El área motriz es prácticamente el protagonista principal de las
intervenciones en atención temprana, ya que es la base de las actividades que llevamos a cabo en el día a día. En las intervenciones que se llevan a cabo durante el primer año de vida pretendemos desarrollar los reflejos del bebé.
Existen dos tipos de motricidad:
MOTRICIDAD GRUESA Dentro de la intervención en estimulación motriz,
encontramos los siguientes puntos: CONTROL CEFÁLICO: se trabaja el control y mantenimiento de la cabeza, así como el fortalecimiento de los músculos del cuello. Normalmente, este control se empieza a dar a los tres meses de edad. Ejercicios: 1. Tumbamos al bebé boca arriba y, partiendo desde esta posición, le cogemos de las manos y tiramos hacia nosotros para sentarle. Es muy importante que tengamos mucho cuidado de que la cabeza no cuelgue demasiado hacia atrás, ya que esto podría causar otros daños. Con este ejercicio fortalecemos los músculos que se encuentran en la zona del cuello. 2. Tumbamos al bebé boca abajo y ponemos, a pocos centímetros de él, un estímulo que llame su atención visual o auditivamente (un juguete luminoso, un sonajero…). Esto le hará levantar su cabeza en busca de aquello que llama su atención. Otro modo de trabajar esto mismo es poniéndole boca arriba y colocarle los estímulos a un lado, de manera que girará la cabeza en busca de dicho estímulo.
REPTACIÓN: la reptación es un movimiento que se produce anteriormente al
gateo. Ejercicio: Tumbamos al bebé boca abajo, con los brazos hacia delante. Colocamos un estímulo que capte su atención visual o auditivamente a pocos centímetros de distancia del bebé, lo que provocará que al querer coger el objeto, desplace su cuerpo hacia el estímulo. VOLTEO: posteriormente al desplazamiento por el suelo se adquiere la capacidad de darse la vuelta. De esta manera podrán pasar de estar boca abajo a estar boca arriba. Ejercicio: Tumbamos al bebé boca abajo y le enseñamos un objeto que llame su atención desde un lateral, de manera que el niño o la niña intente girarse para coger el objeto. Es importante sujetarle las piernas mientras se gira, ya que de este modo, ejercitamos los músculos que se encuentran en caderas y cintura. SEDESTACIÓN: en este punto se persigue el objetivo de que el bebé pueda sentarse por sí mismo y permanecer durante un tiempo sentado en esa posición. Al principio deberá contar con nuestro apoyo y, poco a poco, irá realizándolo solo. Ejercicios:
1) Al igual que hacíamos en el primer ejercicio para el control cefálico,
tumbamos al bebé boca arriba y le cogemos de las manos tirando de él hacia nosotros, teniendo cuidado con el cuello, tratando de que vaya en la misma dirección que el resto del cuerpo y no quede colgando hacia atrás. Cuando ya se ha echado hacia adelante, tratamos de mantener esta postura durante un corto periodo de tiempo. 2) Si ya hemos conseguido que se mantenga sentado, aunque sea con algún apoyo, podemos poner algún estímulo a su alrededor (juguetes llamativos…), de manera que incline su cuerpo para cogerlo y vuelva a la posición anterior.
BIPEDESTACIÓN: la bipedestación es la última posición básica de
psicomotricidad gruesa, ya que posteriormente, el bebé ya estaría preparado para andar. Primero le ponemos de pie con apoyo, sujetándole nosotros. Poco a poco aumenta el tiempo en que puede permanecer de pie, hasta que por último consigue andar por sí mismo, sin apoyos. Para trabajar la bipedestación, lo haremos a través de desplazamientos laterales, agarrándose a una pared, vallas… Cuando el niño o niña están preparados para andar, trabajaremos actividades donde tenga que correr, saltar, lanzamientos (pasar la pelota, jugar a los bolos…), desplazamientos de diferentes formas… Si el menor tiene algún tipo de discapacidad como parálisis cerebral, donde una de las características que podemos encontrar es la rigidez muscular, es posible que estas actividades propuestas no produzcan beneficio y ocurra todo lo contrario, es decir, que pueden provocar mayor rigidez.