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Qué Es La Fe
Qué Es La Fe
1.- La fe es un acto humano(DV 5), esto es, un acto racional y voluntario, por lo
tanto libre, no coaccionado.
En el A.T.
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La Fe de Israel en Yahvé se refiere fundamentalmente a las promesas
hechas por Dios a los padres.
La historia del pueblo parte con Abraham. Este personaje hace la
experiencia del contacto con un Dios que lo llama y le promete tres cosas: una
tierra (Génesis 15,7), una descendencia (15,4) y una intimidad especial con él
(Alianza, 17, 7-8). Abrahán creyó y le fue reputado como justicia (15,6).
Sin embargo, el Dios de las promesas reaparece (Exodo 3, 7 ss), tal como
había sido insinuado ya al final del Génesis (50,24). Y es la referencia a esas
promesas hechas a los padres la que constituye el fundamento para emprender la
liberación del pueblo, sacándolo de Egipto: “Esto dirás a los hijos de Israel: Yahvé,
el Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahám, de Isaac y de Jacob, me manda a
vosotros..” (Génesis 3,15).
Sin embargo, el Dios de las promesas reaparece (Exodo 3, 7 ss) tal como
había sido insinuado ya al final del Génesis (50,24). Y es la referencia a esas
promesas hechas a los padres lo que constituye el fundamento para emprender la
liberación del pueblo, sacándolo de Egipto: “Esto dirás a los hijos de Israel: Yahvé,
el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me manda a
vosotros…” (Génesis 3,15).
Así, Moisés emprende la obra encomendada por Dios, Israel llega al Sinaí y
sella solemnemente la alianza prometida a los padres por parte de Yahvé de ser
su Dios y tomarlos como pueblo (Exodo 19, 4-6). Esta intimidad mutua entre
Yahvé e Israel constituirá el centro del cumplimiento de lo prometido. No serviría
de nada tener la tierra a través de la descendencia, si Dios no estuviera presente
en medio del pueblo (Exodo 33, 15-17).
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Israel conquistó Canaán y llegó a poseer la tierra con seguridad. En ello fue
un factor fundamental el rey-mesías David, quien expulsó del territorio a todos los
filisteos, jebuseos… Por eso la figura del rey es asociada, por la fe de Israel, a la
descendencia prometida a los padres. A Abraham se le prometió la tierra por
medio de una descendencia. Pues bien, esa descendencia, que inmediatamente
fue Isaac, es identificada al rey-mesías, gracias al cual Israel tendrá tranquilidad
dentro de sus fronteras, puesto que el rey defenderá la tierra prometida que ha
sido conquistada.
El ciclo que va desde las promesas de Dios hechas a los padres hasta su
cumplimiento en la época de David y Salomón, está explícitamente afirmado en
las primeras confesiones de fe de Israel: Deum. 26, 5-9; Jos. 24, 2 ss. Israel sabe,
así, que su vida está marcada por las promesas que Dios hizo al principio de su
historia. Esa referencia constituye el punto de partida de todo el dinamismo de su
fe.
En el N.T.
Jesús es celebrado por los dos cánticos anawim de Lucas como el enviado
de Dios, gracias a su amor gratuito, “según lo que había prometido a nuestros
padres, a Abraham y a su descendencia para siempre” (Lucas 1, 55; cf, 1,72-73).
Jesús es visto pues, como la descendencia mesiánica prometida, por la cual Israel
poseería la tierra en intimidad de alianza con su Dios.
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Reino (la tierra prometida) por su sufrimiento (Is. 53; cf. Lucas 24, 25-26). Esta
perspectiva chocaba con las expectativas mesiánicas oficiales del judaísmo, de las
cuales participaban los mismos discípulos; por esos Jesús tiene actitudes
extrañas: impone silencio a los suyos para evitar falsas expectativas sobre él
(Marcos 1, 43; 3,12; 5,43; 8,30; 9), evita ser aclamado rey-mesías por la multitud
(Juan 6,15) y sólo lo busca cuando su muerte es inminente y, por lo tanto, esa
proclamación no se presta a ser desconectada del siervo sufriente (Mateo 21, 1-
11); por lo demás, Jesús ha ido ubicando el significado de su misión mesiánica en
esa perspectiva sufriente (Mateo 16, 21-23; 17, 22-23; 20, 17-19), Jesús es, pues,
la descendencia mesiánica prometida; pero esa promesa hay que entenderla a la
luz de la reflexión del círculo de Isaías 53.
Esta triple realización cristológica de las promesas hechas a los padres, que
caracteriza la fe bíblico-cristiana, se retoma finalmente en la visión escatológica
del Apocalipsis: la tierra es ahí el Reino definitivo de la Jerusalén celeste
(Apocalipsis 21,1); la descendencia mesiánica prometida es representada por el
Cordero degollado, según la imagen tomada precisamente de Is. 53 (Apocalipsis
12,11; 14, 1; 19,7-16; 22,1) y la intimidad de la alianza está expresada por el
nuevo templo que es la pertenencia mutua entre Dios y los suyos (Apocalipsis 21,
3.22) profundizada por la nueva relación cristológica de paternidad y filiación
(Apocalipsis 21,7).
En el A.T.
En primer lugar, las promesas hechas a los padres son gratuitas. Esta
experiencia de fe es destacada por lo siguiente: la tierra prometida está en
contraste con el hecho de que Abraham había abandonado su propia tierra y
estaba en una tierra extranjera; la descendencia prometida prometida contrasta
con la situación de esterilidad de Sara; la intimidad prometida con Yahvé contrasta
asimismo con el hecho de que Yahvé no es el Dios de los padre de Abraham, es
un Dios que entra en su vida sin corresponderle territorialmente (Josué 24,2).
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Las promesas son así, gratuitas. Es decir, no se fundan en las posibilidades
de Abrahám, sino en el solo designio de gracia de Yahvé. Esta convicción propia
de la fe de Israel está plasmada en una fórmula dogmática acuñada por la
tradición bíblica: “Dios es bondad y fidelidad” (Salmos 25, 10; 37,6; 40,11; 57,4;
85,11; 88, 12; 108,5; 117,2; 138,28, etc..). El término bondad traduce la palabra
hebrea hesed , que significa amor gratuito. Porque Dios es hesed (Exodo 34, 6-
7), amor gratuito, por eso promete grandes cosas; y porque es fiel, cumple lo
prometido.