
cada día es una bendición divina que merece ser disfrutada y saboreada, arrastrarás
una vida infeliz y poco productiva.
No podemos hacer un buen trabajo si en nuestro pecho tienen cobijo sentimientos
de venganza o animadversión hacia nuestro prójimo. Para que nuestras facultades
den lo mejor de sí mismas, tienen que trabajar en un clima de perfecta armonía.
Nuestro corazón debe estar henchido de buena voluntad si queremos realizar un buen
trabajo, ya sea con las manos o con la cabeza. El odio, la venganza y los celos son
venenos tan letales para todo lo bueno que hay en nuestro interior, como lo es el
arsénico para nuestra existencia física.
Una actitud amable, un detalle de buena voluntad hacia alguien, es nuestra mejor
protección contra pensamientos amargos, de odio o injuriosos de cualquier clase.
En toda personalidad agraciada existe un encanto al que es muy difícil sustraerse.
Cuesta mucho despreciar a la persona que lo posee. Hay algo en ella que te atrae.
Aunque estemos ocupados, preocupados o nos disguste mucho ser interrumpidos, no
tenemos fuerza moral para despedir con cajas destempladas a alguien que tenga una
personalidad agradable.
EL SECRETO DE SER AGRADABLE
Emerson * solía decir: «Lo que eres habla tan alto que no puedo oír lo que dices.»
En efecto, no podemos disimular lo que somos y lo que sentimos porque irradiamos
hacia fuera nuestro hálito, nuestra personalidad; y ésta, según sean los rasgos y las
cualidades que predominen en nosotros, se mostrará fría o cálida, atractiva o
repelente.
La persona que sea egoísta siempre pensará en ella y buscará su propio provecho,
mientras que la que sea desapegada, antipática o codiciosa nunca podrá irradiar un
hálito cálido y tierno. Si el egoísmo, la indiferencia, la avaricia y la codicia son los
elementos dominantes de tu forma de ser, más tarde o más temprano los sacarás a
relucir, con lo cual te ganarás el rechazo de los demás, ya que son cualidades que la
gente instintivamente detesta.
Las cualidades que atraen tienen mucho que ver con la extroversión y el amor al
prójimo, mientras que las que repelen son todo lo contrario: introvertidas y
representativas de un amor a sí mismo. Es decir, la gente que no tiene magnetismo es
egocéntrica y, por tanto, piensa demasiado en ella y sólo en ella. Le cuesta
desprenderse de alguna cosa en beneficio de los demás, es absorbente y siempre
intenta sacar tajada de lo que sea. Carece de simpatía, de cordialidad y de
compañerismo. Es gente solitaria.
Un imán sólo atrae los objetos de hierro. De aquí que no atraiga a la madera, al
cobre, al caucho o a cualquier otra sustancia que no contenga nada de hierro. Siendo
un niño pudiste comprobar que a tu pequeño imán se pegaba una aguja pero no un
mondadientes. Sólo atrae lo que le es afín.
Las personas son imanes humanos. Si hacemos pasar un imán por encima de un
montón heterogéneo de cosas, el imán sólo extraerá de este montón aquellos
materiales que posean unas determinadas características físicas para ser atraídos por
él; pues bien, lo mismo pasa con los contactos humanos, que constantemente estamos
atrayendo hacia nosotros —y, por tanto, estableciendo relaciones— personas y cosas
que tienen una cierta afinidad con nosotros, sobre todo estética e ideológica.
Nuestro entorno, nuestras amistades o nuestra condición general son el resultado
de nuestra atracción mental. Estos elementos han llegado a nosotros en el plano
físico porque nos hemos concentrado en ellos, porque nos hemos relacionado
mentalmente con ellos; esto es, que nos son afines y, por tanto, permanecerán con
nosotros en tanto en cuanto dure en nuestra mente esta afinidad.
APLICACIÓN DE LA LEY DE ATRACCIÓN
Hay personas que poseen un magnetismo natural, y si analizamos su carácter
descubrimos que poseen determinadas cualidades que todos admiramos por instinto.
Hablamos de las cualidades que atraen a todo ser humano, como son la generosidad,
la magnanimidad, la cordialidad, la simpatía desbordante, una filosofía amable de la
vida, el afán de ayudar y el optimismo. Todas estas personas son seguidoras de la
ley de atracción.
Estas cualidades, sin excepción, son susceptibles de ser adquiridas, cultivadas y
perfeccionadas en sumo grado. Y si los haces, conseguirás que te escuchen en
lugares en los que otros no serán escuchados.
Tus negocios, tu reputación y tu éxito dependerán en gran medida de la clase de
impresión que causes a los demás. Por consiguiente, si se trata de gente joven,
aplicar la ley de atracción para desarrollar una personalidad magnética, convincente
y atractiva es de todo punto importante. Cultiva las cualidades relacionadas con los
sentimientos y las emociones. El intelecto y el poder mental tienen poco o nada que
ver con el magnetismo personal. Es el corazón, y no el cerebro, el que arrastra y
engancha a la gente.
Cabe señalar que conseguir lo anterior no es algo que sea muy difícil. Todo el
mundo está llamado a cultivar la facultad de complacer y la fortaleza de carácter que
harán que se sienta en este mundo como un verdadero elemento activo. Si se conoce
la ley de atracción —las cualidades y características que diferencian la personalidad
magnética de la no magnética—, es relativamente fácil cultivar el primer tipo de
personalidad y desechar el segundo. Es decir, podemos adquirir y perfeccionar las
cualidades mentales relativas a la generosidad, a la magnanimidad, a la jovialidad y
a la solidaridad, y olvidarnos de sus opuestas; y así, mientras realizamos esto,
comprobaremos que nos vamos interesando más por los demás y que éstos, en justa
correspondencia, se interesan más por nosotros. A medida que nos vamos
convirtiendo en imanes humanos (o sea, a medida que vamos dotando a nuestro hálito
de pensamientos benévolos y de palabras e ideas que paulatinamente nos acercan
más a lo que es una personalidad aceptada y atrayente), nos damos cuenta de que
cada vez somos mejor recibidos en los sitios a los que vamos, como así mismo más
solicitados. Nuestro poder de atracción va in crescendo.
Mediante la incorporación a tu mente subconsciente de las cualidades que tú
admiras en otras personas —las cualidades que más te gustan—, tú mismo te harás
atractivo a los ojos de los demás. En cuanto estas cualidades calen en ti, empezarán
a caracterizarte y, por consiguiente, a dotarte de una personalidad arrebatadora y
atractiva.
VIVE UNA VIDA SANA
El primer paso para hacerte con el magnetismo que necesitas es mejorar tu salud,
si ello fuese necesario. Una buena salud, acompañada por una adecuada actitud
mental y por una mente optimista, esperanzada, jovial y feliz, aumentarán tu
magnetismo hasta cotas insospechadas.
Una persona saludable da sensación de fortaleza, vigor y coraje, mientras que
aquella a la que le falte vitalidad parece que necesita más de los demás que los
demás de ella. La fortaleza física y una salud exuberante contribuyen a la creación de
una personalidad atractiva y vigorosa. Las personas que poseen una mentalidad
entusiasta, que tienen ojos chispeantes, andares elásticos y que, además, bullen de un
lado para otro haciendo alarde de una gran vitalidad física, cuentan con una enorme
ventaja sobre aquellas otras que son enfermizas y físicamente débiles.
ADMITE TUS ERRORES
Una forma de ganarte la antipatía de la gente es comportarte como una persona
engreída, presuntuosa y dogmática que nunca reconoce sus propios errores.
El genio de la inversión financiera Warren Buffett, probablemente uno de los
hombres más ricos del mundo, no sólo sabía sacarle partido a sus «fracasos» y
«errores», sino que llegó incluso a hacer publicidad de ellos.
En 1989, en su publicación periódica «Carta a los inversores», inauguró la
práctica formal de hablar de sí mismo incluyendo una lista de sus errores. En esta
carta, Buffett no sólo confesaba los errores en los que había incurrido, sino que
también daba pelos y señales de las oportunidades que había perdido por no actuar
de manera apropiada. Buffett es del parecer que la sinceridad beneficia por igual al
directivo y al accionista. Y lo expresaba en estos términos: «El consejero delegado
que engaña a los demás en público, puede terminar engañándose a sí mismo en
privado.» Buffett cree en la conveniencia de analizar las equivocaciones propias en
vez de centrarnos sólo en los aciertos.
Quizá sea este grado de franqueza o sinceridad lo que hace que Warren Buffett
disfrute tanto trabajando. Tiene fama de estar siempre contento y dispuesto a apoyar
a quien sea, de estar verdaderamente entusiasmado de tener que ir a trabajar cada
día. La gente se siente atraída por él. ¿Será porque es rico? ¿O más bien por todo lo
contrario?
BRÍNDALE AYUDA A LA GENTE QUE CONOZCAS
Haz lo necesario para que la gente piense que ha conocido a una persona sincera.
De entrada, no saludes a la gente con un seco «¿cómo está usted?» o «mucho gusto en
conocerle», ya que, por regla general, ninguno de estos saludos expresa algún tipo de
sentimientos. Procura ser lo más sociable que puedas. Mira a la gente directamente a
la cara y haz que sienta tu personalidad. Extiéndele gustosamente una mano
acompañada de una sonrisa y una palabra amable; de esta forma le darás a entender a
la gente que se ha puesto en contacto con una fuerza auténtica, a la par que le
imbuirás el deseo de verte de nuevo.
Si quieres contar con la amistad de todo el mundo, tienes que cultivar la
cordialidad. Debes abrir de par en par la puerta de tu corazón y no dejar abierta,
como hacen muchos, sólo una pequeña rendija, como si le dijeran a la gente: «Podéis
mirar un poco, pero no entraréis hasta que yo no sepa si me interesa o no vuestra
amistad.» Muchas personas se muestran poco generosas en lo que toca a la
cordialidad; es como si quisieran reservarla para una mejor ocasión o para los
amigos íntimos. Piensan que es demasiado valiosa como para dilapidarla
concediéndosela a todo el mundo.
Te sorprenderá comprobar lo que este apretón de manos cálido y jovial, y este
saludo cordial, harán en cuanto a crear un lazo de buena voluntad entre la persona
que ves por vez primera y tú mismo. Esta persona dirá para sus adentros: «He aquí
una personalidad realmente interesante. Me gustaría saber más acerca de esta señora
o caballero. El saludo que me ha dispensado se sale de lo corriente. Evidentemente,
esta persona ve algo en mí que no ve la mayoría de la gente.»
Practica la buena costumbre de ser cordial, de recibir a la gente con el corazón en
la mano, de otorgarle un saludo caluroso y sincero, y verás cómo este gesto tan
simple hará maravillas en tu favor. Te darás cuenta de que la frialdad, la inseguridad
y la indiferencia de tus contactos personales, o ese distanciamiento con que tratabas
a todo el mundo y que tantos quebraderos de cabeza te ha dado, desaparecerán como
por arte de magia. La gente verá que tú realmente evidencias un franco interés y que
de verdad deseas conocerla, complacerla y relacionarte con ella. La práctica de la
cordialidad incrementará de forma espectacular tu capacidad social. Desarrollarás
unas cualidades de atracción personal que ni siquiera soñabas tener. No faltarán
personas que quieran asociarse contigo, que soliciten tu opinión o que te ayuden a
hacer realidad tus sueños.
ELIGE UN MENTOR. SÉ UN MENTOR
Una forma estupenda para progresar en tu carrera profesional es buscar el amparo
de un mentor. Este hombre o mujer suele poseer todos los atributos analizados con
anterioridad y no sólo puede, sino que también está dispuesto a compartirlos con los
demás.
Los mentores son personas que han llegado a dominar la ley de atracción. Además
de proporcionar los conocimientos adecuados, ayudan a sortear los intríngulis
propios de la idiosincrasia de cada empresa.
Y cuando hayas logrado el éxito y accedido a un puesto de dirección, puedes
recompensar a tu mentor convirtiéndote a tu vez en el mentor de un empleado recién
ingresado en la compañía.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
A menos que tengas una actitud mental exenta de amargura y doblez, y estimes
que cada día es una bendición divina que merece ser disfrutada y saboreada,
arrastrarás una vida infeliz y poco productiva. Elimina la negatividad de tus
pensamientos.
Si se conoce la ley de atracción —las cualidades y características que
diferencian la personalidad magnética de la no magnética—, es relativamente
fácil cultivar la primera y desechar la segunda. Es decir, podemos adquirir y
perfeccionar las cualidades mentales relativas a la generosidad, a la
magnanimidad, a la jovialidad y a la solidaridad, y olvidarnos de sus opuestas;
y así, mientras realizamos esto, comprobaremos que nos vamos interesando más
por los demás y que éstos, en justa correspondencia, se interesan más por
nosotros.
Estudia a aquellos hombres y mujeres —personas que conozcas personalmente
o que hayas leído sobre ellas— cuya personalidad te produzca admiración.
Toma todas y cada una de estas personalidades como modelo de conducta.
Aprende a irradiar alegría y generosidad. Reparte felicidad sin reserva alguna.
Procura ser empático. La gente empática es la que se pone en el lugar de la
persona con la que se interrelaciona. Esta gente no sólo escucha lo que la otra
persona le dice, sino que siente lo que ella siente en ese momento. Las
personas, por regla general, tienen a esta gente en muy buena estima.
Procura tener entusiasmo. La gente que está entusiasmada consigo misma y que
emprende cualquier trabajo con decisión y sin la menor duda acerca de su éxito,
tiene todas las posibilidades de lograr su objetivo. El entusiasmo multiplica tu
poder y eleva a su más alto nivel cualquier talento que tengas.
Un modo de aplicar la ley de atracción en tu lugar de trabajo es estimular a tus
empleados a que expresen sus ideas, sobre todo cuando éstas difieran de las
tuyas. Esto no sólo te proporcionará una mayor abundancia de ideas nuevas,
sino que comprobarán que tienes en cuenta sus propuestas y los consideras
como colegas, no como subordinados.
Agénciate un mentor y sigue su consejo. Procura que sea una persona que
admires y de la que puedas aprender. Cuando hayas logrado el éxito,
arréglatelas para ser el tutor de otra persona.
* El autor quizá se refiera a Ralph Waldo Emerson (Boston, 1803-Concord, 1882), escritor, filósofo y poeta.
5
Conviértete en una persona más entusiasta
Seguramente habrás oído ese viejo refrán que dice que «si algo no está roto, no lo
arregles». Como todo refrán, hay en él algo de verdad. En efecto, cambiar las cosas
por el gusto de cambiarlas no supone ventaja alguna, no se gana nada con ello. No
obstante, para seguir adelante, para ver las cosas a través de nuevos prismas, a
menudo es necesario un cambio. Es fácil y cómodo hacer la misma cosa repetidas
veces. Si lo que hacemos ha sido desarrollado por nosotros mismos, hay incluso más
propensión a resistirse al cambio. Muchas veces nos enamoramos de nuestras
propias ideas y somos reacios a cambiarlas, aunque se vea que ello implicaría una
clara mejora.
Otra razón por la que muchas personas se niegan a considerar la posibilidad de un
cambio es el miedo al fracaso. A nadie le gusta sufrir los sinsabores de la derrota,
pero ninguna empresa puede llegar a un buen final si no se intenta por lo menos, aun
cuando cada intento lleve aparejado el riesgo de que el asunto no funcione.
Para asegurarte de que estás dispuesto a revisar y reevaluar todo lo que haces con
miras a realizar los cambios necesarios, debes darle a tu mente subconsciente un
carácter adaptativo. Si aprovechas cualquier oportunidad para reforzar la apertura
de tu mente y tu flexibilidad, tu mente subconsciente, en vez de resistirse al cambio y
optar por el statu quo, se convertirá en un vehículo para la adaptación de nuevos
conceptos. La gente de éxito asume riesgos; no se ciñe a los métodos y
procedimientos que ya ha utilizado.
Es verdad que corres el albur de fallar, pero para contrarrestar esto de alguna
manera debes procurarte la dosis adecuada de flexibilidad que te haga encajar los
reveses y te anime a intentarlo otra vez. Tenemos que aprender de nuestros yerros y
aprovechar lo que hemos aprendido para orillar nuevos fracasos. R. H. Macy tuvo
que cerrar sus primeros siete grandes almacenes, pero en vez de considerar esto
como un fracaso «definitivo», continuó intentándolo y hoy en día es uno de los
detallistas que más venden en los Estados Unidos. El jugador de béisbol Babe Ruth
falló bateando más de mil trescientas veces; sin embargo, estos fallos quedaban
olvidados por las setecientas catorce carreras que hizo a lo largo de su vida
deportiva. Thomas Edison nunca se dio por vencido, pero la perseverancia no lo es
todo. Cada vez que fallaba uno de sus experimentos, estudiaba la causa y seguía
buscando soluciones. Sus fracasos lo único que hacían era agudizar su flexibilidad y
adaptabilidad. En vez de desengañarle, le motivaban para seguir intentándolo.
SÓLO TÚ PUEDES CAMBIARTE
Si eres rígido en tu forma de pensar y te cuesta adaptarte a lo nuevo, debes
corregir tu rigidez y tu falta de adaptabilidad. Y ninguna otra persona puede hacerlo
por ti. Lo primero que tienes que aceptar es que eres el único (o la única) que puedes
cambiarte. Esto es el comienzo de un cambio real que afecta a toda tu personalidad.
Divídete mentalmente en dos yoes: el que eres ahora y el que desearías ser.
Échale un vistazo a los pensamientos que envuelvan temores, preocupaciones, celos,
ansiedades u odios que pudieran estar esclavizándote o aprisionándote. Te has
desdoblado en dos con el propósito de disciplinarte tú mismo. Una parte de tu ser es
la mente humana que trabaja en ti, y la otra es lo Infinito buscando expresión a través
de ti. Todo depende de cómo te veas tú mismo.
En un país asiático circula una leyenda que habla de un granjero que fue a un
pueblo a ver a un hombre sabio con la intención de contarle su vida y las penurias
que estaba pasando. No sabía cómo iba a salir adelante, le confesó al sabio. El
miedo al futuro dominaba su mente. Quería abandonarlo todo; estaba harto de luchar
contra las adversidades. Parecía que en cuanto solucionaba un problema, enseguida
aparecía otro nuevo.
El sabio le rogó que bajase al lago y trajese un cubo lleno de agua. Cuando tuvo el
cubo delante de él, vertió el agua dentro de tres cacharros y colgó cada uno de un
gancho para colocarlos sobre el fuego. Pronto el agua de los cacharros empezó a
hervir. En el primero de los cacharros echó un manojo de zanahorias, en el segundo
unos huevos y en el tercero un puñado de hojas de té.
Dejó que todo hirviese durante una media hora, al cabo de la cual retiró los
cacharros del fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en una escudilla; cogió los
huevos y los puso en otra escudilla, empleando una tercera para verter el té.
Volviéndose hacia el granjero, le preguntó: «Dime, ¿qué es lo que ves?»
«Pues zanahorias, huevos y té», le contestó el granjero. A renglón seguido, el
sabio dijo: «Coge las zanahorias y dame tu impresión.» El granjero las tuvo un
instante en sus manos y dijo: «Las zanahorias se han reblandecido.» Entonces el
sabio le pidió al granjero que cogiese un huevo, lo rompiese y le quitase la cáscara.
Una vez que hizo estas operaciones, el hombre observó que el huevo se había
endurecido. Por último, el sabio le rogó al visitante que sorbiera un poco de té. El
granjero sonrió al paladear su rico sabor. El granjero no pudo contenerse más y
preguntó: «Pero ¿qué significa todo esto?»
El hombre sabio le explicó entonces que cada uno de estos elementos había
sufrido la misma adversidad: el hervor del agua. Sin embargo, cada uno de ellos
había reaccionado de un modo distinto. La zanahoria había entrado en el agua fuerte
y dura, pero expuesta a la acción del agua hirviendo se había vuelto débil y blanda.
El huevo, por el contrario, había entrado extremadamente vulnerable y frágil, pero su
cáscara externa lo había protegido y había hecho que el agua caliente endureciese su
interior. Las hojas de té eran un caso único, ya que ellas solas habían cambiado el
agua.
«¿Cuál de estos elementos eres tú? —le preguntó al granjero—. Cuando la
adversidad llama a tu puerta, ¿de qué formas la recibes? ¿Eres una zanahoria, un
huevo o una hoja de té?»
Cuando recapacites acerca de los problemas que te acosan en la vida, pregúntate
lo siguiente: «¿Quién soy yo? ¿Soy la zanahoria que parece fuerte, pero que con el
dolor y la adversidad me reblandezco y pierdo mi fortaleza? ¿Soy el huevo que
comienza con un corazón frágil y un espíritu fluido, pero que con la pérdida de un
trabajo, una ruptura matrimonial, un revés financiero o cualquier otra descarnada
prueba me vuelvo duro y rígido? ¿O soy una hoja de té?» La hoja de té cambia
realmente las características del agua caliente; es decir, la propia circunstancia que
produce el dolor. Cuando el agua se calienta, desprende fragancia y sabor. Si eres
una verdadera hoja de té, cuando las cosas presentan su peor cara, tú te creces y
cambia la situación a tu alrededor. Cuando llega la hora de la verdad y se exige lo
máximo de ti mismo, ¿te pones a la altura de las circunstancias?
¿De qué forma le haces frente a la adversidad? ¿Como una zanahoria, un huevo o
una hoja de té?
EL PENSAMIENTO POSITIVO FAVORECE LA ADAPTABILIDAD
Ten siempre presente esta gran verdad: no tienes por qué aprobar los
procedimientos o sistemas de uso común, ni tampoco reaccionar mecánicamente
como tú hacías anteriormente; reacciona y piensa de manera distinta. Tienes que ser
una persona de éxito. Por consiguiente, a partir de este momento debes dejar de
identificarte con aquellos pensamientos negativos que suelen desmoralizarte y, en su
lugar, encauzar tus pensamientos a solventar, de una forma nueva y diferente, los
problemas que te acucian.
SÉ PERSEVERANTE
La historia de uno de los estadistas más grandes de los Estados Unidos no se
caracteriza precisamente por ser un ejemplo de fácil éxito, sino más bien de
contumaz perseverancia. Fracasó en los negocios a la edad de veintiún años y salió
derrotado en las elecciones de 1833 como candidato para una legislatura estatal. Fue
elegido en 1834. Su prometida murió en 1835. Tuvo una crisis nerviosa en 1836. Fue
derrotado en 1838 cuando presentó su candidatura para presidente del Congreso. En
1840 no consiguió el nombramiento de compromisario electoral. En 1843 fue
derrotado en su candidatura para el Congreso. En 1846, finalmente, fue elegido para
una sola legislatura del Congreso, siendo derrotado de nuevo en 1848. En 1855 no
pudo conseguir un escaño en el Senado; en 1856 no pudo ver cumplido su deseo de
ser vicepresidente, y en 1858 fue de nuevo vencido en unas elecciones para el
Senado. Por fin, en 1860 fue elegido presidente de los Estados Unidos. No podemos
negar que hubo grandes contratiempos en la vida de Abraham Lincoln.
No hay nada en este mundo que pueda sustituir a la perseverancia. Desde luego, el
talento no. Estamos hartos de ver cómo fracasan gente de talento. La genialidad
tampoco. Es casi proverbial la imagen del genio recluido en su torre de marfil. El
conocimiento académico por sí solo tampoco es suficiente. El mundo está lleno de
gente con grandes conocimientos y que, sin embargo, van de un lado para otro sin
oficio ni beneficio. La perseverancia y la determinación por sí solas son
omnipotentes.
En nuestro universo todo cambia y no podemos hacer nada al respecto. Los
gobiernos también cambian. No es raro que te despiertes una mañana y compruebes
que hay un nuevo presidente o un nuevo rey, o que una revolución haya puesto lo de
arriba abajo, y viceversa. Todo está sujeto a mutación.
Cuando nos enfrentamos con serios contratiempos, somos dados a hacer dejación
de todo y sumirnos en la depresión; en casos como éstos, debemos tener presente una
antigua leyenda que tiene como protagonista al rey Salomón.
Encontrándose triste y deprimido, el rey les pidió a sus chambelanes que le
buscasen un anillo que había visto una vez en sueños.
«Si estoy contento y satisfecho, me asalta el temor de que mi dicha dure poco, y si
no lo estoy, también me asalta el temor de que mi pesar me va a durar para siempre.
Encontradme el anillo que mitigará mi sufrimiento», pidió con desesperación.
Todos los chambelanes de Salomón salieron a recorrer el reino con ánimo de
encontrar el anillo. Finalmente, uno de ellos encontró un viejo joyero, que grabó
sobre un sencillo arete de oro esta inscripción: «Esto también pasará.» Cuando el
rey recibió el anillo y leyó la inscripción, su pesar se trocó en alegría y su alegría en
pesar, y luego ambos estados dieron paso a la ecuanimidad.
Efectivamente, el problema que ahora tanto te desazona pasará. No puedes estar
frustrado toda tu vida. Hay, sin embargo, algo que tú y yo podemos hacer en lo
relativo a nuestra actitud hacia estos cambios constantes. Debemos pensar que «lo
que importa no es en sí lo que ocurre, sino lo que nosotros pensemos de lo que
ocurre».
No todos nuestros esfuerzos pueden tener éxito. Intercalada con la alegría del
éxito está la amargura del fracaso. Si abordamos los fracasos con espíritu
constructivo, no pocas veces podremos convertir un fracaso en un éxito.
El punto más bajo que tuvo la carrera de Lee Iacocca fue cuando lo despidieron de
la empresa automovilística Ford. De todos es sabido cómo él convirtió su derrota en
una victoria en su nuevo puesto de consejero delegado de Chrysler. En su
autobiografía, Iacocca declaró que inmediatamente después de que él ocupara el
nuevo puesto, tuvo que enfrentarse con la posibilidad de una nueva y sonada derrota.
Chrysler estaba al borde de la bancarrota. Una persona de menos talla hubiese
dejado el puesto ipso facto en vez de exponerse otra vez a la triste contingencia de
un nuevo fracaso.
Pero Iacocca no se dejó amedrentar por esto e hizo acopio de todos sus recursos
internos. Ya había probado antes los sinsabores del fracaso y no iba a permitir ahora
que la situación le hiciera morder otra vez el polvo. Para afrontar la crisis, canalizó
sus dotes de adaptabilidad, innovación, pensamiento creativo y perseverancia, y lo
hizo de tal forma que logró vencerla.
LOS PENSAMIENTOS MAESTROS
Las actitudes son las canteras inmateriales de las cuales extraemos la habilidad, la
ecuanimidad y la prosperidad. Ellas son las que, a través de nosotros, dirigen nuestra
vida, puesto que si cambian las actitudes cambia todo lo demás. ¿Cuál es tu actitud
mental? En esta actitud tienen cabida, cómo no, los pensamientos que llamamos
maestros, que son aquellos que pueden dar lugar a grandes y maravillosas
experiencias y resultados. Porque si cambias tu mente cambias tu cuerpo, ya que tu
cuerpo es una sombra de tu mente. Tu cuerpo es la mente condensada. Está hecho en
ti conforme a lo que tú crees.
Los pensamientos negativos son los culpables de que muchas personas flaqueen
cuando las cosas no marchan bien. Son ellos los que no permiten que la mente
subconsciente se movilice para hacer las necesarias adaptaciones y cambios.
Tus pensamientos maestros te permiten conjurar los efectos dañinos de estas
negatividades. Puedes hacerlo si piensas que puedes. Tienes dentro de ti la semilla
de la resistencia y puedes germinarla mediante el Poder Infinito, que es el que te da
fuerzas. Casi todo el mundo sabe lo dificilísimo que es luchar contra un pensamiento
o un sentimiento negativo y dominante, pero si te pones, tú puedes. Cuando te asalte
un pensamiento negativo —ya sea de miedo, resentimiento, repulsión, odio o de
cualquier otra clase—, enfréntate a él inmediatamente. Aplástalo. No dejes que
crezca, ya que si lo dejas se hará más fuerte, pondrá en peligro tu supremacía, te
desquiciará, te vencerá y te llevará al fracaso. Porque si, por ejemplo, llegara a
ocupar tu mente el resentimiento, éste comenzaría a dominarte, y si lo consigue
teñiría de temor todos los acontecimientos de tu vida. Teñiría cualquier cosa que
hicieras, dijeras o pensaras, y por si fuese poco te impediría emplear tu creatividad
para innovar y adaptarte a nuevas situaciones.
Antes de conseguirlo, se dice que Thomas Edison fracasó miles de veces en su
intento de inventar la lámpara incandescente; sin embargo, a pesar de tantos fracasos,
nunca permitió que los pensamientos negativos le impidiesen continuar adaptando y
perfeccionando su modus operandi. Como ya hemos comentado anteriormente en este
capítulo, Lee Iacocca se valió de su adaptabilidad y creatividad para convencer al
Congreso a que le proporcionase los fondos necesarios para salvar a Chrysler de la
quiebra.
AMPLÍA TUS RECURSOS INTERNOS
Los hombres y las mujeres que intentan sacarle el máximo partido a sus
respectivas vidas nunca cesan de aprender y perfeccionarse. Son personas que
siempre se hallan de camino, ya que, cuanto más preparadas están y más eficientes
son, parece que su meta se encuentra más alejada. Solamente paran en algunas
estaciones del trayecto para desembarazarse de algunas cosas que no necesitan más y
que son un estorbo para ellas; hecho esto, reanudan el viaje enseguida. Es un trayecto
que coincide en su totalidad con el sendero de la vida.
Si quieres llegar hasta tus recursos más recónditos, estimula tu crecimiento y tu
poder. Además, tienes que estar perfeccionándote continuamente, sea en el aspecto
que sea. Tienes que incrementar tu inteligencia practicando una observación más
detallada y aguda, mejorando tu bagaje de conocimientos, ampliando tu perspectiva
mental y espiritual, apartándote de tu yo y agrandando tu esfera de servicio y
utilidad. Deja de tenerle miedo al cambio. Ten confianza en tu habilidad para salir
bien parado de los retos con nuevas e imaginativas ideas.
La consejera delegada de Burberry, Angela Ahrendts, atribuye su éxito a su
costumbre de observar y emular a las personas que más sobresalían en su sector de
actividad. Solía comentar que aprendió de Linda Wachner —máxima responsable de
las operaciones de Warnaco, el gigante de la industria del vestido— la pericia en el
manejo de los números, mientras que sus habilidades creativas las aprendió de
Donna Karan, otra figura destacada de la moda. Linda era una experta en cuestiones
contables y Donna le enseñó mucho sobre el diseño de trajes.
En los albores de su carrera, dejó la empresa de Donna Karan para colaborar en
la apertura de cincuenta tiendas Bendel por todo el territorio de Estados Unidos,
pero al cabo de ocho meses el consejo de administración canceló el proyecto.
Angela Ahrendts se refiere a este episodio como «el más duro golpe recibido en su
carrera profesional». La verdad es que no tardó mucho tiempo en recuperarse al ser
contratada por Liz Claiborne. En esta firma, tuvo ocasión de emplear sus aptitudes
empresariales y creativas para persuadir a sus dirigentes a que emprendieran un
proceso de expansión mediante la compra de Juicy Couture; compra ésta que, en su
momento, la gente de Karan no quiso llevar a cabo.
Cuando, después de estar mucho tiempo en el puesto, la consejera delegada de
Burberry —una cadena internacional de boutiques— se retiró, contrataron a
Ahrendts para sustituirla. Los conceptos innovadores y la buena disposición a
aceptar nuevas ideas de la recién llegada, permitieron la expansión y la prosperidad
de la compañía.
Si te sientes abrumado por los problemas, piensa en el manojo de posibilidades
que casi indefectiblemente suelen presentárseles a personas como Angela Ahrendts.
Existen miles de hombres y de mujeres que porque tuvieron retos similares al de
Ahrendts y salieron adelante, aparecen a los ojos de todos como excelentes
abogados, médicos y estadistas. No hay un método mejor para descubrir nuestras
propias aptitudes que leer un buen libro o escuchar a un gran orador. Estas sencillas
acciones remueven con frecuencia los centros más profundos de nuestro ser,
despertando en nosotros nuevas motivaciones y determinaciones que hasta entonces
habían permanecidos en estado de latencia; esto es, poderes internos que hasta ese
momento habían estado hurtados a nuestro conocimiento y utilización. Quizá al
escuchar a un gran predicador o conferenciante, tú mismo hayas tenido la experiencia
de sentir cómo se abrían en tu naturaleza unos campos que, de otro modo, hubiesen
permanecidos ocultos para siempre.
Cuanto mejor cultivemos todas nuestras facultades, cuanto con más profundidad
hagamos uso de nuestros recursos, cuanto mayor sea el número de yoes ocultos que
descubramos, más amplia será nuestra visión. La vida se convierte en un continuo
progresar.
Hay personas que no se percatan de sus posibilidades hasta que no es de mediana
edad. De improviso, la lectura de un libro sugerente, la audición de un sermón o de
una conferencia, o el encuentro con un amigo —alguien con altos ideales— que las
comprenda y las estimule, las hace resurgir como si despertaran de un largo sueño.
Esto hace que haya una gran diferencia entre que te rodees de gente que esté al
tanto de la evolución de tus aptitudes, que confíe en ti, que te estimule y te alabe, o
que tengas a tu alrededor gente que esté siempre echando por tierra tus ideales,
haciendo trizas tus esperanzas y arrojando agua fría a tus aspiraciones.
Un buen ejemplo de esto es Andrea Wong, presidenta y consejera delegada de
Lifetime Television. Esta mujer cree que fue muy importante que sus padres no
evitaran sus fracasos mientras estaba en un proceso de desarrollo y maduración.
Según ella, esto le dio una fortaleza enorme. Cuando en la escuela perdió las
elecciones para delegada de curso, supo cómo levantarse del suelo, quitarse el polvo
y seguir adelante. Se cuidó de llevar consigo estas cualidades cuando inició su
carrera en el proceloso mar de la producción televisiva, en el que por cada
programa de éxito hay un sinnúmero de otros programas que nunca aparecen en la
pantalla. Cuando concibió la idea de traerse a Estados Unidos el programa de la
televisión británica Dancing with the Stars, la gente más significativa de la industria
pensó que se había vuelto loca; sin embargo, ella tenía fe en el programa y persuadió
a la cadena de que lo emitiese. No se equivocó, pues fue uno de los programas más
vistos ese año. En su flamante puesto de directora de su nueva cadena, su objetivo
era promocionar y darle auge a la marca Lifetime, y para conseguirlo recurrió a la
confianza mental que comenzó a desarrollar siendo aún una niña y a esa continua
inquietud para aprender y mejorar.
APRENDE DE TUS ERRORES
Si entrevistaras a la gran masa de fracasados, te enterarías que una gran cantidad
de ellos han fracasado porque nunca han vivido en un entorno estimulante y
prometedor, porque su afán por conseguir cosas no fue nunca avivado o porque no
fueron lo suficientemente fuertes como para desenvolverse en ambientes depresivos,
desalentadores o inhumanos. La mayoría de las personas que encontramos en las
cárceles y en las instituciones benéficas son víctimas de la influencia de un ambiente
que saca lo peor del ser humano en vez de lo mejor.
Cualquiera que sea tu cometido en la vida, no escatimes sacrificio alguno para
situarte dentro de un entorno que aliente el deseo de llegar a lo más alto en cualquier
actividad lícita; es decir, dentro de un ambiente que estimule el autodesarrollo.
Mantente siempre cerca de gente que te comprenda, que crea en ti, que te ayude a
descubrirte a ti mismo y que te anime a aspirar a lo mejor. Esto marca la diferencia
entre una existencia jalonada de éxitos y una existencia mediocre e insulsa. Únete a
aquellos que intentan hacer algo y de ser alguien en el mundo; o sea, a gente con
alteza de miras y grandes aspiraciones. La alteza de miras es contagiosa; se te pegará
el espíritu que domine en tu entorno. El éxito de aquellos que estén cercanos a ti y
que, como tú, están tratando de alcanzar cimas más altas, te animará a luchar todavía
con más denuedo si, hasta el momento, no te ha ido tan bien como a ellos.
Nicholas Hall está convencido de que el fracaso es un término relativo. Tanto es
así, que incluyó el vocablo «fracaso» en el nombre de su compañía. Hall es un
empresario de consultoría y fundador de StartupFailures.com, una página web
inaugurada para registrar las vicisitudes de la actividad empresarial. Dice que
triunfar no es otra cosa que recobrarse de los descalabros y superar las dudas
propias o íntimas. Considera que el fracaso es un pariente cercano del éxito y cree
que él está bastante familiarizado con ambos. También se dedica a proporcionar
estímulo y asesoramiento sobre cómo debemos encarrilar nuestros pasos después de
un tropiezo.
La creencia esencial de Hall es que el único y verdadero fracaso es no
intentarlo. Asimismo, dice que hay una cierta concomitancia entre el éxito y el
fracaso; que cualquiera que haya tenido éxitos, ya sean personales o profesionales,
también ha tenido fracasos. Asegura que sólo la voluntad de recuperación es la que
te da la oportunidad de participar otra vez en el juego.
Aunque una puesta en marcha tenga éxito, él no conoce a ningún fundador que no
haya rozado el fracaso o haya temido su presencia. En este sentido, ni Microsoft ni
Apple pueden considerarse una excepción. Hall opina que muchas personas que
inician un negocio saben que el fracaso forma parte del proceso, pero confían en
poder evitarlo.
Lo que más dificulta la recuperación es la duda íntima o la falta de confianza en
uno mismo. No obstante, es reconfortante pensar que aunque el fracaso no se encaja
con más facilidad con el paso del tiempo, la recuperación sí que se hace más fácil.
El truco está en ver al fracaso como una parte del proceso; idea ésta que es la clave
para seguir en el juego.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
Ten siempre presente esta gran verdad: no tienes por qué aprobar los
procedimientos o sistemas de uso común, ni tampoco reaccionar mecánicamente
como tú hacías antes; reacciona y piensa de manera distinta. Tienes que ser una
persona de éxito. Por consiguiente, a partir de este momento debes dejar de
identificarte con aquellos pensamientos negativos que suelen desmoralizarte y,
en su lugar, encauzar tus pensamientos a solventar, de una forma nueva y
diferente, los problemas que te acucian.
No temas el cambio. Que no te frene la suposición de que lo que tú propongas
no será aceptado por tu jefe o por otras personas. Tienes que estar dispuesto a
adaptar, crear, enmendar y perfeccionar tus ideas si quieres salir triunfante de
los desafíos de tu trabajo.
No hay nada en este mundo que pueda sustituir a la perseverancia. Desde luego,
el talento no. Estamos hartos de ver cómo fracasa gente de talento. La
genialidad tampoco. Es casi proverbial la imagen del genio recluido en su torre
de marfil. El conocimiento académico por sí solo tampoco es suficiente. El
mundo está lleno de gente con grandes conocimientos y que, sin embargo, van
de un lado para otro sin oficio ni beneficio. La perseverancia y la
determinación por sí solas son omnipotentes.
Cuando te asalte un pensamiento negativo, enfréntate a él inmediatamente. No
dejes que te venza. Si el resentimiento llegara a ocupar tu mente, éste
comenzaría a dominarte y, si lo consigue, teñiría de temor todos los
acontecimientos de tu vida.
Si piensas constantemente en procedimientos positivos para solucionar
problemas, y si alimentas tu mente subconsciente con pensamientos de
flexibilidad y voluntad de adaptación, vencerás tu recelo a hacer cambios y te
harás resistente a los pensamientos negativos.
Cualquiera que sea tu cometido en la vida, no escatimes sacrificio alguno para
situarte dentro de un entorno que te estimule a autodesarrollarte. Mantente
siempre cerca de gente que te comprenda, que crea en ti, que te ayude a
descubrirte a ti mismo y que te anime a aspirar a lo más alto. Esto marca la
diferencia entre una existencia jalonada de éxitos y una existencia mediocre e
insulsa.
Los fracasos pueden suceder, pero no dejes que te destruyan. Todo pasa. Lo que
importa no es en sí lo que ocurre, sino lo que nosotros pensemos de lo que
ocurre.
7
Sobreponte a las preocupaciones y al estrés
Ni toda el agua del mar podría hundir al más pequeño de los barcos a
no ser que entrara en él y lo inundase. Lo mismo podríamos decir de los
problemas, desafíos y dificultades: que por muy numerosos e
importantes que éstos fuesen, no podrían hundirte a menos que
permitieras que invadiesen tu interior
En el supuesto de que el temor tuviese que ver con el fracaso personal, en vez de
pensar en lo torpe y débil que eres, en lo mal preparado que estás para emprender
tareas complejas y en lo predispuesto que estás para hacer mal las cosas, piensa en
lo fuerte y competente que eres, en lo bien que has realizado otras tareas similares y
en cómo vas a echar mano de toda tu experiencia para ponerte a la altura de las
circunstancias y realizar impecablemente la tarea que tienes ahora por delante; y no
sólo ésta, sino otras que pudiesen surgir aún más difíciles. Es una actitud como ésta,
y no otra, la que nos encumbra hasta los puestos más altos de cualquier organización.
Este mismo principio de desembarazarnos del miedo mediante un pensamiento
alegre, esperanzador y de confianza en uno mismo se puede aplicar a todas las demás
clases de miedos que nos asedian a todas horas.
Así como el miedo puede debilitarte, el hecho de superarlo te puede empujar a
grandes logros. Un día ventoso y lluvioso, un estudiante de medicina zanquilargo
estaba muy preocupado. Tenía que participar en una carrera pedestre y estaba muerto
de miedo. Alguien dijo que parecía un hombre a punto de sentarse en la silla
eléctrica o de ser torturado. Debido al mal tiempo que hacía, su entrenador
albergaba idénticos temores, pero se los guardó para sí, toda vez que iban sentados
en el tren uno frente al otro. El corredor temía que el viento, cuya intensidad había
aumentado, haría que tardase un precioso segundo más en cada una de las cuatro
vueltas que tenía que dar. El entrenador sabía el daño que un pensamiento de este
tipo podía hacerle a un atleta, así que se apresuró a asegurarle al corredor que sus
piernas estaban suficientemente preparadas para ganar de sobra esa carrera, pero
que sólo lo haría si tenía la motivación adecuada; o sea, una buena razón para querer
ganarla. Le dijo al desalentado corredor que su mente podía superar cualquier
adversidad; que conocía a un gran atleta irlandés que ganó una dura carrera sin estar
entrenado y sin estar debidamente alimentado, y que sólo tenía a su favor la voluntad
de vencer. «¿Qué pasaría si ésta fuese tu única oportunidad?», le preguntó el
entrenador. El corredor declararía más tarde que en esos momentos lo único que
necesitaba era que el preparador le dijese que podía ganar. Necesitaba oír una voz
profunda y fuerte que le corroborara lo que él creía en su fuero interno: que podía
salir triunfante de la prueba a pesar de las condiciones climáticas. El entrenador,
Fritz Stampfl, escribiría más adelante que, aparte de su forma física, la cualidad más
grande de un corredor es un cerebro frió y calculador acompañado de coraje y
confianza en sí mismo. No hay duda de que sabía de lo que hablaba, porque en ese
día y en ese tren le había proporcionado a Roger Bannister el coraje necesario para
que hiciera trizas la marca de cuatro minutos de la milla.
ENCÁRGATE DE TU MENTE
Debemos aprender a tener control de nuestros pensamientos, sentimientos y
reacciones. No debemos consentir que el miedo tome decisiones por nosotros.
Debemos hacernos cargo de la situación y decirles a nuestros temores: «Aquí quien
manda soy yo y, por tanto, quien da las órdenes, y por supuesto no tengo miedo de
tomar esta decisión.» Señálale a tu mente las cosas a las que tiene que prestarle
atención; si lo haces así, serás como un empleador (o empleadora) dándoles órdenes
a sus empleados para que ejecuten sus instrucciones.
Debes encargarte tú solo de tu propia mente; no permitas que otros la gobiernen en
tu lugar. El credo, el dogma, la tradición, la superstición, el miedo y la ignorancia
rigen la mente del individuo medio. El desierto más extenso del mundo no es el
Sahara, es la mente del individuo medio. Hay muchas personas que no son dueñas de
su propia mente; que no hacen esfuerzo alguno para pensar por sí mismas. Dejan que,
en el seno de la familia, su mente sea totalmente dirigida por uno o varios parientes
poseedores de un fuerte carácter y, en el ámbito de la empresa, por los jefes o por
compañeros de trabajo dados al mangoneo. Procura por todos los medios que no te
pase esto. Acrecienta el poder de tu mente subconsciente de modo que se resista al
dominio de los demás e imponga tu capacidad para controlar tu propio destino.
ANALIZA TUS TEMORES
El jefe de ventas de una gran empresa multinacional contaba que cuando empezó a
trabajar como vendedor, tenía que dar primero varias vueltas a la manzana con el fin
de armarse de valor para llamar a la puerta del cliente de turno.
Su supervisora, persona de gran experiencia y muy observadora, le dijo un día:
«No tengas miedo del monstruo que se esconde detrás de la puerta; no hay tal
monstruo. Eres víctima de una falsa creencia.»
La supervisora añadió que en cuanto ella sentía los primeros embates del miedo,
se aprestaba a conjurarlo. Lo miraba de frente y directamente a los ojos, y con sólo
hacer esto su miedo se desvanecía hasta convertirse en una insignificancia.
Agnes, la jefa de Sarah M., era lo que se dice una tirana. Vigilaba y controlaba el
trabajo de todos sus empleados hasta el más mínimo detalle. Era dada a la crítica
mordaz y nunca apreciaba o elogiaba el trabajo bien hecho. A Sarah le aterrorizaba
ir al trabajo y temblaba cuando Agnes merodeaba por las cercanías de su puesto de
trabajo.
Sarah observó que a su compañera Rebecca no le hacían mella las broncas de la
jefa de ambas; le extrañó tanto, que llegó a preguntarle por qué permanecía tan
serena cuando Agnes la escogía como objeto de sus sarcasmos. Y ésta fue su
contestación: «Nada más llegar aquí, empecé a tenerle miedo a Agnes hasta el punto
de que pensé seriamente en dejar la empresa, pero no lo hice porque necesitaba el
trabajo. Me dije que ninguna de las Agnes de este mundo era quién para amargarme
la vida, a menos, claro está, que yo se lo consintiese. Me di cuenta de que la única
persona que podía hacerme desgraciada era yo misma. Si yo le permitía a mi jefa
que me hiciese sentirme inferior, yo sería de hecho inferior a ella como persona
humana. Así que cuando me recrimina algo, su recriminación me entra por un oído y
me sale por el otro. Su negatividad me resbala porque en ese momento me concentro
en las cosas bonitas que tiene la vida. Asiento con la cabeza, le digo “sí, señora”, y
sigo con mi trabajo. Pruébalo tú. No lo lograrás de inmediato, pero después de un
tiempo verás cómo todas las diatribas de Agnes te rebotan sin que te afecten lo más
mínimo.»
Sarah le hizo caso a Rebecca. Aunque el ambiente laboral fuese el mismo, su
modo de percibirlo y de reaccionar ante él hizo que el trabajo fuese más llevadero.
LA MOTIVACIÓN CONVERTIRÁ LA DERROTA EN VICTORIA
Puede ser que el pasado haya sido para ti una amarga experiencia. Si lo analizas
con detenimiento, incluso podrías llegar a pensar que has fracasado plenamente o, en
el mejor de los casos, que a lo largo de toda tu vida tu actividad ha estado marcada
por la mediocridad. Puede que no hayas tenido éxito en determinadas cosas en las
que esperabas tenerlo, puede que hayas perdido dinero cuando estabas convencido
de que lo ganarías o puede que hayan dejado este mundo amigos y parientes a los que
querías mucho. Puede que hayas tenido que cerrar tu negocio o, peor aún, que te
hayan embargado tu casa porque estás enfermo y, al no poder trabajar, te es
imposible pagar los plazos de la hipoteca. También puede suceder que un accidente
te haya arrebatado casi toda tu fuerza física. Puede que el nuevo año que está en
puertas tenga unas negras perspectivas para ti. Pues bien, aunque te hayan ocurrido
algunas o todas de estas desgracias, si te resistes a darte por vencido no te quepa
duda de que más tarde o más temprano conseguirás la victoria.
No hay razón alguna para que te sientas inferior si has perdido tu arrojo y tienes
miedo de enfrentarte con la vida sólo porque hayas cometido un error o un desliz,
porque hayas fracasado en los negocios, porque una catástrofe de grandes
dimensiones haya arrasado tu casa o porque te haya ocurrido cualquier otra
desgracia imposible de prevenir.
Para comprobar tu grado de arrojo sólo tienes que hacer un recuento de lo que te
queda dentro después de que hayas perdido todo lo que tenías fuera de ti. Si te
postras de rodillas, levantas las manos con desesperación y te consideras vencido,
es que no ha quedado mucho dentro de ti. Pero si, por el contrario, miras hacia
delante con determinación inquebrantable, si te resistes a «tirar la toalla» y a perder
la fe en ti mismo, o si odias retirarte «con el rabo entre las piernas», demostrarás
que estás por encima y eres más fuerte que cualquier pérdida, desgracia o derrota
que te ocurra.
Podrás decir que ya son muchos tus fracasos, que es inútil intentar rehacerte, que
es imposible que triunfes alguna vez y que ya te has caído tantas veces que no vale la
pena ponerte en pie una vez más. ¡Todo esto son tonterías! El fracaso no cuenta para
todas aquellas personas que posean un espíritu inexpugnable. Por muchos fallos que
hayamos tenido, nunca es tarde ni imposible triunfar de nuevo. con harta frecuencia
—a través de nuestras relaciones cotidianas, de los periódicos, de los programas de
televisión o de las biografías que leemos— nos enteramos de hombres y de mujeres
que se han redimido de sus errores del pasado, que han salido a flote después de
desembarazarse de la carga que supone la desesperanza y que, una vez más, han
mirado con determinación hacia delante.
Si estás hecho de la pasta de los ganadores, si tienes agallas y reciedumbre, tus
desgracias, tus pérdidas y tus derrotas sólo sacarán a relucir estas virtudes
haciéndote más fuerte si cabe. «Es la derrota —asegura el reverendo Henry Ward
Beecher— la que convierte el hueso en pedernal y el cartílago en músculo,
haciéndonos invencibles.»
Debemos levantarnos una y otra vez para poder así transmutar la derrota en
triunfo. Éste, y sólo éste, es el secreto de todas y cada una de las nobles y esforzadas
vidas que a lo largo de diferentes épocas nos han servido, y nos sirven, de ejemplo.
Ten en cuenta las veces que hemos sido víctimas de una crisis vital porque algún
obstáculo nos ha cerrado inesperadamente el camino; obstáculo al que le hemos dado
la consideración de calamidad terrible y del que hemos pensado que acabaría con
nosotros si no lográsemos superarlo. En estos casos, hay muchas personas que temen
que sus aspiraciones se malogren o que su vida corra el peligro de quebrarse para
siempre. El agobio que nos produce el hecho de acercarnos cada vez más al
obstáculo, y el convencimiento de que no tenemos posibilidad de soslayarlo, es algo
que causa pavor.
Hay gente que presenta muy buena cara cuando los asuntos le marchan bien.
Mientras acumula riquezas, adquiere una buena reputación y hace amigos, su carácter
es aparentemente fuerte y estable; pero desde el momento en que se presentan las
dificultades —una mala gestión comercial, unos momentos de pánico o una profunda
crisis que le haga perder todo lo que tenía—, es presa del desconcierto y el
nerviosismo. En estos casos, la gente se desespera y pierde ánimo, ímpetu, fe,
esperanza y ganas de comenzar de nuevo; es decir, lo pierde todo. El miedo se filtra
a través de las neuronas hasta su mente subconsciente y consigue dominar su
personalidad.
Si puedes, renuncia a todo lo demás, pero lo que nunca tienes que perder es el
control de ti mismo. No sucumbas al miedo. Sustitúyelo con la esperanza. Agárrate a
ella con todas tus fuerzas. Tú estás por encima de cualquier desgracia material que te
pueda sobrevenir. Una desgracia que seguramente no sería mencionada en tu
biografía y que sería considerada como un mero incidente en tu carrera; o sea, como
un inconveniente, aunque no muy importante.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
El miedo y la preocupación hacen que nos caigan encima las desgracias que
tanto tememos. El miedo sistemático es perjudicial para la salud, acorta la vida
y obstaculiza nuestra eficiencia. La duda y el temor son sinónimos de fracaso.
La fe es optimista, mientras que el temor es pesimista.
El temor causa terribles estragos en la imaginación, sobre todo porque hace que
conciba toda clase de cosas horribles. La fe es su perfecto antídoto, y lo es
porque mientras el temor ve sólo la oscuridad y las sombras, la fe ve el
revestimiento de plata, el sol detrás de la nube. El temor baja la vista y espera
lo peor, mientras que la fe alza la vista y espera lo mejor. El temor es pesimista
y la fe es optimista. El temor siempre predice fracaso y la fe predice éxito.
Borra de tu pensamiento todas las creencias falsas, prejuicios y supersticiones.
Ordena a tu mente y a tus pensamientos que acepten de buen grado que lo que
estás buscando ya existe en tu Mente Infinita y que todo lo que tienes que hacer
es identificarlo, tanto desde un punto de vista mental como emocional; si así lo
haces, encontrarás lo que buscas u ocurrirá lo que deseas.
Hay muchas personas que temen utilizar su propia mente. En el ámbito laboral,
dejan que su mente sea dirigida por las opiniones del jefe o por las de otros
compañeros poseedores de un carácter más fuerte. Procura por todos los
medios que no te pase esto. Acrecienta el poder de tu mente subconsciente, de
modo que se resista al dominio de los demás e imponga tu capacidad para
controlar tu particular destino.
Tú estás por encima de cualquier desgracia material que te pueda sobrevenir.
cualquiera que sea el revés, la desilusión o el fracaso que sufras, tendrás la
necesaria fortaleza para superarlo. Nunca pierdas tu ecuanimidad.
9
Perfecciona tus poderes creativos
1. Observación. Para ser creativo, uno no tiene que sacar las ideas de la nada.
Mediante la simple observación de lo que sucede a nuestro alrededor, y aplicando lo
que hemos aprendido en otras ocasiones, podemos ser tan innovadores como el que
más.
Stan L., directivo de Hooper Steel en Las Vegas, observó que a medida que crecía
el número de gasolineras que adoptaban el sistema de «autoservicio» y dejaban de
realizar cambios de aceite y engrases, empezaron a inaugurarse estaciones de
engrase rápido para atender esta necesidad. Stan utilizó una de estas nuevas
estaciones para su coche y quedó complacido de la rapidez y de la calidad del
trabajo.
Para sus cambios de aceite y sus engrases regulares, Hooper Steel había estado
enviando sus camiones, desde hacía muchos años, al departamento de servicio del
concesionario. Dado que el camión se quedaba un día entero en las instalaciones del
concesionario, la operación requería el concurso de dos personas (una para conducir
el camión hasta el concesionario y otra para que, utilizando su propio vehículo,
reintegrara al conductor a su lugar de procedencia). Para recoger el camión, una vez
engrasado y cambiado su aceite, se hacía la operación inversa, que necesitaba
también el tiempo y la dedicación de dos personas.
«¿Por qué no utilizar para nuestros camiones las estaciones de engrase rápido?»,
se preguntó Stan. Puesta en práctica su idea (esto es, enviando un conductor a la
estación de engrase rápido y permitiendo que esta persona esperara los treinta
minutos que duraba el servicio), Stan ahorró mensualmente a su compañía unos mil
seiscientos dólares en gastos de mantenimiento y en horas de trabajo. Además de
esto, el nuevo sistema hizo posible, en días de engrase, la utilización de los
camiones durante la mayor parte de la jornada de trabajo.
Las mejoras anteriores son solamente unas pocas de las muchas formas que existen
para estimular los juicios creativos. Si ejercitas tu imaginación, si expandes tus
horizontes y si desechas los métodos convencionales para solucionar problemas, te
harás más inventivo, solucionarás problemas difíciles e iniciarás y llevarás a la
práctica ideas nuevas e interesantes. Esto no sólo beneficiará a tu compañía, sino
que además te proporcionará una gratificante sensación de logro cuando veas que tus
ideas han llegado a ser una realidad.
Es de lamentar que los juicios creativos, que surgen sin dificultad si reciben el
adecuado fomento, sean eliminados desde la infancia por la conformidad y la
consideración excesiva de las consecuencias que nos imponen nuestros profesores,
nuestros padres y, más adelante, nuestros jefes. Con harta frecuencia la creatividad
queda bloqueada por lo que podríamos llamar la «luz roja» de la prudencia:
«Quítate esa idea de la cabeza, va en contra de las normas de la compañía», o
«Nunca lo haríamos de esa manera porque...». Hay que tratar las nuevas ideas con
espíritu abierto y no buscar razones para no exponerlas. Encendamos la luz verde.
Abonemos nuestra mente para que en ella crezcan las ideas. Ampliemos igualmente
nuestro pensamiento más allá de lo obvio.
No todas las innovaciones tienen que funcionar o merecen que se les preste
excesiva consideración. No obstante, si tienes una idea, piensa al menos en ella o
coméntala con los demás; es una forma efectiva de averiguar su viabilidad. Si se
rechaza, entérate bien de los motivos. No te descorazones. Hay veces en que la idea,
por muy buena que parezca, no es idónea para una determinada aplicación o no es
apropiada en una circunstancia específica. Esto no quiere decir que no sea buena.
Tampoco hay que tomar el asunto como una afrenta personal. Es la idea la que se
rechaza, no tú.
LA CREATIVIDAD PUEDE SALVAR UNA EMPRESA MORIBUNDA
Hay incontables ejemplos de compañías que estaban al borde de la quiebra y que,
gracias al pensamiento creativo de sus líderes, además de ser salvadas, fueron
catapultadas hacia el éxito.
Durante más de cuarenta años, Pitney Bowes controló el cien por cien del
mercado relacionado con el pesaje y la medición de la correspondencia que
transportaba el servicio público de correos. Casi la mitad de toda la
correspondencia de Estados Unidos era procesada a través de las máquinas de esta
compañía. Esta situación terminó en el mismo instante en que el U.S. Postal Service
le retiró el monopolio. Esto dio lugar a una concurrencia de competidores con ideas
innovadoras; concurrencia ésta que redujo drásticamente la cuota de mercado de
Pitney Bowes.
Por fortuna, un líder llamado Fred Allen se incorporó a la empresa en calidad de
consejero delegado, llevando consigo una visión mucho más amplia de cómo debía
gestionarse su nueva empresa. En sus planes estaba conseguir que Pitney Bowes no
fuese vista solamente como una compañía de pesaje y medida de correspondencia,
sino también como una compañía que proporcionaba tecnología y servicios para la
mensajería en general. Allen se percató de que era inminente la llegada de la era de
los faxes y de las fotocopiadoras, como así mismo de que estos productos podían
beneficiarse de la competencia técnica de su compañía y de la buena reputación de
ésta en ventas y servicio técnico. Esta novedosa visión dio sus frutos, por lo que a
finales de los ochenta una mitad de los ingresos de Pitney Bowes procedían de
productos introducidos, más o menos, tres años antes. La puesta en marcha de la
innovadora concepción empresarial de Fred Allen dio lugar al desarrollo de una
nueva estrategia de mercadotecnia, así como de unos productos de oficina
actualizados que necesitaba el nuevo modelo comercial.
Otras grandes compañías han conservado su grandeza porque se han atrevido, no
sin cierta audacia, a reevaluar, revisar, realinear y replantear sus estrategias
comerciales. La cadena de tiendas de comestibles Kroger tuvo que llevar a cabo una
profunda y extensa remodelación con el fin de convertir sus tiendas en
supermercados, lo cual le permitió superar en ventas a sus principales competidores.
La gigantesca empresa farmacéutica Abbot se deshizo de todos sus competidores
concentrándose en la diagnosis y en productos nutricionales hospitalarios.
Para conseguir el éxito, estas empresas tienen muchas veces que superar la
oposición de directores y de otros directivos. Fred Allen nunca perdió la esperanza.
Estaba convencido de que su imaginación y creatividad, como también su
atrevimiento en llevar a cabo sus proyectos, darían a la postre resultados milagrosos.
Así que cuando tengas tus dudas, recuerda los logros alcanzados por líderes de la
pasta de Fred Allen. Entroniza en tu mente las imágenes mentales, ideas y
pensamientos que te sanan, ensalzan, alientan, motivan y fortalecen. Es verdad que
llegas a ser lo que tú te imaginas que eres. Tu siempre activa imaginación es
suficiente para rehacer el mundo a tu antojo. Confía en que las leyes de tu mente hará
que te ocurra lo mejor; de este modo podrás saborear todas las buenas cosas de la
vida.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
Todo el mundo puede ser creativo. No necesitas ser un Edison o un Bill Gates
para ser innovador. Tienes dentro de ti la facultad de echar a volar tu
imaginación. De ti depende el desarrollo de esta facultad.
Puesto que tienes la capacidad de imaginarte el resultado final, tendrás control
sobre cualquier circunstancia o situación. Si deseas que se haga realidad un
deseo, anhelo, idea o plan, sólo tienes que formar en tu mente el retrato mental
de esta acción. imagínate constantemente la realización de tu deseo; de este
modo, harás que se infiltre en tu mente subconsciente y que verdaderamente
suceda.
Tu imaginación puede estructurar y materializar cualquier idea o deseo. Puedes
imaginar abundancia donde hay escasez, efectividad donde hay ineficiencia y
crecimiento donde impera el estancamiento.
observa lo que otras compañías han hecho en circunstancias parecidas. Si
adaptas las medidas que a ellas les han dado buen resultado, puedes ser capaz
de darle una solución adecuada a tu problema.
Utiliza tus facultades imaginativas. Descubre aspectos de tu trabajo o de tu
negocio que requieran mejora. No tengas reparos en utilizar nuevos métodos y
sistemas. Puede que surjan contratiempos, pero si echas mano de tus poderes
creativos tendrás éxito en todo lo que emprendas.
10
Suprime tus malos hábitos
Cualesquiera que sean tus malos hábitos y tus puntos débiles que
desees corregir, encontrarás el remedio dentro de ti mismo. Tanto si el
hábito es de índole depravada como si es algo tonto que te molesta de
alguna manera, puedes desembarazarte de él. Estás capacitado para
convertir tu debilidad en fortaleza. Asimismo, en tus manos está
neutralizar la acción de todos los enemigos de tu éxito y de tu felicidad;
para ello sólo tienes que recabar la ayuda de tu divinidad, de ese
sublime poder que permanece en estado latente dentro de ti.
Todos somos seres de hábitos. Cuando tenemos necesidad de hacer ciertas cosas
repetidas veces, tenemos propensión a hacerlas de la misma manera. El «hábito»
puede equipararse a la adicción, a la costumbre, al uso o a la adaptación. Hay
hábitos o rituales que son bastante útiles, toda vez que establecen una rutina o
uniformidad de comportamiento que le da a la vida sentido, medida del orden y
eficiencia. Sin embargo, hay otros que te encierran dentro de unos patrones
psicosomáticos e inhiben tu buena disposición a cambiar. Los hábitos constituyen
una forma de patrones vitales que seguimos porque estamos acostumbrados a
seguirlos. Algunos hábitos son buenos y otros, por el contrario, son malos. Los
hábitos que adquirimos al desempeñar nuestra profesión u oficio marcan a menudo la
diferencia entre un trabajo mediocre y otro excelente. En este capítulo analizaremos
el desarrollo de los hábitos y veremos qué es lo que tenemos que hacer para
desembarazarnos de los hábitos malos, reemplazarlos por otros buenos y, en general,
adoptar patrones de conducta que nos conduzcan al éxito.
EL DESARROLLO DE HÁBITOS BUENOS
El carácter dominante, creativo y positivo se forma mediante la constante
repetición de actos positivos y pensamientos innovadores hasta que se llega a un
punto en que estos procesos cerebrales se hacen habituales. Según sea nuestra línea
de pensamiento habitual, llegaremos a tener un carácter fuerte o débil. Si
mantenemos una clara actitud mental de naturaleza afirmativa y de confianza en
nosotros mismos, llegaremos a ser fuertes y creativos. Si, por el contrario,
albergamos pensamientos de duda, de indecisión, de incertidumbre, de dejadez, de
autodesprecio y de autocondena nos hacemos negativos e ineficaces. Todo depende
del modo en que tu pensamiento habitual configure tu cerebro.
Se habla mucho acerca de la trascendencia que tiene la suerte o las circunstancias
en el éxito o fracaso de una persona. No hay duda de que estos factores tienen algo
que ver en este asunto, si bien muchas veces son los hábitos que desarrollamos y
adoptamos los que determinan los resultados que obtenemos. Puesto que nunca
queremos tener resultados malos, para conseguir los buenos lo único que tenemos
que hacer es seguir nuestra inclinación, nuestra pasión, nuestras apetencias normales,
nuestra inercia mental y los hábitos harán el resto. Los hábitos nunca descansan;
estemos despiertos o dormidos, siempre están enrollando sus cuerdas invisibles
alrededor de nuestros pensamientos y carácter. Para bien o para mal, los hábitos se
encargan cada vez más de nosotros. Lo que voluntariamente hacemos hoy, lo haremos
mañana con mayor facilidad y pasado mañana con mayor facilidad todavía.
Lo mejor para desarrollar buenos hábitos es, en vez de erradicar directamente el
defecto o la cualidad nociva, cultivar la cualidad opuesta. Persiste en esto y verás
cómo la cualidad mala desaparecerá poco a poco. Mata lo negativo y cultiva lo
positivo.
Si deseas desprenderte de ellos, el anhelo de algo mejor y más edificante es el
antídoto o remedio más eficaz para eliminar las tendencias dañinas. Cuando se forme
en ti el hábito de ascender, de aspirar a cosas más altas y mejores, tus tendencias y
tus cualidades censurables dejarán de existir; morirán por falta de alimentación.
ELIMINACIÓN DE LOS MALOS HÁBITOS
No es fácil desembarazarse de un hábito muy antiguo y arraigado. A pesar de esto,
miles de hombres y mujeres han demostrado que puede hacerse, toda vez que han
podido quitarse de encima hábitos que casi destruyen sus carreras profesionales e
incluso arruinan sus vidas.
El problema que tiene la mayoría de la gente que trata de desprenderse de sus
malos hábitos, o de adoptar unos buenos, es que no tiene una clara idea de su fuerza
latente ni tampoco sabe llamar con la suficiente potencia de voz a sus yoes más altos
y fuertes. Se aprovecha a medias del poder de su mente subconsciente, la gran
palanca que nos ha dado Dios para que podamos elevarnos hasta un estado divino.
Sus resoluciones son débiles, insípidas. La gente no pone en ellas la suficiente
audacia y energía.
Un modo excelente de destruir un hábito es suprimirle la comida que lo alimenta.
No trates un hábito con suavidad ni intentes eliminarlo poco a poco. Ataca al
enemigo con audacia y contundencia. Sigue el procedimiento que recomienda el
profesor William James para liberarnos del poder de un viejo hábito y formar uno
nuevo.
El citado profesor nos recomendaba «que para poder apartarnos con éxito de la
servidumbre del viejo hábito, debemos ejercer una acción fuerte y decidida. Por otro
lado —seguía diciendo—, debemos recabar y acumular todas aquellas posibles
circunstancias que refuercen el motivo de la ruptura, por muy justificada que ésta
esté; debemos promocionar por todos los medios el nuevo hábito que queremos
crear; debemos adquirir compromisos que sean incompatibles con el viejo hábito, y
debemos desarrollar nuestra resolución recurriendo a todas las ayudas que
conozcamos».
La única forma de romper con un hábito es sencillamente dejarlo, aunque, eso sí,
tienes que tomar la firme resolución de no hacer nada que te ponga en peligro de
volver a él. Si no quebrantas esta resolución, si la cumples a rajatabla, ella misma
avivará, para que vengan en tu ayuda, unos ocultos y poderosos resortes cuya
existencia quizá ignorabas. Debes cerrar toda posibilidad de volver a las andadas,
porque cualquier recaída que tengas, aunque sea muy pequeña, hará que disminuyan
tus oportunidades de salir airoso.
Esto es aún más difícil de conseguir en el ámbito laboral, donde muchos de tus
«malos hábitos» están ya encajados en tu forma de enfrentarte con los problemas.
Con frecuencia utilizas unas técnicas que suelen darte buenos resultados, por lo que
llegas a la conclusión de que siempre se comportarán de este modo. Estas técnicas se
convierten, por tanto, en tu modo «habitual» de desempeñar las tareas y
responsabilidades de tu puesto de trabajo. Sin embargo, las circunstancias cambian,
y lo que hasta ahora ha funcionado bien puede que deje de hacerlo de repente. No sin
cierta tozudez, hay gente que se empeña en seguir con sus hábitos; piensa que su
método no fallará porque nunca lo ha hecho. Las personas inteligentes, sin embargo,
reconocen y aceptan que el procedimiento habitual no es ahora el mejor para la
solución del problema, por lo que lo abandonan y buscan otro nuevo.
Un veterano profesor de administración de empresas fue contratado por una firma
propietaria de una cadena nacional de tiendas al por menor. Su misión consistía en
organizar y administrar un programa de formación para gerentes de tienda. Pues bien,
este profesor planificó las sesiones formativas sobre la base de las mismas técnicas
de enseñanza que él había empleado con éxito en la universidad. No obstante,
enseguida se dio cuenta de que sus lecciones no calaban en los cursillistas.
Después de unas pocas sesiones, el profesor y el director de formación de la
compañía se reunieron para analizar la escasa efectividad didáctica del programa. El
director de formación alegó que los asistentes al curso era gente activa y, por ello,
dada a aburrirse en sesiones formativas de ese estilo. El profesor le respondió que
su forma de enseñar era exponer una lección en cada sesión, añadiendo que, dado el
tiempo de que disponía, era la única manera de transmitirles todos los conocimientos
que tenían que asimilar. Remató su argumento asegurando que su método siempre
había funcionado bien y que a los cursillistas no les costaría trabajo acostumbrarse a
él. El director de formación no aceptó el razonamiento del profesor, por lo que le
dijo que debía procurar que los asistentes tuvieran una participación más personal y
activa en el proceso formativo.
El profesor reflexionó largo y tendido sobre esta cuestión. Pensaba que había
aplicado en el programa de formación lo que él consideraba un método por lecciones
interesante y, a veces, hasta ameno; método por el que había recibido no pocos
elogios. Cambiar su estilo suponía romper con un hábito que para él era muy
cómodo. Pese a esto, decidió intentar algo nuevo: se mantendría en un segundo plano
—aun cuando sabía que le iba a costar trabajo renunciar al sistema de lecciones— y
haría que la clase fuese más participativa.
En la próxima sesión se iba a tocar el tema del reclutamiento de personal. En lugar
de dictar la lección que había preparado, comenzó preguntándoles a los gerentes de
tienda sobre los problemas que habían encontrado para captar y seleccionar nuevos
empleados. Uno tras otro, los cursillistas le fueron contando pormenores acerca de
sus métodos, de sus éxitos y fracasos, y de las preocupaciones que les originaba este
asunto en particular. El profesor estuvo tentado de darles unas respuestas largas y
académicas, pero se refrenó; recordó la resolución que había tomado de que los
asistentes se implicaran más en el proceso.
Con gran satisfacción por su parte, el profesor fue testigo de cómo un gerente tras
otro le contaba sus experiencias, ayudando así a otros gerentes al revelarles sus
claves para el éxito y alertarles sobre posibles problemas que podrían tener. El
profesor suplementaba sus relatos con breves comentarios y resúmenes. Al final de
la sesión, comprobó que gran parte de lo que él tenía intención de tocar en su lección
se había cubierto a través de las declaraciones personales de los cursillistas, quienes
abandonaron la clase llenos de animación y deseando asistir a la próxima sesión.
El profesor reconoció ante el director de formación que el hecho de abstenerse de
no emplear su propio criterio en el desarrollo de la clase fue una de las cosas más
difíciles que había hecho en toda su vida; pero que, sin embargo, su esfuerzo tuvo su
debida recompensa, porque tanto él como los cursillistas tuvieron un encuentro grato
y fructífero.
LA FALTA DE RESOLUCIÓN
Si hacemos un recuento de los malos hábitos laborales, comprobaremos que uno
de los más comunes es la negligencia o la dejadez.
«Mañana, mañana, hoy no», es la coletilla que suele usar la gente holgazana.
No hay que ser un holgazán para no hacer las cosas a su debido tiempo o hacerlas
a última hora. La mayoría de la gente lo hace. En efecto, solemos aplazar hasta el
último minuto la realización de aquellos trámites o tareas que no nos gustan o les
tenemos miedo. Hay muchas razones para este comportamiento. Puede que nos
incomode lo que tenemos que hacer y que prefiramos hacer otra tarea distinta,
aunque a menudo remoloneamos porque tenemos miedo de equivocarnos.
En cualquier parte podemos encontramos con que una meritoria habilidad está
mediatizada —y, por consiguiente, condenada a hacer un trabajo mediocre— por la
influencia entorpecedora y amedrentadora del miedo. Gracias a ese execrable
monstruo que es el miedo, hay gente competente en cualquier actividad humana cuyos
esfuerzos no sirven prácticamente para nada o cuya capacidad para conseguir algo
loable está casi anulada; con el tiempo, el miedo es capaz de convertir a la persona
más decidida en un ser irresoluto, indiferente e ineficaz.
No hay ningún otro momento como el presente. Olvidémonos de otros instantes,
sólo podemos encontrar fuerza y energía en el presente. La energía que gastamos en
retrasar las tareas de hoy para mañana, sería más que suficiente para hacer el
trabajo. Además, es mucho más pesado y desagradable llevar a cabo una tarea que
ha sido pospuesta. Un trabajo que podía haberse hecho a su debido tiempo con
agrado y verdadero entusiasmo, se nos hace más penoso y pesado cuando se realiza
con un retraso de días o semanas.
La prontitud borra la monotonía y la penalidad de cualquier ocupación.
Generalmente, aplazar la realización de algo significa dejar de hacerlo, y voy a
hacer algo se convierte en no voy a hacerlo. Emprender una acción es como sembrar
una semilla: si no se hace en el momento preciso, se perderá su fruto. En este caso,
el verano de la eternidad no será lo suficientemente largo como para hacer madurar
el fruto de una acción retrasada.
Las personas que siempre actúan con presteza, aun cometiendo errores
ocasionales, siempre llevarán las de ganar con respecto a los morosos, incluso
aunque éstos tengan un criterio mejor.
He aquí algunas sugerencias para luchar contra la falta de resolución:
1. Escoge el hábito que deseas cambiar. Pon en tu punto de mira un hábito que no
solamente sea un elemento perturbador en tu vida, sino que también sea causa
de que no logres a tiempo tus objetivos. Selecciona un patrón de conducta
contraproducente sobre el que descargar tu descontento; procura cambiarlo para
darle un carácter constructivo.
2. Evalúa el problema. Una vez que hayas seleccionado el hábito, determina qué
es lo que realmente haces y qué es lo que de verdad desearías hacer.
Desmenuza un problema grande en partes más pequeñas y manejables.
3. Establece una meta y unos plazos que, aun representando para ti un desafío,
sean al menos alcanzables. Así es como deben ser las metas y sus plazos de
consecución. Si de manera apropiada y gradual expandes tus aspiraciones y
acciones, con toda seguridad alcanzarás a su debido tiempo los objetivos
deseados.
4. Prepárate para soportar la pena por la pérdida del hábito. Si antes o durante
el proceso del cambio del hábito sientes una punzante, aunque no profunda,
sensación de pérdida, no tienes por qué extrañarte. Quizá es que echas de
menos la satisfacción de encontrar errores en el trabajo de tus empleados
cuando los controlabas en demasía, o que te apena la perspectiva de dejar de
enorgullecerte —aunque tu trabajo estuviese plagado de equivocaciones— de
ser el empleado (o la empleada) más rápido de tu departamento. En realidad,
esto no tiene importancia alguna; con el tiempo, tu mente subconsciente se
adaptará a la nueva situación y dejarás de sentir la pérdida.
5. Consulta con un experto o asesor. Con objeto de aprovechar su experiencia y
conocimiento, pídele a un amigo o a un asesor profesional que actúe como tu
tutor en esta fase primaria del proceso. Este tutor te ayudará a establecer metas
y te proporcionará consejos y apoyo para manejar los molestos sentimientos
que posiblemente aflorarán en tu ánimo; además de esto, te hará sugerencias y te
estimulará si te quedas atrás.
6. Entra en acción. ¡Hazlo! No dudes en dar el primer paso. Enseguida empezarás
a recibir impresiones sobre lo que puedes o no puedes manejar junto con
información relativa a los recursos disponibles. Con toda seguridad lograrás
tener una idea bastante profunda del conocimiento, las aptitudes y los apoyos
que requieren una supervivencia vital.
7. Únete a grupos de personas que deseen romper con el mismo mal hábito o que
quieran desarrollar uno nuevo. Si varias personas tienen una meta común e
interactúan entre ellas, el apoyo que cada una presta a los restantes miembros
del grupo adquiere una dimensión añadida. Fíjate en esos grupos especialmente
organizados para ayudar a sus componentes a salir de determinadas situaciones
críticas. El grupo de los Alcohólicos Anónimos es un buen ejemplo de esto.
8. Actúa sistemáticamente. La modificación de la conducta es un proceso
evolutivo que, a menudo, tiene tres fases perfectamente diferenciadas. En la
primera fase tiene lugar la liberación por nuestra parte de ese patrón de
conducta que nos está perjudicando; en la segunda, se produce el cambio
propiamente dicho, mientras que en la tercera fase hacemos lo necesario para
aclimatarnos y dominar el patrón de conducta recién entrenado. La primera fase
implica el reconocimiento de los patrones de conducta perjudiciales y el inicio
de su abandono. La segunda fase está destinada a incorporar nuevas pericias,
herramientas, recursos y actividades positivas. Si el primer paso es depresivo,
la fase intermedia podría provocar ansiedad si aplicamos torpemente nuevas
ideas. La fase final se produce cuando por medio del ensayo y el error, y la
correspondiente práctica, conseguimos dominar el nuevo hábito. El cambio
comienza cuando nos sentimos más naturales.
9. ¡No tires la toalla! Una de las características más engañosas de la
modificación de la conducta es que, a veces, se produce un rápido aprendizaje
al principio del proceso, seguido de un preocupante estancamiento. Procura no
descorazonarte por esto. No seas demasiado optimista tras alcanzar rápidas
victorias, ni tampoco te desinfles a las primeras de cambio si tienes algún que
otro contratiempo. Se trata del natural flujo y reflujo de la vida; algo que te
mueve a levantarte y a seguir hacia delante cuando algún golpe traicionero te ha
hecho besar el suelo.
El éxito sólo se alcanza si siempre nos levantamos después de caernos, si
siempre recobramos nuestra presencia de ánimo después de tener miedo y si
siempre logramos tranquilizarnos después de sentir ansiedad.
10. Llega hasta el final. Llegar hasta el final del camino superando toda clase de
obstáculos y dificultades, es la característica esencial para terminar con
aprovechamiento cualquier proceso de aprendizaje. Romper, construir y
dominar una cadena intrincada de aprendizaje-conducta profundamente
arraigada es un proceso que se extiende a lo largo de toda la vida.
Segunda Parte
Para que tengas éxito en la dirección de los demás, tienes que estar
verdaderamente convencido de que tienes madera de líder. Para
convertirte en un dirigente, tienes que instilar en tu mente subconsciente
dos creencias muy simples: creer que lo que tú quieres puede suceder y
creer que sucederá.
No todas las personas de éxito son líderes; aunque, eso sí, todos los buenos
líderes son personas de éxito. No sólo son de por sí personas triunfadoras, sino que
al ser para los demás un ejemplo vivo, imbuyen en el ánimo de éstos el ansia de
triunfar. Los buenos triunfadores, además de saborear las mieles de su propio éxito,
se afanan en ayudar a los demás para que éstos, a su vez, tengan también éxito.
La creencia de que el líder nace y no se hace ha sido generalmente aceptada a lo
largo de las distintas épocas. De hecho, fue el fundamento del feudalismo y de la
monarquía absoluta. Incluso en América, en donde personas de origen muy humilde
han ocupado altos puestos, mucha gente todavía cree que estas personas llegaron tan
alto porque nacieron con los rasgos típicos del líder.
En la mayoría de las empresas hay ciertos hombres y mujeres que, tras escalar los
necesarios niveles jerárquicos, ocupan puestos de supervisión y alta dirección. ¿Son
todas estas personas «líderes natos»? La experiencia nos ha demostrado que no
tienen por qué serlo.
Las personas llegan a ser los titulares de un puesto de liderazgo y responsabilidad
por muchas y diversas razones: por antigüedad, por elección (en el sector público),
por nepotismo o porque desempeñan bien su trabajo. No suelen ser seleccionadas
por su experiencia o aptitudes para el liderazgo; de aquí que tengan que aprender a
ser líderes. El hecho de que una persona reúna las condiciones necesarias para
ocupar un puesto de mayor envergadura, no quiere decir que sea idónea para dirigir
el trabajo de otras personas. Esta persona tendrá que aprender a ejercer funciones de
liderazgo. Tendrá que estudiar técnicas de dirección, leer libros sobre el tema y
asistir a conferencias, así como poner en práctica lo que haya aprendido.
CARACTERÍSTICAS COMUNES DE LOS GRANDES LÍDERES
Aunque todos los grandes líderes, tanto del pasado como del presente, poseen
unos rasgos personales que los hicieron o los hacen grandes, hay ciertos aspectos de
sus personalidades que son comunes a todos ellos. En mi opinión, las cualidades que
poseen todos los dirigentes destacados son las siguientes.
2. Los grandes líderes suelen dirigir sus esfuerzos. Los grandes líderes saben lo
que necesitan y dirigen sus esfuerzos para conseguirlo. Las personas que no aprenden
a dirigir sus esfuerzos desde su más temprana edad (o sea, a concentrar todo su
poder en algo) nunca alcanzarán un señalado éxito. La gente que posee el don de la
unificación, aquella cuyos esfuerzos están persistentemente ligados a un objetivo
central, es la que por regla general consigue llegar hasta lo alto del muro. Esta gente
sabe que lo que cuenta no es la cantidad de trabajo que puede hacerse de una sola
vez —sin parar—, sino la que se consigue mediante un esfuerzo persistente y bien
dosificado. Es el esfuerzo firme y constante, la finalidad inexpugnable y el
entusiasmo inquebrantable los que ganan la batalla de la vida.
4. Los grandes líderes esperan más de ellos mismos que de los demás. El éxito
no depende exclusivamente de tu inquebrantable voluntad o de la confianza que
tengas en ti mismo, también depende de la confianza que inspires a los demás; ahora
bien, esta confianzaes en gran medida un reflejo de la que tú tengas contigo mismo,
ya que es producto del efecto que causa en ellos tu personalidad. Por consiguiente,
es tu propia actitud mental la que produce esta confianza en los demás. Tu impetuosa
afirmación es contagiosa. Se transmite a todo aquel con quien entres en contacto,
sobre todo a aquellos que tienes que dominar en calidad de profesor, orador,
abogado, agente de ventas, comerciante, posible empleado o de cualquier otra
manera. Hay algo casi mágico en el modo en que el sentido de la confianza se
transmite entre los humanos. Si lo adoptas o lo adquieres, te sorprenderá comprobar
lo rápido que se comunica a los demás; notarás cómo se incrementa su confianza en
tu capacidad para llevar a cabo cualquier cosa que te propongas.
Nunca pierdas la confianza en ti mismo. Si empiezas a dudar de tus capacidades y
de tus puntos fuertes, lee de nuevo el capítulo 2 de este libro y reforzarás el poder de
tu mente subconsciente en cuanto a mantener intacta tu autoconfianza.
7. Los grandes líderes son ambiciosos para ellos mismos, para su compañía y
para su gente. Por muy pobre que seas, por muy mal que te haya tratado la vida,
mira siempre hacia las alturas. No tengas miedo de apuntar demasiado alto. No
pierdas nunca de vista tu estrella. Deja que los demás te ridiculicen, si pueden, pero
no permitas que te hagan aflojar la fijeza de tu mirada. Es posar los ojos en una sola
estrella lo que ha distinguido a los grandes hombres y mujeres de todas las épocas.
Mary Kay Ash, la fundadora de cosméticos Mary Kay, atribuía su éxito a su
perenne ambición de llegar a lo más alto. Su carrera de ventas comenzó cuando se
asoció con Stanley Home Products, una firma dedicada a la mercadotecnia
domiciliaria. Mary Kay suele comentar que no tuvo éxito alguno en su primer año y
que estuvo a punto de abandonar. Esto cambió cuando asistió a su primer seminario
Stanley sobre ventas.
He aquí sus comentarios al respecto: «Allí vi cómo coronaban reina a esa alta,
esbelta, bonita y exitosa mujer por ser la mejor en un concurso de empresas, algo que
me hizo tomar la firme determinación —por muy imposible que pareciera— de ser la
reina el próximo año. Así que decidí subir y hablar con el presidente para decirle
que tenía la pretensión de ser la reina al año siguiente. No se rió de mí, sino que me
miró a los ojos, sostuvo mi mano y dijo: “Algo me dice lo que serás.” Esas palabras
me dieron aliento y, en efecto, fui la reina el año siguiente.»
Mary Kay abrió su propio negocio en 1963, en una tienda de Dallas de
escasamente cien metros cuadrados; y lo hizo con la ayuda de su familia, con cinco
mil dólares que eran los ahorros de toda su vida y con un equipo de vendedores de
sólo nueve miembros. A lo largo de los años y bajo su liderazgo, la compañía
experimentó un crecimiento continuo. Para demostrar su compromiso con ella misma
y con el éxito de su compañía, Mary Kay inculcó a sus vendedores la idea de fijarse
altos objetivos personales para luego trabajar duro con el fin de conseguirlos. En
2007, la organización Mary Kay contaba con más de un millón de agentes de ventas
autónomos y declaraba unas ventas brutas de más de dos mil cuatrocientos millones
de dólares.
LA DELEGACIÓN DE RESPONSABILIDADES
Uno de los requisitos básicos para triunfar como líder es la capacidad y la
disposición para delegar en tus subordinados la toma de decisiones. Hay muchos
directivos que son reacios a hacer esto y otros, sin embargo, admiten que no pueden
hacerlo todo. Estos últimos, generalmente los de mayor éxito como líderes, suelen
contratar y entrenar a la gente mejor preparada que encuentran y les permite tomar
decisiones en materias que entren dentro de su campo de especialización; de esta
forma abren un hueco en su agenda para dedicarlo a asuntos de una mayor
trascendencia.
La mayoría de los directivos tienen una carga de trabajo más grande que la que
pueden realizar en el transcurso de una jornada normal. Por tanto, para poder atender
a toda esta carga de trabajo, deben traspasar parte de ella a sus subordinados.
Delegar responsabilidades significa asignar a los subordinados deberes o tareas,
junto con los medios y la autoridad, para llevarlas a cabo. No se trata de que los
subordinados hagan las partes menos interesante y más desagradables de nuestro
trabajo. Para que una delegación sea como es debido, es necesario que se deleguen
aspectos significativos del trabajo. Esto no sólo libera al directivo de hacer algunas
tareas importantes, sino que también permite que los subordinados, al llevarlas a
cabo, adquieran más experiencia.
Algunos líderes empresariales me han confesado que están tan acostumbrados a
realizar muchas de las tareas que normalmente desempeñan, y a realizarlas tan bien,
que son reacios a asignárselas a otras personas. Unos de ellos me dijo: «Sin
quererlo, me sorprendo a mí mismo mirando por encima del hombro de mi gente para
ver cómo trabaja. No me siento cómodo delegando tareas.»
El punto de partida de esta cuestión es reconocer que, aunque puedas hacer el
trabajo con mayor rapidez y perfección que tus subordinados, tu tiempo es mucho
más valioso como para perderlo en asuntos de menor envergadura. A continuación te
doy algunas directrices que te permitirán delegar con efectividad y confianza:
Desea para los demás lo que deseas para ti mismo. He aquí la clave
de unas armoniosas relaciones humanas.
Todo el mundo, además de ser estimado, desea que sus méritos sean
reconocidos. Todo el mundo necesita sentirse importante en esta vida.
Date cuenta de que todas las personas que te rodean son conscientes de
su verdadera valía. Al igual que tú, estas personas sienten la dignidad
de ser una expresión del principio vital que nos anima a todos. Si de
manera consciente y con pleno convencimiento cumplimentas a los
demás en este aspecto, elevarás la moral de tus congéneres y, como
contrapartida, recibirás de ellos aprecio y buena voluntad.
Las personas que hablan bien, que poseen el arte de decir las cosas de
un modo atractivo, que por la fuerza de su discurso captan
inmediatamente el interés de los demás, cuentan con una gran ventaja
con respecto a aquellas otras que, aun teniendo más conocimientos, no
se expresan de palabra con facilidad o elocuencia.
Para sacar adelante el trabajo, tenemos que comunicarnos con la gente que labora
con nosotros. Sin palabras, ya sean orales o escritas, no es posible llevar a cabo
ningún trabajo.
Sin embargo, no es tanto lo que decimos, sino cómo lo decimos (o quizá cómo lo
escribimos), lo que determina que nuestras palabras surtan los efectos deseados.
Tenemos que estar seguros de que la gente con la que nos comunicamos no solamente
comprende lo que decimos —ya sea una orden, una sugerencia o una idea—, sino
que también lo acepta.
En nuestros días, la comunicación —lo que dices y cómo lo dices— puede ser un
factor determinante de tu éxito o de tu fracaso. Tenemos, por ejemplo, el caso de
Ronald Reagan: muchos americanos creen que su principal atributo era su habilidad
(y también su telegenia) para hacer que sus palabras causaran un gran efecto en los
votantes.
Esta cualidad, presente en casi todos los profesionales, hombres de negocios y
líderes políticos de mayor éxito, es algo que tú también puedes adquirir. Lo único
que necesitas es voluntad y determinación. En cuanto mejores tus habilidades
comunicativas, podrás presentar tus ideas a los demás (jefes, colegas, clientes,
compañeros de equipo e incluso amigos y familiares) de una manera más atractiva,
coherente y efectiva.
El poder de la palabra es mayor que el de las armas termonucleares o de las
bombas atómicas, y ello porque son las palabras las que en última instancia
determinan si se usan o no se usan estas armas. El poder de la palabra puede
utilizarse para que la energía atómica propulse un barco a través de los mares o
destruya una ciudad o una nación. En un seminario dedicado al perfeccionamiento de
las facultades de comunicación, se dijo a los asistentes que las palabras les
proporcionarían unas ventajas fabulosas. Se les sugirió que seleccionasen unas
cuantas palabras que fuesen atractivas para ellos y que las repitiesen verbalmente
una y otra vez durante más de diez minutos, dos veces al día. O si lo preferían, que
anotasen por escrito lo que deseaban llevar a cabo y que, de vez en cuando,
repasaran mentalmente sus notas; de este modo traspasarían gradualmente sus ideas a
la mente subconsciente.
Uno de los asistentes, un agente de seguros, afirmaba con rotundidad: «De ahora
en adelante sólo les ofreceré mis seguros a aquellos hombres y mujeres que estén
realmente interesados y que tengan dinero suficiente para invertir en la educación de
sus hijos y en su propio bienestar.» El persistente uso, por su parte, de esta
afirmación le ha permitido encontrar más gente interesada en la compra de seguros
que nunca. Las indicaciones de contacto parecían que le llegaban de forma
misteriosa. Esto hizo que este agente de seguros diese unos grandes saltos hacia
arriba en la escala de la vida y en todas sus distintas fases.
LA BUENA COMUNICACIÓN REQUIERE PREPARACIÓN
Tanto si te vas a dirigir a un grupo como si vas a tener una conversación cara a
cara con una sola persona, conviene que pienses por adelantado en lo que vas a decir
y cómo lo vas a decir. A veces no dispondrás de tiempo para prepararte y tendrás
que pensar sobre la marcha, pero lo normal es que si tienes que debatir algo, puedas
prepararlo antes, aunque te lo hayan notificado con poca antelación.
TEN UNA ACEPTABLE IDEA
DE LO QUE VAS A HABLAR O DEBATIR
Las comunicaciones que tengas en el trabajo versarán, por regla general, sobre
asuntos con los que estás perfectamente familiarizado: proyectos que tienes entre
manos, asuntos que caen de lleno en tu ámbito profesional o problemas relacionados
con la empresa. No obstante esto, siempre es conveniente repasar todos los detalles
para asegurarnos de que no se nos ha escapado algo importante y de que estamos
preparados para responder a cualquier pregunta.
Habrá veces en que te pedirán que informes sobre materias con las que no estés
familiarizado; por ejemplo, tu empresa quiere adquirir un nuevo software y te pide
que informes sobre su viabilidad. En casos como éste, debes abordar el asunto de
esta manera:
Infórmate y aprende todo lo que puedas sobre el asunto que te han encargado.
Para asegurarte de que la presentación saldrá bien, procura saber más de lo que
debieras saber.
Prepara notas sobre los pros y los contras de la compra que hay en perspectiva.
Si es necesario, propón soluciones y aporta cualquier otro dato que sea
apropiado.
En cualquier caso, tanto si el informe es para una persona sola (tu jefe, por
ejemplo) como si es para un grupo de directivos o técnicos, ve preparado para
contestar a cualquier tipo de pregunta que pudieran hacerte.
TEN CONOCIMIENTO DE A QUIÉN
O A QUIÉNES TE VAS A DIRIGIR
Otra barrera que impide que la comunicación sea fluida y libre es el temor que
muchas personas tienen de hacer sugerencias con las que luego su jefe (o jefa) no
esté de acuerdo; creen que esto lesiona en cierto modo el concepto que su jefe pueda
tener de ellas. Con el fin de no exponerse a un rechazo, estas personas prefieren
guardar para sí mismos sus ideas. Ahora bien, también existe la otra cara de la
moneda: hay supervisores que son reacios a desechar las sugerencias de sus
subordinados, por muy descabelladas que éstas sean, por temor a que el rechazo de
una idea pueda disuadirlos de hacer futuras propuestas.
Está claro que no puedes pensar de esta manera. Debes estimular en todo momento
a los que trabajan o tienen alguna relación contigo a que expresen sus ideas y hagan
sugerencias. Debes procurar rechazar las malas sugerencias con la mayor diplomacia
para no herir el amor propio de los que las hacen. Aquí tienes algunas ideas para que
el inevitable rechazo de algunas sugerencias no cause demasiado resquemor:
1. «La verdad es que no había pensado en eso. Lo mejor es que lo revise todo y
regrese con una propuesta más aceptable.» Una respuesta de este tipo te dice
que has estimulado a tu colaborador hasta tal punto que está dispuesto a llevar a
cabo lo que sea necesario para hacer el programa más operativo.
2. «Pues no, no había caído en eso; ¿qué hago entonces?» Esta —( respuesta es
indicativa de que tu colaborador reconoce que tu objeción está justificada, pero
en vez de buscar personalmente una solución, lo que hace es trasladarte el
problema para que tú lo resuelvas. En situaciones como ésta, uno tiene de
momento la tentación de decirle al colaborador qué es lo que tiene que hacer,
sobre todo si hay premura de tiempo en cuanto a terminar el trabajo en el plazo
establecido. No obstante esto, lo más indicado es acostumbrar a la gente a que
resuelva sus propios problemas. Tu respuesta, por tanto, debería ser: «¿Por qué
no pules esto y hablamos de ello más adelante, esta misma semana?»
3. El colaborador contesta a tus preguntas y te das cuenta de que él está en lo
cierto y, por consiguiente, tus objeciones no tienen fundamento. En este caso, le
das las gracias por aclararte el punto en cuestión y sigues adelante formulándole
la próxima pregunta.
— Mira a tu interlocutor.
— Sírvete de expresiones faciales para mostrar tu interés. Da a entender que
estás atento a la conversación asintiendo o negando con la cabeza o mediante
gestos.
— Haz preguntas acerca de lo que se está hablando.
— No interrumpas.
— Sé empático. Para ser un buen escuchador, o un buen conversador, tienes que
tener la capacidad de ponerte en el lugar del otro, de compartir su vida
aunque sólo sea por un instante.
Henry recitó estas verdades mañana, tarde y noche, por lo que llegó a aprenderse
de memoria toda la oración. Vertió sobre estas palabras vida, amor y significado.
Por ósmosis, estas ideas atravesaron las capas de su mente subconsciente y se
aposentaron en ella, lo cual originó que se convirtiera en otro hombre. Escuchemos
sus palabras: «He aprendido a salir de la mediocridad, a no formar parte del montón.
Las cosas me ruedan muy bien. Me han ascendido en mi trabajo. Ahora le encuentro
sentido a ese pasaje bíblico, que dice: “Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos
atraeré a mí mismo”.»
Se dio cuenta de que el problema estaba dentro de él; en consecuencia, decidió
cambiar sus pensamientos, sus sentimientos y sus reacciones. Aunque requiere
decisión, perseverancia y un fuerte deseo de transformación, todo el mundo puede
hacer lo mismo.
DEVUELVE BIEN POR MAL
A nadie le sorprende el hecho de que haya gente difícil en este mundo. En nuestras
relaciones diarias nos encontramos con personas que son discutidoras, insolidarias,
irascibles, cínicas y avinagradas. Algunas de ellas están enfermas, psicológicamente
hablando. Su mente se ha deformado y distorsionado, quizá debido a experiencias
que tuvieron en el pasado. Para otras personas, las causas habría que buscarlas en el
estrés que produce el trabajo o los problemas personales.
¿Qué hacer cuando nos toca tratar con alguien así? Nuestra primera reacción es
devolverle a modo de repulsa su energía negativa. Pero para hacer esto, tienes
primero que —con todas las malas consecuencias que podría tener para tu propio ser
— darle cabida a su negatividad dentro de ti mismo. En lugar de esto, haz un
esfuerzo y devuélvele «bien por mal». Esto, por una parte, te crea una especie de
armadura que impide que sus malos modos y su actitud desagradable te afecten y, por
otra, abre quizá la posibilidad de que tu manifestación de compasión y comprensión
pongan en marcha un proceso que cambie su carácter.
Doña Desatinada era una mujer envidiosa que odiaba a la persona de su oficina
encargada de supervisar su trabajo. Cualquier cosa la molestaba o la hería. Este
carácter le ha costado unas úlceras de estómago y tener una presión arterial por las
nubes. Sin embargo, desde el momento en que descubrió el principio espiritual del
perdón y de la buena voluntad, se dio cuenta de que tenía acumulados muchos
sentimientos de rencor e inquina, y que estas actitudes negativas y detestables se
estaban enconando en su mente subconsciente.
Con la intención de aclarar y arreglar las cosas, trató de hablar con su
supervisora, pero ésta le dijo que no tenían nada que decirse. A pesar de ello, y en
un nuevo esfuerzo para suavizar las relaciones, doña Desatinada puso todo lo que
estaba en sus manos para reforzar en su interior los principios de armonía y buena
voluntad. Para ello, todos los días, diez minutos antes de acostarse y diez minutos
antes de ir al trabajo, afirmaba lo siguiente: «Rodeo a mi supervisora con
sentimientos de armonía, amor, paz, alegría y buena voluntad.»
Esto para ella no era ninguna tontería; sabía lo que hacía y por qué lo hacía. Estos
pensamientos o ideas calaron hasta llegar al subconsciente. Sólo hay una mente
subconsciente, por lo que la otra persona se dio cuenta enseguida del cambio. Doña
Desatinada se dijo así misma: «Ahora noto que hay armonía, paz y comprensión
entre nosotras. Siempre que pienso en mi supervisora, digo: “Que el amor de Dios
ocupe toda tu mente”.»
Pasaron algunas semanas y doña Desatinada fue a San Francisco en viaje de
negocios. Al ir a sentarse en el avión, descubrió que sólo había un asiento vacío y
era uno que precisamente estaba al lado del que ocupaba su supervisora. Doña
Desatinada la saludó con toda cordialidad, siendo correspondida con otro saludo
igualmente afable. El tiempo libre que tuvieron en San Francisco lo pasaron juntas y
se divirtieron mucho. En la actualidad son muy buenas amigas. Además, las
relaciones de ambas con los restantes compañeros de trabajo mejoraron tanto, que
las dos fueron ascendidas a puestos de mayor responsabilidad.
La inteligencia infinita preparó el terreno para que se solucionara este conflicto, y
lo hizo de una forma que doña Desatinada desconocía. El cambio de su modo de
pensar lo transformó todo, y en este todo está incluida la curación de sus úlceras y de
su hipertensión. Se estaba haciendo daño a ella misma. Ninguna otra persona,
excepto tú mismo, es responsable de lo que pienses o sientas, y ello porque tú eres el
único pensador de tu universo. Tú eres el único responsable de tu forma de pensar
con respecto a los demás.
CAMBIA LA ESTRUCTURA DE TU MENTE
Lee Y., un camarero que prestaba sus servicios en un restaurante de un hotel de
lujo de Hawái, nos relató cómo afrontó el hecho de tener que atender a un cliente
particularmente irascible. Este cliente, multimillonario y excéntrico por más señas,
dejaba todos los años el continente para hospedarse en el hotel en que Lee prestaba
sus servicios. Era de un natural tacaño y nunca se dignaba a darle una propina a un
camarero o a un botones. Y por si esto fuera poco, era grosero, irrespetuoso, rudo y
de lo más desagradable. Nada le satisfacía. Se quejaba constantemente de la comida
y del servicio. Le sirviesen como le sirviesen, siempre abominaba de los camareros.
Escuchemos lo que Lee dice de él: «Me di cuenta de que era un hombre enfermo.
Un kahuna (sacerdote nativo hawaiano) me dijo que las personas como ésta son así
porque algo les está royendo en su interior. Oído esto, decidí matarlo a fuerza de
amabilidad.» En efecto, Lee empezó a tratar sistemáticamente a este hombre con la
más exquisita cortesía, amabilidad y respecto. A la par que lo hacía, afirmaba para
sus adentros: «Dios le ama y le cuida. Veo en él a Dios y él ve a Dios en mí.»
Estuvo practicando esta técnica durante un mes, al final del cual este excéntrico
multimillonario le dijo por primera vez: «Buenos días, Lee. ¿Qué tiempo tenemos
hoy? Eres el mejor camarero que me ha servido.» Lee se quedó atónito. «Casi me
desmayé —fueron sus palabras—. Esperaba un gruñido, y en cambio recibí un
cumplido. Cuando dejó el hotel me dejó quinientos dólares de propina.»
Las palabras son la expresión sonora de un pensamiento. De aquí que las palabras
y los pensamientos de Lee fuesen dirigidos a la mente subconsciente de ese huésped
gruñón y arisco. Unas y otros lograron poco a poco derretir el hielo alojado en su
corazón, lo que le hizo comportarse con un cariño y una amabilidad inusitados.
«M I COMPAÑERO DE MESA DE TRABAJO
ES UN SUCIO Y UN DEJADO»
Sandy L., una directora de arte a tiempo parcial, compartía su mesa de trabajo con
otro compañero que tenía la mala costumbre de no limpiar ni recoger sus cosas antes
de marcharse. Sandy consultó con el director de recursos humanos qué podía hacer
para que su compañero de mesa fuese más cuidadoso y limpio. El director le sugirió
lo siguiente: «La cosa es muy sencilla: pedirle que sea más limpio y ordenado.
Ahora bien, para limar asperezas, díselo en persona en vez de dejarle una nota,
aunque esto te suponga ir al estudio en tu día libre. Podrías decirle que le
agradecerías mucho que despejara sus cosas de la mesa antes de irse, ya que tenías
miedo de perder sin querer algunos de sus papeles.»
Sandy hizo caso de la sugerencia y, tras ponerla en práctica, informó que este
modo de solucionar un problema, sin crear otro, había funcionado muy bien. Su
ruego dio como resultado que su compañero colocara bandejas separadas de entrada
de trabajo y, además, que ordenase y limpiase diariamente la mesa que compartían.
Con objeto de manejar con buen tino una situación que podría originar una fuerte
fricción entre ellos, Sandy tuvo que sufrir algunas molestias, pero habida cuenta del
buen resultado obtenido, las dio por buenas.
EL TRATO CON PERSONAS POSEEDORAS
DE UNA ACTITUD NEGATIVA
Procura que tu gente lleve un registro de éxitos (véase capítulo 13). Haz que
cada trabajador (o trabajadora) anote en este registro cualquier hazaña laboral
de la que esté especialmente orgulloso y por la cual haya sido felicitado. Estos
hechos son una prueba de que el trabajador —que ahora cree que no sirve para
nada— ha tenido éxitos en el pasado y sirven, por consiguiente, para reforzar su
convicción de que también podría tenerlos en el futuro.
Cuando observes que uno de tus empleados empieza a tener un mal concepto de
sí mismo, alaba con moderación cada uno de sus logros y felicítalo por
cualquier detalle que indique un avance en su trabajo. También es importante
que cuando te exponga una buena idea o haya hecho una aportación beneficiosa
en los debates del grupo, le des al hecho la relevancia y la consideración que se
merezca. Ten en cuenta de que las personas que pasan por una racha de baja
autoestima necesitan que se les recuerde constantemente que tú, como
supervisor, confías en ellas y sientes respeto por ellas.
Con tacto, procura asignarle al empleado tareas que estés seguro de que pueda
hacer; además, estate un poco atento para poder proporcionarle, en el momento
oportuno, la formación, el adiestramiento o el apoyo que pudiera necesitar para
llevar a buen fin sus tareas. Coronar algo con éxito es el procedimiento más
seguro para restaurar o elevar la autoestima.
Sugiere al empleado en cuestión que acuda a seminarios particularmente
estructurados para devolver la autoestima a la gente, así como a programas que
le ayuden a actuar con asertividad. Proporciónale libros o DVD que le faciliten
la adquisición de los rasgos deseados.
Suponte que alguien se acerca a ti y te dice: «Te daré 86.400 dólares al día, pero
con la condición de que te los gastes todos en veinticuatro horas.» Esto implica que
cada día recibirás y gastarás exactamente la cantidad acordada, ni más ni menos; así
que no podrás guardar ni ahorrar ningún dinero sobrante. ¿No sería esto un
maravilloso regalo? Pues bien, Dios nos otorga a cada uno de nosotros un regalo
similar, ya que a lo largo de nuestra vida pone a nuestra disposición diariamente
86.400 segundos. Y por nuestra parte, no nos queda otro remedio que utilizar cada
día, uno a uno, todos esos segundos. No podemos ahorrarlos ni tampoco guardarlos
para otra ocasión mejor. Podemos desperdiciarlos en actividades más o menos
frívolas o dejarlos pasar sin hacer absolutamente nada. Podemos, asimismo, hacer
uso de ellos para desarrollar nuestro intelecto, para trabajar o divertirnos, para estar
con nuestra familia y amigos o para ayudar a otras personas. Dale el mejor uso a este
regalo que, en definitiva, es un regalo de Dios.
EL CONTROL DE TU TIEMPO
De hecho, no somos muy conscientes del poder que tenemos en lo que se refiere al
control de nuestro tiempo. Somos como aquella pobre mujer que, habiendo vivido
toda su vida en una zona despoblada del país, un día se mudó a un pueblecito en
donde —con gran sorpresa por su parte— descubrió que su nueva morada estaba
iluminada por algo que se llamaba electricidad. Esta mujer no sabía nada acerca de
la luz eléctrica, nunca la había visto, por lo que las pequeñas bombillas de ocho
bujías instaladas en la casa le parecían algo maravilloso.
Un buen día, al cabo del tiempo, llegó un hombre que vendía una nueva clase de
lámpara eléctrica. El vendedor le pidió a la mujer que, para que viese la diferencia
entre una y otra, le permitiese sustituir una de sus pequeñas bombillas por una de las
suyas de dieciséis bujías. La señora dio su consentimiento y cuando, tras el cambio,
se dio la luz de nuevo, se quedó boquiabierta de asombro. Le parecía cosa de magia
que una pequeña bombilla pudiese dar una luz tan maravillosa; casi parecida a la luz
del Sol. Por mucho que se lo propusiese, nunca podría llegar a pensar que la energía
causante de la nueva intensidad lumínica no había cambiado, que había estado allí
todo el tiempo, que ese enorme incremento de luminosidad provenía de la misma
clase de corriente que había alimentado su bombilla de ocho bujías.
Lo más probable es que nos sonriamos ante la ignorancia de esta pobre mujer; sin
embargo, la mayoría de nosotros somos incluso más ignorantes de nuestro propio
poder que lo era ella del poder de la energía eléctrica. De principio a fin nos
pasamos la vida sirviéndonos de una bombilla de ocho bujías, creyendo que éste es
todo el poder que nos ha sido otorgado, que es todo el que está a nuestro alcance o
que el destino nos ha concedido; tenemos, en definitiva, el convencimiento de que
estamos limitados a una bombilla de ocho bujías. Nunca se nos ha pasado por la
imaginación que una corriente infinita, una corriente que perpetuamente nos baña,
inundaría nuestra vida de luz, de una luz inconcebiblemente brillante y bella; y que si
pusiésemos una bombilla más grande tendríamos una mayor conexión con el
suministro de la corriente infinita. El cable suministrador que utilizamos es tan
delgado que sólo una pequeña parte de la gran corriente puede fluir a su través; nos
valemos sólo de unas pocas bujías cuando tenemos a nuestra disposición millones de
ellas. En efecto, un suministro ilimitado de esta corriente infinita es nuestro, está ahí
para que nos sirvamos de él, para que lo expresemos.
Nuestro tiempo es como esta corriente. Muchos de nosotros nos contentamos con
usarlo como si fuese una bombilla de ocho bujías, cuando tenemos potencial en
nuestro interior para emplear nuestro tiempo de una manera mucho más ventajosa.
Así como cambiando a una bombilla de luminosidad más intensa podemos tener una
luz más brillante, cambiando a una administración del tiempo más coordinada y
eficaz podemos lograr muchas más cosas en la vida.
RELACIONA TUS METAS CON EL TIEMPO
DE CONSECUCIÓN
Aumenta tus ventas repitiendo estas palabras una y otra vez: «Mis
ventas se incrementan día a día. Los negocios me van muy bien y cada
vez me hago más rico.»
Tanto en tu trabajo como en otros aspectos de tu vida tendrás que persuadir a otras
personas de que acepten tus ideas o puntos de vista. Para conseguirlo, debes abordar
el asunto con mentalidad de vendedor. El estudio y la aplicación de las técnicas que
emplean los vendedores te harán mucho más eficaz en esto de convencer a los
demás.
De los muchos elementos que entran en el campo de la venta científica, ninguno es
tan esencial como la persuasión. Los vendedores muchas veces se tropiezan con
posibles clientes cuya mentalidad es completamente opuesta a la suya propia. El
cliente no quiere la mercancía que se le está ofreciendo, o por lo menos piensa que
no la necesita, por lo que no está dispuesto a comprarla. Esto le hace ponerse en
guardia para no dejarse persuadir; esto es, de que le hagan hacer una cosa que no
desea hacer.
Sin embargo, unos minutos más tarde vemos cómo compra de buen grado el
artículo, lo paga y lo hace plenamente convencido de que realmente lo necesita. El
arte de la persuasión o del convencimiento ha hecho que su actitud cambiara
radicalmente; y lo ha hecho después de ser sometido a un proceso de sucesivos
pasos lógicos dados siguiendo un orden determinado, ya que de no ser así no se
hubiera conseguido la venta.
P UEDES APRENDER A SER UNA PERSONA PERSUASIVA
Así como hay personas que nacen con un don natural para la música o para otras
artes, también hay ciertos hombres y mujeres que poseen en alto grado unas
cualidades innatas para persuadir a los demás a que piensen como ellos piensan.
Si bien es cierto de que hay gente que tiene una mayor capacidad natural que otra,
no es menos cierto también que la mayoría de las personas pueden, por medio del
entrenamiento, adquirir la habilidad necesaria para practicar la persuasión con
buenos resultados. Incluso si consideramos el caso de una persona que esté dotada
de un talento natural en varios ámbitos de la actividad humana —tales como
atletismo, oratoria y negocios—, es posible entrenar a otras personas sin talento
natural para equipararlas con ella.
No atribuyas la pérdida de una venta o una mala gestión empresarial a la «mala
suerte». Hechos como éstos casi siempre tienen su origen en la ignorancia de la
ciencia de la venta o de la dirección de empresas. Los negocios son como una
ciencia, por lo que cualquier persona que lo intente con ganas, seriedad y
determinación puede llegar a ser una experta en este campo.
Fijémonos en la actividad donde la persuasión es un elemento esencial: la venta.
Aunque lo que vendas no sea un producto o un servicio, sino tus ideas, debes
considerarte en todos los sentidos un vendedor.
Para cerciorarte de que posees la habilidad de persuadir, debes analizar tu talento.
En asuntos como éste, sin embargo, hay que tener presente que la naturaleza humana,
sobre todo durante la juventud, es eminentemente plástica, por lo que puede ser
moldeada por los demás o por uno mismo.
Incluso aunque no tengas un evidente talento para la venta, puedes llegar a
adquirirlo. Por medio de una preparación apropiada, lo cual implica leer, observar,
escuchar y practicar adecuadamente, puedes desarrollar la necesaria habilidad y
convertirte en un buen vendedor.
CAPTA LA ATENCIÓN DE LA OTRA PERSONA
Con objeto de convencer a la otra persona de que compre tu producto o servicio, o
de que acepte tus ideas, tienes que captar primero toda su atención, ya que si no lo
consigues, nada de lo que digas será tomado en consideración. Siempre es difícil
atraer la atención de alguien que, en el mejor de los casos, no le interesa para nada
lo que le vas a contar y, en el peor, que está predispuesto de alguna manera en contra
tuya. A pesar de este inconveniente, es absolutamente necesario contar primero con
la atención de la otra persona si queremos persuadirla de que dé el sí a nuestras
pretensiones.
Si se trata de una persona con la cual trabajas, puedes conseguir su atención
comentándole algo que tú sabes que será de su interés. Para captar la atención de una
persona así, no es necesario hablarle de temas triviales o ajenos al trabajo; una
pregunta directa o un comentario sobre el asunto en cuestión es un buen primer paso.
Por ejemplo, si lo que deseas es convencer a un colega de que forme parte de una
comisión que va a estudiar y evaluar un nuevo equipo, un comentario acerca de las
frecuentes averías del equipo actual seguramente atraería su atención.
A veces tienes que recurrir a medidas espectaculares para ganarte la atención de
la gente que es reacia a aceptar lo que vendes. En un ránking realizado en los
primeros años de la década de los noventa, Continental Airlines ocupó el último
lugar en lo que al servicio al cliente se refiere de entre las diez compañías aéreas
más grandes. La burocracia estaba presente en todo, desde la determinación del
color de los lápices a utilizar en las tarjetas de embarque hasta la forma en que debía
doblarse un formulario. Observar las instrucciones contenidas en el libro de normas
—había realmente uno— era mucho más importante que aportar ideas originales. No
había tiempo que perder. Para imbuir la idea de que el libro de normas debía
desaparecer de una vez para siempre, Gordon Bethune, a la sazón consejero
delegado de la compañía, reunió a un grupo de empleados en el aparcamiento al aire
libre del edificio. Tiró el libro de normas dentro de un bidón de doscientos litros, lo
roció con gasolina y le prendió fuego. La noticia se extendió «como la pólvora»,
algo que le sirvió a la compañía continental para iniciar la recuperación de la moral
de sus empleados y su andadura hacia el éxito.
Para atraer la atención no hay que llegar a este grado de espectacularidad. A
veces bastará con una pregunta clave. Componiendo la frase de forma que dé a
entender que podrías tener la solución de un problema, harás más segura la
posibilidad de que la otra parte te preste atención. Cuando Darlene D. quiso
venderle a su jefe la puesta en funcionamiento de un programa de tiempo flexible en
su departamento, lo abordó de la siguiente manera: «Dave, me consta que te
preocupa la escasa productividad de nuestra plantilla. Una de sus causas son las
dificultades con las que nos tropezamos cuando intentamos contratar buenos
empleados administrativos. Si hubiese alguna forma de atraer a gente mejor
preparada, estoy segura de que te gustaría conocerla, ¿no es así?» La única respuesta
que Dave podría dar a esta pregunta sería un «sí». Por lo pronto, tras este «sí»,
Darlene contaba ya con la expectación de su jefe y, por consiguiente, con un
ambiente favorable para exponerle el asunto del programa de tiempo flexible que
deseaba instituir en su departamento.
Otra forma de ganar la atención de alguien es siendo original o novedoso. Natalie
Carlson, responsable de la sección de ropa de Travel Smith, una firma de artículos
de viaje, obtuvo la atención de su jefe dirigiéndose a él de este modo: «Pregúntale a
cualquier fémina cuál es el elemento más esencial en el equipaje de una mujer. Lo
más probable es que te diga “un sencillo vestido negro”.» Scott Sklar, consejero
delegado adjunto de Travel Smith, no creía que los vestidos deberían figurar en el
catálogo de la firma. Carlson, por su parte, opinaba lo contrario. Esta directiva
pasaba algunas temporadas en París —su esposo trabajaba en esa capital— y sabía
que ella estaba en lo cierto. Así que, en uno de sus viajes, se puso a la caza del
perfecto vestido negro de tejido inarrugable que la hiciera sentirse cómoda en las
cenas de sociedad entre las demás mujeres presentes. La caza resultó infructuosa,
por lo que diseñó y confeccionó por su cuenta un sencillo vestido de viaje de color
negro; pronto quedó demostrado que una prenda de esas características resolvía el
problema. Sklar escuchó sus argumentos y quedó convencido. Resultado: el sencillo
vestido de viaje de color negro e inarrugable se convirtió desde entonces en el
artículo estrella del catálogo de la compañía. Esto motivó a que ascendieran a
Natalie Carlson al puesto de vicepresidenta de promoción de productos.
DESPIERTA EL DESEO
Una vez que consigas atraer la atención de la otra persona, el próximo paso es
conseguir que se sienta vivamente interesada en la cuestión que le vas a plantear.
Para ello debes crear en ella el deseo de aceptar la idea que le estás proponiendo. Si
se despierta este deseo, la aceptación es casi segura. En estos casos, lo mejor es
tocar las fibras sentimentales del ser humano; es decir, intentar llegar a su corazón
más que a su intelecto.
Nunca podrás predisponer a una persona a la aceptación de lo que sea, si le
hablas de lo que tú quieres. Antes que nada, lo que debes hacer es tantear lo que esa
persona realmente quiere. ¿Qué es lo importante para ella? ¿Qué es lo que podría
moverla a decir que «sí»? Para ello tienes que escuchar atentamente lo que la
persona dice al contestar a tus preguntas. Escucha con todo cuidado. Éstate al tanto
para captar al vuelo sutilezas que podrían revelarte cuál es el auténtico interés de la
persona. Luego adaptas tus comentarios, de suerte que concuerden con sus deseos;
hecho lo cual, estás en el camino correcto para «salirte con la tuya».
Hace poco hablaba con unos amigos sobre la rápida ascensión de un joven
vendedor que sorprendió a todos los que le conocían. Uno de mis amigos dijo que
todo el secreto estribaba en su maravillosa capacidad para inducir a la gente a
cambiar de parecer; o sea, para hacer que el futuro comprador viese las cosas como
a él le interesaba que las viera. Este amigo mío aseguró que nunca había conocido a
una persona que tuviese tanta habilidad para conseguir que los demás pensaran como
él quería que pensaran. «Y esto —añadió— es la esencia, la quintaesencia, si me
apuras un poco, de la venta; es decir, la capacidad para hacer que los demás vean las
cosas como las vemos nosotros.»
¿Cómo se consigue esto? De una manera muy simple: buscando y encontrando lo
que hay en el corazón de nuestro posible cliente. ¿Qué es aquello entonces que llega
al corazón del futuro cliente y le hace cambiar de parecer? Pues lo que se conoce por
«el factor clave». Escuchando atentamente, observando las expresiones faciales y el
lenguaje corporal del otro, podemos apuntar directamente hacia el factor clave y dar
en el blanco. «La mayoría de la veces —me decía este amigo— es un factor
sentimental más que práctico.»
Los profesores que mejor enseñan no son siempre los que saben más, sino
aquellos que consiguen llegar al corazón de sus alumnos, aquellos que actúan con
amabilidad, interés y simpatía; cualidades éstas que, aparte de las académicas,
suelen caracterizar al buen profesor. Estas mismas cualidades nos dan a todos
nosotros los ingredientes básicos para ser persuasivos.
Si bien en estos menesteres la agudeza de ingenio es indispensable, aunque no
tanto como la educación y la inteligencia, lo que de verdad hace a la persona querida
y exitosa son las cualidades asociadas con la calidez del corazón humano.
SÉ SINCERO
Algunas personas poseen algo así como un poder hipnótico, al que llaman
persuasión, que les permiten obtener enseguida lo que quieren; sin embargo, en
algunas ocasiones este poder de persuasión no se ejercita con honestidad, algo que a
la larga perjudica seriamente a la actividad empresarial. Un ejemplo de esto lo
tenemos en el vendedor fascinador y liante que suele conseguir más pedidos que
nadie, pero que su forma de trabajar da lugar a que se pierdan clientes y se resienta
la reputación de la compañía. Mucho mejor es ese otro que, aunque no venda tanto,
sí hace muchos más amigos y retiene a más clientes, toda vez que mira por los
intereses de éstos al tratar sólo de venderles lo que más les conviene comprar. Al
tener en cuenta sus necesidades, estos agentes de venta ganan también su confianza y
buena voluntad, lo que les permite establecer con los clientes una larga y lucrativa
relación comercial. La habilidad para hacer que los demás piensen como tú quieres,
tiene un tremendo poder e implica una gran responsabilidad; esto es así porque si no
se usa con tacto y honradez, podría producir un efecto bumerán y herir a más de uno
que la utiliza. Los vendedores irresponsables serían pronto tachados de «charlatanes
y engañabobos» y recibirían la repulsa de la clientela.
En la actualidad, lo que la mayoría de la gente prefiere es el vendedor aséptico y
claro que le habla sin rodeos; o sea, que va directamente al grano. No obstante esto,
los vendedores dotados de poderes persuasivos pueden además hacer una
presentación del producto o del servicio, de forma que el posible comprador se
lleve la impresión de que su interlocutor es un amigo y que está de verdad velando
por sus intereses. A nadie se le ocurre la idea de que está siendo «manipulado»;
ahora bien, independientemente de si a la otra persona le gusta o no la adulación,
basta que intentes manipularla para que se pongan tus intenciones en entredicho.
Sin embargo, unos elogios dispensados con tacto y sinceridad serán unos buenos
coadyuvantes para tu causa. Por otro lado, ten presente que la persona con la que
estás tratando estará siempre en guardia para no caer en cualquier clase de engaño y
para descubrir la más ligera evidencia de falsedad. A nadie le gusta ser timado ni
tener la sensación de que ha claudicado. Recuerda, sobre todo, que no podrás
encontrar en parte alguna un sustituto para la sinceridad.
TOMA EN CONSIDERACIÓN LOS INTERESES DE LA OTRA PERSONA
No encontraremos nada en nuestra existencia que sea de una absoluta
transparencia, simplicidad, honradez y bondad. La regla de oro es la única norma de
conducta que hará que consigamos un éxito verdadero en cualquier clase de negocio.
Si tienes duda de cómo tus actos afectarán a otra persona, hazte esta pregunta:
«¿Me gustaría que alguien me hiciera a mí lo mismo?»
Cuando se le preguntó a Nathan Straus —conocido filántropo y uno de los
primeros copropietarios de los grandes almacenes Macy— qué era lo que había
contribuido más a su fulgurante carrera, replicó: «Siempre he mirado por la persona
que estaba en la otra parte de la transacción.» Solía decir que podía soportar —
aunque sus pérdidas fuesen cuantiosas— hacer un mal negocio, pero nunca se
perdonaría contribuir a que la persona que comerciara con él hiciera un mal negocio.
Al considerar siempre la transacción desde el punto de vista de las otras partes
involucradas, Straus lograba darles la impresión de que lo que se estaba haciendo
era en beneficio de todos.
ESTUDIA A LA OTRA PERSONA
Un importante paso para convertirte en una persona persuasiva es hacer un
análisis de tu capacidad para evaluar y catalogar a los seres humanos; o sea, para
determinar sus rasgos de personalidad. Asígnate la tarea de estudiar el carácter de
las personas y de analizar los motivos que las impelen a actuar.
La pericia para desentrañar las características de la personalidad es una
herramienta tan valiosa para el persuasor como lo es el conocimiento de las leyes
para el abogado o la aptitud para emitir un diagnóstico para el médico.
independientemente de cuál sea su vocación o profesión, las personas capacitadas
para interpretar la naturaleza humana, aquellas que captan al vuelo la forma de ser de
la gente y pueden llegar a una estimación rigurosa de su carácter, cuentan con una
gran ventaja en comparación con las demás.
La habilidad para escudriñar los entresijos del carácter de las personas es una
cualidad susceptible de ser cultivada, y no hay mejor oportunidad para este cultivo
que cuando, por la razón que sea, nos relacionamos con numerosas personas. Es en sí
mismo un proceso formativo, adquirir el hábito de medir, pesar y estimar las
características caracterológicas de las gentes que vamos conociendo, puesto que de
esta forma mejoramos nuestras propiedades de observación, agudizamos nuestras
facultades perceptivas y pulimos nuestro criterio.
Los hombres y las mujeres que de alguna manera han triunfado en sus respectivas
carreras, atribuyen esta feliz circunstancia al conocimiento de la mentalidad y de la
motivación de las personas con las que se han relacionado. Esto les ha permitido
mantener con sus jefes, subordinados, colegas, clientes, vendedores y público en
general unas relaciones efectivas, fluidas y armoniosas.
No existen dos mentalidades exactamente iguales y se pueden abordar cada una de
ellas a través del método de la menor resistencia. Entérate de los intereses
particulares de la otra persona. Si sabes que alguien es un apasionado de la música,
un gran aficionado al golf o un buen conocedor de arte, eres poseedor de una
información que, sin duda, te servirá para entrarle con buen pie al comprador.
Los vendedores punteros tienen por sistema enterarse con anterioridad de los
intereses, aficiones y de las cosas que especialmente les preocupan a sus posibles
compradores, tales como equipos deportivos que defienden, las edades de sus hijos
y otros detalles similares; información que luego integran en sus presentaciones de
productos o servicios. Esto funciona igual de bien cuando te relacionas dentro de tu
empresa con gente con la que debes mantener buenas relaciones para poder ascender
por la línea jerárquica de la compañía.
Cuando se trata de evaluar a personas, no hay que precipitarse en llegar a
conclusiones ni tampoco tomar determinaciones rápidas. Mantén tu decisión en
suspenso hasta que hayas interpretado los caracteres jeroglíficos escritos en la cara y
en las maneras de la persona en cuestión; todos estos detalles son significativos y
pueden orientarte algo. Interpreta todos los signos o manifestaciones indicativos de
su carácter (o sea, acumula todas las pruebas que puedas en vez de actuar sobre la
base de una primera impresión), ya que, en gran medida, todo depende de la
exactitud de tus juicios. Vuelve a leer lo escrito sobre lenguaje corporal en el
capítulo 14.
La cara es el espejo del alma, es la manifestación externa de lo que está
sucediendo en el interior del cuerpo; por ello, es importante aprender a interpretarla
de una manera rápida y fidedigna. Las expresiones faciales, la actitud, los ademanes,
el lenguaje y la forma de mirar son letras del alfabeto del carácter que deletrean la
personalidad del individuo.
Todo lo que sea natural, espontáneo e impremeditado es indicativo de ciertas
cualidades que la persona posee; por consiguiente, si esta persona finge o adopta una
pose, puedes contar con que tiene una máscara de simulación y obrar en
consecuencia.
ENTÉRATE DE EPISODIOS DE LA VIDA
DEL POSIBLE COMPRADOR
Es más fácil persuadir a una persona que conoces de que te compre algo que a una
extraña. Uno de los puntos clave de la persuasión es demostrar que lo que tú quieres
que haga alguien le reportará algún beneficio a ese alguien. Cuando intervienen
extraños —como los posibles compradores—, no siempre es fácil conocer lo que es
importante o beneficioso para ellos; sin embargo, con gente con la que trabajas o
conoces bien, lo normal es que sepas de antemano cuáles son sus sentimientos,
deseos y actitudes.
Ten en cuenta que las personas son diferentes y que lo que convence a una, puede
que no influya para nada en otra. Procura conocer bien a tus empleados y colegas, así
como a la gente ajena a tu departamento y a tu compañía, y en general a todo aquel
con quien te relaciones en calidad de ser humano individual. Todas y cada una de las
personas con las cuales trabajas tienen una vida íntima y personal que, por lo
general, es para ellas más importante que el propio trabajo. Si hablas con tus
compañeros acerca de los asuntos que verdaderamente les importan y que no tienen
nada que ver con el trabajo, les das a entender que estás interesados en ellos como
personas, no como trabajadores.
Hablar con ellos sólo es el comienzo. No es necesario fisgonear en sus vidas
privadas; con que te limites a escucharlos con comprensión y a observar sus
reacciones, aprenderás mucho sobre cómo se sienten, qué es lo que realmente les
gusta y qué es lo que los motivan.
DIPLOMACIA Y TACTO: ELEMENTOS IMPRESCINDIBLES PARA UNA EFECTIVA
PERSUASIÓN
El tacto es uno de los factores que más ayudan a triunfar en la vida. Muchos
prominentes hombres de negocio aseguran que el tacto encabeza la lista de
ingredientes de su receta para la consecución del éxito; los otros tres son la
personalidad, el entusiasmo y el conocimiento de los negocios.
El sentido del tacto te permite traspasar centinelas, portillones y barreras; es
decir, tener acceso al santuario en que las personas sin tacto nunca entran. El tacto se
hace escuchar donde el genio no lo consigue; es admitido donde el talento es
rechazado, y puede expresarse donde la habilidad sin tacto tiene que permanecer
callada.
Alex era un ingeniero muy competente. Su preparación y pericia en las ciencias
informáticas eran insuperables. Si bien sus presentaciones a la dirección eran
técnicamente impecables, se ganaba la antipatía de los presentes con su arrogancia.
Escuchemos el comentario de un directivo: «Cuando responde a mis preguntas, hace
que me sienta estúpido por haberlas formulado.» Cuando se le echó en cara su falta
de tacto, respondió: «Lo siento, son ustedes demasiado torpes para entenderme.»
Después de que Alex hubiese perdido varias oportunidades de ascenso, se le
convenció de que se pusiese en manos de un consultor de asuntos empresariales.
Varias semanas le costó a Alex doblegar su tendencia a imponer sus ideas en vez de
venderlas. A base de ejercicios y meditaciones, pudo conseguir que su mente
subconsciente aceptara que su vasto conocimiento por sí solo no era suficiente para
dar ese paso adelante en su carrera que tanto deseaba.
Esto dio como resultado la aceptación por su parte del analfabetismo informático
de los demás, así como el hecho de que se fijara más en los puntos fuertes de los
demás en vez de burlarse de sus limitaciones. Con el paso del tiempo, Alex cambió
su irritante modo de relacionarse con los demás miembros de su empresa llevando a
cabo sus presentaciones con más tacto y una mayor consideración hacia los
sentimientos de los asistentes. Este cambio le sirvió para que se convirtiesen en
realidad sus aspiraciones profesionales.
REBATIMIENTO DE LAS OBJECIONES Y CIERRE DE LA VENTA
Cuando expongas tus ideas en público es muy probable que la gente exprese su
desacuerdo con algunas de ellas. Si sucede esto, considéralo como un reto, no como
un inconveniente insalvable. A los vendedores les gustan las objeciones porque les
sirven para determinar lo que realmente quiere el posible cliente y, por tanto, para
incrementar las posibilidades de realizar la venta. Los buenos agentes de venta saben
de antemano las pegas que les van a poner y están preparados para neutralizarlas. Tú
tienes que hacer lo mismo.
Si de verdad deseas persuadir a los demás de que acepten un concepto, lo mejor
es que lo analices con detenimiento, determines cuáles serían los aspectos negativos
que te plantearían y te prepares a fondo para rebatirlos. En el supuesto de que las
objeciones tuviesen fundamento, haz entonces todo lo posible para demostrar que las
ventajas que proporcionaría la adopción de tu idea excederían con creces a los
inconvenientes. Prepara datos y cifras que respalden tus argumentos; sin embargo, no
debes pasar por alto los aspectos intangibles de la cuestión, por lo que, de un modo
discreto, procura tocar la fibra sentimental de los asistentes. Así como para un
vendedor el cierre —la aceptación final— es la culminación de una venta, tu
objetivo final sería la aceptación por parte de los asistentes de los argumentos que
has preparado para persuadirlos.
Una vez que hayas superado la tanda de objeciones, estás ya preparado para
rematar el asunto. Antes, sin embargo, con el fin de levantarte el ánimo, dirígete una
breve arenga: «Sé que es una idea atinada y que será de gran valor para la empresa.
Por esta razón, estoy dispuesto a poner todo de mi parte a fin de convencer a mi jefe
de que la acepte.» Esto hará que tu mente subconsciente se active y refuerce tu
confianza en el éxito de tu gestión. Hecho esto, aborda con toda decisión la fase de
cierre.
Una de las formas más efectivas para llevar a cabo la venta de una idea a otra
persona, es pedirle a ésta que participe en la evaluación de dicha idea. Para esto,
divide una hoja de papel en dos columnas. La primera de ellas llevará el
encabezamiento de «aspectos negativos» y la segunda de «aspectos positivos».
Anota en la primera las principales objeciones que la otra persona haya hecho en
torno a la idea, mientras que en la segunda tendrán cabida todos los argumentos
destinados a echar por tierra dichas objeciones. Añade a la lista de esta columna
todos los otros beneficios que hayan sido descubiertos en el transcurso del debate. Si
has hecho bien tus deberes, la columna de aspectos positivos tendrá muchas más
partidas que la de aspectos negativos. Conseguida esta situación, dile a la otra
persona: «Echemos ahora un vistazo a algunas de las razones que te han hecho dudar
de la idoneidad de mi idea y contrastémoslas con las razones a favor de seguir
adelante con ella. A tu juicio, ¿cuáles son las que tienen más peso: las primeras o las
segundas?» Sin duda alguna la respuesta sería que «las segundas».
Una vez que cuentes con el convencimiento ajeno de que tu propuesta es viable,
di: «En vista de que crees que la idea es buena, me gustaría discutir contigo el
próximo paso para su puesta en marcha.»
Si antes de recibir el visto bueno definitivo el proyecto tiene que ser vendido al
jefe de tu jefe o a otro alto directivo, pide que te permitan asistir a esa presentación.
Si aprendes y sigues las técnicas utilizadas por los buenos vendedores, no tendrás
problema alguno en presentar y vender tus ideas a otras personas, así como tener la
gran satisfacción de comprobar que tus propuestas son aceptadas y llevadas a la
práctica.
RESUMEN Y PUNTOS ESENCIALES
Tanto en tu trabajo como en otros aspectos de tu vida, tendrás que persuadir a
otras personas de que acepten tus ideas o puntos de vista. Para conseguirlo,
debes abordar el asunto con mentalidad de vendedor.
Con objeto de convencer a la otra persona de que compre tu producto o
servicio, o de que acepte tus ideas, tienes que captar primero toda su atención,
ya que si no lo consigues, nada de lo que digas será tomado en consideración.
Debes crear en la otra persona el deseo de poseer la cosa que vendes o de
aceptar la idea que propones. Si se despierta este deseo, la aceptación es casi
segura. Para esto, lo mejor es tocar las fibras sentimentales del ser humano; es
decir, intentar llegar a su corazón más que a su intelecto.
Por muy inteligente o competente que seas, la trayectoria ascendente de tu
carrera profesional dependerá en gran medida del carácter de las relaciones
personales que mantengas con los demás; esto es, con tus jefes, compañeros,
subordinados, clientes o cualquier otra persona con la que tengas que
interactuar.
Ten en cuenta que las personas son diferentes y que lo que convence a una,
puede que no influya para nada en otra. Procura conocer bien a tus empleados y
colegas, así como a la gente ajena a tu departamento, a tu compañía y, en
general, a todo aquel con quien te relaciones en calidad de ser humano
individual.
Si de verdad deseas persuadir a los demás de que acepten un concepto, lo
mejor es que lo analices con detenimiento, determines cuáles serían los
aspectos negativos que te plantearían y te prepares a fondo para rebatirlos. En
el supuesto de que las objeciones tuviesen fundamento, haz entonces todo lo
posible para demostrar que las ventajas que proporcionaría la adopción de tu
idea excederían con creces a los inconvenientes.
Antes, con el fin de levantarte el ánimo, dirígete una breve arenga. Esto hará
que tu mente subconsciente se active y refuerce tu confianza en el éxito de tu
gestión.
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La consecución de tus aspiraciones profesionales
¿Quieres ser más grande de lo que eres? ¿Quieres ser más sublime y noble? Para
esto, además de dejar de inculparte a ti mismo, debes aceptar de buen grado
desprenderte de tus temores, rencores y raptos de ira. Para recibir tienes que dar.
Debes abandonar tu modo de pensar negativo para poder practicar el pensamiento
constructivo. Debes dejar de ser la persona que ahora eres. Debes estar dispuesto a
renunciar de lo antiguo para así poder experimentar lo nuevo.
Puedes enamorarte de la música, puedes enamorarte del arte y puedes enamorarte
de la ley. Puedes sentarte y contemplar las riquezas, la felicidad, la paz mental, la
abundancia, la seguridad, las acciones correctas, la armonía, lo sublime y la
orientación. Puedes soñar con una carrera que no sólo te recompense en el ámbito
económico, sino que también te proporcione el placer y la satisfacción de ocuparte
en algo que te gusta y que vale la pena. Puedes recrearte en estas cosas, dedicarle tu
atención, tu devoción y lealtad. También puedes llegar a sentirte extasiado,
fascinado, absorbido e involucrado, y la ley de tu subconsciente responderá. Lo que
pienses en tu corazón o subconsciente, así serás tú. Así será como actuarás y así será
en lo que te conviertas.
No es lo que pienses con tu cabeza, sino lo que pienses con tu corazón, porque
estas ideas tienen que ser emocionalizadas y sentidas como verdaderas. Cualquier
pensamiento, cualquier idea sobre la que te pares a reflexionar, induce y evoca una
cierta respuesta emocional. Si continúas reflexionando sobre la misma idea, ésta se
permeabiliza, impregna tu subconsciente y se convierte en compulsiva; debido a
esto, estás obligado a ser, a hacer y a expresar aquello sobre lo que has meditado.
Si tu ambición no está totalmente viva, si es espasmódica, si tiende a hundirse
sobre todo cuando estás desmoralizado, lo que tienes que hacer es levantarla y
fortalecerla de todas las maneras posibles. Por ejemplo, si formas parte de una
empresa, mentalízate en el sentido de que llegarás a ser un destacado hombre de
negocios; y para darle a esta idea signos de viabilidad, empieza a prepararte para
convertirte en su día en socio del actual propietario de la firma. Esta ambición,
perfectamente legítima por otra parte, la han tenido muchas personas que comenzaron
a subir la escala jerárquica desde los peldaños más bajos. Además, el mismo
pensamiento de ver algún día tu nombre sobre la puerta de entrada del edificio en la
cual eres ahora un simple empleado, te dará una tremenda fuerza para intentar que se
haga realidad; ahora bien, el hecho de que tu nombre aparezca o no sobre esa puerta
en particular no importa demasiado, ya que lo verdaderamente importante y cierto es
que te hayas formado y preparado para algo superior, que puede ser tan bueno, o
incluso mejor, que lo que pensaste en principio. Pase lo que pase, te quedará la
ambición y la preparación para entrar en sociedad con alguien; elementos éstos de
desarrollo personal que te servirán en tu vida para cualquier cosa.
Larry W. es un hombre que se ha labrado una gran reputación en el mundo de los
negocios. Desde que era un muchacho ha estado alimentando esta aspiración por
medio de charlas íntimas consigo mismo y del uso constante del gato hidráulico
(expresión muy suya) para elevarse.
Larry está convencido de que muchos de sus logros se deben a su hábito —
adquirido desde muy temprana edad— de actuar incesantemente en su propio
beneficio, de exigirse en todo instante llevar a cabo en su favor las cosas más
grandes y meritorias que estuviesen a su alcance. Dice que de no haber sostenido su
ambición, de no haberla constantemente alentado y de no haberse marcado un tempo,
en pocos meses sus niveles de calidad y cantidad habrían descendido, su energía
disminuido, sus ideales desaparecido y su vida entera se habría deteriorado.
LOS TRES PASOS HACIA EL ÉXITO
El primer paso del éxito, que podemos considerar vital, es encontrar eso que te
gusta hacer; y una vez encontrado, hacerlo. Como no te guste tu trabajo, tu éxito no
será completo ni verdadero, aunque todo el mundo te aclame y se refiera a ti como un
gran triunfador. Si amas tu trabajo, tendrás un profundo deseo de llevarlo a cabo. Si
de alguna manera te obligan a dedicarte a la psiquiatría, por ejemplo, no basta con
conseguir el diploma y colgarlo en la pared; tendrás que seguir de cerca la evolución
de tu profesión, asistir a convenciones científicas y seguir estudiando la mente y sus
funciones. Tendrás, asimismo, que visitar otras clínicas y leer con detenimiento
revistas científicas. En definitiva, tendrás que procurar estar informado sobre los
métodos más avanzados para mitigar el dolor humano, puesto que, sin duda alguna,
pondrías en primer lugar el bienestar de tus pacientes.
Pero ¿qué pasaría si al leer estas líneas piensas que no puedes dar este primer
paso, porque no sabes qué es lo que quieres hacer? Seguramente te preguntarías
dónde podrías encontrar una actividad profesional que realmente te gustara. Si te
encuentras en esta situación, lo mejor es que pidas orientación de esta manera:
«Que la Inteligencia Infinita de mi mente subconsciente me revele mi verdadero
lugar en la vida.»
Repite esta frase con parsimonia, talante positivo y cariño para que cale y llegue a
tu mente más profunda. Si persistes con fe y confianza, te llegará la respuesta bajo la
forma de un sentimiento, de una corazonada o de una tendencia hacia una cierta
dirección. La respuesta te llegará con claridad y de un modo pacífico, como una
silenciosa percepción interna.
El segundo paso hacia el éxito consiste en especializarse en una determinada rama
de una profesión y esforzarse en descollar en ella. Supongamos que escoges la
química como profesión. Pues bien, deberías concentrarte en una de sus múltiples
ramas y dedicarle todo tu tiempo y atención a la especialidad que hayas escogido. Tu
entusiasmo tendría que hacerte desear aprender todo lo que fuese susceptible de
aprendizaje en este campo. Tendrías que sentirte ardientemente interesado por tu
trabajo y deberías querer hacer uso de él para el bien de la humanidad.
El tercer paso es el más importante. Debes asegurarte de que lo que quieres hacer
no contribuye sólo a tu propio éxito. Tu deseo no debe ser egoísta; tiene que
beneficiar a la humanidad. Debe formarse el trazado de un circuito completo; es
decir, tu esfuerzo debe ir de la mano del propósito de beneficiar o servir a los
habitantes de este mundo. Si lo haces así, este beneficio retornará a ti multiplicado y
lleno de bendiciones. Si trabajas sólo para tu propio provecho, no cerrarás este
esencial circuito. Quizá te tomen por un hombre de éxito, pero la ruptura que has
producido en el circuito de tu vida puede que, con el tiempo, te pase factura y te
acarree una limitación o una enfermedad.
Al considerar los tres pasos hacia el éxito, nunca debes olvidar el poder
subyacente de las fuerzas creativas de tu mente subconsciente. Es la energía que está
presente en todos los pasos que integren cualquier plan para conseguir el éxito. Tu
pensamiento posee la facultad de crear. El pensamiento fundido con el sentimiento se
convierte en una fe o creencia subjetiva.
EMPLEO DE LA MENTE SUBCONSCIENTE
PARA SEGUIR ADELANTE
JOSEPH MURPHY, nacido el 20 de mayo de 1898 en una pequeña ciudad del condado
de Cork (Irlanda), fue matriculado en una escuela pública, donde destacó por sus
buenas calificaciones. Animado a estudiar para sacerdote, ingresó en un seminario
jesuita.
Sin embargo, en la época en que alcanzaba los últimos años de su adolescencia,
comenzó a cuestionar la ortodoxia católica de los jesuitas y abandonó el seminario.
Puesto que su objetivo era estudiar nuevas ideas y adquirir nuevas experiencias, y
dado que este objetivo no podía conseguirse en una irlanda dominada por el
catolicismo, dejó su familia para marcharse a América.
Llegó al Centro de Inmigración de la isla de Ellis con sólo cinco dólares en el
bolsillo. Su necesidad más inmediata era, como es lógico, encontrar un lugar en
donde vivir. Por fortuna, dio con una pensión en la que compartía habitación con un
farmacéutico que trabajaba en un establecimiento cercano.
Su conocimiento del idioma inglés era muy escaso, ya que tanto en su casa como
en la escuela se hablaba gaélico; así que, al igual que la mayoría de los inmigrantes
irlandeses, Murphy no tuvo más remedio que trabajar como jornalero, si bien ganaba
lo suficiente para costearse la comida y el alojamiento.
Con el tiempo entabló una buena amistad con su compañero de habitación, por lo
que cuando surgió una vacante de mancebo en la farmacia de su amigo, Murphy se
hizo con el puesto. No perdió tiempo para tramitar su ingreso en una escuela de
farmacia y convertirse en un farmacéutico con todas las bendiciones académicas.
Más adelante compró la farmacia y estuvo unos cuantos años regentando un negocio
próspero.
Cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial, Murphy se alistó en
el ejército y fue destinado a una unidad de sanidad como farmacéutico. Durante los
días de campaña se interesó de nuevo por la religión y comenzó a leer extensamente
sobre varias tendencias religiosas. Tras su licenciamiento, decidió no volver a la
farmacia. Emprendió frecuentes viajes e hizo distintos cursos en varias
universidades, tanto estadounidenses como extranjeras.
Estos cursos dieron motivo a que se sintiese fascinado por las religiones
orientales, lo que le hizo trasladarse a la india para familiarizarse a fondo con ellas.
Extendió luego sus estudios a los grandes filósofos de todos los tiempos; estos es, a
los más ilustres pensadores que han existido desde la época antigua hasta nuestros
días.
La persona que más influyó en el pensamiento de Murphy fue el Dr. Thomas
Troward, juez a la vez que filósofo, doctor y profesor. El juez Troward se convirtió
en el mentor de Joseph. De él no sólo aprendió filosofía, teología y derecho, sino
que también lo introdujo en el misticismo y, sobre todo, en la masonería. Murphy se
convirtió en un destacado masón y, con el paso de los años, ascendió en la jerarquía
masónica hasta alcanzar el grado trigésimo segundo del rito escocés.
A su regreso a Estados Unidos, decidió hacerse pastor. Toda vez que su concepto
del cristianismo no se ajustaba a los cánones tradicionales, y puesto que era
abiertamente contrario a la mayoría de los credos cristianos, fundó su propia Iglesia
en Los Ángeles. Logró reunir un pequeño número de devotos, pero su mensaje de
optimismo y esperanza pronto hizo que se sumaran a su iglesia muchos otros hombres
y mujeres.
El Dr. Murphy era un decidido partidario del Movimiento del Nuevo Pensamiento.
Esta corriente filosófica sostenía que si se combinaba un enfoque metafísico,
espiritual y pragmático con la forma en que pensamos y vivimos, podríamos conocer
el secreto que nos haría conseguir aquello que verdaderamente deseásemos. Esto
podríamos hacerlo sólo en el caso de que encontrásemos y lográsemos descifrar la
Ley que, al parecer y de un modo criptográfico, Dios escribió en el pasado.
Con el transcurso de los años, otras Iglesias se unieron con la del Dr. Murphy para
crear una organización denominada Federación de la Ciencia Divina, organización
ésta que sirve de elemento aglutinador de todas ellas.
La Iglesia de la Ciencia Divina de Murphy creció tanto que tuvo que alquilar el
Wilshire Ebell Theather, una antigua sala de cine. Acudía tanta gente a sus actos de
culto que incluso este local no siempre era suficiente para acomodar a todos los
fieles. Con objeto de llegar al gran número de personas que deseaban escuchar su
mensaje, creó un programa de radio semanal en el que daba una charla; este
programa, en tan sólo unos meses, alcanzó la cifra de más de un millón de oyentes.
Grabó sus sermones y sus programas de radio, y el éxito inicial que tuvo la
comercialización de las casetes dio lugar a una nueva empresa, cuya misión era
extender el ámbito de contacto con sus feligreses. Las cintas contenían charlas que
explicaban textos bíblicos y proporcionaban a sus oyentes meditaciones y oraciones.
Asimismo, empezó a publicar folletos y libros de bolsillo para difundir su edificante
material.
Debido al poder de difusión de sus libros, cintas magnetofónicas y emisiones de
radio, la reputación del Dr. Murphy creció de manera exponencial, por lo que fue
invitado a impartir conferencias por Estados Unidos, Europa y Asia. Además de
temas religiosos, hablaba sobre los valores tradicionales de la vida, sobre el arte de
vivir una vida sana y sobre las enseñanzas de los grandes filósofos pertenecientes a
las culturas occidental y oriental. En todas sus charlas subrayaba la importancia de
tener conciencia del poder de la mente subconsciente y de los principios vitales
basados en la creencia del Dios único.
Escribió más de treinta libros. Su libro más famoso, El poder de la mente
subconsciente, publicado por primera vez en 1963, se convirtió enseguida en un
éxito de ventas. Se vendieron millones de ejemplares y continúan vendiéndose en
todo el mundo traducido a una amplia variedad de idiomas.
El Dr. Murphy murió en diciembre de 1981. Su esposa, la Dra. Jean Murphy, le
sucedió en su ministerio hasta que acaeció su propia muerte.
Acerca de Arthur R. Pell
Esta obra ha sido compilada y revisada por el Dr. Arthur R. Pell, autor de más de
cincuenta libros y de centenares de artículos sobre gestión empresarial, relaciones
humanas y superación personal. Aparte de escribir sus propios libros, el Dr. Pell ha
revisado y actualizado numerosas obras clásicas sobre potencial humano, entre otras
How to Win Friends and Influence People [Cómo ganar amigos e influir en las
personas], de Dale Carnegie; Think and Grow Rich [Piensey hágase rico], de
Napoleon Hill; The Power of Your Subconscious Mind [El poder de tu mente
subconsciente], de Joseph Murphy; As a Man Thinketh [Como piensa un hombre],
de James Allen, y Common Sense [Sentido común], de Yoritomo-Tashi, así como
otros trabajos realizados por orison Swett Marden, Julia Seton y Wallace D.
Wattles.
DEL MISMO AUTOR
ARKANO BOOKS
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