INJUSTICIA EXTREMA EN EL PERÚ Y URUGUAY”, LA ARGUMENTACIÓN JURÍDICA EN EL ESTADO CONSTITUCIONAL.
I. RESUMEN
La autora plantea como problema central la imperfección de los Estados
Constitucionales, haciendo hincapié en Latinoamérica, esto deviene en ausencia de una práctica consolidada en materia de garantía de derechos y es provocada por diversas causales, a saber: débil institucionalidad de las democracias, excesiva influencia de los poderes económicos, corrupción, ausencia de separación entre Iglesia y Estado, falta de uniformidad en los criterios jurisprudenciales, sin embargo, exalta que el más importante en Latinoamérica es la existencia de leyes y decisiones judiciales que pueden ser calificados como extremadamente injustos pero fueron dictados en regímenes democráticos con constituciones que formalmente protegen derechos y cuyos Estados han ratificado tratados internacionales en materia de derechos humanos; al respecto, la fuerza normativa de la Constitución debe ser un instrumento para combatir los casos de injusticia extrema – según la noción de la fórmula Radbruch y la noción de pretensión de corrección del Derecho propuesta por Alexy- que también se da durante los gobiernos democráticos -como el caso de las Ley de amnistía de 1995 en el caso Barrios Altos vs. Perú- pues la sola existencia de un régimen democrático no garantiza por sí mismo el permanente respeto a los derechos humanos. En este sentido, la respuesta jurídica a los casos de injusticia extrema tiene diversas vertientes (1) leyes y sentencias nulas ab initio, (2) prohibición de invocar los principios de cosa juzgada, prohibición de retroactividad, ne bis in idem o cualquiera otro para impedir la investigación de graves violaciones de derechos humanos, (3) imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, (4) limitar la actuación estatal por los contenidos de la Constitución.
II. OPINIÓN
Me centraré en una sola causal de imperfección del Estado Constitucional,
la AUSENCIA DE UNIFORMIDAD DE LAS INTERPRETACIONES JUDICIALES; considero que el producto de la actividad interpretativa debe ser CONGRUENTE con los fines u objetivos estatales y EXCLUIR a todas aquellas posibles significaciones de índole reduccionista; desarrollarse con estricto apego a la ley; lograr los derechos constitucionales; otorgar mayor protección a los derechos de los ciudadanos; ser UNIFORME, siempre y cuando haya identidad en el tema y objeto interpretado; y evitar contradicciones que devengan en privación injustificada de derechos e inseguridad jurídica para los gobernados. Ahora bien, la congruencia y uniformidad en la actividad interpretativa son rasgos imposibles de radicalizar, en contraste, su estricta observancia también conlleva a vulneración: QUE LOS CRITERIOS SEAN UNIFORMES NO IMPLICA SU INMUTABILIDAD SINO SU CONSISTENCIA CON INTERPRETACIONES PREVIAS, de ninguna manera se pretende prohibir absurdamente todo cambio interpretativo, lo que se afirma es que el abandono/adopción siempre DEBE FUNDAMENTARSE EN RAZONES JUSTIFICATIVAS Y EXPLICATIVAS, argumentos racionales tendientes a demostrar fehacientemente la necesidad del cambio, que este se produce para lograr MAYOR PROTECCIÓN, reivindicar posturas obsoletas e incompatibles con el sistema de derechos y obtener el mayor grado posible de satisfacción constitucional. Debe existir dinamismo en la actividad interpretativa pero únicamente cuando tiene ánimo reivindicatorio no cuando una interpretación restrictiva reemplaza irracionalmente a una que logra todos los fines del Estado de Derecho y es compatible con el nuevo paradigma pues no es posible restringir derechos al amparo de determinaciones rigoristas, es menester que exista UNIFORMIDAD, COHERENCIA Y CONGRUENCIA EN UNA MISMA LÍNEA INTERPRETATIVA CON UN MISMO OBJETO DE INTERPRETACIÓN en tanto que un mismo órgano no puede distanciarse injustificadamente de sus interpretaciones; se debe obligar a los intérpretes de la ley a mantener uniformidad en los criterios emitidos y a justificar racionalmente el cambio de criterios.