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(2006)
Mónica Ghirardi compiladora
ISBN 987-9357-60-4
M. Mónica Ghirardi
A MODO DE INTRODUCCIÓN
1
TORRADO, S. (2003:319) Historia de la familia en la Argentina moderna 1870-
2000, Buenos Aires, Ediciones de la Flor.
La autora agradece los enriquecedores comentarios y sugerencias recibidas de los
profesores que evaluaron este trabajo.
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2
Tomado de GOODY, J. (2001:162- 4) “La familia europea” en La construcción de
Europa dirigida por LE GOFF, J. Barcelona, Crítica.
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OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
3
BESTARD, J. (1992) Parentesco y Modernidad, Barcelona, Paidós. Los conceptos
del texto están tomados de los capítulos I y II. La obra a la que se alude en el texto
corresponde, en la edición consultada de LASLETT, P. (1987) El mundo que hemos
perdido explorado de nuevo, Madrid, Alianza Universidad.
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MÓNICA GHIRARDI
4
En el trabajo de tesis doctoral de la autora correspondiente al libro GHIRARDI, M.
M. (2004) Matrimonios y familias en Córdoba. Prácticas y representaciones,
Córdoba, Centro de Estudios Avanzados, Ferreyra Editor, se analizaron series
documentales completas de causas vinculadas a la cuestión matrimonial y familiar
correspondientes a la jurisdicción de la Audiencia Episcopal del antiguo Tucumán
en el siglo XVIII y primera mitad del XIX, existentes en el Archivo del Arzobispado
de Córdoba y en los repositorios del Archivo Histórico de la Provincia. Entre las
principales: pleitos de esponsales, causas de nulidad matrimonial, juicios de
divorcio, causas de disenso; a través de las cuales hemos procurado aproximarnos a
la comprensión del sentido, la importancia y las características que tenían la
institución matrimonial y familiar en la sociedad analizada pretendido además
recorrer la distancia entre el ideal modélico construido según el mandato establecido
por la religión, la moral y las leyes, y las prácticas sociales de hombres y mujeres de
carne y hueso. En trabajos posteriores, y como derivación del compromiso asumido
con tan valiosas fuentes -la mayoría de ellas inexploradas analíticamente en Córdoba
hasta el momento desde un abordaje histórico-social- y utilizando como camino el
estudio de casos seleccionados, procuramos rescatar parte de la inmensa riqueza que
ofrece dicha documentación para el conocimiento de múltiples aspectos de la
sociedad cordobesa de la época. Historiográficamente resulta muy significativa la
producción europea y norteamericana sobre el matrimonio y la familia. En
Latinoamérica los dos países pioneros sobre los que se realizaron estudios de
Historia de la familia fueron México y Brasil. Hoy las investigaciones se han
multiplicado destacándose también Chile, Argentina y Perú por sus producciones.
Para el caso del Río de la Plata los trabajos sobre matrimonio y familia han
alcanzado importancia creciente en las últimas décadas, entre ellos pueden
mencionarse entre los que marcaron rumbos definiendo líneas de investigación:
César GARCÍA BELSUNCE (dir.) (1976) Buenos Aires 1800 - 1830, tomo I, Su gente,
Buenos Aires; Daisy REPODAS ARDANAZ (1977) El matrimonio en indias. Realidad
social y regulación jurídica, Susan SOCOLOW (1978) The Merchants of Buenos Aires,
1778 - 1810. Family and Commerce, Cambridge University Press, Cambridge;
SZCHUMAN, Mark (1988) Order, Family, and Communiiy in Buenos Aires, 1810-1860,
CICERCHIA, Ricardo (1995) La vida maridable: Ordinary Families, Buenos Aires, 1776-
1850, Tesis doctoral, Columbia University; MORENO, J. L. (2004) Historia de la
Familia en el Río de la Plata, Dentro de los estudios cordobeses centrados en cuestiones
relacionadas con la familia desde un enfoque histórico-demográfico, del fenómeno
del mestizaje y la consanguinidad pueden mencionarse los trabajos de: Alfredo
PUEY- RREDÓN (1962) Aporte documental al estudio del Mestizaje en el Río de la Plata;
Emiliano ENDREK. (1966) El mestizaje en Córdoba, siglo XVIII y principios del XIX, del
mismo autor (1967) El mestizaje en el Tucumán. Siglo XVIII Demografía comparada;
Aníbal ARCONDO, (1992) El ocaso de una sociedad estamental. Córdoba entre 1700 y
1760; Dora CELTON (1993) La población de la provincia de Córdoba a fines del siglo
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MÓNICA GHIRARDI
(1986:cap. I y II) Op. cit. Su opinión fue refutada en parte por BRUNDAGE, J.
(2000:598) La ley, el sexo y la sociedad cristiana en la Europa medieval, México,
Fondo de Cultura Económica; este último autor contradice la idea de Goody
respecto de que un 40 % de familias de cualquier generación se quedaron sin
herederos varones legítimos por efecto de la política matrimonial encarada por la
Iglesia en la Edad Media, si bien acepta la incidenda de la normativa sobre las
herencias, no concuerda con los altos porcentajes propuestos por aquel autor.
7
En la preparación de dicha síntesis se consultó: LEVAGGI, A (1987) Manual del
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MÓNICA GHIRARDI
8
Variadas fuentes documentales fueron utilizadas para el análisis de este caso. El
documento principal fue un pleito de esponsales que se halla en el Archivo del
Arzobispado de Córdoba (en adelante AAC) en cuya carátula se lee: “Expediente
sobre esponsales que demanda Doña Ana Deza vecina de Cordova contra don José
Arrascaeta en el año de 1739”; AAC, Leg. 193 (1702 -1765) tomo I, exp. 7; 198
fojas, algunas sin follar, escritas casi Integramente de ambas carillas. Se consultaron
además: AAC, Libro I de bautismos de españoles; Libros I y II de matrimonios de
españoles; Libro I de defunciones de españoles. Todos los citados correspondientes
a la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora (catedral). Otra fuente documental
consultada en el Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba (en adelante AHPC)
fue el Registro I, Año 1789, Leg. 171, f. 199. De especial utilidad resultó el estudio
genealógico de MO- YANO ALIAGA, A. (2003) Don Jerónimo Luis de Cabrera
1528-1574. Origen y descendencia, Córdoba, Alción Editora.
9
MOYANO ALIAGA, (2003:337) Op. cit.
10
Los esponsales -de spondere, prometer- o “prometimiento que hacen de palabra
hombre y mujer cuando quieren casarse” constituían un paso previo a la celebración
del casamiento, aunque no eran un requisito indispensable para su realización.
Consistían en una promesa de futuro matrimonio cuya importancia se fundamentaba
en la necesidad de una adecuada planificación de alianzas beneficiosas por la
familia. Los esponsales podían ser calificados -cuando existía juramento o si a
continuación la pareja se unía carnalmente, con lo cual quedaba reforzado el com-
promiso- o simples, si se limitaban a la promesa. Cuando se celebraban entre
ausentes debían realizarse por medio de un procurador o de carta. La violación del
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13
Según la definición proporcionada por el Diccionario de Autoridades de 1732, el
estupro consistía en “...ayuntamiento ilícito y forzado con virgen doncella” cfr. Tomo
II, Madrid, 1732, p. 660, citado en HERNÁNDEZ FRANCO J. y MERIÑAN
SORIANO E. (1997: 133) “Notas sobre sexualidad no permitida y honor en Lorca
(1575 -1615) Historia de la mujer e historia del matrimonio, Universidad de Murcia,
Murcia.
14
El derecho castellano limitó a la mujer en su capacidad jurídica asignándole la
categoría de un menor de edad. Desde el siglo XVI en Hispanoamérica se adoptaron
las costumbres españolas quedando la esposa bajo la autoridad del marido, quien
además era considerado el administrador natural de sus bienes. Así lo expresa en su
trabajo MURIEL, J. (1992:305) Las mujeres de Hispanoamérica: época colonial.
Mapire, Madrid, pp. 303 - 317.
A la mujer le estaba vedado ocupar cargos públicos, no podía actuar como fiadora ni
tutora -excepto la abuela viuda-. Sólo con licencia otorgada por su consorte podía
comparecer en juicio, contratar, repudiar herencias. Tomado de ZORRAQUÍN
BECÚ, R. (1978:186) Op. cit.
15
El casamiento o la dote eran las alternativas exigidas por las justicias -eclesiástica
y secular- a quien hubiese faltado a la palabra de matrimonio. Como institución
atinente al matrimonio, las cuestiones relacionadas con los esponsales pertenecía al
ámbito jurisdiccional exclusivo de acción de la Iglesia en dicha materia en la época
en que se desarrolló este pleito, con auxilio de la Real justicia, cuando éste le era
requerido.
16
Del expediente surge la instrucción del demandado don José de Arrascaeta, de
quien se afirmaba había sido “criado en colegio, cursando Escuela”, cfr. f. 12, en el
escrito de la defensa de Doña Ana. A los veintiséis años, José afirmaba carecer de
oficio y vivir “...de lo que su Madre le da, en cuia compañía y servicio está...” cfr. f.
40, confesión del reo.
17
Debe recordarse que en la fecha tratada aún no había sido fundada la Cátedra de
Instituta en la Universidad de Córdoba.
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18
AAC, Pleito de Esponsales analizado, f. 10.
19
Cfr. f. 31 vto. Del mencionado pleito.
20
Es frecuente en el expediente la utilización de este vocablo refiriéndose a vecinos que ha-
bitaban en las proximidades de un sector de la ciudad.
21
Varones de ambas familias estaban vinculados al comercio de muías, ello les llevaba a em-
prender largos viajes para atender el giro mercantil. Así, Melchor de Deza, padre de Ana llegó
hasta el Cuzco como consecuencia del desarrollo de esta actividad. Gregorio de Arrascaeta y su
hermano José, el acusado en el pleito tratado, también se ocupaban del trato de mulas. En el
expediente Gregorio declaraba, varios meses después de iniciado el juicio, que como
consecuencia de la defensa de su hermano en el pleito se veía obstaculizada dicha empresa
mercantil con la cual mantenía a su madre viuda, a cuatro hermanas huérfanas “y demas
crecida familia”, ello le llevaría a solicitar permiso al obispo para ausentarse de la ciudad
provocando de la contraparte acusaciones de dilación voluntaria de la causa, cfr. f. 144 y 144
vto. En la hijuela hereditaria correspondiente a la herencia paterna de José de Arrascaeta parte de
los montos en bienes corresponden a ganado mular, cfr. f. 150.
22
Así identifica por ejemplo en su declaración don Thomás de Allende, vecino de
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25
La contraparte argüirá “tacha” y por ende nulidad de la declaración de no pocos
testigos por alegar eran parientes, paniaguados, amigos íntimos, comensales y
allegados de Doña Rosa Deza, “brotados de afecto y pasión”, -cfr. f. 140 del pleito de
esponsales- y enemigos a la vez, de los Arrascaeta, cfr. f. 136. Por su parte, también
la defensa de Ana tachará más de un testigo citado por su contraparte por
considerarlos sus comensales y allegados. Ejemplos de algunos individuos llamados
a testificar a favor de Ana Deza constituyen: don Femando de Luna y Carranza,
hermano de la progenitora y tío carnal de Ana, de treinta y cinco años; el clérigo
presbítero don Damián de Herrera, pariente en segundo grado de Rosa Carranza,
madre de Ana (eran primos hermanos). Otros ejemplos de hombres de la Iglesia
citados a declarar a favor de los Deza fueron el cura rector de la Santa Iglesia
Catedral de la ciudad, Dr. Don Juan de Molina y Don Roque de Texeda y Guzmán,
clérigo presbítero de sesenta años. Otro pariente citado fue doña Margarita Amado,
de cincuenta y cuatro años, parienta en tercer grado de la madre de Ana, quien de-
claró no firmar por no saber. Vecinos del barrio fueron por ejemplo: don Juan José
Aranguren, comerciante español de Bilbao, de veintitrés años de edad, con cuatro
años de residencia en la ciudad, quien declaró vivir “pegado” a la casa de los Deza.
Ejemplo de funcionario importante citado a declarar constituye el regidor y fiel
ejecutor, maestre de campo don Thomás Pizarro, de cuarenta y seis años, vecino del
mismo barrio de los Deza.
26
Pregunta dos del interrogatorio de la defensa de Ana, cita a fojas 18 del citado pleito de
esponsales.
27
Pleito de esponsales citado, f. 32 vto.
El desempeño de las citadas actividades eran las esperables que practicase una mujer
según el modelo femenino de educación que debía recibir en la época una joven de
familia decente. Se ha consultado sobre el tema a GONZALBO AIZPURU, P.
(1999) “La familia educadora en Nueva España: un espacio para las
contradicciones”, en Familia y Educación en Iberoamérica Pilar Gonzalbo Aizpuru,
(comp.) El Colegio de México, México, pp. 43 - 57.
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28
Pleito de esponsales citado, pregunta 3 del interrogatorio f. 18.
29
Durante el tiempo en que estuvo preso el acusado, la parte demandante reclamó en
varias oportunidades por la escasa seguridad que gozaba el reo en la real cárcel de la
ciudad presumiendo la posibilidad de una fuga ya que según se afirmaba, el reo
actuaba con excesiva libertad entrando y saliendo de ésta a voluntad.
30
El nombrado era originarlo de “Galicia o Extremadura”, según un testigo, y
prófugo de los navios en donde servia, y tenia costumbre de introducirse en todas
partes por necesidad buscando caridad, asi entraría en la casa de doña Rosa
Carranza, cuya servidumbre le socorría con comida y lavado de ropa, cfr. f. 83 del
pleito de esponsales citado en la declaración del comerciante de veinticinco años
Balthazar de Nieva y Castilla, del mismo barrio de los Deza. El cuestionado
Fernández moraba en Córdoba en casa de una parienta de la madre de Ana, doña
Margarita Amado, quien era su principal benefactora durante su estancia en la
ciudad. Refiriéndose a él declaró “que lo recogió por ver que el dicho Alonso, no
tenía quien le diese un bocado de comer, ni quien le cuidase la ropa, y que el dicho
Fernández era tan pobre que no tenía mas que lo que traía en el cuerpo, y eso
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deshecho y que como tienen dicho vivía a expensas de esta declarante...” f. 77 vto,
pleito de esponsales tratado.
31
F. 52 vto. del mismo pleito.
32
Cfr. f. 92: Entre los sujetos “de poco recato o libiandad” en su comportamiento de
diferentes estados y calidades que según la parte demandada, concurrían de visita a la casa de la
familia Deza, además de Fernández de Lozada se citaba a don Gerónimo Durán, Domingo Cler,
Juan José de Aranguren de Bilbao, de veintitrés años de edad; también a don Simón Mardones,
Justo Quijano, Agustín Navarro, don Miguel Antonio Cariaga y otros, ver f. 41; aparecen
mencionados también Juan Álbares Palomo, natural de Villa de Antequera en el Reino de Gra-
nada, de treinta años, Domingo Palacios, Agustín Navarro, Juan Luis Tárelo, Vicente Piñero,
Baltasar de Nieva.
33
Cfr. f. 53 del pleito analizado. Otra testigo, doña Cathalina de Cabrera, calificaba al referido
Fernández como “pobre sin aliento” ver f. 123.
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34
Cfr. f. 25 del citado expediente.
35
Cfr. f. 46 del citado expediente.
36
Don Melchor de Deza y Tovar, nacido en Jujuy en 1686 tenía cincuenta y tres
años al iniciarse el juicio, según estudios genealógicos existentes, era hijo natural del
capitán don Antonio Rodríguez de Deza y de doña Luisa de Tovar. Cumplió la
función de Alcalde de Aguas en el año 1725, su grado de sargento mayor y su
fortuna, un patrimonio de $11.169, 6 reales fueron declarados en escritura en 1720 -
capital al que se agregaba la dote introducida al matrimonio por doña Carranza,
estimada en 2.521 pesos. La mujer tendría treinta y cinco años al iniciarse el pleito,
por lo que la diferencia de edad con su marido rondaría los dieciocho años. Ya viuda
de su primer matrimonio doña Rosa volvería a casarse a los cincuenta y siete años
con don Juan Coll, cfr. MOYANO ALIAGA, A. (2003:337) Ob. Cit.
37
Todos los testigos le reconocían dicha calidad, afirmando que la familia Deza
estaba reputada de “las más principales de esta ciudad por ser, y estar
emparentada, con los hombres mas nobles de ella”, así se afirmaba entre otras en la
declaración del presbítero don Roque de Texeda y Guzman, a fojas 39 del
expediente.
38
Cfr. f. 136 vto. en escrito del sargento mayor don Gregorio Arrascaeta.
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39
Cfr. F. 57 vto y 58 del pleito por incumplimiento de palabra de matrimonio
tratado.
40
F. 61 vto. del mismo expediente.
41
F. 58 del pleito.
42
F. 5 del mismo expediente.
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43
F. 137 del pleito citado.
44
Ibidem.
45
F. 155 y 156 del expediente de esponsales analizado.
46
Acerca de la identificación entre honra y conducta moral de las mujeres de la
familia puede consultarse: CICERCHIA, R. (1998) (Compilador) “Sensatez y
sentimiento: La historia cultural de la familia y la construcción social del género” en
Formas Familiares, procesos históricos y cambio social en América Latina,
Biblioteca Abya-Yala, Quito-Ecuador.
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47
Cfr.f. 15 y 155 vto. A fojas 179 del mismo expediente de esponsales consta el
recibo de pago efectuado cancelando los gastos procesales firmado por el Promotor
fiscal del Obispado, don Pedro José Benítez, el 26 de marzo de 1740.
48
Sobre el tema de la autoridad episcopal consultar: DELLAFERRERA, N. (2000)
“El Obispo, único Juez en la diócesis” en Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales de Córdoba, Separata de Cuadernos de Historia, Córdoba, N° 9, pp. 137 -
148.
49
El obispo de la Audiencia episcopal con sede en Córdoba y luego arzobispo de
Lima, José Antonio Gutiérrez de Zevallos había nacido en España y fue el único
obispo canonista que tuvo Córdoba. Fue además fundador de la reducción de los
indios vilelas de Córdoba, sita en las proximidades de la actual Villa Allende.
Agradecemos al Lic. Alejandro MOYANO ALIAGA habernos brindado dicha
información.
50
Aún continuaban las actuaciones a fines de enero del año 1741, cfr. f. 192 vto. del
pleito de esponsales analizado.
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51
AAC, pleito de esponsales analizado, f. 150.
52
Ibidem f. 181 vto.
53
El decreto de excomunión mayor contra don Gregorio de Arrascaeta se libró desde
el Pueblo de Nono donde se hallaba el obispo de gira, el 19 de febrero de 1740.
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54
AAC Pleito de esponsales analizado, f. 180 y 180 vto.
55
F. 182 vto. Del pleito de esponsales analizado.
56
F. 184 del expediente tratado.
57
F. 186 del expediente tratado.
58
José de Arrascaeta había nacido el veintiséis de octubre de 1712 y moriría siendo
sepultado en Córdoba el 27 de junio de 1757. Se casó el 29 de junio de 1755 y la
fecha de nacimiento del hijo póstumo fue el 23 de diciembre de 1757. Los datos
fueron proporcionados por el genealogista cordobés Lic. MOYANO ALIAGA, a
quien nuevamente la autora agradece la gentileza de proporcionárselos.
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59
AAC, Pleito de esponsales, Leg. 193 (1702 - 1765) tomo 1, exp. 7; f. 33 vto, 34 y
34 vto.
60
Tal expresión aparece en el expediente atribuida al padre del demandado, cfr. f. 12
pleito de esponsales entre Isabel Agüero y José María Saavedra, (ver ubicación
documental en nota 60).
61
Fuentes documentales principales consultadas en el tratamiento del caso
testimonial tratado: AAC, Pleito de esponsales entre Isabel Agúero y José María
Saavedra, Leg. 193 Años 1798 - 1807, t. VI, exp. 4, 37 fojas escritas casi siempre de
ambas carillas; Juicio de disenso matrimonial entre Manuel Saavedra y José María
Saavedra, AHPC Escribaníia 2, Año 1799, Legajo 98, exp. 8. AHPC, Registro III,
Año 1820-29, f. 129 vto. Se consultó también AHPC Registro IV, Año 1820, tomo
8, f. 68. Se consultaron además: Libro 14 de bautismos de naturales; Libro 3 de
matrimonios de naturales y Libro 3 de defunciones de naturales, todos en AAC
parroquia de la Asunción de Nuestra Señora (catedral).
62
En la documentación eclesiástica consultada los litigantes están identificados
como pardos, confrontar por ejemplo f. 15 vto. y f. 35; en la civil, como mulatos, cfr.
en datos del padrón de 1778 en CELTON, D. (1996: 89) “Censo de Población de la
Ciudad de Córdoba 1778 - 1779. Transcripción documental” en Colección
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de 180366.
Los Saavedra no habrían sido unos pardos cualquiera entre los
miembros de su clase.
En efecto, al momento de casarse la madre del joven incriminado en
los pleitos mencionados, de nombre Beatriz Suárez67, había introducido a su
matrimonio una dote de mas de $1.000 y el caudal aportado en ese momento
por su progenitor, Manuel Saavedra ascendió a $411 pesos68. El mismo era
presumiblemente hijo natural ya que llevaba el apellido de su madre, Luisa
Saavedra, natural y vecina de Córdoba.
En el padrón de 1778 se encuentra al hogar de dicha familia
presidido por la abuela paterna de José María, la mencionada Luisa
Saavedra, quien aparece de estado viuda, la mujer contaba entonces según el
recuento con alrededor de cuarenta y siete años, y su hijo Manuel tenía
entonces veinte, habiéndose al parecer casado muy joven con Beatriz, de tan
sólo dieciséis años en el padrón, y ya con dos hijos de la pareja: José María
de dos años, protagonista de los pleitos tratados en este trabajo y otro
hermanito, Pedro Martín, de seis meses. Con ellos convivían también dos
tíos del joven, hermanos de su padre, José Gabriel de dieciocho años y
Theresa Luisa de ocho. Toda la familia está identificada en el recuento de
población como mulata de condición libre, y declaraba poseer cuatro
esclavos negros. La vivienda familiar estaba ubicada en la calle del
Calicanto que corría de sur a norte, en el límite oeste de la ciudad de
Córdoba, una ubicación periférica no demasiado favorecida, en las
proximidades del arroyo de la Cañada69.
66
Agradecemos a la Biol. María del Carmen FERREYRA habernos proporcionado
los datos genealógicos de las familias tratadas.
67
Del testamento de Beatriz Suárez surge que años después del pleito de referencia,
ya fallecidos su esposo Manuel y su hijo José María la mujer contaba con acreencias
por valor de más de $716 procedentes de préstamos otorgados a diferentes sujetos
siendo propietaria además de la casa en la que habitaba en la ciudad, habiendo
anticipado -posiblemente en calidad de dote- más de $914 entre sus dos hijas, cfr.
AHPC, Registro III, Año 1820-29, f. 129 vto.
68
Los datos están tomados del testamento de Manuel Saavedra “vecino de esta
ciudad y Beatriz Suárez mi legitima esposa” en el cual declaraba además de lo
mencionado en el texto: “no debemos a nadie cosa alguna y a nosotros nos debe
Juana María Suárez viuda del finado Santiago Argüello $50 cuya obligación está en
mi poder...” Cfr. AHPC Registro IV, Año 1820, tomo 8, f. 68.
69
Cfr. CELTON, D.(1996) Censo de población de la ciudad de Córdoba, 1778-
1779, Transcripción documental. Colección de documentos N° I. Córdoba, Copiar,
p. 89.
166
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70
Cír. AAC Pleito de Esponsales citado, f. 1 y 5.
71
Su padre tenía veintiocho años y la madre veinte, el hogar en el que vivía era
“múltiple”, según la categoría taxonómica de Laslett para el análisis de la tipología
de los hogares, cfr. LASLETT, P. (1993:55) “La Historia de la Familia” en
GONZALBO, P. (comp.) Historia de la Familia, Antologías Universitarias, Instituto
Mora Universidad Autónoma Metropolitana, México. El mencionado hogar reunía a
varios núcleos familiares, Cfr. CELTON, D. (1996:145) Op. cit.
72
Expediente de esponsales analizado, f. 11.
73
A fojas 10 del pleito de esponsales el muchacho declaraba tener cerca de veintiún
años.
74
F. 8 del pleito de esponsales tratado.
75
F. 15 del pleito de esponsales tratado.
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76
F. 14 del mencionado pleito. El detalle de la deuda reclamada por Isabel se exhibe
a fojas 11 del expediente de esponsales y el monto de lo adeudado se originaba en
gastos ocasionados por el varón, que la mujer habría solventado consistentes en:
ropa de vestir, calzado, maletas, gastos de viaje, pólvora, importes por escritos
judiciales y “continuamente plata en el volsico”.
77
F. 15 vto. del pleito de esponsales tratado.
78
F. 15 vto. y 16 del pleito de esponsales tratado
79
F. 17 del pleito citado.
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pretendía que los efectos de estas caricias eran “tan fuertes en el pecho
humano”80 y difíciles de evadir, que el mismo “bíblico Moisés” debió en su
tierna infancia rechazar la leche de las gitanas por no participar del contagio
de sus lisonjas. Se justificó que el muchacho hubiese consentido a que ella
aceptase presentes de la mano de otros hombres, -según la contraparte
demostró81- en la ceguera que podía llegar a afectar “aun a los prudentes y
savios,82” y se acusó a la mujer de continuar el comercio ilícito con dichos
sujetos, aun después de la celebración de los esponsales -prueba de ello era
el fausto con el que había continuado vistiéndose83- considerando que era
esto motivo suficiente para liberar al joven, por fin “despierto de su
letargo”, de la palabra dada sin caer en la indignidad.
Se recurrió a la estrategia de ampararse en el derecho real, invocando
la Real Pragmática de 1778, que exigía el consentimiento paterno para el
casamiento de los hijos de familia; también se buscó probar la nulidad de los
esponsales contraídos fundándose en disposiciones emitidas por el papa
Gregorio VII en casos semejantes. Como se ha dicho, el pleito finalizó con el
desestimiento del pardo José María, quien el 22 de noviembre de 1799 con
“el debido acatamiento y sumisión” manifestó hallarse “con el animo
deliberado, de contraer matrimonio”84.
A la afrenta provocada a la familia Saavedra como consecuencia de
la efectivización del matrimonio -mandado efectuar por mandato eclesiástico
aun en contra de la voluntad de los padres del contrayente- se uniría el costo
material de tener que soportar los gastos derivados de las costas judiciales, lo
cual se entiende resultaría por demás gravoso para la familia Saavedra85.
80
Los argumentos presentados en el texto pueden consultarse en el escrito de la
defensa de José María que se inicia a fojas 21 del pleito de esponsales.
81
Del expediente surge que Isabel habría recibido algunos presentes de un sobrino
de, un tal García Pose, cuando su tío estaba ausente de la ciudad; de regreso, habría
advertido “el desfalco” provocado por su pariente, f. 26.
82
Ibídem.
83
Acerca de los atuendos de Isabel se menciona por ejemplo que habría adquirido al
fiado una pollera de angaripola, seis hilos de perlas más media vara de tela rosada,
cfr. f. 31. A fojas 32 se menciona un rebosillo rosado con su cinta. Entre los lugares
que frecuentaba la mujer aparecen mencionados: la fiesta de toros, bailes y juegos de
naipes, cfr. f. 34 vto. expediente de esponsales tratado.
84
f. 36 expediente de esponsales analizado.
85
Considérese que en el pleito del disenso padre e hijo fueron condenados a afrontar
las costas por mitades, las mismas importaron $34. A ello debe sumarse las
derivadas del juicio por esponsales -cuyo importe fue de $174 más la fianza de
carcelería que afrontó el padre.
169
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86
Al menos en teoría, era esperable un acatamiento más estricto de las normas
morales en los blancos, de quienes se habría pretendido un comportamiento
modélico que pudiera ser imitado por los otros grupos. En éstos, la pobreza, una
deficiente Instrucción cristiana, la mezcla de sangre asociada al origen servil, podían
interpretarse como factores atenuantes de eventuales transgresiones.
87
Según San Pablo existían cinco categorías de pecados, entre ellos “los pecados de
la carne” que se cometían contra el cuerpo, entendido éste como templo del Espíritu
de Dios, que se ubicaban en el tercer grado en la escala de gravedad. Para San Pablo
los pecados sexuales ocupaban una posición destacada, después del homicidio y
antes que los pecados contra la propiedad, cfr. ARIES, Ph. (1987:68) “San Pablo y
los pecados de la carne” en Sexualidades occidentales, Buenos Aires, Paidós, pp.65-
9.
170
Iglesia sexualidades y estrategias familiares de selección…
88
Sobre el aspecto que ofrecía la ciudad de Córdoba a lo largo del siglo XVIII según
relatos de viajeros y otros testimonios pueden consultarse BISCHOF, E. (1979)
Historia de Córdoba, Buenos Aires, Plus Ultra; también CELTON, D. (1993) “La
población de la provincia de Córdoba a fines del siglo XVIII” en Academia
Nacional de la Historia, Buenos Aires; para la primera mitad del siglo puede
consultarse ARCONDO, A. (1992) El ocaso de una sociedad estamental, Córdoba
entre 1700 y 1760, Córdoba, Dirección general de publicaciones de la Universidad
Nacional de Córdoba, Córdoba.
89
En el caso mexicano por ejemplo Seed ha señalado como la expansión económica
producida desde la segunda década de 1720 había coincidido con un significativo
incremento de los matrimonios interétnicos, cfr.SEED, P. (1991) Amar, honrar y
obedecer en el México colonial, Alianza, México.
90
Ello ha podido comprobarse tanto para la sociedad cordobesa como para otras
latinoamericanas o europeas, cfr. por ejemplo: PERROT, M.(1989:283) “Dramas y
conflictos familiares” en Historia de la vida privad. La Revolución Francesa y el
asentamiento de la sociedad burguesa en ARIÈS Ph. y DUBY, G. (directores),
Taurus, Madrid, vol. 7, pp.269 - 291. Silvia Mallo destaca también que en el Río de
171
MÓNICA GHIRARDI
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Iglesia sexualidades y estrategias familiares de selección…
91
Alrededor del 62% de las acciones de nulidad iniciadas en Córdoba quedaron
paralizadas en alguna de las etapas procesales. El alto porcentaje de causas
inconclusas en los juicios de separación de cuerpos -70.34%- del cual un 30.35%
correspondían a casos de la ciudad y un 69.64% a la campaña cordobesa, revela la
situación de indefinición legal en la que quedaba tan alta proporción de parejas
desavenidas que concurrieron a la justicia De los expedientes de esponsales
analizados sólo en un 46.7 % de los casos de esponsales fue emitida sentencia en la
Audiencia Episcopal de Córdoba. Si bien en los distintos tipos de pleitos analizados
los resultados de las sentencias fueron, en términos porcentuales,
predominantemente favorables a las accionantes, si consideramos el alto porcentaje
de causas que, como se ha dicho no se resolvían, más aquéllas que concluyeron en el
desestimiento por parte de las demandantes, más los fallos que fueron contrarios a
las mujeres, podemos suponer que el panorama no resultaba demasiado alentador en
cuanto a la eficacia que lograban éstas al acudir a la justicia, en la jurisdicción de la
Audiencia Episcopal de Córdoba.
173
MÓNICA GHIRARDI
92
A partir de 1720 comenzaría a evidenciarse un recambio en los sectores dirigentes
de la ciudad. Como consecuencia, en parte, de la política de la Corona tendiente a
recuperar para sí los derechos cedidos en las encomiendas, comenzaría a ser cada
vez más difícil obtenerlas, ello redundaría en un desmembramiento de las mismas y
en una disminución del número de los titulares, a ello se sumaría además a la
pérdida de importancia de la producción basada en la economía indígena, unido a las
transformaciones operadas en el tráfico de mulas con lo cual de a poco se produciría
un fenómeno de reemplazo de unas familias por otras en el control de la política de
la ciudad decayendo la posición de algunas tradicionales y ante la emergencia de
otras. Los Arrascaeta, junto a los de Echenique y Cabrera y los de Las Casas
Zeballos integrarían el grupo que iría sustituyendo en la época tratada a las antiguas
familias en el gobierno de la ciudad, cfr. ARCONDO, (1992:264,5). La alternancia
de individuos miembros de familias cordobesas distinguidas de la ciudad con
jóvenes españoles pobres recién llegados que trataban de insertarse en la sociedad
local y recibían la ayuda y asistencia de las familias acomodadas, en forma de
alojamiento y alimento gratuito se refleja en la documentación analizada por
ejemplo en la familiaridad del trato que el entonces capitán José de Arrascaeta
prodigaba a los peninsulares pobres que frecuentaban el hogar de la accionante del
pleito, como Fernández de Lozada -el otro presunto pretendiente de Ana Deza-.
174
Iglesia sexualidades y estrategias familiares de selección…
93
Algunos especialistas como Lawrence Stone y Eduard Shorter han puesto énfasis
en que los criterios en la selección de la pareja han cambiado a través del tiempo. En
la opinión de dichos autores se sigue aquí a ANDERSON, M. (1998:51-55)
Aproximaciones a la historia de la familia occidental 1500 - 1914, Siglo XXI
editores, México, 2°edidón. Según Stone, el afecto mutuo -entendido como amistad
y compañerismo- el romance y la atracción fueron elementos cuya importancia
relativa varió a través del tiempo, aunque sin desaparecer ninguno de estos factores
totalmente. Asimismo dicho autor destacó que habrían existido cambios temporales
respecto a la mayor o menor influencia de los padres en las decisiones matrimoniales
de los hijos, la cual habría variado también en función del grupo social de
pertenencia, asi los terratenientes habrían tenido mayor peso en las decisiones de sus
vástagos y su autoridad se habría hecho sentir hasta bien avanzado el siglo XIX,
mientras que en sectores más bajos esta influencia habría sido menor que en la de los
grupos en los que los progenitores controlaban los medios económicos que decidían
el nivel de vida de los hijos y habría menguado siglos antes. Shorter por su parte -
según señala Anderson- se indinó por suponer que, por efecto del resquebrajamiento
de la instituciones reguladoras del noviazgo a fines del siglo XVIII se habría
producido una “evolución romántica” en los sectores trabajadores, en la que los
sentimientos habrían reemplazado a consideraciones utilitaristas en la selección del
cónyuge.
La idea de que el matrimonio concertado y socialmente conveniente debia constituir
necesariamente el opuesto del casamiento “por amor” ha sido cuestionada por
diversos especialistas; autores como Goody siguiendo a Hufton, han explicado
como, sentimientos e interés no tenían por qué presentarse en términos
contrapuestos y que tanto padres como jóvenes atendían mutuamente sus
preferencias. A través del concepto de “habitus” Bourdieu explicó el mecanismo por
el cual un individuo consentía en someterse espontáneamente al propio destino
social, ya que la decisión matrimonial estaba subordinada a los intereses del linaje,
cfr. Pierre BOURDIEU (1991:264) El sentido práctico, Taurus, Madrid.
175
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94
Según señala Pierre Bourdieu, en las sociedades del Antiguo Régimen el
matrimonio de cada uno de los hijos constituía un momento de interés fundamental
para la sociedad conyugal, ya que equivalía a constituir una nuevo vínculo o alianza
e implicaba un intercambio en el cual se jugaban distintos valores: sociales,
económicos, culturales. En esa interpretación, las relaciones entre las unidades
conyugales tendientes a generar mecanismos que contribuyesen a garantizar el
camino hacia la preeminencia social y supusiesen una reducción de su
vulnerabilidad aparecían como esenciales. Sobra precisar que, mientras más
significativos fueran los bienes a preservar, mayores eran los riesgos que se corrían
y más necesarios los recaudos a tomar. En cada casamiento se ponía en juego la
preservación del status del grupo familiar. La nueva unión podía constituir un
motivo de medro o bien una amenaza para el grupo de parientes. La concertación de
cada una de las uniones afectaba el destino de los demás hijos y del grupo parental
en su conjunto, cfr. BOURDIEU, P. (199l: 245 y sig.) Op. cit.
95
Cfr. testamento de María de Allende AHPC, Registro I, Año 1789, Leg. 171, f.
199.
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Iglesia sexualidades y estrategias familiares de selección…
ascenso abarcaría además los casamientos de sus hermanos. Así por ejemplo,
el matrimonio de José con su entenada, una hija nacida de la unión en
segundas nupcias de su mujer, de nombre Segunda Roldán y Allende, que
tendría lugar el 19 de junio de 1755, apuntaría a afianzar dicha alianza. José
recibiría de su esposa en dote $12.09896, suma material más de diez veces
superior a la que estuvo en condiciones de ofrecer Ana de Deza a su marido
Echevarría poco tiempo después del pleito analizado, cuando se casó,
llevando además la carga de una hija engendrada de soltera, resultado de su
presunta relación con José de Arrascaeta.
Por su parte, la joven Ana “de especial hermosura”, como la
describió un testigo en el expediente, como otras doncellas blancas del siglo
XVIII cordobés, parece haber protagonizado una vida social activa que
trascendía el cumplimiento de las solas obligaciones religiosas, ello le
permitiría relacionarse con varones y mujeres de su vecindad pertenecientes
a diversos niveles sociales, y serviría de argumento a sus detractores para
oponerse a la santificación de su relación con José -individuo casi diez años
mayor que ella, y perteneciente a una familia con la que alternaba con
regularidad y que supuestamente merecía la confianza de su progenitora-. En
efecto, su “caída” con él, no pudo remediarse con el santo matrimonio, a pe-
sar de la pertinaz voluntad de su madre doña Rosa para promover y sostener
en el tiempo la larga causa judicial, buscando mitigar el daño causado por el
comportamiento de José de Arrascaeta a la honra de su núcleo familiar. La
ausencia prolongada de su marido del hogar conyugal -frecuente en la época
entre los representantes del sexo masculino que se dedicaban a la actividad
mercantil y militar- entendemos que no contribuyó a resguardar la imagen de
honorabilidad de su casa, constituyéndola en el centro de murmuraciones
contra su moral -ciertas o no- de singular agudeza, aunque contrabalanceadas
por el apoyo brindado por el círculo de parientes y allegados de la familia97.
La Iglesia constituyó en este primer caso -y también en el segundo-
un baluarte protector de la institución matrimonial fallando en consecuencia,
buscando proporcionar un castigo suficientemente ejemplificador para el
prófugo que se resistía a someterse a su obediencia. Una singular tensión
96
Según consta en el mencionado testamento de la suegra de José de Arrascaeta,
doña María de Allende, cfr. doc. Cit.
97
Ello Introduce al importante tema acerca de la “reversibilidad de la deshonra,
tratado por Ann TWINAM (1998) “The negotiation of honor, Elites, Sexuality, and
Illegitimacy in Eighteenth-Century Spanish America” publicado en JOHNSON L. y
LIPSET RIVERA S. (comp.) The faces of honor. Sex, shame and violence in
Colonial Latin America, 1998 Albuquerque, University of New México Press, allí,
la autora sostiene la tesis de que el honor no exigía absoluta coherencia entre los
actos privados y la imagen pública ya que las faltas cometidas privadamente no
afectaban necesariamente la honra pública.
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98
Cfr. PUNTA, A. I. (1997: 245,6) Córdoba borbónica. Persistencias coloniales en
tiempo de reformas (1750 - 1800), Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba.
La casa de don Gregorio de Arrascaeta reunía al momento de realizarse el censo de
1778 a varios miembros de su parentela, entre ellos un José Manuel quien podría
tratarse del hijo póstumo de José, y sumaba más de catorce esclavos, lo cual
constituye testimonio del poder económico alcanzado en la época y de la holgura
material con la que transitaba sus días la familia, cfr. CELTON, D. (19%: 35,6) Ob.
Cit. El hijo contaba con bienes recibidos de su padre difunto que ascendían a $240
en 1789 y al fallecer también la madre cuando el pequeño contaba sólo con tres años
de edad, el caudal del huérfano sumó $13.800 una vez deducidos los gastos del
funeral. Este hijo de José quedó a cargo de su abuela María de Allende y de su tío-
abuelo Gregorio de Arrascaeta, quienes lo habrían hecho estudiar en el Colegio
Monserrat hasta los dieciocho años, Cfr. testamento de doña María de Allende, doc.
Cit.
178
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99
Tomado de PUNTA, A. I. (1997:259,60) Op. cit.
100
Ver, ARCONDO, A. (1992:225,6) Op. Cit.
179
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101
Sobre el tema consúltese SOCOLOW, S. (1990) “Parejas bien constituidas: la
elección matrimonial en la Argentina colonial, 1778 - 1810” en Anuario del Instituto
de Estudios Históricos y Sociales de Tandil, Tandil, V.
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A MODO DE CIERRE
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BIBLIOGRAFÍA
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