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La Vida en El Espíritu
La Vida en El Espíritu
El Espíritu y la oración
Jesús nos enseñó claramente a quien se le debía dirigir la oración; obviamente al Padre. Él
lo llama Abba, Padre Nuestro, o simplemente Padre. Los apóstoles entendían que la oración se
dirigiría al “Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo”. El sentido de “paternidad” está muy
definido en el texto sagrado. Se ora a “nuestro Padre que está en los cielos” quien sabe las cosas
que tenemos necesidad “antes que las pidamos”. El término arameo “Abba”, también usado por
Saulo, apunta a una relación de intimidad profunda y absoluta con el Padre, y con un nuevo
“Espíritu” podemos clamar con libertad al Padre.
Rom.8:15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que
habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre!
No tenemos dudas en cuanto al papel de Hijo en la oración del creyente. El mismo Jesús lo
dejó claramente definido “Todo lo que pidieres al Padre en mi Nombre” (Juan 14:6; 15:16; 16;23).
El Hijo, según el discurso apostólico es el “mediador entre Dios y los hombres”.
Quizá el papel más difícil de definir sea el del Santo Espíritu en la oración. Dejemos, pues
que sea la Biblia quien nos ayude:
Efe. 6:18 siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con
perseverancia e intercediendo por todos los santos,
Jud. 1:20 Pero vosotros, queridos, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu
Santo,
Así como la verdadera adoración es “en Espíritu”, la verdadera oración también lo es. La
preposición “en” indica lugar, sitio, y si pudiéramos decir la “esfera” donde la oración debe darse.
El creyente en comunión con el Padre podrá orar “en el Espíritu”. Básicamente es la participación
del Espíritu de Dios en la oración. El discípulo rendido al Señor permite la guía y la intervención
del Espíritu en la oración
Rom. 8:26 Y de igual manera, también el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues
nosotros no sabemos pedir como conviene; más el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos inefables,
2Co. 13:14 La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu
Santo sean con todos vosotros. Amén.