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0.

INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS

La fecundación es uno de los procesos biológicos descritos más


fascinantes, y a la vez más complejos. Esta interacción entre células altamente
especializadas proporciona un ejemplo único de muchos procesos celulares
(adhesión celular específica, señales celulares, regulación de exocitosis,
migración celular, fusión celular y regulación del ciclo celular) y convierte dos
células totalmente diferenciadas en un cigoto totipotente capaz de formar todos
los tipos celulares existentes en el organismo (Miller, 2002).

A pesar de la importancia del estudio la fecundación para controlar la


reproducción humana, regular la producción animal y mejorar la conservación de
especies en peligro de extinción, entre otros fines, los mecanismos y las bases
moleculares implicadas en la interacción espermatozoide-ovocito permanecen sin
ser conocidos por completo. Los mayores avances se han producido en el
conocimiento de la fecundación en ratón, mientras que la especie humana y los
animales domésticos han sido menos estudiados, con excepciones puntuales
como el caso de la oveja “Dolly”. El conocimiento de dichos mecanismos nos
permitiría el desarrollo de nuevas pruebas para diagnosticar las causas de
reducción de la fertilidad o terapias para el tratamiento de enfermedades
específicas, mejoras en la calidad de los embriones producidos in vitro y nuevas
alternativas de contracepción para regular la población humana o las plagas.

La fecundación es el resultado de numerosos procesos que comienzan con


el transporte de gametos en el tracto reproductor y terminan con la formación de
los pronúcleos y la singamia, para dejar paso al desarrollo embrionario. La
interacción entre el espermatozoide y el ovocito se produce a tres niveles: la zona
pelúcida (ZP), la membrana plasmática y el citoplasma.

El paso inicial en la interacción de gametos es la unión entre el


espermatozoide y la ZP. Aunque dicha unión no es completamente específica de
especie, presenta grandes restricciones (Moller y cols., 1990; Rankin y Dean,

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2000; Hoodbhoy y cols. 2005). El espermatozoide se une a esta formidable
barrera y sufre la RA para atravesarla (Yanagimachi, 1994). Numerosos estudios
evidencian que la unión del espermatozoide a la ZP es un proceso mediado por
carbohidratos (Nixon et al., 2001; Wassarman y Litscher, 2001; Wassarman et al.,
2001), pero los oligosacáridos precisos a los que se une el espermatozoide
permanecen bajo debate y pueden variar según la especie.

Cuando analizamos la interacción espermatozoide-ovocito homóloga,


(entre gametos de la misma especie) en mamíferos como el cerdo o la vaca,
observamos que la ZP aparece como la estructura implicada en la unión del
espermatozoide e inducción de la reacción acrosómica. In vivo entre sus
funciones está la de prevenir la polispermia mediante mecanismos que provocan
el endurecimiento de la ZP, la proteolisis y la eliminación de receptores para la
unión de espermatozoides (Iwamoto y cols ., 1999; Lindsay y Hedrick, 2004). Este
bloqueo se asocia con la reacción cortical, provocada por la exocitosis del
contenido de los gránulos corticales del ovocito, que provoca modificaciones en la
ZP. Sin embargo, los mecanismos moleculares responsables de este bloqueo
siguen siendo un tema sin esclarecer. En la especie porcina son frecuentes las
fecundaciones polispérmicas en fecundación in vitro (FIV), con porcentajes que
oscilan entre el 40 y el 60% de polispermia de forma frecuente cuando el
porcentaje de penetración es próximo al 100% de los ovocitos (Funahashi y
Romar, 2004; Chen y cols. 2006). Por otro lado, en la especie bovina, los
porcentajes de polispermia en FIV son menores (10-25 %, Wang y cols ., 1997;
Coy y cols., 2005a), aunque también provocan una disminución del rendimiento
final del proceso.

Hasta ahora se ha considerado que tras la penetración se produce la


reacción cortical y liberación del contenido de los gránulos corticales, cuyo efecto
sobre la zona provoca una serie de modificaciones, (“hardening” o
endurecimiento, proteolisis y modificación de receptores) responsables del
bloqueo de la polispermia. Por lo tanto, una inadecuada liberación de los gránulos
corticales provocaría que los mecanismos de bloqueo de la polispermia no

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actuaran eficazmente. Se ha demostrado que en los ovocitos fecundados in vitro
no se produce el endurecimiento de la ZP tras la fecundación, cuando los ovocitos
porcinos y bovinos han sido madurados in vitro (Coy et al., 2002; 2005a). Sin
embargo, in vivo Wang et al., (1998) demostraron que la ZP de los ovocitos
ovulados recogidos de oviducto presenta una mayor resistencia a la digestión con
pronasa (permaneciendo inalterable tras 2 horas en la solución de pronasa),
mientras que en los madurados in vitro la ZP era digerida en 2 minutos
aproximadamente.

De este modo se evidencia que en función del origen de los ovocitos


(madurados in vitro u ovulados) la ZP puede ser digerida con mayor o menor
facilidad, lo cual es resultado del grado de endurecimiento de la misma. Este
resultado hace plantearse si las condiciones a las que son expuestos los ovocitos
madurados in vivo y ovulados, podría ser la causa del endurecimiento de la ZP
observado en ovocitos ovulados, de forma previa a la fecundación.

En relación con las interacciones espermatozoide-ovocito heterólogas


(entre gametos de diferentes especies), hay publicados numerosos artículos que
cuestionan los dogmas clásicos aceptados por la comunidad científica, en relación
a la estricta especificidad de especie de la unión entre espermatozoide y ovocito.

Bedford (1977) publicó que existía cierto grado de interacción entre


especies heterólogas a nivel de la unión espermatozoide-ovocito. Sin embargo
planteó que el espermatozoide humano, era un caso peculiar en el que
aparentemente la unión respondía a una estricta especificidad de especie.
Posteriormente, se han descrito diferentes casos de interacción heteróloga entre
espermatozoides porcinos y equinos con ZP bovina (Sinowatz, 2003);
espermatozoides humanos y ZP solubilizada de hámster (Lee y cols., 1987) o
unión de espermatozoides humanos a la molécula Gp273, responsable de la
interacción en moluscos bivalvos (Delle Monache y cols., 2003; Focarelli y cols.,
2003). De este modo se demuestra que el espermatozoide humano tampoco
responde a una estricta especificidad de especie en la unión a ZP. Algunos de los

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casos de interacción heteróloga espermatozoide-ZP desencadenan la inducción
de la RA, demostrando que no se trataba de una simple interacción mecánica.

Atendiendo a la ZP, Zhu y Naz (1999) demostraron que existe un alto grado
de homología entre especies para la secuencia de aminoácidos de la ZP3. Esta
proteína se considera responsable de la unión del espermatozoide en diferentes
especies, entre ellas el ratón (Wassarman y cols ., 2004 ). En el caso del cerdo y
el hombre la homología a nivel de ZP3 se cifra en el 78,9 % (Zhu y Naz, 1999).
Teniendo en cuenta esto se plantea como una opción interesante estudiar si es
posible la unión del espermatozoide humano a la ZP porcina, lo cual sería de
utilidad para el estudio de la funcionalidad espermática humana. El estudio de la
interacción espermatoide-ZP entre gametos humanos, presenta limitaciones
debido a la dificultad para obtener ZP humana. Por esta razón numerosos grupos
de investigación han intentado obtener ZP humana recombinante utilizando
células CHO (cells hamster ovary), habiéndose demostrado en algunos casos que
la proteína recombinante obtenida es funcional (Brewis y cols. 1996; Bray y cols,
2002; Chakravarty y cols. 2005), mientras que en otros la proteína no posee la
actividad biológica esperada (Rankin y cols., 1998; Martic y cols., 2004).
Recientemente Ni y cols. (2006) han publicado los resultados obtenidos utilizando
péptidos de ZP humana recombinante que inducen la RA. De cualquier modo su
uso no se ha extendido a nivel clínico, por lo que sigue siendo de interés buscar
nuevas alternativas al uso de la ZP humana.

Continuando con el estudio de la especificidad de especie, existen lagunas


en el conocimiento de la fecundación heteróloga utilizando ovocitos libres de ZP.
Si bien los ovocitos de hámster sin ZP pueden ser fecundados por
espermatozoides de numerosas especies, entre ellas la humana (Yanagimachi,
1976), los mecanismos implicados en tal proceso no son totalmente conocidos. El
test de hámster surgió en los años setenta para evaluar la capacidad de los
espermatozoides de fusionarse al oolema y penetrar ovocitos sin ZP y ha sido
ampliamente utilizado, sin embargo en la actualidad su uso es limitado en los
laboratorios de andrología, ya que requiere disponer de un animalario con

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hembras de hámster a las que hay que inducir la ovulación y sacrificar para
obtener ovocitos.

Estas limitaciones no se dan si pretendemos utilizar para esta prueba


diagnóstica ovocitos de animales domésticos, rutinariamente sacrificados como
animales de abasto en mataderos. El sistema de obtención de ovocitos y
maduración in vitro de ovocitos porcinos está perfectamente establecido, con
unos resultados excelentes (Funahasi et al., 1997; Coy et al. 2005b). El uso de
ovocitos porcinos madurados in vitro a los que se les elimina la ZP para estudiar
la funcionalidad de espermatozoides humanos es una alternativa al test de
hámster, cuyo uso es hoy día bastante reducido a nivel clínico por los
inconvenientes que acarrea su uso.

Finalmente, y para completar el estudio de la interacción heteróloga entre


el espermatozoide humano y el ovocito porcino, se investiga la capacidad del
espermatozoide humano de descondensarse y formar pronúcleos en el ovocito
porcino. La capacidad de los espermatozoides para alcanzar este estado es de
vital importancia, por ser requisito indispensable para que se produzca la fusión
de pronúcleos y formación del embrión, más aún cuando en la actualidad existen
técnicas de reproducción asistida que introducen el espermatozoide directamente
en el citoplasma, siendo ésta la única etapa por la que pasa el espermatozoide en
su unión con el gameto femenino. Existe alguna referencia (Kim y cols ., 1999) que
indica que no existen demasiados requisitos en cuanto a especificidad de especie.
En base a ello, sería importante determinar si los espermatozoides humanos
microinyectados en ovocitos porcinos tienen capacidad de descondensarse y si
esta capacidad se relaciona con su habilidad de hacerlo en ovocitos humanos. En
tal caso sería útil como prueba de funcionalidad para muestras que se van a
destinar a la técnica de microinyección espermática (ICSI). Además, la posibilidad
de establecer un sistema en el que se produzca la descondensación del núcleo
espermático y visualización de los cromosomas, permitiría realizar estudios
cromosómicos de gran importancia genética.

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0.1 OBJETIVOS

Teniendo en cuenta las consideraciones descritas, el objetivo general de


este estudio consiste en profundizar en el conocimiento de las interacciones
espermatozoide-ovocito entre gametos de la misma y de diferentes especies con
la finalidad de mejorar el control de la fecundación, que se podría concretar en: i)
mejoras en el rendimiento de la técnica de fecundación in vitro disminuyendo la
polispermia presente en FIV en las especies bovina y porcina (objetivo
específico 1); ii) desarrollo de nuevas pruebas de fertilidad que permitan evaluar
la funcionalidad de espermatozoides humanos utilizando ovocitos procedentes de
hembras de animales domésticas de abasto, en concreto cerdas (objetivo
específico 2).

En el primer caso, utilizamos el modelo porcino y bovino para ampliar


nuestro conocimiento sobre el papel de la ZP en el bloqueo de la polispermia, ya
que este mecanismo no es completamente eficaz en los actuales sistemas de
fecundación in vitro empleados para estas especies.

Para estudiar este proceso se planteó: a) corroborar si los ovocitos de


cerda y de vaca ovulados in vivo presentan endurecimiento de la ZP (en
contraposición a lo que ocurre en ratón) y compararlos con los ovocitos
madurados in vitro (MIV), además de buscar sustancias o métodos que permitan
provocar dicho endurecimiento en los ovocitos madurados in vitro y comprobar el
efecto de las secreciones oviductales sobre la ZP de ovocitos madurados in vitro y
b) estudiar si existe relación entre el grado de endurecimiento de la ZP y los
resultados de fecundación en cuanto a polispermia.

En el segundo bloque, el objetivo consiste en estudiar las interacciones


entre espermatozoide humano y ovocito porcino a nivel de la zona pelúcida,
oolema y ooplasma con el fin de desarrollar en el futuro un test de funcionalidad
espermática aplicable en los centros de reproducción asistida humana.

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1. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA

En esta revisión se pretende hacer un repaso a los mecanismos implicados


en la interacción espermatozoide-ovocito conocidos hasta el momento, en
diferentes especies de interés ganadero y en la especie humana. Dichos
mecanismos son de vital importancia, por ser críticos en el proceso de la
fecundación, y su trascendencia se hace palpable ya que de ellos depende el
éxito de esta función.

Un mayor conocimiento de los procesos que ocurren a este nivel, y el


estudio de las condiciones in vivo, podría redundar en una mejora de los
resultados de fecundación in vitro en las especies porcina y bovina cuya situación
actual, perspectivas y aplicaciones se revisarán a continuación. Además, las
interacciones espermatozoide-ovocito son el fundamento de un gran número de
ensayos de funcionalidad espermática utilizados en la especie humana y en
especies animales, cuyos objetivos son predecir el éxito de la fecundación, de los
cuales serán revisados aquellos más utilizados y de mayor importancia a nivel de
reproducción asistida.

1.1. INTERACCIÓN ESPERMATOZOIDE-OVOCITO

1.1.1. Preliminares
1.1.1.1. Capacitación e hiperactivación

Los espermatozoides de mamífero son incapaces de fecundar el ovocito


inmediatamente después de la eyaculación y requieren un periodo de incubación
en el tracto reproductor femenino para adquirir la capacidad de fecundar. Durante
ese tiempo, el espermatozoide sufre un complejo proceso denominado
capacitación que fue descrito por primera vez, de forma independiente, por Austin
(1951; 1952) y Chang (1951).

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La capacitación es un proceso reversible, que comienza con la eliminación
de factores unidos al espermatozoide procedentes del plasma seminal y se
considera que acaba cuando el espermatozoide es capaz de responder al
estímulo provocado por los ligandos de la ZP, desencadenando la RA.

Durante dicho proceso se producen cambios bioquímicos en la membrana


plasmática (Yanagimachi, 1994), que dan lugar a una remodelación de las
moléculas de la superficie celular, la desestabilización de la membrana plasmática
y la hiperactivación espermática, preparando al espermatozoide para que sufra la
RA. Algunos de los cambios bioquímicos que se producen son: disminución del
número de moléculas de colesterol presentes en la membrana plasmática, el
aumento de la concentración de Ca2+ intracelular y AMPc, el aumento del pH
intracelular, variaciones en la concentración de especies reactivas de oxígeno
(ROS) y modificación de los patrones de fosforilación de proteínas (Visconti y
Kopf, 1998; Breitbart, 2002).

In vivo, este proceso culmina en el oviducto y su papel en la capacitación


es obvio, pero aún está por conocer con detalle cómo influyen los diferentes
segmentos del oviducto, ya que la mayoría de estudios sobre capacitación han
sido hechos in vitro (Rodríguez-Martínez y cols., 2001; Hunter and Rodríguez-
Martínez, 2004).

In vitro, la capacitación puede ser simulada incubando espermatozoides


epididimarios o eyaculados en un medio definido, cuya composición exacta varía
según las especies o utilizar fluido oviductal in vitro (Bergqvist y cols., 2006). De
forma general, estos medios están compuestos de una solución salina tamponada
que contiene concentraciones adecuadas de electrolitos, sustancias que aportan
energía, Ca2+, bicarbonato y una fuente de proteína que generalmente es
albúmina sérica bovina (BSA), aunque la función de los componentes
mencionados a nivel molecular durante la capacitación no es totalmente conocida
(Fraser y cols., 1995; Visconti y cols., 1999; Fraser, 2006).

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Durante la capacitación, uno de los procesos bioquímicos que se produce
es la desestabilización de la membrana plasmática, lo que provoca un aumento
de la fluidez de la misma. El colesterol de la membrana de los espermatozoides
es el responsable de la estabilidad de la membrana, permitiendo una
permeabilidad iónica de la misma e inserción y motilidad limitada de las proteínas.
In vitro, la incubación de los espermatozoides en medios que contienen albúmina,
que actúa como adsorbente de colesterol (Cross, 1998), o con fluido folicular u
oviductal, favorece la pérdida de colesterol y la consiguiente capacitación (de
Lamirande y cols., 1997). Algunos autores proponen que esta pérdida de
colesterol es necesaria para la exposición de determinados antígenos o ligandos,
que interactúan con moléculas de reconocimiento presentes en la ZP (Benoff y
cols., 1993). Visconti y Kopf, (1998) señalan que la pérdida de colesterol está
relacionada con las señales que resultan de la fosforilación de proteínas en
residuos tirosina.

Otro de los procesos bioquímicos descritos que ocurren durante la


capacitación es la modificación de los patrones de fosforilación de proteínas,
observándose sobre todo variaciones en la localización de las proteínas
fosforiladas en tirosina, que en el caso de la especie humana van desplazándose
desde el flagelo hacia la región acrosómica (Naz y cols., 1991).

La capacitación, además, se asocia a cambios en los patrones de motilidad


del espermatozoide, fenómeno que se denomina hiperactivación y consiste en un
patrón de movimientos que se observan en el momento cercano a la fecundación,
descrito por primera vez por Yanagimachi (1969). Se considera que la
hiperactivación es crítica para la fecundación (Stauss y cols., 1995), porque
permite al espermatozoide desprenderse de la pared del oviducto, nadar en el
lumen del oviducto o penetrar las células del cumulus oophorus para alcanzar el
ovocito. Este movimiento, aparece bajo diferentes condiciones físicas y varía
según las especies, pero básicamente implica un aumento de la amplitud de
batido de la cola y movimientos asimétricos (Yanagimachi, 1994).
Presumiblemente, el inicio de la hiperactivación se debe a una señal que se

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produce en el oviducto en un momento exacto, pero todavía no ha sido
identificada. Sin embargo sí se sabe que el resultado final de esta señal consiste
en la interacción de los iones Ca2+ con el axonema del flagelo, lo que provoca la
hiperactivación (Cook y cols., 1994). A este nivel actúan las “CatSper1” que
funcionan como canales de Ca2+ dependientes de voltaje, y controlan la entrada
de este ión a nivel del flagelo (Carlson y cols. 2003). Aunque la hiperactivación
ocurre normalmente in vitro a la vez que el proceso de capacitación, determinados
autores consideran que los mecanismos implicados no coinciden exactamente.
De hecho, en ratón y hámster la hiperactivación puede ocurrir en ocasiones
independientemente de la capacitación (DeMott y cols., 1995; Olds-Clarke, 1989).

1.1.1.2. Interacción espermatozoide-células del cumulus oophorus

El cumulus oophorus es una estructura que rodea a los ovocitos de


mamíferos y está formado por un conjunto de células y una matriz extracelular
que une las células entre sí. La matriz es rica en ácido hialurónico (Salustri y cols.,
1992) y numerosas proteínas han sido identificadas como componentes de la
misma, incluyendo el inter-α inhibidor de tripsina, un proteinglicano sulfato y la
proteína PTX3 (Relucenti y cols. 2005).

El cumulus oophorus (CO) es atravesado por el espermatozoide, gracias a


su motilidad y a la presencia de hialuronidasa y PH-20 (Meyers y Rosenberger,
1999). Recientemente Kim y cols. (2005) han descrito la presencia de una
proteína, “Hyal5”, que también participa en la penetración de las células del CO.
Para alcanzar el ovocito y durante la penetración del CO el espermatozoide
contactará con las células que lo forman, las cuales son capaces de sintetizar
progesterona, en cantidades que en el caso de la especie humana pueden
superar 1µg/ml (Osman y cols., 1989). Esta concentración se ha demostrado
efectiva en ensayos in vitro para inducir la RA del espermatozoide, más aún
cuando la matriz formada por las células del cumulus actúa como barrera que
evita la difusión de la progesterona.

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El papel que juega en la fecundación la progesterona sintetizada por estas
células ha sido debatido, ya que si uno de los requisitos para que los
espermatozoides mantengan su capacidad fecundante es que su acrosoma esté
intacto, la inducción de la RA por la progesterona no favorecería el éxito de la
fecundación. Sin embargo, se ha demostrado en diferentes especies (humana,
Morales y cols., 1988; hámster, Myles y cols., 1987) la capacidad que tienen de
unirse a la ZP espermatozoides con el acrosoma reaccionado.

Roldán y cols. (1994) demostraron que la progesterona actúa como


inductor o “primer” a nivel de los receptores GABA, preparando al espermatozoide
para su interacción con la ZP. Recientemente Harper y Publicover (2005) han
demostrado que cuando el espermatozoide se expone a un gradiente de
progesterona, situación similar a lo que ocurre fisiológicamente, se observa una
respuesta novedosa; se produce un ligero aumento en la concentración
intracelular de calcio, de modo que en muchas células las oscilaciones en la
concentración de Ca2+ intracelular se superponen. Las células que manifiestan
este patrón no sufren la RA, pero en cambio muestran un patrón de actividad
flagelar asociado con aumentos y descensos de la concentración de calcio. En
base a estos resultados, los autores proponen que la RA y el batido del flagelo
están regulados por almacenes de Ca2+ diferentes, con mecanismos
independientes que responden frente a distintos agonistas, siendo la
progesterona in vivo responsable de la activación de las oscilaciones de Ca2+ que
regulan el batido flagelar y no de la RA.

A pesar de que la eliminación de las células del cumulus oophorus de los


ovocitos reduce el éxito de la fecundación in vitro en la mayoría de mamíferos
(Van Soom y cols., 2002), en condiciones no fisiológicas es frecuente la
eliminación de dichas células. En determinadas ocasiones existen motivos que
justifican su eliminación, como la estandarización de las condiciones en que se
realiza la fecundación o el estudio de los mecanismos de interacción
espermatozoide-ZP (Van Soom y cols., 2002).

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1.1.2. Interacción con la ZP

Una vez atravesadas las células del cumulus oophorus, el espermatozoide


interacciona con el ovocito. Este proceso de interacción se produce a tres niveles:
la ZP, que induce la exocitosis del contenido acrosomal, la membrana plasmática
del ovocito, con la que se fusiona, y finalmente el citoplasma, donde se produce la
descondensación del espermatozoide (Figura 1 ).

1.1.2.1. Estructura y composición de la ZP

La ZP es una estructura porosa de composición glicoproteica, que está


formada por un número variable, según la especie, de glicoproteínas
denominadas de forma genérica ZP1, ZP2, ZP3 y en algunos casos ZP4, cuyas
principales funciones son la unión del espermatozoide, prevención de la
polispermia, protección del embrión hasta su implantación y el bloqueo de la
fecundación heteroespecífica (Yanagimachi, 1994; Wassarman y Litscher, 2001;
Rath y cols., 2006; Tsaadon y cols. 2006). Sin embargo estas funciones atribuidas
clásicamente de forma exclusiva a la ZP son cuestionables en algunos casos.

En otros vertebrados como los peces, anfibios y reptiles, las capas que
rodean al ovocito son denominadas corion, membrana vitelina o membrana
perivitelina, respectivamente. Estas estructuras son similares en grosor y función
a las de los mamíferos, por lo que pueden ser referidas colectivamente como ZP
(Spargo y Hope, 2003).

La ultraestructura y funciones de la ZP, al igual que su composición


bioquímica y molecular han sido objeto de numerosos estudios en diferentes
especies durante los últimos 25 años (Bleil y Wassarman, 1980; Dunbar y cols.,
1994; Wassarman y cols., 2005).

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Cummulus ZP
oophorus

Ovocito Oolema

Oolema

A B C

Figura 1. Representación esquemática de la adhesión y fusión del espermatozoide con el ovocito.


(Modificado de Primakoff y Myles, 2002). A) Espermatozoide penetrando las células del cumulus
oophorus. B) Unión a la ZP (1). Exocitosis del acrosoma (2). Penetración de la ZP (3). C) Unión al
oolema (1). Fusión a nivel del segmento ecuatorial (2).

En algunas especies la ZP está morfológicamente estructurada en capas,


observando una diferente asimetría entre la capa interna y la externa (Philips y
Shalgi, 1980; Shalgi y Raz, 1997) la cual se pone de manifiesto utilizando lectinas
y anticuerpos específicos para ZP (Avilés y cols. 2000; Sinowatz y cols., 2001).
Estudios mediante microscopía electrónica de barrido convencional han mostrado
que la ZP es una estructura porosa, con forma de red y aspecto compacto.
Cuando se utilizan técnicas más sofisticadas, con alta resolución, se observa una
estructura de finos filamentos interconectados, con un patrón regular de
alternancia de “amplias y estrechas mallas” (Familiari y cols., 2006).

Diferentes autores han estudiado si existe relación entre las variaciones


ultraestructurales de la ZP y el estado de maduración del ovocito, e incluso si
existen diferencias entre ovocitos madurados in vivo e in vitro. Los estudios
indican que la ZP del ovocito inmaduro se caracteriza por tener una apariencia de
red fina poco estructurada con numerosas perforaciones profundas, a diferencia
de la ZP del ovocito maduro que presenta una apariencia de red mejor
estructurada y con perforaciones menos profundas, que posteriormente
desaparecen cuando el espermatozoide se une a la ZP, probablemente por la

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fusión de varias capas de la red de la ZP (Sinowatz y cols., 2001; Funahashi y
cols., 2000). En la especie porcina, Rath y cols., (2005) observaron que los
ovocitos madurados in vitro durante 48 horas presentaban una estructura similar
a los ovocitos inmaduros, con gran número de poros quizás debido a que la
retracción de los microfilamentos estaba retrasada o era incompleta, mientras que
los ovocitos madurados sólo durante 24 horas presentaban un aspecto más
parecido a los madurados in vivo. Sin embargo, a pesar de los resultados
mencionados, Familiari y cols., (2006), apuntan que estos deben ser interpretados
con precaución, debido a que el procesado de las muestras para microscopía
electrónica provoca artefactos en las mismas.

En cuanto al tamaño de la ZP, el grosor de la misma en mamíferos varía


notablemente según la especie: 5µm en ratón, 13-16 en el cerdo, 20µm en la
especie humana y 27µm en la vaca (Dunbar y cols., 1994; Pelletier y cols., 2004).

En el ratón, especie mejor conocida hasta el momento, se describe que la


ZP está formada por un entramado de fibras, las cuales están constituidas por las
distintas glicoproteínas (Wassarman y cols. 1996). Las fibras se componen de
dímeros de ZP2:ZP3 unidos entre sí por moléculas de ZP1. Sin embargo, Dean
(2004) propone que los filamentos que forman la ZP están compuestos por
dímeros de ZP1:ZP3 y ZP2:ZP3.

Diferentes estudios sobre la ZP muestran que está compuesta


principalmente por glicoproteínas sulfatadas (Bleil y Wassarman, 1980) con
algunas diferencias específicas de especie (Green, 1997; Avilés y cols., 2000).
Además, la ZP contiene receptores para la unión de espermatozoides, los cuales
restringen la unión de espermatozoides de especies heterólogas, sin embargo,
existen referencias que demuestran que no siempre esa especificidad funciona de
forma estricta (Bedford, 1977; Lee y cols., 1987; Sinowatz y cols., 2003; Delle
Monache y cols., 2003).

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Como ya hemos mencionado, en la mayoría de especies son tres las
glicoproteínas que conforman la ZP, aunque recientemente se ha descrito la
presencia de una cuarta proteína en la ZP humana (Lefievre y cols., 2004), en la
ZP de rata (Hoodbhoy y cols., 2005) y en la ZP de hámster (Jiménez-Movilla,
2005; “Genbank” bankit821091, DQ838550).

Las glicoproteínas de la ZP son el producto de tres familias de genes


mayores, denominados ZP A, ZP B y ZP C de acuerdo al tamaño de sus ADN
mensajeros (Harris y cols., 1994). Los genes que codifican las proteínas de la ZP
de varias especies de mamíferos se han clonado y sus secuencias genéticas
muestran un alto grado de conservación. Además, en diferentes especies, la
estructura de polipéptidos primaria, incluyendo el número y posición de la mayoría
de residuos cisteína y potenciales puntos de N-glicosilación, mantiene un alto
grado de conservación (Harris y cols., 1994). Sin embargo, se observa una
importante diferencia en cuanto a la masa molecular según las especies, al
parecer debida a la diferente glicosilación de las proteínas de la ZP (Shalgi y Raz,
1997). Estudios citoquímicos manifiestan variaciones según la especie en cuanto
a la expresión y distribución de los azúcares terminales a través de la ZP (Avilés y
cols. 1996, 1999, 2000; Jiménez-Movilla y cols. 2004).

Las cadenas de oligosacáridos de las glicoproteínas se clasifican en dos


familias en función del tipo de unión entre los oligosacáridos y la cadena
polipeptídica, esto es, oligosacáridos N-unidos y O-unidos (Benoff, 1997). Todas
las glicoproteínas de la ZP poseen oligosacáridos N-unidos y O-unidos (Noguchi y
Nakano, 1992; Boja y cols. 2003). El componente glucídico puede llegar a
constituir el 50% de la masa de algunas de las proteínas de la ZP. Además, los
carbohidratos juegan un papel fundamental en la interacción espermatozoide-
ovocito (Benoff, 1997; Nakano y Yonezawa, 2001; Dell y cols. 2003).

La organización de la ZP en distintas capas, según se ha comprobado por


microscopía en varias especies, aparece acompañada por una distribución
espacial de determinados azúcares a través del espesor de la ZP. Los patrones

17
de unión a lectinas en diferentes especies demuestran una alta especificidad
(Sinowatz y cols., 2001a; Avilés y cols. 1994, 2000).

En el cerdo, las glicoproteínas de la ZP se pueden separar mediante


electroforesis en dos componentes con masa molecular de 55.000 y 90.000 Da
(Hedrick y Wardrip, 1987), pero esto solamente se consigue si se han
deglicosilado parcialmente con endo-β-galactosidasa previamente. El primero de
ellos representa el 80% del total de la proteína, y está formado por dos
polipéptidos denominados pZPB y pZPC. La actividad de receptor espermático se
ha atribuido a la pZPB (Yonezawa y cols. 1997) a diferencia del ratón que se
atribuye a la ZPC (ZP3).

Los oligosacáridos N-unidos liberados por hidrazinolisis de la fracción de


peso molecular de 55000 Da se separan en cadenas de carbohidratos neutras
(28%) y ácidas (72%) (Noguchi y cols., 1992). Un ensayo de competición reveló
que la mezcla de las cadenas neutras poseía actividad como receptor
espermático, mientras que las cadenas ácidas no poseían dicha actividad.

1.1.2.2. Funciones de la ZP

La ZP es una estructura con múltiples funciones en los mamíferos.


Interviene en numerosos procesos desde la ovulación hasta el estadio de
blastocisto eclosionado.

Entre las funciones más importantes que esta estructura desempeña hasta
el momento de la fecundación destacan las siguientes: protección del ovocito,
regulación de la interacción espermatozoide-ovocito estableciendo cierta
especificidad de especie, inducción de la RA y prevención de la polispermia.

La ZP actúa como barrera de protección mecánica para el embrión. Las


propiedades físicas de la ZP no se han estudiado en profundidad, pero se
comprueba de forma práctica que se comporta como una estructura sólida con

18
cierta elasticidad (Green, 1987). Además cuando los ovocitos con la ZP intacta
son sometidos a un vigoroso pipeteo, la ZP se puede romper y fragmentarse sin
pérdida de la estructura esférica de los fragmentos (Green, 1997).

La regulación de la interacción espermatozoide-ovocito la desempeña


proporcionando receptores para la unión del espermatozoide, haciendo que dicha
unión presente cierta especificidad de especie; por ello también se le atribuye la
función de prevenir la penetración heteróloga. Los receptores espermáticos de la
ZP se revisarán con detenimiento en el apartado de modelos de unión
espermatozoide-ZP.

Además de su papel en la unión, la ZP también es responsable de la


inducción de la RA. Se reconoce que es la ZP3 la proteína que desencadena la
RA en espermatozoides (Yanagimachi, 1994). Aunque los oligosacáridos de la ZP
son los que se unen al espermatozoide, dichos oligosacáridos o pequeños
glicopéptidos de la ZP3 aislados son incapaces de inducir la RA (Leyton y Saling,
1989), implicando la necesidad de la porción proteica.

Después de la fecundación, la ZP es la responsable de evitar la


disgregación de los blastómeros, facilitar el tránsito del embrión a través del
oviducto y prevenir la adhesión de forma prematura del embrión al oviducto y la
superficie endometrial (Nichols y Gardner, 1989).

Además la ZP es capaz de proteger al embrión contra determinados


agentes patógenos (bacterias, virus) y toxinas; modula el intercambio de
nutrientes y las señales embrio-maternales tempranas (Nichols y Gardner, 1989;
Herrler y Beier, 2000).

El enfoque original para identificar la función de las proteínas de la zona fue


añadir cada proteína aislada a los espermatozoides y determinar cual podía
unirse al espermatozoide y bloquear competitivamente su unión al ovocito. Bajo
estas condiciones solamente la ZP3 aislada de ovocitos no fecundados inhibe de

19
forma competitiva la unión de los espermatozoides a la ZP, mientras que ZP1 y
ZP2 no provocan este bloqueo. Esto sugiere que la ZP3 es la proteína de la ZP
donde se une el espermatozoide (Bleil y Wassarman, 1986; Mortillo y
Wassarman, 1991; Shur y cols. 2006).

Generalmente los estudios hechos con proteínas individualizadas de la ZP


porcina han usado proteínas sometidas a tratamiento enzimático con
endo-β-galactosidasa, lo cual se debe tener en cuenta. Aunque la ZP1 porcina
tratada con endo-β-galactosidasa conserva alguna actividad de unión al
espermatozoide, la deglicosilación parcial de otras proteínas de zona podría influir
en su actividad como receptor espermático. Además, puede provocar la
eliminación de algunos oligosacáridos de la ZP1 críticos en la unión del
espermatozoide, que conllevarían una disminución en la actividad de unión de
dicha molécula (Miller y cols., 2002).

1.1.2.3. Modelos de unión espermatozoide-ZP

A pesar de las numerosas investigaciones llevadas a cabo para conocer las


bases moleculares de la unión de espermatozoides a ZP, no existe un modelo
único aceptado para los mamíferos (Rankin y cols., 2003; Dean, 2004).

Mientras que en el ratón, que es el modelo mejor desarrollado, se acepta


que los oligosacáridos de la ZP3(ZPC) son los responsables de la unión del
espermatozoide, en otros animales, la situación es menos clara. En el cerdo y en
la vaca hay evidencias de que la ZP3α o ZP4 (ZPB ), se une al espermatozoide
(Yurewicz y cols., 1998; Yonezawa y cols., 2001).

Los modelos que postulan la participación de determinados glúcidos O-unidos y


N-unidos como receptores espermáticos implican a las glucosidasas de los
gránulos corticales como responsables de la eliminación de esos glúcidos tras la
fecundación. En ratón se propone que los espermatozoides se unen a glúcidos

20
del tipo O-unidos de la ZP3 y que estos son eliminados después de la
fecundación (Florman y Wassarman, 1985; Miller y cols., 1992; 1993). Sin
embargo otros estudios evidencian el papel de las cadenas de oligosacárido N-
unidas en la unión del espermatozoide en bovino y porcino (Amari y cols., 2001;
Nakano y Yonezawa, 2001; Yonezawa y cols., 2001).

En el caso de la especie bovina, Amari y cols. (2001) proponen una cadena


con cinco residuos de manosa, del tipo N-unida, como responsable de la unión del
espermatozoide. Sin embargo, recientemente nuestro grupo (Velasquez y cols.,
2006) ha demostrado la implicación del ácido siálico en la unión del
espermatozoide a la ZP bovina, aunque todavía no se conoce el tipo de
glicoproteína al que está unido ese ácido siálico.

Actualmente se cuestionan los modelos que proponen a los oligosacáridos


como responsables de la unión del espermatoides a la ZP, en vista de los
resultados contradictorios que han sido obtenidos en la última década al respecto.
Alternativamente se plantea que la función de los oligosacáridos en el proceso de
unión espermatozoide-ZP quedaría restringida al establecimiento de la
especificadad de especie (para revisión ver Clark y Dell, 2006).

El modelo supramolecular descrito por el grupo del Dr. Dean propone que
es la estructura supramolecular de las proteínas la que determina la unión del
espermatozoide a la ZP, la cual es modificada por una proteasa liberada desde
los gránulos corticales. El mencionado modelo se propone a raíz de los resultados
obtenidos por Rankin y cols. (1998; 2003) utilizando animales transgénicos, en los
que se han introducido los genes de ZP2 y ZP3 humana. Los resultados
demuestran que aunque se expresa ZP2 y ZP3 humana en los ovocitos de ratón
no hay unión de espermatozoides humanos, mientras que los espermatozoides
de ratón se unen, incluso después de haberse producido la reacción cortical.

Según este modelo, la ZP formada por ZP2 y ZP3 con una disposición
tridimensional específica, sería responsable de la capacidad de unión del

21
espermatozoide, de modo que según han descrito diferentes autores (Barros y
Yanagimachi, 1972; Wolf y Hamada, 1977), tras la unión de un espermatozoide y
extrusión de los gránulos corticales, se produciría una modificación o “cleavage”
de la ZP2 que provocaría una modificación de la estructura supramolecular, un
cambio en la conformación espacial que impediría que se puedan unir más
espermatozoides. En este modelo, aunque no se descarta la participación de los
carbohidratos, no sería necesaria su modificación tras la fecundación. Este
modelo supramolecular explicaría los resultados obtenidos con ratones en los
que no hay ZP1 y que forman una ZP compuesta de ZP2 y ZP3 la cual, aunque
estructuralmente es defectuosa, continúa teniendo la capacidad de unir
espermatozoides, siendo los ratones “knockout” de ZP1 fértiles (Rankin y cols.,
1999).

1.1.2.4. Especificidad de especie en la unión a ZP

Desde tiempos inmemoriales se conoce que existen híbridos de


determinadas especies de mamíferos, por ejemplo las mulas, que son viables. Sin
embargo, la existencia de barreras que impiden la fecundación entre diferentes
especies es una evidencia, que comienza en el acoplamiento entre macho y
hembra, acabando en la interacción espermatozoide-ovocito. En la fecundación
in vitro, donde las demás barreras se han suprimido, es la interacción
espermatozoide-ovocito la que tiene mayor importancia.

Aunque la unión espermatozoide-zona no es completamente específica de


especie, sí se sabe que presenta grandes restricciones de especie (Schmell y
Gulyas, 1980; Moller y cols., 1990; Rankin y Dean, 2000; Hoodbhoy y cols., 2005).
El espermatozoide se une a esta formidable barrera y sufre la exocitosis del
acrosoma para atravesarla (Yanagimachi, 1994).

In vitro, se han obtenido fecundaciones heterólogas interespecie utilizando


ovocitos madurados in vitro (Slavik y cols., 1990; Slavik y Fulka, 1992; 1999)
aunque se trata de casos aislados. Sin embargo, se ha descrito la penetración de

22
espermatozoides de diferentes especies en ovocitos sin ZP de especies
heterólogas (Yanagimachi y cols., 1976; Gardon y cols., 2001; Zhao y cols.,
2002).

Se admite que la ZP es la principal barrera que impide la fecundación


interespecífica (Yanagimachi, 1994; Hoodbhoy y cols. 2005; Florman y Ducibella,
2006), aunque las secreciones oviductales también han sido implicadas en el
establecimiento de la especificidad de especie (Wang y cols, 1998; Slavik y Fulka,
1999). Una de las pruebas de que la ZP actúa como barrera, es que cuando esta
se elimina, los ovocitos pueden ser penetrados por espermatozoides de
numerosas especies heterólogas (Yanagimachi y cols., 1976; Gardon y cols.,
2001; Zhao y cols., 2002).

Existen referencias bibliográficas que demuestran que es posible observar


interacciones heterólogas espermatozoide-ZP. Sinowatz y colaboradores (2003)
observaron unión e inducción de la RA en espermatozoides porcinos y equinos
con ZP bovina. En la especie humana, Lee y colaboradores (1987) comprobaron
que la ZP de ratón solubilizada mediante tratamiento con ácido inducía la RA en
espermatozoides humanos. También se ha demostrado que una molécula
denominada Gp273, responsable de la interacción espermatozoide-ovocito en un
molusco bivalvo, tiene capacidad de unirse a espermatozoides humanos e inducir
la RA (Delle Monache, 2003).

Estos datos sugieren que una estricta especificidad de especie en la unión


primaria no debe existir, al menos en todas las especies (Focarelli y cols., 2001).
Hartmann (1983) ya sugirió que bajo condiciones in vitro, la especificidad de
especie en las interacciones espermatozoide-ZP podría ser menos restrictiva,
quizás por la ausencia de interacción entre los ovocitos y las secreciones
oviductales implicadas en el establecimiento de la especificidad (Slavik y Fulka,
1999).

23
1.1.2.5. Receptores del espermatozoide y la ZP

Un gran número de receptores espermáticos para proteínas de la zona han


sido estudiados, pero su mecanismo de acción sigue sin conocerse totalmente.
Identificar los receptores de las proteínas de la zona se ha demostrado que es
más complicado que determinar sus ligandos en la ZP, probablemente por la gran
complejidad de la superficie espermática en comparación con la ZP (Thaler y
Cardullo, 1996). Varios receptores han sido aislados basándose en su afinidad
por la ZP. En el ratón, Bleil y Wassarman (1990) demostraron la existencia de una
molécula denominada “sp56”, con afinidad por la ZP (Kim y cols. 2001).
Posteriormente se ha comprobado la existencia de dicha molécula a nivel de la
membrana acrosomal externa, y su afinidad por las cadenas de oligosacáridos de
la ZP reconocidas por el espermatozoide (Cheng y cols., 1994). En la especie
porcina se ha descrito la existencia de zona adhesinas, proacrosina, sp38, P47 y
un grupo de proteínas llamadas espermadhesinas basándose en su afinidad por
la ZP, aunque los ligandos de zona específicos para este grupo de moléculas no
se conocen (Hardy y Garbers, 1995).

A nivel del espermatozoide una de las moléculas más estudiadas como


ligando de los receptores de la zona ha sido la β-1,4 Galactosiltransferasa (Gal T).
Entre sus funciones se encuentra la que le da nombre, por su capacidad de añadir
galactosa a las glicoproteínas y glicolípidos con residuos terminales
N-acetilglucosamina. GalT-I como molécula de la membrana plasmática, puede
actuar como un receptor específico de glicoproteína incluyendo ZP3 (Miller y cols.,
1992; Shur y cols. 2006)

Todos los ligandos conocidos para GalT-I tienen residuos terminales


N-acetilglucosamina. Sin embargo el terminal N-acetilglucosamina no es
suficiente para que una glicoproteína se una como ligando. Por ejemplo, ZP1 y
ZP2 tienen residuos N-acetilglucosamina como terminales no reducidos pero no
son ligandos para la GalT-I (Miller y cols., 1992).

24
La importancia biológica de la GalT-I y la adhesión a la ZP3 se ha
comprobado en varios ensayos in vitro. En experimentos usando la ZP intacta, el
bloqueo o eliminación de los residuos N-acetilglucosamina reduce la unión de
espermatozoides (Lopez y cols., 1985). Cuando dichos residuos
N-acetilglucosamina son bloqueados o eliminados de la ZP3 solubilizada, ésta
pierde su capacidad para unir espermatozoides (Miller y cols., 1992). Estos
resultados sugieren que la interacción entre GalT-I y ZP3 es necesaria para la
unión entre gametos. Sin embargo, parece no ser totalmente imprescindible, ya
que Rodeheffer y Sur (2004) demostraron la unión de espermatozoides a la ZP
utilizando ratones transgénicos sin Gal T-I, aunque el número de espermatozoides
unidos fue menor, por lo que se sugiere que en ovocitos ovulados existe otro
ligando independiente de ZP3, además de Gal T-I, que permite la unión del
espermatozoide a la ZP pero que no participa en la exocitosis del acrosoma.

Además se ha identificado otra proteína espermática que también participa


en la unión del espermatozoide a la ZP denominada SED1 (Ensslin y Sur, 2003),
la cual se une específicamente a la ZP de ovocitos no fecundados, pero no a
ovocitos ya fecundados.

1.1.3. Reacción acrosómica

La RA es un proceso que, in vivo, ocurre tras la capacitación y consiste en


la exocitosis que se produce como consecuencia de la fusión, de la membrana
plasmática del espermatozoide y la membrana acrosomal externa, provocando la
liberación del contenido acrosomal y la exposición de la membrana acrosomal
interna (Yanagimachi, 1994). El tiempo necesario para que se produzca dicho
proceso varía según las condiciones y la especie. En ratón oscila desde
2 minutos, utilizando ZP solubilizada para la estimulación, hasta 130 minutos con
ZP intacta (Lee y Storey, 1989; Rockwell y Storey, 2000). En humanos, Morales y
cols. (1994) observaron tiempos entre 15 y 60 minutos utilizando ZP intacta.

25
La RA está mediada por una compleja interacción de señales celulares, las
cuales incluyen activación de proteínas quinasas y su consecuente fosforilación,
activación de canales iónicos y otros procesos aún por definir (Aitken, 1997;
Breitbart, 1997; 2002; Visconti y cols., 1999; Herrick y cols., 2005), aunque
algunos de estos se describen como característicos del proceso de capacitación.

Se acepta que la ZP proporciona receptores específicos de especie para la


unión del espermatozoide, sin embargo, desconocemos si la RA es el mecanismo
por el cual se establece la especificidad de especie y también se desconoce el
lugar en el cual ocurre la RA durante la fecundación en condiciones fisiológicas
(Kirkman-Brown y cols., 2002).

1.1.3.1. Regulación del calcio intracelular durante la R.A.

Al igual que en las neuronas, células adrenales y otros sistemas de


exocitosis, un aumento citosólico en la concentración de Ca2+ es suficiente y
necesario para que se produzca la exocitosis del acrosoma, desencadenándose
la RA (Yanagimachi, 1994). Existen dos mecanismos por los cuales la
concentración citosólica de calcio puede aumentar. El primero mediante entrada
de Ca2+ a través de los canales iónicos de la membrana plasmática, ya que en las
células de mamíferos, la concentración de Ca2+ extracelular (del orden de 1-10
mM) es bastante mayor que los niveles en citoplasma (entorno a 50-100 nM), por
lo que la apertura de dichos canales permite la difusión de Ca2+ al interior de la
célula (Burgoyne y Morgan, 1995). El segundo mecanismo que las células utilizan
para aumentar la concentración citosólica de este ión es mediante la salida de
Ca2+ secuestrado en depósitos intracelulares, tales como el retículo
endoplasmático liso (Berridge, 1997). Se conocen diferentes canales
intracelulares de calcio de este tipo, entre ellos el IP3 R (receptor del inositol
1,4,5 trifosfato), que se ha localizado a nivel de la región acrosomal.

26
Aunque existen evidencias de que los espermatozoides movilizan Ca2+
tanto del medio extracelular como de los depósitos intracelulares, no se conocen
los mecanismos precisos. Existen indicios de que el acrosoma pudiera actuar
como depósito intracelular de calcio, lo cual ha sido demostrado en ratón (Herrick
y cols., 2005).

Se acepta de forma general que durante la RA hay una respuesta


temprana de los canales dependientes de voltaje que provocan un aumento de
calcio inicial de escasa magnitud el cual es seguido de un aumento sostenido de
calcio a través de los “SOCs” (store operated channels), pero el proceso que
actúa como nexo de unión permanece sin esclarecer totalmente. Recientemente,
Herrick y cols. (2005) demostraron en ratón que es el acrosoma el responsable de
la liberación del calcio que se produce entre los dos eventos antes citados. El
calcio acumulado a nivel del acrosoma es secuestrado durante el proceso de
capacitación. Además, también afirman que, en el ratón, el calcio almacenado a
nivel del acrosoma es suficiente para provocar la exocitosis del mismo sin
presencia de calcio extracelular, aunque la movilización del calcio podría ser una
combinación de ambos.

Un modelo para explicar los diferentes mecanismos implicados en el


aumento de calcio intracelular que se produce en el espermatozoide como
consecuencia de su unión a la ZP y que conlleva la exocitosis del acrosoma es el
propuesto por Breitbart y cols. (1997), (Figura 2).

27
OVOCITO

Me mbrana
plas má tica

Me mbrana
acros o mal ex te rna

ACROSOMA

Figura 2. Representación esquemática de los mecanismos implicados de RA. (Modificado de


Breitbart y cols. 1997).

En dicho modelo se propone que el espermatozoide se une a la ZP3,


probablemente mediante oligosacáridos, al menos a través de dos receptores
diferentes (indicados con flechas en la Figura 2) a nivel de su membrana
plasmática. Uno de los receptores (R) está acoplado a una proteína G, la cual
activa la fosfolipasa C β 1 (PLC β1) y podría regular la actividad de la adenilato
ciclasa (AC) para producir AMPc y activar la proteín-quinasa A (PKA). Esta PKA
activaría un canal dependiente de calcio situado a nivel de la membrana
acrosomal externa, que liberaría Ca2+ desde el interior del acrosoma hacia el
citosol. Este es el primer aumento de Ca2+ intracelular, relativamente pequeño, el
cual permite la activación de la fosfolipasa C (PLCγ).

28
La activación de las fosfolipasas PLC β 1 (mediante la proteína G acoplada
al receptor R) y la PLCγ (mediante el ligero aumento de calcio por movilización
desde el acrosoma), generaría la hidrólisis del fosfatidil inositol bifosfato (PIP 2)
para formar inositol trifosfato (IP 3) y diacilglicerol (DAG).

La PKA y el IP 3 activarían los canales de Ca2+ en la membrana acrosomal


externa provocando aumento de calcio intracelular mediante movilización desde el
acrosoma.

Por otro lado el diacilglicerol (producto de la hidrólisis del PIP 2) activa la


PKC, la cual provoca la apertura de los canales de calcio en la membrana
plasmática, permitiendo la entrada de Ca2+ extracelular al citosol. Como
consecuencia se produce un aumento de la concentración de Ca2+ intracelular y
la concentración acrosomal disminuye dando lugar a la apertura de los canales de
Ca2+ de los almacenes, mecanismo denominado “SOC, store opens channels”, lo
que provoca un aumento sostenido de la concentración de Ca2+ citosólico. Este
fenómeno “SOC” llamado “capacitative calcium entry” se produce en un gran
número de células y consiste en que la liberación de calcio de los depósitos de la
célula, a su vez también promueve la entrada de calcio extracelular a través de la
membrana plasmática (Berridge y Irvine, 1989). Este mecanismo no se conoce
totalmente, pero se acepta el principio de que la apertura de un canal de calcio en
la membrana plasmática es debido a la reducción de calcio en las reservas
internas (Putney, 1990).

1.1.3.2. Fusión de membranas y exocitosis

Hasta el inicio de la RA la membrana acrosomal externa y la membrana


plasmática se mantienen separadas mediante una estructura de filamentos de
F-actina formada durante la capacitación y dependiente de la activación de la
proteín-quinasa A, fosforilación en tirosina de algunas proteínas y la activación de

29
la fosfolipasa D (PLD). Esta estructura a modo de “andamiaje” mantiene
separadas ambas membranas, evitando que se fusionen y se libere el contenido
del acrosoma (Breitbart y cols., 2005).

Durante la RA, es necesario que se produzca la despolimerización de la


F-actina, por ser un requisito necesario para que la membrana acrosomal externa
y la parte interna de la membrana plasmática puedan ponerse en contacto
íntimamente y fusionarse.

Los altos niveles de Ca2+ intracelular (sobre 500nM) que se producen como
consecuencia de la inducción de la RA, según el modelo antes descrito, provocan
la activación de proteínas “cortadoras” de actina, que inducen la ruptura de los
filamentos de actina y el desmantelamiento de la estructura de sostén entre
ambas membranas que las mantenía separadas (Breitbart y cols. 2005). Spungin
y cols., en 1995 observaron que la inhibición de la despolimerización de la actina,
mediante el uso de faloidina provoca la inhición de la RA.

1.1.4. Interacción con la membrana plasmática (oolema)

Una vez que el espermatozoide atraviesa la ZP y ha sufrido la RA, el


siguiente proceso es contactar con el ovocito, mediante la interacción entre
ambas membranas plasmáticas. Tras la RA se provoca una remodelación de la
superficie del espermatozoide, quedando además expuesta una nueva superficie
de membrana, la membrana acrosomal interna, que es la que establece el primer
contacto con las microvellosidades del ovocito, según se ha demostrado en
roedores (Talbot y Chacon, 1982). A continuación se produce la unión y fusión
entre la membrana plasmática del ovocito y la del espermatozoide a nivel del
segmento ecuatorial. Previamente durante la capacitación se producen
modificaciones entre las que se incluyen el desenmascaramiento de puntos de
unión y el desplazamiento de los sitios de unión para permitir la fusión, al igual
que la migración de proteínas (de Lamirande y cols. 1997).

30
Una compleja serie de interacciones moleculares acontecen durante la
interacción de las membranas de los gametos, que se inicia con una primera
unión o “attachment”. Posteriormente tiene lugar la adhesión celular propiamente
dicha entre los dos gametos, para culminar con la fusión de las dos membranas,
que tiene como resultado la formación de una célula fruto de la unión de otras dos
(Evans, 2002).

Numerosos estudios, realizados hace décadas y algunos más recientes,


implican varias moléculas a nivel del espermatozoide y del ovocito como
responsables de la interacción. Durante los últimos quince años, se ha
desarrollado un modelo que sugiere que la unión espermatozoide-oolema es el
resultado de la adhesión entre las integrinas existentes a nivel del ovocito y los
ligandos de estas integrinas presentes en el espermatozoide. La identificación de
las proteínas implicadas es uno de los principales objetivos de numerosos
proyectos de investigación (Evans, 1999).

Las proteínas espermáticas que han recibido mayor protagonismo como


responsables del proceso presentan homología con las desintegrinas. Estas
proteínas espermáticas son miembros de una familia de moléculas, conocida
como ADAM (A Disintegrin And a Metalloprotease) o MDC (Metalloprotease,
Disintegrin, Cysteine-rich) entre las que destacan la proteína 1 secretora rica en
cisteína (CRISP1) y las proteínas de la familia ADAMs (fertilina α ó ADAM1;
fertilina β ó ADAM2 y ciritestina ó ADAM3). Además se ha descrito la existencia
de una familia de proteínas tipo inmunoglobulinas, denominas “Izumo” que son
necesarios para que se produzca la fusión. Inoue y colaboradores (2005)
obtuvieron ratones sin el gen “Izumo” y comprobaron que los espermatozoides
que producían eran aparentemente normales, con capacidad para unirse y
penetrar la ZP, pero eran incapaces de fusionarse con el oolema de ovocitos de
hámster sin ZP.

31
Respecto al ovocito, las proteínas que se consideran implicadas en esta
interacción son denominadas integrinas (α 6β 1 y otras) y tetraspaninas (CD9)
(Evans, 2002; Kaji y Kudo, 2004). Sin embargo, He y colaboradores (2003) de
acuerdo a los resultados que obtuvieron afirman que ninguna de las proteínas
ADAM o integrinas presentes en ratón es imprescindible para la unión y fusión
entre gametos.

Los modelos animales han proporcionado hasta el momento la mayoría de


la información existente sobre interacciones entre gametos, habiéndose
comprobado posteriormente si dichas moléculas están involucradas en los
procesos de fecundación en humanos.

Una de las principales barreras para la identificación de las moléculas


responsables del proceso de unión y fusión de gametos es la falta de un ensayo
in vitro de unión espermatozoide-ovocito que simule las condiciones fisiológicas
(Talbot y cols., 2003).

El proceso de fusión de membranas puede ser dividido en tres eventos


claves. El primero consiste en el reconocimiento de membranas o “attachment”,
se trata de un contacto inicial entre las dos membranas mediado por uniones
proteína-proteína o por uniones proteína-carbohidrato. El segundo, consiste en la
aposición de las membranas; la actividad fusogénica de las proteínas conlleva
que las dos membranas tengan un contacto íntimo y se produzca la adhesión
uniéndose físicamente las dos membranas (a través de interacciones proteína-
lípido o proteína-proteína). Entonces se induce un cambio de conformación
irreversible en el que las proteínas se doblan sobre sí mismas. El tercer evento
corresponde a la mezcla de lípidos; una vez que las membranas están en
contacto, se produce la mezcla de lípidos dando como resultado una bicapa que
permite la continuidad citoplasmática entre las dos células (Jahn y Grubmuller,
2002).

32
La fusión queda restringida a una región específica de cada gameto, la cual
puede reflejar una composición proteica, organización de lípidos o morfología de
membrana determinada para esa región. La porción de la membrana plasmática
del espermatozoide que cubre parte del acrosoma y que no se fusiona durante la
RA se denomina región ecuatorial y es la zona donde se inicia el proceso de
fusión en el espermatozoide (Yanagimachi, 1988; Figura 3). Aunque la fusión del
espermatozoide al oolema puede producirse en posición perpendicular o paralela,
generalmente siempre se produce mediante la región central de la membrana
plasmática, en la proximidad o a nivel de la región ecuatorial (Gaddum-Rosse,
1985). A nivel del oolema, se observa la presencia de microvellosidades en la
mayoría de la superficie; en roedores, la zona que recubre la placa metafásica no
presenta microvellosidades y la fusión raramente ocurre a este nivel, no
apareciendo a este nivel moléculas de CD9, ni integrinas.

Tras la RA, el segmento ecuatorial y la región posterior de la cabeza del


espermatozoide se adhieren y se fusionan con la membrana del ovocito (Berford y
cols., 1979). En roedores los espermatozoides con acrosoma intacto pueden
adherirse a la membrana del ovocito, pero sólo los espermatozoides reaccionados
pueden fusionarse (Yanagimachi y Noda, 1970). En espermatozoides humanos,
hay evidencias de que la RA es importante para la adhesión a la membrana del
ovocito. Las uniones iniciales (attachments) del espermatozoide a la membrana
son reversibles y parecen requerir de la motilidad espermática para que se
produzcan (Wolf y Armstrong, 1978), aunque espermatozoides con pobre
motilidad pueden fusionarse con ovocitos (Yanagimachi, 1988). Los movimientos
de la cola del espermatozoide disminuyen y desaparecen unos pocos segundos
después de que la fusión se haya producido (Wolf y Armstrong, 1978).

33
Me mbr an a acros o mal inter na
Cumulus
o o p ho rus S eg ment o ecu at orial

Acros o ma
Micr o vellos i da des

ZP
Es pacio peri vi telino
Placa me t afá s ica

Figura 3. Representación esquemática de las interacciones espermatozoide ovocito.


(Modificado de Kaji y Kudo 2004). a) El espermatozoide atraviesa el CO y se une a la ZP.
b) Tras la unión a la ZP se produce la RA. c) El espermatozoide atraviesa la ZP y se une al
oolema. c) Detalle de la unión del espermatozoide al oolema. d) La fusión se inicia a nivel del
segmento ecuatorial (flecha roja). e) Tras la fusión el oolema va englobando al espermatozoide.

1.1.4.1. Métodos de estudio de los mecanismos de interacción

El ensayo más utilizado para estudiar los mecanismos moleculares


implicados en la interacción del espermatozoide con el oolema ha sido la
inseminación de ovocitos sin ZP. Mediante la adición de anticuerpos, proteínas, o
azúcares que podrían bloquear la unión y fusión del espermatozoide al oolema se
han ido describiendo moléculas que intervienen en el proceso.

En estos ensayos la principal variable que se mide es el número de


espermatozoides adheridos al ovocito. Se admite que todos los espermatozoides
unidos a la membrana plasmática del ovocito pueden acabar fusionándose. Sin
embargo, se sabe que la eliminación del gen “Izumo” permite la unión de los
espermatozoides pero no su fusión con la membrana (Nioue y cols., 2005) por lo
que el significado biológico del número de espermatozoides unidos a la
membrana es un dato poco preciso (Evans, 2002).

34
Además en el conjunto de espermatozoides unidos se incluyen varias
poblaciones, y algunos de ellos se unen mediante interacciones que no les
permitirán posteriormente fusionarse. Por ejemplo, espermatozoides de roedores
con acrosoma intacto pueden unirse a ovocitos libres de ZP pero no pueden
fusionarse (Yanagimachi, 1994). En la mayoría de ensayos se utilizan largos
periodos de tiempo de coincubación (20-24 horas), lo cual no permite diferenciar
entre los espermatozoides que se unen rápidamente (antes de que exista fusión
de algún espermatozoide al ovocito) y los que se unen de forma tardía (cuando ya
se ha unido algún espermatozoide al ovocito), teniendo en cuenta que la fusión de
un espermatozoide podría cambiar la habilidad del ovocito para que se unan
espermatozoides adicionales.

Los ovocitos fecundados de ratón todavía son capaces de unir


espermatozoides incluso después de perder la habilidad para que se fusionen
(1 hora después de la fusión inicial; Maluchnik y Borsuk, 1994). Se ha planteado
que los espermatozoides se unen con diferentes afinidades por lo que se ha
sugerido que los ensayos de unión podrían mejorarse mediante la estandarización
de las técnicas de lavado, de modo que seleccionen solamente los
espermatozoides unidos con alta afinidad (Redkar y Olds-Clarke, 1999).

Como herramienta para la identificación de las moléculas implicadas, el uso


de anticuerpos monoclonales anti-espermatozoide que inhibían la fecundación
sugirió la participación de algunas moléculas en este proceso. Posteriormente,
fueron los estudios genéticos los que permitieron la manipulación de genes,
obteniendo animales con genes modificados sobre los cuales se puede
comprobar su implicación en la fusión de gametos (Kaji y Kudo, 2004; Nioue y
cols., 2005).

El estudio de sistemas heterólogos (ovocitos y espermatozoides de


diferentes especies) también se ha utilizado. Los ovocitos de hámster libres de ZP
son comúnmente utilizados para estudios de interacción de membranas porque
tienen la capacidad de fusionarse con espermatozoides de casi todas las

35
especies de mamíferos testadas (Yanagimachi, 1988). Sin embargo existen
referencias en las que se demuestra que los espermatozoides humanos no son
capaces de fusionarse y penetrar ovocitos de ratón y rata, especies
filogenéticamente cercanas al hámster (Quinn, 1979; Pavlok, 1980).

La capacidad de fusión de la membrana de ovocitos de hámster podría ser


debida a características de naturaleza bioquímica de esta membrana (lípidos y
proteínas). La promiscuidad de los ovocitos de hámster para fusionarse con
espermatozoides de numerosas especies sugiere que este proceso podría ocurrir
mediante un mecanismo que es único para los ovocitos de hámster y algunos
estudios evidencian esto. Por ejemplo, un anticuerpo monoclonal que inhibe la
fusión de ovocitos de hámster con espermatozoides de cobaya, no tiene efecto en
la fusión de ovocitos y espermatozoides de cobaya (Primakoff y Hyatt, 1986).

1.1.4.2. Moléculas implicadas en el proceso de unión y adhesión entre


el espermatozoide y el ovocito

A nivel espermático, el primer hallazgo sobre las desintegrinas como


moléculas implicadas en la adhesión al ovocito fue la proteína PH-30 o fertilina,
reconocida por un anticuerpo monoclonal contra la membrana plasmática de
hámster, y capaz de inhibir la fusión en un alto porcentaje (Green, 1993). El
anticuerpo PH-30 inmunoprecipitaba una proteína formada por un heterodímero
con dos subunidades, fertilina α (ADAM 1) y fertilina β (ADAM 2).

Estas dos subunidades se han identificado en diferentes especies de


mamíferos, como el ratón, aunque algunas especies pueden no expresar la
subunidad α de la fertilina. Según Jury y colaboradores (1997) los
espermatozoides humanos no expresan una proteína fertilina α funcional, lo cual
pone en duda su función propuesta en la fecundación. Estos autores cuestionan
la existencia del complejo fertilina α-β en humanos, porque según sus resultados
tampoco han sido capaces de identificarlo en macacos.

36
Mediante ensayos en los que se utilizaron secuencias de péptidos de la
fertilina β de hámster (en concreto del dominio desintegrina), obtenidos mediante
síntesis, se observó una importante reducción de la fusión entre espermatozoides
y ovocitos (Myles y cols. 1994), por lo que se le ha atribuido una función en el
mecanismo de fusión. Para profundizar en el estudio del mecanismo de unión y
fusión de gametos se han obtenido ratones “knock-out” con ausencia de fertilina
β, ADAM 3 o ambas. Los espermatozoides de cada una de las líneas de ratones
mostraron una dramática reducción en la unión a ovocitos sin ZP, en torno al 90%
(Cho y cols., 1998; Nishimura y cols., 2001). Sin embargo, se observó además
que los ratones “knock-out” para fertilina β o ADAM 3, presentaban reducción en
la expresión de otras desintegrinas y podría afectar a otras proteínas no
identificadas y responsables de la unión del espermatozoide.

1.1.4.3. Moléculas implicadas en el proceso de fusión


espermatozoide-ovocito

Solamente unas pocas proteínas espermáticas que son candidatas a tener


un papel en la fusión espermatozoide-ovocito se han estudiado con detalle.
Estudios en el ratón usando ensayos de inhibición con anticuerpos o de
competición con péptidos y proteínas atribuyen un posible papel en la fusión a las
proteínas DE (Cohen y cols., 2000) y “equatorina” (Toshimori K, 1998). Además,
estos ensayos también indican que fertilina β y ADAM 3 son necesarias para la
fusión, aunque cuando se utilizaron ratones “knockout” para estas dos moléculas
se observó una ligera inhibición de la fusión (Cho y cols., 1998; Nishimura y cols.,
2001). En cuanto al ovocito, la molécula CD9 es uno de los miembros de la familia
de proteínas denominadas tetraspaninas, y se ha descrito que está involucrado en
varios procesos celulares como infecciones virales en células de cánidos y félidos,
fusión de células musculares, adhesión y motilidad celular (Loffler y cols., 1997).

37
La primera referencia que indica la implicación del CD9 en el proceso de
fecundación fue obtenida de experimentos en los que usaban anticuerpos contra
CD9 (Chen y cols., 1999), y como resultado se inhibía in vitro la unión y fusión del
espermatozoide al ovocito de forma dosis dependiente. CD9 se encuentra
distribuido por toda la superficie del ovocito, con la excepción de la región que
cubre la placa metafásica en el caso de roedores y donde raramente se produce
la fecundación (Kaji y cols., 2000). Kaji y cols., (2000), Le Naour y cols. (2000) y
Miyado y cols. (2000) demostraron que los espermatozoides eran capaces de
unirse a ovocitos de ratón deficientes en CD9 de modo similar al tipo salvaje, pero
que sin embargo raramente se producía la fusión entre los gametos in vivo o in
vitro. Además cuando se microinyectaron espermatozoides en los ovocitos
deficientes en CD9 se consiguió desarrollo a término, demostrando que la
deficiencia en CD9 no impedía el desarrollo normal de los cigotos (Miyado y cols.
2000).

El mecanismo de acción en el proceso de fusión del CD9 no se conoce


completamente pero parece que actúa en colaboración con otras proteínas de
superficie del oolema. Algunos estudios sugieren que el CD9 funciona a través de
un gran pliegue o “bucle” (EC2) y que una secuencia determinada de aminoácidos
a ese nivel interviene en la fusión (Zhu y Evans, 2002). Talbot y cols., (2003)
afirman que además del CD9 como molécula esencial en este proceso, participa
también una proteína específica anclada a GPI (glicosilfosfatidilinositol). A nivel
espermático se ha descrito la existencia de una familia de proteínas denominadas
“Izumo” que son responsables de la fusión del espermatozoide en ratón (Nioue y
cols. 2005).

38
ESPERMATOZOIDE
ADAM´S

Fertilina β

Fertilina α Cirystetina

DE

PROTEINA-GPI

INTEGRINAS

OVOCITO CD 9

UNIÓN
FUSIÓN

?
Figura 4. Representación de las moléculas implicadas en el proceso de unión y fusión
espermatozoide-ovocito (Modificado de Kaji y Kudo, 2004).

En la figura 4 se representan algunas de las moléculas implicadas en la


unión y/o fusión de los espermatozoides al ovocito. A nivel del ovocito las
integrinas parecen tener alguna función en la unión, actuando como receptores de
las proteínas espermáticas tipo ADAM´S, mientras que en la fusión participa el
CD9 en cooperación con proteínas-GPI. A nivel del espermatozoide, las proteínas
del tipo ADAM´S participan en el proceso de unión, mientras que las implicadas
en el proceso de fusión son proteínas tipo “Izumo” (Nioue y cols. 2005) y
proteínas epididimales DE (Cohen y cols., 2000; Cuasnicu y cols., 2001).

39
1.1.5. Interacción con el citoplasma

Una vez que se produce la fusión entre ambos gametos, se desencadena


la activación del ovocito (Yanagimachi, 1994). Dicha activación lleva como
consecuencia la reanudación de la meiosis, la reacción cortical, la formación de
los pronúcleos masculino y femenino y posteriormente la formación del embrión
(Ben-Yosef y Shalgi, 2001).

Tras la penetración del espermatozoide en el ooplasma se produce la


separación entre la cola y la cabeza. A continuación, la cromatina queda libre en
el citoplasma del ovocito tras la pérdida de la envoltura nuclear del
espermatozoide y sufre un proceso de descondensación mediante reducción de
puentes disulfuro, gracias al glutatión reducido presente en el ooplasma
(Yanagimachi, 1994). Esta descondensación se produce desde la región posterior
de la cabeza hacia la región anterior (Terada y cols., 2000).

Respecto a la activación del ovocito se han propuesto dos modelos en los


cuales participa activamente el espermatozoide: activación mediada por receptor
y/o por factor espermático. En la activación mediada por receptor, la unión del
espermatozoide mediante ligandos a receptores específicos del oolema produce
una señal de transducción que activa la fosfolipasa C, y ésta interviene en la
transformación del fosfoinositol bifosfato a inositol-fosfato y diacilglicerol, los
cuales provocan la activación del ovocito.

El otro modelo de activación mediante factor espermático es el más


aceptado actualmente (Willians, 2002). Tras la fusión entre el espermatozoide y el
ovocito se libera en el ooplasma un componente espermático o factor activador
del ovocito (factor citosólico), que reside en el segmento ecuatorial del acrosoma,
y que es capaz de inducir los eventos iniciales de la cascada de activación. Este
factor parece no ser estrictamente específico de especie, habiéndose observado
la formación de pronúcleos masculinos en ovocitos de ratón (Wakayama y cols.,

40
1997), hámster (Yanagida y cols., 1991) y cerdo (Kim y cols., 1999) después de la
microinyección de espermatozoides de especies heterólogas. Sin embargo, en el
caso de espermatozoides de rata se ha observado que no son capaces de formar
pronúcleos masculinos en ovocitos libres de ZP de cerdo (Zhao y cols. 2002),
hámster o conejo (Hanada y Chang, 1976). Una posible explicación a estos
resultados sería que los espermatozoides de rata tengan una cantidad insuficiente
de factor activador o una baja capacidad activadora. Además, Okitsu y cols.
(2001) tras la microinyección de espermatozoides de toro y hombre en ovocitos
bovinos maduros observaron que los humanos producían unos porcentajes de
activación significativamente menores (75.9 % vs. 14.8%). Estos resultados
sugieren que existe diferente capacidad del espermatozoide según la especie
para provocar la activación del ovocito.

Naish y cols. (1987) demostraron que los mecanismos empleados por los
ovocitos de hámster para transformar el núcleo del espermatozoide en pronúcleo
y la síntesis de ADN en el núcleo no son exclusivos para espermatozoides de
hámster. No obstante, los mecanismos mencionados funcionan, aparentemente,
de forma más efectiva cuando está presente un núcleo espermático de hámster
que con núcleos espermáticos heterólogos.

Acorde con la bibliografía existente, parece no existir especificidad de


especie en sentido estricto en las interacciones a este nivel, pudiendo provocarse
la activación ovocitaria y formación de pronúcleos mediante la microinyección de
espermatozoides heterólogos, en algunos casos.

Sin embargo, se observan diferencias en los porcentajes de activación de


ovocitos según se utilicen espermatozoides homólogos o heterólogos. Esto
implica que la ICSI heteróloga, con ovocitos y espermatozoides de determinadas
especies, puede ser utilizada como herramienta para la investigación y desarrollo
de pruebas que evalúan la capacidad de activación del ovocito, descondensación
del espermatozoide y formación y aposición de pronúcleos; entrenamiento de
técnicos que realizan ICSI o validación de nuevos protocolos. Sin embargo,

41
parece que existen algunas limitaciones en cuanto a las especies más adecuadas
de ovocitos a utilizar en función de la procedencia de los espermatozoides.

Diferentes autores utilizando esta técnica de ICSI heteróloga han


desarrollado pruebas de fertilidad que estudian la funcionalidad espermática
(Terada y cols., 2004a), la función del centrosoma (Terada y cols., 2004b) o
analizan los cromosomas de espermatozoides humanos procedentes de
pacientes oligoastenozoospérmicos (Ogawa y cols., 2000), utilizando ovocitos de
conejo, vaca, hámster o ratón.

1.2. MODIFICACIONES EN LA ZP QUE AFECTAN A LA INTERACCIÓN


ESPERMATOZOIDE-OVOCITO HOMÓLOGA

1.2.1. Polispermia

Se conoce como polispermia a la fecundación de un ovocito por más de un


espermatozoide. Los ovocitos de la mayoría de mamíferos han desarrollado
mecanismos para prevenir la polispermia durante su desarrollo y maduración
(Ducibella, 1994; Yangagimachi, 1994).

Cuando se produce la polispermia, la poliploidía generada suele


desencadenar en un embrión inviable y ha sido detectada en un 10-20% de los
abortos espontáneos en la especie humana (Michelmann y cols. 1986). La
mayoría de los embriones humanos triploides aparecen como resultado de una
fecundación polispérmica con presencia de dos espermatozoides. A pesar de los
mecanismos desarrollados para prevenir este fenómeno, se produce una
incidencia entre el 1 y el 2 % de polispermia incluso cuando la fecundación se
produce en las mejores condiciones en momentos cercanos al de la ovulación.
Una gran variedad de factores puede contribuir al incremento en la frecuencia de
la polispermia. Diferentes autores han revisado este proceso en porcino (C oy y
Romar, 2002; Wang y cols. 2003). Entre los factores causantes de este proceso
destacan diferentes causas estrechamente relacionadas con los procesos de

42
fecundación in vitro, como son el uso de ovocitos obtenidos por maduración in
vitro, el uso de un alto número de espermatozoides capacitados por ovocito,
anormalidades a nivel de la ZP, inadecuada composición de los medios de FIV, o
condiciones subóptimas de pH o temperatura durante la fecundación.

1.2.2. Bloqueo de la polispermia

En el momento de la fecundación, la polispermia es prevenida por


modificaciones a nivel de dos estructuras del ovocito: la ZP y la membrana
plasmática (Wang y cols., 2003; Gardner y cols. 2007).

El bloqueo de la polispermia a nivel de la cubierta del ovocito se ha


estudiado ampliamente en animales mamíferos y no mamíferos. En equinodermos
y anfibios anuros, la exocitosis de los gránulos conlleva la elevación de la cubierta
vitelina de la membrana plasmática y la pérdida de la habilidad para unir
espermatozoides (Wolf, 1974). El bloqueo a nivel de la ZP en los mamíferos es
similar a este proceso, la exocitosis de los gránulos corticales conlleva
modificaciones en la ZP que provocan que los espermatozoides no se puedan
unir (Yanagimachi, 1994).

La importancia relativa de la ZP frente a la membrana plasmática varía


según las especies (Yanagimachi, 1994). En la mayoría de mamíferos se cree
que es la ZP la estructura más importante como responsable del bloqueo de la
polispermia. Los mecanismos implicados son la reacción cortical y la reacción de
zona. La reacción cortical se refiere a las modificaciones provocadas sobre el
oolema como consecuencia de la exocitosis de los gránulos corticales al espacio
perivitelino, debido a las oscilaciones de Ca2+ producidas durante la penetración
(Miyazadi y cols., 1993), mientras que la reacción de zona se debe a las
modificaciones provocadas sobre la ZP. Entre las enzimas identificadas, que
varían según las especies, se encuentran la ovoperoxidasa, enzimas tipo tripsina,
N-acetilglucosamina, activador del plasminógeno y otras (Hoodbhoy y Talbot,
1994; Miller y cols., 1993); recientemente nuestro equipo ha demostrado que los

43
residuos de ácido siálico de las cadenas de la ZP bovina están implicados en la
unión de espermatozoides y que la presencia de un inhibidor de sialidasa en el
medio de FIV incrementa la polispermia, sugiriendo la participación de la sialidasa
en la especie bovina (Velasquez y cols., 2006); sin embargo, en la especie
porcina no se ha detectado por el momento ningún enzima de los gránulos
corticales que participe con seguridad en el bloqueo de la polispermia.

Estas enzimas provocan cambios en la ZP que son permanentes en


condiciones fisiológicas y evitan que los ovocitos fecundados expuestos
nuevamente a espermatozoides capacitados puedan ser penetrados (Barros y
Yangimachi, 1971). El fallo de estos mecanismos trae como consecuencia la
aparición de polispermia. Por lo tanto el ovocito, el espermatozoide y las
condiciones de inseminación son considerados como responsables de la
aparición de la polispermia.

Sin embargo, a nivel del oolema el bloqueo difiere significativamente entre


mamíferos y no mamíferos. En este último grupo (erizo de mar y ranas como los
más estudiados) el bloqueo de la membrana implica una rápida y transitoria
despolarización del potencial del oolema de modo que no se favorece la
penetración del espermatozoide, aunque no se inhibe completamente (Jaffe y
Cross, 1984). Esta despolarización post-fecundación ocurre desde unos pocos
segundos tras la fecundación (por esto se denomina también bloqueo rápido)
hasta varios minutos después. Sin embargo, no se ha observado una
despolarización de membrana significativa en los ovocitos mamíferos más
estudiados como ratón, hámster o conejo. Además, también es de destacar que el
bloqueo del oolema en mamíferos se establece aproximadamente a la misma vez
que el bloqueo de la ZP , entre 0’5 y 1 horas post-fecundación. Esto hace que en
mamíferos los bloqueos se distingan por ocurrir en diferentes lugares (oolema y
ZP), mientras que en no mamíferos se distinguen, además de por ocurrir en
diferente lugar, por hacerlo en diferente momento tras la fecundación (rápido o
lento; revisado por Gardner y Evans, 2006).

44
Aunque no se conoce demasiado sobre las moléculas y mecanismos
básicos del bloqueo del oolema en mamíferos, hay evidencias de su existencia a
partir de varios resultados obtenidos desde hace décadas. Por ejemplo, la
presencia de espermatozoides en el espacio perivitelino (EPV, entre la ZP y la
membrana plasmática) que son incapaces de fecundar el ovocito, descrita por
Lewis y Wright (1935) y por Austin (1961).

Tras la inseminación in vitro, los ovocitos de algunas especies como


conejo, topo o determinadas especies de roedores (Ochotona princeps, Geomys
bursarius) presentan entre decenas o centenares de espermatozoides en el EPV,
lo que sugiere que deben disponer de un sistema muy efectivo de bloqueo a este
nivel y poco eficaz a nivel de la ZP. En el resto de especies, entre las que se
incluye ratón, humano, rata, hámster, gato o cerdo, en los ovocitos es frecuente
encontrar un reducido número de espermatozoides (1-10) en el EPV, sugiriendo
que la función de bloqueo se establece a los dos niveles: ZP y oolema (Hunter,
1990).

En base a la información revisada, queda patente que los mecanismos


implicados en el bloqueo de la polispermia, en primer lugar pueden actuar a nivel
de la ZP y del oolema; en segundo lugar demuestran una gran complejidad por lo
que aún no se conocen todas las moléculas y mecanismos implicados y, por
último, presentan notables diferencias según las especies, lo cual conlleva que el
conocimiento generado sobre unas pocas especies, normalmente roedores que
son los más utilizados en laboratorio, no siempre se puede hacer extensible al
resto de especies.

In vitro, la especie porcina es una de las especies en que la aparición de la


polispermia es más frecuente. A menudo el porcentaje de polispermia puede
superar el 50 % (Coy y cols., 2002), incluso con cortos periodos de incubación
espermatozoide-ovocito (Funahashi y Romar, 2004). En rumiantes, aunque es
menos frecuente, nuestras observaciones en laboratorio y algunos trabajos

45
publicados demuestran que también se produce polispermia, en porcentajes entre
el 10 y el 25 % (Wang y cols., 1997; Coy y cols., 2005). Por ello es de gran interés
profundizar en el conocimiento de los mecanismos implicados en el mecanismo
de bloqueo de la polispermia en estas especies, con el fin de disminuirla y que
ello repercuta en un mayor rendimiento de la producción de embriones in vitro.

1.2.3. Mecanismos implicados en el bloqueo de la polispermia a nivel de la


ZP

Entre los mecanismos responsables del bloqueo de la polispermia a nivel


de la ZP se encuentran la proteolisis, la deglicosilación enzimática y la formación
de puentes disulfuro.

La función proteolítica del contenido de los gránulos corticales podría ser


responsable en parte del bloqueo de la polispermia y disminución de la unión de
espermatozoides a la ZP tras la reacción de zona (Benoff, 1997). Según los
resultados obtenidos en algunas especies objeto de estudio como ratón, vaca,
cerdo y humano la proteolisis afecta a la glicoproteína ZPA (ZP2) (Moller y
Wassarman, 1989; Ducibella y cols., 1995; Benoff, 1997; Nakano y Yonezawa,
2001). En ratón se ha observado que ZP2 (120 kDa) es transformada en dos
fragmentos de 90 y 30 kDa debido a la proteolisis producida entre el aminoácido
Alanina 167 y Aspártico 168. El lugar de corte de ZPA ha sido igualmente
identificado en el cerdo, vaca y Xenopus laevis. En la vaca, la glicoproteína ZPA
parcialmente deglicosilada con un peso molecular de 72 kDa se rompe en dos
polipéptidos de 63 y 21 kDa respectivamente unidos por un puente disulfuro
(Noguchi y cols., 1994).

Algunos autores han relacionado esta proteolisis con cambios en la


estructura tridimensional de la ZP y por lo tanto el endurecimiento de la ZP
observado tras la fecundación (Benoff, 1997; Green, 1997). Sin embargo, los
datos publicados por Dean (2004) implican a la proteolisis en la inhibición de la
unión del espermatozoide y no en el endurecimiento de la ZP.

46
Otro de los mecanismos propuestos que participa en el bloqueo efectivo
de la polispermia en condiciones fisiológicas es la deglicosilación enzimática, es
decir la eliminación de terminales glicosídicos de la ZP que podrían intervenir
como receptores para la unión del espermatozoide.

Entre los azúcares propuestos como candidatos a ser receptores a nivel de


la ZP y objeto de la acción de estas glicosidasas existen diferencias según las
especies. Mientras que en el ratón existen evidencias que demuestran que las
cadenas de glúcidos O-unidas presentes en ZP3 tienen un importante papel en la
unión de gametos (Florman y Wassarman, 1985; Miller y cols., 1992), en otras
especies como bovino y porcino existen evidencias del papel desempeñado por
las cadenas glucídicas del tipo N-unidas presentes a nivel de ZPB (ZP4) (Amari y
cols., 2001; Yonezawa y cols., 2001; Yurewiczy cols., 1998; Nakano y Yonezawa,
2001).

Diferentes carbohidratos situados en posición terminal, han sido propuestos


incluso en la misma especie como implicados en la unión a la ZP, como en el
caso del ratón con Fucosa, Manosa, α-Gal y GlcNAc (Benoff, 1997), lo cual
demuestra la controversia que existe sobre la molécula responsable del
reconocimiento primario. En bovino, la presencia de residuos de manosa en las
cadenas N-unidas ha sido identificada como responsable en este proceso (Amari
y cols., 2001), aunque recientemente ha sido demostrado que el ácido siálico es
también responsable de este proceso de unión (Velásquez y cols., 2006)
existiendo en la actualidad, al igual que en la especie murina, dos azúcares
implicados al parecer con diferentes afinidades. En la especie porcina (Mori y
cols., 2000) también se ha demostrado la función del ácido siálico en la unión
primaria del espermatozoide a la ZP.

A pesar de que clásicamente la función de deglicosilación enzimática sobre


estos residuos glucídicos se le ha atribuido a los enzimas presentes en los
gránulos corticales, su origen puede ser triple: los gránulos corticales
mencionados, el acrosoma y el fluido oviductal, tres ubicaciones en las que está

47
demostrada la existencia de glicosidasas (Miller y cols. 1993; Carrasco y cols.,
2007; Romar y cols. 2007).

En relación a las posibles enzimas contenidas en los gránulos corticales


que actúan a este nivel, en ratón se ha descrito la presencia de una
hexosaminidasa que actúa sobre los residuos de N-acetil-glucosamina (Miller y
cols., 1992; 1993). Recientemente, Velasquez y cols., (2006) han propuesto la
existencia de una enzima neuraminidasa (sialidasa) en los gránulos corticales de
ovocitos de vaca, que sería responsable de la eliminación de residuos de ácido
siálico presentes a nivel de la ZP, tras la fecundación. Aunque no se obtienen
evidencias directas de la presencia de este enzima, la adición de un inhibidor de
neuraminidasa al medio de fecundación, provoca un aumento considerable del
número de espermatozoides unidos a ZP en ensayos de unión a zona y un
aumento significativo del número medio de espermatozoides por ovocito en
fecundación.

Para comprobar la existencia de las modificaciones causadas por la


deglicosilación, el análisis de ZP3 obtenida de embriones de ratón de dos células
demuestra que ha perdido su actividad biológica, no siendo ya capaz de unir
espermatozoides ni de inducir la RA (Wassarman, 1988; Yanagimachi, 1994), no
observándose diferencias que se puedan detectar mediante análisis bioquímicos
usando electroforesis en la glicoproteína ZP3 de ratón antes y tras la fecundación.
Diferentes investigadores han sugerido que esta modificación en la ZP3 podría
ser debida a un cambio en los oligosacáridos que componen esta glicoproteína
como consecuencia de la acción de las exoglicosidasas. (Miller y cols., 1992;
1993; Benoff, 1997). Avilés y colaboradores (1997) estudiaron la composición de
la ZP de raton en ovocitos fecundados y no fecundados, mediante tinción con
lectinas y observaron distintos patrones, que demuestran diferencias en la
composición entre la parte interna y externa de la ZP, lo cual justifica porque los
espermatozoides no se unen a ambas superficies de la ZP de igual modo.

48
En relación a la formación de puentes disulfuro se ha observado que en la
ZP, después de la fecundación o la activación in vitro, se produce un cambio en la
sensibilidad frente a diferentes agentes como enzimas proteolíticos, calor, ácidos
y agentes reductores (Dunbar y Wolgemuth, 1984). Estas modificaciones, a
menudo denominadas endurecimiento (“hardening”), que normalmente implican
un mayor tiempo necesario para la solubilización de la ZP, estarían relacionadas
con el bloqueo de la polispermia y/o con la protección del embrión durante su
paso por el oviducto (Hoodbhoy y Talbot, 1994).

Iwamoto y cols. (1999) describieron en la especie bovina un incremento en


el número de puentes disulfuro tras la fecundación. Estos autores sugieren que
esta formación de nuevos puentes disulfuro junto con una proteolisis específica
resulta en la construcción de una estructura de la ZP más rígida.

En el erizo de mar se ha descrito la existencia de una peroxidasa,


denominada ovoperoxidasa, la cual se libera de los ovocitos durante la
fecundación y es responsable de la formación de puentes ditirosina, que provocan
el endurecimiento de la membrana vitelina (estructura equivalente a la ZP de
mamíferos) cuya finalidad sería prevenir la entrada de espermatozoides
adicionales, tras la fecundación. Además entre los efectos de la peroxidasa se
encuentra el de ser espermicida, por lo que otro mecanismo sería disminuir la
viabilidad de los espermatozoides cercanos al ovocito tras la fecundación
(Foerder y Shapiro, 1977).

1.2.4. Efecto de las células y secreciones oviductales

Diferentes autores han propuesto que las células oviductales y células del
cumulus oophorus ejercen efectos sobre la ZP. Broermann y cols. (1989)
observaron que los ovocitos que habían estado en contacto con las secreciones
oviductales necesitaban largos periodos de tiempo, más de 24 horas, para la
disolución de la ZP. Además la preincubación de ovocitos con glicoproteínas

49
purificadas de oviducto (Kouba y cols., 2000) y con células oviductales (Romar y
cols., 2001) aumenta la monospermia tras la fecundación.

Bajo condiciones in vitro, en las que los ovocitos no han estado en contacto
con las secreciones oviductales, la reacción cortical de ovocitos porcinos
madurados y fecundados in vitro aparece de forma tardía en el tiempo (Wang y
cols. 1997). Coy y cols. (2002) sugieren que tras la fecundación in vitro podría no
producirse el endurecimiento de la ZP y Romar y cols. (2005) proponen que la
falta de endurecimiento de la ZP después de la FIV podría ser una de las
explicaciones a los altos porcentajes de polispermia observados en los sistemas
in vitro.

Wang y cols. (2003), a la vista de los efectos observados, sugieren que


algunas glicoproteínas del fluido oviductal podría entrar al espacio perivitelino o a
la membrana plasmática para facilitar la sincronización de la exocitosis de los
gránulos corticales y promover la reacción de zona. Recientemente, el grupo del
Dr. Prather (Hao y cols., 2006) ha demostrado la presencia de una proteína de la
matriz extracelular, denominada osteopontina, en el oviducto de cerdas entre los
días 0 y 5 del ciclo estral, tanto en hembras gestantes como no gestantes, cuyo
efecto provoca una reducción de la polispermia y un aumento del rendimiento
durante la fecundación in vitro. Utilizando una concentración determinada de
osteopontina observan también un aumento del tiempo de digestión de la ZP con
pronasa. Sin embargo, el mecanismo a través del cual ejerce su efecto la
osteopontina no ha sido descrito.

Mc Cauley y cols. (2003) demostraron que la adición exógena de


glicoproteínas específicas de oviducto provocaba una mejora en el porcentaje de
ovocitos monospérmicos. Además el número de espermatozoides unidos a la ZP
fue significativamente menor. Una posible explicación que proponen los autores
para la reducción de la polispermia obtenida es que las glicoproteínas se unan a
la ZP y formen una barrera física que impida la unión del espermatozoide o
modifiquen los sitios de unión del espermatozoide. Sin embargo, a pesar de que

50
los resultados son claros, no hay ninguna demostración del mecanismo de acción
implicado en la reducción de la polispermia observada, siendo tan sólo hipótesis o
sugerencias de los autores para explicar dichos resultados.

1.2.5. El problema de la polispermia en las especies porcina y bovina

La producción in vitro de embriones es una herramienta de gran utilidad


para técnicas de investigación en áreas como la transgénesis, xenotransplantes,
mejora genética o recuperación de especies en peligro de extinción (Coy y
Romar, 2002) y para la producción de animales de granja, sobre todo cuando se
usa junto a la tecnología del semen sexado (Wheeler y cols., 2006). A pesar de
los avances alcanzados en los últimos 30 años, el rendimiento y calidad de los
embriones obtenidos in vitro es menor en comparación con los embriones
obtenidos in vivo (Hyttel y cols., 2000).

En la especie porcina, desde 1985 cuando Cheng publicó por primera vez
la obtención de lechones mediante fecundación in vitro y tras el primer nacimiento
de lechones utilizando ovocitos madurados y fecundados in vitro en el año 1993
(Yoshida y cols.), numerosos grupos de investigación han centrado su trabajo en
el estudio de la producción in vitro de embriones en esta especie, intentado
buscar soluciones a los problemas planteados (limitado desarrollo de los
embriones para alcanzar el estadio de blastocisto y menor calidad en
comparación con los embriones obtenidos in vivo) (Hunter, 1990; Wang y cols.,
1998 ; Prather y Day, 1998; Abeydeera, 2002; Coy y Romar, 2002; Niemann y
cols., 2003; Funahashi, 2003; Nagai y cols., 2006).

La baja calidad de los embriones no es atribuida a un fallo puntual en el


sistema de producción in vitro, sino a una combinación de determinados factores
como: inadecuada o incompleta maduración citoplasmática, inadecuada
formulación de los medios de cultivo y unas condiciones de cultivo subóptimas.
Sin embargo entre las causas destaca el elevado porcentaje de polispermia, que
como se ha indicado anteriormente presenta de forma frecuente porcentajes que

51
pueden superar el 50 % (Funahashi y Romar, 2004). En bovino, aunque es menos
frecuente, nuestras observaciones en laboratorio y algunos trabajos publicados
demuestran que también se produce polispermia, en porcentajes entre el 10 y el
25 % (Wang y cols., 1997; Coy y cols., 2005a).

Con la finalidad de disminuir los porcentajes de polispermia y obtener


mejoras en la calidad de los embriones porcinos, diferentes sistemas de FIV han
sido ensayados como: el cocultivo de espermatozoides con células oviductales
(Romar y cols., 2001), con fluido oviductal (Kim y cols., 1996), o con fluido folicular
(Funahashi y Day, 1993). Además se han utilizado sistemas de fecundación,
como el descrito por Li y cols. (2003) que utiliza pajuelas de criopreservación de
embriones que mimetizan las condiciones físicas en que se produce la
fecundación in vivo, aunque no han conseguido dar una solución definitiva al
problema.

Recientemente, Hao y cols. (2006) han conseguido disminuir el porcentaje


de polispermia en la fecundación porcina y aumentar hasta el 45% el rendimiento
(porcentaje de ovocitos fecundados monospérmicos sobre el total de los
inseminados), mediante el uso de una sustancia denominada osteopontina, una
proteína extracelular cuya presencia, entre otras, ha sido descrita en oviducto a
nivel del istmo, y en las secreciones oviductales. Dicha sustancia ha demostrado
también provocar un efecto sobre la ZP, aumentando el tiempo de digestión con
pronasa y sobre los espermatozoides, disminuyendo su viabilidad y el porcentaje
de RA de los espermatozoides unidos a la ZP, después de 6 horas de
coincubación. Sin embargo, su efecto sobre la capacidad de desarrollo de los
ovocitos fecundados hasta el estado de blastocisto y la calidad de los embriones,
no ha sido estudiado.

A pesar de los avances conseguidos, hoy día no existe un sistema de FIV


porcina que permita obtener resultados totalmente satisfactorios, con valores de
polispermia próximos a los existentes en la fecundación in vivo (menos del 5%,
Hunter, 1991) o al menos, cercanos a los porcentajes de polispermia obtenidos

52
utilizando ovocitos madurados in vivo, que se sitúan alrededor del 28% (Wang y
cols., 1998).

Sin embargo, las mejoras conseguidas en el rendimiento de la FIV porcina


anteriormente mencionadas (utilizando medios condicionados por células
oviductales, adición de fluido oviductal o fluido folicular, coincubación de
espermatozoides u ovocitos con células oviductales, glicoproteínas específicas de
oviducto u osteopontina) sugieren la existencia de un factor desconocido de
origen oviductal, el cual podría unirse a ovocitos y/o espermatozoides y disminuir
de forma efectiva los porcentajes de polispermia en la fecundación in vitro
porcina. Este factor no ha sido identificado hasta el momento.

1.3. INTERACCIÓN ESPERMATOZOIDE-OVOCITO HETEROL ÓGA COMO


MODELO PARA EL DESARROLLO DE PRUEBAS DE FUNCIONALIDAD
ESPERMÁTICA

1.3.1. Antecedentes y situación actual.

La evaluación de la capacidad fecundante de los espermatozoides ha sido


el objetivo de numerosos científicos a lo largo de los siglos. Dicha capacidad de
fecundación es el resultado de la habilidad del gameto masculino para que se
produzca la capacitación, atravesar la ZP, unirse a la membrana plasmática,
fusionarse con ella y finalmente penetrar en el citoplasma y formar el pronúcleo
masculino.

Con el fin de estudiar la capacidad fecundante de los espermatozoides en


las especies animales o en el hombre, se han realizado numerosos estudios
buscando los parámetros que muestren una mayor correlación con la fertilidad y
permitan discriminar entre muestras de semen de alta y baja fertilidad. En 1929,
Macomber y Sanders propusieron que la concentración espermática podía ser útil
para diferenciar varones fértiles e infértiles. Este criterio permanece como un
criterio útil, aunque con numerosas limitaciones, hasta nuestros días. Desde

53
entonces diferentes investigadores han intentado desarrollar métodos que
identifiquen alteraciones en la funcionalidad espermática. Sin embargo,
desafortunadamente hoy día no existe una prueba fiable al 100% que permita
identificar cualquier tipo de alteración en la función del espermatozoide y predecir
con exactitud los resultados de fecundación in vivo y/o in vitro.

Los análisis seminales convencionales incluyen determinación de la


concentración espermática, estudios de la motilidad y morfología, y a pesar de ser
ampliamente usados, sus resultados no proporcionan un diagnóstico o pronóstico
preciso, tal y como se ha demostrado en un estudio a gran escala que incluía a
más de 1400 parejas (fértiles e infértiles), realizado por Guzick y colaboradores
(2001). Una excepción a esta regla serían los casos extremos, donde el recuento
del número de espermatozoides es extremadamente bajo, y la mayoría de células
son inmóviles o presentan defectos morfológicos.

En vista de las limitaciones que nos plantea la biología en este quehacer,


se ha optado por desarrollar pruebas que evalúan la funcionalidad del
espermatozoide y su habilidad para interaccionar con el ovocito a diferentes
niveles. El ensayo de funcionalidad espermática ideal debería permitirnos evaluar
de forma secuenciada: el estado de maduración y capacitación del
espermatozoide, la interacción con el tracto reproductor femenino, la capacidad
de interacción con las envolturas del ovocito y con el ooplasma, la activación del
ovocito y su contribución al desarrollo temprano del embrión (Fraser, 1995; Aitken,
1997; Oehninger y cols., 2000).

Obviamente no existe una prueba que permita evaluar de forma conjunta


todas estas propiedades. Por ello, el análisis secuencial de los principales
procesos o eventos que son críticos en la fecundación mediante una combinación
de pruebas, puede ser de gran utilidad a nivel clínico para la predicción de la
capacidad fecundante (Oehninger y cols, 2000).

54
Existen distintos tipos de estudios que tienen como objetivo predecir la
fertilidad masculina, los cuales se pueden dividir en grandes grupos, siguiendo
diferentes criterios. Por ejemplo según sean análisis básicos u opcionales, según
evalúen características físicas y bioquímicas del semen o características
funcionales.

1.3.2. Estudio de las características físicas y bioquímicas del semen

Con la intención de estandarizar los procedimientos y criterios para la


evaluación del semen humano la Organización Mundial de la Salud (World Health
Organization, WHO) publicó en 1980 la primera edición del “Laboratory Manual for
the Examination of Human Semen and Sperm-Cervical Mucus Interaction”. Desde
entonces se han publicado ya tres ediciones posteriores (1987, 1992 y 1999) con
la finalidad de ir actualizando esos criterios e incluir los avances conseguidos.

En dicho manual, los procedimientos de evaluación del semen se dividen


en tres grupos: a) los considerados básicos para la evaluación del semen donde
se incluye una primera evaluación macroscópica (color, pH, volumen, viscosidad,
aglutinación, etc) y microscópica del semen (concentración, motilidad,
morfología); b) los que se consideran opcionales pero con valor diagnóstico en
clínica (test hiposmótico, ensayos bioquímicos de las secreciones de las
glándulas accesorias, análisis espermático con sistemas CASA “computer
assisted sperm analysis” o el test de hámster con ovocitos libres de ZP); c) en
tercer lugar los que evalúan la capacidad funcional del espermatozoide y los
basados en análisis de imagen para evaluación de la morfología espermática.

Sin embargo, se considera que esta clasificación está enfocada a una


evaluación limitada, sencilla a nivel práctico, pero que puede ser incompleta. Por
ello se revisan otras pruebas no mencionadas en el manual citado, pero que
también son de interés y se agrupan según las características del semen que
evalúan.

55
A nivel bioquímico, la evaluación del semen se refleja en el estudio de los
productos de secreción de las glándulas accesorias. Entre los parámetros que se
cuantifican destaca la medición de la fructosa, como indicador de la función de las
vesículas seminales. También se ha demostrado que los niveles de L-carnitina y
zinc son significativamente menores en plasma seminal de varones infértiles que
en el de varones fértiles (WHO, 1999). Otros ensayos de interés son los que
determinan la acrosina o el contenido de ATP.

1.3.3. Estudio de las características funcionales del semen.

Con relación a los ensayos no convencionales que evalúan la capacidad


funcional del espermatozoide se pueden agrupar en tres tipos de ensayos: los que
evalúan defectos de la función del espermatozoide, de forma indirecta mediante
pruebas bioquímicas; los bioensayos de interacción de gametos entre si o con
otras barreras fisiológicas (moco cervical) y el análisis de las características de
movimiento de los espermatozoides mediante sistemas de análisis de imagen
CASA.

1.3.3.1. Pruebas bioquímicas para analizar la funcionalidad


espermática.

En el primer grupo de ensayos mencionado (los que evalúan defectos de la


función del espermatozoide de forma indirecta mediante pruebas bioquímicas) se
incluirían aquellos cuyo objetivo es medir la generación de especies reactivas de
oxígeno (ROS, “reactive oxigen species”), evidencias del daño oxidativo, o
medición de la condensación y fragmentación de la cromatina.

El espermatozoide aporta la mitad de los cromosomas a la descendencia,


por lo que un ADN anormal puede conllevar alteraciones en el proceso de la
fecundación o en la calidad de los embriones. A pesar de que el ADN del
espermatozoide es muy estable gracias a su organización característica (Agarwal
y Said, 2003), existen diferentes causas que pueden provocar lesiones en el ADN

56
como fármacos, elevada temperatura testicular, contaminación atmosférica, edad
avanzada, tabaquismo, y diversas enfermedades (reviado por Agarwal y
Allamaneni, 2005). Esto ha generado el desarrollo de distintas técnicas que
permiten detectar la presencia de lesiones en el ADN de los espermatozoides.

En relación a las especies reactivas de oxígeno se sabe que son


generadas por el metabolismo celular y son consideradas dañinas cuando
aparecen en gran cantidad. Sin embargo a muy bajas concentraciones, participan
en la regulación de algunas funciones celulares, como la capacitación (Griveau y
cols., 1994) y la RA (Griveau y cols., 1995), a pesar que los espermatozoides son
altamente susceptibles al daño provocado por ROS, lo cual se debe al alto
contenido de ácidos grasos poli-insaturados presentes en la membrana
plasmática y la baja concentración de enzimas para neutralizar ROS disponibles a
nivel del citoplasma (Aitken y cols., 1989).

Tanto los espermatozoides como el plasma seminal poseen sistemas


antioxidantes capaces de contrarrestar los daños provocados por ROS. Sin
embargo estos sistemas parecen no funcionar adecuadamente en pacientes con
problemas de infertilidad, donde se detecta una menor capacidad antioxidante
total (Smith y cols., 1996; Lewis y cols., 1997). De hecho entre un 25 y un 40% de
los pacientes con problemas de infertilidad muestras altos niveles de ROS (de
Lamirande y Gagnon, 1995).

Se ha demostrado que el éxito de gestación natural está negativamente


correlacionado con los niveles de generación de ROS, aproximadamente en el
50% de los pacientes oligozoospérmicos que manifiestan un aumento de la
producción de ROS (Aitken y cols., 1991).

La medición de las especies reactivas de oxígenos es extremadamente


difícil debido al corto periodo de tiempo que permanecen estas moléculas como
tales. Para la cuantificación de los niveles de ROS en células se han utilizado
diferentes métodos como resonancia magnética de electrones, técnicas de

57
quimioluminiscencia y de citometría de flujo. Aunque comúnmente se han utilizado
los ensayos de quimioluminiscencia (Sikka, 2004), debido a los altos costos que
requieren las técnicas de resonancia magnética de electrones, actualmente las
técnicas de citometría de flujo ofrecen una alternativa que permite obtener
resultados satisfactorios (Gadea y cols., 2005) a un menor coste, haciendo más
accesible su uso.

La citometría de flujo ha sido usada para medidas de estrés oxidativo en


varios tipos de células. Este método mide la intensidad de fluorescencia de los
derivados oxidados que se producen como consecuencia de la generación de
ROS. Entre las sustancias utilizadas figuran dihidrorodamina 123 y
2',7diclorofluoresceína diacetato (DCFH-DA). Esta última sustancia sufre
deacetilación debido a las esterasas intracelulares, dando lugar a un componente
no fluorescente DCFH, el cual es atrapado en el interior de las células. Sin
embargo su oxidación por ROS produce DCF (2',7'-diclorofluoresceina) el cual es
altamente fluorescente. La cuantificación de la fluorescencia y la duración de la
misma permite el cálculo de ROS generados.

El daño de peroxidación provocado por los altos niveles de ROS se asocia


tanto con una pérdida de la funcionalidad de la membrana, como con daños a
nivel del ADN espermático.

En 1980, Evenson y colaboradores describieron el ensayo denominado


SCSA (“sperm chromatin structure assay”) basado en el estudio de la estructura
de la cromatina espermática. Dicho ensayo se basa en la mayor susceptibilidad in
situ del ADN a desnaturalizarse parcialmente, como consecuencia de un
tratamiento con calor o con ácido. Para medir el grado de desnaturalización utiliza
las propiedades metacromáticas de un colorante fluorescente, naranja de
acridina, el cual tras unirse al ADN emite un color verde fluorescente (si el ADN
presenta una estructura de doble hélice), o rojo fluorescente (si el ADN al que se

58
ha unido está desnaturalizado y se trata de una cadena simple). Para medir las
emisiones generadas con diferente color se utiliza la citometría de flujo.
Actualmente el estudio de la estructura de la cromatina del espermatozoide,
conocido como SCSA es frecuentemente usado en clínicas de infertilidad humana
(Bungum y cols., 2004) y también se ha demostrado su utilidad en el análisis
seminal de especies domésticas como el cerdo (Evenson y cols., 1994) y el toro
(Ballachey y cols., 1988). En la especie humana, estudios realizados demostraron
que índices de fragmentación del ADN superiores al 27 % (Larson y cols., 2000) o
al 30% (Evenson y cols., 1999) estaban relacionados con infertilidad o
subinfertilidad. Gandini y cols., (2004) proponen que el estudio de la integridad de
ADN puede tener mayor relevancia cuando se trata de correlación con resultados
de fecundación natural o FIV convencional, mientras que no existen evidencias
tan claras en cuanto a las correlaciones con los resultados de ICSI.

Otro ensayo que permite detectar anomalías del ADN es el ensayo TUNEL
(“Terminal deoxinucleotidyl transferase-meditated deoxyUridine triphosphate-Nich
End Labeling”). Este ensayo se base en el principio de que la desoxinucleotidil
transferasa terminal (TdT) incorpora dUTP en roturas de cadenas dobles o
simples del ADN, utilizando en el ensayo desoxiuridina biotinilada, actuando como
señal la biotina, la cual se puede detectar, por ejemplo, a través de técnicas de
fluorescencia o quimioluminiscencia. Cuanto mayor número de roturas presente el
ADN mayor será la señal resultante debido a un mayor número de moléculas
incorporadas. Se ha demostrado una correlación inversa entre el porcentaje de
espermatozoides con ADN fragmentado y la motilidad, concentración y
morfología, habiéndose utilizado como predictor del éxito en técnicas de
reproducción asistida (Sun y cols., 1997).

Además, se han desarrollado otros ensayos que detectan anomalías en el


ADN espermático como el ensayo de “in situ nick translation (NT)” (Agarwal y
Allamaneni, 2005), el test de naranja de acridina (Hoshi y cols., 1996), o el
ensayo Comet, que consiste en la electroforesis de células únicas para análisis
del ADN, introducido por Ostling y Johanson en 1984 y que debe su nombre a la

59
imagen generada por el ADN del espermatozoide tras descondensarse en un gel
y someterse a la acción de un campo eléctrico.

1.3.3.2. Bioensayos de interacción de gametos

En este grupo se incluyen los ensayos que estudian el comportamiento de


los espermatozoides frente a las barreras que deben superar en condiciones
fisiológicas, durante el proceso de fecundación. Con esta finalidad, se utilizan los
ensayos que evalúan la capacidad de penetración del espermatozoide a través
del moco cervical (interacción espermatozoide-moco cervical), los que estudian la
unión e interacción del espermatozoide con la ZP, penetración heteróloga de
ovocitos libres de ZP, medidas de la inducción de la RA, capacidad de activación
del ovocito y descondensación espermática tras la microinyección espermática, y
los más completos de todos, los ensayos de fecundación in vitro que evalúan la
mayoría de los procesos implicados.

En la especie humana, se ha demostrado que la mayoría de ensayos que


proporcionan un alto valor de predicción de la capacidad fecundante del
espermatozoide corresponden a ensayos de interacción de gametos (Oehninger y
colaboradores, 2000).

1.3.3.2.1. Ensayo de penetración del moco cervical

Fisiológicamente, el moco cervical es la primera barrera que los


espermatozoides encuentran en el tracto genital femenino en su recorrido hasta
alcanzar el ovocito. Por ello, la capacidad de penetración a través del moco
cervical, bien sea in vivo (prueba postcoital) o in vitro (prueba de Dremer, prueba
de Miller-Kurzrok o utilizando moco-semen cruzados) es una de las pruebas
funcionales utilizadas para evaluar la capacidad fecundante de los
espermatozoides. La penetración de espermatozoides a través del moco cervical
humano in vitro (MCH) ha demostrado que proporciona una importante predicción
sobre la función espermática (Barrat y cols., 1989). Sharara y cols., (1995)

60
observaron correlación entre la penetración del moco cervical (humano y bovino)
y los resultados de gestación.

Sin embargo debido a los problemas asociados con el MCH como son la
disponibilidad de cantidades muy limitadas y las dificultades en la recogida junto
con su inestabilidad en el almacenamiento, su uso ha sido muy limitado y algunos
medios alternativos como la metilcelulosa están siendo empleados como
alternativa (Ivic y cols., 2002).

Tras la penetración de la barrera cervical, el espermatozoide entra en la


cavidad uterina donde se inicia el proceso de capacitación. Una de las
consecuencias de este proceso es la hiperactivación, que consiste en un aumento
de la velocidad del espermatozoide, con gran amplitud del desplazamiento de la
cabeza y ondas flagelares asimétricas, describiendo un patrón de movimiento no
progresivo que se puede detectar mediante sistemas de análisis de imagen tipo
CASA (Quill y cols. 2003; Aitken, 2006).

1.3.3.2.2. Inducción y evaluación de la RA.

El estudio del estatus acrosomal es considerado un importante parámetro


para evaluar el potencial de fertilidad masculina durante los tratamientos de
reproducción asistida.

En contra de las opiniones de hace algunos años, que señalaban que la


frecuencia de RA en poblaciones de espermatozoides capacitados se
correlacionaba con el potencial fecundante, ahora está claro que la RA debe
estudiarse a lo largo del tiempo para conocer ese potencial (Tesarik, 1989). Para
ello es necesario disponer de técnicas que permitan visualizar y determinar el
estado del acrosoma con gran exactitud, visualizando un alto número de células.

El mejor método para detectar espermatozoides con el acrosoma


reaccionado es el microscopio electrónico, sin embargo requiere equipos costosos

61
y personal muy entrenado, por lo cual no puede ser utilizado de forma rutinaria.
Otra técnica empleada es la microscopía de campo claro, desarrollada por Talbot
y Chacon (1981), que continúa en uso por su simplicidad y bajo coste, a pesar de
que la identificación exacta de los espermatozoides con acrosoma reaccionado es
muchas veces difícil con este método.

Las técnicas de microscopía de fluorescencia hacen uso de una amplia


variedad de moléculas marcadas con fluorescencia (lectinas, anticuerpos) con
especificidad para unirse a estructuras del acrosoma y que permiten la
identificación de espermatozoides reaccionados, discriminando incluso entre
diferentes estados de la RA (Amin y cols., 1996).

La tinción fluorescente con chlortetraciclina (CTC) ha sido otra de las


técnicas utilizadas (Lee y cols., 1987; Fraser y cols., 1995; Fraser, 1998). Sin
embargo, existe un alto grado de subjetividad, por lo que ha generado numerosas
críticas en cuanto a su utilidad.

Actualmente la citometría de flujo es una de las técnicas más utilizadas


que permite medir la fluorescencia de gran número de células en un corto periodo
de tiempo, con gran exactitud y sensibilidad aunque el coste de los equipos que
se necesitan es alto.

Entre las moléculas conjugadas a sustancias fluorescentes que son


empleadas tanto en citometría como en microscopía (Fénichel y cols., 1989;
Henley y cols., 1994), se incluyen anticuerpos monoclonales (Cross, 1995) como
el CD46 que se une a la membrana acrosomal interna (D´Cruz y Haas, 1993) y
lectinas como Peanut aglutinin (PNA) (Purvis y cols., 1990) o Pisum sativum
agglutinin (PSA).

Solamente los espermatozoides con el acrosoma intacto penetrarán el


cumulus oophorus y podrán unirse y atravesar la ZP. La RA espontánea
prematura, impide la unión de espermatozoides a la ZP. Tesarik (1989) demostró

62
que los ensayos de RA son útiles bajo determinadas condiciones y que deben ser
diseñados para distinguir entre RA espontánea e inducida. El descubrimiento de
que la RA debe comprobarse a lo largo del tiempo, originó el desarrollo de nuevos
ensayos que proporcionan una visión más real del comportamiento fisiológico del
espermatozoide.

El ensayo de RA inducida con ionóforo introducido por Cummins y cols.


(1991) utiliza el ionóforo para inducir la entrada de calcio en los espermatozoides
capacitados evaluando la respuesta que se produce a dicho estímulo. Se trata de
una herramienta útil para determinar la capacidad que tienen los espermatozoides
de reaccionar, aunque el estímulo utilizado provoca un flujo de calcio, diferente al
que se produce en condiciones fisiológicas (Zaneveld y cols., 1993).

La progesterona es otra sustancia que ha sido utilizada para la inducción


de la RA (Oehninger y cols., 1994). Aunque la progesterona hace aumentar la
concentración intracelular de calcio (Emiliozzi y cols., 1996), se han obtenido
resultados contradictorios en su uso como inductor de la RA. De hecho,
recientemente Harper y Publicover (2005) han observado que si el
espermatozoide se expone a un gradiente de progesterona, se produce un ligero
aumento de calcio intracelular que conlleva modificaciones en el tipo de batido del
flagelo, pero que no provoca la RA.

Otros inductores de la RA que se han utilizado son las células del cumulus
oophorus (Tesarik, 1985), por la capacidad de sintetizar progesterona que
poseen, aunque esto no ha sido confirmado por algunos autores (Hoshi y cols.,
1993), el moco cervical (Perry y cols., 1996) o el fluido folicular (Liu y Baker,
1994).

En condiciones fisiológicas la RA ocurre tras la interacción con la ZP,


después de la unión del receptor espermático con la proteína ZP3 (en humano y
ratón) o ZP4 (en porcino y bovino). Por este motivo se ha utilizado la ZP intacta o
solubilizada como agentes inductores de la RA (Liu y Baker, 1996a; Bastiaan y

63
Franken, 2007). Sin embargo se ha demostrado que la cantidad de ZP intacta
necesaria para inducir la RA es menor que la cantidad de ZP solubilizada (Liu y
Baker, 1996b), por lo tanto se considera importante la estructura tridimensional de
ésta.

La ZP solubilizada humana ha sido utilizada a nivel clínico en casos de fallo


de fecundación (Esterhuizen y cols. 2001) como prueba diagnóstica, y
recientemente se ha comprobado que también es capaz de provocar la
hiperactivación espermática (Bastiaan y Franken, 2007). La cantidad necesaria de
ZP solubilizada para induccir la RA oscila en torno a 1-2 zonas/ ìl, por lo que se
han diseñado microensayos que utilizan pequeños volúmenes, debido a que el
número de ZP es muy limitado (Bastiaan y cols., 2002).

Teniendo en cuenta que la obtención de ZP es muy limitada, los


investigadores han trabajado en la síntesis de ZP3 humana recombinante,
habiéndose obtenido diferentes resultados según los autores. Brewis y cols.
(1996), Bray y cols. (2002) y Chakravarty y cols. (2005) han publicado la
obtención de ZP humana recombinante con actividad biológica, mientras que
Martic y cols. (2004) obtuvieron una proteína recombinante sin la actividad
biológica esperada. Recientemente, Ni y cols. (2006) han publicado los resultados
obtenidos utilizando diferentes péptidos aislados de ZP humana recombinante,
en los que se demuestra que provocan un aumento de calcio intracelular e
inducen la RA. A pesar de ello, hasta la fecha, a nivel clínico no se dispone de ZP
humana recombinante que pueda ser utilizada con fines diagnósticos.

La presencia del acrosoma y su habilidad para funcionar apropiadamente


es esencial para el potencial de fecundación de los espermatozoides y ello fue
demostrado hace años al observar que los espermatozoides sin acrosoma son
incapaces de penetrar las cubiertas del ovocito (Schill, 1974). El fallo de
fecundación fue también demostrado en espermatozoides que tienen un gran
porcentaje de cabezas redondas (Jeyendran y cols., 1976). Además, se ha
comprobado que el potencial de fecundación de una muestra puede estar

64
disminuido por los defectos de la estructura o la función del acrosoma (Schill,
1991).

La capacidad de inducción de la RA se ha correlacionado con la


penetración espermática de la ZP (Liu y Baker, 1996 b), una de las principales
barreras que debe atravesar el espermatozoide. Basándonos en ello, se puede
concluir que la capacidad de los espermatozoides para que la RA sea inducida
puede proporcionar información para el tratamiento de la infertilidad. El estado del
acrosoma también puede ser usado para determinar el daño después de la
congelación/descongelación de una muestra, ya que dicho proceso afecta al
número de acrosomas intactos (Cross y Hanks, 1991).

Los espermatozoides sufren de forma espontánea la RA durante la


incubación en un medio en bajos porcentajes (Fénichel y cols., 1991). El
significado fisiológico de esta RA espontánea todavía no se conoce, pero parece
que representa un acontecimiento no deseado. De hecho la RA espontánea
prematura parece ser una alteración deletérea (Takahashi y cols., 1992). La
pérdida prematura del acrosoma, impide que el espermatozoide se una a la ZP y
de hecho esta inducción prematura es el mecanismo de acción de algunas
sustancias utilizadas con fines anticonceptivos como el “SAMMA” que es capaz
de provocar la exocitosis del acrosoma incluso en espermatozoides no
capacitados, mediante una entrada masiva de calcio (Anderson y cols. 2006).

Teniendo en cuenta que de forma fisiológica se produce la RA en cierto


grado, lo que se denomina RA espontánea, cuando se valora la capacidad de
respuesta del espermatozoide a un inductor de la RA, los resultados deben
valorarse descontando previamente ese porcentaje de RA espontánea, siendo
esta una forma más correcta de evaluar la función acrosomal (Cummins y cols.,
1991; Fénichel y cols., 1991; Henkel y cols., 1993).

En cualquier caso el valor de corte de la inducción de RA, para discriminar


entre muestras fértiles e infértiles, difiere entre estudios y sigue sin determinarse

65
cual es el valor que proporciona el mejor significado biológico. Calvo y cols.,
(1989) encontraron que este parámetro estaba reducido en casos de infertilidad
de origen desconocido aunque la actividad acrosina podía también estar reducida
(Koukoulis y cols., 1989). Fénichel y cols., (1991) encontraron una baja respuesta
al estímulo del ionóforo de calcio en casos repetidos de fallos de fecundación in
vitro de etiología desconocida cuando usaron como valor de corte de la inducción
de la RA el 20%. Parinaud y cols. (1995) obtuvieron una predicción del 83% de los
resultados de FIV por combinación de los parámetros de motilidad y morfología
con RA espontánea y RA inducida.

Pampiglione y cols., (1993) consiguieron diferenciar entre hombres fértiles


e infértiles y encontraron fallo de fecundación del 100% cuando el valor de corte
para espermatozoides reaccionados era del 31%. Por otro lado, Cummins y cols.
(1991) usaron el 5% como valor de corte y obtuvieron un valor de predicción del
90%. Henkel y cols. (1993) sugieren el valor de 7.5% para inducción de la
reacción en espermatozoides como indicativo de subfertilidad.

A la vista de los datos, es evidente que no se ha establecido un valor de


corte de referencia, debido en parte a que en muchos casos los resultados
obtenidos entre laboratorios no pueden ser comparados, ya que la metodología
usada para la inducción de la RA o para la evaluación de la RA es diferente, al
igual que puede variar el criterio de clasificación de los pacientes fértiles o
infértiles.

La funcionalidad del acrosoma puede además asociarse a otras


anormalidades del espermatozoide. Por ejemplo, en astenozoospermia la ratio de
inducción de RA es reducida (Pilikian y cols., 1992). En casos severos de
teratozoospermia el flujo de calcio, y la RA inducida y espontánea presenta
defectos (Oehninger y cols., 1994), mientras que en pacientes
teratozoospérmicos la RA inducida está significativamente relacionada con las
ratios de fecundación (Liu y Baker, 1998).

66
Los problemas que son causados por un defecto de la RA pueden ser debidos
a una insuficiente RA en cuyo caso el uso de un medio y un estímulo adecuado
como la pentoxifilina (PF) que puede ser beneficioso, o deberse a una RA
prematura anormalmente alta, para lo cual el tratamiento con yema de huevo ha
demostrado disminuir la ratio de reacción espontánea, e incrementar el número de
espermatozoides unidos a la ZP (Tesarik y Mendoza, 1995).

Las pruebas de inducción de RA permiten identificar aquellas muestras en


las cuales los espermatozoides no pueden sufrir la RA y por lo tanto no pueden
penetrar el ovocito, incluso cuando la capacitación es normal. En estos casos la
inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI) podría ser la opción
elegida para conseguir la fecundación de los ovocitos, aunque algunos autores
como Fraser (1998) opinan que esta técnica sólo debería usarse cuando los
espermatozoides son incapaces de conseguir fecundar con sistemas de FIV
convencional y la inducción de la RA puede ayudar en la identificación de casos
donde sea necesario emplear esta técnica.

1.3.3.2.3. Ensayos de interacción o unión a ZP

La ZP representa una barrera a la que el espermatozoide debe unirse


como paso previo a la penetración del ovocito (Yanagimachi, 1981, 1994).
Además, se ha demostrado que la capacidad del espermatozoide para unirse a la
ZP y sufrir la RA tiene un altor valor de predicción sobre el rendimiento de la FIV
en la especie humana (Oehninger y cols., 2000).

Diferentes autores han desarrollado ensayos que estudian la capacidad de


los espermatozoides para unirse a la ZP. Los dos ensayos de este tipo más
comúnmente utilizados en la especie humana son el ensayo competitivo de unión
a la zona intacta (Liu y cols., 1988) y el ensayo de unión a la hemizona (HZA,
“hemizona assay”) desarrollado por Burkman y cols. (1988), como una variante
del anterior. En esta técnica se obtienen dos hemizonas por microsección del
ovocito lo que permite obtener dos superficies con una funcionalidad equivalente

67
a la ZP intacta; una será utilizada por el control y otra por la muestra problema, de
modo que el resultado se obtiene como una ratio entre ambos (HZI, “hemizona
index”). Ambos estudios, aunque presentan diferencias en la metodología
utilizada, evalúan la capacidad de los espermatozoides de unirse firmemente a la
ZP. Dichos estudios presentan alto valor de predicción positivo y negativo,
además de un bajo porcentaje de falsos negativos (Oehninger y cols., 2000).

En la especie porcina, Berger y cols. (1989) optimizaron las condiciones del


ensayo de unión a zona y detectaron variaciones en el número de
espermatozoides unidos entre distintos verracos y entre eyaculados de un mismo
verraco. Del mismo modo, Ivanova y Mollova (1993) observaron diferencias
significativas en el número de espermatozoides unidos a la zona entre grupos de
verracos fértiles y subfértiles. Además, el test de hemizona también ha sido
utilizado con espermatozoides de otras especies animales como caballo (Fazeli y
cols., 1995), toro (Fazeli y cols., 1993), perro (Ström Holst y cols., 2000), morueco
(Perez y cols., 2000) y verraco (Fazeli y cols., 1997). Tanto Coddington y cols.
(1991) en la especie humana, como Fazeli y cols. (1995) en el caballo y Fazeli y
cols. (1993) en el toro, describen cómo el número de espermatozoides unidos a la
zona es superior en los individuos fértiles que en los subfértiles.

Otro tipo de ensayos son aquellos que estudian las interacciones del
espermatozoide con la ZP, no sólo su capacidad de unión. Para ello se determina
la capacidad de sufrir la RA de los espermatozoides que se han unido de forma
activa a la ZP y como consecuencia de ello se ha producido la inducción de la RA.
Liu y Baker desarrollaron en 1996 un ensayo para estudiar la RA de los
espermatozoides unidos a la ZP en la especie humana, cuya representación
esquemática se refleja en la figura 8.

En un estudio realizado en 2003, Liu y Baker obtuvieron una alta


correlación entre el porcentaje de inducción de RA con ZP (ZPIAR, “zona
pellucida induced acrosome reaction”) y el porcentaje de fecundación. Los

68
pacientes con un valor de ZPIAR 16% presentaban una media de fecundación
del 23%, mientras que con ZPIAR >16% tuvieron una media de la ratio de
fecundación del 61 %. Estos datos están en concordancia con los resultados
obtenidos por Franken y cols., (2000) y Bastiaan y cols., (2003) en los que
utilizaron la ZP humana solubilizada como inductor de la RA.

1.3.3.2.4. Ensayos de penetración de espermatozoides en ovocitos


libres de ZP

Tal y como se indica en el apartado correspondiente a la ZP, dicha


estructura está considerada como la responsable del establecimiento de la
especificidad de especie, y tras su eliminación esta especificidad desaparece en
muchos casos. Por ello, los ovocitos sin ZP de algunas especies, como el
hámster, pueden ser penetrados por espermatozoides de otras especies. Este
fenómeno de penetración heteróloga, en ovocitos de hámster sin ZP, fue utilizado
por primera vez por Yanagimachi y cols. (1976) para espermatozoides humanos,
y durante los últimos 25 años ha sido ampliamente utilizado para evaluar la
habilidad de espermatozoides heterólogos para capacitarse, sufrir la RA,
fusionarse con el oolema y descondensarse en el ooplasma (Rodgers y cols.,
1979; Liu y Baker, 1992). Ha sido empleado para evaluar la capacidad fecundante
de los espermatozoides en roedores (Hanada y Chan, 1976), conejo (Hanada y
Chan, 1978), cerdo (Imai y cols., 1980; Berger y Horton, 1988), toro (Bousquet y
Brackett, 1982), cabra (Berger, 1989), y oveja (Choudhry y cols., 1995) entre
otros.

Este ensayo ha recibido diferentes denominaciones, entre las que figuran


las siguientes: ensayo de penetración espermática (SPA, sperm penetration
assay), penetración de ovocitos de hámster libres de ZP (HESPA, zona-free
hamster egg sperm penetration assay), test de hámster, etc.

69
Numerosos trabajos han estudiado la relación entre los resultados del
ensayo de penetración espermática y el rendimiento de la FIV. Para ello se han
establecido valores de corte según el número de ovocitos sin ZP penetrados, que
permitían la clasificación de las muestras en dos categorías: muestras de alta o
de baja fertilidad. Los porcentajes de penetración establecidos como valor de
corte, entre las dos categorías varían según los estudios y oscilan entre el 10 % y
el 20 % de ovocitos heterólogos penetrados (Oehninger y cols., 2000),
permitiendo obtener predicciones cuya correlación con los resultados de FIV se
aproximan al 80 % en algunos estudios (Freeman y cols., 2001).

Desde el punto de vista clínico, esta prueba ha sido correlacionada tanto con el
rendimiento de la FIV humana (Aitken y cols., 1987) como con la tasa de
gestación en estudios prospectivos con pacientes que mostraban infertilidad
idiopática (Aitken y cols., 1991).

De hecho, a pesar de la complejidad del mismo y la necesidad de personal


técnico especialista para su estandarización, se considera uno de los ensayos
más sensibles para medir la funcionalidad del espermatozoide, que junto a las
interacciones con la ZP, proporcionan información valiosa sobre diferentes
aspectos de la función espermática (Oehninger y cols., 2000; Aitken, 2006).

Sin embargo, se ha demostrado que este ensayo conlleva un alto


porcentaje de falsos negativos en la predicción del éxito de la FIV convencional,
por lo que se han desarrollado modificaciones que permiten disminuir el
porcentaje de falsos negativos (Zahalsky y cols., 2003).

Actualmente, este ensayo está en desuso en las clínicas de reproducción


asistida por diferentes causas. Una de ellas se basa en el hecho de que en los
roedores la fecundación depende del centrosoma materno (Schatten y cols.,
1991), mientras que en la especie humana el centrosoma es introducido por el
espermatozoide (Simerly y cols., 1995); consecuentemente, el espermatozoide

70
humano no puede formar los microtúbulos en estos ovocitos cuando es
microinyectado (Hewitson y cols., 1997). Además se añaden otros inconvenientes
para el uso de ovocitos de roedores como son la necesidad de criar los animales
en instalaciones específicas para este fin y el control preciso del ciclo estral de las
hembras para su sacrificio y recogida de los ovocitos.

Por el contrario, otros mamíferos como el cerdo y la vaca también disponen


de centrosoma de origen paterno (Kim y cols., 1996) y además ofrecen enormes
ventajas en cuanto a la disponibilidad ilimitada de gametos femeninos obtenidos
en mataderos comerciales; este hecho, junto con la existencia de sistemas de
maduración in vitro bien establecidos para estas especies (Coy y cols., 2005a;
2005b; Mermillod y cols., 1999), hacen que la posibilidad de desarrollar pruebas
de funcionalidad espermática con ovocitos porcinos o bovinos libres de zona
pélucida haga interesante su estudio.

1.3.3.2.5. ICSI heteróloga

En general, los ovocitos de mamíferos disponen de mecanismos que


previenen la entrada de espermatozoides de otras especies, a nivel de la ZP
(Yanagimachi, 1994), aunque la fecundación interespecífica ha sido demostrada
por diferentes laboratorios (revisado por Li y cols., 2003). Hoy día las técnicas de
microinyección espermática permiten sobrepasar la ZP e introducir el
espermatozoide seleccionado (homólogo o heterólogo) directamente al interior del
ooplasma, por lo que en estos casos el interés reside en el estudio de la
interacción del espermatozoide con el ooplasma.

En estos casos, la mayor barrera conocida en cuanto a especificidad de


especie, la ZP, no participa aunque se ha descrito la existencia de cierta
especificidad a nivel del citoplasma en cuanto a la capacidad de activación del
ovocito y formación de pronúcleos entre ovocitos de cerdo sin ZP y
espermatozoides de rata (Zhao y cols., 2002).

71
La ICSI permite, entre otros usos, evaluar los eventos que se producen
después de la introducción del espermatozoide en el ovocito, incluso utilizando
ovocitos heterólogos, lo cual es de gran interés para los estudios de infertilidad
humana. Dichos eventos post-ICSI corresponden a la desintegración del
acrosoma, descondensación del núcleo, organización del centrosoma, formación
de microtúbulos, activación del ovocito y migración del pronúcleo entre otros.

En la bibliografía revisada sobre el tema, se comprueba la existencia de


estudios que han utilizado ovocitos de ratón (Rybouchkin y cols., 1995), hámster
(Ahmadi y Ng, 1999), cerdo (Kim y cols., 1999), vaca (Nakamura y cols., 2001) o
conejo (Terada y cols., 2004) en ICSI heteróloga con diferentes fines, entre los
que figurar el estudio de la activación del ovocito, el estudio del cariotipo del
espermatozoide humano (Rybouchkin y cols., 1995), la capacidad de
descondensación del núcleo espermático y la formación pronuclear (Ahmadi y Ng,
1999), o la funcionalidad del centrosoma del espermatozoide humano (Nakamura
y cols., 2001; Terada y cols., 2004b).

Como se ha comentado en el apartado anterior, los ovocitos de roedores


presentan algunos inconvenientes frente al uso de ovocitos de animales de
abasto como la cerda o la vaca, por lo que sería interesante estudiar si la
microinyección de espermatozoides humanos en ovocitos porcinos o bovinos
podría utilizarse como test de funcionalidad espermática. Nakamura y cols. (2001)
utilizaron ovocitos de vaca para microinyectar espermatozoides humanos,
provocando la activación artificial de los ovocitos, mediante pulsos piezo eléctricos
y alcohol y estudiaron la funcionalidad del centrosoma del espermatozoide.

En la especie porcina, Kim y cols. (1999) utilizaron ovocitos de cerda para


la microinyección de espermatozoides de diferentes orígenes (porcino, bovino,
murino y humano) y obtuvieron formación pronuclear y aposición de los
pronúcleos para todas las especies, aunque ninguna de las fecundaciones
heterólogas alcanzó el estadio de dos células. Sin embargo estos autores no

72
propusieron su aplicación para evaluar la funcionalidad espermática, estudiando
parámetros como la capacidad de activación del ovocito, descondensación del
núcleo o la formación de pronúcleos.

1.3.3.2.6. FIV homóloga y heteróloga.

Entre los bioensayos de interacción de gametos, los ensayos de


fecundación son los más completos, por ser los que evalúan de forma conjunta
mayor número de procesos implicados en la fecundación.

Según First y Parrish (1987), la FIV homóloga con ovocitos que mantinen la
zona intacta permite obtener una mejor predicción de la fertilidad que los análisis
rutinarios de evaluación del semen. Sin embargo este ensayo, tiene evidentes
limitaciones éticas para su uso en la especie humana, aunque su desarrollo sí es
posible en especies animales. Por ejemplo, en cerdo ha sido muy utilizado y se ha
demostrado que es posible el uso tanto de ovocitos maduros in vitro (Xu y cols.,
1995), como ovocitos inmaduros (Martínez y cols., 1993; Matás y cols., 1996).
Además, los resultados demuestran que en la especie porcina existe una buena
correlación entre los resultados de fecundación in vitro y el resto de parámetros
convencionales, a excepción de la concentración espermática y la tinción vital con
eosina-nigrosina (Gadea y Matás, 2000).

En la actualidad es posible el uso de ovocitos vitrificados para su uso en los


test de penetración. Recientemente Macedo y cols. (2006) han demostrado que
los ovocitos porcinos vitrificados pueden utilizarse para predecir la fertilidad de
verracos, siendo el test de penetración el único método capaz de identificar la
reducción de la calidad seminal tras 72 horas desde la recogida.

Además, la fecundación heteróloga utilizando gametos procedentes de


animales de producción es utilizada para el estudio de la calidad espermática de
especies de animales salvajes y /o en peligro de extinción (McHugh y Rutledge,
1998; Roth y cols., 1998) y se considera de gran interés como herramienta para la

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selección de las muestras más idóneas a utilizar en los programas de
recuperación de estas especies (Roth y cols., 1999). En bóvidos es a menudo
utilizada por lo que se ha sugerido que existe una escasa especificidad de
especie (Hugh y Rutledge, 1998).

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