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impresión que causó el personaje. Como Dorita (Dorothy), de "El mago de Oz". ¿Podemos
imaginarnos un Carlos Foster Kane, un Estanislao Kowalski o un Lorenzo de Arabia en el
doblaje de la época? Scarlett se llamó Escarlata para hacerla más cercana y familiar al
asombrado público español que, once años después de su estreno mundial en Atlanta, pudo
contemplar por fin la colosal "Lo que el viento se llevó" ("Gone with the wind", 1939).
Esta joven sureña, egoísta, manipuladora, terca y caprichosa, es uno de los mitos de ficción
más universales que ha dado el cine, como Robin Hood, Vito Corleone o Blancanieves. Setenta
y cinco años después de su creación literaria, gracias a la novelista Margaret Mitchell, sigue
siendo un icono femenino que expertos de todo tipo han diseccionado a fondo a lo largo de los
años: desde su carácter, ambición y moralidad hasta sus frases, miradas, maridos, vestuario o
peinados.
Vivien, en un descanso.
Lo primero que llama la atención de Scarlett es la devoción que siente hacia sus padres y el
desprecio que dedica siempre a sus hermanas pequeñas (Suellen y Carreen), como si las
considerara potenciales rivales en el flirteo amoroso. Será por eso que no tiene ni una sola
amiga a lo largo de la película, si exceptuamos a su confidente Mammy (Hattie McDaniel), la
persona que mejor la conoce, y, sin que ella lo pretenda, a la abnegada, bondadosa y amable
Melanie Hamilton (Olivia De Havilland), esposa del hombre a quien ama y que a lo largo de la
película le mostrará siempre a Scarlett una sincera devoción.
1. Poderoso atractivo: Margaret Mitchell ya nos advierte al comienzo de la novela que no era
bella, aunque los hombres "no solían darse cuenta de ello hasta que se sentían ya cautivos de
su embrujo". Tiene el semblante sereno y delicado de su madre, de ascendencia francesa, y los
rasgos más toscos de su padre, de origen irlandés. Su figura es fina y graciosa, con un busto
"muy bien desarrollado para sus 16 años".
2. Arte para seducir: Los gemelos Tarleton, Charles Hamilton (Rand Brooks), Frank Kennedy
(Carroll Nye) y unos cuantos muchachos del condado de Clayton (Georgia) se quedan
hipnotizados ante su presencia. A su edad ya sabe mejor que nadie lo irresistible que es una
caída de ojos o cómo sonreír en cada momento, porque existen múltiples sonrisas para
múltiples propósitos. En el primer tramo de la historia sólo le importan las fiestas, los cotilleos,
los vestidos y los jovencitos que la miran con embobada atención. “¡Guerra, guerra, guerra!
¿Es que no sabéis hablar de otra cosa?”.
3. Determinación y tenacidad: Son las cualidades preferidas por Rhett Butler (Clark Gable), un
canalla y cínico hombre de negocios, de oscuro pasado, que se enamora de ella desde el
momento en que la descubre declarando su amor, de forma impetuosa, a Ashley Wilkes (Leslie
Howard), el exquisito, soñador y apacible caballero de Doce Robles.
- Ni usted una dama. No se ofenda: las damas no tienen ningún atractivo para mí.
A Rhett no le alteran ni los graciosos hoyuelos de sus mejillas ni sus ojos verdes, sino la
capacidad de la joven para hacer todo aquello que se propone con una osadía insólita para la
época. "¡Qué gran mujer!", exclamará cuando se reencuentren, después de un tiempo, ella
convertida en la señora Kennedy. Sólo unos meses atrás, le había visitado en la cárcel, muerta
de hambre pero tratando de ocultarlo, para venderse por unos cuantos dólares.