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2019

RE L A C I O N E S I N T E R N A C I O N A L E S

ASIA-PACÍFICO

DR. ENRIQUE BALTAR RODRIGUEZ.

ESTADOS UNIDOS Y CHINA EN LA DISPUTA POR


LAS ISLAS SPRATLY EN EL MAR SUR DE CHINA:
2017 -2019.

PEDRO ARGOTE ORTEGA. 16-20396


IRENE LANDAVERDE MORALES. 15-18201
AZALEA B. CHAY CORREA. 15-18184
ANY K. ALCOCER HERNÁNDEZ. 15-18203

1
Contenido
Introducción....................................................................................................................................................................... 3
Antecedentes...................................................................................................................................................................... 4
Estados Unidos: política del gobierno de Donald Trump................................................................................7
El reclamo chino de las Islas Spratly y la lucha con Estados Unidos en la región..............................10
El reclamo de Filipinas por las Islas Spratly...................................................................................................... 13
Anexos................................................................................................................................................................................ 18
Referencias....................................................................................................................................................................... 19

2
Introducción

El presente trabajo de investigación tiene como finalidad analizar el papel de Estados Unidos,
China en la disputa de las islas Spratly en el sur del mar de China Meridional 2017-2019.
Para efectos del trabajo solo serán analizados estos actores, sin embargo el conflicto regional
por la soberanía de las islas Spratly incluye a otros Estados reclamantes que son China,
Filipinas, Vietnam, Taiwán, Brunei y Malasia, asimismo, el conflicto ha llegado a tener la
participación de Estados Unidos como mediador. Por lo tanto, el objetivo del presente trabajo,
se centra en describir la disputa regional de estas geoestratégicas, políticas y económicas islas
en el sur del mar meridional de China. Se toma el 2017 como año coyuntural debido a la
entrada de Donald Trump al poder en Estados Unidos y su cambio de política hacia la zona
con respecto a Obama y antecesores.

El trabajo está dividido en cinco apartados que pretenden analizar de manera detallada
el conflicto. El primero explicará los antecedentes del problema con la finalidad de
proporcionar al lector una visión más amplia con una breve síntesis de los orígenes de este
tema, cómo entró EE. UU. en la disputa y las políticas que plantó en la zona Obama y
Donald Trump y también de las reuniones de la ASEAN respecto al conflicto hasta el 2017.
El segundo apartado, analiza los intereses de Estados Unidos, así como la política de Donald
Trump y acciones efectuadas por el mismo respecto al conflicto en la zona del 2017 en
adelante y la cooperación con actores de la región para evitar el apoderamiento de China de
las islas, y como se expresa esa cooperación hacia la estabilidad de la región en conflicto. El
tercero describe el panorama de China respecto al conflicto con sus demás vecinos regionales,
cuales son los intereses del gran país asiático, sus políticas hacia la zona y la lucha que
desarrolla con Estados Unidos por sus intereses en la zona. En el cuarto apartado se presenta
el caso de Filipinas, país involucrado en el conflicto, principalmente con China porque llevó
el caso a la Corte Internacional de Justicia porque apelaba que China se hiciera de su
soberanía en la totalidad de las islas, además de crear más islas artificiales. En el apartado
cinco se plantean las conclusiones y la prospectiva de la disputa, cómo afecta la no resolución
del conflicto en la región y si se estima que puede ser solucionado o si está sin solución a
corto o mediano plazo.

3
Antecedentes.
Pedro Argote Ortega.
16-20396

El mar del Sur de China es un nodo de gran importancia en la actualidad y su valor


estratégico aumentará en el futuro, ya que geográficamente es el enclave principal del sudeste
asiático, y es zona de paso entre Asia Central y Oriental, por lo cual es lugar de tránsito
obligado para el comercio marítimo (Lalinde, 2019). A lo largo del siglo pasado hasta
nuestros días se han desarrollado múltiples sucesos históricos de tensiones territoriales entre
los países que reclaman derechos sobre las islas Spratly y Paracel (Hayton, 2017).

El actual conflicto en las islas Spratly es el más importante en toda la región marítima
del sureste de Asia. China y Taiwán (su reclamación es idéntica ya que ambos actores
reconocen que la reclamación histórica de China es una sola) consideran que las Spratly les
han pertenecido desde "tiempos inmemorables" y que todo ese mar representa "aguas
históricas" chinas (un término debatido entre especialistas del derecho internacional)
(Granados-Quiroz, 2016). Vietnam (Estado heredero de Vietnam del Norte) también afirma
que todo este archipiélago forma parte de su territorio desde la dinastía Nguyen en el siglo
XVII (Granados-Quiroz, 2016). Así, las reclamaciones de China y de Vietnam son
eminentemente históricas. Las dos reclamaciones se basan en una de las formas tradicionales
de adquisición de soberanía territorial mediante descubrimiento y ocupación efectiva.
Aduciendo evidencia documental, China afirma que fue la primera en descubrir, nombrar,
explotar y ejercer jurisdicción sobre las Spratly hasta el presente (Granados-Quiroz, 2016).

Existen cuatro agrupaciones archipelágicas: las islas Paracel, las islas Spratly, el banco
Macclesfield y el arrecife Piratas (Hayton, 2017). Actualmente las Paracel son reclamadas por
Vietnam, Taiwán y China (y ocupadas por este último país en su totalidad), el banco
Macclesfield es reclamado en su totalidad por China, Taiwán y una parte por Filipinas,
mientras que las Spratly son reclamadas en su totalidad por China, Taiwán y Vietnam, y una
parte por Filipinas y Malasia (Brunei sólo reclama espacio marítimo dentro de ese
archipiélago) (Lalinde, 2019).

Por otro lado, Filipinas reclama el llamado "Grupo Insular Kalayaan" como territorio
descubierto y reclamado en 1946 por el nacional Tomás Clima, y que en 1978 pasó a formar
parte de las Filipinas por decreto presidencial (Granados-Quiroz, 2016). Malasia reclama

4
desde 1979 varias islas, y al igual que Brunei reclama como suyo espacio marino en ese
archipiélago. Tanto Filipinas como Malasia y Brunei en esencia rechazan el argumento
histórico de descubrimiento y ocupación efectiva esgrimido por China y Vietnam (Granados,
2009; Hayton, 2017).

Antes de la Segunda Guerra Mundial, en el teatro del Pacífico otros países (como
Francia y Reino Unido) reclamaron algunas de estas islas. Incluso varios ciudadanos
japoneses afirmaron haber descubierto varias de estas islas (Granados, 2009). Con el fin de la
Segunda Guerra Mundial en el Pacífico, Japón renunció a estas islas en el Tratado de Paz de
San Francisco de 1951, aunque el ambiguo texto del tratado no especificó a qué país debían
devolverse (Hayton, 2017).

De 1946 a 1971 la disputa por las Spratly (y las Paracel) fue protagonizada por China,
Taiwán y Vietnam (Hayton, 2017). En la década de los años setenta Filipinas comenzó a
ocupar algunas islas de las Spratly, al tiempo que China derrotó a Vietnam en las Paracel,
Vietnam ocupó varias islas de las Spratly (1974) y Malasia ocupó Swallow Reef del mismo
grupo (1979). En 1988 China enfrentó a Vietnam y empezó a ocupar algunas islas (Hayton,
2017).

El periodo entre 1990 y 2010 se caracterizó por incidentes contra pescadores de otros
países y hostigamientos de barcos contra embarcaciones de prospección petrolera e
investigación oceanográfica. Para el año 2012 se sabía que el control real y la presencia de
personal civil y militar en islas, arrecifes y atolones en las Spratly podría ser como sigue:
China siete, Taiwán uno, Filipinas ocho, Malasia tres y Vietnam 29 (Granados, 2009).

Inicialmente, Estados unidos tomó una posición pública en las disputas sobre el mar
del sur de China, siguiendo la ocupación China del arrecife de Mischief a finales de 1994
(Fravel, 2016). En respuesta a las crecientes preocupaciones sobre la estabilidad en la región,
Estados Unidos emitió en mayo de 1995 una declaración política por medio del vocero del
Departamento de Estado que incluía 5 puntos: Resolución pacífica de la disputa, paz y
estabilidad, libertad de navegación, neutralidad sobre el tema de la soberanía, y respeto a las
normas marítimas, especialmente a la UNCLOS (Fravel, 2016). Tras la ocupación de
Mischief Reef, las tensiones en la disputa comenzaron a disminuir, aunque de que no
desaparecieron por completo. A fines de la década de 1990, China y la ASEAN iniciaron
negociaciones sobre un código de conducta para las disputas en el Mar Meridional de China

5
(Fravel, 2016). En 2002, las dos partes llegaron a un acuerdo sobre la declaración de un
código de conducta, que incluía el compromiso de concluir un código de conducta vinculante
en una fecha posterior.

China y los países de la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN por sus
siglas en inglés) iniciaron medidas de cooperación para preservar el actual status quo y evitar
incidentes como los de 1974 y 1988 (Fravel, 2016; Lalinde, 2019). En 1992 la ASEAN emitió
la Declaración de Manila, pronunciandose a favor de encontrar por la vía pacífica una
solución a los diferendos territoriales en este mar. En 1997 los líderes de China y de los países
de esta agrupación sur asiática emitieron asimismo un comunicado conjunto para estrechar la
cooperación. En 2002 se emitió la llamada Declaración sobre la Conducta de las Partes en el
Mar de la China Meridional (DOC, por sus siglas en inglés), que básicamente se pronuncia a
favor de buscar soluciones pacíficas a los diferendos territoriales, así como acciones con el fin
de mantener la estabilidad (Granados-Quiroz, 2016). La DOC es actualmente el principal
marco de acuerdo multilateral entre los países involucrados en este conflicto y, desde su
firma, se ha estado buscando la forma de alcanzar un código de conducta (COC, por sus
siglas en inglés), un acuerdo legalmente vinculante que garantice la paz y estabilidad. Para
esto, en 2011 China y las naciones de la ASEAN llegaron a un acuerdo sobre el texto final de
las Directrices para la Implementación del Código de Conducta, el primer paso para alcanzar
en un futuro cercano o lejano el COC (Granados-Quiroz, 2016).

El desarrollo de eventos en el Mar de la China Meridional durante los últimos tres


años presenta un patrón evidente de internacionalización del conflicto por las islas Spratly
(Lalinde, 2019). En el año 2016 se publicó el tratado Transpacífico de Cooperación
Económica (TPP) (CESOP, 2018), que constituía uno de los puntos neurálgicos de la
estrategia de contención económica durante el mandato de Barack Obama, por lo que, la
actual decisión de salida generó numerosas críticas sustentadas en la premisa de que se estaría
permitiendo el avance de China como principal socio de los países involucrados. Se señala
que la acción de Trump, de retirar a Estados Unidos del TPP, debilitará su liderazgo
económico en Asia, al mismo tiempo que ofrece a China la oportunidad de llenar el vacío
dejado (Mayo, 2018). Bajo el slogan “America First”, este hecho simboliza un revés drástico
sobre décadas de política económica activa de Estados Unidos en el lejano oriente, que
pareciera volcarse a las sendas del aislacionismo.

6
Trump está convencido de que Estados Unidos ha sido uno de los grandes perdedores
del orden liberal internacional que ayudó a construir, se ha declarado enemigo y ha prometido
hacer todo lo posible para revertir los daños que le ha causado a su país (The White House,
2017; Mayo, 2018). Promesas de campaña como renegociar NAFTA con México y Canadá;
eliminar acuerdo Transpacífico (TPP); restringir la posibilidad de las empresas de aprovechar
acuerdo de libre comercio para sacar sus plantas y los trabajos en EE. UU.; crear un impuesto
de importación del 35% en la frontera con México para impedir que las compañías dejen el
país y crear un impuesto del 20% sobre mercancías importada son algunas de las estrategias
concretas con las que se propone conseguirlo (Mayo, 2018). Estos objetivos dentro de la
agenda de Trump no dejan de ser conflictivos y contradictorios, y su puesta en práctica
supondrá mostrar al hábil negociante que dice ser, como así también resistencia internacional
a muchos de sus cambios propuestos. Dejará abierto el juego para que otros actores
internacionales ocupen nuevos lugares en el tablero internacional, como China, como así
también entraña una revisión hacia adentro de las prioridades y las reglas de juego de la
administración.

Estados Unidos: política del gobierno de Donald Trump.


Irene Landaverde Morales.
15-18201.

Este apartado consta de dos partes: primero una breve explicación de la ubicación e
importancia de las islas Spratly y posteriormente de los principales rasgos de la política del
gobierno de Donald Trump a partir de 2017 con respecto al tema de la disputa de las islas
antes mencionadas, así como también de la política que emprendió Barack Obama al final de
su periodo presidencial, con el fin de comprender un poco las acciones emprendidas por
Trump en la región de Asia-Pacífico.

El archipiélago Spratly se encuentra en el Mar Meridional de China o mar del sur de


China, este archipiélago está formado por más de 100 islas, cayos y atolones, los cuales
abarcan un área de 450.000 km2 ricos en recursos naturales, se estima que en el subsuelo
marino de las Spratly haya hasta unos 28.000 millones de barriles de petróleo y unos 900
billones de pies cúbicos de gas natural, así como también diversidad de fauna para la
actividad pesquera. Su cercanía con el estrecho de Malaca -uno de los cuellos de botella más
importantes del mundo- y los recursos naturales estratégicos con los que cuentan estas islas
son los factores que las convierten en una atracción para los países de la región del sur de

7
China, así como para los extrarregionales como Estados Unidos (Mackinlay, 2012, pp. 401-
404).

En un principio el gobierno de los Estados Unidos decidió participar en la geopolítica


del Mar Meridional de China, pero, sin tener intenciones expansionistas en la zona, su
posición era como actor extrarregional neutral, ya que no reconocía o apoyaba las
reclamaciones de los países involucrados en la disputa. Empero, en 2010 la posición
estadounidense con respeto a la disputa de las islas Spratly comenzó a cambiar, entre las
principales razones expuestas son por “el interés de proteger las líneas marítimas de
navegación”, ya que los Estados Unidos reconocen bajo la doctrina de libertad de los mares
tres millas náuticas de mar territorial. Por lo que, el gobierno estadounidense reconoce la
posibilidad de que China cause un desequilibrio militar en la zona al no respetar lo
establecido por el Derecho Internacional (Granados, 2016).

Así mismo, Granados (2016) manifiesta que

[…] el interés de Washington sobre este conflicto también abarca la defensa de intereses
puramente económicos. La inestabilidad en la zona marítima está afectando de forma directa a
las empresas petroleras estadounidenses y el Gobierno chino está comenzando a denunciar
públicamente las actividades de prospección de Estados Unidos […].

No obstante, el gobierno chino emprendió una relación de par a par con el gobierno
del expresidente Obama, la cual tuvo como “[..] principios de no confrontación, respeto
mutuo y un modelo cooperativo basado en la premisa “ganar-ganar”” (Maillier, 2018, p.48).
Estas propuestas no fueron aceptadas en su totalidad debido a la intensificación de la
competencia entre ambos países, ya que se considera a China como una amenaza o un desafío
estratégico para el gobierno estadounidense. Por consiguiente, las acciones emprendidas por
el expresidente Obama ante esta situación se centraron en fortalecer sus alianzas en la región,
así como de aumentar el comercio y su perfil militar regional (p. 49).

Tras la llegada de Donald Trump en 2017 a la presidencia de los Estados Unidos bajo
los lemas Make America great again (que América vuelva a ser grande) y America first
(América primero) como parte del discurso duro para referirse a los Estados Unidos como la
potencia mundial que estará de nuevo dominando a todo el sistema internacional, dejó en
entredicho si hubiese la posibilidad de que el gobierno estadounidense estableciera políticas
de aislamiento. Sin embargo, a pesar de las tensiones que esto ocasionó con diversos países
incluyendo China, Trump finalmente aceptó la política One China (Una China) dando pasó a

8
la ruptura de relaciones diplomáticas con Taiwán y con ello, el entablamiento de relaciones
con el gobierno chino (Maillier, 2018, p.58).

Empero, con lo que respecta a la disputa de las islas Spratly, el gobierno


estadounidense durante una reunión de la ASEAN en 2017 manifestó su posición hacia la
disputa sosteniendo que

[…] todas las partes involucradas debían detener la militarización de la zona en cuestión, al
mismo tiempo que urgió a China a que detenga la construcción de islas artificiales ya que
Estados Unidos no está dispuesto a permitirle el acceso a las mismas (Maillier, 2018, p. 61).

Para reafirmar dicha postura en contra de las acciones del gobierno chino, el
presidente Trump realizó un viaje a Vietnam y Filipinas poco tiempo después de la
declaración citada anteriormente, con el objetivo de mediar entre las disputas en la región del
Mar Meridional de China, así como también de establecer relaciones de cooperación con
estos países, teniendo en cuenta que ambos tienen posiciones opuestas a la de China
(Departamento de Estado de los Estados Unidos, 2017).

Por lo anterior, cabe mencionar que, la política que se estableció hacia la región de
Asia-Pacífico durante el primer año de gobierno de Donald Trump estuvo centrada en
mantener su presencia y capacidad militar, por lo que el actual gobierno siguió ciertos
elementos de continuidad de la estrategia de pivote asiático de la administración de Barack
Obama, cuyo objetivo era “[…] la contención de China y su creciente influencia en la región
[…]” para así, contrarrestar el papel de China en la zona por medios pacíficos, entre los que
se consideran a las relaciones bilaterales, la vigilancia y evitar el uso de la fuerza (Maillier,
2018, pp. 61-62).

Se estima que, los Estados Unidos es el principal obstáculo al que China debe de
enfrentarse para poder alcanzar la preeminencia global y regional, ya que debe de igualar y en
dado caso superar el poder y la influencia estadounidense (Velasco, 2016, p. 12). Sin
embargo, China a demostrado sus ambiciones por liderar el sistema internacional, por lo que
ha experimentado un rápido desarrollo, sobre todo en el campo de la tecnología, siendo esté la
llave para la modernización y el desarrollo del futuro. Muestra de ello y dentro del campo de
investigación de este tema, la República Popular de China ha construido islas artificiales en el
Mar de China Meridional, principalmente en las islas Spratly, esto es un claro ejemplo del
avance y poder tecnológico que China ha desarrollado. Por lo que, se estima que la mejor
manera de superar a los Estados Unidos es desarrolla ndo armas de alta tecnología mejor que

9
las estadounidenses, ya que EE. UU cuenta con una supremacía militar tecnológica y no en un
inmenso ejército (Grossman, 2019, párr. 25-26).

Sin embargo, la administración de Trump no ha seguido demostrando una línea clara


en materia diplomática-estratégica con respecto a Asía, ya que no posee una postura firme
como la mantenía al principio de la administración cuando se planteó como objetivo
contrarrestar el avance de China en la región bajo el establecimiento de nuevas relaciones con
países en contra del gigante asiático; sin embargo, al retirarse Estados Unidos de Acuerdo
Transpacífico de Asociación Económica (TPP) deja en entredicho que el aislacionismo será
su nueva política, por lo que queda claro que al llevarla a cabo no tendrá relaciones con otros
países para así poder contrarrestar el avance de China en la zona (Maillier, 2018, p. 50). No
obstante, hubo un cambio en las alianzas entre los actores inmiscuidos en la disputa, ya que
Filipinas prefirió no arriesgar la relación económica que tiene con China, cuyos beneficios
perdería de seguir con la disputa.

El reclamo chino de las Islas Spratly y la lucha con Estados Unidos en la región.
Azalea Beatriz Chay Correa
15-18184

La disputa por las Isla Spratly ha generado un foco de tensión, que ha persistido con el paso
del tiempo en la región del Mar al Sur de China entre China, Taiwan, Filipinas, Malasia,
Vietnam y Brunei. Asimismo, se han ido sumando otros actores fuera de la región como
Estados Unidos, quien sobre todo mantiene una lucha con China cuyo fin sobre todo es evitar
el fortalecimiento de esta, por otro lado, se mantiene una lucha en contra de la influencia
China para que esta logre que su visión de la ley marítima internacional sobre la moderación
de los Estados del aspecto militar en sus Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) sea aceptado.
La importancia de estas Islas para China, se expresa en factores tanto económicos
debido a la presencia de recursos naturales estratégicos mismos que son el gas y el petróleo,
así como ideológicos. Según Granados Quiroz,
En la reclamación china, el factor ideológico está íntimamente vinculado con
consideraciones de índole económica. Desde la década de 1930 China (la República de
China) comenzó a defender sus derechos marítimos y aumentó su interés por la
explotación y administración de recursos naturales, dando forma así a una nueva
identidad marítima, no vista desde mediados de la dinastía Ming (2016).

En esta disputa China tiene un papel de gran importancia, pues es el Estado que se
proclama como el primero en descubrir la isla y desde hace más de doscientos años ha

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establecido su poder soberano sobre ellas, mismas que denominó bajo el nombre de Isla
Nansha. Otro elemento que usa para justificar dicha posesión, es con la ruta del mapa que se
dibujó en 1947 tras la derrota a los japoneses, denominada Nine Dash Line (anexo 1) y que
incluye a las Islas Paracel, como a las Islas Spratly bajo territorio Chino. (Usman Askari,
2019).
Por otro lado, sus reclamos sobre esta isla se fortalecieron sobre todo posteriormente a
la Segunda Guerra Mundial, ante la falta de una cláusula en la Carta de San Francisco que
determinara la nación poseedora de estas mismas y, desde entonces China reclama estos
territorios como suyos. Sin embargo, se considera que su reclamo de los territorios es “vaga e
incompleta” debido a que no está respaldada con significativos actos de ocupación continuos
y que el mero descubrimiento de la isla, no garantiza su soberanía sobre ella. A pesar de esto,
China añadió el archipiélago Spratly a la provincia de Guangdong entre 1946 y 1947,
asimismo, empezó a realizar sus actos de ocupación efectiva desde el año 1988 en adelante
(Monjur y Jian, 2019, p. 156)
Esta disputa por las Islas Spratly, es un fenómeno de alta complejidad debido a la gran
cantidad de Estados que reclaman posesión sobre estas, por otro parte, la postura con la que
China se ha mantenido desde entonces hasta el año actual, ha contribuido a la imposibilidad
de una resolución favorable para todos los involucrados, puesto que no reconoce ninguna
resolución por algún organismo que esté en contra de sus intereses y asimismo su derecho a
veto en las Naciones Unidas le permite negarse y bloquear cualquier resolución en su contra.
(Monjur y Jian, 2019, p. 159)
China se ha limitado a tratar de mantener la paz en la región, evitando la toma de
acciones que impliquen la posibilidad de un confrontamiento entre los Estados reclamantes, a
través de mecanismos de carácter multilateral con la Asociación de Naciones del Sudeste
Asiático desde el año 1992 y con la posterior firma en 2002 de la Declaración sobre la
Conducta de las Partes en el Mar de China Meridional, sin embargo, dicho esfuerzo no logró
tener los resultados esperados para trabajar conjuntamente en una resolución debido a la
posición China y su negativa de negociar los temas de soberanía en el ámbito multilateral.
(Rubiolo, 2010)
Dicha cuestión ha derivado en que China y los demás Estados regresaran a la
estrategia de negociación bilateral, como se observa sobre todo después del 2016, mismo año
en que el Tribunal de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Ley de los Mares
(UNCLOS) declaró el 12 de julio, que el Nine Dash Line de China no tenía bases legales y
asimismo, que esta violaba los derechos soberanos marítimos de las Filipinas (O’Rourke,

11
2019). Posterior a esto, Filipinas renunció a su política de confrontación con China e decidió
instaurar entre ambos países, un Mecanismo de Consulta Bilateral para resolver sus disputas
en el Mar Sur de China (Usman, 2019, p. 105).
Es claro que China se opone a cambiar de posición a pesar de las resoluciones que se
han emitido en su contra y posterior a este evento del 2016, emprendió la extensión de
proyectos de construcción de islas y bases, así como el incremento de la capacidad militar y el
reforzamiento de sus leyes marítimas con el fin de ocupar los territorios de su interés, creando
para este año siete islas nuevas en las Islas Spratly (Asia Maritime Transparency Initiative, 14
de diciembre de 2017, párrafo 1). Mismas que han afectado de manera directa los intereses de
los Estados Unidos en la región, es a partir de esto que se puede entender las acciones
emprendidas por ambos actores desde el 2017.
Un ejemplo de lo antes mencionado es que en mayo del 2017, China impuso un
tiempo de veda de tres meses y medio para la pesca que se hiciera al norte del Mar sur de
China de manera unilateral, asimismo, realizó la ocupación del Arrecife Mischief el cual
según el tribunal del UNCLOS declaró bajo la jurisdicción de Filipinas, haciendo caso omiso
a las resoluciones del mismo (O’Rourke, 2019), lo cual demuestra la persistencia por parte de
China de consolidar su control sobre esta región del mundo. Asimismo, mantuvo la
construcción de infraestructura en las Islas Spratly que inició durante el 2016, justificando
estas acciones, bajo la premisa que todo esto es con el fin de de mejorar la calidad de vida y el
trabajo de las personas que se encuentras establecidas en las mismas y son parte de los
campos militares y equipos de investigación.
A dos años del dictamen por parte de tribunal, China no cesó sus actividades en el área
todo lo contrario, en abril, mayo y junio del año 2018, se reportó que China “continúa su
despliegue gradual de equipos militares en las bases de las islas Spratly. Ello incluye el
suministro de equipos de perturbación radioelectrónica así como sistemas avanzados de
misiles antibuque y antiaéreos” (RT, 15 de junio de 2018, párrafo 2). Y a pesar de las
peticiones por parte de la comunidad internacional hacia China de cesar la militarización de
esta zona, China argumentó que “[…] tiene derecho soberano a enviar tropas a cualquier parte
de su territorio y que todo intento de criticar estas mediadas sería considerado una tentativa de
intervenir en los asuntos domésticos de China” (RT, 15 de junio de 2018).
Posteriormente, en julio del mismo año, se reportó que China realizaba pruebas de
warfare assets recientemente instalados en bases militares en el área, asimismo, que el barco
de investigación y rescate chino, se había instalado de manera permanente en una de las Islas
Spratly ocupadas (O’Rourke, 2019). Las acciones del estos dos años, evidencian el avance

12
chino en la zona y la negativa del mismo de acatar las resoluciones antes mencionadas, sin
embargo, no es de conocimiento público, si esta representa una política planeada y formulada
respecto al gobierno del país, pero es claro que China no abandona la defensa de sus intereses
en la zona.
Los roces con Estados Unidos y su preocupación de este mismo respecto al avance
chino en el Mar Sur de China, se vinculan con el otro problema que preocupa la agenda
estadounidense ante la posición de China de ejercer su derecho de moderar el tránsito de
buques militares extranjeros en sus Zonas Económicas Exclusivas, insistiendo que estos pidan
permiso y notifiquen de antemano a las autoridades chinas sobre el tránsito por sus aguas
territoriales, puesto que de conseguir dichos elementos por parte de China, esto implicaría un
obstáculo a los intereses estadounidenses en la región como el libre tránsito marítimo y la
posibilidad de establecer de sus sistemas de inteligencia en la zona.

Esto fue visible el 6 de mayo de 2019, cuando los destructores Preble y Chung Hoon de la
Armada de Estados Unidos se aproximaron a las Islas Spratly de manera “inocente” con el fin
de “[…] desafiar las excesivas reclamaciones marítimas y preservar el acceso a las vías
navegables regidas por el derecho internacional” (RT, 6 de mayo de 2019, párrafo 2). Esto
ante las acciones que el gobierno chino ha instrumentado como parte de la defensa de sus
intereses, mismos que interfieren con los de Estados Unidos, actor que más que tener
intereses territoriales en la zona, busca evitar que China se fortalezca y desequilibre el poder
en la zona. Asimismo, se concluye que por el momento no se percibe un cese de parte de
China ante las reclamaciones territoriales en el Mar sur de China, a pesar de la resolución
emitida en su contra desde el 2016 sobre las Islas Spratly, puesto que estas son de gran
importancia para este Estado tanto por razones económicas como geopolíticas.

El reclamo de Filipinas por las Islas Spratly.


Any Karen Alcocer Hernández.
15-18203.

El objetivo de este apartado es analizar particularmente la intención que tiene el país de


Filipinas ante la cuestión de las islas Spratly, como se sabe, este archipiélago del mar de
China meridional está en conflicto territorial por diferentes países vecinos, entre ellos:
Vietnam, Malasia, China, Brunei y Taiwán (ver mapa 2). La soberanía de las islas está
actualmente indefinida, pues, estos países reclaman total o parcialmente del territorio.

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Considerando que la cuestión del archipiélago está basado en intereses geoestratégicos,
económicos y políticos, puesto que ya existía un conflicto territorial sobre la soberanía de
estas formaciones insulares, esto ha provocado que el conflicto llegue a la
internacionalización; este asunto ha dejado de ser un tema de índole bilateral o regional, la
incógnita sería, ¿Cuál es la importancia de las islas Spratly para estos países? En cuestión de
Filipinas, el autor Granados menciona:

Para Filipinas, la reclamación oficial estuvo latente desde 1946 hasta la década de 1970.
Desde que la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Asia y el Lejano Oriente
(ECAFE, por sus siglas en inglés) publicó en 1968 un informe mencionando la posibilidad de
grandes yacimientos de petróleo y gas en el suelo marino de las Spratly, ese Gobierno ordenó
pocos años después la ocupación de varias islas, aunque hasta el momento tiene problemas
para legitimar derechos soberanos ante el derecho internacional. Sin embargo, al igual que
Malasia y Brunei, Filipinas aduce el principio de proximidad geográfica de islas a sus costas,
así como los derechos otorgados por la Convemar (200 millas náuticas de zona económica
exclusiva y de plataforma continental) (Granados, 2016, párr. 10).

Además estos islotes mantienen su importancia para la exportación, porque sus aguas
son rutas comerciales entre Asia Oriental y el océano Índico, además de tener reservas
pesqueras que proveen alimento y sobretodo ya mencionado, en estas islas se encuentra gas y
petróleo.

El principal argumento de Filipinas, es que las Islas Spratly eran terra nullius cuando en
1947 fueron descubiertas y ocupadas por Thomas Cloma. Este proclamó la Republica de
Freedomland. No sería hasta 1956 cuando recibiría el reconocimiento del estado filipino, las
islas se llamaron formalmente, las islas Kalayaan, en 1978 fueron incluidas bajo la
administración filipina; hay que mencionar que Filipinas solo reclama las islas Kalayaan, no
todas las Spratly. Filipinas, también argumenta por el principio de proximidad que las
Kalayaan fueron la base necesaria que los japoneses necesitaron para la invasión de Filipinas,
y que consecuentemente con la renuncia expresa de Japón a su soberanía, hace que estas
deban pertenecer a Filipinas. También se argumenta que las islas podrían pertenecer a
Filipinas por el acuerdo de paz firmado entre Estados Unidos y España en 1898 por el que se
determinaba el territorio filipino, además, Filipinas ha ocupado 9 islas y arrecifes de las
Kalayaan desde 1968 (Ciutad, 2017, pág. 50).

El caso del archipiélago es cuestionable saber, exactamente a qué países pertenecen


ciertos islotes, antes de recalcar que Pekín intenta tener el control de este, la postura de los
países regionales han entendido que China desea expandirse y obtener intereses de estas islas.
Cada país implicado tiene sus justificaciones históricas de por qué les pertenece parte de los

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islotes; otra cuestión que pone en conflicto por el interés de la zona es que los países
involucrados mantienen bases militares lo cual pone en tensión regional y hace que los países
asiáticos persistan en mantener sus bases militares.

La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés)
integrada por Indonesia, Malasia, Filipinas, Brunei, Singapur, Tailandia, Vietnam, Laos,
Myanmar y Camboya, trata de abrirse entre los gigantes chino y japonés, y hacerse
imprescindible para la resolución de cualquier conflicto regional. La cuestión de las Spratly
se ha convertido en un asunto perenne en la agenda de la ASEAN y del Foro Regional de la
ASEAN (Laurentis, 2002, pág. 31).

Filipinas esgrime en el conflicto con China su alianza militar con Estados Unidos. En
1951, Filipinas y Estados Unidos firmaron un tratado militar que obliga a ambos países a
apoyarse en caso de ser atacados. Sin embargo, algunos diplomáticos estadounidenses señalan
que el tratado no incluye los territorios en disputa, puesto que estos fueron reclamados
oficialmente por Manila en 1978 por vez primera (Laurentis, 2002, pág. 32).

La Ley del Mar de Naciones Unidas establece que los estados tienen derechos de
explotación de los recursos naturales que queden dentro de su plataforma continental. De
acuerdo con este tratado, la proximidad es un argumento mucho más poderoso que la historia.
Brunei, Malasia, Filipinas y Vietnam podrían tener más derechos que China y Taiwán sobre el
control del archipiélago; por ello, estos dos últimos países se niegan a cualquier tipo de
arbitraje internacional (Laurentis, 2002, pág. 37).

La Convención de Naciones Unidas sobre la Ley del Mar (UNCLOS, en sus siglas en
inglés) debería ser el texto legal sobre el que definir si realmente se pueden catalogar como
islas los cayos y bancos arenosos que forman el archipiélago, pero no para decidir a quién
pertenecen. Sin embargo, el texto de UNCLOS no presenta criterios matemáticos o
geográficos absolutos, y sus provisiones están sustentadas en expresiones jurídicas que
pueden estar sujetas a diferentes interpretaciones. En algunos casos, como en la definición de
los límites de la plataforma continental o del propio concepto de islas, se podrían definir
como vagos (Laurentis, 2002, pág. 38).

El puntapié inicial de las negociaciones entre la partes es la Declaración sobre el Mar


de China Meridional que realizó la ASEAN, en la misma se enfatiza la necesidad de resolver
los problemas de soberanía sobre las islas sin recurrir a la fuerza, y también se decide estudiar

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las posibilidades de cooperación en la región respecto de la navegación, las comunicaciones,
la protección del medio ambiente, la lucha contra la piratería y los robos, y la colaboración en
la campaña contra el tráfico ilegal de drogas (Florencia, 2010, pág. 9).

A pesar de este avance, la firma de la Declaración sobre la Conducta de las Partes en


el Mar de China Meridional en Camboya, en 2002, puso en evidencia la escasa predisposición
china para negociar temas de soberanía de las islas en el ámbito multilateral. La propuesta
original fue realizada en la Cumbre del Este Asiático en Manila, en 1999, donde los países de
ASEAN acordaron un borrador del documento, que no fue aceptado por China (Florencia,
2010) sin embargo en el documento no se especificó que fuera sobre las islas Spratly por lo
cual el documento queda establecido la situación en el Mar de China Meridional. Por su parte,
China se opuso al compromiso de no construcción de infraestructura en las islas, y por lo cual
sabemos, China cuenta con base militar y ha hecho el uso para pistas de aterrizaje y radares.

El inicial punto de inflexión en la región se produce cuando en enero de 2013, y de


manera unilateral, el anterior presidente de Filipinas, Benigno S. Aquino III, en claro
alineamiento con Washington, presentó una solicitud para resolver la disputa territorial que
mantenían Pekín y Manila en el mar del sur de China. La contienda abierta entre ambos
países entraba entonces en otro nivel de intensidad al ser la Corte Permanente de Arbitraje
(CPA) de la Haya la que aportaría luz a este conflicto (Parra, 2017).

Con el argumento de que la reclamación de derechos históricos de China no cumple


con la UNCLOS, Filipinas mostraba su rechazo a las pretensiones soberanistas chinas basadas
en un mapa de 1947 sobre islotes, rocas y arrecifes repartidos por dos millones de kilómetros
cuadrados que muestra una línea que cubre aproximadamente el 86 por ciento del área
acuática y que se conoce como la línea de los nueve puntos. Esta frontera marítima que no
aparecía en el primer mapa de 1935, queda claramente definida en el último mapa publicado
por China en junio de 2014, incorporando claramente a Taiwán, las islas Spratly y las Paracel
en una representación de diez líneas. En la cuestión con Filipinas, la deliberación que
comenzó el 8 de julio de 2015 se resolvía el pasado 12 de julio de 2016 con el fallo de 479
páginas publicado por el tribunal. El dictamen indicaba que no existía ninguna base legal para
que China reclamara derechos históricos en los territorios marítimos que se encuentran dentro
de la línea de los nueve puntos por no existir evidencia de que China haya ejercido
históricamente el control exclusivo sobre las aguas o sus recursos. Asimismo, la CPA indicaba
que los derechos quedaban anulados por ser incompatibles con la Zona Económica Exclusiva

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(ZEE) de 200 millas prevista en la UNCLOS por no tener ninguno de los territorios
reclamados características de islas (Parra, 2017, pág. 9).

Al presentar el caso ante la Corte Permanente de Arbitraje, Filipinas expuso 15 puntos


específicos, incluidos en el Memorial de Filipinas de marzo de 2014, según los cuales
buscaba que el Tribunal se pronunciara sobre tres aspectos generales, interrelacionados entre
sí (Bosques, 2016, pág. 4). El 12 de julio de 2016, tras haber revisado el caso, cuestionado a
Filipinas sobre la materia, designado expertos independientes para analizar asuntos técnicos,
y haber recabado evidencia histórica relativa, el Tribunal internacional emitió su fallo
respecto a los reclamos filipinos. Cabe destacar que el arbitraje del Tribunal se enfocó en las
disputas entre China y Filipinas relativas a la base legal de sus derechos marítimos y los
derechos que poseen en el llamado Mar Meridional de China, el estatus de ciertas
formaciones marítimas del mismo, así como a la legalidad de ciertas acciones realizadas por
China en dicho mar. En ningún caso se pronunció sobre la soberanía de los Estados en
extensiones territoriales (Bosques, 2017, pág. 7). Ante esto se queda sin resolver la situación
de la soberanía del archipiélago, su división por lo cual se mantiene en lo establecido en el
tribunal, además, estos últimos años, los países reclamantes ante estas islas han visto
amenazada su posición por la transformación que China ha venido realizando de arrecifes en
islas artificiales para dotarlas de un potencial uso militar.

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Anexos.
Mapa 1.
“Nine Dash Line de China en el Mar Sur de China”

Fuente: Hasan, Monjur y He Jian. (2019). Spratly Islands Dispute in the South China Sea:
Potential Solutions, en Journal of East Asia & International Law, 1(12), p.151.

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Anexo 2

Ocupación de las Islas Spratly

Fuente: Hasan, Monjur y He Jian. (2019). Spratly Islands Dispute in the South China Sea:
Potential Solutions, en Journal of East Asia & International Law, 1(12), p.147.

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