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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE PSICOLOGIA

Guía de Perspectiva de Género en Psicoterapia,

con consultantes adultas y adultos

MARÍA TRINIDAD VERGARA AZÓCAR

Profesora Guía: Carmen Olivari Piña


Comité de Trabajo de Grado: Marcela Aracena Álvarez
Carmen Solares Canal

Trabajo de Grado en medición presentado a la Escuela de Psicología de la


Pontificia Universidad Católica de Chile como requisito para optar al grado
académico de Magíster en Psicología Clínica

Noviembre 2018
Santiago, Chile

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE PSICOLOGIA

Guía de Perspectiva de Género en Psicoterapia,

con consultantes adultas y adultos

MARÍA TRINIDAD VERGARA AZÓCAR

Profesora Guía: Carmen Olivari Piña


Comité de Trabajo de Grado: Marcela Aracena Álvarez
Carmen Solares Canal

Trabajo de Grado en medición presentado a la Escuela de Psicología de la


Pontificia Universidad Católica de Chile como requisito para optar al grado
académico de Magíster en Psicología Clínica

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Índice:

Resumen del Trabajo de Grado .......................................................................................... 1

Introducción y Formulación del problema profesional ...................................................... 2

Antecedentes Teóricos ....................................................................................................... 5

Metodología ..................................................................................................................... 10

Resultados ........................................................................................................................ 13

Discusión y Propuestas de solución ................................................................................. 22

Referencias Bibliográficas ............................................................................................... 27

Anexo: Guía de Perspectiva de Género en psicoterapia, con consultantes adultas y


adultos

iv
Resumen del Trabajo de Grado
El trabajo de grado cuenta con dos partes: el presente escrito –que incluye
antecedentes teóricos y un análisis de dicha revisión en la sección “Resultados”-, y la
“Guía de Perspectiva de Género en Psicoterapia, con consultantes adultas y adultos”,
que es el producto final que surge a partir del análisis.
El problema al que intenta responder el trabajo de grado es la falta de
publicaciones que vinculen directamente el género con el quehacer clínico –sobre todo
en el habla hispana- y la falta de formación en perspectiva de género en universidades
latinoamericanas y españolas que imparten la carrera de psicología. La relevancia de la
guía radica en ser una herramienta que ayuda a los y las terapeutas a adquirir consciencia
acerca de cómo las construcciones de género impactan en las vivencias de quienes
consultan. Además, ayuda a evitar que se reproduzca en terapia la discriminación y
desigualdad según género que se da en la sociedad. Se propone una guía en español que
vincule el enfoque de género con el proceso de psicoterapia, y que sea atractiva, breve,
esquematizada y de fácil difusión. El objetivo principal es diseñar una guía que facilite
la incorporación de la perspectiva de género a la psicoterapia con consultantes adultas y
adultos, mientras que los objetivos específicos son sensibilizar sobre posibles errores
que se pueden cometer en psicoterapia al prescindir de un enfoque de género, y proponer
orientaciones que permitan trabajar desde dicho enfoque.
Para la elaboración de la guía, se realiza una revisión de la literatura de tipo
narrativa, y se hace un análisis de contenido de los textos seleccionados. A partir del
análisis, se extraen siete apartados que se considera necesario abordar al incluir esta
perspectiva: Reconocimiento y cuestionamiento de los propios sesgos asociados al
género; Influencia del género de la persona consultante y de la persona del terapeuta;
Influencia del género en el motivo de consulta y/o en el malestar de quien consulta;
Influencia del género en el diagnóstico; Intervenciones clínicas respecto a las
construcciones de género; Lenguaje inclusivo; Posición del psicólogo o psicóloga con
enfoque de género.

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Introducción y Formulación del problema profesional
El género consiste en una construcción simbólica que reúne las atribuciones de
las características biológicas, físicas, económicas, sociales, psicológicas, eróticas,
jurídicas, políticas y culturales que se le suponen a una persona a partir de su sexo
(Lagarde, 1996). Por lo tanto, es posible decir que el género afecta a todas las personas e
influye en todos los aspectos de sus vidas (Bradley, 2007).
El género funciona como un ordenador social, puesto que estructura las
relaciones de poder que se dan en la sociedad. Las construcciones de género suelen traer
consigo asimetría, desigualdad y subordinación (Gaba, 2015), poniendo en desventaja a
las mujeres, quienes históricamente han sido tratadas como inferiores a los hombres. Al
respecto, vale la pena subrayar la cotidianeidad de la violencia de género hacia las
mujeres -desde el acoso callejero hasta la violación-, y la disparidad entre mujeres y
hombres en el mundo laboral y político, recibiendo menos sueldo por el mismo trabajo y
estando comúnmente ausentes en los puestos de decisión (Gaba, 2015). Sin embargo, los
hombres también pueden experimentar malestar por las atribuciones de género
asignadas; por ejemplo, pueden sentirse presionados a suprimir emociones, necesidades
y posibilidades –como el cuidar a otros, la empatía, y la compasión- (Kaufman, 1995), y
a ejercer un rol de proveedor exclusivo en el hogar (Gaba, 2015). En definitiva, las
construcciones de género pueden traer malestar tanto a hombres como a mujeres,
incidiendo en múltiples dimensiones de sus vidas.
Al ser un tema tan trascendental, variados campos del conocimiento han incluido
el estudio del género, con el objetivo de intentar disminuir la desigualdad. Por ejemplo,
los gobiernos han trabajado para que más mujeres puedan ocupar puestos de decisión, y
los trabajadores del ámbito de la salud –entre diversas estrategias de incorporación del
género- han realizado guías para evitar la discriminación por género que perjudique la
atención recibida. No obstante, las medidas tomadas aún siguen siendo insuficientes, lo
que explica la continua lucha del movimiento feminista. Particularmente, en el campo de
la psicología, la investigación y teorías en estudios de género han ido creciendo
exponencialmente, y progresando hacia planteamientos cada vez más flexibles (Barberá

2
& Cala, 2009). Sin embargo, en la revisión teórica realizada se encuentran pocas
publicaciones que vinculen directamente el género con el quehacer clínico. Además, los
estudios existentes se encuentran principalmente en la teoría anglosajona, habiendo un
menor desarrollo de éstos en el habla hispana (Macias-Esparza & Ortiz, 2017).
La carencia de dichos estudios, cobra sentido al notar lo poco presente que ha
estado la perspectiva de género en la formación profesional de psicólogos y psicólogas
(Garzón-Segura, 2015). En una revisión de las mallas curriculares de psicología en
universidades latinoamericanas y españolas, se encontró que solo un 2% incluye algún
ramo de género, y solo un 4% lo incluye como un subtema dentro de otra asignatura
(Macias-Esparza & Ortiz, 2017). Esta falta tiene relación con la creencia de psicólogas y
psicólogos de que sus prácticas terapéuticas están exentas de prejuicios basados en el
género, siendo imparciales, neutrales y objetivos (Macias-Esparza & Ortiz, 2017). Este
supuesto ignora que los sesgos de género atraviesan todas las culturas patriarcales, y en
consecuencia, también están mayoritariamente presentes en las y los terapeutas (Macias-
Esparza & Ortiz, 2017), lo que tiene repercusiones en terapia. El hecho de no identificar
los propios sesgos trae consigo el riesgo de reproducir en terapia las condiciones
desventajosas que generan malestar en las personas, e incluso afectar el tratamiento
psicoterapéutico brindado. Por ejemplo, según Arcos et al. (2007), en la sociedad
patriarcal existe una tendencia a clasificar a las mujeres como “enfermas mentales”, lo
que puede llevar a que terapeutas le resten importancia al malestar de las mujeres y/o las
sobre-diagnostiquen.
A partir de la información anterior, queda esclarecida la importancia de que la
psicología clínica se ocupe de analizar el género. Como aún este tema suele estar ausente
en la formación universitaria, es necesario encontrar otros medios para contribuir a
informar a los y las profesionales de psicología. Para llenar este vacío, se propone una
Guía que vincule este enfoque con psicoterapia, y esté escrita en español. El formato de
guía se justifica en cuanto es de fácil difusión, atractiva y de corta extensión, y por otro
lado, permite brindar información de manera esquematizada y didáctica -incluyendo
ejemplos e imágenes-, lo que facilita que la información sea aprehendida por terapeutas

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que no han sido educados acerca del enfoque en sus casas de estudio. Respecto a guías
existentes en esta temática, la mayoría son de larga extensión y se enfocan en la
aplicación del enfoque de género en otros campos de aplicación. Por ejemplo, dentro de
los escritos en idioma español, se encuentra la “Guía para facilitar la incorporación de la
perspectiva de género en los Planes Integrales de Salud” (Amo, 2008), la “Guía para
incorporar la perspectiva de género a la investigación en salud” (García, Jiménez,
Martínez & Río, 2010), o la “Guía para evitar el sexismo en la investigación
psicológica” (Denmark & Fernández, 1993), entre otras. La presente guía pretende
facilitar la incorporación de la perspectiva de género en el proceso de psicoterapia con
consultantes adultas y adultos. Específicamente, busca sensibilizar sobre posibles errores
que se pueden cometer en psicoterapia al prescindir de un enfoque de género, y proponer
orientaciones que permitan trabajar desde dicho enfoque en psicoterapia.
Por último, es necesario destacar que la psicoterapia con enfoque de género no es
una escuela distintiva -como el psicoanálisis, la terapia sistémica, entre otras- sino que
“se trata de una perspectiva, de una mirada transversal de la problemática del género
posible de ser incorporada en cada uno de esos cuerpos teóricos” (Gaba, 2015, p. 37). En
este sentido, corresponde a una manera de analizar las vivencias de quienes consultan
(Gaba, 2015) que se centra más en los valores que en las técnicas (Cummins, 2000). En
la actualidad, existe una multiplicidad de abordajes de la perspectiva de género (Gaba,
2015) puesto que este conocimiento se caracteriza por ser heterogéneo y
transdisciplinario, ante la búsqueda de una mirada global y crítica de la realidad
(Garzón-Segura, 2015).
Es pertinente notar que el enfoque de género se relaciona con el feminismo, el
cual puede definirse como una teoría y práctica política que analiza las discriminaciones
en la que viven las mujeres y busca cambiar la sociedad (Varela, 2014), generando
relaciones más justas y equitativas (Díaz, 2014). Por ello, el feminismo puede verse
como un movimiento de cambio sociopolítico, cuya categoría fundamental de análisis es
el género (Offen & Garrayo, 1991).

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Antecedentes Teóricos
Los estudios de género en el ámbito de la psicología se remontan a los años 60,
pero adquieren un mayor protagonismo a finales de los años 70 (Barberá & Cala, 2009).
En un principio, la psicología ponía el foco en el componente biológico y las diferencias
innatas entre hombres y mujeres, dejando de lado la crítica y el análisis (Garzón-Segura,
2015). Con el tiempo, la psicología se fue acercando hacia una mirada socio-cultural
(Garzón-Segura, 2015), y por lo tanto, fue progresando hacia planteamientos cada vez
más flexibles, que permiten analizar el género como un organizador de las relaciones
sociales que influye en múltiples situaciones, contextos e interacciones interpersonales
(Barberá & Cala, 2009).
A pesar de la evolución de la incorporación de la perspectiva de género en
psicología, la enseñanza de esta perspectiva en el nivel superior no ha logrado instalarse
de manera formal ni definitiva (Buquet, 2011). Esto trae como consecuencia a
psicólogos y psicólogas que no son conscientes de sus propios prejuicios respecto al
género, y por lo tanto, no están preparados para manejarlos de forma efectiva en terapia,
lo que puede tener repercusiones negativas en el tratamiento psicológico (Díaz-Lázaro,
2011), afectando tanto el diagnóstico como el tratamiento. De esta manera, se pueden
realizar distintos diagnósticos a hombres y mujeres ante los mismos síntomas, debido a
los estereotipos de género. Por ejemplo, la queja de la “fatiga” se interpreta como un
síntoma depresivo en las mujeres, mientras que en los hombres se interpreta solo como
un síntoma físico, lo que puede llevar incluso a distintos tratamientos (Julián, Donat &
Díaz, 2013).
El primer paso para incluir el enfoque de género en psicoterapia se relaciona con
la persona del terapeuta, quien debe preocuparse tanto de adquirir contenidos acerca del
enfoque de género como de realizar un trabajo personal (Goodrich, Rampage, Ellman &
Halstead, 1989) caracterizado por cuestionar los propios sesgos. Se propone que quienes
se dedican a la terapia deben ser capaces de identificar las construcciones sociales
existentes con respecto al género (Walters, Carter, Papp & Silverstein, 1996), tomar
consciencia de sus propios valores respecto al género, y analizar en qué medida están

5
basados en estereotipos sexistas (Goodrich et al., 1989). Solo de esta manera, los y las
terapeutas pueden ayudar a las personas consultantes a reflexionar acerca de sus roles de
género, sin juzgarlos (Garrido, 1996).
Los pasos siguientes a seguir para incluir la perspectiva del género en
psicoterapia, tienen que ver con visualizar la importancia del género en el ámbito
clínico, y abordar este factor como un área de exploración e intervención relevante
durante la psicoterapia (Martínez et al., 2018). “El género (…) se convierte en un tamiz
por medio del cual pasan todas las experiencias de la vida humana. Siendo esto así,
cobra sentido e importancia el interrogante sobre el papel del género en la psicología”
(Garzón-Segura, 2015, p. 5), el cual debe servir como categoría de análisis e
interpretación de la realidad social, siendo una variable explicativa y contextual
(Garzón-Segura, 2015). En esta línea, la variable del género puede ser útil para analizar
las dinámicas relacionales de poder, las relaciones interpersonales que se construyen, la
naturalización de los estereotipos sexistas que establecen diferencias entre hombres y
mujeres, entre otros. Es importante tomar en cuenta estos aspectos, puesto que pueden
tener efectos negativos en el bienestar de hombres y mujeres (Knudson-Martin, 2013).
Respecto a las dinámicas de poder en las relaciones de pareja, el aspecto de la
desigualdad que más influye en la sintomatología de la mujer es la falta de control en el
reparto de tareas y en la toma de decisiones (Fernández, Vega, Galán & Hernández,
2009). De esta manera, los roles atribuidos a las mujeres –considerados comúnmente
“inferiores” a los de los hombres- favorecen un bajo reconocimiento social, baja
autoestima, estrés crónico (Montesó-Curto, 2014) e incluso depresión (Fernández et al.,
2009). De hecho, los trastornos depresivos y de ansiedad son prácticamente tres veces
más prevalentes en la mujer que en el hombre (Pérez, 2004).
Por otro lado, los hombres suelen sentir malestar por el estereotipo masculino del
hombre fuerte y valiente (González-Armenteros, 2003), que implica una falta de espacio
para la debilidad y, por lo tanto, una gran necesidad de autocontrol emocional (Matud,
Rodríguez, Marrero & Carballeira, 2002). Esto lleva a una dificultad para buscar ayuda
ante la queja de un malestar emocional, y a la tendencia a esconder los síntomas

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depresivos en comportamientos adictivos y de riesgo (Ramos-Lira, 2014). Así, las cifras
muestran que los trastornos asociados al consumo excesivo de alcohol son cinco veces
superiores en hombres que en mujeres (Pérez, 2004).
A partir de lo anterior, es posible decir que las construcciones de género tienen
una gran incidencia en las vivencias personales de quienes consultan, y en consecuencia,
las y los terapeutas debieran al menos explorar si el género tiene alguna relación con el
malestar que expresan. Teniendo esto en cuenta, a continuación se enumerarán ciertas
orientaciones que caracterizan a la perspectiva de género:
1) Valora las labores de crianza, cuidado y trabajo doméstico no remunerado (Macías-
Esparza & Ortiz, 2017).
2) Entiende las presiones impuestas por los roles de género y el sexismo (Macías-
Esparza & Ortiz, 2017).
3) Considera que hombres y mujeres debieran ser igualmente responsables de la calidad
de relación de la pareja y relaciones familiares (Goodrich et al., 1989), por lo que -en
caso de haber hijos- asume que ambos padres debieran ser co-responsables de su
cuidado (Macías-Esparza & Ortiz, 2017).
4) Cuestiona y deconstruye los roles de género, con el fin de construir formas más justas
y equitativas de relación (Macías-Esparza & Ortiz, 2017). Las buenas relaciones se
caracterizan por la mutualidad, reciprocidad, interdependencia y consenso, y no por la
jerarquía (Goodrich et al., 1989), lo cual puede darse en diferentes tipos de
constelaciones familiares (monoparentales, reconstituidas, etc). (Goodrich et al., 1989).
5) Evita el riesgo de una posición estrictamente neutral cuando las diferencias de poder
contribuyen a la mantención del problema (Macías-Esparza & Ortiz, 2017).
6) Invita al terapeuta a conocer otros enfoques teóricos relacionados con la justicia social
y la diversidad multicultural (Díaz, 2014). En este contexto, se torna relevante el
concepto de “interseccionalidad”, que propone que hay otros factores aparte del género
que pueden poner a una persona en una posición desventajosa que afecte sus
oportunidades económicas, políticas y sociales (Lombardo & Verloo, 2010). Algunos de

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estos factores son la etnicidad, orientación sexual, diversidad funcional y edad
(Lombardo & Verloo, 2010).
Knudson-Martin (1997), por su parte, propone ciertas sugerencias para
terapeutas:
1) Es necesario primero preguntarse personalmente cómo el género nos construye, para
desarrollar la sensibilidad de preguntarse cómo el género está moldeando la experiencia
y las relaciones del paciente.
2) No hay que asumir que hay equidad, puesto que si se les responde a las personas
como si tuvieran el mismo poder, se puede poner a una de las personas en desventaja.
3) Se recomienda hacer preguntas centradas en el género. Por ejemplo: En la relación de
pareja, ¿quién es más atento hacia el otro o la otra? ¿quién suele tomar las decisiones?
4) Articular los problemas que se relacionan con el género. Es decir, es trabajo del
terapeuta poner en palabras los problemas que traen consigo las construcciones de
género.
5) Se propone externalizar, o enmarcar los problemas insertos en un contexto social,
para permitir que los y las pacientes vean su problema como mayor que una lucha
individual.
En las recomendaciones anteriores, se pueden visualizar ciertos principios
comunes a los distintos abordajes del enfoque de género. Dichos principios se extraen de
la Conferencia Nacional de Adiestramiento y Educación en perspectivas feministas de
1993 (Corey, 2013), y son:
a) “Lo personal es político” (Peral, 2017, p. 357): El reconocimiento de que la
desigualdad de género está presente en el nivel social, político y económico de la
sociedad, trae consigo un compromiso de generar un cambio social, lo que se considera
un acto político (Corey, 2013).
b) “Las voces de los marginados son valorizadas” (Peral, 2017, p. 357): Existe una
búsqueda de reconocimiento y validación de las experiencias de mujeres y niñas,
considerando que éstas son distintas a las de los hombres (Corey, 2013).

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c) “Los roles de género patriarcales son analizados y puestos en cuestión como base
para un poder igualitario de distribución de poder” (Peral, 2017, p. 357): Hay un
análisis de la diferenciación de los roles de género como forma de opresión en las
sociedades patriarcales (Corey, 2013).
d) “La terapia es un proceso que busca el cambio social y empoderamiento” (Peral,
2017, p. 357): Hay un intento de transformar la desigualdad de la sociedad (Corey,
2013).
e) “La relación terapéutica es igualitaria, donde la o el cliente es considerado experto
en su propia vida” (Peral, 2017, p. 357): Se evita la reproducción de estructuras
jerárquicas y autoritarias, promoviendo relaciones justas y equitativas (Corey, 2013).
f) “Debe reformularse el estrés psicológico” (Corey, 2013): Se sitúa el sufrimiento en
un contexto, lo que previene de patologizar y etiquetar (Corey, 2013).
En los principios mencionados, puede verse la importancia de contar con
herramientas que ayuden a evitar reproducir en terapia la exclusión, discriminación y
desigualdad que se da en la sociedad (Macias-Esparza & Ortiz, 2017). En este sentido,
una perspectiva de género puede ser transformadora, en cuanto no solo permite
diagnosticar las relaciones de género existentes sino además recrearlas de manera más
equitativa, contribuyendo así al cambio social (López, 2007).

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Metodología
I. Diseño
El presente trabajo de grado está basado en una metodología cualitativa, que cuenta
con una revisión de la literatura de tipo narrativa y un análisis de contenidos de aquella
revisión. El concepto “análisis de contenido” se explica en el punto IV: “Análisis de
datos”.
Se eligió una metodología cualitativa porque hay una búsqueda de una mayor
comprensión de los motivos y creencias que están detrás de las acciones de las personas
(Zapparoli, 2003); en definitiva, hay una búsqueda de comprender la realidad social
(Binda & Balbastre, 2013). La guía ayuda a terapeutas a comprender la realidad a partir
del análisis del género, es decir, a entender de qué manera las acciones de las personas
están influidas por las construcciones de género.
Por su parte, la revisión de la literatura de tipo narrativa, se caracteriza por asumir el
criterio subjetivo del revisor, por no realizar un análisis cuantitativo de los datos, y por
estar focalizada en un tema antes que en una pregunta (Beltrán, 2005). En este caso, el
tema es la perspectiva de género en psicoterapia, con consultantes adultas y adultos.

II. Muestra
Para la realización de la guía, se eligió como unidad muestral cada texto
seleccionado. La revisión fue efectuada en Google Académico y el Sistema de
Bibliotecas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, obteniendo un tamaño
muestral de 51 textos que se escogieron para la guía.
Respecto a los criterios de inclusión, se seleccionaron textos que se enfocan en la
población adulta (mayores de 18 años) y que tienen propuestas vigentes en la actualidad,
lo que da como consecuencia que se agregaron escritos desde 1977 hasta el 2018. La
mayoría de los textos seleccionados establecen orientaciones o principios para trabajar
con un enfoque de género en psicoterapia; sin embargo, se añadieron algunos
pertenecientes a otros campos de conocimiento, puesto que sus postulados pueden
aplicarse también al ámbito terapéutico. Se incluyeron libros, artículos de revistas, tesis

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y sitios web; se eligieron tanto textos que usan una metodología cualitativa como
escritos que usan una metodología cuantitativa; se seleccionaron textos en idioma
español e inglés, siendo la mayoría en español (41); se agregaron escritos nacionales e
internacionales. No hubo criterios de exclusión.

III. Procedimiento
Primero, se hizo una revisión de la literatura de tipo narrativa -acerca de la
perspectiva de género en psicoterapia- en Google Académico y el Sistema de Bibliotecas
de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En esta, se hizo un primer filtro, leyendo
los “abstracts” para detectar si las obras eran pertinentes. Se seleccionaron 51 textos, y
se extrajeron las ideas más importantes a incluir. Posteriormente, se agruparon los
contenidos de acuerdo a algún denominador común, y se encontró un total de siete
apartados. En base a los resultados, se procedió a diseñar la guía, de manera que la
información quedó expuesta de forma pedagógica y atractiva para ser material de
divulgación psicológica.
Para esto, se contactó a dos diseñadoras: una encargada del diseño gráfico, y otra de
las ilustraciones. La primera se encargó de disponer la información escrita de manera
visualmente llamativa, mientras que la segunda realizó ilustraciones para la portada,
contraportada y cada apartado de la guía, para lo cual fue necesario acordar qué
conceptos eran significativos para plasmar en material visual. A ambas se las remuneró
con fondos del Instituto Mileno para la Investigación de la Depresión (MIDAP). Por
último, desde que el material estuvo listo digitalmente, se cuenta con la posibilidad de
imprimir y difundir de manera gratuita en centros de salud pública; no obstante, este
paso está sujeto a la consecución de fondos.

IV. Análisis de datos


Luego de tener la información relevante seleccionada, se realizó un análisis de
contenidos, que consiste en “una técnica de interpretación de textos” (Andreú, 2002, p.
2), que tiene como objetivo realizar inferencias que permitan conocer diversos aspectos

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y fenómenos de la vida social, para lo cual es necesario leer, interpretar y sistematizar el
contenido (Andreú, 2002).
A través de esta técnica, se agruparon los contenidos de acuerdo a algún
denominador común, y se encontraron siete apartados relevantes a incluir. Estos son:
Reconocimiento y cuestionamiento de los propios sesgos asociados al género; Influencia
del género de la persona consultante y de la persona del terapeuta; Influencia del género
en el motivo de consulta y/o en el malestar de quien consulta; Influencia del género en el
diagnóstico; Intervenciones clínicas respecto a las construcciones de género; Lenguaje
inclusivo; Posición del psicólogo o psicóloga con enfoque de género. Cada uno de los
apartados, menciona un error común que se puede cometer al no aplicar el enfoque de
género, variadas orientaciones, y la relevancia de éstas.
El análisis fue triangulado conjuntamente entre la tesista y la profesora guía, de
manera de llegar a un consenso intersubjetivo.

V. Consideraciones éticas
En la elaboración de la guía no hay consideraciones éticas pertinentes, ya que la
unidad muestral es el texto y no una persona. Sin embargo, hay apreciaciones éticas
respecto al uso de la guía en un futuro. En este sentido, es importante notar que la guía
no pretende anteponer las temáticas del género a las necesidades propias de cada
consultante, sino que estima que debe adaptarse a las problemáticas de quien consulta.
Sumado a esto, el instrumento no intenta ser prescriptivo, sino que busca dar
recomendaciones que sirvan para abordar la influencia del género en terapia.

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Resultados
A partir de un análisis de la información del marco teórico, se extraen siete
aspectos que son evaluados como los más pertinentes a aplicar en una terapia sensible al
género, que corresponden y se ajustan más al proceso terapéutico, y que son atingentes a
las relaciones que se forman entre terapeutas y consultantes. Los aspectos mencionados
invitan a los y las terapeutas a hacerse conscientes de que tanto sus propias
construcciones de género como las construcciones de género de quienes consultan tienen
una influencia en la terapia.
La búsqueda ratifica la importancia de usar el género como una variable de
análisis en terapia, de manera de incluir factores asociados al género que permitan
comprender mejor las experiencias y relaciones interpersonales de quienes consultan. Al
haber un modelo teórico menos sesgado, hay más posibilidades de brindarle a las
personas consultantes el tratamiento que necesitan para disminuir su malestar; en otras
palabras, si el conocimiento teórico está menos influido por los sesgos personales, es
más probable que se pueda trabajar con la persona consultante de mejor manera.
Cada uno de los apartados incluye un error frecuente cuando no se aborda la
perspectiva de género en terapia, variadas recomendaciones para el ejercicio terapéutico,
y asimismo la relevancia de seguir dichas sugerencias. Este formato propuesto se
selecciona luego de revisar diversas guías que incluían el enfoque de género, pero que
eran poco atractivas, poco esquematizadas y de gran extensión –incluyendo información
redundante-, lo que dificulta que accedan a éstas los psicólogos y las psicólogas que no
cuentan con estudios de género en sus casas de estudio. Asimismo, se inspira en guías
que cuentan con ilustraciones, son de lectura sencilla, y presentan el contenido de
manera didáctica.

I. Reconocimiento y cuestionamiento de los propios sesgos asociados al género


1. Error:
No estar conscientes acerca de los propios prejuicios en la relación terapéutica (Díaz-
Lázaro, 2001), asumiendo la capacidad de ser objetivos y neutros (Macias-Esparza &

13
Ortiz, 2017). Si no hay un reconocimiento de los propios sesgos, valores y creencias,
hay una menor competencia terapéutica (Díaz-Lázaro, 2001).
2. Orientaciones:
-Adquirir formación en el enfoque de género con el fin de disponer de las herramientas
necesarias para identificar las construcciones sociales existentes con respecto al género
(Walters, Carter, Papp & Silverstein, 1996) y detectar los propios sesgos asociados al
género (Goodrich, Rampage, Ellman & Halstead, 1989; Macias-Esparza & Ortiz, 2017).
-Reconocer que todas las personas poseen una subjetividad, por lo que operan con
sesgos, estereotipos y prejuicios. Al ser parte de una cultura patriarcal, los sesgos suelen
ser androcéntricos (Macias-Esparza & Ortiz, 2017), y los estereotipos comúnmente
ponen a la mujer en una posición subordinada.
-Realizar un trabajo personal (Goodrich et al., 1989), que se caracterice por la
deconstrucción de los roles de género (Knudson-Martin, 1997). En otras palabras, antes
de poder ayudar a consultantes a cuestionar sus roles de género, hay que ser capaz de
cuestionar los propios.
3. Relevancia:
Si la persona del terapeuta tiene consciencia de cómo el género la afecta, puede
desarrollar la sensibilidad para preguntarse de qué manera el género moldea la
experiencia y las relaciones de las y los consultantes (Knudson-Martin, 1997), y
ayudarlos a reflexionar acerca de sus propios roles de género (Garrido, 1996). En caso
de no realizar este trabajo personal, se pueden tener modelos teóricos sesgados y
tratamientos sesgados, lo que incide en el pronóstico de los procesos terapéuticos
(Macias-Esparza, 2017).

II. Influencia del género de la persona consultante y de la persona del terapeuta


1. Error:
No tener la capacidad de negociar en terapia las tensiones que surgen respecto al género,
y de lidiar con los estereotipos de género de quienes consultan (Blow, Timm & Cox,
2008).

14
2. Orientaciones:
-Respetar las preferencias del cliente respecto al género del terapeuta, con el fin de
promover que quien consulta sienta comodidad (Blow, Timm & Cox, 2008).
-Indagar acerca del pensamiento que está detrás de dicha preferencia, y analizar qué
proyectan en los y las terapeutas de acuerdo a si son hombres o mujeres (Blow, Timm &
Cox, 2008). La persona puede preferir que quien lo atienda sea de un género por sobre
otro, por comodidad, por estereotipos de género (Blow, Timm & Cox, 2008), entre otras
razones.
-Negociar las tensiones que surjan respecto al género (Blow, Timm & Cox, 2008). Por
ejemplo, en una relación terapéutica en que ambos son hombres, puede haber dilemas en
torno al poder y la competencia (Jones, Krupnick & Kerig, 1987); en una situación en
que el consultante es hombre y la terapeuta mujer, puede haber una devaluación y
objetivación hacia esta última, y una sexualización de la relación (Johnson & Caldwell,
2011); en una terapia de parejas, puede ser provechoso hablar sobre cómo el hecho de
tener el mismo género -o el género opuesto- puede afectar a los clientes (Johnson &
Caldwell, 2011), etcétera.
3. Relevancia:
La persona que consulta instala en la relación terapéutica sus propias construcciones de
género, por lo que su manera de relacionarse con el o la terapeuta según su género,
brinda información relevante sobre su funcionamiento. Si dichas construcciones de
género se caracterizan por la rigidez, el espacio terapéutico es una instancia para
desafiarlas (Blow, Timm & Cox, 2008); de esta manera, se permite que el cliente tenga
una mirada del mundo más amplia, fluida, expansiva y creativa (Stevenson, 2008).

III. Influencia del género en el motivo de consulta y/o en el malestar de quien


consulta:
1. Error:
Evitar el género como área de exploración relevante durante la psicoterapia (Martínez et
al., 2018), a pesar de que la evidencia muestre que el género puede ser fuente de

15
malestar. El género influye en cómo se experimenta el malestar, y en cómo se
exteriorizan las demandas para combatirlo; por ejemplo, las mujeres suelen pedir ayuda
a profesionales, mientras que los hombres evitan consultar (Montesó-Curto, 2014).
2. Orientaciones:
-Considerar que la socialización de género puede exponer diferencialmente a estresores
y conductas que afectan la salud (Gaba, 2015). Por ejemplo, las mujeres suelen estar más
expuestas a estresores ligados al ámbito privado, mientras que los hombres suelen ser
más afectados por factores de estrés que se relacionan con el ámbito público (Segura,
2016).
-Hacer preguntas centradas en el género (Knudson-Martin, 1997), acerca de áreas como:
tareas domésticas, cuidado de los miembros en el hogar, crianza, espacios en el hogar,
tiempos de recreación, economía del hogar (responsabilidad y administración
económica), proyectos personales y sexualidad/afectividad/amor (Olivari & Franch,
2018). Específicamente, si hay una relación de pareja, algunas preguntas que se pueden
hacer son: ¿quién es más atento hacia el otro o la otra? ¿quién suele tomar las
decisiones? (Knudson-Martin, 1997).
-Analizar los conflictos que traen consigo las construcciones de género en las personas
consultantes (Knudson-Martin, 1997). La información recabada en el paso anterior
permite observar las dinámicas relacionales de poder (Olivari & Franch, 2018), que se
evidencian en relaciones sin mutualidad, reciprocidad, interdependencia y consenso
(Goodrich et al., 1989).
3. Relevancia:
El género debe ser tomado en cuenta al comprender el motivo de consulta que trae
consigo la persona que consulta, en cuanto es un factor que influye en el malestar
percibido, y permite un análisis más integral de la situación vital de quien consulta.

IV. Influencia del género en el diagnóstico


1. Error:

16
Tener estereotipos de género acerca de la salud mental de hombres y mujeres, que
dificulten la correcta identificación de los trastornos y el consecuente tratamiento
adecuado (Organización Mundial de la Salud, 2005). Por ejemplo, debido a los sesgos
de género, se le pueden restar importancia a ciertos síntomas o, por el contrario, se
puede sobre-diagnosticar (Julián, Donat & Díaz, 2013).
2. Orientaciones:
-Considerar que la socialización influye en la manera en que se va a expresar el
malestar. Por ejemplo, los trastornos depresivos y de ansiedad son tres veces más
prevalentes en la mujer que en el hombre (Pérez, 2004), lo que se explica por las
desigualdades sociales a las que están expuestas (Fernández, Vega, Galán & Hernández,
2009). Por su parte, los trastornos asociados al consumo excesivo de alcohol son cinco
veces superiores en hombres que en mujeres (Pérez, 2004).
-Externalizar o enmarcar los problemas en un contexto social, para permitir que las
consultantes vean su problema como mayor que una lucha individual (Knudson-Martin,
1997). Los y las terapeutas que adoptan un enfoque exclusivamente individual atribuyen
la conducta sintomática a procesos internos, sin considerar la sociedad patriarcal que
contribuyó al malestar (Waldergrave, 2001).
3. Relevancia:
Esta manera de abordar el problema diagnóstico permite validar el malestar del
individuo, y a la vez considerar el contexto social en que éste se produce. Por lo tanto,
no se estima que hay una “patología que deba ser extirpada” (Waldergrave, 2001), sino
un sufrimiento comprensible al observar el entorno.

V. Intervenciones clínicas respecto a las construcciones de género


1. Error:
Reparar en cómo el género influye en el malestar, y aun así no abordarlo mediante
intervenciones clínicas.
2. Orientaciones:

17
-Articular los problemas que se relacionan con el género, poniendo en palabras los
conflictos que se relacionan con éste (Knudson-Martin, 1997).
-Realizar intervenciones destinadas a desafiar los estereotipos de género tradicionales
(Knudson-Martin, 1997), sobre todo si dichos estereotipos se caracterizan por la rigidez
(Blow, Timm & Cox, 2008).
-Rescatar los recursos personales de las personas consultantes, señalando “valores,
aptitudes y capacidades correspondientes a la persona en sí y no en función de su
pertenencia a su sexo u otro” (Amo, 2008, p. 33). De todas formas, en muchas
ocasiones, los recursos de las personas consultantes se van a condecir con los roles
tradicionales de género (Montesó-Curto, 2014).
3. Relevancia:
Dichas intervenciones buscan que las personas que consultan puedan construir formas
más justas de relación (Macias-Esparza, 2017) y puedan posicionarse de mejor manera
respecto a los conflictos asociados al género.

VI. Lenguaje Inclusivo


1. Error:
Usar un lenguaje discriminatorio que constituya un obstáculo a la igualdad entre
hombres y mujeres, ocultando a estas últimas y produciendo ambigüedad (Amo, 2008).
2. Orientaciones:
-Realizar un desdoblamiento de los términos en su forma masculina y femenina, para
evitar usar solamente el término masculino (Ayala, Guerrero & Medina, 2002); es decir,
usar los dos géneros gramaticales al referirse a grupos mixtos. Por ejemplo, “Las
trabajadoras y los trabajadores”, “padres y madres”.
-Alternar el orden masculino y femenino al hablar. Por ejemplo, “las y los consultantes;
los y las profesionales” (Amo, 2008).
-Usar términos abstractos, genéricos o colectivos (Federación de Mujeres progresistas,
2000). Por ejemplo, “persona”, “víctima”, “consultante”, “psicoterapeuta”.

18
-Eludir los pronombres masculinos que se usan en sentido genérico (Ayala, Guerrero &
Medina, 2002). Por ejemplo: Decir “quien/quienes” o “la persona que” en vez de
“el/los”. Específicamente, decir “la persona que consulta” o “quien consulta” para
sustituir “el consultante”.
-Evitar el uso del término “hombre” para referirse al ser humano (Ayala, Guerrero &
Medina, 2002). Por ejemplo, se pueden utilizar los términos “ser humano”, “personas”,
“mujeres y hombres”.
-Feminizar las técnicas, cuando se haga referencia a mujeres (Federación de Mujeres
progresistas, 2000). Por ejemplo, “la terapeuta”, “la doctora”, “la cardióloga”.
-Al referirse a profesiones o especialidades, utilizar éstas en lugar del masculino (Ayala,
Guerrero & Medina, 2002). Por ejemplo, “endocrinología” en vez de “el
endocrinólogo”.
3. Relevancia:
Es famosa la premisa de que el lenguaje crea realidades (Bruner, 1988). Un lenguaje que
discrimina, excluye e invisibiliza a las mujeres, contribuye a perpetuar el ciclo que pone
a las mujeres en situaciones de desventaja. Las recomendaciones buscan un lenguaje
igualitario y no excluyente, que crea referentes femeninos, visibiliza a las mujeres,
nombra correctamente a hombres y mujeres y neutraliza prejuicios sexistas (Amo,
2008). Se busca una comunicación efectiva, que no sea discriminatoria, y donde los
términos representen con justicia lo que intentan designar (Amo, 2008).
Nota: Considerando que tiene que ver con el uso del lenguaje, se pretende aclarar
la elección de la palabra “consultante” por sobre los términos “paciente” y/o “cliente”.
Si bien esta preferencia no tiene que ver con las recomendaciones generales de un
lenguaje inclusivo, sí dice relación con darle un rol activo y visible a las personas. La
palabra “paciente” supone a una persona que espera pasivamente a que se realicen los
cambios; este vocablo no resulta adecuado, puesto que el mantener una relación
simétrica en términos de poder, implica que se necesita también una participación por
parte de ambas partes para lograr mejoras. Por su parte, el concepto “cliente” pone su
énfasis en el intercambio económico: una persona le paga a otra para recibir algún

19
producto o servicio; así, hablar de clientela le resta importancia al encuentro real que se
produce entre terapeuta y consultante, habiendo un intercambio relacional que pone en
juego la subjetividad de ambos participantes. Por último, la expresión “consultante”
denota a un individuo que quiere pedir una opinión o consejo sobre alguna temática,
pero que no se posiciona de manera pasiva frente a los problemas sino que toma la
acción de consultar.

VII. Posición del psicólogo o psicóloga con enfoque de género


1. Error:
Tener la pretensión de una psicología neutra, apolítica y acontextual (Ubach, 2008), la
cual traería consigo una reproducción de las desigualdades que se dan en las sociedades
patriarcales. En otras palabras, “no hay tal cosa como la „neutralidad respecto del
género‟. La „neutralidad‟ significa dejar a los presupuestos patriarcales…implícitos e
incuestionados” (Walters, Carter, Papp & Silverstein, 1996, p. 32).
2. Orientaciones:
-Evitar una posición estrictamente neutral cuando las diferencias de poder contribuyen a
la mantención del problema (Macias-Esparza & Ortiz, 2017).
-Promover las relaciones equitativas en términos de poder, lo cual incluye tres aspectos.
Primero, mantener una relación igualitaria con la persona que viene a consultar, puesto
que ésta es considerada experta en su propia vida (Peral, 2017). Segundo, no asumir que
hay equidad en las relaciones de la persona consultante, puesto que si se les responde a
las personas como si tuvieran el mismo poder, se puede poner a una de ellas en
desventaja (Knudson-Martin, 1997). Tercero, fomentar que los y las consultantes
generen relaciones de amistad y amor equitativas fuera de la relación terapéutica
(Rawlings & Carter, 1977).
-Conocer otros enfoques teóricos relacionados con la justicia social y la diversidad
multicultural (Díaz, 2014), en cuanto el género no es el único aspecto que puede poner a
una persona en una posición desventajosa, sino que puede haber una intersección con

20
diferentes desigualdades -tales como la etnicidad, orientación sexual, diversidad
funcional y edad- (Lombardo & Verloo, 2010).
3. Relevancia:
La o el terapeuta con enfoque de género debe tener el objetivo de generar relaciones más
equitativas y justas en la sociedad (Díaz, 2014). Estas relaciones simétricas muchas
veces no se ven en el sistema patriarcal, en cuanto hay a la base una ideología que
sustenta las relaciones poco equitativas o jerárquicas, y por lo tanto, sustenta la violencia
de género (Cagigas, 2000).

21
Discusión y Propuestas de solución
En conclusión, el enfoque de género permite visibilizar al menos siete aspectos
importantes en el proceso terapéutico, los cuales son:
I. Reconocimiento y cuestionamiento de los propios sesgos asociados al género
II. Influencia del género de la persona consultante y de la persona del terapeuta
III. Influencia del género en el motivo de consulta y/o en el malestar de quien consulta
IV. Influencia del género en el diagnóstico
V. Intervenciones clínicas respecto a las construcciones de género
VI. Lenguaje inclusivo
VII. Posición del psicólogo o psicóloga con enfoque de género.
Teniendo en cuenta lo anterior, es posible decir que el abordaje de esta
perspectiva tiene influencia en todo momento de la terapia: antes, durante y después. Por
lo tanto, antes de comenzar el proceso terapéutico, se recomienda que el o la terapeuta
realice un trabajo de reconocimiento y cuestionamiento de los propios sesgos asociados
al género, y que decida si puede atender a la persona consultante según sus
requerimientos con respecto al género de quien lo atiende.
Durante la terapia, se recomienda visualizar la incidencia que tiene el género de
consultante y terapeuta en la relación terapéutica, la influencia del género en el motivo
de consulta y la influencia de género en el diagnóstico. Además, se sugiere adoptar una
postura acorde al enfoque de género, que involucre intervenciones sensibles al género y
un lenguaje inclusivo.
Por último, después de la terapia, esta perspectiva puede seguir teniendo
repercusiones, puesto que durante el proceso terapéutico la persona consultante puede
haber generado cambios respecto a su manera de posicionarse en los conflictos
asociados al género.
Éticamente, es necesario abordar la perspectiva de género en psicoterapia, puesto
que de otro modo se pueden cometer importantes errores. Algunas faltas frecuentes son
instalar los sesgos de género en terapia, contribuir a rigidizar las construcciones de
género de quien consulta, evitar abordar el género como una posible fuente de malestar,

22
ignorar la incidencia del sistema patriarcal en el diagnóstico de la persona consultante,
evitar intervenir en temáticas asociadas al género, discriminar a través del lenguaje, y
reproducir las relaciones asimétricas. En lo expuesto recientemente, está implícito que
tanto terapeuta como consultante ponen en terapia las construcciones de género que han
ido construyendo en su biografía personal, lo que puede llevar a que en este espacio se
reproduzcan estereotipos, dinámicas relacionales de poder, y modos de relacionarse o
comunicarse con otro de acuerdo al género. Si bien es admisible y preferible que la
persona consultante despliegue libremente sus construcciones de género en terapia, el
terapeuta o la terapeuta tiene el imperativo ético de estar en un trabajo personal
constante, de modo que sus propias construcciones de género no obstaculicen el trabajo
terapéutico.
Si bien muchas y muchos terapeutas pueden buscar profundizar su saber en
perspectiva de género con el fin profesional de realizar la terapia de mejor forma, parece
imposible que este conocimiento no influya en sus vidas personales, permeando la
manera de mirar el mundo y de relacionarse con otros sujetos. En otras palabras, lo más
probable es que el análisis del género que se realiza en el espacio terapéutico, también se
realice en otras áreas de las vidas de las y los terapeutas. Así, la búsqueda de mayor
justicia, igualdad y cambio social que caracteriza a la perspectiva de género, se extrapola
a más espacios en las vidas de terapeutas que las horas de sesión.
Es necesario abordar el enfoque de género en terapia porque permite generar un
espacio de reflexión acerca de las construcciones de género, flexibilizar la visión de
género de los consultantes, aportar una visión más integral de la situación problemática,
identificar adecuadamente el diagnóstico, brindar herramientas para que las personas que
consultan decidan cómo posicionarse con respecto a las dificultades asociadas al género,
visibilizar a la mujer a través del lenguaje, y promover las relaciones simétricas en
términos de poder. Por lo tanto, se puede deducir que la inclusión de este enfoque en
terapia permite una mejor competencia terapéutica, y en consecuencia, permite que
quien consulta obtenga un mejor tratamiento.

23
A continuación, se mencionarán tres limitaciones que dicen relación con el
espacio acotado que permite el formato de la guía. Una primera restricción del trabajo,
radica en que hay una gran cantidad de información acerca contenidos de perspectiva de
género, que eventualmente podrían ser aplicables en terapia pero no es posible incluir en
su totalidad. En este sentido, si bien hay pocos escritos que vinculen directamente la
perspectiva de género con su aplicación en terapia, hay muchos escritos –de distintos
campos del conocimiento- acerca de perspectiva de género que es necesario dejar de
lado debido a la corta extensión de la guía. Por esta razón, no se abordan conocimientos
como el recorrido histórico del feminismo, el recorrido histórico de los estudios de
género en la investigación psicológica, entre otros.
Una segunda limitación se encuentra en la dificultad de profundizar en ciertos
temas debido a la brevedad de la guía. En muchos casos solo se alcanza a dar los
titulares acerca de las recomendaciones más importantes, pero no hay espacio para
reflexionar acerca de estas. Asimismo, en algunos casos se usan conceptos que pueden
ser reduccionistas para facilitar la lectura y no densificar la guía; por ejemplo, se usan
términos como “hombres y mujeres”, o “masculino y femenino”, presentando estos
conceptos como opciones binarias, contrapuestas, diferentes y complementarias. Con
esta elección de palabras, no se representa que el “ser hombre” y el “ser mujer” ocurre
de maneras fluctuantes, y que todas las personas tenemos aspectos tradicionalmente
asociados a lo masculino y a lo femenino.
Una tercera restricción se encuentra en la falta de desarrollo de temas que pueden
ser importantes en la perspectiva de género. Por ejemplo, se habla superficialmente
acerca de tópicos como la violencia de género y la diversidad sexual, puesto que debido
a su importancia y especificidad, requieren ser tratados en trabajos aparte. Respecto a
este último punto, la guía suele dar ejemplos centrados en consultantes cisgénero y
heterosexuales, dejando de lado a una parte importante de la población. Sin embargo,
por esta razón en la guía se invita a informarse más sobre estos temas, que no alcanzan a
ser adecuadamente abordados.

24
Por otro lado, un aspecto que podría constituirse como una limitación, es el
criterio subjetivo al seleccionar los textos y analizar la información, en cuanto otra
subjetividad podría rescatar distinciones y contenidos diferentes a los elegidos en este
trabajo. En este sentido, hay infinidad de maneras de agrupar y categorizar los
contenidos, en cuanto éstos se superponen en la vida real. Por lo tanto, la presente
categorización se explica solo por motivaciones pedagógicas que facilitan la lectura.
La guía está pensada para ser difundida entre terapeutas que trabajan en atención
pública, de manera que la información llegue a un gran porcentaje de profesionales de la
psicología para que brinden una atención de mejor calidad a las personas que reciben
estos servicios, que son la mayor parte de la población. Para esto, se pretende conseguir
financiamiento en un futuro.
Sin embargo, la guía también puede ser utilizada por otras trabajadoras y
trabajadores de la salud mental pública, como profesionales de psiquiatría, terapia
ocupacional y trabajo social, entre otros. Además, puede ser provechosa para
especialistas que no están insertos en el sistema público de atención, pero que quieren
adquirir mayor formación en perspectiva de género. Con este fin, las profesoras y
profesores de las universidades podrían incluir esta temática y recomendar el escrito a
sus estudiantes como instrumento online.
Si bien la guía pone su foco en consultantes adultas y adultos, muchas de las
recomendaciones son aplicables también en una población de niños, niñas y
adolescentes. En otras palabras, la presente herramienta brinda principalmente ejemplos
útiles para adultos –abordando, por ejemplo, temáticas de parejas-, pero esto no quiere
decir que el análisis del género sea irrelevante en personas de menor edad.
Se pretende que la guía sea una herramienta que invite a terapeutas a visibilizar
que el género -al ser un ordenador social- incide en las vidas y, por lo tanto, en las
posibles problemáticas que traen las personas consultantes a terapia. Por lo tanto, si bien
la guía no permite el espacio suficiente para brindar un amplio conocimiento, sí permite
motivar al lector a realizar un trabajo personal y a adquirir formación en este enfoque
por su propia cuenta. Asimismo, se espera que los lectores que acepten la invitación de

25
integrar el género como un aspecto relevante de la competencia terapéutica, puedan
realizar sus propios escritos acerca de la vinculación de la perspectiva de género con la
terapia, sobre todo en el habla hispana. Particularmente, podría ser interesante realizar
una Guía de perspectiva de género, con consultantes niños, niñas y adolescentes, y una
Guía para pesquisar violencia de género, con una perspectiva de género.

26
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31
Guía de Perspectiva de Género en Psicoterapia,
con consultantes adultas y adultos

María Trinidad Vergara Azócar


Carmen Olivari Piña
Las autoras
Trinidad Vergara
Tesista. Psicóloga de la Pontificia Universidad Católi-
ca. Candidata a Magister en Psicología Clínica en la
Pontificia Universidad Católica.
mtvergara@uc.cl

Carmen Olivari
Guía de tesis. Psicóloga de la Pontificia
Universidad Católica. Magister en estudios de género
y cultura en América latina, mención Ciencias
Sociales, Universidad de Chile.
colivari@uc.cl

Las diseñadoras
Magdalena Fernández
Diseñadora, Universidad del Desarrollo
Diseño gráfico

Isidora Lambert
Diseñadora, Universidad del Desarrollo
Ilustraciones

Esta guía corresponde a un trabajo de grado realizado


en el contexto del Magister de Psicología Clínica en la
Pontificia Universidad Católica, y cuenta con la colabo-
ración del Instituto Milenio para la Investigación de
Depresión y Personalidad (MIDAP).
Presentación
Este material cuenta con un glosario –que
La presente guía pretende facilitar la in-
se sugiere leer primero para comprender
corporación de la perspectiva de género a
mejor el desarrollo del texto-, y luego con
la psicoterapia con consultantes adultas y
siete aspectos que se aconseja tener pre-
adultos. Específicamente, busca sensibilizar
sentes al incorporar la perspectiva de géne-
sobre posibles errores que se pueden come-
ro en terapia. En cada uno de estos aspectos,
ter en psicoterapia al prescindir de un en-
se plantea un error que se puede cometer
foque de género, y proponer orientaciones
en el espacio terapéutico al prescindir de
que permitan trabajar desde dicho enfoque
esta perspectiva (bajo el título “Ten cuidado
en psicoterapia.
con…”), varias recomendaciones para in-
La guía NO pretende anteponer las temáti-
cluir el enfoque de género (bajo el título “Te
cas de género a las necesidades propias de
recomendamos”), y por último, la relevancia
cada consultante, sino que estima que debe
de seguir dichas sugerencias (bajo el título
adaptarse a las problemáticas de quien con-
“¿Por qué es importante?”). Además, cada
sulta; NO pretende ser prescriptiva, sino que
uno de los aspectos expuestos cuenta con
busca dar recomendaciones que sirvan para
una ilustración atingente.
abordar la influencia del género en terapia;
NO pretende ser exhaustiva respecto a la
diversidad sexual1, en cuanto los ejemplos
suelen estar enfocados en personas cis-
¿Cómo citar este documento?
género y heterosexuales.
Vergara, M. T. & Olivari, C. (2018). Guía de per-
spectiva de género en psicoterapia, con con-
sultantes adultas y adultos (Trabajo de grado
de magister). Pontificia Universidad Católica,
Santiago, Chile.

1
Para aprender sobre diversidad sexual, se recomienda leer:
Martínez, C., Tomicic, A., Gálvez, C., Rodríguez, J. Ronsen-
baum, C., Aguayo, F. (2018). Psicoterapia Culturalmente
Competente para el Trabajo con Pacientes LGBT+. Una Guía
para Psicoterapeutas y Profesionales de la Salud Mental.
Centro de Estudios en Psicología Clínica & Psicoterapia. Uni-
versidad Diego Portales (CEPPS-UDP). Santiago, Chile.
Glosario

Androcentrismo lingüístico equitativas (Díaz, 2014). En otras palabras,


Prevalencia de lo masculino y/o la oculta- es un movimiento de cambio sociopolítico,
ción y/o sumisión de lo femenino en el len- cuya categoría fundamental de análisis es el
guaje (Federación de Mujeres progresistas, género (Offen & Garrayo, 1991).
2000).

Cisgénero Género
“Personas que tienen una coherencia entre Construcción simbólica que reúne las atri-
el sexo biológico y el género socialmente buciones de las características biológicas,
asignado a dicha categoría” (Martínez et al., físicas, económicas, sociales, psicológicas,
2018, p. 11). eróticas, jurídicas, políticas y culturales que
se le suponen a una persona a partir de su
Diversidad sexual sexo (Lagarde, 1996).
“Es la existencia de distintas orientaciones
sexuales e identidades de género” (Todo Identidad de género
Mejora, 2017, p. 63). “Vivencia interna e individual del género
tal como cada persona la siente profunda-
Estudios de género mente. Es el género con el que se identifica
“Conjunto de disciplinas y orientaciones cada unx, que puede corresponder o no con
cuyo objetivo es evidenciar, interpretar y el sexo –y género- asignado al nacer” (Todo
transformar las construcciones del género y Mejora, 2017, p. 64).
su relación con la estructura de poder y pri-
vilegio en las sociedades” (Macias Esparza & Roles de género
Ortiz, 2017, p. 3). “Conjunto de funciones, tareas, responsabi-
lidades y prerrogativas (...) que realizan mu-
Feminismo jeres y hombres según lo que cada sociedad
Teoría y práctica política que analiza las les asigna” (Amo, 2008, p. 74).
discriminaciones en la que viven las mu-
jeres y busca cambiar la sociedad (Varela,
2014), generando relaciones más justas y
Sexismo lingüístico Psicoterapia con enfoque de género
Uso discriminatorio del lenguaje según Perspectiva, o mirada transversal de la pro-
sexo, en que el mensaje resulta discrimina- blemática de género, posible de ser incorpo-
torio debido a su forma y no a su fondo rada en distintas teorías psicológicas (Gaba,
(Ayala, Guerrero & Medina, 2002). 2015).

Sexo Violencia de género


Características genéticas que hacen que “Todo acto de violencia basado en el género
un individuo presente apariencia física de que tiene como resultado posible o real un
mujer o de hombre, correspondiendo a una daño físico, sexual o psicológico, incluidas
categoría dicotómica y excluyente las amenazas, la coerción o la privación ar-
(Jiménez-Aristizabal, 2015). bitraria de la libertad, ya sea que ocurre en
la vida pública o en la privada” (Naciones
Unidas, 1995, p. 51).
Sistema patriarcal
Sistema de dominación y subordinación
según género, que implica una relación de
poder directa de los hombres hacia las mu-
jeres (Cagigas, 2000), y de la masculinidad
hegemónica hacia otras masculinidades
que se encuentran subordinadas (Schongut,
2012). Así, en ambos casos se produce una
situación de desigualdad.

Perspectiva/Enfoque de género
Herramienta conceptual de los estudios de
género, que consiste en una construcción
teórica que permite analizar y comprender
el comportamiento de las sociedades aten-
diendo a las características y relaciones de
poder de mujeres u hombres (Amo, 2008).
I. Reconocer y cuestionar tus
propios sesgos asociados al género

Ten cuidado con desventaja con respecto a los hombres -en


cuanto se le suele dar una mayor valía a lo
masculino hegemónico-, y pondrán al hom-
No darte cuenta de tus propios sesgos, bre en una posición que dificulta identificar
creencias, estereotipos y prejuicios relacio- los propios sentimientos y conflictos.
nados con el género. Tener una ilusión de Ejemplo: Los hombres son racionales, mien-
neutralidad puede traer como consecuencia tras que las mujeres son emocionales.
que tus sesgos se instalen de manera in-
consciente en terapia, obstaculizando el tra-
5. Realizar un trabajo personal caracteriza-
do por cuestionar y reflexionar acerca de los
bajo terapéutico y –por lo tanto- el bienes-
propios sesgos, creencias, estereotipos y
tar de quien consulta.
prejuicios de género. Todos y todas las per-
sonas tienen ideas pre-concebidas respecto
Te recomendamos al género (¡aunque a veces cueste creerlo!),
pero no basta con sólo darse cuenta de és-
1. Leer sobre perspectiva de género –in- tas, pues también hay que hacer un esfuerzo
cluyendo temáticas como feminismo y por cuestionarlas y reinventarse.
diversidad sexual-, con el fin de tener los
conocimientos necesarios para identificar
las construcciones sociales y propias exis-
¿Por qué esto es importante?
tentes respecto al género.
Si tienes consciencia sobre tus propias ideas
2. Intercambiar ideas con otras personas preconcebidas respecto al género, es más
acerca de temáticas de género, con el fin de posible que luego puedas ayudar a los y
conocer nuevos puntos de vista. las consultantes a descubrir cuáles son las
3. Participar en actividades académicas suyas. Teniendo esto claro, puedes facilitar
relacionadas con estudios de género -tales la reflexión acerca de cómo estas construc-
como clases, charlas, seminarios, con- ciones genéricas han afectado su cotidianei-
gresos, debates, mesas redondas, talleres, dad, siendo –en variadas ocasiones- fuente
entre otras.. de malestar.
4. Reconocer tus propios sesgos, creencias,
estereotipos y prejuicios, los cuales surgen
en el contexto de un sistema patriarcal.
Por lo tanto, estos sesgos probablemente
pondrán a la mujer en una situación de
I . Admitir la influencia del género
de consultante y terapeuta en la terapia

Ten cuidado con ¿Por qué esto es importante?


Ignorar el género como un factor relevante a Si aceptas que el género de los miembros de
considerar en la relación terapéutica, lo que la relación terapéutica es un factor impor-
puede tener como consecuencia que en el tante a considerar en terapia, puedes obtener
espacio terapéutico se rigidicen las costruc- información sobre las construcciones de
ciones de género de el consultante o la con- género de quien consulta, y facilitar la refle-
sultante. xión acerca de las dificultades relacionadas
con el género. A través de esto, se puede
Te recomendamos contribuir a flexibilizar la visión de género
de las personas consultantes, favoreciendo
una mirada más amplia y libre de sí mismos.
1. Respetar las preferencias de quien consul-
ta respecto al género del terapeuta, en caso
de ser factible.
2. Indagar acerca del pensamiento que está
detrás de dicha preferencia; es decir, puede
ser beneficioso comprender por qué la perso-
na consultante prefiere que su terapeuta sea
mujer u hombre Ejemplo: Una consultante
mujer pide a una terapeuta mujer, puesto que
tiene la creencia de que no se puede confiar en
los hombres.
3. Negociar, entre terapeuta y consultante, los
conflictos asociados al género que puedan
surgir. Es decir, comunicar a la persona que
consulta acerca de cómo ciertos aspectos re-
acionados con el género pueden estar tenien-
do influencia en la
relación terapéutica. Ejemplo: Entre hombres,
se puede dar una lucha de poder; entre mu-
jeres, se puede formar una coalición en contra
de un hombre, etc).
I I. Analizar la influencia del género en el motivo
de consulta y/o en el malestar de quien consulta

Ten cuidado con tales, fraternales, entre otras-, se pueden dar


determinados acuerdos respecto a la distri-
bución de las tareas de cada cual. Ejemplo:
Evitar abordar el género como un factor que
Uno de los miembros se encarga de cocinar, y
eventualmente puede estar influyendo en el
el otro o la otra de pagar las cuentas). Sin em-
malestar de quien consulta.
bargo, si hay desigualdad en la repartición de
las cargas, esto generalmente se constituye
Te recomendamos en una fuente de malestar, a pesar de que la
persona consultante no haya expresado
1. Considerar que según el género de la per- directamente su inconformidad.
sona, ésta se verá mayormente expuesta a 3. Examinar los conflictos y repercusiones
distintos estresores Ejemplo: En el sistema que traen las construcciones de género pro-
patriarcal, es más probable que los hombres pias de un sistema patriarcal.
sean afectados por estresores ligados al ám- Ejemplo: Pueden existir dinámicas relacion-
bito público –financieros y laborales-, y que ales de poder en una pareja heterosexual,
las mujeres sean afectadas por estresores que implican una subordinación de la mujer;
ligados al ámbito privado -vinculados al tra- pueden darse desigualdades en el ámbito
bajo doméstico, a la crianza de los hijos, a la laboral, expresándose en que una mujer gane
familia, etc-. Sin embargo, debido a las exi- menos que un hombre por el mismo trabajo
gencias actuales, es posible que la mujer se realizado.
vea influida por ambos tipos de estresores, y
que el hombre viva ciertas tensiones por un
cambio de paradigma que le demanda in-
¿Por qué esto es importante?
cluirse en lo privado.
Si tomas en cuenta el género en el malestar
2. Hacer preguntas centradas en el género, de la persona consultante, podrás tener una
en ámbitos como: tareas domésticas, cui- visión más integral de la situación proble-
dado de los miembros en el hogar, crianza, mática, introduciendo variables relaciona-
espacios en el hogar, tiempos de recreación, les y contextuales que permiten compren-
economía del hogar, proyectos personales der mejor la experiencia individual de la per-
y sexualidad/afectividad/amor (Olivari & sona consultante.
Franch, 2018). En las relaciones dentro del
hogar –ya sean relaciones de pareja, paren-
IV. Apreciar la influencia
del género en el diagnóstico

Ten cuidado con 3. No normalizar cuando se encuentran


síntomas que estereotipadamente corre-
Ignorar la influencia que el contexto patriar- sponden al género de la persona consultan-
cal puede tener en la expresión del malestar te. Ejemplo: Se le pueden restar importancia
de la persona consultante, y en los sesgos a los síntomas depresivos de una mujer –tales
que puede tener el o la terapeuta a la hora como el llanto frecuente-, en cuanto éstos
de hacer una evaluación diagnóstica. pueden considerarse comportamientos típi-
cos “femeninos”.

Te recomendamos 4. Enmarcar los problemas en un contexto


social, para permitir que las y los consultan-
tes noten cómo algunas de sus dificultades
1. Poner atención a que las construcciones se explican por el sistema patriarcal imper-
de género influyen en la manera en que se ante y no exclusivamente por un diagnósti-
va a expresar el malestar; en otras palabras, co individual.
mujeres y hombres suelen tener distintas re-
acciones ante los estresores, lo que se debe
en gran parte a la socialización de género re- ¿Por qué esto es importante?
cibida. Ejemplo: Las mujeres tienen tres veces
más trastornos depresivos y ansiosos que los Si eres capaz de visualizar la incidencia del
hombres; los hombres tienen cinco veces más patriarcado en el posible trastorno, es más
trastornos por consumo de alcohol que las probable que puedas identificar adecuada-
mujeres (Pérez, 2004). mente el diagnóstico y, por consiguiente,
diferenciar lo que es propio del sujeto de lo
2. Recordar que los comportamientos tradi- proveniente de la cultura.
cionalmente asociados a lo “masculino” o
“femenino” pueden existir tanto en hombres
como en mujeres, y de esta manera, evitar
sobrediagnosticar cuando se encuentran
comportamientos que estereotipadamente
corresponden a otro género. Ejemplo: Se
2
En el instrumento, se hace referencia a palabras como
puede juzgar como más patológico el sín- “masculino” y “femenino”, reconociendo que estos conceptos
toma de llanto frecuente en un hombre que son una reducción, en cuanto hay infinidad de expresiones
en una mujer, en cuanto ésta expresión de de masculinidad y feminidad, y todas las personas tenemos
un lado masculino y uno femenino. Por lo tanto, cuando se
malestar está asociada frecuentemente a lo habla de lo “masculino” y “femenino”, se hace referencia a
“femenino”. los estereotipos de género asociados a hombres y mujeres,
respectivamente.
V. Intervenir en terapia respecto
a las construcciones de género

Ten cuidado con bajo, sino porque es común que a las mujeres
les paguen menos que a los hombres por el
mismo trabajo realizado, debido al machis-
Sólo preguntar acerca de temáticas relacio-
mo imperante”).
nadas con el género, evitando abordarlas
mediante intervenciones clínicas. Es decir, 4. Rescatar los recursos de las y los clientes,
muchas veces no basta con solamente ob- que a veces se condicen con los roles tradi-
tener información acerca de factores rela- cionales de género, y otras veces no están
cionados con el género, en cuanto hace falta en concordancia. Ejemplo: En un consultante
profundizar en dichos factores. hombre, se puede rescatar tanto el recurso de
ser hábil mentalmente –lo cual se condice con
las expectativas genéricas- como el recurso
Te recomendamos de ser intuitivo –lo cual no se corresponde con
el estereotipo masculino-.
1. Realizar intervenciones destinadas a
comprender de dónde vienen las propias
construcciones de género. Ejemplo: Hacer un
¿Por qué esto es importante?
genograma familiar para identificar las pau-
Si realizas dichas intervenciones, puedes
tas transgeneracionales asociadas al género.
ayudar a que el o la consultante adquiera
2. Facilitar la deconstrucción del sistema de herramientas para lograr una mirada más
creencias de género que contribuyen a las compleja y enriquecida de su malestar, y sea
dificultades de quien consulta, a través de más consciente a la hora de decidir de qué
intervenciones como cuestionar, confrontar, manera se quiere posicionar -con respecto a
y desnormalizar. Ejemplo 1: “¿Qué significa los conflictos asociados al género.
para ti ser el hombre de la casa?”. Ejemplo 2:
“De acuerdo a lo que me decías recién, ¿eso
significa que tú sientes que una mujer sólo
puede sentirse plena si tiene un hijo o hija?”.
3. Poner en palabras los dolores y malesta-
res que se relacionan con el género, es decir,
transparentar con la persona consultante
los análisis con perspectiva de género.
Ejemplo: “Es probable que no te estén pagan-
do menos porque estás haciendo mal tu tra-
VI. Incluir mediante el lenguaje

Ten cuidado con 6. Al referirse a oficios o profesiones, hay


dos opciones: 1) Hablar de los oficios y pro-
Discriminar a través del lenguaje -ya sea fesiones en femenino, cuando son realiza-
a través del sexismo lingüístico o del an- das por mujeres, Ejemplo: “La terapeuta”, “la
drocentrismo lingüístico-, perpetuando la psiquiatra”, 2) Hablar del oficio o profesión
posición subordinada e invisibilizada de la en general, en vez de utilizar el género mas-
mujer. culino como genérico. Ejemplo: Decir “psiqua-
tría” en vez de “el psiquiatra”.

Te recomendamos ¿Por qué esto es importante?


1. Desdoblar los términos en su forma mas- Si usas un lenguaje no discriminatorio y no
culina y femenina, de manera de evitar usar
excluyente, puedes contribuir a visibilizar a
solamente el término masculino. Ejemplo:
la mujer. Es decir, puedes utilizar el lengua-
“Las trabajadoras y los trabajadores”, “padres
je como una ayuda para lograr una mayor
y madres”.
igualdad entre los sexos.
2. Alternar el orden femenino y masculino
al hablar. Ejemplo: “Los y las psicólogas; las y
los consultantes”.
3. Utilizar términos abstractos, genéricos o
colectivos, para evitar utilizar el masculino
genérico. Ejemplo: “Persona”, “víctima”.
4. Rehuir los pronombres masculinos que
se usan en sentido genérico. Ejemplo: Decir
“quien/quienes” o “la persona que” en vez de
“el/los”. Específicamente, decir “la persona
que consulta” o “quien consulta” para sustitu-
ir “el consultante”.
5. Evitar el uso del término “hombre” para
referirse al ser humano. Ejemplo: “Ser huma-
no”, “personas”, “mujeres y hombres”, “gente”).
Es decir, se recomienda solo usar la palabra
“hombre” para referirse a “varón”.
VII. Tomar una posición
acorde al enfoque de género

Ten cuidado con 3. Conocer otros enfoques teóricos que


aborden la desigualdad de oportunidades,
Mantener una actitud neutra cuando hay analizando factores aparte del género, tales
conflictos relacionados con las construccio- como etnicidad, orientación sexual, diversi-
nes de género, puesto que ésta implicaría dad funcional, edad y nivel socio económico.
una validación de las desigualdades pro- Estos elementos permiten una mayor com-
ducidas por las construcciones de género, y prensión acerca de la posición desde la cual
por lo tanto, una reproducción de las rela- una persona establece sus relaciones.
ciones asimétricas. Ejemplo: Habitualmente, una mujer se en-
cuentra en una posición aún más desventajo-
sa si además es lesbiana y adulta mayor.
Te recomendamos
1. Evitar una posición demasiado neutral
¿Por qué esto es importante?
cuando las dinámicas relacionales de poder
Si promueves la igualdad de oportunidades
según género explican o mantienen el pro-
y las relaciones simétricas en términos de
blema. Ejemplo: Si llega una pareja a con-
poder, puedes ayudar a acabar con las ide-
sultar y se encuentran manifestaciones de vio-
as que sostienen la violencia -por ejemplo,
lencia de género, el hecho de mantenerse
la violencia de género-, y a ubicar a la per-
neutral como terapeuta –suponiendo una dis-
sona en una posición que contribuya a su
tribución igualitaria del poder- implicaría una
bienestar.
normalización del abuso y, en consecuencia,
una perpetuación de la violencia.
2. Promover las relaciones simétricas en
términos de poder, para lo cual se sugiere
mantener una relación igualitaria con quien
consulta, y a su vez, fomentar las relaciones
igualitarias del consultante. Ejemplo: Si llega
una pareja a consultar en que ambos traba-
jan fuera del hogar, esto implica considerar
que debiera existir cierta simetría en la repar-
tición de las cargas de las tareas domésticas.
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