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El robo del martillo de Thor

Un día Thor buscaba en vano su martillo. Dijo a Loki (divinidad llena de astucia):

— He perdido mi martillo, el arma de maravilloso poder; ayúdame a encontrarlo.

Loki se disfrazó de halcón y, sabiendo que el martillo lo tenía el rey de los tursos, llamado
Thrym —el ruidoso—, llegó hasta él y le dijo:

— Thor sabe que tú le has quitado el martillo, el arma prodigiosa que forjaron enanos en
las entrañas de la tierra.

Thrym le contestó:

— Forjado fue bajo tierra, y bajo tierra está, a una profundidad grande. Si Thor quiere
recobrar su martillo, tiene que cederme a su esposa Freya para mí.

Loki repuso:

— Entrega a Miölnir el maravilloso martillo. Grande es el poder de Thor. ¡Ay de ti si logra


castigarte; nada te librara de su venganza!

Pero Thrym añadió:

— Sin su martillo, nada puede Thor contra nosotros, los gigantes. El viejo enemigo ha sido
desarmado ahora. Ha de ver reposar a la hermosa Freya en mi lecho si quiere volver a
poseer a Miölnir.

Loki volvió con la respuesta del coloso. Freya se negó a ser entregada. Pero otro de los
dioses, Heimdallr dijo:

— Burlemos al gigante que con malas mañas se ha apoderado del arma prodigiosa. Que
Thor tome los vestidos de Freya y cubierto con ellos se ofrezca, como si hubiera aceptado
la condición impuesta.

Pero Thor, indignado, hizo retemblar la sala con sus truenos, y rugió:

— No ha de disfrazarse el que tiene el poder sobre los truenos y los terribles relámpagos
con ropas de mujer.

Empero los demás le convencieron para que obrara tal como Heimdallr le había aconsejado.
Así que Thor, después de protestar de nuevo, tomó los vestidos de Freya y la maravillosa
joya que ésta poseía y marchó al hogar de los gigantes acompañado de Loki que se había
disfrazado de doncella.
Cuando llegaron al hogar de los gigantes y los servidores anunciaron que llegaba Freya, el
viejo Thrym exclamó:

— ¡Gran alegría es ésta! Freya ha aceptado. Freya será mi esposa.

Y recibió a la supuesta diosa y a su acompañante con todos los honores. Organizó un festín.
Thor, sentado al lado de Thrym, devoraba con gran apetito cuantos manjares le ponían
delante: engulló un buey entero y ocho rojos salmones, y el hidromel pasaba sin tregua del
cuerno a su garganta.

Thrym, asombrado, dijo:

— Tu apetito, Freya, es el de un esforzado guerrero. Todo lo dispuesto para el festín es poco


para ti. Ríos de hidromel corren por tu garganta.

Pero Loki, para desviar las sospechas de Thrym, le atajó:

— ¡Grande es el hambre de Freya, porque en ocho días no ha probado bocado!

Entonces Thrym insinuó:

— Tu rostro, oh Freya, está oculto; descúbrelo, para que te dé el beso de esposo.

Thor bajó un poco su velo; mas sus ojos centellearon con tan terrible fuerza, que hirió al
gigante y le hizo retroceder hasta dar casi en el suelo.

Loki explicó:

— No te asombres del resplandor de los ojos de Freya; brillan así porque ha estado en vela
durante ocho días.

Entonces Thrym anunció:

— ¡Que el martillo de Thor selle con su golpe el matrimonio!

Trajeron el martillo, y cuando Thor lo tuvo a su alcance, se apoderó de él. En aquel momento
se despojó de sus ropas y ante el espanto de Thrym y de los gigantes, apareció en la temida
forma del dios del trueno.

Thrym gritó:

— ¡Basta! ¡Basta! ¡El martillo es tuyo! ¡Nada quiero ya!

Pero Thor no hizo caso de las aterrorizadas súplicas de perdón del gigante. La sala pareció
hundirse con los truenos y el aire incendiarse con los relámpagos.
Thor lanzó el martillo y dio muerte a Thrym y a todos los gigantes.

Mitos y leyendas. (2013). El robo del martillo de Thor. México, D.F: Mitos y leyendas.
Recuperado de https://mitosyleyendascr.com/nordica/el-robo-del-martillo-de-thor/.
La leyenda maya del colibrí

Cuenta la leyenda que… los mayas más sabios cuentan que los Dioses crearon todas las
cosas en la Tierra y al hacerlo, a cada animal, a cada árbol y a cada piedra le encargaron un
trabajo. Pero cuando ya habían terminado, notaron que no había nadie encargado de llevar
sus deseos y pensamientos de un lugar a otro.

Como ya no tenían barro ni maíz para hacer otro animal, tomaron una piedra de jade y con
ella tallaron una flecha muy pequeña. Cuando estuvo lista, soplaron sobre ella y la pequeña
flecha salió volando. Ya no era más una simple flecha, ahora tenía vida, los dioses habían
creado al x ts’unu’um, es decir, el colibrí.

Sus plumas eran tan frágiles y tan ligeras, que el colibrí podía acercarse a las flores más
delicadas sin mover un solo pétalo, sus plumas brillaban bajo el sol como gotas de lluvia y
reflejaban todos los colores.

Entonces los hombres trataron de atrapar a esa hermosa ave para adornarse con sus
plumas. Los Dioses al verlo, se enojaron y dijeron: ‘si alguien osa atrapar algún colibrí, será
castigado’. Por eso es que nadie ha visto alguna vez a un colibrí en una jaula, ni tampoco
en la mano de un hombre.

Los Dioses también le destinaron un trabajo: el colibrí tendría que llevar de aquí para allá
los pensamientos de los hombres. De esta forma, dice la leyenda, que si ves un colibrí es
que alguien te manda buenos deseos y amor.

Camarena, C (2017). Los mayas y la leyenda del colibrí. México, D.F: Más México.
Recuperado de https://mas-mexico.com.mx/los-mayas-y-la-leyenda-del-colibri/.
Leyenda del lobo y la luna
Cuenta la leyenda, que una noche, la luna bajó a la tierra donde quedó enredada entre
las ramas de un árbol. En ese momento se acercó un lobo cautivado por tanta belleza y
empezó a acariciarla con su hocico, la luna tan ligera y juguetona decidió jugar toda la noche
junto al lobo. Al amanecer ella volvió al firmamento, pero decidió llevarse consigo la sombra
de la tierna bestia que la agasajó durante tantas inolvidables horas con el fin de recordarle
para siempre y él desde entonces, le aúlla en las noches cuando está llena para pedirle que
se la devuelva.

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