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YVES M.-J. CONGAR, O. P.

Apostolicidad en la inspiración de la Escritura


Comentando un articulo de K. RAHNER, hace resaltar CONGAS un aspecto poco
desarrollado por aquél: la Inspiración de la Escritura no la recibe la Iglesia como
organización social, sino que recae inmediatamente sobre las personas de los
Apóstoles.

«Inspiration des Ecritures canoniques et Apostolicité de l’Eglise». Rev. Sc. Et Theol.


44 (1961), 32-34

Problemas que presenta Karl Rahner

Cristo dotó a su Iglesia de poderes extraordinarios para que pudiera continuar su misión
redentora. Uno de estos poderes es la infalibilidad en el Magisterio. Pero, precisamente,
este magisterio se ejercita en la interpretación de la palabra de Dios escrita - la Escritura-
que es también infalible, ya que su autor principales el mismo Dios.

¿Estas dos infalibilidades -de Escritura y de Magisterio- están relacionadas entre sí?
Más aún, ¿pueden tomarse como dos aspectos de una misma acción divina en la Iglesia?

Un estudio profundo de la historia bíblica nos llevará a descubrir, tanto en el Antiguo


como en el Nuevo Testamento, un plan único de Dios: la formación de su pueblo, la
Iglesia, de la que fue figura y preparación el Israel de Moisés y los profetas. La
Redención realizada por Jesucristo en la cruz ha de aplicarse a través de la Iglesia, en
todos tiempos, incorporando los los hombres a Ella, Cuerpo Místico de Jesús.

En este plan de Dios, es evidente que el momento fundacional de la Iglesia ha de


revestir una importancia única. La acción de Dios en la fundación de su nuevo pueblo ha
de ser, y fue de hecho, distinta a la acción posterior conservativa.

Los poderes apostólicos de enseriar, regir y santificar, la institución de los sacramentos,


la tradición oral y escrita apostólica pertenecen a la fundación de la Iglesia, a ese
momento de la acción absoluta y plena de Dios.

Y, precisamente, cuando esta acción extraordinaria desaparezca, quedará en la Iglesia el


Magisterio infalible, continuador, siempre actual y vital, de la infalibilidad de la palabra
divina escrita.

Lo que Dios quiere primariamente es la Iglesia, y el modo como ella haya de realizarse
en el tiempo se lo determina la Palabra del Señor escrita, que Él le entrega como uno de
sus elementos internos constitutivos esenciales.

Congar subraya el papel de los Apóstoles

El presentar la Escritura como elemento interno de la iglesia da una concepción


perfectamente unitaria de las relaciones iglesia-Escritura. Pero Rahner deja en la
obscuridad el influjo externo con que los apóstoles han intervenido en la formación de
la Escritura. Como la piedra fundamental es anterior al edificio para formar luego parte
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integrante de él, así los apóstoles son anteriores a la Iglesia porque le han de llevar el
influjo de Dios, constructor del nuevo pueblo, en el que ellos serán después partes
integrantes principales, gobernando, enseñando y santificando.

Bajo la moción del Señor, los apóstoles han de determinar los valores especulativos y
prácticos que constituyen la Iglesia. Y esta determinación quedará plasmada para
siempre en sus escritos.

Canonicidad de la Escritura y apostolicidad

Al Hacer resaltar esta intervención de los apóstoles en la génesis de los escritos


neotestamentarios, nos acercamos mucho más a la mentalidad de la tradición antigua
acerca de las cualidades que han de presentar, los escritores sagrados. Han de ser, en
definitiva, estas cualidades las que han de dar a los escritos su carácter de norma oficial.

Interesa, pues, ver cómo se realizan en los apóstoles estas características liara poder
deducir después la necesidad de hacer resaltar el influjo primario que tienen en id
Escritura. La Tradición nos ha consignado cuatro:

Elección. - El escritor sagrado es, un elegido: Porque Dios quiere comunicarse con
todos los hombres precisamente a través de otros hombres, pocos, escogidos por Él, a
los que Él se revela de un modo particular. Tal es el plan del Señor ya desde el Antiguo
Testamento. La Promesa se hace a Abraham como cabeza de un pueblo. La ley se
entrega al pueblo por medio de Moisés. Reyes y profetas de Israel serán, según las
circunstancias, otros tantos intermediarios entre el Señor y su pueblo. Este será también
el papel de los apóstoles y de sus sucesores: transmisores de la Palabra; para esto fueron
elegidos.

Misión. - Dios envía a Cristo y Cristo envía a los apóstole s. La fundación de la Iglesia
será su misión, su tarea. Y, dentro de ella, la redacción de unos escritos que han de
entregar -tradere, tradición- a la Iglesia; como uno de sus principios vitales básicos.

Hay aquí dos elementos diferentes: el trabajo apostólico que constituye a la Iglesia, que
la forma, y la misión anterior recibida de Cristo. Esta recae exclusivamente en los Doce;
es algo que les tiene de fuera. Por ella ha de nacer la Escritura. De ahí, la prioridad de
los apóstoles sobre la Iglesia en la formación de los libros inspirados.

Carismas. - El escritor sacro, como es lógico, ha de recibir una acción extraordinaria del
Espíritu Santo: un carisma. La participación que en las gracias derramadas por el
Paráclito tienen los apóstoles nos la subraya todo el Nuevo Testamento. Cierto que son
gracias que repercuten en la primitiva comunidad en construcción, pero siempre habrá
que destacar su carácter de don personal.

Autoridad. -Toda la Tradición insiste en esta cualidad del escritor sagrado, como fuente
de la que brotará en el pueblo el deber de aceptar sus escritos. Los apóstoles, al recibir
la misión de Cristo, reciben también su autoridad. Sus escritos la tendrán igualmente. Al
contrario, los escritos que no la tengan, deberán ser rechazados como no-oficiales. La
entrega de la Escritura debe hacerse a la Autoridad, no a la Iglesia como organización
social.
YVES M.-J. CONGAR, O. P.

Estas cuatro cualidades realizadas en un escritor darán a su obra un carácter de norma


oficial. Y es precisamente este carácter lo que constituye la canonicidad del escrito, ya
que la fijación del número de libros pertenecientes al Canon es muy posterior y su
declaración dogmática no llega hasta el Concilio Florentino, el año 1441.

Desde los orígenes de la Iglesia, la canonicidad de los libros sagrados va unida a la


apostolicidad de sus autores; porque sólo ellos reúnen las cuatro características
señaladas: Elección por Cristo, autoridad y misión recibidas del mismo Jesús junto con
la plenitud carismática.

Los escritos de san Marcos y san Lucas se incluyen siempre en el canon, porque su obra
tiene como fundamento las personas de Pedro y Pablo, respectivamente.

Conclusión

Podríamos resumir lo dicho hasta aquí en esta forma:

Decir simplemente que la Escritura es la formulación escrita de la fe de la Iglesia,


concepción de Rahner, es dejar de expresar la conciencia que esta misma Iglesia tenía,
no sólo de poseer la Escritura como fórmula escrita de su fe, sino de haberla recibido de
hombres escogidos por Dios, dotados por el mismo Dios de autoridad, misión y
carismas. Las categorías que emplea Rahner son insuficientes para expresar este
importante aspecto de la conciencia eclesial, que el teólogo alemán en manera alguna
niega. Pero en su concepción parece que los apóstoles tienen poder en la Iglesia, no
sobre la Iglesia.

Hay que destacar el sujeto sobre quien recae la inspiración de la Sagrada Escritura. Este
sujeto no es la Iglesia, a no ser que se tome la palabra en un sentido amplio e indistinto.
El sujeto propio de la inspiración son los profetas, en el Antiguo Testamento, y los
apóstoles en el Nuevo.

Tradujo y condensó: IGNACIO SALVAT

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