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Que Dios la perdone porque no sabe lo que hace.

Tendría que cargarme de


paciencia y no enfadarme con ella, que sin duda lo merece, un castigo más
severo, físico incluso, pero, sin transigir con su comportamiento, tendría que
insistir y convencerla, educarla para que cambie su desafortunada decisión,
llevamos más de diez años con nuestra labor dando descanso a los
desafortunados de este mundo y debería conocerme, saber cómo soy, cómo
pienso, pero veo claramente que cree que me he enemistado con ella por
desaprobar su comportamiento, pero qué equivocada que está, no se da
cuenta de que todavía la amo más precisamente por esa debilidad que
muestra, de que aprecio inmensamente su dedicación y abnegación en su
ayuda a los demás, su afán de superación que le permite sobreponerse a
cualquier adversidad, esa capacidad de sacrificio que raramente se encuentra,
una entre un millón, su mirada implorante pidiendo un poco de comprensión
no va a hacer que ceda, ante mi insistencia solo me responde que acepta todos
los sacrificios, como si yo no lo supiera, como si yo no viese en sus actos
igual que en un libro abierto su fuerza de voluntad y su valía, sin embargo
su nueva actitud me sorprende hasta la perplejidad de tal manera que soy
incapaz de expresarme nada más que con silencio, con una barrera emocional
paralizante, con una ausencia total de afecto, y de desprecio, su profundo
error impide cualquier muestra de afecto, que necesita tomar sus propias
decisiones, solo eso, nada más, y nada menos pienso yo, tener su espacio
para poder decidir, así que parece que me equivoqué con ella y que no queda
otra solución que la ruptura, por mucho que me vaya a doler es impensable
seguir así.

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