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Génesis Natalia Tobón Becerra

Estudios Literarios
Universidad Nacional de Colombia
2019 – I

Sobre Introducción a una poética de lo diverso y su aporte a la ‘latinoamericanidad’


La identidad latinoamericana ha sido un tema extensamente debatido desde distintos
campos, como la literatura y la antropología principalmente. A pesar de esto, es un tema
que no parece vaya a cerrarse en un futuro cercano. Sin embargo, una de las propuestas más
recientes parece englobar el problema bastante bien. Dicha propuesta es, a nuestro parecer,
la de Édouard Glissant, quien se aproxima al ser —o en sus palabras, al ente—
latinoamericano desde un lugar de enunciación bastante peculiar: el Caribe. Esto nos lleva a
pensar en la poética del martiniqués como una proyección de lo caribe que irriga el
continente entero y contiene una suerte de búsqueda ontológica que traspasa las fronteras
físicas y culturales de las naciones hoy constituidas, no sólo en América sino a nivel
mundial. Cabe aclarar que Glissant no busca una identidad latinoamericana como la hemos
concebido hasta ahora —esencial y única—, sino que ve este mismo concepto identitario
occidental como inocuo para interpretarnos e interpretar las dinámicas culturales actuales.
Esto es, una identidad que funciona en forma de rizoma, como una raíz que no es única y
que no es esencial, sino que funciona como una formación expansiva que tiene
conocimiento de otras raíces existentes y que, libremente, dialoga y se relaciona con ellas.
Pero, antes de entrar en materia, es preciso apuntar también que la propuesta de Glissant,
más que una poética, se trata de una anotación filosófica acerca del vivir convulsionado del
mundo actual que apunta, a su vez, a un ‘mejor vivir’ en comunidad y a futuro. Lo anterior
suena algo vago e ilusorio, pero, con suerte, lograremos entenderlo en el desarrollo de las
ideas principales del autor que haremos enseguida.
Ahora, para un mejor entendimiento del pensamiento de Glissant, expandiremos los
conceptos que consideramos más relevantes, tales son: caos-mundo, identidad rizoma y
criollización.
En primer lugar, Glissant parte de una visión de mundo bastante peculiar, se apoya
en la ciencia del caos para comprender el mundo contemporáneo como un caos-mundo:
“Entiendo por caos-mundo la colisión, la intersección, las refracciones, las atracciones, las
connivencias, las oposiciones, los conflictos entre las culturas de los distintos pueblos” (pg.
82) y no utiliza la palabra caos con sentido peyorativo, lo que pasa es que el mundo actual
es tan diverso y se relaciona en tantas direcciones de manera simultánea que resulta caótico
por naturaleza. Glissant utiliza caos en tanto que diversidad y variedad no poseen un orden
específico. Se trata de un mundo imposible de clasificar ya que, por su naturaleza caótica,
rebasa los límites de cualquier sistema o estructura lógica. El autor llega a esta conclusión
cuando descubre que todas las culturas son infinitamente diversas, pero que cada una de
ellas es sumamente importante para la constitución del mundo contemporáneo. Además,
Glissant no ve en ellas —ni en las lenguas— supremacía alguna, se trata de un caos-mundo
“cuando se entienden todos los elementos como igualmente necesarios” (pg. 71).
En segundo lugar, la raíz rizoma es un concepto que toma Glissant de la biología y
lo enfoca hacia una búsqueda identitaria del ser. Usa esta alegoría para deshacerse de una
concepción única y esencialista de la identidad. Más bien, se propone una raíz, es decir un
origen, de naturaleza rizomática, que busca otras connaturales. Se trata de una raíz que
avanza de manera horizontal, busca otras raíces y, sin impedir su curso, se relaciona con
ellas. Esto es mejor entendido si tenemos en cuenta que la raíz única es una que crece de
manera vertical y busca nutrientes en las profundidades de la tierra. El rizoma se extiende
de manera horizontal y de cada uno de los núcleos que posee brotan raíces que crecen en
todas direcciones. Toda esta comparación es necesaria para la comprensión no solo
identitaria sino del mundo actual, o al menos de la manera en que las culturas se relacionan.
El martiniqués nos invita a dejar de buscar una esencia del ser, o de las sociedades, o de los
territorios, sino a entender la identidad como algo más laxo, como algo que se comprende
desde las conexiones que poseamos con los otros.
En tercer lugar, el concepto neurálgico de la propuesta de Glissant, que dialoga y
expande los conceptos anteriormente expuestos por la crítica sobre la identidad de las
culturas latinoamericanas, es la criollización. En un principio, el autor define rápidamente
el concepto como un “mestizaje con valor añadido” (pg. 21) en tanto que la criollización es
un mestizaje imprevisible, esto es porque Glissant toma la definición de mestizaje racial,
básicamente, la cual tiene resultados específicos y previsibles. Criollización viene a ser un
concepto dinámico que se refiere a la naturaleza de las culturas contemporáneas. Es la
mezcla cultural que posee resultados fortuitos en diversos campos —social, lingüístico.
Esta idea nace del nombre de la lengua materna del autor, el creole, que resulta ser una
lengua de naturaleza compuesta “surgida del contacto de elementos lingüísticos
absolutamente heterogéneos entre sí” (pg. 22). Por consiguiente, la criollización puede
verse como un proceso de cambio cultural y lingüístico.
En cuanto a la transculturación, concepto que ha marcado la cuestión identitaria de
América, el autor interviene en una de sus entrevistas diciendo: “La noción de
transculturación no basta. En el fondo, el término de criollización comprende la noción de
transcultura.” (pg. 125). No obstante, nuestra lectura del concepto de transculturación es
algo distinta y, por tanto, debatiremos su inclusión dentro de la criollización. En una lectura
literal de la propuesta de Fernando Ortiz, se entiende la transculturación como un proceso
de transito de una cultura a otra. Hasta aquí, parece ser proceso que apunta a un final
concreto, en el cual, Ortiz resalta que las diversas sociedades adoptan rasgos de una cultura
nueva y muchas veces estos se mezclan con rasgos de la cultura precedente. Ejemplos hay
por doquier en la América andina. Ortiz también se aproxima a conceptos como
aculturación y neoculturación y los posiciona como fases del proceso de transculturación; el
primero hace referencia a la pérdida cultural inicial, y el segundo a la formación de una
nueva cultura híbrida que combina lo adquirido con lo ya poseído. Ahora bien, la
transculturación parece no ser un concepto dinámico, como lo es la criollización. Dinámico
en cuanto parece apuntar a una transformación cultural que, tarde o temprano, llegará a un
final. Dicho final no requiere específicamente un olvido de la cultura originaria, sino más
bien apunta a una hibridación cultural —concepto de Canclini—, que parece estancarse una
vez se lleva a cabo. La criollización, en cambio, parece dibujar el movimiento en sí mismo,
movimiento cultural me refiero. Es aquí donde podemos rescatar la naturaleza de la cultura
misma como una en constante cambio. Siendo así, es cierto que el concepto de
transculturación propuesto por Ortiz se queda corto para comprender las sociedades
americanas poscoloniales, pero es erróneo decir que la criollización engloba este concepto.
Más bien, la criollización vendría siendo una transculturación incompleta, y no en el
sentido peyorativo, sino en una transculturación que no llega a una fase final estática, sino
que permanece en un perpetuo movimiento.
Un concepto tal vez más cercano y contemporáneo con el de Glissant sería el de la
hibridación cultural, introducido para 1990 por el antropólogo Néstor García Canclini. La
hibridación cultural se da, como la transculturación, a partir del contacto entre culturas que
genera cambios a nivel lingüístico, social, artístico, etc. En paralelo con la criollización de
Glissant, el concepto de Canclini carece del imprevisible resultado final, parece ser más
estático en cuanto a la adopción de rasgos culturales por parte de una sociedad. Sin
embargo, la misma palabra híbrido hace referencia exclusivamente a la procedencia de los
progenitores, esto es, por ejemplo, un animal híbrido vendría siendo un animal que procede
de la unión de otros dos que son dispares entre sí; o bien, en la lingüística, una lengua que
se ha formado a partir de lenguas diferentes. Esto quiere decir que, por un lado, la
propuesta de Canclini no prevé un resultado concreto ante el contacto cultural, y por otro,
que la criollización vendría siendo, mas o menos, lo mismo que la hibridación cultural.
Retomemos a Glissant cuando hace referencia al origen de su concepto, le llamó
criollización por su cercanía con la lengua creole que surge, como ya revisamos
anteriormente, “del contacto de elementos lingüísticos absolutamente heterogéneos entre
sí” (pg.22). Sin embargo, podemos notar que es el mismo concepto para hibridación, en
este caso lingüística. Siendo el creole una lengua híbrida, entonces la criollización y la
hibridación cultural vendrían a ser sinónimos.
Lo que buscamos nosotros al comparar estos dos conceptos con el de Glissant es
resaltar sus similitudes, y proponer una lectura más abierta de dichas posturas. Yo creo que
podemos entender los tres conceptos en un mismo crisol, como conceptos en movimiento,
me refiero. Si tomamos el final de las tres palabras, transculturación, hibridación y
criollización —y aquí me voy a tornar algo tediosa—, este vendría siendo el sufijo ción,
que hace referencia a la acción del verbo que lo precede. Es decir, si hacemos énfasis en la
terminación de los tres conceptos como una acción podemos verlos como un verbo en
movimiento, y esto le quitaría el estatismo a las, por ejemplo, sociedades transculturadas
que, con el sufijo que indica pretérito en este caso, parecen ya haber alcanzado el final de la
acción de la transculturación. Esto nos permitiría acercar estas dos nociones al dinámico
concepto que propone Glissant, al encontrarse éstas en ese perpétuo movimiento en el que
se encuentra la criollización.
No obstante, ¿de qué nos sirve posicionar estas tres nociones en un mismo escalón
—por decirlo de una manera sencilla? La respuesta no es tan simple, pero podemos decir
que estos tres conceptos han determinado la suerte de los estudios identitarios de América
Latina, en tanto que se puede hacer una reconstrucción a partir de ellos de la evolución que
ha tenido la búsqueda ontológica americana. Pero, a dicha reconstrucción le queda muy
pequeño este trabajo que estamos desempeñando aquí. Por tanto, volvamos a la cuestión
inicial con Glissant y su Poética de lo diverso.
A la luz del rápido despliegue que hicimos anteriormente de los conceptos
principales de Glissant y los paralelos que establecimos con las propuestas de Ortiz y de
Canclini, es importante recordar el lugar de enunciación donde se gesta la criollización: el
Caribe. Es imposible definir precisamente esta región, lo único que me aventuro a decir es
que se encuentra del continente americano, específicamente en la parte latina de América.
Esto lo recordamos con el fin de incluir la propuesta de Édouard Glissant dentro de la
latinoamericanidad y pensarnos en su papel dentro de la búsqueda identitaria del ser
latinoamericano. Glissant abre las puertas de lo que consideramos identitario y desdibuja
los límites del continente, del mundo entero, en una propuesta que desmonta conceptos
genéricamente occidentales que hemos adoptado a nuestra forma de ver la realidad. Esto es,
primero, una visión dinámica de las culturas contemporáneas al sumergirlas en un proceso
de criollización a nivel mundial; segundo, al revolucionar el concepto mismo de identidad y
convertirlo en una noción horizontal de relación de otredades; y tercero, al transgredir la
visión de mundo occidental cartesiana y transformarla en un concepto inconcebible, sólo
imaginable: el caos-mundo. Glissant nos muestra la actualidad de este caos-mundo,
tomando lo diverso del Caribe como génesis de su propuesta para comprender la criollidad
—hibridad/transculturalidad— de todas las sociedades a nivel global.

Bibliografía
Britton, Celia (1999) The Lack of Language. En Edouard Glissant and Postcolonial
Theory. Virgina, pp.35 - 52.
Chada, Irene (2014) Édouard Glissant: aproximaciones al pensamiento antillano
contemporáneo. Revista en líneaAlgarrobo-MEL.
García Canclini, Néstor (1989) Culturas híbridas: Estrategias para entrar y salir de la
modernidad. México, Editorial Grijalbo
Glissant, Édouard (2002) Introducción a una poética de lo diverso. Barcelona, Editorial
Planeta.
Mezilas, Glodel (2014) La filosofía de la Relación de Édouard Glissant: Identidad,
alteridad y pluralidad. En América y el Caribe en el cruce de la modernidad y la
colonialidad. México, UNAM.
Ortiz, Fernando (1963) Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. La Habana, Consejo
Nacional de Cultura.

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