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¿Se ha convertido la Educación Superior en un negocio?

A través de todas las edades el desarrollo de la sociedad ha dependido del buen desarrollo de

la educación para lograr su progreso. De acuerdo con la historia creacionista desde el mismo

comienzo de su existencia, el hombre ha estado inquieto por adquirir conocimientos (del bien y el

mal) que lo posicionara en una mejor esfera de la que ya estaba. Incursionando por las diferentes

civilizaciones en todos los tiempos hasta nuestros días es notorio que a mayor desarrollo de la

sociedad mayor es el desafío que se le impone a la educación. En este trabajo se abordará uno de

esos desafíos, el cual es a saber, la pertinencia social de la educación superior de la cual la

sociedad contemporánea espera cada vez más. Por lo tanto, se dirá que la educación superior debe

ser un proceso dinámico de continua transformación e innovación en aras de suplir las exigencias

y necesidades de la sociedad globalizada en la cual vivimos. Pese a que se tiene conciencia de

esta realidad, parece ser que la pertinencia social de la educación superior se ha quedado

solamente en los planes y consejos utópicos de aquellos que sueñan con ver a la educación

superior cumpliendo el rol del “deber ser.”

La educación superior es llevada cautiva por el mercantilismo educativo que impera en la

sociedad actual.

Debido al fenómeno de la globalización que de acuerdo a (Castells, 1996); es una "fuerza que

está reorganizando la economía mundial", las sociedades se ven urgidas en mejorar sus procesos,

estrategias de manera que puedan competir en el mercado de la economía y así no quedarse en el

rezago. Es allí donde entra en juego el papel de la educación superior pues a ella acude la

sociedad en búsqueda de inspiración, conocimiento, información, propuestas y soluciones. Por lo

anterior mente descrito eso es importante reflexionar sobre la forma en que la educación superior

está cumpliendo su rol y al hacerlo nos damos cuenta que, en Centro América, y particularmente
en Honduras, la educación superior no ha logrado satisfacer las demandas de esta última, ya que

como sociedad no hemos logrado incursionar y competir con algunas otras sociedades.

Pese a que, en Honduras, en estos últimos años, se han abierto nuevos centros de educación

superior, estos no parecen estar dándole las respuestas a los problemas que la sociedad presenta,

ya que con el afán de mejorar su matrícula estas universidades no le apuestan a la innovación.

Las ofertas de estudio que se ofrecen en nuestras universidades no parecen estar pensadas a ser

una solución a las demandas de la sociedad. Aunque sean muchas de ellas sean muy atractivas,

no es lo que se necesita para poder salir del subdesarrollo convirtiéndose como bien lo dijera

Darcy Ribeiro “el refugio secular de los mediocres, en la renta de los ignorantes, llegando a ser

así el fiel reflejo de estas sociedades decadente”

Por lo consiguiente, a no ser que las personas que rigen las universales cambien su manera de

ver la educación superior y piensen sus ofertas académicas sin temor al cambio y a lo

impredecible, las universidades seguirán ofreciendo carreras y formando profesionales que poco

o nada ofrecen al progreso de la sociedad cuando pudieron haber sido un agente transformador,

un impulsador que mueva a este país al paso acelerado del fenómeno globalizador.

Se necesita entonces repensar la educación superior, y dirigir nuestras miradas al viejo mundo

europeo en donde las universidades le han apostado a las carreras tecnológicas y de artes

liberales, creando oportunidades de ingreso, permanencia y terminación de estudios de los

aspirantes y ofertas de estudio en relación con el mundo del trabajo para los más desfavorecidos

(clase obrera, mujeres, y etnias). O quizás solo se necesite resucitar el espíritu de la reforma de

Córdoba. Y no seguir empeñándose en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil.

Afróntense la problemática de la universidad, los desafíos que esta tiene. Trabajando el problema

de la equidad y la calidad y volviendo a la educación superior de regreso al servicio de la

comunidad y del estado sin importar si es carácter privado o republicana.


Además de afrontar los desafíos, los retos y demandas impuestas sobre la educación superior,

es menester que se piense y reoriente la universidad y se revisen sus programas de estudio de cara

a una nueva generación cada vez más joven que necesita ser enseñada a tomar decisiones sabias y

éticas, que necesita además ser nutrida con conocimientos nuevos, con competencia en manejos

de idiomas, y tecnologías de punta que los harán aptos para competir dentro del país y más allá

de las fronteras en un mundo donde la competencia es fiera, donde solo más apto encuentra un

lugar. No se puede seguir ofreciendo carreras obsoletas que lo único que hacen es incrementar los

números en las estadísticas del desempleo.

No es que la educación superior haya dejado de ser el arma más poderosa con la cual se

combate la ignorancia, la pobreza, y la mediocridad y el subdesarrollo. Si no más bien que el

poder de esta parece estar en un estado de letargo, prisionera de los sistemas serviles y

mercantilistas que ven el verdadero despertar de la educación como una amenaza para sus

propios intereses ambiciosos y por eso no desean que la educación superior recobre su libertad, y

cumpla su función, su papel protagonista en el desarrollo.

Soltad la educación superior de las cadenas que el espíritu egoísta de los que gobiernan y rigen

el consejo de educación superior y los que rectoran las universidades la han cautivado. Libérese

el espíritu transformador de la educación superior, y con él se despertará también una sociedad

productiva, innovadora, capaz de competir en el mundo cambiante. La sociedad lo demanda, es

urgente que se preste atención a este pedido lo más pronto posible, o la posteridad de este país lo

lamentará mañana.

Bibliografía:

Universidad y Sociedad, Carlos Tunnermann Berhneim, Editoral Hispamer, 2001, paginas 108,

253.

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