Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Este es la historia de un niño muy obediente que por su fe, constancia y perseverancia nuestro
Señor Jesucristo le dio la Victoria que el anhelaba.
Un niño que vivía con su mamá en casa de uno de sus abuelitos siempre anhelaba visitar a su papá,
su tía y su otra abuela pero nunca podía realizar por cualquier circunstancia ese sueño cuando no era
una cosa era otra y eso lo tenía muy triste. Un día durmiendo en su cuarto, cuando de repente una
luz iluminó su habitación y apareció Dios. Le dijo que tenía un trabajo para él para distraerlo un poco
para aliviar su pesar y le mostró una gran roca en el jardín de la casa donde vivía. Le explicó que
debía empujarla con todas sus fuerzas. El niño no entendía pero hizo lo que el Señor le pidió. Por
muchos meses, día a día, después de hacer sus tareas de la escuela hasta el ocaso, el niño empujaba
la roca con todas sus fuerzas, pero ésta no se movía. Todas las noches el niño se acostaba muy
cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano. Como el niño empezó a sentirse
frustrado, Satanás decidió entrar en el juego trayendo pensamientos negativos a su mente
diciéndole:”Has estado empujando esa roca por mucho tiempo y no se ha movido”. Le dio al niño la
impresión que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un
fracaso ya que ni movía la roca y ni se hacía realidad lo que el soñaba, estar con su familia paterna.
Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y desilusión. Satanás le volvió a
decir: ¿Por qué esforzarse todo el día en esa tarea imposible? Sólo haz un mínimo esfuerzo y será
suficiente. El niño pensó en poner en práctica esto, pero antes decidió elevar una oración al Señor y
confesarle sus sentimientos:”Señor, he sido obediente empujando la roca como me dijiste. He
empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aún así, no he podido mover la
roca ni un poquito ¿Qué pasa? ¿Por qué no la muevo será que soy débil? El Señor le respondió con
ternura:”Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tú aceptaste, te dije que tu tarea era
empujar la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. “Tu
tarea era empujar”. Ahora vienes a mí sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad
fracasaste? Mírate ahora, tus brazos, tus manos y espalda están más fuertes, tus piernas se han
vuelto duras. Pero a pesar de las adversidades has crecido mucho y tus habilidades ahora son
mayores que las que tuviste alguna vez. Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era empujar y
confiar en mí. Eso lo has conseguido. Ahora, querido hijo por tu obediencia, perseverancia, Yo te voy
a bendecir concediéndote las peticiones de tu corazón, estar con tu papá y con tu familia.
“Yo moveré la Roca” porque para mí nada hay imposible.
Algunas veces cuando escuchamos a Dios, tratamos de utilizar nuestro intelecto para descifrar su
voluntad, cuando en realidad sólo nos pide que confiemos en Él.