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Introducción proyecto de investigación

Realizado por: Génesis Natalia Tobón Becerra1


Universidad Nacional de Colombia
2019 – II

La condición existencial del negro caribeño configurada en el sur de los Estados Unidos:
Una lectura de Richard Wright

Introducción
La escritura del autor estadounidense Richard Wright se ha visto permeada por ideas
existencialistas desde su establacimiento en París para el año 1950. Esto se debe,
principalmente, a su cercanía con representantes del existencialismo en el momento, como
Albert Camus, Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre. Sin embargo, en esta investigación
queremos otorgarle esa lectura existencialista, que se le ha otorgado a su literatura póstuma,
a su primera novela Native Son (1940) con el fin de incluir a Richard Wright como escritor
y pensador de la Negritud caribeña.
Con el próposito de hacer un paneo general de nuestra propuesta de investigación
hablaremos primero del Caribe como región de enunciación y miraremos cómo encaja el
autor dentro de esta región desde un punto de vista geográfico. Posteriormente expondremos
las ideas de Aimé Césaire sobre la Negritud y su relación con Wright. Y en tercer lugar
hablaremos del componente existencialista de la literatura del autor, que será visto bajo el
lente de las propuestas de Jean Paul Sartre.
La discusión sobre el Caribe como espacio regional de enunciación literaria es un
problema muy extenso que incluye la constitución de una identidad regional, en general, y
del sujeto negro del Caribe, en específico. En primer lugar, Édouard Glissant entiende
América dividida en tres partes: Mesoamérica, Euroamérica y Neoamérica: siendo la primera
aquellos “pueblos testigos, que siempre han estado allí” (pg. 15), es decir los pueblos
indígenas americanos; la segunda refiere a la América “de los inmigrantes europeos” (íbid.)

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Estudiante que cursa octavo semestre en el pregrado de Estudios Literarios en la Universidad Nacional de
Colombia, sede Bogotá. Durante el primer y segundo semestre de 2019, cursó el seminario de Literaturas del
Caribe, a cargo del profesor Víctor Viviescas.
que han mantenido sus costumbres y tradiciones de sus respectivos países de origen; y la
última hace referencia a la América de la criollización2, la cual será la América que nos
concierne en esta investigación. Neoamérica está conformada pues, según Glissant, por “el
Caribe, el nordeste de Brasil, las Guayanas y Curazao, el sur de Estados Unidos, el litoral de
Venezuela y Colombia y una parte considerable de América Central y México” (íbid.). Este
entendimiento del territorio americano es el que da pie, en un principio, a anclar nuestra
investigación en la literatura de Richard Wright, autor negro del sur de los Estados Unidos;
sin embargo, Glissant habla de esta región en otros términos que nos conciernen aún más:
La Neoamérica —ya se trate de Brasil, el litoral caribeño, las islas o el sur de Estados
Unidos— determina la experiencia concreta de la criollización a través de la esclavitud, la
opresión la desposesión por los distintos sistemas esclavistas, cuya abolición abarca un
dilatado período (más o menos de 1830 a 1868), verificándose a través de esas desposesiones,
esas opresiones y esos crímenes una verdadera conversión del «ser» (pg. 17)
En otras palabras, podemos entender la definición de territorio planteada por Glissant como
un ‘vivir histórico’, es decir una experiencia histórica específica y compartida por los
neoamericanos donde la esclavitud se convierte en el factor unificador de la región. Este
mismo planteamiento de Glissant podemos asociarlo a su vez con el que Aimé Césaire
propone en el Discurso sobre la negritud, pronunciado en 1987 durante la Primera
Conferencia Hemisférica de los Pueblos Negros de la Diáspora. Cuando el escritor
martiniqués se pregunta por la característica común que los convoca a este encuentro asegura:
Lo que tienen en común no es forzosamente un color de piel, sino el hecho de relacionarse,
de un modo u otro, con grupos humanos que han experimentado las peores violencias de la
historia, grupos que han sufrido, y que aún hoy sufren con frecuencia, el ser marginados y
oprimidos. (pg. 86)
Así pues, aunque Césaire esté hablando de la Negritud como un concepto universal y Glissant
esté hablando de Neoamérica como un concepto territorial, ambos autores autores proponen

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Glissant define este concepto como un “mestizaje con valor añadido” (pg. 21) en tanto que la criollización
es un mestizaje imprevisible, esto es porque el autor toma la definición de mestizaje racial en su acepción más
básica, la cual tiene resultados específicos y previsibles. Criollización viene a ser un concepto dinámico que se
refiere a la naturaleza de las culturas contemporáneas. Es la mezcla cultural que posee resultados fortuitos
en diversos campos —social, lingüístico. Esta idea nace del nombre de la lengua materna del autor, el creole,
que resulta ser una lengua de naturaleza compuesta “surgida del contacto de elementos lingüísticos
absolutamente heterogéneos entre sí” (pg. 22). Por consiguiente, la criollización puede verse como un proceso
de cambio cultural y lingüístico.
dos conceptos que encallan en la dialéctica de lo que yo llamo un ‘sentimiento histórico
compartido’ —con esto me refiero a la esclavitud, compartida por la comunidad negra del
Caribe. Este punto de contacto nos lleva a pensar que se pueden equiparar ambos conceptos
con el fin de definir el territorio del Caribe de una manera más completa. En primer lugar,
según Glissant, el Caribe (o Neoamérica) vendría siendo el lugar en donde se comparte la
experiencia histórica de la esclavitud; y, en segundo lugar, para Césaire la Negritud hace
referencia a la “suma de experiencias vividas que han terminado por definir y caracterizar
una de las formas de lo humano destinada a lo que la historia le ha reservado: es una de las
formas históricas de la condición impuesta al hombre.”3 (86). El espacio geográfico del
Caribe vendría siendo, indiscutiblemente, el lugar originario de la Negritud. Aunque Césaire
ahonda más en el problema y propone a la Negritud como
Una manera de vivir la historia dentro de la historia: la historia de una comunidad cuya
experiencia se manifiesta, a decir verdad, singular con sus deportaciones, sus transferencias
de hombres de un continente a otro, los recuerdos de creencias lejanas, sus restos de culturas
asesinadas. (87)
Es evidente que Césaire se refiere aquí a los negros transportados de África al Caribe. No
obstante, antes de cualquier otra especificación, la Negritud vendría siendo ‘una manera de
vivir’. Yo prefiero leerlo como ‘una manera de existir en el mundo’.
Para iluminar un poco mi lectura de la Negritud desde el lente existencialista nos
referiremos a Jean Paul Sartre en ‘Orfeo Negro’, introducción a la Antología de la nueva
Poesía Negra y Malgache (1948), en donde nos da una alternativa menos blanca y occidental
que la Martin Heidegger: “Extraño y decisivo viraje: la raza se ha transformado en
historicidad, el presente negro explota y se temporaliza, la negritud se injerta con su pasado
y su futuro en la Historia Universal; y no es ni un estado ni una actitud existencial, sino un
devenir.” (14). Aquí, Sartre adiciona a el existencialismo tradicional la visión marxista del
‘devenir’, la cual intuye el movimiento, el cambio, la evolución tanto de la Naturaleza como
de la Sociedad, donde surge lo nuevo y desaparece lo viejo por medio del enfrentamiento de
contrarios. Así pues, pasaríamos de entender la Negritud como la ‘manera de existir en el

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Entiéndase “una de las formas históricas de la condición impuesta al hombre” como la esclavitud impuesta
a los negros africanos transportados, trasplantados, de África al Caribe y a América. Estos vendrían siendo
quienes conforman la Neoamérica que expone Glissant.
mundo’, a una visión del negro como el sujeto del cambio que resurge de la lucha, la
violencia, la segregación.
Ahora bien, ¿cómo podemos incluir la narrativa y el pensamiento de Richard Wright en el
problema del territorio de la Negritud del Caribe? Primeramente, Aimé Césaire atribuye a
Estados Unidos el génesis de la Negritud misma: “es aquí, en Estados Unidos, entre vosotros,
donde nació la negritud. La primera negritud fue la negritud estadounidense. Tenemos para
con estos hombres una deuda de reconocimiento que es necesario recordar y proclamar.”
(Discurso sobre la negritud, pg. 89). Glissant, por su parte, reconoce con nombre propio el
compromiso del autor estadounidense:
En las décadas de 1930 y 1940 aparecieron Native Son y Black Boy, obras de Richard Wright
que describían la verdadera condición de los Negros. En ellas no aparecía ni rastro de la
pretendida comunión o solidaridad, si siquiera oculta o disfrazada, entre los antiguos esclavos
y los antiguos amos, a pesar del hecho establecido de que muchos esclavos domésticos (...)
siguieron a sus amos o los ayudaron durante la guerra civil. La negación de Wright es total.
Ningún tipo de ascesis ni de sublimación, ni siquiera un amago de perdón. (Faulkner,
Mississippi, pg. 68)
El mismo Wright, en Blueprint for a Negro Literature, refiere al ‘sentimiento histórico
compartido’ por la Negritud cuando se dirige a los escritores negros y su deber como tales:
Every short story, novel, poem, and play should carry within its lines, implied or explicit, a
sense of the oppression of the Negro people, the danger of war, of fascism, of the threatened
destruction of culture and civilization; and, too, the faith and necessity to build a new world.
(pg. 5)
De manera análoga, en la novela Native Son, que es el objeto de estudio de esta investigación,
podemos ver ficcionalizado el sujeto negro de la Negritud de Césaire, el mismo del territorio
del Caribe de Glissant. Bigger, el protagonista, sucumbe al comportamiento del sujeto negro
oprimido por el sistema colonial capitalista: refleja la violencia infligida históricamente a su
raza. Para entender esto debemos referirnos a Frantz Fanon, quien entiende al ser negro, a la
Negritud, como el “deseo irreprimible de venganza e, inclusive, a la rabia de quienes,
víctimas del sometimiento, con mucha frecuencia se ven
obligados a sufrir numerosas injurias, toda suerte de violaciones y humillaciones, así como
innumerables heridas.” (Mbembé, Crítica de la razón negra, pg. 37). El problema con Bigger
lo ilustra Fanon en Piel negra, máscaras blancas, en el siguiente ejemplo:
Si el médico cometía un error era su fin y el de todos los que le siguieran. ¿Que se puede
esperar, en efecto, de un médico negro? Mientras todo vaya bien se le pone por las nubes
pero, ¡atención, ninguna tontería, a ningún precio! El médico negro nunca sabrá hasta qué
punto su posición bordea el descrédito. (116)
En Native Son Richard Wright se aprovecha de la delgada línea que separa el ‘buen negro’
del ‘mal negro’, haciendo que Bigger se entregue totalmente al descrédito. Aunque el
personaje de Bigger no es un médico, de hecho es un chofer, comete el ‘acto más atroz’: el
asesinato; y, a pesar de que no es “ninguna tontería” como advierte Fanon, Bigger acepta su
desgracia al ‘mayor costo’: su libertad. Mejor lo dice el propio Fanon más adelante.
Bigger Thomas tiene miedo, un miedo terrible. Tiene miedo, pero, ¿de qué tiene miedo? De
sí mismo. No sabe todavia quien es, pero sabe que el miedo habitará en el mundo cuando el
mundo lo sepa. Y cuando el mundo sabe, el mundo espera siempre algo del negro. Tiene
miedo de que el mundo sepa, tiene miedo del miedo que tendría el mundo si el mundo supiera.
(131)
Así pues, el mundo blanco espera que lo peor del negro, siempre está al acecho, o bien, al
más mínimo error le darán la espalda al negro. En el caso de Wright, Bigger toma la decisión
irrevocable de adoptar lo peor de sí. El autor estadounidense decide ficcionalizar los miedos
que posee el mundo blanco en el personaje principal de Native Son, entonces “al final Bigger
Thomas actua. Para poner fin a la tensión actúa, responde a la expectativa del mundo” (íbid.).
El problema que representa Bigger es un problema existencialista. Su posición, sus
acciones e incluso sus incertidumbres están basadas en la relación prejuiciosa —y
marcadamente violenta— que establece específicamente con los seres humanos que lo
rodean, aquí no importa la raza, Bigger también viola y asesina a una joven negra. Jean Paul
Sartre en el prefacio a Los condenados de la tierra (1961) señala que “la violencia colonial
no se propone sólo como finalidad mantener en actitud respetuosa a los hombres sometidos,
trata de deshumanizarlos.” (3). Esto nos da una luz frente a la violencia de Bigger en la novela
pues, continúa más adelante Sartre, “ninguna dulzura borrará las señales de la violencia; sólo
la violencia puede destruirlas. Y el colonizado se cura de la neurosis colonial expulsando al
colono con las armas.” (4). Así pues, la solución que propone Wright en la novela es la más
lógica salida frente a la opresión, de orden colonial, que se vive en el contexto específico de
Estados Unidos: “esa violencia irreprimible, lo demuestra plenamente, no es una absurda
tempestad ni la resurrección de instintos salvajes ni siquiera un efecto del resentimiento: es
el hombre mismo reintegrándose.” (íbid.). Levemente, Sartre supone lo que Wright propone:
la única salida del hombre oprimido por las armas es de naturaleza violenta: “Y el colonizado
se cura de la neurosis colonial expulsando al colono con las armas.” (íbid.).
A esta idea le podemos añadir los presupuestos revolucionarios que Césaire resalta
como “naturales” de la raza negra: “Todo eso ha sido la Negritud: búsqueda de nuestra
identidad, afirmación de nuestro derecho a la diferencia, requerimiento hecho a todos de un
reconocimiento de ese derecho y del respeto de nuestra personalidad comunitaria” (90). El
hombre negro es revolucionario porque se opone al deseo, aparentemente mayoritario y
burgués, de representar un papel estático y dócil dentro de un mundo gobernado por las
minorías capitalistas —idea extensiva a la potencia colonial europea— que sobreviven de la
apertura monstruosa de las clases sociales.
Dentro de este marco aparece el personaje que construye la novela de Richard Wright.
La ficcionalización del héroe negro recae en la ambigüedad. Bigger se dispone a enfrentar
las barreras de la opresión a partir de un comportamiento animal que resalta las capacidades
revolucionarias propias de la Negritud, al mismo tiempo que las lleva a un extremo no
humano, bestial. La existencia del héroe negro se envuelve en la paradoja de cerrar un círculo
de violencia racista y colonial únicamente para establecer un nuevo ciclo de violencia ciega.
El personaje atrapa dos caras de la historia: forma su carácter a partir de los pensamientos
blancos, por lo tanto opresores, al mismo tiempo que asume los presupuestos dados por ese
mismo pensamiento a su cuerpo negro. El resultado es una violencia extrema que borra las
divisiones entre blancos y negros para crear una masa gigantesca de víctimas.
Esta desaparición de fronteras que ejerce la narrativa de Wright es un giro a la idea
que Sartre subraya sobre las ideas de Fanon: “Si descubre las tácticas del colonialismo, el
juego complejo de las relaciones que unen y oponen a los colonos y los ‘de la metrópoli’ lo
hace para sus hermanos; su finalidad es enseñarles a derrotarnos” (2). En la construcción del
universo de Wright la importancia no recae en derrotar al contrincante por su pasado colonial
y opresor, sino que más bien el objetivo deja de ser un juego de estrategia para salvaguardar
los pequeños vestigios de humanidad. La verdadera tarea, marcada por el extremismo, que
se persigue es el final definitivo del juego, el incendio del tablero y de sus fichas; es decir el
fin de las clases sociales.
Esta finalidad es la que termina construyendo una existencia sin salida de Bigger, por
lo menos sin una salida humanitaria. El nacimiento del sujeto negro en una sociedad violenta
lo condena a la violencia; su reconstrucción psicológica es una existencia en crisis en la que
se anulan todos los rastros de humanidad. Creo que el declive definitivo del ser humano que
representa Wright es el declive de la sociedad blanca, aquí tanto Césaire como Sartre estarían
señalando la capacidad revolucionaria del personaje negro, pero, aún más importante, la
capacidad revolucionaria de la escritura negra.
Bibliografía
Narrativa
Wright, Richard (2001) Hijo nativo. Barcelona: Círculo de Lectores.

Ensayo
Wright, Richard (1937) Blueprint for a Negro Literature. New York.
(1951) I Choose Exile
(1959) ¡Escucha, hombre blanco! Editorial Sudamericana

Bibliografía secundaria
Barbour, Floyd (1969) La revuelta del poder negro. Barcelona, Editorial Anagrama

Carmichael, Stokely (1968) Poder negro: la política de liberación en Estados Unidos.


México, Siglo Veintiuno Editores.

Césaire, Aimé (1939) Cuaderno del retorno al país natal. Ediciones ERA.
(1950) Discurso sobre el colonialismo. Akal.

Du Bois, W. E. B (1998) Black Recontruction in America. Free Press


Ellison, Ralph (1999) Richard Wright’s Blues en The Antioch Review, Vol. 57, No. 3, pg.
263 – 276.

Fanon, Frantz. (2009) Piel negra, máscaras blancas. Madrid: Akal.


(2014) Los condenados de la tierra. México: Fondo de Cultura Económica.

Fraile, Ana María (1994) Richard Wright’s Native Son Amsterdam – New York: Editions
Rodopi.

Glissant, Édouard (1996) Faulkner, Mississippi. Madrid, Turner Publicaciones.


(2002) Introducción a una poética de lo diverso. Barcelona, Editorial
Planeta
Godoy, Lorenzo (1982) La incidencia existencialista en la novelística de Richard Wright
(tesis de maestría) Universidad de Sevilla, España.

Gordon, Lewis R. (2008) An introduction to Africana Philosophy. Cambridge, United


Kingdom

Heidegger, Martin (1993) Ser y Tiempo. Barcelona, Editorial Planeta-De Agostini.

Magnus, O. Bassey, (2007) What Is Africana Critical Theory or Black Existential


Philosophy? vol. 37, no. 6, p. 914 - 935.

Mbembe, Achille (2016) Crítica de la razón negra. Barcelona, Futuro Anterior Ediciones.

Mignolo, Walter (2005) “Un paradigma otro”: Colonialidad global, Pensamiento fronterizo
y Cosmopolitanismo crítico. Center of Latin American and Caribbean Studies, University of
Michigan. Vol. 25, No. 52, p. 127 – 146.

Sartre, Jean Paul (1948) ‘Orfeo Negro’ en Antología de la nueva Poesía Negra y Malgache
(1961) Prefacio a Los condenados de la tierra.

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