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5 mitos sobre el complementarismo

Por
Soldados De Jesucristo
-
30 agosto, 2019

Nota editorial: Esta artículo pertenece a una serie de 21 artículos relacionados con los mitos
acerca de los temas más relevantes de la teología y la vida cristiana. Puedes leerla en este
enlace. Esta serie fue publicada originalmente en inglés por Crossway.
A continuación 5 mitos sobre el complementario:

Por: Andreas J. Köstenberger, Margaret Elizabeth Köstenberger

Individuales pero distintos


La interpretación complementaria de las Escrituras sostiene que el propósito de la creación de
Dios para el hombre y la mujer implica igualdad de valor individual, pero distintos roles. Dios
estableció esta realidad intrínseca y orden en la creación como parte de su proyecto de la
misión del hombre y la mujer en la tierra, para que la vivieran juntos para Su gloria. De acuerdo
con el diseño divino, a los hombres se les da la responsabilidad de liderar en el matrimonio y la
familia, así como en la iglesia, la familia de Dios, mientras que a las mujeres se les asigna el rol
de acompañar y apoyar a sus esposos y se les confía la crianza y el cuidado de los hijos para la
gloria de Dios, además de ser participantes activas en la misión de la iglesia. A continuación,
destacaremos tres mitos impuestos al complementarismo desde afuera (es decir, por
igualitaristas), más dos mitos perpetuados algunas veces por quienes están adentro (los mismos
complementaristas que erróneamente sobrepasan los límites del diseño de Dios, quizá para
amoldarse a la cultura).

En principio, se debe observar que cada título tiene una historia y sus propias limitaciones. En
el caso en cuestión, algunos de los que no abrazan completamente las diferencias creadas
divinamente entre hombres y mujeres (igualitaristas) aún defienden alguna forma de
complementariedad, reconociendo diferencias biológicas y posiblemente otras, pero minimizan
o niegan la autoridad masculina bíblica. Por su parte, los complementaristas se aferran a la
igualdad masculina-femenina en esencia, al mismo tiempo que afirman la autoridad masculina
en el hogar y en la iglesia. El subtítulo señalado de un volumen
igualitario, Discovering Biblical Equality: Complementarity without Hierarchy (Descubriendo
la igualdad bíblica: complementarismo sin jerarquía), enfatiza las limitaciones de los títulos (ya
sea “complementario” o “igualitario”) y recalca la necesidad de base bíblica propiamente
dicha.

Mito n.º 1: El complementarismo está


obsesionado con la autoridad masculina
¿Aboga el complementarismo por una estructura jerárquica de autoridad de arriba hacia abajo
en la relación hombre-mujer? ¿Hasta dónde se debe llevar la autoridad masculina bíblicamente
hablando? Los principales complementaristas creen que no existe base bíblica para un patrón
autoritario legítimo de una relación jerárquica del tipo amo-esclavo o general-soldado para
hombres y mujeres. Sin embargo, ellos mismos en ocasiones están conectados con un
“jerarquismo” extremo (¡que también es una monstruosidad verbal!) y, junto con esto,
defienden la inferioridad femenina. Según este mito, el complementarismo equivale a
ser antimujeres o a no admitir mujeres en el ministerio, con la intención de que ellas no ocupen
lugares de liderazgo en la iglesia, el mundo corporativo y la esfera política. No obstante, esto
caracteriza de manera incorrecta el complementarismo bíblico. En realidad, este pone énfasis en
la belleza de la complementariedad en el marco del diseño binario deliberado y hermoso de
Dios en el que el liderazgo del esposo se ejerce en amor y servicio, y en el que las mujeres
están incluidas como participantes significativas en la misión de la iglesia.

En el matrimonio bíblico, se ordena al esposo a tratar a su esposa como coheredera de la gracia


de la vida (1 Pe. 3:7), sirviéndola y amándola como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí
mismo por ella (Ef. 5:25). Aunque la autoridad del marido no está ausente en las instrucciones
de Pablo, el amor por el bienestar y el crecimiento de los miembros de su familia es un tema
predominante (Ef. 5:25-28). Por su parte, se anima a las esposas a actuar humilde y
sacrificialmente, en sumisión a sus maridos (Ef. 5:22), pero no se las presenta como inferiores o
subordinadas a los hombres. Al contrario, las Escrituras muestran que tanto el hombre como la
mujer fueron creados a la imagen de Dios con gran e igual valor intrínseco. El Espíritu Santo
fue dado a hombres y mujeres cuando se estableció la iglesia (Hch. 2:17-18) y a ambos se les
otorgan dones espirituales para edificación de la iglesia. Una perspectiva bíblica de la relación
entre hombres y mujeres en el ministerio de la iglesia no muestra a un hombre que ejerce un
liderazgo autoritario, sino que instruye a los ancianos a no abusar de la autoridad que tienen
sobre los que están bajo su cargo (1 Pe. 5:3).

Mito n.º 2: El complementarismo confina a las


mujeres al hogar.
Otra caricatura del complementarismo muestra a las mujeres confinadas al hogar. El
complementarismo bíblico toma con seriedad la enseñanza de que las mujeres casadas y con
hijos sean fieles a sus roles en relación a sus esposos e hijos (Ti. 2:4-5), pero ellas deben
cumplir tales roles por la gracia de Dios y con libertad, como lo indican las Escrituras. En la
creación de la primera mujer, Eva es presentada como una compañera y ayuda para su marido
(Gn. 2:18). Esta representación se ve reflejada en el juico que ella recibe después de la caída:
dolores de parto y luchas en el matrimonio vinculadas directamente con su llamado divino en
relación a su marido e hijos (Gn. 3:16). En la carta de Pablo a Tito, se llama a las mujeres a
“trabajar en sus hogares” y a amar a sus maridos e hijos (Ti. 2:4-5; cf. 1 Tim. 5:9-
10, 14). Creemos que la alegría y el trabajo de la vida de las mujeres se vivirán mejor cuando
ellas se centren principalmente en su familia y en su hogar.

Al mismo tiempo, el complementarismo no descarta que las mujeres trabajen fuera del hogar.
De hecho, por lo general se reconoce que la mujer casada de Proverbios 31 era activa en su
comunidad mientras estaba enfocada en su hogar. Por lo tanto, la necesidad de cada mujer es
descubrir hacía dónde Dios la guía en cuanto a sus actividades fuera del hogar (trabajo u otros)
en cualquier momento de su vida siempre que esté vinculado con su rol principal en la
familia. Sin embargo, no hay necesidad de alejarse del diseño de Dios para las mujeres centrado
en la familia y el hogar, a menos que existan factores atenuantes como la enfermedad del
esposo, etc. Para mujeres no casadas, las preguntas son similares, pero las responsabilidades de
la vida serán distintas puesto que tendrán más tiempo que disponer para involucrarse en la
comunidad en varios momentos de sus vidas (1 Cor. 7:34). No obstante, las reacciones
exageradas son comunes, como insistir en que las mujeres puedan participar en cualquier
actividad fuera del hogar casi, o sin preocuparse por el propósito específico de Dios para cada
género. Esto es contrario a la enseñanza bíblica y profundamente problemático.

Dios estableció esta realidad intrínseca y orden en la creación como parte de su proyecto de la
misión del hombre y la mujer en la tierra, para que la vivieran juntos para Su gloria.

Mito n.º 3: El complementarismo conduce a la


violencia doméstica y al abuso conyugal.
Debido a su afirmación de liderazgo y autoridad masculina, en ocasiones el complementarismo
ha tolerado violencia doméstica y abuso conyugal. Si bien la gente malvada siempre
corromperá las enseñanzas bíblicas claras para sus propios fines impíos y la naturaleza
pecaminosa de la humanidad inevitablemente causa la corrupción del diseño deseado, vincular
el complementarismo con la violencia doméstica está basado en una idea errónea de lo
que este en realidad enseña en relación con la verdadera naturaleza de la autoridad masculina
(vea lo desarrollado en el Mito n.º 2 arriba). También se debe tener en cuenta que el abuso de
las mujeres no se limita de ninguna manera a un lado de este debate. Revelaciones afines al
reciente movimiento #MeToo (#YoTambién) dejan en claro que el abuso de mujeres es común
entre individuos e industrias, muy lejos del complementarismo y sus perspectivas.

Por ende, la acusación de que el complementarismo condena de manera insuficiente, o aprueba


inconscientemente, o puede conducir a la violencia doméstica y al abuso conyugal es
manifiestamente falsa. Recientemente, algunos complementaritas han declarado públicamente
que condenan firmemente y se oponen a cualquier forma de violencia doméstica y abuso
conyugal. En su “Declaración sobre el abuso”1 adoptada el 12 de marzo de 2018, que sigue a
declaraciones similares anteriores, la junta directiva del Consejo sobre la masculinidad y
feminidad bíblicas, la principal organización complementaria, escribe: “Condenamos todas las
formas de abuso físico, sexual y / o verbal”. Agregan: “Creemos que el abuso no solo es un
pecado sino también un crimen. Es destructivo y malo. El abuso es un sello del diablo y está en
oposición directa a los propósitos de Dios. No se debe tolerar el abuso en la comunidad
cristiana”. Aún más, “creemos que la iglesia y los líderes de ministerio tienen una obligación
especial de denunciar abusos a las autoridades civiles”. En cuanto a la iglesia, “creemos que la
iglesia debe preocuparse con amor, atender a los abusados y ayudarlos a encontrar esperanza y
sanidad a través del Evangelio… Creemos que, por el poder del Espíritu de Dios, la iglesia
cristiana puede ser un instrumento del amor y la sanidad de Dios para quienes estuvieron en
relaciones abusivas, como así también ser ejemplo de unidad en un mundo fracturado y
quebrantado“. No solo los principales complementaristas han condenado públicamente todas
las formas de violencia y abuso conyugal, sino que además hay muchos ejemplos de
matrimonios que honran a Dios entre complementaristas que muestran en la práctica la belleza
del diseño complementario de Dios.

Mito n.º 4: El complementarismo solo limita el


acceso a las mujeres a puestos pastorales
Mientras que los primeros tres mitos se relacionan con ideas impuestas
al complementarismo desde afuera, en su mayoría por igualitaristas, los mitos n.º 4 y n.º 5 a
veces son propugnados por quienes están “dentro” del movimiento
autodenominado complementarista. El mito n.º 4 sostiene que el complementarismo solo limita
el acceso a las mujeres a puestos pastorales. Se puede suponer que, al menos en parte, este
enfoque surja de la vergüenza por, o quizás del deseo de minimizar, la ofensa causada por la
enseñanza complementaria en la cultura circundante, que considera la enseñanza
complementaria demasiado restrictiva, si no una discriminación absoluta contra las mujeres Por
lo tanto, una afirmación exhaustiva de la enseñanza complementaria está de acuerdo y reducida
a un solo tema para parecer “razonable” y amoldarse a diferentes destinatarios, ya sean
miembros de la iglesia potenciales o actuales, posibles o actuales donantes, la academia, o
alguna otra élite intelectual “políticamente correcta”. En consecuencia, a veces se puede
observar que los complementaristas perpetúan una mitología propia en respuesta a desafíos
similares a los mitos mencionados anteriormente.

En los últimos años, por ejemplo, hemos escuchado cada vez más que los pastores
complementarios y otros complementaristas autoidentificados enseñan que la única restricción
que los complementaristas deben imponer a las mujeres es la de asumir el cargo pastoral;
cualquier otra función de liderazgo debe estar abierta a mujeres calificadas en la iglesia. Sin
embargo, la enseñanza bíblica sobre género es mucho más minuciosa y profunda de lo que
podría transmitir una condición negativa singular, una mera regla que restringe a las mujeres
acceder a un cargo en particular (aunque altamente significativo), permitiendo de otra manera la
igualdad sin restricciones entre hombres y mujeres. Pablo fácilmente podría haber dicho en
1 Ti. 2:12: “no le permito a la mujer ser anciana de la iglesia” si lo que tenía en mente era solo
la restricción de tomar un cargo pastoral o de ancianato. En cambio, dijo: “Yo no permito que
la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre”, lo que indica que son
esas funciones las que no debe realizar, no se trata simplemente del cargo en el que dicha
enseñanza y ejercicio de autoridad tienen lugar. Esto significa que, en otros contextos en los
que haya enseñanza de las Escrituras o ejercicio de liderazgo espiritual, tales tareas deben ser
realizadas por hombres calificados. El hecho de impedir el acceso a las mujeres al cargo
pastoral como la única limitación para una participación apropiada en la iglesia refleja, por lo
tanto, una visión simplista y reduccionista del diseño de Dios para la participación de las
mujeres en la iglesia. Lo que está en discusión aquí es la enseñanza y autoridad que implican
los roles de liderazgo.
La enseñanza bíblica sobre el diseño de Dios para el hombre y la mujer tiene implicaciones
profundas para la vida y el ministerio. Implícita en esas identidades (hombre y mujer, niño y
niña) y los roles que Dios le dio a la humanidad (marido y mujer, padre y madre, hijo e hija)
está la expresión de nuestra masculinidad o feminidad tal como las vivimos en nuestras
comunidades e iglesias para la gloria de Dios. La forma en la que vivimos nuestra identidad
masculina o femenina y cómo nos relacionamos con otros como hombres y mujeres es
polifacética y no se puede reducir a una única prohibición de que las mujeres ocupen un cargo
en particular en una iglesia. El mandato creacional completo para el hombre y la mujer, y sus
implicaciones para la identidad masculina y femenina y sus roles, debe ser algo sobre lo que se
llame la atención desde el púlpito y debe ser visto en nuestras iglesias como algo hermoso,
digno y deseable. La instrucción doctrinal en esos asuntos y el mentoreo sobre los roles
masculino y femenino deberían ser una parte esencial del discipulado y vida de adoración.
Dejar abiertos de manera inapropiada todos los roles de liderazgo en la iglesia a la participación
femenina (a excepción del cargo de pastor / anciano) sin evaluar otros roles de liderazgo
potenciales para determinar su idoneidad no es demasiado responsable, ya que no aborda
enteramente la teología de la masculinidad y feminidad en las Escrituras. En cuanto a las
mujeres, tal reduccionismo ignora el plan glorioso de Dios para ellas tanto en la maternidad
como en acompañar a sus esposos a servir a sus familias, como así también ignora la extensión
del ministerio de mentorear y enseñar a las mujeres en el contexto más amplio de la familia de
la iglesia.

Mito n.º 5: El complementarismo puede y debe


ser culturalmente compatible
A veces se afirma que el complementarismo se defiende desde el tradicionalismo o el
conservadurismo en lo que respecta a las identidades y los roles de hombres y mujeres. Se
piensa que los complementaristas sostienen la tradición y el statu quo en lugar de remitirse a
sus creencias sobre bases bíblicas. Son personas que no colaboran frente a la marcha irresistible
hacia la iluminación ni frente al progreso inexorable hacia la igualdad de género a nivel
mundial. Defienden una visión arcaica del dominio masculino y del patriarcado, así como la
inferioridad y sumisión femeninas. Si bien es indudablemente cierto que algunos apoyan la
enseñanza complementaria debido al tradicionalismo subyacente o al conservadurismo, el
complementarismo bíblico en toda su gloria y verdad se basa verdadera y profundamente en el
diseño de Dios como se expresa en la enseñanza de las Escrituras con respecto a las identidades
y roles masculinos y femeninos.

La caracterización errónea del complementarismo como algo meramente tradicional puede


llevar a que algunos complementaristas se acobarden y sobrecorrijan, o incluso intenten reparar
una historia del pasado sobre sexismo en la cultura más amplia. Deseosos de mostrar que el
complementarismo es culturalmente inofensivo, incluso relevante, pueden tratar de adaptar su
enseñanza y práctica a la cultura hasta el punto de que sean casi imposibles de distinguir del
igualitarismo. Los complementaristas pueden ubicar a mujeres menos militantes en el liderazgo
para evitar el tipo de liderazgo femenino agresivo, o quizás más ofensivo y feminista. Sin
embargo, descuidar la teología y la práctica adecuadas en esta o en cualquier otra área implica
truncar los vínculos vitales de la creación de Dios y el evangelio. En algunos casos, esto se
logra al compartimentar la verdad bíblica en varios niveles o capas, lo que inevitablemente
reducirá la eficacia de la iglesia y corromperá de forma gradual el avance de la misión de Dios
en el mundo.

Resulta obvio –y lo decimos con dolor– que el complementarismo, como reflejo de la


verdadera enseñanza bíblica, es profundamente contracultural, si no culturalmente inaceptable.
Por esta razón, el esfuerzo de algunos complementaristas para adaptar sus enseñanzas y
prácticas a la cultura amenaza con hacer que la iglesia en este sentido prácticamente no se
distinga del mundo y la lleve a abandonar su llamado de ser la “sal” y la “luz” del mundo. Si
seguimos ese ejemplo y negamos la realidad de esta creación, inevitablemente nos
convertiremos en cómplices de socavar la autoridad de la Palabra de Dios y de Aquel que nos la
dio. Quienes deseen ser fieles a la enseñanza bíblica en esta área pueden, con audacia y belleza,
mantener en alto la bandera y vivir fielmente lo que ello implica, abrazando sin arrepentirse la
responsabilidad y la alegría de vivir y enseñarles a otros el diseño de Dios para el hombre y la
mujer en todas sus partes, junto con cualquier otro tema de las Escrituras.

Notas:

https://cbmw.org/about/statement-on-abuse
Andreas J. Köstenberger, Margaret Elizabeth Köstenberger

Este matrimonio de eruditos bíblicos establece una teología bíblica robusta sobre el género, al
examinar textos clave, emplear principios hermenéuticos sólidos y considerar influencias
históricas importantes relacionadas con la enseñanza bíblica sobre la masculinidad y
feminidad.

Patriarcado: deseo natural del hombre de defender su esposa, hijos y el fruto de su labor
(patrimonio de la familia) de cualquier amenaza, doméstica o extranjera, incluso a riesgo de su
propia vida y bienestar.
Machismo: patología anormal de algunos hombres que obtienen placer y sentimientos
eufóricos de autoengrandecimiento al lastimar y oprimir a los demás, especialmente a los más
vulnerables.
Por favor, no confunda lo uno con el otro, sino, terminarás luchando contra el mismo sustrato
que hace tu libertad posible, y todo, paradójicamente, en nombre de la "libertad".
— Cristiano Conservador
DICOTOMÍA NO BÍBLICA
Muchos cristianos han caído en la falsa dicotomía que inventa una distinción entre lo "secular"
y lo "religioso". La creencia es que lo secular apunta a áreas de la vida que no están bajo la
soberanía de Dios, o que son malas o sospechosas, o que dichas áreas son neutrales o no
religiosas. Esto produce una dicotomía que trastorna nuestra visión de la vida. Una
cosmovisión cristiana viene a rectificar la idea de que para servir al Señor mi actividad debe
estar conectada con alguna tarea propia de la iglesia. El relato de la creación nos ha
demostrado que Dios se relacionó con el ser humano mucho antes de que apareciera la
iglesia, y el mandato cultural es anterior a ella.
--------------->>> El mandato cultural es tanto una orden que el ser humano debe obedecer
como un impulso natural que recibió al ser creado. De manera que, cuando un ser humano se
entrega a la labor educativa, al arte, los negocios, la política, etc. está sirviendo a Dios y
respondiendo a su vocación. Es Dios quien pone al ser humano en este mundo con la tarea de
señorear sobre él, con la tarea de cultivar y cuidar del huerto. Por tanto, para que una
actividad sea un servicio a Dios no necesita estar bajo la tutela de la iglesia.
---------->>>Pero algunos cristianos han aprendido a ver la vida en la forma de dos
compartimentos: el mundo y la iglesia. Entonces la gente piensa que uno trabaja, por ejemplo,
como corredor de propiedades y además sirve al Señor como anciano de la iglesia. Otro
trabaja como dentista y además sirve al Señor cantando en el coro de la iglesia.
----------->>>De esta manera se pierde de vista que si el mandato cultural ha sido dado por
Dios, la odontología es una forma de servir al Señor. En contraste con la forma bíblica de ver
la vida, la dicotomía evangélica ha introducido conceptos ajenos a la cosmovisión bíblica.
Muchos creen que sólo aquello que se conecta directamente con la iglesia es espiritual y
agradable al Señor. Las cosas espirituales son el ministerio pastoral, el estudio de la Biblia, la
evangelización, el cantar en el coro. Pero si una persona trabaja como abogado o tiene una
panadería, su trabajo no es una ocupación al servicio de Dios. Por el contrario, hay que decir
enfáticamente que la actividad cultural responde al mandato de Dios.
--------->>>>La repostería, la electrónica, la jardinería, el deporte, el arte, la salud, la
educación, la industria, etc. son todas actividades que en sí mismas son un servicio a Dios,
porque en todas esas empresas el ser humano responde a la vocación de Dios de cultivar y
cuidar del huerto, de sojuzgar y señorear sobre la tierra. Cuando un albañil construye una
casa, la actividad misma de pegar los ladrillos y levantar las murallas es una respuesta a la
vocación de Dios. Cuando ese albañil se convierte a Cristo, su fe no debería relegar su
profesión al plano de lo mundano o secular, como si no fuera una actividad espiritual en
respuesta a la vocación divina. Más bien su fe debería reorientar su profesión a fin de cumplir
con dicha vocación en una forma que glorifique a Dios. El albañil glorifica a Dios no sólo
cuando evangeliza a los compañeros de trabajo o canta himnos cristianos mientras nivela una
muralla, sino que Dios es glorificado cuando cultiva su profesión en una forma que dé gloria a
Dios. El hecho de cultivar o desarrollar la vocación es un servicio a Dios.
John Stott- LA FE CRISTIANA FRENTE A LOS DESAFÍOS CONTEMPORÁNEOS.

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