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Como se sabe, la inmunidad innata cumple un papel de erradicación de los agentes patógenos
gracias a procesos humorales y celulares. En el caso de la inmunidad humoral no específica,
se puede mencionar el sistema del complemento.
Ante la entrada
de un patógeno
se ponen en
marcha diversas
vías capaces de
erradicarlo,
cada agente
generará la
activación de
distintos
sistemas. En el caso de la inmunidad inespecífica (innata) humoral, uno de sus
protagonistas es el Sistema del complemento. Sin embargo, este protagonismo se pierde por
ejemplo con la infección viral, puesto que los interferones alfa y beta cobran un papel
fundamental.
En sí, el sistema del complemento es un conjunto de proteínas generadas en su mayoría por
células hepáticas que se activan mediante clivaje, de manera ordenada, consecutiva,
conformando una cascada de reacciones que culminan con la entrada masiva de iones y agua
a la célula. Tal efecto provoca la muerte celular por explosión. Su accionar es pro
inflamatorio, por tal motivo se encuentra estrictamente regulado.
El sistema del complemento forma parte de esta inmunidad innata y es uno de los sistemas
de defensa más antiguos, habiéndose detectado su presencia en vertebrados como la lamprea
y en algunos invertebrados. En mamíferos este sistema funciona como uno de los principales
mecanismos de defensa y su principal misión es la eliminación de patógenos. Es también un
arma de doble filo, pues su ausencia puede ocasionar una susceptibilidad importante a
infecciones, pero su activación en exceso también puede resultar dañina. Pertenece a los
sistemas de activación de los que disponen los vertebrados en la circulación sanguínea. Cada
uno de ellos consta de una serie de proteínas coordinadas en sus funciones como los
miembros de un equipo de una carrera de relevos.