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El periodo de los andinos Cipriano Castro y Juan V. Gómez, va de 1899 a 1936.

Y
de un gobernante a otro, hay dos conductas en gran medida radicalmente
diferentes al asumir los intereses nacionales. Fueron compañeros, de aquel grupo
de los sesenta, que bajó de la montaña andina a “poner orden” en un país en
permanente conflictividad. No obstante, llegada la oportunidad, el 19 de diciembre
de 1908, hace cien años, el segundo nombrado, entonces vicepresidente y
compadre del primero, éste el presidente y jefe militar, aprovechándose de las
circunstancias, se hace del poder y entra en acuerdos con las potencias
internacionales y países poseedores de la deuda venezolana.

A finales del siglo XIX, el capitalismo ya ha llegado a una etapa de alto


desarrollo y en las sociedades que a ello llegaron primero iniciaron, se fue
acumulando un capital sobrante que exigía áreas de inversión para continuar
multiplicándose. Esos capitales comenzaron a trasladarse a las áreas periféricas,
dando inicio a la etapa imperialista. El imperialismo pues, se distingue
básicamente por el desplazamiento de los capitales de las áreas donde se han
acumulado, hacia áreas periféricas, en búsqueda de mayores beneficios.

Con anterioridad y desde su nacimiento, como nación, Venezuela había estado


dependiendo de los países desarrollados a través de la importación de
mercancías, la exportación de productos agrícolas y de los empréstitos.

Para el período de Cipriano Castro, ya se han hecho las primeras inversiones


de capital en la minería y en la construcción de ferrocarriles. Así existían en el país
consorcios de capital foráneo como la New York Bermúdez Co. la compañía
ferrocarrilera alemana, la red telegráfica, ésta representada por el cable francés.

A partir a la Victoria, Cipriano deja a Gómez como presidente encargado,


mientras él dirige la carga en contra de los enemigos de la nación. El ejército de
Castro tenía una jerarquía y una estructura definida y centralizada, que no da pie a
confusiones mayores, mientras que en el lado de Matos la división del poder
militar trajo una desorganización letal en las tropas y en el mando. A pesar de que
ambos bandos tenían armamentos modernos, en la duración de la batalla el
ejército nacional fue ganando de a poco la supremacía por tener los instrumentos
de guerra más avanzados disponibles para la época. Entre estos armamentos
comprados estaban el rifle de repetición Mauser y cañones Krupp de tiro rápido.
Ya en el final de los días de batalla, cuando el ejército nacional estaba ganando
fuerza definitiva, un hecho seria central en decidir al ganador de la disputa, 40
hombres de la División Trujillo, a cargo del general Leopoldo Baptista, realizan una
carga sorpresa de machetes contra una de las líneas enemigas y logran romper
las defensas de los revolucionarios, el pánico se desata en las filas y poco tiempo
después, el 2 de Noviembre Matos da la orden de retirada a las tropas que aún
quedan en pie. (Porra, J. (2010). La batalla de la Victoria no sería el final de la
Revolución Libertadora, ya eso sería en la batalla de Ciudad Bolívar en el año
1903 y bajo el mando militar de Juan Vicente Gómez en el campo de batalla. Sin
embargo, fue una derrota definitiva, que arraso con toda posibilidad de invadir
Caracas, la sede eterna del poder político Venezolano, y con Cipriano Castro. La
pérdida en Aragua significo el derrumbamiento de las fuerzas, que se dividieron en
pequeñas partes por varios territorios del país, y luego el regreso de Matos al
exilio para salvar su vida.

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