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Historia Coac
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Gabinete de Prensa
El origen del Carnaval se puede remontar a las bacanales: fiestas en honor del
dios Baco, las saturnales: en honor del dios Saturno y las lupercales: en honor del dios
Pan, celebraciones en la antigua Grecia y en la Roma clásica.
Julio Caro Baroja, uno de los más clásicos estudiosos del Carnaval, lo define
como "un hijo del cristianismo". Todos sabemos que el Carnaval se celebra previamente
a la Cuaresma, es el fin de semana anterior al Miércoles de Ceniza.
Historia y Manual 1
Ayuntamiento de Cádiz
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En 1884 el alcalde Eduardo J. Genovés ordena una mayor vigilancia en las calles
e impone que todas las Comparsas y Estudiantinas que quieran recorrer la población
deberían de proveerse de la correspondiente licencia municipal. Incluso se establecerá la
censura previa: cada agrupación debía presentar una instancia dirigida al alcalde
indicando nombre, apellidos y direcciones de los componentes, haciéndose responsable
el director de la agrupación y un representante. Junto a la instancia se presentaban dos
copias de los repertorios que se pensaban cantar por las calles y que en ningún caso
deberían atentar contra la moral pública. Revisadas las letras, el Ayuntamiento guardaba
una copia y devolvía la otra con su sello, dando el visto bueno al repertorio. La copia
sellada debía llevarla el director de la Agrupación y exhibirla ante cualquier autoridad
que la requiriese. Pese a tan reglamentada burocracia, raro era el año que alguna
agrupación no terminaba en la prevención del Piojito.
En el año 1937, por decreto, el Jefe del Estado, General Franco, abolió el
Carnaval, desapareciendo en casi todas las poblaciones españolas. Sin embargo, en
Cádiz permaneció latente en el sentir del pueblo. Y en las tiendas de vinos y en los
colmados gaditanos de la posguerra no faltaban en el mes de febrero grupos de
nostálgicos que se reunían para rememorar y cantar viejas coplas carnavalescas.
Historia y Manual 3
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MANUAL DE INSTRUCCIONES
Introducción al Carnaval de Cádiz
El Carnaval es tan antiguo como la humanidad misma, como algo vivo que sigue
latente entre los pueblos que lo utilizan como evasión y divertimento.
Cádiz fue durante el siglo XVII una ciudad creadora de riqueza y de gran pujanza
económica que le proporcionó la Casa de la Contratación de Indias a través de la cual
llegó, con los doblones dorados, soportes básicos del Imperio, la génesis de nuestro
Carnaval.
Nació en los malecones de los muelles al mezclarse los cantos africanos y criollos,
habaneras, sambas, rancheras, guajiras y colombianas con el jaleo y las palmas
gaditanas.
Los banqueros de Génova y Venecia dieron fondo y forma a nuestro Carnaval con un
toque de arte renacentista importado de Italia, haciendo de Venecia y Cádiz las dos
ciudades europeas reinas de esta fiesta singular.
Una etapa decisiva, sin embargo, es la que supone la recuperación de las fechas
tradicionales (vuelta a febrero) y una mayor libertad de expresión inducida por la
situación política de entonces (1977).
Con estas dos credenciales comienzan unos carnavales que generan una espontánea
savia nueva de autores, músicos, voces, etc., cuya participación es decisiva, aportando:
1.- Mayor nivel cultural (en algunos casos universitarios), rompiendo viejos moldes.
2.- Consecuencia de lo primero, una mayor concepción de la semántica (ironizando
críticas sociales con la gracia tradicional).
3.- Introducción progresiva de la mujer (sobre todo en agrupaciones).
4.- Mayor participación en números de agrupaciones, naciendo las “chirigotas
callejeras“ que, sin concursos, aportan su gracia al público de la calle.
5.- Otra manera de participar para el público de calle son los tradicionales romanceros,
siendo característicos éstos por su forma de exponer la gracia en un tablón conjugando
el doble sentido y practicando la postulación (que no es pedir dinero, sino recibirlo).
Historia y Manual 4
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Callejeras, ilegales, charangas, familiares.... tienen más nombres que un santoral y es,
sin duda, a lo que menos se le parece. El Carnaval de Cádiz se vive en sus rincones. Una
vez acabado en el Gran Teatro Falla el concurso -que llaman oficial- de las agrupaciones
carnavalescas, las que no quieren -o no pueden- ir al mismo, se van a la calle, y ahí
cantan sin ningún jurado que les limite el tiempo de un pasodoble, el ritmo de un
popurrí o el número de componentes.
Por este motivo, durante los días de Carnaval te puedes encontrar una chirigota de 30,
un cuarteto de ocho o un coro de quince personas, con los más disparatados tipos, y -en
muchas ocasiones- con los repertorios más hilarantes que puedan escucharse en Cádiz.
Es, según la mayoría de visitantes y muchos gaditanos, la esencia del Carnaval: lo
espontáneo, o lo que parece espontáneo, pero que no deja de tener muchas horas de
ensayos. Eso sí, siempre en un buen ambiente, entre risas y coplas. Eso se convierte
luego en el punto, el golpe, el detalle que puedes encontrar en cualquier esquina a poco
que pasees por los sitios "señalaitos".
En los últimos años han proliferado las callejeras de tal manera que difícil es andar más
de cincuenta metros sin toparse con una en las horas de mayor animación por el barrio
de la Viña y sus aledaños entre semana y por la Plaza de Abastos y sus alrededores los
dos domingos y el lunes de fiesta. Llevando razón o no los que dicen que suponen uno
de los mayores atractivos del Carnaval, lo cierto es que “ES MUY RECOMENDABLE
NO PERDÉRSELAS”.
LAS AGRUPACIONES
Los Coros
En el último tercio del siglo XIX, los diferentes ritmos antillanos, la mayoría de clara
influencia afrocubana, que sucesivos navegantes introdujeron y que paulatinamente
fueron fundiéndose con los compases de las palmas netamente gaditanas, alumbraron
esa joya del folklore andaluz, que constituye hoy el tango carnavalesco o lo que viene a
ser casi lo mismo “El tanguillo de Cai“, cuyo modificador podemos considerar al
célebre ANTONIO RODRÍGUEZ, el “Tío de la Tiza“.
La aparición del coro “Los Dedócratas“, en el año 1977, supuso una revolución en
cuanto a participación social, aumentaron de forma considerable las agrupaciones de
esta modalidad donde imperan destacados letristas y continuadores de ese emotivo y
cadencioso son de nuestra tierra: su majestad el Tango.
Historia y Manual 5
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Las Comparsas
Era el término con que genéricamente se conocieron a las primeras agrupaciones que
por sus letras y ritmos, preferentemente antillanos, llamaron la atención de propios y
extraños desde mediados de siglo pasado en nuestros carnavales.
En las actuales bases para el Concurso Oficial, se las define como agrupaciones
compuestas por un mínimo de diez componentes y un máximo de quince, que
interpretarán su repertorio a dos cuerdas como mínimo, tenor y segunda, debiendo
acompañar sus interpretaciones, de bombo, caja y pitos carnavalescos.
Las Chirigotas
Esta tradicional modalidad de agrupación, más modesta generalmente en su vestimenta
que las comparsas, pero más picaresca en sus letras y músicas, casi siempre de doble
sentido, hicieron juego con unos tipos modestos pero realmente caricaturescos,
resultando un derroche de imaginación y en ocasiones hasta una “mijita“ esperpénticas.
Las chirigotas tienen un claro sentido humorístico, no exento de cierta carga sarcástica y
mordaz. Una crítica popular donde se conjuga la gracia, el arte y el ingenio con la
“cantidad“ de libertad de cada época. En sus albores sólo usaban instrumentos
simulados, casi siempre con sonidos onomatopéyicos. Pero a partir de la llamada Murga
del siglo XX de Paco Llanes, que ensayaban en un lavadero de la calle Cocinas (hoy
Arricruz) introdujeron también el bombo con sus platillos y la caja o “redoblante“ que,
unido a sus conocidísimos “pitos“ de caña, se han mantenido hasta nuestros días.
Los Cuartetos
“Como su nombre indica”, están compuestos por tres, cuatro o cinco personas. Se
acompañarán obligatoriamente de pitos, pudiendo utilizar si lo desean instrumentos de
ritmo cuando el tipo (disfraz) así lo requiera, y también acompañarse de otros
instrumentos pero solamente en la presentación, el popurrí y el estribillo. Su repertorio
suele estar compuesto de presentación, parodias, cuplés, con su respectivo estribillo y
popurrí, aunque en los últimos años tienen mayor libertad de interpretación. Los cuplés
lógicamente serán cantados y rimados.
Ya en el último tercio del siglo XIX se tiene constancia de que actuaban con frecuencia
entre el numeroso público que se congregaba alrededor de las comparsas en carrozas o
coros por las calles y plazas de nuestra ciudad, alternando con romanceros, dúos y
cualquier grupo de máscaras.