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Justicia constitucional, es un sistema de control judicial de las leyes propio del

Estado de derecho, que tiene su fundamento en la concepción de la constitución


como norma jurídica fundamental, mediante el cual se verifica el respeto de las leyes
a la constitución. Ahora bien, tal como resulta de lo antes expuesto, la justicia
constitucional en Venezuela permite el ejercicio del control de la constitucionalidad
de los actos estatales mediante los siguientes mecanismos el control difuso de la
constitucionalidad de las leyes y demás actos normativos; la protección de los
derechos constitucionales mediante las acciones de amparo; el control por
contrariedad al derecho de los actos administrativos por motivos de
inconstitucionalidad mediante las acciones contencioso administrativas de
anulación; y el control de la constitucionalidad de ciertos actos estatales que
corresponde a la que le decimos Jurisdicción Constitucional es aquella que forma
parte de nuestra disciplina que, teniendo como presupuestos la supremacía
jerárquica de la Constitución sobre cualquier otra norma del sistema jurídico y la
necesidad de someter el ejercicio de la fuerza estatal a la racionalidad del derecho,
se ocupa de garantizar el pleno respeto de los principios, valores y normas
establecidas en el texto fundamental. Dentro de la jurisdicción constitucional es
donde se ejerce la actividad del control constitucional, por ende, viabiliza la
utilización del conjunto de procesos que permiten asegurar la plena vigencia y
respeto del orden constitucional, al cual se encuentra sometido toda la normatividad
que derive de los poderes constituidos y la conducta funcional de sus apoderados
políticos. En esta forma se recogen, en la Constitución de 1999, todos los principios
del sistema mixto o integral del sistema de justicia constitucional, propio de la
tradición venezolana, Por Justicia Constitucional, o Jurisdicción Constitucional,
entonces, podemos entender aquel proceso surgido del propio desarrollo
constitucional de derecho, que establecen mecanismos de control, autocontrol y de
defensa de la supremacía y vigencia constitucional. Una de las formas específicas
para el ejercicio de la justicia constitucional, es la posibilidad que tiene todo juez de
la República de ser juez de la constitucionalidad de las leyes. Todos los jueces o
juezas de la República, en el ámbito de sus competencias y conforme a lo previsto
en la Constitución y en la Ley, están en la obligación de asegurar la integridad de
esta Constitución. En caso de incompatibilidad entre esta Constitución y una ley u
otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales,
correspondiendo a los tribunales, en cualquier caso, aún de oficio, decidir lo
conducente. De esta forma la Constitución faculta al juez ordinario para desaplicar
una norma jurídica contraria a la Constitución sin necesidad de recurrir ante la Sala
Constitucional para promover una cuestión de inconstitucionalidad, como sucede en
otros ordenamientos jurídicos. Se trata del método denominado de control difuso de
la constitucionalidad de leyes que existe en nuestro país desde el siglo pasado,
regulado en el artículo 20 del Código de Procedimiento Civil, que establece
““Cuando la ley vigente, cuya aplicación se pida, colidiere con alguna
disposición constitucional, los jueces aplicarán ésta con preferencia”; esta
forma de control exige a los Tribunales de Justicia la aplicación de la norma
constitucional con un sentido preferente y no la ley ordinaria, cuando exista una
colisión con la disposición constitucional. La Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, recientemente dictaminó que el órgano jurisdiccional es el
único llamado a aplicar el control difuso de la Carta Magna, es decir, sobreponer los
principios del texto fundamental a cualquier otra disposición legal. El principio del
control difuso, más recientemente, se recogió en el artículo 19 del Código Orgánico
Procesal Penal, con este texto: “Artículo 19: Control de la Constitucionalidad.
Corresponde a los jueces velar por la incolumidad de la Constitución de la
República. Cuando la ley cuya aplicación se pida colidiere con ella, los tribunales
deberán atenerse a la norma constitucional” A los efectos de consolidar
constitucionalmente el método de control difuso de la constitucionalidad de las
leyes, como ha ocurrido el e control se manifiesta en la facultad asignada a un
órgano especial, bien dependiente del órgano jurisdiccional o bien autónomo, para
anular cualquier disposición o acto emanado de los poderes públicos que contraríen
algún dispositivo constitucional, produciendo efectos.
El Tribunal Supremo, en Sala Constitucional, también tiene competencia, conforme
al artículo 336 para “dirimir las controversias constitucionales que se susciten entre
cualesquiera de los órganos del Poder Público”. Conforme a ello, la Jurisdicción
Constitucional, debe resolver los conflictos constitucionales que se planteen entre
los órganos que ejercen el Poder Público, tanto en su distribución vertical
(República, Estados y Municipios), como en su división horizontal a nivel nacional
(Poder Legislativo, Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Poder Ciudadano, Poder
Electoral) y a nivel estatal y municipal (Poder Legislativo y Poder Ejecutivo). Es
decir, se trata de la resolución de controversias sobre atribuciones constitucionales
entre los órganos que ejercen del Poder Público; que son distintas a las
controversias administrativas que se puedan suscitar entre la República, los
Estados, Municipios u otro ente público, las que competen ser resueltas por la Sala
Política Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia (art. 266, ord. 4º), como
Jurisdicción Contencioso Administrativa. Esto exige distinguir, por supuesto, las
controversias constitucionales de las controversias administrativas. Esto lo ha
precisado el Tribunal Supremo de Justicia, al señalar que para identificar la
controversia constitucional, es necesario que los sujetos entre los cuales se
presente la misma, sean aquellos que tienen asignada, en forma expresa,
atribuciones para tales actuaciones o normas en el propio texto constitucional, esto
es, instituciones supremas del Estado, cuya regulación orgánica se contiene en el
propio texto constitucional, a diferencia de otras, en las que la configuración
institucional concreta se defiere al legislador ordinario; y en sentido contrario: No
estaremos en presencia de la controversia constitucional a que se refiere la norma
bajo examen, cuando las partes en la misma no poseen el carácter de órganos el
Poder Público, con atribuciones consagradas en el texto Constitucional, lo cual
excluye no sólo a particulares, sino también a funcionarios vicarios o quienes no
posean el carácter de órganos, aun cuando por virtud de norma expresa tengan
atribuidas funciones públicas o sean autoridad pública. En todo caso, la legitimación
activa para intentar un recurso a los efectos de dirimir controversias
constitucionales, corresponde a los órganos del Poder Público que sean parte en la
controversia.

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