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En una noche fría a finales del otoño, en el estacionamiento de una unidad habitacional en

algún lugar recóndito de las calles de Coacalco, estaba platicando con un compa, bajo los
efectos lisérgicos y estimulantes de lsd llegamos a la consideración sobre que la experiencia de
la conciencia que se interroga por su ser y que busca e inquiere el primer o último fundamento
era una experiencia igual de absurda que ver a un perro perseguir su cola. Es decir, inquirir el
fundamento del ser de uno, no es más que un juego en el que incurre el hombre en el que
busca conocimiento y la ciencia de su ser. En filosofía, especialmente la metafísica, esta labor
de buscar el fundamento, así como el primer principio se ha enaltecido esta actividad de la
búsqueda de uno mismo como una de las actividades más gratificantes y provechosas para el
hombre. Aristóteles mismo argumenta a favor de una vida contemplativa a razón de ser esta
vida la que más se asemeja a la vida de los dioses y remedar a los dioses era en ese entonces el
acto más bello y feliz.

LA conciencia en el hombre se ha querido imponer a través de la socialización como su rasgo


más específico, le da dignidad de hombre así como lo limita y separa de cualquier otro ser vivo
en la tierra o no vivo también. El hombre es consciente de que él “es” pero, en algún momento
en el ejercicio de su conciencia, el hombre al elevarse tanto en su uso de esa herramienta que
le sirve para conocer, se confunde en la conciencia de su ser, y cree el hombre que en él habita
una contradicción entre la conciencia que pregunta y su cuerpo. Es en esta contradicción de su
ser que el hombre pregunta por sí, pero ya no inquiriendo por la materialidad de su cuerpo
sino buscando el origen de su conciencia y ahí radica el aturdimiento de la razón (como
herramienta) al creer que la conciencia es aparte del cuerpo y busca diferenciarse de él
buscando limitando a cada parte con cualidades específicas.

Pero iniciando el camino o el juego de la conciencia ella primeramente interroga por el ¿Qué?
De su “ser” es decir, expresa ¿Qué soy? ¿Por qué soy? ¿Para qué soy? Es en estas cuestiones
con las que la conciencia no sabiendo de sí comienza su andar buscando pistas de su ser que
extrañamente no necesita saber para seguir siendo. Sin embargo, siendo el hombre, la duda
que le emerge por su conciencia le afecta a tal grado que le roba la atención y
hegemónicamente ejerce poder sobre el hombre negándole la posibilidad de entretenerse en
otras cuestiones o actividades. Esta pregunta sobre el ser de la conciencia de uno es tan vital y
tan oprimente y avasallador que quién se ha iniciado en estos juegos absurdos pone todo su
esfuerzo, tiempo y pensamientos en ejecutar la empresa exitosamente. Para quienes no
preguntamos sobre quiénes somos y qué es nuestra conciencia, es una actividad de tanta
relevancia como el respirar mismo en tanto que uno siente perdido, errante, extraviado en su
andar. ¿Si la existencia sirve de algo qué se hace con ésta?

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