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ROSARIO CASTELLANOS

¿Qué es un escritor? La pregunta puede contestarse con una respuesta obvia: un escritor
es una persona que escribe.
Una persona que escribe; hela aquí, ante la página en blanco, uno de los abismos a los que
en ocasiones nos enfrenta el azar. ¿Escribe? No. Mordisquea la punta del lápiz, se mesa los
cabellos, da vueltas por la habitación como una fiera enjaulada. Vacilaciones, plazos,
arrepentimientos. Y, con la decisión de quien se lanza al agua, surge la primera letra. La
mano, tan dócil en otros quehaceres, se crispa: el brazo se acalambra; las ideas zumban con
la insolencia de la mosca, escapan a los papirotazos.
De un modo o de otro la hoja de papel se llena. ¿Qué ha pasado? Que el suceso que se
quería narrar (un suceso vivo, fluyente, cálido) aparece opaco, desabrido, hosco. Alguien ha
traicionado a nuestro protagonista y en cada sílaba se advierte el jadeo del esfuerzo, la
desobediencia de los músculos, los sobresaltos de la mente. No le queda más alternativa
que cerrar, avergonzado, el cuaderno y jurarse no volver a abrirlo más que para la redacción
de formularias esquelas de negocios o la consignación de alguna cifra, de algún dato
importante.
BENJAMIN FRANKLIN (FRAGMENTO)
Desde la infancia me encantaba leer, y todos mis ahorrillos los gastaba en libros. Sobre todo
me fascinaban los libros de viajes. Lo primero que compré fueron las obras de Bunyan en
tomos sueltos. Más tarde los revendí, y, con lo que saqué, me compré las colecciones
históricas de R. Burton, que eran pequeños volúmenes, en número de cuarenta o cincuenta.
La pequeña biblioteca de mi padre se componía principalmente de libros de apologética
religiosa, que yo leí en su mayor parte. A menudo he lamentado que en aquella época, en
la que sentía tanta avidez por saber, no dispusiera de libros más idóneos, sobre todo una
vez que se decidió no prepararme para la carrera eclesiástica. Entre aquellos libros
figuraban las Vidas de Plutarco, que leí con fruición y que pienso que no me hicieron perder
el tiempo. También había un libro de Defoe titulado Essay on Projects y otro del doctor
Mather titulado Essays to do Good, que quizás influyeran en mi forma de actuar ante
algunos de los más importantes acontecimientos de mi vida posterior.
Esta inclinación libresca mía indujo por fin a mi padre a darme el oficio de impresor, a pesar
de tener ya un hijo (James) en esa profesión. En 1717 regresó mi hermano James de
Inglaterra trayendo con él una prensa y los tipos de imprenta necesarios para iniciar un
negocio de impresor en Boston. Ese oficio me atraía bastante más que el de mi padre,
aunque seguía sintiendo una añoranza por el mar. Para prevenir los perniciosos efectos de
tal inclinación, mi padre no veía el momento de verme de lleno vinculado como aprendiz
en el negocio de mi hermano. Me resistí durante algún tiempo, pero terminé por dejarme
persuadir y firmé el contrato de aprendizaje cuando no tenía más que doce años. Debía
servir como aprendiz hasta los veintiún años y solamente recibiría jornal como oficial el
último año. En breve espacio de tiempo aprendí mucho y empecé a ser una buena ayuda
para mi hermano. Pude disponer de mejores libros. Mis relaciones con los aprendices de los
libreros me permitieron tener libros prestados, que leía en seguida y devolvía con gran
cuidado de no estropearlos. Frecuentemente me ponía a leer en mi cuarto casi toda la
noche para devolver al día siguiente el libro, sin que lo echaran en falta.
Después de algún tiempo, un comerciante de libros llamado Mr. Matthew Adams, hombre
culto y prudente, poseedor de una hermosa colección de libros, que frecuentaba nuestra
imprenta, se fijó en mí y me invitó amablemente a ver su biblioteca y a tomar prestados los
libros que yo deseara leer. De aquella época viene mi gusto por la poesía; incluso llegué a
hacer pequeñas composiciones. Mi hermano, pensando que quizá fuera provechoso, me
animó a componer dos baladas. Una de ellas se titulaba La tragedia del faro sobre el
naufragio del capitán Worthilake y de sus dos hijas; el otro se titulaba Canto de un marino
cuando se apresó al famoso Teach, también conocido por «Barbanegra el Pirata». Eran unas
composiciones horribles, de un estilo popular, y cuando se editaron mi hermano me mandó
a venderlas por la ciudad. La primera se vendió sorprendentemente bien, quizá porque el
hecho que relataba era de gran actualidad y había tenido gran resonancia. Tal éxito halagó
mi vanidad, aunque mi padre se encargó de desanimarme ridiculizando mi publicación y
diciéndome que los versificadores eran en general poco menos que mendigos. Así es como
me libré de convertirme en poeta probablemente malo. Sin embargo, como escribir en
prosa me ha sido de gran utilidad a lo largo de mi vida, y una de las principales causas de mi
progreso, explicaré cómo en tal situación adquirí la escasa habilidad que puedo tener al
respecto.
Terrorismo MADE IN USA
J. JAIME HERNÁNDEZ
Estados Unidos se ha embarcado en una guerra contra el terrorismo en todo el mundo
cuando, en realidad, esa batalla la tendría que haber iniciado desde hace tiempo en su
propia casa.
Estados Unidos es el único país que, de forma caprichosa, ha sistematizado la designación
de terrorista a todo aquel que no tenga la piel blanca. Y, a esos terroristas domésticos de
piel blanca, les ofrece el tratamiento de delincuentes del fuero común con penas carcelarias
mas indulgentes.
Estados Unidos es el único país en el mundo que se ha convertido en rehén de las grandes
corporaciones armamentistas que incendian en planeta en lugares como Yemen, Siria, Irak
o Afganistán mientras atizan una crisis de refugiados y desplazados sin precedentes.
Y, también, es el único país con partidos políticos que se han convertido en "empresas
subsidiarias” de poderosos intereses creados. Como la Asociación Nacional del Rifle (NRA),
una organización con casi 150 años de historia y más de 5 millones de afiliados.
Estados Unidos es el único país con un jefe de Estado donde, un sector de su mayoría blanca,
sigue comulgando con las ideas de los Supremacistas Blancos, a pesar de todos sus intentos
por simularlas y a pesar de una larga lista de mártires, como Martin Luther King o Rosa
Parks.
Estados Unidos es el único país del mundo donde un candidato a la presidencia como
Donald Trump ha sido capaz de decir que, si disparara a una persona en la quinta avenida
de Nueva York, aún así seguiría teniendo millones de seguidores.
Estados Unidos es una de las pocas naciones en el mundo que, a pesar de ser producto de
la inmigración y de presumir de su condición democrática, plural, multirracial y
multiconfesional, se ha convertido en un gueto inmenso donde la segregación económica y
la lucha por la supremacía racial los ha envenenado y dividido.
Pero no por la infame desigualdad económica, sino por el viejo debate migratorio. Ese virus
que solivianta a los viejos demonios del racismo emboscado y la venalidad de una clase
política acostumbrada a sacar partido del odio de clase, raza y confesión religiosa.
A utilizar la inmigración indocumentada como el mejor combustible para atizar el odio y
energizar, en su favor, a las bases extremistas para ganar una elección linchando
(metafórica y literalmente) a la comunidad migrante de piel morena.
Precisamente, el discurso de odio de Donald Trump contra esas minorías se ha convertido,
en no pocas ocasiones, en un arma letal para millones de ciudadanos en Estados Unidos. En
un látigo de discriminación y ataques raciales desembozados contra todo aquel que se
atreva a hablar en un idioma distinto al inglés, a vestir ropajes de su propia tradición y
cultura, o a rezar a un Dios distinto.
La vieja ideología de los supremacistas blancos ha recuperado su legitimidad gracias, en
buena medida, a personajes como Trump que llegado al extremo de asegurar que, entre las
filas de los supremacistas blancos, “hay buenas personas”.
En buena medida, la tragedia de El Paso ha sido inducida por el odio racial de Donald Trump
que, en múltiples ocasiones, se refirió a la crisis migratoria en la frontera como “una
invasión” de “criminales, violadores, traficantes y animales”.
Y, si alguien duda, que sólo lea el manifiesto de Patrick Crusius, el multihomicida de 21 años
que confesó haber actuado para poner fin a la “invasión” de hispanos y “mezcladores de
raza” en El Paso.
A pesar de estas tragedias, como las que han ocurrido en las últimas horas en El Paso, Texas
o en Daytona, Ohio, la lucha contra el terrorismo doméstico vinculado a los supremacistas
blancos, se ha beneficiado del poco entusiasmo que ha mostrado el FBI durante la
administración de Donald Trump para denunciarlo y desmantelarlo.
Apenas la semana pasada, el director del FBI, Christopher Wray, se enfrentó a la feroz crítica
de senadores demócratas que le acusaron de soslayar el creciente activismo de
organizaciones supremacistas:
“Muchos nos preguntamos por qué razón el término supremacista blanco, o nacionalista
blanco, no está incluido en su declaración cuando se habla de amenazas a Estados Unidos”,
le reclamó el senador Richard Durbin, demócrata por Illinois.
Lo que parecería una flagrante omisión en la lucha contra los enemigos de la seguridad
nacional, se ha convertido irónicamente en la más palmaria evidencia de que la amenaza
terrorista de los supremacistas blancos se ha convertido en un producto de la era Trump.
En una enfermedad que ha infectado a cientos de miles, mientras millones se llevan las
manos a la cabeza y o temen por su vida mientras la epidemia en forma de terrorismo MADE
IN USA se extiende por el país.
RETIRA TRUMP AMENAZAS DE BOMBARDEAR
TESOROS CULTURALES DE IRÁN
Afp | martes, 07 ene 2020 15:36

Washington. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, retiró su amenaza de


bombardear los tesoros culturales de Irán durante una eventual guerra bilateral.
Ante las fuertes críticas internacionales de que tales ataques serían considerados un crimen
de guerra, Trump dijo que estaba "de acuerdo" con el cumplimiento del derecho
internacional. Sin embargo, repitió una queja que había expresado previamente de que
consideraba que esa restricción era injusta.
"Piénselo: matan a nuestra gente, hacen explotar a nuestra gente y luego tenemos que ser
muy gentiles con sus instituciones culturales. Pero estoy de acuerdo con eso", dijo Trump a
los periodistas.
"Saben qué, si esa es la ley, me gusta obedecer la ley", subrayó.
Pero, de todas formas, emitió una advertencia de que si Irán "hace algo que no debería
estar haciendo, sufrirá las consecuencias y con mucha fuerza".
Previamente, Trump provocó una ola de críticas desde su país, el gobierno iraní y la
UNESCO, agencia cultural de la ONU, al decir que no necesitaba cumplir con el derecho
internacional sobre la protección de dichos sitios en la guerra. "No funciona de esa manera",
afirmó entonces.
El secretario de Estado de Trump, Mike Pompeo, y el secretario de Defensa, Mark Esper,
habían tratado de evadir la amenaza.
Irán cuenta con una cultura antigua con dos docenas de lugares en la lista de sitios del
patrimonio mundial de la Unesco.
EL ESPEJO CHINO

Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidió
que no se olvidase de traerle un peine.
Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros, y
bebieron y lo celebraron largamente. Después, un poco confuso, en el momento de
regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo podía
recordar. Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le llamó la atención:
un espejo. Y regresó al pueblo.
Entregó el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos. La mujer se miró en el
espejo y comenzó a llorar desconsoladamente. La madre le preguntó la razón de aquellas
lágrimas.
La mujer le dio el espejo y le dijo:
-Mi marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.
La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:
-No tienes de qué preocuparte, es una vieja.

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