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La estética de la novela t*g*e| cambio de

BLASCO Y

Carlos A. Longhurst

Carlos-Alex Longhurst es profe-


sor de la Universidad de Exeter
te Blasco IbáñB2 en el café "1
avtfa

η un año, este de 1998, en hispano' ; se buscaba el lado más aceptable, más


que en interminables ortodoxo desde la perspectiva del régimen, a veces
congresos y simposios con muy poco respeto a la verdad en su forma más
centenarios, ha habido completa, como se observa, por ejemplo, en el
más ponencias cues- enorme atropello qure cometió Giménez Caballero
tionando el concepto del con Baroja al 'demostrar' que el escritor vasco era
98 que defendiéndolo, no fascista y había augurado la llegada de un hombre
voy a reivindicar a Blasco fuerte para salvar la nación, olvidando muy con-
para esa supuesta gene- venientemente que Baroja había denunciado a
ración. A Blasco no hay Hitler. A Blasco, claro está, no se le podía hacer
por qué insertarlo en un grupo de escritores que pasar por 'políticamente correcto'. Su carrera
-hay que reconocerlo- en los últimos tiempos han política altamente visible, su lealtad regionalista,
dejado al escritor valenciano un poco a la sombra. su actitud contestataria con los poderes fácticos
A los noventayochistas se les ha venido viendo enquistados en la capital del país, su entusiasmo
como innovadores en su arte, y a Blasco más bien aliadófilo, todo ello era demasiado bien conocido.
como a un rezagado por su adhesión a una fórmula Lo mejor era rebajarlo a la categoría de escritor
caduca: la naturalista. Sin embargo esta visión regionalista. Los verdaderos españoles eran Una-
contiene unas simplificaciones enormes que con- muno y sus compañeros de generación porque su
vendría desechar. La obra novelesca de Blasco obra encerraba los perennes valores de la España
comparte varias de las mismas preocupaciones e castiza.
incertidumbres sobre la poética del género. A veces tengo la impresión de que la insistencia
Si la invención del 98 corrió a cargo de Ortega y historicista en la historiografía literaria termina
Azorín, la reinvención o consagración del concepto por ver sólo los árboles y no el bosque. ¿No se
fue obra de ciertos estudiosos y comentaristas de habrá exagerado el supuesto casticismo del 98 a
la época franquista que iban buscando sobre todo expensas tanto de lo supranacional como de lo
lo que estos escritores tenían de 'tradicional regional? La Generación del 98 fue una generación
periférica. Los noventayochistas que se caste- en que críticos y estudiosos comienzan a insistir
llanizaron -y algunos como Baroja o Valle-Inclán de forma sistemática en la labor literaria, que no
no se castellanizaron en absoluto- ya venían con política ni ideológica, de los noventaiochistas,
un bagage cultuful adquirido de antemano en sus tampoco ayudó a rescatar a Blasco porque ahora
regiones y en parte por su condición autodidacta. se comenzaba a ver el 98 -y con bastante razón-
Con lo cual quiero decir que la Generación del 98 como el equivalente español del modernismo
fue una generación extranjera si lo nativo lo equi- europeo, y Blasco, tildado de naturalista zolaesco
paramos exclusivamente con lo castellano. La cuando no de furioso propagandista aliadófilo, no
castellanización de los noventayochistas fue en encajaba en ese cuadro de innovación literaria.
parte, tal vez en gran parte, un mito creado por el Aquí creo yo que es donde habría que indagar algo
franquismo, o mejor dicho por aquellos simpati- más para ver hasta qué punto Blasco o bien se
zantes del franquismo que querían hacer aceptables aleja de sus coetáneos o bien se aproxima a ellos.
al régimen a estos escritores cuya grandeza corría ¿Realmente es tan distinto el Blasco naturalista,
el peligro de perderse. Yo no quisiera cuestionar discípulo de Zola, de los novelistas del 98? ¿Se
en absoluto los motivos de algunos de los estudiosos puede distinguir tan tajantemente entre la novela
que rehabilitaron a los escritores noventayochistas, modernista (es decir noventaiochista, la de Ganivet,
como Pedro Lain Entralgo; sólo quisiera recordar Unamuno, Baroja, Azorín) y la cultivada por los
que lo hicieron recalcando aspectos poco impor- llamados realistas o naturalistas a partir de la última
tantes en su labor de cultivadores de la literatura década del siglo diecinueve?
de imaginación. Tampoco es que yo quiera devolver En España, como en Inglaterra, el giro modernista
estos escritores a sus respectivas regiones acorde de la novela quizá sea menos perceptible o menos
con la fiebre regional-nacionalista en la España pronunciado que en Francia. El cambio de estética
autonómica de hoy. Al fin y al cabo se trata de es menos dramático. Distraída por el idealismo
escritores de rango nacional e internacional. Lo alemán, España no produjo ni un fornido defensor
que quiero decir es que lo que estos escritores del positivismo filosófico ni un practicante de
tuvieron en común resulta más sugestivo e intere- primer rango del naturalismo zolaesco. A pesar de
sante a la luz de su procedencia y su formación en la reacción escandalizada del conservadurismo
las distintas regiones peninsulares. católico, IM cuestión palpitante de Doña Emilia
Si el 98 ortodoxo de la época de Franco se carac- era tanto una desfiguración de Zola como una
terizó por su casticismo, una consecuencia de esta defensa del realismo visto desde una perspectiva
aproximación pseudopolítica fue la relativa falta católico-liberal. El determinismo materialista de
de importancia y atención concedidas a las ideas Zola no echó raíces en España, e incluso las repre-
estéticas de los escritores noventaiochistas. Hubo sentaciones novelescas del hampa, la pobreza, la
que esperar bastante más tiempo, y sobre todo a vida sexual -que por lo demás abundan en la
la intervención de especialistas extranjeros, para literatura española- se ofrecían sin ninguna clase
aprender lo más fundamental de las ideas estéticas de soporte teórico. En su frustrada tesis doctoral,
de Unamuno, Baroja, Azorín o Antonio Machado. España filosófica contemporánea, Ángel Ganivet
Los ideólogos peninsulares, por decirlo de alguna ofrece un análisis del naturalismo español prácti-
forma, estaban obsesionados con la historia, la camente contemporáneo y entre otras cosas dice
filosofía y la política. Esto queda claramente refle- que 'el fondo filosófico de la novela naturalista es
jado en la dicotomía inventada por Guillermo Díaz- un positivismo radical que no acepta ningún nove-
Plaja con su libro Modernismo frente a Noventa- lista español digno de esta consideración'. Según
yocho, en el que creaba dos grupos de escritores, Ganivet, pues, el naturalismo en su forma más
uno con preocupaciones de índole sociopolítica y pura no existe en España. No tenemos tiempo de
otro con preocupaciones artísticas. Afortunada- adentrarnos en esta aseveración, que aunque habría
mente esta dicotomía y esta forma de hacer historia que matizarla, a mí me parece bastante exacta. La
literaria han quedado superadas. Pero no me cabe verdad es que incluso después de 1900 y la apari-
ninguna duda de que la politización del 98, su ción de los noventaiochistas, la narrativa española
supuesto casticismo, contribuyó a retrasar la di- sigue estando dominada por los nombres relacio-
mensión internacional de la obra de estos escritores. nados con el realismo decimonónico; Galdós,
La reacción que se opera a partir de los años 70, Pardo Bazán, Palacio Valdés, Blasco Ibáñez, y

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muchas otras figuras menorete hoy casi se han una representación del mundo de la mendicidad
olvidado. Lo que habría que ; r ' claro está, es si en el Madrid finisecular, Misericordia es un expe-
estos realistas siguen escribief0 novelas cortadas rimento en fabulación. Ello se nota en diversos
del mismo patrón que las escris durante el apogeo aspectos: en el uso, aunque vacilante, del estilo
del realismo en la década de lo^henta. En algunos indirecto libre; en el comportamiento, altamente
ya sabemos que se opera un c nD1 °- El Galdos de imaginativo de los personajes, especial pero no
los últimos años del siglo XI Ya s e estaba apar- exclusivamente de la protagonista y su compañero,
tando visiblemente de su práfca anterior. Y esto pues otros personajes, como Obdulia y Frasquito,
no es que lo diga yo cien aí s después; esto lo también utilizan su 'poder imaginativo' (frase no
dijeron los mismos comentarías de la época, por mía sino de Galdós, y además repetida en la nove-
ejemplo Baroja, el cual escria en un artículo de la); y en la forma en que a través de Benina, cuando
1899: 'Pérez Galdós, el único ¡ nuestros escritores aparece un don Romualdo de carne y hueso y la
verdaderamente grande y ab} 10 ' ha logrado dar deja perpleja y preocupadísima, se refleja intrano-
un impulso a la literatura esr™ la dirigiéndola a velísticamente la preocupación con la relación
nuevos principios, como lo pieban las obras de arte-realidad tan típica del modernismo noventaio-
evolución reciente hacia un isticismo realista'. chista y del modernismo europeo. Perfecto ejemplo,
Al margen de lo que Baro quiera decir por pues, de lo que Ganivet califica -irónicamente,
'misticismo realista', creo *e una obra como por supuesto- de colaboración perniciosa de la
Misericordia (1897) manif sta características imaginación. Por cierto que la novela de Ganivet
nuevas y viejas. Por una pari te nemos una serie Los trabajos del infatigable creador Pío Cid es
de rasgos bastante típicos de novela decimonó- también un caso muy claro de novela híbrida. Por
nica. El comienzo de esta obiê al dosiana, con su un lado tenemos rasgos típicamente modernistas
cuidadosa presentación del e s c i a n o ' e n una novela (como su evidente autorreflexividad) y por otro
en que el medio ambiente adrileño figura de rasgos heredados de la novela realista (como su
forma prominente, es un pe 6 0 1 0 modelo de la estructura lineal de acontecimientos secuenciales
práctica novelesca del realisn· e n que era norma- o las circunstancias económicas, sociales y fami-
lísimo irse centrando progres amenté en los per- liares del protagonista). Otro ejemplo de hibridi-
sonajes pasando primero pela descripción del zación lo tenemos en La casa deAizgorri de Baroja,
lugar o ambiente físico. Tenens las intervenciones cuyo tema no puede ser más zolaesco: la cuestión
primopersonales de un narra'1" pretendidamente del determinismo fisiológico y en parte también
no omnisciente en una narrad1 que es plenamente el medioambiental. Lo que ocurre es que el desen-
omnisciente, y apostrofes anti^dos del tipo 'pues, lace rechaza la realidad de tal determinismo que
señor'. Tenemos, como en ta:iS obras anteriores, se viene debatiendo a lo largo de la obra: el deter-
la representación del decli\ e c o n ómico de las minismo finalmente resulta existir sólo en la mente
clases medias y de sus esfuei)S P o r mantener las de la protagonista que sospechaba que había here-
apariencias, aunque en este c£> de forma extrema. dado una degeneración fisiológica inducida por el
Y tenemos, finalmente, en é* novela tal vez la consumo de alcohol en su familia durante genera-
mejor descripción en toda la ove lística decimo- ciones.
nónica española de la chuí a urbana y de un Otro caso de una figura de la narrativa del XIX
proletariado hampesco—vapundos, mendigos, que se acerca a la narrativa del los noventaiochistas
pordioseros, granujas, lisiad* genuinos y falsos: es el de Pardo Bazán. En la década de los noventa
en suma un cuadro de degresión humana. Este Doña Emilia, actuando bajo la influencia de Paul
aspecto acerca la novela a la n bición naturalista Bourget y de los novelistas rusos recién descubier-
de estudiar la sociedad en susipas más bajas para tos, se volvió del naturalismo de la década anterior
mejor comprenderla y así lle¿ a remediarla. Pues hacia una exploración del mundo interior con todas
bien, a pesar de todo ello, ef novela de Galdós sus complejidades y ambigüedades. Este psicolo-
no sólo está lejos de las asp lci ones cientifistas gismo lo podemos observar también en las primeras
del naturalismo (Blasco se qulba de que a Galdós novelas de Baroja, la ya mencionada La casa de
le interesaban más los mendos que la pobreza), Aizgorri y Camino de perfección, publicadas en
sino que además comparte c rta s características 1900 y 1902 respectivamente pero cuya primera
con la novela noventaiochu· Tanto o más que redacción data de la decada anterior. En Baroja,
que empezó a publicar artículos sobre Dostoyevski episodios galdosianos de las tres primera series,
y los novelistas rusos a una edad muy temprana, y desde luego cabe insertarla dentro de la robusta
hay un fuerte influjo no sólo de este escritor visto tradición decimonónica de la novela histórica con
hoy como precursor del modernismo europeo sino todo lo que ello conlleva de fundamentos positi-
de los psicólogos franceses de la segunda mitad vistas como la acumulación de datos y la causalidad
del XIX como Théodule Ribot. Es evidente que lineal. Lo mismo se puede decir de su obra histó-
en esta última década del siglo XIX tanto la gene- rico-filosófica En torno al casticismo (1895) con
ración vieja -la de Galdós y Doña Emilia- como su fácilmente detectable huella taineana. Y sin
la generación nueva -la de los noventaiochistas- embargo, este Unamuno inmerso en el determinis-
están absorbiendo lecturas e influencias idénticas. mo histórico, escribe poco tiempo después una
En sus primeras manifestaciones podríamos muy novela en que se burla de estas formas de pensar.
bien hablar de la novela modernista como una Lo que hay aquí, evidentemente, es una subversión
novela de interés predominantemente psicológico; de lo que se ha aprendido, pero la subversión es,
en España esto se ve clarísimamente en Baroja y a su modo, tan reveladora como la adhesión. No
Azorín. Pero es que resulta que también hubo por podemos subvertir lo que no nos es familiar.
las mismas fechas una novela de interés psicológico Unamuno, Ganivet. Baroja, todos tuvieron unos
en novelistas denominados 'naturalistas', como comienzos literarios más que ambiguos, pero ello
los mencionados Paul Bourget y Emilia Pardo no debe sorprendernos. Lo que ocurrió es que
Bazán. No quiero con ello decir que no vamos a ambas tendencias, la decimonónica adquirida por
poder distinguir entre la estética naturalista y la estos hombres durante su formación y sus primeros
estética modernista; pero sí que tenemos que tener escarceos filosófico-culturales, y la de rebelión
cuidado a la hora de establecer las diferencias. contra esa forma de pensar, coexistieron en ellos
El caso de Unamuno es algo distinto; en él no hay durante un tiempo. Su punto de arranque inicial
novelas híbridas. Amor y pedagogía reduce el estuvo claramente influido por las corrientes pre-
determinismo a una tragedia burlesca. Pero en valecientes. Claro que a la larga Unamuno, Baroja,
cambio su primera novela, Paz en la guerra (1897) y también Azorín, se alejarían de las fórmulas
es una novela histórica no tan diferente de los deterministas. Unamuno sobre todo terminaría por
ser antideterminista a rabiar; pero en un artículo de Zola 'ya casi no queda nada. La señora Pardo
precisamente de 1898, 'Notas sobre el determinis- Bazán, Picón, Narciso Oiler, son los únicos escri-
mo en la novela' ofrece una crítica mesurada, tores de los primeros días del naturalismo que
sobria, nada hostil, del determinismo zolaesco, y todavía trabajan con éxito'. Curiosamente Baroja
desde luego no ataca a Zola; es más, la cuidadosa no menciona a Blasco al referirse al naturalismo
documentación de la novela naturalista le parece español. De los nuevos o modernistas (Baroja
bien, comparable a su intento de 'anovelar la utiliza esta palabra aunque, en 1899, sin gran
historia' en su propia Paz en la guerra. O sea, entusiasmo), menciona a Benavente, Valle-Inclán
Unamuno no rechaza el naturalismo porque da y Rueda como los más prometedores, pero añade
una impresión falsa de la realidad, que es lo que que es imposible hablar de una única tendencia o
luego alegará contra el realismo en su famoso corriente: 'Hay un sinfín de tendencias o de co-
prólogo de 1920 {Tres novelas ejemplares y un rrientes artísticas. El arte y la literatura varían
prólogo). Si Unamuno rechaza el naturalismo es como la moda. Seguir la moda en el traje es ser
sólo porque sus pretensiones científicas le parecen elegante; seguirla en literatura es ser modernista.
un error que le priva de comunicar 'sensación de El modernista, el adorador de lo nuevo, no encuen-
vida'. La vida no es una abstracción científica tra, como el elegante, una sola moda que adoptar,
sino el reflejo de nuestra conciencia. Al proceder sino muchas en el mismo momento'. Cuatro años
como una ciencia, el naturalismo falsificaba el más tarde, en un artículo de 1903, Baroja adopta
arte, y 'el arte -escribe Unamuno- debe proceder un tono mucho más positivo y se alza en defensa
como la naturaleza, en el orden del ser intuitiva- del modernismo, tilda de imbéciles a sus detracto-
mente reflejado en nosotros, no en el orden del res, y declara que el modernismo es el arte de los
conocer discursivamente expuesto'. Esto, obser- hombres fuertes del arte y de la literatura entre los
vémoslo bien, muy pronto se convertiría en una que se hallan Ibsen, Dostoyevski, Nietzsche y
de las fundamentales creencias del modernismo Rodin. En cierto sentido este nuevo artículo de
europeo: la primacía de la conciencia individual Baroja es casi un manifiesto modernista (y que
como fuente de toda interpretación del mundo. Y conste que no aludo en absoluto a un estilo poético
añade Unamuno: 'El arte es un saber intuitivo, rubeniano), pues Baroja insiste mucho en la pri-
gráfico podría decir, que nos presenta realidades macía del yo artístico, de la visión subjetiva del
que la ciencia, que sólo opera con cantidades artista: 'el escritor debe presentarse tal como es'.
abstractas [...], no consigue determinar'. Seis meses Me he referido a los artículos de Unamuno y Baroja
después de que Unamuno publicara este artículo porque estos dos noventaiochistas fueron los más
Baroja publicó uno titulado, 'Hacia lo inconsciente'. prolijos en su juventud (Baroja empezó a publicar
El cotejo no deja lugar a dudas: Unamuno y Baroja en 1890 a los diecisiete años). Pero a partir de
adoptan una posición prácticamente idéntica; lo 1900 (o incluso antes en el caso de Azorín) pode-
único que varía es la terminología empleada. Una- mos hallar sin dificultad ideas muy parecidas en
muno defiende en el arte lo que el llama 'lo los escritos de otros comentaristas jóvenes, como
irracional', que no es lo antirracional, sino, como por ejemplo Pérez de Ayala, el cual coincide en
él mismo explica, lo imaginario, lo intuitivo, lo apuntar a 'la bancarrota de la escuela naturalista',
que no se explica por métodos científicos. Baroja a la liberación de 'los prejuicios de técnica ya
por su parte defiende lo inconsciente en el arte, es definida' y de 'preocupaciones de bando' (esto en
decir las vertientes más oscuras de la existencia 1903); pero lo que no dice es qué es lo que ha
de las cuales la inteligencia científica no se ocupa. suplantado al naturalismo. En otro artículo del año
Y añade: Έ1 artista moderno no es, respecto a la siguiente dice que la novela debe evolucionar 'del
Naturaleza, un espejo que trate de reflejarla: es objetivismo impersonal de los naturalistas al egoís-
más bien un instrumento delicado que vibra con mo psicológico e incoherente de la vida, amplia-
sus latidos y amplifica sus vibraciones'. ¿No es mente y humanamente considerado'. Como pode-
esto lo mismo que la idea unamuniana de que el mos observar, todas éstas son ideas rudimentarias
arte debe ser una reflexión intuitiva, que no una con las que los escritores de la nueva generación
explicación racionalista, de nuestro ser? intentan sustituir a una estética robusta y persistente
En otro artículo de 1899. escrito para un periódico pero para ellos caduca. Lo más que podemos decir
francés, Baroja dice que de la generación entusiasta es que estas ideas, mediada la primera década del
siglo veinte, dejan vislumbrar una nueva poética parecer ponerles cerco a los personajes hasta ani-
para la novela. Ahora ya por fin comienza a dis- quilarlos está templado por unas descripciones y
tinguirse, aunque todavía vagamente, la bifurcación por un colorido que más tienen de poéticos que de
entre las dos estéticas, la vieja y la nueva, la realista científicos. Luego vienen una serie de novelas que
y la modernista, que durante la última década del dejan atrás el naturalismo y adoptan o bien una
diecinueve han estado sumidas en oscuridad y actitud ideológica de protesta, o -más interesante
confusión. La unamuniana Niebla, que será un desde mi perspectiva actual- un psicologismo nada
signo incontrovertible, se escribió en 1907 pero raro a la vuelta del siglo. Recordemos que en los
no se publicó hasta 1914. últimos años del siglo diecinueve y los primeros
Ahora bien, que la década de los años 90 fuese del veinte Galdós y Pardo Bazán han abandonado
confusa, de corrientes contradictorias y de tenden- la novela que podríamos llamar sociológica a favor
cias superpuestas, y que hayan de pasar diez o de una novela más claramente psicológica. Y lo
doce años para que podamos (o pudiesen los co- mismo ocurre con los noventaiochistas, como
mentaristas de la época) distinguir con claridad observamos en el caso de Baroja con su Camino
entre lo viejo y lo nuevo, nos ayuda algo a situar de perfección (1902) y de Azorín con su La volun-
y a comprender la problemática transición del tad (1902). En Europa pasa lo mismo -la novela
realismo/naturalismo al noventayochis- psiciológica se ha puesto de moda. ¿Por qué digo
mo/modernismo. Ambas tendencias coexistieron, que Blasco adopta ahora una forma de novelar
incluso en individuos. ¿Cómo podemos situar a más cercana al psicologismo de la época? Pues
Blasco en este cuadro? ¿Cómo se relaciona su porque La maja desnuda (1906) incorpora el tema
novela a la de otros novelistas, concretamente a de la psicología del artista, tema universal en la
la de los noventayochistas? Precisamente hay que Europa finisecular y alborisecular. La voluntad de
situarlo, me parece, en esa encrucijada entre el vivir (1907) trata de la psicología de las pasiones,
naturalismo y el modernismo novelesco. Su entu- sobre todo la pasión del amor sexual, y Sangre y
siasmo por la personalidad y la obra de Zola no le arena (1908) de la psicología de la fama.
condujo a una aceptación ciega de la teoría de la Si comparamos las ideas de Blasco sobre la novela
novela experimental. No olvidemos que el papel -que no son particularmente extensas ni com-
de Zola en el 'affaire Dreyfus' se ganó el respeto plicadas- también coinciden en algún aspecto con
y la admiración de muchos que no aceptaban sus las de sus coetáneos. Por ejemplo, cuando en su
teorías literarias. Como todos sabemos, en Blasco madurez habla de Zola, su actitud es prácticamente
el influjo del naturalismo zolaesco es evidente y la misma que la que ya hemos observado por parte
él mismo lo admitió. Pero incluso en las novelas de Miguel de Unamuno. Expresa su admiración
más zolaescas hay algo no zolaesco. En Arroz y por su obra pero rechaza la teoría científica en que
tartana (1894), aunque concedamos la importancia se dice estar basada: 'Apoyó Zola toda su obra
del medio ambiente, el fondo documental tiene exageradamente en una teoría científica [...] y esta
más de impresionista que de científico. En Flor teoría al derrumbarse en parte se ha llevado detrás
de mayo (1896) las imponentes descripciones del las afirmaciones más graves de su labor intelectual'.
mar tienen más en común con las del capitán de Blasco escribe 'Al derrumbarse esta teoría', lo
navio anglo-polaco Joseph Conrad que con el autor cual nos indica que apreció perfectamente el co-
francés. En La barraca (1898) hay un perfecto lapso del paradigma positivista y determinista que
equilibrio entre el determinismo que asfixia a los había dominado el pensamiento occidental durante
personajes y la perseverancia y los ideales humanos gran parte del siglo diecinueve. Yo no digo que
que se imponen a la adversidad. En Entre naranjos este cambio lo apreció Blasco con la misma cele-
(1900) el naturalismo aparece ya contaminado por ridad que lo detectó Unamuno, pero de que lo
una fuerte dosis de simbolismo, lo mismo que en percibió no cabe duda, lo mismo que lo percibieron
Baroja, que tuvo una primera fase simbolista muy muchísimos escritores, pensadores y científicos
pronunciada en sus años jóvenes. Y además en el de la época, que reconocieron que la descripción
personaje Rafael Brull aparece el tema tan noven- de la realidad entrañaba unas complicaciones
taiochista de la abulia. Y aunque alguien habló de epistemológicas que el mundo decimonónico no
las cloacas del zolaísmo refiriéndose a Cañas y había querido o no había sabido reconocer.
barro (1902), ese determinismo tan terrible que Blasco rechaza la idea de que la novela se pueda
escribir desde una teoría anterior y exterior a ella. más amplio de la palabra. Y todavía hay un paralelo
Para él, la creatividad es una fuerza que surge del más entre las respectivas teorías novelísticas del
subconsciente (la palabra es suya, no mía). En esto, donostiarra y del valenciano En su famoso e
la teoría de la novela de Blasco, si es que se puede irónicamente titulado 'Prólogo casi doctrinal sobre
llamar teoría, tiene un parecido extraordinario con la novela', de 1925, Baroja había explicado que
la de Baraja, y en menor medida con la de Unamuno. sus obras surgían de lo que él llamaba 'el fondo
Ya hemos visto que Unamuno sostenía que el arte sentimental del escritor', es decir, impresiones
se basa en la intuición, y que, al contrario de la sedimentarias, todas esas ideas e imágenes que se
ciencia, depende más de nuestro ser que de nuestro van depositando a lo largo del tiempo en nuestra
conocer. Baroja por su parte había escrito: Ά las mente y que descansan en lenta fermentación hasta
regiones superiores del espíritu sedujo la Ciencia; que nuestra conciencia las reclama. Ese 'sedimento
al arte le han quedado las regiones inferiores del de su personalidad' es lo que cada escritor vierte
alma, una segunda personalidad inferior llamada en su obra. Escribe Baroja: 'Todos los novelistas,
subconsciencia'. Y Blasco: 'La obra de arte habla aun los más humildes, tienen ese sedimento apro-
al sentimiento, a todo lo que en nosotros forma el vechable, que es en parte como la arcilla con la
mundo de lo inconsciente, el mundo de la sensibi- que construyen sus muñecos, y en parte como la
lidad, el mundo más extenso y misterioso que tela con las que hacen las bambalinas de sus
llevamos en nosotros, pues nadie conoce sus límites, escenarios'. Pues bien, veamos ahora lo que escribe
mientras que la razón es limitada'. Y también: 'Es Blasco en la famosa carta de 1918 a Julio Cejador:
preciso que intervenga lo subconsciente como factor
principal; la adivinación misteriosa, el presentimien- El que verdaderamente es novelista posee una imagi-
to, los elementos afectivos, que son, las más de las nación semejante a una máquina fotográfica, con el
veces, diametralmente opuestos a los elementos objetivo eternamente abierto. Con la misma inconscien-
cia de la máquina, sin enterarse de ello, recoge en la
intelectuales'. Los mismo perros con distintos co- vida diaria fisonomías, gestos, ideas, sensaciones,
llares, y ni siquiera tan distintos. guardándolas sin saber las que posee. Luego, lentamente,
Baroja también dijo que su escritura era 'la repre- todas estas riquezas de observación se mueven en el
sentación de la vida ambiente en mi conciencia', misterio[so] inconsciente, se amalgaman, se cristalizan,
esperando el momento de exteriorizarse: y el novelista,
es decir, que el escritor refractaba subjetivamente al escribir bajo el imperativo de una fuerza invisible,
las impresiones que le llegaban del mundo. En cree estar diciendo cosas nuevas y acabadas de nacer,
este proceso de refracción lo importante para Baroja cuando no hace más que transcribir ideas que hace años
era la personalidad del escritor: viven dentro de él y que le fueron sugeridas por un
personaje olvidado, por un paisaje remoto, por un libro

Lo difícil es esto, llegar a descubrir el Yo, parir la del que no se acuerda.


personalidad, grande o pequeña, de ruiseñor o de buho,
de águila o de insecto, cuando se tiene. El estilo debe La explicación de la génesis de la obra novelesca
ser expresión, espontánea o rebuscada, eso es lo de
menos, pero expresión fiel de la forma individual de
es exactamente la misma en Blasco y en Baroja;
hasta tal punto que ambos escritores se refieren a
sentir y pensar.
los mismos aspectos, no sólo a la importancia de
Y Blasco por su parte escribió: lo inconsciente, sino a cómo se construyen perso-
najes y escenarios. La conclusión, por parcial e
El novelista reproduce la realidad a su modo, conforme incompleta que sea, me parece ineludible. En esa
a su temperamento [...]. Entre la realidad y la obra que fermentación de ideas que fue el cambio de siglo,
reproduce esta realidad existe un prisma luminoso que
no resulta nada obvio la separación de la novela
desfigura las cosas, concentrando su esencia, su alma.
y agrandándolas: el temperamento del autor. Para mí, blasquista de la novela de los escritores llamados
lo importante en un novelista es su temperamento, su noventaiochistas. La expresión fue por supuesto
personalidad, su modo especial y propio de ver la vida. individualísima en todos ellos; pero los fundamen-
Esto es verdaderamente el estilo en un novelista, aunque
escriba con desaliño. tos tuvieron un parecido de familia dictado eviden-
temente por la quiebra de la estética decimonónica
Una vez más la coincidencia entre estos dos escri- y la incertidumbre en torno a la nueva orientación
tores es clarísima: nada de cientifísmo naturalista: que iba a ocupar su lugar.
lo que cuenta es la intuición, la personalidad
artística del escritor, su personal estilo en el sentido © Carlos A. Longhurst
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