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Ferrary Ojeda, José Manuel - Incapacidades y Anomalías en El Consentimiento Matrimonial - Universidad Pontificia Comillas 2007
Ferrary Ojeda, José Manuel - Incapacidades y Anomalías en El Consentimiento Matrimonial - Universidad Pontificia Comillas 2007
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2007
Esta publicación ha sido editada gracias a la
colaboración de la Obra Social de Unicaja
EDICIÓN DIGITAL
ISBN: 978-84-8468-298-1
Reservados todos los derechos. Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial de este
libro por cualquier procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magné-
tica o cualquier sistema de almacenamiento o recuperación de información, sin permiso escritode la
Universidad Pontificia Comillas.
ÍNDICE GENERAL
Págs.
SIGLAS .............................................................................................................. 15
PRESENTACIÓN ............................................................................................... 17
PRÓLOGO ........................................................................................................ 21
INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 25
EL MATRIMONIO Y EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL PERSPECTIVA HISTÓRICA .................................... 25
APROXIMACIÓN HISTÓRICA A LA CUESTIÓN DE LA CAPACIDAD PARA CONTRAER MATRIMONIO . 28
1.1. El Derecho Clásico ........................................................................... 29
a) Decreto de Graciano ................................................................ 30
b) Las Decretales de Gregorio IX ................................................ 32
1.2. La evolución posterior hasta el Código de 1917 ............................. 35
1.3. El Código de 1917: la «amencia» y la «demencia» ........................... 36
CAPÍTULO I
EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL DE LOS MANUALES
DE DERECHO MATRIMONIAL CANÓNICO
INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 39
1. ESTUDIO DE LOS MANUALES: EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL. VICIOS POR
PARTE DEL ENTENDIMIENTO ............................................................................... 41
1.1. F. X. Wernz, S.I - P. Vidal, S.I: «Ius Canonicum. —vol. V, Ius matri-
moniale—» ........................................................................................ 41
1.2. Miguel de Arquer-Santiago Semir: «Derecho Matrimonial» ............ 44
1.3. J. M. Mans Puigarnau: «El Consentimiento matrimonial. Defectos
y vicios del mismo como causas de nulidad de las nupcias» ......... 48
1.4. Vicente Montserrat, O.P: «Derecho Matrimonial Canónico» .......... 56
7
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Págs.
C) Conclusiones ............................................................................ 87
2.2. SRRD, vol. XXXIII, dec. XV, c. A. Wynen (25 de febrero de 1941) 88
A) Características generales .......................................................... 88
B) Exposición en los Manuales .................................................... 90
2.2.1. J. M. Mans Puigarnau: «El Consentimiento Matrimonial» ....... 90
2.2.2. V. Montserrat, O.P: «Derecho Matrimonial Canónico» . 91
2.2.3. E. Fernández Regatillo, S.I: «Ius Sacramentarium» y «De-
recho Matrimonial Eclesiástico» ..................................... 91
2.2.4. L. Miguélez Domínguez: «Comentarios al Código de De-
recho Canónico II. Cánones 682-1.321» ........................ 92
2.2.5. E. Montero Gutiérrez: «El Matrimonio y las Causas Matri-
moniales» ........................................................................ 92
2.2.6. A. Bernárdez Cantón: «Curso de Derecho Matrimonial
Canónico» ....................................................................... 93
8
È2(-')
Págs.
CAPÍTULO II
EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL EN LAS MONOGRAFÍAS
DE LOS CANONISTAS ESPAÑOLES EN EL PERIODO COMPRENDIDO
ENTRE 1917-1983
INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 99
ESTUDIO DE LAS MONOGRAFÍAS ................................................................. 100
1. EUDOXIO CASTAÑEDA DELGADO: «LA ENAJENACIÓN MENTAL Y EL CONSENTIMIENTO
MATRIMONIAL A LA LUZ DE LA PSIQUIATRÍA Y DE LA JURISPRUDENCIA DE LA ROTA
ROMANA»........................................................................................................ 100
1.1. Primera Parte ................................................................................... 101
A) Ideas fundamentales de cada uno de los capítulos ............... 101
B) Notas valorativas de la primera parte ..................................... 111
1.2. Segunda Parte .................................................................................. 112
A) Ideas fundamentales de cada uno de los capítulos ................ 112
B) Notas valorativas de la segunda parte ..................................... 121
1.3. Conclusión......................................................................................... 122
2. VÍCTOR REINA: «EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL. SUS ANOMALÍAS Y VICIOS, COMO
CAUSA DE NULIDAD» ......................................................................................... 123
2.1. Ideas generales de la Monografía ................................................... 123
2.2. Conclusión ....................................................................................... 126
3. ANTONIO REINA: «LA INCIDENCIA DE LAS PERTURBACIONES PSÍQUICAS EN EL
CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL» ........................................................................ 127
3.1. Primera parte ................................................................................... 128
a) Ideas fundamentales de cada uno de los capítulos ............... 128
b) Notas valorativas de la primera parte ..................................... 129
3.2. Segunda Parte .................................................................................. 130
a) Ideas fundamentales de cada uno de los capítulos ............... 130
b) Notas valorativas de la segunda parte ..................................... 133
3.3. Conclusión ....................................................................................... 133
4. CONCLUSIONES GENERALES SOBRE LAS MONOGRAFÍAS ............................................ 134
9
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Págs.
CAPÍTULO III
LA APORTACIÓN DE LA JUSPRUDENCIA ESPAÑOLA
AL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL Y SU INCIDENCIA
EN LA FORMULACIÓN Y PROMULGACIÓN DEL CANON 1.095, 2.º Y 3.º
10
È2(-')
Págs.
11
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Págs.
CAPÍTULO IV
APORTACIONES DE LOS CANONISTAS ESPAÑOLES EN LAS REVISTAS
ENTRE LOS AÑOS 1950 Y 1980
12
È2(-')
Págs.
1. LA INCAPACIDAD PSICOLÓGICA PARA ASUMIR LAS OBLIGACIONES DEL MATRIMONIO ...... 265
1.1. Prof. F. Aznar .................................................................................. 265
1.2. Mons. Serrano .................................................................................. 266
1.3. Mons. García Faílde ........................................................................ 268
1.4. Prof. L. Vela S.J. ................................................................................ 269
2. NOTAS VALORATIVAS ........................................................................................ 270
D. CONCLUSIONES ....................................................................................... 270
13
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Págs.
14
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SIGLAS
15
PRESENTACIÓN
17
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18
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Profesor Emérito de la Facultad de Derecho Canónico.
Universidad Pontificia Comillas. Madrid.
20
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PRÓLOGO
En el año 1998, Juan Pablo II afirmaba que «el recto entendimiento del
“consentimiento matrimonial”, fundamento y causa del pacto nupcial, en
todos sus aspectos y en todas sus implicaciones no puede reducirse exclusi-
vamente a esquemas ya adquiridos, válidos indudablemente aún hoy, pero
que pueden perfeccionarse con el progreso en la profundización de las cien-
cias antropológicas y jurídicas. Aun en su autonomía y especificidad episte-
mológica y doctrinal, el Derecho canónico, sobre todo hoy, debe servirse de
la aportación de las otras disciplinas morales, históricas y religiosas» 1. Esta
afirmación, que se realiza indudablemente con el convencimiento de la ne-
cesidad de evolución en cualquier campo de la ciencia, insiste en el nece-
sario progreso del Derecho Canónico. Precisamente esta circunstancia es la
que produce la investigación que, durante los años que van de un Código
a otro, dará lugar al canon 1095, 2.º y 3.º en la Codificación de 1983.
El vigente canon 1095 trata de uno de los presupuestos básicos y esen-
ciales para prestar el consentimiento matrimonial: la capacidad natural de
los contrayentes. La importancia y repercusión de los supuestos de incapa-
cidad comprendidos en este canon es evidente, si atendemos tanto al nú-
mero de peticiones de nulidad presentados en los Tribunales Diocesanos,
como a la abundante literatura y Jurisprudencia que se genera en torno a
dicho canon 2. De esto podemos concluir la importancia que tuvo la inclu-
sión de estos supuestos de incapacidad en la sistematización de 1983.
1
Discurso del Santo Padre Juan Pablo II a los oficiales y abogados del Tribunal de la Ro-
ta Romana en la apertura del año judicial. Sábado 17 de enero de 1998, en A. LIZÁRRAGA ARTO-
LA, «Discursos pontificios a la Rota Romana», Pamplona 2001, pág. 225.
2
Cf. Nos remitimos a F. R. AZNAR GIL, «Derecho Matrimonial canónico. vol. II: cánones
1057; 1095-1107», Publicaciones U.P.S., Salamanca 2002.
21
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3
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, «Antecedentes del c. 1095 en la doctrina y la jurisprudencia es-
pañola», en CPMPC, Salamanca 2004.
4
Cf. Ib., pág. 1.
22
46Ì03+3
Pero, además, hay que tener en cuenta otro muy señalado como es la
importante contribución de la canonística española al Derecho Matrimonial
Canónico —y, en concreto, al campo en que hemos centrado nuestro es-
tudio—. Con esta obra se pretende, además, contribuir a mantener viva la me-
moria histórica de aquellos que con su esfuerzo hicieron, y hacen, posible el
desarrollo del Derecho Canónico, teniendo en consideración que esta apor-
tación de los canonistas españoles al canon 1.095, 2.º y 3.º no es exclusiva, ni
tampoco totalmente original, pero sin duda sí es importante y necesaria.
El método que se ha seguido para la elaboración de estas páginas ha si-
do, pues, analítico y de síntesis en los principales medios en los que se re-
fleja esa contribución: Manuales, Monografías, Jurisprudencia y estudios. Por
eso, la exposición será prevalentemente expositiva. Esto explica también el
carácter antológico del estudio, al aducir los textos originales sobre los que
hemos trabajado. De esta forma creemos facilitar su lectura, al no ser siem-
pre textos fáciles de tener a la vista.
Pero la prevalencia de lo expositivo, sin embargo, no impide que haya-
mos sometido a un detenido análisis aquellas obras o textos que nos han
parecido más importantes y significativos.
El estudio de la aportación española se inicia propiamente con el deta-
llado estudio de los Manuales de Derecho Matrimonial Canónico publicados
en el periodo objeto de nuestra reflexión, fijándonos únicamente en aque-
llo que se refiere directamente al consentimiento matrimonial y a las per-
turbaciones mentales que afectan al mismo.
El capítulo tercero ofrecerá el estudio sobre las tres Monografías espa-
ñolas sobre el consentimiento matrimonial existentes. Incluiremos, además,
una tabla comparativa entre cada una de ellas.
En el capítulo cuarto analizamos la aportación de la Jurisprudencia de los
auditores españoles. En una primera parte, estudiamos a los auditores de la
Rota Romana. Un apartado se dedicará al estudio de la Jurisprudencia de
Mons. García Faílde y de Mons. Panizo Orallo, así como un breve estudio
de la Jurisprudencia de la Rota de la Nunciatura Apostólica. Finalizamos con
la aportación de nuestros Tribunales Diocesanos.
El último capítulo ofrecerá un análisis de los artículos y estudios exis-
tentes en dicho periodo, dividiendo en tres periodos cronológicamente or-
denados.
Cerramos estas observaciones preliminares indicando que he preferido
—dentro de cada uno de los capítulos— seguir un orden cronológico, para
que, de esta forma, pueda apreciarse con mayor facilidad y claridad la evo-
lución gradual de la doctrina y de la jurisprudencia.
23
INTRODUCCIÓN
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$+,67Ð5,&$
5
Es precisamente la «personalidad» del matrimonio lo que evita su ‘cosificación’ y lo ale-
ja ella misma de esa especie de prisión abstracta de conceptos inmutables e inertes, en los
que no tiene (el matrimonio) existencia alguna cabal. El matrimonio existe y consiste en los
cónyuges, en su intimidad real e inmanente, sin que tenga existencia distinta de la de ellos
mismos. Cf. J. M.SERRANO, «La nueva imagen de matrimonio en el futuro ordenamiento canó-
nico», en REDC, 37 (1981) núm. 108, pág. 537.
25
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
nal) y se convierte en una realidad social y, por tanto, en una realidad que
precisa ser regulada por el Derecho 6.
Se establece, mediante la institución matrimonial, una perfecta y total co-
munión de vida entre los esposos puesto que han de vivir juntos en todo y
para todo. Esta comunión total de vida, se funda en la alianza que los cón-
yuges establecen entre sí al momento de contraer matrimonio. En dicha alian-
za matrimonial (mediante la expresión del consentimiento), uno y otro, se
entregan y se comprometen en todo lo que abarca lo más profundo de su
propio ser, sin exclusión alguna 7.
Tal y como ha afirmado el Concilio Vaticano II 8, la institución matrimo-
nial tiene un fundamento originante de profunda dimensión personal 9: nos
referimos a ese consentimiento, con el que se expresa la entrega del uno al
otro y la aceptación mutua e incondicional. Es un compromiso mutuo, el
hombre y la mujer expresan mediante palabras y signos la entrega recípro-
ca para formar una íntima comunidad de vida 10. El matrimonio, tiene que
ser consecuencia de una opción individual de los propios cónyuges, de ma-
nera que se origina una intercomunicación, total y absoluta, del «uno» con
el «otro» y que ha de conducir a una complementariedad de toda la perso-
na.
Son, pues, las personas, es decir, dos personas de sexo diverso, física y
psíquicamente capaces de unirse en matrimonio los que, en orden a los fi-
nes institucionales de la sociedad conyugal y por libre elección, se entregan
el uno al otro convirtiéndose en consorte el uno del otro. Son dos personas,
como decimos, que desde el momento de prestar su consentimiento afir-
mativo en el matrimonio forman una unidad de dos 11 que integra en su mis-
ma esencia una dimensión personalista que instaura unas relaciones inter-
personales.
El matrimonio es una realidad compleja y, por ello, está presente en di-
versas ciencias como la Filosofía, la Sociología, la Economía, la Teología, la
6
Lo que constituye el matrimonio es el amor personal de los cónyuges, pero en cuanto
es vivido en la sociedad y ordenado por la comunidad. Y todo intento de fundamentar el ma-
trimonio, o sus características cristianas de unidad e indisolubilidad, a partir sólo del amor per-
sonal y sin hacer referencias al carácter social e incluso jurídico del hombre, está llamado al
fracaso. Cf. J. RATZINGER, «Hacia una teología del matrimonio», Concilium, 55 (1970), pág. 245.
7
Cf. J. ARMIJOS, «El amor fundamento del matrimonio cristiano. Aspectos teológicos-jurí-
dicos», Antonianum 73/3 (1998), pág. 597-598.
8
Cf. Gaudium et Spes 48.
9
Cf. J. M. SERRANO, «La nueva imagen de matrimonio…», loc. cit., pág. 537; Ratzinger, J.,
«Hacia una teología…», loc. cit., pág. 245.
10
Cf. D. BOROBIO, «La celebración de la Iglesia II. Sacramentos», Salamanca, 1988, pág.
532.
11
Un «nosotros» sin que desaparezca la individualidad del uno (del «yo») y del otro (del «tu»).
26
-2863(9''-Ì2
Ética, el Derecho..., ya que todo aquello que afecta al ser humano, en los
diversos tiempos y lugares, tiene su repercusión inevitable sobre la institu-
ción matrimonial.
Pero, el matrimonio es tanto una realidad permanente y vital (un estado
permanente de vida) 12 -esta nota de estabilidad la oponemos a la de transi-
toriedad pues va insertada en la médula de la institución-, como una reali-
dad dinámica, que evoluciona y cambia con el transcurso del tiempo, in-
fluida por las circunstancias históricas y culturales 13.
Lo que sí ha de quedar claro, desde el primer momento, es que esta con-
cepción del matrimonio, que destaca con esas peculiares características per-
sonalistas, no ha de comprenderse desde la exigencia de la práctica de de-
terminados contenidos que vayan mas allá de lo humanamente exigible 14,
especialmente cuando es el consentimiento aquello que da origen al matri-
monio, y que lo configura como una de las decisiones más personal, seria
y trascendente que pueda tomar el ser humano.
Debemos asimismo afirmar que es necesaria una autoridad que en nom-
bre de la comunidad eclesial garantice la existencia del matrimonio en la
Iglesia, le dote con los medios necesarios para su estabilidad y le propor-
cione las ayudas convenientes en sus momentos de crisis y conflictos 15.
La institución matrimonial supone y exige la capacidad de prestar, aun-
que sea en un grado mínimo, el consentimiento. El matrimonio es «una re-
alidad abierta a todo ser humano que reúna un mínimo de condiciones» 16;
puesto que, como sabemos, el llamado «ius connubii» 17 es un derecho fun-
damental del hombre, es un derecho natural, innato a la persona humana,
expresamente reconocido en el ámbito canónico y concretamente en el
can. 1058 del actual Código: pueden contraer matrimonio todos aquellos
a quienes el derecho no se lo prohíbe 18. Ius connubii que, como ya vere-
mos, ha sido constantemente reafirmado, no sólo por el propio Magiste-
12
Y, a la vez, «indisoluble».
13
Cf. J. SALAZAR, «Nuevo Derecho Canónico: Teoría general. Concepto», VV.AA, B.A.C. (Sa-
lamanca 1983), pág. 117; T. GARCÍA BARBERENA, «Problemas actuales sobre la esencia del con-
sentimiento matrimonial», en CDMP I, Salamanca, 1975, pág. 9.
14
Cf. F. R. AZNAR GIL, «Derecho matrimonial canónico. Vol. I. Can, 1055-1094», Salamanca
2001, pág. 35.
15
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, «La regulación canónica del matrimonio. Problemas y posibili-
dades», Pentecostés XIII (1975), pág. 235.
16
Cf. S. PANIZO ORALLO, «Normalidad/anormalidad para consentir en el matrimonio», en
CDMPC X (Salamanca, 1992), pág. 17.
17
Término procedente del Derecho Romano que aunque en un principio no se refería
propiamente al derecho a contraer matrimonio, después si tuvo esta significación.
18
El antiguo Código de Derecho Canónico de 1917 hacía idéntica declaración en su can.
1035*: «Pueden contraer matrimonio todos aquellos a quienes el derecho no se lo prohibe».
27
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
rio Pontificio 19, sino también en las Declaraciones de Derechos Humanos 20;
así como en nuestra propia legislación civil 21. Ello supone, que ni la Igle-
sia ni el Estado pueden en sus respectivos órdenes privar, con carácter ab-
soluto, a la persona de esta facultad; salvo circunstancias libremente acep-
tadas (por ejemplo, el supuesto de recibir el orden sagrado o el voto público
de castidad), lo cual implica que toda restricción a este derecho natural
subjetivo, establecida bien por ley natural o ley positiva, debe poseer un
carácter excepcional, constar expresamente e interpretarse en un sentido
estricto 22.
19
León XIII, Enc. «Arcanum divinae sapientiae» de 10 de febrero de 1880; Pío XI Enc.
«Casti Connubii», de 31 de diciembre de 1930 (AAS 22 (1930) 539-92); S.C.S. Officium, «De-
cretum», 21 de marzo de 1931 (AAS 23 (1931) 118); 24 de febrero 1940 (AAS 32 (1940) 73);
Juan XXIII Enc. «Pacem in terris», 11 de abril de 1963, nn. 15-16 (AAS 55 (1963) 257-304); «Car-
ta de los derechos de la Familia», art. 1 y art. 1.a; el propio Vaticano II, en la Const. «Gaudium
et Spes», lo denomina como «derecho inalienable del hombre al matrimonio» (núm. 87); Pablo
VI «Humanae Vitae» n. 8, AAS 60 (1968) 485; Juan Pablo II, «Familiaris Consortio».
20
Cf. F. R. AZNAR GIL, «Derecho matrimonial I. Can 1055-1094», loc. cit., pág. 112: De-
claración Americana (1948) art. 6; Declaración Universal Derecho Humanos (1948) art. 16,1;
Convención Europea de los derechos del hombre (1963) art. 12; Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Políticos (1966) art. 23.
21
Cf. Ib., Concretamente, en España, nuestra Constitución (1978), en su art. 32,1, apo-
yándose en el art. 10 del mismo texto, afirma: «el hombre y la mujer tienen derecho a contra-
er matrimonio con plena igualdad jurídica…», «El Código Civil en su art. 44, no sólo lo reco-
ge, sino que lo desarrolla: “El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio conforme
a las disposiciones de este Código”».
22
Cf. A. LIÑAN GARCÍA, «La psicosis maniaco-depresiva y su incidencia en el consentimiento
matrimonial», Universidad de Málaga, Málaga 2001, pág. 35.
23
Ambas fruto de la reflexión de la canonística del medioevo.
28
-2863(9''-Ì2
que «Furiosus matrimonium contrahere non potest» 24, y por otro, hacían re-
ferencia de la pubertad y de la capacidad o madurez fisiológica como ele-
mentos válidos para contraer matrimonio 25.
Estas alusiones, lógicamente, tendrán una influencia capital en la evolu-
ción de la teoría canónica sobre la capacidad para consentir, en la medida
en que se concretan las exigencias mínimas sobre la capacidad del indivi-
duo para contraer, señalando como elementos determinantes y necesarios
para la realización del matrimonio válido, además del suficiente uso de ra-
zón, la determinación de los años exigidos y la necesaria capacidad bioló-
gica para engendrar.
Se suele decir que el canon 1.095 es una novedad en la legislación ecle-
siástica. Sin embargo, hay que matizar esta afirmación. Si bien es cierto que
el canon, desde el punto de vista formal representa una novedad, y que su
origen es netamente jurisprudencial, no es menos cierto que el Derecho Clá-
sico ya consideraba la problemática de la enfermedad psíquica como causa
de incapacidad para contraer el matrimonio, aunque no lo hiciera de modo
técnico y preciso. Por ello, pensamos que un breve análisis de algunas fuen-
tes históricas, sin pretensiones de exhaustividad, ayudará a entender el sen-
tido y el motivo de la normativa vigente, además de ayudarnos a ver que
no es una innovación radical, sino una precisión técnica de una clara con-
ciencia del sistema matrimonial desde sus exordios. En este preciso contex-
to debemos enmarcar la singular aportación de la doctrina y jurisprudencia
española objeto de nuestra investigación.
24
D. 30,50,17.
25
«Iustas autem nupcias inter se cives romani contrahunt, qui secundum preacepta le-
gunt coeunt, ‘masculi quidem puberes foeminae autem viripotentes…’», Inst. I,10,11-12; «…Pu-
bertatem autem veteres quidem non solum ex annis sed etiam ex habitu corporis in masculis
aestimari volebant…, facta constitutione promulgata ‘pubertatem in masculis post decimum
quartum annum completum’ ilico initium accipere disposuimus: antiquitatis normam ‘in foe-
minis’ personis bene positam, suo ordine relinquentes, ‘ut post duodecimum annum comple-
tum’ viripotentes esse credantur», Inst. I,22,20-23.
29
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a) Decreto de Graciano
En el Decreto hay una sola referencia a los llamados furiosi con relación
al matrimonio. Graciano presenta una auctoritas según la cual los furiosi no
pueden contraer matrimonio. Sin embargo, parece que no se trata de una
prohibición absoluta, dado que una vez establecida la prohibición añadía
que, si habían contraído el matrimonio, no se los separara:
c. 26, C. 32, q. 7. (Neque furiosus): Furiosus et furiosa matrimonium
contrahere non possunt. Item Fabianus Papa. Neque furiosus, neque furiosa
matrimonium contrahere possunt; sed si contractum fuerit non separentur. Y
concluye con un «dictum»: Ut ergo ex premissis colligitur, non licet huic, di-
missa uxore, sua aliam ducere. Manet enim inter eos quoddam vinculum co-
niugale, quod nec ipsa separatione dissolvitur. Unde Augustinus ait in libro
de bono coniugali [cap. 7] 26.
26
Cf. Decreto de Graciano, Friedberg Ed., 1959, I, pág. 1147.
30
-2863(9''-Ì2
27
Cf. H. FRANCESCHI, «Riconoscimento e tutella dello ius connubii nel sistema matrimoniale
canonico», Giuffré Editore, Roma 2004, pág. 84-85.
28
Cf. DE LEÓN-CARRERAS afirman que: «Ruffino è di fronte all ‘indeterminazione del dictum
di Graciano a C.32,q.7,c.26 il primo decretista che assume una posizione chiara in favore del
carattere dirimente o invalidante del furor antecedente: il furioso non può contrarre matri-
monio, poiché non può consentire, e si lo contrae lo fa invalidamente». En «La glossa imposi-
bilitas conveniendi di Rufino», Monumenta Iuris Canonici. Series C: subsidia, vol. 11, Cittá del
Vaticano 2001, pág. 125; cita en H. FRANCESCHI, loc. cit., pág. 84-85.
29
Que podríamos traducir (separando los períodos de cada frase de la siguiente mane-
ra: «Item imposibilitas conveniendi»=Así la imposibilidad para unir (consentir); «alia conve-
niendi animo, ut in furiosis»=una es la de unir (contraer) en el ánimo –entendimiento-, como
en los furiosos; «alia conveniendi corpore, ut in frigidis et maleficiis impeditis»=otra es la de
unir (consentir) en el cuerpo, como en los impotentes: los llamados impotencia y maleficio;
«alia animo et corpore, ut in pueris et puellis»=otra en el ánimo –entendimiento- y en el cuer-
po como en los niños y niñas.
30
Cf. RUFINUS VON BOLOGNA, «Summa Decretorum», Ed. Singer, Paderborn 1902, Reprod.
1963 págs. 433-434.
31
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32
-2863(9''-Ì2
bertad, sin duda, servía para comprender los elementos de la capacidad pa-
ra el matrimonio, identificándolos en el desarrollo armónico que la perso-
na, teniendo en cuenta la inclinatio naturae al matrimonio, que se alcan-
zaba tanto en el ánimo como en el cuerpo en el momento de la pubertad.
En el Liber Extra de las Decretales encontramos una afirmación similar
en cuanto se refiere a la edad necesaria para el matrimonio al requerirse que
para prestar el consentimiento de presente, necesario para el matrimonio,
éste debía realizarse en el momento de la pubertad 34 que era el considera-
do como aquel en donde se adquiría la capacidad física y la discreción su-
ficiente para poder prestar ese consentimiento matrimonial. Así en la de-
cretal «Puberes a pube sunt vocati», se determina que la edad de los catorce
años es la mínima para poder celebrar el matrimonio 35.
Las Decretales de Gregorio IX retoman la afirmación ya recogida por el
Decreto sobre la imposibilidad del matrimonio de los furiosi, que a su vez
provenía del derecho romano, en el cual estas personas, que eran llamados
con diversos términos, no podían celebrar contratos ni, por ello, contraer el
matrimonio.
Como ya hemos dicho, en el Decreto hay un añadido a la doctrina ro-
manística que hacía difícil la adecuada determinación de las consecuencias
jurídicas de la «furia» sobre la capacidad matrimonial, pues se afirmaba «sed
si contractum fuerit, non separentur».
«Es una paradoja —afirman De León/Carreras 36— el silencio de la decre-
tística sobre el furor o furia. Si se toma el elenco abreviado de Rufino ésta es
omitida aunque, como sabemos, sí está implícitamente contenida bajo el tí-
tulo de la “impossibilitas conveniendi”, que es triple. En cambio, si tomamos
el elenco de otros decretistas, o no es mencionado o, si se menciona, se hace
como una simple prohibición que no afecta la validez del vínculo».
El Liber Extra, en cambio, es más explícito. Parece que hay un doble mo-
tivo de ello: la incertidumbre causada por el canon citado del Decreto, en
el cual no resulta claro cuáles son los efectos del furor sobre el matrimonio,
y la centralidad del consentimiento personal de presente como causa efi-
ciente del vínculo matrimonial, alrededor del cual gira todo el sistema ma-
trimonial de los libros de las Decretales.
Hay un único capítulo que se refiere directamente al furor en el matri-
monio, que retoma precisamente la primera parte del texto gracianeo, pero
34
Al respecto puede consultarse también en E. TEJERO, «La discreción de juicio para con-
sentir el matrimonio», Ius Canonicum 22 (1982) núm. 44, pág. 430-431.
35
«Puberes sunt quoad matrimonium, qui ex habitu corporis concipere et generare pos-
sunt. Isidorus» [Etymolog., XI, 2], Cf. X 4.2.3. Friedberg, II, 673.
36
Cf. DE LEÓN-CARRERAS, loc. cit., pág. 127-132; cita tomada de H. FRANCESCHI, loc. cit.,
pág. 231.
33
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omite la segunda parte, que era la causa de la gran confusión y podía lle-
var a pensar en la posibilidad de que el furiosus pudiese contraer un matri-
monio válido: X.4.1.24: Furiosus matrimonium contrahere non potest (In-
nocentius III. Vercellensi Episcopo [5 de enero de 1205]).
Esta decretal es importante, tanto porque aclara definitivamente la duda
sobre las consecuencias de la furia en la capacidad para contraer matrimo-
nio, como porque dice claramente cual es el fundamento de la fuerza inva-
lidante del furor: «propter alienationem furoris legitimus non potuerit inter-
venire consensus», es decir, el furioso está incapacitado para dar un verdadero
consentimiento. Por ello, más que una limitación del derecho al matrimo-
nio, esta decretal es una especificación de una exigencia del derecho natu-
ral, porque el consentimiento de presente entre personas jurídicamente há-
biles y capaces es la única causa eficiente del vínculo matrimonial indisoluble
y ninguno puede suplir este consentimiento: ni los padres, ni la sociedad,
ni las autoridades 37.
En resumen, en este periodo se podría concretar que la doctrina canó-
nica sobre la capacidad para emitir un consentimiento matrimonial válido,
se sustenta en los siguientes puntos:
– Aptitud 38 para consentir: aptitud en la edad –pubertad- y aptitud psí-
quica –idoneidad de conocimiento-, son términos que se usan para
afirmar la capacidad del sujeto para el consentimiento. En esto con-
sistiría la discreción de juicio de la que algunos hablan, en la armo-
nización de los elementos volitivo e intelectual necesarios para que
pueda darse el acto humano y, por lo mismo, la capacidad para con-
sentir.
– Capacidad de entender actual o madurez de juicio: una capacidad su-
ficiente para comprender lo que se hace —el matrimonio—.
Cabe advertir que de las Decretales —especialmente del Liber Quartus
del Liber Extra de Gregorio IX— surge un concepto del ius connubii mas
fuerte y unificado y, aunque sigue siendo un sistema jurisprudencial que da
respuesta a casos concretos, tiene una vocación universal en la medida que
estas decisiones a casos concretos son recogidos y presentados como ley
universal mediante su promulgación, por parte del Pontífice, para toda la
Iglesia Universal.
37
Cf. H. FRANCESCHI, loc. cit., pág. 232. Al estudiar la Decretal de Inocencio III, Friedberg,
II, 670.
38
La utilización de éste término es tan adecuado como el de «capacidad» porque puede
significar «habilidad» que aquí sería impropio, aunque en muchas ocasiones se utilicen indis-
tintamente los términos «incapacitas» e «inhabilitas».
34
-2863(9''-Ì2
1.2. /DHYROXFLyQSRVWHULRUKDVWDHO&yGLJRGH
39
Cf. T. SÁNCHEZ, «De sancto matrimonii sacramento», Lib. 7, Disp. 104, n. 1., Madrid 1605:
«… quae aetas a canonibus definitur quod tunc praesumatur habiles ad copulam et ad con-
sensum coniugalem…».
40
Cf. Ib., n. 9.: «…attento solo natura iure valere matrimonium initium a pueris cuius-
cumque aetatis, dummodo doli capaces sint».
35
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1.3. (O&yGLJRGHOD©DPHQFLDª\OD©GHPHQFLDª
41
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, «Los estados demenciales como vicio de consentimiento. (Evo-
lución de la jurisprudencia de la S. Romana)», CDMPC I, Salamanca 1975, pág. 68-72; E. TE-
JERO, «La discreción de juicio para consentir el matrimonio», Ius Canonicum 22 (1982) núm. 44,
pág. 423.
42
Cf. T. SÁNCHEZ, «De sancto matrimonii…», loc. cit., Lib 1, Disp. VIII, n. 15.: «Quod in-
telligendum est de mentecato qui omnino rationis usu destituitur, secus est si non caret omi-
no intellectu, quem vulgo “tonto” o “atontado” appellamus… Hic enim sponsalia et matrimo-
nium inire potest, et ratio est manifiesta, quia deliberationem sufficientem habet ad lethaliter
delinquendum».
43
Cf. SANTO TOMÁS DE AQUINO, “In IV Sent”. D.27, q.2, art. 2, ad. 2.º: «Ad peccandum mor-
taliter sufficit etiam consensus in praesens: sed in sponsalibus est consensus in futurum; maior
autem rationis discretion requiritur ad providendum in futurum quam ad consentiendum in
actum unum preasentem: et ideo, ante potest homo peccare mortaliter, quam possit se obligare
ad aliquid futurum».
44
No es lo mismo «capacidad» que «habilidad» como no es lo mismo «incapacidad» que
«inhabilidad», como posteriormente se distingue en la pag. 77 del presente estudio.
36
-2863(9''-Ì2
45
Hay que precisar, en todo caso, y ese es el objeto de este estudio, cuál es el concep-
to de discreción de juicio en la época y, en nuestro caso, la aportación que los canonistas es-
pañoles hacen al mismo.
46
Canon 1.081.
§1. El matrimonio lo produce el consentimiento entre personas hábiles según derecho,
legítimamente manifestado; consentimiento que por ninguna potestad humana
puede suplirse.
§2. El consentimiento matrimonial es el acto de la voluntad por el cual ambas partes
dan y aceptan el derecho perpetuo y exclusivo sobre el cuerpo en orden a los actos
que de suyo son aptos para engendrar la prole.
13
Canon 1082
§1. Para que pueda haber consentimiento matrimonial es necesario que los contra-
yentes no ignoren, por lo menos, que el matrimonio es una sociedad permanente
entre varón y mujer para engendrar hijos.
§2. Esta ignorancia no se presume desde la pubertad.
37
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
que una persona era incapaz para contraer matrimonio y, por otra, no pa-
recía que hubiese duda sobre la existencia del suficiente uso de razón o so-
bre la necesaria discreción de juicio —en concreto y en la práctica— acer-
ca del matrimonio que se quería contraer. Esto fue dando lugar, sobre todo
a partir de los años sesenta, y por analogía con la ratio legis de la impoten-
cia —ad impossibilia nemo tenetur—, a la consideración de un «nuevo ca-
pítulo de nulidad», en un principio fundado en la realidad misma del con-
sentimiento y del matrimonio, llamado incapacitas assumendi onera
coniugalia. No obstante, la confusión era frecuente en la medida en que la
jurisprudencia comprendía entre los amentes, en muchas ocasiones, tanto a
los que habitualmente o en el momento mismo del matrimonio carecían del
uso de razón como a aquellos que no gozaban de la discreción o madurez
de juicio proporcionada al contrato matrimonial 47.
Los supuestos que dieron lugar a este «nuevo» capítulo de nulidad se re-
ferían sobre todo a las anomalías psicosexuales, en las cuales la capacidad
para entender y para asumir la realidad conyugal propia y del otro contra-
yente estaban gravemente comprometidas. Precisamente por ello se habla-
ba de anomalías psicosexuales como causa de incapacidad. En los años se-
tenta la incapacitas assumendi onera se abrió paso en la doctrina y en la
jurisprudencia, siendo esta misma jurisprudencia la fuente principal del ca-
non 1095 del Código de 1983 48.
47
Cf. L. GUTIÉRREZ MARTÍN, «La incapacidad para contraer matrimonio», Publicaciones Uni-
versidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 1987, pág. 17.
48
«A esta nueva importación de la capacidad psíquica para prestar un consentimiento
válido, ha contribuido notablemente la incidencia del personalismo jurídico como mentali-
dad necesaria para una recta interpretación y aplicación de las normas legales positivas que
regulan el matrimonio canónico». Cf. J. M. DÍAZ MORENO, S.J., «El consentimiento matrimonial.
Problemas que plantea actualmente», en Notas sobre la XV Semana Internacional de Derecho
Canónico. Andorra, 16-21 de Septiembre de 1974, Estudios Eclesiásticos 49 (1974) pág. 58.
38
8È8903()0'%4È8903
CAPÍTULO I
EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL
EN LOS MANUALES DE DERECHO
MATRIMONIAL CANÓNICO
INTRODUCCIÓN
49
Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, Trastornos psíquicos y nulidad del matrimonio, Publicaciones
Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca 1999, pág. 31.
39
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
50
Cf. Ib., pág. 32.
40
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
Antes de comentar las líneas principales por las cuales se desarrolla esta
obra conviene hacer mención del espíritu con que se elabora la misma, tal
51
Advertimos que cuando hagamos referencias de Sentencias Rotales utilizadas por al-
gunos de los Manuales que estudiemos, emplearemos el mismo criterio que el autor de refe-
rencia.
52
Cf. Ib., pág. 39.
53
WERNZ-VIDAL, Ius Canonicum. Vol. V, Ius Matrimoniale, Ed. 3.ª recognita a Philippo
Aguirre S.I., Romae 1946.
41
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54
«Illas doctrinas classicorum doctorum sagaci examine delectas atque iurisprudentiae sa-
crae suffragiis illustratas aut firmatas R. P. Wernz collegerat in suo volumine quarto Ius De-
cretalium praecipuis curis elaborato…», Cf. WERNZ-VIDAL, Ius Canonicum. Vol. V, Ius Matri-
moniale, loc. cit.
55
Cf. Ib., «In refundendo opere insignis canonistae ad praescripta Codicis exigendo, mihi
religioni fuit ut quidquid doctrinae praeclari magistri adhuc utile esse posset retinerem, eo fi-
ne, ut si fieri posset easdem ac antea pergeret utilitates praestare cum studiosis tum tribunali-
bus curiisque ecclesiasticis. Ubi aliqua magistri opinio aut ex mutationibus in iure factis aut ex
recentiore iurisprudentia aut ex novo argumentorum examine non amplius sustineri visa est,
libere fuit inmutata, monito plerumque lectore».
56
Cf. Ib.
42
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
57
Cf. Ib., pág. 587.
58
Cf. Ib., pág. 589.
43
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Conclusión:
Aunque no tiene una gran extensión el espacio que le dedica a estudiar
el consentimiento matrimonial, sí es lo suficientemente claro en sus expre-
siones y en sus definiciones. En general, teniendo en cuenta que sólo una
parte —el vol. V—, de la obra e su totalidad, lo dedica al Derecho Matri-
monial y que en éste una pequeña parte lo va a dedicar a habla sobre el
consentimiento, en referencia al entendimiento y a la voluntad, creemos que
hay que hacer una excelente valoración de dicho Manual.
Como características generales debemos destacar:
• La claridad de la noción de «consentimiento» apoyándose en las fuen-
tes doctrinales. Con ello consigue manifestar y constatar la incapaci-
dad para realizar el contrato matrimonial en aquel que desconoce el
objeto del mismo o no posee la madurez suficiente (cierra, así, la puer-
ta a los matrimonios por conveniencia).
• Con lo anterior, por tanto, insiste en la importancia del conocimiento
cierto 59 sobre la naturaleza del matrimonio y la necesidad de un jui-
cio, suficientemente maduro, para poder acceder al mismo.
• Por ello, considera que aquellos que no pueden prestar un consenti-
miento válido, porque no pueden conocer el objeto del matrimonio,
a causa de la falta de discreción de juicio o falta de madurez, son in-
capaces. Esta afirmación, nos introduce de lleno en los conceptos ac-
tuales del canon 1.095, 2.º y 3.º.
• Por último, solamente cabe achacarle la ausencia de algún tipo de ex-
plicación respecto a las enfermedades mentales (o incapacidades) que
se limita a enumerar.
59
Lo que se requerirá es sólo un conocimiento teórico mínimo.
60
ARQUER-SEMIR, Derecho Matrimonial, Barcelona 1949.
44
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
Son cinco capítulos los que dedica al estudio del consentimiento. Los si-
túa en la sección primera (El Matrimonio como institución natural), cen-
trando el capítulo XV de su Manual en el desarrollo y explicación de los vi-
cios del consentimiento dividiendo en aquellos que provienen del
entendimiento (art. 1.º) y aquellos otros que provienen de la voluntad (art. 2.º),
mientras que los capítulos anteriores (capítulos XI-XIV) los dedica a la his-
toria, definición, naturaleza, cualidades y manifestación del consentimiento.
Como líneas fundamentales de su pensamiento en torno a este tema des-
tacaremos lo siguiente:
1. La inclusión de los conceptos de capacidad/incapacidad en el con-
cepto de habilidad/no habilidad del sujeto para la realización del ac-
to jurídico, en concreto para la realización del matrimonio. Por ello,
cuando define la habilidad para contraer matrimonio 61 afirma que
esta habilidad requiere: «Que los contrayentes, varón y mujer, ten-
gan pleno uso de la razón, o aquella discreción de la mente y deli-
beración de la voluntad necesaria para prestar no un consentimien-
to cualquiera, sino un consentimiento serio, verdadero y propiamente
matrimonial; así sería inválido el consentimiento prestado por per-
sona que no fuese sana de mente o estuviese sujeta a influjo, siquie-
ra momentáneo, de causas morbosas que le privaren de la concien-
cia del acto» 62. ¿Qué sobresale de esta definición que nos dejan
Arquer-Semir?: en primer lugar, introduce ya en el mismo concepto
de capacidad (habilidad) la necesidad de la posesión, lógica, del uso
de razón junto con la discreción de la mente y deliberación de la vo-
luntad necesarias para prestar […] un consentimiento […] propia-
mente matrimonial, pensamiento que recoge, sin hacer mención de
ella, la tradición canónica de la Escolástica, y en concreto de Santo
Tomás 63, y que posteriormente será desarrollado en el Manual que
publica J. M. Mans Puigarnau en el capítulo II del mismo, como ten-
dremos ocasión de comprobar a continuación.
2. En ese mismo contexto, establece tres tipos de «inhabilidades» (o in-
capacidades): absoluta o relativa, habitual o actual, natural o legal,
siendo las de carácter absoluta, habitual y/o natural las que produ-
cen un efecto de incapacidad plena en quien la padece. Esta misma
clasificación, que aparece enunciada en la página 23 de su Manual,
la repetirá, ampliándola, posteriormente en las páginas 107-108.
61
Cf. Ib., pág. 23.
62
Cf. Ib., pág. 22.
63
SANTO TOMÁS, IV Dist. 27, cuestión 2.ª, art. 2.º, ad secundum: «Se requiere una mayor
discreción de la voluntad para proveer a lo futuro que para consentir en un acto presente [...]».
45
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
64
Cf. Arquer-Semir, loc. cit., pág. 117.
65
Cf. Ib., pág. 22.
66
Cf. Ib., pág. 117.
46
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
Conclusión:
67
Cf. Ib., págs. 124-125.
68
Cf. ASS, XXI, págs. 160-181.
69
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, El consentimiento matrimonial. Defecto y vicios del mismo co-
mo causas de nulidad de las nupcias, Barcelona 1956, págs. 15-32.
70
Encontramos, como principales y únicas referencias, las siguientes: SRRD 17 de agos-
to de 1922, núm. 12; 28 de junio de 1926, núm. 9; 30 de diciembre de 1936, núm. 2.
71
Cf. C. GUZMÁN PÉREZ, loc. cit., pág. 45; J. M. DÍAZ MORENO, loc. cit.
47
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
72
Arquer-Semir, loc. cit., págs. 118-124.
73
J. M. MANS PUIGARNAU, El consentimiento matrimonial. Defecto y vicios del mismo como
causas de nulidad de las nupcias, Barcelona 1956.
74
Divide la obra de la siguiente manera: capitulo 1.º, principios generales; capítulo 2.º,
capacidad y deliberación pare prestar consentimiento; capitulo 3.º, consideración general de
os requisitos del consentimiento y del defecto y vicios del mismo; capitulo 4.º, defecto y vi-
cios del consentimiento por parte del entendimiento; capitulo 5.º, defecto y vicios del con-
sentimiento por parte de la voluntad; capitulo 6.º, manifestación del consentimiento; capitulo
7.º, el consentimiento condicionado; capitulo 8.º, presunción de la perseverancia en el con-
sentimiento matrimonial.
75
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, Antecedentes del c. 1.095…, loc. cit.
76
Cf. Arquer-Semir, loc. cit., págs., 115-125.
77
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., págs. 26-27.
48
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78
Así al explicar el sentido y significado de discreción de juicio, por un lado afirma que
discreción equivale a uso de razón (Cf. pág. 34, nota 2); y por otro, hace sinónimo discreción
y madurez, desmarcándose del uso de razón (pág. 34). Cf. J. M. DÍAZ MORENO, en Anteceden-
tes del c. 1.095…, loc. cit.
79
Cf. J. M.MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 1.
80
Cf. Ib., pág. 2.
81
Cf. Ib., pág. 24.
49
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
82
Cf. Ib., pág. 25.
83
Cánones 88,3; 1082, 1.
84
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 26.
85
Cf. Ib., pág. 33.
50
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
medida que iniciada su exposición sobre «la capacidad para prestar verda-
dero consentimiento matrimonial y defecto de la misma» (punto A del índi-
ce del manual) en el apartado I llamado «de parte del entendimiento», se en-
cuentra este denominado «aspecto negativo» (punto I. b del índice) que, como
vemos, ha incluido en la división anterior, sin especificar nada, al «el defec-
to de parte de la voluntad» (punto 2 del índice) y a «la imposibilidad de de-
liberación» (punto B del índice y el que sigue a la capacidad para prestar el
verdadero consentimiento matrimonial y defecto de la misma, que es en
donde se incluyen los anteriores).
Pero dejando a un lado los detalles de orden metodológico, poco hay
que objetar en lo que afirma respecto al defecto de uso de razón, en el que
estudia a los infantes y a los amentes. Como características más sobresa-
lientes señalaremos las siguientes:
1. Como indicamos anteriormente, por un lado sorprende la confusión
terminológica y de concepto entre uso de razón y discreción: así lo
afirma en la nota a pié de página número 4 de la página 34. Y por
otro, en el texto, y antes de que remita a la nota a pié de página re-
ferida, ha dicho completamente lo contrario: «si se tiene por incapa-
ces a las personas que, aún ‘gozando del uso de razón, no poseen la
madurez o discreción’ mental proporcionada…».
2. Huelga señalar que equipara a los amentes con los infantes y, por
tanto, son considerados incapaces para consentir. Igualmente, y en
la exposición que hace sobre los amentes, expresa que la termino-
logía usada (amentes) es rechazada por psicólogos y psiquiatras, co-
mo posteriormente señalarán otros canonistas como E. F. Regatillo,
L. Miguélez o E. Montero.
3. Divide la amencia en cuatro tipos: Demencia o amencia limitada que
no versa sobre la materia matrimonial, los intervalos lúcidos, amen-
cia en incubación latente o progresiva y la prueba de la amencia.
4. Es importante la aportación jurisprudencial que aporta en torno a la
amencia 86.
5. Sobre la demencia o amencia limitada que no versa sobre la materia
matrimonial, basándose en la analogía de la norma penal del mismo
Código, canon 2.201, 2 y 4 87, afirma que «aparece muy clara (la nor-
86
SRRD, 16 de febrero de 1928; 1 de marzo de 1930; 27 de febrero de 1937; 30 de julio
de 1940.
87
Canon 2.201:
1. «Son incapaces de delito los que en el momento de obrar carecen de uso de razón.
2. Los que están habitualmente locos, aunque de cuando en cuando tengan intervalos
lúcidos o aunque en ciertos y determinados raciocinios o actos parezcan cuerdos, sin
embargo son incapaces de delito.
51
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
52
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
93
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 43.
94
SRRD, de 16 de febrero de 1928; 23 de junio de 1928; 30 de julio de 1940; 10 de mar-
zo de 1944.
95
Sentencia de la Rota Romana de 16 de febrero de 1928. c. Parrillo, núm. 16 (SRRD, dec.
XX, 1936, dec. VI, págs. 57-81).
53
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
96
SRRD, 23 de abril de 1923; de 1 de marzo de 1930; 30 de julio de 1937; 30 de julio
de 1940.
97
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 51.
98
Posteriormente veremos como los estudios de Mans Puigarnau influyen en la doctri-
na contenida, especialmente, en los Manuales publicados por E. F. REGATILLO, «Derecho ma-
trimonial eclesiástico», págs. 195-196; L. MIGUÉLEz, Comentarios al Código de Derecho Canó-
nico, vol. II, pág. 605; E. MONTERO Y GUTIÉRREZ, El matrimonio y las causas matrimoniales,
págs. 212-218.
99
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 51.
100
Cf. TANZI-LUGARO, Malatti mentali, 3.ª Ed., Milano 1923.
54
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
Conclusión:
Hay que destacar en este autor la presencia en su obra —por vez pri-
mera— de un detallado estudio de las incapacidades psíquicas 103, así como
las referencias constantes que hace a la doctrina y a la jurisprudencia rotal
para apoyar su pensamiento.
En general, podemos afirmar que este Manual ofrece un completísimo
estudio sobre el consentimiento matrimonial: no sólo establece una perfec-
ta síntesis y un acercamiento muy concreto a la historia y a las fuentes, si-
no que además va progresando en el análisis y estudio de la incapacidad,
por parte del entendimiento y la voluntad, para la emisión de un consenti-
miento válido. Para que dicho consentimiento pueda producirse se necesi-
tará no sólo del uso de razón requerido para cualquier acto humano, sino
además de suficiente madurez o discreción de juicio proporcionada al ne-
gocio matrimonial.
En el Manual de Mans Puigarnau podemos encontrar un elenco juris-
prudencial de inestimable valor en el que apoya las afirmaciones que hace,
pero además no dudará en introducirse en la psiquiatría constatando la exis-
101
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 51.
102
SRRD, de 10 de julio de 1931; 20 de noviembre de 1931; de 27 de febrero de 1937; de
31 de octubre de 1940; 25 de febrero de 1941.
103
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, Antecedentes del c. 1.095…, loc. cit.
55
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
104
SRRD, vol. XXXIII, dec. XV.
105
Cf. Como por ejemplo en: E. FERNÁNDEZ REGATILLO, S. I., Ius Sacramentarium, Santan-
der 1962, pág. 769; Derecho Matrimonial Eclesiástico, Santander 1962, pág. 194; A. BERNÁRDEZ
CANTÓN, Curso de Derecho Matrimonial Canónico, Madrid 1971, 3.ª Ed., pág. 22.
106
V. MONTSERRAT, Derecho Matrimonial Canónico, Barcelona 1961.
56
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107
Cf. Ib., pág. 215.
108
Creemos importante hacer notar que, en el desarrollo que este autor elabora sobre los
lúcidos intervalos, existe un error en relación con la cita que hace de E. CASTAÑEDA en su obra
«La locura y el matrimonio». Atribuye a Castañeda que «A fortiori, se ha de juzgar a favor de
la nulidad del matrimonio si este se celebró durante un intervalo verdaderamente lúcido, si-
no cuando ya al final de éste, el contrayente daba de nuevo manifiestas señales de su enfer-
medad mental». Pero lo que afirma Castañeda es: «A fortiori, dice la Rota, se ha de juzgar a
favor de la nulidad del matrimonio, si éste fue celebrado, no durante un intervalo verdade-
ramente lúcido, sino cuando ya al final de éste el contrayente había dado de nuevo señales
manifiestas de su enfermedad». Cf. E. Castañeda, «La locura y el matrimonio», Valladolid 1955,
pág. 64.
109
Cf. V. MONTSERRAT, loc. cit., pág. 213.
110
SRRD, vol. XXXIII, dec. XV.
111
Cf. Ib., págs. 220-221.
112
Cf. Ib., págs. 215-216.
57
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Conclusión:
113
E. FERNÁNDEZ REGATILLO, S.J., Derecho matrimonial eclesiástico, Santander 1962.
58
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
duda, hasta nuestros días. De hecho este autor es uno de los más conoci-
dos y citados en la doctrina y por los tribunales eclesiásticos de los auto-
res españoles.
Resultará interesante, para una mejor comprensión de éste Manual, tener
en cuenta aquello que el autor nos revela en el Prólogo, es decir el Dere-
cho matrimonial eclesiástico de E. Fernández Regatillo tiene su anteceden-
te y su origen en su obra latina ‘Ius Sacramentarium’ 114 de modo que a cau-
sa de «la gran aceptación que alcanzó nuestro libro era ‘el libro de los siete
sellos’ para la mayoría de los juristas seglares que desean conocer el derecho
matrimonial eclesiástico […]. Por tales motivos deseaban tener una obra en
castellano […], decidimos poner en manos a la obra, que pueda agradar so-
bre todo a los abogados y estudiantes de derecho y también a no pocos sa-
cerdotes» 115, por ello antes de comenzar el estudio de éste Manual —el De-
recho matrimonial eclesiástico— creo que es de singular importancia elaborar,
al menos brevemente, un estudio comparativo de los dos textos en lo que
se refiere al consentimiento y a la capacidad para consentir en el ámbito de
nuestro estudio.
En este estudio comparativo de ambas obras, sobresalen las siguientes
características:
a) Aunque pueda ser obvio, es conveniente recordar que el Ius Sacra-
mentarium responde a un criterio general en el estudio de los Sa-
cramentos y solamente el Título VII se refiere al Matrimonio. Preci-
samente será este Título el que se publique en castellano como
Derecho matrimonial eclesial que recogerá íntegramente, y prácti-
camente en el mismo orden (en algunos puntos existen pequeños
cambios de ubicación), dicho Título VII añadiéndole, únicamente,
un capítulo denominado «matrimonio en la jurisdicción castrense».
b) El primer epígrafe del capítulo sobre el Consentimiento Matrimo-
nial es idéntico en ambos Manuales, exceptuando dos pequeños
párrafos que añade en el «Derecho matrimonial eclesiástico»: el pri-
mero, al final del apartado que dedica a la definición de Consen-
timiento, explicando aquello que es necesario para la eficacia del
consentimiento; el segundo, cuando habla de la naturaleza del con-
sentimiento, ampliando la explicación que ofrece sobre el derecho
al cuerpo en orden a los actos de suyo aptos para la procreación
de la prole.
c) A continuación se produce el primer cambio, con cierta entidad, en
este capítulo cuando añade al «Derecho matrimonial eclesiástico» un
114
E. FERNÁNDEZ REGATILLO, S.J., Ius Sacramentarium, Santander 1962.
115
Cf. Ib., Prólogo.
59
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60
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116
Así encontramos referencias tanto a documentos Papales, así recoge a la Encíclica Cas-
ti Connubii, de Pio XI; como a diversos autores, Graciano, Santo Tomás, Lugo, D’Annibale; o
bien hace una referencia rota, SRRD, de 14 de julio de 1932.
117
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, loc. cit., págs. 188-193.
118
Cf. Ib., págs. 194-231.
119
Cf. Ib., pág. 188, n. 316.
120
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 52.
121
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, loc. cit., pág. 189, nn 317-318.
122
Cf. Ib., pág. 190, n. 319.
123
Cf. Ib., 191, n. 320. Regatillo afirma que en caso de contraer matrimonio durante un
lúcido intervalo, contraen validamente
124
Cf. Ib., pág. 192, n. 321.
125
Cf. Ib., pág. 192, n. 322.
61
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
126
Cf. Ib., pág. 192, n. 322.
127
Cf. Ib., pág. 193, n. 323.
128
SRRD, de 23 de abril de 1923.
129
SRRD, de 22 de febrero de 1930.
130
SRRD, de 30 de julio de 1937.
131
SRRD, de 23 de diciembre de 1932.
132
SRRD, de 22 de febrero de 1930.
133
Como principales aportaciones jurisprudenciales destacamos: AAS 2, 121; 7, 572; 10,
517; SRRD, de 10 de julio de 1931; SRRD, de 17 de noviembre de 1932 y SRRD, de 1 de julio
de 1933.
62
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134
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, loc. cit., pág. 191, nn 319.
135
Cf. Ib., págs. 191-192, n. 320.
136
Cf. Ib., pág. 195, n. 326.
63
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137
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 51.
138
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, loc. cit., pág. 196.
139
Cf. E. MONTERO GUTIÉRREZ, El matrimonio y las causas matrimoniales, Madrid 1965, 7.ª
Ed., págs. 197-198.
140
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, Ius Sacramentarium, Santander 1962, págs. 775-776.
64
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Conclusión:
Junto con el Manual de Mans es, sin duda, el que se ocupa con mayor
detenimiento de estudiar el elemento estimativo del consentimiento matri-
monial. Lo hace incorporando algunas de las partes de mayor importancia
de la Sentencia de 25 de febrero de 1941 al texto de ambos Manuales (Ius
65
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1.6. /0LJXpOH]'RPtQJXH]©&RPHQWDULRVDO&yGLJR
GH'HU HFKR&DQyQLFR,,&iQRQHVª
Con una sistemática sencilla y una metodología más que acertada, ex-
pone en pocos apartados un comentario al consentimiento matrimonial pro-
fundo a la vez que sencillo y científico a la vez que asequible.
Dejamos a un lado el comentario que podría hacerse sobre la definición
del consentimiento, su descripción o naturaleza, para comenzar subrayan-
do la importancia que dedica a la existencia del conocimiento estimativo 142,
adhiriéndose a la línea que ya apuntó en su obra Mans Puigarnau 143.
Miguélez, al definir la existencia de ésta tercera facultad, de la que afir-
man los psiquiatras que existe como independiente, afirma que es la capa-
cidad para «estimar suficientemente la naturaleza e importancia del objeto
sobre el cual ha de versar el acto de la voluntad […]. Debe ser apetecido su
141
L. MIGUÉLEZ DOMÍNGUEZ, Comentarios al Código de Derecho Canónico, II. Cánones 682-
1.321, BAC, Madrid 1963.
142
Cf. Ib., pág. 605.
143
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., págs. 24 y 51.
66
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
valor por la voluntad, y este valor no puede ser apetecido si sólo hay un co-
nocimiento simplemente conceptual del objeto». Por eso, afirman los segui-
dores de ésta corriente, que «el que no puede percibir y ponderar el valor de
un objeto es incapaz de querer el objeto, mediante un acto deliberado y li-
bre de su voluntad». Por eso, si se aplica esta teoría al matrimonio, nos en-
contramos que aquel que «no conoce el matrimonio en cuanto a lo sustan-
cial, no conoce la sustancia del matrimonio, no puede quererlo; luego el que
realiza el contrato matrimonial sin conocer su valor social, ético y jurídico,
realiza un acto nulo».
Respecto a lo anteriormente afirmado, Miguélez manifiesta que esta teo-
ría «tiene un fondo de verdad y bajo este aspecto no es nueva […] se viste la
doctrina antigua bajo un ropaje nuevo», en la medida que lo único que ha-
ce es repetir y radicalizar el pensamiento ya presente en Santo Tomás cuan-
do afirmaba que para el matrimonio, que siendo una situación de presente
provee una situación de futuro y por tanto son objeto de mayor reflexión
por la gravedad del asunto, se requiere un «discernimiento de la razón ma-
yor que el que basta para pecar mortalmente».
Se nota en este autor la influencia que viene ejerciendo la teoría de los
valores, propuesta por la ciencia psicológica en torno al conocimiento esti-
mativo. No llega a hacer mención alguna de esta teoría, de un modo claro,
pero no es menos cierto que ésta se encuentra subyacente en toda la apor-
tación que hace en torno al elemento cognoscitivo.
En lo que respecta a las enfermedades mentales, se apoya en la juris-
prudencia rotal y en Castañeda 144 para distinguir las diferentes patologías y
el modo de definirlas y clasificarlas de tal modo que reproduce una síntesis
de la primera parte, capítulo primero de su Monografía 145, en la que se es-
tablece una clara clasificación de las enfermedades mentales en la psiquia-
tría y en la jurisprudencia rotal.
Este autor arranca de una afirmación, del todo clarificadora para el en-
foque de su estudio que, dicho sea de paso, ya estaba presente en la obra
de E. Castañeda 146, y es la constatación del diverso punto de partida y la dis-
tinta catalogación que en torno a las enfermedades mentales hacen la juris-
prudencia rotal y la psiquiatría 147. Consecuencia de ello es que la Rota Ro-
mana mira, sobre todo, «al matrimonio, al cual todos tienen derecho natural
y para el cual se necesita y basta un consentimiento natural que no puede
ser suplido», mientras que los psiquiatras forenses «tienen principalmente a
la vista la responsabilidad civil o criminal […], que es determinada por el
144
Cf. L. MIGUÉLEZ DOMÍNGUEZ, loc. cit., pág. 607, nota pie de pagina núm. 13.
145
Cf. E. CASTAÑEDA, La locura y el Matrimonio, Valladolid-Madrid 1955, págs. 6-14.
146
Cf. Ib., págs. 13-14.
147
Cf. L. MIGUÉLEZ DOMÍNGUEZ, loc. cit., pág. 606.
67
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derecho humano». Por ello, la Rota «se muestra refractaria, y no sin razón,
a aceptar en su totalidad y sin discriminación las modernas conclusiones de
los psiquiatras» 148. Deja constancia de la terminología utilizada por la Rota
en diversas sentencias que aporta 149.
Así, acogiéndose a la terminología de la Rota, establece la distinción en-
tre amencia/demencia dividiéndose éstas, a su vez, en congénita o adquiri-
da. Dependiendo del tipo de enfermedad, la incapacidad requerirá ser in-
vestigada, por parte del perito, para determinar la posible incapacidad o no,
según la patología afecte a la inteligencia y/o voluntad y en qué medida.
Afirma que «si el enfermo mental es amente, según la terminología rotal, su
trastorno afecta al matrimonio también; más si es demente, hay que inda-
gar si afecta al negocio matrimonial. Si la enfermedad mental es congénita,
hay que indagar principalmente acerca del desarrollo de la inteligencia; pe-
ro, si es adquirida, es de gran importancia investigar acerca de la capaci-
dad de deliberación del enfermo mental». Sea lo que fuere, conviene aten-
der a la nota pie de página que acompaña a este texto en la cual concluye
que «Tampoco puede admitirse la enfermedad que afecte directamente a la
voluntad, de tal forma que desaparezca el libre albedrío. La voluntad no
puede fallar, si no está afectado por el entendimiento», afirmación que fun-
damenta en la jurisprudencia Rotal 150.
Miguélez propone una norma general para juzgar acerca de la validez o
nulidad de un matrimonio concreto: «si el contrayente, en el acto de prestar
el consentimiento, tenía lucidez mental, deliberación suficiente para darse
cuenta del acto que realizaba y para realizarlo deliberadamente, el matri-
monio era válido; de lo contrario, nulo» 151.
Inmediatamente a continuación incluye un estudio sobre el intervalo lú-
cido, el estado de enajenación mental y el morfinismo, en el que se apoya
en distintas sentencias rotales 152 y en la Monografía de E. Castañeda, «La lo-
cura y el matrimonio» 153.
148
Cf. Ib., pág. 606.
149
SRRD [1928] 6, 60ss; SRRD 31 [1939], 38, 372; SRRD 36 [1944] 15, 151; SRRD 37 [1945]
76, 681.
150
SRRD 29 [1937] 17, 171-172 y 175.
151
Cf. L. MIGUÉLEZ DOMÍNGUEZ, loc. cit., pág. 607.
152
Para el caso de los intervalos lúcidos menciona: SRRD 22 [1930] 12, 132; en la enaje-
nación mental se remite a SRRD 28 [1936] 33, 305, y 81, 770; acerca del morfinismo remite a
SRRD 29 [1937] 17, 170; SRRD 22 [1930] 9, 88-92; SRRD 21 [1929] 14, 126.
153
Así lo hace en el caso de los intervalos lúcidos, remitiendo a las págs. 57-87, y en el
caso del morfinismo remitiendo a las págs. 260-268. No hay que olvidar que la Monografía de
E. Castañeda está prologada por Miguélez.
68
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Conclusión:
154
E. MONTERO GUTIÉRREZ, El matrimonio y las causas matrimoniales, 7.ª Ed., Madrid 1965.
69
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155
Cf. Ib., pág. 197.
156
Cf. Ib., págs. 197-198
157
Cf. TANZI–LUGARO, loc. cit., pág. 43.
158
Cf. E. MONTERO GUTIÉRREZ, loc. cit., pág. 198.
159
SRRD, 20 de mayo de 1952, núm. 4; SRRD, 27 de febrero de 1937, núms. 2 al 7.
160
Cf. E. MONTERO GUTIÉRREZ, loc. cit., págs. 196-208.
161
Para el caso de drogadicción nos remitimos a lo afirmado con el morfinismo puesto
que el autor repite los argumentos anteriores. Solamente nos queda, en este caso, resaltar lo
innovador, por la época, de la sentencia rotal que nos deja: SRRD, de 27 de febrero de 1937
162
SRRD, de 22 de febrero de 1930.
163
Cf. Ib., núms. 4-6.
164
Cf. Ib., núm. 8.
70
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165
Cf. Ib., núm. 3.
166
Cf. Ib.
167
Remite a SRRD, de 8 de agosto de 1931, núm. 2.
168
Nos remite a las siguientes sentencias rotales: SRRD, 8 de agosto de 1931; SRRD, de 8
de abril de 1924; SRRD, de 25 de junio de 1926, núm. 9; SRRD, de 7 de abril de 1926, núm. 6.
169
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., págs. 24 y 51; E. Fernández Regatillo, loc. cit., 195;
L. MIGUÉLEZ DOMÍNGUEZ, loc. cit., pág. 605.
71
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
170
SRRD, de 27 de febrero de 1937; SRRD, de 30 de diciembre de 1947; SRRD, de 2 de
diciembre de 1955; SRRD, de 3 de diciembre de 1957.
171
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, loc. cit., pág. 196.
172
Cf. E. MONTERO GUTIÉRREZ, loc. cit., pág. 212.
173
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 51.
174
Vgr., Hürth en Periodica XLII, (1953) III-IV, GASPARRI en De matrimonio, vol. II, 1932,
núm. 875, CAPELLO en De matrimonio, vol. II, 1939, núm. 580.
175
Cf. SRRD, 19 de diciembre de 1950; SRR, XII de 1941, núm. 3; SRR, de 16 de junio de
1943.
72
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
176
Remite a SRRD, de 16 de junio de 1943; SRRD, dec. XV, núm. 5 y XLV de 1941.
73
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
tendimiento y de la voluntad, sino más bien como una más perfecta des-
cripción del entendimiento previo por el que el acto de la voluntad es ‘hu-
mano’, ya que, además del conocimiento conceptual que pudiera tener un
niño de cinco años o un hombre sano adulto en el sueño, es necesario un
conocimiento estimativo como querido» 177.
Conclusión:
177
Cf. E. MONTERO GUTIÉRREZ, loc. cit., pág. 218.
178
A. BERNÁRDEZ CANTÓN, Compendio de Derecho Matrimonial Canónico, 3.ª Ed., Madrid
1971.
74
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
179
Cf. Ib, pág. 180, nota pié 12.
180
Cf. Ib., pág. 179, nota pié 8.
181
Cf. Ib., págs. 182-183.
182
Cf. E. MONTERO Y GUTIÉRREZ, loc. cit., pág. 215.
183
SRRD, vol. XXXIII, dec. XV, de 25 de febrero de 1941; vol. XXXV, dec. LVII, de 16 de
julio de 1935., vol. 35, dec. 57.
184
Vgr., MANS, REGATILLO, MIGUÉLEZ, MONTERO.
75
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Montero 183 y se adscribe, por tanto, en la misma corriente que los autores
anteriores 184.
En este mismo sentido, queremos destacar la aportación jurisprudencial
en la que apoya algunas de las afirmaciones que expone en su Manual. Así
hace referencias, cuando se refiere a la discreción o madurez de juicio en
general, a dos sentencias rotales 185 que insisten, particularmente, en el ne-
cesario conocimiento mínimo sobre el matrimonio para que un sujeto pue-
da prestar un válido consentimiento matrimonial.
Igualmente, resalta aquellos aspectos que resultan de mayor importancia
en determinadas sentencias rotales en las que fundamenta su exposición:
así lo hace al referirse a la necesidad de tener un conocimiento sobre el ma-
trimonio en lo que afecta a la conexión del matrimonio y la prole (en lo que
tiene que ver con la discreción o madurez en el juicio) 186.
El capítulo VII, «Defectos y vicios del consentimiento», lo divide en tres
partes: Problemas generales, Falta de uso de razón y La debilidad mental.
En éste punto, Bernardez parte de dos afirmaciones recogidas en los Pro-
blemas generales y que aportarán la clave de lo que, a continuación, afirmará:
En primer lugar, hay que partir del canon 2.201, en el que se distinguen
la locura habitual, el trastorno mental y la debilidad mental, para poder di-
lucidar acerca de la formación del consentimiento deliberado y libre.
En segundo lugar, hay que distinguir las circunstancias transitorias de las
anomalías personales: las primeras afectan a la deliberación del acto y las
segundas son las que constituyen causas de incapacidad natural, propia-
mente, natural. Por tanto, por un lado, se distinguen las circunstancias que
impiden al sujeto la discreción de juicio suficiente, en una situación concreta
y determinada, para la prestación del consentimiento matrimonial y, por otro,
aquellas enfermedades que suponen la privación perfecta del uso de razón.
En lo que respecta al estudio del la falta de uso de razón, rechaza la dis-
tinción tradicional entre amencia y demencia, máxime cuando se utiliza pa-
ra considerar la posibilidad de que el demente, si no lo es para el contrato
matrimonial, puede emitir un consentimiento válido. Se apoya en que mo-
dernamente se rechaza en base a que, dada la unidad de la persona huma-
na, no es posible que una persona «pueda coordinar en un sector del pen-
samiento y, en cambio, carezca del poder de coordinación con referencia a
185
SRRD, de 14 de marzo de 1935 y SRRD, de 21 de diciembre de 1938.
186
SRRD, de 21 de diciembre de 1938 (de la cual destaca unas líneas) y SRRD, de 16 de
abril de 1948. Asimismo ocurre cuando habla del modo de conocer la forma concreta de pro-
creación, al resaltar un párrafo de SRRD, de 26 de mayo de 1948 y nos remite, igualmente, a
consultar la SRRD de 20 de enero de 1926 y SRRD, de 20 de julio de 1929.
187
Cf. A. BERNÁRDEZ CANTÓN, loc. cit., pág. 195.
188
Cf. Ib., pág. 195, nota pié 2.
76
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
Conclusión:
189
Cf. Ib., pág. 196, núm. 3.
190
Cf. Ib., pág. 196.
191
Cf. Ib., pág. 196.
77
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
192
HERVADA-LOMBARDÍA, «El Derecho del Pueblo de Dios III. Derecho Matrimonial», Pam-
plona 1973.
193
Recogemos aquí la que se refiere a canonistas españoles: A. ARREGUI, «Cuestiones so-
bre la debida discreción mental en el matrimonio canónico», en Ius Canonicum, 5 (1965),
págs. 213ss; A. BERNÁRDEZ, Curso de derecho matrimonial canónico, 3.ª Ed, Madrid 1971; E.
CASTAÑEDA, La locura y el matrimonio, Valladolid-Madrid 1965; Ib., «El problema del lúcido in-
tervalo en las enfermedades mentales», en REDC 8 (1953, págs. 475ss; Ib., «Nulidad por vicio
en el consentimiento», en Las causas matrimoniales, Salamanca 1953, págs. 491ss.; ALONSO LO-
BO-MIGUÉLEZ-ALONSO MORÁN, Comentarios al Código de Derecho Canónico II, Madrid 1963; J. M.
MANS, Derecho matrimonial canónico I, Barcelona 1959; Ib., El consentimiento matrimonial.
Defecto y vicios del mismo como causas de nulidad de las nupcias, Barcelona 1956; V. MONT-
SERRAT, Derecho matrimonial canónico, Barcelona 1961; E. FERNÁNDEZ REGATILLO, Derecho ma-
trimonial eclesiástico, Santander 1962; WERNZ-VIDAL, Ius canonicum V, 3.ª Ed., a Ph. Aguirre,
Romae 1946.
78
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
Conclusión:
194
Cf. J. HERVADA-P. LOMBARDÍA, loc. cit., pág. 377.
195
Cf. Ib., pág. 379.
196
Cf. Ib., pág. 379.
197
Cf. Ib., pág. 381.
198
Cf. Ib., págs. 383-387.
199
Solamente en lo que se refiere a los canonistas españoles que hace mención.
79
92%86-40)%0-%2>%4%6%92%46)2(->%.)92-:)67-8%6-3()'%0-(%(
200
SRRD, de 16 de febrero de 1928; SRRD, de 1 de enero de 1930, para afirmar que la ju-
risprudencia rotal, en lo que afecta a la capacidad intelectiva, exige que la deliberación de la
voluntad suficiente en el matrimonio es la misma que para pecar mortalmente y aporta SRRD,
de 25 de febrero de 1945 hacer notar que la llamada «facultad estimativa», no es un tercer ele-
mento independiente del intelectivo y el volitivo, sino que se halla incluido en la capacidad
de deliberar y de decidir.
80
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
Una vez más hemos de recordar que el comentario de estas dos Senten-
cias no responde al objetivo primordial de estas páginas —como acabamos
de recordar— es descubrir la aportación de la canonística española al vi-
gente canon 1.095, 2.º y 3.º, simplemente lo completan.
Nuestro comentario, de ambas sentencias, se referirá únicamente al in
iure aportado.
A) Características generales
201
Cf. SRRD, vol. XX, dec. VI, núms. 3-7.
202
Así afirma: «Cf. inter retentiores Van de Burgt, “De Matr”., p. 63; Carrière, “De matr”.,
n. 287; D’Annibale, tom. I, 31, not.15; et Wernz, “Ius Decret”., IV, n. 41, qui ad rem docet: “A
matrimonio contrahendo arcentur qui laborant habituali ‘plenaque amentia et fatuitate’ eo-
que mentis defectu, qui verum consensum in ipsa celebratione matrimonii non admittit, ‘ve-
lut infantes septennio minores’”». Ib., núm. 3.
203
Cf. Ib., núm. 5.
81
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
204
Cf. Ib., núm. 8.
205
Cf. Ib., núm. 7; Remite a CASPER, «Manuale di medicina legale», vol. II, p. 309.
206
Cf. SRRD, Ib., núm. 8.
207
Cf. Ib., núm. 10.
208
Cf. Ib., núm. 11.
209
Cf. Ib., núm. 11.
210
Cf. Ib., núm. 15.
82
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
211
Cf. Ib., núm. 15.
212
Deliberación en relación a las ideas que forman los juicios y a la elección que indi-
cará la facultad de la voluntad, de modo que las alucinaciones afectan a las ideas pero influ-
yen en la voluntad.
213
«Cuando Sánchez equipara el matrimonio con el pecado mortal lo hace en cuanto a
la capacidad deliberativa y volitiva, exigiendo un mismo grado para ambos; pero está perfec-
tamente de acuerdo con Santo Tomás en exigir para contraer matrimonio una mayor discre-
ción y desarrollo mental que el que sería suficiente para pecar mortalmente; así, explicando
el impedimento de la edad, dice que la Iglesia, al establecerlo, ha tenido en cuenta, además de
la potencia actual generativa de los contrayentes, la discreción de juicio ex iure naturae, dis-
creción, añade, que sólo se presume después de la pubertad», Cf. T. SÁNCHEZ, «De matrimonio»,
loc. cit., I. 7.º, d. 104, n. 21.
83
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
214
Cf. SRRD, vol. XX, dec. VI, núm. 16.
215
Cf. Ib., núm. 20.
216
Cf. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 35.
217
Cf. Ib., pág. 36; SRRD, vol. XX, dec. VI, núm. 6.
218
Cf. Ib., pág. 42-43. 49; SRRD, vol. XX, dec. VI, núm. 15.
219
Cf. Ib., pág. 48; SRRD, vol. XX, dec. VI, núm. 16.
220
Cf. SRRD, vol. XX, dec. VI, núms. 3-4; J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 55.
84
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
221
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, loc. cit., pág. 55.
222
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, Derecho matrimonial eclesiástico, Santander 1962, pág. 191.
En lo que respecta a la sentencia (SRRD, vol. XX, dec. VI, núm. 18), llama la atención que la
referencia que incluye E. F. Regatillo en ambos Manuales está incompleta: en la medida que
en el Ius Sacramentarium se hace referencia a la Sentencia en su totalidad, y en el Derecho
matrimonial eclesiástico simplemente se pone la fecha sin más datos (sin ninguna otra refe-
rencia a que es una sentencia rotal).
223
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, loc. cit., pág. 191 y Ius Sacramentarium, 3.ª Ed., Santander
1960, pág. 772.
224
SRRD, vol. XX, dec. VI, núm. 27.
85
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
225
Cf. L. MIGUÉLEZ, loc. cit., pág. 606-607.
226
Cf. Así remite a SRRD, 20 (1928) 6, 60ss, cuando perfectamente podría haber concre-
tado de la siguiente forma: SRRD, vol. 20, dec. 6, números 6-7.
227
Es decir, que es necesario para prestar consentimiento válido aquella madurez de jui-
cio adecuada para el matrimonio, superior a la necesaria para pecar mortalmente, adhirién-
dose a lo defendido por Santo Tomás frente a T. Sánchez
228
SRRD, vol. XX, dec. VI.
229
Cf. HERVADA-LOMBARDÍA, loc. cit., pág. 377.
86
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
C) Conclusiones
230
Cf. T. SÁNCHEZ, loc. cit., I. 1.º, disp. 8, núm. 18: «Quod intelligendum est de mentecap-
to qui omnino rationis usu destituitur: secus est si non caret omnino intellectu, quem vulgo
tonto apellamus… Hic enim sponsalia et matrimonium inire potest, et ratio est manifesta, quia
deliberationem sufficientem habet ad lethaliter peccandum».
87
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
car mortalmente) 231. Por otro, aquellos que seguían a Santo Tomás 232,
afirmando que será necesario, para el matrimonio, exigir en los con-
trayentes un uso de razón más desarrollado que el que bastaría para
cometer un pecado mortal 233. Doctrina que es la que, por otro lado,
se va imponiendo a medida que pasa el tiempo.
Ante estas tendencias, en parte opuestas, la Sentencia c. Parrillo parece
que se quiere situar aportando una solución ecléctica intentando conciliar
las dos posiciones antagónicas señaladas, partiendo de la distinción que ha-
ce entre la demencia congénita y la adquirida 234, cuando afirma que para de-
terminar el grado de capacidad intelectiva ha de exigirse una mayor discre-
ción de juicio que para pecar mortalmente (Santo Tomás), mientras que si
se trata de determinar el grado de capacidad volitiva es suficiente la regla
de T. Sánchez (la libertad que se requiere para pecar mortalmente).
Por último, destacar que es muy prolija en doctrina y que la construcción
de la Sentencia en conjunto es coherente y sistemática.
A) Características generales
231
A esta corriente responden las siguientes sentencias: SRRD, vol. 5, dec. 42, núm. 3, de
11 de agosto de 1913; SRRD, vol. 7, dec. 20, núm. 4, de 15 de mayo de 1915; SRRD, vol. 16,
dec. 41, núm. 2, de 29 de octubre de 1924.
232
Cf. SANTO TOMÁS DE AQUINO, in IV, dist. 27, q. 2, art. 2, ad. II: «Ad peccandum mortali-
ter sufficit etiam consensus in praesens; sed in sponsalibus est consensus in futurum; major
autem rationis discretion requiritur ad providendum in futurum quam ad consentiendum in
actum unum presentem; et ideo, ante potest homo peccare mortaliter, quam posit se obligare
ad aliquid futurum».
233
Cf. SRRD, vol. 26, dec. 83, n. 3, de 3 de noviembre de 1934; SRRD, vol. 27, dec. 10,
núm. 6, de 23 de febrero de 1935; SRRD, vol. 32, dec. 8, núm. 5.
234
Cf. SRRD, vol. 20, dec. 6, núm. 15.
88
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
235
SRRD., vol. XXXIII, dec. XV., núm. 9.
236
En este punto, conviene hacer notar que no estamos de acuerdo con la interpretación,
del núm. 5 de ésta Sentencia, que la doctora Lourdes Ruano hace en su publicación «La in-
capacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas psíquicas, co-
mo capítulo de nulidad», Ed. Bosch. Barcelona 1989, pág. 49, cuando afirma que «una deci-
sión C. Wynen, de 25 de febrero de 1941, distinguía la facultad cognitiva de la facultad crítica
o estimativa» (se refiere al núm. 5 de la Sentencia, según afirma en la nota núm. 56 que acom-
paña al texto). En dicho número, A. Wynen lo que hace es describir la doctrina defendida por
los psicólogos, según recuerda al inicio del mismo: «Doctrina modernae psycologiae, adhibi-
ta forma scholae nostrae, breviter ita exponi potest», para comentar, posteriormente, como ve-
mos por ejemplo en el núm. 10 de la misma Sentencia, que no puede diferenciarse como in-
dependiente dicho elemento estimativo.
237
Cf. Ib., núm. 10.
238
Cf. Ib., núm. 7.
239
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, El consentimiento matrimonial, loc. cit., pág. 51; E. FERNÁN-
DEZ REGATILLO, Ius Sacramentarium, loc. cit., pág. 775; Derecho matrimonial Eclesiástico, loc.
cit., pág. 196; E. MONTERO GUTIÉRREZ, El matrimonio y las causas matrimoniales, loc. cit., pág.
217; A. BERNÁRDEZ CANTÓN, Curso de Derecho Matrimonial Canónico, loc. cit., pág. 182.
89
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
240
«Consensus matrimonialis certi hominis, qui est et dicitur praeditus intelligentia et li-
bertate, et aliunde in contrahendo neque ebrius neque amens est, praesumitur validus nisi
contrarium probetur. Quare cautissime accipienda sunt placita psychiatrarum, qui aliunt in
homine laborante immoralitate constitutionali defuisse aliquod elementum essentiale consen-
sus. Nam theoretice ardua res est adaequate describere actiones facultatum spiritualium; et in
casu practico, negare alicui homini praedito intelligentia communi ac libertate facultatem po-
nendi actum vere humanum saltem quoad obiectum determinatum de quo agitur». Recoge-
mos la interpretación que E. F. Regatillo hace del núm. 12 de la SRRD, XXXIII, dec. XV, al ser
la que más se ajusta a la literalidad de los términos empleados en la misma. Cf. E. FERNÁNDEZ
REGATILLO, «Ius Sacramentarium», loc. cit., pág. 775.
241
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, o.c., págs. 50-52.
90
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
242
Cf. SRRD, vol. XXXIII, dec. XV, núms. 4, 5, 7, 10.
243
Cf. J. M. MANS PUIGARNAU, o.c., pág. 25, nota pie 1; pág. 53, nota pie 1.
244
Cf. V. MONTSERRAT, o.c., págs. 220-221.
245
Cf. E. FERNÁNDEZ REGATILLO, loc. cit., págs. 774-776.
91
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Junto con Fernández Regatillo S.J, es quien más insiste en el estudio del
conocimiento estimativo. Reproduce la doctrina de la Sentencia acompa-
ñándola con diversas explicaciones 247.
La influencia de la doctrina de esta Sentencia, en el Manual de E. Mon-
tero, es de suma importancia en lo que respecta al conocimiento estimati-
vo. Alude a ella con frecuencia, aportando afirmaciones de la misma Sen-
tencia, para interpretar y definir el conocimiento, el sentido del valor del
objeto o la llamada inmoralidad constitucional.
Igualmente plantea su oposición a los planteamientos que quieren hacer
del elemento estimativo una tercera facultad independiente, junto con el en-
tendimiento y la voluntad. Deja, pues, por sentado que ya en la doctrina Es-
colástica se tenían en cuenta estos elementos tal y como la jurisprudencia
defiende actualmente: como un elemento integrado en las dos facultades
mencionadas —entendimiento y voluntad—.
246
Cf. L. MIGUÉLEZ DOMÍNGUEZ, loc. cit., pág. 605, nota pie 10.
247
Cf. E. MONTERO GUTIÉRREZ, loc. cit., pág. 218.
92
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
C) Conclusiones
248
Cf. A. BERNÁRDEZ CANTÓN, loc. cit., pág. 182, nota pie 20.
93
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
2.3. &RQFOXVLRQHV*HQHUDOHV
249
Particularmente destaca la exposición del pensamiento de Tanzi-Lugano, (Cf. núms.
14-16). El pensamiento psiquiátrico de estos autores también será aportado en los Manuales
de Mans Puigarnau, Fernández Regatillo y Montero.
94
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
250
Quizás podría excluirse de tal apreciación el M. DE MANS PUIGARNAU, «El consentimien-
to matrimonial. Defecto y vicios del mismo como causas de nulidad de las nupcias», Barcelo-
na 1956, al poder considerarse casi una monografía sobre el Consentimiento Matrimonial, al
cual trata muy extensamente.
95
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
251
En concreto queremos destacar Mans Puigarnau, Fernández Regatillo, Míguelez y Mon-
tero (en particular, a nuestro parecer, estos dos últimos).
252
Cf. ARQUER-SEMIR, loc. cit., y MANS PUIGARNAu, loc. cit.
96
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
253
Cf. BERNÁRDEZ CANTÓN, loc. cit., págs. 173-197.
254
Cf. Ib., pág. 215.
97
8È8903()0'%4È8903
CAPÍTULO II
EL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL
EN LAS MONOGRAFÍAS DE LOS CANONISTAS
ESPAÑOLES EN EL PERIODO
COMPRENDIDO ENTRE 1917-1983
INTRODUCCIÓN
255
E. CASTAÑEDA DELGADO, La enajenación mental y el consentimiento matrimonial a la
luz de la Psiquiatría y de la Jurisprudencia de la Rota Romana, Valladolid 1955; V. Reina, El
consentimiento matrimonial. Sus anomalías y vicios, como causa de nulidad, Barcelona 1974;
A. Reina, La incidencia de las perturbaciones psíquicas en el consentimiento matrimonial, Ma-
drid 1979.
99
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
256
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, Antecedentes del c. 1.095 en la doctrina y la jurisprudencia es-
pañola, en CPMPC, Salamanca 2004.
257
Cf. Ib.
100
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
1.1. 3ULPHUD3DUWH
258
Divide esta primera parte en los siguientes capítulos: Cap. I, «La clasificación de las
enfermedades mentales en la psiquiatría y en la jurisprudencia rotal»; Cap. II, «La locura par-
cial»; Cap. III, «La enajenación mental, vicio del consentimiento matrimonial. Cuestiones his-
tóricas»; Cap. IV, «La cuestión de iure»; Cap. V, «El problema del lúcido intervalo»; Cap. VI, «La
cuestión de facto»; Cap. VII, «La prueba de las presunciones»; Cap. VIII, «La prueba testifical»;
Cap. IX, «La prueba pericial».
259
La segunda parte de la Monografía se divide de este modo: Cap. I, «Oligofrenias»;
Cap. II, «Esquizofrenia»; Cap. III; «Psicosis Paranoicas»; Cap. IV, «Psicosis Maniaco-depresiva»;
Cap. V, «Epilepsia»; Cap. VI, «Morfinismo»; Cap. VII, «Neurosis».
260
Cf. Anexo I de la presente Monografía.
261
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, loc. cit.
101
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
262
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 16 de fe-
brero de 1928; SRRD, 30 de julio de 1940; SRRD, 19 de julio de 1941. Por dos veces hace re-
ferencia a la SRRD, 16 de febrero de 1928, en un capítulo que fundamentalmente se dedica a
exponer el tipo de enfermedades mentales e introduce, solamente, la relación con la juris-
prudencia.
263
Esta división la hace siguiendo a Codón y López Sanz en su obra Psiquiatría jurídi-
ca, penal y civil (Burgos 1951). Cf. E. CASTAÑEDA, La enajenación mental y el consentimiento
matrimonial a la luz de la Psiquiatría y de la Jurisprudencia de la Rota Romana, Valladolid
1955, pag. 7, nota pie 4 bis.
264
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 10, núm. 3; L. CASPER, Manuale de medicina legale, vol.
II, pág. 309.
265
Cf. Ib., pág. 11, nota 11 pie de página.
102
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
266
CASTAÑEDA continúa expresando las razones en que justifica dicha afirmación: «He aquí
mis razones: A) Porque cada tipo de enfermedad mental tiene sus signos característicos; es más,
los mismos hechos no tienen la misma significación en las diversas enfermedades. B) Porque
para determinar el grado de enajenación mental de un individuo es de suma importancia,…,
conocer la evolución ordinaria de la enfermedad, y ésta no es la misma en las diversas espe-
cies de locura. C) Porque aquí entran de lleno los problemas de la locura parcial y de los lú-
cidos intervalos, propios solamente de ciertos tipos de locura». Cf. loc. cit., pág. 11, nota a pie
núm. 11.
267
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 1 de ju-
lio de 1909; SRRD, 7 de abril de 1926; SRRD, 1 de marzo de 1930; SRRD, 17 de noviembre de
1932; SRRD, 23 de diciembre de 1932; SRRD, 24 de abril de 1931; SRRD, 1 de julio de 1933;
SRRD, 3 de noviembre de 1934; SRRD, 9 de mayo de 1936; SRRD, 16 de diciembre de 1936;
SRRD, 13 de marzo de 1937; SRRD, 19 de enero de 1940; SRRD, 10 de marzo de 1944. A to-
das se alude en una o, a lo sumo alguna de ellas, en dos ocasiones.
103
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
268
En este capítulo no aparecen referencias de sentencias rotales algunas.
269
«El Código de Derecho Canónico no ha establecido un impedimento especial por cau-
sa de enajenación mental; en este punto, no añade nada a lo que ya dispone el derecho na-
tural que aparta del matrimonio, como de los demás contratos, aquellos que no tienen uso de
razón; sin embargo, ‘indirecte’, suficientemente insinúa que la insania impide contraer vali-
damente, cuando en el c. 88, 3º, asimila al infante a cuantos están habitualmente destituidos
del uso de razón y en el c. 1.082 habla de las causas de nulidad de matrimonio debido a la
falta de consentimiento por amencia». Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 34.
270
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 11 de
agosto de 1913; SRRD, 15 de mayo de 1915; SRRD, 29 de junio de 1923; SRRD, 29 de octubre
de 1924; SRRD, 7 de abril de 1926; SRRD, 16 de febrero de 1928; SRRD, 1 de marzo de 1930;
SRRD, 3 de noviembre de 1934; SRRD, 23 de febrero de 1935; SRRD, 30 de abril de 1935;
SRRD, 19 de enero de 1940; SRRD, 30 abril de 1940; SRRD, 5 de junio de 1941; SRRD, 1 de ju-
lio de 1941. De todas ellas sobresale la mención que hace de la SRRD, 16 de febrero de 1928
ya que la utiliza en cuatro ocasiones y de la SRRD, 1 de marzo de 1930, refiriéndose a ella en
tres ocasiones.
104
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
271
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 45, núm. 4.
272
Cf. Ib., pág. 47.
273
«Sigue empleando la misma fórmula, amencia plena y perfecta, pero no toma la frase
en un sentido literal, de absoluta carencia de uso de razón, sino en un sentido ‘rotal’, com-
patible con cierto ejercicio del uso de razón, con cierta deliberación e inteligencia del acto y,
por consiguiente, en esa gama indefinida de grados que discurre desde la mente normal has-
ta la totalmente insana». Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 46.
274
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 57. Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo
serán las siguientes: SRRD, 1 de marzo de 1930; SRRD, 24 de abril de 1931; SRRD, 1 de julio
de 1933; SRRD, 13 de marzo de 1937; SRRD, 16 de marzo de 1937; SRRD, 13 de enero de 1938;
SRRD, 3 de junio de 1939; SRRD, 30 de julio de 1940; SRRD, 19 de julio de 1941; SRRD, 24 de
julio de 1941; SRRD, 4 de diciembre de 1943. Destaca la alusión muy frecuente, en cinco oca-
siones cada una de ellas, de las tres siguientes decisiones rotales: SRRD, 1 de marzo de 1930;
SRRD, de 13 de enero de 1938; SRRD, de 3 de junio de 1939.
105
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
275
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., págs. 61-62.
276
Cf. Ib., 72ss.
277
«Hoy día, para algunos psiquiatras y Códigos civiles, aun admitiendo la existencia del
lúcido intervalo en el que puede apreciarse la casi completa capacidad de comprender el va-
lor de los actos, no tiene éste ninguna significación, ya que entre los motivos para la incapa-
cidad no está sólo la capacidad de discernimiento, sino otros de higiene, de raza y sociales».
Cf. Ib., pág. 67.
106
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
278
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 8 de
abril de 1924; SRRD, 27 de mayo de 1926; SRRD, 16 de febrero de 1928; SRRD, 1 de marzo
de 1930; SRRD, 24 de abril de 1931; SRRD, 20 de noviembre de 1931; SRRD, 30 de julio de
1932; SRRD, 16 de diciembre de 1936; SRRD, 30 de diciembre de 1936; SRRD, 3 de junio de
1939. En este capítulo solamente repite, en dos ocasiones, tres sentencias rotales (SRRD, 24
de abril de 1931; SRRD, 30 de diciembre de 1936; SRRD, 3 de junio de 1939), por lo que,
podemos afirmar, que no existe ninguna que sobresalga especialmente respecto al resto de
las aportadas.
279
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 87.
280
Cf. Ib., pág. 88.
281
Cf. Ib.
282
Cf. Ib., pág. 90.
107
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Este problema —el saber si el delirio afecta o tiene relación con el ma-
trimonio—, es difícil de diagnosticar en los casos de amencia y se acentúa
cuando hay que efectuar un diagnóstico retrospectivo, es decir cuando la
pregunta que hay que hacerse es la siguiente: ¿existió enfermedad al tiem-
po del matrimonio y en grado suficiente para limitar el uso de razón?
Finaliza constatando que tanto la Rota, como la mayor parte de los psi-
quiatras, están de acuerdo en afirmar tres estados en la evolución de las
psicosis progresivas: la incubación, el periodo de estado y el periodo ter-
minal 283, siendo necesario, y para que conste ciertamente la nulidad, en el
primer periodo probar que la enfermedad alcanzó aquel grado de evolu-
ción que impide el uso debido de la razón, la existencia de la gravedad
de la enfermedad y los efectos que limiten las facultades intelectivas y vo-
litivas. Si no es así, no se está obligado a admitir que falte ya el suficiente
uso de razón 284.
283
«La Rota, de acuerdo con la ciencia psiquiátrica, distingue en las psicosis progresivas
tres estados en su evolución. Un primer periodo de incubación, de génesis de la enfermedad,
durante la cual se notan ciertas modificaciones del humor y del carácter, con cierta debilita-
ción de las facultades intelectivas, volitivas y afectivas Estas taras psíquicas se van acentuan-
do insensiblemente, para conducir, sin que pueda establecerse un límite entre ambos, al pe-
riodo de estado; acentúa aquellos síntomas y tenemos el periodo terminal». Cf. Ib., pág. 95-96.
284
Cf. Ib., pág. 96.
285
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 13 de fe-
brero de 1913; SRRD, 15 de mayo de 1915; SRRD, 24 de junio de 1923; SRRD, 8 de abril de
1924; SRRD, 1 de marzo de 1930; SRRD, 16 de febrero de 1930; SRRD, 8 de enero de 1938;
SRRD, 3 de junio de 1939; SRRD, 13 de junio de 1939. Tampoco existe sentencias que se uti-
licen de un modo destacado respecto a las demás, únicamente alude en dos ocasiones a SRRD,
1 de mayo de 1930 y SRRD 13 de febrero de 1913.
286
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, loc. cit., pág. 97.
287
Cf. Ib., pág. 99.
288
«A) Cuando la enajenación proviene por causa accidental pero desapareció más tar-
de. B) Cuando no se prueba jurídicamente la existencia de la demencia plena. C) Cuando el
matrimonio se ha celebrado pasado largo intervalo de tiempo sin furor. D) Cuando verdade-
108
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
ra o presuntivamente, directa o indirectamente, fue probada la salud mental del que antes fue
demente». Cf. Castañeda, E., loc. cit., pág. 100-102.
289
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, loc. cit., pág. 100.
290
Consistente en que comprobada la enfermedad, hoy se presume que existió también
ayer.
291
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO. loc. cit., pág. 102.
292
Cf. Ib., pág. 105.
293
Resumimos sólo las partes más importantes de su pensamiento al respecto: «A) En ca-
so de amencia antecedente y consiguiente de igual gravedad, se presume la concomitante con
la misma gravedad que las otras dos. B) Puede darse el caso de que la amencia antecedente y
consiguiente presenten un mismo grado de gravedad pero, a la vez, tengamos elementos de
juicio, directos o indirectos, para afirmar con toda probabilidad que el grado de amencia con-
comitante debió ser diverso: se habla de probabilidad (si hubiese certeza, no hay problema).
C) En el caso de que exista una amencia antecedente y consiguiente con gravedad diversa, el
grado de gravedad de la amencia concomitante cuando no existen elementos de prueba di-
rectos o indirectos, se verificará por el estado de incubación de la enfermedad y por el tipo de
psicosis presentada. Es muy complicada su resolución». Cf. Ib., págs. 105-106.
294
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 23 de di-
ciembre de 1909; SRRD, 13 de febrero de 1913; SRRD, 28 de agosto de 1911; SRRD, 16 de
agosto de 1913; SRRD, 27 de junio de 1916; SRRD, 29 de junio de 1923; SRRD, 8 de abril de
1924; SRRD, 27 de mayo de 1926; SRRD, 16 de febrero de 1928; SRRD, 23 de junio de 1928;
SRRD, 1 de marzo de 1930; SRRD, 24 abril de 1931; SRRD, 17 de noviembre de 1932; SRRD,
30 de julio de 1932; SRRD, 23 de diciembre de 1932; SRRD, 21 de diciembre de 1935; SRRD,
16 de diciembre de 1936; SRRD, 13 de marzo de 1937; SRRD, 30 de diciembre de 1937; SRRD,
19 de enero de 1940; SRRD, 19 de julio de 1941; SRRD, 24 de julio de 1941; SRRD, 4 de di-
ciembre de 1943. De modo particular se destaca la SRRD, 16 de diciembre de 1936, a la cual
alude en seis ocasiones. También son utilizadas con frecuencia, SRRD, 23 de junio de 1923
(cuatro ocasiones) y SRRD, 16 de febrero de 1928 y 29 de junio de 1923 (en tres ocasiones).
109
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
295
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 109., nota a pie (*).
296
Testigos singulares; Testigos contradictorios; Testigos menores, familiares, vecinos; el
Párroco asistente al matrimonio; el Testimonio de las partes; el Testimonio del demente o dé-
bil mental. Cf. Ib., 110-120.
297
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 121ss.
298
Cf. Ib., pág. 133.
299
Cf. Ib., pág. 134.
300
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 10 de ju-
lio de 1909; SRRD, 28 agosto de 1911; SRRD, 11 de agosto de 1913; SRRD, 15 de mayo de
1915; SRRD, 27 de junio de 1916; SRRD, 29 de junio de 1923; SRRD, 8 de abril de 1924; SRRD,
27 de mayo de 1926; SRRD, 16 de febrero de 1928; SRRD, 23 de junio de 1928; SRRD, 1 de
marzo de 1930; SRRD, 1 de julio de 1931; SRRD, 24 de abril de 1931; SRRD, 20 de noviembre
de 1931; SRRD, 23 de diciembre de 1932; SRRD, 10 de julio de 1933; SRRD, 21 dic 1935; SRRD,
30 de diciembre de 1936; SRRD, 30 de abril de 1937; SRRD, 16 de diciembre de 1936; SRRD,
27 de febrero de 1937; SRRD, 13 de marzo de 1937; SRRD, 21 de diciembre de 1937; SRRD, 3
110
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
de junio de 1939; SRRD, 19 de julio de 1941; SRRD, 24 de julio de 1941. En éste capítulo, Cas-
tañeda, destaca ocho sentencias rotales, entresacando algunas líneas que considera más sig-
nificativas de ellas para reforzar su exposición. Las sentencias a las que me refiero son las si-
guientes: SRRD, 10 de julio de 1909; SRRD, 11 de agosto de 1913; SRRD, 15 de mayo de 1915;
SRRD, 16 de febrero de 1928; SRRD, 23 de junio de 1928; SRRD, 13 de marzo de 1937; SRRD,
27 de febrero de 1937; SRRD, 24 de julio de 1941.
301
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, loc. cit., pág. 136-137.
302
Hacemos notar que, en la edición de la Monografía de Castañeda que estamos ma-
nejando —Valladolid, 1955—, existe un error cuando habla de las clases de peritos en la pá-
gina 138, al mencionar el canon 1982, puesto que se ha impreso canon 1892. El texto dice
así: «Esta doble especie de peritos distingue también el c. 1.892, y así, además de aquellos…».
Consultado el Código, constatamos que quiere aludir al canon 1.982.
303
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 139ss.
304
Cf. Ib., pág. 142.
305
Cf. Ib.
111
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
1.2. 6HJXQGD3DUWH
306
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 1 de ju-
lio de 1933; SRRD, 27 de noviembre de 1933; SRRD, 3 de noviembre de 1934; SRRD, 16 de di-
ciembre de 1936; SRRD, 21 de diciembre de 1938. Analiza en este capítulo de la Monografía
las siguientes sentencias: SSRD, 23 de diciembre 1909; SRRD, 14 de noviembre de 1919; SRRD,
29 de junio de 1923; SRRD, 25 de junio de 1926.
112
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
307
«La Psicometría, con métodos técnicos de exploración psíquica, que introduce el cál-
culo matemático en la investigación del grado de afectividad, de temperamento, de inteligen-
cia…, fundada en el principio de que toda reacción mental va acompañada de una deter-
minada reacción muscular. Según esto, es débil mental el individuo que da un rendimiento
deficiente ante una clase especial de pruebas mentales de inteligencia llamados test». Cf. E. CAS-
TAÑEDA, loc. cit., pág. 164.
308
Cf. Ib., pág. 179.
309
«La Rota no ha seguido a la moderna Psiquiatría en la nomenclatura y múltiples di-
visiones de las enfermedades mentales. El confusionismo que en este punto ha existido y exis-
te en aquella ciencia y el diverso punto de vista desde el que cada uno mira a la enfermedad
mental explica esta actitud». Cf. Ib., pág. 171.
310
Cf. Castañeda, E., loc. cit., pág. 172.
311
Cf. Ib., pág. 172.
113
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
tución matrimonial exige el derecho natural y positivo para que pueda dar-
se consentimiento matrimonial? 312. En respuesta a esta pregunta gira todo
su pensamiento. Apoyándose en el Código de Derecho Canónico 313, en di-
ferentes sentencias rotales 314 y en Santo Tomás 315, concluye con la necesi-
dad de una «potencia intelectiva» 316 proporcionada al contrato a celebrar, es
decir, un «uso de razón de tal modo desarrollado que sea capaz de adquirir
el grado de conocimiento que del matrimonio exige el canon 1.082» 317.
Finaliza con la exposición de cuatro sentencias rotales 318 como ejemplo
de lo expuesto anteriormente y con una conclusión en la que expone una
buena síntesis de lo aportado en el capítulo. En ella, destaca que «la Rota
conoce esta enfermedad mental con el nombre de demencia natural, y el
problema a solucionar en ella es si el enfermo ha alcanzado un desarrollo
tal de la razón que le capacite para adquirir aquel conocimiento que del
matrimonio exige el canon 1082» 319.
312
Cf. Ib.
313
Cf. CIC 1917, cc. 88, 3.º; 906; 1.082.
314
SRRD, 1 de julio de 1933; SRRD, 27 de noviembre de 1933; SRRD, 3 de noviembre de
1934; SRRD, 16 de diciembre de 1936; SRRD, 21 de diciembre de 1938.
315
Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, Summa, 1, q. 85. a.3.
316
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 174.
317
Cf. Ib.
318
Cf. SRRD, 29 de diciembre de 1909, coram Many; SRRD, 14 de noviembre de 1919,
coram Prior; SRRD, 29 de junio de 1923, coram Florczak; SRRD, 25 de junio de 1926, coram
Grazioli.
319
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 179.
320
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 13 de fe-
brero 1913; SRRD, 11 de agosto de 1913; SRRD, 14 de noviembre de 1919; SRRD, 29 de junio
de 1923; SRRD, 8 de abril de 1924; SRRD, 7 de abril de 1926; SRRD, 16 de febrero de 1928;
SRRD, 1 de marzo de 1930; SRRD, 1 de julio de 1933; SRRD, 3 de noviembre de 1934; SRRD,
23 de febrero de 1935; SRRD, 30 de abril de 1935; SRRD, 16 de diciembre de 1936; SRRD, 30
de diciembre de 1936; SRRD, 13 de marzo de 1937; SRRD, 5 de junio de 1941; SRRD, 19 de
julio de 1941; SRRD; 12 de abril de 1943; 16 de junio de 1943.
321
Castañeda afirma, al desarrollar las características de esta enfermedad, dos puntos que
no conviene olvidar: A) «Desde el punto de vista psiquiátrico y del derecho matrimonial, cons-
tituye la esquizofrenia el apartado más numeroso e importante». B) «El hecho de que en el es-
quizofrénico permanezcan intactas gran número de sus funciones intelectuales, su gran me-
114
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
moria mecánica y su gran capacidad de simulación, hace que la esquizofrenia sea uno de los
puntos de máximo roce entre psiquiatras y juristas, que se resisten a ver un demente total en
aquel individuo que cumple bastante bien con un cargo de relativa dificultad». Cf. E. CASTA-
ÑEDA DELGADO, loc. cit., pág. 180.
322
Cf. Ib., págs. 180-196.
323
Cf. Ib., pág. 1967
324
Alude a T. Sánchez, Jasón, Tiraquello, El Hostiense, Ponce de León, Schmalgrueber,
Santo Tomás, Wernz y Gasparri. Cf. Ib., pág. 199.
325
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, loc. cit., pág. 198.
326
Así analiza: sentencias que repiten textualmente la regla de Sánchez, sentencias que,
además de citar a Sánchez, distinguen entre el grado de desarrollo mental necesario para al-
canzar e conocimiento requerido en el canon 1.082 y la deliberación necesaria para que el
consentimiento matrimonial sea un acto humano, sentencias que rechazan decididamente la
doctrina de Sánchez, sentencias que rechazan la doctrina de Sánchez interpretándolo erróne-
amente. Cf. Ib., pág. 200.
327
SRRD, 1 de julio de 1933; SRRD, 3 de noviembre de 1934; SRRD, 30 de abril de 1935;
SRRD, 3 de diciembre de 1936; SRRD, 13 de marzo de 1937; SRRD, 13 de enero de 1938; 3 de
junio de 1939. Cf. Ib., pág. 209-214.
115
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
328
Rechazando por regla general la doctrina de aquellos psiquiatras para los que el es-
quizofrenico es jurídicamente incapaz desde que aparecen los primeros síntomas de la enfer-
medad. Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, loc. cit., pág. 214. Hoy esta teoría no es así: Cf. V. Reina, El
consentimiento matrimonial. Sus anomalías y vicios como causa de nulidad, Barcelona 1974
(2.ª Ed., 1978), Ed. Ariel, pág. 55.
329
Cf. Ib., pág. 214.
330
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 15 de ma-
yo de 1915; SRRD, 7 de enero de 1918; SRRD, 27 de julio de 1929; SRRD, 16 de diciembre de
1936; SRRD, 21 de diciembre de 1937.
331
«La mayoría posee buena inteligencia; las sensaciones y percepciones están intactas;
memoria feliz, prescindiendo de las ilusiones; orientación normal en el espacio y en el tiem-
po; pero su lógica es unilateral; para ellos su asunto es lo único importante hasta el punto de
que las mentiras y acciones violentas sirven para un gran fin». «Siempre es crónico; el periodo
prodrómico suele pasar desapercibido ya que estos enfermos son muy reservados». «Por tratar-
se de enfermos lúcidos, capaces de conocer el valor de sus actos, son casos difíciles de precisar,
tanto en la esfera civil como en la penal». Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO. loc. cit., págs. 220-221.
116
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
332
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, loc. cit., pág. 224.
333
Cf. Ib. 225.
334
Cf. Ib. 226.
335
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 13 de fe-
brero de 1913; SRRD, 27 de mayo de 1926; SRRD, 24 de abril de 1931; SRRD, 23 de diciem-
bre de 1932; SRRD, 30 de julio de 1940.
336
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, loc. cit., pág. 234.
337
Cf. E. CASTAÑEDA, oc. cit., pág. 237.
338
«También los psiquiatras reconocen esta mayor dificultad: ‘Es precisamente en esta en-
fermedad, dice Ruiz Maya, donde resulta difícil valorar un estado pretérito’. ‘Es muy difícil,
repite Codón, determinar el estado psíquico pretérito de un enfermo de psicosis maniaco-de-
presiva…’ Esta mayor dificultad procede de un triple motivo: Primer motivo, de los largos pe-
riodos de lucidez mental con los que alternan los accesos maniacos o melancólicos. De aquí
deduce la Rota dos consecuencias: A) la simple diagnosis de la enfermedad no resuelve la cues-
tión, pues ocurre demostrar además que el enfermo, en el momento del acto, no se encontra-
ba en uno de los periodos intercalares. B) en esta psicosis, la inspección pericial del enfermo,
pasado un tiempo después del acto, poco puede servir para establecer la capacidad o incapa-
cidad en el acto del matrimonio. Segunda causa de esta mayor dificultad es la probable cu-
117
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
ración de la psicosis maniaco-depresiva […], (SRRD, vol. 24, dec. 49, núm. 10, de 23 de di-
ciembre de 1932). Hay una tercera causa […], hay que probar que aquel se encontraba en pe-
riodo ‘agudo’, es decir, de una gravedad que no permitía una deliberación suficiente para el
consentimiento matrimonial. Así la Rota, en las sentencias de 27 de mayo de 1926 y de 30 de
julio de 1940». Cf. Ib., págs. 237-239.
339
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 1 de mar-
zo de 1930; SRRD, 30 de julio de 1932; SRRD, 8 de enero de 1938.
340
Cf. E. CASTAÑEDA, loc. cit., pág. 255.
341
Castañeda afirma, al respecto, lo siguiente: A) «La Rota rechaza la tesis exagerada se-
gún la cual la epilepsia constatada lleva consigo, en todo caso, la absoluta irresponsabilidad
del enfermo […] —SRRD, vol. 30, dec. 2, núm. 12, de 8 de enero de 1938—». B) «La Rota de-
clara la incapacidad del enfermo durante los accesos y equivalentes […] —SRRD, vol. 24, dec.
39, núm. 3, de 30 de julio de 1932; SRRD, vol. 22, dec. 12, núm. 49, de 1 de marzo de 1930—».
C) «Tratándose de dictámenes retrospectivos, la Rota considera como prueba importantísima
de la existencia del acceso equivalente, el hecho de que el enfermo no recuerde lo acaecido du-
rante él […] —SRRD, vol. 24, dec. 39, núm. 13, de 30 de julio de 1932—». D) «Fuera de los ac-
cesos, en los periodos interparoxísticos, la Rota admite que, por tratarse de una enfermedad
constitucional, ésta persiste, al menos en los casos en que los accesos se repiten con cierta fre-
cuencia, de modo que más bien hemos de hablar de ‘mejoría’ que de ‘curación’ de la psicosis
durante ellos […] —SRRD, vol. 24, dec. 39, núm. 13, de 30 de julio de 1932—». E) «Finalmen-
te, falla aquí la presunción de que probada la amencia antecedente y consiguiente, queda pro-
bada la intermedia, a no ser que anteriormente al matrimonio el enfermo hubiera llegado ya
al estado de demencia epiléptica […] —SRRD, vol, 30, dec. 2, núm. 12, de 8 de enero de 1938—».
Cf. Ib., págs. 255-257.
118
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
del enfermo durante los accesos y equivalentes 342 o en los casos en los que
se haya llegado a lo que se conoce como «demencia epiléptica».
342
Cf. Ib., págs. 247-248.
343
Las Sentencias Rotales que aporta en este capítulo son las siguientes: SRRD, 23 de fe-
brero de 1935; SRRD, 27 de febrero de 1937.
344
Castañeda, en este capítulo, presenta muy ordenadamente la doctrina rotal. Destaca-
mos los puntos más importantes de la síntesis que nos deja: «Podemos reducir la doctrina ro-
tal en esta materia a los siguientes puntos: 1.º La Rota se abstiene de dar normas generales re-
lativas a la capacidad o incapacidad del morfinómano. 2.º La Rota reconoce en el morfinómano
la existencia de delirios y alucinaciones o estados cronicísimos, degenerativos, verdaderamente
demenciales, durante los cuales el enfermo es incapaz de prestar un válido consentimiento
matrimonial. 3.º La Rota admite en el morfinómano crónico una debilitación del juicio, tal
que en los casos graves puede ser comparado a un débil mental pero sin llegar a un oscureci-
miento de la razón y obnubilación de la conciencia. 4.º Más que en el entendimiento, es en
la voluntad donde el hábito morfínico ejerce sus efectos. 5.º La Rota rechaza la doctrina de al-
gunos psiquiatras de que la morfina ataque ‘directamente’ a la voluntad[…].Generalmente, la
Rota viene rechazando la doctrina de que pueda darse una perturbación de sola la voluntad:
‘No existen enfermedades por las que la voluntad, y sola ella, esté afectada directamente de tal
manera que se pierda el libre albedrío’. 6.º La Rota admite en el morfinómano una debilita-
ción de la voluntad, pero no una anulación de la misma”. Cf. Ib., págs. 264-267.
345
Como por ejemplo, alcohol, morfina, cocaína, hachís, marihuana, simpatina…, Cf. Ib.,
pág. 260.
119
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
120
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
juez certeza moral de que el consentimiento fue prestado sin tal libertad», se apoya en SRRD,
vol. 23, dec. 32, núm. 2, de 10 de julio de 1931, mediante la siguiente cita literal: «Por lo que
toca al defecto de libertad interna…, se requiere una cautela especial en admitir sus conclu-
siones. Con demasiada facilidad muchos psiquiatras atribuyen a las enfermedades del alma
la virtud de privar a la voluntad de libertad».
350
Encontramos claros exponentes de estos ejemplos en las págs. 290-292 de la citada
obra de Castañeda cuando comenta las sentencias de 7 de abril de 1926; 17 de noviembre de
1932 y 9 de mayo de 1936.
121
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
1.3. &RQFOXVLyQ
122
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
2.1. ,GHDVJHQHUDOHVGHOD0RQRJUDItD
351
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO. loc. cit., pág. 1.
123
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
352
El índice de la Monografía, a grandes rasgos, es el siguiente: 1. El consentimiento en
el sistema matrimonial canónico; 2.Requisitos del consentimiento (éste es el punto objeto de
nuestro estudio); 3. La carencia de consentimiento; 4. El consentimiento totalmente simulado;
5. El consentimiento parcialmente simulado; 6. El consentimiento viciado por miedo; 7. El con-
sentimiento viciado por error; 8. El consentimiento condicionado. Cf. V. REINA, «El consenti-
miento matrimonial. Sus anomalías y vicios como causa de nulidad», Barcelona 1974, Ed. Ariel,
págs. 10-14.
353
«La cuestión tiene este otro fondo: establecer a priori incapacidades legales para con-
traer basadas en alteraciones o enfermedades mentales, aparte de lo delicado y difícil que se-
ría para la norma jurídica establecer una línea divisoria entre lo aceptable y lo descalificable,
pugna con la naturaleza del ius connubii, con el innato derecho a contraer matrimonio, y
también con la experiencia diaria. De ahí que el tema no pueda tener otro tratamiento en De-
recho Matrimonial canónico que el consensual, es decir, partir de la naturaleza psíquica del
consentimiento y admitir a posteriori la posibilidad de acusar de nulidad el matrimonio en
cuya génesis hayan faltado aquellos requisitos básicos para que podamos hablar de verdade-
ro consentimiento. De esa manera, podríamos decir que una cosa es la capacidad o legitima-
ción para contraer y otra la capacidad psíquica para consentir. A la primera responde el clá-
sico capítulo de la capacidad, y quienes están incursos en algunas de las correspondientes
prohibiciones legales son jurídicamente inhábiles[…], para ejercitar el ius connubii. A la se-
gunda, responde este otro capítulo de los requisitos del consentimiento, cuya carencia no im-
pide el derecho a casarse, quedando siempre a salvo la posibilidad de investigar procesalmen-
te la validez psíquica de ese consentimiento». Cf. V. REINA, loc. cit., pág. 48.
124
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
354
Cf. Ib., pág. 49.
355
Cf. Ib.
356
Cf. Ib., pág. 50.
357
Cf. Ib.
358
La exigencia de una mayor deliberación, para contraer matrimonio, que la postulada
por los moralistas tradicionales para los actos humanos que comportan graves responsabili-
dades morales y la mayor discreción mental para el matrimonio que para los restantes con-
tratos. Cf. Ib., pág. 52.
359
Cf. Ib.
125
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
2.2. &RQFOXVLyQ
1. Estamos ante una Monografía valiosa puesto que ofrece una exposi-
ción, suficientemente clara y completa, del tratamiento normativo del
consentimiento matrimonial en el Código de 1917, con un estilo cla-
ro y ordenado. En términos generales, puede afirmarse que es de fá-
cil lectura y comprensión. Igualmente, se encuentra bien estructurada
siguiendo un orden lógico en los temas que trata.
2. Remitiéndonos al prólogo de la Monografía, recogemos la siguiente
afirmación: «he optado[…] por escribir el presente volumen sin citas ni
aparato bibliográfico alguno…». Esta característica de la Monografía
quizás sea el aspecto que más la empobrece, especialmente a quien
quiere trabajar con profundidad el tema que nos ocupa.
3. La falta de datos sobre sentencias rotales y doctrina canónica actuali-
zada provoca cierta sensación de desencanto en el estudio de la Mo-
nografía. Si bien es cierto que se constata el dominio sobre el tema
que escribe, también hay que mencionar que la presentación del te-
360
Cf. Ib., pág. 53.
361
Cf. Ib., pág. 54.
362
Cf. Ib., pág. 55.
363
Cf. Ib., pág. 57.
126
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
364
Cf. Ib., pág. 9.
365
Así, por ejemplo, es citado por diversos autores de importancia en este periodo: V.
MONTSERRAT, loc. cit., pág. 213; E. F. REGATILLO, S.J., loc. cit., págs. 191-192; L. MIGUÉLEZ, loc. cit.,
pág. 607; E. MONTERO GUTIÉRREZ, loc. cit., pág. 197.
366
Cf. A. Reina., La incidencia de las perturbaciones psíquicas en el consentimiento ma-
trimonial, Ed. Revista de Derecho Privado (Editoriales de Derecho Reunidas), Madrid 1979,
pág. 1.
127
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
cas en el mismo, sino que, además, nos ofrezca una perfecta síntesis actua-
lizada de las corrientes doctrinales y jurisprudenciales al respecto hasta la
publicación de la Monografía, así como las tendencias más importantes que,
sobre este asunto, vienen a darse en la Comisión de Reforma del Código.
En definitiva, podemos afirmar que el objetivo principal de la Monogra-
fía que presentamos es analizar y señalar las principales líneas seguidas por
la doctrina y la jurisprudencia canónica en las causas matrimoniales de nu-
lidad por razones de incapacidad psíquica.
Para una mayor facilidad en el análisis de este estudio monográfico, di-
vidiremos en dos partes el mismo: una primera parte en la que resaltaremos
las principales ideas contenidas en los dos primeros capítulos (Estado legal
de la cuestión y Relación jurídica de la doctrina del acto humano). La se-
gunda analizará los restantes capítulos (La libertad interna, Discreción de
Juicio, Incapacidad para asumir las cargas conyugales).
3.1. 3ULPHUDSDUWH
367
Así afirma: «… es imprescindible centrar la atención en los cánones 296 y 297 (del es-
quema de Reforma). Dichos preceptos constituyen, de modo incipiente, una plausible respuesta
del legislador a la necesidad, ampliamente sentada por la doctrina, de contar con un texto legal
que reste inseguridad jurídica y oriente a la jurisprudencia”. Cf. A. REINA, loc. cit., pág. 10.
128
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
1. Hay que reconocer un meritorio esfuerzo por presentar una buena sín-
tesis que resalte las principales tendencias de la doctrina y la juris-
368
Cf. Ib., págs. 28-35.
369
Cf. Ib., págs. 36-50.
129
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
3.2. 6HJXQGD3DUWH
370
Por ejemplo cuando desarrolla el concepto de incapacidad por carencia de uso de ra-
zón. Cf. Ib., págs. 15-18.
371
Cf. Ib., pág. 53.
372
Cf. Ib., págs. 57-61.
130
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
373
Cf. Ib., pág. 62.
374
Cf. Ib., pág. 67.
375
Cf. Ib., pág. 53.
376
Cf. Ib., pág. 55.
377
Cf. Ib., pág. 82.
131
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
378
Así hace referencia a los siguientes: La «furiositas»; el Uso de razón y discreción de jui-
cio; El criterio de la responsabilidad moral grave; La llamada «maior rationis discretio». La dis-
creción exigida por la asunción de obligaciones futuras; El criterio de la edad; Los criterios de
correlación. El criterio de la discreción de juicio proporcionada al matrimonio. Cf. Ib, págs.
84-112.
379
Cf. Ib, pág. 138.
380
Cf. Ib.
132
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
3.3. &RQFOXVLyQ
381
Cf. Ib., pág. 164.
382
Cf. Ib., 165-171.
133
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
383
Cf. Ib., 189-195.
384
Ofrecemos, al final del presente estudio, un cuadro comparativo sobre las tres Mo-
nografías estudiadas.
134
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20%71323+6%*È%7()037'%232-78%7
135
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
136
8È8903()0'%4È8903
CAPÍTULO III
LA APORTACIÓN DE LA JURISPRUDENCIA
ESPAÑOLA AL CONSENTIMIENTO MATRIMONIAL
Y SU INCIDENCIA EN LA FORMULACIÓN
Y PROMULGACIÓN DEL CANON 1.095, 2.º Y 3.º
INTRODUCCIÓN
137
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
385
Sentencias de Mons. Bonet: Romana, Sentencia de 3 de junio de 1957 (SRRD 49 [1957]
463-475); Campifontensis, Sentencia de 21 de diciembre de 1959 (SRRD 51 [1959] 615-622);
Parisiensis, Sentencia de 23 de octubre de 1965 (SSRD 57 [1965] 718-726); Parisiensis, Senten-
cia de 15 de noviembre de 1965 (SRRD 57 [1965] 826-832); Neapolitana, Sentencia de 30 de
mayo de 1966 (SRRD 58 [1966] 368-375); Valleguidonensis, Sentencia de 11 de diciembre de
1967 (SRRD 59 [1967] 840-849); Bostoniensis, Sentencia de 18 de diciembre de 1967 (SSRD 59
[1967] 856-862); Clevelandensis, Sentencia de 26 de febrero de 1968 (SRRD 60 [1968] 133-
138);Torontina, Sentencia de 26 de febrero de 1968 (SRRD 60 [1968] 139-145); Portlandensis,
138
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
Sentencia de 11 de marzo de 1968 ( SRRD 60 [1968] 186-189). Sentencias de Mons. Canals: Ha-
rrisburgensis, Sentencia de 11 de enero de 1963 (SRRD 55 [1963] 8-15); Clevelandensis, Sen-
tencia de 19 de diciembre de 1963. (SRRD 55 (1963) 917-922); Romana, Sentencia de 22 de
abril de 1964 (SRRD 56 (1964) 287-292); Bogotensis, Sentencia de 26 de mayo de 1965 (SRRD
57 (1965) 436-443); Halifaxensis, Sentencia de 1 de junio de 1966 (SRRD 58 (1966) 376-380);
Tunquensis, Sentencia de 22 de octubre de 1972 (SRRD 64 [1972] 620-627); Marsorum, De-
cretum ratihabitionis, de 30 aprilis 1974. Sentencia de Mons. Lamas: Sentencia de 15 de mar-
zo de 1956 (SRRD 48 [1956] 245-251). Sentencias de Mons. Serrano: Mediolanensis, Sentencia
de 7 de junio de 1971 (SRRD 63 [1980] 480-487; REDC 28 [1972] 393-400); Parisiensis, Senten-
cia de 22 octubre de 1971 (SRRD 63 [1971] 762-789); Neapolitana, Sentencia de 14 de julio de
1972 (SRRD 64 [1972] 456-463); Rotterburgensis, Sentencia de 24 de noviembre de 1972, (SRRD
64 [1981] 706-713); Novae Aureliae, Sentencia de 5 de abril de 1973 (en «Nulidad de matri-
monio c. Serrano», Salamanca 1981, págs. 19-45); Lugdunensis, Sentencia de 30 de abril de
1974, (SRRD 66 [1974] 304-321); Venetiarum, Sentencia de 21 de mayo de 1976 (SRRD 68 [1987]
208-217); Mutinensis, Sentencia de 9 de julio de 1976 (SRRD 68 [1987] 308-327); Mediolanen-
sis, Sentencia de 4 de marzo de 1977 (SRRD 69 [1977] 78-88); Stocktonensis, Sentencia de 18
de noviembre de 1977 (SRRD 69 [1977] 457-467); Taurinensis, Sentencia de 19 de mayo de
1978 (SRRD 70 [1978] 319-329); Caliensis, Sentencia de 9 de mayo de 1980 (SRRD 72 [1987]
333-356); Melitensis, Sentencia de 23 de mayo de 1980 (SRRD 72 [1987] 366-378); Ludovico-
politana, Sentencia de 28 de julio de 1981 (SRRD 73 [1981] 413-435).
139
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
386
Cf. Romana, SRRD, vol. 49 (1957) núm. 2, pág. 464.
387
Cf. Parisien, SRRD, vol. 57 (1965) núm. 2, pág. 719.
388
Cf. Romana, Ib., «[…] Inde incapaces sunt ad matrimonium contrahendum usu ratio-
nis habitualiter privati qui simpliciter vocantur amentes; ipsi enim privati sunt facultate recte
140
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
141
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
ex parte eorum qui nuptias ineunt requiritur cognitio sufficiens etsi elementaris seu primaria
matrimonii […], ac praeterea discretio humana minima qua quis deliberata voluntate intendit
matrimonium […]. Aliis verbis, vera electio, saltem libera ab intrinseco, contrahendi matrimo-
nium adesse debet».
391
Cf. Bostoniensis, SRRD, 59 (1967), págs. 856-862.
392
Cf. Ib., núm. 3, pág. 857.
393
Cf. Ib.
394
Cf. Ib.
142
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
2.2. 1RWDVYDORUDWLYDV
395
Cf. Clevelandensis, SRRD, vol. 55 (1963) núm. 1 pág. 917: «Notum est unicam mesuram
sufficientis consensus esse discretionem iudicii matrimonio proportionatam».
396
Cf. Ib., «[…] Sed requiritur facultas critica […]».
143
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
397
Cf. Clevelandensis, Ib., núm. 2, pág. 918. («Huius maturitatis defectus fundat amen-
tiam contractualem»).
398
Cf. Halifaxensis, SRRD vol. 58 (1966) núm. 2, pág. 377: «Porro “quando deficit huius-
modi maturitas iudicii sufficiens ad matrimonium intelligendum vel eligendum, sive id prove-
niat ex habituali alienatione animi, sive ex exturbatione transeunti, sive ex psychica debilita-
te, habetur amentia in sensu contractuali” (sententiam coram Sabattani, diei 24 februarii 1961:
Apollinaris, 1961, pág. 632)».
399
Cf. Clevelandensis, Ib., núm. 2, pág. 918: «Ad huiusmodi discretionem habendam, non
sufficit tamen facultas cognoscitiva, quae sistit in apprehensione simplici veri (ita componi po-
test sat plena cognitio de re matrimoniali cum defecto discretionis iudicii: prout acute notatur
in una Rotali coram Sabattini, diei 24 februarii 1961); sed requiritur facultas critica, “quae est
vis iudicandi et ratiocinandi, et iudicia una componendi ut novum iudicium inde logice dedu-
catur; itaque defectus discretionis iudicii magis attingit intimas distorsiones efformationis et ex-
citationis deliberationis quam inadaequatam vel falsam apprehensionem obiecti contractus”».
144
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
El concepto de madurez
El concepto de madurez psicológica necesaria para la existencia de la
discreción de juicio es uno de los puntos interesantes del pensamiento de
éste Auditor Rotal. Ese concepto lo aplica, cuando al hablar de la discreción
de juicio distingue entre el punto de vista clínico o jurídico.
«Es necesario distinguir entre el concepto médico de los peritos y el con-
cepto jurídico, de discreción mental» 402.
400
Mons. Canals distingue las tres fases de la esquizofrenia: «Tres distinguuntur phases
schizophreniae, quarum tamen prima (quam schizoidicam vocant) potius praedispositionem
ad ipsam signat; altera est phasis initialis, in qua schizophrenia iam apparet qualificata seu ma-
nifesta vel conclamata […]; tertia est terminalis, quae dicitur “et habetur quando processus
morbidus attingit suum terminum […] Tunc adduntur stigmata externa et evidentissima ab-
normitatis; nec amplius admitti possunt remissiones sociales” (in Tridentina cit.)». Cf. Harri-
burgensis, SRRD, vol. 55 (1963), núm. 2, pág. 9.
401
Cf. Bogotensis, SRRD, vol. 57 (1965), núm. 2, pág. 437: «Haud vero requiritur ad feren-
dam sententiam matrimonium nullum declarantem ut morbus schizophrenicus tempore celebra-
tionis coniugii attigerit phasim ipsius morbi terminalem, sed sufficit ut illa dissociatio spiritus, a
schizophrenia inducta, sit in quodam stadio suffcienter qualificato: iam enim tunc morbus im-
pedit illam discretionem iudicii, quae necessaria est ad contrahendum […]». En el mismo sentido
se pronuncia en Clevelandensis, Ib., núm. 2, pág. 918 y en Harrisburgensis, Ib., núm. 2, pág. 9.
402
Cf. Romana, SRRD, vol. 56 (1964) pág. 288; Halifaxensis, SRRD vol. 58 (1966) pág.
377: «[…] distinguere oportet inter conceptum clinicum a peritis et conceptum iuridicum de
mentis discretione».
145
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Fundamenta esta afirmación aludiendo a los principios por los que se ri-
gen las ciencias Psicológicas y Psiquiátricas («principios particulares») en
comparación a aquellos otros por los que se rigen las ciencias Morales y el
Derecho («principios universales») 404. Afirmación que, lógicamente, actual-
mente no se sostiene.
De todos modos, hay que tener en cuenta que Mons. Canals tiene en
cuenta, aunque sea muy someramente, la incorporación de la Psiquiatría al
campo jurídico en la medida que considera necesaria la presencia de peri-
tos que ayuden a determinar la existencia de una posible anomalía psíqui-
ca, aunque, igualmente, advierta de la diferencia de conceptos sobre la ma-
durez entre el perito y el jurista. Esta circunstancia hace que no siempre haya
que aceptar las determinaciones propuestas por los Psiquiatras.
3.2. 1RWDVYDORUDWLYDV
Teniendo en cuenta los años en los que se publicaron las Sentencias que
hemos analizado (1963-1966), destacamos como importante en la aportación
de Mons. Canals lo siguiente:
1. La discreción de juicio se refiere directamente al aspecto interno del
sujeto, a la capacidad de deliberación. Insiste en la necesidad de una
capacidad mayor en el individuo que se refiere directamente a la ra-
zón y a la estimación.
2. Las anomalías mentales pueden afectar a esta capacidad del individuo
limitando esa capacidad crítica que construye el razonamiento. Espe-
cialmente incide en la esquizofrenia como patología que anula la de-
liberación requerida.
3. Aunque tiene en cuenta las ciencias de la Psiquiatría y la Psicología
no termina de incorporarlas cuando trata asuntos referidos a la enaje-
403
Cf. Ib., Ideo, psychiatria bene postest declarare subiectum expers mentis discretionis et
iurista contra statuere illum aptum ad actus humanos, morales et iuridicos. Igual en la Hali-
faxensis, SRRD vol. 58 (1966) pág. 377.
404
Cf. Ib.
146
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
4.1. $QiOLVLVGHOD6HQWHQFLDF/DPDVGHGHPDU]RGH
405
Sentencia c. Lamas, de 15 de marzo de 1956, SRRD 48 (1966) 237-251.
406
Cf. Ib., pág. 245, núm. 10. «Vitium, quod poterat existere, fuisset quaedam psychosis
vel defectus discretionis requisitae ut actus consentiendi ut humanus et rationalis censeri de-
beat».
147
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
407
Cf. Ib., pág. 239, núm. 4, Ex parte intellectus, actus humanus desinit esse rationalis si
deficiat deliberatio, quod accidit in hypnotizato, dormiente, perfecte ebrio, ac generatim in
mentecaptis et dementibus. Consensus enim nequit ferri nisi in obiectum contractus quatenus
cognitum; qui proinde huius naturam ac vim intelligere nequeunt, nec consentire efficaciter
queunt (Cf. can. 2201 coll. cum 88, § 3 ac 1082, § 1)».
408
Cf. Ib. «Accurate distinguendae sunt causae nullitatis ex parte ipsius consensus, ab illis
quae se tenent ex parte personae, quae inhabilis est».
409
Cf. Ib, págs. 239-240, núm. 4. «Auget voluntarium quia maiore cum impetu voluntas
in actum fertur; sed minuit libertatem actus, quia ligat aliquo modo intellectum in conside-
148
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ratione delectabilitatis obiecti, ipsum que avertit a consideratione inhonestatis aliorumque ma-
lorum ei inhaerentium: unde minuit indifferentiam iudicii, et consequenter libertatem vo-
luntatis».
410
Cf. Ib., «E contra concupiscentia consequens auget malitiam actus, quia pervertit ae-
quilibrium mentis inter bonum sensibile et sensum obligationis ac honestatis, et aliunde nu-
llam excusationem habet, quia deliberate excitata ac nutrita».
411
Como veremos un poco más adelante para Mons. Lamas, siguiendo la corriente Es-
colástica, solamente a través, y por medio, del entendimiento puede quedar afectada la vo-
luntad por una incapacidad. Por eso hemos afirmado expresamente que son «limitaciones del
entendimiento que perturban la voluntad».
412
Cf. Ib., págs. 239-240, núm. 4.
413
Cf. Ib., «[…], iteratione actuum similium acquisitus, qui semel productus actionum
principium constituitur[…]. Auget voluntarium et minuit liberum directum; sed, cum fuerit li-
bere contractus, omnes actus inde derivantes censendi sunt liberi in causa seu indirecte, sal-
tem usquedum habitus non fuerit efflcaci conatu voluntatis retractatus (Cf. MEYER, Ius nat., nn.
130-134)».
414
Cf. Ib. «Aliunde passionum actio non exercetur directe in voluntatem, hanc incapacem
agendi reddendo, sed in intellectum, huius indifferentiam iudicii turbando, quo quidem in-
directe, ut diximus, in voluntatem influunt».
149
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4.2. 9DORUDFLyQILQDO
415
Cf. Ib., «Nec inde erui potest eo ipso pravos habitus contrarios iam eradicatos esse, ma-
xime cum satisfactio passionis gratior ac facilior agenti est. Sed efficacia consensus manet, qui
vinculum constituit, cuiusque valori non obstat quod praevideatur ardua exsecutio obligatio-
nis assumptae, aut etiam quod intentio recta difficulter tantum vel forte nunquam exsequen-
da est, dummodo tamen non fuerit nutrita intentio obligationem non assumendi».
416
Cf. Ib., págs. 240-241, «Voluntas assumendi obligationem toto coelo distat ab imple-
mento obligationis assumptae, quod deficere potest obligatione stante».
150
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417
Cf. Ib., págs. 245, núm. 10, «[…] Sed omnes in causa deponentes, ipsa actrice ac peri-
tis non exceptis, Nos edocent virum nulla turbatione facultatum mentalium laborasse. Ergo
reiicienda est assertio de incapacitate viri ad verum consensum matrimonialem eliciendum»:
«Pero todos los testigos, y hasta la misma demandante y peritos, aducen que el demandado no
padecía ninguna enfermedad mental y, por consiguiente, hay que rechazar la afirmación de
la incapacidad para prestar un consentimiento matrimonial válido».
418
Es necesario hacer notar dos particularidades existentes en las Sentencias de Mons.
Serrano. En primer lugar la dificultad en entender y traducir sus expresiones latinas al caste-
llano. En segundo lugar, consecuencia del anterior, las traducciones que haremos no preten-
den ser literales, sino manifestar el que creemos ser el sentido de su pensamiento sin falsear-
lo. Por ello, es posible que no siempre se logre acertar con la traducción más exacta.
151
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5.1. /D-XULVSUXGHQFLDGH0RQV$QQp\VXLQIOXMRHQ0RQV
6HUUDQR
419
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, loc. cit., pág. 47.
420
Cf. Dichas sentencias se encuentran especificadas en el Anexo IV.
421
Cf. SRRD, 61 (1969), 174-192.
422
Cf. aunque son muchas y variadas las referencias Jurisprudenciales de Mons. Serra-
no, la Sentencia Marianopolitana, es aducida con una mayor insistencia y reiteración que
otras. Por ejemplo, podemos encontrar referencias directas a esta Sentencia en las siguien-
tes Sentencias de Mons. Serrano: Novae Aureliae, núms. 5 y 8; Mutinensis, núm. 4; Sacra-
mentensis núms. 3 y 7; Taurinensis, núm. 5; Leodinensis, núm. 4; Caliensis, núm. 22; Lug-
dunensis, núm. 4.
152
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a) El consentimiento matrimonial
En Mons. Anné una de las características más interesantes en su con-
cepción sobre el consentimiento matrimonial, se encuentra en la relación in-
separable que establece, en el acto de voluntad, entre dos derechos de los
cónyuges: el ius in corpus y el derecho a la íntima comunión de vida.
«[…] El consentimiento matrimonial se define: el acto de la voluntad por
el que marido y mujer con su alianza mutua o consentimiento irrevocable
constituyen la comunión de vida conyugal, perpetua y exclusiva, destinada
por su propia naturaleza a la generación y educación de los hijos. De ahí que
el objeto formal sustancial de este consentimiento sea no sólo el derecho “in
corpus” […] sino que comprenda, además, el derecho a la comunión de vida
o vida en común que se conoce propiamente como matrimonial, y también
las obligaciones relativas, o sea el derecho a la íntima unión de personas y
actividades por la que (los cónyuges) se perfeccionan mutuamente para co-
laborar con Dios en la generación y educación de los nuevos seres vivos» 423.
423
Cf. Sentencia c. Anné, de 25 de febrero de 1969, Marianopolitana, SRRD, 61 (1969)
págs. 183-184, núm. 16. «[…] Consensus matrimonialis definitur: actus voluntatis quo vir et
mulier foedere inter se seu irrevocabili consenso constituunt consortium vitae coniugalis, per-
petuum et exclusivum, indole sua naturali ad prolem generandam et educandam ordinatum.
Obiectum, exinde, formale substanciale istius consensus est non tantum ius in corpus […] sed
complectitur etiam ius ad vitae consortium seu communitatem vitae quae proprie dicitur ma-
trimonialis, necnon correlativas obligationes, seu ius ad intimam personarum atque operum
coniunctionem, qua se invicem perficiunt ut ad novorum viventium procreationem et educa-
tionem cum Deo operam sociant».
424
«[…] por el acto humano, por el que los cónyuges se entregan y se aceptan mutuamente,
nace […] así el hombre y la mujer […] se prestan un servicio y ayuda mutua con la unión ín-
tima de sus personas y actividades […]», Cf. GS, núm. 48.
153
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425
Cf. Ib., págs. 182-183, núm. 13. «Propositio haec Concilii Vaticani II sensum iuridicum
habet. Non respicit, enim, merum factum instaurationis communitatis vitae sed ius et obliga-
tionem in hanc intimam communitatem vitae, quae uti elementum maxime specificum habet
intimissimam personarum coniunctionem qua vir et mulier fiunt una caro, ad quam uti cul-
men tendit illa vitae communitas. Id denotat matrimonium esse relationem maxime person-
alem consensumque matrimonialem esse actum voluntatis quo coniuges sese mutuo tradunt
atque accipiunt […] Matrimonio in facto esse, itaque —in suis elementis essentialibus— ut
obiectum formale substantiale in matrimonio in fieri saltem implicite et mediate intendi de-
bet. In omni enim, negotio iuridico pendet ex obiecto formali ut, mediante actu voluntatis, hoc
vel illud negotium iuridicum verificetur. A respectu circa quem contrahentium voluntates fi-
dem dant acceptantque fit quod talis consensus sit constitutivus huius negotii iuridici et non
alius. Profecto, in matrimonio in facto esse deficere potest communitas vitae, sed numquam
deficere potest ius ad communitatem vitae».
154
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426
Cf. Sentencia c. Serrano, de 9 de julio de 1976, Mutinensis, (SRRD 68 [1987] 308-327,
núm. 4). «[…] primo, consensus una cum suo adaequato obiecto in mente consentientis atten-
ditur (et sic iure dicitur quod communitas vitae intendi debet) -praeterea tamen idem con-
sensus, sicut in rerum ordine est spectatur (et sic rite notatur quod «ius» ad communionem vi-
tae numquam deficere potest). Iam age, tum primus —sicut in traditionali de “amentia”
tractatione— cum alter —iuxta recentiorem de incapacitate decidendi rationem— respectus
in habilitate ad coniugium determinanda prae oculis habendus est».
427
Cf. además de la referida Sentencia c. Serrano de 9 de julio de 1976, Mutinensis, en-
contramos esta incorporación en: Nova Aurelia, Sentencia de 5 de abril de 1973, núms. 5-6,
loc. cit., págs. 22-23; Leodienensis, Sentencia de 12 de julio de 1978, loc. cit., págs. 114-115;
Caliensis, Sentencia de 9 de mayo de 1980 (SRRD 72 [1987] 333-356) núm. 5; Taurinensis, Sen-
tencia de 29 de abril de 1983 (SRRD 75 [1988] 213-230, núm. 5.
428
Cf. Sentencia c Serrano, de 12 de julio de 1978, Leodienensis, núm. 5, loc. cit., pág. 115.
155
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
429
Cf. Ib., pág. 114.
430
Cf. Sentencia c. Anné, de 25 de febrero de 1969, Marianopolitana, loc. cit., págs. 184-
185, núm. 18. «Exinde, cum, hinc, consortium vitae quod dicitur matrimoniale, species multas
prae se fert […]. Longe facilius autem est […], demonstrare, in casu singulari, ob alterutrius
contrahentium conditionem penitus depravatam, in isto, iam tempore nuptiarum, plane et in-
sanabiliter ea deficere elementa, sine quibus nemo exaedificare valeat quodcumque omnis vi-
tae consortium quod sit matrimoniale […]».
431
Cf. Sentencia c. Serrano de 9 de mayo de 1980, Caliensis, loc. cit., núms. 19-20.
156
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432
Cf. Sentencia c. Serrano de 18 de noviembre de 1977, Sacramentensis, loc. cit., núm.
9. «Iam age, si firma stat necessitas capacitatis ad relationem interpersonalem ut quis habilis
ad matrimonium praedicetur; consequens est ut in debita aestimatione habeatur character
«relativus» huiusmodi aptitudinis ad nuptias. Nequaquam ergo repugnaret quemquam loqui
de peculiari incapacitate, qua duo singuli afficerentur ne validum coniugium ineant; etiam-
si in dubium vocari possit eamdem incapacitatem vigere erga hypotheticum aliud coniugium
ab alterutroque cum alia persona firmandum. Ita utminus placeat agere de incapacitate ad
matrimonium […], loquendum esset de incapacitate ad nuptias determinatas. Nec aliter logi-
ca conclusio pateret, inspecta natura illius consuetudinis, quae penitus considerata dicitur et
est relatio et amplius interpersonalis».
433
Cf. Sentencia c. Serrano de 9 de mayo de 1980, Caliensis, loc. cit., núms. 21-22.
157
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434
Cf. Melitensis, Sentencia de 23 de mayo de 1980., SRRD 72 [1987], 366-378, núm. 5:
«Quamobrem cum loquitur quis de «maturitate ad matrimonium adaequata», iam prae oculis
habere debet illam, quaecumque est, personalitatis ordinationem, quae valeat hominem diri-
gere ad veram suiipsius oblationem et alterius acceptationem in apta quadam relatione inter-
personali».
435
Cf. Ib., núm. 6: «[…] arcta connexio, quae interest inter ea, quae signa maturitatis in
persona humana apparent et matrimonii essentiales proprietates. Si enim mentem converti-
mus ad notas, quae propriae admodum sunt relationis et vinculi coniugalis […], Sed et vitae
communio intra quam initium familiae recte invenitur oriri, pressius coniungitur cum stadiis
praecipuis “maturitatis” personae humanae», También en «Sacramentensis», Sentencia de 18
de noviembre de 1977 núm. 10, Nulidades…, loc. cit., págs. 85-98.
158
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436
Cf. Melitensis, Sentencia de 23 de mayo de 1980…, Ib., núm. 10: «Quamvis itaque de
“maturitate humana” conceptum semper univocum habere non possimus; habitudo ad ma-
trimonium et ad statum coniugalem perutilis est in nostris de incapacitate causis […], sed e
memoria nequaquam excidere debet matrimonium rem esse adeo peculiarissimam et a qui-
buslibet analogiis alienam, ut quaecumque quaestio circa illud posita una cum necessaria ca-
tegoria “coniugali” agitanda sit […]. “Maturitas” ergo semper et necessario erit ad relationem
—quae et vinculum— veram “coniugalem” constabiliendam».
437
Cf. Mediolanensis, Sentencia de 7 de junio de 1971 (SRRD 63 [1980], 480-487, núm. 6;
Mutinensis, Sentencia de 9 de julio de 1976 (SRRD 68 [1987] 308-327); «Sacramentensis», Sen-
tencia de 18 de noviembre de 1977, núm. 10, Nulidades…, loc. cit., págs. 85-98; Sentencia de
Leodienensis, 12 de julio de 1978, Nulidades…, loc. cit., págs. 129-130); Sentencia de Calien-
sis, 9 de mayo de 1980 (SRRD 72 [1987] 333-356) núm. 5.
438
Cf. Melitensis, Sentencia de 23 de mayo de 1980, SRRD 72 [1987], 366-378.
439
Cf. Ib., núm. 10-11.
159
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440
Cf. Ib., núm. 11.
441
Cf. Romana, Sentencia de 7 de noviembre de 1980, núm. 4, Nulidades…, loc. cit., pág.
169.
442
Cf. GS 48; Exactamente con palabras del mismo Concilio, «sese mutuo tradunt».
443
Cf. Romana, Sentencia de 7 de noviembre de 1980, núm. 5, Nulidades…, loc. cit., pág.
169.
160
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444
Cf. Ib., núm. 12, pág. 173.
445
Cf. Ib., núms. 16-21, págs. 174-178.
446
Cf. Sacramentensis, Sentencia de 18 de noviembre de 1977 núm. 6, loc. cit., págs. 85-98).
447
Idem, núm. 7.
161
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5.3. &DUDFWHUtVWLFDVSDUDTXHSXHGDH[LVWLUODtQWLPD
FRPXQLGDGGHYLGD\DPRU
448
Cf. «Sacramentensis», Sentencia de 18 de noviembre de 1977, núm. 10, Nulidades…,
loc. cit., págs. 86.
449
Cf. Ib., núm. 7: «Pressius id genus consortium intimum, quod peculiarissimum uni so-
cietati coniugali est, officium essentiale commutatum in consensu haberi debet ex iure natu-
rali: et definitum tum ex eodem iure naturae tum ex illius exsistentiali descriptione in uno-
quoque tempore et humanitatis cultu, iuxta positivam legem haud semper adaequate proposita
(Cf. unam coram Anné, cit., diei 25 februarii 1969, nn. 17-18)».
162
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
bito (que obviamente debe serlo, aunque alguna vez falte, y que de un modo
muy oportuno se denomina derecho perpetuo) comienza por un acto singu-
lar y cualificado, que es el consentimiento que los esposos se otorgan a si mis-
mos» 450.
Según esto, no hay que olvidar que la existencia de la capacidad para ac-
ceder al matrimonio como acto (capacidad para consentir), no ha de signi-
ficar una consiguiente existencia de capacidad para vivir el matrimonio co-
mo estado que, además, tiene unas características muy concretas claramente
indicadas en los mismos fines del matrimonio.
«Ciertamente no repugna, sino que por el contrario es muy verosímil que
alguien, sea capaz de poner un solo acto concreto, aún percibiendo su gra-
vedad y estableciendo una correcta relación interpersonal —para ese acto—,
pero cuando se exijan los recursos para llevar adelante en el tiempo los com-
promisos adquiridos, se pueda comprobar que no existen» 452.
450
Cf. «Novae Aureliae», Sentencia de 5 de abril de 1973, núm. 6, Nulidad…, loc. cit.,
págs. 23: «Idem alio quoque modo explicari potest: Relatio interpersonalis -sive communitas vi-
tae- inter coniuges instaurata ad instar habitus (certe quod debet esse, etiamsi aliquando de-
ficiat: ita aptissime ius perpetuum) initium sumit ab actu singulari et qualificato, qui est con-
sensus, a coniugibus de seipsis et sibiipsis praestitus».
451
Cf. Caliensis, Sentencia de 9 de mayo de 1980, (SRRD 72 [1987], 333-356) núm. 16. En
el texto castellano hemos usado cierta libertad de traducción. «Iure igitur agendo de capaci-
tate ad matrimonium, excutitur non modo capacitas ad consentiendum, sed et ad ducendum
in praxim obiectum ipsius consensus. Quod, uti patet, aliud et aliud est».
452
Ib., núm. 17, «Non certo repugnat, sed e contra veri simile est, quemdam per exceptio-
nem capacem esse unius ac singularis actus etiam perspecta eiusdem gravitate et apta relatio-
ne interpersonali —ad actum— stabilita; at cum requirantur vires ad susceptas obligationes
et iura protrahenda, eaedem comprobentur oportet omnino deficere».
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453
Cf. «Sacramentensis», Sentencia de 18 de noviembre de 1977, núm. 6, Nulidades…, loc.
cit.: «Haec specifica capacitas, sub ductu Concilii Vaticani II hodie libenter perspicitur, tam-
quam in summam redacta, includens habilitatem ad ducendam intimam communionem vi-
tae et amoris coniugalis […], id in matrimonio, quod dicunt «in fieri» inveniendum es quod ad
matrimonium, uti aiunt “in facto esse” sustinendum exigitur».
454
Cf. Caliensis, Sentencia de 9 de mayo de 1980, (SRRD 72 [1987], 333-356) núm. 17;
Mutinensis, Sentencia de 9 de julio de 1976 núm. 5 (SRRD 68 [1987], 308-327); «Sacramenten-
sis», Sentencia de 18 de noviembre de 1977, núm. 10, Nulidades…, loc. cit., págs. 85-98); «Le-
odienensis», Sentencia de 12 de julio de 1978, núm. 16, Nulidades…, loc. cit., págs. 129-130).
455
Novae Aureliae, Sentencia de 5 de abril de 1973, núm. 6, loc. cit., núm. 15: «Ex sola
utique comprobata abruptione relationis interpersonalis post initum coniugium nefas est ad
nullitatem connubii gressum facere, cum illa evenire potuisset ex multiplici causa etiam per-
sonis extrinseca vel ex non gravi aut penitus deficiente psychica incapacitate».
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Concluiremos con una lúcida afirmación del Prof. Díaz Moreno cuando,
al hablar de este auditor de la Rota Romana, resumiendo su concepción so-
bre la relación interpersonal, manifiesta que «consecuencia de este principio
fundamental es la necesidad de no examinar la capacidad/incapacidad de
los contrayentes para emitir un consentimiento matrimonial, considerán-
dolos no sólo en cuanto a su nivel individual de inteligencia y de voluntad,
sino que hay que considerarlas, sobre todo y principalmente, en aquellos sec-
tores de la vida psíquica en los que se establecen relaciones interpersonales
y que, aunque puedan alcanzar un mayor o menor grado de perfección,
exigen un grado mínimo de capacidad, sin la cual no puede haber verda-
dero matrimonio» 458.
5.4. &RQFOXVLRQHV
456
Cf. Ib., núm. 12; Mutinensis, Sentencia de 9 de julio de 1976, núm. 11, loc. cit.
457
Cf. Leodienensis, Sentencia de 12 de julio de 1978, núm. 15, loc. cit., págs. 129-130.
458
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, loc. cit., pág. 48.
165
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459
Por citar a algunas; Cf. «Novae Aureliae», Sentencia de 5 de abril de 1973, núm. 3, (en
Nulidades…, op. cit.); «Mediolanensis», 4 de marzo de 1977 núm. 4 (SRRD 69 [1987] 78-88);
«Sacramentensis», Sentencia de 18 de noviembre de 1977 núm. 3 (en Nulidades…, op. cit.; «Le-
odienensis», Sentencia de 12 de julio de 1978, núm. 6 (en Nulidades…, op. cit.); «Caliensis»,
Sentencia de 9 de mayo de 1980, (SRRD 72 [1987], 333-356) núm. 4.
460
Cf. «Romana», Sentencia de 7 de noviembre de 1980 (en Nulidades…, loc. cit., 167-
184).
166
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3. Por lo que afecta a la incapacidad para asumir las obligaciones del ma-
trimonio:
a) Aboga por la autonomía de este nuevo capítulo de nulidad.
b) La persona del otro o las circunstancias de cada cónyuge, han de
ser tenidas en cuenta para valorar la incapacidad para asumir las
obligaciones del matrimonio. Por eso, esta incapacidad puede
ser relativa, dirigida a un matrimonio concreto, a causa de las ca-
racterísticas personales que acompañan al acto consensual y que
formarán la relación interpersonal.
c) La existencia de personalidades psicopáticas afecta notoriamen-
te en la valoración de esta incapacidad.
INTRODUCCIÓN
167
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461
La reseña biográfica presentada puede completarse con la publicación de Mons. B.
ALONSO RODRÍGUEZ, «Biobibliografía del Excmo. y Rvdmo. Mons. Juan José García Failde», en J.
L. LÓPEZ ZUBILLAGA, Iustitia in Ecclesia. Homenaje al Prof. Dr. D. Juan José García Failde, UP-
SA, Salamanca 2004, págs. 13-42.
462
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, «Antecedentes del c. 1095 en la doctrina y jurisprudencia espa-
ñola», en CDMPC (XVI), Salamanca 2004.
463
Cf. destaca lo siguiente: «1.º La necesidad de establecer en estas causas de nulidad por
anomalías o enfermedades psíquicas, entre la incapacidad por falta de uso de razón o por de-
fecto de discreción de juicio y la nulidad por incapacidad para prestar el objeto del consenti-
miento, en cuanto ésta forma también parte esencial del consentimiento matrimonial válido […]
2.º Al acto verdaderamente humano concurre el hombre entero y no hay verdadero acto huma-
no cuando en el complejo mundo de mecanismos y funciones psíquicas, falta, por alguna razón
su debida cooperación y coordinación […] 3.º El concepto y la realidad de libertad interna y el
defecto de la misma debe precisarse muy exactamente […]», Cf. Ib., págs. 52-54.
168
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464
Cf. CJC 2, 1975 págs. 11-49.
465
Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, «Algunas Sentencias y Decretos», Bibliotheca Salmanticensis, Es-
tudios 45, Salamanca 1981, págs. 135-143.
466
Cf. CJC 10, 1979 págs. 19-38.
467
Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y Decretos, loc. cit., págs. 175-178.
468
Cf. Ib., págs. 184-188.
469
Cf. Ib., págs. 179-184.
470
Cf. Ib., págs. 160-168.
471
Cf. Ib., págs. 120-133.
472
Cf. CJC 20, 1984 págs. 9-30.
473
Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y Decretos, loc. cit., págs. 155-157.
474
Cf. Ib., págs. 189-191.
475
Cf. Ib., págs. 167-173.
476
Cf. Ib., págs. 151-153.
477
Cf. Ib., págs. 147-149.
478
Cf. Ib., págs. 193-196.
479
Cf. Ib., págs. 197-198.
480
Cf. CJC 19, 1982, págs. 25-37.
481
Una de las muchas cualidades que pueden destacarse en Mons. García Failde se re-
fiere al extenso dominio del campo de la Psiquiatría, de modo que puede afirmarse, sin lugar
a dudas, que es pionero en el nuevo modo de concebir el psiquismo humano como algo esen-
cialmente dinámico, iniciándose, con su doctrina, un camino nuevo y renovado en esta línea
de pensamiento. Quizás aquí reside una gran parte de su mérito. Pero, no hay que olvidar,
que el mismo tiempo, y como complemento y consecuencia de lo anterior, hay que señalar
169
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170
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485
Cf. Decreto de 3 de junio de 1978, en Algunas Sentencias y Decretos, loc. cit., pág. 170.
486
Cf. Sentencia de 24 de noviembre de 1978, en Ib., pág. 34.
487
Cf. CJC 19, 1983, págs. 25-37.
171
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488
Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, «Neurosis y psicopatías en la nulidad de matrimonio», RJC 1 (1976),
págs. 65-66.
489
Cf. Decreto de 3 de junio de 1978, en J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y Decre-
tos…, loc. cit., pág. 170; Una referencia en el mismo sentido encontramos también en el De-
creto de 19 de enero de 1982, CJC 19 (1983) 31.
490
Cf. Sentencia de 24 de noviembre de 1978, CJC 10 (1979) 33-34.
491
Cf. Sentencia de 22 de noviembre de 1980, Ib., pg 162.
172
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492
«El c. 1.081, 1 exige, para la validez del matrimonio, una madurez de juicio propor-
cionada a las gravísimas obligaciones que dimanan de tan importante negocio, madurez que
ha de ser más perfecta que la que basta para otros actos ordinarios de la vida (S. Tomás, Disp.
27, q. II, art. 2, ad. II). La jurisprudencia de la S. R. Rota exige aquella discreción de la men-
te que supone, no ya sólo el ejercicio de la facultad cognoscitiva, sino también de la facultad
crítica suficiente para juzgar y raciocinar y enjuiciar, a fin de llegar a un nuevo juicio (SRRD,
c. Felici, vol. 49, fol. 788). Efectivamente en un mismo contrayente puede existir a la vez un
suficiente conocimiento conceptual sobre la naturaleza del matrimonio y un insuficiente ejer-
cicio del juicio práctico…».
Posteriormente, refiriéndose a la inmadurez afectiva afirma lo siguiente: «La inmadurez
afectiva frecuentemente no es otra cosa que un indicio de cierta perturbación de los afectos
que rara vez alcanza especial gravedad (Monitor Ecclesiasticus 1967, IV, pág. 593, c. Lefebv-
re), pero en algunos casos adquiere un grado notable de perturbación, que da por resultado
el defecto de una verdadera deliberación y elección, como sucede en ciertas personas psicopá-
ticas… La inmadurez afectiva, igual que la debilidad de la mente, posee varios grados y en
ocasiones son de tal naturaleza que dejan intacta la suficiente discreción de juicio (Monitor
Ecclesiasticus, 1961, IV, pág. 636, c. Sabbatini)». Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, Sentencia de 19 de ju-
lio de 1970., CJC 1975, núm. 2, págs. 26-27.
493
Nos referimos a fecha posterior a 1976.
173
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494
Cfr. Sentencia de 4 de noviembre de 1976, J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y De-
cretos…, loc. cit., 135-143.
495
Cf. Ib., pág. 136.
496
Cf. Decreto de 12 de junio de 1979, Ib., pág. 147.
497
Cf. Sentencia de 22 de noviembre de 1980, Ib. 159-167.
174
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
que provienen de una falta de uso de razón y aquellas otras que, en cam-
bio, proceden de la falta de discreción de juicio. Así afirmará:
«[…] teóricamente podrían encuadrarse en dos grandes grupos, distintos
entre sí, todas las causas de la que proviene la incapacidad psicológica, […]
el primero de esos dos grupos podría comprender todas aquellas causas que,
englobadas bajo la clásica ‘dementia’ o ‘amentia’, impiden el conocimiento
teórico y la valoración teórica y, en consecuencia, la decisión responsable; es-
tas causas serían las que producirían un ‘defecto de razón’ propiamente di-
cho; el segundo grupo estaría compuesto por aquellas causas que producen
la incapacidad para formar juicios valorativos prácticos y, por tanto, para to-
mar decisiones responsables; éstas causarían la ‘falta de discreción de juicio’
propiamente dicha» 498.
498
Cf. Ib., 160.
499
Cf. Sentencia de 4 de noviembre de 1976, Ib., pág. 136.
500
Cf. Sentencia de 12 de junio de 1979, Ib., pág. 147.
175
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Nos recuerda Mons. García Faílde, que esta incapacidad para el objeto
del consentimiento frecuentemente coexiste con la incapacidad para pres-
tar un verdadero consentimiento matrimonial por falta de deliberación o de
la elección libre 502:
«Esta incapacidad de conceder el objeto del consentimiento frecuentemente
coexiste con la incapacidad de prestar un verdadero consentimiento matri-
monial por falta de deliberación o elección libre» 503.
501
Cf. Ib.
502
Cf. Decreto de 14 de julio de 1977, Ib., pág. 155; Decreto de 3 de junio de 1978, Ib.,
págs. 169-171.
503
Cf. Decreto de 4 de noviembre de 1980, Ib., pág. 198.
504
Cf. CJC 20, 1984, pág. 13.
505
Cf. Ib.
176
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506
Cf. Decreto de 14 de julio de 1977, J. J. GARCÍA FAÍLDE, «Algunas Sentencias y Decretos»,
loc. cit., 156.
507
Cf. Ib.
508
Cf. Decreto de 3 de junio de 1988, Ib. 170; Sentencia de 17 de marzo de 1981, Ib., 124.
509
Cf. Decreto de 14 de julio de 1977, J. J. GARCÍA FAILDE, Ib., pág. 156; Decreto de 3 de
junio de 1978, Ib., pág. 170; Decreto de 4 de noviembre de 1980, Ib., pág. 197; Sentencia de
17 de marzo de 1981, Ib., pág. 124; Sentencia de 3 de junio de 1982, CJC 20, 1984, pág. 16.
177
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510
Cf. Decreto de 28 de junio de 1980, J. J. GARCÍA FAÍLDE, Algunas Sentencias y Decretos,
loc. cit., 194.
511
Nos referimos, entre otros, a la introducción de conceptos tales como: “comunidad
de vida y amor”, “relación interpersonal”, “inestabilidad afectiva”…, que tendremos ocasión
de estudiar más adelante.
512
Cf. Constitución Pastoral Gaudium et Spes, núm. 48.
513
Cf. Sentencia de 24 de noviembre de 1978, CJC 10, 1979, pág. 32.
178
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
propios del hombre, como el amor conyugal, la capacidad de asumir los de-
beres matrimoniales, etc. Por eso, con esta antropología, alentada por el Con-
cilio a propósito del matrimonio, Mons. García Faílde acentúa ese «ser per-
sonal» del matrimonio.
En este sentido, Mons. García Faílde insiste que un verdadero consenti-
miento, como acto humano, solamente podrá emitirse entre personas que
posean una auténtica madurez psicológica puesto que es necesario que los
«diversos estratos de la vida psíquica» se encuentren «debidamente coordi-
nados» y colaboren «estrechamente entre sí» 514, porque:
«Sin esta coordinación y colaboración, en las que consiste la integración
intrapersonal de cada uno de los nupturientes, no se daría en el nupturiente
esa discreción de juicio sin la que tampoco se daría el verdadero acto huma-
no ni, por tanto, el verdadero consentimiento matrimonial» 515.
514
Cf. Sentencia de 18 de diciembre de 1979, J. J. GARCÍA FAÍLDE, Algunas Sentencias y De-
cretos, loc. cit., pág. 186.
515
Cf. Ib.
516
Cf. Decreto de 14 de julio de 1977, J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y Decretos,
loc. cit., 156.
517
Cf. cita en la que nos referíamos a la Sentencia de 18 de diciembre de 1979, Ib. 186.
518
Cf. Sentencia de 22 de noviembre de 1980, Ib. 161.
519
Cf. Sentencia de 17 de marzo de 1981, Ib., 124.
179
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Mons. García Faílde es preciso en los términos, por ello cuando define
la falta grave de discreción de juicio, insiste en el punto fundamental del
mismo: el conocimiento crítico, que consiste en:
«La deliberación mediante la cual el entendimiento, movido por la volun-
tad, llega a formar un juicio definitivo respecto al matrimonio concreto que
se intenta contraer; la operación deliberativa versa sobre la conveniencia o
no conveniencia para el deliberante del matrimonio concreto que proyecta
contraer […], esa operación supone capacidad del sujeto para valorar ese ma-
trimonio como apetecible o no apetecible» 521.
520
Cf. Sentencia de 4 de noviembre de 1976, Ib., pág. 136; Decreto de 9 de junio de 1979,
Ib., pág. 151; Decreto de 3 de junio de 1978, Ib., pág. 170; Decreto de 19 de enero de 1982,
CJC 19, 1983, pág. 30.
521
Cf. Sentencia de 24 de noviembre de 1978, CJC 10 (1979), pág. 33; Sentencia de 4 de
noviembre de 1976. J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y Decretos, loc. cit., pág. 136. En es-
ta Sentencia encontramos un recuerdo de lo afirmado por E. CASTAÑEDA en su Monografía,
pág. 164, cuando Mons. García Failde habla de los test psicométricos como medios para medir
el grado de la Oligofrenia; Otras definiciones que hace del conocimiento crítico en: Sentencia
de 22 de noviembre de 1980, Ib., pág. 161; Decreto de 3 de junio de 1978, Ib., pág. 170.
180
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cia del matrimonio y, por otro, pueda valorar rectamente esa esencia y las
motivaciones que le empujan a contraer.
Este conocimiento crítico es llamado también «valoración estimativa» y
son múltiples las ocasiones en las que se aduce dicho concepto en sus Sen-
tencias y Decretos 522. Pero nos parece especialmente sugerente la siguiente
afirmación que recoge, como puede verse, todos los elementos que lleva
consigo el ejercicio correcto de la facultad o conocimiento crítico en orden
al necesario ejercicio de la discreción de juicio:
«El conocimiento crítico es el que enjuicia, raciocinia […]: formula el jui-
cio práctico último que mueve a la voluntad libre, que es la que decide eli-
giendo. Toda esta actividad es sustancialmente una actividad deliberativa en
virtud de la cual el nupturiente, confrontando los motivos subjetivos y objeti-
vos, valora, pondera, etc, lo que ese matrimonio concreto significa para él y de
ese modo llega a formarse el juicio definitivo sobre la conveniencia o no de
aceptar dicho matrimonio. Esas valoración y ponderación deben versar sobre
la sustancia del matrimonio sin que sea necesario ni esa valoración plena o
exacta de todo eso, ni una ponderación de los valores éticos, religiosos […], del
matrimonio. Sin esa actividad no puede darse la actividad volitiva […]» 523.
522
Cf. además de la señalada, podemos encontrar referencias en: Sentencia de 4 de no-
viembre de 1976, Ib., pág. 136; Decreto de 9 de junio de 1979, Ib. 151; Sentencia de 22 de no-
viembre de 1980, Ib., pág. 161; Decreto de 19 de enero de 1982, Ib., 30; Sentencia de 3 de ju-
nio de 1982, CJC 20 (1984), 14.
523
Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y Decretos, loc. cit., pág. 186.
524
Cf. Sentencia de 6 de abril de 1979, Ib. 176.
181
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525
Cf. Sentencia de 14 de noviembre de 1980, J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y
Decretos, loc. cit., pág. 180.
526
Cf. Sentencia de 24 de noviembre de 1978, CJC 10, 1979, págs. 33-34.
527
En la Sentencia de 22 de noviembre de 1980. Cf. J. J. GARCÍA FAÍLDE, Algunas Senten-
cias y Decretos, loc. cit., pág. 162, afirma: «La inmadurez afectiva constituye de suyo solamen-
te un indicio de una perturbación, raramente grave, de la afectividad y, por tanto, de la fa-
cultad de elección».
528
Cf. Decreto de 3 de junio de 1978. J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y Decretos,
loc. cit., pág. 170.
182
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529
Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, «Neurosis y psicopatías en la nulidad de matrimonio», RJC 1
(1976), pág. 67. Por eso, García Failde defiende que puedan darse casos de nulidad de ma-
trimonio por falta de libertad, aunque no falte la deliberación suficiente. En este sentido con-
sidera esa falta de libertad como un capítulo autónomo que no se reconduce o incluye en el
de la Grave Falta de Discreción de Juicio (c. 1.095, 2.º), sino en la definición de acto huma-
no que es el consentimiento del matrimonio (c. 1.057, 2).
530
Cf. Sentencia de 14 de noviembre de 1980, Ib., págs. 186-187.
531
«Las neurosis no conllevan regularmente una alteración tan grave del psiquismo que
suprima la requerida libertad interna; pero en ocasiones esa alteración puede ser tan grave
que la voluntad sea incapaz de superar los impulsos internos que la determinan a obrar en
un sentido concreto y, por lo tanto, sin verdadera libertad interna». Cf. Sentencia de 3 de ju-
nio de 1982, CJC 20, 1984, pág.18.
532
Cf. Decreto de 9 de junio de 1979, J. J. GARCÍA FAILDE, Algunas Sentencias y Decretos,
loc. cit., pág. 152.
183
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1.5. &RQFOXVLRQHV
184
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ta); Decreto de 30 de Junio de 1995 (Grave Falta); Decreto de 9 de febrero de 1996 (Grave Fal-
ta e Incapacidad); Decreto 20 de Junio de 1997 (Grave Falta); Decreto de 24 de febrero de
2000 (Grave Falta); Decreto de 15 de marzo de 2000 (Grave Falta y Libertad Interna).
185
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535
En referencia a esta afirmación, hay que aclarar que sería imposible, en este trabajo
que estamos realizando, presentar una reseña sobre la evolución del pensamiento de Mons.
García Failde desde la promulgación del CIC de 1983 hasta hoy en lo que respecta al c. 1.095,
2.º y 3.º, entre otros motivos porque ello sería motivo suficiente para elaborarse una tesis doc-
toral ya de por sí rica en contenidos. No obstante, y por constatar lo afirmado, creemos que
podemos ofrecer al menos un ejemplo al respecto: Nos referimos en concreto a una intere-
sante y reciente Ponencia, pronunciada en 2004, titulada «La incompatibilidad de caracteres y
su repercusión en el Matrimonio», CDMPC (XVI), Salamanca 2004, págs. 435-462, en la que
sorprende gratamente, una vez más, con sus afirmaciones en torno al canon 1.095, 3.º y la
evolución en la reflexión y aplicación del mismo en determinadas circunstancias, desde lue-
go, no contempladas en 1983. En dicha Ponencia encontramos afirmaciones que abren una
nueva perspectiva a la incapacidad para asumir las obligaciones matrimoniales sumamente in-
teresantes. Así destacamos: «La incompatibilidad de caracteres, como inmadurez afectiva etc.,
es de suyo un fenómeno meramente psíquico y en ocasiones psicopatológico y por ello ineficaz
para producir directamente el efecto jurídico de la nulidad de matrimonio; pero la incompa-
tibilidad de caracteres indirectamente, es decir, dando origen a un fenómeno jurídico, como
el de la incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio puede dar lugar
al efecto jurídico de la nulidad del matrimonio […]», Cf. Ib., pág. 435. «La supuesta incompa-
tibilidad de caracteres se podrá aducir: incluso en el cuerpo de la demanda como algo que ha
sido causante de esa incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio […]»,
Cf. Ib., “… la incapacidad del canon 1095, 3.º no admite grados; o existe o no existe; en cam-
bio la incompatibilidad de caracteres, lo mismo que la conflictividad que genera tiene grados,
es en unos casos ‘más profunda’ y en otros casos ‘menos profunda’, de modo que, partiendo
del supuesto de que la incompatibilidad de caracteres puede dar lugar a la incapacidad del
canon 1.095, 3.º, haya que reconocer que no toda incompatibilidad de caracteres sino sola-
mente aquella que sea bien profunda puede originar esa incapacidad del canon 1.095, 3.º»,
Cf. Ib., pág. 437. Por último, recordar que evidentemente se podrá hacer un análisis más ex-
haustivo sobre dicha Ponencia, pero creemos que con lo resaltado se cubre el objetivo de
nuestra pretensión. De todos modos no podemos olvidar mencionar la conclusión de la mis-
ma ya que en ella, Mons. García Failde, resume con precisión, y brevedad, la línea de pen-
samiento que sigue: «…, las razones que encuentro para afirmar que el fenómeno psíquico a
veces y a veces psicopatológico de la incompatibilidad de caracteres puede originar la causal
jurídica de la incapacidad relativa para asumir/cumplir obligaciones esenciales del matri-
monio suficiente para producir la nulidad del matrimonio a tenor del canon 1.095, 3.º», Cf.
Ib., pág. 462.
186
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536
Y tampoco son de fácil acceso.
537
Cf. S. PANIZO ORALLO, «Nulidades de Matrimonio por Incapacidad. Jurisprudencia y
apuntes doctrinales», Bibliotheca Salmanticensis 49, Salamanca 1982, págs. 131-139.
538
Cf. Ib., págs. 167-183.
539
Cf. Ib., págs. 79-97.
540
Cf. CJC 20, 1984, págs. 22-55.
541
Cf. S. PANIZO ORALLO, Nulidades de Matrimonio por Incapacidad, loc. cit., págs. 51-61.
542
Cf. Ib., págs. 185-194.
543
Cf. Ib., págs. 120-129.
544
Cf. Ib., págs. 31-42.
545
Cf. Ib., págs. 221-228.
546
Cf. Ib., págs. 43-50.
547
Cf. Ib., págs. 63-77.
548
Cf. Ib., págs. 229-236.
549
Cf. Ib., págs. 110-117.
550
Cf. Ib., págs. 99-110.
187
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551
Cf. Ib., págs. 141-148.
552
Cf. Ib., págs. 195-205.
553
Cf. Ib., págs. 237-244.
554
Cf. Ib., págs. 245-260.
555
Cf. Ib., págs. 149-158.
556
Cf. Ib., págs. 261-267.
557
Cf. Ib., págs. 208-214.
558
Cf. Ib., págs. 269-275.
559
Cf. Decreto de 25 de noviembre de 1980, Ib., pág. 142.
188
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560
Remitimos a lo contenido en el Decreto de 17 de mayo de 1979, Ib., págs. 68-69.
561
Cf. S. PANIZO ORALLO, Nulidades de Matrimonio por Incapacidad, loc. cit., pág. 29.
562
Cf. Ib., pág. 29.
189
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563
Cf. Ib.
564
Cf. Decreto de 23 de febrero de 1979, Ib., pág. 46.
565
Cf. Decreto de 1 de marzo de 1977, Ib., págs. 55-56; Decreto de 23 de octubre de 1980,
Ib., 107; Sentencia de 4 de julio de 1981, págs. 87-90; Decreto de 25 de noviembre de 1980,
Ib., 145; Decreto de 2 de abril de 1981, Ib., 153.
566
Cf. Decreto de 23 de febrero de 1979, Ib., pág. 46.
567
Cf. Decreto de 16 de junio de 1980. Ib., pág. 112.
568
Cf. Decreto de 1 de marzo de 1977, Ib., pág. 55; Por eso comentará igualmente: «Se
requiere, además, que el contrayente pueda comprender y querer la comunión de vida que im-
porta el matrimonio. Ello es el resultado de la armonía de la estructura de la personalidad. Es-
to exige una madurez en el plano del conocimiento que implica también una función crítica
o estimativa (SRRD, c. Wynen, 25 de febrero de 1941)».
190
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569
Cf. Decreto de 1 de marzo de 1977, Ib., pág. 59.
570
Cf. Ib., pág. 29.
571
Cf. S. PANIZO ORALLO, «Naturaleza filosófico-jurídica de la relación interpersonal conyu-
gal», en CDMPC 4 (1980), pág. 124.
191
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572
Cf. Decreto de 17 de mayo de 1979, (Cf. Decreto de 23 de febrero de 1979), S. PANI-
ZO ORALLO, Nulidades de Matrimonio por Incapacidad, pág. 66.
573
Cf. Ib., págs. 27-28.
574
Cf. Ib.
575
Cf. Ib.
576
Cf. Ib.
577
Cf. Decreto de 23 de febrero de 1979, Ib., 44-45; También en Decreto de 14 de fe-
brero de 1978, Ib. 33.
578
Cf. Decreto de 1 de marzo de 1977, Ib., pág. 53.
192
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193
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Mons. Panizo Orallo, al hablar sobre la libertad interna, toma como pun-
to de partida la reflexión sobre el hombre y su actuar: es la libertad requi-
sito imprescindible para que el acto humano se produzca en cuanto a tal
con todas sus características. El hombre, pues, en cuanto que se sitúa y vi-
ve en unas circunstancias, se encuentra influido por estas, de manera que
en determinadas ocasiones puedan darse limitaciones a su libre albedrío des-
de el mismo interior de la persona.
En tales circunstancias se sitúa la libertad interna, dentro de la esfera del
acto humano, refiriéndose a «condicionamientos interiores derivados direc-
tamente de la propia condición del ‘yo’, o a condicionamientos conexos con
las circunstancias del propio ‘yo’. En ambos supuestos es desde dentro del
propio sujeto desde donde se reduce el campo de la autonomía y de la liber-
tad» 582.
Mons. Panizo no propone, a lo largo de su elaboración jurisprudencial,
una definición clara de la falta de libertad interna, pero sí expresa con cla-
ridad —y reiteración en varias Sentencias o Decretos— las características
que se implican en la misma y de las que sobresalen la habitual presunción
de libertad interna en el individuo y se determina que, habitualmente, la fal-
ta de libertad interna derivará de alguna patología. Aún así, destaca que pa-
ra la fijación en la existencia de la libertad interna existe el problema de se-
ñalar cuáles han de ser los niveles mínimos de libertad requeridos para
contraer matrimonio.
«La persona viene condicionada de tal manera intrínsecamente que no es
libre para elegir o autodeterminarse […] La persona no es realmente dueña
de sus propios actos […] porque no es libre para determinarse en un sentido
u otro[…] Hay que presumir que la persona […] es internamente libre porque
debe presumirse que los condicionamientos interiores son los normales[…]
También está claro que la figura de la falta de libertad interna ha de venir
referida al matrimonio y debe entenderse como falta de libertad interna ne-
cesaria para el matrimonio […] El problema radica en la determinación de
582
Cf. Sentencia de 28 de febrero de 1980, Ib., pág. 173.
194
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583
Cf. Sentencia de 28 de febrero de 1980, Ib., pág. 173; Decreto de 29 de noviembre de
1980, Ib., pág. 198.
584
Cf. Ib., págs. 164-165.
585
Cf. Decreto de 9 de mayo de 1977, Ib., pág. 188.
586
Cf. Ib., 188-189.
195
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La raíz de la falta de libertad puede tener origen muy variado que van
desde las perturbaciones psíquicas hasta factores medio-ambientales 587:
«La raíz de esta falta de autodeterminación e sus exigencias mínimas pue-
de ser muy variada: perturbaciones psíquicas; defectuosa formación huma-
na o religiosa; determinismo cultural; obsesiones; fobias, etc.» 588.
El Prof. Díaz Moreno S.J., hace, en su Ponencia inaugural del XVI Sim-
posio de Derecho Matrimonial Canónico 589, en relación a la contribución ju-
risprudencial de Mons. Panizo en este apartado, afirma que «en relación a
las incapacidades para comprender, para asumir y para cumplir con las
obligaciones conyugales, propiamente se trata de tres planteamientos dis-
tintos. Las dos primeras se sitúan en la línea de la discreción de juicio y de
la esfera valorativa, mientras que la tercera (incapacidad para cumplir) per-
tenece al campo de la libertad de ejecución y estaría en el ámbito del objeto
del consentimiento» 590.
Efectivamente, Mons. Panizo insiste con firmeza en que la figura de la in-
capacidad hay que encuadrarla en la línea del objeto del consentimiento.
«A partir del Concilio Vaticano II, es cuando se produce una apertura ha-
cia una concepción más personalista del Matrimonio y, sobre todo, a la con-
sideración del mismo como íntima comunidad de vida y amor, es decir re-
saltando su fase de estado conyugal, para que una nueva consideración del
objeto del matrimonio se produzca y con ella una valoración jurídica mayor
de la relevancia del objeto del matrimonio en el plano del consentimiento» 591.
587
Cf. Decreto de 9 de mayo de 1977, Ib., pág. 189; Decreto de 29 de noviembre de 1980.
Ib., pág. 198.
588
Cf. Decreto de 9 de mayo de 1977, Ib. 189.
589
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, loc. cit., pág. 55.
590
Esta interesante aportación del Prof. Díaz Moreno S.J., tiene su expresión en un De-
creto de 16 de junio de 1979, cuya conclusión lógica es que «el incapaz de asumir no podría
poner un consentimiento psicológicamente pleno y completo», Cf. Decreto de 16 de junio de
1979. S. PANIZO ORALLO, Nulidades de matrimonio…, loc. cit., pág. 231.
591
Cf. Ib., pág. 218.
196
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Así afirma que la incapacidad para asumir las cargas del matrimonio se
plantea «respecto de las perturbaciones que incapacitan a la persona para
asumir rectamente el derecho a la comunidad de vida y amor en que se di-
ce consistir el objeto del matrimonio desde el Concilio Vaticano II» 595. Y más
adelante aduce:
«En estos supuestos, el matrimonio sería nulo, no por defecto de consenti-
miento en sus aspectos subjetivos; sino por imposibilidad de cumplir lo pro-
metido, el objeto de dicho consentimiento» 596.
592
Cf. Decreto de 4 de febrero de 1981, Ib., pág. 240.
593
Cf. Decreto de 13 de noviembre de 1978, Ib., pág. 222.
594
Cf. Decreto de 16 de junio de 1979, Ib., pág. 230.
595
Cf. Ib., pág. 223.
596
Cf. Ib.
597
Cf. Ib., 218.
197
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598
Cf. Decreto de 13 de noviembre de 1978, Ib., pág. 223; Decreto de 4 de febrero de
1981, Ib., pág., 239; Decreto de 28 de febrero de 1981, Ib. pág. 250; Decreto de 26 de mayo
de 1981, Ib., pág. 262.
599
Cf. Decreto de 16 de junio de 1979, Ib., pág. 231; Decreto de 4 de febrero de 1981,
Ib., pág. 240; Sentencia de 28 de febrero de 1981, Ib., pág. 251.
600
Cf. Decreto de 22 de junio de 1981., Ib., pág. 271.
601
Cf. Decreto de 26 de mayo de 1981., Ib., pág. 264.
602
Cf. Ib.
603
Cf. Decreto de 4 de febrero de 1981, Ib., pág. 241.
604
Cf. Sentencia de 4 de mayo de 1984, CJC 21 (1984) 32. Aunque ya se ha promulgado
el Código cuando aparece esta Sentencia, y por tanto queda fuera del periodo a que hemos
198
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2.4. &RQFOXVLRQHV
limitado nuestro estudio, hemos preferido incluirla por dos motivos: Primero porque la cer-
canía de la promulgación del Código es tan evidente que ese límite no afecta a la intuición
que hemos resaltado de Mons. Panizo que, con toda seguridad, era anterior. Segundo, por-
que aquello que aduce centra por completo la percepción mayoritaria en la interpretación de
este canon durante el periodo que inaugura la promulgación del Código de 1983.
605
Cf. S. PANIZO ORALLO, Nulidades de matrimonio…, loc. cit., pág. 218.
606
Cf. Decreto de 13 de noviembre de 1978, Ib., pág. 223.
199
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607
Cf. Decreto de 4 de febrero de 1981, Ib., págs. 240-241.
608
Una vez más nos servimos de la gran intuición del Prof. J. M. Díaz Moreno S.J., quien
en la referida Ponencia inaugural del XVI Simposio de Derecho Matrimonial Canónico —«An-
tecedentes del c. 1095 en la doctrina y jurisprudencia española», en CDMPC 16 (2004)—, es-
bozó la aportación jurisprudencial de los canonistas que, en este apartado, nos disponemos
a estudiar.
609
Cf. Sentencia de 14 de abril de 1978, CJC 10, 1979, págs. 172-207.
610
Cf. L. DEL AMO, Sentencias, Casos y Cuestiones en la Rota Española, Ed. Universidad de
Navarra, S.A., Pamplona 1977. Sentencia de 11 de mayo de 1957, págs. 32-39; Sentencia de 9
200
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creto de Mons. Feliciano Gil de las Heras 611. Consideramos que todas ellas
recogen y son exponente claro del pensamiento de estos autores y, además,
ofrecen una perspectiva complementaria a lo afirmado por Mons. García Fa-
ílde y Mons. Panizo.
3.1. 0RQV/HyQGHO$PR
a) La discreción de juicio
En primer término, para fijarnos en el concepto de discreción de juicio
que nos ofrece Mons. del Amo, conviene detenerse en las características que
afirma posee el acto humano que ha de ser «deliberativo» y «libre» 612.
Consecuencia de estas dos características, es que cuando existe alguna
circunstancia que impida el libre ejercicio de la plena deliberación, como
puede ser la existencia de alguna patología en el sujeto, el acto humano es
nulo. Es el caso de las psicopatías 613.
Teniendo en cuenta las circunstancias anteriores hay que estudiar el con-
sentimiento matrimonial. Éste necesita, a juicio de Mons. del Amo, las si-
guientes características para que pueda darse convenientemente:
1. La existencia de suficiente uso de razón 614.
de diciembre de 1964, Ib., págs. 295-303; Sentencia de 2 de julio de 1970, Ib., págs. 667-674;
Sentencia de 11 de junio de 1971, Ib., págs. 749-757.
611
Cf. Sentencia de 14 de diciembre de 1979, CJC 14, 1981, págs.11-24; Sentencia de 24
de febrero de 1981, Revista de Derecho Privado, 1981, 519-527; Sentencia de 3 de junio de
1982, CJC 19, 1983, págs. 42-57; Sentencia de 24 de Septiembre de 1982, CJC 18, 1983, págs.
67-80; Decreto de 13 de diciembre de 1983, CJC 20, 1984, págs. 33-40.
612
Cf. Sentencia de 11 de mayo de 1957, del Amo, L., loc. cit., pág. 32.
613
Cf. Ib.
614
Cf. Sentencia de 11 de mayo de 1957, Ib., pág. 33; Sentencia de 9 de diciembre de
1964, Ib., pág. 296; Sentencia de 2 de julio de 1970, Ib., pág. 668; Sentencia de 11 de junio de
1971, Ib., pág. 750.
201
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615
Cf. Sentencia de 11 de mayo de 1957, Ib., pág. 33; Sentencia de 9 de diciembre de
1964, Ib., pág. 296.
616
Cf. Sentencia de 9 de diciembre de 1964, Ib., pág. 296.
617
Cf. Ib, pág. 750.
618
Cf. Ib, pág. 751.
202
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3.1. 0RQV0LJXHO$LVD
619
Cf. Cf. Sentencia de 11 de mayo de 1957, loc. cit., pág. 31-39; Sentencia de 9 de di-
ciembre de 1964, Ib., págs. 295-303.
620
Esta cita de E. Castañeda que hemos recogido y que Mons. del Amo reproduce lite-
ralmente la utiliza el Ponente para aducir que la Rota Romana considera incapaz de un con-
sentimiento válido al esquizofrénico, siempre que se demuestre la existencia del periodo gra-
ve de la enfermedad, antes de la celebración del matrimonio. Cf. Sentencia de 11 de mayo de
1957, L. DEL AMO, Sentencias, Casos y Cuestiones en la Rota Española, loc. cit., pág. 31-39;
«… dice Castañeda Delgado en conclusión: “Ciertamente la Rota considera al esquizofrénico
incapaz de contraer, cuando la enfermedad ha llegado al periodo llamado de estado, es de-
cir, cuando esta se halla en plena evolución, rechazando, por regla general, la doctrina de
aquellos psiquiatras para los que el esquizofrénico es judicialmente incapaz desde el momen-
to en que aparecen los primeros síntomas de la enfermedad. En este periodo inicial se hace ne-
cesario estudiar caso por caso, siendo de capital importancia el investigar la capacidad del
enfermo para adaptarse a la vida social en la época nupcial. En cambio, se muestra rigurosa,
una vez constatado el periodo grave de la enfermedad antes del matrimonio, en la admisión
de estados de lucidez tales que hagan capaz al enfermo, bastando pequeñas anomalías du-
rante ellos para negar su existencia”».
621
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, La enajenación mental…, loc. cit.
622
Cf. Sentencia de 11 de mayo de 1957, L. DEL AMO, loc. cit., págs. 34-35.
203
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623
Cf. Sentencia de 14 de abril de 1978, CJC 10 1979, págs. 181-182.
624
Cf. Ib., 177.
204
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a) La discreción de juicio
Por parte del entendimiento «es preciso que exista no sólo capacidad cog-
noscitiva, sino capacidad crítica» 625. Mons. Aisa, define la capacidad crítica
de la siguiente manera:
«Aquella por la que analizamos la conveniencia o no de una cosa, medi-
mos y pesamos sus valores para el sujeto, estudiamos la consecuencia del ac-
to y determinamos en definitiva la conveniencia o no de una cosa» 626.
625
Cf. Ib., págs. 177-178.
626
Cf. Ib., pág. 178.
627
Cf. Ib.
628
Cf. Ib., 179.
629
Cf. Ib., 179-180.
630
Cf. Ib., 180.
205
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3.3. 0RQV)HOLFLDQR*LOGHODV+HUDV
a) La discreción de juicio
Mons. Gil de las Heras, fundamentándose en la Jurisprudencia Rotal, afir-
ma que las notas características de la discreción de juicio son la necesaria
madurez proporcionada al negocio matrimonial y el ejercicio de la facultad
crítica:
«Se requiere una madurez de juicio proporcionada a la naturaleza de ca-
da contrato. Es decir, se requiere no sólo un conocimiento estimativo del con-
trato en sus elementos esenciales, sino también una apreciación utilitaria del
631
Cf. Ib., 181.
632
Cf. Ib., 180.
633
Cf. Ib. 181. Citamos literalmente: SRRD c. Teodori, vol. 32, pág. 90, núm. 16; SRRD c.
Heard, vol. 33, pág. 494, núm. 7; c. Sabbatini, en Il diritto ecle., 71 (1960) 319, n. 5; SRRD c.
Bonet, vol. 47, pág. 492, núm. 2; c. Bonet, en Monitor ecle., 93, 1968, 467.
206
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
mismo contrato. Esto se hace mediante la facultad crítica valorando las ven-
tajas e inconvenientes, los derechos y las obligaciones que se adquieren en el
contrato. Es lo que se ha llamado discreción de juicio» 634.
Por último, Mons. Gil de las Heras hace frecuentes alusiones a la falta de
libertad interna. Para este Auditor es necesario que exista una causa, inter-
na, que impida que el contrayente se determine con la libertad necesaria,
aunque no hay que pensar que sea suficiente cualquier causa:
«Tampoco hemos de pensar que cualquier causa interna que afecte a la
persona puede ya invalidar el matrimonio. Es preciso que la causa afecte gra-
vemente a la libertad del contrayente de modo que le quite el dominio de sus
actos» 638.
634
Cf. Sentencia de la Rota de la Nunciatura Apostólica (RNA), sin fecha, Revista de De-
recho Privado 1979, pág. 947.
635
Cf. Ib., págs. 947-948. Afirma que pueden tenerse en cuenta los siguientes criterios:
«La capacidad para pecar mortalmente, la capacidad para obligarse con voto o juramento, la
capacidad de contratación».
636
Cf. Ib., pág. 948.
637
Cf. Sentencia de la RNA, sin fecha, Revista de Derecho Privado 1979, pág. 508.
638
Cf. Sentencia de 24 de septiembre de 1982, CJC 18 (1983) 69.
207
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Por tanto, para este Auditor, el Concilio Vaticano II, aunque ofrece una
visión innovadora del matrimonio y del consentimiento matrimonial 644, no
supone la «ampliación del objeto del consentimiento matrimonial» 645.
639
Cf. Ib., pág. 70.
640
Cf. Sentencia de 24 de febrero de 1981, Revista de Derecho Privado, 1981, págs. 520-
521; Sentencia de 24 de septiembre de 1982, CJC, loc. cit., págs. 68-72.
641
Cf. Const. Gaudium et Spes, núm. 48.
642
Cf. Sentencia de 14 de diciembre de 1979, CJC 14 1981, pág. 13.
643
Cf. Ib.
644
Cf. Const. Gaudium et Spes, núm. 48: «[…] la íntima comunidad de vida y amor se esta-
blece sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable».
208
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
Y afirma que el sujeto puede verse capacitado para cumplir con algunos
deberes matrimoniales, pero sigue siendo incapaz a causa de la naturaleza
y gravedad de esa anomalía psíquica que padece. Los actos conyugales han
de realizarse en el entorno de una correcta y equilibrada relación interper-
sonal.
«A veces la persona, que tiene una anomalía psíquica, puede ser capaz de
cumplir ciertos deberes y aún algunos propios de la vida matrimonial y, a la
vez, ser incapaz de comprender la naturaleza de la comunidad conyugal so-
bre todo en lo que se refiere a las relaciones propias de esta ‘íntima comuni-
dad de vida’, que es esencialmente interpersonal» 647.
645
Afirma MONS. GIL DE LAS HERAS: «Después del Concilio Vaticano II una tendencia pre-
tende ver nueva disciplina en la Constitución Gaudium et Spes… […], una ampliación del ob-
jeto del consentimiento matrimonial: el derecho a la íntima comunidad de vida y amor. He-
mos de afirmar que el Concilio Vaticano II no ha cambiado la disciplina del matrimonio». Cf.
Sentencia de 14 de diciembre de 1979, CJC, loc. cit., pág. 13.
646
Cf. Ib., pág. 16.
647
Cf. Ib., pág. 17; En este mismo sentido también se pronuncia, resaltando solamente la
idea de la importancia de las «relaciones interpersonales» en la Sentencia de 3 de junio de 1982,
CJC, loc. cit. pág. 47.
648
Cf. Sentencia de la RNA, sin fecha, Revista de Derecho Privado, 1979, pág. 508.
209
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cumplir las obligaciones conyugales puede provenir por otros motivos que no
sean psicosexuales» 649.
649
Cf. Ib. 509.
650
Son treinta y cinco Sentencias las publicadas de distintos Tribunales Diocesanos es-
pañoles en las que hacen una referencia directa a la materia objeto de este estudio. La refe-
rencia a dichas Sentencias se encuentra contenida en el Anexo III.
210
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651
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, «Antecedentes del canon 1095 en la doctrina y jurisprudencia
española», en CDMPC 16 (2004), 61.
652
Hay que hacer notar que dicha doctrina va afirmándose y expresándose con mayor
firmeza a medida que avanzan los años hasta la promulgación del nuevo Código.
653
«Nulidad de matrimonio por incapacidad de la mujer para prestar verdadero consen-
timiento matrimonial», c. Ayesterán Ciriza, Sentencia de 24 de diciembre de 1975, Pamplona,
en CJC, 7 (1977), 45-74.
654
Cf. «Nulidad de matrimonio por miedo reverencial grave y por falta de libertad inter-
na o deliberación», Sentencia, c. Riera de 9 de noviembre de 1973, CJC 2 (1975), 195-196. Lla-
ma la atención que el «in iure» de esta Sentencia es sumamente breve (ocupa escasamente una
página) y se limita a copiar lo afirmado en la Jurisprudencia Rotal. Por eso, cuando en la re-
seña del In facto que hemos recogido hace referencia al In iure, está mencionando lo que se
afirma en SRRD, vol. XXIII, pág. 274, c. Massini, según se argumenta en la Sentencia a que
nos referimos. Igual cita, y con la misma brevedad, encontramos en una Sentencia c. López
Zarzuelo, de 3 de Junio de 1976, en CJC 11 (1979) 115.
211
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655
«Nulidad de matrimonio por incapacidad para prestar consentimiento matrimonial»,
c. Piñero, Sentencia de 11 de junio de 1977, Sevilla, en CJC 11 (1979) 192. Esta Sentencia des-
taca por su extenso y bien fundamentado «in iure» en el que sobresale la incorporación de
constantes apoyos de la Jurisprudencia Rotal, así como de la doctrina matrimonial canónica y
de la Psiquiatría —de hecho presenta una clasificación de las enfermedades mentales y ano-
malías psíquicas que pudieran afectar al consentimiento matrimonial—.
212
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En primer lugar, como bien señala el Prof. Díaz Moreno S.J. 656, es intere-
sante hacer notar la relación directa que en la Sentencia c. Riera de 9 de no-
viembre de 1973 657 se establece entre la libertad interna y la comunidad con-
yugal, como elemento esencial del consentimiento matrimonial. De manera
que si falta la necesaria libertad para poder emitir el consentimiento matri-
monial válido, no puede existir la comunidad conyugal que es el matrimo-
nio.
«[…] no puede hablarse de consentimiento personal […] por cuanto no go-
zaba de la necesaria libertad interna o deliberación que requiere un acto de
tanta trascendencia como es el matrimonio. Faltando el elemento básico pa-
ra formar la comunidad conyugal […]» 658.
656
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, Antecedentes del canon 1095 en la doctrina y jurisprudencia
española, loc. cit., pág. 57.
657
Cf. Sentencia c. Riera de 9 de noviembre de 1973, CJC., loc. cit., págs. 159-197.
658
Cf. Ib., pág. 196.
659
Cf. Ib., pág. 187.
660
Cf. Mons. García Failde en Sentencia de 6 de abril de 1979, Cf. J. J. GARCÍA FAILDE, Al-
gunas Sentencias y Decretos, loc. cit., pág. 176.
661
El conocimiento crítico ha de versar sobre la sustancia del matrimonio, lo que le in-
duce a aceptar o a rechazar y los elementos de los que ha de servirse (el razonamiento, la
ponderación: la actividad deliberativa). Sin la existencia de dicha deliberación es imposible
que pueda darse una correcta actividad volitiva. La libertad de elección consiste en la facul-
213
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tad de autodeterminarse. En este sentido, Mons. García Failde, se pronuncia en muchas oca-
siones, así siempre que se hable del consentimiento debe insistirse en que «ese acto de la vo-
luntad es un acto de libre determinación y de libre elección que supone un acto previo de de-
liberación valorativa o estimativa». Cf. Sentencia de 6 de abril de 1979, Ib. 176.
662
«Nulidad de matrimonio por amencia de la esposa (decreto definitivo confirmatorio de
la nulidad del matrimonio por esquizofrenia de la esposa)», c. Rodríguez, Decreto de 13 de fe-
brero de 1974, Valladolid, en CJC 1 (1974), 61-75.
663
Cf. Ib., 67.
664
Cf. Ib.
214
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
215
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
669
Sentencia, c. Riera de 9 de noviembre de 1973, CJC., loc. cit., 159-197.
670
Cf. Ib., Sentencia c. Subirá, de 14 de marzo de 1977, CJC., loc. cit., pág. 73.
671
Cf. Sentencia c. López Zarzuelo, de 3 de julio de 1976, CJC., loc. cit., pág. 115.
672
Cf. Sentencia, c. Riera de 9 de noviembre de 1973, CJC., loc. cit., 159-197.
673
Cf. Ib., pág. 196.
674
Cf. Ib., pág. 195.
216
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
Esta Sentencia de Piñero nos ofrece en el «in facto», además, una acerta-
da síntesis sobre las anomalías mentales que aparecen en la personalidad
de la esposa y su incidencia en la incapacidad para el matrimonio.
675
Cf. Sentencia c. Piñero, de 11 de junio de 1977, CJC., loc. cit., págs. 187-228.
676
Cf. Ib., pág. 191.
677
Cf. Ib., pág. 192.
217
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Podemos concluir afirmando que para los jueces españoles que actúan
en los Tribunales Eclesiásticos en la época a que nos referimos —siguiendo
principalmente los criterios de la Rota Romana y adscribiéndose a la im-
portante aportación realizada en el campo de la aplicación de determinados
presupuestos de la Psiquiatría al Derecho Canónico, de modo principal por
E. Castañeda, en principio, y Mons. García Faílde, posteriormente—, se co-
mienza a concebir al matrimonio como la institución que queda al alcance
de cualquier persona que no se encuentre con una grave perturbación que
afecte directamente a su personalidad, de modo que pueda ser capaz de
comprometerse, con libertad, a la necesaria relación interpersonal que su-
pondrá la alianza matrimonial y se encuentre capacitado para asumir las obli-
gaciones y derechos inherentes a la comunión de vida.
La recepción de la doctrina matrimonialista del Concilio Vaticano II su-
pone, igualmente, un importante cambio en la concepción de los elemen-
tos, tanto subjetivos como objetivos, del matrimonio. Esta circunstancia tie-
ne, como hemos visto, un reflejo primordial en las Sentencias publicadas.
Como características más sobresalientes de este periodo podemos subrayar:
1. La importante aportación del Concilio Vaticano II tiene un claro refle-
jo en los Tribunales Diocesanos españoles. Esta circunstancia, junto a
los conocidos avances antropológicos y Jurisprudenciales, hace posi-
ble un nuevo enfoque al estudiar los elementos subjetivos y objetivos
del consentimiento matrimonial que tendrá fiel reflejo en las Senten-
cias que se publican.
2. Por un lado algunos jueces, como J. M. Piñero y J. Rodríguez se dis-
tinguen por hacer uso de una envidiable precisión terminológica y
conceptual. Ofrecen conceptos claros sobre la discreción de juicio o
la incapacidad, intuyen y afirman la autonomía de las incapacidades
e incorporan, actualizada junto con la reflexión de la Jurisprudencia,
la concepción Conciliar sobre el matrimonio. Quedan todavía un tan-
to imprecisos algunos conceptos.
3. En otros jueces las referencias a la discreción de juicio o a la libertad
interna se confunden, y aunque se asume la doctrina del Concilio, pa-
rece que falta cierta consistencia Jurisprudencial en las argumentacio-
nes aducidas si las comparamos con las Sentencias de los autores an-
teriormente mencionados.
218
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
4. Como aportación de interés en este periodo creemos que hay que re-
saltar la afirmación de la capacidad para consentir como algo diferente
a la capacidad para cumplir 678.
2.1. 6HQWHQFLDGHGHPDU]RGHF5H\HV&DOYR
678
Cf. Sentencia c. Piñero, de 11 de junio de 1977, CJC., loc. cit., pág. 191.
679
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, Antecedentes del c. 1095 en la doctrina y jurisprudencia espa-
ñola, loc. cit., pág. 62.
680
A este respecto remitimos, al igual que el Prof. Díaz Moreno en loc. cit., a Nulidad de
matrimonio por Exclusión de la indisolubilidad. Incapacidad para asumir las cargas, c. Gui-
tarte Izquierdo, Sentencia de 13 de septiembre de 1980, Segorbe-Castellón, en CJC 19 (1983),
201-202.
681
Nulidad de matrimonio por Defecto de consentimiento. Incapacidad de asumir las
cargas, c. Reyes Calvo, Sentencia de 20 de marzo de 1982, Salamanca, en CJC 18 (1982),
76-110.
219
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Reyes Calvo establece una precisa redacción sobre los presupuestos del
futuro canon y el modo cómo ha de interpretarse y aplicarse. Tras describir
los tres tipos de incapacidades que se distinguen en el esquema de reforma
del CIC, recalca lo siguiente.
«Es cierto que la Jurisprudencia canónica reconoce como distintas la ca-
pacidad para ‘consentir’ y la capacidad para ‘asumir y realizar’ el conteni-
do del consentimiento; pero aún reconociendo, el hecho, no es infrecuente
que una causa ‘concordada’ bajo el dubio de ‘incapacidad para prestar con-
sentimiento’, o de ‘defecto de discreción’, sea tratada simultáneamente bajo
el capítulo de incapacidad para realizar o llevar a la práctica los compromi-
sos conyugales» 682.
682
Cf. Ib., pág. 84.
683
Cf. Ib., pág. 85.
684
Cf. Ib., pág. 86.
685
Cf. Ib., págs. 88-93.
220
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
Gaudium et Spes, núm. 48. Este objeto matrimonial será, por tanto, el
ius in corpus y el ius ad vitae communionem 686.
2. Ese ius in corpus y ius ad vitae communionem entrañan una relación
interpersonal muy especial, dadas las características del matrimonio,
por eso es muy importante la investigación sobre la habilidad/capacidad
del individuo. Como la unión personal se establece a todos los nive-
les de la persona, habrá de tenerse en cuenta tanto el aspecto psíqui-
co como el sexual de la persona 687.
3. La determinación de la capacidad/incapacidad dependerá de la in-
vestigación del sujeto a través de las estructuras de su personalidad
que puedan indicar la presencia, ausencia o limites en las facultades
por las que el sujeto establece la relación interpersonal 688.
4. Afirma el carácter relativo de este género de causas, por lo que se ha
de tener en cuenta las características de la personalidad de la otra par-
te, «pues es en relación a ésta como se ha de apreciar la capacidad que
se cuestiona» 689.
5. No hay que olvidar que estas incapacidades (psíquicas) suelen mani-
festarse después de contraído el matrimonio 690.
6. La importancia de peritos en Psiquiatría es fundamental para una bue-
na determinación de este tipo de incapacidad 691.
Por último, para no alargar el comentario de esta Sentencia, nos basta se-
ñalar que con el «in iure» nos proporciona el mejor exponente de la ten-
dencia jurisprudencial de los Tribunales Eclesiásticos de este periodo. En el
se destacan las siguientes características:
1. Tiene presente el Concilio Vaticano II tanto expresamente, como en
su esencia doctrinal.
2. Apela a lo que se viene planteando en la Comisión de reforma del CIC
y lo aplica al caso que estudia.
3. Las referencias doctrinales se apoyan en autores de contrastada im-
portancia (Wernz-Vidal, O. Robleda, U. Navarrete, J. M. Serrano, S. Pa-
nizo…, por citar a los españoles).
4. Recoge las referencias de la jurisprudencia rotal necesaria para las in-
capacidades que estudia.
686
Cf. Ib., pág. 87.
687
Cf. Ib., págs. 88-90.
688
Cf. Ib., pág. 92.
689
Cf. Ib.
690
Cf. Ib., 93.
691
Cf. Ib.
221
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692
Cf. Nulidad de matrimonio por incapacidad para la comunidad de vida, simulación
parcial, inmadurez psicológica. Separación (sevicias y abandono malicioso), Sentencia c. Gar-
cía López, de 12 de Septiembre de 1980, Oviedo, CJC 20 (1984), 95-121.
693
Cf. Ib., pág. 102.
694
Cf. Ib.
695
Cf. Ib. 103-104.
696
Cf. Nulidad de matrimonio por defecto de consentimiento, Sentencia c. García Martín,
Palencia, de 1 de septiembre de 1982, CJC 19 (1983), 175-189.
222
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
697
Cf. Nos remitimos al estudio presentado en el capítulo anterior.
698
Cf. Sentencia c. García Martín de 1 de septiembre de 1982, CJC., loc. cit., págs. 177-178.
699
Cf. Ib., pág. 177.
700
Cf. Ib., pág. 180.
701
Cf. Ib., pág. 181-183.
702
Cf. Nulidad de matrimonio por impotencia psíquica, incapacidad de asumir las car-
gas y de relaciones interpersonales, Sentencia c. Subirá, Valencia, de 28 de Julio de 1981, CJC
19 (1983), 123-135.
703
Cf. Nulidad de matrimonio por miedo grave y falta de libertad interna, Sentencia c.
López Medina, Málaga, de 4 de octubre de 1982, CJC 19 (1983), 161-169.
704
Cf. Ib., pág. 166.
223
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
2.3. /DLQFDSDFLGDGSDUDDVXPLUODVREOLJDFLRQHVGHOPDWULPRQLR
Una de las Sentencias que con mayor nitidez nos aportará clarificación
en los términos que conducirán al actual canon 1.095, 3.º se publicará en el
Tribunal Eclesiástico de Segorbe-Castellón en 1980, c. *XLWDUWH,]TXLHU GR 705.
La importancia de esta Sentencia radicará en el sólido fundamento que
presenta de la aportación de Psiquiatras, Jurisprudencia Rotal y Canonistas
españoles 706 de reconocido prestigio, para demostrar la incidencia de las
anomalías psíquicas en el objeto del consentimiento matrimonial.
Otro rasgo que llama especialmente la atención es la reflexión que hace
sobre el Esquema de la Comisión de Reforma del CIC que dará lugar al ca-
non 1.095 707. En ella, afirma sus reservas a la posición estricta que manifiesta
la Comisión de Reforma en la medida que solamente se refiere a la incapa-
cidad por anomalías psico-sexuales y alude que la incapacidad a que se re-
ferirá el canon 1.095, 3.º puede ser motivada por otras anomalías de tipo
psíquico.
«Esquema justamente criticado por incompleto, rígido y superado su últi-
mo apartado tanto por la Doctrina como por la Jurisprudencia […]. Y ello por-
que no se ve la razón a esa cortapisa y limitación a sólo la existencia de ano-
malías psico-sexuales […], igualmente puede ser motivada dicha incapacidad
por otras anomalías de tipo psíquico» 708.
705
Cf. Nulidad de matrimonio por exclusión de la indisolubilidad e incapacidad de asu-
mir y cumplir las cargas, Sentencia c. Guitarte Izquierdo, de 13 de Septiembre de 1980, Se-
gorbe-Castellón, CJC 19 (1983), 195-211.
706
Como son Mons. García Failde, Mons. Aisa Goñi, Mons. León del Amo, U. Navarrete
S.J., Cf. págs. 197-202.
707
Cf. Ib., págs. 200-202.
708
Cf. Ib., pág. 201.
709
Cf. Ib., pág. 210.
224
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
710
Cf. Nulidad de matrimonio por incapacidad para la comunidad de vida, simulación
parcial, inmadurez psicológica. Separación (sevicias y abandono malicioso), Sentencia c. Gar-
cía López, de 12 de Septiembre de 1980, Oviedo, CJC., loc. cit., 95-121.
711
Cf. Ib., pág. 100.
712
Cf. Ib., pág. 101.
713
Cf. Ib., pág. 120.
714
Nulidad de matrimonio por impotencia psíquica, incapacidad de asumir las cargas y
de relaciones interpersonales, Sentencia c. Subirá, Valencia, de 28 de Julio de 1981, CJC., loc.
cit., 123-135.
225
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
2.4. 9DORUDFLyQILQDO
715
Cf. Ib., pág. 128.
716
Cf. Ib., pág. 135.
226
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
717
Cf. Nulidad de matrimonio por Falta de Libertad interna. Incapacidad para asumir
las cargas, Sentencia c. Riera, de 14 de noviembre de 1983, Barcelona, CJC 21 (1984), 103.
227
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Algunos ejemplos
718
Cf. Nulidad de matrimonio por defecto de discreción de juicio, Sentencia c. Calvo To-
jo, de 29 de diciembre de 1983, Santiago de Compostela, CJC 20 (1984), 147-161.
719
Cf. Ib., pág. 156.
720
Cf. Ib.
228
0%%4368%'-Ì2()0%.96-7469()2'-%)74%g30%%0'327)8-1-)2831%86-132-%0
4. NOTAS VALORATIVAS
721
Cf. Citamos como ejemplo, Nulidad de matrimonio por Falta de Libertad interna. In-
capacidad para asumir las cargas, Sentencia c. Riera, de 14 de noviembre de 1983, Barcelo-
na, CJC., loc. cit.; Nulidad de matrimonio por defecto de libertad interna, incapacidad para
cumplir las cargas y miedo reverencial, Sentencia c. Calvo Tojo, de 22 de diciembre de 1983,
CJC 21 (1984).
722
Cf. Nulidad de matrimonio por defecto de libertad interna, incapacidad para cumplir
las cargas y miedo reverencial», Sentencia c. Calvo Tojo, de 22 de diciembre de 1983, CJC.,
loc. cit., pág. 75.
723
Nulidad de matrimonio por Falta de Libertad interna. Incapacidad para asumir las
cargas, Sentencia c. Riera, de 14 de noviembre de 1983, Barcelona, CJC., loc. cit.
724
Cf. Ib., págs. 103-104.
725
Cf. Nulidad de matrimonio por incapacidad para asumir y cumplir las cargas, Sen-
tencia c. Subirá, de 19 de diciembre de 1983, Valencia, CJC 21 (1984).
726
Cf. E. OLIVARES D’ANGELO, «Un derecho canónico matrimonial coherente», en Estudios
Eclesiásticos 78 (2003) n. 307, pág. 635.
229
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
230
8È8903()0'%4È8903
CAPÍTULO IV
APORTACIONES DE LOS CANONISTAS
ESPAÑOLES EN LAS REVISTAS
ENTRE LOS AÑOS 1950 Y 1980
NOTA PREVIA
231
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
727
Cf. Vid. Capítulo III.
728
E. CASTAÑEDA DELGADO, de éste autor podemos destacar tres artículos de nuestro interés:
«Nulidad por vicio del consentimiento. Estados demenciales», en AA.VV., Las Causas Matrimo-
niales, Salamanca 1953, págs. 491-535. (Ponencia en la IV Semana Española de Derecho Ca-
nónico, Monserrat 1953); «El problema del lúcido intervalo en las enfermedades mentales», REDC
8 (1953), 475-503; «Las causas de separación temporal por amencia», REDC 10 (1955), 383-550.
Posteriormente, en 1975, se publicará otro artículo del que haremos referencia más tarde.
729
J. SALAZAR ABRISQUETA, «Matrimonio cristiano y anomalías psíquicas», Revista de Espiri-
tualidad, 28 (1959), 529-546.
730
A. ARREGUI, «Cuestiones sobre la debida discreción mental en el matrimonio canónico»,
IC 5 (1965), 213-245.
731
J. BARREIRO SOMOZA, «La afectividad y percepción afectiva del valor en el consentimien-
to matrimonial», Compostellanum, 13 (1968), 63-85.
732
Cf. PIO XII, Alocución de 3 de octubre de 1941, AAS vol. VIII, pág. 423.
232
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
733
Cf. Capítulo III.
734
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, «Nulidad por vicio del consentimiento. Estados demenciales»,
en AA.VV., «Las Causas Matrimoniales», Salamanca 1953, págs. 491-535. (Ponencia en la IV Se-
mana Española de Derecho Canónico, Monserrat 1953). Básicamente nos presenta un más que
aceptable resumen de la primera parte de su Monografía —capítulos I-IX—); «El problema del
lúcido intervalo en las enfermedades mentales», REDC 8 (1953), 475-503. Este artículo coinci-
de con el capítulo V de la Monografía; «Las causas de separación temporal por amencia», REDC
10 (1955), 383-550. La valoración de la enfermedad —la amencia— se fundamenta en los prin-
cipios básicos, jurisprudenciales y psiquiátricos, que han alimentado su Monografía.
735
Cf. SALAZAR ABRISQUETA, J., «Matrimonio cristiano y anomalías psíquicas», Revista de Es-
piritualidad 28 (1959), 530, n. 1.
736
Cf. Ib., págs. 530ss.
737
Cf. Ib., pág. 530.
233
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
738
Cf. Ib., págs. 530-531.
739
Cf. Ib., pág. 534.
740
Cf. Ib., pág. 545.
741
Cf. Ib., págs. 534-546.
742
Cf. J. BARREIRO SOMOZA, «La afectividad y percepción afectiva del valor en el consenti-
miento matrimonial», Compostellanum 13 (1968), 63-85.
743
Ib., pág. 85.
744
Hay que destacar que, a continuación de la frase destacada en el texto, Barreiro criti-
ca la obra de Castañeda porque «no incorpora las enseñanzas actuales de la Psicología clíni-
ca». Cf. Ib., pág. 64, n. 3.
744
Cf. Ib., págs. 65-66.
746
Cf. Ib., págs. 65-71 y 77-80.
234
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
747
Cf. Ib., pág. 77.
748
Por eso concluirá: «lo que se pretende primariamente al contraer matrimonio es reali-
zar esta comunidad de vida con todo lo que en ella aporta». Cf. Ib. 77-78.
749
Cf. Ib., pág. 78: Barreiro fundamenta en la Encíclica «Casti Connubii» de Pio XI y en
el Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 50, el papel que juega la afectividad en el consen-
timiento matrimonial.
750
Cf. Ib., pág. 83.
751
Cf. Ib., pág. 85.
235
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
752
Cf. Ib., pág. 65.
753
Cf. J. SALAZAR, loc. cit., págs. 530-531.
754
Cf. J. BARREIRO SOMOZA, loc. cit., pág. 82.
755
Cf. A. ARREGUI, «Cuestiones sobre la debida discreción mental en el matrimonio canó-
nico», IC 5 (1965), 213-245.
756
Cf. Ib., pág. 213.
757
Cf. Ib., pág. 225.
236
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
Propone acudir a la legislación civil para encontrar esa fórmula que pue-
da proporcionar la solución necesaria a los problemas que causa la disper-
sión aludida 758.
Por último, creemos importante resaltar cómo A. Arregui, al reflexionar
sobre la discreción mental, introduce la posibilidad de que surja un nuevo
capítulo de nulidad referido a la incapacidad para cumplir las obligaciones
matrimoniales, en la medida que exista una manifiesta incapacidad, en el
matrimonio in fieri, para el cumplimiento de las propiedades y elementos
del mismo.
«Parece que la legislación eclesiástica podría imponer al ius connubii li-
mitaciones que provienen de una razonable preocupación por el desenvolvi-
miento del matrimonio in facto esse, e indudablemente, una cumplida in-
vestigación sobre la inserción de los fines del matrimonio en el acto constitutivo
del mismo, o matrimonio in fieri, podría arrojar luz sobre esta hipótesis […].
nos hallamos ante una subespecie del caput nullitatis de defectus debitae dis-
cretionis que escapa normalmente a la consideración de los autores y del que
están por establecer tanto su alcance jurídico (enumeración de las obliga-
ciones cuya incapacidad de cumplimiento anula el contrato), como la base
patológica que la provoca (enfermedades mentales que, permitiendo la for-
mación de consentimiento suficiente, predeterminan el incumplimiento de lo
prometido) y las cualidades que ésta debe presentar (posiblemente insanabi-
lidad y antecedencia)» 759.
3. VALORACIÓN CONCLUSIVA
758
Cf. Ib., pág. 225, nota pié núm. 42, Arregui se apoya en D’Avack, Ravá, Mans y Van
Ommeren, para afirmar que «Hoy día la cuestión está lo suficientemente madura como para
que pueda incluirse en el futuro Código de Derecho Canónico una disposición parecida pero
más afinada que la del art. 83, núm. 2 de nuestro Código Civil: ‘—No pueden contraer ma-
trimonio: los que no estuviesen en el pleno ejercicio de su razón al tiempo de contraer matri-
monio—’, sustituyendo el ‘pleno’ por una fórmula que sintetice las reglas decantadas por la
jurisprudencia en torno al problema aludido en el texto».
759
Cf. Ib., pág. 232.
237
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
760
Cf. J. SALAZAR ABRISQUETA, Matrimonio cristiano…, loc. cit., 530, n. 1; J. BARREIRO SOMO-
ZA,«La afectividad y percepción afectiva…, loc. cit., pág. 64, n. 3; 82, n. 34; A. ARREGUI, Cues-
tiones sobre la debida discreción…, loc. cit., pág. 213.
761
Cf. A. ARREGUI, Cuestiones sobre la debida discreción…, loc cit., págs. 223; 236; 238; 240.
762
Cf. J. BARREIRO SOMOZA, La afectividad y percepción afectiva…, loc. cit., pág. 64, n. 2;
65, n. 4.
763
Cf. Idem, pág. 79.
764
Cf. J. Salazar lo publica en 1959 y J. Barreiro lo publicará en 1968.
765
Con ello encontramos armonía y coherencia: armonía porque las publicaciones van
acompañadas de una doctrina que viene siendo aceptada pacíficamente, a pesar de la evi-
dente evolución, por la mayoría de los autores. Coherencia puesto que se observa cómo se
encuentran encaminados hacia un mismo lugar aunque el punto de partida sea diverso.
766
Cf. J. SALAZAR, loc. cit., pág. 534.
238
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
767
Seguimos un orden alfabético.
768
M. AISA, «Las anomalías psíquicas: doctrina jurídica y jurisprudencia», CDMPC 2 (1977),
215-248.
769
A. ARZA, S.J., «Incapacidad para asumir las obligaciones del matrimonio», Il Diritto Ecle-
siástico IV (1980), 482-509.
770
E. CASTAÑEDA DELGADO, «Los estados demenciales como vicios del consentimiento. Evo-
lución de la jurisprudencia en el Código de Derecho Canónico», CDMPC 1 (1975), 67-90.
239
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
García Faílde 771; U.Navarrete S.J. 772; Mons. S. Panizo 773; J. L. Santos Díez 774;
Mons. J. M. Serrano 775; E. Tejero 776; L. Vela S.J. 777.
Durante este decenio los principales temas de preocupación que ocupan
el desarrollo de los artículos publicados girarán en torno a los siguientes
puntos:
1. Constatación de la incidencia de la Psiquiatría en la Jurispru-
dencia y, por tanto, a la hora de determinar la validez del con-
sentimiento.
2. Se comienza a hacer común un tratamiento especial en la pato-
logía de las enfermedades mentales.
3. Se diferencia entre la incapacidad para prestar consentimiento e
incapacidad para asumir el objeto del consentimiento.
4. El Proyecto de Reforma del Código no debe limitar las incapacida-
des a las que nacen de anomalías psicosexuales, sino que debe ex-
tenderse el efecto invalidante a las anomalías psíquicas en general.
5. Como opinión generalizada aparecen voces que defienden la ne-
cesidad de un capítulo autónomo sobre la incapacidad para asu-
mir las obligaciones matrimoniales.
771
J. J. GARCÍA FAÍLDE, «Neurosis y psicopatías en los casos de nulidad matrimonial», Re-
vista Jurídica de Cataluña 2 (1976), 63-79; «Las sentencias de la Rota Romana en 1959», REDC
26 (1970), 75-95; «Régimen procesal de la amencia en las causas matrimoniales en que es in-
vocada», REDC 27 (1971), 153-158; «Las sentencias de la Rota Romana en 1961», REDC 28 (1972),
131-134; «Las sentencias de la Rora Romana en 1962 y 1963», REDC 29 (1973), 164-168.
772
U. NAVARRETE, S.J., «Incapacitas assumendi onera uti caput autonomum nullitatis matri-
monii», Periodica 61 (1972), 47-80; «Observationes in schema De Matrimonio», Periodica 63
(1974), 634-637; «Problemi sull’autonomia dei capi di nullitá del matrimonio per difetto di con-
senso causato da perturbazioni della personalitá», en AA.VV., Perturbazioni psichiche e con-
senso matrimoniale nel diritto canonico, Officium Libri Catholici, Roma 1976, págs. 113-136.
773
S. PANIZO ORALLO, «El objeto del consentimiento matrimonial y el ius in corpus», CDPMC 3
(1978), 93-119; «Naturaleza filosófica-jurídica de la relación interpersonal conyugal», CDMPC 4
(1980), 91-129.
774
J. L. SANTOS DÍEZ, «La incapacidad psíquica en el consentimiento matrimonial», en AA.VV.,
«El Consentimiento Matrimonial hoy», Banchs editor, Barcelona 1976, págs. 11-29.
775
J. M. SERRANO RUIZ, «La nulidad de matrimonio por anomalías psicosexuales», CDMPC 1
(1975), 55-66; «El Ius in Corpus como objeto del consentimiento», en AA.VV., El Consenti-
miento Matrimonial hoy, Banchs editor, Barcelona 1976, págs. 63-90; «Líneas generales de evo-
lución de la Jurisprudencia Rotal en las causas de nulidad de matrimonio», CDMPC 2 (1977),
355-378; «La relación interpersonal centro de interés en los procesos matrimoniales canóni-
cos», CDMPC 3 (1979), 165-192.
776
E. TEJERO, «Clasificación Jurídica de la amencia en el sistema matrimonial canónico»,
Ius Canonicum 18 (1978), núm. 35-36, 153-220.
777
L. VELA, S.J., «Communitas vitae et amoris», en AA.VV., El Consentimiento Matrimonial
hoy, Banchs editor, Barcelona 1976, págs. 91-111.
240
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
1. U. NAVARRETE S.J.
U. Navarrete S.J. expresa con claridad algunos de los motivos que justi-
fican la necesidad de tener en cuenta la aportación de la incorporación e in-
fluencia de la Psiquiatría y Psicología a la Doctrina y Jurisprudencia.
778
Cf. U. NAVARRETE, «Incapacitas assumendi onera uti caput autonomum nullitatis matri-
monii», Periodica 61 (1972), 72: «Corresponde a la Jurisprudencia y a la ciencia canónica es-
tablecer cuidadosamente más allá de la doctrina establecida cuáles son los elementos esen-
ciales del objeto del consentimiento sobre todo en lo que concierne a la definición de los
límites del Derecho con respecto a la comunidad de vida, y cuáles son las diversas anomalí-
as de la personalidad de las que puede provenir la incapacidad de asumir las cargas esencia-
les del matrimonio, teniendo en cuenta siempre los progresos de las ciencias que pueden
aportar otra nueva elaboración doctrinal».
241
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
«1. L’insorgere nella societá attuale di nuove o almeno sempre piú frequenti
ed acute forme di perturbazioni psichiche…; 2. Il progresso delle scienze an-
tropologiche, specie quelle riguardanti la psicología e la psichiatria, per cui
prima la giurisprudenza e poi la dottrina canonistica sono state costrette a ri-
vedere i propri schemi ed a prestare una attenzione sempre maggiore a quel-
le scienze; 3. La nuova prospettiva in cui viene presentato il matrimonio nel-
la doctrina della Chiesa…» 779.
779
Cf. U. Navarrete, «Problemi sull’autonomia dei capi di nullitá del matrimonio per di-
fetto di consenso causato da perturbazioni della personalitá», en AA.VV., Perturbazioni psi-
chiche…, loc. cit., pág. 113.
780
Cf. Ib., pág. 114.
781
Cf. Ib., pág. 135.
242
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
782
Cf. Ib., pág. 126. El Prof. Navarrete, en este artículo, remite a su artículo de Periodica
61 (1972), 47-80.
783
Cf. Ib., págs. 113-136.
784
Cf. Ib., pág. 128.
243
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Finaliza con una magistral explicación sobre el sentido del nuevo capí-
tulo de nulidad y expresa una reserva importante a lo propuesto en el nue-
vo proyecto.
El Prof. Navarrete S.J. es quizás el exponente más claro de la tendencia
que manifiesta la imperiosa necesidad de que se constituya un capítulo au-
tónomo de nulidad que haga referencia a la incapacidad sobre el objeto del
matrimonio y que éste tenga un alcance más amplio que el propuesto ini-
cialmente por la Comisión para la Reforma del Código 785.
En dicho artículo, en el que estudia el Proyecto del nuevo Código, cri-
tica el esquema que se ha presentado sobre la incapacidad para asumir las
obligaciones del matrimonio
«Restrictio quam schema facit ad anomalias psycho-sexuales videtur in-
necesaria, immo et minime conveniens cum nullam utillitatem allatura et in-
super ansam difficultatibus et dubiis datura praevideatur» 786.
785
Cf. U. NAVARRETE, Incapacitas assumendi onera…, loc. cit., pág. 70.
786
Cf. Ib., págs. 67-73.
787
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, Antecedentes del canon 1095 en la doctrina y jurisprudencia
española, loc. cit., pág. 34.
788
Cf. U. NAVARRETE, Incapacitas assumendi onera…, loc. cit., págs. 68-70.
789
Cf. U. NAVARRETE, Problemi sull’autonomia…, loc. cit., págs. 113-136.
244
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
790
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, La enajenación mental y el consentimiento…, loc. cit., Va-
lladolid 1955; «Los estados demenciales como vicios del consentimiento. Evolución de la ju-
risprudencia en el Código de Derecho Canónico», CDMPC 1 (1975), 69-78.
791
Cf. E. CASTAÑEDA DELGADO, «La nulidad de matrimonio por anomalías psicosexuales»,
CDMPC 1 (1975), págs. 55-66.
792
Cf. Ib., págs. 78-79.
245
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
793
Cf. Ib., 79.
794
Cf. Ib.
795
Cf. Muchas y variados son sus artículos y publicaciones al respecto. En este caso, re-
ferimos solamente uno de ellos por lo que supuso de innovación en su tiempo: J. J. GARCÍA
FAÍLDE, «Neurosis y psicopatías en los casos de nulidad matrimonial», Revista Jurídica de Ca-
taluña 2 (1976), 63-79.
796
Cf. Ib.
246
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
en el sujeto y en los actos que de él se derivan. Por eso será necesario, afir-
ma, un conocimiento «teórico exacto de su etiología, etc., de un determina-
do trastorno psíquico» para poder realizar «seriamente el diagnóstico y pro-
nóstico de un determinado paciente» 797.
Mons. García Faílde en su estudio habla del consentimiento, y destaca
las siguientes características:
1. Es un acto humano (matrimonio in fieri) que dará lugar a una relación
interpersonal (matrimonio in facto esse).
2. Se necesita que ambos contrayentes sean jurídica y naturalmente há-
biles.
3. El acto humano es algo dinámico, resultante de un complejo juego de
funciones psíquicas entre las que se encuentran los pensamientos, los
sentimientos, instintos, percepciones y recuerdos. En todos ellos jue-
ga un papel importante la vida afectiva.
4. El acto humano es resultado del equilibrio, armonía o cooperación de
todos estos elementos.
5. Este equilibrio puede verse afectado por agentes exógenos o endó-
genos.
797
Cf. Ib., pág. 63.
798
Cf. Ib., págs. 66-67.
247
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
799
Cf. Ib.
800
Cf. Ib.
801
Cf. Ib.
802
Cf. Ib., págs. 63-79.
248
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
803
Cf. J. L. SANTOS DÍEZ, «La incapacidad psíquica en el consentimiento matrimonial», en
AA.VV., El Consentimiento Matrimonial hoy, Banchs editor, Barcelona 1976, págs. 11-29.
804
Cf. Ib., pág. 14.
805
Cf. Ib., págs. 27-29.
806
Cf. Ib., pág. 15.
807
Cf. Ib., pág. 16.
808
Cf. Ib., pág. 19.
249
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
«una sana ordenación de relaciones interpersonales» 809, de modo que «si al-
guien es incapaz con caracteres de gravedad de asumir esta responsabili-
dad y relación interpersonal, será incapaz de asumir la naturaleza de la co-
munidad de vida matrimonial destinada a las relaciones interconyugales y
paternofiliales, y por tanto incapaz para el matrimonio» 810.
Pero, además, la concepción del matrimonio, como comunidad de vida
y amor, amplía su objeto de la mera entrega del ius ad corpus a las relacio-
nes interconyugales y paternofiliales abarcando, según afirma el Concilio
Vaticano II, una clara influencia personalista que gira en torno a una nueva
concepción antropológica que es necesario continuar desarrollando.
El Prof. Santos Díez afirma que para que el consentimiento sea válido se
necesita:
1. Aptitud subjetiva para realizar el acto humano.
2. Aptitud objetiva para asumir el objeto del consentimiento.
809
Cf. Ib., pág. 20.
810
Cf. Ib.
811
Cf. Ib., pág. 19.
812
Cf. Ib., pág. 14.
813
Cf. Ib.
250
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
5. MONS. SERRANO
814
Cf. Ib.
815
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, «Líneas generales de evolución de la Jurisprudencia Rotal en las
causas de nulidad de matrimonio», CDMPC 2 (1977), pág. 362
816
Cf. Ib., págs. 368-369, «También el carácter peculiar de la relación matrimonial ha
abierto brecha en un camino lleno de perspectivas: la interpersonalidad. Y lo ha hecho, como
no podía menos de suceder, impulsada por las ciencias antropológicas, que han proporciona-
do a los peritos perspectivas de valoración de la personalidad que se refieren específicamente
a esa relación dual, heterosexual, íntima y en ámbito total, que es el matrimonio».
817
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, «La nulidad del matrimonio por anomalías psicosexuales», CDMPC 1
(1975), pág. 59.
251
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
818
Cf. Ib., Líneas generales…, loc. cit., págs. 363-364.
819
Cf. Ib.
820
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, «El Ius in Corpus como objeto del consentimiento», en AA.VV.,
El Consentimiento Matrimonial hoy, Banchs editor, Barcelona 1976, págs. 63-90.
252
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
821
Pensamos que la lectura de la última parte de la Ponencia es de una novedad, res-
pecto a la época en que se publica, al menos digna de mención en cuanto a lo que tiene de
innovador y de intuitivo. Por razones de brevedad omitimos la transcripción del texto y re-
mitimos al mismo. Cf. Ib., págs. 83-90.
822
En general toda la Ponencia se encuentra bajo la influencia del Concilio. No obstan-
te, aparecen referencias explícitas en la misma, como por ejemplo, cf. Ib., pág. 73, cuando re-
mite a una Sentencia Rotal c. Serrano, hablando de la naturaleza misma del «Ius in corpus».
823
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, «La nulidad de matrimonio por anomalías psicosexuales», CDMPC 1
(1975), pág. 64.
824
Cf. Ib., págs. 167-169.
825
Cf. Ib., pág. 169.
826
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, Líneas generales de evolución…, loc. cit., pág. 367.
827
Cf. Ib., pág. 368.
828
Cf. Ib.
253
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Debemos hacer una mención especial del P. Luis Vela S.J., puesto que,
sin tener una relación directa con nuestro tema, en la Semana de Derecho
Canónico de Andorra pronuncia una Ponencia 830 en la que «analizará el
sentido preciso de la comunidad conyugal de vida y amor —a que se refie-
re el Concilio— a la luz de los datos bíblicos, eclesiológicos, antropológicos
y personalistas» 831.
Nos limitaremos a remitir a las conclusiones de dicha Ponencia 832 ya que,
en ellas, de un modo sintético y claro, el Prof. Vela S.J., trasmite los puntos
principales y nucleares de la misma. De esas conclusiones destacaremos las
siguientes afirmaciones.
«1. El matrimonio es una comunidad de vida y amor entre dos personas
de distinto sexo; comunidad que tiene un sentido inmanente en cuanto que
por ella los cónyuges se realizan como personas en los niveles más profundos
de su ser […]; 2. […]: 3. El amor coincide, de alguna manera, con la volun-
tad contractual y, por tanto, con el consensus […]; 4. El amor entra también
en la esencia del matrimonio ya hecho (in facto esse), es decir en el vínculo
de justicia causado por el consensus […]: 5. Perteneciendo a la esencia del
amor conyugal su carácter definitivo y absoluto y entrando éste en el con-
sentimiento como voluntad negocial, se explica la perpetuidad del vínculo
[…]. 6. A la luz del amor deben ser entendidos los cánones del Schema 296 y
297[…]» 833.
Como características centrales del pensamiento del Prof. Vela S.J., en es-
te artículo, hemos de subrayar:
829
Cf. Ib., n. 52.
830
Cf. L. VELA, «Communitas vitae et amoris», en AA.VV., «El Consentimiento Matrimonial
hoy», loc. cit., págs. 91-111.
831
Cf. J. M. DÍAZ MORENO, Antecedentes del canon 1.095, loc. cit., pág. 36.
832
Cf. L. VELA, Communitas vitae et amoris, loc. cit., pág. 110.
833
Cf. Ib.
254
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
7. MONS. AISA
834
Cf. M. AISA, «Las anomalías psíquicas: doctrina jurídica y jurisprudencia», CDMPC 2
(1977), pág. 215.
835
Cf. Ib.
836
Cf. Ib., págs. 215-248.
837
Cf. Ib., págs. 216-217.
838
Cf. Ib., pág. 231.
255
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
839
Cf. Ib., págs. 231-232.
840
Cf. Ib., pág. 230.
841
Cf. Ib., pág. 225.
842
Cf. Ib., págs. 234-236, hace referencia a una c. Lefevbre de 2 de diciembre de 1967,
otra c. Anné de 25 de febrero de 1969 y otra c. Serrano de 5 de abril de 1973.
256
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
Por tanto, no podrá existir matrimonio válido si existe cualquier vicio que
impida un correcto ejercicio del mismo en lo que afecta a la puesta en prác-
tica del objeto y fines del matrimonio. Puede existir, un pleno conocimien-
to sobre el matrimonio y ser incapaz de cumplir con las obligaciones que
éste lleva consigo.
Defiende la autonomía de este capítulo de nulidad 844. En el mencionado
artículo no solamente asume y comenta el Proyecto de Reforma del Códi-
go, sino que indica la necesidad de que el nuevo Código de 1983 introduz-
ca un capítulo autónomo en el que se haga referencia a esta incapacidad.
«No es muy aventurado decir que si en el nuevo Código no se introduce la
formulación general, será la Jurisprudencia la que seguirá elaborando el prin-
cipio con deducción lógica como lo ha hecho hasta ahora en todo el proble-
ma de las anomalías psíquicas» 845.
843
Cf. Ib., pág. 234.
844
Cf. Ib., págs. 215-248.
845
Cf. Ib., págs. 237.
846
Cf. Ib., pág. 237.
257
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847
E. TEJERO, «Clasificación Jurídica de la amencia en el sistema matrimonial canónico»,
Ius Canonicum 18 (1978), núms. 35-36.
258
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
Presenta una perspectiva diversa a muchos autores que, sin más, acep-
tan la aportación de estas ciencias. Aporta un grado de lucidez y de pru-
dencia recordando que —como posteriormente aparecerán en diversas alo-
cuciones del Santo Padre a la Rota 849— no toda antropología, ni toda ciencia
antropológica, puede ser utilizada alegremente por los Tribunales Eclesiás-
ticos. Manifiesta, pues, ciertas reticencias y dudas para aceptar sin más la
aportación de la Psiquiatría en el campo del Derecho Canónico referido al
matrimonio. A su vez, expresa la necesidad de una reflexión en torno a la
aplicación de los tratamientos técnicos provenientes de esta ciencia. Esta
aplicación exige una mayor fidelidad al Magisterio.
El Prof. Tejero manifiesta la importancia de fijar muy concreta y clara-
mente los términos que afectarían a la autonomía de un capítulo de nulidad
sobre la incapacidad de asumir las obligaciones matrimoniales 850. Así lo ex-
presa en su artículo cuando manifiesta la importancia de proponer una de-
nominación «adecuada», con ello se han de evitar ambigüedades y confu-
siones que afecten a la esencia del consentimiento y, además, centrará
perfectamente el campo referido a este nuevo capítulo de nulidad.
«[…] Está suficientemente justificada la existencia de un capítulo autóno-
mo de nulidad del matrimonio denominado incapacitas assumendi onera.
Suponiendo tal justificación, ¿es esa la denominación adecuada? ¿Cual es el
campo de su aplicación específica? [...]» 851.
Esta afirmación del Prof. Tejero es de inestimable valor y, sin lugar a du-
das, pocos años antes de la publicación del Código de 1983 incide en un pro-
blema actual: la diversidad de interpretación de la incapacitas assumendi one-
ra y la consiguiente confusión en determinados ambitos. Y advierte que las
imprecisiones técnicas en este campo implican riesgos de muy graves injus-
ticias, así la consecuencia de que la «separación del consentimiento matri-
monial y de la asunción de los deberes matrimoniales» que, según el Prof. Te-
jero, se presentan como dos realidades distintas, implica la «ruina del
matrimonio (in fieri e in facto esse)» e inconscientemente quizás «se está vol-
viendo, desde los planteamientos —desprovistos de una justificación formal
y de fondo— que estamos ahora valorando, a una visión precristiana del ma-
trimonio […], la separación establecida entre el consentimiento y la asunción
848
Cf. E. TEJERO, «Clasificación Jurídica de la amencia en el sistema matrimonial canóni-
co», Ius Canonicum 18 (1978), núms. 35-36, pág. 208.
849
Alocución de Juan Pablo II a la Rota.de 25 de enero de 1988.
850
Cf. Ib., págs. 217-220.
851
Cf. Ib., pág. 217.
259
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
9. MONS. PANIZO
852
Cf. Ib., pág. 220.
853
Cf. S. PANIZO ORALLO, «Naturaleza filosófica-jurídica de la relación interpersonal conyu-
gal», CDMPC 4 (1980), pág. 103.
854
Presenta la concepción del matrimonio y el amor conyugal incidiendo en el modo co-
mo éste se ha ido manifestando en la Jurisprudencia a partir de esos años. Debe destacarse
el estudio que ofrece de la incapacidad desde una perspectiva diferente y de gran interés en
su comentario a las Sentencias Rotales del año 1970. Dejando por sentadas, y sobradamente
conocidas, sus múltiples afirmaciones de cómo el amor conyugal adquiere gran relieve y es
resaltado en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, es muy interesante el análisis sobre las
referidas Sentencias Rotales en las que se integra este componente básico para la existencia
de un verdadero consentimiento y de un verdadero matrimonio.
855
Cf. Ib., pág. 93.
856
Cf. Ib., pág. 112.
857
Cf. Ib., 117.
260
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
Continúa el Prof. Arza indicando que, precisamente por esa relación, «la
doctrina canonística inició el camino hacia esta admisión en el matrimo-
nio, al hablar de la incapacidad de las personas para contraer matrimo-
nio» 859.
No duda de que existen personas que, siendo capaces para la obligación
sustancial o esencial, pueden ser incapaces para ese negocio, ya que care-
cen de la capacidad necesaria para una cualidad esencial de esa obligación.
«[…] pero si esta persona es incapaz para cumplir las obligaciones esen-
cialmente inherentes al matrimonio, por anomalías […] el negocio jurídico
sería nulo porque la persona es incapaz de asumir y cumplir las obligaciones
del acuerdo. El acto del consentimiento podría ser válido, pero no como acto
matrimonial, porque en este acto el consentimiento para ser matrimonial exi-
ge previamente en la persona capacidad para cumplir las obligaciones y ésta
persona carece de esta capacidad» 860.
858
A. ARZA, «Incapacidad para asumir las obligaciones del matrimonio», Il Diritto Ecle-
siástico IV (1980), pág. 484.
859
Cf. Ib., pág. 488.
860
Cf. Ib., pág. 489.
261
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
No obstante, la opinión del Prof. Arza va más allá y reitera que no de-
bería exponerse en la norma motivo alguno en que se deba fundamentar
esta incapacidad. Afirma que ello puede suponer una limitación a la misma,
ya que el factor determinante de la nulidad no es la causa que origina la in-
capacidad sino el hecho de la imposibilidad de asumir las obligaciones, in-
dependientemente de la causa que lo produzca.
Para este canonista, la fórmula que proponga el nuevo canon ha de ser
lo más abierta posible, sin limitaciones de ningún tipo (ni en la esfera psi-
cosexual, ni en la psíquica, ni en la psicológica). Propone la siguiente cons-
trucción:
«Son incapaces para contraer matrimonio todos aquellos que son incapa-
ces para asumir y cumplir las obligaciones esenciales del matrimonio» 863.
861
Cf. Ib., págs. 486, 488, 489, 498-499 y 501.
862
Cf. Ib., pág. 495.
863
Cf. Ib., pág. 495.
262
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
864
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, El Ius in Corpus…, loc. cit., pág. 73; «La nulidad de matrimonio
por anomalías psicosexuales», CDMPC 1 (1975), 64.
865
Con ello solamente pretendemos destacar algunas particularidades que, de modo muy
especial nos han llamado la atención. Evidentemente consideramos en todos los autores es-
tudiados la importante aportación al Derecho Canónico con su estudio y dedicación.
866
Cf. U. NAVARRETE, Incapacitas assumendi onera …, loc. cit., 47-80.
867
Cf. J. J. GARCÍA FAÍLDE, Neurosis y psicopatías…, loc. cit., 63-79.
868
Cf. L. VELA, Communitas vitae et amoris, loc. cit., págs. 91-111.
263
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
869
Como veíamos «no se trata de determinar la causa de nulidad…»; Cf. A. ARZA, Inca-
pacidad para asumir…, loc. cit., págs. 485-506.
870
Cf. F. AZNAR GIL, «La ‘incapacitas assumendi obligationes matrimonii essentiales’ en la
futura codificación», REDC 38 (1982), 67-99.
871
Cf. J. J. GARCÍA FAÍLDE, «Nulidad matrimonial. Inexistencia o ineficacia jurídicas de con-
sentimiento», CDMPC 5 (1982), 91-137.
872
Cf. F. GIL DE LAS HERAS, «La falta de nulidad interna y la nulidad de matrimonio», Revis-
ta de Derecho Privado 1981, 771-777.
873
Cf. S. PANIZO ORALLO, «Las sentencias rotales del año 1970», REDC 467-506; «Las impo-
tencias psíquicas y el matrimonio en Derecho Canónico», Revista Jurídica de Cataluña 3 (1983),
213-240.
264
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
874
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, «La nueva imagen de matrimonio en el futuro ordenamiento ca-
nónico», REDC 37 (1981), 536-539; «Incapacidad y exclusión: afinidades y divergencias entre
los dos grandes temas de nulidad de matrimonio», CDMPC 5 (1982), 175-202.
875
Cf. L. VELA, «Incapacidad psicológica para el matrimonio», CDMPC 5 (1982), 125-137.
876
Cf. J. M. SERRANO, «Incapacidad y exclusión: afinidades y divergencias entre los dos
grandes temas de nulidad de matrimonio», CDMPC 5 (1982), 179, n. 25.
265
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
877
Cf. F. AZNAR, La ‘incapacitas assumendi obligationes matrimonii essentiales’…, loc. cit.,
pág. 80.
878
Cf. Ib., pág. 97.
266
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
879
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, «Incapacidad y exclusión:…», loc. cit., 176-177.
880
Así afirmará: «Preferiría decir que no se reconoce del mismo modo o no se considera
igual la capacidad para el consentimiento, pues es claro que en su ser original y originante
del matrimonio válido, el consentimiento es uno e idéntico: de todos modos el tema del ser de
las realidades humanas, sobre todos jurídicas, es sugestivo por demás y necesitaría no pocas
precisiones. (Sobre el pecularísimo ser del hombre y de lo humano, como ‘viviente’, Cf. J. OR-
TEGA Y GASSET, «Historia como sistema», Madrid 1962, pág. 41)». Cf. Ib., pág. 177, n. 15.
881
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, «La nueva imagen de matrimonio en el futuro ordenamiento ca-
nónico», REDC 37 (1981), pág. 537.
267
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
882
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, «Incapacidad y exclusión: afinidades y divergencias entre los dos
grandes temas de nulidad de matrimonio», CDMPC 5 (1982), pág. 183.
883
Cf. Ib.
884
Cf. Ib., pág. 186, n. 48.
268
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
885
Cf. J. J. GARCÍA FAÍLDE, «Nulidad matrimonial. Inexistencia o ineficacia jurídicas de con-
sentimiento», CDMPC 5 (1982), pág. 121-122.
886
Cf. J. J. GARCÍA FAÍLDE, «La incompatibilidad de caracteres y su repercusión en el Matri-
monio», CDMPC (XVI), Salamanca 2004, pág. 435-462.
887
Cf. L. VELA S.J., «Incapacidad psicológica para el matrimonio», CDMPC 5 (1982), 125-137.
269
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
2. NOTAS VALORATIVAS
D) CONCLUSIONES
888
«Mi experiencia personal, ya un poco larga, me ha demostrado, desde el principio, que
no se puede profundizar en el derecho sustantivo matrimonial sin profundizar en la teología
y en la antropología filosófica. Sería interesante, a la luz de todo esto, el plantearse la cuestión
de la específica formación canonista en todas las Facultades». Cf. L. VELA S.J., Incapacidad…,
loc. cit., pág. 137.
270
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
889
Cf. Const. Past. Gaudium et Spes, núm. 48.
890
Cf. Ib. 49.
891
Cf. AAS 22 (1930), pág. 553.
892
Cf. Const. Past. Gaudium et Spes, núm. 54.
271
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
893
Cf. E. CASTAÑEDA, La enajenación mental…, loc. cit., Valladolid, 1955.
894
Cf. J. J. GARCÍA FAÍLDE, Neurosis y psicopatías…, loc. cit.
895
Cf. J. M. SERRANO RUIZ, La relación interpersonal…, loc. cit.
272
%4368%'-32)7()037'%232-78%7)74%g30)7)20%76):-78%7)286)=
273
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
896
Cf. J. J. GARCÍA FAÍLDE, Neurosis y psicopatías…, loc. cit.
897
Cf. U. NAVARRETE, Incapacitas assumendi onera…, loc. cit.
274
8È8903()0'%4È8903
CONCLUSIONES FINALES
275
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
898
Wernz-Vidal (1946); Arquer-Semir (1949); J. M. Mans Puigarnau (1956); V. Monserrat
(1961); E. Fernández Regatillo S.J. (1962); L. Miguelez Domínguez (1963); E. Montero Gutié-
rrez (1965).
276
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
3. LA AMENCIA Y LA DEMENCIA
899
J. HERVADA-P. LOMBARDÍA, «El Derecho del Pueblo de Dios III…», loc.cit., pág. 379.
900
Cf. Arquer-Semir., loc. cit., y Mans Puigarnau., loc. cit.
901
Cf. BERNÁRDEZ CANTÓN (1971); HERVADA-LOMBARDÍA (1973).
277
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
La Monografía del Prof. E. Castañeda nos ofrece una buena síntesis his-
tórica sobre la doctrina del Derecho Canónico acerca del matrimonio en re-
lación con la capacidad para contraerlo y fundamenta la necesaria aporta-
ción de la Psiquiatría. Tres serán las fuentes en donde encuentra su origen
y desarrollo la aportación de E. Castañeda: los autores clásicos, la jurispru-
dencia rotal y los conceptos de medicina legal referidos a la Psiquiatría.
1.1. &RQWHQLGRGHOD0RQRJUDItD
Divide esta primera parte en los siguientes capítulos: cap. I, La clasificación de las en-
903
278
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
cap. III, La enajenación mental, vicio del consentimiento matrimonial. Cuestiones históricas;
cap. IV, La cuestión de iure; cap. V, El problema del lúcido intervalo; cap. VI, La cuestión de
facto; cap. VII, La prueba de las presunciones; cap. VIII, La prueba testifical; cap. IX, La prue-
ba pericial.
904
La segunda parte de la Monografía se divide de este modo: cap. I, Oligofrenias; cap.
II, Esquizofrenia; cap. III; Psicosis Paranoicas; cap. IV, Psicosis Maniaco-depresiva; cap. V,
Epilepsia; cap. VI, Morfinismo; cap. VII, Neurosis.
905
Que se distribuyen de la siguiente manera: cap. I, tres; cap. II, doce; cap. IV, catorce
(nueve de ellas son nuevas); cap. V, once (cinco de ellas son nuevas); cap. VI, diez (seis de
ellas son nuevas); cap. VII, nueve (cuatro de ellas son nuevas); cap. VIII, veintitrés (diez de
ellas son nuevas); cap. IX, treinta y cuatro (tres de ellas son nuevas).
906
Distribuidas de la siguiente manera: cap. I, catorce (cinco son nuevas); cap. II, vein-
tidós (cinco son nuevas); cap. III, cinco (dos son nuevas); cap. IV, seis (ninguna es nueva);
279
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
1.3. /DLPSRUWDQFLDGHOD3VLTXLDWUtDXQQXHYRPRGR
GHSHU FLELUODSHUWXUEDFLyQPHQWDO
1.4. 'RVFRQFOXVLRQHV
cap. V, nueve (ninguna es nueva); cap. VI, dos (ninguna es nueva); cap. VII, catorce (dos son
nuevas).
280
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
907
Cf. Ib., 189-195.
281
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
Entre las aportaciones que los Rotales españoles hacen al canon 1.095
hay que distinguir dos periodos bien diferenciados que afectan a las con-
clusiones y/o aportaciones de su Jurisprudencia. Esta distinción se funda-
menta en los años en que se elaboran las Sentencias estudiadas. Mons. Bo-
net, Mons. Canals y Mons. Lamas publican sus Sentencias cuando todavía
faltan años para la promulgación del Código de 1983. En Mons. Serrano se
advierte claramente el influjo y recepción de la Doctrina sobre el matrimo-
nio emanada del Concilio Vaticano II, y se acerca, por tanto, a los principios
que van a ser propuestos para la elaboración del nuevo canon (1.095).
282
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
1.2. /DV6HQWHQFLDVGH0RQV6HUUDQR
283
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
284
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
2.2. /DV6HQWHQFLDVGH0RQV3DQL]R
908
Cf. Decreto de 14 de julio de 1977, «Algunas Sentencias y Decretos…», loc. cit., pág.
155; Decreto de 3 de junio de 1978, Ib., pág. 169-171.
909
Cf. Sentencia de 18 de diciembre de 1979, J. J. GARCÍA FAILDE, «Algunas Sentencias y
Decretos…», loc. cit., pág. 186.
910
Cf. Decreto de 16 de junio de 1979, S. PANIZO ORALLO, «Nulidades de matrimonio…»,
loc. cit., pág. 223.
285
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
911
Cf. Ib., 218.
912
Cf. S. PANIZO ORALLO, «Nulidades de matrimonio…», loc. cit., pág. 218.
286
)0'327)28-1-)2831%86-132-%0)20371%29%0)7()()6)',31%86-132-%0'%2Ì2-'3
287
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
E) VALORACIÓN FINAL
Uno de los contribuciones de mayor importancia, tanto en la doctrina co-
mo en la Jurisprudencia, será la distinción entre la incapacidad para con-
sentir, por falta del debido conocimiento o discreción, y la incapacidad pa-
ra asumir y cumplir las obligaciones conyugales que integran el objeto del
consentimiento. Se trata de unos de los avances de mayor trascendencia en
la comprensión y aplicación justa de los números 2.º y 3.º del canon 1.095.
La recepción de la doctrina del Concilio Vaticano II sobre el matrimonio
en la Constitución «Gaudium et Spes», la recepción del personalismo jurídi-
co, sienta las bases de esta nueva comprensión del matrimonio. Nuestros ca-
nonistas centran su atención en la ampliación del objeto del consentimien-
to y de la capacidad para el mismo, al integrar, como elemento esencial del
objeto del consentimiento, la comunidad de vida y amor. Una incapacidad
para asumir y cumplir las obligaciones conyugales, en el contexto de una
genuina relación interpersonal, en una comunidad de vida y amor.
913
Cf. L. VELA, «Communitas vitae et amoris», loc. cit.; PROF. J. DE SALAZAR ABRISQUETA, «Matri-
monio cristiano…», loc. cit.; BARREIRO SOMOZA, «La afectividad y percepción afectiva…», loc. cit.
288
$1(;26
8È8903()0'%4È8903
ANEXO I
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA EN LA MONOGRAFÍA
DE E. CASTAÑEDA
A) BIBLIOGRAFÍA JURÍDICO-CANÓNICA
914
Abreviaturas utilizadas: REDC, Revista Española de Derecho Canónico. RELJ, Revista
Española de Legislación y Jurisprudencia.
291
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
292
%2)<37
FUENTES: Acta Apostólica Sedis, 1909ss; Acta Sanctae Sedis, 1865ss; Codex Iuris Ca-
nonici, 1917; Corpus Iuris Civiles; Corpus Iuris Canonici (Friedberg, Lipsiae 1879-
1881); Collectio omnium conclusionum et resolutionum S. Concilii Tridentini (Pa-
llotini, Romae 1886); Decissiones nuperrimae, Roma 1751; Decissiones R.R. CORAM
(diversos autores); Decissiones R.R., Card. De Luca, Venetiis 1734; Decissiones
R.R., Prosperi Farinazii, Antwerpiae 1620; Retentiores decissiones, Venetiis 1697,
SRRD.
B) BIBLIOGRAFÍA MÉDICA
293
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
tría, Madrid 1942; LAURA, S., Tratatto di medicina legale, Torino 1874; LEGRAND DU
SAULLE, E., Etude medico-legale sur les testamentis contestés pour cause de folie,
París 1897; LOPEZ IBOR, J., Problemas de la psiquiatría actual, Barcelona 1949; MAI-
RET, A.-MARGAROT, J., La demence precoce, Paris 1920; MIGANZINI, J., Saggi di peri-
zie psichiatriche ad usso dei medici et dei giurisconsulti, Torino 1908; MIRA Y LÓ-
PEZ, E., Manual de psicología jurídica, Buenos Aires 1945; NERIO ROJAS, Medicina
legal, Buenos Aires 1942; «El divorcio y la locura», en La Semana Médica, Bue-
nos Aires 1924; NOVAL, G, «De semi-amentibus et semi-imputabilitati obnoxiis», in
Ius Pontificium IV, 1924; PITRES, A.-REGIS, E., Las obsesiones y los impulsos (trad.
J. M. González), Madrid 1910; REGIS, E., «Tratado de psiquiatría», en Biblioteca de
ciencias médicas; RIBOT, A., Las enfermedades de la voluntad (trad. E. Rubio),
Madrid 1922; RUIZ MAYA, M., Psiquiatría forense penal y civil, Madrid 1931; SANC-
TIS DE, S., «Debilidad mental y criminalidad», en La Scuola Positiva, 1915; SANCTIS
DE, S., y OTTOLENCHI, S., Tratado practico de psicopatología forense, Milano 1920;
SUÑER, E., «Neurosis de simulación», en Polythecnicum, 1918; SURBLED, J., La mo-
ral en sus relaciones con la medicina y la higiene (trad. A. de Soroa), Barcelona
1937; SMIDT, S., Medicina forense (trad. J. Vázquez Sanz), Barcelona 1925; TAN-
ZI, E., Psiquiatría forense, Milano 1911; TANZI-LUGARO, Malattie mentale, Milano
1923; UGARTE DE ERCILLA, «Los semiamentes», Razón y Fe, 1923; VALLEJO NÁJERA, A.,
Lecciones de psiquiatría, Madrid 1948; VERGER, H., La evolución de las ideas mé-
dicas sobre la responsabilidad de los delincuentes (trad. A. Vidal y Moya), Madrid
1922; VERMEYLEN, G., Los débiles mentales, (trad. J. Orellana), Madrid 1926; WEI-
GAND, W., Psiquiatría forense (trad. R. Luengo y A. Vallejo Nájera), Barcelona
1940; WYRSCH, J., Psiquiatría forense (trad. J. M. Sacristán), Madrid 1949; ZACHIAS,
P., Quaestionum medico-legalium libri 9, Lugduni 1724; ZIINO, Compendio di me-
dicina legali, Milano 1906.
294
%2)<37
ANEXO II
CUADRO COMPARATIVO
DE LAS TRES MONOGRAFÍAS ESTUDIADAS
(XGR[LR&DVWDxHGD 9tFWRU5HLQD $QWRQLR5HLQD
([WHQVLyQ 293 páginas 227 páginas la 195 páginas.
Monografía y 15
páginas específicas
sobre las
perturbaciones
mentales
7HPDV La enajenación mental El consentimiento El consentimiento matrimonial
WUDWDGRV como vicio del matrimonial, viciado por causa de la falta de
consentimiento y análisis anomalías y vicios, en discreción y por incapacidad
de las principales general. Un capítulo para asumir las cargas
enfermedades mentales. dedicado a la conyugales. Referencias a lo
incapacidad por falta aportado por la Comisión de
de discreción y de Reforma del Código.
madurez.
(VWUXFWXUD Toda la Monografía está Es una Monografía Toda la Monografía está
dedicada al estudio del dedicada al dedicada al estudio del vicio
vicio del consentimiento consentimiento. del consentimiento por causa
por causa de enajenación Solamente dedica un las perturbaciones psíquicas.
mental: Dos partes bien capítulo al tema que Puede constatarse dos partes,
diferenciadas. Una general nos interesa (las aunque no las divide
y otra específica sobre las perturbaciones expresamente. Una general y la
enfermedades mentales. mentales). segunda específica estudiando
las perturbaciones en concreto.
$SRUWDFLyQ Muy rica. La encontramos a Muy escasa, más Muy rica. La aporta tanto a pie
-XULVSUXGHQFLDO pie de página aseverando bien, nula. Ya de página para apoyar sus
las afirmaciones de su anticipa en el prólogo afirmaciones, como a final en
estudio. que no va a aportar un elenco aparte.
ninguna.
295
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
296
%2)<37
ANEXO III
TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DE ALGUNAS
DE LAS SENTENCIAS ESTUDIADAS
MONS. BONET
915
Es conveniente recordar que algunas de las Sentencias de Mons. Serrano, se encuen-
tran traducidas en su libro «Nulidad de matrimonio c. Serrano», Salamanca 1981. En concreto,
nos referimos a: Novae Aureliae de 5 de abril de 1973; Sacramentensis de 18 de noviembre
de 1977; Leodienensis de 12 de julio de 1978; Romana de 7 de noviembre de 1980.
297
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
298
%2)<37
poso indicada, los Jueces debieron por eso mismo constituir un curador, ya que exis-
tía duda sobre la enfermedad mental del demandado. Y no se puede objetar que los
Jueces en el tiempo del proceso juzgasen sano al demandado, porque así lo pare-
cía y daba respuestas suficientemente claras a las preguntas del Juez; pues, de nin-
guna manera consta un suficiente juicio en alguien sólo porque tiene una inteli-
gencia viva, sino que, como sucede en este caso, hay que consultar el asunto con
los peritos, pues solo ellos con argumentos científicos pueden resolver la cuestión,
al menos, sobre indicios de buen fundamento jurídico. Y no obsta la sentencia da-
da a favor del vínculo, porque se debió constituir el curador antes de la sentencia,
prescindiendo de su sentido.
299
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
300
%2)<37
301
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
302
%2)<37
303
-2'%4%'-(%()7=%231%0È%7)2)0'327)28-1-)2831%86-132-%0
cluir una incapacidad del esposo, la cual dice es posible, porque «… a la vez con-
servación y presencia de facultades de juicio en ciertos dominios y de afectividad
sana, y sectores (términos criticables) perturbados por las ideas delirantes de per-
secución y las perturbaciones del carácter que vemos evolucionar después del ma-
trimonio hacia una neta psicosis». Una tal conclusión no se puede decir plenamen-
te negativa.
27. Pero los Jueces de primera instancia, después de aportar las conclusiones
de los peritos, afirmaron que, teniendo en cuenta la discrepancia, las conclusiones
«no pueden dar certeza moral». Y puesto que los demás argumentos no eran ciertos,
invocando el favor del derecho, de que trata el canon 1.014, concluyen la causa con
una sentencia negativa.
28. Trasmitida la causa a N. S. T. en apelación, fue señalado ex officio el más
perito profesor Bruno Callieri, para que después de inspeccionar todas las actas y
de ponderar las pericias del doctor Rousset y del doctor Ey, diese su juicio.
29. El más perito juzga que es grande la discrepancia entre las dos antiguas pe-
ricias, incluso en la teoría, y las estima insuficientes por el fundamento teórico en
que se fundan. El profesor Callieri da un paso más en su examen de las actas, y ex-
pone así el caso a la luz de todos los elementos: «Todo lo aducido antes consiente
encuadrar el caso clínico en el ámbito de una personalidad sensitiva y esquizotími-
ca, más aún, esquizoide con toda propiedad, con un desarrollo deliroide de auto-
rreferencia sensitiva, cuyas manifestaciones netamente psicopáticas, de tipo delirante
persecutorio, las ha favorecido la vida matrimonial. No se puede hablar de larga ca-
támnesis, que consentiría una mayor seguridad diagnóstica a posteriori… El paso a
la fenomenología psíquica de tipo francamente psicótico delirante parece haberse
verificado con el matrimonio…; pero no se puede, permaneciendo a la objetividad
de los hechos, sostener que la psicosis, que se manifestó abiertamente después del
matrimonio, existiera ya virtualmente antes… Por eso…, me parece que la tesis del
doctor Ey, a pesar de lo sugestiva que es y la profundidad de su planteamiento, no
sea la preferible. Por otro lado, la tesis Rousset, en su doble desarrollo… no logra
evitar el escollo que constituye la psicología abstracta de los “sectores”». Después de
esta síntesis el más perito concluye en su informe: «… se puede afirmar que el de-
sarrollo sensitivo de Jorge…, no había todavía caído de hecho en la enajenación
propia del proceso paranoide, de las perturbaciones delirantes primarias. Con esto
vuelvo a “una valoración puramente clínica”, más de fiar en cuanto está menos li-
gada a presupuestos teóricos; la tesis de la doctora Rousset es sostenible con un
buen margen de seguridad, es decir, la imposibilidad de contraer un matrimonio vá-
lido esta bien lejos de estar probada».
30. Esta conclusión u opinión del más perito se ilumina más en su interrogato-
rio, donde él expone su parecer sobre los argumentos de la pericia del profesor Ey.
Declara el profesor Callieri: «La eventualidad, “extremadamente probable”, de la pre-
sencia en este caso de un desarrollo deliroide sensitivo de autorreferencia, entendi-
do en el sentido pleno de Kretschemer. Esta posibilidad es clínicamente sostenible,
es decir, por el examen de las cartas y a través de los testimonios». Al admitir esto es
congruente con la pericia del profesor Ey, pero discrepa de ella en cuanto al origen
de la enfermedad, pues dice: «Por lo que se obtiene de las actas se puede afirmar que
304
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clínica del más perito (delirio de referencia) en la época del matrimonio, Jorge era
en todo caso un grave enfermo mental, cuya conducta (ya constitucionalmente anó-
mala) estaba influenciada por ideas delirantes múltiples, extravagantes, con seguri-
dad enajenantes. Mantengo sobre todo que todo su psiquismo estaba profundamen-
te trastornado por el proceso morboso en evolución de modo que estaban ciertamente
presentes en él defectos graves no sólo de la vida afectiva-volitiva, sino también de
la inteligencia». Los Padres juzgaron estas conclusiones del muy perito fundadas y su-
ficientes para establecer la incapacidad de Jorge para contraer matrimonio.
35. Apoyados, pues, en las razones que aducen, sobre todo, el profesor Ey y
el muy perito Bartolini, que afirma y prueba que el demandado estaba afectado por
la enfermedad esquizofrénica en el tiempo de las nupcias, y explica bien las opi-
niones discrepantes de los peritos Rousset y Callieri, los Padres juzgaron constar de
la nulidad del consentimiento del demandado por causa de su locura, al menos del
grado de que se trata en la exposición del derecho hecha antes, sea cual sea la na-
turaleza de la perturbación psicopática. Por lo demás, las afirmaciones del muy pe-
rito Bartolini y sus explicaciones parecen ser plenamente congruentes con los he-
chos y episodios que sobre el modo anormal de actuar del demandado narran en
las actas, tanto la actora como muchos testigos, de cuya honestidad y veracidad no
se puede dudar.
36. Ponderando todo según el derecho y los hechos, Nosotros los infrascritos
Auditores de turno sentenciamos: Consta, ya sea la nulidad de la sentencia de pri-
mer grado, o sea del Tribunal Valleguidodense dada en 25 de junio de 1960, ya sea
la nulidad del matrimonio; se prohíbe al demandado, Jorge, el paso a nuevo matri-
monio.
Roma, en la Sede del Tribunal de la S. R. Rota, el 11 de diciembre de 1967.
MANUEL BONET, ponente.
Luciano Anné.
Juan A. Abbo.
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De gran importancia, para la prueba de esta causa, son los testimonios de los
médicos que trataron al enfermo de cuya discreción de juicio se juzga.
3. Hechos.– Se ha oído a los médicos que trataron al demandado y, sobre to-
do, a los doctores que le prestaron sus cuidados antes de la celebración del matri-
monio.
Sobresalen en las Actas cuatro testimonios, sin duda de gran importancia, de los
médicos que trataron al demandado antes de la celebración del matrimonio, los cua-
les hablaron ante los jueces de la enfermedad que por entonces aquejaba al de-
mandado; se añaden a éstos, otros seis testimonios de los médicos que trataron al
convenido inmediatamente después de la celebración de las nupcias, o mejor dicho,
desde el viaje de novios.
El primer médico que examinó al demandado fue el doctor Hernán Vergara, pe-
rito en psiquiatría, que lo atendió durante el primer semestre del año de 1958 (el
demandado contrajo matrimonio el 15 de agosto de 1959), quien declaró en el jui-
cio estas palabras de gran importancia: «Durante el tiempo en que lo traté, o sea, en
el primer semestre de 1958, presentaba graves trastornos psicóticos y…, estos tras-
tornos se le presentaban desde el año en que…».
Y de los síntomas que se manifestaban en el demandado, el declarante dijo:
«… sufría de graves alteraciones de juicio, consistentes en interpretaciones deliran-
tes, mal ordenadas, casi oníricas, y de alteraciones afectivas proporcionales a las in-
terpretaciones delirantes…, además…, actuaba de modo inadecuado a la realidad
de las situaciones…». Todos estos son los síntomas propios de la amencia, que han
de considerarse, en nuestra jurisprudencia, como una prueba cierta de la deficiente
discreción de juicio para contraer.
Prosiguiendo lógicamente en su deposición, el testigo advirtió: «… cuando supe
que se había casado, tuve la impresión de que se había cometido un acto de extre-
ma imprudencia y que, si hubiese sido consultado, lo habría desaconsejado cate-
góricamente, aun en el caso de que, durante el periodo de tiempo en que lo perdí
de vista antes de su matrimonio, no presentase síntomas…». El testigo atribuyó la
responsabilidad de la interrupción del tratamiento del demandado a su padre, quien
«me da la impresión de que había minimizado la gravedad de la enfermedad de su
hijo y presionaba en el sentido de eludir los medios terapéuticos proporcionales a
la gravedad del caso». Finalmente, preguntado por el juez sobre la capacidad del de-
mandado para emitir un consentimiento válido, sostuvo que «estaba imposibilitado
para realizar un acto tan importante como el matrimonio, a causa de sus trastornos
mentales».
En esta época, o mejor dicho, simultáneamente con el mencionado doctor, tra-
tó al demandado el médico Georgius Huerta, perito neurólogo, que añadió otras ra-
zones de gran importancia: «En la época de la consulta médica (18 de abril de 1958)
padecía diariamente crisis de desorientación que duraban casi cuatro horas, duran-
te las cuales su conducta era semiautomática. Presentaba también fenómenos psí-
quicos de pensamientos violentos…, también otros fenómenos psíquicos, como el
del “ya he visto”…». Y diagnosticó: «A mi juicio, como neurólogo, los síntomas que
descubrí constituyen una cuadro evidente de una enfermedad cerebral orgánica, lla-
mada epilepsia psicomotora, cuya causa pudo ser el trauma craneoencefálico o le-
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jo que aún sentía por mí un gran afecto y me propuso que nos casásemos… Por en-
tonces Eduardo era novio de Clemencia, pero sus celos lo impelieron a intentar rom-
per con ella y casarse conmigo».
La actora, Clemencia, inmediatamente notó este carácter inconstante del hom-
bre, pues declaró: «La víspera del matrimonio, cuando estaba con Eduardo para re-
cibir los regalos, hacia las once de la noche, repentinamente me dijo que se iba…,
me dijo que había mirado a Jorge, y que se casaba el día siguiente sólo porque ha-
bía dado su palabra; y en efecto, se marchó de la casa». Y refiriéndose al tiempo
después de las nupcias, la demandante añadió: «Eduardo me siguió manifestando
sus celos exagerados, hasta el extremo de que no podía salir a ninguna parte, ni tra-
tar con nadie, porque de cualquier cosa sacaba un pretexto para mostrarse celo-
so.…». Y a mayor abundamiento: «Dos meses después del matrimonio… supe que
había sufrido una enfermedad mental y que había sido hospitalizado por esta razón.
Lo supe con motivo de una conversación que sostuve en Nueva York, durante el
viaje de novios, en la que él intentaba explicarme su conducta para conmigo, es de-
cir, sus celos exagerados y enteramente infundados…».
De lo que sucedió en la ciudad de Nueva York, durante su viaje de novios, e in-
mediatamente después del regreso de los cónyuges a la ciudad de Bogotá, han ha-
blado numerosos testigos; sin embargo, ante todos se oyó a la madre de la deman-
dante: «… inmediatamente después del regreso de los esposos de Estados Unidos,
el doctor Bernardo Samper, que trataba a Eduardo, lo encontró muy nervioso y cre-
yó necesario que visitase a un psiquiatra. Lo envió al doctor Martínez Rueda, el
cual…, nos dijo que se creía en el deber…, de comunicarnos que encontraba el es-
tado de salud de Eduardo muy preocupante y que era necesario internarlo inme-
diatamente en el hospital…, nos dijo que la enfermedad de Eduardo podía arras-
trarlo a un estado peligroso para él y para su esposa…». Todo esto fue confirmado
por numerosos testigos. El padre mismo del convenido, que es su curador, declaró:
«… Llegó muy perturbado y ambas familias, de común acuerdo, lo internamos por
vez primera en la Clínica». Este precipitado ingreso en el nosocomio, poco después
del matrimonio, es una nueva y eficaz prueba (que se añade a las precedentes) de
la falta de discreción necesaria de juicio para contraer.
En cuanto a los testigos de lo que sucedió en la ciudad de Nueva York, duran-
te el viaje de novios, están la hermana de la demandante y su marido, además de la
hermana del propio convenido. Álvaro, marido de la hermana de la demandante,
declaró: «El día acordado vinieron al hotel Clemencia y Lina, hermana de Eduardo…
prorrumpieron en llanto…, el motivo de su desgracia era que Eduardo estaba muy
extraño…, se mostraba, sobre todo, extraordinariamente celoso de ella, hasta el pun-
to de que bastaba que pasase delante de ellos otro hombre por la calle, para que
súbitamente se enfureciera y dijera las cosas más terribles…, luego regresaban a ca-
sa y entonces Eduardo comenzaba con el arrepentimiento… Estas cosas se produ-
cían diariamente. Mi mujer y yo mismo pudimos, más tarde, comprobar la veraci-
dad de cuanto había dicho Clemencia». Estas palabras fueron confirmadas por la
hermana de la demandante, la señora Eleonora.
No es preciso detenerse en los testigos que manifestaron sobre lo que sucedió
después de las nupcias, porque, por entonces, los médicos, oídos anteriormente ya
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que el hombre pueda hacer…». Nosotros, por las razones hasta aquí expuestas, sos-
tenemos esta conclusión cierta.
6. Examinados convenientemente este caso tanto de derecho como de hecho,
Nosotros los Auditores de turno que subscriben fallamos que consta la nulidad del
matrimonio en este caso, se prohíbe al demandado contraer nuevas nupcias.
Ejecútese la decisión.
1. En otoño del año 1949 Juan María tuvo un encuentro casual con la joven Jua-
na que no estaba bautizada. Pocos días después el hombre, profundamente enamo-
rado de Juana, le propuso contraer matrimonio, pero para celebrar el matrimonio la
mujer debió convertirse a la religión católica y el día 2 de Febrero de 1950 recibió el
Bautismo. Dos días después, el 4 de Febrero de 1950 se celebró el matrimonio. En
ese momento el varón contaba con veintiséis años, la mujer, en cambio, con diecio-
cho. Poco tiempo se mantuvo feliz la vida común a causa de las disputas y de la in-
fidelidad de la mujer, llegando a resultar imposible de tal manera que el esposo, a fi-
nales del año 1954 rompió la convivencia conyugal. Por fin, el día 7 de Agosto de
1956 Juan presentó en el tribunal la demanda de nulidad. El día 5 de Octubre se acor-
dó el «dubium» de este modo: «Si consta la nulidad del matrimonio, en el caso, por
defecto de consentimiento por parte de la mujer, por miedo grave, por amencia, por
ánimo de no contraer matrimonio indisoluble, por exclusión del derecho al acto con-
yugal». Según la norma del Derecho, al acusar de amencia se debía nombrar un «cu-
rator» (tutor) a favor de la parte que se presume tiene una mente débil, lo que no se
hizo ni siquiera en segunda instancia, puesto que los peritos que examinaron a la
mujer en primera instancia la consideraron de mente sana.
El Tribunal Halifaxensis por sentencia del 1 de Abril de 1959 determinó afirmati-
vamente por defecto del conocimiento requerido para el consentimiento matrimo-
nial, según el canon 1082. En la apelación en el Tribunal de Québec, el día 16 de
Octubre de 1959, todos los argumentos de la acusación fueron rechazados. En esta
tercera instancia ante N.S.T se ha de responder al dubium con la fórmula acostum-
brada: «Si consta la nulidad del matrimonio, en el caso». Ya que se han rechazado tres
argumentos en la doble sentencia negativa, queda ahora ver el defecto de conoci-
miento y de discreción admitido en primera instancia.
2. Normas del derecho.– Para el caso del que nos ocupamos se ajustan bien es-
tas palabras de Gasparri: «Aunque el consentimiento matrimonial es el acto de vo-
luntad de dar y aceptar el derecho perpetuo y exclusivo al cuerpo en orden a los ac-
tos capaces por sí de generación de la prole, sin embargo no es necesario un acto
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explícito de voluntad de todos éstos, sino que es suficiente el implícito» (De matri-
monio, vol. II, n. 780. an. 1932)
En verdad para que una parte quiera implícitamente no es suficiente que asuma
todas las obligaciones del matrimonio, también se requiere discreción o madurez de
juicio adecuada al contrayente de tal modo que pueda entender la naturaleza y la
obligación del contrato (Gasparri, op. cit., n. 783). Además, «cuando falta de este mo-
do la madurez suficiente de juicio para entender o elegir el matrimonio, sea por una
alienación habitual del ánimo, sea por una perturbación pasajera, sea por debilidad
psíquica, hay agencia en el juicio contractual» (Sentencia c. Sabatini, 24 de febrero
de 1961; Apollinaris, 1961, pág. 632)
De todo esto resulta que la cuestión del defecto de discreción de juicio no se re-
duce a una mera cuestión de ignorancia. Aunque cada uno de los dos defectos ven-
ga con el nombre de vicio del consentimiento, aun cuando falte algo de entendi-
miento, sin embargo, como advierte Lorena: «en sí un argumento parece tener carácter
distinto del otro.Pues el uso de la razón y de madurez de discreción es un elemento
tan radicalmente propio del sujeto que parece que ha de tratarse bajo la considera-
ción de capacidad de las personas, por el contrario la ciencia debida y la compren-
sión de la verdad pertenecen directamente más bien a un defecto del mismo acto de
la emisión del consentimiento» («De ignorancia influxu in matrimoniali consensul», in
Apollinaris 1953, págs. 348-349).
Se ha de advertir finalmente que en el caso que nos ocupa el patrono (protector)
intenta que se razone con las opiniones por parte de los peritos; y conviene distin-
guir entre el concepto clínico y el concepto jurídico de discreción de mente. Las cien-
cias particulares, como la psiquiatría y la psicología experimental se mueven con prin-
cipios particulares; en cambio, las ciencias morales y jurídicas aplican principios
universales; así pues, la psiquiatría bien puede declarar que un sujeto no goza de ple-
na discreción mental y un jurista considerarlo, por el contrario, capacitado para los
actos humanos, morales y jurídicos.
3. Hechos.– Examinadas las actas ciertamente no se puede dudar de que la mu-
jer en el momento del matrimonio había tenido conocimiento no sólo teórico sino
práctico también de las cuestiones que atañen al matrimonio. Pues Juana confiesa:
«Él tuvo relaciones conmigo la noche del matrimonio. Yo no puse objeción alguna»
Y el juez que la interrogaba, dice: «Yo no me opuse porque sabía que debía hacer-
lo». Incluso el perito Alexander Gothie pudo saber por la misma esposa: «durante los
meses de noviazgo Giovanna y Giovanni se vinieron a la casa de unos vecinos […]
Aquí durmieron juntos y tenían relaciones sexuales. De ella no siguió embarazo». Ex-
cluida la ignorancia no se sigue necesariamente, en la medida en que se señala en
Derecho, que la casada tuviese una adecuada discreción o madurez de juicio con-
tractual.
4. Ciertamente no la se puede considerar demente entre los arrebatos, pues se
le debe oír ya que acusa a su marido de mentiroso ya que tiene por falsa «la afirma-
ción de mi marido que yo habría ido a un psiquiatra a Camp Hill». Y dando por ter-
minada la cuestión genérica si algo tuviese que ser añadido, quitado o corregido, la
mujer confiesa: «Yo estoy perfectamente sana.Estoy dispuesta a ir a un psiquiatra si
es necesario». Por lo que fue enviada a dos peritos en el arte de la psiquiatría por los
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jueces de Primera Instancia. Ni uno ni otro perito pudieron afirmar que Juana estu-
viese afectada de enfermedad mental. Así lo aseguraron los peritos. Escribió el peri-
to A. Guthrie Banedoch: «Yo soy del parecer de que Juana estaba físicamente madu-
ra en el momento del matrimonio, pero como ocurre en la vida moderna estaba
emotivamente inmadura y tenía una fuerte resistencia a la idea del matrimonio». Y el
perito D. Eduardo Ryan en su examen oral: «creo que en el momento del matrimo-
nio ella se daba cuenta de lo que es el matrimonio, pero no creo que se diese cuen-
ta de todas las consecuencias, vivir en casa, formar una familia y la materia sexual
relativa al matrimonio. Creo que se daba cuenta de que estaba obligada a tener re-
lación conyugal con el marido si él expresaba el deseo de tenerla».
Nadie niega lo rectamente que han procedido los jueces de Québec aseverando.
«los peritos afirman que la esposa ni de amencia ni de debilidad mental está afecta-
da ni ahora ni en el momento del matrimonio». Esto se ha examinado ya suficiente-
mente.
5. Ni en este capítulo se puede añadir lo que el patrono de la parte actora ha
intentado añadir. El hábil abogado expuso a favor de su tesis: la mujer agitada en su
corazón y en su ánimo no pudo liberarse de estos tormentos, ni de este odioso ma-
trimonio elegido sin voluntad humana, especialmente porque era débil de voluntad,
insensata e incapaz de oponerse a la voluntad de su madre.
Sin embargo que la mujer ni ha sido ni es carente de inteligencia ya probamos
antes y sin duda por los testimonios de los peritos que juzgan a la esposa de «inteli-
gencia normal». En cuanto a las otras cosas que el patrono ha escrito acerca de la de-
bilidad de voluntad de la esposa y acerca del dominio de la madre no nos compete
puesto que pertenecen al capítulo de violencia y miedo que ya por una doble deci-
sión fue abandonado. Y no es lícito abrir este capítulo de nuevo. Quizá hubiera he-
cho bien al patrono si se hubiera interrogado a los hermanos y hermanas de la es-
posa, pero en esta sede ya no se puede discutir sobre esto.
6. Por los hechos queda probado que la esposa después del matrimonio no ha-
bía guardado la fidelidad conyugal; en efecto, el testigo Gladis expuso: «Yo pensé
siempre que era muy extraña y que tenía cualquier anomalía en su mente. Hacía co-
sas extrañas como por ejemplo llevar a casa otro hombre con la mayor desenvoltu-
ra y yo naturalmente le ordenaba que mandase a la calle al hombre». Lo mismo ase-
gura la señora Roland: «Yo diría que no es normal para una joven casada estar en un
coche aparcado con otro hombre a las dos semanas del matrimonio mientras el ma-
rido estaba en el servicio (trabajo)». Y el testigo Hilda dice: «Yo recuerdo que Juana
parecía hipersexual, y esto lo deduzco de su comportamiento y de sus insinuaciones
provocativas cuando estaba presente un hombre». Así los testimonios hablan de la
infidelidad de la esposa pero no dicen nada acerca del estado de la mente de la es-
posa. Por lo demás que la infidelidad de la esposa no puede atribuirse a una enfer-
medad mental existente en el momento del matrimonio ya lo dejaron claro los peri-
tos en este caso.
7. Finalmente casi todos los testigos dejaron claro que la esposa no tenía nin-
guna inclinación al matrimonio. Así Hilda «Juana no tenía ningún interés en el matri-
monio», y Rosa afirma: «a mi me parece que tiene un temperamento muy infantil y
no me parece que se encuentre desarrollada en conformidad a su edad»; finalmente
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el testigo Rolan afirma igualmente que la esposa no estaba capacitada para el matri-
monio: «Yo diría que ella era muy inestable y absolutamente incapacitada para el ma-
trimonio». Lo que es confirmado por los padres, pues el padre dijo: «No creo que ella
estuviese preparada para el matrimonio». Y la madre: «no creo que ella estuviese pre-
parada para este tipo de vida y que fuese una buena ama de casa».Esto, aunque sea
verdad en nada afecta a favor de la nulidad por falta de discreción de juicio, pues
para probar que la mujer carecía de discreción para contraer matrimonio se requie-
re que no esté sana de mente, o esté afectada por una grave enfermedad mental ya
congénita o adquirida. Lo que de ningún modo se prueba en el caso.
Y no se puede asegurar por las conclusiones de los peritos que la esposa, sin en-
fermedad o debilidad mental alguna, no tuviese conocimiento estimativo para con-
traer matrimonio: en ningún momento ocurre esto según la opinión de aquéllos. Y
además ya dijimos que conviene distinguir entre concepto clínico y concepto jurídi-
co de discreción mental.
El perito Banedoch aseguró: «Yo diría que cuando se desposó con Juan no tenía
un conocimiento valorativo del matrimonio a causa de la inmadurez emotiva». Y otro
perito, el doctor Ryan concluye: «Yo diría que ella no era capaz de hacer frente a la
situación como lo haría una joven normalmente madura en su edad». Estas afirma-
ciones nada añaden en nuestro caso: los peritos, concluyendo de este modo, sobre-
pasan la esfera de su competencia.
Estas afirmaciones parecen demasiado genéricas y se contradicen. Vgr., «la Sra.
Giovanna es de una inteligencia normal» y el perito Ryan, interrogando a los Jueces
afirma: «¿Qué valoración daréis sobre su capacidad crítica y su juicio?» y responde «co-
mún o levemente por encima de la media».
Las afirmaciones de los peritos finalmente no se fundan en ninguna enfermedad,
ni son acompañadas de ningún diagnóstico, puesto que ni ellos mismos se ponen de
acuerdo en admitir que «la esposa no es psicótica ni marcadamente neurótica». Se-
gún esto no se puede de ninguna manera negar a la mujer casada la capacidad de
contraer válidamente matrimonio.
Después de examinadas todas las cuestiones de derecho y de hecho, Nos los in-
frascritos Auditeres de turno sentenciamos: que no consta la nulidad de matrimonio
en el caso.
Roma, en la Sede del Tribunal de la S. R. Rota, el 1 de junio de 1966.
MANUEL SALVADOR CANALS, Ponente.
Carolus Lefebvre
Hugo Felice.
1. Después de tres años del primer encuentro en una fiesta escolar, José, que
había regresado del noviciado de los Jesuitas, con 24 años, se casó con Muriel, cua-
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tro años mayor que él, el 1 de Julio de 1971 en el colegio S. Aloisio de la misma
compañía de Jesús. La convivencia duró nueve meses, incluso tuvieron un hijo. La
mujer, por razones de las que sólo tuvo conocimiento después del matrimonio y
que la obligaron a separarse, el día 26 de Abril de 1973 presentó la demanda supli-
catoria al Exmo. Ordinario Melitense para obtener la nulidad del matrimonio por
ineptitud (incapacidad) mental del esposo.
Éste, habiendo abandonado la vida religiosa por consejo de sus superiores que
no lo consideraban capacitado para la disciplina de la vida común, dotado de gran
inestabilidad de carácter, se había sometido a diversas curas de los médicos y a re-
petidos cambios de oficio; después del matrimonio su excesiva intemperancia de
carácter y la radical inestabilidad del ánimo hicieron insoportable a la esposa la co-
munión de vida.
La sentencia a favor de la nulidad se dio el 9 de Julio de 1976 sin que se asig-
nase formalmente un «curator» (tutor) sino solamente un procurador que represen-
tase al esposo en el tiempo de ausencia de la isla hasta, y sin haber presentado nin-
gún informe pericial.
2. Apelando el Defensor del Vínculo antes de que la decisión afirmativa de pri-
mer grado fuese tenida por confirmada, según las normas M. P. Causas matrimo-
niales. Y por Decreto de 18 de Febrero de 1977 los jueces infrascritos remitieron la
Causa al trámite ordinario de otra Instancia, puesto que había llevado un caso de
no fácil estimación y sin la ayuda formal de un psiquiatra. Algo que no fue exigido
inexplicablemente por el Patrono de Oficio, por lo que la Causa sufrió excesivas de-
moras. Por un primer decreto los jueces rogaban que se dilatase al no tener reali-
zada la prueba pericial. Finalmente completada la Causa con la instrucción suple-
toria, ahora ya se ha de responder a la cuestión propuesta: Si consta de la nulidad
del matrimonio en el caso.
3. Normas del derecho.– La Iglesia siempre quiso con las debidas disposiciones
a los que admite a los sagrados misterios, de tal modo que según la índole de cada
uno de los sacramentos se exige la conveniente capacidad. Puesto que si parece ló-
gico que se goce del necesario uso de razón para que a uno se le administre la Eu-
caristía mucho más se entiende en los otros sacramentos que no son propios ya de
la iniciación cristiana sino de cristianos adultos como es el matrimonio. En este ca-
so vale un argumento peculiar, ya que en los otros sacramentos, excepto el de la
Penitencia, la materia está fuera del sujeto y se le aplica, pero en el sacramento del
matrimonio el mismo sujeto se ofrece como ministro y como materia, de tal mane-
ra que lo que afecta en los otros a la licitud o fructuosa recepción con más facilidad
en el matrimonio impide la validez del pacto.
4. Pero al igual que en la recepción de la Eucaristía la disciplina de la Iglesia
no permanece inmutable en el tiempo debido a una adecuada valoración de la na-
turaleza del sacramento, así no es de extrañar si ocurre lo mismo respecto al matri-
monio. No por otra razón con la asistencia del Divino Espíritu la Iglesia en el Con-
cilio Vaticano II declaró que la esencia del matrimonio es la mutua entrega y
aceptación de las personas de los cónyuges (Gaudium et Spes 48) De ahí que se ha
de exigir que las personas que se acercan al matrimonio han de poseer un grado
formal de personalidad para poder ser ministros del matrimonio y además para ser
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cias viene referida al modo en cómo nos encontramos insertos en el encuentro con
otras personas, sobre nuestra necesidad de sentirnos protegidos y seguros, o por el
contrario sobre nuestro éxito al advertir la felicidad que proviene al donar a otros
esta protección o seguridad; es, entonces, cuando sentimos la capacidad de amar y
de estima» (Ib., pág. 12).
E igualmente Ey-Bernard-Brisset: «Pero la alteración conflictiva de la personali-
dad característica de la persona neurótica agrega al cuadro clínico sus síntomas fun-
damentales. El neurótico es un hombre para quien los problemas de la coexisten-
cia con el otro son insolubles (por lo menos no resueltos) pues no alcanzan su propia
identificación. La patología de esta autoconstrucción del personaje está profunda-
mente enraizada, como Freud y su escuela lo han observado bien, en las primeras
relaciones con el objeto y las identificaciones que ellas facilitan o inhiben. Pero se
prolonga y continúa en el curso del desarrollo de la existencia. Ésta desde entonces
está profundamente trastornada, especialmente en sus relaciones con el otro y en
particular con el medio familiar […]» (cf. Tratado de Psiquiatria, Ed. Hisp., Barcelo-
na 1975, pág. 110).
Todo esto ayuda mucho a que se llame verdadero matrimonio el de aquél que
tenga como verdadera su propia identidad y pueda entregarla: no es verdadero si
no se ofrece como real ni es capaz de percibir la verdad del otro.
8. Así el carácter estable del pacto conyugal que una vez nacido alcanza per-
petuidad. Piensa el pueblo que la inconstancia es el modo de ser propio de los ni-
ños. El hombre se muestra como adulto sin duda por la firmeza de sus juicios y opi-
niones así como por su afecto. El asunto tiene una más profunda y radical explicación
más que por la edad física por la coherente evolución de la personalidad: de ahí
que la «ambivalencia», típico desorden de la personalidad, se entiende como signo
de una personalidad aún no afirmada («no madurada»): «Origen de la ambivalencia
del obseso: Esta lucha conlleva, en relación a los problemas que se plantea el suje-
to, una actitud que recuerda y que repite la actitud del niño, en relación a una su-
jeción mal tolerada. El niño se inclina ante la fuerza, pero intenta «desquitarse» por
medio de un procedimiento de defensa que tiende a anular su sumisión. Así pro-
cede el obseso con sus actos ambiguos y sus posiciones ambivalentes. Quiere cas-
tigarse por adelantado para autorizarse depués un comportamiento prohibido. O
bien se obstina en llevar hasta el extremo el mantenimiento de una norma para de-
mostrar su absurdidad […]» (cf. Ey-Bernard-Brisset, op. cit., pág. 439).
Que se requiere para el vínculo perpetuo no otra cosa que la obligación posible
de permanecer en una cierta estabilidad de afecto. No lo niega nadie.
9. Todo esto de modo admirable lo dice respecto del matrimonio H.S. Sullivan.
En efecto, éste ve la «exigencia de intimidad personal» y una «adecuada evolución
del sexo» como signos inequívocos del hombre adulto. «Como el inicio de la edad
escolar se caracteriza por un cambio muy significativo […] así el inicio de la pre-
adolescencia está caracterizado de un modo igualmente notable, en mi esquema
evolutivo, en los aspectos de un nuevo tipo de interés por otra persona. Aunque es-
te cambio es consecuencia de la madurez, del desarrollo de la experiencia […] Sin
embargo ello no sobreviene en el sentido de «¿qué es lo que debo hacer para obte-
ner aquello que quiero?», sino en el sentido de ¿qué debo hacer para contribuir a la
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12. Lo que precede no parece afectar tanto al consenso cuanto a la misma re-
lación interpersonal en la que el matrimonio de hecho se establece. Así pues si el
matrimonio se entiende simplemente como el consenso de dos en una misma vo-
luntad (un mismo acuerdo) podría alguien afirmar que la misma imagen formal del
pacto la han entendido y querido los cónyuges, pero, si como se debe, miramos a lo
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sustancial del pacto que no es otra cosa que la mutua entrega y aceptación interper-
sonal aparecerán muchos y más graves defectos si uno y otro cónyuge no quiere en-
tregarse y recibir al otro de la misma manera, o lo que es peor, no es lo mismo.
Por lo demás si se entiende rectamente el vínculo como el que conduce los de-
rechos y obligaciones del estado conyugal, capacidad de cumplir aquello a lo que
alguien está obligado, estamos dentro de la esencia del pacto, como recientemente
nuestra Jurisprudencia declaró aplicando al matrimonio un dicho fundamental del
Derecho: «Nadie está obligado a lo imposible» (cf. c. Lefebvre, 2 de diciembre de
1976, SRRD vol. LIX [1967], pág. 803; c. Pompedda, 6 de octubre de 1969, SRRD vol.
LXI [1969], pág. 916; c. Serrano, 5 de abril de 1973, n. 15).
13. Todo esto debe finalmente acomodarse con la naturaleza fundamental del
matrimonio, accesible a todas las personas, y, sin duda, con la razón del derecho
natural que corresponde con el «derecho a casarse».Pero no se debe evitar el pre-
sumir en cada hombre aptitud para el matrimonio, ni el rigor con que en estas cau-
sas se ha de proceder con pruebas estrictas: más claramente la examinada natura-
leza del matrimonio debe ejercer su influencia a través de una minuciosa investigación
de la madurez personal de los cónyuges. Pues el derecho de casarse no se ha de te-
ner con mayor amplitud que el derecho del hombre.
14. Los hechos Para examinar con mayor claridad la personalidad del esposo
y su capacidad para el matrimonio, tenemos en cuenta la pericial del Prof. Scapic-
chio que así describe al varón: «Y está fuera de duda que José se debe identificar,
en líneas generales, con el psicópata inseguro. Pero es útil recordar, en relación a
las descripciones tipológicas, que éstas no han de ser consideradas como compar-
timentos aislados, siendo frecuente la observación en la práctica clínica de cuadros
mixtos no derivables, en sentido estrito, exclusivamente a uno u otro “tipo” […]. He
aquí, pues, que el compareciente presenta una personalidad con elementos depre-
sivos o asténicos o coaccionados que contribuyen a describir una anormalidad de
la misma, más allá del primitivo elemento psicopatológico de inseguridad […], esta
última, la verdadera y propia raíz de los comportamientos de José, descritos en los
testimonios, nace del profundo sentimiento de desconfianza en sí mismo y sus pro-
pias capacidades, de su baja autoestima, y a la incapacidad de afrontar y resolver
con firmeza los múltiples problemas existenciales; en resumen, de lo que K. Sch-
neider llama «inseguridad interior». Ello es indudablemente una herencia de la edu-
cación y de la influencia ambiental, pero que no excluye, para llevarse a cabo y de-
terminarse, de una predisposición constitutiva […]. En este sentido, por tanto, la
anomalía del compareciente era ciertamente, anterior a la fecha del matrimonio y
parece superflua, para nuestros cometidos, la discusión sobre la importancia del mo-
mento etiológico constitutivo o ambiental. Ahora se entienden mejor ciertos rasgos
emergentes de los relatos de los testigos: perfeccionismo, inestabilidad, insatisfac-
ción, rigidez, introversión, cerrazón a la relación con otros y, por convergencia, mo-
mentos de gran agresividad con la mujer y con los estudiantes […]. No hay duda,
desde la base de todo lo expuesto hasta ahora, que el compareciente haya mani-
festado, en la sintomatología muy aguda culminada en la amenaza de suicidio […]
una verdadera y clara depresión ansiosa neurótica […]. Se ha visto, a continuación
[…], que el modo de manifestación de las depresiones ansiosas del compareciente
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los otros era tal que las personas podían volverse intolerables en sus peticiones. Las
decisiones que él podía tomar podían ser caprichosas e impulsivas y a menudo al-
tamente inconstantes» […]. «Según mi experiencia general estas personas hacen su
vida y la de los otros muy infeliz y a veces él puede asumir plena responsabilidad,
pero normalmente descarga mucha de la responsabilidad sobre los otros» […] «Se-
gún mi parecer esto habría sido difícil» […]. «Q.: Según él José ¿podía instaurar y es-
tablemente mantener una comunión de vida con una mujer?».
Dr. P.: «En la fase aguda se da una minusvalía de la facultad intelectiva del indi-
viduo […], sus decisiones están siempre condicionadas por las características de su
personalidad […]».
16. Sobre éstas (afirmaciones que establecen dudas acerca de la incapacidad
del esposo, no se deben negar las conclusiones legítimas, señalando
a) El perito de oficio, que sin duda está a favor de inhabilitación, concuerda
con el juicio de los restantes doctores: «Comparto el diagnóstico del Dott.
G., que comparte, como él mismo declara, con aquella expresada por el
Dr. P.».
b) Los médicos responden al juez que no tienen modo de investigar a fondo
todo el asunto.
c) El perito tenía muchas cosas a su disposición, las cuales estaban escondidas
a los médicos, o al menos no las contemplaban como hizo aquél sometien-
do a examen todos los actos.
d) El mismo perito hace notar que sus conclusiones valen «ad casum», mien-
tras que los doctores hablan más de los actos que comúnmente suceden.
e) Sin embargo no son muchas las contradicciones que aparecen en algún mo-
mento o en la terminología. Pues lo que realmente interesa por supuesto el
efecto a través de la razón para el matrimonio, igualmente puede producir-
se tanto por verdadera enfermedad como por un enraizado desorden de la
personalidad. Finalmente aunque puede descubrirse con mayor claridad la
incapacidad por una grave enfermedad psíquica, no se ha de excluir, sino
que por el contrario se ha de sostener que una anormalidad más grave de
la personalidad puede ofrecer mayores efectos relativos a la incapacidad
conyugal que una leve enfermedad. Lo que se comprueba en el caso con la
ayuda del perito.
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que José era un tipo muy extraño y se comportaba de un modo, a mi juicio, no del
todo normal. Joseph tenía un diario personal que redactaba con la máxima meticu-
losidad introduciendo incluso las mínimas circunstancias. Llevaba el diario de un mo-
do tan meticuloso que incluso el aplazamiento por algunos minutos lo irritaba. En
casa se comportaba muy extrañamente: se enfadaba por una nadería, gritaba, rom-
pía la vajilla, decía que iba a acabar en un manicomio. Durante estos ataques confe-
saba abiertamente que no era capaz de controlarse y me decía que me fuese y lo de-
jase solo. Con el pasar del tiempo empezaron entre nosotros peleas porque a Joseph
se le metió en la cabeza que quería emigrar y yo no estaba de acuerdo, y cuando me
acerqué a su madre para comunicarle la decisión de José, ella me dijo: “sería mejor
contentarlo que encerrarlo en un manicomio”. Yo me llegue donde el doctor Abram
(psiquiatra) que seguía tratando aún a José para comunicarle la decisión y el Doctor
Abram me dijo que telefonaría a mi marido para decirle que en el estado en el que
se encontraba no podía tomar una decisión así. Sabía que José no estaba contento
con su trabajo […], decía que el trabajo bancario no iba con él, nunca ha dicho qué
trabajo prefería […]. Los desacuerdos continuaban en toda la vida conyugal, porque
Joseph era un tipo incapaz de contentarse y según decía no era capaz de mantener
una decisión tomada por él mismo […]».
Notaba que después de las crisis que he descrito, José quería llegarse a casa de
sus padres para discutir con ellos, porque, según él, «solo ellos podían entenderlo
[…]. A veces cuando se llegaba a casa de los padres, por la noche volvía conmigo
hacia la una de la mañana tranquilo […]. No puedo encontrar ninguna razón para
que José fuese a casa de sus padres para desahogarse y hacerse entender por ellos,
porque sus padres no eran gente de cultura […]».
Incluso la vida íntima sexual sufrió detrimento por la anomalía del esposo. Sus-
tancialmente los mismos, con sus diversas y lógicas interpretaciones encontramos
en el esposo: «Casi cinco años —afirma él mismo— después de la primera crisis ner-
viosa sufrida, habiendo cambiado de ambiente y encontrándolo totalmente diverso
del anterior (dado que yo en aquel tiempo estaba empleado en un Banco y tenía
relaciones personales con diferentes personas) sentí de nuevo la necesidad de re-
currir a algunos cuidados; fui de nuevo a la consulta del Doctor Abram, quien me
dio unas medicinas […] El matrimonio se consumó la primera o la segunda noche.
Evidencio, sin embargo, que nos resultaba difícil cumplir normalmente con el acto
conyugal […]. Nuestra vida familiar era como la de todas las familias, y la única pe-
lea que habíamos tenido fue causada por mi deseo de emigrar para mejorar nues-
tra situación financiera, pero mi mujer estaba en contra de esta propuesta mía […].
Mi mujer abandonó la casa conyugal […]. Lo único que adujo durante los procedi-
mientos para la separación legal fue que le era imposible convivir conmigo. Acudí
al Doctor P dos veces antes de la separación; después de la separación fui de nue-
vo al Doctor P., el cual me dijo: «ahora existe una causa real para lo que sufres, no
como antes, porque los hechos son hechos, pero antes eran sólo imaginaciones».
Aparece como un signo grande y admirable de inmadurez la inconstante consi-
deración del varón acerca del valor de su propio matrimonio: Él admite [...], que el
matrimonio acaba con la muerte del amor y por tanto sintiéndose ya libre no le in-
teresa para nada la causa promovida por su mujer (die 4 maii 1973). «Declaro que
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mi matrimonio delante del Divino Juez es válido (die 12 maii 1973). “Por mi parte
la reconciliación es posible […]” (die 12 maii 1973)».
21. Examinado todo atentamente sea de una sumaria consideración de las co-
sas sea a partir de determinados defectos en la personalidad del esposo, éste apa-
rece de nuevo más profundamente inhábil para el matrimonio.
En efecto, una persona dueña de sí misma y capaz de entregarse de manera per-
petua y de someterse al otro con un vínculo interpersonal y suficiente, no puede
aparecer como alguien que por causa de su extrema inestabilidad de carácter se ma-
nifieste de forma continua muy dañino para su cónyuge; una y otra vez abandona
el trabajo demostrando al mismo tiempo una escasa firmeza de ánimo y un modo
de actuar extraño a la realidad; aparece frecuentemente variable en las decisiones
que deben ser tomadas y deben ser inmutables; mantiene con sus padres una insó-
lita dependencia psíquica:; lo que hemos podido conocer más profundamente por
la interpretación de los médicos señala un hombre ante la edad física y psíquica que
se suele tener como media que no ha alcanzado la plenitud en cuyo arbitrio no po-
día ser dejado un asunto de tanta importancia como el matrimonio.
22. Puesto que ahora se puede realizar juicio formal de nulidad, más estrecha-
mente recordamos:
Las anormalidades del esposo son tan graves y de tal manera se han demostra-
do que sustancialmente corrompen la relación interpersonal, bajo la que existe de
forma sustancial el matrimonio.
Ya existieron antes del matrimonio tales defectos, puesto que encuentran su ori-
gen a partir de una personalidad insegura y patológica. Si bien los doctores, al me-
nos los anteriores, que lo examinaron encuentran signos de una reacción, como te-
ner una personalidad bastante desarrollada en su interioridad de modo que ni las
circunstancias exteriores ejercieran influencia, sin que conste incapacidad en el su-
jeto; sin embargo el argumento es refutado por el perito de oficio que estima efi-
cazmente muchos indicios, como vimos, y además nunca se insiste bastante en el
carácter existencial de la capacidad o inhabilitación que cabe esperarse en las apor-
taciones concretas puesto que para nada sirve en abstracto; y mucho más en las cau-
sas matrimoniales que examinan y deciden el caso
Finalmente con certeza moral puede afirmarse que la incapacidad del varón es
irremediable puesto que tales desórdenes no sólo no se corrigen en un tiempo opor-
tuno sino que van a peor. Además si examinamos el carácter del varón se le ha de
excluir de su propia curación si fuese posible prevenirlo. Ni para tal fin se ha de
omitir la ayuda que debía venir de la otra parte en la relación ahora y por siempre
rota de manera irreversible.
23. Con ingenio el Defensor del vínculo por esto precisamente pone dificultad.
El mismo contradice a la parte contraria manifestando una imposible comunión de
vida. La mujer ciertamente, por lo menos tal como aparece por las declaraciones de
los testigos del esposo, que tienen gran credibilidad no sirve de mucha ayuda para
la serenidad del esposo. Escuchemos a favor de todos Rv. Maria Aloisia, hermana
del marido: «No se si hubieron desacuerdos durante el noviazgo, pero he observa-
do en Muriel un comportamiento de frialdad hacia mi hermano y como ha dicho mi
madre, Muriel rechazaba signos de afecto normales de parte de mi hermano». «No
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creo que la vida conyugal fuese nunca feliz. Muriel sentía la falta de su trabajo pre-
cedente y visitaba a sus compañeros de trabajo. Decía que no estaba contenta sien-
do ama de casa y vine a saber por mi madre (si no me equivoco) que Muriel se la-
mentaba de que José reclamaba demasiado a menudo sus derechos de marido. Vivía
bajo tensión ya antes del matrimonio, que aumentó aún más conforme se iba acer-
cando el matrimonio y eso no ayudó a mi hermano que necesitaba una persona que
lo ayudase. Muriel solía descuidar la casa y además no preparaba la comida por la
prisa por salir […]».
En un conflicto entre personas que se dejan llevar por una costumbre perma-
nente es muy difícil distinguir el orden «causa-efecto» y demostrarlo en una reacción
adecuada o menos en la provocación de un estímulo. No sólo no negamos sino que
podemos admitir que la forma de ser y el carácter de ella no han sido convenientes
para cambiar los defectos del esposo. Lo que no debilita la fuerza de los argumen-
tos precedentes, más bien los fortalece, puesto que las circunstancias se vuelven más
difíciles para el esposo en este matrimonio.
Los médicos advirtieron elementos congénitos de anormalidad en el marido, hi-
cieron alusión a la manera de actuar de la esposa en la relación interpersonal, ab-
solutamente dual. Pero es la constatada ineptitud del varón para la relación íntima
con otro la que con más fuerza señala la absoluta inhabilitación para este concreto
matrimonio de cuya validez por última vez se ha de hacer juicio.
24. Por todo esto que se ha examinado en Derecho y de Hecho, Nos los in-
frascritos Auditores de turno sentenciamos: Consta la nulidad del matrimonio en el
caso; «vetito» al varón para contraer otras nupcias sin consultar al H. A. T.
Roma en la Sede del Tribunal de la Rota, 23 de Mayo de 1980.
J. M. SERRANO, Ponente.
Gilberto Agustoni
Francisco Bruno.
1. Tras dos años y medio de noviazgo Felipe, obrero, contrajo matrimonio con
Ana Ruth, oficinista, el 24 de julio de 1965 en la iglesia parroquial, Kentucky, U.S.A.;
el actor tenía entonces diecinueve años, la mujer veinte. La convivencia conyugal se
prolongó casi once años, tuvieron dos hijos; el marido no se separó de su cónyu-
ge, aun después de los primeros informes sobre la nulidad; el 24 de agosto de 1976
se dio sentencia de divorcio civil. El 28 de marzo de 1977 Felipe presentó escrito de
demanda al Tribunal Eclesiástico Ludovicopolitano, pidiendo la nulidad del matri-
monio por incapacidad de la demandada para asumir las obligaciones conyugales.
Al decir de Felipe la vida común no había tenido buen éxito porque, dada la frigi-
dez sexual de la mujer, faltaban en absoluto las relaciones sexuales, aunque ambos
cónyuges lo habían intentado con toda sinceridad. Aceptado el escrito de demanda
por el Juez único, que puso gran cuidado en el examen de las partes, y oyó a tres
testigos y a dos médicos, concluyó el juicio en primera instancia con sentencia a fa-
vor del vínculo, el 14 de diciembre de 1977. Habiendo apelado el actor, el Tribunal
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canon 1.086 § 1 sobre la conformidad de los signos dichos externamente con la re-
alidad, que debe estribar en la verdad interna. Pues, aun suponiendo el auxilio de
la gracia de Cristo —lo que en Nuestras causas siempre se ha de suponer, y preci-
samente como un subsidio válido de los cristianos—, tanto la entrega y aceptación
de sí y del otro, que realiza el irrevocable consentimiento personal y conyugal, co-
mo la recepción de las cargas que dimanan de tal consentimiento, implican cosas
diversas y algunas incluso un tanto oscuras, que hay que someter a un cuidado es-
tudio.
8. Con toda razón hay que tener presente todo esto tratando de la sexualidad
de los cónyuges; si se hace referencia a ella en orden al acto del consentimiento, se
diría que a primera vista tiene poco que decir, o quizás nada; y si se redujese al sen-
tido restringido del «derecho al cuerpo», o de la facultad para el acto de suyo apto
para la generación de la prole, casi quedaría reducida su apreciación a la que se le
atribuye en las causas de impotencia física o psíquica (canon 1.068); o, a lo más, se
la apreciaría como a los instintos desbordados con sabor de una cierta «locura mo-
ral». Pero, si como debe ser, se examina con mayor exactitud y profundidad el ca-
so, pronto se verá, por una parte, que la anormalidad sexual, cualquiera que sea,
no dista mucho de la anormalidad de la personalidad, como se entiende en las de-
más causas de incapacidad; lo referente a la relación sexual anormal en cuanto tal,
está muy próximo a la incapacidad de asumir las obligaciones conyugales. No es,
pues, extraño que recientes decisiones de N.A.T., que examinaron la homosexuali-
dad, o una cierta desviación de la sexualidad, la tratasen bajo el aspecto de incapa-
cidad para asumir las obligaciones conyugales (cf. v. gr. una ante Ewers, del 22 ju-
nio 1968, ante Pompedda, de 6 octubre 1969; ante Anné, de 25 febrero 1969).
9. Ambos respectos, el que atiende a la personalidad deformada o el que, más
bien, se refiere al trato sexual, se vislumbran de algún modo en dos decisiones del
juez infrascrito. En la del 30 de abril de 1974 se puede leer: «Lo que se aporta sobre
la homosexualidad (en la Jurisprudencia), y se podría quizás hacer lo mismo res-
pecto a las demás anormalidades de la función sexual, examinando plenamente las
indicaciones de los psiquiatras sobre la fuerza y la naturaleza de estos vicios (o de-
fectos), para mejor apreciar su relación al matrimonio (n. 7)… En todos los textos
aducidos se considera el efecto de la anormalidad sexual sobre todo por razón de
la imputabilidad o responsabilidad del sujeto. Sea lo que fuere de este respecto, que
hay que tener muy en cuenta para medir la validez del acto humano con el que se
realiza el consentimiento matrimonial, el mismo consentimiento conyugal tiene unos
caracteres propios y específicos, que hay que ponderar atentamente a la luz de la
psicopatía sexual. Con ciertas cautelas y sin excluir una explicación más profunda
—que influye poco en todo caso en los efectos—, todos los autores están de acuer-
do en asimilar las anormalidades sexuales a los grados comprobados de regresión
o inmadurez de la persona…» (nn. 9-10). Y en otra decisión, 14 diciembre 1979: «Co-
mo se ha hecho en otros casos -v. gr., cuando desde una locura o demencia se da-
ba el paso hacía una específica discreción de juicio proporcionada al matrimonio, a
la capacidad de asumir las obligaciones conyugales, etc.- también en la impotencia
se atribuya mayor importancia a una ordenada vida sexual que al acto de la unión
sexual, y se preste mayor atención a la carga perpetua de una vida y amor conyu-
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gal que a una capacidad para la cópula ejercida de cualquier manera» (cf. Monitor
Ecclesiasticus, vol, CVI [1981], 32).
10. Así pues, hay que establecer primero el vínculo o relación entre la sexua-
lidad y la personalidad y actuación del hombre todo.
Sobre esto enseña Merleau-Porty con la autoridad con que destaca entre los psi-
cólogos y los psiquiatras: «Es necesario que haya inmanente a la vida sexual una
función que asegure su despliegue, y que la extensión normal de la sexualidad re-
pose sobre las potencias internas del sujeto orgánico. Es necesario que haya un eros,
o una libido, que anime un mundo original, de valor o significado sexual a los es-
tímulos exteriores y dibujen para cada sujeto el uso que hará de su cuerpo objeti-
vo. Es la estructura misma de la percepción o de la experiencia erótica la que está
alterada en Schn. (enfermo)… Se adivina aquí un mundo de percepción distinto de
la percepción objetiva, un género de intencionalidad que no es la pura «conciencia
de algo». La percepción erótica no es un «pensamiento» que apunte a un «pensado»;
a través de un cuerpo apunta a otro cuerpo, se realiza en el mundo y no en una
conciencia… Hay una «comprensión» erótica, que no está en el orden del entendi-
miento, porque el entendimiento comprende percibiendo una experiencia bajo una
idea, mientras que el deseo comprende ciegamente, enlazando un cuerpo a un cuer-
po. Redescubrimos la vida sexual a la vez como una intencionalidad original y las
raíces vitales de la percepción, de la matricidad y de la representación haciendo re-
posar todo esos «procesos» sobre un «arco intencional» que cede en el enfermo y que
en el normal da a la experiencia su grado de vitalidad y fecundidad. La sexualidad
no es, por tanto, un ciclo autónomo; está ligada a todo el ser que conoce y actúa;
estos tres sectores del comportamiento manifiestan una sola estructura típica; están
en una relación de expresión recíproca. Llegamos aquí a las adquisiciones más du-
raderas del psicoanálisis. Las investigaciones psicoanalíticas llegan de hecho no so-
lamente a explicar al hombre por su infraestructura sexual, sino también a encon-
trar en la sexualidad las relaciones y actitudes que antes se tenían por relaciones y
actitudes de «de conciencia», y el significado del psicoanálisis no es tanto mostrar la
psicología biológica cuanto descubrir en funciones, que se creían «puramente cor-
porales» un movimiento dialéctico y de reintegración de la sexualidad en el ser hu-
mano» (cf. Phénomenologie de la perception, NRF., Mayenne 1971: «El cuerpo como
ser sexuado», págs. 180-202). En estas palabras, como en las demás que las siguen
y comentan, se percibe claramente la importancia y el ámbito de la sexualidad en
toda la vida psíquica del hombre, de modo que es difícil discernir hasta dónde lle-
ga su influjo en las acciones y decisiones humanas, sobre todo en las que pertene-
cen a la vida afectiva. Es claro que esta cuestión surge con más razón en personas
afectadas por una peculiar constitución de la sexualidad.
11. Todo esto, tal como se propone, son cosas genéricas y demasiado comu-
nes como para que encuentren aplicación en el derecho matrimonial. Es de interés,
pues, referir la sexualidad al trato específicamente conyugal; en ella nadie podrá du-
dar que la tendencia del sexo rectamente ordenada a «otra persona» tenga un pues-
to del todo principal.
Sobre la relación «del uno al otro» en la comunicación sexual se dice lo siguien-
te: «La metafísica, es decir, la emergencia de un más allá de la naturaleza no está lo-
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por el organismo humano primordial» (cf, Sullivan H. S., Teoria interpersonale della
Psichiatria, Ed. Ir., Milano 1975, pág. 317).
El mismo autor hace unas leves advertencias que se aplicarían muy bien a la ma-
durez del hombre, sobre todo si se la considera, como se debe, no en abstracto, si-
no en su adaptación al grave asunto «cual» es el matrimonio en la dualidad muy pro-
pia suya: «… cada una de las conquistas principales conseguidas en la época evolutiva,
que hemos descrito, se manifestará también como elemento importante en la perso-
nalidad madura. El último de estos desarrollos lo constituye la aparición y el creci-
miento de la necesidad de intimidad, es decir, de la colaboración con al menos otra
persona…; el elemento importante de esta colaboración es una viva sensibilidad por
las necesidades de la otra persona y por su seguridad interpersonal ...; la persona ma-
dura, siempre que no haya impedimentos importantes, tendrá mucha simpatía y com-
prensión por las limitaciones, los intereses, las posibilidades, las ansias…, de aque-
llos entre quienes vive o con quienes se relaciona» (Ib., págs. 347-348).
Agudamente indica un consejo que se debe estimar mucho: «… Ved cómo en-
contrar algo más que el problema sexual en las personas que piden ayuda. Muy fre-
cuentemente se encontrará algo más serio que la dificultad sexual; y con mucha fre-
cuencia esta última encuentra un remedio, cuando se tratan los otros problemas»
(Ib., pág. 333).
En esta última observación coincide Ey-Bernard-Brisset: «… casi contantemente
los comportamientos sexuales anormales o paradójicos están en relación con los sín-
tomas de las enfermedades mentales, las cuales reflejan, más o menos, las pulsio-
nes instintivas, o, si se quiere, las tendencias más profundas del ser humano. Todos
estos trastornos constituyen regresiones a los estados primitivos del desarrollo psi-
cológico… El gran problema semiológico es el diagnóstico del carácter patológico
de la conducta sexual, ya que no todas las «desviaciones» sexuales pueden ser con-
sideradas como morbosas…» (cf. Tratado de Psiquiatría, Ed. Hisp., Barcelona 1975,
págs. 82-83).
13. Esta estrecha conexión entre la sexualidad y la estructura más profunda de
toda la personalidad del sujeto, si por una parte ayuda a tratar la sexualidad según
los principios admitidos sobre el consentimiento conyugal como acto del entendi-
miento y de la voluntad y no sólo bajo el aspecto de incapacidad para asumir la car-
ga, que es lo más propio del matrimonio, por otra parte nos persuade que proce-
damos con el máximo cuidado al sopesar las pruebas, sobre todo las aportadas por
los peritos.
Pues a veces la perturbación de la personalidad, de la que se deriva la anorma-
lidad sexual, ciertamente no será grave, como tampoco el desorden del instinto pro-
cedente de ella, otras veces, sin embargo, presentan uno y más síntomas un tanto
graves; y no faltarán casos especiales en los que la concurrencia de uno y otro cons-
tituirán un verdadero defecto de alguna importancia. Diagnosticarlo puede hacer ar-
duo el oficio de Juez. Del mismo modo, con frecuencia, pero no siempre, la con-
currencia de indicios, genera una convicción moral, aunque cada uno de ellos no
puedan engendrar certeza; así frecuentemente, aunque no necesariamente, muchos
desórdenes pueden inducir una incapacidad un tanto grave. El Juez no estaría obli-
gado a pronunciar en favor de la inhabilidad, a no ser que por un defecto cierta-
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mente grave, que quizás otros más leves agraven más, o por la concurrencia de mu-
chos en la gravedad, encuentre demostrada una verdadera y cierta incapacidad.
14. Nos toca en este caso decir algo sobre la frigidez de la mujer en relación
con la capacidad de contraer matrimonio.
Sobre esta frigidez o inhibición del instinto sexual de la mujer existe esta doc-
trina: «Es este un problema que tanto el médico de medicina general como el gine-
cólogo deben afrontar con bastante frecuencia. El cálculo de frecuencia de mujeres
que no advierten ningún placer sexual en el coito da unos resultados porcentuales
del 15 al 80%. La diferencia que se encuentra en las diversas estadísticas se puede
deber a la falta de una definición exacta de la frigidez. La frigidez representa la au-
sencia de la reacción emocional y física en el acto del coito, y va desde una com-
pleta aversión al acto sexual hasta un estado en el que el deseo y las sensaciones
agradables están presentes, pero falta absolutamente la capacidad de experimentar
el orgasmo. La libido en la mayor parte de las mujeres no es un instinto activo, si-
no que se expresa más bien mediante un consentimiento pasivo. La libido o deseo
amoroso de los seres humanos comporta todo un complejo equilibrio de factores
psicológicos, anatómicos, neurológicos y fisiológicos. Todas estas funciones deben
ser cuidadosamente examinadas al valuar la frigidez de una mujer…
Varios problemas psicológicos están en la raíz de muchos casos de frigidez. As-
pectos de la personalidad como el narcicismo, la homosexualidad en estado laten-
te, la austera educación «Victoriana», un complejo de Edipo no resuelto, todos jue-
gan un papel importantísimo. Existe en esto un convencimiento difundido de que
la incapacidad de conseguir el orgasmo vaginal es fundamental. Algunos estudiosos
del tema subrayan que en la mujer frígida no se ha puesto en acto la trasferencia de
respuesta del clítoris (excitación de tipo infantil) a la respuesta vaginal (excitación
de tipo adulto)... » (cf. P. DAVID CANTOR, Trattato di Medicina e Chirurgia ad uso le-
gale, Ed. Ital., vol. V, Roma 1964, págs. 62-67).
Con más profundidad trata este tema Stekel que ve, además de particularidades
propias de la personalidad de cada uno, unos aspectos relacionados con regresio-
nes o paradas en la edad infantil, deseo patológico de dolor, semioscuro sentido de
engañarse, rechazo de la condición femenina y superioridad del varón, homose-
xualidad contenida… Y, por fin, hace notar: «Hay mujeres y muchachas que sobre-
valoran los factores espirituales. Reprimen el amor físico y parece ser únicamente
“alma”. Están volcadas a un culto morboso del alma… Buscan una alma hermana
que pueda comprenderla… El matrimonio crea trasposiciones grotescas e inversio-
nes, una refinada habilidad, comedias recitadas entre los dos compañeros que ame-
nazan destruir todo límite entre la realidad y la apariencia. El temor de sucumbir y
de perder el yo espiritual hace que se creen barreras psíquicas que solamente el
amor es capaz de romper» (cf,. Stekel, W., La donna frigida, Ed. It., Roma, 1966, pág.
214.; cf,. también, Ib.: «Los dos tipos (de mujeres) sufren la angustia de perder su yo
y de entregarse completamente»).
15. Este defecto de «entrega de sí» —de gran interés por su relación al matri-
monio— parece existe ante todo por parte de la mujer en la llamada «frigidez». Tras-
cribo literalmente al ilustrísimo Santori: «Es frecuente también en el ánimo femeni-
no un sentimiento no expresado de rebelión o celotipia por la presunta condición
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Además las mismas normas de vez en cuando muestran sin oscuridad la estima
de la ciencia médica (cf. canon 1.982); y en los últimos tiempos, en repetida ex-
hortación, la misma Provida Mater Ecclesia amonesta a sus hijos a que, bajo la guía
de la fe, cultiven la ciencia con método científico (cf. Const. Pasto Gaudium et Spes,
36; y también la alocución del Concilio Vaticano II a los cultivadores de la ciencia
al final de las sesiones): y por lo que toca a los procesos matrimoniales insiste mu-
cho en la importancia de la investigación psicológica (cf. Pablo VI, Alocución a la
S. R. Rota: AAS, vol. LXII [1970], 112). Por último, téngase en cuenta que la inter-
pretación que hacen los peritos y doctores no son sino materia ofrecida al Juez y
puesta bajo su conciencia y potestad de decidir; y el Juez, sin duda, movido por rec-
tos principios, debe discernir lo cierto y legítimo, y decir el derecho de la Iglesia.
21. El mismo Concilio Vaticano II habla brillantemente sobre el lugar de la se-
xualidad aptamente ordenada en la vida conyugal, y de la madurez con que los cón-
yuges que la poseen emprenden y fomentan una íntima comunicación y comunión
entre ellos. Por ejemplo, cuando trata del amor conyugal: «Ese amor, en cuanto emi-
nentemente humano, puesto que es un afecto dirigido de una persona a otra per-
sona, abarca el bien de toda la persona, y por tanto puede enriquecer con una dig-
nidad peculiar las expresiones del cuerpo y del alma y ennoblecerlas como elementos
y signos de la especial amistad conyugal. El Señor se ha dignado sanar, perfeccio-
nar y elevar este amor con el don especial de la gracia y de la caridad. Un tal amor,
asociando a la vez lo humano y lo divino lleva a los esposos a un don libre y mu-
tuo de sí mismos, comprobado por sentimientos y actos de ternura, e impregna to-
da su vida; más aún, por su misma generosa actividad crece y se perfecciona. Su-
pera, por tanto, con mucho la inclinación puramente erótica, que si se cultiva
egoísticamente, se desvanece rápida y lamentablemente» (cf. Const. Past. Gaudium
et spes, 49).
Y dice Pablo VI: «Se trata además de un amor pleno, es decir, de una peculiar
forma de amistad personal, en la que los cónyuges comparten todo entre ellos con
gran ánimo, y no admite excepciones injustas, o que procuren su propio provecho.
Quien ama de verdad a su cónyuge, lo ama no solamente por lo que recibe de él,
sino por él mismo; y con gusto procura enriquecerlo con el don de sí mismo» (cf.
Litt. Encycl. Humanae vitae, 9). Es grato encontrar en estos textos las ideas toma-
das antes de los psicólogos: que el signo de madurez y amor humano desarrollado
está en que el amante se preocupa menos de lo suyo, estima en mucho las cosas
del otro, y lo exalta con la entrega de sí mismo.
Proclama también el filósofo cristiano K. Wojtyla, tomándolo, no poco, de la fe-
nomenología: «Es preciso subrayar que el amor es la realización más completa de
las posibilidades del hombre. Es la actualización de la potencialidad intrínseca de la
persona... El amor del hombre y de la mujer, que no fuera más allá del deseo se-
xual, sería también malo, o por lo menos, incompleto, porque el amor de concu-
piscencia no agota lo esencial del amor entre personas. No basta desear la persona
como un bien para sí, es necesario además, y sobre todo, querer el bien de ella» (cf.
WOJTYLA, K., Amore e responsabilità, Turín 1980, pág. 60); y todavía con más pro-
fundidad respecto a la perfección —y por tanto, a la madurez— de la persona hu-
mana:
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«Esta apertura hacia la otra persona que se realiza en el amor no es algo acci-
dental para la persona, más aún, entra en su esencia, constituye una propiedad esen-
cial de la persona y tiene, según el Autor, un profundo significado objetivo y onto-
lógico. Esta afirmación se justifica por el hecho de que la persona humana está
orientada hacia un continuo progreso y desarrollo de su personalidad. Este proce-
so no se realiza sino en contacto con otras personas. El contacto verdaderamente
personal a su vez no tiene lugar sino sólo en el amor, donde la comunicabilidad en-
tre las personas puede alcanzar lo máximo. De aquí se sigue que la persona huma-
na no puede encerrarse en sí mima, si quiere el desarrollo de su personalidad, y que
la comunicabilidad está en el centro de la persona misma» (cf. PIATECK, J., «Persona
e amore nel pensiero filosofico» del Card. Karol Wojtyla, Roma 1976 [Parte de la di-
sertación doctoral en la Universidad de Santo Tomás], pág. 29).
22. Ciertamente sería demasiado exigir al matrimonio «esencial», que ya es vá-
lido, esa cumbre de perfección de la personalidad o del amor humano, que pare-
cen insinuar las palabras citadas. Pero ellas, junto con los principios de la psicolo-
gía, que, como se ha expuesto, no distan mucho de ellas, sirven, si no nos
equivocamos, para indicar el camino que hay que recorrer en la investigación, in-
cluso judicial, de algo tan cercano a la comunicación y al amor, como es el matri-
monio. Por tanto, hay que tener presente todo esto y no se puede ignorarlo en mo-
do alguno, aun cuando se habla de un matrimonio imperfecto.
23. Como también hay que adaptarlo a la relación sexual entre los cónyuges,
que constituye el elemento, más que ningún otro, típico de la relación conyugal. Por
tanto, con razón se debe esperar que sea un ordenado y normal ejercicio capaz de
engendrar, según los diversos casos, un verdadero y satisfactorio consorcio íntimo.
De esta acción peculiar de los cónyuges enseña el Concilio Vaticano II: «Este amor
se expresa y perfecciona singularmente con la acción propia del matrimonio. Por
ello, los actos con los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son ho-
nestos y dignos, y, ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y fa-
vorecen el don recíproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de go-
zosa gratitud» (cf. Const. Past. Gaudium et spes, 49). Por ello no dudo que, lo mismo
que la impotencia respecto a la procreación, también una dificultad de gravedad en
la comunicación sexual por parte de uno o de ambos cónyuges puede dañar el ma-
trimonio. Y del mismo modo que ya desde hace tiempo Nuestra Jurisprudencia pro-
nunció la nulidad por causa de la homosexualidad o satiríasis o ninfomanía, como
incapacidad —casi por exceso— de asumir las obligaciones conyugales, también
por causa de las inhibiciones sexuales se puede proponer la cuestión de la inhabi-
lidad —por defecto— para asumir el deber de cónyuge.
24. Hay que reconocer que la sabiduría de N.S.O. no ha tratado tanto de la «fri-
gidez» femenina en vistas a la incapacidad (o de prestar formalmente el consentimiento
conyugal o de asumir las obligaciones conyugales); no tan frecuentemente, repetimos,
ha tratado de la inhibición sexual de la mujer, cuanto de la «ninfomanía» o « lesbia-
nismo»; o que ha atendido a la aberración del instinto sexual —y por consiguiente a
la nulidad del matrimonio— más por exceso que por defecto. Quizás se debe al as-
pecto moral de pecado de deshonestidad que existe en tales casos. Pero, cuando se
trata de un matrimonio, también hay que tener en cuenta la justicia, —que se deben
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uno al otro—; por ello —si lo mismo vale para las cosas contrarias—, es necesario se
le reconozca la misma importancia, cuando existe un defecto, a lo que se ha admiti-
do, cuando existe un exceso.
Y no se puede decir que la Jurisprudencia ha ignorado completamente la se-
xualidad deficitaria de la mujer, puesto que algunas veces alude a ella, aunque más
bien con relación a la impotencia psíquica o a la ignorancia de la naturaleza del ma-
trimonio. Pero ciertamente insinúa indirectamente la implicación sobre todo de la
sexualidad en la madurez adecuada de la mujer para dar el consentimiento matri-
monial. Leemos en una sentencia ante Fiore: «Por el contrario, es cierto que la mu-
jer, aunque sea frígida, aunque sienta rechazo o repugnancia al varón o al abrazo,
no es impotente; sin embargo, puesto que en estas circunstancias la libido del va-
rón puede quedar reprimida, una tal mujer puede provocar la impotencia psíquica
del varón» (cf. S. R. Rotae Decis., vol. LXIII [1961], 351). Nos es grato señalar que, sin
que la cosa llegue a provocar la impotencia del varón, el principio vale a fortiori
cuando por un defecto grave o por la inhibición sexual de la mujer se hace casi in-
tolerable la relación carnal, de tal modo que llegue a ser moralmente imposible el
deber conyugal. Y además hay que notar que la naturaleza misma ordena ese de-
ber, o mejor, el derecho al que deben optar ambas partes (así se dice, aunque no
muy acertadamente, en el canon 1081, § 2: «derecho al cuerpo») al gozo e íntima sa-
tisfacción: «(los cónyuges)…, se enriquecen mutuamente con ánimo de alegre gra-
titud» (cf. Const. Past. Gaudium et spes, 49). Y en una sentencia de Sabattani: «Esta
anormalidad justifica en parte ideas erróneas, porque, como se lee en una senten-
cia de Staffa (S. R. Rotae Decis., del 17 de mayo 1957) «la pubertad física induce la
evolución psíquica… Pero con cierta frecuencia aparecerá una evolución deficien-
te psíquica a causa de un deficiente instinto genésico, por el que primero no se per-
ciben las cosas sexuales y por ello no incitan ni ponen un problema íntimo, y cuan-
do por fin se perciben porque el uso lo impone, no proporcionan gozo sino aversión».
Cuando tienen lugar esos defectos, es una falacia alegar en contra la edad aun
adulta, porque los atractivos conforme avanza la edad no los percibe el sujeto anor-
mal» (S. R. Rotae Decis., vol. LV [1963], 209).
Así también en una sentencia de Mattioli: «Se deben tener en cuenta junto con
los demás elementos no dudosos de la causa: con ellos queda patente que se trata
de una joven de índole totalmente anormal, antes y después del matrimonio; más
aún, también después de ser madre. No se prescinda que en esta índole anormal
ejerció un pésimo influjo la distorsionada educación que dio a la hija su madre, o
el ejemplo de los padres, que tenían distinto dormitorio… Por tanto, no por defec-
to intelectual…, sino más bien por una carencia constitucional de atención a lo se-
xual... más aún, a los retardados ímpetus de la libido en ella, como se deduce abun-
dantemente de todo el conjunto de la causa» (S. R. Rotae Decis., vol. LVI [1964], 882).
O como en otra sentencia de Lefebvre: «Del cuidadoso examen de la persona se de-
duce que está afectada de infantilismo sexual, sobre todo, psíquico, por causa de
una deficiencia hormonal. Con este fundamento otras causas adquiridas o reflejas
han intervenido en la inducción de una oposición a las cosas sexuales; en este ca-
so la formación de la muchacha fue muy estricta, aun sin contar el elemento moral
o religioso; de este modo se instauró la frigidez de la joven, de modo que se mani-
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festaba indiferente ante todo lo tocante a la sexualidad» (cf. S.R. Rotae Decis., vol.
LVII [1965], 771).
25. Más cercanas a nuestro caso parecen estár algunas sentencias más recien-
tes sobre la incapacidad de asumir las obligaciones conyugales. Dice una sentencia
de Raad: «una inhibición sexual grave puede ser en sí misma una anomalía psico-
sexual, que constituya un óbice autónomo contra la validez del consentimiento, por-
que obstaculiza directamente ya la sustancia misma del matrimonio, ya el derecho
mismo al cuerpo. Una y otra vez decimos que basta que esta grave inhibición se-
xual exista en el momento de contraer matrimonio, aunque salga a la luz en un tiem-
po subsiguiente. Ese tiempo futuro del contrayente estaba «entonces» presente, aun-
que latente, como sucede en otras anomalías que invalidan el matrimonio, que se
manifiestan clamorosamente en el transcurso de la vida conyugal» (cf. la sentencia
del 13 de noviembre 1979: Monitor Ecclesiasticus, vol. CV [1980] 37. Sobre el tiem-
po de «existencia» y el tiempo de «prueba» de la nulidad, cf. también la sentencia de
Serrano, del 5 de abril 1973: Ephemerides Iuirs Canonici an. XXX [1974], 307-308).
En una sentencia de Huot: «La comunión de vida es «derecho-deber a la unión se-
xual en conjunción con intimidad corporal, espiritual, moral, intelectual». Si esta co-
munión de vida en su compleja entidad es realmente imposible no sólo de hecho, si-
no también de derecho, en raíz, es decir, si al tiempo del matrimonio ya existía el
obstáculo que impedía se cumpliese todo esto, la alianza conyugal será entonces cier-
tamente inválida. «Quien padece perturbaciones psíquicas, que impidan un verdade-
ro consorcio de vida en su compleja totalidad o plenitud, es decir, no sólo en el as-
pecto externo de la cohabitación, o en sólo lo moral y espiritual, sino en la propia
singular complejidad conyugal, no puede contraer nupcias válidamente. Entonces la
incapacidad o impotencia o impedimento surge acerca de la comunión o consorcio
de vida en su significado específico de vida conyugal, considerado en su amplitud
que abarca toda la vida física, espiritual, intelectual, moral, social» (cf. la sentencia del
7 de junio 1979 del mismo Huot; cf. la sentencia del 31 de enero 1980).
26. Intentando al fin de la sección «el derecho» a hacer un resumen de todo lo
indicado, estimamos digno de destacar en el caso de inhibición sexual o «frigidez»
de la mujer:
a) El desorden del instinto sexual —y en su caso, cualquier represión del mis-
mo—, origina con frecuencia y ocasiona una cierta perturbación general de
la personalidad, que consiste precisamente en que el sujeto queda privado
de los instrumentos aptos para percibir la intencionalidad y comunicación
con el otro y para entregarse debidamente.
b) Este desorden, cualquiera que sea, se debe considerar en relación al matri-
monio, de modo que se debe mirar no solamente la «gravedad genérica», ya
del negocio conyugal, ya de la misma perturbación, sino las razones muy
peculiares que hacen «grave» al matrimonio, por su perpetuidad —que de-
be ser tenida en cuenta—, y porque es «tal», a saber, un consorcio que cons-
ta de una estructura interpersonal íntima y esencial.
c) Bajo este respecto la sexualidad en general —y lo mismo, en concreto, la
«frigidez» de la mujer— debe ser examinada doblemente: porque el con-
sentimiento puede afectar al matrimonio mismo, y porque impida recibir los
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32. Verdad es que en este caso, como en los demás causas de incapacidad hay
que estimar mucho la opinión de los peritos. Dr. R., psicólogo, con quien trató el
actor antes de plantear la causa canónica, hizo una relación, más bien breve, re-
dactada sistemáticamente, y la envió al Tribunal. Resume de este modo la imagen
de la mujer y de su inhibición sexual: «La mejor manera de describir el comporta-
miento de la señora «X» es el de agudamente sensible a las críticas y humillaciones
sociales. Se siente sola, aun negando su necesidad de una relación íntima por temor
de ser herida. Tiene también mucha dificultad para manifestar abiertamente sus sen-
timientos propios o, en otras palabras, normalmente es fría y controlada. Su inco-
municabilidad emocional deriva, probablemente, de la tentativa de controlar un gran
cúmulo de tensiones, ansiedad y rabia. Impresión: personalidad esquizoide. Con-
clusiones: En las relaciones conyugales de la señora «X» hay siempre una gran acu-
mulación de tensión y frustración».
Respecto a la índole y enmienda de tal desorden dice esto: «Un problema como
el de la señora «X» tiene bastante poca posibilidad de ser resuelto. Al contrario, em-
peorará y creará serios problemas a su marido y a sus hijos... Los problemas de que
he hablado no son transitorios, sino que existen desde siempre en el matrimonio de
ellos». No es lícito olvidar que esta opinión del doctor está sacada de una única fuen-
te; de las palabras del varón.
Otro doctor, W., al que la sentencia de segunda instancia llama «un conocido psi-
quiatra» asistió en persona al examen de la demandada e inmediatamente después
del interrogatorio dio un juicio, que luego confirmó, cuando se leyeron las actas:
«Esta joven señora me ha dado la impresión, como ha dicho el doctor R., de ser un
tipo llamado esquizoide; ciertamente tiene una perturbación en la esfera psicose-
xual, como lo evidencia su falta de interés por el sexo. Aparentemente tiene para el
sexo, por así decir, un sentido moral muy rígido, que ha adquirido en algún mo-
mento de su vida, asociándolo con algo no precisamente bello; es ciertamente frí-
gida y admite con mucha sinceridad haber tenido poquísimo interés por el sexo du-
rante el matrimonio, y esto parecía ser el principal punto de discusión entre ella y
su marido; ...fundamentalmente su actitud hacia el sexo no ha cambiado, y creo que
a causa de su incompleto desarrollo psicosexual es incapaz y fuera incapaz de con-
traer un matrimonio normal».
Y sobre su posible curación: «Pienso que el pronóstico sobre ella debe ser extre-
madamente cauto, y posiblemente no debería volver a casarse sino después de ha-
ber recibido una gran ayuda psiquiátrica para hacerla madurar psicosexualmente».
Por tanto, aunque ambos doctores, de modo cualificado, parecen propender en
favor de la nulidad, para ambos vale decir que en un caso, un tanto difícil, deberí-
an haber puesto mayor empeño, y hacer mención de las posibles objeciones, no
despreciables, y solucionarlas, si les era posible.
33. De todo lo aquí relatado, sea cual sea lo realizado, surgió una doble deci-
sión, y a cada una se le añadió una contraria deducción. La primera, en favor del
vínculo, por el juicio del único juez, y por tanto, como testigo, instructor y autor de
la decisión, halló que la demandada era «... una persona absolutamente normal. Res-
pondió a las preguntas honrada y francamente, aun cuando versaban sobre temas
que obviamente le causaban una cierta ansiedad. Afirmó que al principio del ma-
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trimonio había gozado en las relaciones sexuales, pero admitía que después del na-
cimiento del niño ya no tenía el mismo interés… Puede tratarse de alguna impre-
sión falsa sobre el sexo que hubiera recibido en los primeros años de su vida, pe-
ro la cosa en sí misma no constituiría la prueba de un grave desorden psicológico.
El doctor W. ha advertido una cierta ligereza y reír inapropiado…; pero esto no pa-
rece ser en tal grado de gravedad como para considerarla seriamente esquizoide e
incapaz de establecer una relación con la realidad…».
El sentido, pues, de la decisión parece estar en que excluye la nulidad, ya por-
que no halla la personalidad tan gravemente perturbada que no pueda dar el con-
sentimiento, ya porque los desórdenes de la sexualidad que impedirían a la de-
mandada asumir y cumplir las cargas conyugales, sobre todo las que se refieren a
la comunicación sexual, ni son graves, ni estaban presentes en el momento del ma-
trimonio.
Sin embargo juzgamos que la sentencia va más allá de lo justo cuando habla del
nuevo vínculo civil contraído por la mujer y lo emplea como argumento apto para
su tesis: «Puesto que de hecho se ha vuelto a casar civilmente, y ella y su marido a
su juicio han alcanzado un maravilloso entendimiento sexual, a juicio del Tribunal
el hecho que haya sido capaz de situarse en el nuevo matrimonio, está indicando
que no sufría ninguna grave perturbación emocional».
Aunque se conceda, —y eso sería ya demasiado conceder— que lo hecho has-
ta entonces permitiera tal conclusión, tenemos después en la segunda instancia que
la mujer admite algo que quita mucha fuerza a tal aserto: «Me he casado otra vez y
he tenido otro hijo. Este matrimonio está bien lejos de ser perfecto. En realidad son
muchas las veces en las que tengo dudas de que pueda incluso durar; quiero decir
que estoy haciendo todo esfuerzo para hacerlo marchar bien».
34. Los jueces de la apelación someten sutilmente a análisis el desorden de la
demandada: «… Temía como persona el estar tan profundamente implicada con otra
que pudiera darse a él, y confirmar, con la relación sexual con él, ese darse a sí mis-
ma. Desafortunadamente, hay muchas personas de este tipo. Son simplemente in-
capaces de darse a otro en cualquier relación profunda interpersonal, y, conse-
cuentemente, no pueden situarse sólidamente en una unión conyugal verdaderamente
amorosa… El otro factor que debe estar ciertamente presente para que el matrimo-
nio sea considerado nulo y carente de valor debe ser la gravedad del problema…
[Afirmar que] una persona esquizoide, que tiene dificultad en darse y encuentra di-
fícil, por tanto, expresar ese darse en una relación de amor físico con su marido, no
se puede decir que sea incapaz de matrimonio, a menos que el problema sea tan
grave que constituya una real e insuperable barrera para una normal vida conyugal.
En este caso la opinión de los expertos es de extrema importancia…».
El Tribunal muestra, pues, principios muy en consonancia con los establecidos
antes en la parte «in iure»; si se demostrasen habría que tenerlos muy en cuenta pa-
ra reconocer la nulidad. Pero los médicos no aluden formalmente a una incapaci-
dad «de oblación de sí mismo» que necesitaría una consideración más profunda y
específica con la ayuda de la ciencia psicológica.
35. Por tanto, será de mucho valor que Nosotros sopesemos los dictámenes mé-
dicos con una valoración más cuidadosa. Y ante todo el trabajo realizado por los
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médicos apenas se puede llamar una pericia formal, puesto que uno, el doctor R.,
no examinó ni la demandada ni las actas, y solamente oyó al actor antes de que se
iniciase la causa, y el otro, el doctor W., estuvo presente en la declaración de la mu-
jer, en la cual, bajo la dirección del Juez, tuvo alguna intervención, pero luego, una
vez leídas las actas y sin haber tenido una conversación con la mujer, juzgó sufi-
ciente confirmar brevemente la primera opinión deducida de la declaración de la
esposa.
Demasiado fácilmente se diría que es una adhesión del segundo a la opinión del
primero, de modo que con dificultad se podría admitir que se trata en este caso de
una relación doble de doctores (cf. canon 1802).
Llegando ya al juicio mismo de los expertos, notamos que los doctores al fin y
al cabo están concordes en designar a la personalidad de la demandada con el nom-
bre «esquizoide». Pero de ahí surge un deficiente argumento respecto a una presunta
anormalidad de cierta gravedad. Pues es sabido que el término «esquizoide» se apli-
ca a los casos en que se dan signos leves, o más bien, predisposiciones para una
verdadera enfermedad mental.
Dice el ilustrísimo Schneider, gran autoridad en la materia: «… Ha sido la doc-
trina de Kretschmer la que en realidad ha señalado por primera vez una diferencia
puramente gradual entre determinadas personalidades anormales y los procesos es-
quizofrénicos, incluso entre determinadas personalidades dentro del ámbito medio
y las esquizofrenias. Así, según él, existe una escala que conduce, sin límites seve-
ros, desde el individuo normal esquizofrénico, a través del psicópata esquizoide, al
enfermo esquizofrénico. Lo que existe en el fondo del proceso esquizofrénico es
una variación cuantitativa de la total constitución corporal que sirve de base a de-
terminadas personalidades psicopáticas y normales» (cf. SCHNEIDER, K., Las persona-
lidades psicopáticas, Ed. Hisp., Madrid 1971, pág. 98). Por lo demás, el mismo Dr.
W. debilita cualquier gravedad del desorden, cuando, según la nociones ahora co-
piadas, expresamente reconoce: «… Es una personalidad esquizoide, no es esqui-
zofrénica, pero es esquizoide en el sentido verdadero de esta palabra, es decir, es
insegura, circunstanciada…».
No existiendo, pues, una razón para la nulidad a causa de una anormal perso-
nalidad de la demandada, hay que investigar sobre la inhibición sexual, en cuanto
distinta de la constitución de la personalidad indicada, y que quizás pudiese en-
gendrar una incapacidad para asumir las cargas de la vida conyugal. Los doctores
tienen como un tanto grave la perturbación de la demandada, pero, además de unas
explicaciones más profundas deducidas de la ciencia, se echan de menos en la opi-
nión de ellos muchas cosas que son necesarias para que no se frustre el legítimo
juicio canónico de nulidad.
En primer lugar debe aparecer con más claridad qué entendían los médicos ba-
jo el nombre de matrimonio «normal», para el que juzgaban inepta a la demandada;
si simplemente matrimonio válido, porque verdadero, o precisamente un matrimo-
nio «bueno, deseable, alegre», unas cualidades que por desgracia no siempre están
presentes en un verdadero matrimonio, por el hecho de ser válido. Y no debaten
de modo adecuado sobre el lugar e importancia de la sexualidad de la mujer en es-
te determinado matrimonio en relación también con el modo de actuar del actor.
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Además se diría que es necesaria una atención más cuidada a la gravedad y perpe-
tuidad del desorden, su restricción temporal al comienzo del pacto, en donde hay
que buscar y encontrar la nulidad, aunque bajo la nota de perpetuidad, que ya en-
tonces se debe tener en cuenta.
Pero hay otras circunstancias del caso que impiden que los Jueces se adhieran
al juicio de los doctores sin hacer un examen exacto de los hechos. Todas estas di-
ficultades constituyen también un obstáculo para pronunciar la nulidad por la coin-
cidencia de una personalidad anormal y un desorden sexual, cuya concurrencia, por
el hecho de que existe de hecho y en el orden existencial, debería parecer más ap-
ta para explicar lo sucedido en este caso.
36. Muchas son, pues, las cosas que necesitan aclaración antes de declarar nu-
lo el pacto conyugal. Pues no se percibe suficientemente cómo se puede decir que
es incapaz para el matrimonio -es decir, radicalmente inhábil- una mujer que ha co-
habitado con el marido durante casi doce años (1965-1977), que ha tenido dos hi-
jos, y que en cuanto a la anormalidad sexual, fomentó una comunicación íntima nor-
mal con el marido hasta el nacimiento del primogénito, y que en este orden sufrió
cosas graves sin que rompiese la vida común.
37. Merece especial consideración la parte que tuvo el actor en todo este asun-
to. Pues habría que discernir hasta qué punto él por su constitución especial tomó
parte en la inhabilidad de la esposa, la agravó y le dio su definitiva configuración,
o contribuyó solamente a la molesta cohabitación.
A lo primero hay que decir que en ninguna parte en las actas se halla un juicio
del que surja una sospecha de una personalidad torcida, de cierta gravedad, como
ni de una sexualidad muy anormal, que indujese una incompatibilidad moralmente
intolerable con la esposa. Él mismo confiesa que a veces experimentó un inmode-
rado apetito sexual y requirió a la esposa cosas contrarias al recto orden, oponién-
dose la mujer con fuerza. De la misma demandada recibimos algo que hacen ine-
xacto el juicio del doctor: «El, en base a lo que él ha dicho, parece ser un muchacho
buenísimo». Y lo que es más grave; la mujer, durante la convivencia, se manifestó
dispuesta a seguir una cura médica, sin que él accediese a ello; no parece, pues,
que ella experimentó en grado sumo la esperanza de curación. Y no se puede pa-
sar por alto lo que indica, casi de pasada, la demandada, que quizás el actor no hu-
biera suscitado por propia iniciativa esta cuestión, si no lo hubiera impulsado otra
mujer («No digo que ella haya causado el problema, sino que puede haberlo ani-
mado»). Todo esto Nos impide que consigamos la certeza en la apreciación del ca-
so más allá de la molesta y un tanto grave dificultad en la cohabitación, lo que no
constituye una verdadera incapacidad de la mujer.
38. Así pues, muchas cosas difíciles hay en la causa que podrían persuadir la
nulidad del pacto, sobre todo teniendo en cuenta la inhibición sexual de la mujer,
que no se compaginaría con un vínculo perpetuo de una comunión de vida y amor
conyugal, ordenada a la plena y mutua entrega y aceptación íntima de uno y otro.
Pero lo que se ha aportado y comprobado en las actas inducen solamente dificul-
tad y no incapacidad para constituir un verdadero consorcio matrimonial.
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39. Una vez ponderado todo según el derecho y los hechos, Nosotros los in-
frascritos Auditores de turno sentenciamos: No consta la nulidad del matrimonio en
este caso.
Roma, en la Sede del Tribunal S. R. de la Rota, el 28 de julio de 1981.
JOSÉ M. SERRANO, Ponente.
Gilberto Agustoni.
Francisco Bruno.
348
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Apollinaris.
Colectanea de Jurisprudencia Canónica (CJC).
Communicationes.
Compostellanum.
Concilium.
Estudios Eclesiásticos (EstEcl).
Iglesia Viva.
Il Diritto Eclesiástico.
Ius Canonicum (IC).
La Ciudad de Dios.
Lumen.
Pentecostés.
Periódica.
Revue des sciencies philosophiques et theológiques (Rev.Sc.Philos.Theol).
Revista Agustiniana.
Revista de Derecho Privado (RevDerPriv).
Revista Española de Derecho Canónico (REDC).
Revista Jurídica de Cataluña (RJC).
Studia Patavina (StPat).
Studia et documenta historiae et iuris.
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