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Cuáles son los puntos más importantes del fantasma en la teoría de Lacan?
Si bien Lacan acepta las formulaciones de Freud sobre la importancia del fantasma y acerca de
su cualidad visual como guión que escenifica el deseo, él pone énfasis en la función protectora
del fantasma. Compara la escena fantasmatizada con la imagen detenida sobre una pantalla
cinematográfica, la escena fantasmatizada es una defensa que vela la castración, la falta en el
Otro. El fantasma se caracteriza entonces por una cualidad fija e inmóvil. El fantasma neurótico,
que Lacan formaliza con el matema , aparece en el grafo del deseo como la respuesta del
sujeto al deseo enigmático del Otro, un modo de hacer la pregunta con la pregunta sobre ¿qué
me quiere el Otro? El matema se lee como “el sujeto barrado en relación con el objeto”. El sujeto
es lo que se constituye como efecto de la operación significante, el rombo indica la disyunción, y
el @ surge como resto de la operación de la división subjetiva. El fantasma es lo que le permite
al sujeto sostener su deseo y también “aquello por lo cual el sujeto se sostiene a sí mismo en el
nivel de su deseo”. Lacan sostiene que hay siempre un fantasma fundamental que es
inconsciente. Lacan postula al fantasma como una frase que posee una estructura gramatical,
cuya función consiste en “velar” y otorgarle un “marco”. El objeto @ resto de la división que
opera el significante en el sujeto, “vela” al objeto mismo que es imposible de hallar. Por ello
Lacan dirá que el fantasma es el verdadero motor de la realidad psíquica del sujeto.
Para Freud, representación, guión escénico imaginario, consciente (ensoñación), preconsciente o
insconsciente, que implica a uno o a varios personajes y que pone en escena de manera más o
menos disfrazada un deseo. El fantasma es a la vez efecto del deseo arcaico inconsciente y
matriz de los deseos, conscientes e inconscientes actuales. En la continuidad de Freud, Lacan ha
destacado la naturaleza esencial de lenguaje del fantasma. También ha demostrado que los
personajes del fantasma valen más por ciertos elementos aislados (palabras, fonemas y objetos
asociados, partes del cuerpo, rasgos de comportamiento, etc) que por su totalidad. Propuso el
siguiente matema: , a leer S barrado losange (rombo) a pequeña. Este matema designa la
relación particular de un sujeto del ICC, barrado e irreductiblemente dividido por su entrada en el
universo de los significantes, con el objeto @ que constituye la causa ICC de su deseo.
Que el fantasma se compone de elementos dependientes del universo simbólico e imaginario del
sujeto, y que se encuentra en relación de obturación con su real, se expresa también en el
matema propuesto por Lacan: . Este matema escribe la estructura de base del fantasma. SE
vuelve a encontrar en él el universo simbólico bajo la forma de esa barra uqe representa el
nacimiento y la división del sujeto consecutivos a su entrada en el lenguaje. Se vuelve a
encontrar también allí al @ en tanto perdido, lugar vacío, hiancia que el sujeto va a intentar
obturar, durante su vida, con los diversos objetos @ imaginarios que la particularidad de su
historia (y en especial con los significantes faltantes y los objetos del fantasma del Otro) lo habrá
llevado a privilegiar. También, se puede leer allí la función de anudamiento () de lo simbólico (),
de lo imaginario () y de lo real () que opera el fantasma así como su doble función de
protección. En efecto, el fantasma protege al sujeto no sólo del horror de lo real, sino también de
los efectos de su división, consecuencia de la castración simbólica; dicho de otro modo, lo
protege de su radical dependencia con relación a los significantes.

El deseo del otro es deseo del deseo de una imagen sostén del deseo, a esa imagen sostén del
deseo él la llama i(a). “El i(a) es ambiguo respecto a nuestra notación habitual de la imagen
especular. No es la imagen especular, pero es algo del orden de una imagen, es el fantasma”.
LA imagen del otro, la identificación del sujeto con ella, crea la ilusión de autoconsciencia, de la
transparencia del sujeto consigo mismo. Per, entre la i y la (a) empieza a esbozarse una
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distancia, la imagen no agota la notación, comienza a apuntar hacia otro objeto, no


especularizable, que antecede al EdeE, objeto que organiza a la misma imagen especular. Los
famosos límites yo-no yo se establecen en la imagen especular, pero esos limites tienen como
organizador el objeto @como real.
A este sujeto en fading, sujeto que se eclipsa en el significante de la demanda, lo rescata el
objeto @, aún imaginario, lo fija en el punto en que el sujeto no puede nombrarse. ¿Dónde situar
al sujeto? En algún lugar en su fantasma fundamental. El fantasma sostén del deseo abre una
nueva vía: la reflexión de lo real, el goce, la pulsión y el lenguaje.

En el grafo, en cambio, el Fantasma, definido ahora por su fórmula, y planteado en singular, se


sitúa en la línea de las respuestas retroactivas al interrogante que el deseo de A despierta, y el
yo también se sitúa en esa línea. En el camino entre ambos esquemas, el deseo del otro ha
pasado a ser el deseo del A, y el objeto a ser el objeto causa del deseo, objeto real, y ya no
imaginario, ni siquiera simbólico; el fantasma y su formula sustituyen a los fantasmas, cuya
pertinencia sigue ubicándose entre a-a’.

El deseo, vinculado a la falta, se satisface en el fantasma, el fantasma situado en a-a’, la línea


del yo y su imagen, sufre un procesamiento peculiar por el que deviene Fantasma Icc. El moi
como tal está integrado a la función fantasmatizante, de producción de fantasías. Más adelante,
el fantasma ICC se presenta como fundamentalmente una respuesta a la pregunta sobre el
deseo del A, al: ¿qué me desea? (che vuoi?).

Entre el fantasma y el yo existe una relación de homología. La ubicación de ambos en la


misma línea, como respuesta la pregunta sobre el deseo del A. Homología remite a equivalencia
de posiciones, no a identidad. ¿Qué quiere el A en lo tocante a ese lugar del moi? Entre dos de
las respuestas, fantasma y yo, se sitúa la angustia, en los límites del yo apuntado al fantasma.

Este aspecto real del yo se resuelve y se ubica del lado del “yo no pienso” de la opción
alientante, y su modificación sólo es posible a través de la caída del @ al final del análisis,
momento en que se conmueven la estructura subjetiva y el “falso ser” que se funda en el
fantasma. El @, en el núcleo del yo, permite y crea una ilusión de síntesis. Esa síntesis ilusoria
que Lacan remitía a los orígenes visuales del yo en la época del EdeE, se sostiene más allá de lo
visual, en esta falta reiterada que es el @.

En el sentido lacaniano, el deseo de deseo es el deseo del Otro de una forma mucho más abierta
por principio a una mediación. Al menos eso parece de entrada. LA formula muestra la relación
del deseo del Otro, d(), con la imagen soporte de este deseo que no dudo en escribir i(a),
precisamente porque ello introduce una ambigüedad respecto a la notación i(m) con la que
habitualmente designo la imagen especular. i(a) es sin duda una imagen. No es la imagen
especular, es del orden de la imagen, es aquí el fantasma. Este deseo es deseo en tanto que su
imagen-soporte es el equivalente al deseo del Otro.

Lo que aparece en el piso inferior, lo que adviene al final de la operación es el sujeto tachado, a
saber, el sujeto en tanto que está implicado en el fantasma, donde es uno de los términos que
constituyen el soporte del deseo. El fantasma, es  en una determinada relación de oposición
con @, relación cuya polivalencia está suficientemente definida por el carácter compuesto del
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losange, que es tanto disyunción, como conjunción, que es tanto lo mayor como lo menor.  es el
término de esta operación en forma de división, porque @ es irreductible, es un resto, y no hay
forma de operar con él.

Objeto A
Historia
El  es uno de los primero signos algebráicos que aparecen en la obra de Lacan, introducido en
1955 en relación al esquema L. Es siempre una minúscula cursiva, para indicar que designa al
pequeño otro, en oposición al “A” mayúscula del gran Otro. A diferencia del gran Otro, que
representa una alteridad radical e irreductible, el pequeño otro es “el otro que no es otro en
absoluto, puesto que está esencialmente unido con el yo, en una relación que siempre refleja
intercambiable”. En el L, entonces, a y a’ designan indiscriminadamente al Yo y al
semejante/imagen especular; pertenece al orden del imaginario.

En 1957, cuando Lacan introduce el matema del fantasma , comienza a ser concebido como
objeto del deseo. Éste es el Objeto Parcial imaginario, un elemento imaginado como separable
del resto del cuerpo. Lacan comienza a diferenciar entre , el objeto del deseo, y la imagen
especular, que ahora simboliza como i().

Desde 1963 en adelante,  adquiere cada vez más las connotaciones de lo real, aunque sin
perder nunca su estatuto imaginario; en 1973 Lacan puede todavía decir que es imaginario. A
partir de ese momento  designa el objeto que nunca puede alcanzarse, que es realmente la
CAUSA del deseo, y no aquello hacia lo que el deseo tiende; por esto Lacan lo llama “el objeto-
causa” del deseo. El objeto  es cualquier objeto que pone en movimiento el deseo,
especialmente los objetos parciales que definen las pulsiones. El objeto  es tanto el objeto de la
angustita como la reserva final irreductible de la libido.

En los seminarios del 62-3 y 64 es definido como el resto, el remanente que deja detrás de él la
introducción de lo simbólico en lo real.

Constitución del objeto 


Este objetose crean en ese espacio, ese margen que la demanda (Es decir, el lenguaje) abre más
allá de la necesidad que la motiva: nungún alimento puede “satisfacer” la demanda del seno,
por ejemplo. Este se hace más preciosos para el sujeto que la satisfacción misma de su
necesidad (mientras ésta no se vea realmente amenazada) pues es la condición absoluta de su
existencia en tanto sujeto deseante. Parte desprendida de la imagen del cuerpo, su función es
soportar la “falta en ser” que define al sujeto del deseo. Esta falta sustituye como causa
inconsciente del deseo a otra falta: la de una causa para la castración. LA castración, es decir, la
simbolización de la ausencia de pene de la madre como falta, no tiene causa, a no ser mítica.
Depende de una estructura puramente lógica: es una presentación bajo la forma imaginaria de la
falta en el Otro (lugar de los significantes) de un significante que repsponda por el valor de este
Otro, de este tesoro de los significantes, o sea, que garantice su verdad.
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Incidencias del @
El @responde así en este lugar de la verdad para el sujeto en todos los momentos de su
existencia. En el nacimiento, en tanto el niño se presenta como resto de una cópula, maravilla
alumbrada “inter faeces et urinas”. Antes de todo deseo, como el objeto precursor alreedodr del
cual la pulsión hace retorno y se satisface sin alcanzarlo. En la constitución del fantasma, acto de
nacimiento verdadero del sujeto de deseo, como el objeto cedido como precio de la existencia
(ligado a partir de allí al sujeto por un lazo de reciprocidad total aunque disimétrico –indicado por
el losange). En la experiencia amorosa, como esa falta maravillosa que el objeto amado reviste o
esconde. En el acto sexual, como el objeto que remedia la irreductible alteridad del Otro y
sustituye, en tanto participante dl goce, la imposibilidad de hacer uno con el cuerpo del Otro. En
el afecto (duelo, angustia, etc.) que es la prueba de su develamiento o solamente la amenaza de
este develamiento, el @, finalmente responde según el lugar y el modo de su presencia: en el
duelo, en tanto perddemos a aquel para queien éramos ese objeto (causa de deseo); en la
angustia, en tanto ella es la percepción del deseo ICC.

El @en la enseñanza de Lacan


Al principio de su enseñanza, designa con la letra  al objeto del yo (moi), el pequeño otro. SE
trata entonces de distinguir entre la dimensión imaginaria de la alienación por la cual el yo se
constituye sobre su propia imagen, prototipo del objeto, y la dimensión simbólica donde el sujeto
hablante está en la dependencia del gran Otro, lugar de los significantes.

En el seminario 7 de la ética, Lacan retoma de Freud el término Das Ding. Das ding es la cosa,
más allá´ de todos sus atributos. Es el Otro primordial (la madre) como eso real extraño en el
corazón del mundo de las representaciones del sujeto, por lo tanto a la vez interior y exterior.
Real también por inaccesible, “perdido” a causa simplemente del acceso al lenguaje. El
descubrimiento y teorización del objeto transicional de Winnicot fueron saludados por Lacan,
más allá del interés clínico de este verdadero emblema del , porque el autor reconoció allí la
estructura paradójica del espacio que este objeto crea, ese “campo de ilusión” ni interior ni
exterior al sujeto.

La Cosa, el Otro prehistórico, como punto de origen teórico del concepto del objeto a como
causa de deseo, indica que el objeto a tiene que ser pensado en términos de un espacio
topológico de la extimidad, que el objeto no es del sujeto ni del Otro. El objeto a entraña los tres
órdenes. . El objeto a no pertenece a nadie, no se puede hablar de pertenencia del objeto a.
El objeto a no tiene dueño, porque el objeto a es solidario de la extimidad. Si hay algo que
el ser humano no puede poseer es el a causa de su deseo, por una razón muy simple, si se
percatan de que él mismo es esa causa, en la medida en que él quiere ser el deseo del Otro y él
es su causa. ¿Se pertenece acaso a sí mismo? Alguien tiene dignidad, no en la medida en que
pertenece al Otro, porque causar el deseo no es pertenecer al Otro.

El objeto  no es por lo tanto la cosa. Viene en su lugar y toma de ella a veces una parte de
horror. A ejemplo de la placenta, es algo común tanto al sujeto como al Otro, que vale para
ambos como “semblante” en un linaje (metonimia) cuyo punto de prespectiva es el falo (lo que
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Freud había revelado en las equivalencias de las producciones del ICC entre conceptos de
excrementos – dinero, regalo- hijo y pene.) Se convierte así en el objeto fálico dentro del
fantasma que hace habitable lo real.

En el Seminario 6, El deseo y su interpretación, lacan introduce al  como objeto DEL deseo. En


Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el ICC freudiano se precisará su carácter de
incompatibilidad con la representación. De hecho, “el objeto del deseo en el sentido corriente es
o un fantasma, que es en realidad el sostén del deseo, o un señuelo”. Así muy rápidamente, el
objeto  se llamará “objeto causa del deseo”. Como causa del deseo, es causa de la división del
sujeto tal como aparece en la escritura del fantasma () en “exclusión interna de su objeto”.

 El objeto a carece de imagen especular, donde en el espejo se espera su presencia, surge un


vacío, un hueco.
 El objeto a es por excelencia cuerpo, ‘tripa' de ese otro cuerpo no totalizable que es puro pedazo
de real.
 El objeto a, real, es solidario de dos funciones: la de causa del deseo y la de plus de gozar
 Su carácter primordial es el de ser estructuralmente una contingencia corporal que una vez que
se instala se transforma para el sujeto en algo que lo determina de manera prioritaria.
 @ nunca aparece sin sus facetas imaginarias, que Lacan llamará i'(a) , en el caso del yo, y
simbólicas, el objeto metonímico por ejemplo.
 Este objeto no circula. No existe transitividad ni simbólica ni imaginaria para el objeto a porque
éste es una parte del cuerpo, es cuerpo, ese punto del cuerpo al que Lacan calificará con un
nombre preciso: “punto de goce”, lugar donde el cuerpo atrapa el goce.
 Está fuera del significante, que el significante no puede aprehender, pero es un efecto en lo real
del significante.
 Este objeto se diferencia del $. El @ es un resto del proceso de constitución del sujeto que no es
simbólico, sino real.
Si se examina la fórmula de fantasma, $ y a son, ambas, dimensiones del sujeto mismo,
articuladas de manera que le brinda al sujeto la continuidad ilusoria de una identidad personal.
 Ese objeto funciona como un sostén del sujeto.
 Lo simbólico lo produce mas no lo puede reabsorber, se le escapa, por lo tanto no sólo está fuera
del cuerpo, sino que es un objeto que no tiene ningún sentido, es el colmo, en cierto nivel, del
sin-sentido.
 ¿Cuál es el primer a? El bebé. El bebé es cuerpo para el Otro, no cuerpo fisiológico, sino
cuerpo relacionado con el deseo y con el goce en el Otro. @ como tripa causal.
 La producción del objeto a implica que el sistema significante se apropia del cuerpo de un sujeto
humano, lo fragmenta de un modo particular. Apresa ciertos pedazos particulares del cuerpo en
su materialidad que se articulan con las llamadas zonas erógenas freudianas.
 Este objeto que es causa, que es real, causa el deseo –cabe subrayarlo– no del sujeto, sino del
deseo del Otro barrado. El objeto-causa es el sujeto mismo ubicado en cierta relación con el
deseo del Otro, causando el deseo del Otro.
 Este objeto entraña una posición de deseante, de deseante del deseo porque se quiere ser causa
del deseo del Otro, suscitar el deseo en el Otro.
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 El objeto a ha venido a suplir, subrayo la palabra suplir, es un suplemento de la diferencia sexual


que no existe en el sistema significante.

Distinguir entre perdida y falta


Lacan opera una separación entre los conceptos de falta y pérdida. Falta: Entraña un anhelo de
plenitud, de identidad que, para el ser humano, una vez que es prisionero del lenguaje, se instala
como un anhelo imposible de realizar. No es una falta reparable, compensable, no puede ser
subsanada de ninguna manera. Lacan llama a esta falta, en el Seminario XI, alienación. Esta
alienación, empero, está lejos de la alienación marxista, pues no hay desalienación posible. No
hay síntesis posible para el sujeto hablante una vez que atravesó el desfiladero del significante.
Por lo tanto, la falta apunta en Lacan a ese momento primero, fundador para todo sujeto
humano, para todo niño humano, en que el sistema simbólico lo cautiva y lo marca para
siempre. ¿Cuál es la marca así introducida? Introduce en primer término una marca que se
traduce en su ausencia de plenitud como organismo biológico.
La falta está presente ya en el estadio del espejo– la falta es la falta de sujeto. Porque supone,
que inicialmente para Lacan no hay sujeto, el sujeto primero es un puro posible, una pura
posibilidad. Para Lacan este “no hay sujeto”, “la primera falta es la falta de sujeto” entraña que
el niño humano, cada uno de nosotros al inicio por acción del lenguaje, nos encontramos
privados de toda posibilidad de unidad subjetiva, porque como sujetos somos primero ausencia.
Sin embargo, esta ausencia de sujeto tiene como contrapeso. Hay una primera forma de ‘ser' del
ser hablante: el haber sido, el ser desde el inicio, objeto en relación al Otro, ya sea como objeto
causa del deseo del Otro, ya sea como objeto recuperación de goce o condensador de goce o
punto de goce, de acuerdo a las distintas formulaciones de Lacan, para el Otro con mayúscula.
La falta, en tanto que es marca inicial, indica la falta de sujeto. La falta de sujeto así planteada es
correlativa de la falta en el Otro, falta que permite esa otra dimensión del sujeto en tanto que es
objeto, porque para ocupar el lugar de objeto causa he de estar, desde el inicio, desde mi
nacimiento, en relación a una falta en el Otro, no hay otra forma de relación con el deseo del
Otro. El deseo del Otro aparece como la condición de posibilidad de ese lugar de causa. Por ello,
la serie del comienzo puede leerse también desde el deseo del Otro.
La falta, ya se trate de la falta como falta de sujeto o de la falta como deseo del Otro que me
pre-existe, en relación a la cual seré objeto, es un tiempo primero. Dicha falta marca, asimismo,
la no naturalidad fundamental, originaria, de la crianza de cualquier niño humano en cualquier
sociedad.
El concepto de falta entraña que algo no esté completo, expresamente que tenga un agujero,
agujero que luego culminará, en cierto momento, en la experiencia clásica de la castración, pero
que no se agota tan sólo en la experiencia de la castración.
¿Qué es la pérdida? Frente a la percepción de la falta que nos une al Otro, que lleva a ese Otro
a buscar cosas que no dependen de nosotros ni somos nosotros mismos. Frente a esa búsqueda
del Otro aparece la pregunta ¿qué busca?, ¿qué quiere? ¿por qué no soy lo único que le interesa?
Esta pregunta mantiene toda su vigencia a lo largo de la vida.

Se aprecia que la pérdida empieza a operar en Lacan con un doble matiz, porque opera no sólo
en el sentido de un ‘yo pierdo al Otro', porque el Otro se va, a la madre le interesan otras cosas,
cuyo ejemplo clásico se cristaliza en el fort-da freudiano.
La pérdida es un momento constitutivo del deseo como deseo del Otro. el sujeto juega con la
posibilidad de que el Otro ‘lo pueda o no lo pueda perder', soporte perderlo. Lacan llama a esta
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dimensión de la pérdida, operación de separación. La operación de separación es exactamente


eso, atravesar la prueba del deseo del Otro: ¿puede el otro soportar mi pérdida?, ¿puede
perderme? Ej. Niño encerrado en el baño: Lo dramático no son las 10 horas de encierro, sino que
nadie se haya dado cuenta. Este movimiento, ¿por qué lo hace? Para probar si el Otro puede
soportar su pérdida.
Desde este ángulo, cualquier excusa es buena para que cualquiera de nosotros se ponga a
pensar en cómo puede operar para sustraerse del Otro, hacer que en el Otro aparezca la falta y,
por ende, aparezca el deseo. Esta formulación es válida tan sólo para la definición del deseo
como deseo del Otro. El aporte freudiano no alcanza a dar cuenta de esta otra dimensión de que
alguien se haga pérdida para saber si causa al Otro. Por eso la pérdida es condición de la causa.
Si durante 10 horas nadie se dio cuenta de que no estoy, no causo nada a nadie. Por lo tanto,
este punto de la articulación causa-pérdida es estructural.
Este hacerse pérdida también hay una recuperación de goce. Como perdido alguien se sabe
causa; como ganado, el sujeto se sabe vinculado al goce imaginado del Otro.

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