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es uno de los pocos nombres del cine norteamericano que se castellanizaron por la tremenda

impresión que causó el personaje. Como Dorita (Dorothy), de "El mago de Oz". ¿Podemos
imaginarnos un Carlos Foster Kane, un Estanislao Kowalski o un Lorenzo de Arabia en el
doblaje de la época? Scarlett se llamó Escarlata para hacerla más cercana y familiar al
asombrado público español que, once años después de su estreno mundial en Atlanta, pudo
contemplar por fin la colosal "Lo que el viento se llevó" ("Gone with the wind", 1939).

Esta joven sureña, egoísta, manipuladora, terca y caprichosa, es uno de los mitos de ficción
más universales que ha dado el cine, como Robin Hood, Vito Corleone o Blancanieves. Setenta
y cinco años después de su creación literaria, gracias a la novelista Margaret Mitchell, sigue
siendo un icono femenino que expertos de todo tipo han diseccionado a fondo a lo largo de los
años: desde su carácter, ambición y moralidad hasta sus frases, miradas, maridos, vestuario o
peinados.

Scarlett rompió moldes, literarios y cinematográficos, por su desprecio a las cualidades y


virtudes que las mujeres debían conservar en la alta sociedad del siglo XIX, extensibles también
a la época en que se escribió la novela y se dirigió la película. No es recatada ni sumisa ante los
hombres, odia llevar luto, quebranta cualquier norma que le incomode para sus ambiciones, se
convierte en empresaria en un mundo masculino y se deja llevar por sus pasiones y emociones
sin importarle un bledo las apariencias. Mitchell la describió de una manera completa y
soberbia, con una dimensión épica que enmascara sus actitudes más oscuras. Porque tampoco
hay que olvidar que Kathy Scarlett O'Hara pretende destruir un matrimonio feliz, es una mala
esposa, su instinto maternal deja mucho que desear, permite el maltrato a los presidiarios, que
utiliza descaradamente en su negocio, y es básicamente una especuladora, lo que en la novela
se denomina "carpetbagger" (quien utiliza cualquier método para explotar un territorio,
término que la escritora aplica con frecuencia a Rhett Butler y a ella).

Y sin embargo, para millones de lectores y espectadores se trata de un personaje irresistible,


con una fortaleza y un espíritu de lucha admirables. Además de superar tragedias familiares, el
hambre y el horror de una guerra, Escarlata debe hacer frente con entereza y determinación al
permanente desdén que le dedica una sociedad anclada en la gloria del aristocrático Sur, que
nunca aprueba su conducta. El cariño que le profesa un ser tan puro y bondadoso como es su
cuñada Melanie (o Melania) será a menudo la tabla de salvación de Scarlett y una de las
principales razones por las que el público confíe aún en ella. Al fin y al cabo, si Melanie la
quiere es que algo bueno debe tener.

El legendario personaje del cine contó con un espectacular proceso de selección de su


intérprete, que incluía votaciones populares y una insólita y cuidadosa campaña en todos los
medios. Hoy en día sigue siendo una excelente lección para aprendices publicitarios. La elegida
fue la encantadora actriz británica Vivien Leigh, una de las grandes responsables del halo
mítico que posee la película.Vivien, de aspecto frágil pero seductor y de mirada coqueta y
traviesa, cuenta con dos personajes antológicos en su carrera cinematográfica: Scarlett O'Hara
y Blanche DuBois ("Un tranvía llamado Deseo"), ambos en la cima de los más grandes papeles
femeninos de todos los tiempos. La traumática separación de su marido, el actor Laurence
Olivier, y una tuberculosis mal curada -que le condujo a la muerte a los 53 años- le llevaron a
rodar sólo nueve películas en veinticinco años.

Vivien, en un descanso.
Lo primero que llama la atención de Scarlett es la devoción que siente hacia sus padres y el
desprecio que dedica siempre a sus hermanas pequeñas (Suellen y Carreen), como si las
considerara potenciales rivales en el flirteo amoroso. Será por eso que no tiene ni una sola
amiga a lo largo de la película, si exceptuamos a su confidente Mammy (Hattie McDaniel), la
persona que mejor la conoce, y, sin que ella lo pretenda, a la abnegada, bondadosa y amable
Melanie Hamilton (Olivia De Havilland), esposa del hombre a quien ama y que a lo largo de la
película le mostrará siempre a Scarlett una sincera devoción.

¿Por qué Scarlett O'Hara ha fascinado a tantas generaciones?

1. Poderoso atractivo: Margaret Mitchell ya nos advierte al comienzo de la novela que no era
bella, aunque los hombres "no solían darse cuenta de ello hasta que se sentían ya cautivos de
su embrujo". Tiene el semblante sereno y delicado de su madre, de ascendencia francesa, y los
rasgos más toscos de su padre, de origen irlandés. Su figura es fina y graciosa, con un busto
"muy bien desarrollado para sus 16 años".

2. Arte para seducir: Los gemelos Tarleton, Charles Hamilton (Rand Brooks), Frank Kennedy
(Carroll Nye) y unos cuantos muchachos del condado de Clayton (Georgia) se quedan
hipnotizados ante su presencia. A su edad ya sabe mejor que nadie lo irresistible que es una
caída de ojos o cómo sonreír en cada momento, porque existen múltiples sonrisas para
múltiples propósitos. En el primer tramo de la historia sólo le importan las fiestas, los cotilleos,
los vestidos y los jovencitos que la miran con embobada atención. “¡Guerra, guerra, guerra!
¿Es que no sabéis hablar de otra cosa?”.

3. Determinación y tenacidad: Son las cualidades preferidas por Rhett Butler (Clark Gable), un
canalla y cínico hombre de negocios, de oscuro pasado, que se enamora de ella desde el
momento en que la descubre declarando su amor, de forma impetuosa, a Ashley Wilkes (Leslie
Howard), el exquisito, soñador y apacible caballero de Doce Robles.

- Señor, no es usted un caballero.

- Ni usted una dama. No se ofenda: las damas no tienen ningún atractivo para mí.

A Rhett no le alteran ni los graciosos hoyuelos de sus mejillas ni sus ojos verdes, sino la
capacidad de la joven para hacer todo aquello que se propone con una osadía insólita para la
época. "¡Qué gran mujer!", exclamará cuando se reencuentren, después de un tiempo, ella
convertida en la señora Kennedy. Sólo unos meses atrás, le había visitado en la cárcel, muerta
de hambre pero tratando de ocultarlo, para venderse por unos cuantos dólares.

4. Espíritu de lucha: Su evolución es asombrosa. Pasa de ser una damisela caprichosa y


consentida a una mujer decidida y emprendedora. Para recuperar Tara, la tierra de sus padres,
tendrá que recoger algodón con sus manos, matar a un renegado, huir con una madre enferma
y un recién nacido a través de los campos de batalla, ofrecerse como amante, casarse con un
hombre a quien no quiere y, entre otras muchas acciones, convertirse en cabeza

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