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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CHIMBORAZO

FACULTAD CIENCIAS DE LA SALUD


CARRERA DE ODONTOLOGÍA

SALUD PÚBLICA II
DOCENTE: DRA. KATHY LLORI

TEMA: La Salud en la Presidencia de Rafael Correa

Nombres de los Integrantes:


Joselyn Minango
Miguel Proaño
Kevin Zumba

CURSO: 8 VO “B”
SALUD EN LA PRESIDENCIA DE RAFAEL CORREA

En los últimos diez años, cada vez que Rafael Correa era criticado por sus abusos de
poder por la falta de libertades —de prensa, de expresión, de asociación, de protesta—
el Presidente respondía con una muletilla: hemos invertido como nunca antes en salud,
educación y carreteras. Como si A justificara a B. Y aunque el aumento de presupuesto
es innegable —solo en Salud se han invertido más de 13 mil millones de dólares— es
necesario analizar qué tan eficiente ha sido ese gasto. O quizás empezar recordando que
solo hasta marzo de 2016 el Estado le debía al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social
(IESS) 11 mil millones de dólares. Esto ocurrió porque, seguramente, desde que se
aprobó la Constitución en 2008 que incluye que “los servicios públicos estatales de
salud serán universales y gratuitos”, el presidente Correa ha hecho lo que sea para
cumplirlo.

Uno de los principales logros en Salud del gobierno de la revolución ciudadana ha sido
la organización de los niveles de atención: primario —puestos y centros de salud y los
consultorios generales—, secundario —consultorios y centros de especialidades,
hospitales básicos y generales— y terciario —centros especializados, hospitales
especializados y de especialidades. Aunque parezca algo teórico o burocrático esto
permitió la descongestión de los hospitales donde antes llegaban pacientes con
problemas que un centro de salud podía resolver, como una diarrea o un corte en el
dedo. Otro tema es la inversión en la infraestructura: entre 2007 y 2016 se habían
construido y repotenciado 21 hospitales en el país, y actualmente hay 2712 centros de
salud. Pero el cambio que quizás más modificó el acceso a la salud en el país fue el
aumento de la cobertura de salud del IESS que pasó de solo afiliados, cónyuges e hijos
menores de 6 años, a beneficiar a los hijos menores de 18, como lo explica Carlos
Santos en este análisis. A final de 2014 casi nueve millones de personas se beneficiaron
del IESS. En todo el país el personal médico también aumentó: a finales de 2015
existían 33644 especialistas de Salud mientras que en el 2008 habían 11201.

Esta inversión en infraestructura, equipos y personal, además del aumento de atención a


los ciudadanos, ha sido material de decenas de cadenas nacionales, rendición de
cuentas, campañas, videos promocionales y demás piezas propagandísticas que
aparecieron en televisión abierta, redes sociales —hay incluso dos canales de youtube
(aquí y acá)—, radio y cualquier medio de difusión posible. Recordemos que entre
medios gubernamentales y incautados por el Estado son más de 10 y que los canales
privados durante años tuvieron que transmitir propaganda a horarios estelares.
Mencionar una vez más los logros en Salud de la revolución ciudadana es hacer eco del
bombardeo mediático que ya tuvo en exceso por una década.

El sistema ha mejorado, es cierto, pero aún tiene problemas que han sido olvidados,
como las madres embarazadas afiliadas que llaman a pedir cita al IESS y se la dan para
tres meses después. O como el programa de tamizaje neonatal —para prevenir
enfermedades asociadas a la discapacidad—que entre 2011 y 2014 invirtió 12,6
millones de dólares pero que a partir de 2015 presentó problemas que no se han
resuelto: las madres que llevaban a sus hijos al tamizaje, luego de las muestras de sangre
que les sacaban a sus bebés recién nacidos, recibían un papel con un número y les
indicaban que debían revisar los resultados en una página web pero cuando ingresaban
al sitio web, no se cargaba. Aún no carga. Solo en la página oficial de Facebook del
programa —llamado Con Pie Derecho— hay más de 120 reclamos de ciudadanas que
no han podido acceder a los resultados del examen (el primero es de enero de 2015 y el
último de mediados de mayo de 2017). Son cientos de miles de padres que en dos años
y medio no han recibido respuesta. Lo grave es que, en teoría, el Estado sigue gastando
en estos exámenes —cada uno valorado en 55,69 dólares— a los que fueron sometidos
401,776 niños entre 2011 y 2013. Si consideramos los últimos cuatro años estaríamos
hablando de unos 500 mil niños más, es decir cerca de 28 millones de dólares más
invertidos en un programa que no funciona del todo.

Las atenciones también aumentaron y es algo de lo que Correa saca pecho: en nueve
años —entre 2006 y 2015— pasaron de 16 millones a 34 millones. Pero el número de
atenciones no debería ser una razón para celebrar cuando estas consultas duran apenas
10 minutos olvidándose de garantizar calidad en el servicio y del personal que es
sometido a ocho horas seguidas de chequeo tras chequeo. El gobierno ha buscado
cantidad olvidándose de la calidad, y ha priorizado también la inmediatez de la entrega
de obras, como el Hospital del IESS en Los Ceibos. Se inauguró (qué conveniente) dos
días antes de la segunda vuelta electoral, con los servicios de consulta externa,
laboratorio, imagenología y farmacia. Porque había que salir ya. Se dijo que la semana
siguiente se terminarían de sumar los servicios pero más de un mes después había áreas
que todavía no funcionaban. Como escribe la doctora Rocío Santibáñez en su columna
“en papel todo pinta maravilloso” porque si se revisan cifras de camas, equipamiento,
consultorios, laboratorios y demás, todos los hospitales fueran perfectos y su atención
también.

Los atrasos en la entrega de hospitales que ocurrieron en diferentes años y partes del
país —Tulcán, Guayaquil (El Guasmo y Los Ceibos), Portoviejo— demuestran ese
apuro que ha caracterizado la gestión de esta década.

Otro programa que quedó a medias o mejor dicho nunca despegó fue la Empresa
Pública de Fármacos, Enfarma EP, que se creó en diciembre de 2009 para mejorar la
disponibilidad y el acceso a medicamentos que curan o previenen enfermedades que
afectan a toda la población, en especial a los más pobres. La idea no solo era brillante
sino necesaria si se toma en cuenta que 14 millones de personas mueren cada año por
enfermedades infecciosas y parasitarias porque no pueden acceder a medicamentos.
Como lo cuenta Esteban Ortiz, hubo una serie de eventos desafortunados que
terminaron con la liquidación de Enfarma a mediados del 2016. Otra buena idea que no
tuvo una buena ejecución.

En los diez años ha habido acusaciones de distinto nivel que se han olvidado o quedaron
irresueltos como los talleres donde se alteraban las etiquetas de los medicamentos o
la acusación de peculado a la exministra Caroline Chang y otros cinco funcionarios que
terminó en la inocencia de todos los involucrados, o la acusación a Ramiro González,
expresidente del IESS, por seis supuestos actos de corrupción durante su
administración, y la falta de explicación sobre la falta de concurso público para la
adjudicación de contratos con el IESS.

Todas estas falencias ocurrieron a pesar de que como en todas las áreas y poderes del
Estado, Correa quiso acapar lo que más pudo. Creó reglamentos, agencias, guías y
documentos para intentar regular y controlar todo el sistema —incluyendo el sector
privado y la academia. Un ejemplo es el Tarifario de Prestaciones del Sistema Nacional
de Salud que ha causado que prestadores reciban menos paga por el servicio que han
prestado, como si lo único que cuenta son las máquinas y la infraestructura y no la
experiencia de los médicos. Otro es la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los
Servicios de Salud y Medicina Prepagada (ACESS) que se creó para regular la
acreditación y certificación del sector de la medicina prepagada. Es decir, para decirle a
las aseguradores qué de lo que están haciendo está bien, qué está mal y cómo deben
cambiarlo. En este sentido quizás uno de los documentos útiles (si es que se llegó a
utilizar) sea esta guía para construcción y manejo de hospitales.

No hay que negar todos los avances en este sector pero tampoco hay que creerse todo lo
que dice la propaganda y sobre todo hay que analizar hacia dónde van las propuestas del
nuevo presidente Lenín Moreno. En su plan de gobierno a breves rasgos prometió
mejorar la calidad de los servicios públicos y asegurar la sostenibilidad del sistema de
salud y educación. Pero como era de esperarse también prometió aprobar el Código de
Salud y elaborar nuevas leyes para el Sistema de Salud y la Seguridad Social. Habría
que ver qué tan necesarias son esas leyes y con qué motivación se las impulsaría. El
próximo presidente debería ser menos impulsivo que Correa y prometer solo las obras
que puede cumplir, en vez de entregarlas a medias, y comprometerse a asegurar que la
Salud no solo mejore en cantidad —de hospitales, médicos, equipos, funcionarios—
sino en calidad de atención.

Bibliografía

Mendiu, C. (2017). 10 años de Rafael Correa: Salud ¿cómo está una década después?.
Retrieved 28 November 2019, from https://gk.city/2017/05/24/10-anos-de-rafael-correa-
salud/

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