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• El primero, que obedece a una ley biológica, es la reproducción .

La gusta acariciar y tocar, y ser


acariciados y tocados. • El tercero es la autoestima , y obedece a una ley psicológica. La sexualidad
es más que un acto biológico, tiene que ver con la manera de mirarnos, de sentirnos, de
pensarnos, de expresarnos. • El último objetivo es la intimidad , que obedece a una ley espiritual.
La palabra «coito» viene del latín coiré que quiere decir «ir juntos». La sexualidad es un sistema de
comunicación donde la pareja puede «entrar» en el pellejo del otro sin perder el propio. Y
recuperar el placer, la estima y la intimidad resultan fundamentales, ya que son elementos
necesarios para una sexualidad feliz y placentera.

GENITALIDAD, SEXUALIDAD, EROTISMO En la sexualidad humana existen tres áreas que se


interrelacionan. Para mantener un correcto desempeño sexual es necesario tener en cuenta de
órganos tiene por finalidad la reproducción. El aparato genital está compuesto por varios órganos.
En la mujer, los ovarios, el útero y la vagina. En el hombre, los testículos, la próstata y las vesículas
seminales. Durante la pubertad, estos órganos maduran y crecen. • Sexualidad . Las características
sexuales secundarias son aquellas que distinguen a un sexo del otro. Respecto de la mujer, el
varón se caracteriza por tener músculos más desarrollados, vellosidad, pies y manos más grandes,
tórax y hombros más anchos, voz grave. Respecto del hombre, la mujer tiene glándulas mamarias
desarrolladas, menos estatura, caderas más anchas, menos vello, piel más suave. • Erotismo . Es el
amor apasionado unido al deseo sensual. El término erotismo connota y denota todo lo
relacionado con la sexualidad, no solo con el acto sexual físico sino también con todas sus
proyecciones:

desde una mirada especial hasta los preparativos para un encuentro íntimo, pasando por una
determinada forma de acercarse. El erotismo es más que un acto sexual físico: es un
comportamiento determinado que será interpretado (o no) como erótico. Para mantener una
relación sexual saludable el ser humano utiliza estas tres áreas. El aparato genital se conjuga con
las piernas, los hombros, las caderas (todas éstas, características sexuales secundarias) y el
erotismo. Una sexualidad intoxicada puede estarlo en las tres áreas o en alguna de ellas. Estas
áreas dejan de funcionar en armonía y comienzan a tener dificultades cuando la sexualidad ha sido
intoxicada. Un individuo puede ser dañado en su genitalidad, ya sea por un problema congénito
(por ejemplo, un genital atrofiado) o porque alguien lo ha lastimado (es el caso de quien fue
abusado u obligado a prácticas sexuales). En todos los casos, su psiquismo fue deteriorado.
Entonces, por ejemplo, una persona puede desarrollar una fobia al otros. Y he aquí la queja de
muchos varones («ella antes no era así, siempre fue sensual y erótica hasta que comenzamos a
mantener relaciones sexuales») y mujeres («es un caballero, pero no funciona en la cama»).
También están los sujetos que vieron dañadas sus características sexuales secundarias: «¿quién te
va a querer a vos con esas caderas?», «más vale que te empieces a cuidar, porque tus piernas
están cada vez más gordas y con celulitis», «con esa voz parecés un maricón: ¡hablá como
hombre!», «tenés cara de nena»… Asimismo, durante la relación sexual aparecen comentarios
como «por la forma de buscarme, parecés un tipo» o «lo que hacés en la cama no es propio de
una dama». Cierta vez un paciente me dijo: «mamá me vestía como nena porque yo era el más
chico de los tres y heredaba la ropa de mi hermana; por eso, para no gastar, me ponía sus medias,
sus bombachas y su vestido». Estas y otras afirmaciones intoxican la mente de los individuos para
que luego, con la estima alterada, aparezcan todo tipo de manifestaciones sintomáticas. Muchos
de estos sujetos tienen dificultades sociales, ya que su toxicidad sexual los lleva a alejarse de los
demás, dado que sostienen la falsa idea de no ser lo suficientemente hombres (o mujeres) para
seducir. Finalmente, están las personas que fueron dañadas en su erotismo. Así, sus escenas
eróticas eran tildadas por otros sujetos de vergonzantes, impúdicas, obscenas, viles… Hombres y
mujeres que no pueden erotizar a nadie porque han sido tildados y hasta castigados con los
peores calificativos. O que sólo pueden utilizar el erotismo como una manera de relacionarse con
los demás, por ejemplo en la actitud histérica: la persona se valida al despertar el erotismo de
alguien; una vez logrado el objetivo, se erotiza a otra persona y así sucesivamente. Cuando un
individuo ha sido dañado severamente, los síntomas sexuales se presentan simultáneamente en
las tres áreas: el deterioro ha sido tan profundo que no manifiesta interés en seducir o en dejarse
seducir, no se siente digno de explotar sus características sexuales que lo diferencia como hombre
(o mujer) y siente un marcado rechazo sexo.

SEXO INTOXICADO VS. DISFUNCIÓN SEXUAL Un sexo intoxicado es aquel que ha sido
paulatinamente envenenado. La ponzoña puede intoxicar la genitalidad, la sexualidad o el
erotismo. De una vida sexual intoxicada resulta: • La muerte de la fantasía . Es difícil pensar en
algo erótico cuando se teme perder a la persona amada o se busca constantemente agradarle. La
mente intoxicada piensa en temores, preocupaciones, angustias y ansiedades; es decir, en nada
agradable. • La muerte del deseo . Sucede que la falta de deseo sexual ocurre cuando uno de los
miembros de la pareja no se siente íntimo o cercano

Tóxicos que contaminan la sexualidad

SENTIMIENTOS QUE INTOXICAN LA SEXUALIDAD

La fraternidad No son una pareja sino una fraternidad, un bloque. Tienen códigos que respetan y
comparten, conviven bajo el mismo techo y hasta duermen en la misma cama, pero el otro sólo le
despierta una fuerte sensación de cariño, nada de pasión. «Es que nosotros nos queremos mucho,
pero de sexo nada: somos como hermanos».

Para hacer el amor hay que disfrutar de la pasión y el erotismo que despierta la persona que está a
tu lado. El sentimiento fraternal intoxica a la pareja, porque la amistad sin pasión no sirve.

La inseguridad
El inseguro intoxica su sexualidad hasta más no poder. La inseguridad convive con otro
sentimiento altamente tóxico: el miedo. Cuando una persona manifiesta miedos, su biología no
está en condiciones de brindar una respuesta sexual

La competencia La competencia es buena y saludable, pero en la sexualidad produce una


intoxicación lenta pero sin pausa. Pretender cumplir parámetros y batir records en cada relación
sexual, transforma a la sexualidad en un trabajo y no en un momento de distensión y placer. Se
compite por ver quién lo hace más veces, por cuántos orgasmos resultado final, que dependerá de
la «suma». Por esta razón muchas parejas dejan de practicar relaciones sexuales, ya que no
cumplen con sus parámetros internos, que son subjetivos, pletóricos de expectativas y difíciles de
alcanzar. Pero como el individuo cree que los demás lo logran, establecen esa norma como
principio y meta a alcanzar. Es válido competir, pero en la sexualidad nunca es con los demás. No
se compite contra otros sino por lograr una mejor relación sexual en cada encuentro. Este
sentimiento puede ser tóxico en la medida en que sólo se piense en el rendimiento sexual y se
pierda de vista el verdadero objetivo que es el disfrute sexual. Cuando esto sucede se pierde la
libertad, ya que no se busca el disfrute como objetivo principal sino agradar a alguien.

La bronca La bronca no resuelta puede conducir al resentimiento. El sentimiento primario es la


bronca: cuando uno es lastimado o herido siente enojo. Es un sentimiento natural, sano. La bronca
permite elegir la acción que se cree conveniente para el caso: poner límites, tomar distancia,
evitar hablar de determinados temas con ciertas personas. Si la bronca o el enojo no se resuelven
adecuadamente aparecerá un sentimiento secundario, que puede llegar a ser el odio. La bronca no
descargada retroalimenta las ideas y éstas a su vez los sentimientos. Si la situación sigue sin
resolverse aparecerá un tercer sentimiento: el resentimiento. Es un resentimiento porque lo
volvemos a sentir una y otra vez. Es un resentimiento porque lo volvemos a sentir una y otra vez.

El sentimiento egoísta hace que el individuo recurra al sexo «unitario»: «solo sí, con vos para
qué». Existen decenas de personas que se la pasan en el baño masturbándose pero no invierten
ninguna le preguntó qué le sucedía. “El imbécil de mi vecino tiene por costumbre saludarme con
tremendas palmadas en la espalda cada vez que se encuentra conmigo. Estoy harto, voy a hacer
algo diferente: me puse un cartucho de dinamita debajo de la camisa, cuando me dé la palmada, la
explosión le arrancará el brazo”, contestó Carlitos». Nunca podremos ayudar a otros sin ayudarnos
a nosotros mismos, o dañar a otros sin lastimarnos a nosotros mismos. El egoísmo, como
sentimiento, no es un buen compañero para las relaciones de pareja. Una pareja sana es aquella
que busca y desea tanto el crecimiento propio como el del otro. Sin embargo, es cierto que
durante la relación sexual conviene mantener la mirada en el placer propio y no en las
expectativas del otro.
ACTITUDES QUE INTOXICAN NUESTRA SEXUALIDAD Las actitudes, al igual que los sentimientos, no
son buenas o malas. Toda actitud es buena en su justa medida. Por ejemplo, un poco de negación
no nos viene «mal»: lo vemos cada mañana ante el espejo, cuando elegimos mirar nuestras partes
bellas y no las arrugas o los etcétera. Negar algunos aspectos deficientes de nosotros mismos no
es malo. No necesitamos ser siempre perfectos. Rick -Warren dice: «La perfección genera
competencia, mientras que la debilidad genera comunión». Cuando alguien se muestra perfecto,
obliga a su pareja a mostrar lo mismo y ambos pierden la espontaneidad y con ello parte del
disfrute sexual. Compartir las debilidades juntos hace que la pareja tenga una unión en común:
comunión. Una actitud egoísta puede ser buena en determinado

La negación Es una de las actitudes más frecuentes en la sexualidad y tal vez la que los estándares
sexuales, miedo a no poder, a no cubrir las expectativas del otro. Miedo a no alcanzar un orgasmo
o a que el otro se dé cuenta de que todos estos años simuló el orgasmo. Esta actitud de negación
intoxica la sexualidad porque en cada encuentro sexual aparece la necesidad de agradar. Porque
se parte de la idea falsa de que si la pareja conociera todo aquello que genera vergüenza, se
sentirá tan avergonzada como él mismo se siente. Por lo tanto en lugar de hablar de ello, se lo
niega. Esta negación de sentimientos como la vergüenza del cuerpo, la vergüenza de la sexualidad,
del rendimiento sexual, etcétera, llevará al sujeto a sentir miedo a no cubrir las expectativas,
miedo por no sentirse a la altura de las circunstancias.

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