Está en la página 1de 283

398.

364 Teresa Rojas Rabiela


R64 Cultura hidráulica y sim bolism o m esoam ericano del agua en el México prehispánico /
José Luis M artínez Ruiz y Daniel Murillo Ucea - Jiutepec, Morelos: In stitu to Mexicano
de Tecnología del A gua/Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología
Social, 2009.
305 pp. 22.5 x 15.5 cm
ISBN 978-697-7563-06-8

1. Agua 2. Sim bolismo 3. México (época prehispánica)

Fotografía de p o rtada:
C hultún de Chichén liza. Teresa Rojas Rabiela.

Im agen de la co n trap o rtad a : Chac, Códice Madrid.

Coordinación editorial:
In stitu to Mexicano de Tecnología del Agua.

Coordinación de Comunicación,
P articipación e Inform ación.

Subcoordinación de Vinculación, Comercialización


y Servicios Edi toriales.

P rim era edición: 2009.

D.R. © In stitu to Mexicano de Tecnología del Agua


Paseo C uauhnáhuac 8532
62550 Progreso, Jiutepec, Morelos
MÉXICO
ww w.im ta.gob.m x

D.R. © Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en A ntropología Social


Calle Ju á rez 87
Col.Tlalpan
M000, Del.Tlalpan, México, D.F.
MÉXICO

ISBN 978-697-7563-06-8
Im preso en México - P rinted in México
Cultura hidráulica y simbolismo mesoamericano
del agua en el México prehispánico

IMTACIESAS

México, 2009
íflDICE
PRESENTACIÓN 9
Polioptro F. M artínez Austria

PREFACIO 11
Jorge M artínez Ruiz

PRIMERA PARTE
EL AGUA EN LAANTIGUA MESOAMÉRICA: USOS YTECNOLOGÍA 13
- Teresa Rojas Rabiela

INTRODUCCIÓN 15
Contenido y organización 17
Las fuentes de agua 18
Los tipos de obras hidráulicas 19
Las fuentes de conocimiento 19
El agua y sus aprovecham ientos en lengua náhuatl. 20
Las estaciones del año y las clases de tierras en M esoamérica
La coexistencia de térm in o s en hidráulica 21

CAPÍTULO 1 LAS OBRAS HIDRÁULICAS PARA USOS DOMÉSTICOS 23


Agua de lluvia: captación, conducción, almacenamiento y distribución 25
Cisternas en San José Mogote y Tierras Largas, Oaxaca 25
Los chultunes o cisternas mayas de la península de Yucatán 26
Losjagüeyes o depósitos pluviales a cielo abierto 29
Los depósitos pluviales de Tzicoac-Cacahuatengo, 31
Huasteca meridional, Veracruz
Los depósitos pluviales domésticos 34

Manantiales: captación, conducción y distribución para uso doméstico 35


Acueducto de Chapultepec 35
Acueducto del Acuecuéxcatl 38

Aguas subterráneas: extracción de agua de pozos 40


Pozos verticales 40
Pozos m ayas 41
CAPÍTULO 2 OBRAS HIDRÁULICAS
PARA LA IRRIGACIÓN AGRÍCOLA
El riego según las fuentes históricas 52
Criterios empleados para clasificar los sistem as de riego prehispánico 52
Obras y sistemas de riego 53
Distribución geográfica del riego en Mesoamérica 53

Sistemas de riego permanentesy temporales 55


Sistem a hidráulico de Teopantecuanitlan, 58
Copalillo, Guerrero
Sistem a hidráulico de Xoxocotlan, 59
M onte Albán, Oaxaca
Sistem a hidráulico de Santa Clara Coatitlan, 61
Estado de México
Sistem a hidráulico de la presa Purrón o Maquitongo, 61
Tehuacán, Puebla
Otros sistem as hidráulicos del Valle de Tehuacán, Puebla 67
Sistem a hidráulico del Tetzcotzinco a p a rtir 70
de m anantiales, Estado de México
Sistem a hidráulico de Hierve el Agua y la Cañada 77
de Cuicatlán, Oaxaca
Sistem a de riego p erm an en te del río Teotihuacan, 78
Estado de México e Hidalgo
Sistem a perm an en te de riego del río Tula 81
en laTeotlalpan, Hidalgo
Sistem a p erm an en te de riego del Valle 83
de Cuernavaca, Morelos
Sistem a de riego p erm an en te de la cuenca 87
del río Nexapa, Puebla

Sistemas de riego con presas derívadoras efímeras 90


El sistem a hidráulico del río Cuautitlán, Estado de México 98
Los derram aderos en Tepetlaoztoc, Estado de México 100
Los depósitos pluviales en cimas 102

Sistemas de humedad/riego en lagunas estacionales, arenales y vegas 102


Sistema hidráulicos y formación de lagunas superficiales 106
Laguna de Tula, Hidalgo 106
Laguna de Ainanalco, México 107

Sistemas de riego con agua subterránea 107


Riego m anual o "riego a brazo" 107
Riego a p a rtir de galerías filtran tes 113

CAPÍTULO 3 OBRAS HIDRÁULICAS PARA LA CONDUCCIÓN, 117


CONTROL Y DRENAJE DE AGUAS PLUVIALES
Desagüesy alcantarillas en Zempoala, Veracruz 119
Xicalcoliuhqui de Tajin, Veracruz 123

CAPÍTULO 4 OBRAS HIDRÁULICAS PARA EL CONTROL 127


DE LOS NIVELES DE AGUA EN ZONAS LACUSTRES,
PANTANOSAS E INUNDABLES
Sistema hidráulico de la cuenca de México, Distrito Federaly Estado de México 131
Campos drenados o elevados 141
Campos elevados del Alto Lerma, Valle de Toluca, Estado de México 143

CAPÍTULO 5 ALGUNAS PROPUESTAS, ALGUNAS 147


IDEAS A MANERA DE CONCLUSIONES...

SEGUNDA PARTE

TRADICIÓN HIDRÁULICA MESOAMERICANA Y SIMBOLISMO 155


PREHISPÁNICO DEL AGUA
José Luis M artínez Ruiz y Daniel Murillo Licea

INTRODUCCIÓN 157
¿Qué sucedió en Mesoamérica? 158
Los orígenes: el m aíz 159
Territorio y cosmovisión 161

CAPÍTULO 6 AGUA YTECNOLOGÍA ENTRE LOS OLMECAS 165


Teopantecuanitlan, Guerrero 167
Los sistemas hidráulicos de San Lorenzoy de La Venta 173
El culto al aguayal monte 181

CAPÍTULO 7 OTRAS OBRAS HIDRÁULICAS DESTACADAS 189


EN EL PRECLÁSICO
Cuicuilco 191
Drenaje pluvial en los centros cívicos-ceremoniales 194
Los temazcales en la antigua Mesoamérica 195

CAPÍTULO 8 IRRIGACIÓN PREHISPÁNICA 199


EN LA MESETA POBLANAYEL VALLE DETEHUACÁN
Presa Puirón, Tehuacán, Puebla 203

CAPÍTULO 9 OAXACA: LAS INNOVACIONES 209


HIDRÁULICAS MIXTECAS YZAPOTECAS
Hierve elAgua,500 a. CA350 d. C. 213

CAPÍTULO 10 ELÁREAMAYA: CIUDADES Y SISTEMAS HIDRÁULICOS 219


Los chultunes, la lluviayla abundancia 225
La infraestructura hidráulica como elemento simbólico 231
Acrópolisy ritualidad 239

CAPÍTULO 11 PAISAJES HIDRÁULICOS 247


EN LA CUENCA DEL VALLE DE MÉXICO
Teotihuacan 249
Las chinampasylas obras hidráulicas:parte de la estructura 250
del gobierno confederado de la TripleAlianza
La función de los rituales en las obras hidráulicas 255
Los sistemas h idráulicos de la cuenca de México, a paitir 259
de las crónicasy documentos del sigloXVI
El Señorío Hidráulico oAItépetl de Nezahualcóyotl 263

CAPÍTULO 12 MESOAMÉRICA COMO 271


UN PATRÓN CIVILIZATORIO PARTICULAR
BIBLIOGRAFÍA 275
ÍNDICE TEMÁTICO 289
Presentación

n el México prehispánico, el conocim iento objetivo de la natu raleza y

E la experiencia práctica en el m anejo y control del agua generó técnicas


y obras hidráulicas que sirvieron de cim iento para el desarrollo de la
irrigación agrícola, la construcción de sistem as de abastecim iento de agua
a la población y la realización de in fraestru ctu ra de desagüe, e n tre otras
aplicaciones.
La evidencia m aterial arqueológica que pervive y la docum entación
recabada en la p resen te investigación, confirm an lo dicho por Ángel Palerm
y Eric Wolf: "El riego es u n a característica fundam ental de las culturas
m esoam ericanas.” Con base en la lectura de Cultura hidráulica y simbolismo
mesoamericano del agua en el México preshispánico, podem os enfatizar y am pliar
dicha aseveración: el conocim iento hidráulico es uno de los fu ndam entos para
el desarrollo civilizatorio de las culturas precolombinas.
Uno de los logros de este trabajo, producto de la colaboración de dos
centros de investigación especializados en el tem a de agua, el Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social y el In stitu to
Mexicano de Tecnología del Agua, es presentar, ante la am plitud del tem a,
un m ural que condensa la tradición hidráulica preshispánica del México
m esoam ericano. Los autores, Teresa Rojas Rabiela, José Luis M artínez Ruiz
y Daniel Murillo Licea, al recuperar la m em oria histórica de las experiencias
y trabajos ejecutados de ingeniería en m ateria de agua, nos b rin d an la
oportunidad de conocer y ad m irar los alcances y avances de este b astió n de la
historia de la tecnología hidráulica mundial.
El presen te libro nos m u estra un p anoram a que inicia desde las prim eras
obras ejecutadas p o r la cultura olmeca, pasando luego por una diversidad de
culturas, tales como la teotihuacana, maya y zapoteca, entre otras destacadas,
h a sta concluir con el desarrollo hidráulico de la ciudad de T enochtitlan de
los mexicas y el im presionante complejo de Tezcotzinco, construido p o r el
rey Nezahualcóyotl, quizás el ingeniero hidráulico m ás talentoso del México
prehisp án ica Se agradece que este escrito se acom pañe de espléndidas
fotografías, im ágenes de códices y figuras, que no solam ente ilustran, sino
form an p a rte sustancial de la docum entación y de la propia investigación.
Al igual que las civilizaciones hidráulicas del Viejo Mundo, en el México
m esoam ericano el factor hidráulico constituyó un soporte para el desarrollo
de las altas culturas precolombinas; es de rem arcarse que en la construcción
de las obras de ingeniería hidráulica prehispánica no se contó con anim ales
de carga ni tam poco se utilizaron h erram ien tas m an u facturadas de hierro
y, aunque se conocía el concepto de rueda, ésta no fue aprovechada. En
contraparte, los trabajos de edificación de obras hidráulicas se realizaron con
un a intensa m ano de obra que exigió planeación, organización, conocim iento
sistem atizado y una red de especialistas y artesan o s en los diferentes ramos,
que implicó la ingeniería en el llam ado Nuevo Mundo. Invención, adaptación
e innovación tecnológica y la transm isión del conocim iento para usar,,
m anejar y controlar el agua dieron lugar a un desarrollo original propio de
Mesoamérica.
Con absoluta independencia cultural del Viejo M undo y propia creatividad,
en el México prehispánico se construyeron obras de captación, conducción,
alm acenam iento y distribución de agua, ta n to para uso dom éstico como
para fines agrícolas y prevención de inundaciones, por lo que se contó con
pozos, presas, jagüeyes, drenajes, alcantarillas, albercas, desagües, sistem as
de irrigación, com puertas, diques, acueductos, cisternas, fuentes, sistem as
de captación de agua de lluvia, técnicas de control de avenidas, contención y
retención de aguas. A ello habría que agregar las adaptaciones de los cuerpos
de agua y el uso agrícola de hum edales y tierras de hum edad, en los que se hace
un aprovecham iento intensivo del recurso hídrico.
En suma, el conocim iento de la tecnología hidráulica contribuyó a que
los pueblos precolom binos del México m esoam ericano fo rm aran un p a tró n
cultural original que le otorga, con todo derecho, u n lugar destacado en el
concierto de las civilizaciones surgidas en la historia de la hum anidad.

Polioptro F. M artínez Austria


uando los conquistadores españoles, al m ando de H ernán Cortés,

C arrib aro n a la ciudad de Tenochtitlan, les pareció que soñaban al


ver lo bien trazad o de las avenidas; contem plaron palacios con una
arq u itectu ra y símbolos nunca vistos, increíbles jardines flotantes y un paisaje
entretejido de canales y ahuejotes. Al contem plar este orden y la belleza de la
ciudad, según cu en ta Bernal Díaz del Castillo, pensaron e star en un m undo de
encan tam ien to com o en las aventuras de Amadís de Gaula en sus novelas de
caballería.
Lo que m ás sorprendió a los españoles es que todos los poblados p o r los
que cruzaban cam ino al palacio de M octezum a estaban arm ados en el agua".
En efecto, sólo que esta arm onía en tre el ento rno y la ciudad, este encuentro
con lo maravilloso, no era producto de ningún hechizo, sino de la ingeniería
hidráulica prehispánica con una antigüedad de tre s mil años de tradición.
Después de u n cerco en el que se co rtaro n las redes de abasto de agua y se
utilizaron bergantines para com batir p o r agua contra los mexicas y sus
aliados, cae en 1523 la ciudad lacustre de Tenochtitlan, concluyendo en México
un ciclo de conocim iento y experiencia en el m anejo y control del agua, cuyas
raíces m ás rem o tas se encuentra en la cultura hídrica de los olmecas.
Si la invención de la agricultura provocó un cambio social radical, la
irrigación y las obras hidráulicas significaron un cambio tecnológico que de
nueva cu enta revolucionó a los pueblos prehispánicos. Dos nociones gemelas
se asocian en estas transform aciones. Cultura y civilización. En Mesoámerica,
com o se recoge en esta investigación del Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social y del Instituto Mexicano de Tecnología
del Agua, la form ación de las sociedades agrarias trae consigo, en tre o tras
situaciones, tre s hechos significativos: la división social, acum ulación de
excedentes alim entarios y la concentración del poder en la figura de los
gobernantes. Ello contribuye a que se originen otros procesos como el comercio
y la g u erra pero, sobre todo, p erm ite el desarrollo cultural, p a rte esencial de
ella fue la cosmovisión indígena del agua.
Es con base en el a rte del cultivo de las plantas que surge lo que ahora
entendem os como cultura de los pueblos. Nos recuerdan los autores de
Cultura hidráulicay simbolismo mesoamericano del agua en el México prehispánico, el
argum en to de Gordon Childe respecto del papel civilizatorio que h a jugado el
riego en tre los pueblos antiguos. La idea principal de este arqueólogo consistía
en hacer ver que la revolución neolítica que se produce con la agricultura
adquiere una nueva dim ensión cuando las aldeas agrícolas descubren y
aplican la irrigación en sus campos. Es aquí, agrego, el origen de lo que los
griegos llam aron civitas o sea, la urbe, y lo que p o sterio rm en te hem os llamado
civilización. En ese sentido las civilizaciones m esoam ericanas fo rm an p arte
de las que surgieron en el Viejo Mundo con base en el dom inio de los cultivos y
el desarrollo de la obra hidráulica.
La novedad de esta investigación es re sa lta r la constancia, inventiva
tecnológica y lo prolífico de las obras hidráulicas y los sistem as de irrigación,
que prevalecen en la historia precolom bina de los pueblos indios. Este
recuento de una m u e stra representativa tiene u n alto valor, ya que nos
p erm ite probar la existencia de un conocim iento hidráulico organizado y
sistem atizado que fue conservado, tran sm itid o y renovado constantem ente.
Las civilizaciones m esoam ericanas en México disponían de u n a ingeniería
hidráulica prehispánica, que constituyó el soporte cognitivo para aprovechar
con eficiencia los recursos hídricos. Dos colum nas sostienen a este corpus:
invención e innovación del conocimiento hidráulico. C ontar con este panoram a
hidráulico nos p erm ite co m p artir con la sociedad civil contem poránea un
patrim onio de conocim iento que requiere de ser conocido y de preservarse,
pues si tenem os m em oria, sabrem os quiénes som os y qué fu tu ro queremos.
No solam ente los recursos naturales deben asegurarse para las generaciones
futuras, tam bién el conocim iento del agua es estratégico para consolidar una
civilización sustentable.

Jorge M artínez Ruiz


San Antón, 2008.
PRIMERA PARTE
(22©
EL AGUA EN LA ANTIGUA
MESOAMÉRICA: USOS
Y TECNOLOGÍA
Teresa Rojas Rabiela
Introducción

l agua, líquido prim ordial que hace posible la vida en el planeta; está en

E su origen. Es universal y casi ubicua; está presente desde la gestación


h a sta la m u e rte de todo lo vivo. Los seres hum anos som os casi de
agua, pues nos constituye en u n 70%. Lo m ism o enfrentam os sed que nos
sum ergim os en ella con placer, le rendim os culto y veneración, sufrim os los
estragos de la sequía cuando escasea o de las inundaciones cuando abunda;
in ten tam o s m anejarla, alm acenarla, dominarla, controlarla y encauzarla en
beneficio de la agricultura, la vida colectiva, la navegación, los asentam ientos,
los anim ales y las plantas, el esparcimiento, las m áquinas y la industria. El
agua dulce o salobre, caliente o fría, sólida, líquida o como vapor nos brinda
alim entos, p roductos y servicios no sólo útiles sino deliciosos, placenteros y
confortables que hacen posible la vida y m ás agradable la existencia. En ñn, el
agua está p resente siem pre y sin ella, sim plem ente no podríam os sobrevivir.
Por eso y p o r más, este trabajo se dedica a ella, en p articular a cómo la
m anejaron técnicam ente los antiguos mexicanos, los que vivieron en el
centro y su r de México y g ran p a rte de Centroamérica; es decir, en la antigua
Mesoamérica, una de las cunas de la civilización en el m undo. En estas páginas
tiene un lugar de privilegio el tra ta m ie n to de las técnicas y obras hidráulicas,
p o r encim a de lo relativo a los conceptos, ideas y conocim ientos en to rn o al
agua, su origen, ciclos, características, estados y valores asociados. Su objetivo
es modesto, pues se concreta a exponer 110 un a síntesis de todo lo que se sabe
sobre el te m a a lo largo de la historia de Mesoamérica, sino una exposición
panorám ica m ediante ejemplos que se basan en resultados de investigación
propia y de otros especialistas, lo cual tiene sus complicaciones puesto que
no son siem pre com parables ni uniformes. El form ato adoptado tam poco
da lugar a u n relato cronológico, no o bstante lo cual las fechas se consignan
cuando los arqueólogos las han podido establecer; pero no puede soslayarse la
dificultad existente p ara fechar los vestigios de las antiguas obras hidráulicas,
de los cam pos agrícolas y de o tras estru ctu ras productivas similares, salvo
cuando h an quedado cubiertos o sellados por otros restos factibles de d a ta r
(Manzanilla, 1990). Una aclaración m ás se refiere a que este texto hace m enos
Fotografía de la página anterior: Canal Olmeca deT eopantecuanitlan. Foto:Teresa Rojas.
énfasis en lo maya, y m ayor en los altiplanos centrales, lo cual se espera
rem ediar en una próxim a publicación.
A propósito del interés p o r la tem ática de las obras hidráulicas, cabe
recordar que buena p a rte de la inform ación con la que hoy contam os, en
especial aquella sobre el riego, resultó de u n in terés científico específico
derivado de form ulaciones teóricas como las de V. Gordon Childe y Julián H.
Stew ard en to rn o al evolucionismo y de evolucionismo m ultilineal (el segundo
autor), y de Karl W. W ittfogel sobre la sociedad hidráulica o Estado hidráulico.
Stew ard propuso que las civilizaciones te m p ra n a s de riego existentes en
Mesoamérica, Perú, China y el Cercano Oriente se desarrollaron a través
de periodos similares, fu n d am en talm en te p o r los m ism os motivos, si bien
no coincidieron en el tiem po p o r obvias razones (Steward, 1960). Al reto m ar
la form ulaciones de Wittfogel, Stew ard exploró la posibilidad de que en la
evolución de las sociedades hidráulicas, la irrigación y el uso de las prim eras
p lantas dom esticadas hubieran sido sim ultáneos, así como que el desarrollo
de las com unidades locales, la tecnología, los pa tro n e s económicos y políticos,
y aun los logros intelectuales, estéticos y religiosos pudieran h ab er seguido
vías similares. A p a rtir de esta propuesta teórica, el etnólogo norteam ericano
form uló u n a explicación causal sobre la sucesión de tipos culturales en cada
una de esas áreas irrigadas del mundo, contenida en el trabajo Cultural Causality
andLaw:A Trial Formulation oftheDevelopmentofEarlyCivilizcitions, de 1949. En un
simposio acerca de la m ism a problem ática, organizado por este m ism o au tor
poco después participó, adem ás de Wittfogel, el etnólogo Ángel Palerm, quien
desde entonces se dedicó a analizar la posible aplicación de las teorías de
W ittfogel y Stew ard al caso de la civilización u rb a n a de M esoam érica (Palerm
1954 y 1955, en 1972; 1973).
Por su parte, el arqueólogo Pedro Armillas había publicado e n 1949 el prim ero
de varios artículos seminales dedicados a la agricultura de liego, que tuvieron
u na gran influencia sobre las nuevas generaciones de m esoam ericanistas,
principalm ente los titulados:“Notas sobre sistem as de cultivo en Mesoamérica.
Cultivos de riego y hum edad en la Cuenca del Río de las Balsas”(1949, en 1991a),
"Tecnología, form aciones socio-económicas y religión en M esoam érica”(1951, en
1991b), y m ucho m ás ta rd e el dedicado a las chinam pas de la cuenca de México,
"Gardens on Swamps" (1971, en 1983), que tuvo com o antecedente el artículo en
coautoría con Robert C. W est sobre "Las chinam pas de México" (1950). Además
de los anteriores, otros autores h a n contribuido a la com prensión de las obras
hidráulicas y su relación con la evolución social de las culturas de Mesoamérica;
debe .mencionarse a los arqueólogos William T. Sanders, que hizo aportaciones
fundam entales al estudio del desarrollo cultural de M esoamérica, con énfasis
en las interacciones cultura-medio am biente (1956,1957,1962,1965,1968); Robert
S. MacNeish y colaboradores (1967-1972), René Millón (1954,19571962,1973) y Kent
V. Flannery y colaboradores (1986), en tre los principales.
Las nuevas p reg u n tas que las diversas teorías generaron en el cam po
de la investigación arqueológica y etnohistórica sobre el desarrollo de las
civilizaciones antiguas de Mesoamérica, dieron lugar a una renovación
del pensam iento antropológico entonces prevaleciente, colocándolas en
un co n tex to com parativo (homotaxial). En el cam po arqueológico se
em p ren d iero n búsquedas novedosas, ta n to como una relectura, con nuevas
“miradas", de las fu en tes históricas ta n ta s veces utilizadas, así como una
revisión crítica del conocim iento acum ulado p o r las anteriores generaciones
de estudiosos. Surgieron así nuevos tem as y problem as antes no planteados
y en ocasiones ni siquiera percibidos como significativos, dado el tipo de
investigación excesivamente concentrada en el estudio de la religión y
el ceremonialismo, y ten d ien te a un cierto enciclopedismo" desprovisto
de interpretaciones teóricas. Se dio paso al interés por el origen de la
civilización m esoam ericana, la agricultura, el riego, el Estado y el urbanism o,
principalm ente.
Mención especial m erecen dos proyectos, uno dirigido p o r el arqueólogo
Robert S. MacNeish sobre la p rehistoria del Valle de Tehuacán (cuyos resultados
se publicaron a p a rtir de 1967), encam inado a la búsqueda del origen de la
dom esticación de plan tas en Mesoamérica, de los sistem as agrícolas y del
riego. En el volum en IV, dedicado a la cronología e irrigación, el propio W ittfogel
se interroga: ¿Puede el estudio de las grandes obras hidráulicas ser una clave
de la h isto ria de la hum anidad? (1972, p. 59). Richard B. W oodbury y Jam es A.
Nelly se ocupan de los sistem as de control de agua (1972, pp. 81-153), y MacNeish
y colaboradores del origen de la dom esticación de plantas en la región (1976,
pp. 290-309). El segundo proyecto fue encabezado por Kent V. Flannery sobre
"La preh isto ria y la ecología h u m an a del valle de Oaxaca" a p a rtir de 1962, cuyos
resultados h a n sido publicados, destacadam ente en el volum en titulado Guilá
Naquitz.Archaic Foraging and EarlyAgricultura in Oaxaca, México (1986).
No es este el lugar p ara continuar con esta historia intelectual, pero sí
de m encionar que el tex to que ahora ofrezco sobre las obras hidráulicas
prehispánicas se beneficia de esos y otros m uchos resultados de las
investigaciones realizadas desde los años cuarenta, así como de las siguientes
obras de síntesis (por orden cronológico): Teresa Rojas Rabiela (1988,1990,2001),
Jam es Doolittle (1990), Jorge Angulo (l993),Thomas M. W hithm orey B. L.Turner
II (2001), y Lisa J. Lucero y B arbara W. Fash (eds.) (2006).

Contenido tj organización
La intención de este tex to es p re se n ta r u n a panorám ica de todos los tipos de
obras hidráulicas prehispánicas utilitarias conocidas, a través del recurso de
exponerlos ejem plos m ás docum entados o bien con características únicas, sin
pretender, ya se dijo antes, exhaustividad. No se tra ta, por ende, de u n relato
cronológico ni de una síntesis de todo el conocim iento acumulado. Las obras
hidráulicas que se abordan son aquellas destinadas a proveer de agua a las
antiguas poblaciones para bebery p ara o tros usos dom ésticos (asear, preparar
alimentos), asi como p ara la agricultura, el control hidráulico y el drenaje (aguas
pluviales y de desecho) y sólo secundariam ente la recreación. No se abordan así
las instalaciones cuya finalidad fue religiosa y ritual, excepto cuando ésta se
combinó con las utilitarias, o bien, porque su uso e stá en discusión (Hierve el
Agua, Oaxaca, como el m ejor ejemplo). Tampoco se ahonda en la organización
social y política im plicada en las obras, sin que el te m a esté ausente.
Antes de exponerlos tipos de obras hidráulicas, presento algunos aspectos
introductorios, incluidas dos tipologías: u n a sobre las clases de fuentes de agua
y hu m ed ad que alim entaban las instalaciones hidráulicas prehispánicas, y
o tra sobre las fuentes de conocim iento con las que contam os para conocerlas.
Además expongo algunos ejemplos de las palabras referidas al agua y a sus
aprovecham ientos en lengua náhuatl, la diversidad de orígenes de los térm inos
en español referidos a las obras hidráulicas, las estaciones del año y las clases
de tie rra en náhuatl.
Enseguida el lector en contrará la exposición de los tipos de obras
hidráulicas prehispánicas que resultan de la com binación de dos criterios
básicos: su finalidad y el origen del agua em pleada. Cada uno de los tipos
resultantes se ilustran m ediante ejemplos y, cuando es posible, se refieren
a regiones con distintas condiciones am bientales, con el propósito de
abarcar la gam a m ás com pleta posible de las soluciones que los antiguos
m esoam ericanos encontraron p ara satisfacer sus necesidades de agua y
en fre n ta r cotidianam ente los pequeños y grandes problem as y retos en
relación con ella, ya fuera escasa, suficiente, abundante, excesiva, errática,
superficial, subterránea, freática, salobre, dulce, contam inada, serena, agitada,
lejana, cercana, concentrada, dispersa, perenne, estacional o estancada.
El texto contiene una gam a diversa de im ágenes cuya pretensión
es d ocum entar visualm ente los ejemplos; provienen de búsquedas en
m anuscritos de la época virreinal te m p ra n a (siglo XVI), en especial en los
libros pintados o códices indígenas, pero tam b ién hay esquemas, m apas y
planos virreinales que se sum an a algunos bocetos y dibujos arqueológicos
derivados de levantam ientos de campo. Las fotografías, registros existentes
desde m ediados del siglo XIX, p resen tan visualm ente algunos vestigios de
obras hidráulicas prehispánicas o bien, ejemplos conocidos etnográficam ente,
similares a los descritos en las fuentes históricas.

Las fuentes de apira


Elaguá'aqui referida es la com únm ente llam ada agua dulce", ala que se agregan
tre s criterios: origen, movilidad y ubicación (subterránea o superficial), de cuya
com binación resu ltan los siguientes tipos de fu en tes de agua:
M eteórica o atm osférica en movimiento: agua de lluvia.
Superficial en m ovim iento: m anantiales, ríos y arroyos perennes y
tem porales.
Superficial en calma: humedales, lagunas, pantanos, lechos lacustres.
Subterránea y freática: ríos y depósitos subterráneos.

Los tipos de obras hidráulicas


La tipología de obras hidráulicas que presento se basa en dos criterios básicos:
la finalidad de las obras hidráulicas y el tipo de fuente de agua utilizado. En realidad
y como se apreciará, se tr a ta de una tipología ideal dado que con frecuencia las
instalaciones hidráulicas tuvieron m ás de una función y se alim entaron con
m ás de un tipo de agua, pluvial o de m anantial, po r ejemplo:

Abasto de agua p ara uso dom éstico y otros servicios cotidianos a la


población, de aguas pluviales, perennes superficiales y subterráneas.
Conducción, control y drenaje de aguas pluviales para evitar
inundaciones.
Conducción y drenaje de aguas de desecho, "negras”, de las poblaciones
rurales y urbanas.
Provisión de agua p ara la irrigación agrícola.
Control, aprovecham iento y desagüe de zonas lacustres y pantanosas.
Recreación y ritualidad.

Los fuentes de conocimiento


Así com o hay fu en tes de agua tam b ién las hay de conocimiento, en el sentido
de docum entos que contienen información, convertida por los científicos en
dato. Para el propósito de esta obra he recurrido a una variedad relativa de
fuentes que pueden agruparse en los siguientes cinco conjuntos:
Vestigios m ateriales de obras hidráulicas prehispánicas, estudiados
principalm ente po r los arqueólogos, que incluyen: canales, zanjas, presas,
bordos, estanques, pozos, jagüeyes, cisternas y hoyas, entre otros.
Registros históricos en fuentes de prim era m ano (primarias), elaboradas
du ran te los siglos XVI y XVII, ta n to en escritura pictográfica m esoam ericana
como en latina o abecedaria; esta últim a introducida por los europeos a
América y m uy pro n to apropiada por los m esoam ericanos para producir
nuevos docum entos. Por fortuna, algunos de los antiguos "libros pintados” o
códices prehispánicos sobrevivieron a la implacable destrucción em prendida
por los eclesiásticos españoles dado su supuesto o real contenido religioso, y
contienen inform ación de particu lar relevancia para conocer la cultura de
los m esoam ericanos; sin embargo, la m ayoría de los códices conservados se
elaboraron en la época virreinal tem p ran a en escritura latina o en combinación
con la pictográfica. A los códices se sum an num erosísim os m anuscritos e
im presos de la época novohispana, lo m ism o obras de autores indígenas o
europeos en form a de crónicas históricas o anales, que docum entos de índole
adm inistrativa producto de la actividad de gobierno en sus ám bitos civil y
eclesiástico (tasaciones, relaciones geográficas, testam entos, reconocim ientos
de tierras, padrones, cartas anuas, etcétera).
Registros etnográficos de obras y técnicas “tradicionales" en uso en las
áreas rurales h a sta ahora, cuyo probable origen es prehispánico o bien son
similares a las descritas en estudios arqueológicos y fuentes históricas. Estas
instalaciones son identificadas y estudiadas p o r antropólogos, etnólogos,
agrónom os, historiadores, arquitectos y u rb an istas en el curso de sus
recorridos y trabajos de campo, y en m uchos casos h a n perm itido interpretar,
p o r analogía, su posible funcionam iento en época m esoam ericana.
Docum entos visuales, que abarcan u n a am plia gam a de tipos y contenidos,
desde códices h a sta m apas y planos, grabados, litografías, óleos y fotografías
elaborados con fines m uy variados en el curso de los últim os cinco siglos.
Terminología referida al agua y sus aprovecham ientos en diversos libros y
m anuscritos en las lenguas indo-m exicanas-centroam ericanas, elaborados por
evangelizadores y lingüistas. De variada índole, sobresalen aquellos cuyo objeto
fue sistem atizarlas lenguas vernáculas con fines de conversión y de gobierno
(vocabularios, confesionarios, artes o gram áticas, exempla, sermonarios), así
como reg istrar hechos históricos en fo rm a de anales, historias genealógicas,
altepeámati ("papeles de las tierras”, en náhuatl), testam entos, huehue tíahtolli
("palabra de los antiguos”, en náhuatl), tra ta d o s sobre la historia y costum bres
de las antiguas sociedades tales como los códices Florentino y Badiano, en tre
otros muchos.

El apira ij sus aprovechamientos en ienpua


náhuatl. Las estaciones del año y las clases de
tierras en íllesoamérica
El potencial de las fu en tes lingüísticas p a ra conocer las obras hidráulicas y
te m a s relacionados con el uso del agua es m u y g ran d e y queda de m anifiesto,
p o r ejemplo, en los registros en la lengua n á h u a tl o m exicana que nos ofrece
el célebre Vocabulario en lengua mexicana y castellana, y castellana y mexicana, de
e sm m m s

fray Alonso de Molina, publicado en la ciudad de México en 1576, Dicha fuente,


en particular, fue analizada con este fin p o r Brigitte Boehm de Lam eiras y
A rm ando Pereyra (1974), con lo que quedó m anifiesta la potencialidad de esta
clase de d o cu m en to s lingüísticos. Por ejemplo, el sufijo a que significa agua (de
atl), se an tep o n e a su stan tiv o s com o milli,"heredad"("milpa", parcela cultivada),
y tlalli, "tierra", de ta l fo rm a que amilli es la palabra p ara "milpa de riego" y atlalli,
p a ra "tierra de regadío"./ltI antecede igualm ente a verbos com o "sem brar algo
a mano": toca nitla, de lo que resu lta atoca, "sembrar de riego”. O tra m a n era
de expresar la presencia de riego es al indicar que un d eterm in ad o cultivo
es de "tiempo del estío” (es decir, de secas): tonalcentli, tonalchilli y tonalelotl,
es decir: maíz, chile y elote del tiem p o de secas, respectivam ente. Una labor
sem ejan te h ab ría que e m p ren d er con fuentes de esta clase en o tras lenguas
autóctonas.
En cuanto a la clasificación de las estaciones del año y las clases de tierras
en Mesoamérica, te m a m uy interesan te y casi desconocido por los m exicanos
actuales, se tiene que en la lengua náhuatl de los altiplanos centrales el año se
dividía en dos estaciones, denom inadas: tonalla o tonalco, la estación de "estío,
p a rte del año", y xopan, el "verano", la p arte del año en que llueve, tiem po de
aguas (Molina, 1970).
Las tierras de cultivo se diferenciaban por su acceso a la hum edad en
tres: atlalli, tie rra de riego; clvyautla, tie rra de hum edad, y xinmilli, tie rra de
tem poral.

Lo coexistencia de términos en hidráulica


Al abord ar el estudio de las obras hidráulicas y su manejo, ta n to del pasado
como del presente, se en fren ta un problem a sem ántico m uy interesante que
consiste en el uso de palabras de orígenes ta n diversos como el árabe, griego,
latín, inglés, francés, náhuatl, maya y otras lenguas indoam ericanas. Esto sin
duda nos rem ite a las diversas historicidades de la tecnología hidráulica en
México. En el p resente texto se dan los significados y orígenes de las palabras,
a p a rtir de las fuentes m ism as de donde proceden, o bien, de diccionarios
antiguos y m odernos como: el de Sebastián de Cobarruvias (1611); de Autoridades
(1732); de Mejicanismos, de Francisco J. Santam aría (1992); de uso del español, de
María Moliner (1981), y de la lengua española actual.
El m aíz en dos situaciones c o n tra st________ ,aia y b u en as lluvias. Códice Fe¡én/aiyMciyer(m\xteco).

El b uen y el m al labrador en el Códice Florentino, Uh 10, f.29r.


Desataca el uso de uno de los tipos de nictli: el gran d e a m an era de pala.
Capítulo 1
<22c>

LAS OBRAS HIDRÁULICAS


PARA OSOS DOMÉSTICOS
P arte exterior de un chultún en Cliacim iltún,
Yucatán. Foto: B ernardo García M artínez, 2008.

P arte exterior de un chultL'm en Yakal Xib, Yucatán.


Foto:Teobert Maler, diciem bre de 1888 (en Maler, 1997 foto: 268).
fipuQ de lluvia: captación, conducción,
almacenamiento tj distribución

La recolección y alm acenam iento de agua de lluvia se practicaron en


M esoam érica desde tiem pos m uy antiguos y se lian docum entado
arqueológicam ente en m uchos sitios, sea en form a de depósitos subterráneos,
o a cielo abierto, así como en recipientes. El agua se captaba m ediante canales y
zanjas, aprovechando el agua rodada (impluvio en patios y casas, o en el campo,
en jagüeyes, con bordos, etcétera), o bien, conduciendo a depósitos la que se
precipitaba en los techos de las viviendas y edificios por medio de canoas o
canjilones de m adera o pencas, canalitos u otros pequeños conductos.

Cisternas en San José iJlopote if Tierras Larpas,


Oanaca
Algunos de los depósitos subterráneos o cisternas m ás antiguos de
M esoam érica son los de San José Mogote (1000 a. C„ fase San José; Área B,
elem ento 58 y Área C, elem ento 48) y Tierras Largas, Oaxaca. Los arqueólogos
consideran que lo m ás com ún en aquellos tiem pos para proveerse de agua
seria u sar estas cisternas dom ésticas. Los antiguos h abitantes de San José,
adem ás de nivelar la roca m adre para hacer terrazas con objeto de fincar sus
viviendas, excavaron grandes cisternas en ésta, así como zanjas y canales para
conducir allí el agua de lluvia (Flannery y Marcus, 2005:302; Marcus, 2006:233;
foto y esquema: 234-235). En Tierras Largas se encontró una zanja de drenaje
sim ilar en la roca m adre ju sto arriba de una casa construida alrededor de
1000-900 a.C." (Flannery 1983:326; Marcus 2006:233j.
Los chultunes o cisternas maídos de lo península
de Yucatán
Otros depósitos subterráneos (cisternas o aljibes), chultunes en lengua
maya, fueron excavados por la población prehispánica con objeto de captar
y alm acenar agua de lluvia p ara usos domésticos. Se cu en tan p o r miles en la
península de Yucatán, básicam ente en el n o rte y sin lugar a dudas "fueron
vitales en casi todos los asentam ientos prehispánicos" (Zapata, 1982:13), lo
m ism o en los terren o s kársticos del oriente que en los terren o s secos de la
sierra de Ticul o el Puuc. Los depósitos se excavaron en la roca madre, que en
la península está relativam ente cerca de la superficie y por lo general constan
de cinco secciones, si bien existieron diferencias debidas a las condiciones
topográficas y geológicas locales: 1) Zona de captación de la lluvia inm ediata,
área pavim entada con cierta inclinación, de unos 5 m etro s de diám etro; 2) Zona
de captación de lluvia m ediata, área aledaña al chultún, que recoge el agua de
los techos de las casas y edificios m ediante canalitos o canjilones; 3) Boca; 4)
Cuello, y 5) Cámara o depósito propiam ente dicho, que puede ser en form a de
cam pana, botellón, bóveda o am orfa (Thom pson en Marcus, 2006:240). Para
Z apata (1982:27,29):

... un ch u ltú n es u n a construcción asociada a ediftciosya sean m o n u m en tales o no, que se


en cu en tra a nivel del suelo o bien sobre p latafo rm as o en nivelaciones creadas ex pro feso ...
Tienen sus paredes recubiertas po r aplanados de estuco y, cuando menos, un perím etro
m ínim o, con una inclinación para la captación del agua de lluvia.

Algunos antiguos chultunes siguen en uso hoy en día. Los arqueológicos se


encu en tran en: Chichén Itzá, Uxmal, Labná, Xcanalcruz, Azulá, Labná, Yakaxiú,
Ichpich, Umán, Chacmultún, Kom.Xcanalheleb.Xkichmook, Chuncanab y Sayil;
la mayoría localizados en la región de Chichén Itzá y otros en el Puuc.
El estudio de Zapata analiza con g ran detalle una m u estra de los chultunes
existentes en varios de estos sitios, en tre ellos cinco de Chichén Itzá (Grupo
Sur), ciudad cuyo auge tuvo lugar d urante el Clásico y los inicios del Posclásico
(900-1200 d. C.), todos con form a de botellón. Allí, los chultunes se encuentran
siempre:

... asociados a co nstrucciones m onum entales, situ ad o s d e n tro de g ran d es complejos


arquitectónicos, sobre p latafo rm as o en nivelaciones o ad o sam ien to s practicados a éstas. En
la m ayoría de los casos se tra ta b a de un chultún p o r com plejo y, en ocasiones, dos chultunes
d e n tro de una g ran plaza, pero siem pre asociados a construcciones tech ad as con bóveda.
(Zapata, 1982:110).

<22© 26
Sobre el funcionam iento délos chultim es en Chichán Itzá,la m ism a autora
(Zapata, 1982:110) an o ta lo siguiente:

El p erím etro m ínim o de captación siem pre presentó una inclinación en el terreno,
escu rrien d o el agua sobre el desnivel creado, hacia la boca del chultún. El p erím etro m ínim o
de captación siem pre estuvo delim itado po r alineaciones de piedras, fo rm an d o círculos
concéntricos con un d iám etro prom edio de 1.30 ni... La m ayoría de los cluiltunes carecen de
cuello, co m en zando in m ed iatam en te el depósito después de la bóveda y creándose de esta
m a n era u n a form ación troncocónica con fondo semicircular. Las cistern as tu v iero n una
c o n stan te en su sistem a constructivo; están form adas po r dos secciones: la p rim e ra está
co m p u esta p o r un núm ero variable de alineaciones de piedra labrada recu b iertas de estuco
que fo rm an la silueta del depósito; y la segunda, form ada p o r roca m adre h a s ta el fondo.

Al parecer -continúa Zapata:

... los depósitos... nunca fueron llenados de! todo, es decir, hasta la boca. Pensam os que el nivel
del agua solam ente llegaba h asta el límite de la roca m adre. Las filtraciones naturales que se
crean en tre las piedras, aun recubiertas de estuco, son m ayores que en la roca madre.

Esto parece indicar que adem ás del agua de lluvia que se recogía en las cisternas
mayas, la que se infiltraba pudo tam bién ser un aporte im portante.
La cám ara o cuerpo del depósito presentó una gran diferencia e n tre las
dos regiones.

En el Puuc siem pre lo conform a el m ism o m ate ria l... de sascab [caliza arenosa] con aplanados
de estuco a m an era de im perm eabilizante. En cambio, en Chichén Itzá la cám ara siem pre
tuvo la c o n sta n te de un n ú m ero d eterm in ad o de hiladas de piedra labradas, y casi la m itad y
to d a la base del depósito fue labrado en la roca m ad re (Zapata, 1982:111).

De acuerdo con u n observador francés que visitó Uxmal en 1865, “todas estas
cisternas se tap an en su origen con el auxilio de una piedra redonda parecida
a una piedra de m olino..." (Brasseur de Bourbourg, en Zapata, 1982:18).
Además de los chultunes, la ciudad prehispánica de Chichén Itzá, por
ejemplo, contó con o tras tres fuentes de abastecim iento de agua: rejolladas,
aguadas y pozos, las dos últim as artificiales. En realidad las aguadas, como
m uchos de los jagüeyes, era naturales pero los antiguos las adaptaron, en
ocasiones recubriéndolas con estuco y construyendo bordos y accesos; pero
igual ten ían que limpiarse, desazolvarse y m antenerse periódicam ente
(Zapata, 1982:46,106).
Los jQpüexjes o depósitos pluviales
o cielo abierto
Otro tipo de depósito de agua pluvial, pero esta vez a cielo abierto, es el
jagüey, excavado en el te rre n o para cap tar y alm acenar el líquido destinado al
consum o hum ano. Estos receptáculos se hacen en terrenos cercanos a cerros y
lomeríos, o en áreas habitadas a las que concurren ose canalizan las pequeñas
corrientes pluviales y los escurrim ientos de las laderas de los cerros y de los
techos de las construcciones aledañas, respectivam ente. En m uchas ocasiones
los jagüeyes se hicieron en ciertas depresiones naturales u hoyas, dándoles la
fo rm a deseada según la topografía del terren o y, en ocasiones, aprovechando
la existencia de algún m anantial. La m ayoría de los jagüeyes actuales son
de tierra, pero al parecer en el pasado prehispánico los hubo con paredes
recubiertas de piedra y argam asa (cal, arena y agua). En las cartas topográficas
actuales se les identifica como jagüeyes o "bordos”, dado que a veces cuentan
con un bordo de tie rra (Galindo, 2007).
Los jagüeyes proporcionaron el agua necesaria para el consum o
dom éstico en regiones carentes de o tras fuentes de abastecim iento o que las
com plem entaron con ésta d u ran te el estiaje. El agua se acarrea del jagüey a las
casas en recipientes y luego se guarda en diversos depósitos (pilas, pilancones,
grandes ollas o tinajas en terrad as o no, etcétera).
La palabra 'jagüey", según u n a versión contenida en el Diccionario de
Mejicanismos de Santam aría, es maya, pero según o tra es ta h ín a (Cuba, Antillas),
y fue em pleada desde los prim eros años de la Colonia por los españoles para
describir los depósitos pluviales a cielo abierto que encontraron en diversas
regiones del centro y su r de la Nueva España. En náhuatl, el jagüey es atecochtli
o bien atatactli (de tecochtli, "sepultura, fosa, hoyo, cavidad, barranca" y tataca
"rascar, cavarla tie rra ”). Un paraje con jagüeyes cercano aTlayacapan, Morelos,
p o r ejemplo, se llam a precisam ente “Los Atatacos" (información de cam po de
la autora).
Al igual que los chultunes, los jagüeyes pueden ser catalogados p o r su
ta m a ñ o como obras hidráulicas de pequeña a m ediana escala, por lo general
de alcance local o que a lo sum o co m parten varios poblados. Se encu en tran
en zonas con escasa precipitación pluvial que carecen de ríos o arroyos
superficiales perennes, cuya agua su b terrán ea está a gran profundidad y, por
ende, difícil de alcanzar m ediante la excavación de pozos en las condiciones
tecnológicas prehispánicas preindustriales.
En lo que to ca a la organización social p ara el funcionam iento del jagüey,
Galindo (2007:11) expone, p a ra la época actual, que:
M apa colonial: "Eljag ü ey que llam an del Pino". San Luis, Tepexe (Hidalgo). Archivo General d éla
Nación, Tierras, vol. 2729, exp. 10. f. 166. Cat. 1907.
... en algunos casos la zona de captación de la escorrentía rebasa los lím ites territo riales
de dos o m ás com unidades, p o r lo tanto, puede ser posible que la captación, conducción u
alm acen am ien to ... estén sujetos a la existencia de acuerdos en tre com unidades, o e n tre
com unidades y particulares p ara p e rm itir la libre conducción de ésta hacia los jagüeyes.

La distribución geográfica de estas obras hidráulicas durante el periodo


prehispánico no se conoce, pero la inform ación recabada h a sta ahora ap u n ta
a que los jagüeyes se utilizaron en la mayoría de las zonas áridas y sem iáridas
del centro y su r del país con las características antes anotadas. Entre los
varios estudios sobre su funcionam iento actual retom o los de Galindo (2007)
sobre la región de Apan, Hidalgo, y de Guzmán y Palerm (2005) sobre los Altos
centrales de Morelos. Las dos últim as localizaron veinte jagüeyes con form a
circular u ovalada, con u n a profundidad de en tre 5 y 10 m etros, y diám etros de
7 a 96 m etros, la m ayoría en proceso de abandono. Ambos trabajos perm iten
conocer con detalle la organización social, sus características técnicas y
elem entos asociados, ta l como los canales p ara conducir el agua de lluvia, así
como la organización del trabajo p ara su m antenim iento, principalm ente el
desazolve, y la división de usos. Por ejemplo, en los Altos de Morelos algunos de
los jagüeyes eran para lavar ropa, otros p ara uso de los anim ales y otros para
consum o hum ano; cada uno contaba con un encargado que vigilaba su uso y
anualm ente organizaba el trabajo de limpieza m ediante faenas colectivas con
la participación de los usuarios del pueblo o pueblos beneficiados, realizada
antes del tiem po de aguas. En otro orden de ideas, enTlalnepantla, Morelos, se
dice para tiem pos pasados:

... que los que co n stru ían los reservorios no podían ser gente ordinaria, sino saudinos o
p erso n as que se en tien d en con el clim a (graniceros, aureros o trab ajad o res tem p o raleñ o s
[según Bonfi 1,1968:99-128] y pueden com prender cóm o hacer el em balse a la vez que cuidarlo y
dejarle sus g u ard ad o s {ofrendas) y secretos para que funcionen a lo largo del tiem p o (Guzm án
y Palerm, 2007:24).

Los depósitos pluviales de Tzicoac-Cacahuaienco,


Huasteca meridional, Veracruz
Un tipo de depósito de agua de lluvia a cielo abierto, m uy elaborado, cuyos
restos arqueológicos pude conocer directam ente, se localiza en el in terio r del
sitio m on u m en tal de la Mesa de Cacahuatenco, H uasteca meridional, Veracruz.
El hallazgo reciente por el arqueólogo Lorenzo Ochoa (a quien debo p a rte de
E norm e depósito pluvial rectan g u lar con recubrim iento de basalto, Cacahuatenco, Veracruz.
Fotos: Teresa Rojas Rabiela, 2006.

GsseezayfisseegaüGsseassatíGsseazatíssseezaííGs^^

<229 32
Depósito pluvial sem icircular con recubrim iento de basalto. Cacahuatenco, Veracruz.
Fotos:Teresa Rojas Rabiela, 2006.

m iim m m tm s m s im s s & m iiiiis s s s m w s m m s m isim m fflilm w a ilfm m im s m im s s e m s m o


la presen te descripción), es de m ucho interés dado su origen prehispánico y a
que ilustra el tipo de obra hidráulica requerida p a ra ca p tar y alm acenar agua
de lluvia p ara usos dom ésticos con la finalidad de e n fre n ta rla escasez durante
el estiaje, de especial severidad en la región.
Cacahuatenco es un sitio huaxteco del Periodo Posclásico identificado
como el Tzicoac registrado en el Códice Mendocino, el gran m ercado del sur de
la Huasteca, conquistado y convertido p o r los m exica en trib u ta rio de la Triple
Alianza. Ubicado en u n a m esa con u n a protección natural, Tzicoac fue un
enclave que fungió como "puerto de intercambio", en térm inos del concepto
de Karl Polany.
De los tre s depósitos de agua que reconocim os en el sitio de Cacahuatenco,
dos están en buen estado y se en cu en tran p erfectam en te construidos, al
p u n to de que aú n contienen agua. Uno es rectan g u lar y el otro circular.
El prim ero es u n estanque cuyas cuatro paredes están forradas con
frag m en to s de basalto colum nar de diferentes tam años, arreglados no en
posición vertical como se esperaría, sino en trozos, a m an era de clavos, lo que
le da la solidez necesaria p ara evitar el derru m b e de las paredes; mide 37 por
15 m etros. El segundo depósito, ya no p erfectam en te circular por el paso de los
siglos y el aprovecham iento del estanque h a sta nu estros días que provocaron
en p a rte la pérdida de sus paredes, tiene el m ism o sistem a de construcción.
Mide, en su p a rte m ás ancha, 15.50 po r 11.50 m etros.
El tercer depósito tiene el m ism o sistem a de construcción, pero
está to talm en te azolvado; mide 20 p o r 10 m etros, con la salvedad de que
corresponden a lo que se tiene en la superficie. Cabe añadir que la veta del
basalto colum nar utilizado en estas obras hidráulicas se encu en tra a una
distancia aproxim ada de dos kilómetros.

Los depósitos pluviales domésticos


A nivel de las viviendas, el agua de lluvia se alm acenó en u n a relativa variedad
de distintos depósitos: en cisternas su b terrán eas (como las de San José Mogote
y, Oaxaca); en recipientes de b arro de diversas capacidades, enterradas o no
(cántaros, tinajas y ollas), y en instalaciones com o pilas, piletas y pilancones. Los
hubo de barro, caly canto; labrados en piedra, excavados en el suelo, recubiertos
o no con piedra o argam asa y estuco, etcétera. Es posible que las form aciones o
pozos troncocónicos, en lenguaje arqueológico, hayan servido para alm acenar
agua en las casas, como podrían ser, en tre o tros m uchos ejemplos, los de las
unidades habitacionales de Tlatilco o M onte Albán, estas últim as situadas en
las te rrazas construidas en las faldas del cerro en cuya cum bre se e n cu en tran
las estru c tu ra s m onum entales.

jJlQfiQíitioles: captación, conducción i|


distribución para uso doméstico
Así com o hubo poblaciones que únicam ente tuvieron acceso al agua de
lluvia p a ra abastecerse, o tras pudieron surtirse de fuentes y m anantiales
perm an en tes a través de diversos tipos de conducciones. De acuerdo con
Doolittle (1990), la construcción de acueductos en el México antiguo pasó p o r las
siguientes tres etapas: l) acueductos de tierra, bajos y cortos (como el de Loma
la Coyotera, Oaxaca); 2) acueductos hechos de troncos y varas entretejidas,
con piedras, tie rra y céspedes, que servían p ara rellenar y atravesar algunos
barrancos, y 3) acueductos sobre taludes hechos de cal y canto, y estucados.
Los tre s acueductos prehispánicos m ejor conocidos por las fuentes
históricas y parcialm ente p o r la arqueología son del Posclásico, de la cuenca
de México, y corresponden al te rc e r tipo: Chapultepec, Acuecuexco (Coyoacan)
y Tetzcotzinco (Acolhuacan). Los dos prim eros se destinaron a abastecer
de agua dom éstica a la gran urbe insular de Tenochtitlan, m ientras que el
tercero, conocido p opularm ente como “baños de Nezahualcóyotl", tuvo fines
com binados (irrigación, recreación y agua “potable”), y es el único cuyos restos
se conservan en buen estado h a sta la fecha.

Acueducto de Chapultepec
Este acueducto fue descrito con gran detalle p o r los prim eros conquistadores
y por cronistas posteriores, adem ás de que diversos arqueólogos h a n
excavado secciones del mismo, y p o r ello resulta un excelente ejemplo para
ad en trarn o s en el funcionam iento y características de este tipo de acueductos
m onum entales.
T enochtitlan se fundó en el año 2 caffi-casa (1325 d. C.), pero no fue sino h a sta
que gobernó M octezum a Ilhuicamina (1440-1469) cuando el canal de tie rra
que conducía el agua de los m anantiales de Chapultepec se tran sfo rm ó en el
acueducto con doble canal que los europeos conocieron, y cuya concepción y
ejecución se atribuye a Nezahualcóyotl, Señor de Texcoco, entonces refugiado
en esa ciudad mexica. La obra se consigna cuando m enos en dos fuentes
escritas en n áh u atl (Anales cíe Chalco Amaquemecan de Chimalpahin y Anales
de Cuauhtitlan), y en u n códice (Codex Mexicanus). Según Chimalpahin, la obra
C o n d u c to de
tro n co hueco
A cueducto de
arcilla co m p a cta

Á rboles para fijar el


terreno y su m in istra r
estacas

R elleno d e tierra

ÜH

E m palizada Estacas d e sujeción F o n d o del lago

R e p r e s e n ta c ió n e s q u e m á ti c a d e l p r i m e r a c u e d u c t o
d e T e n o c h titla n d e u n s ó lo c a n a l o d u c to .

C a ñ o vacío
R evoque interior, Para lim pieza R evoque,
Arboles para fijar el p u lid o y b ru ñ id o p u lid o y b ru ñ id o
terreno y su m in istra r
estacas

Estacas para Base d e arena d e tezontle,


con so lid ació n del terreno cal y p ied ra

El n u e v o a c u e d u c to
d e T e n o c h titla n , c o n d o s c a n a le s .

Dos etap as co nstructivas del acueducto de Chapultepec. En la p a rte su p erio r el m ás antiguo con
un solo caño y en la inferior el m ás tardío, conocido p o r los españoles al a r rib a r a la cuenca de
México. Esquem a en Arqueología Mexicana.
se inició en 1454 (1 tochtlhconejo) y concluyó m ás de una década después, en
1466 (13 tochtli):"... los tetzu cas habían sido los co ntratistas bajo la orden de
Nezahualcoyotzin". (Chimalpahin, 1965:201 y 206; Séptima Relación). El Codex
Mexicanas registra en el m ism o 13 tochtli a Nezahualcóyotl con un uictli (coa
de hoja) en la m ano dirigiendo las obras (Lám. 68). La versión de los Anales de
Caauhtitlan es de interés especial porque relaciona el comienzo del coatequitl
(trabajo forzoso en obra pública) en Tenochtitlan con la obra del acueducto, en
el año an terio r (12 calli):

En el m ism o año se com enzó po rv ez p rim era la obra pública en T enochtitlan México. Empezó
p ara lev an tar el acueducto de Chapultepec, que e n tra en Tenochtitlan. El que gob ern ab a y
fungia com o tla h to a n i en T enochtitlan era M oteuccom atzin el viejo y el que tuvo a su cargo
el acu ed u cto fu e Nezahualcoyotzin, tlah to an i de Texcoco (Anales ele Cuauhtítlan, 1975:53; tracl.
de Luis Reyes p ara la autora).

Por la m ism a fecha en que el nuevo acueducto se construyó -nos dice el


arqueólogo Felipe Solís (2002:37)-, Chapultepec se convirtió en un sitio ritual
de acceso restringido, en donde se hicieron santuarios excavados en la roca. El
agua del m an an tial se alm acenaba en albercas o depósitos y de allí se conducía
al acueducto, así como a o tros en el interior del sitio.
El conquistador H ernán Cortés, testigo ocular,lo describió con cierto detalle
en su segunda ca rta de relación que escribió al em perador (20 de octubre de
1520), poniendo énfasis en la existencia de dos caños: uno para conducir agua y
o tro para darle m antenim iento:

Por la una calzada que a esta g ran ciudad e n tra vienen dos caños de argam asa, ta n anchos
com o dos pasos cada uno, y ta n altos com o un estado [altura de un hombre], y p o r el uno de
ellos viene un golpe de agua dulce m uy buena, del g ordor de un cuerpo de hom bre, que va a
d a r al cuerpo de la ciudad, de que se sirven y beben todos. El otro, que va vacio, es p a ra cuando
quieren lim piar el o tro caño, porque echan po r allí el agua en ta n to que se limpia; y porque
el ag u a ha de p asar p o r las p u en tes a causa de las quebradas po r do atraviesa el agua salada,
ech an la dulce po r unas canales ta n gruesas com o un buey, que son de la longura de las dichas
puentes, y así se sirve toda la ciudad (1978:65).

Y fue este, precisam ente, el acueducto que los españoles cortaron duran te
el asedio a Tenochtitlan: "Otro d ía... acordaron... de ir a qu itar el agua dulce
que p o r caños e n tra b a a la ciudad de Tem extitlan;... y cortó y quebró los caños,
que eran de m adera y de cal y c a n to .. (Cortés, 1978:131-132, Tercera carta, 15 de
mayo de 1522).
La distribución del agua del acueducto se hacía por medio de aguadores
que la conducían en canoas, descrita así por el propio Cortés en 1520:
T raen a v en d er el agua p o r canoas p o r to d as las calles, y la m a n e ra de cóm o la to m a n del caño
es que llegan las canoas debajo de las puentes, p o r do e stá n las canales, y de allí hay hom bres
en lo alto que hinchen las canoas, y les pagan por ello su tra b a jo (Cortés 1978:65-66).

Acueducto del Acuecuéscali


La historia de este acueducto se vincula con o tro tlahtoani mexica, Ahuízotl,
quien gobernó Tenochtitlan de 1486 a 1502, y si bien el inten to fue fallido pues
la conducción provocó una grave inundación de la ciudad, la reseña de la
obra hecha p o r varios autores a p o rta valiosa inform ación, em pezando por el
m otivo que la originó a p a rtir de los m anantiales de Acuecuexco, cuya agua
"era mucha", según Tzutzum atzin, señor de Coyoacan, en cuya jurisdicción se
encontraban (Durán, 1967, t. II: 370), seguida p o r la organización laboral para
realizarla, la existencia de buzos en trenados p ara ab rir y cerrar manantiales,
y los rituales ejecutados d u ran te la construcción y an te el fracaso. El episodio
tuvo cuatro fases básicas: conducción p ro p iam ente dicha; clausura de los
ojos de agua; m edidas p ara salvaguardar a los h a b itan tes de la ciudad por la
inundación, y reconstrucción urbana a que dio lugar el desastre.
De m ucho interés p ara el te m a de las obras de control hidráulico en la
cuenca de México resulta saber que la causa prim aria de la conducción fue la
escasez de agua que afectaba a las chinam pas y canales de la región. Fray Diego
Durán lo vincula de la siguiente manera:

... viendo el rey A huitzotl que to d a la h erm o su ra de México y su fertilidad consistía en te n e r la


ciudad ab u n d an cia de agua, a causa de que los m exicanos habían hecho algunos camellones,
cada uno en sus p erten en cias y huertos, p ara gozar de algunas frescuras, en los cuales, po r su
recreación, sem b rab an maíz, chía, calabazas y chile, bledos y to m ates, rosas de todos géneros
que podían, las cuales h erm o seab a n las p erten en cias y la ciudad con su frescura, lo cual, con
la falta de agua, se secaban y m a rc h ita b a n ... Para conservación de esta frescura quiso el rey
t r a e r el agua de A cuecuexco... (Durán 1967. t. II: 370)

El señor de Coyoacan, sabedor del enorm e caudal de los m anantiales y el


peligro que e n trañ ab a p ara la ciudad su conducción, tra tó inútilm ente de
disuadir a Ahuízotl, y h a sta le costó la vida. A su m uerte, Ahuízotl ordenó a los
señores de Texcoco, Tacuba, Xuchimilco, Chalco y, finalm ente, a los de todas
las ciudades de las provincias de Tierra Caliente y de T ierra Fría, acudiesen
con m aestros, buzos, trabajadores y m ateriales para "hacer presa y caño":
u n a presa de argam asa p ara elevar el agua y un canal para conducirla h asta
Tenochtitlan:
... hicieron a estas fu en tes u n a presa fa ltísim a de argam asa, que, violentando el agua
le hicieron su b ir con m ucha fuerza, porque m an d aro n venir los m ejores m aestro s que en
to d a s las provincias se hallaron, y así acudieron... grandes m aestro s y buzos que b ajab an a los
m an an tiales del agua para lim piarlos y alegrarlos y a c errar todos los desaguaderos y venas
p o r donde desaguaban... (Duran, 19671. II: 373).

Cada región acudió con m ateriales específicos: los de Texcoco con piedra
pesada y liviana, los tepanecas con piedra pesada, los de Chalco con morillos
y estacas de m ad era p ara el cim iento y con arena de tezontle, los xochimilcas
"con in stru m en to s p ara sacar céspedes y con m uchas canoas de tie rra p ara
cegar el agua”, los de "Tierra caliente" con "innumerables cargas de cal", los
otom íes (Xilotepec y Cuauhtlalpa), probablem ente con piedra (no se especifica).
El trabajo, al igual que la aportación de m ateriales, se dividió por provincias y
cada provincia p o r pueblos:

... desde la fu e n te de Acuecuexco h a s ta la e n tra d a de México estab an todas las provincias y


pueblos rep artid o s a trech o s en sus tareas, cada uno en las brazas que le cabían, trab ajan d o
con m u ch a vocería y contento... an d ab a en esta obra, gente corno horm igas en horm iguero,
que no tien en n ú m ero (Duran, 1967, t. II: 373).

Así, cada u n a de las tareas o "tequios", en este caso correspondientes a


segm entos de la obra, estuvieron a cargo de un grupo laboral, identificado con
alguna de las "provincias" y alguno de los "pueblos". La duración de esta etapa,
según el m ism o fraile Durán, fue de “m enos de ocho días".
Acabada la insigne obra y seco el edificio, m andó el rey Ahuizotl se soltase
el agua y se cerrasen todos los desaguaderos, realizándose diversos rituales y
cerem onias en el caño y al paso del agua p o r cada alcantarilla. Prim ero p o r la
alcantarilla principal y luego p o r la que llam an Pahuacan, por donde en trab a
el agua a la laguna.

Ahuizotl, se dice,

... echó en el lu g ar donde el agua hacía el golpe que de la canal caia en la acequia, m uchas
jo y as de oro, en figuras de peces y r a n a s ... [Pero] A cabo de pocos dias, el agua, con las fu e rte s
y recias presas que a aquellas fu en tes se le hicieron, em pezó a crecer con ta n ta abundancia
que a cabo de cu a re n ta días que e n tra b a en la ciudad, el agua de la laguna em pezó a crecer y a
volver y a e n tr a r p o r las acequias de México y a an eg ar algunos de los cam ellones sem brados
(Durán 1967 t i l : 378).

El Códice Duran registra visualm ente esta conducción y los rituales de


acom pañam iento: “De cómo el agua en tró en México y del gran recibim iento
que se le hizo y de cómo se anegó México y huyó la gente de la ciudad" (Lám.
49).
En vista de lo sucedido, Ahuízotl tuvo que to m a r cuatro medidas
sim ultáneas, la prim era de las cuales consistió en convocar a las ciudades y
pueblos cercanos p ara que construyeran un g ran dique o albarrada, h e c h o "...
un cuarto de legua m ás acá del Peñol, por todos los arrabales de México... para
que el agua que entrase a la laguna no pudiese to rn a r a rebosar hacia México.
Y asi, convocadas las ciudades y pueblos cercanos, se hizo la albarrada un
cuarto de legua m ás acá del Peñol, p o r todos los arrabales de México." (Duran,
1967, t. II: 378.) Es decir, un dique sim ilar al alb arrad ón "de la laguna", de form a
sémicircular, que se reconstruyó en 1556, conocido como de San Lázaro (véase
Rojas Rabiela, 1981; Durán, 1967, t. II: 378).
La segunda m edida fue ordenar a 15 buzos expertos que cerraran el ojo de
agua (y al lograrlo los recom pensó con diez cargas de m a n tas y otras riquezas
y con esclavos). Los buzos vinieron de Cuitláhuac,Xochimilco,Tlacochcalco "que
ahora es Chalco", Ateneo y Ayotzinco (Alvarado Tezozómoc, 1944:386-388).
Lo tercero fue m an d ar que las provincias de Chalco, Texcoco, Tacuba,
Xochimilco y Tierra Caliente llevaran a la ciudad com o trib u to el m ayor núm ero
posible de canoas y balsas que les fuera posible labrar, m ism as que procedió a
rep a rtir en tre los hab itan tes de Tenochtitlan, lo m ism o a señores que a gente
com ún (Durán 1967,1.1:391-392). En otra versión un poco diferente y m ás precisa
de lo ocurrido, se afirm a que Ahuízotl im puso a Aculhuacan, Chalco,Xochimilco
y Coyoacan la obligación de llevar ocho mil canoas cada uno h a sta reunir un
to ta l de 32 mil (Alvarado Tezozómoc, 1944:387-388). A los afectados en la ciudad
les pidió que echaran céspedes (fragm entos de vegetación acuática o de tierra
con vegetación adherida) ju n to a sus casas y les rep artió ropa proveniente
de los trib u to s reales; tam bién hizo tra e r p o r vía de tributación, de lugares
cercanos, ochocientas mil cargas de maíz, tom ate, y chile, y anim ales diversos.
Por último, m andó que la gente "de to d a la redondez de la tie rra ”acudiera
a la reedificación de la ciudad anegada (Durán, 1967, t. II: 394-395; Alvarado
Tezozómoc, 1944:388). Para la m agna em presa, lo prim ero fue cegar el agua con
céspedes, tie rra y estacas que todos los convocados aportaron, pero m uchos
de los viejos edificios quedaron arruinados. Lo que siguió ya nos conduce a
o tra historia.

fípxjQS subterráneas: entracción de apua


de pozos
Pozos verticales
En la época prehispánica, la perforación de pozos verticales para "alumbrar
aguas" fue un procedim iento com ún p a ra s u rtir a las poblaciones y en
ocasiones, irrigar. Sin embargo, se conoce bien poco lo relativo a la profundidad,
los tipos de brocales, de recubrim ientos interiores, de técnicas e in stru m en to s
para excavarlos y limpiarlos, de m étodos y recipientes para extraer el liquido,
en tre o tros tem as; tam poco existe una recopilación sistem ática de registros
arqueológicos e históricos de este im p o rtan te elemento, ni un m apa de su
distribución.
Los arqueólogos han localizado y fechado algunos pozos prehispánicos,
uno de los m ás antiguos tiene 4.7 m etros de profundidad y fue identificado
por Jam es Neely en -San Marcos Necoxtla, Puebla, fechado nada m enos que en
7900 a. C. (Marcus, 2006:236).
Otros pozos aún sin fechar, fueron localizados en la Mesa de Metlaltoyuca,
en la H uasteca m eridional, Veracruz, p o r Lorenzo Ochoa, que tuve oportunidad
de conocer directam ente. Uno de ellos, m uy bien conservado, es de form a
rectangular, con paredes perfectam en te forradas con lajas y cuenta con una
escalera de acceso hecha con el m ism o m aterial y que llega h a sta el espejo de
agua, situado actu alm en te a unos tre s m etros de profundidad (falta medición
exacta). En la vecina Mesa de Cacahuatenco, los pobladores de las actuales
rancherías dispersas cercanas al sitio arqueológico se su rten de agua de pozos
circulares, con paredes forradas de piedra y brocal de lajas, encima del cual se
coloca una simple e stru c tu ra de troncos encim ados a m anera de huacal para
pro teg erlas orillas. Más adelante examino el uso de pozos para irrigar.
En las tierras bajas m ayas se h an localizado varios pozos con una
profundidad m ayor a los 13 m etros en el sitio de Dzibilnocac, a unos cincuenta
kilóm etros de Edzná. En Edzná, donde el agua está m ucho m ás profunda, a
veinte m etros, sólo se h an localizado "aguadas" que se supone habrían proveído
de agua a la ciudad m aya (Marcus, 2006:237).

Pozos ÍX lQ tJQ S
Los antiguos m ayas peninsulares se abastecieron de agua no sólo de los
chultunes-cisternas ya descritos, sino de agua de pozos y otras perforaciones
hechas en la roca calcárea que cubre gran p a rte de su territorio, h a sta alcanzar
los ríos y los estanques que se form an en algunas oquedades subterráneas,
para a través de ellas, probablem ente, introducir cántaros o cestillas, o bien,
colocando escaleras de m adera por donde descender hasta el agua para allí
cargar los recipientes. En o tras ocasiones, los hoyos se form an n atu ralm en te
al d erru m b arse una p a rte del suelo y quedar al descubierto el estanque
subterráneo.
Pozo p ara ab astecim iento familiar. Acayucan, Veracruz, 1905. Foto: C. B. Waite.

Pozo prehispánico en la ciudad m aya de Ek Balam, Yucatán.


Foto: Teresa Rojas Rabiela, 2003.

G$m£MiimíW3sem&mm¡i¡)Ossmm0mwesmtGtmmiG>immzm3smí!Msmmtmw¡m£>
c jp r M ¡

Rituales d u ra n te la conducción del m an an tial Acuecuexcatl, según el Atlas cié Duran (1990).

Pozo con pared es recu b iertas y con u n a escalera de acceso hechas de piedra careada, localizado
p o r Ochoa en Tzicoac-Cacahuatenco, Veracruz. Foto: Lorenzo Ochoa, 2006.
<3mmmmtmssmt*mmís¡immsxw£wmm!masm!wsssmw3¡míaa)3m!zeas$e<imiii3!a
Pozo de Bolonchén. Litografía a color de C atherw ood, 1843 (1978).

El m ism o pozo en la actualidad.


Foto: José Peguero, 2007.
Gracias a algunas litografías del siglo XIX que ilustran la obra de John S.
Stephens sobre sus expediciones arqueológicas por Centroamérica, Yucatán
y Chiapas, debidas al a rtista Frederick Catherwood, conocemos algunas de
esas o tras fuentes de abastecim iento de agua. La prim era registra una escena
observada a su paso por el rancho de Sabaché hacia 1844, situado en el camino
real en tre Ticul y Bolonchén, cuyo tex to nos entera de los detalles de la curiosa
form a en que las m ujeres mayas sacan agua de un pozo.
Vemos así q u eju n to a éste hay un edificio prehispánico, que el pozo tiene un
brocal y dos escalones de piedra careada, que los tres cestos utilizados p o r las
m ujeres p ara ex traer y vaciar el agua son de fibras duras fu e rte m en te tejidas
(hechas de corteza, dice el texto), que los cántaros de barro no tienen asas, que
éstos son cargados en la cabeza con el cestillo como rodete y que los cestos
se echan al pozo con ayuda de un cordel que se coloca sobre el travesano de
una e stru c tu ra de m adera. El tex to indica que el pozo fue construido p o r el
propietario del rancho poco tiem po antes:

El Rancho de Sabaché se líbica sobre el cam ino Real de Ticul a Bolonché. Está habitado sólo por
indios y se distingue porque tiene un pozo que fue construido por el propietario del Rancho.
T iem po an te s los m o rad o res dependían, en su totalidad, del pozo en Tabi a 10 km de distancia.
A parte de su valor utilitario, este pozo presentó para nosotros un curiosoy vivido espectáculo:
un g ru p o de m ujeres lo rodeaba. No ten ia cuerda ni dispositivo fijos de n inguna clase para
sa car el agua; pero a través de su brocal pasaba una vigueta que descansaba sobre dos postes
en hornilla y sobre ella las m ujeres hacían descender y luego izaba pequeños pozales de
co rteza de árbol. Cada acarread o ra traía consigo y se llevaba de regreso su propia cu b eta y su
cordel, este últim o adujado y puesto sobre la cabeza con el cabo colgando hacia a trá s com o
fo rm an d o al descuido u n a su e rte de tocado. La construcción que aparece al fondo queda en
las afu eras del Rancho, poco m ás allá de las chozas de los indios. La en co n tram o s cu b ierta de
vegetación y nos pareció bellam ente pintoresca... El pozo de Sabaché no se e n c u e n tra cerca
del edificio, sino a cierta distancia (Catherwood, 1978, Lám. XVIII. "Pozo y edificio en Sabaché").

Un segundo testim onio ta n to gráfico como escrito en la obra de Stephens,


de 1843, nos p erm ite conocer la existencia de una aguada" en las cercanías de
las ruinas, en el rancho de Jalal, Yucatán, en cuyo fondo los expedicionarios
descubrieron varios pozos y chultunes hechos con el propósito de recolectar
el agua que se filtraba, de los cuales reconocieron h a sta cuarenta. Uno de los
antiguos pozos, con "forma y construcción singular”,fue descritoyacom pañado
con u n dibujo m uy valioso porque en él aparecen la aguada, los pozos y los
chul tunes, con el im p o rta n te añadido de la form a en que funcionaba cada tipo
de elemento:

It liad a sq u are p latfo rm a t t h e top, an d ben eath w as a round well, faced w ith sm o o th stones,
from tw e n ty to tw enty-five feet deep. Below th is w as a n o th e r square platform , an d u n d er
M ujeres en la ta re a de ex tra e r agua de un pozo con ayuda de un lazo y de cestillas hechas de
fib ra que luego vacian en cán ta ro s de barro.
Sabaché, Yucatán, hacia 1844, según Catherw ood, 1978, litografía. Lám. XVIII.

Aguada, chultunes y pozos, en un esquem a de Catherw ood, 1843,


en Stephens, 1963.
th e la tte r a n o th e r well o f less diam eter, and a b o u t the sam e depth. T he discovery o f th is
well induced fa rth e r excavations, which, as th e whole country w as interested in th e m atter,
w ere p ro secu ted until up w ard o ffo rty wells w ere discovered, differing in th eir c h a ra c te ra n d
constru ctio n , an d som e idea o f w hich m ay be form ed from Figure 9. T he w ere cleared out,
an d th e w hole repaired, since w hich it furnishes a supply during th e g re a te r p a r t o f th e dry
season, a n d w h en tliis fails th e wells appear, and continué the supply until th e rains com e in
again (Stephens, 1963, Vol. 2:148-150,■ figs.:149-150).
Capítulo 2
(22Q
OBRAS HIDRÁULICAS
PARA LA IRRIGACIÓN
AGRÍCOLA
i bien es cierto que el agua de lluvia fue durante milenios la

S fu en te prim ordial que alim entó los cultivos desde los comienzos
de la dom esticación de plantas en el área cultural mexicana-
centroam ericana, hace unos diez mil años, ello no impidió que esa "agricultura
de tem po ral” (posible de practicar con h a sta 600-700 m ilím etros como
prom edio anual de precipitación), se com binara desde tiem pos m uy antiguos
tam bién, con alguna form a de irrigación. Con el tiempo, el riego en el área fue
adquiriendo cada vez m ás im portancia y por eso los restos de sus obras se
convierten, en form a sim ilar a la de las plantas dom esticadas en Mesoamérica,
evidencia del desarrollo tecnológico alcanzado p o r las antiguas civilizaciones
m esoam ericanas.
En M esoam érica el riego cumplió dos fines básicos: 1) in crem en tar los
rendim ientos ta n to de las plantas cultivadas (productividad agrícola) como
del trabajo hum ano (productividad del trabajo, es decir, las horas-hom bre
invertidas p o r superficie cultivada)y,2) servir como in stru m en to p a ra am pliar
la “fro n te ra agrícola", dado que perm itió colonizar tierras cada vez m ás altas
o m ás bajas, m ás áridas y/o con lluvia errática, insuficiente o sujetas a heladas
y granizadas, dando así lugar al cultivo continuo y al policultivo. Esto sin
m encionar que con las obras hidráulicas fue posible aprovechar los enorm es
depósitos de agua que son los hum edales existentes en diversas regiones del
área, al abrirse zanjas para contro lar los flujos, perm itiendo desecar y cultivar
en los terren o s rescatados, co n stru ir plataform as artificiales para establecer
viviendas, al m ism o tiem po que con tar con vías de navegación, de gran
im portancia en culturas sin anim ales de trabajo como la mesoam ericana.
En síntesis, el riego y la canalización de agua pluvial sirvieron para varios
propósitos en función de las variadas condiciones am bientales del territo rio
m esoam ericano (Palerm, 1972:149-212; Sanders y Price, 1968; Wolf 1967; García
M artínez, 2008). Entre las estrategias que se refieren a la agricultura destacan
las siguientes:

O btener m ás de un a cosecha de plantas al año en el m ism o terreno.


Cultivar plantas que requieren hum edad constante como el cacao,
algodón, chile, hortalizas y árboles frutales.
A segurar la m aduración de las cosechas antes del inicio de las heladas
en zonas altas, con lluvia veraniega insuficiente, o cuando ésta se
retrasa.
O btener una cosecha al año en zonas áridas en donde el cultivo de
tem poral es im practicable debido a la insuficiente precipitación
pluvial.
Producir una cosecha al año en la tem p o rad a de secas (con plantas
de ciclo corto) en lugares m uy húm edos, estacionalm ente anegados
o sujetos a inundaciones (lagunas tem porales por ejemplo) (recession
agrículture en inglés, Siemens, com unicación personal).

El riepo sepún los fuentes históricas


Las descripciones detalladas de los sistem as de riego en las antiguas fuentes
históricas son escasas y cuando existen, p o r lo general, son escuetas y ta n sólo
consignan algo como, p o r ejemplo, que u n determ inado valle se irrigaba con
un río, que un poblado tenía "mucha tie rra de regadío”, o que ju n to a él "pasa
el río que viene de..., del cual se sacan grandes acequias de agua para regar sus
sementeras...”
Respecto a la construcción de las obras propiam ente dichas, los registros
históricos tam poco abundan y p o r lo general se refieren a las de gran
m agnitud de la época im perial mexica. Uno es la excepción porque aborda
las tem poradas del año y las tareas que la sociedad ten ía que em prender en
cada una, en tre ellas, las consagradas a las obras hidráulicas. Se lo debemos
al franciscano fray Francisco de las Navas, gracias al cual sabem os que el
undécim o m es del año solar, que com enzaba alrededor del 18 de septiem bre,
llam ado Ochpaniztli, el “mes b arred o r o de las escobas”, se dedicaba, adem ás de a
"limpiar los panes y legum bres en las eras”y b a rre r los templos, a m an ten er los
edificios y a construir obras hidráulicas y o tras obras públicas:

... b a rría n y lim piaban todos los cam inos y vías y sendas, p a ra el bien com ún y ordinario de las
repúblicas y aquí e n tra b a n los edificios su n tu o so s que te n ía n y hacían, porque acudía a estas
cosas to d o el com ún p o r se r el bien universal de todos, con esto su s te n ta b a n sus heroicas
obras y edificios que no los dejaban caer, com o está dicho y hacían p u en tes y calzadas y otros
tra ía n aguas p o r caños y hacían fuentes y o tra s m uchas obras públicas... ("Calendario Indico
de las Indias del M ar Océano y de las p a rte s de este Nuevo Mundo", en M uñoz Camargo, 1981,
ff. 167v-171v).

Criterios empleados para clasificar ios sistemas


de riepo prehispánicos
Tipos de fuentes de agua que los proveen: perennes (manantiales, ríos y
arroyos, lagunas, pozos), y estacionales o tem porales (arroyos y barrancas,
escurrim ientos, avenidas o crecientes de ríos perm anentes, lagunas).
M étodos de distribución del agua: por canales, inundación, infiltración
o m anual.
Escala o dim ensión y alcance: pequeños, menores, relativam ente
pequeños, locales, mayores, grandes, extensos, regionales, “distrito de
riego”, constelación".
Complejidad del sistem a en su conjunto: simples, complejos.
Durabilidad de las obras e instalaciones: perm anentes, efím eras o
tem porales.
Manejo de las obras: alm acenam iento en tanques (albercas) y presas;
distribución en acueductos (canales sobre taludes de argam asa, piedra
o m adera, y "canoas", canjilones o caños de madera, pencas, carrizos,
etc.); conducción en canales y surcos; control y distribución en presitas
derivadoras p ara la inundación controlada de las parcelas; irrigación y
enlam e en bordos y “cajas”de parcelas y en presas derivadoras efímeras;
riego m anual con pozos y “cajetes”; control de niveles lacustres con
diques-albarradones y bordos, y drenaje con zanjas en zonas lacustres,
m al drenadas o con alto nivel freático.

Obras x| sistemas de riepo


Los sistem as de riego h a n sido agrupados utilizando diversos criterios, que las
m ás de las veces consideran la naturaleza del agua que em plean y las técnicas
de distribución del liquido. La siguiente lista da cuenta de am bos elementos:

Riego p erm an en te por canales, de agua de manantiales, arroyos y ríos


perennes.
Riego tem p o ral con agua de ríos perm anentes.
Riego tem p o ral p o r inundación o avenidas, con y sin canales.
Riego “de auxilio”, m anual o “a brazo”, a p a rtir de pozos, orillas de vegas
y lagunas.
Riego p erm an en te que com bina riego m anual y por infiltración, como
se da en las chinam pas y los cam pos drenados-elevados.
Riego p o r o tro s m edios como los depósitos pluviales en cimas, las
presas-lagunas y las cajas tem porales, y posiblem ente las galerías
filtrantes.

Distribución peopráfica del riepo en


iJlesoamérica
Desde el p u n to de vista de su distribución y en térm inos generales, la
irrigación en el área m esoam ericana puede caracterizarse como dispersa y
Distribución del regadío según Palerm, 1972, modificado p o r Doolittle, 1990.

sus obras como de pequeña y mediana escala. Las excepciones son varias, entre
las que destacan las de la cuenca de México, con un conjunto de estructuras
hidráulicas m onum entales que los españoles en co n traro n en funcionam iento
cuando llegaron p o r p rim era vez a la región. Pero es un hecho que tam bién
existieron obras de grandes dim ensiones en o tras regiones poco exploradas
o aú n desconocidas (como el canal y la presa de Teopantecuanitlan, Guerrero)
y h a sta que o tras construcciones conocidas no hayan sido cabalm ente
in terp retad as (como podría ser el caso del Xicakoliuhqui, en el Tajín).
En todo caso, la predom inancia de la pequeña y m ediana escala en las
instalaciones hidráulicas se explica en p a rte porque casi todos los grandes
ríos de M esoamérica se localizan en las zonas m ás húm edas y con altas
precipitaciones, donde el riego es por lo general innecesario. En contraparte,
las zonas con m enos precipitación y hum edad, que requieren irrigación
p ara asegurar las cosechas o p ara intensificar el uso del suelo se localizan
allí en donde las fuentes de agua son pequeñas y medianas, básicam ente en
la M eseta central y en la v ertiente del Pacifico, vinculadas con la presencia
de m anantiales, ríos y arroyos de caudal constante, originados en deshielos
o po r efecto de la inflitración en las estribaciones m ontañosas. O tra fuente
de agua p erm an en te provino de pozos verticales, con una am plia dispersión
territorial.
El p rim er estudio panorám ico sobre la distribución de los regadíos en
M esoam érica selo debem os a Ángel Palerm (1954, en 1972), seguido años después
p o r otro de Doolittle (1999:169, basado en el primero). Las fuentes em pleadas
por el prim ero fueron básicam ente las relaciones geográficas del siglo XVI,
la Suma de visitas de pueblos, la Relación del padre Alonso Ponce, los Anales de
Cuauhtitlan, la Memoria de Lebrón de Quiñónezylas Caitas de relación de H ernán
Cortés. Con éstas docum entó la existencia de 382 puntos con m ención de riego
prehispánico, disem inados en dieciséis estados del México actual, que resultan
de la sum a de 292 pueblos con dichas referencias, m ás las correspondientes a
"Las h u e rta s y el regadlo" y a "El cultivo de cacao y el regadío".
Palerm observó, con razón, que el área de distribución de la irrigación
en M esoam érica coincide, y no p o r azar, con la de m ayor concentración
demográfica, urbana, política y m ilitar del m om ento previo a la conquista;
abarca las siguientes cuencas fluviales y lacustres:

Cuenca de México.
Valle de Morelos (ríos Atoyac y otros trib u tarios del Balsas).
Valles de Tlaxcala y Puebla (ríos Atoyac y Nexapa).
Mixteca baja (río Salado).
Hidalgo (ríos Tula y Grande de Tulancingo).
Guerrero (ríos Balsas y Tepalcatepec).
Valle de Oaxaca.
Cuenca de Pátzcuaro.
Varios rios y cuencas en Colima.
Varios ríos y cuencas en Jalisco.

Sistemas de riepa permanentes y


temporales
Como es evidente al revisarla lista de tipos de riego que propongo, el concepto
que utilizo es amplio y va m ás allá del que em pleaba instalad ones perm an en tes
y con agua todo el año.También tiene que tom arse en cuenta que confrecuencia
y, como se verá en los ejemplos, no siem pre es posible d eterm inar con precisión
el tipo de sistem a de riego del que se tra ta , sea porque las reconstrucciones
arqueológicas no lo establecen, sea porque los tex tos históricos son escuetos
o ta n generales que sólo m encionan la existencia de riego, pero sin e n tra r en
detalles.
Asi, la irrigación p erm an en te tuvo como base el agua de m anantiales, ríos
y arroyos de caudal co nstante captada p o r lo general con obras m edianas y
pequeñas, establecidas a p a rtir de m anantiales y ríos y arroyos tributarios
m ás que de ríos m ayores (aunque no estuvieron ausentes), debido sobre todo
a la n aturaleza de la intrincada topografía e hidrografía de M esoamérica. Los
caudales de los grandes rios pocas veces pudieron utilizarse en sistem as de
riego continuo p o r su g ran variación estacional (a causa del régim en de lluvias
veraniegas) y p o r su g ran desnivel respecto de las vegas y terre n o s adyacentes.
Algo digno de resaltar es el hecho de que en casi todos los casos conocidos de
riego a p a rtir de m anantiales y ríos se u saron presas derivadoras tem porales

fB] v \ i s j A ro Cíf, S Ámr m m rn i wm i ~ ' ”-ri ■ '


.flP#
1 11 1 „ a
•w m | ¿Éj& l
0 fe w < A . ■" ■= ! > 1
tt ■■■■'■■ =
./Jifia p¡ Lfc.C M M m m >— unz?.,/7in_

Tierra p resu n tam en te irrigada. Códice Santa Ma. Asunción, f. 17r. Cuahtepuztitla, milcocoli, detalle.

Los tre s glifos de com puertas localizados h asta ahora


en códices m esoam ericanos:
Matricula de Tributos, Códice Mendocinoy Códice Cozcatzin.
que p erm itieron irrigar d u ran te las secas. Estas presas, hoy lo sabemos,
constituyen 1111 recurso técnico m uy extendido, antiguo y con gran pervivencia
h a sta el presente.
Las instalaciones básicas p ara el riego consistieron en presas, de las
cuales hubo básicam ente dos tipos distintos: alm acenadoras perm an en tes y
derivadoras efím eras o tem porales; canales (de tierra, de piedra, de piedra con
estuco y de argam asa-calicanto, y quizá tam bién de barro y madera), acueductos
sobre taludes de tie rra p ara conectar vanos en tre barrancas, lomas, m o ntañas
y otros accidentes topográficos y, posiblemente, depósitos secundarios de m enor
escala que las presas', con la finalidad de regular el flujo enviado por los canales
y elevar el nivel p a ra irrigar m ayor cantidad de tierra.
En lo que respecta a la conducción, diversos autores han afirm ado que el
riego se hacía llegar a los parcelas de cultivo en form a directa desde las fuentes
de agua a través de to m as y redes de canales sangrados en los cursos de los
ríos perm anentes. Sin em bargo las evidencias que he reunido indican que por
lo general si no es que siempre, el sistem a de riego consistía de una serie de
represas derivadoras que represaban, elevaban y conducían por bocatom as y
canales de tie rra el agua por gravedad a las parcelas.
Las form as de los canales desarrollados en M esoamérica fueron, en orden
cronológico y según la reconstrucción de Doolittle, las siguientes: en corte y en
form a rectan g u lar (Teopantecuanitlan), trapezoidal (Santa Clara Coatitlan),
en U (Tlaxcala) y escalonado (Xoxocotlan). Más tard e apareció la form a de V
(Otum ba y Tula) (Doolittle, 1990:8, cuadro con la cronología).
La existencia de com puertas es m ateria de controversia. Por lo general,
se adm ite el uso de form as incipientes de algún tipo de m ecanism o para
ab rir y cerrar el flujo de canales y presas, consistente en m eras obstrucciones
con tierra y piedras ("echar presa, le llam an hoy en algunas zonas), o bien
de co m puertas principales y deslizantes (sluice gates y head gates en inglés,
Doolittle, 1990:33).
Mis propias búsquedas en códices y docum entos, algunos en náhuatl, así
como observaciones en campo, m e perm iten proponer que al m enos uno
de los tipos de com puertas antiguas habría sido de tablones a m an era de
entarim ado de m adera que se abriría con m ovim iento giratorio sobre su eje
superior. Quizá son las "puentes” que se abrían y cerraban en las calzadas que
confluían en T enochtitlan y otras ciudades lacustres y que fueron descritas por
los conquistadores, en especial d u ran te la to m a de capital im perial tenochca.
En fuentes pictográficas he localizado tre s registros, uno en la Matrícula de
tributos, o tro idéntico en el Códice Mendocino y el tercero algo diferente en el
Códice Cozcatzin, todos procedentes de la cuenca de México. Por otro lado
se tiene u n hallazgo en un sitio chinam pero abandonado en el tiem po del
contacto indo-español, situado en el antiguo vaso de Xochimilco, hecho por el
arqueólogo Raúl Ávila López, que tuve o portunidad de conocer hace unos años.
Los testim onios lingüísticos sobre la acción de ab rir y cerrar el agua abundan,
como es el caso de la palabra n áhutl atzaqua, "atapar o cerrar el agua, para que
no se salga", o atzacqui, "el que cierra o atap a el agua que corre" (Molina 1977;
véase Boehm y Pereyra, 1974).
Ahora, procede abordar los ejemplos que ilustren los sistem as hidráulicos
seleccionados p ara esta obra.

Sistema hidráulico de Teopaniecuamiian,


Copaiillo, Querrero
Teopantecuanitlan es u n sitio m onum ental olmeca situado en el n o rte del
estado de Guerrero, poblado desde el año 1400 h a sta el 600 a. C. Es notable
desde m uchos p untos de vista, en tre ellos, su an tigüedad y pertenencia a la
célebre cultura arqueológica olmeca, p o r lo general identificada con la planicie
costera del Golfo de México, pero en concreto p ara nuestros intereses porque
contiene dos obras hidráulicas, una de ellas fran cam ente espectacular: un
canal monolítico de piedra que pudo haberse em pleado para riego, que
adem ás h a podido fecharse gracias a que un tra m o quedó sellado por un nivel
olmeca posterior. La segunda obra es una cortina de una presa alm acenadora
que corresponde a la segunda etapa constructiva del sitio (1200-100 a. C.). La
relación en tre las dos obras está aún sujeta a investigación y esperam os que
pron to se pueda resolver. El conjunto m onum ental, estudiado por Guadalupe
M artínez Donjuán, se ubica en un valle árido cercano a la confluencia de
los ríos Amacuzac y Mezcala, afluentes del Balsas, que abarca 45 mil m etros
cuadrados; con altas tem p eratu ras y vegetación sem idesértica, se ubica a un
lado de u n canal n atu ral que recoge u n a corriente tem poral proveniente de
una elevación vecina (Doolittle, 1990:41).
El sitio cuenta con tre s conjuntos de construcciones, uno de los cuales (el
A) contiene el recinto cerem onial que d ata de 1400 a. C„ el canal y la cortina de
la presa. El canal, situado a unos trescientos m etro s al noreste del recinto, está
construido con grandes bloques de rocas calizas y estuvo cubierto de lozas
(que en algunos tram o s se en cuentran in situ), tiene unos trescientos m etros
de largo y term in a en el valle, abajo del sitio. Mide en su in terior de 70 a 90
centím etros de ancho y de 90 a 150 m etros de alto, y era:

... capaz de conducir o alm acenar casi un m etro cúbico de agua p o r m e tro lin eal m ien tras
que su ligera inclinación evitaba el estan cam ien to o la erosión p o r la rapidez del flujo de
agua. Se ha especulado que esta obra se en co n trab a relacionada con u n a presa, la cual estab a
d estin a d a al regadío p ara im pulsar la agricultura intensiva (M artínez Donjuán, 1986:215;
1995:59; 2001:200-201; 1982 y 1986).

La presa;

... se localiza en una g a rg a n ta form ada po r cerras que lim itan la Unidad A p o r el oeste. El
vaso de la presa está lim itado p o n in a cadena de elevaciones, dejando un espacio en el que se
co n stru y ó u n a co rtin a de piedras y tierra. Además del escurrim iento de agua de lluvia de los
cerro s circundantes, la presa alm acenaba agua de m anantial. (M artínez, 1986:232).

Las dim ensiones de la co rtin a eran tre in ta m etros de largo y tre s m etros de
alto en el centro, con u n vaso de veinte p o r veinte metros, aproxim adam ente.
Doolittle considera que posiblem ente fue una presa de "gravedad", dado que
"depende de su propio peso p ara so p o rtar el peso del agua que almacena"
(Doolittle, 1990:41).
En la presa no se re p o rta vertedor (de demasías), pero la cortina pudo
te n e r un hueco o lugar m ás bajo en la p a rte superior, cerca del pu n to opuesto
a donde em pezaba el canal m onum ental. Éste, en caso de haber servido en
efecto p ara irrigar, h abría conducido agua "pasiva”, es decir, alm acenada.

Sistema hidráulico de Hoaocoilan, íTlonie Hlbán,


Oaxaca
La evidencia arqueológica m ás tem p ran a de un canal para conducir agua
desde el vaso de u n a presa para alm acenar procede del piedem onte del pueblo
de Xoxocotlan, abajo de M onte Albán, Oaxaca. Se tra ta de u n a presita de diez
m etro s de alto en el centro y de ochenta m etros de largo, con una cortina en
form a de V, en cuyo centro parece haber existido una com puerta. El m aterial
utilizado es u n a mezcla de cal y piedra, recubierta con una capa de cal, es
decir, se tr a ta de una presa tecnológicam ente m ás compleja que las previas
(Doolittle, 1990:52-56; m ap a en p. 52).
El canal principal que sale de la presa m ide unos dos kilóm etros y sigue los
contornos del cerro p o r unos trescientos m etros, excavado en la roca madre,
p ara luego co n tin u ar e irrigar unas cincuenta hectáreas en esas laderas,
h a sta desem bocar en u n arroyo. El canal m ism o es de form a escalonada, con
un "canal superior" de tre in ta centím etros de ancho por doce centím etros
de profundidad, y un "canal inferior" de ochenta por veinticinco centím etros,
rasgo que indica u n a buen a dosis de planeación y habilidades de ingeniería
(Doolittle, 1990:53).
En el caso de e sta presa no se hallaron ram ales o canales secundarios,
por lo que se presum e que la com puerta de la presa se abriría cada vez que el
agua se necesitaba en los canales, pero no se sabe con certeza cómo en trab a
el líquido desde éstos a los campos, aunque es probable que se ta p a ra n con
m ateriales que sim plem ente im pidieran el paso del agua, al m ism o tiem po que
la elevaran para que los sobrepasaran e inundara los terren o s adyacentes, que
contendrían bordos bajos de piedra para re te n e r el líquido (Doolittle, 1990:54).
Según Doolittle, las terrazas, u n a tecnología ta n to o m ás antigua que la
irrigación p o r canales, "parece h ab er surgido por prim era vez ju n to con la
irrigación con canales, en Xoxocotlan". En este caso perm itió la inundación
controlada (en contraposición a la inundación libre) (Doolittle, 1990:55).

Sistema hidráulico de Santa Clara Coaiitlan,


Estado de illéHico
Un ejemplo m uy antiguo de un canal de riego es el de Santa Clara Coatitlan,
situado en el n o rte de la cuenca de México, cuyos vestigios h a n sido fechados
hacia el año 900 a. C. Fueron localizados por el equipo de William T. Sanders
en 1974 (en Doolittle, 1990:43). Se tr a ta de la canalización artificial de una
corriente tem p o ral proveniente de las faldas de la sierra de Guadalupe,
con u n poco m ás de dos kilóm etros de longitud, un m etro de ancho p o r un
m etro de profundidad (Nichols, 1982, en Doolittle, 1990:22), al final del cual
existen veinticinco canalitos de sesenta centím etros de ancho p o r cincuenta
centím etros de profundidad, que irían directam ente a las parcelas. No se han
encontrado rastro s de ninguna presa y está en discusión si ésta existiría o
si la irrigación se h aría con to m as directas aprovechando la gravedad. Los
usuarios tuvieron que darles constante m antenim iento a los canales debido a
la sedim entación que producían las avenidas e, inclusive, hay evidencias de un
reexcavación. Es posible que antes de que existiera este sistem a por canales, los
cam pos agrícolas se hayan irrigado m ediante la conducción de las avenidas de
tiem po de lluvia provenientes de la sierra de Guadalupe.

Sistema hidráulico de la presa Purrón o


ífk&Quiionpo, Tehuacán, Puebla
El valle de Tehuacán, Puebla, no sólo es la región en donde se h a n encontrado
algunos de los restos m ás tem p ran o s de plantas dom esticadas en la región
Vista parcial de la p resa alm acenadora de T eopantecuanitlan, Guerrero.
Foto: Teresa Rojas Rabiela.
M exicana-Centroam ericana (MacNeish, 1962), sino tam bién de las estru c tu ra s
hidráulicas m onum entales m ás antiguas. Entre los prim eros están unos
pozos de agua (ya antes m encionados aquí) y unos sistem as de canales de la
era precerám ica localizados en Necoxtla, fechados como de 7900 a. C. (Nelly,
en Marcus, 2006:235). Pero en Tehuacán se encuentran los restos de una de
las presas alm acenadoras m ás grandes y célebres de Mesoamérica, conocida
como Purrón, en realidad un complejo de obras situado en la p a rte su r del
Valle de Tehuacán, en la zona conocida como Maquitongo, en la boca de la
cañada del arroyo Lencho Diego (de régim en interm itente, originado en el
cerro Chichiltepec, a 2 000 msnm).
Debe m encionarse que el uso de la presa p ara la irrigación está en discusión
y aú n no se h a resuelto del todo, en especial porque no se h an localizado canales
de riego (véase discusión en Doolittle, 1990:28-29). En su análisis de la presa,
Doolittle propone, an te la falta de evidencia de canales agrícolas antiguos
asociados con la presa, que condujeran el agua a las parcelas, que el embalse
haya servido m ás bien p ara controlar las avenidas, reducir la fuerza erosiva del
agua y los sedim entos, y proteger de inundaciones a los cam pos aguas abajo,
adem ás de p e rm itir que el antiguo cauce recibiera agua. Esta hipótesis me
parece discutible dada la escasa precipitación pluvial en el valle, insuficiente
p ara p racticar la agricultura de tem poral, por lo que propongo que quizá el
tipo de riego utilizado pudo h ab er sido por inundación, conducido a través de
la especie de v ertedera de la presa (Byers, 1967:48-64), usado ta n to du ran te la
tem p o rad a de secas como de lluvias. Este m étodo de riego no fue desconocido
en Mesoamérica.
El Valle de Tehuacán se localiza en el sureste de Puebla y se prolonga h a sta
el n o rte de Oaxaca; su extensión es de ciento veinte por cuarenta kilómetros.
Desciende suavem ente en dirección general nor-noroeste a sur-sureste, desde
Tecamachalco, a 2 045 m snm .hastaT eotitlán del Camino, a l 000 m snm .Pese a su
gran extensión, ta n sólo cuenta con unos cuatrocientos kilóm etros cuadrados
de tie rra llana, con la ventaja agrícola de que el problem a de las heladas no se
p resen ta m ás que ra ra vez, pero con el inconveniente de que la precipitación
pluvial prom edio es inferior a los 500 m ilím etros anuales, dism inuyendo a
m edida que se va al sur, h a sta que en Chilac, Altepexi y Zinacantepec alcanza
sólo 367 m ilím etros. Como ya apunté, este fue el factor m ás lim itante de la
agricultura en la región, y que lo vincula directam ente conlas obras hidráulicas.
El río Salado o Tehuacán (Atoyac en los docum entos coloniales), de régim en
perm anente, recorre el valle y en su curso se le unen num erosos arroyos y
barrancas, la m ayoría tem porales. Los grandes m anantiales que nacen al sur
del actual Tehuacán, al igual que ciertos arroyos, son salobres.
Gracias a las investigaciones dirigidas por el arqueólogo Richard S.
MacNeish en el Valle de Tehuacán, contam os con reconstrucciones de la
evolución de la dom esticación de plantas, la agricultura y la irrigación desde
los tiem pos m ás antiguos. No cabe hablar aquí con detalle acerca de los inicios
de la domesticación, por lo que com enzarem os p o r el periodo Formativo (1500-
300 años a. C.), cuando la población dependía ya del cultivo y vivía en aldeas.
La agricultura de entonces era de tem poral, quizá com binada con el cultivo .
en los lechos húm edos de los arroyos (a la m an era de los arenales), y durante
la época de lluvias, en las terrazas bajas de los ríos, arroyos y b arran cas (Mac
Neish, 1967:306). En este periodo los aldeanos no practicaban aún la irrigación
perm anente, posiblem ente po r falta de m ano de obra suficiente para realizar
las obras, o bien porque no existía la necesidad, en térm inos demográficos
y sociales. Pero es posible que usaran el riego con presitas tem porales
em balsando el agua de los arroyos tem porales, secos casi todo el año, durante
sus breves crecientes, dirigiéndolos hacia las parcelas adyacentes.
Lo an terio r co n trasta con otras regiones cercanas como el Valle de Oaxaca,
p o r ejemplo, en donde se em pezaron a utilizar varias técnicas simples de
irrigación (pozos y canales para riego p o r anegación), que perm itieron la
intensificación agrícola y, en el terren o sociopolítico, el desarrollo de una
sociedad m enos igualitaria.
En la fase del Formativo, conocida como "Ajalpan" (1500-900 años a. C.), la
m ayoría de los habitan tes de Tehuacán vivían en com unidades situadas a lo
largo del río Salado y agregaron nuevas plantas dom esticadas: la calabaza
de la especie Cucurbita pepo y el algodón, probablem ente procedente de Perú.
En esta fase au m entó la producción de m aíz y su consum o ascendió hasta
alcanzar el 35% del to ta l de la dieta.
En la siguiente fase, "Santa María" (900-200 años a. C.), aparecen m uchas
nuevas especies como el frijol ayecote (Phaseolus coccineus), el guaje (Crescentia
cujete), el m iltom ate o to m a te verde (Plysalis sp.), el coyol {Acromia mexicana),
el cozahuico (Sideroxylon sp.) y la ciruela nativa (Spondias mombin), así como
nuevas variedades de maíz.
En esta m ism afase fue cuando em pezó a construirse la presa alm acenadora,
fechada como clel Formativo medio (ca. 750-600 años a. C.) y, en total, el embalse
fue utilizado d u ran te novecientos años, h a s ta alrededor de 200 d. C. Los
arqueólogos que m ás la han estudiado, W oodbury y Neely, consideran que
esta p rim era fase constructiva la pudieron llevar a cabo los m iem bros de
una sola comunidad, unos diez hom bres en no m ás de cien días de trabajo.
La cortina tuvo ta n sólo 2.80 m etro s de altu ra y unos 6 m etros de ancho, con
una superficie de em balse de 2.38 hectáreas (140 p o r 170 metros), con unos 37
mil m etro s cúbicos almacenados. "Este m u ro ..., se hizo con pequeñas piedras
y tie rra colocada sobre grandes bloques de roca." (Woodbury y Neely, 1972:84).
Quizá tuvo un vertedero o salida de agua p ara conducirla a los cam pos de
cultivo, pero no se h a n encontrado los restos (García Cook, 1985:30).
La segunda etapa constructiva es de unas décadas después, hacia 600 a. C.,y:

... cubre la p rim e ra y es m ás am plia y m ás alta que ella, adem ás de cru z a r to d o el estrecho
valle, es decir cubrió to d o el ancho de la b arranca. La cortina tien e así 400 m. de longitud,
con u n a an ch u ra de unos 100 m y u n a a ltu ra de unos 5 sobre la prim era, que se colocó sobre
la prim era, p o r encim a del m aterial de aluvión depositado d u ra n te su utilización inicial,
m ism o que ya h abía cubierto to d o el em balse de la m ism a. La fo rm a de construcción fue
d iferen te pues se construyó con base en retículas de m uros de piedra- can to s rodados y lajas
de origen m etam ó rfico o sedim entario-rellenos con tierra, aren a y grava, que al p arecer era
co m p actad a (García Cook, 1985:30).

Con u n a altu ra de cinco m etro s hacia las caras de la cortina, este y oeste "se
construyeron gruesos m uros elaborados de lajas rectangulares -30 a 40 cm de
longitud p o r 10 a 20 de espesor- y pegadas con m ortero de lodo, lo que daba a
la cortina una b u en a apariencia." (García Cook 1985:31).
El em balse se calcula en veinte hectáreas con u n volum en máxim o de 1430
000 m etro s cúbicos. El vertedero pudo e sta r hacia el n o rte de la estructura.
Al m ism o tiem po que se construía esta segunda etapa de la cortina, se hizo
otro g ran m uro de contención o p latafo rm a hacia el este, cuyo extrem o oeste
se une casi con el extrem o n o rte de la cortina mayor", em pleando el m ism o
sistem a constructivo de la segunda etapa. Encima se construyeron "al m enos
tres conjuntos de m ontículos y sobre ellos se colocaron cim ientos para casas
de 2 p o r 3 m.”Es en e sta e stru c tu ra donde pudieron observarse dos vertederos o
salidas de agua, m ien tras que esta p lataform a pudo ser una cortina o bien una
especie de calzada dique sobre la que se construyeron templos. La p a rte oeste
de la cortina se cubrió con u n a capa de cincuenta centím etros de sedim entos
a causa de una fu e rte avenida, o bien p o r haberse llenado todo el em balse con
sedim entos (García Cook, 1985:31).
El complejo de obras hidráulicas siguió creciendo y en la fase “Santa
María" tard ía o en los inicios de la "Palo Blanco" (antes del año 200 a. C.), se
inició u n a tercera fase constructiva que perm itió alojar agua suficiente para
irrigar de 250 a 300 hectáreas en los llanos aluviales aguas abajo. Esta etap a
de construcción, fechada hacia el 150 d. C„ fue m ás bien una reparación de la
fachada oeste, m ediante un m uro de u n poco m ás de dos m etros de altura, con
el cual la cortina "ofreció u n a superficie p ara captación de agua de 24 h a (600
p o r 400 m)”, cuyo em balse h a sido calculado en 970 mil m etros cúbicos.
En la fase "Palo Blanco" (200 años a. C.-200 años d. C., en pleno Clásico),
aparecieron en el Valle deTehuacán tre s nuevas especies de plantas procedentes
Cortes longitudinal y tran sv ersal de la presa Purrón-M aquitongo, Puebla,
en W oodbury y Neely, 1972.

PURRON DAM COMPLEX


w w lop of c llll

A 4BI ttrueiura er illa


unlnt*rpr*l»d tlruetira
«•»<■ tip o M d m nonry wall»
S probobla «plllwoir

r ‘X \

9*
B oiad oa a ikalch mop b j J. Qrunel

Plano de la presa Purrón, e stru c tu ra T 15 y e stru c tu ra s asociadas, depósitos y canales,


en W oodbury y Neely 1972.

6aseeasii(as8Meaa>O(3BSBei8£»oassBezaiagsaeeasosssaeiiggsaBei¡augsgBeaeiiKaSsae!¡a»agsaaeaaa6isaBesg>0G8seeas0<D&£>
de Sudamérica: cacahuate (Arachis hypogaea), guayaba (Psidium guajaba) y quizá
piña (Ananas spp.); nuevas variedades de maíz, frijol com ún y ayecote; la sieva
(Phaseolus lunatiis),y los prim eros guajolotes (Woodbury y Neely, 1972, en García
Cook, 1985:31),
Con la construcción de la c u a rta y últim a etapa de la cortina de la presa,
alrededor de 200 d. C„ ésta alcanzó su altu ra máxima: dieciocho m etro s desde
el exterior y ocho m etro s desde el interior, con u n espesor m áxim o de ocho
m etros.

El áre a de cap tación fue entonces de 400 x 700 m, es decir 28 ha., contando entonces con un
volum en m áxim o de 2 240 000 m 3; los vertederos se localizaron ta m b ién hacia el n o rte de
la c o rtin a y sólo se m odificó el canal am plio que colectaba el agua de los m ism os. Se excavó
u n nuevo canal paralelo a la cara o este de la co rtin a y en dirección al extrem o su r del cañón,
cru zan d o los depósitos del canal m ás te m p ra n o en form a de T, desde el cual quizá dio vuelta
al o este hacia los cam pos a se r irrigados (García Cook, 1985:43).

Las nuevas obras respondieron a la necesidad de in c re m en ta rla actividad


agrícola en Tehuacán, d irectam ente relacionada con la am pliación de la
irrigación. Los arqueólogos calculan que esta cu arta etapa de trabajos requirió
de 4 300 hom bres que trab ajaro n 220 días d urante la época de secas y que su
m ag n itu d sugiere que fue dirigida p o r el Estado (que ya existiría desde la fase
tem p ra n a de “Palo Blanco").
La p resa alm acenadora Purrón term in ó su vida como u n embalse con unos
2 940 m etro s cúbicos de capacidad, que form aba un depósito de 2.4 hectáreas
de superficie (37 000 m ilím etros cúbicos de capacidad potencial). W oodburyy
Neely consideran que probablem ente nunca se llenó por com pleto debido a que
el arroyo sólo lleva agua du ran te el tem poral veraniego. Después del año 200 d.
C. la p resa se abandonó y los asentam ientos en su contorno se desocuparon.

Otros sistemas hidráulicos del Valle de Tehuacán,


Puebla
Respecto délas o tras obras hidráulicas en el Valle de Tehuacán que perm itieron
in corporar al cultivo m uchas de las tierras m arginales y áridas de la región
d u ran te el Posclásico, d estacan las del complejo de canales que condujeron
el agua de los grandes m anantiales situados en las cercanías de Tehuacán
(llamados hoy San Lorenzo, Axocupa y Atlhuelic) hacia los terren o s m ás bajos,
ubicados hacia el sureste del valle, p o r Ajalpan y M iahuatlán; es decir, de los
1680 m sn m h a s ta la zona m ás cálida del sur, a 1100 m snm . Esta red de canales
se conserva h a s ta hoy gracias a haberse petrificado o fosilizado debido al alto
•Qx-a

contenido de carbonato de calcio (travertino) contenida en el agua de los


veneros, que fue depositándose en capas en los canales, llam ados localm ente
tecoatl (serpiente de piedra en náhuatl).
Su construcción implicó con seguridad la cooperación de num erosas
comunidades, probablem ente las usuarias que se asen tab an a lo largo de
sus cursos, lo cual sugiere tam bién la coordinación p o r p a rte del Estado o al
menos, de u n a organización supracom unal (García Cook, 1985:54-56; Caran y
Neely, 2006).
Este sistem a o red de canales p resen ta tre s grandes subsistem as. El
prim ero se inicia al oeste de Tehuacán y se extiende p o r el oeste del poblado;
el segundo y m ayor com ienza cerca de Necoxtla y se dirige al sureste hacia el
área situada en tre Zinacantepec y M iahuatlán, y el tercero, el peor conservado,
se sitúa al n o rte de Venta Salada. Los dos prim eros probablem ente form aron
un solo sistem a que m ediría veinticinco kilóm etros de largo, lo m ism o que el
sistem a actual de riego del valle. Su canal prim ario m edía en tre 1.5 y 3 m etros
de ancho y, los secundarios, de 0.3 a u n metro.

Tecoatl, Valle de Tehuacán, Puebla. Foto: José Luis M artínez, 2007.


<3smtwimsííims8mw®smmmKz¡Msm&weiM3it0MsitwmBmmmmi2se&mts$2mí¿smQ
Otro sistem a ele riego im p o rtan te en el conjunto de obras hechas p o r los
antiguos h ab itan tes de Tehuacán en su esfuerzo por am pliar el potencial
agrícola del valle fue el acueducto construido en el cañón del río Xiquila
(tributario del Salado, que se une a éste cincuenta kilóm etros al su r de
Tehuacán). La tie rra en el estrecho cañón no pudo ser irrigada con el tipo
de sistem a de canales arriba descrito a causa de la agreste topografía y sus
h ab itan tes tuvieron que co n stru ir un acueducto de piedra y mezcla para
conducir el agua del Xiquila h a sta la llanura, en donde el agua se distribuía
por m edio de canales. Esta obra corresponde a la fase ta rd ía “Palo Blanco" y
a la siguiente “Venta Salada" (400-1519 d. C.). El acueducto conducía unos mil
cien litros p o r segundo y, aunque potencialm ente era suficiente para irrigar
m ucha tie rra (de 3 000 a 3 500 hectáreas), sólo lo hacía a las 250 a 500 hectáreas
disponibles en el área. Debió ser obra a cargo de los señoríos locales.
O tra fo rm a de intensificar la agricultura en el Valle de Tehuacán, si bien de
m en o r im portancia a nivel regional, fue m ediante la construcción de terra zas
en las laderas, que sucedió desde las fases “Palo Blanco" h a sta la “Venta Salada”
(400 a 1500 años a. C.) en que alcanzó su apogeo. Estas terrazas estuvieron
asociadas con pequeños asentam ientos de agricultores que las habrían
construido y m antenido con objeto de reten er la hum edad de las lluvias y de
red u cirla erosión.
Los estudiosos del Valle de Tehuacán piensan que la m ayor p a rte de la
producción agrícola d u ran te las últim as fases de la historia prehispánica era
de riego que aprovechó el agua de los m anantiales, ríos y barrancas trib u tario s
del río Salado. En las laderas de las m ontañas, como antes se dijo, existieron
otras form as de practicar el cultivo como la de tem poral con conducción de
avenidas en tiem pos de lluvias, y la construcción de bordos y te rraz as para
con servarla hum edad, principalm ente.
H asta aquí he m encionado las obras de riego posibles de conocer a través
de las investigaciones arqueológicas, pero en el caso del Valle de Tehuacán las
fuen tes históricas proporcionan inform ación adicional, como m u estra n los
siguientes pasajes, en la m ayoría de los cuales se insiste en que la tierra era
“m uy flaca”, caliente y seca, pero que tenía regadios.
El padre Ponce recorrió, ju n to con su cronista, Antonio de Ciudad Real, el
Valle de Tehuacán en 1586 y lo describió con cierto detalle: ”... [es] m uy fértil y
vicioso, espacioso y grande, que se riega con agua de pie de m uchos arroyos que
m eten en él los indios, donde tam b ién se coge m ucho maíz, chile y algodón..."
En las h u e rta s se habían ya aclim atado nuevas fru tas venidas del Viejo
Mundo, de tal m an era que:"... dánse en él y su com arca m uchos y m uy buenos
m em brillos ta n dulces como los de Toledo; dánse m uchas y m uy buenas uvas,
granadas maravillosas, aguacates, plátanos y todo género de naranjas, cidras,
limas, lim ones y otras m uchas f ru ta s ...” (Ciudad Real, 1976, t. II: 161). Al salir de
Tehuacán, los dos viajeros se vuelven a to p a r con el riego:"... y pasados algunos
arroyuelos con los que los indios riegan sus m ilpas...” (Ciudad Real, 1976, t. II:
56).
En Coxcatlán se regaba con agua de una barranca, dividida en tre s grandes
acequias (año 1620):

... que la una va al dicho pueblo de la cual beben y riegan las h u e rta s del... y de la segunda
acequia se re p a rte por los alrededores con que los n atu rales cultivan sus se m en teras y
legumbres..., y la últim a que era m ás abajo, que con ella riegan o tro s m uchos indios sus
se m en teras que están en su circuito ...

Sistemo hidráulico a partir de m anantiales,


Tetzcolzinco, Estado de íflémco
El sistem a hidráulico del cerro o peñón del Tetzcotzinco, a 2 280 m sn m es, a no
dudarlo, uno de los m ás im presionantes de su tipo en América; corresponde a la

Terrazas irrigadas con el sistem a hidráulico de Tetzcotzinco. Foto: Teresa Rojas Rabiela, 1975.

<asiaeiattsa8eaos886ess»aBsaBeaaiBa8e%ie6s»e¡®5¡sg8eaBi¿sgse»i»
etap a final del Posclásico y sus funciones fueron m ás allá del riego pues incluyó
otras recreativas, rituales y de aprovisionam iento de agua doméstica, adem ás
de obras de desagüe urbano. Es uno de los conjuntos de obras hidráulicas
m o num entales m ejor preservadas de Mesoamérica, con su acueducto sobre
terrap len es como colum na vertebral, m ism o que condujo el agua de los
m anantiales de la sierra de Quetzalapa, en tre otros, al conjunto del palacio
real del Acolhuacan y a sus baños, estanques y jardines aledaños, así como a
la m u ltitu d de canales que irrigaban las num erosas terrazas y "metepantles"
agrícolas (bancales agrícolas, te rrazas bajas con refuerzo de magueyes), que se
extendían p o r cientos en la ladera m eridional del Tetzcotzinco.
Esta área de agricultura intensiva fue u n im p o rtan te pilar en el sostén
económico de la cabecera im perial acolhua, u n a de las tre s que integraban la
Triple Alianza. El hecho que detonó la construcción del conjunto m onum ental,
que tran sfo rm ó radicalm ente el paisaje regional del Acolhuacan septentrional
du ran te los siglos XVyXVI, fue una inten sa sequía ocurrida hacia 1450 y que se
prolongó siete años (Medina, 1997:47).
Sobre el Acolhuacan contam os adem ás de los restos m ateriales, con
m uchas evidencias históricas, en la m ayoría de las cuales figura el hueytlahtoani
Nezahualcóyotl como personaje principal, en su doble papel de gobernante e
"ingeniero”de esas y o tras obras públicas de la cuenca de México (Rojas Rabiela,
1984). Algo que resulta curioso y que fue señalado críticam ente desde hace
años p o r Palerm es que frecu en tem en te estas construcciones hidráulicas, cuya
orientación principal era la agricultura, son descritas en las fuentes coloniales
como huertos, casas, jard in es y bosques de "recreación" o “de placer", sin duda
porque en p a rte lo eran, pero como es evidente al exam inar los textos, los fines
de m uchas de ellas eran m ás bien productivos.
Así, Nezahualcóyot tuvo diversas "casas de recreación”, bosques y jardines
en varios lugares del Acolhuacan, pues adem ás del Tetzcotzinco disfrutó del
Hueitecpan ("gran palacio", jard in es y recreaciones), los Cillan (palacios de su
padre), los palacios de su abuelo Techotlalatzin, adem ás de los que hizo du ran te
su gobierno:

... com o fu ero n el bosque ta n fam oso y celebrado de las historias, Tetzcotzinco, y el de
Quauhyácac, Tzinacanóztoc, Cozcaquauhco, C uetlachatitlan o Tlatéitec, y los de la laguna
Acatetelco y Tepetzinco. Estos bosques y jard in es estab an adornados de ricos alcázares
su n tu o s a m e n te labrados, con sus fuentes, atarjeas, acequias, estanques, baños y o tro s
lab erin to s adm irables, en los cuales te n ía plan tad as diversidad de flores y árboles de todas
suertes, peregrinos y traíd o s de p a rte s rem otas: adem ás de los referido, te n ía señaladas
cinco su e rte s de tierras, las m ás fértiles que había cerca de la ciudad, en donde p o r g u sto y
en tre te n im ie n to le hacían sem enteras, hallándose al beneficio de ellas personalm ente, com o
era en Ateneo que está ju n to a la laguna en el pueblo de Papalotlan, y en los de Calpolanpan,
M azapán y Y ahualiuhcan (Alva IxÜilxóchitl, 1977, t. II: 114, cap. XLII).
Acueducto Tetzcotzinco sobre talud. Foto: Foto Michael Calderwood, en Medina, 1997.

Sistema hidráulico del Te tzcotzinco, según Doolittle (1990), basado en Parsons.


Tenemos la fo rtu n a de que u n a p arte de las obras del Tetzcotzinco y del
paisaje hidi'oagrícola de origen cultural se preserve h asta el dia de hoy, quizá
debido a que los europeos prefirieron fu n d ar su ciudad en la T enochtitlán
conquistada y no en el Acolhuacan, adem ás de disponer de varias descripciones
históricas y estudios académ icos sobre el conjunto y sus funciones. Entre las
prim eras destacan las de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, fray Ju an B autista
Pom ar y los au to res indígenas de los Títulos de Tetzcutzingo, los tre s del siglo
XVI y, en tre los segundos, los estudios de Ángel Palerm y Eric Wolf (1954-1955, en
1972) y Miguel A. M edina (1997).
La siguiente descripción del acueducto del Tetzcotzinco es del siglo XVI y
se debe a Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1977 t. II: 115, cap. XLII), descendiente
del huey tlahtoani acolhua Nezahualcóyotl: "Para poderla tra e r [el agua] desde
su nacim iento, fue m en ester h acer fu ertes y altísim as m urallas de argam asa
desde unas sierras a otras, de increíble grandeza, sobre las cuales hizo una
ta rje a h a sta venir a lo m ás alto del bosque..."
Ju an B autista Pomar, cronista de Texcoco, escribió lo siguiente en 1582:

Rio principal y caudaloso no hay ninguno en esta ciudad [Texcoco] ni cerca de ella, porque
los arroyos de agua que corren p o r ella apenas pueden llegar a la laguna en tiem p o de secas.
Aun p ara esto fue m e n e ste r in co rp o rar y reducir en uno m uchas fu en tes de sus propios
nacim ientos, q u itándolos de sus cursos y corrientes naturales, recogiéndolos en caños y
acequias que p ara ellos hicieron Nezahualcoyotzin y Nezahualpiltzintli... (Pom ar 1941:53).

Mucho m ás tarde, en 1861, Edward Taylor visitó el cerro, dejándonos la


siguiente descripción, adem ás de un curioso dibujo de un puente en arco que
erró n eam en te atribuyó a la época prehispánica:

No fuim os d irectam en te a T etzcutzingo mismo, sino a o tro cerro que está conectado con
él p o r u n acu ed u cto de inm enso tam año, a lo largo del cual cam inam os. En esta p a rte las
m o n ta ñ a s son de pórfido y el canal del acueducto está construido p rin cip alm e n te con
bloques de ese m aterial, sobre el cual el estuco aplanado con el que un a vez recubrió su
in terio r y exterior, p erm anece todavia bien conservado. El canal no está m o n ta d o sobre
arcos, sino sobre u n talu d m acizo de ciento cincuenta a doscientos pies de alto y del an ch o de
u n a ro d ad a de carru aje (en Palerm [1955], 1972:128).

De acuerdo con el reciente estudio de Medina sobre los restos de las obras
del Tetzcotzinco, en el espacio habitacional sagrado del cerro se labraron el
palacio (en la p a rte media), los baños, estanques y jardines (de Tenayuca,
Tollan y Tetzcoco, ubicados sobre la calzada perim etral, al igual que el colector
principal) y el edificio m ilitar (en la cima), algunos labrados en la piedra, otros
que la com binaron con m anipostería, roca y argam asa, o bien, que fueron sólo
de argam asa con cimbra, recubiertos con estuco policromado.
Posible m aqueta sistem a hidráulico de Tetzcotzinco, 1975,
Foto:Teresa Rojas Rabiela.
C analybaño del i^ey,Tetzcotzinco.Foto:José Luis M artínez,2006.

En cuanto a los sistem as o distritos de riego agrícola, este au to r afirm a que


fueron tres: el norte, el central y el sur, alim entados por los m anantiales de la
sierra de Quetzaíapa, conducidos p o ru ñ a red de canales:

... lab rad o s en la roca o co n struidos con arg am asa (hecha con cal y tezontle, p erfe ctam en te
m oldeable, ligera y durable) y que seguían las curvas de nivel, casi p o r los p a rte a g u a s de
lom eríos suaves y bordeando las crestas po r uno de sus lados, p ara llegar a las te rra z a s de
cultivo... en las laderas de las elevaciones se rran as y piam ontarías... En el sistem a cen tral y
el sistem a s u r (que es el del Tetzcotzinco) se construyeron albarradones de roca, m a teriales
cem e n ta n te s y tie rra que u nieron los cerros llevando en sus lom os el canal de a g u a ... (Medina,
1997:204).

Pero algo que resulta extraordinario es el poder contar con información


sobre cómo esos jard in es y recreaciones" de Nezahualcoyotzin eran atendidas
p o r los pueblos:

Para el ad o rn o y servicio de estos palacios y jardines y bosques que el rey tenia, se ocupaban
los pueblos que caían cerca de la corte p o r sus tu rn o s y tandas; de los cuales p a ra el servicio,
ad o rn o y lim pieza de los palacios del rey, eran señalados los pueblos de Huexotla, Coatlichan,
Coatepec, Chim alhuacan, Iztapalocan, Tepetlaoztoc, Acolma, Tepechpan, Chicuhnautla,
Teyoyocan, Chiauhtla, Papalotla, Xaltocan y Chalco, que servían m edio año; el o tro m edio
año era a cargo de los pueblos de la cam piña, que eran O tom pan, T eotihuacan, Tepepolco,
Zem poalan, A ztaquem ecan, Ahuatepec, Axapochco, Oztoticpac, Tizayocan, Tlalanapan,
Coyoac, Q uauhtlatlauhcan, Quatleaca y Q uauhtlatzinco. Para la recám ara del rey estaban
señalados los pueblos de Calpolalpan, M azaapan, Yahualiuhcan, Ateneo y Tzihuinquilocan; y
p ara los b o sq u esy jard ines las provincias deTolantzinco, Quauhchinanco.Xicotepec, Pauhatla,
Yautepec, Tepechco, Aliuacayocan y Q uauhnahuac, con sus pueblos sujetos, acudiendo por su
tu rn o y ta n d a al dicho efecto, teniendo cada provincia y pueblo a su cargo el jard ín , bosque o
lab ran za que le era señalado. De los jardines, el m ás am en o y de curiosidades fue el bosque de
T etzcotzinco... (Alva Ixtlilxóchitl, 1977,1.11:114).

@smmm®a»i@smmGsm messm¡immassmi¡wmm!sw¡mmii(3m&¡íiWs&m3Bissmt2tifS£>

A cueducto sobre terraplén:"caño quebrado",Tetzcotzinco.


Foto: Michael Calderwood, en Medina, 1997.

i33se&aaa¡s8&a868aaa>&as8Bei®Bs^;g<WiW8e¡s®^ g iiK¡3g8e8eB6588e2ai^
Sistema hidráulico de Hierve el fipua x| lo
Cañada de Cuicaílán. Ookqcq
Hierve el Agua, en Oaxaca, es un sitio notable porque allí se preserva un sistem a
fosilizado de canales y terrazas, que en el pasado rem oto estuvo alim entado
p o r u n m an an tial perenne con alto contenido de carbonato de calcio (Kirkby,
1973:117, Fig. 46; Neely, 1967:15-17; Caran y Neely, 2006).
Pero de sim ilar im portancia a la de los restos de Hierve el Agua son los
vestigios de canales de piedra y calicanto y de acueductos localizados en la
cañada de Cuicatlán, an tañ o alim entados con el agua de los arroyos o ríos
Chiquitos, asim ism o asociados con terrazas. En este caso es posible que para
conectar un tra m o de canal con o tro a través de los accidentes topográficos
como barrancas, m o n tañ as u otros, ta n abundantes en la región, los antiguos
usuarios hayan usado canjilones o canoas de madera, a sem ejanza de los
que se em plean actu alm en te en la vecina población de Atlatlauca (Hopkins,
1974:239-247, Fig. 6).

M anantial, canal y te rra z a s en Hierve el Agua, Oaxaca. Foto: José Luis M artínez, 2007.
Sistema de riepo permanente del río
Teotihuacan, Estado de jJlémco
Uno de los sistem as de riego m ejor conocidos desde el p u n to de vista histórico
y etnográfico es el de Teotihuacan, debido en p a rte a la atención despertada
p o r los restos de la antigua urbe del Clásico situados en su valle. El río
Teotihuacan es el m ás septentrional de los trib u ta rio s de la v ertiente oriental
de lá cuenca de México que vertía sus aguas en la laguna de Texcoco, originado
en los m anantiales que b ro ta n en las inm ediaciones del pueblo de San Ju an de
Teotihuacan, en la p a rte suroeste de la ciudad sagrada; eran casi un centenar
hacia 1920 cuando Manuel Gamio realizó allí su investigación; ten ían entonces
u n aforo de en tre 1000 y 1500 litros p o r segundo, y su caudal au m en tab a en la
época de lluvias con los arroyos de O tu m b ay las aguas de las vertientes de los
m ontes cercanos (AGN, Desagüe (1782), vol. 22, núm . 187, "Relación anónim a de los
ríos..."; UTA, JGI, Desagüe, IV, "Noticia de los ríos y lagos...", ff. 2-3 y 5; Cuevas, 1748:25-
26; Cepeda, 1637; en Rojas Rabiela 1974:97).

Sistem a de riego del rio Teotihuacan, según la relación geográfica de Teotihuacan, 1580.
El río h a drenado la am plia p a rte baja del valle de Teotihuacan, y al m enos '
desde tiem pos toltecas (ca. 1000 d.C.), sus cam pesinos h an aprovechado sus
aguas p ara irrig ar sus tierras, adem ás de que en la zona de los nacim ientos
de los m anantiales construyeron parcelas tipo chinam pa de tie rra adentro o
cam po elevado (Millón, 1973:47; véase Gamio, 1979, t. 4:87; Sanders, 1957:118; Millón
etal, 1962:502; Charlton, 1970:263-264; Rojas Rabiela, 1974:97; Sanders, 1976:103).
Ju an B autista Pomar, en su Relación de Texcoco (1592) recogió la tradición que
reg istra la desviación del río Teotihuacan hecha p or Nezahualcóyotl:“...y otro rio
que nace de las fu en tes de Teotihuacan..., que asimismo Nezahualcoyotzin sacó
de su vía y tru jo a u n a casas de placer como a u n cuarto de legua de esta ciudad
[Texcoco], que llam an Acatetelco...”. Esta obra es apreciable aún en el Mapa de
Upsala, fechado hacia 1555 (Linné 1948, Láms.XyXI).Ya antes com enté que estas
"casas de placer”y otras "de recreación”h ab rían sido m ás bien zonas agrícolas
irrigadas en poder de las casas nobles de los gobernantes prehispánicos. Pero
en la época en que Pom ar escribió sobre estas obras ya estaban destruidas;

... a h o ra no llega a ellas [a las casas de placer de Acatetelco] por e s ta r en m uchas p a rte s
rom pido y co rre r p o r diferentes vías, porque después que se acabó el p o d er que te n ía n los
sucesores de estos señores, se ha n caído y venido en g ran dism inución y ru in a to d a s sus casas,
y u n a de ellas es é s ta (Pomar, 1941:53.)

Cuando se redactó la relación geográfica de Teotihuacan en 1580, el río


se em pleaba p a ra el regadío de las tierras a lo largo de todo su curso que,
desde los m anantiales h a sta la orilla de la laguna de Texcoco, m edía unos diez
kilóm etros, y de él se sacaban acequias p ara regar las tierras de Teotihuacan,
Acolman, Tepexpan y Tequisistlan, aunque m uchos de sus sujetos sólo ten ía n
agua de pozos y jagüeyes. Las cuatro Relaciones geográficas correspondientes
a los pueblos-cabecera, redactadas en 1580 p o r su corregidor Francisco de
Castañeda, com plem entadas con el texto de Pomar, nos dan testim onio
suficiente de la vigencia del sistem a de riego p o r aquellos años. Dice la relación:
"Es com arca fría el dicho pu[ebl]o y sus sujetos, excepto la cabecera q[ue es]
fría y h ú m ed a p o r e sta r asen tad a en tre fuentes de agua y acequias, y ser todo
m anantiales de agua...”(Acuña, 1985, t. 7, Relación de Teotihuacan-, 232-233; m apa en
AGI, Mapas y Planos, México, 17).

Es tierra, la de los sujetos, falta de agua: beben los n atu rales de jagüeyes; excepto la cabecera,
q[ue e]s ab u n d o sa de agua [y] tie n e m uchas fuentes en poco trecho, de que procede u n río
grande... Riéganse, con el agua de dicho río dos leguas de tierra, q[ue e]s to d a su co rrien te
h a s ta e n tr a r en la laguna, p asan d o p o r los pueblos de Aculma, Tepexpa y Tequizistlan y t[é]
rm in o de Tezcuco. Es tie rra abundosa de pastos y m an ten im ien to s (Acuña, 1985, t. 7:233).
La Relación cleAcolman, por su parte, señala;

Está asen tad o la cabecera de Aculma en un llano, al pie de u n a lom a llana: es raso. No tiene
ningu[n]a fuente: pasa, p o r el d[ic]ho pueblo, el rio que dicen de Son Juan, dividido en tre s
acequias de agua, con que riegan g ran pedazo de tierra, casi de un a legua en largo y m[edi]a
en ancho; es fértil de pastos y de m an ten im ien to s (Acuña, 1985, t. 7, Relación deAcolman-224).

Pasa p o r el d[ic]ho pueblo de Aculma el rio que llam an deSanJu[an], p a rtid o en cu atro acequias:
llevará cada un a de ellas dos bueyes de agua. Riégase con ella, casi u n a legua de tie rra (Acuña,
1985:231).

La Relación de Tepexpair.

El tem p le y calidad de la cabecera de Tepexpa es frío y h ú m ed o p o r e s ta r a se n ta d o en bajo la


m ay o r p a rte él, y e n tre acequias de agua... (Acuña, 1985, Relación de Tepexpan: 244).
... p o r la cabecera pasa el río que llam an de San Ju a n (Acuña, 1985:244).

La Relación de Tequisistlan:

Su asiento y sitio es en un llano bajo, e n tre acequias de agua, m uy cerca de la laguna. (Acuña,
1985, Relación de Tequisistlan: 241).

Pasa p o r la p[a]rte del levante del d[i]cho pu|ebl]o de Tequizistlan, el rio que llam an de San Juan,
en u n a acequia hon da [a] dos tiro s de arcabuz clel d[i]cho pueblo: riegan con él casi m edia
legua de tierra. (Acuña, 1985:243).

En la época prehispánica, la estrategia de producción probablem ente fue


la de u sar el riego para sem brar en m arzo o abril maíz, frijol, calabazas, chía,
etcétera, antes del comienzo del tem poral, p ara luego aplicarlo nuevam ente
en caso de retrasarse las lluvias (un estudio detallado de estos aspectos en
Sanders, 1957:112-122). Gamio afirm aba que en estas zonas el riego era no sólo
deseable sino necesario para poder cultivar m aíz du ran te la tem porada
de lluvias, y así lo confirm a Millón (1954:177). Sobre las técnicas para elevar y
conducir el agua no se dice mucho, pero es m uy probable que haya sido con
presas derivadoras efím eras hechas con troncos, varas, piedra y tie rra hechas
p ara elevar y poder alcanzar el nivel de las parcelas e introducir el agua a
través de canales. Tal parecen a p u n ta r los restos de unas presitas localizadas
p o r Armillas en 1954 y exam inadas después por él y p o r Palerm y Wolf (1956) en
Atlatongo, consistentes en.-

"1. u n dique de tierra, que perm itía rep resar u n a buena can tid ad de agua; 2. o tra pequeña
presa, d estin ad a a desviar la corrien te hacia las curvas de nivel m ás altas y reg ar así m ayor
can tid ad de tierra; 3. o tro dique m enor, cuya función parece h a b e r sido la m ism a, 4. una serie
de canales, co n ectan d o estas obras en tre si y llevando el agua a las m ilpas del n o rte del pueblo
de A tlatongo' (Palerm [1961], 1972:97).

Sistemo permanente de íiepo del río Tula en la


Teollalpan, Estados de íHénico e Hidalpo
Este in teresan te caso sólo lo conocem os p o r lo pronto a través de las fuentes
históricas, p o r las cuales sabem os que Teotlalpan es el nom bre n áh u atl con
el que se conoció a la amplia, árida y fría m eseta que se extiende desde el
extrem o n o rte de la cuenca de México h a sta las cuencas superiores de río
Tula, con elevaciones que oscilan en tre los 1 800 y 3 000 m snm . En la época
de la conquista, el paisaje de esta antigua "provincia" era contrastante: por
un lado, tierras agrícolas de tem poral con suelos pobres y expuestas al hielo,
con vegetación de nopales, izotes, cardones, magueyes y m ezquites, y por
otro, terren o s irrigados con el río Tula, sus afluentes y m anantiales, y lom as
y cerros de piedra caliza que constituían una de sus grandes riquezas. El riego
tran sfo rm ó la econom ía regional al p erm itir aten u ar el efecto negativo de las
heladas y la aleatoridad de las lluvias, asegurando así y al m enos en parte, el
abasto de alim entos.
El principal sistem a hidráulico de la Teotlalpan se n u tría del río Salado "que
sigue u n a dirección suroeste-noroeste, (y) al e n tra r al estado de Hidalgo se une
con el río Tula”; de caudal perm anente, en el siglo XVI corría:"... p o r una vega
cerca del pueblo de [Apasco]". La Suma de visitas de pueblos por orden alfabético,
del siglo XVI, a n o ta lo siguiente sobre Apasco, el riego y el en torno general:
Tiene de largo dos leguas, y u n a en ancho poco m ás o menos; pasa p o r él
un arroyo de agua en que se puede hacer u n molino que m uela todo el año y
pueden reg ar con él cerca de tre s mil brazas de tie rra en largo y m ás de ciento
cincuenta en ancho. La tie rra que se riega es m uy buena, la dem ás tie rra es un
poco de m onte, de encina bien poco. Hay unas lom as altas de piedra de cal; hay
m uy buenas tie rra s p ara sem b rar de seco pero son m uy sujetas al hielo (Paso
y Troncoso, 1905-1906,1.1:2-3)
La afirm ación respecto a que en el arroyo podía hacerse "un molino que
m uela todo el año” es señal inequívoca de que se tra ta b a de u n a corriente
perenne y con u n b u en caudal. Yfue precisam ente el encom endero de Apasco el
que obtuvo, en 1545, u n a m erced p a ra u n “herido de molino" (que seguram ente
instaló). Las tie rra s bajo riego equivaldrían a poco m ás de 126 hectáreas (3 000
p o r 150 brazas); m ien tras que el resto de los terren o s se calificaron de "muy
buenas p ara sem b rar de seco" (temporal), si bien con el inconveniente de todas
las tierras de estos altiplanos: las heladas del otoño-invierno.
Al caudal del río se sum aba el de los m anantiales de agua caliente de
Atotonilapan, adem ás de una:

... lag u n eta que en la p rim era fundación se halló en este lugar, de donde deriva el nom bre
del pueblo y le llam an Apasco Yaotl, que quiere decir donde está u n a cosa redonda de agua
en fo rm a de lebrillo. Que este dicho lugar d estin a ro n p ara en su circuito se fabricase dicho
pueblo (AGA, San Francisco Apasco, 23,2453: C uaderno 5, f. 6r-6v).

Apasco es uno de cinco pueblos descritos en la Relación deAtitalaquia de 1581,


que ten ía tierras de tem poral y de regadío, en las cuales:

... cogian y de presen te cogen m ucho m aíz y ají, y o tra s sem illas de que son aprovechados...
Es tie rra llana d esta jurisdicción, rasa, sin m ontes. T iene pocos ríos, au n q u e de algunas
fu e n te s tiene algunos anoyatos que comen y son de provecho a estos naturales porque son fáciles de
atajar. (Acuña, Relación deAtitalaquia, 1985, t. 6:59).

En la siguiente descripción del pueblo de Apasco y sus tierras de 1599, el


juez congregador dejó testim onio de la continuidad del sistem a de riego
prehispánico h a sta ese entonces, adem ás de agregar valiosos detalles sobre las
características de la agricultura y el valor m on etario de las tierras irrigadas:

El pueblo [de Apasco] está situado en un a lom a baja a las faldas de unos cerros de piedra para
h acer cal que está n pelados sin árboles. A la p a rte del p o n ien te pasa una vega de tie rra s que
son 40 b razas del pie a la m ano de largo y cu atro de ancho, y sin estas tie rra s de riego tienen
o tra s de tem poral; pasa p o r la dicha vega un arroyo de agua dulce, tien e de largo una legua
y de ancho en p a rte s un tiro de ballesta y en p a rte s de arcabuz, y a la p a rte del o rien te y a la
del n o rte tien e tie rra s de vegas b u en as que labran cuando les parece [...] tie n e n una vega
de u n a legua de largo de riego donde cogen m ucho maíz, frijol y o tra s legum bres, que po r su
fertilidad vale la dicha vega m ás de cincuenta mil pesos (AGA, San Francisco Apasco, 23,2453,
"Diligencias p racticadas p o r el ju e z comisario, Cuaderno 2, f. 4v).

Un tex to escrito en náhuatl, contenido en el códice de Apasco (de estilo


Techialoyan), nos revela la form a en que los “m aceguales trib u tario s” del
pueblo, es decirla gente común, atajaban el agua. Dice: “que siem pre lo ten d rán
e irán haciendo u n a presa (atzacuanli) p ara el sostenim iento de los vecinos
trib u tario s del pueblo. Se h a de pon er siem pre un guardia, un topil como guía,
así como ahora está, que jam ás se rebase lo que se necesite" (AGA, San Francisco
Apasco, 23,2453).
La hidrografía y los sistem as hidráulicos prehispánicos de la Teotlalpan y
de Apasco en particular, fueron tran sfo rm ad o s en la época novohispana por
efecto de las innovaciones técnicas y del uso del agua concom itante: molinos
harineros, presas p ara alm acenar agua en volúm enes suficientes p ara m over
la m aquinaria y presas de cal y canto p erm anentes para irrigar las tierras,
en tre otras. El establecim iento de m olinos en la región empezó por lo m enos
en 1545, cuando el encom endero de Apasco recibió una m erced del virrey
Antonio de M endoza de un herido de molino, que m uy probablem ente se situó
en el curso del río Salado. Veinte años después, se le m ercedaron o tras dos
caballerías de tie rra de riego en la vega de Apasco, que incluía ta n to el agua que
a ella le correspondía como u n a “presa antigua que tiene hecha, linde con la
estancia" (Acuña, 1985, t. 6:64-65). El destino de las tierras de la valiosa y extensa
vega, pasaron así de m anos indias a españolas, en un proceso que devino en
la form ación de haciendas y ranchos latifundistas que no se desintegraron
sino h a sta el re p a rto agrario posrevolucionario del siglo XX (Rojas Rabiela y
Olmedo, en preparación).

Sistema permanente de riepo dei Valle de


Cuernavaca, ítloreios
El sistem a de riego del Valle de Cuauhnahuac o Cuernavaca lo conocem os a
través de la docum entación histórica, que en este caso es b astan te tem p ran a
porque allí se establecieron algunas de las prim eras plantaciones de caña de
azúcar de la Nueva España, asi como los trapiches e ingenios p ara su molienda.
Las tierras de riego y los recursos hidráulicos de este y otros ricos valles
aluviales de la "tierra caliente" lo m ism o que de la “tie rra fría", pasaron m uy
p ro n to a m anos de los conquistadores donde ensayaron el cultivo de nuevas
plantas, valiéndose p ara ello de m edios legales (convenios con la nobleza
indígena, m ercedes reales o com pras) o de usurpaciones.Algo sim ilar sucedió
en o tros valles irrigados propicios para cultivos de alto valor comercial como
los valles de las Amilpas, Yautepec, Izúcar, Huaquechula, Meztitlán, Chalco-
Amecameca, Oaxaca, Cholula y otros muchos.
La "tierra caliente" de Morelos fue el escenario en el cual se desarrollaron
sistem as de control y captación de agua desde tiem pos m uy antiguos (por
ejemplo, en Chalcatzingo, véase Jorge Angulo, 1990), asi como de instalaciones
de riego a p a rtir de los ríos del deshielo de los volcanes y de num erosos
m anantiales y corrientes perennes que afloran en los bordes de la m o n tañ as
y los valles aluviales. El clima subtropical, un buen régim en de lluvias y la casi
ausencia de heladas (salvo en los las p artes altas, de 1400 m snm para arriba),
hicieron que los cam pesinos antiguas pudieran cultivar intensivam ente
las tierras con plantas anuales ta n to como perennes: algodón, maiz, chile,
calabazas, chilacayote, frijoles, chía, camote, jicama, aguacate, to m a tes y
T ierras irrigadas de los tlalhuicas en el actual estado de Morelos:"dáse en su tie rra m ucho
algodón y axí [chile] y todos los dem ás bastim entos: y al p re se n te se da grandísim a abundancia
de fru ta s de castilla:y está n poblados hacia el m edio día", siglo XVI. Códice Florentino, lib. 10, f. 136.

GsseeíayGSSB&aüessoeíaüaisaEíEiiGsssKauessBaaaxsSsa^^
frutales (Rojas Rabiela, 1988:89; García Castro, 1990:170-172). Una herm osa lám ina
del Códice Florentino recrea esta diversidad agrícola al describir a los tlalhuicas,
sus pobladores n ahuas en el m om ento de la conquista:"... son los que están
poblados en tierras calientes, y son nahuas, de la lengua mexicana; dáse en su
tie rra m ucho algodón y ají y todos los dem ás b astim entos (Códice Florentino,
Lib. 10, cap. 29, f. 136r).
En u n a región vecina, la Tlalnahuac (Oriente de Morelos), los cam pesinos
cultivaban de riego hacia 1564, com binando diversas plantas y ciclos que
dan cu en ta de la complejidad de esta agricultura en los valles tem plados y
calientes:

... siem b ran dos veces en el año, m aiz en u n a tie rra y en la m esm a tie rra a vueltas de ello y
después de cogido, ají e m elones e cam otes e frijoles e chía y o tra s sem illas que ellos tie n e n
p o rq u e com o es tie rra de regadío no la dejan holgar (Mieras... Cortés, 1946:230).
... que es verdad que en algunas tie rra s de regadío siem bran cu atro sem illas en un año, com o
es algodón y ají y m aíz e frijoles, porque lo uno siem bran en tre los o tro s (Nuevos... Cortés,
1946:236).

... to d o el año tie n e n las tie rra s sem b rad as,y en una tierra cogen tre s o cu atro géneros de
cosas en un año, com o el m aiz y ají y frijoles, e m elones y calabazas, to d o ju n to en un añ o y en
una tie rra ... (Nuevos... Cortés, 1946:179-180).

Volviendo a Cuauhnahuac se tiene que en la parte alta y m edia del valle


los españoles establecieron el segundo molino-trapiche-ingenio de la Nueva
España, p o r iniciativa del conquistador Serrano de Cardona (o Villarroel),
después de que H ernán Cortés fundó el prim ero en Tuxtla (Los Tuxtlas,
Veracruz). Pero si en Veracruz la caña no requirió de irrigación, sí lo hizo en
Cuernavaca, debido principalm ente a que la lluvia se concentra en ta n sólo
cuatro m eses del año, cuando recibe un prom edio anual de 1 025 m ilím etros
y a que el índice de evapotranspiración es m uy elevado (calculado en 935
m ilím etros anuales).
Desde el pu n to de vista topográfico, en la región de Cuauhnahuac existen
"dos tipos co n tra sta n te s de superficies irrigables”(Barrett, 1977:94): el prim ero
constituido p o r los m anantiales perennes que corren por b ar raneas profundas
y cuyo flujo es a m enudo torrencial, originados en la base de las laderas
m on tañ o sas del Ajusco; y el segundo, integrado por las llanuras inundables del
fondo del valle de Cuauhnahuac. Desde el pun to de vista hidrográfico se tra ta
de dos subcuencas: la prim era cuyo origen son los m anantiales de Ixtayuca
(Santa María Istayuca, según B arrett, 1977:94; actualm ente Santa M aría
Ahuacatitla, según García Castro, 1990:169), que form aban el arroyo o río Santa
María; y la segunda, en las fuentes de Chapultepec, que se convertía en el río de
ese nom bre. Veremos cada u n a por separado.
Suba/enea de Santa María. De acuerdo con el estudio de García Castro,
Axomulco, situado en la cuenca de Santa María, en el n o rte de Cuernavaca, se
irrigaba desde época prehispánica con el agua proveniente del m anantial de
Ixtayuca y de algunos arroyos que bajaban del m o n te por Tetela, p o r medio de
canales y represas. Otros dos sitios con riego eran Caltengo, un poco m ás al sur
y m uy cercano a los lím ites de la villa de Cuernavaca, y Amanalco, ubicado al
oriente de ésta (García Castro, 1990:169).
Los españoles, ya se dijo, m uy p ro n to se apropiaron del agua de la región,
en este caso del m an an tial de Ixtayuca y del río que éste form aba (luego
llam ado Santa María), pero tam bién reutilizaron las obras de riego indígenas.
En el paraje llam ado Axomulco, al n o rte de Cuernavaca, Serrano de Cardona,
adem ás de ser el pionero en sem brar caña de azúcar en los valles de Morelos,
instaló u n trapiche p ara su molienda, prim ero m ovido p o r muías (molino "de
sangre") y m ás tard e p o r agua. Todo com enzó en 1529, cuando Serrano obtuvo
"de los indios de Cuernavaca y las estancias de Tetela e Istayuca, al n o rte de la
ciudad, un censo perpetuo de agua y tierras p ara Axomulco, a $240 anuales"
(Barrett, 1977:87). También construyó en la m ism a zona una cerca de piedra,
form ó u n a h u e rta con 200 árboles frutales de Castilla (naranjas, limas, higueras
y granadas), y sem bró trigo y maíz (García Castro, 1990:171).
Subcuenca de Chapultepec. La historia de la subcuenca form ada por los
m anantiales y el arroyo de Chapultepec, los m ás caudalosos de la zona, es
sim ilar a la anterior, pero en este caso vinculada con H ernán y M artín Cortés.
Pero en todo caso, d u ran te los prim eros años del virreinato los sistem as de
riego y las tierras, localizadas al sureste de la villa, estuvieron "todavía bajo el
control de don Hernando, cacique de Cuernavaca" (García Castro, 1990:169). Una
serie de valiosos docum entos pictográficos de ca. 1549, registran los hechos
ocurridos d u ran te el periodo de transición en el que los españoles arrendaban
tierra s irrigadas a los indios p ara el cultivo de la caña de azúcar y, al comienzo,
tam b ién de moreras. Los pagos correspondientes se hacían a los gobernadores
y principales de los pueblos (Barrett, 1970:29). (Ambos cultivos se registran en
ese conjunto de docum entos pictográficos, AGN. Hospital de Jesús, leg. 298,
Catálogo de ilustraciones, 1979, Núms. 3052.1 a 33).
La caña pro n to se im puso como el cultivo comercial m ás im p o rtan te de
la región. Cortés "construyó Tlaltenango en tie rra s colindantes con Axomulco
y situadas corriente abajo...”, y p ara su m olienda echó m ano prim ero de un
trapiche movido p o r muías, h asta que com pró a la viuda de Villarroel (Isabel de
Ojeda) “u n séptim o de la plantación de Axomulco.. y el agua correspondiente
(B arrett 1977, p. 87). Hacia 1540, el M arqués em pezó una serie de obras
hidráulicas de conducción, la prim era de las cuales sirvió para desviar agua de
los m anantiales de Chapultepec desde su fuente p or medio de un acueducto .
de un kilóm etro y m edio hacia los cam pos de Atlacomulco..." (Barrett, 1977:88-
89). Con todo esto, los sistem as hidráulicos prehispánicos se tran sfo rm aro n
radicalm ente.
A propósito de esto, B arrett uno de sus principales estudiosos del tem a,
nos dice que en el "Morelos colonial”, los sistem as de conducción se hicieron
m ediante desviaciones y 110 construyendo presas de alm acenam iento que
guard aran los excedentes de la época de lluvias y el agua de las corrientes de
agua existentes, debido a causas topográficas: "E11 m uchos lugares los arroyos
corren p o r b arran cas profundas y estrechas de lados casi perpendiculares
y su flujo m áxim o es a m enudo torrencial", adem ás de que "la presencia de
una línea de m anan tiales perennes en la base de la escarpadura invitaba a la
construcción de desviaciones m ás que de diques de alm acenamiento" (Barrett,
1977:94). Y, en efecto, el m étodo colonial m ás frecuente para canalizar fue
m ediante acueductos con arcos, pero esa es o tra historia.

Sistema de riepo permanente de la cuenca del


río ílenapa, Puebla
En pocas p a rte s de M esoam érica como en la cuenca del río Nexapa, escribió
hace unos sesen ta años Pedro Armillas, "hallamos un núcleo com pacto y
num eroso de pueblos que aprovechan p o r com pleto los recursos hidráulicos
de una cuenca, lo cual exigia indudablem ente un control com ún de las aguas
para su adecuada repartición." (Armillas, 1991:170).
La cuenca del Nexapa se form aba con ríos y m anantiales p erm anentes
originados en los deshielos del Popocatépetl, que fluían por el sur y oriente de
sus estribaciones. El agua descendía suavem ente hacia los valles del sur, aunque
en los cursos altos de los arroyos cercanos al volcán venían em barrancados y
casi no se pudieron utilizar en la época prehispánica, con excepción de algunas
pequeñas vegas. En cambio, en las p artes interm edias y bajas del valle su
empleo fue intensivo, form ándose varios subsistem as de riego.
Los antiguos agricultores se aprovecharon del agua del río Nexapa o Néxatl,
"que quiere decir lejía o agua pasada p o r ceniza" y de sus afluentes, por medio
de redes de canales, seguram ente com binados con presas, y practicaron una
agricultura intensiva de riego en las tierras de un valle que se extiende de los 2
500 m sn m en el n o rte a los 1500 en el extrem o sur. El clima era propicio puesto
que, salvo en algunos pueblos ubicados m uy arriba, como Tetela y Ueyapan
p o r ejemplo, los dem ás gozan de un clima tem plado o caliente sin heladas. Las
limitaciones aqui pudieron surgir m ás que del clima, de la cantidad de agua
disponible, así como de la flexibilidad de los cultivos. Las precipitaciones eran
suficientes y los ciclos regulares, m enos en el sur, p o r la aparición de la canícula
o sequía interestival. En la zona de lzúcar, en el extrem o meridional, alcanza
los 927 m ilím etros anuales, en promedio.
Las referencias históricas sobre el uso extensivo del riego en esta cuenca
son abundantes. Por un lado, registran los ríos que corren p o r el oriente, actual
estado de Puebla,y por el occidente.estado de Morelos. En el prim ero se localizan
los ríos Cantarranas, Hitzilac, M atadero, Ayocuac, Agüisoc y Ahuehuello; en el
segundo, el Amatzinac, que al igual que los anteriores, se form a con arroyos y
m anantiales que van apareciendo a lo largo de su curso.
Gracias al estudio pionero de Armillas sobre el regadío en la cuenca del
río Balsas (1949) y el m ás reciente debido a Carlos Paredes sobre Atlixco (1999),
conocem os con cierto detalle el funcionam iento de los sistem as de riego y de
cultivo en las regiones de Atlixco, Huaquechula,Tochimilco e lzúcar, en Puebla
y de Tetela, Hueyapan, Zacualpan y Temoac, en Morelos.
En la región de lzúcar, denom inada la Coatlalpan en la época prehispánica,
H ernán Cortés en cu en tra lo siguientes, a su paso en 1520: “todo este valle se
riega p o r m uy buenas acequias, que tiene m uy bien sacadas y concertadas", y
que era “m uy fértil de fru ta s y algodón, que en ninguna p arte de los huertos
arriba se hace p o r la g ran frialdad, y allí es tie rra caliente." (Cortés, 1978:94;
Segunda carta). De otros pueblos se m enciona tam b ién el uso del riego en
la llam ada Suma de visitas (1949) (anónimo, siglo XVI), como son los casos de
Teucan, Tepexuxuma y Teunuchchtitlan:

Toda la tie rra de estos tre s pueblos con sus sujetos, es tie rra caliente y estéril en sí... y la m ayor
p a rte della es llana y lo dem ás son cerros no m uy altos, ásperos y p edregosos... y p o r en tre
estos tre s pueblos pasa el río que viene de Atrixco del cual sacan g ran d es acequias de agua
p ara reg ar sus sem enteras, que tienen to d o el año de m aíz y trigo, garbanzo, frísoles, ají, chía,
calabazas y algodonales; y toda la ribera del dicho rio son árboles de fru ta , ansí de la tie rra
com o de Castilla (Suma, 540:212-213).

D eT latequetlan se dice que:

Este pueblo está en la provincia de los C oatlalpanecas... Es tie rra caliente y estéril, to d o lo
m ás son cerros ásperos y secos excepto u n a legua que hay hacia lzúcar de regadío. En la cual
hay p a rte s m enos de un cu arto de legua de ancho y va to d o lleno de árboles de fru ta s de la
tie rra y de Castilla y en este pedazo de tie rra se da m uy bien to d as las cosas que en ella se
siem b ran (Suma, 541:213).

Podemos im aginar el panoram a, au n si excluimos los cultivos introducidos


p o r los españoles (trigo, garbanzo y fru ta s “de Castilla). Así, en Epatlán:
f iS 9 9 © > a p

Este pueblo está en la Provincia de Coatlalpanecas... es tierra caliente y estéril y la m ayor


p a rte son cerros ásperos; tiene un buen pedazo de llano en el cual hay u n a laguna donde
tien en pesquería, y riegan con un arroyo de poco agua; danse todas las fru ta s de Castilla y de
la tierra, y trig o y m aíz y algodón, del cual hacen ropa (Suma, 548:107).

De Tepapayeca se m enciona lo siguiente:

Este pueblo de Tepapayeca está en un llano, es tie rra tem pladas y está asen tad o ju n to a un
rio del cual salen m uchas acequias p ara regar, tien en m uchos árboles de fru ta s de Castilla
y de la tie rra y cogen algodón aunque poco..., y hay en el Valle m uchas fuentes e ríos que se
aprovechan p ara riego (Suma, 553:223).

De Tlilapan;
Este pueblo está en la provincia de los Coatlalpanecas. Pasan p o r este pueblo dos arroyos que
el u n o se llam a Achuechueyo y el o tro Tilatl. Es tie rra caliente y estéril y no m uy fragosa... dáse
m aíz y o tra s leg u m bres con acequias que sacan de los arroyos con lo que riegan,y a esta causa
se podrá d a r trig o y árboles de fru ta ansí de Castilla com o de la tie rra ... (Suma, 542, pp: 113-114).

En Huaquechula y Tochimilco se practicó por igual la agricultura de riego


por canales, ta n to en tierras llanas como en terrazas, que aún existen en la
zona hoy en día y que bien podrían ser una continuidad.
Según Paredes (1990), en Izúcar los cultivos prehispánicos eran, en p rim er
lugar: maíz, algodón y chile, adem ás de to m ate (verde), jitom ate, jicam a, fru ta s
diversas, chían, alegría, calabaza, tabaco y nopal para grana. Algunos de ellos,
quizá, se sem braban ta n to en las tierras de riego como en las de tem poral,
inclusive el algodón p o r el que Izúcar y los otros pueblos de la Coatlalpan eran
fam osos en aquella época (Paredes, 1990).
A lo largo de la subcuenca del río Amatzinac, que recorre por el oriente el
estado de Morelos, existia un rosario de pueblos que aprovechaban sus aguas
para cultivar. Los de m ás arriba, situados cerca de los prim eros nacim ientos
"del agua que sale del volcán”, eran Tetela y Hueyapan, que probablem ente
sem braban de h u m ed ad en las riberas de los arroyos m ás que m ediante
canalizaciones, que en estos casos no se m encionan (Relación geográfica de
Tetelay Hueyapan, 1581):
... tienen... g ran d es y m uchos arroyos de agua clara y m uy buena y delicada p ara beber, los
cuales nacen de las peñas y concavidades deste volcán, m uy provechosas p ara los naturales,
ansí p ara las legum bres que en sus riveras se crían com o po r los cañaverales y carrizales que
en sus desag u ad eros se crían, de que hacen esteras p ara aprovecham iento (Acuña, 1986, t.
7:268).

Más abajo, Zacualpan, Temoac, Tlacotepec, Goauzulco (Huazulco) y


Amilcingo irrigaban, probablem ente m ediante canales com binados con
te rraz as en las laderas. Sobre los cultivos únicam ente se sabe que con el agua
de un m anantial que nacía en Zacualpan se regaban "muchos m aizales”, y que
el nom bre de Huazulco casi seguro indica que se sem braba el am aran to o
uciuhtli, como h a sta ahora sucede en este poblado. Más abajo y al sur, en plena
tie rra caliente del oriente de Morelos, el río irrigaba tierras desde Amayuca
h a sta Chalcatzingo, en la Tlalnahuac ya m encionada páginas atrás.
Docum entos excepcionalm ente valiosos elaborados en 1564 nos dan a
conocer con b a sta n te detalle qué se sem braba, cóm o se asociaban y ro tab an
los cultivos de u n ciclo a otro y, en general, la intensidad de la práctica agrícola
p or efecto del riego y la ausencia de heladas, principalm ente. De m aiz se
obtenían dos cosechas al año, una d u ran te el tem p o ral y o tra de riego, en el
otoño-invierno; se cultivaba asociado con frijoles en intercalación, o bien con
chía, camotes, chiles, tom ates, chilacayotes, calabazas y algodón, en variadas
combinaciones. El algodón se asociaba con el chile en intercalación, o bien, con
las o tras plantas m encionadas y tam b ién se podía cultivar dos veces al año: "en
las tierras de riego los pueden coger dos veces en el año si lo quieren sembrar,
ayudándoles el tiempo..." Las rotaciones de cultivos eran igualm ente variadas.
Dice u n docum ento de 1564: "Siembran dos veces en el año m aíz en una tierra,
y en la m ism a tie rra a vueltas de ello, y después de cogido, ají e m elones e
cam otes e frijoles e chía e otras semillas que ellos tien en porque como es
tie rra de regadío la dejan holgar" (Nuevos... Cortés, 1949:230).

Sistemas de riepo con presas derivadoras


efímeras
En el curso de elaboración de esta obra, pude establecer que en la época
prehispánica el uso de presas derivadoras efím eras o tem porales estuvo
m ucho m ás generalizado de lo que h a sta ahora se h a planteado. Como ya lo
he descrito antes, este tipo de presa es una e stru c tu ra flexible y tran sito ria
construida p ara rep resar arroyos y rios con objeto de irrigar las parcelas
adyacentes d u ran te el estiaje. Su empleo estuvo generalizado en las regiones
agrícolas del centro, su r y Pacífico de M esoam érica y continúan parcialm ente
en uso h a sta ahora, m ás o m enos transform adas, lo m ism o en arroyos y rios
perennes que en estacionales.
La estru ctu ra consiste en un bordo de pequeña altura, un "presón”,
"empalizada" o azud" (térm ino árabe p ara estru c tu ras similares del Viejo
Mundo), hechos en el cauce de alguna corriente p ara obligar “a las aguas a
desviarse a u n canal artificial previam ente construido." (Obras hidráulicas en la
América colonial, 1990:240), y poder así regar las parcelas situadas en las riberas,
aguas abajo, aprovechando el desnivel natural y la fuerza de gravedad. La
siguiente descripción da m uy bien cuenta del aspecto y funcionam iento de
estas presas efímeras:

... n o se co n stru ían en p lan ta perpendiculares al cauce del agua -pese a re q u e rir un m en o r
volum en de o b ra- sino que se tra z a b a n con un notable sesgo o esviaje, que p e rm itía em balsar
m ayor can tid ad de agua, ofrecer un a m en o r resistencia y encauzar m ejor las aguas del río al
caz o canal. Los azudes te n ia n generalm ente m uy poca altu ra y un perfil tran sv ersa l suave
y red o n d ead o con la finalidad de que, cuando las aguas del rio viniesen crecidas, el azud
pudiera q u e d a r sum ergido sin opo n er una g ran resistencia al paso de las aguas ni su frir
graves d añ o s... En m uchas ocasiones, las avenidas de los rios eran ta n im p o rta n te s que lo
m ás práctico era construirlos de m an era rústica, con barro, hierba y piedras, rehaciéndolos
a n u a lm e n te d u ra n te los estiajes (Obras, 1993:240-241).

Los m ateriales m ás frecuentem ente m encionados en las fu en tes para


c o n stru ir los bordos de estas presas son m ateriales fáciles de conseguir en
el en to rn o inm ediato com o troncos, estacas, varas y cañuela entretejidas,
piedras, tie rra y, a veces, céspedes. Es posible que su nom bre n áh u atl haya sido
tequichiquihuitl como hoy se no m b ra a unas estru ctu ras sim ilares en el río
Tlapaneco, G uerrero (tequichiquihuite:"chiquihuite de piedra", "cesta de piedra”o
"tlaquichiquihuite") (Gutiérrez, 2002).
El agua así represada se utilizaba en la tem porada de secas p ara cultivar
las tierras aledañas a los cursos, aguas abajo, p ara ser a rrastrad as y destruidas
d u ran te el tem poral, cuando los ríos au m en tab an su caudal, y cuando el riego
era ya innecesario. Al finalizar la tem porada de aguas, los usuarios procedían
a lim piar los canales azolvados, a recoger el limo allí acum ulado (atoctle, en
náhuatl) p ara usarlo como fertilizante en las parcelas y a reco n stru ir las
presas y, de esa form a, reiniciar el siguiente ciclo de riego du ran te la siguiente
tem p o rad a de secas. En las zonas con heladas, el riego se h a usado para
ad e la n ta r el ciclo de tem p o ral y con ello in te n ta r am inorar los efectos de ese
fenóm eno destructivo, m ism o que puede presentarse casi al final del ciclo
agrícola, pero an tes de la m aduración com pleta de las plantas, m alogrando así
las cosechas. Estos sistem as hidráulicos están reportados para M esoamérica,
lo m ism o en m o n tañ a y som ontano que en llanura.
Lo dicho p o r un hacendado que en la época colonial utilizaba este tipo de
sistem as de riego con presas tem porales en el curso alto del río Los Remedios,
en la cuenca de México, ilustra con claridad la aplicación del riego en la
tem p o rad a de secas para cultivar m aíz o trigo:
Trabajos en una presa derivadora. Río Atilac, 1962, AHA, 234.

Cortina o bordo de una presa efím era hecha con tierra, reforzada con varas entretejidas y piedras
Acatlán, Guerrero. Foto:Teresa Rojas Rabiela.
Vega irrigada, posib lem ente con presas derivadoras efím eras.Tlalcosautitlan, Chilapa (Guerrero).
AGN, Tierras, 2719, exp. 14, f. 8. Cat. 1803.

Pero debo ex p o ner a la integ rid ad de vu estra excelencia que com o el tiem p o de los riegos de
las se m e n te ra s de trig o y m aiz se hace en el tiem po de secas, no hay el m en o r riesgo [de que
a causa de las p resas se in u n d e en tiem p o de lluvias u n cam ino vecino], que luego que [las
presas] ya no se necesiten (que es cuando em pieza a llover) se quiten, com o sucede con las que
se pon en en la h acien d a de Careaga y o tra s que to m a n sus aguas del m ism o rio (AGN, Desagüe,
Vol. 22, exp. 13, f. 10r; en Pérez Rocha, 1982:113-124).

E ntre los ejemplos arqueológicos existentes de estas presas efímeras,


p ueden citarse los del río (perm anente) Xiquila y el arroyo del Cañón Tecorral
(temporal), en Oaxaca. Se dice que la prim era presa era sólo derivadora y la
segunda, además, alm acenadora. Los ejemplos procedentes de fuentes del
siglo XVI las sitúan, en la cuenca de México, en el río Tacuba (Los Remedios)
(Pérez Rocha, 1982) y C uautitlán (Rojas Rabiela, 1974; Strauss, 1974); asi como en
el valle de Cholula, Puebla (C. Reyes, 1976:117-118).
Presa derivadora efím era en el rio Balsas, Ajuchitlán, Guerrero, AHA, 1337.

Presa derivadora efím era en el río Súchil. AHA, 3271.


Hoy en día h a n sido observadas en algunos ríos trib u tario s del Balsas, por
Tlapa y Chilapa, en Guerrero, así como en Coatlán del Río, Morelos (Angulo,
1993:167) y en la zona de Cuicatlán, Oaxaca. Se utilizan para lograr cosechas de
verduras, flores y m aíz en el tiem po de secas (Rojas Rabiela, 1988:138-141). Un
caso bien docum entado es el de Acatlán, Guerrero, donde tres presas de este
tipo irrigan sesen ta h ectáreas de tie rra (Matías, 1997:105-109; 226-229), de las
cuales poseo un registro fotográfico, an terio r a su estabilización actual.
En el curso de la investigación iconográfica hecha para este texto he
podido identificar p o r p rim era vez estas presas derivadoras en docum entos
pictográficos, específicam ente en uno de tradición mixteca, en el contexto del
relato cartográfico que contiene el'Lienzo de Zacatepec 2",y asociadas con ríos,
arroyos y canales. El lienzo se localiza en la Biblioteca Nacional de Antropología
y procede del pueblo de Santa M aría Zacatepec, en la Mixteca de la Costa (ex
distrito de Putla), Oaxaca (estudiado parcialm ente por Smith 1973:89-92; Boone

Presa clerivadora efím era, Acatlán, Guerrero. Fotos: Teresa Rojas Rabiela.
Ríos, canales y posibles presas derivadoras en el Lienzo de Zacatepec nú m ero 2,
Oaxaca, siglo XVI, INAH, 35-63.

\rñ.

Sistem a hidráulico del rio Cuautitlan. AGN,


Tierras, v. 2028, e5, fll8. Cat 1330.
<3smmmmummmi)t3sma»iim&£mm&m$mwi38mmmm¡m$maBi3$8mefit3s¡mí¡a8to
Gsssee^aoGssee
2000:82-85). Su existencia h a sido ya corroborada en campo, si bien se requiere
un recorrido amplio en to d a la cuenca del río Verde. Lo significativo de este
hallazgo consiste, además, en ser u n indicio p ara analizar elem entos similares
en otros códices mesoam ericanos.

Sistema hidráulico del río Cuautitian, Estado de


íJlémco
Elejem plodelríoC uautitlansirvealaperfecciónparailustrarelfuncionam iento
de u n sistem a hidráulico basado en u n a presa tem poral que lo m ism o sirvió
p a ra irrigar, que p ara su rtir de agua p ara usos dom ésticos y p ara fo rm ar una
laguna artificial. La inform ación disponible nos b rin d a tam b ién la oportunidad
de conocer cómo percibieron los españoles este tipo de sistem a, interesados
como estaban en apropiarse de las aguas de las corrientes perm anentes para
m over sus m olinos y b atan es hidráulicos
El de Cuautitian, como otros casos expuestos en esta obra, se conocen
fu n d am en talm en te a través de las fuentes del siglo XVI. Resulta de muchísim o
interés no sólo p o r la gran escala que alcanzaron sus obras hidráulicas, sino
porque a consecuencia de su ejecución sus antiguos h ab itan tes cam biaron
radicalm ente la configuración hidrológica de la subcuenca septentrional
de la cuenca de México. Los Anales de Cuautitian recogen en sus páginas la
desviación del río hecha casi un siglo antes de la conquista española, en 1435,
consignando los detalles de las obras realizadas y el contexto histórico del
acontecim iento. Sabemos así que el río C uautitian ten ía su cuenca natu ral en
la am plia llanura que se extiende en el n o rte de la cuenca de México, originado
en la sierra de las Cruces, lím ite poniente de ésta; con un régim en perm anente,
su caudal au m en tab a considerablem ente d u ran te la época de lluvias al recibir
los to rre n te s de la propia sierra de las Cruces y de la de Guadalupe. Antes del
desvío artificial, el rio desaguaba n atu ralm en te en la laguna de Texcoco por el
estrecho form ado en tre Ecatepec y Chiconauhtla.
La historia del desvío prehispánico com ienza con la llegada de los colhua a
la región de Cuautitian, donde los chichim ecas que allí residian los colocaron
en u n pun to cercano al propio Cuautitian, con la esperanza de que las furiosas
avenidas del río los a rra stra ra o aquellos o p ta ra n p o r irse a o tra parte. Y en
efecto el rió barrió con los nuevos pobladores, quienes lejos de arredrarse,
pusieron m anos a la obra y decidieron cam biar el curso fluvial: estancaron su
corriente y excavaron la tie rra d u ran te dos años, h a sta te rm in a r una represa
y canalizar el cauce h a sta la laguna de Citlaltepec, sección occidental de la
laguna de Zumpango. Enseguida invirtieron siete años en lim piar y re sta u ra r
el cauce original del río como canal de riego, al que llam aron Ayatictli o "vientre
del agua". La represa se hizo en el lugar llam ado Tepolnexco, m ediante vigas
enhiestas puestas ju n ta s en la canal, "con lo cual la acequia se represó de todo
en todo, y p o r eso se cambió y torció el agua, y por eso ahora e n tra el río en
Citlaltepec".
Las obras descritas nos h ablan de la capacidad de aquellas poblaciones p a ra
co n stru ir u n a represa de grandes dimensiones, con la resistencia suficiente
para derivar el agua de u n río, así como p ara excavar y tra n sfo rm ar el antiguo
cauce en u n extenso sistem a de riego p o r canales (apreciable en el m apa
colonial del AGN aquí incluido). La siguiente noticia, de 150 años después, nos
sirve p ara conocer otros detalles del funcionam iento de este singular sistem a
de riego; se generó cuando el agua del río fue objeto de pugna en tre los pueblos
de la región y los em presarios españoles allí establecidos, en especial con uno
que fundó u n molino de trigo en las cercanías del pueblo de Cuautitlan. Todo
em pezó cuando el m olinero abrió vina acequia "arriba de la presa de los indios,
es decir, cauce arrib a (que es posible suponer era la m ism a acequia descrita en
los Anales de Cuauhtitlan), la encam inó a su molino y al hacerlo dejó sin agua a
los canales de aquellos.
Sabemos que entonces el sistem a de riego indígena ten ía cuatro acequias
principales que p a rtía n de un pun to llamado San Juan Atlamican, con las
cuales los pueblos regaban sus "sementeras y huertas", adem ás de usarla
para beber. En Atlamican, dijeron los indios, tenían hecha una represa que
"reparaban" “cada año”, "en el tiem po de la seca", y que solían hacer en tiem po
de riego “a m ucha costa y trab ajo porque solían ocupar en el dicho reparo m ás
de dos mil indios". El m olinero coincidió en que la presa no era p erm an en te
sino que la hacían de "barro”, "en tiem po de seca que querían sem b rar”, para lo
cual se ju n ta b a n diez mil indios; aseguró asim ism o que en tiem po de lluvias la
presa no existía ni las acequias llevaban agua:

... el agua de dicho río era m uy caudalosa y de m ucha agua ... y ... al tiem p o que [los indios]
te n ia n necesidad que usasen de sus riegos, lo cual hacían y habían hecho siem pre en tiem p o
de seca que q u erían se m b ra r y respecto de que to d as las tie rra s que se m b rab an eran bajas
y unidas, so lam en te regaban un a vez p ara labrarlas y no había m e n ester la dicha agua an tes
ni después... en tiem p o de las aguas nunca te n ía n presa ni agua en sus acequias y lo que
h acían era que en cada año se ju n ta b a n diez mil indios en el tiem po de la seca a h acer la dicha
presa de b a rro y m uchas veces no la acababan y se q uedaban sin regar, y o tra s con cualquier
aguacero que se ofrecía en la seca se rom pía y de aquella m an era se qued ab an sin ninguna
agua... (AGN, Tierras, Vol. 2684, f. 9r, año 1587; en Rojas Rabiela, 1974:87-89).

El conflicto p o r el agua derivó en una vista de ojos encabezada p o r el


virrey y dos oidores de la Real Audiencia en junio de 1587, clara m u estra de la
G8 S)e!22aüG$9 ee2»Ü G ^^
im portancia del asunto. Reconocieron el río y las cu atro acequias principales
y recogieron la versión de que la cuarta, denom inada p o r los indios la "acequia
vieja" (luego llam ada “acequia del molino", "arroyo Acalhuacarí’ o “Tultitlan")
solía desaguar, según la versión del pueblo, en un a laguna llam ada Totoltepec,
m ism a que se había secado p o r culpa del molinero, pues el desaguadero de
su molino "iba m uy hondo" y p o r esta causa el agua se iba hacia el pueblo de
Tultitlan, que no había tenido esta agua antes de la construcción del m olino..
La desecación de la laguna de Totoltepec (probablem ente la m ism a Citlaltepec
citada en los Anales de Cuautitían) había causado un gran perjuicio a los de
Cuautitlan porque de ella obtenían su pesquería y recolectaban tule para
m an u factu rar p etates "que era su principal granjeria", adem ás seguram ente de
servirles p ara el tra n sp o rte acuático. En el m ism o año del reconocim iento, 1587,
la Audiencia y el virrey como su presidente, fallaron la sentencia definitiva, que
decidió el nuevo sentido que te n d ría el sistem a hidráulico del río Cuautitlan:
la cal y el canto se convertirían en los m ateriales básicos de construcción de la
represa, que contaría con “to m as y dactas" (medidas) p a ra distribuir el líquido y
con com puertas "para los casos necesarios"; es decir, en u n a caja distribuidora
al estilo del Viejo Mundo.
Lo anterior, tran sfo rm ó radicalm ente el sistem a hidráulico prehispánico y,
p o r ende, las reglas deljuego respecto a su adm inistración y organización. En la
sentencia se rep artiero n los costos p resentes y fu tu ro s de las obras de la presa,
así como el trabajo y los m ateriales de construcción. La nueva presa de cal y
canto se h aría en el m ism o lugar que la prehispánica y serviría “para que en
tiem po de crecientes el agua de las avenidas no inunde ni aniegue las tierras,
no absolve [s/c] las acequias ni repartim ientos." Es decir, la presa derivadora
tem poral se tran sfo rm ó en u n a presa de alm acenam iento perm anente, que
contendría y regularía el flujo del río d u ran te la tem p o rad a de lluvias, que
se abriría p ara la irrigación agrícola y el uso como fuerza m o triz para los
molinos.
Las distancias en tre los poblados, teniendo a Cuautitlan como punto
de referencia, sirve de referencia p ara te n e r u n a idea global de la escala del
sistem a: Teoloyucan, 9 kilómetros; Coyotepec, 12; Xaltocan, 14.5; Citlaltepec, 16 y
Zum pango 16.5 kilómetros.

Los derramaderos en Tepeilaoztoc, Estado de


JCtLénico
El caso de Tepetlaoztoc es m uy in teresan te porque los que parecen restos
de este tipo de presita-derram adero se h a n encontrado arqueológicam ente
(Carlos Córdova, 1997; esquema). Por otro lado he podido relacionar un registro
pictográfico del Códice Santa María Asunción, que registra las tierras de un
“barrio" de Tepetlaoztoc, con u n a p resita de este tipo o una sim ilar (derivadora
tem poral) (véase Williams y Harvey, 1997:104). Se tra ta de obras de m uy
pequeña escala hechas con el fin de aprovechar el agua de lluvia para irrigar,
p o r inundación, o bien, p o r canalitos las parcelas de tem poral (no es posible
determ inarlo en este caso).

o 10 20 m

E squem a de u n d erra m a d ero prehispánico en Tepetlaoztoc,


según Carlos Córdova, 1997.

GsmismmsiíBimmmmeimssmm m em sm im sM m m Bm M m mimeteííam sw im o
Los depósitos pluviales en cimas
Diversos autores h an repo rtad o sistem as de riego en cimas m ontañosas
planas o niveladas artificialm ente, en las cuales se construyeron bordos o
m uros de piedra y tie rra p ara recolectar agua de lluvia p ara luego conducirla
y derram arla sobre los cam pos de cultivo situados en las laderas. Existieron
en el cerro Coatlinchan (Texcoco),Tamaulipas, San Luis Potosí y Oaxaca (Rojas
Rabiela, 1988:152; apud MacNeish, 1958; citados en Hopkins, 1974:23). Es u n tem a
poco investigado y abierto a la investigación.

Sistemas de
humedad/íiepo en lapunas
estacionales, arenales i; vepas
La agricultura de hum edad, en general, se h a descrito como aquella practicada
en terren o s n atu ralm en te húm edos y que p e rm ite n el cultivo sin riego o sin
lluvia. La obra dirigida por el fraile Sahagún reg istra su nom bre náhuatl,
chiauhtMIi, que traduce como “tierras que son húm edas de su n atu ral por ser
bajas y aunque no llueva tienen hum edad y son fértiles, y cuando llueve m ucho
se pierde lo que en ellas se sembró." (Sahagún, 1975:702, Lib. XI). Aquí incluyo
algunos ejemplos sobre el uso y transform ación de algunas tierras húm edas
que, en ocasiones, adicionalm ente recurrieron al riego “de auxilio", sea con
recipientes a p a rtir de pozos o de otros m étodos p a ra encauzar el agua de ríos
y lagunas cercanos, en caso de presen tarse sequía.
Los terren o s húm edos com prenden u n a gam a relativam ente amplia:
lechos y playones de ríos, lechos de lagunas que se secan p a rte del año, zonas
con alto nivel freático o con suelos que retien en la hum ed ad (especialmente
en laderas m o ntañosas desm ontadas p ara la agricultura), y hoyas húm edas.
En sum a, terren o s cuya distribución fue dispersa y relativam ente limitada.
Algunos de los sistem as de riego en terren o s de hum edad los conocemos
m ediante docum entos históricos y etnografía debido a su pervivencia, sobre
todo en Guerrero, Michoacán y Oaxaca (río Balsas). Los ejemplos son de varias
épocas y provienen de u n a relación geográfica del siglo XVI, de las obras de
Antonio de Alzate (1791), Pedro Armillas (1949), Silvia del Amo (1988), Catherine
Good (2005) y Gerardo Gutiérrez (2002).
De Tetela, situado en tre dos ríos, dice la relación geográfica de Ichcateupan,
de 1579:

Pasan, p o r ju n to a este pueblo, dos ríos, q[ue e]l uno, q[ue] viene p o r la b an d a del norte, es el
caudaloso, q[ue] siem pre tra e m ucho agua [y] que no se puede vad ear en nin g ú n t[iem ]po del
©se© 220

año. En sus rib eras sie m b ran maíz, algodón, pepitas y melones, y, esto, en los arenales q[ue]
q u ed an sin ag u a cuando baja el rio. Llámase este rio Hueyatl, q[ue[ quiere decir "rio grande'.
El o tro q[ue] pasa, y viene de hacia el sur, le llam an Apitzactli, q[ue] quire decir 'rio pequeño'.
En este rio tie n e n algunas h u e rta s de cacao, que, con el agua q[ue] sacan dél, las riegan. Y,
asim ism o, a su t[iem ]po del año, sacan agua p ara reg ar algunas se m en teras de maiz; y no es
en g ran can tid ad p o r se r poco lo que se puede regar, po r ir e n tre sierras [el agua] (Acuña, 1985,
t. 6312).

El cultivo en los arenales del Balsas y sus afluentes fue observado en


Tepecuacuilco p o r el sabio ilustrado Antonio de Alzate, en 1791:

Se sab e que en las cajas o cauces de los ríos, cuando finalizan las lluvias, en los recodos, y a u n
en las orillas de la co rrien te se verifican planos cubiertos con arena, com o ta m b ié n que bajo
la are n a de los to rre n te s o cauces que sólo tien en agua en tiem p o de lluvias, en el fondo de la
arena, en don d e é s ta se un e a u n suelo firm e, siem pre se verifica hum edad...

... Luego que finalizan las lluviasy que los ríos dejan enjutos los arenales, disponen hoyos h a s ta
e n c o n tra r con el suelo firm e, y siem bran la sem illa de sandia: según la p la n ta va creciendo
van llenando con a re n a el hoyo, dejando libre la extrem idad de la planta, la que vegeta con
vigor p o r la h u m e d a d de que las raíces la proveen. Cuando la p la n ta su p era al plano de arena,
acab an de llen ar el hoyo, y u n a p la n ta cuya sem illa se halla e n te rra d a dos varas o m ás, a la
vista se p re se n ta com o si la h u b ieran sem brado en el m éto d o reg u lar (Alzate, 1831, t. 2:395-
396).

Pedro Armillas (1949) propuso que este uso com binado de agricultura de
hu m ed ad con riego en los "bajiales" (sangrando los ríos, o con riego m anual)
para cultivar "huertos", parece h ab er sido general en el Balsas Medio". Los
observó en Comelagarto, municipio de Totolapa, en el rio Mezcala.
Silvia del Amo y colaboradores (1988) los estudiaron en Oapan y Tetelcingo,
situados a500y700 m sn m respectivam ente, con te m p eratu ras m edias anuales
de 20 a 22 "C.Allí, cuando el Balsas baja su caudal d u rante las secas, deja grandes
playones arenosos húm edos que aprovechan los cam pesinos tem poraleros de
habla n áh u atl que h a b ita n en las p artes altas, que bajan a cultivarlos e incluso
se quedan a vivir allí tem p o ralm en te p ara cuidar las siembras. Comienzan
a tra b a ja r el 2 de noviem bre y concluyen a m ediados de mayo, cuando se
espera la creciente del río. Siem bran hortalizas: ajo, cebolla, melón, sandía,
cam otes, cilantro, huauhzonüi, tom ate, chile, y flores: cempoalxóchitl, girasol
ypopoyito.
El sistem a consiste en el cultivo de pequeñas áreas p o r familia (veinte
po r diez m etros, aproxim adam ente), con alta diversidad de cultivos, uso de
almácigos, in stru m en to s m anuales (cachala, espátula, tra n ch e te o cochicole,
machete), abonos orgánicos (estiércol de vaca, fiemo de m urciélago y
zontecuitlatl o nido de horm igas "zontetas") y riego de auxilio (con cubeta
desde pozos excavados cada vez, o del rio). Por su g ran suavidad, el suelo sólo
se trab aja ligeramente, para prepararlo en fo rm a de "macalis" y "tecalis", es
decir, de almácigos rectangulares p ara echar a nacer algunas plantas y luego
trasp lan tarlas a los tecalis, o bien, a otros te rre n o s de cultivo. Los tecalis son
hoyos de cuaren ta a cincuenta centím etros de profundidad hechos en el
arenal, en cuyos fondos húm edos se depositan las semillas (maíz, sandía y
melón), o plántulas (procedentes de los macalis); se ta p a n con una capa de
estiércol y luego con arena. Cada año los tecalis se rehacen porque la creciente
los arrasa (hacia el 15 de mayo ya se abandonaron).
Catherine Good (2005) registra el cultivo en arenales con riego de auxilio,
a todo lo largo del río Balsas, desde Tlacozotitlan y Mezcala, zona en que
los llam an “h u erto s de hum edad”, trabajados p o r los cam pesinos nahuas
que h ab itan en poblados situados en los bancos del río o en las m ontañas
adyacentes, en tre los 500 y los 800 m snm , en que practican la agricultura de
tem poral. Al te rm in a r la cosecha de tem p o ral las familias extensas escogen
los tram o s del cauce del río en donde los sedim entos se h a n depositado y
allí construyen pequeñas terrazas con cam as planas rectangulares, las m ás
bajas de las cuales reciben hum edad p o r infiltración, pero las m ás altas son
irrigadas a mano. Otras h u ertas se hacen con u n a serie de cam as de uno por
tre s m etros, en ocasiones alternadas con pozos someros. Los campesinos
esperan te n e r en producción co nstante de enero h a sta mayo u n a variedad de
plan tas de ciclos cortos. Los h u erto s hechos en los arenales y sedim entos que
el río deja al final de la tem p o rad a de lluvias se cultivan de diciem bre a mayo,
m es en el cual com ienza el tem poral y los h u e rto s son arrasados por el río
(Good, 2005; mapa:114).
Gerardo Gutiérrez, por su parte, d ocum enta u n sistem a de riego con
presas derivadoras (“bordos”o “bocatom as”) y la construcción de unas parcelas
tem porales en los arenales del río Tlapaneco y en sus trib u tario s (perennes), en
la m o n ta ñ a de Guerrero. Los cam pesinos llam an a estos terren o s artificiales
"trom pezones” o tlachiquihuites (tequichiquihuites), que se benefician con el
riego que cada pueblo to m a y canaliza desde el río, aprovechando el suave
desnivel m ediante u n a “boca de canal" que p erm ite elevar el agua e irrigar
las parcelas situadas h a sta cuatro m etro s p o r arrib a del cauce durante la
tem p o rad a de secas. Mi observación directa hecha en 2006 m e p erm ite sugerir
que en el pasado los bordos que sirven p ara derivar y canalizar el agua, que
hoy son de tierra, piedra y cemento, fueron presas derivadoras efímeras, hoy
estabilizadas, como lo h a n sido las de Acatlán, que observé an tes de dicho
proceso.
T rom pezones o te rre n o s ci-eados en la vega del lio m ediante la cap tu ra artificial de sedim ento
e irrigados con presas derivadoras y canales. Tecoyo, Alpuyeca, Guerrero. Foto: G erardo G utiérrez
M endoza, 2002.

G¿s0s¿au^mau6ss8sme$aB®iH3SSBíaufis9ee^vS8&a&ss¡aíKaü^^

Al respecto, es im p o rta n te d estacarlas diferencias entre los h u erto s de los


arenales y estos trom pezones, u n a de las cuales es su dimensión, pues estos
últim os son b a sta n te mayores. Los trom pezones son parcelas artificiales que
se fo rm an en las playas y vegas de los ríos como efecto de u n a acción cuyo
objetivo principal es a tra p a rlo s sedim entos que los ríos a rra stra n d u ran te la
tem p o rad a de lluvias, m ediante la construcción de m uros con estacas vivas,
varas y piedras. Para los cam pesinos con estos trom pezones no sólo se gana
terre n o al río y se cap tu ran y acum ulan sedimentos, sino sirven p ara prevenir
inundaciones. Los siguientes datos aportados p o r Gutiérrez nos dan idea de la
escala de las parcelas y del sistem a en su actual dimensión:

He co n tad o casi 3 000 parcelas de tie r ra de tro m p e zó n en los angostos valles del rio Tlapaneco.
El ta m a ñ o pro m edio de estas parcelas es de 1 ha. Calculo que la superficie to ta l de te rre n o
creado p o r este sistem a en la cuenca del rio Tlapaneco es de no m ás de 3.5 k m 2. Sin em bargo,
su p o d er p a ra c a p tu ra r sedim entos es im presionante, con u n volum en estim ado de suelo rico
en m a te ria orgánica de 7 000 m 3 (Gutiérrez 2002; 2008, dibujo y foto: 84).
Sistemas hidráulicos jj formación de
lagunas artificiales
La capacidad de los prehispánicos p ara realizar obras hidráulicas con fines
m últiples (agrícolas, cría de anim ales y plantas acuáticas, navegación) queda
de m anifiesto en algunas fuentes históricas, d irectam ente relacionadas con
la form ación de “lagunas" artificiales m ediante presas o bordos. Al caso ya
m encionado de la laguna-presa de Totoltepec, en el n o rte de la cuenca de
México, relacionado con el sistem a de riego del Cuautitian, hay que agregar
dos ejemplos m ás que proceden de Coatepec-Tula, Hidalgo, y Amanalco, Estado
de México. Pero antes, cabe enfatizar que la habilidad que tuvieron diversos
pueblos prehispánicos p ara fo rm ar cuerpos de agua artificiales, o su espejo:
“deshacer" cuerpos de agua naturales m ediante el drenaje y su p u e sta en uso,
se m anifestó no sólo en las regiones altiplánicas del centro de México, sino
tam b ién en los hum edales de las tierras bajas tropicales, en donde la intensa
sequía estacional sirvió como d eto n ad o r p a ra la construcción de camellones
que sirvieron p ara el cultivo y al m ism o tiem po p a ra conservar el agua de esos
depósitos naturales, adem ás de habilitar vías de navegación a través de los
canales y en general p ara aprovechar otros beneficios como la caza, pesca y
recolección de productos biológicos (como lo sugiere Siemens, comunicación
personal; Siemens, 1998).

Lapuna de Tula, Hidalpo


El caso de esta “laguna artificial, en realidad u n rep resa o em balse artificial, es
m uy conocido dada su relación con los relatos de la peregrinación mexica, cuyo
p u n to de p a rtid a fue el legendario Chicomoztoc y el de llegada Tenochtitlan
(véase Boehm, 1986:282; Códice Botiirini o Tira de la peregrinación). Dos fuentes
del siglo XVI em parentadas, el Códice Ramírez y la Historia de fray Diego Durán,
n a rra n cómo cuando los mexica decidían detenerse en algún pu n to en el curso
del largo trayecto, lo prim ero que hacían era edificar un tem plo a su deidad
tutelar, Huitzilopochtli y, lo s e g u n d o ,.. sem b rar p a n y las dem ás semillas que
u san p a ra su susten to de riego y de temporal". Fue asi que al llegar a Tula, se
establecieron en el cerro Cohuatepec y:

Puestos allí m an d ó el ídolo en sueños a los sacerdotes que atajasen el agua de un rio m uy
caudaloso que p o r allí pasaba, p a ra que aquella agua se d erra m a se p o r to d o aquel llano, y
to m a se en m edio aquel cerro donde estaban... Hecha la pre sa se extendió y d e rra m ó aquella
ag u a p o r to d o aquel llano haciéndose u n a m uy herm o sa laguna, la cual cercaron de sauces,
álam os, sabinos, etc. Crióse en ella m u ch a ju n cia y espadaña, p o r cuya causa la llam aron
T ula... Com enzó a te n e r g ran d e abundancia de pescado y de aves m arin as... (Códice Ramírez,
197926-27).

Después se ordenó d e stru ir la obra, con lo cual la laguna se secó:

H uitzilopochtli m an d ó a los ayos que deshicieran la represa y reparos de la to m a del agua con
que se hacía aquella laguna, y que dejasen ir el rio que habían represado p o r su an tig u o curso,
lo cual p u siero n luego en obra,y desaguándose p o r allí to d a aquella laguna quedó aquel lu g ar
seco de la m a n e ra que an te s estaba... y asi salieron de aquellos térm in o s de Tula el añ o de 1168
(Códice Ramírez, 1979:27;28).

Laguna de Hmanaico, Estado de ítléxico


En Amanalco de Becerra, situado a siete leguas del valle de Toluca, existió desde
época prehispánica h a sta hace unas cuantas décadas, u n a "laguna” artificial
que, al igual que las de Coatepec-Tula y Totoltepec-Cuautitlan, expuestas
páginas atrás, servía lo m ism o p a ra el cultivo de su húm edo lecho que p a ra
criar peces y tules y facilitar la navegación. La laguna-presa existió h a sta hace
unos 35 años, cuando fue dren ad a y ahora se encuentra atravesada p o r canales
y acequias que d ren an el agua proveniente de los m anantiales que se originan
en las m o n tañ as cercanas, básicam ente en el cerro San Antonio, del Nevado
de Toluca, y que hoy desem bocan en la presa Valle de Bravo. En la actualidad,
la tie rra de h u m ed ad del antiguo lecho se cultiva con forrajes y h a b a du ran te
las secas, y las casas de los pueblos de las antiguas orillas avanzan sobre esos
terrenos. La referencia histórica que m e perm itió identificar esta “laguna-
presa procede del Teatro Mexicano, de fray Agustín de V etancurt, del año
de 1698 y no podía ser m ás explícita sobre el carácter de la laguna y sobre el
funcionam iento de las "presas":

... que nace de u n os ojos que bajan de las Sierras altas que la rodean, y los N aturales de ella
hallaro n in d u stria de cóm o d esaguarla y echarle las presas a su tiem po, de ta l m a n e ra que
al tiem p o de las aguas está llena, así del agua de los m an an tiales com o [de] la [que] v ierten
las Sierras en avenidas, y se cría pescado, y al tiem p o del Verano, y la Cuaresm a, la desaguan, y
sie m b ran en ella m u ch as se m e n te ra s de maíz, y o tra s cosas (V etancurt, 1971, t. 2, p. I, cap. V: 35).

Sistemas de riepo con apua subterránea


fiiepo m anual o 'riepo a brazo"
La irrigación m anual se practicó en época antigua utilizando agua de
pozos, lagunas y canales en las zonas con alto nivel freático: valles, chinam pas,
Posible presa-laguna" de Apasco ("lebrillo de agua"), Estado de México, según el Códice deApasco,
Archivo General Agrario.

c jf? s r

La “laguna’-presa de Cohuatepec-Tula (Hidalgo), según el Códice Duran, sigo XVI (1990).

esmí!m^vsmmmma3s!míwissm^mjssm^ix3ssmímsis(immssm¿m3ssmimsssísímsss&s¿msí0
GS9 e(22aQGS98 e 2 S ^ 3S ^ ^

Vista del antiguo vaso de la presa de Amanalco, Estado de México.


Foto: Teresa Rojas Rabiela, 2008.

Riego m an u al con cán taro a p a r tir de pozo. Valles Centrales de Oaxaca.


Foto: Ricardo María Garibay.
Riego en un alm acigo con cántaro, Códice Florentino.
' v>

Fertirrigación p a ra fo rm a r almácigos, Tlaxialtemalco,


Xochimilco. Foto: Teresa Rojas Rabiela, 1994.

esmimm&m m m w m m m m m ims'/m m faiim eím m m m m smissBmiimsmíamo


cam pos levantados y otros, así como en los arenales antes descritos, en tre
otros. Se registra gráficam ente en diversas fuentes históricas, en tre ellas
algunas pictográficas, principalm ente el CódiceFIorentino,ypersiste h a sta ahora
en varios sistem as agrícolas campesinos. Para aplicar el riego se h an usado
recipientes y m étodos variados: cántaros, jarros, bateas, jicaras, tecom ates,
cucharones, rem os y otros, aplicados con palancas, o a brazo.
Las evidencias arqueológicas de pozos utilizados para el riego m anual
y probablem ente tam b ién p ara usos domésticos, datan del año 1000 a. C. y
proceden de dos sitios del Formativo: Abasolo y Mitla, en el valle de Oaxaca
(Flannery, 1983, en Marcus, 2006:233); pero es plausible que hayan existido en
aquellos tiem pos en otros lugares con alto nivel freático, tal como Zaachila,
San Lázaro Etla y San José Mogote, Oaxaca.
En la actualidad, el riego a brazo se sigue practicando en el valle de Oaxaca,
a pesar de las m uchas jo rn ad as que se tienen que invertir. El agua está a unos
tre s m etro s de profundidad y p ara extraerla se em plea u n cántaro de diez
litros, que se vacía sobre cada u n a de las plantas (Marcus, 2006:233; foto).
En las chinam pas de la cuenca de México se usaron los zoquicueros o
zoquimciitl (pértigas con bolsas de m a n ta sujetas a una de las puntas) para extraer
agualodo y agua de los canales y de esa form a irrigar y al mismo tiem po fertilizar,
así como las "cuetlaxpalas" o "bateas" para aventar agua desde las zanjas a las
chinampas, después sustituidos por regaderas, m angueras y bom bas eléctricas
o de gasolina.
En la cuenca de Pátzcuaro se em plearon los rem os de las canoas o bien,
los cucharones de m ad era (tepacuara, bateas o palas) movidas como palancas,
p ara aven tar agua a las parcelas ribereñas, o vaciarla a los canales p a ra de allí
distribuirla. El origen prehispánico de estos artefactos es sólo probable.

ssseeaaoamaussaeegiaasaaeaiBiassB&airasaeeiassiaaaBa^^

F ig . 3.—Cuero

Zoquimaiti o "zoquicuero”p ara e x tra e ry vaciar el lodo del fondo de los canales a las chinam pas en
un dibujo de 1911. S antam aría, 1911.
Pozo para riego de auxilio.

Pozo para riego con cántaro, hoy con m anguera.


Valles Centrales Oaxaca. Fotos: Ricardo Garibay.

GssBíayt^KaüGs^aüeaie^síjessBKífflKseeiHas^
El riego a b razo h a estado asociado con la agricultura intensiva, en
ocasiones p ara p roducir u n a segunda cosecha y h a sta una tercera en la m ism a
parcela; su p ráctica rep resen ta u n a fo rm a m uy eficiente de u sar el agua, si bien
implica u n a alta inversión laboral ya que el agua se saca del pozo o el canal y se
aplica p la n ta p o r planta, m a ta p o r m a ta o en los canalitos de las parcelas.
Una de las pocas referencias históricas localizadas respecto al riego a p a rtir
de pozos se en c u e n tra en la relación geográfica del pueblo de Chilapa de 1582:

.. .ju n to al pueblo p asa u n arroyo de poca agua y salobre: aprovéchanse algunos n a tu ra le s del
p a ra re g a r sus se m e n te ra s de aji y m aíz, el cual m aíz cogen dos veces en el año, au n q u e es poco
lo de regadío; y faltándoles e s ta ag u a se aprovechan de agua de pozos, que h ay m uchos en las
p ropias sem en terillas de riego (Paso y Troncoso, 1905-1907, t V, p: 179).

JGiepo q partir de palerías filtrantes


Uno te m a re c u rre n te en tre los interesados en la historia de las obras
hidráulicas en México, aú n no plenam ente resuelto, es el del uso prehispánico
de las galerías filtra n te s o foggaras, u n a técnica de captación de aguas
sub terrán eas u sad a desde la antigüedad en el Cercano O riente y n o rte de
África, y m uy difundida e n tre los reinos islámicos de la península Ibérica
ta n to p a ra irrig ar com o p a ra beber. Tam bién conocidas como qanat (lanza
o conducto, en árabe), "viajes o m inas de agua" y 'poceria o tajos", e n tre otros
nom bres, son en realidad acueductos subterráneos que consisten en túneles
y pozos excavados h a s ta e n co n trar agua freática atrapada, p o r lo general, en
suelos de traverüno. En Parras, Coahuila, p o r ejemplo, el sistem a consiste en
u n tú n el o galería horizontal "que funciona como canal subterráneo y capta
agua p o r filtración del m an to freático. Poseen una pendiente m ínim a pero
suficiente p a ra conducir el agua p o r gravedad h a sta el exterior" (M artínez
García y Eling, 2008), en donde sigue encauzada h a sta un depósito y de éste se
distribuye a las parcelas m ediante canales. Los pozos verticales que conectan
el canal sirven p a ra excavar la galería y luego p ara ventilarla y realizar labores
de lim pieza y m antenim iento.
Las escasas galerías que h a n sido estudiadas arqueológicam ente están
en el n o rte de México y, aunque son difíciles de fechar como casi to d as las
obras hidráulicas, las exploradas en Parras se h a n fechado como posteriores
a la conquista (M artínez García, 2005; M artínez García y Eling, 2008). Pero las
galerías filtran tes tam b ién h a n existido y son relativam ente abundantes
en o tra s zonas situadas en la antigua Mesoamérica, caracterizadas p o r
co n tar con aguas freáticas atrap ad as en suelos de trav ertin o como las de los
estados de Tlaxcala y Puebla (en Tehuacán existen hoy ochenta galerías en
funcionam iento; en los municipios de Tepeaca y Acatzingo, m ás de treinta; en
el de Valsequillo, m ás de 130), Coahuila (Saltillo, Parras, Viesca) y Jalisco (La Venta
del Astillero, La Gotera, La Ocotera) (Rojas Rabiela, 1988:153-154; Henao, 1980;
Beekman, Weigand y Pint, 2002; Wilken, 1990; M artínez García, 2005; Palerm y
Sánchez, s/f; M artínez García y Eling, 2008).
Capítulo 3

OBRAS HIDRÁULICAS
PARA LA CONDUCCIÓN,
CONTROL Y DRENAJE DE
AGUAS PLUVIALES
y. y e d - ic i o n , cLe C e n v y o ala-- T e m p lo etc la¡b C ari-tas fE / r c r io r d e i m dlesa^Ci.» eielmti.ro).
___ ( A tlI- c s ¿ e t a s e ^ e a - v a c i o i - t e ^ ) ___

Deasagües de u n m uro en el Tem plo d é la s Caritas, Zem poala, Veracruz.


Expedición de Francisco del Paso y Troncoso a Cempoala, Veracruz. Finales del siglo XIX.
in lugar a dudas, la m ayoría de las antiguas ciudades m esoam ericanas

S contaro n con desagües subterráneos que corrían a través de los


edificios y patios y que, en ocasiones, se conectaban con canales
externos superficiales de desagüe em pleados p ara riego. Algunos de estos
sistem as de drenaje son m uy antiguos, como los casos de La Venta, Tabasco,
y San Lorenzo Tenochtitlan, Veracruz (que floreció en tre 1500 y 500 a.C.), dos
sitios olmecas del Golfo de México, donde sus h abitantes em plear on tubería
de b a rro y acueductos su bterráneos de piedra basáltica labrada, cuyos tram o s
se ensam blaron con chapopote o bien con mezcla, algunos con tapa, así como
tam b ién alcantarillas de piedra. Lo m ás probable es que estas canalizaciones
hayan servido p ara desaguar el agua de lluvia con el fin de evitar inundaciones,
pero quizá p o r igual aguas de desecho. En San Lorenzo estas instalaciones
hidráulicas se com binaron con pozos y diversos tipos de depósitos de agua,
superficiales y subterrán eo s (Coe, 1968; Heizer, 1968).
No fue raro que estas redes de desagüe se conectaran con otras de acequias
para irrig arlas parcelas de las zonas agrícolas adyacentes. En Teotihuacan, por
ejemplo, los cursos de agua que pasaban por el interior de esta gran urbe del
Clásico fueron canalizados y continuaron su curso m ás allá, al campo, a veces
siguiendo las orientaciones de la ciudad m ism a (Millón, 1973:47). Pero en todo
caso en las antiguas ciudades de Tula, Teotihuacan, Tajín y otras existieron
sistem as de drenaje cuyas características es necesario sistem atizar.
T ratam iento ap a rte m erece un edificio m onum ental del Tajín, antigua
ciudad to to n a c a del Clásico, conocido por los arqueólogos como la "gran
Xicalcoliuhqiií, cuya función p ara controlar inundaciones en su in terior es una
in teresan te posibilidad que m ás adelante expongo.

Desopiles xj alcantarillas en Zempoala,


Veracruz
La antigua ciudad de Zem poala se localiza en la zona central del estado de
Veracruz, a ocho kilóm etros de la costa del Golfo de México, en una planicie
cuya a ltitu d fluctúa en tre los 20.5 y 25.5 m snm , en la ribera izquierda del río
Desagües en el tem p lo de las Caritas, Zempoala, Veracruz. Expedición del Paso y Troncoso a
Zempoala, Veracruz. Finales del siglo XIX.

GSaE®a^TBíaU(3sS82!aíJí3S£82¿3ü6SS»3a3!JG$£8K®3SSSeffiiatíSSaKaü^
G s s e e z a ü G s s je e z a & G s s )^ ^

Actopan o Chachalacas. Tiene un clima "ligeramente húm edo con deficiencias


grandes en el invierno, m egatérm ico (cálido)", y una precipitación anual de 1231
milím etros, de los cuales el 88% se concentra entrejlinio y octubre, con m ayores
volúm enes en tre s de esos meses. Dicho p atró n "provoca las avenidas que
inundan fácilm ente el te rre n o poco elevado, en d etrim ento de la producción
agrícola." (Brüggem ann et al, 1991a:5l).
La p rim era expedición arqueológica a Zempoala, em prendida p o r el
Museo Nacional a finales del siglo XIX, estuvo a cargo de Francisco del Paso y
Troncoso y de ella proviene una serie de valiosas fotografías que docum entan
visualm ente, e n tre otros aspectos, la existencia de desagües (conductos
subterráneos) en los edificios de la antigua ciudad, así como de alcantarillas
que daban salida al agua. En u n a de ellas podem os leerlo siguiente:"Expedición
de Zempoala. Templo de las Caritas. (Exterior de un desagüe del muro). -Antes
de las excavaciones)-." En o tra se ve el m ism o edificio ya excavado, y en o tra
m ás se observa desde el in terio r u n a de las esquinas del llam ado "edificio de
las chim eneas”, construcción estucada con almenas, y allí la salida de varios de
esos desagües subterráneos, de fo rm a cuadrangular; es decir, de alcantarillas.
Posteriorm ente, el arqueólogo José García Payón (1949, en Brüggem ann et
al., 1991:32) realizó diversos trabajos en la antigua ciudad, a p a rtir de los cuales
dio a conocer tre s sistem as hidráulicos: el primero, de "pequeños acueductos
que p asaban bajo tierra" destinados a la irrigación, alim entados con agua
del río Chachalacas; el segundo, p ara desaguar el agua pluvial de los techos
de los edificios y, el tercero, subterráneo, para d renar el agua de los diversos
m o n u m en to s de las plazoletas; es decir, el registrado en las fotografías de la
expedición de Paso y Troncoso. No queda claro, sin embargo, si el prim ero y el
tercero son sistem as diferentes o el mismo. Sobre el riego dice lo siguiente:

Una característica im p o rta n te que d em u estra los conocim ientos que los zem poaltecas
tu v iero n de hidrología es el hecho de que to d a esta vasta extensión se hallaba su rcad a por
una red de pequeños acueductos que pasaban bajo tierra, en donde p o r gravitación circulaba
el agua cristalin a que se distribuía en to d a la an tig u a ciudad y que se tom aba, m ás alto, en el
rio C hachalacas (García Payón, 1949, en B rüggem ann etai, 1991:32).

Sobre los dos sistem as destinados al desagüe, el m ism o García inform a


que:

En to d a s las plazoletas de los m onum entos, debajo del b asam en to que so p o rta n las alm enas,
se en c u e n tra n series de agujeros rectangulares po r donde se escurrían las aguas a lo largo de
los cuerpos de las estru ctu ras, y ya m encioné a n te rio rm e n te que debajo de los m uros de los
recin to s este m ism o sistem a se e n c u e n tra en los lugares necesarios (García Payón, 1949, en
B rüggem ann etai, 1991:42).
Deasagüe en un m uro de Zempoala, Veracruz. Foto:Teresa Rojas Rabiela, 2008.

E stru ctu ra circular que bien pudo servir p ara reco lectar agua de lluvia.
Zempoala, Veracruz. Foto: Teresa Rojas Rabiela, 2008.
Palerm, apoyado en diversas fuentes históricas del prim er siglo colonial,
afirm a que en el m om ento del contacto Zempoala contaba con una población
de e n tre 80 y 120 mil habitantes, y tenía "un p atró n enteram ente urbano: casas,
palacios, templos, calles, plazas, distribución de agua corriente a las viviendas y
a las h u e rta s privadas, su b terráneos con desagües...”(Palerm, 1962:75).
En años m ás recientes, el arqueólogo Jaim e Cortés Hernández, m iem bro
del proyecto dirigido p o r Brüggemann, afirm a que en Zempoala hay
"evidencias del uso del agua p ara fines urbanos y de obras arquitectónicas,
como los sistem as am urallados, p ara proteger los edificios de las constantes
inundaciones." (Cortes, 1991:271)."El agua se obtenía del río Actopan o San Carlos,
ubicado a escasos 900 m. en la p a rte suroeste del antiguo asentamiento."
(Cortés, 1991:272). Sobre el desagüe urbano, docum enta seis de esos “ductos" o
canales subterráneos", cuya finalidad era desalojar las aguas residuales del
in terio r de los edificios, que eran colectadas y dirigidas hacia las p arte s bajas
del lugar p a ra em plearse en el riego agrícola (Cortés, 1991:273).
El propio Cortés da a conocer a través de una fotografía, la salida de uno
de los canales de desagüe, situado en la esquina derecha de la escalinata de
acceso al sistem a am urallado IV y que atraviesa la m uralla (Cortés, 1991:277-
291), pero agrega que la inform ación disponible no le perm ite dilucidar si los
m ism os ductos, canales o acueductos (en su sentido de conducto de agua) eran
sistem as diversos o integraban uno solo con varios fines: irrigación, desagüe
de aguas pluviales y drenaje de aguas usadas.
Sobre las h u e rta s irrigadas de Zempoala en el tiem po de la conquista,
fray Ju an de Torquem ada escribió a principios del siglo XVII que contaban
con "agua de pie", es decir, con agua perm anente, que ahora sabem os provenía
del sistem a de riego por canales alim entado del río vecino.-",.. era entonces
Zempoala grandísim a población y de grandes edificios... y en cada casa había
una huerta, con su agua de pie, parecía todo ju n to un deleitoso paraíso..."
(Torquemada, 1975, t. II, Lib. IV, cap.XIX: 81).
Otro posible elem ento con funciones hidráulicas en Zempoala es la
e stru c tu ra circular situada en el sistem a am urallado IV, sobre cuya función
encuentro dos interpretaciones: la de García Payón (1942, citado en Cortés
1991:274), p ara quien habría servido para el sacrificio gladiatorio; y la de Cortés
Hernández, quien considera que pudo ser "un colector de aguas pluviales o un
pozo excavado h a sta el nivel del agua, que tuvo una función d eterm in an tem en te
u rb a n a ..., ubicado cerca de la esquina de la plataform a del llam ado tem plo de
Las Chimeneas.”(Cortés, 1991:274).

H i c Q l c o l i u f i Q u i de Tajín, V eracruz
La e stru c tu ra m o n u m en tal conocida como Xicalcoliuhqui, así bautizada por
los arqueólogos p o r te n e r "un m uro en espiral" (Brüggemann, Guía INAH, s/f),
Xicalcoliuhqui, posible estru c tu ra para am a n s a r agua. Foto:Teresa Rojas Rabiela, 2007.

GSS8^ayi^B22aaG¡5332í®4íí3$S6ia®yG$S8e20OGS28e^^

se ubica en el noroeste del área central de esta ciudad to to n a ca del Clásico,


y es descrita como un “m uro que contiene u n a p lataform a donde se asientan
varios montículos." (Brüggemann, 1992:217). Mi inclusión de esta herm osa
construcción m onu m en tal de piedra en tre las obras hidráulicas prehispánicas
de control de avenidas es preliminar, dado que p ara confirm arla se requiere
co n tar con inform ación que no se consigna en las publicaciones existentes.
Se propone que la función de este edificio pudo h a b e r sido la de alm acenar
tem poralm ente, controlar y am ansar" las avenidas del tiem po de lluvias, con
objeto de evitar el daño a los edificios de las áreas cerem onial y residencial; idea
plantead a originalm ente p o ru ñ a de las in teg ran tes del equipo del arqueólogo
Brüggem ann cuya identidad no he podido establecer.
Mi observación directa del diseño de esta enorm e “jicara curvada o
retorcida (que eso significa en náh u atl la palabra xicalcoliuhqui), señala en esa
dirección, habida cu en ta de las estru ctu ras externas angulosas atalusadas,
apropiadas p a ra resistir y am in o rar la fuerza del agua, m uros interiores lisos
hechos con bloques de piedra careada y, quizá lo m ás significativo, unas a
m a n e ra de v en tan as con gradas o escalones cortos e invertidos (atulusados) a
m an era de vertederos p a ra evacuar las dem asías (una vez asentados los limos
y calm ada la fu erza del agua). Esta p ropuesta tiene que ser analizada en el
contexto de u n estudio detallado del diseño, proporciones, m icrotopografía e
hidrografía antigua, lo m ism o que de las estru ctu ras interiores (montículos),
y la cronología que corresponda a cada elemento.

SSS33íSHfiS£aSmí3S£8a2S»üt3S£022SMKSSSSa2511)fiS9a22EGSSeS®íffiSS(BíaUGÍ!S^^

Xicalcoliuhqui, posible e s tru c tu ra p a ra am ansar" aguas.Tajin, Veracruz. Foto: Teresa Rojas


Rabiela, 2007.
e¡smxmssmmíSíss^imss&szeimsm£msssmx3ssmm3ss&mísssmmcssseis¿s>aGssmmBssmsms!0
Figura de u n depósito de agua en un tab lero de un juego de Pelota, Tajin, Veracruz. Foto: Teresa
Rojas Rabiela,2007.

Detalle de Xicalcoliuhqui.
Foto:Teresa Rojas Rabiela, 2007.
CAPÍTULO 4

OBRAS HIDRÁULICAS
PARA EL CONTROL DE LOS
NIVELES DE AGUA EN ZONAS
LACUSTRES, PANTANOSAS
E INUNDABLES
, n la com pleja historia cultural m esoam ericana las lagunas interiores
tuvieron u n papel m uy im p o rtan te p ara sus hab itantes desde tiem pos
m uy antiguos, ta n to p o r contener agua dulce (la mayoría) como p o r su
gran riqueza biológica. Me refiero en particular, aunque no en exclusiva, a la
serie de cuencas endorreicas localizadas a lo largo del Eje Volcánico Transversal
que se convirtieron en polos de atracción de las poblaciones hum an as desde
el principio m ism o de la ocupación del continente (mapa en West y Augelli,
1989:27).

Principales cuencas endorreicas de la Mesa central de México. W esty Augelli, 1989, p. 27.
P antano de Tabasco. Foto: Teresa Rojas Rabiela.

P antanos de Centla, Tabasco.


Foto: José Luis M artínez, 2006.
Pero los antiguos m esoam ericanos adem ás de usar directam ente sus
recursos naturales, desarrollaron diversas técnicas hidráulicas que les
perm itieron establecerse en ellas. Algo similar sucedió en las ciénegas de
las tierras inundables p resentes aquí y allá en el territo rio m esoam ericano,
y vivir ta n to de sus recursos biológicos como fu n d ar poblados, practicar la
agricultura, tra n sp o rta rse por agua con m ayor eficiencia y proveerse de agua
para usos domésticos, en tre otros beneficios. Pero h ab itar en esos m edios con
h a rta frecuencia implicó invertir m ucho trabajo para controlar los niveles
del agua p a ra evitar inundaciones, lo m ism o que para desecar y "levantar”
secciones del te rre n o p ara vivir en condiciones adecuadas y poder cultivar sin
sufrir el exceso de hum edad, o bien, lo contrario. Las obras se orientaban por
igual a ab rir y luego m a n te n e r en b uen estado los canales y zanjas, y a conducir
o ac a rrea r agua dulce p ara beber desde lugares lejanos, en tre o tras tareas
necesarias.

Sistemo hidráulico de lo cuenco de i l l é s í c G ,


Distrito federal xj Estado de íllésico
La cuenca en dorreicam ás estudiada de todas las existentes en M esoam érica es,
a no dudarlo, la de México. Escenario de num erosos procesos y acontecim ientos
relevante en la historia de los pueblos originarios, em pezando p o r uno m uy
peculiar y antiguo, que conocemos gracias a los estudios de la arqueóloga
Chistine N iederberger en Zohapilco (Tlapacoya, en el sur), h a sta los que
actu alm en te en fren tam o s en la megalópolis. En Tlapacoya hizo su aparición
el sedentarism o an tes que la práctica de la agricultura (durante el Formativo),
raro fenóm eno que se vincula con la riqueza biológica de la región y de esa
subcuenca en particu lar (Niederberger, 1976,1987,1999).
La de México ya era u n a cuenca cerrada cuando arribaron los prim eros
pobladores hum an o s a esta p a rte del continente y h a sta el principio del
siglo XVII, cuando los españoles abrieron un p rim er drenaje por Huehuetoca,
al norte, p ara conectar sus aguas con el rio Tula y el Golfo de México. Antes,
la cuenca recibía y contenía to d a el agua que le trib u tab an num erosos ríos
perennes, m anantiales y corrientes estacionales, con lo cual se form aba un
sistem a de lagunas y ciénegas acorde con la topografía local (más alto en el
septentrión) y el régim en pluvial (en el n o rte Hueve, aproxim adam ente, la
m itad que en el sur). Pero el agua no cubría p o r completo la enorm e cuenca,
sino que quedaban áreas cenagosas al lado de otras cubiertas com pletam ente
p o r agua, con profundidades variables, resultado de la fu erte evaporación,
t í

C hinam pa de Don Silvano, San Luis Tlaxialtemalco.Xochimilco.


Foto: Teresa Rojas Rabiela, 1976.

C hinam peria, poblados insulares y un tillar en form ación, rodeados de un canal en 1579. AGN,
Tierras, vol. 2681, exp. 6, 12.

Gsmtdmmifflssmóiimimíiwsemmmeiíiesmtómim&maimwsmíaaGímímissmiüesa
del régim en de lluvias, de los ciclos naturales de hum edad y sequedad, de los
suelos que producían m ás o m enos infiltraciones, de la dulzura o salinidad del
agua; adem ás de los fenóm enos de circulación de agua en tre las subcuencas
que las diferencias de altitu d y los fenóm enos de circulación de agua que éstas
producían. A pesar de lo anterior, se sabe que d u rante todo el periodo de la
ocupación h u m a n a la "situación no sufrió grandes alteraciones”(Palerm,1973:16).
La extensión de esta megacuenca, a p a rtir de los parteaguas m ontañosos, era
de unos ocho mil kilóm etros cuadrados, y la del sistem a lacustre con sus lagos
y pantanos, mil kilóm etros cuadrados (un octavo del total, to m ando como
lím ite aproxim ado la cota de los 2 250 msnm).
La cuenca de México fue el escenario no sólo de un tem p ran o sedentarism o,
sino de la construcción de una im presionante diversidad de obras hidráulicas,
ya reseñadas en varias p a rte s de este texto. Toca ahora abordar su tu rn o
a aquéllas cuyo objetivo principal fue el control de los niveles del agua,
directam ente relacionado con la creación de suelo artificial lacustre, ta n to
p ara h a b ita r como p ara cultivar en las ciénegas, cuya existencia dependía de
las obras y éstas de u n a alta densidad demográfica capaz de sostener la carga
laboral im plicada en obras, trabajo agrícola, m antenim iento y otras tareas
sem ejantes.
Los lagos de la cuenca de México y luego sus com partim entos artificiales,
funcionaban a m an era de vasos comunicantes, donde el de Texcoco (central)
era el m ás bajo y el que recibía los excedentes de los demás. El de México
(sección occidental del anterior) estaba m ás alto que el de Texcoco; el de
Xochimilco ligeram ente m ás que éste y el de Chalco todavía más. Por su parte,
la subcuenca septen trio n al estaba a “a b a sta n te m ayor altura que los lagos de
Texcoco y México, ascendiendo de m anera relativam ente pronunciada desde
Ecatepec, al extrem o sur, h a sta Zum pango y Citlaltépetl, al extrem o norte."
(Palerm, 1973:234). La com unicación en tre todos los vasos estaba directam ente
relacionada con el régim en pluvial e hidrográfico, a consecuencia de lo cual
los excedentes del tem poral procedentes del n o rte tendían a depositarse en
Texcoco y, a veces, a rebalsar sobre el de México y aun el de Xochimilco; pero
el m ayor problem a era que el agua de Texcoco era salobre. El efecto contrario
se daba d u ran te el estiaje o los ciclos de sequia, cuando los vasos quedaban
secos o convertidos en pantanos. Otro factor que influía en las diferencias
en tre los vasos era su régim en de alim entación, pues m ientras Chalco recibía
co n stan tem en te agua dulce de los ríos originados en la Sierra Nevada y de
num erosos m anantiales que bro tab an en su orilla e interior, lo m ism o que
Xochimilco, alim entado p o r el agua de Chalco y de sus propios abundantes y
caudalosos m anantiales, México recibía el agua del sur y la de varios ríos del
C hinam pero tra n sp o rta n d o p a s tu ra en su canoa. A trás o tro chinam pero y u n a red o salabre.Sin
fecha. FINAH, Fondo Étnicos, 21869.

Chinamitl, cerco entretejido p ara re fo rz a rla chinam pa,


San Luis Tlaxialtemalco. Foto: Teresa Rojas Rabiela, 1976.

es&immmmimemesmíisiiBsmismm&iGs&em sm iisdoamemm m imssBetsixm etaii&o


G -SS S tez-c

poniente, algunos perennes y otros estacionales, adem ás del agua del lago de '
Texcoco. Éste, p o r su parte, era depositario del agua de todos los dem ás lagos,
sum ada a la de varios ríos torrenciales y uno p erm anente (Teotihuacan). En
los vasos del norte: Xaltocan, Zum pango y Citlaltepec, la alim entación era de
avenidas, excepción hecha del río perenne Cuautitian, a cuyo sistem a hidráulico
dedicam os algunas páginas en este texto.

■»

’.ffc
vtatí&mt*}:
JPr 'Trn^^Uf^
EB: '

"El sobredicho tectli significa en estas figuras en que an d a ocupado en re p a ra r las calles y p u en tes
que van a la mezquita"; cam ino o calle con su pu en te de madera". Códice Mendocino.

Para e n fre n ta r la paradoja de la desecación-exceso de agua, vinculada con


la estacionalidad clim ática y las fluctuaciones en las estaciones m ismas, los
antiguos h a b ita n te s de la cuenca de México realizaron u n a serie de obras
hidráulicas m o num entales que influyeron en el conjunto, al lado de o tras
de pequeña escala y alcance local que en conjunto cam biaron paulatina,
diferencial y definitivam ente la configuración de la región y de sus partes. Sin
lugar a dudas, la fundación de Tenochtitlan p o r los mexica en plena laguna y
su ascenso político vertiginoso influyeron de m anera directa en el proceso de
tran sfo rm ació n am biental del Posclásico tardío. Estas obras hidráulicas son
las m ejor conocidas de Mesoamérica, y abarcaron un amplio rep ertorio de
técnicas y funciones, desde aquellas orientadas al control de los niveles de agua
para m an ejar el binom io inundación-desecación de los canales, chinampas,
poblaciones fundadas en islotes (Tenochtitlan-Tlatelolco, Cuitláhuac y otras),
penínsulas (Xochimilco) y orillas de los vasos lacustres (Tacuba, Iztapalapa y
o tras muchas), h a sta las encam inadas a proveer de agua a las poblaciones,
irrigar campos agrícolas en laderas y valles, jard in es y casas de placer”, y un
gran etcétera más. Reseñar su historia es m ateria am plia que sólo em prendo
som eram en te con la intención de d ar u n a idea del asunto.
En resum en, el conjunto hidráulico, especialm ente denso, intrincado e
interconectado en la sección del lago de México, y que podem os apreciar
m ejor en un m apa antiguo como el de Upsala (Linné 1948) o en los elaborados
por Palerm (1973, adicionado p o r Doolittle, 1990), y González Aparicio (1973),
estab a com puesto po r diques (albarradas o albarradones); calzadas-dique
(con esa doble función); canales de navegación-riego-drenaje con distintas

GssBaíauíaseKauessKíaüíSssBazaüíBssasíagssseKaesseezauesseeíaüGSSKiaüG^

La sitbcuenca su r de México según el m apa de Upsala (detalle), fechado alrededor de 1555 (el n o rte
se en cu en tra a la derecha). Pueden observarse ta n to la chinam peria con sus canales, calzadas y
albarradas, com o la tie rra firm e, asi com o las actividades desarrolladas en am bas.
dimensiones, form as y m ateriales; presas alm acenadoras y derivadoras;
puen tes de troncos; com puertas y em barcaderos, entre otros. Su construcción
y m an ten im ien to co n stan te perm itió la vida urb ana en el interior de las zonas
p an tan o sas y las lagunas de poco fondo, asi como en las riberas. En las laderas
las obras hidráulicas estaban conectadas con las lacustres y fo rm aban un
denso conjunto hidráulico.

So

M apa de las o b ras hidráulicas prehispánicas existentes en el m o m en to del contacto,


según Ángel Palerm, 1973.
La construcción de terren o con técnicas que com binaron drenaj e y creación
de suelo (por adición de m ateria orgánica lacustre y tierra) perm itió am pliar
la superficie para h ab itar en el medio lacustre ta n to como para la práctica
agrícola, increm entando la base productiva y la sostenibilidad urbana, al
m ism o tiem po que la ap ertu ra de canales (aun en los pantanos) p ara am pliar
las ru ta s de navegación lacustre y, p o r ende, los intercam bios comerciales y
hum an o s internos y exteriores. La obra de Palerm sobre las Obras hidráulicas .
prehispánicas en el sistema lacustre del valle de México (1973), ofrece una revisión
m uy com pleta y sistem ática sobre el te m a a p a rtir de veintiún fuentes
históricas, cada un a d otada con un m apa que resum e las obras m encionadas
en cada una, adem ás de un m ap a resum en general. A esa obra rem itim os a
los interesados en conocer los detalles, así como a otros estudios clásicos,
compilados en Rojas Rabiela (1993) y González (1973).
Antes de e n tra r en esa historia, conviene resum ir las técnicas que los
habitan tes de la cuenca em plearon en aquellos tiem pos tardíos para construir
el suelo urbano y el agrícola (chinampas) (muy similares entre sí por cierto):

tí •íl1'
cjp.°jsr

Xochimilcas y tep an ecas en la construcción de la calzada México-Xochimilco: unos nivelan, otros


m id en con u n a cuerda, coyoacas y o tro s m ás tra b a ja n con sus coas o uictin.-.'De cóm o después de
h ech a la calzada p o r los xuchim ilcas y tepanecas, m an d ó el rey Itzcóatl de México ir a re p a rtir las
tie rra s de Xuchimilco." Códice Duran.

•ssmim m Kimm ssaim sm sm sm itm m aí^ m soisssmsmsmmmamsiiBsmíea^míBaiSíO


l) ap e rtu ra de zanjas p ara d ren ar el suelo pantanoso, apilam iento de tierra,
lodo y conglom erado de vegetación acuática (atapalacatl en náhuatl), con el fin
de fo rm ar una p lataform a p o r encim a del nivel del agua; 2) para el suelo urbano,
colocación de hileras de estacas a m anera de pilotes, hincados verticalm ente en
el fondo del lecho lacustre, luego rellenadas con tierra y allanada su superficie;
3) p ara el suelo agrícola, sem bra de de estacas vivas de sauces (Salixbomplcmdiana)
para afianzar las orillas de las parcelas (Rojas Rabiela, 1993:301-327).
Las chinam pas agrícolas son parcelas artificiales de form a rectangular,
con aspecto de islotes largos y angostos, cuyas proporciones p e rm ite n la
cap tu ra de la h u m ed ad de los canales chinamperos, llam ados localm ente
"zanjas”. Estas chinam pas, "tajones" o camellones", como a veces se les nom bra
en los docum entos novohispanos, fueron hechos “a mano" (artificialmente) en
las zonas p an tan o sas y lacustres de poca profundidad y agua dulce corriente.
Del p an tan o o ciénega los chinam peros obtenían los elem entos para su
construcción, m anejo cotidiano y renovación periódica, básicam ente la
vegetación acuática p ara form arlas, abonarlas, hacer almácigos, renovarlas y
"levantarlas" cuando era necesario (por la elevación catastrófica u otros motivos,
de los niveles de agua). De la ciénega provenían p or igual el agua y el agualodo
p ara abonarlas e irrigarlas, y el lodo del fondo para fo rm ar los semilleros o
almácigos. El diseño rectan g u lar de las parcelas facilita las operaciones del
trabajo agrícola, to d as m anuales, tales como el acarreo y vaciado del lodo para
los semilleros que se colocan cerca de las orillas, el riego artificial cuando es
necesario, el tra n sp o rte acuático de cosechas y plántulas, etcétera.
Las chinam pas propiam ente dichas (las agrícolas), hicieron su aparición
en la cuenca de México en el Horizonte tem p rano (1300-800 años a. C.) en
algunas com unidades de las orillas de los lagos, pero en realidad fue después
(Horizonte tardío, 1325-1521) cuando el sistem a se expandió h a sta ocupar
grandes extensiones en los hum edales de agua dulce, concom itante con el
crecim iento dem ográfico en la propia cuenca y con la expansión im perial de
la Triple Alianza (Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan). Sólo en Chalco-Xochimilco
la chinam pería llegó a ocupar en el siglo XVI unos 120 kilóm etros cuadrados
(doce mil hectáreas, aproxim adam ente, incluyendo canales y lagunetas), en
estrecha relación con la construcción de obras hidráulicas que p erm itiero n el
m anejo de los niveles de agua y flujos de ríos y canales para que las chinam pas
no se in u n d aran ni sufrieran sequía (Armillas, 1971).
Dos fuentes históricas nos perm iten ad en trarn o s m ejor en el aspecto y
am biente de la chinam pería de hace siglos, la p rim era de las cuales fue escrita
p o r Antonio de Ciudad Real, acom pañante del padre Ponce du ran te su visita a
Xochimilco en 1585, en la que describe así estas parcelas:
Estas m ilpas son de m aíz, de chile y de chía, que es una yerba cuya semilla com en los indios,y
su aceite de linaza; llám anse estas m ilpas chinam pas, y hácenlas d en tro del a g u a,ju n tan d o y
a m o n to n a n d o céspedes de tie rra y lodo de la m esm a laguna, y haciendo unas com o su e rte s
m uy angostas... dejando una acequia e n tre su e rte y su e rte o en tre chinam pa y chinam pa, las
cuales q u ed an com o u n a vara y menos, altas del agua y llevan poderosos maices, porque con
la h u m ed ad de la laguna se crian y s u s te n ta n aunque no caiga agua del cielo... Ponen tam bién
en esta s ch in am p as alm ácigos de m aiz y de allí los trasponen, que es cosa m uy p a rticu lar de
aquella tie rra (Ciudad Real, 1976,1.1:107-108).

El segundo testim onio es de fray Juan deTorquem ada, quien escribe hacia
1604:

Volviendo a los labradores de esta Nueva España, decim os que los que h ab itan en la laguna
dulce que bojea esta ciudad de México, que sin ta n to trab ajo siem bran y cogen sus m aíces
y berzas, po rq u e com o to d o s sus cam ellones que ellos llam an chinam pas, que son surcos
hechos sobre las aguas cercados de zanjas, no han m en ester riegos, y cuando m enos del cielo,
son m ás sus panes: porque la dem asiada agua los ahoga y enferm a (Torquemada, 1977, Vol. IV:
249).

La drástica baja dem ográfica de la población m esoam ericana, como efecto


de la presencia española a p a rtir de 1519, produjo que casi todo lo que podía
llam arse im perial en los asuntos aztecas" (Gibson, 1967) tuviera efectos directos
y drásticos sobi"elas actividades productivas, la práctica chinam pera y otras de
tipo intensivo. La destrucción del sistem a político implicó la desarticulación y
abandono de los sistem as de control hidráulico, y am bos fueron la causa de
una serie de acontecim ientos catastróficos tales como las inundaciones y
anegam ientos de m uchas de las zonas con chinampas, sobre todo aquellas
situadas en el in terio r lacustre. Los asentam ientos m edianos y pequeños ahí
existentes (cerca de 148, localizados por el arqueólogo Jeffrey Parsons, 1982),
fueron abandonados y casi habían desaparecido por completo a la vuelta
del siglo XVII. La región se fue tran sfo rm an d o en una enorm e ciénega, lo que
significó una especie de vuelta al ecosistem a original, sin que la agricultura
chinam pera desapareciera p o r com pleto (sobre su historia posterior, véase
Rojas Rabiela y M atam ala, 1988).

Campos drenados o elevados


Pero si las chinam pas de la cuenca de México son las parcelas lacustres m ás
célebres de to d as las que allí existieron “p o r industria humana", no fueron las
únicas de su tipo en M esoam érica ni tam poco en la América precolombina.
Los restos o sim plem ente las huellas im presas en el terreno de lo que fueron
C hinam pa con sus apantles y fre n te reco rta d o p ara m os tr a r la com posición
orgánica del suelo. Xochimilco, 1910, Hugo Brehme.
parcelas y canales-zanjas que alguna vez pertenecieron a sistem as similares
h a n sido localizados en diversas regiones con grandes cuerpos de agua y
hum edales (pantanos, cuencas lacustres, zonas mal drenadas, con alto nivel
freático o inundables), m ediante análisis de fotos aéreas (infrarrojas incluidas)
y de recorridos de campo. En las imágenes, esas parcelas y sus posibles
canales-zanjas de drenaje se observan como una serie de configuraciones"
en el terreno, a m an era de grandes camellones con canales. Los estudiosos
(geógrafos, arqueólogos, antropólogos) las han denom inado cam pos elevados
o levantados", o bien, "campos drenados", y los h a n registrado en países como
México, Surinam, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, p o r igual en
tierras bajas tropicales que en valles altiplánicos (Denevan, 1970,1980,1982).
En M esoamérica, los vestigios de este tipo se concentran en las tierras
bajas, desde Belice h a s ta el n o rte de Veracruz (desem bocadura del río Nautla,
Veracruz); llanura aluvial del río Candelaria, Campeche; región del río Bec,
Campeche y Q uintana Roo; El Petén, Guatemala; río M otaguay Ulúa, G uatem ala
y H onduras (Harrison y Turner, 1978; T urner y Harrison, 1983; Schmidt, 1977;
Siemens, 1989,1998), etcétera (véase resum en en Sluyter, 1994). En los altiplanos
se tiene a Teuchitlán, Jalisco (Weigand, 1993,1994); Teotihuacan, México (Millón,
1973:47), suroeste de Tlaxcala (Wilken, 1969,1970; García Cook, 1981,1985) y valle de
Toluca, Estado de México (Albores, 1995:280-293; García Sánchez, 1994) y “tierras
levantadas" o m elgas se re p o rta n en Tenango del Valle y Tuxtla, Estado de
México (West y Armillas,1950:117). Enseguida se presenta una descripción de los
cam pos elevados del valle de Toluca, a p a rtir de registros e tnográficos.

Campos elevados del filio Lerma, valle de Toluca,


Estado de iJlésico
Liada 1950, R obert C. W est y Pedro Armillas afirm aban que en la orillas de las
ciénagas donde nace el río Lerma" se cultivaban chinampas, cuya técnica, al
decir de los campesinos, se había em pezado a usar durante el últim o cuarto
del siglo XIX. Calificada como m enos intensiva que la practicada en la cuenca
de México, la observaron en los siguientes pueblos:Tultepec, San M ateo Ateneo,
Cholula, Tlaltizapán, Almoyola del Río, Techuchulco y Jajalpa, todos en el Estado
México. Agregan que el cultivo en chinam pas “sigue extendiéndose ahora a la
orilla oriental de la ciénaga" (West y Armillas 1950:117).
En años recientes, Albores h a dado a conocer num erosos detalles sobre estos
cam pos y su agricultura en la p a rte ribereña o "de abajo”del municipio de San
M ateo Ateneo, donde reciben los nom bres locales de "huertas”o "camellones”, de
los cuales se distinguen dos clases: la "altada”(chinampa, propiam ente dicha) y
la "zanjeada" (chinam pa de tie rra adentro, cam po drenado).
Vestigios o "sombras" de antiguas chinam pas y canales que podían observarse en el an tig u o vaso
de Chalco, cuenca de México, 1973. Fotos: Teresa Rojas Rabiela.

6ss8ea ¡cess8%aai8aee8Si8Bsso8aaHss888«)B<a8g8esiaaia8eaaiMsg«e ¡ ^
La construcción de la h u e rta altad a "se llevaba a cabo m ediante la técnica
de altado” -elevam iento o levantam iento-, superposición de m an era altern a
de capas de "planchas" de yerbas lacustres y de lodo del fondo de la ciénaga. Se
tra ta b a de "rellenar de planchas con tie rra encima, con objeto de ganarlos a la
laguna" (Albores, 1995:281), con u n a técnica m uy sim ilar a la de las chinam pas de
la cuenca de México. Por su lado, la “h u e rta zanjeada" o camellón "se hacía a la
orilla de la ciénaga, sobre el bordo ribereño, m ediante la técnica de "zanjeado",
tam b ién de m a n e ra idéntica a la acostum brada en la cuenca de México. En
to rn o a u n a superficie dem arcada y previam ente escogida como terre n o de
labor, se excavaba u n a zanja p ara llenarla luego con agua de la laguna. Una
variante consistía en “zanjear” en época de secas para in u ndar d u ran te las
lluvias. Algunos cam ellones m edian ocho m etros de ancho por veinte o tre in ta
de largo. (Albores, 1995:285).

C hinam pas en la ciénega de Atarasquillo, Estado de México.


Foto: Teresa Rojas Rabiela, 2009.
C hinam pas en la ciénega de Atarasquillo, Estado de México.
Foto: Teresa Rojas Rabiela, 2009.

<sssi^íaü^ES!aüeisxsx¡üisss^s>ai^ses^msssE^!SssmsMss9ie^&sssimmmiEZS)i¡c^^)Qí^sse¿sQí3¡o
CAPÍTULO 5
<22©
ALGUNAS PROPUESTAS,
ALGUNAS IDEAS A MANERA
DE CONCLUSIONES...
3S9

1. Es evidente que la m ayoría de los estudiosos interesados en las obras


hidráulicas prehispánicas de M esoamérica lo h a n estado en las de riego,
por encim a de las de otros tipos. Esto lo podem os atribuir directam ente a
la influencia teó rica de pensadores como V. Gordon Childe, Karl A. Wittfogel,
Julián Steward, R obert C. Adams, Pedro Armillas, Eric R. Wolf, Ángel Palerm,
William T. Sanders y Kent V. Flannery, en tre otros, en to rn o al origen y
desarrollo de las antiguas civilizaciones m undiales (Cercano Oriente, Egipto,
China, India, M esoamérica, Los Andes) y, particularm ente, en el interés por
establecer la relación causal en tre la agricultura hidráulica y los orígenes
m ism os del urbanism o, el Estado y las clases sociales. Esto, en la m edida en
que se consideró que sólo la agricultura hidráulica desarrollada en gran
escala en los extensos valles aluviales de las regiones del Viejo Mundo
habría perm itido g en erar los excedentes sociales necesarios p a ra se n ta r
las bases de la civilización, y d ar lugar al surgim iento de un Estado capaz de
m ovilizar los recursos m ateriales y hum anos necesarios en las condiciones
tecnológicas im perantes en aquellas etapas.
2. En p a rte com o consecuencia de esta orientación y de las discusiones
que se generaron alrededor de esos y otros problemas, los estudiosos de
M esoam érica ten d iero n a en fatizar el estudio del riego en las regiones
áridas y sem iáridas; es decir, las localizadas en los altiplanos del centro
y sur del área. Esta tendencia inicial fue p ro n to corregida y dio lugar
a diversos estudios sobre los sistem as hidráulicos de las tierra s bajas
m esoam ericanas que contaban con grandes cuerpos de agua: hum edales y
extensas y num erosas cuencas fluviales situadas en la vertiente del Golfo
de México, y el su r y sureste de Mesoamérica. Éstos, sum ados a los trabajos
sobre algunas de las cuencas endorreicas existentes a lo largo del Eje
Neovolcánico, h a n generado u n a ab u ndante literatu ra sobre los vestigios
de obras hidráulicas orientadas a la agricultura, abasto de agua, drenaje,
navegación, y control de los niveles p ara e n fren tar el binom io sequía-
inundación, y las fluctuaciones estacionales y cíclicas, principalm ente.
3. Sobre las cuencas endorreicas y hum edales del centro de México sobresalen
las investigaciones dedicadas a la cuenca de México, en gran p a rte debido
a su papel com o centro de gravitación perm an en te en la historia cultural
m esoam ericana. Éste es un caso ideal p ara la interpretación compleja de la
historia de la civilización en el área m esoam ericana dado que no se ubica en
una zona sedienta de agua de riego (como los valles de Tehuacán o Cuicatlán,
p o r ejemplo), sino en una con agua suficiente y gran riqueza de recursos
naturales, que desde épocas muy antiguas, fue escenario del surgim iento
del sedentarism o preagrícola, el desarrollo del urbanism o y la construcción
y m anejo sociopolítico de un sistem a integrado de obras hidráulicas.
4. Por su parte, los especialistas interesados en el estudio de las culturas
que h ab itaro n las tierras bajas de Mesoamérica, m uy activos a p a rtir
de los años cincuenta del siglo XX, especialm ente los m ayistas, pusieron
su atención 110 en las obras de riego sino en las obras hidráulicas en las
regiones caracterizadas p o r todo lo contrario a la aridez: la abundancia de
grandes depósitos de agua en form a de ríos, hum edales, lagunas y otros.
Los fru to s académicos de estos esfuerzos 110 son recogidos a cabalidad en
este texto, pero h ab rá que cosecharlos con esm ero en el fu tu ro para contar
con u n p anoram a com pleto de los sistem as hidráulicos mesoam ericanos.
5. Como es evidente p ara el lector, en este tex to he tra ta d o de rom per con
m i propia tradición de abordar casi exclusivamente las obras hidráulicas
destinadas al riego y al control del agua en lagunas y pantanos, para
p re se n ta r u n cuadro m ás amplio, equilibrado e inclusivo sobre la variedad
de obras utilitarias docum entadas y, cuando h a sido el caso, sobre las
m aneras en que unas y o tras se entrelazaban en tre sí sirviendo a varios
propósitos.
6. No m e ocupo de los aspectos religiosos y rituales involucrados en el manejo
del agua p o r las poblaciones antiguas de Mesoamérica, expresados en
iconografía, ritos y cerem onias asociados con los procesos de construcción,
m antenim iento y usos de las instalaciones hidráulicas, pero su trata m ie n to
es m ateria del estudio específico de José Luis M artínez y Daniel Murillo
Licea, segunda p a rte de la obra que ahora ofrecemos.
7. Las descripciones aquí expuestas sobre las obras hidráulicas, hechas lo m ás
densam ente posible, son sólo u n a m u estra de la gam a que seguram ente
existió en la época prehispánica. Pienso que con los ejemplos considerados
se evidencian la m ayoría de las soluciones técnicas encontradas p o r los
antiguos m esoam ericanos a lo largo del tiem po y a lo ancho del variado
territo rio en el que habitaron, y p o r supuesto, en el contexto de sus
condiciones históricas particulares en lo am biental, técnico, sociopolítico y
demográfico.
De su revisión llam a la atención, en p rim e r lugar, la relativa diversidad
de soluciones técnicas em pleadas p a ra m an ejar el agua en condiciones
que fluctuaban en tre la aridez de valles como el de Tehuacán y la gran
h um edad de la cuenca lacustre de México o la abundancia de las tierras
bajas mayas. Pero en este p u n to no debem os olvidarnos de la necesaria
contextualización de lo técnico en lo organizativo y sociopolitico, y cómo
am bos aspectos se interrelacionaron ta n to en M esoamérica como en las
o tras civilizaciones antiguas del m undo; es decir en una com paración en
su sentido hom otaxialy no cronológico.
Con ello en m ente, es que debem os considerar que los in stru m en to s
de trab ajo eran todos m anuales, de m adera, con hojas de piedra y, en
ocasiones, de m etal (cobre duro), lo cual puso determ inados lím ites a, por
ejemplo, la profundidad de excavación de pozos, y depósitos y acueductos
subterráneos. Pero igual p ara considerar que dichos lím ites no im pidieron
que tales obras se hicieran desde épocas m uy tem pranas. Es decir, la
sencillez de la técnica no fue un valladar infranqueable pues ésta se apoyó
en o tra g ran base o fundam ento: los sistem as de organización del trabajo
m asivo o colectivo que p erm itiero n la construcción de obras hidráulicas
(y tam b ién de o tra índole), desde algunas m uy simples h a sta otras
m o num entales y complejas. Es decir, el sistem a sociopolitico que, ju n to con
las técnicas constituyen la tecnología propiam ente dicha.
8. Desde el p u n to de vista técnico podem os resum ir de la siguiente form a
lo básico: el agua se condujo y se desalojó p o r medio de canales de tierra,
de argam asa (cal y arena) y de cal y canto (estuco), excavados o sobre
acueductos fundados en terraplenes; p o r canales de piedra o barro
ensam blados o pegados, con o sin tapa, o p o r canales portátiles de m adera
(troncos ahuecados o canoas), pencas de m aguey u otros m ateriales. El agua
se guardó, se condujo y canalizó con presas; las prim eras, alm acenadoras;
las segundas, tem porales o efímeras, flexibles, hechas con tierra, piedras,
estacas, céspedes, ram as y arena. El agua se alm acenó tem poralm ente
p ara fo rm a r lagunas con una doble función: agrícola y para cría de plantas
y anim ales acuáticos. El agua se represó y separó en com partim entos con
diques o calzadas dique y, sim ultáneam ente, se canalizó y drenó con el
uso de alcantarillas y com puertas p ara conseguir el control de los niveles
en lagos y hum edales (haciendo posible el asentam iento, el cultivo, la
navegación, el acceso a agua p ara b eber y la “cría” de productos biológicos
acuáticos). El agua se captó y alm acenó en la superficie o en el subsuelo
p a ra dar de b eb er a la población p o r medio de depósitos abiertos y
cerrados, sub terrán eo s o a cielo abierto. El agua se buscó en el subsuelo
m ediante pozos p ara abastecer a pueblos y ciudades y para irrigar. El
agua se encam inó y guardó tem p o ralm en te para am ainar su fuerza y
p roteger a las poblaciones. Los conductos de agua se cerraron y abrieron
con com puertas form ales (deslizantes, rotatorias), o bien, tem poralm ente
con obstrucciones hechas con m ateriales del en to rn o inm ediato (lodo,
piedras, ramas). Al agua excedente de presas, depósitos u otros se le daba
salida p o r vertedores de demasias. En la agricultura, el agua se distribuía
inundando la parcela con o sin derram aderos, o bien p o r m edio de canales,
zanjas, bordos, surcos, camellones, pozas, cajetes, terrazas, m etepantles o
bancales, y o tras form as de m icrom anejo del suelo.
9. Las innovaciones, a raíz de la llegada de los españoles fueron, entre las
m ás difundidas e im portantes, las herram ientas, que perm itieron excavar
m ás p ro fundam ente los pozos y otros depósitos su b terráneos (cisternas,
galerías filtrantes) con m étodos y artefacto s sim ilares o iguales a los
em pleados en la actividad minera, principalm ente.
Los anim ales de carga y tiro, los carruajes y las carretillas, facilitaron el
tra n sp o rte de m ateriales y personas y, gracias a ellos las obras pudieron
realizarse en m enos tiem po y trabajo.
El uso de las palancas (bim baletes o cigüeñales), las anorias, norias o ruedas
hidráulicas y, m ás tarde, de los tornillos (de Arquímedes) y los sifones
invertidos, se sum ó al empleo de presas derivadoras y alm acenadoras
prehispánicas (modificadas o no) p ara elevar el agua y así lograr irrigar las
tierras aledañas a los ríos, arroyos y m anantiales.
Las poleas o m alacates facilitaron el trab ajo de extracción del agua de
pozos, aljibes y otros depósitos. Las arquerías su stituyeron a los acueductos
sobre terraplenes en la conducción de agua a través de b arrancas y otros
desniveles. Las cajas p a ra el control de flujos no sólo fueron u n a innovación
técnica sino u n poderoso in stru m en to de cam bio en el te rre n o jurídico y
social, ya que su instalación implicó cam bios en m a teria de derechos de
agua y su distribución en un contexto colonial donde la población indígena
m anejaba o tras reglas (que conocemos m uy mal). Las com puertas de
tablones y deslizantes (en la term inología de Doolittle, 1990), sustituyeron
p au latin am en te a las com puertas prehispánicas, sobre las que aún
sabem os dem asiado poco. El establecim iento de molinos, b atan es y otros
"ingenios” (máquinas) antes desconocidos, que em pleaban el agua como
fuerza m otriz, modificó pro fu n d am en te el uso de las corrientes fluviales
y, en m uchos casos docum entados, afectó el funcionam iento de los
sistem as hidráulicos indígenas al cam biar la función del agua y afectar la
estru ctu ra de los canales pues, p o r lo general, los molinos se establecían
en las cabeceras p ara poder co n tar con la fu erza necesaria para im pulsar
sus máquinas. A los anteriores se agregaron otros nuevos m ecanism os
de control del agua, que según Doolittle (1990:33, revisión en 2004:195 -214)
fueron las presas construidas con piedra cortada, ajustada y cem entada,
las paredes im perm eables, las presas con contrafuertes y las presas de
alm acenam iento sobre corrientes perennes.
10. Cierro estas líneas m encionando un fenóm eno interesante que h a llam ado
la atención de varios estudiosos de las obras hidráulicas m esoam ericanas:
el de las continuidades y discontinuidades históricas de las técnicas e
instalaciones y de la tecnología en general, incluida la organización social,
h a sta el presente., inclusive. Pero el tem a, complejo en sí mismo, es asunto
de otro libro.
SEGUNDA PARTE
<22£>
TRADICIÓN HIDRÁULICA
MESOAMERICANA
Y SIMBOLISMO
PREHISPÁNICO DEL AGUA
José Luis Martínez Ruiz y Daniel Murillo Licea
Fotografía de la página anterior: "Canal en Hierve el Agua', Oaxaca.
Foto: José Luis M artínez.
(22© Ü G SS9S2eX Ü JSS9

Introducción
ngel Palerm y Eric Wolf, basándose en los estudios de Gordon Childe
y Karl Wittfogel, subrayan la trascendencia de la aparición de la
JL JL ag ricu ltu ra de riego y la form ación de Ciudades-Estados que se deriva
de é sta en el Viejo Mundo. De hecho, la transform ación de aldeas agrícolas en
centros urbanos se origina, en b u en a medida, por el desarrollo organizado de
la irrigación. Con base en la agricultura de riego se intensifica la generación
de excedentes, se favorece el crecim iento de la población y la concentración
de la mism a, lo cual d esata otros procesos que dinam izan el comercio, la
especialización del trabajo, la invención de tecnologías, la acum ulación de
poder y el surgim iento de u n a división social constituida fun d am en talm en te
p o r com erciantes, sacerdotes, gobernantes, m ilitares y productores agrícolas
libres o som etidos.
Este enfoque postuló que aquellas culturas en la que se instituye la
agricultura hidráulica organizada, "la m asa crítica hidráulica" de la que
hablaba Palerm (Palerm, 1973), son capaces de revolucionar la base productiva
perm itiendo la aparición de las ciudades y el desenvolvimiento de las
civilizaciones. Ejemplo de ello fueron las culturas surgidas a la vega de los
ríos Amarillo o Hoang-ho, en China; Tigris y Eufrates, en M esopotamia; Indo y
Ganges, en la India, y el Nilo en Egipto, p ara citar las m ás conocidas.
Un facto r decisivo p a ra el fortalecim iento de estas Ciudades-Estado
consistió en la construcción de obras hidráulicas, como bien señalan Palerm
y Wolf (1972):

La construcción, a p e rtu ra y consen/ación de diques y canales p a ra riego, re p re se n ta b a n


em p resas im p o rtan tes, que hicieron indispensable el trab ajo colectivo bajo un a dirección
p ro v ista de a u to rid a d suficiente. El regadío au m en tó la cohesión social y el predom inio del
g ru p o g o b ern ante.

Sin lugar a dudas, la hidráulica tam bién contribuyó en el México


prehispánico a la form ación de centros urbanos y a fortalecer el poder de los
gobernantes, pero bajo u n p atró n original que lo hace único y propio de estas
tierras am ericanas.

¿Qué sucedió en íllesoomérico?


En el caso de los pueblos m esoam ericanos del México prehispánico, el factor
hidráulico tam bién jugó u n papel d eterm in an te en la estructuración de sus
form aciones sociales, con la peculiaridad de que la hidráulica no constituyó
el m odo de producción dom inante; éste se articuló con otros sistem as de
producción, como la agricultura de tem poral, en especial la del maíz, adem ás
de actividades como la pesca, la caza y el co n stan te intercam bio comercial.
De acuerdo con el análisis de Palerm y Wolf sobre la agricultura en el periodo
prehispánico —y com plem entado con su trab ajo etnográfico, hecho en
Tajín, Veracruz; Eloxochitlán, Puebla y en Tecomatepec, Estado de México—,
identificam os tres tipos de sistem as de cultivo: l) roza, tu m b a y quema; 2)
roza, quem a y barbecho; 3) regadío. En seguim iento de su m arco teórico,
estos investigadores del riego y la civilización precolom bina —que p o r cierto
desm antelaron la idea prejuiciosa de am ericanistas como Alfred L. Kroeber,
sobre la falta de evidencias contundentes en m a te ria de irrigación y de obras
hidráulicas (Palerm y Wolf, 1972; Kroeber 1939)—, llegaron a las siguientes
conclusiones:

El riego es un a característica fu n d am en tal de las altas culturas


m esoam ericanas.
Las civilizaciones indígenas no pudieron desarrollarse en aquellas
aldeas agrícolas basadas en el sistem a extensivo de tum ba, roza y
quema, incluso en el m odo productivo de barbecho, aunque pudieran
darse logros culturales.
“La cultura u rb an a nació —nos dicen tex tu alm en te estos au to res— y
se desarrolló prim ero en lugares con agricultura de regadío y desde
allí se difundió.”

Si bien el regadío es u n facto r que propicia u n a producción de excedentes,


en el caso m esoam ericano intervinieron otras condicionantes que influyeron
en la gestación de centros urbanos. Las nuevas investigaciones etnográficas,
arqueológicas, arqueobotánicas, geomorfólogicas, paleoam bientales y
semióticas, en tre otras disciplinas de los últim os veinte años, obligan a que
este planteam iento m erezca u n ajuste conceptual, donde el rasgo distintivo
es una articulación de m odos de producción. Parte de esta investigación se
orien ta a d ar elem entos que validan esta corrección propuesta.
Por o tra parte, n u e stra exposición tiene el propósito de m o stra r —ta n
sólo con algunos casos representativos— el conocimiento, la inventiva y
vasta tradición de la irrigación, y, asimismo, el m anejo y aprovecham iento
del agua y la tecnología hidráulica que d urante m ás de tres mil años prosperó
en M esoamérica. Valga decir que el testim onio cultural de ello h a quedado
registrado en los sistem as complejos de simbolización expresados en la
cosmovisión indígena, que h a sta la fecha su stenta a los pueblos indígenas
actuales.

Los orípenes: el maíz


Con el sedentarism o y la dom esticación de animales, la agricultura surgió
como u n estadio que implicó u n a nueva form a de organización social en los
pueblos m esoam ericanos, suceso denom inado como "la revolución neolítica"
po r Gordon Childe (1946; Palerm 1972). En este proceso, el cultivo del m aíz fue
esencial p ara el desarrollo cultural.
De acuerdo con los estudios de Richard S. Mac-Neish, iniciados en la década
de los años cu aren ta del siglo pasado, esta planta se empezó a dom esticar
hace 7000 años a. C. (4500 en los nuevos sistem as de m edición hechos con el
acelerador de espectro m etría de masas) (MacClung, citado p o r Tapia y Zurita,
1994), en lo que ah o ra es el Valle de Tehuacán, Puebla. Procesos sem ejantes y en
fechas parecidas se dieron en regiones actuales de los estados de Tamaulipas,
Oaxaca y Jalisco, en to rn o a esta gram ínea y a o tras plantas.
El m aíz es p roducto de la m anipulación y experim entación de los prim eros
grupos que h a b ita ro n el occidente, centro y su r del México contem poráneo;
proviene de u n cruzam iento hecho p o r la intervención del hom bre
m esoam ericano, e n tre u n a gram ínea silvestre y de la planta catalogada como
teocmtle. D isponer de este su sten to fue indispensable para generar y so stener
sus desarrollos de civilización. Por eso, los fundam entos y expresiones
culturales prehispánicas tien en como su principal eje el sim bolism o de
esta gram ínea, la lluvia y los cerros, selvas o m ontes. La presencia de la obra
hidráulica no modificó esta cosmovisión agropluvial. Por decirlo así, Tláloc era
tam b ién regidor de la hidráulica.
El sistem a productivo del m aíz y su simbolismo son inseparables. Así,
pues, paralelo al proceso cognitivo de las plantas, el a rte del cultivo, la
dom esticación de los anim ales y el aprendizaje en general derivado de la
observación de la naturaleza, se apareja la deificación de la tie rra y sus
Códice Borboanicus. R epresentación de Tláloc.
G$S82*SÜ©!SeQ2cUiGSSB22aüí3$SeeaaüG$S822aü^^
fru to s m ediante la representación de deidades fem eninas que sim bolizan la
fertilidad y los sustentos. Las cuevas se convierten en sitios sagrados y lugares
de nacim iento y origen de los pueblos primigenios; el m aíz antropom orfizado
es d ador de vida a los hum anos. La naturaleza apropiada po r la im aginación
se vuelve representación y significado. La lluvia y el agua, el rayo y las nubes, las
m o n tañ as y los cerros donde se d esatan las to rm entas; el h u racán y el mar;
las corrientes que b ro ta n y discurren p o r la superficie te rre stre y la que se
acum ula en sus e n tra ñ a s se conciben como entes divinizados. De hecho, uno
de los elem entos que'identifica a los diferentes grupos étnicos -q u e rebasan
fro n teras y tie m p o -, es el culto al agua. Así, los pueblos m esoam ericanos
com partiero n u n corpus mítico-cognitivo-numénico en to rn o a los cuerpos
de agua y a la lluvia, con distintos nom bres para los m ism os dioses. Prevaleció
un a unidad significante desde las prim eras deidades del agua surgidas con
los olmecas h a s ta la que se configura en to rn o a Tláloc. Por ello, los prim eros
conocim ientos orientados al m anejo y control del agua están vinculados con
la alternancia de los periodos de lluvias y secas que rigen fu n dam entalm ente
en estas regiones, y a la búsqueda de o btener beneficios m ediante el uso
agrícola de los cuerpos de agua. Lluvia, tie rra y m aíz son tres de los elem entos
esenciales que e stru c tu ra n a los pueblos m esoam ericanos y su ste n ta n sus
procesos de gobierno, cognitivos, tecnológicos y de representación simbólica,
incluida la obra hidráulica.

Territorio -q cosmovisión
El nacim iento histórico de M esoam érica se origina hacia los albores del
2500 a. C„ con la presencia de aldeas sedentarias que fijan su residencia
principalm ente con base en la agricultura del m aíz (López Austin, 1988).
El te rrito rio m esoam ericano abarca lo que ahora conocemos como el
occidente, centro y sureste de México, extendiéndose a los actuales países
de C entroam érica y teniendo como límite la nación costarricense. Uno de los
rasgos culturales distintivos de esta am plia región fue el m anejo y control del
agua. Su significación y trascendencia h a quedado de m anifiesto en la riqueza
de sus expresiones y representaciones simbólicas. Son rem arcables las obras
y prácticas que se generaron p ara los diversos usos del agua. Entre éstos,
señalam os las o rientadas a la agricultura, el aprovecham iento del agua dulce
superficial y subterránea, la colección pluvial del agua p a ra consum o hum ano
y riego, el desagüe, el control de inundaciones, el uso medicinal, la hidrom ancia,
y los usos mágicos, rituales y festivos.
Hierve el Agua, Oaxaca. FotoiJosé Luis M artínez, 2007
Todo lo a n te rio r llevó aparejada la creación de sistem as sem ióticos para
rep resen tar y venerar al agua m ediante un lenguaje en el que predom ina el
recurso m etafórico como m edio de comunicación entre la naturaleza, el
hom bre y la so brenaturaleza encarnada en el m undo de los dioses.
Situándonos en el ancla del mito, la prim era creación registrada en la
m em oria de la hum an id ad prim igenia precolombina es la form ación de la
T ierra y el Cielo a p a rtir de sep arar las aguas. En el Popol Vuh o Libro del Consejo,
se n a rra extrao rd in ariam en te la génesis de n u estra existencia hecha p o r los
llam ados co nstructores del m undo, de la vida y del hombre:

Entonces se reu n ieron con ellos los Dom inadores, los Poderosos del Cielo. Entonces celebraron
Consejo so b re el Alba de la vida, cóm o se h aría la germ inación, cóm o se h a ría el Alba, quién
sostendría, n u triría.
—Que eso sea. Fecundaos. Que esta agua parta, se vacíe. Que la tie rra nazca, se afirm e—,
dijeron.
—Que la germ inación se haga, que el alba se haga en el cielo, en la tierra, porque no tendrem os
ni adoración ni m anifestación po r nuestros construidos, nuestros form ados, h asta que nazca
el hom bre construido, el hom bre form ado—; asi hablaron, por lo cual nació la tie rra (Raynaud,
1964).

M ediante este acto hidráulico demiúrgico de separar las aguas y hacer


surgir la m ateria sólida, form ándose la tie rra y los cuerpos de agua, es que el
hom bre pudo nacer y h ab itar este nuevo m undo. Continúa el relato m ítico del
Popul Vuh:
Y los poderosos del Cielo se regocijaron así:
—Sed los bienvenidos, oh Espíritus del Cielo, oh M aestro Relámpago, oh Huella del relám pago,
oh E splendor del Relámpago.
—Que se acabe n u e s tra construcción, n u e stra form ación—, fue respondido. P rim ero nacieron
la tierra, los m ontes, las llanuras; se pusieron en cam ino las aguas; los arroyos cam inaron
e n tre los m o ntes; asi tuvo lugar la p u esta en m archa de las aguas cuando aparecieron las
gran d es m o n ta ñ a s (Raynaud, 1964).

En un paisaje sim ilar al descrito p o r el Popul Vuh surgen, en el Preclásico


Medio (1200 a 400 a. C.) los olmecas, hab itan tes de la tierra del hule, allá, en la
zona del trópico húm edo del Golfo de México com prendida en los estados
de Tabasco y Veracruz y, asimismo, en regiones de las entidades de Guerrero
y Morelos. Los olmecas fu n d an u n estilo cultural que se hace presente en
la m ayor p a rte de Mesoamérica. La cultura olmeca se constituyó como la
p rim era g ran síntesis cultural m esoam ericana que dará origen a u n modelo
de civilizatorio, en el que resalta el culto agropluvial que influyó en los pueblos
contem poráneos de este grupo y en los posteriores, quienes recrearon dicho
p a tró n cultural de acuerdo con sus propias circunstancias históricas, entornos
am bientales y contextos sociales.
Con el establecim iento y la consolidación de la agricultura se producen
excedentes alim entarios ligados a un proceso de estratificación social, lo
cual es otro de los cam bios radicales que se p re sen ta n en las sociedades
precolom binas derivadas de u n a econom ía agrícola. Así, una preocupación
central debe h ab er sido la búsqueda de prácticas, m edios y m étodos para
intensificar el sistem a de producción alim entos. En ello, el ordenam iento
social p ara la irrigación, el m anejo del agua y el control hidráulico del agua
fue contundente. Con los olmecas aparecen las p rim eras obras hidráulicas
urban as y de quienes se tienen, probablem ente, los prim eros canales de
irrigación, camellones, conductos de desagüe, fuentes, represas y conducción
de agua dulce; de igual m an era los olmecas, supieron aprovechar las tierras de
hum edales e inundación p ara sus cultivos.
Capítulo 6
<22S>
AGUA Y TECNOLOGÍA
ENTRE LOS OLMECAS
Paisaje de la cuenca m edia del Balsas. Foto: José Luis M artínez, 2007.

Cerro del Tigre y edificio cerem onial del sitio T eopantecuanitlan, Guerrero.
Foto: José Luis M artínez, 2007.
tfj«ijaiCitywM»iaoi»»w>gg>ni»««S!)SinissMP>giUi^ ^
Teoponlecuoíiitlon, Querrero
eo pantecuanitlan es u n sitio con m arcados rasgos culturales olmecas.

T Se localiza al n o rte del estado de Guerrero, en el valle de Copalillo, a ocho


kilóm etros de donde corren y convergen los ríos Amacuzac y Mezcala,
pertenecientes a la cuenca m edia del Balsas. Este sitio es equiparable con los
construidos en San Lorenzo, Veracruz, y La Venta, Tabasco.
Esta villa fo rm a p a rte del esplendor de la civilización olmeca, no
solam ente desde u n p u n to de vista estético y cultural, sino por su elaborada
cosmovisión plasm ada en su arq u itectu ra y p o r las evidencias m ateriales de
tecnología hidráulica. De acuerdo con los descubrim ientos aquí realizados
p o r la arqueóloga Guadalupe M artínez Donjuán, el área de este asentam iento
abarcaba m ás de 160 hectáreas, en la que se h a n identificado edificaciones para
uso ceremonial, religioso, ritual, habitacional, funerario y obras hidráulicas.
En esta región hay antecedentes de asentam ientos hum anos desde el año
1400 a. C. Los olm ecas ocuparon el área en tre el 1200 al 600 a. C. Dicho poblado
prehispánico tuvo tre s fases de construcción reflejadas en el recinto tem plario
principal de la zona, donde se ubica el patio hundido. Precisamente, la prim era
etap a se inicia con la form ación de este recinto cuya dim ensión era de 32 x
26 m etros, construido de b arro amarillo arcilloso y lim itado p o r u n m uro del
m ism o m aterial; contaba con escaleras dobles. En cada una de las escalinatas se
colocó un a escultura en form a de cubo que las separaba, la cual se encontraba
decorada con iconografía olmeca y sobresalientes símbolos alusivos al jag u a r
(Martínez, 1995; Rojas y M urra, 1999). La segunda etapa coincide con el inicio
del apogeo y esplendor de Teopantecuanitlan, entre los 1000 y 800 a. C., y se
caracterizó p o r la presencia de u n a arq u itectura m onum ental, de la que
Guadalupe M artínez considera que el patio hundido, ya modificado, y un
im presionante canal fueron sus m ejores exponentes (Martínez, 1995).
El patio hundido fue cercado p o r m uros construidos con bloques pétreos
m eticulosam ente ensam blados. Se construyeron dos tuberías para desagüe en
sus lados su r y norte, consistentes en ductos hechos de roca basáltica en form a
de U, cubiertos con ta p a s de piedra y que, al conectarse en tre sí, form aban un
canal de desagüe.
Busto alusivo a u n a deidad agropluvial olmeca. Patio hundido, T eopantecuanitlan, Guerrero.
Fotos: José Luis M artínez, 2007.
En el piso del in terio r de este recinto ceremonial se levantaron dos
rectángulos que rep resen tan sim bólicam ente la cancha de un juego de pelota.
En las paredes este y oeste fueron colocados cuatro m onolitos en fo rm a de
T invertida, observables en la actualidad, los cuales tienen tallado un busto
antroporm ofizado que figura, a nuestro parecer, el ro stro de un jaguar-
serpiente estilizado, en cuya fre n te se esculpieron dos pares de m azorcas
separadas p o r u n a equis o cruz de San Andrés. Sobre ésta hay u n óvalo que
puede asociarse con la representación de una nube. En la p a rte inferior,
p o rta n en sus m a n o s —pareciera que lleva m anoplas como las usadas p a ra el
juego de pelota— dos cetros que asem ejan palos de antorcha y nuevam ente
en una cinta aparece la cruz de San Andrés, vinculada con los cuatro pu n to s
cardinales. Estos cetros podrían ser alusivos a los rayos. Las cuatro esculturas
fuero n dispuestas p a ra quedar sim étricam ente ubicadas una fren te a otra.
Guadalupe M artínez h a señalado que este espacio era utilizado con
fines astronóm icos y p ara ejecución de rituales. No resulta, entonces, difícil
in te rp re ta r que este conjunto de jaguares antropom orfos sean deidades
agropluviales, y que en este recinto se escenificaran rituales referidos a la
creación de la Tierra, form ada al separarse las aguas por obra de los dioses
tutelares, a la m a n e ra como lo n a rra el Popol Vuh, o como un espacio ritual p ara
la petición de lluvias.
Una de las novedades extraordinarias del sitio es, quizá, la evidencia m ás
antig u a de u n sistem a hidráulico com puesto p o ru ñ a presa de alm acenam iento
transversal a la corriente que represa, hecha de piedra y m anipostería, de la
que —se deduce— se conectaba u n canal revestido de piedra para irrigación
agrícola. Se calcula que estos trabajos de ingeniería son posteriores al año 1000
a. C. (Martínez, 1995).
De acuerdo con los d atos que rep o rta el geógrafo Doolittle, la presa ten ía
u n a longitud de tre in ta m etro s y elevación, a p a rtir de su centro, de tre s m etros.
La capacidad de em balse era posiblem ente de veinte por tí"einta m etro s
(Doolittle, 2004). El canal tenía una longitud de m ás de trescientos m etro s
—h a sta este m o m en to sólo se h a explorado un tram o m enor a cien m e tro s—,
y estuvo com puesto p o r pesados bloques de piedra em potrados ta n to en sus
lados como en la base del suelo. M artínez refiere que el ancho del canal ten ía
de se te n ta a noventa centím etros y su altu ra variaba en tre noventa y ciento
cincuenta centím etros, por lo que podia so p o rtar como carga un poco m enos
de un m etro s cúbico de agua (Martínez, 1995).
Si bien se en cu en tra a debate el uso de este sistem a de conducción de
agua con fines de irrigación, es una obra hidráulica que implica una novedad
tecnológica indiscutible. En la tercera fase de construcción, en tre el 800 y
600 a. C. -s e ñ a la Guadalupe M a rtín e z - Teopantecuanitlan "tiene sus últim os
destellos de esplendor"; su cosmovisión tiene modificaciones o adecuaciones y
ello se refleja en las nuevas construcciones:

Por u n lado, el p atio hundido desapareció p ara ser sustituido p o r una sim ple pla ta fo rm a con
u n a ex planada al frente, y el canal quedó parcialm ente oculto bajo nuevas construcciones;
p o r o tro lado, los elem entos introducidos reflejan u n a relación arq u itectó n ica ta n to en la
co sta del Pacifico com o con la del Golfo. De esta etap a adem ás de la P lataform a Norte, se
conocen dos estru ctu ras, 2 y 3, un juego de pelota y varios ho rn o s (M artínez, D. G„ 1995).

Si bien desconocem os el papel que el sistem a hidráulico hayajugado en esta


etap a en la villa de Teopantecuanitlan, en los trabajos de exploración y rescate
arqueológico h a n quedado al descubierto una serie de representaciones
esculpidas en piedra que m anifiestan asociaciones directas con elem entos
em blem áticos ligados con cuestiones hldricas y agrarias. A p a rtir del propio
estudio de Guadalupe M artínez y a un reconocim iento de cam po que hicimos
en el sitio, con statam o s estas asociaciones. Por ejemplo, se registra en la
p latafo rm a n o rte u n a escultura en form a de sapo, anim al que h a sido asociado
con el agua y con la lluvia; u n a cabeza pequeña olmeca incrustada en uno de
sus muros, y en el edificio de la E structura 2 están simbolizadas unas figuras
conocidas com o "dobles V", alusivas a la serpiente de cascabel y que, según la
investigación de M artínez (1995):

C orresponden a la p a rte inferior de un rom bo, elem ento que sim boliza las m an ch as de la piel
de la víbora de cascabel; adem ás la inclinación de la estela que se e n c u e n tra al fondo de los
nichos es u n detalle arquitectónico intencional, el cual da profu n d id ad al c o n ju n to y recuerda
la rep re sen tació n de las fauces abiertas.

La serpiente es un referente asociado con el agua, p o r lo que es posible


inferir que dichas representaciones ten g an ligas simbólicas con la lluvia y su
deificación.
Desde el p u n to de vista del control y manejo agua, concluimos que la
construcción de ductos de piedra, los vestigios de una presa o dique de
alm acenam iento y el sorp ren d en te canal, dan cuenta de un conocim iento en
ingeniería hidráulica que revela una experiencia previa y una capacidad de
invención en esta m ateria, p o r lo que es altam ente probable que dicho sistem a
hidráulico haya tenido una orientación agrícola que perm itiera contribuir a
fo rm a r un cen tro de poder, y en el que la producción simbólica fue estratégica
p ara el control económico y político de la región.
E scultura alusiva al sapo, anim al asociado con la lluvia.T eopantecuanitlan, Guerrero. Foto: José
Luis M artínez, 2007.

Patio hundido. Fotografía: José Luis M artínez, 2007.

essafeaBGs&KgiKssmaassaseigiassaeaaaasaieaGsaa&iaMsiM^^
Los sistemas hidráulicos
de San Lorenzo y de Lo Vento
San Lorenzo, Veracruz (1150-850 a.C.)yla ciudad de La Venta, Tabasco (900-400 a.
C.) son considerados como los principales centros de civilización de los olmecas
del Golfo. Sus asen tam ien to s se establecieron cerca de los ríos, próxim os a
la costa y no lejos de las sierras. Los estudios geomorfológicos h an aclarado
que en am bas ciudades antig u am en te cruzaban ríos (Ortiz Pérez y Cyphers,
1997; Lowe, 2002). Ubicados d en tro de un a red dendrítica, los olmecas supieron
aprovechar productivam ente este ecosistema. En esta región del trópico
húm edo, el sistem a n a tu ra l de crecidas que anualm ente ocurre en zonas bajas
de las planicies fue utilizado p a ra realizar cultivos en tierras de hum edal.
Asimismo, no se d escarta que hayan construido chinam pas readaptando
islotes o construyendo cam ellones elevados.
En San Lorenzo se tiene evidencia de construcción de terraplenes que, al
m ism o tiem po que servían como diques contra inundaciones, eran usados
como vía de com unicación y enlace fluvial (Cyphers, 1997). Es tam b ién posible
que los bancos de aren a que quedaban al descubierto a causa de los cambios
natu rales de los cursos de los ríos fu eran utilizados para cultivos, como en la
actualidad lo hacen los cam pesinos de esta regióny en zonas fluviales, como la
del río Balsas, llam adas "bajiales”(Armillas, 1991,1949; Ortiz Pérez y Cyphers, 1997;
Lowe, 2002; Jim énez, 1990; Stirling, 1955; Coe y Diehl 1980).
La p latafo rm a n a tu ra l de San Lorenzo fue tran sfo rm ad a por la m ano del
hom bre, lo que implicó la m anipulación de miles de m etros cúbicos de tierra: se
calculó que el b asam en to de la pirám ide-cerro tuvo una elevación de cu arenta
o cincuenta m etro s p o r encim a del nivel del río Coatzacoalcos y contó con
un a superficie extendida, de n o rte a sur, de aproxim adam ente un kilóm etro
(De la Fuente, 1975; Grove, 2007). La m eseta tam bién fue modificada m ediante
terraceos y nivelaciones que im plicaron el acarreo y m anejo de toneladas de
tie rra y la realización de rellenos en arroyos y barrancos (Lowe, 2002).
Esta llanura n atu ral no sólo fue tran sfo rm ada en su morfología, sino que
tam bién se le convirtió en un paisaje ritual de expresión simbólica, acorde con
la cosmovisión olmeca.
Los arqueólogos M aría del Carmen Rodríguez y Ponciano Ortiz Cevallos,
al excavar al pie del cerro Manatí, cercano a San Lorenzo, en lo que fue un
antiguo lecho de u n arroyo, encontraron objetos en ofrendas en terrad as en
las que figuraban hachas talladas enjad eíta verde, bastones de mando, figuras
antropom órficas trab ajad as en m adera y pelotas de hule (Grove, 2007). En las
hachas de jadeíta, espléndidam ente talladas y pulidas, se grabaron im ágenes y
símbolos que hacen referencia al culto a la lluvia, a la tierra y al maíz, este últim o
represen tad o p o r u n a figura h u m a n a que p o rta sobre su cabeza u n a m azorca
y su ro stro sem eja u n ja g u a r o u n a serpiente con orejeras alusivas a la lluvia,
y lleva en sus brazos un anim al m arino (que puede simbolizar la fertilidad).
Esta im agen se halló cercada p o r o tras cuatro figuras de hachas con dibujos
de gotas de lluvia de las que b ro ta n mazorcas o plantas de maíz. Cosm ogram a
que en su conjunto, como observa Karl Taube (2007), representa el cosmos
estru ctu rad o como u n a m ilpa in se rta en los cuatro puntos cardinales, o que
pudiera ser la síntesis de la concepción m esoam ericana acerca del origen del
m undo como un a isla de tie rra rodeada de agua.
La liga en tre lluvia, cerro, m aíz y concepción cosmológica de los olmecas
ha quedado plasm ada en sus expresiones simbólicas y construcciones
hidráulicas: su articulación sirvió de basam ento para construir m etáforas de
su cosmovisión del agua.
Esta articulación simbólica de situaciones m ateriales, prácticas agrícolas,
arq u itectu ra y obras hidráulicas es posible observarla gracias a los trabajos
arqueológicos.U ncasonotableesreveladoporeltrabajodeFranciscoEstrada.en
Cival, Guatemala, al excavar un pozo prehispánico cruciform e donde encontró
una ofrenda com puesta de cuatro hachas labradas e n jad e íta dispuestas en
cruz, y u n a q u in ta h ach a azul verdoso rodeada de guijarros, de jad e aluvial,
en terrad a m ás hondo hacia el centro. Como p arte de este enterram ien to del
Preclásico Medio figuran cinco jarro n es de barro (Taube, 2007). Dicha ofrenda
de agua expresa que no b astaba co n tar con la obra hidráulica; para disponer
del agua se requiería de una petición ritual en donde la ofrenda hecha por los
hom bres es el m edio de com unicación con los dioses del agua y del m aíz para
rogar que no les faltase su sten to y contasen con la lluvia.
En la m eseta de San Lorenzo existe un sistem a hidráulico complejo. De
acuerdo con Beatriz de la Fuente (1975) se h a n identificado una veintena
de cuerpos de agua con form as geom étricas irregulares modificadas
artificialm ente. Estam os hablando de cuerpos de agua “dom esticados” o
incorporados al sistem a hidráulico. Parte de este sistem a lagunar era conectado
por una red su b terrán ea de ductos rectangulares, hechos de piedra basáltica
con form a de U. Al ensam blarse form aban una red de canales (De la Fuente,
1975), sem ejantes a los ductos hallados en Teopantecuanitlan y en La Venta.
Acorde con evidencias arqueológicas, G areth W. Lowe considera que en San
Lorenzo los olmecas co n taro n con fuentes y albercas (Lowe, 2002). Las uniones
de estos canales en fo rm a de U tam b ién aquí fueron pegadas con chapopote
para evitar al m áxim o la filtración, y encim a de las piezas fueron colocadas
ta p a s planas de piedra. En su investigación, Ann Cyphers (2004), rem itiéndose
a un ducto en particular, describe:

Este acu ed u cto (com puesto p o r d u c to sy tapas) corre en sentido este-oeste al s u r de la laguna
8. Tiene u n a p en d ien te que baja hacia el oeste y seis desagües hacia el s u r que sin /en p ara
aju s ta r u n alto flujo del'agua.

La longitud del canal principal era de 171 m etros y algunos de sus ram ales
se dirigían hacia las tie rra s bajas de la meseta, donde actualm ente se pueden
ver cultivos de m aíz y calabaza. Colegimos que estos canales, así dispuestos,
podrían te n e r u n uso de desalojo de aguas y, a la vez, proporcionar agua p ara
riego de cultivos. Se h a n encontrado algunas figuras, ta l como la de un ave,
que se in te rp re ta sirvió de fu en te y p resen ta u n a hendidura que concuerda
con la fo rm a de canales en U. Para Cyphers (2004) pudo tra ta rs e de u n a fu en te

®s0Kau<¿&T)2xaüGS!maffi3ssesm6S£a3íSüesseffia3ss83(íaKaK2au6sa2saaGS^^

El jaguar, com o an im al rep re sen tativ o de la cosm ovisión olmeca. San Lorenzo T enochtitlan.
Fotografía: Daniel Murillo, 2007.
Esquem a de un acueducto en San Lorenzo. Ilustración cortesía de Ann Cyphers, Escultura olmeca
de San Lorenzo Tenochtitlan, p.139.
<8sae8aa6sa)Ka»3$8«¡g>a»iige82aa5sg9e8aa58a8e¡«G¡!»ftat¡e8iS^^
Fotografía p o r Linda Schele, © David Schele, cortesía de Foundation for th e A dvancem ent of
M esoam erican Studies, lnc.w w w .fam si.org
A cueducto de fo rm a se rp e n tin a en San Lorenzo. Fotografía co rtesía de Ann Cyphers, Escultura
olmeca de San Lorenzo Tenochtitian, p. 153.
Ksoaau^BKaüGssomaessssíaüGsa^iyessaa/HssaiiKa^^
o de u n nodo conector en u n a red de sum inistro. La p reg u n ta que surge a
continuación es p o r qué incluir el aspecto simbólico en la figura de ave, en la
construcción del sistem a hidráulico mencionado.
El contexto en que se h an situado esculturas y m onum entos, como las
cabezas colosales halladas en San Lorenzo, tam bién dista de te n e r u n a función
decorativa; p o r el contrario, este contexto contiene elem entos simbólicos o de
uso ritu al (Cyphers, 1997). Para Cyphers la disposición de las piezas escultóricas
expresa u n lenguaje a través del cual se tran sm iten m ensajes y conceptos
alusivos a la filosofía olmeca, incluyendo la sustentación del poder. Lo
simbólico, en este caso, como en otros que verem os m ás adelante, fo rm a p a rte
de un a semiosis que carga de significados m etafóricos al sistem a hidráulico y
los usos del agua.
Se h a n encontrado v ariantes de la tecnología de canales, como ductos
en recintos de tem plos-habitación, form ando estru ctu ras curveadas como
cuerpos de culebra. Suponem os que estos canales serpentinos abastecían
de agua p ara consum o hum ano, y no descartam os tam poco que este tipo de
tecnología fuera tam b ién aplicable al desalojo del agua. La form a de serpiente
puede verse com o u n a m etáfo ra representativa del agua su b terrán ea y
considerarse como u n elem ento simbólico de los olmecas. Es posible que la
finalidad de estas obras de control y m anejo del agua (terraplenes, acueductos,
pozas artificiales, depósitos de agua, fuentes y vasijas) haya sido para sum inistro
de agua dulce, alm acenam iento o drenaje, sin d escartar que fu eran usadas
con fines de irrigación, con alta probabilidad que tuvieran propósitos rituales
y metafóricos.
Siguiendo a Cyphers, podem os inferir que desde este centro se ejercía
un control del agua ta n to en su función de comunicación fluvial como de
sum inistro de m ercancías. En esta ciudad residían los poderesylos gobernantes
ten ían el dom inio del lenguaje simbólico, a través del cual m ediaban en tre los
hom bres com unes y los dioses. Los gobernantes rep resen tab an a los dioses
del agua, de la selva y del maíz, com o puede observarse en los tronos, cabezas
colosales y efigies de sus gobernantes.

El culto ol cspuo jj al monte


Se tien en bases m ateriales p ara afirm ar que los olmecas asentados en Veracruz
yTabasco desarrollaron un complejo culto al aguay al m onte -en tién d ase cerro,
m ontaña, selva, volcán, fertilidad, mar, rayo, agricultura y lluvia—, indisociable
de su m anejo tecnológico del recurso hídrico. Existen representaciones de los
cerros en piedra labrada y alusiones simbólicas a éstos.
De hecho, el gran cerro artificial del sitio arqueológico de La Venta es una
m u e stra de esta compleja cosmovisión agropluvial. El asentam iento ocupaba
u na extensión de doscientas h ectáreas y era habitado por unas dieciocho mil
personas (Lauck, 1995). En el corazón de la ciudad (Complejos Cy A, así llam ados
por los arqueólogos), se edificó u n recinto cerem onial que es una de las m ejores
expresiones de la cosmovisión olm eca y del papel que esa cultura asignó al
agua m ediante las creencias cosmogónicas de la form ación del mundo. Dicha
pirám ide tiene fo rm a cónica, 34 m etro s de altu ra p or 140 de diám etro, y se cree
es réplica del volcán ah o ra llam ado San M artín Pajapan, ubicado en la sierra de
Los Tuxtlas, objeto de culto desde tiem pos olmecas (Soustelle, 1979), del que se
extraían enorm es rocas volcánicas p ara esculpir sus m onum entos.
H asta la fecha, el volcán se considera u n a entidad ligada a la lluvia, a la
agriculturay al equilibrio del cosmos. Como lo h a n señalado Enrique Florescano,
López Austin y otros investigadores, en el sitio de La Venta se rep resen ta una
estructu ració n del cosm os constituida básicam ente por tres bloques: cielo,
tie rra e infram undo, la cual verem os aludida co n stantem ente en las culturas
precolom binas que sucedieron a los olmecas.
En ese sentido, el m ontículo form ado puede rep resentar la creación
del m undo a p a rtir de que el agua se separa y hacer em erger la pirámide-
m o n ta ñ a sobre el m a r primigenio, rep resentada por una explanada hundida
(Florescano, 1999).Es en este rectángulo de 40x50 m etros donde se encontraron
seis ofrendas m asivas de serpentina, en terradas aproxim adam ente a ocho
m etro s de profundidad (Lauck, 1995). Con estas ofrendas subterráneas quedó
simbolizada la e stru c tu ra cósmica com puesta de tres basam entos: los cielos, la
tie rra y el infram undo. No está por dem ás agregar que el fu n d am en to fi losófico
del m ito cosmogónico del Popol Vuh consiste en que, al separarse cielo y tie rra
p or las fuerzas divinas, los árboles vendrían a convertirse en sostenedores del
firm am ento, perm itiendo el despliegue pleno de la vida. Como representación
de este acto demiúrgico, se irguieron al pie de la m o n tañ a simbólica estelas
alusivas a la creación del m undo y a la celebración de la vida. Los hom bres son,
pues, los depositarios de e sta creación; de ahí deriva la fuerza de los dirigentes
que gobernaron estas tierras.
Por ello abu n d an las esculturas m onum entales que rep rese n tan a
go bernantes como guardianes y depositarios de los poderes que em an an de
las deidades agrícolas y del agua; tam b ién se les representa con bastones de
m ando que hacen referencia a la ideas m íticas de la creación del m undo, en
el preciso in stan te de levantar el cielo a través de los Árboles Cósmicos, tal y
como parece advertirse en la pieza escultural del gobernante —bautizado por
A ltar 5. Parque M useo La Venta, Villaherm osa, Tabasco. Foto: José Luis M artínez, 2007.
<3sse2zaaí38see2aüGsseeí5DüGss8e2Qaí3sseefcaa<3^^
los arqueólogos com o m o n u m en to 1 de San M artin Pajapan—, que tiene en
sus m anos u n b a stó n a p u n to de levantar y que, de acuerdo con Kent Reilly
(Florescano, 1999), parece sim bolizar el m om ento de erguir el árbol cósmico
que so sten d rá el cielo.
Entre los seres que se elevan a condición de guardianes divinos
encontram os, e n tre otros, la serpiente, la tortuga, el mono, el tiburón, eljaguar,
el sapo, el lagarto y a la abeja. Estos anim ales tienen un papel protagónico como
símbolos de fertilidad, cósmicos, telúricos, meteorológicos, hídricos y pluviales.
En la iconografía simbólica de los olmecas aparecen varias representaciones de
niños y enanos que hacen pensar, como sucedió con otras culturas posteriores,
que form ab an p a rte de rituales pluviales probablem ente asociados con la
creencia de pequeños "diositos" encargados de hacer llover, y que hab rían sido
considerados com o dueños del m o n te y el agua.
A p a rtir de evidencias arqueológicas se deduce que la vida cerem onial y
ritual en tre los olmecas tuvo que ser ta n intensa como las de otros grupos
culturales consolidados en M esoam érica d u ran te el Clásico y Posclásico.
Entre los hechos que fu n d a m e n ta n lo an terio r se indica lo siguiente: en la
ciudad de La Venta, el grupo de edificaciones se alinean de n o rte a su r con
una desviación de ocho grados del n o rte magnético, distribución que buscó
o rd en ar seguram ente lo te rre s tre conform e a lo astrológico.
Esta adecuación co n stata conocim ientos astroagrícolas que im plicaron
asociar el m ovim iento y posición de los astros con la llegada o fin de las lluvias;
en el complejo arquitectónico A de La Venta fueron depositadas las bellas
ofrendas masivas su b terrán eas ya m encionadas párrafos arriba. En su capa
superior, previa a la superficie de la tierra, sobresalía un mosaico de piedra
serp en tin a que algunos autores suponen representa al ja g u ar y, otros, a la
serpiente. Sea com o fuere, esta figura está identificada con la tierra, el agua
y la fertilidad. Entre los objetos sagrados ofrendados se hallaron doscientas
hachas votivas y objetos de ja d e (Lauck, 1995); es m uy probable que ello
rep resen te u n a liga con el infram undo. Esta observación es posible debido a
que, a m a n e ra de m áscara, en la p a rte superior del suelo (en el nivel inm ediato
an te rio r a la superficie), donde se hicieron las ofrendas ceremoniales, se
dibujó con m osaicos la faz del m o n stru o de la tie rra representada po r lo que,
en apariencia, son las fauces de una serpiente o de un felino. En síntesis, la
im agen es u n ro stro que alude a la p u erta de en trad a a las en trañ as del reino
subterráneo, uno de los dom inios de los dioses del agua.
En La Venta se h a n encontrado tin as esculpidas en piedra basalto como
p a rte de un sistem a ap aren tem en te de sum inistro de agua, y se tienen
O frenda m asiva de piedra serpentina. Parque Museo La Venta, Villahermosa.Tabasco.
Foto: José Lilis M artínez, 2007.

evidencias de ductos en form a de U vinculados con la Acrópolis Stirling del


complejo A de La Venta. De acuerdo con Rebeca González Lauck (1995):

I-lacia el o rien te puede n o ta rse el fren te de la [acrópolis] Stirling, de m ás de 320 m etro s de


largo.Todavía no se ha definido la n atu raleza y función de esta construcción, aunque en ella
se lian en co n trad o canales de distribución de agua hechos en piedras labradas en form a U.

Estas piezas son idénticas a las encontradas en San Lorenzo. Indican


que la ciudad cívica-ceremonial de La Venta contaba con acueductos
presum iblem ente para diversos fines prácticos, como pudieran ser: desagüe,
abasto de agua y riego, sem ejante a lo que se ha em pezado a com probar con
los estudios arqueológicos realizados p o r Ann Cyphers, ya señalados con
anterioridad.
Dada la im portancia simbólica de esta ciudad y al e sta r circundada
p o r sistem as fluviales, dichas obras hidráulicas seguram ente tuvieron
u n papel ritual significativo en este espacio arquitectónico que, al m ism o
tiem p o que servía com o sede de los gobernantes, constituía el recinto
donde se desarrollaban los dram as míticos y cosmogónicos, en los que el
agua y sus fenóm enos natu rales asociados eran centrales para la ritualidad
agropluvial. De igual form a se debe considerar que p o r proximidad al litoral
del Golfo de México y la im portancia de sus actividades de pesca, navegación
y comercio, el m a r tam b ién se hallaba presente en su cosmovisión del agua.
Este hecho se atestigua en estelas, como la que representa la figura de un
tib u ró n erguido, de factible asociación con una especie de árbol cósmico.
Con los olmecas se desarrolló u n a estética de simbolismo complejo en
to rn o principalm ente al agua, la tie rra y el poder, la cual se plasm ó en su
arquitectura, en la red su b terrán ea de ductos de piedra basáltica y fuentes
de agua, estelas m onum entales, ofrendas, objetos preciosos y diversas piezas
esculpidas en piedra yjade. Como ejemplo están las cabezas olmecas colosales,
que rep resen tan a personajes de la clase gobernante que, al divinizarse, se
tra sfo rm a b a n en objeto de culto.

Ducto de la d u d a d de La Venta. Museo del sitio, Tabasco.


Foto: José Luis M artínez, 2007.
Cabeza olmeca. Parque Museo La Venta, Villaherm osa, Tabasco. Foto: José Luis M artínez, 2007.

El Señor de la Tierra. San Lorenzo Tenochtitlan. Foto: Daniel Murillo, 2007.


Capítulo 7
(22c)
OTRAS OBRAS
HIDRÁULICAS DESTACADAS
EN EL PRECLÁSICO
ir n o s ®

Cuicuilco
om o sucedió en otras regiones culturales de Mesoamérica, en el

C Altiplano Central de México la experiencia en el m anejo y control del


agua era ya u n a práctica instituida en el Preclásico Medio (1200-400
a. C). Es el caso de la prim era gran cultura asentada en el valle de Anáhuac, los
predecesores de Teotihuacan y contem poráneos délos olmecas arqueológicos:
los co n structores de Cuicuilco. Para este periodo, Roberto García Molí establece
que se cultivaban las tie rra s m ediante elterraceo decerrosyladeras;se contaba
con canales de riego y presas (Molí, 2007). Hay que im aginarse la geom orfología
de aquella época, en u n paisaje con abundancia de m anantiales, arroyos y la
cercanía de los cuerpos lacustres. Parte de este paisaje es señalado por Mario
Pérez (2007), haciendo referencia a la construcción de un centro comercial en
los prim eros años de la década del 2000:

wsmmmmsaessmsimimBimmiímmmmm&itmMims&BmiísmiíisMsamsassamisii&o

Cuicuilco. Foto José Luis Martínez, 2007.

@sm®mmmiss3¡mimmtaimmímssméB¡2sma!iMmm@smaiwsstimimawaasm¡x¡m¡0
Unnuevo hallazgo que confírm ala complejidad d e latraza del asentam iento
es el efectuado d u ran te la construcción del centro comercial Plaza Cuicuilco. Se
tr a ta de u n g ran reservorio de agua situado al sur del gran basam ento, lo que
nos indica la tendencia de m uchos asentam ientos de la época para controlar
y g ara n tiz a r el abasto de agua.
El complejo cultural del Cuicuilco prehispánico fue destruido por la
erupción del volcán Xitle antes del inicio de la era cristiana. Parte de e sta
grandeza arquitectónica, que se salvó de quedar sepultada p o r lava, h a sido
preservada en áreas de lo que hoy es la zona de condominios de Villa Coapa
y en los te rre n o s aledaños a la Escuela Nacional de Antropología e Historia,
donde se en cu en tra la pirám ide circular de Cuicuilco.
Buena p a rte de las evidencias arqueológicas que no se pudieron rescatar
h a n sido p rácticam en te destruidas p o r el crecim iento gigantesco de la d u d a d
de México. No obstante, con respecto a las obras de irrigación, Palerm y Wolf
dejaron testim onio de sus hallazgos hechos en un recorrido de cam po en
1956. Dieron cu enta que en la p a rte baja del cerro de Zacatepec había zanjas
que podrían h a b e r sido p a rte de dos canales y, en una de sus laderas del lado
occidental, u n conjunto de terrazas p ara uso agrícola. También, en lo que ahora
es el Pedregal de San Ángel, cercano al centro cívico-ceremonial de Cuicuilco,
localizaron restos de u n dique levantado con piedra y tie rra de veinte m etros
de longitud, que debió rep resar alguna corriente de agua (Palerm y Wolf, 1972).
Al n o rte de la cuenca de México, en el pueblo Santa Clara Coatitlan ("Tierra
de las culebras") se construyó en el 900 a. C. una red de canales para encauzar
agua de los escurrim ientos de la sierra de Guadalupe, los cuales alim entaban
al lago de Texcoco (Nichols, 1982). En el año de 1974, estos canales fueron
descubiertos al perforarse pozos p ara extracción de agua. P osteriorm ente
h an sido estudiados p o r Deborah Nichols constatando, con esta evidencia
arqueológica, la prueba del uso de este sistem a p ara fines de irrigación.
Siguiendo al geógrafo William E. Doolittle, este sistem a estaba
com puesto de u n canal principal de una longitud que rebasaba los dos
kilóm etros y co ntaba con u n a pendiente de 1%. La dim ensión del canal es de
un m e tro de profundidad p o r uno de ancho. El canal, a su vez, en su sección
final de corte trapecial se conectaba con u n conjunto de canales m enores que
conducían las aguas a las tierras de cultivo. Se calcula que dicha in fraestru ctu ra
fue usada, p o r lo menos, d u ran te doscientos años (Doolittle, 2004; Nichols,
1982). Por su antigüedad, Doolittle considera al sistema: "como la evidencia m ás
antigua e indiscutible de irrigación p o r canales en México."
En n u e stra opinión, p o r lo expuesto anterio rm en te sobre la
experiencia hidráulica de los olmecas, es necesario ser m ás cauteloso en cuanto
la antigüedad histórica —inadecuadam ente llam ada p o r este brillante au to r
como "prehistórica — de la irrigación prehispánica.

Drenaje pluvial en los centros cívicos-


ceremoniales
La arq u itectu ra de los centros cívicos-ceremoniales requirió de u n a planeación
hidráulica efectiva p a ra d ren ar y desalojar las aguas pluviales que, de o tra
m anera, anegarían recintos, palacios, patios y habitaciones. No hay ciudad
im p o rtan te en M esoam érica que no co n tara con m ecanism os hidráulicos
de desagüe. Para citar u n ejemplo, adem ás de los abordados en este trabajo,
en Guerrero, d u ran te la cultura Mezcala (200 a. C.-1000 d. C.) en el sitio ahora
llam ado La Organera-Xochipala (200-900 d. C.) se aprecia, en los diferentes
niveles de sus recintos y patios de la ciudad, alcantarillas en la base de sus
estru ctu ras piram idales que se conectan con u n drenaje subterráneo. Ello
perm itía d ren arlas aguas pluviales fu era del centro cerem onial y habitacional;
tam b ién se observan canales superficiales p ara desalojar las aguas hacia el
exterior.

Los iemozcoles en lo ontipuo


iJlesoomérico
No to d as las obras relacionadas con la hidráulica residían en las grandes
ciudades en los centros ceremoniales. El caso de los temazcales, encontrados en
m uchas ciudades m esoam ericanas, es u n ejemplo de la tecnología hidráulica
(com binando el agua y el calor) en el uso cotidiano.
Aunque de uso generalizado, sabem os tam bién que los baños rituales
eran de sum a im p o rtan cia p a ra los sacerdotes y reyes, asi como en algunos
procesos terapéuticos-m edicinales. Existen pozas y recintos dedicadas a este
uso ritu al en varios lugares: Tetzcotzinco, Comalcalco, la Organera-Xochipala,
Cuicuilco, en tre otros. Según Rivera Dorado (2001:300), en la ciudad m aya de
Dzibilchaltún es donde se en cu en tra uno de los tem azcales m ás antiguos de
las tie rra s bajas mayas. En las culturas m esoam ericanas se utilizaba el baño
de tem azcal com o u n rito de purificación. Aunque no se tr a ta específicam ente
de un a obra hidráulica, es im p o rta n te señalar su uso y difusión en los pueblos
m esoam ericanos. El uso de esta tecnología tradicional se m an tien e en la
actualidad en m uchas culturas indígenas actuales.
Restos de tem azcal en La Organera-Xochipala. Foto: José Luis M artínez, 2007.

Probable baño de tem azcal en Cuicuilco. Foto: José Luis M artínez, 2007.

<ssmsa^mmisssesaimmiiiomi&isiimeswimms»ii^mamssmsiiBmmasssmsimmísasíO
Baño de tem azcal con altar. Mundo indígena. Iconografías de luz, Vol. 1, INI-CIESAS, fondo Alfonso
Fabila, ca. 1955, Janiiltepec, Oaxaca, Fondo Alfonso Fabila.
Capítulo 8
<22©
IRRIGACIÓN
PREHISPÁNICA EN LA
MESETA POBLANA Y EL
VALLE DE TEHUACÁN
Tecoatl. Valle deTehuacán, Puebla. Foto: José Luis M artínez, 2007

&^;S£^82Zeiü6S£)0e¿©ÜC3$90¡&&í^>£^6$^
a m eseta poblana y el Valle de Tehuacán, al sureste de Puebla, son

I regiones cuyas actividades agrícolas y m anejo del agua abarcan una


« ^ tra d ic ió n milenaria. No es entonces extraño que sus pobladores hayan
incursionado en experiencias y prácticas de irrigación y abastecim iento
de agua. Cerca de la ciudad de Puebla se ha com probado la existencia de
canales que derivaban agua de corrientes pasajeras para irrigar las parcelas.
Su antigüedad se ubica en tre el 750 y 300 a. C. (Doolittle, 2004; Precourt, 1983).
Doolittle sugiere que estos antiguos agricultores construyeron presas rústicas
hechas de varas y palos p ara controlar las corrientes que se crean en estas
regiones en tem p o rad a de lluvias.
Jam es E. Nelly (a la sazón in teg ran te del equipo de investigación de Mac­
Neish, quien realizó estudios en la m ism a región sobre el origen y antigüedad
del maíz), especialista y apasionado —con cinco décadas de estudio— del tem a,
concentró su in terés sobre la gestión hidráulica precolom bina del agua, dando
a conocer en tre los años sesenta y seten ta del siglo pasado la existencia, en el
Valle de Tehuacán, de una extensa red de canales construida desde los años 750
a. C„ aunque algunos podrían ser incluso anteriores a este periodo.

Estos canales su m a b an m ás de 1200 kilóm etros de longitud. S um inistraban agua a 330


kiló m etro s cu ad rados de tie rra cultivable —una región cuyo ta m a ñ o es casi el de la fra n ja de
Gaza— y ello h ace casi 2500 años (Caran y Nelly, 2006).

La población cam pesina de hoy en día conoce a estos canales, que se


extienden como serpientes, con el nom bre nah ua de tecoath "Serpientes de
piedra". Siguiendo a Nelly, estos canales excavados en tie rra y en condiciones
topográficas escabrosas m an ten ían el gradiente necesario de dos grados,
o m en o r rango, p ara hacer eficaz el tra n sp o rte del agua que se conducía
desde los m anan tiales a través de las corrientes y, h a sta las represas, hechas
con m ateriales rústicos. El que estos canales se hayan m antenido por ta n to
tiem po se debe a que el agua contiene sustancias mineralizadas; en tre éstas,
el carbonato de calcio, que al depositarse y acum ularse form ó una capa
im perm eable que solidificó el canal:

Una capa tra s o tra se se d im e n ta b a y endurecía, form an d o un revestim iento p é tre o de


tra v e rtin o calcáreo, un m aterial sim ilar al de las estalactitas y las estalag m itas de las cuevas.
Tecoati.VaWe deTehuacán, Puebla. Foto: José Luis M artínez, 2007.

Presa Purrón, Tehuacán, Puebla. Foto: José Luis M artínez, 2007.


Gs£82®üí35ss2«5)!K5saEíaa3saEíSüai£e2íaaí3saE2SGss»2!auasa)aíaücs5Sx^
E stos e s tra to s se iban acum ulando a razón, p o r térm in o medio, de un cen tím etro al años, es
d ecir u n m e tro cada siglo (Caran y Nelly, 2006).

Algunos de estos canales llegaron a alcanzar h a sta cinco m etro s de


elevación y tre in ta m etro s de extensión en su cimiento. Este proceso no
impidió que continuaran en uso; p o r el contrario, sobre estos verdaderos
m uros de contención se hacían adaptaciones p ara seguir derivando agua hacia
otros canales adyacentes que irrigaban los terrenos. Para no desaprovechar
estos “canales-diques" se llegó, incluso —según n u estra deducción a p a rtir
de u n recorrido in situ — a h acer acueductos p ara conducción de agua a las
parcelas.
Nelly re p o rta que los regantes precolom binos sabían aplicar el principio
de conducir el agua p o r u n conducto elevado m ediante el uso de piedras
ajustadas y unidas con tie rra com pactada. De acuerdo con los estudios de
datación con base en el carbón radioactivo, Nelly sostiene que la construcción
de estos canales persistió h a sta las prim eras décadas del siglo XVI, lo que nos
indica que e sta región se m antuvo d u ran te cientos de años como u n a zona
de riego. La ingeniosa in fraestru ctu ra ha probado su eficacia; no obstante,
hem os de re sa lta r que la constancia de este sistem a de irrigación no pudo
ser posible sin un a organización y adm inistración eficaz del uso y control del
sistem a de regadío. Y ésta a p u n ta a un m odelo distinto al de la existencia de un
organism o re c to r que desarrolla una compleja red de irrigación o u n esquem a
en el que el a p arato de Estado, a p a rtir de la agricultura de riego, dem anda
u n control hidráulico sobre los agricultores. Coincidimos en este p u n to con el
señalam iento de Nelly:

Pequeñas en tid ad es sociopolíticas, de laxa organización, po d rían c o n stru ir y g e stio n a r


sistem as hidráulicos, de m o d esta escala cuando m enos, ta l vez en cooperaciones con
organizaciones sim ilares, sin req u erir n inguna au to rid ad cen tral (Caran y Nelly, 2006).

Llevando m ás lejos esta idea, nosotros pensam os que la gestión de un


sistem a avanzado de irrigación podría controlarse a p a rtir de u n a alianza
de entidades autogestivas y que, incluso, fuera el p u n to de p a rtid a para
que surgieran bases de u n desarrollo cultural entrelazando otros sistem as
productivos y prácticas (como la caza, la recolección o la pesca), y que pudieron
articularse p a ra a p u n ta la r u n proceso civilizatorio particular.

Presa Purrón, Tefiuacán, Pueblo


A unos cuantos kilóm etros de la cueva de Coxcatlán, donde, e n tre 1961 y 1963
Mc-Neish y su grupo hallaron quizá las m u estras m ás antiguas de m azorcas
Presa Purrón, Tehuacán, Puebla. Foto: José Luis M artínez, 2007.

Presa Purrón, Tehuacán, Puebla. Foto: José Luis M artínez, 2007.

Gsste&im &iiswmmtmmx&m&mwMmím eaMs&mimsmiim m m tm &iwsmíiWio


Presa Purrón.T ehuacán, Puebla. Foto: José Luis M artínez, 2007.

de maíz, se localiza una de las obras que m ás ha im presionado a los ingenieros


hidráulicos:la presa de gravedad Purrón, tam bién conocida como "Mequitongo".
Se en cu en tra en uno de los enclaves considerados como el lugar donde surgió
la agricultura precolom bina y se dom esticó el maiz, y al que con justicia, puede
agregársele, fue uno de los centros del Preclásico en los que se desarrolló la
irrigación y se conservó m ilenariam ente.
Situada en la cuenca del rio Salado, esta obra hidráulica se com enzó a
co n stru ir en el periodo que va del 750 a. C. al 600 a. C.Tuvo el objetivo de contener
el agua de u n arroyo al que ahora se le nom bra “Lencho Diego". W oodburyy Nelly
(1972) h a n determ inado, después de u n a m inuciosa revisión de la e stru c tu ra de
la presa, cuatro fases en su construcción. La prim era consistió en un m uro de
m an ip o stería p ara reten er el lecho del arroyo de 2.80 m etro s de altura; en la
segunda fase se levantó el dique a la altu ra de seis m etros, utilizando técnicas
m ás complejas que perm itieron hacer incrustaciones de lozas y seg m en tar
el m uro con paredes y, en su intersticio (de veinte a sesenta centím etros de
ancho), se utilizaban rellenos de aren a y piedra (Yapa, 1997).
Luego, en u n lapso de siete siglos, siguiendo este m ism o procedim iento,
en u n a tercera y c u a rta fase se volvió a elevar el dique ocho m etros más.
Finalmente, u n a presa que en principio fue de m enores dimensiones, se
tran sfo rm ó en la presa m ás grande del México precolombino. En su inicio, la
presa consistió en un bordo sem icircular transversal a la c o m e n te de agua,
teniendo u n a longitud de 175 m etros, casi tres m etro s de altu ra y seis de ancho,
con u n em balse calculado de 140 por 170 m etro s (Doolitle, 2004; 1999) (Woodbury
y Nelly, 1972). En su últim a etapa de construcción, de acuerdo con el estudio de
Jam es E. Nelly, alcanzó las siguientes dimensiones:

Una lo n g itu d de 400 m etros, 100 de an ch u ra y su alzado era de casi 25 m etros. Los obreros
tra n s p o rta ro n a m ano, a razón de unos cu an to s kilos e n cada viaje, u n o s 2,64 m illones de
m etro s cúbicos de tierra. Es probable que es ta presa fuese la m ayor e s tru c tu ra de retención
de ag u a de A m érica h a s ta el siglo XVIII. Los antiguos ingenieros co n stru y ero n en sus aledaños
m iles d e kilóm etros de canales y acueductos, que precedieron en dos m ilenios la llegada de
los europeos a México. Desviaron y canalizaron las aguas de m an an tiales y avenidas, las
condujeron a trav és de las divisorias de esco rren tia y las hicieron c o n to rn e a r cañones o b ajar
p o r em p in ad as laderas (Nelly y Caran, 2006; d ato s m encionados ta m b ié n p o r W oodbury y
Nelly, 1972, y p o r Doolitle, 2004).

Se piensa que el alm acenam iento de esta p resa alcanzó una capacidad
calculada de 2 940 000 m3. W oodburyy Nelly afirm an, desde 1972, que aunque no
existe evidencia clara, esta presa debia te n e r u n v erted o r que conectaba a una
red de canales destinados a la irrigación, arg u m en to que siguen sosteniendo
en 2006, a contracorriente de Doolittíe, quien afirm a que el objetivo de la presa
no era la irrigación, sino servir al control de inundaciones sobre los terrenos
agrícolas terraceados. En esa m ism a línea, recien tem ente León H ernández y
Eugenio Morales, en 2003, re p o rta n el hallazgo de u n canal de 3 500 m etros de
longitud asociado con dicha obra, ahora conocido como “canal de Santa María".
Según este informe, dicho canal p erm itía derivar agua a la presa y conducir
o tra p a rte a las te rra z as agrícolas (Hernández, 2005).
En este m ism o sitio se identificaron o tra s redes de canalización que
servían p a ra la irrigación y el abastecim iento de agua, captada m ediante la
construcción de bordos de retención o albercas conocidos como tlaquilacaxitl,
sem ejantes a los jagüeyes y que, según Hernández, fo rm aban p a rte de las
prácticas de retención de agua pluvial p o r p a rte de la población. Él tam bién
observó los restos de m edidas de control de azolve que se hacían p o r medio de
u na especie de jardineras de piedra que rodeaban a las plantas, que p erm itían el
flujo del agua y, a la vez, controlaban el a rra stre del suelo. D esafortunadam ente,
quienes notifican estos trabajos no d an u n a indicación precisa de su fecha
como p ara disipar la controversia de la existencia de canales de irrigación
vinculados con la p resa Purrón.
Creemos que estas obras son de origen prehispánico y deben rem o n tarse
a un a fecha an terio r al año 300 d. C. Es irrefutable que esta práctica se
GSSeezafíGSSieezaíKaSS^^
conservó y desarrolló e n tre num erosos pueblos m esoam ericanos, p o r lo
que el conocim iento de tecnologías hidráulicas y técnicas de irrigación y
conservación de suelos es una co nstante y un rasgo perm anente de los pueblos
m esoam ericanos.
Capítulo 9
<22©
OAXACA:
LAS INNOVACIONES
HIDRÁULICAS MIXTECAS Y
ZAPOTECAS
e23O6$9e!22©¿K3S0

n esta zona, desde los tiem pos del Preclásico y su transición al periodo

E Clásico (200-900 d. C.), se tiene evidencia m aterial del desarrollo de


técnicas de m anejo y control del agua que pueden te n e r rastro s de
pervivencia en el presente. Algunas de estas técnicas son: contención de sales
m inerales, uso de h u m edad y retención de suelo, terraceo agrícola, presas,
represas, canalesdeirrigación,riegom edianteinundación,sistem asdedesagüe
con alcantarillado, drenaje doméstico, riego a brazo, perforación de pozos
verticales, cercas vivas de m aguey o nopal y el uso de tierras hum edecidas en
la sierra aprovechando el rocío o la neblina, en tre otras prácticas (Peña, 1998).
Uno de los recursos de irrigación m ás antiguos que se h a practicado
en los Valles Centrales de Oaxaca es la perforación de pozos poco profundos
p ara acceder al agua su b terrán ea que puede aflorar e n t e los dos y t e s m etros.
El m étodo de irrigación era laborioso pero efectivo y se infiere que consistía
en e x traer el agua del pozo m ediante vasijas de barro y regar a brazo el cultivo.
Efrén Peña cita que en las áreas de Aluvión Alto y en Abasolo de esta región se
h a n rep o rtad o dos pozos prehispánicos datados en el año 850 a. C. El pozo de
Abasolo, de acuerdo con Peña (1998):

Medía dos m etro s de p ro fundidad y estaba forrado de piedras en la orilla. El d iám etro era de
dos m e tro s en la boca y un m etro en la p a rte baja.

Al igual que en el Valle de Tehuacán, en esta zona hubo un sistem a de riego


que, en su época, ten ía algunas innovaciones tecnológicas, como veremos. El
sistem a de irrigación de M onte Albán-Xococotlan tuvo una vigencia que va
del 550 a. C„ en que se calcula el inicio de su construcción, al 150 a. C„ en que
cae en desuso. Este sistem a irrigaba cincuenta hectáreas localizadas al pie
de la ciudad de M onte Albán; el sistem a estaba com puesto de una presa con
em balse conectada a u n canal de dos kilóm etros que derivaba el agua a las
tierras de cultivo (Doolittle, 2004).
Siguiendo a Peña, el canal principal tenía dos secciones: una con un ancho
de ochenta centím etros po r 25 de profundidad, y otro menor, de 30 x 12 m etros.
(Doolittle, 2004; R. M asón etal, Wll-, Peña, 1998). En cuanto a la función de estos
canales, el ingeniero Efrén Peña asume:
Que la pequeña correspondía a la operación de los años secos, con poco gasto p ara a u m e n ta r
la eficiencia de conducción. Los cam pos de cultivo eran terraz as, fo rm ad as p o r m u ro s de
piedra y mezclas, de u n a a tre s hileras de altu ra (Peña, 1998; R. M asón etal, 1977).

La cortina de la presa se eleva diez m etro s y su pared se extiende en


ochenta m etro s de longitud. Como innovación tecnológica, algunos ingenieros
hidráulicos actuales h a n señalado que la p lan ta de dicha presa tiene form a de
V con el vértice orientado hacia aguas arriba, lo que se conoce en tecnología
hidráulica como “presas bóveda".
Aunque algunos ingenieros hidráulicos actuales h a n denom inado que esta
construcción se logró gracias a "1111 acercam iento intuitivo al funcionam iento
de las presas bóveda (García, et al, 2000), desde n u estro p u nto de vista, esta
lógica de construcción no corresponde a la intuición de los constructores
prehispánicos, sino que es la respuesta a u n problem a que refleja el grado
de experiencia y avance del conocim iento tecnológico m esoam ericano: no
es poca cosa un conocim iento desarrollado en tre quinientos y setecientos
años de experiencia. Prueba de ello es que en el vértice de esta cortina había
tam b ién u n a com puerta p ara controlar el flujo de agua.
Este avance tecnológico sitúa a la presa como un verdadero hito en la
histo ria de la ingeniería hidráulica prehispánica ya que, al ser la pieza m ás
antig u a que h a sta la fecha se h a encontrado en todo el continente americano,
colegimos que la co m puerta se inventó en Xoxocotlan; sobre ello, afirm a
Doolittle (2004): "Hasta que no se dem uestre lo contrario, las com puertas
deben considerarse como originarias de este lugar." Además, el nivel superior
de la presa fue revestido con bloques de piedra caliza apuntalados con firm eza
p ara contener los escurrim ientos provenientes de ojos de agua y de la lluvia.
Para cim entar la cortina se usó limo y piedra con u n a capa de caliza (Doolittle,
2004). Por último, el hallazgo de u n canal labrado en la roca, docum entado por
Roger Masón, y como bien an o ta Doolittle, es sobresaliente, ya que indica que
los encargados de diseñar esta unidad de riego tam b ién eran capaces de te n e r
una visión p ara planificarla irrigación. Nos referim os a lo siguiente:

Los co n stru cto res te n ía n que h a b e r conocido con a n te rio rid a d ta n to la r u ta del canal com o
lo necesario p ara que funcionara. Por lo tanto, la planeación que construyó este sistem a fue
m o stra n d o los prim eros signos de planeación en la irrigación en México (Doolittle, 2004).

Es en esta región de Xoxocotlan, que la innovación y el avance tecnológico


hidráulico y las técnicas de irrigación alcanzaron uno de sus m om entos de
esplendor.
Hierve el ftpucs, 500 o. C.-1350 d C
A m enos de veinte kilóm etros de Mitla, y a m enos de ochenta de la ciudad de
Oaxaca, se im pone un paisaje fascinante de la sierra de Tlacolula. Es el form ado
po r escurrim iento de los m anantiales ricos en m inerales que b ro ta n en un
ab ru p to cerro, en el lugar llam ado Hierve el Agua. A causa del alto contenido
de carbonato de calcio que contienen estas fuentes, al bajar p o r la cum bre
y sus laderas se h a n form ado capas solidificadas de travertino, dando una
im agen surrealista de la m o n tañ a que parece congelada en m edio de un
paisaje semiárido. Es aquí, aprovechando la abundancia de los ojos de agua
perm anentes, que los ingenieros mesoamericanos zapotecos desarrollaron
un so rp ren d en te sistem a de irrigación com binando la técnica del terraceo, el
uso de canales y el riego a brazo.
De acuerdo con Nelly, iniciador ju n to con Flannery de la investigación
de este sistem a, los agricultores de aquellos tiem pos necesitaron m oldear
el cerro y sus sinuosas laderas; p ara ello tra n sp o rta ro n —suponem os— con
mecapal, cinco millones de m etros cúbicos de tierra para co n stru ir más
de cuatrocientas terrazas. Ello equivale a dos kilóm etros cuadrados como
superficie agrícola y 6 500 m etro s de canales (Caran y Nelly, 2006; Doolittle,
2004). Hay que recordar que este p ortentoso trabajo se hizo sin disponer de
anim ales de carga, carentes de h erram ientas de herrería y sin el soporte de
la rueda, por lo que se requirió una intensa m ano de obra y seguram ente una
eficaz organización y dirección de los trabajos de ingeniería.
No o b stan te que investigadores como William P. Hewit, Marcus C. W inter
y Peterson h a n sostenido que este sistem a era para producción de sal, los
estudios de Flannery, Neely, Caran y Doolittle resultan, a nuestro parecer,
pruebas m ás consistentes en su argum entación para probar que el objetivo
éra la producción agrícola. Una evidencia de ello está contenida en la siguiente
explicación del funcionam iento básico del sistem a de irrigación.
En la cúspide del cerro b ro ta n a borbotones las aguas de los m anantiales
que son conducidas p o r los canales principales hacia las terrazas, que a su vez
distribuyen el agua a través de u n a red de canales que se halla en sus contornos.
Estos fuero n construidos en form a sem icircular escalonaday a nivel adecuado;
cu en tan con una e stru c tu ra de piedra por la que corren los canales pequeños
de distribución en su p a rte superiory descendente. Tienen, en su p arte inferior,
una base p ara contener el suelo que se deposita para fo rm ar las parcelas de
cultivo y, al m ism o tiem po, evitar su deslave; además, hay un orificio que sirvió
para d ren ar el agua y re p a rtir la hum edad en el suelo.
Hierve el Agua. M ontaña “congelada" de travertino. Foto: José Luis M artínez, 2007.

M anantiales de Hierve el Agua, Oaxaca. Foto: José Luis M artínez, 2007.


Terrazas en Hierve el Agua. Foto: José Luis Martínez, 2007.

De acuerdo con las m ediciones de Nelly (2006), la extensión de las terrazas


oscila en tre dos y cuatro m etros de ancho y otro ta n to de largo —según
corroboram os en n u e stra visita de cam po—, en su línea m ás extensa. Los
m uros de contención podían te n e r h a sta casi cuatro m etros de altura. Los
canales principales m edían cincuenta centím etros de ancho p o r cincuenta de
profundidad, y los de distribución 30 x 30 (Doolittle, 2004). El conjunto de las
terra z as estaba entrelazado y p o r ellas discurría el agua a través de los cientos
de canales. A éstos se les hicieron pequeños cuencos, a m anera de pocitas,
distanciados a escasos m etro s u n a de otra, de donde se extraía agua m ediante
recipientes de b a rro o jicaras p ara reg ar a brazo los cultivos.
Pocita y canal. Foto: José Luis M artínez, 2007.
Los elem entos que com ponen este sistem a dan cuenta del grado de
eficiencia p ara aprovechar al m áxim o el agua y el suelo. Nelly resum e las
ventajas que proporcionaba esta tecnología de riego:

Los agricultores, al a d o p ta r un m étodo de regadío ta n eficiente, redujeron la acum ulación


de m inerales en la tierra, al tiem po que m inim izaban la can tid ad de agua necesaria p ara la
vida de las p lan tas de cada terraza; a u m e n ta ro n así la superficie to ta l de irrigación. El riego
se practicab a casi exclusivam ente en la estación seca. D urante el resto del año, el agua de la
lluvia contribuía a lim piar el suelo poroso de los m inerales acum ulados (Caran y Nelly, 2006).

Sin este adecuado control del carbonato de calcio que propicia, al contacto
con el lecho pedregoso, la form ación de capas de travertino, el sistem a hubiera
resultado inservible al paso de los años. Por el contrario, este m anejo y control
de las fuentes perm an en tes resultó ta n eficiente que perm aneció en uso
du ran te cientos de años. En su m om ento, esta tecnología zapoteca representó
un adelanto en los conocim ientos de la tradición de riego m esoam ericano y,
con probabilidad, pudo h ab er sido el sistem a de irrigación m ás antiguo en
controlar hidráulicam ente m anantiales con flujo p e rm a n en te y m an ten er
una exitosa gestión social del recurso hídrico.
Capítulo 10
<28©
EL ÁREA MAYA: CIUDADES
Y SISTEMAS HIDRÁULICOS
C hultún en Edzná. Foto: José Luis M artínez, 2007.

GS202¿&y^B2¿3üísS3e£¿ü¿>6$££'£xü^^
¿Serán trece mis cántaros
de agua de cenote?
Trece son las medidas
de agua de granizo
que se filtraron en la laja.
(El ritual de los Bacabes, 1987:398).

n la península de Yucatán, a falta de corrientes superficiales de agua,

E se aprovecharon los cenotes y las aguadas o rejolladas, creándose


tam b ién sistem as de aprovecham iento de agua de lluvia. Por su parte,
en el área denom inada "tierras bajas" mayas, en una franja que va desde el golfo
de Honduras h a sta el Golfo de México, se aprovechó el ecosistem a lacustre.
Las ciudades m ayas responden a u n a semiosis que, sin duda, fue adquirida
de los antiguos olmecas, p o r lo m enos en algunas representaciones simbólicas
específicas. Como dice Rivera Dorado (2001:46): “Precisam ente la planificación
de la ciudad p o r los arquitectos conducidos por el ahau se atiene al objetivo
de reproducir el escenario sobrenatural de la creación del m undo”. Elementos
im portantes, entonces, son la m o n ta ñ a artificial, el patio hundido o m a r
primordial, el juego de pelota, el satunsat o laberinto, y todos los elem entos
arquitectónicos que aparecen en dichas urbes, que incluyen tableros,
inscripciones, m o n u m en to s de todo tipo y, p or supuesto, sus sistem as
hidráulicos.
El suelo de la península de Yucatán, en u n a amplia superficie, es calcáreo,
pedregroso y con presencia de lajas. En su orografía dom inan las planicies
con elevaciones y cerros bajos que no rebasan los 500 m snm ; por su propia
geo estru ctu ra carece de corrientes fluviales significativas. La precipitación
pluvial oscila en tre los 400 a los 1300 m ilím etros anuales. La m ayor p a rte de
sus cuerpos de aguas son subterráneos, y p o r efectos de disolución y ru p tu ras
en sus rocas kársticas altam en te perm eables quedan al descubierto los
acuíferos, nom brados a p a rtir de la lengua maya “cenotes". Desde el Preclásico,
los asen tam ien to s m ayas supieron sacar ventajas a los yacim ientos de agua
acum ulados en el subsuelo.
El im presionante núm ero de cenotes registrados h a sta la fecha en la
zona es de alrededor de ocho mil. Estas cavernas con depósito de agua fueron
estratégicas p ara el establecim iento de aldeas y ciudades, pero esto no fue
suficiente. Los sistem as de captación de agua de lluvia, las aguadas y los
chultunes fueron necesarios p ara asegurar el abasto de agua. Por otro lado, los
cenotes eran p a rte del paisaje ritu al de las ciudades mayas y se consagraban
a rituales específicos: lugares donde surgía Chac, como se le rep resen ta en
algunas lám inas délos códices M adridy Dresde.Ya el obispo Landa m encionaba
los ritos y ofrendas en los cenotes, caracterizando algunos sacrificios como
petición de lluvia y realizados en "tiempos de seca" (Landa, 1994).
El cenote de Chichén Itzá form ó p a rte de un escenario sagrado delim itado
por u n sacbé o cam ino blanco que lo une con la plaza principal. Cerca del cenote
se en cu en tran pequeñas estru ctu ras que "pudieron te n e r un papel en los
rituales de purificación previos al sacrificio” (Rivera Dorado, 2001). Este cenote
servía p a ra ofrendas rituales y tuvo modificaciones y adaptaciones realizadas
p o r ingenieros y arquitectos mayas:

El b o rd e rocoso del pozo, especialm ente su lado sur, fue debidam ente acondicionado, al grado
de m o s tra r u n a especie de g rad ería a dos niveles, ta l vez p ara el m ejor acom o d am ien to del
público que p articip ab a en las cerem onias; ahí había un edificio com puesto de dos cuartos,
cada u no con una e n tra d a hacia al o rien te y poniente, el cual después fue modificado, pues
el c u a rto o este fue convertido en tem azcal o cu arto de baño de vapor p a ra purificar a las
víctim as d estin a d as al sacrificio, y se adosó tam bién una plataform a irregular, casi volada
hacia el borde del pozo, desde la cual tal vez eran arrojadas al fondo del m ism o (Pina Chali,
2003:88-90).

Para el investigador del In stitu to Nacional de Antropología e Historia,


Tomás Gallereta (2007), los cenotes pueden ser de los siguientes tipos:

Los cen o tes m ás conocidos son los de fo rm a redonda, con paredes verticales, en los que se
en cu en tra expuesto el acuífero (Ts'no'ot); el ejem plo m ás fam oso es el de Chichén Itzá. Hay
o tra s fo rm as de cenote en que la boca es de un diám etro de m enores dim ensiones que el del
em balse (llam ados ch'e'n, pues parecen pozos desde la superficie) y cenotes-grutas (aktún )...
Tam bién so n cenotes las depresiones con form a de cuenco conocidas localm ente com o
ag u ad as (akalché), y lagunas o lagos cuando alcanzan grandes dim ensiones. En el o rien te de
Y ucatán m u ch as de esas dolinas no alcanzan el nivel freático y se les d enom ina rejolladas
(kop).

Los mayas realizaron m ejoras y adaptaciones en los cenotes, encam inadas


a su conservación, te n e r un m ejor acceso, e incorporar el uso ritu al y a su
conservación. Pero tam b ién los m ayas aplicaron la ingeniería p a ra am pliar y
asegurar la captación y conservación del agua. Es el caso que rep o rta Gallareta,
de construcción de pozos prehispánicos en el fondo de las rejolladas. Al secarse
éstas, podía utilizarse el agua ahí alm acenada (Gallareta, 2007).
Hay o tras depresiones natu rales aprovechadas por los mayas. Es el caso de
las aguadas, en las que la arqueóloga Renée Lorelei Z apata ha encontrado que
podían e sta r recubiertas de estuco, con tar con bordes y cam inos de acceso, y
se realizaban trab ajo s de m anten im ien to y desazolve (Zapata, com unicación
personal, 2007), lo que recuerda la intervención antropogénica en cuerpos de
agua de los sistem as hidráulicos de los olmecas de San Lorenzo, por ejemplo.
Aldeas y ciudades como Dzibilchaltún, Uxmal, Edzná, Chichén Itzá, Kabah,
Tulum, en tre otras, deben su progreso en buena m edida a la existencia y
aprovecham iento de estas fu en tes alm acenadas en las entrañ as de la tie rra y
a las técnicas de captáción pluvial.
Por la perm eabilidad de las rocas kársticas, los pobladores que hab itaro n
esta zona se dieron cu enta que era posible colectar el agua que se filtra en
los m acizos rocosos, sea en las concavidades inm ediatas a los cerros o
aden trán d o se en las cuevas profundas:
Hay evidencias de que los mayas, o acaso un pueblo anterior, labraron
receptáculos en la piedra p ara cap tar filtraciones de agua, como sucede en
las g ru ta s de Calcetoh, Yucatán, donde se h an encontrado m e tate s y huecos
labrados en la piedra p ara colectar agua, puestos de tal m odo para recoger
escurrim ientos del techo (Méndez, 1999).
De acuerdo con el conocim iento de los indígenas mayas, se h an clasificado
tre s tipos de captación de estos receptáculos: Chen haltim, Nohciltun y
Tsóno'haltún. La diferencia en tre una y o tra depende de la oquedad que se
form a en la roca. La p rim era es u n a incisión circular a m anera de un cuenco
profundo; la siguiente es extendida pero de poca profundidad, a m anera de
batea, la últim a es u n a poza m ás ancha y am plia que las o ta s . En español, estas
pozas esculpidas p o r la n atu raleza en piedra viva se denom inan genéricam ente
sarten ejas (Méndez, 1999). El Chen haltun era el que habitualm ente se destinaba
para sum inistro hum ano; las o t a s dos podían usarse para consum o anim al o
con propósitos agrícolas a causa de la form ación de lodos.
La perforación de pozos fue tam bién u n medio para acceder al agua. Es
el caso del pozo ubicado en el sitio de Komchén, Yucatán, construido du ran te
el Preclásico m edio (700 a. C., aproxim adam ente). En esta zona el m an to
freático es poco profundo, p o r lo que el agua es accesible sin te n e r que excavar
demasiado. El arqueólogo que h a estudiado la zona deduce que la población
asen tad a en e sta zona se abastecía m ediante una b atería de pozos (Gallereta,
2007).

Los cfiultunes, la lluvia y la abundancia


Las obras de captación de agua de lluvia, que se identifican m ás con el uso de
grupos fam iliares o casas-habitación, se denom inan chultunes". Es un sistem a
Cluiltún en Chichén itzá, Yucatán. Foto:Teresa Rojas Rabiela, 2009.

Sarteneja o tsono'haltún en Dzibilchal tiin. Foto: Daniel Murillo, 2007.

Gcs£^3üú^^;^(5$S?£í3üí^SS0&¿£x^^
FIO . 23

XCANAHELEB

CORTE D EL C H U LTU M EN A 80C j

COK A R Q U IT E C T U R A HAQIT,

0 1 2 3 m

Chultún con form a de botellón invertido. Fuente: Reneé Lorelei Zapata, 1989.

C H IC H E N IT Z A
c o rte del chulti/n N -.o

Fuente: Renée Lorelei Zapata, 1989.


esseezaagisaeBeiauBiaaoeaBOgsaoeiigMtgsaeeaaaagssea^sGsseBíaoiássesaaoGsaBe^BMgsaeeieogissBegaassaBeaaos&o
de captacióny alm acenam iento del agua de lluvia que consiste en la excavación
de una cisterna con varias form as, que evocan la de un botellón invertido. No
todos los depósitos subterrán eo s se utilizaron con fines de alm acenam iento
de agua, porque tam b ién había otros que, debido su diseño por pequeñas
cám aras, eran utilizados para g u ard ar semillas. En este sentido, no podem os
llam ar chultún a todo depósito subterráneo (Zapata, 1989).
Siguiendo a la arqueóloga Renée Lorelei Zapata (1989, y comunicación
personal, 2007), los com ponentes básicos de los chultunes consisten en:
sistem a de captación y conducción pluvial de los techos m ediante canaletas y
canales superficiales dirigidos al área de colección o los escurrim ientos de un
área cívica-ceremonial; u n a zona de captación con piso de aplanado de estuco
de alrededor cinco m etro s de diám etro, con varios círculos de piedra para
re te n e r la tie rra y filtra r el agua de impurezas; boca, entrada circular o aro por
donde escurre el agua al depósito; cuello, la continuación de la boca arm ado
con piedras y recubierto con estuco; cámara, depósito de alm acenam iento
que puede te n e r diferentes dim ensiones y formas: tipo cam pana, con figura
de botellón, am orfo y el de bóveda, excavada en la roca m adre (Zapata, 1989).

C hultún en la ciudad de Sayil. Fotografía po r Linda Schele, O David Scliele, cortesía de F oundation
fo rth e A d v ancem entofM esoanierican Studies, Inc., w w w .fam si.org.
Los chultunes se h an encontrado y aú n se conservan en diferentes
ciudades mayas del Clásico y del Postclásico: son observables en Chichén Itzá,
Edzná, Kabah, Chacmultún, Uxmal y en num erosos sitios más. También es
im p o rtan te m encionar que los chultunes eran construidos para el sum inistro
de poblaciones pequeñas e incluso familias, p o r lo que era u n a tecnología
accesible a todo el pueblo m aya y p erm itía te n e r agua en tiem po de secas.
H asta la fecha, se preserva esta práctica en algunas com unidades indígenas
de ja zona.
El sistem a de los chultunes posiblem ente incluía construcciones de
m adera p ara cap tar y canalizar el agua desde los techos de tem plos y chozas.
Existe evidencia arqueológica de canaletas en fo rm a de falos que unían usos
prácticos de canalización de agua y elem entos simbólicos identificados con la
fertilidad (Zapata, 1989).

Figura dibujada en el in te rio r de un


chultún. Fuente: Reneé Lorelei Z apata, 1989.
En el in terio r de varios chultunes se h an encontrado figuras zoom orfas y
antro p o m o rfas en estuco, p o r lo que creem os que durante su construcción
hubo algún rito asociado con la fertilidad, el m antenim iento y la petición de
agua a los núm enes acuáticos mayas. Las figuras zoom orfas encontradas
rep resen tan las fuerzas celestes (aves), las fuerzas subterráneas (jaguares),
las fuerzas ayudantes de Chac (ranas) (Zapata, 1989) y, lo que a n u e stra
interp retació n son fuerzas relacionadas con la tie rra y el agua (tortugas);
además, se h an hallado p inturas representando falos, como m otivo de
fertilidad.
De o tra parte, llam an la atención las figuras antropom orfas halladas
en posición de cuclillas en chultunes de Sayil (Zapata, 1989). En n u estra
interp retació n las dos figuras rep o rtad as son u n hom bre y una mujer. En
am bos casos la posición de los personajes concuerda con algunas lám inas del
Códice Madrid (9,30b, 31a), donde se m u estra a Chac y a Ix Chebel Yax expulsando
agua de en tre sus piernas. Este tipo de escena se h a in terp retad o como d ar
a luz agua y se asocia con la fertilidad (Sotelo, 2002). Recordemos que en los
códices la diosa anciana ha sido m ostrada con la serpiente de carácter
fem enino y ctónico, p o rta d a p o r Ix Chebel Yax, que habita las aguas m arinas y
prim ordiales que circundan la tierra" (Ruiz, 2007). Tiene un fu erte simbolismo
el que estas figuras se en cuentren en el interior de los chultunes y auguran
m antenim iento, cuidado y abundancia de agua.
El lugar donde se en cu en tran los chultunes corresponde, además, a
espacios definidos no sólo p o r la utilidad práctica, sino que, al igual que to d a
la in fra e stru c tu ra hidráulica en las ciudades mayas, ten ía que ver con en torno
natu ral y el trazad o simbólico en el diseño arquitectónico urbano:
Los depósitos de agua son un im p o rtan te ingrediente del urbanism o
maya. Los hay de m uchas clases: aguadas, aljibes, chultunes, cisternas, etcétera,
pero todos se distinguen porque son obras típicam ente ciudadanas, están al
servicio de la ciudad y de sus h ab itan tes y pasan a form ar p a rte del diseño
general y de las circunstancias simbólicas del espacio global (Rivera Dorado,
2001:168).

Lo infraestructura hidráulica como


elemento simbólico
En la perspectiva de Rivera Dorado, entonces, la infraestru ctu ra hidráulica
estab a p uesta al servicio de la comunidad: si bien fue construida por
gobernantes, ésta se hallaba tam bién definida por un simbolismo específico
que ten ía conexiones con los dioses y con un espacio mágico-ritual. Es por ello
que representaciones del dios Chac en las ciudades mayas están conectadas
con el sim bolismo de abundancia y se presen tan en espacios particulares. Por
ejemplo, en Kabah (cuyo esplendor se ubica en tre 600-850 d. C.), existe (aunque
lam entablem ente con una tap a de cem ento en la actualidad) un chültún
denom inado "de Chac", debido a que fren te a él se alza una pirám ide estilo Puuc,
llam ada Codz Poop, cuya p ared fro n tal m u estra u na repetición de m ascarones
del dios de la lluvia. Obviamente, el lugar estaba dedicado a este dios: aun los
escalones p ara acceder a este tem plo son m ascarones del m ism o Chac y en
su interior, podem os colegir, se realizaban rituales donde este dios ten ía un
papel principal. El espacio de conjunto: Codz Poop, estru ctu ras asociadas y el
chultún, fue construido p a ra pedir agua de lluvia en abundancia.

Pirám ide Puuc llam ada Codz Poop, en Kabah,


esculpida con im ágenes de Chac. Foto: Pablo Chavez, 2007.
Nariz de Cliac en Kabah. Foto: Daniel Murillo, 2007.

Cbac en Kabah. Foto: Pablo Chávez, 2007.

ssseeaittjissBSiiaMasaieiaBssmeaaBasseiaaasaBegssaieiaBiis^^
Varios edificios, sobre todo los de estilo Pune, que m u estran su en trad a
m ediante un m ascarón del m o n stru o de la tie rra (en ciudades como Ek Balam,
Horm iguero y Chicanná, en tre otras), tienen que ver con un simbolismo
asociado con aspectos rituales, ta l y como lo describíamos a p a rtir de los
m osaicos encontrados en la ciudad olmeca de La Venta. Los espacios dedicados
a ciertos núm enes estab an representados p o r la escultura arquitectónica-,
existen varios m ascarones de Chac tam b ién en Chichén Itzá. La ciudad y su
trazado, sus sistem as hidráulicos y los templos, juegos de pelota y dem ás
construcciones eran p a rte de u n a semiosis particular: acaso la representación
de u n microcosmos, o u n a m etáfo ra de la creación del m undo y de los m itos
asociados. Las estelas que aparecen en jam bas, pu ertas y nichos en varias
ciudades, tal como Palenque, Yaxchilán, Ek Balam y m uchas o tras cumplían,
asimismo, esta función: las historias de entronización de reyes y su contexto
cosmológico; los aspectos iconográficos plasm ados eran p a rte de la semiosis
de las urbes mayas.
Uno de los ejemplos m ás representativos de la arquitectura simbólica
y su interrelación con el agua es la ciudad clásica de Palenque. No sólo existe
un sistem a hidráulico que incluye canales, cuatro acueductos, obras en sus
nueve arroyos -p rin cip alm en te el Otolum—, 56 m anantiales (French, 2007)
y baños rituales, sino que la planeación de la ciudad estuvo en función de
estos afluentes. La obra hidráulica de Palenque corresponde a una visión de
arq u itectu ra simbólica en donde la ciudad convive con el agua: uno de los
acueductos del O tolum fue construido a escasos m etros del palacio y en uno
de sus tra m o s descubiertos hay u n a cabeza de cocodrilo dibujada por Frans
Blom, p o r cierto, y quien afirm a (s/f [1922]):

El arroyo O tolum conduce hacia u n acueducto, que corre p o r debajo de la esquina su reste
del Palacio y llega h a s ta la esquina n o reste del m ism o edificio. La bóveda del acueducto está
co n stru id a igual qu e las bóvedas de las galerías de los tem plos y del Palacio.

Un levantam iento arqueológico que actualiza los datos de Palenque al año


2000, m enciona las siguientes estru ctu ras que form an el sistem a hidráulico
de la ciudad: acueductos, drenajes, puentes, canales de piedra, estanques, cajas
de agua y presas (French, 2007). El acueducto denom inado como OT-C1 en el
estudio de French, que pasa a un lado del Palacio, mide 96.5 m etro s y tiene una
conexión con o tro acueducto, que a su vez tiene una longitud de 58.5 m etros;
un a m u estra del ta m a ñ o e im portancia de la obra hidráulica en esta ciudad.
Grandes navegantes y com erciantes con ru tas m arítim as, los mayas
podían tra n sp o rta rse a grandes distancias a través de ríos y arroyos. Las ru ta s
de navegación estab an m arcadas p o r mar, pero tam bién tie rra ad en tro se
daban estos viajes. Una representación de ello la encontram os en el fresco del
Cenote en un grabado de Catherwood, 1843, on Stephens (1963, ti.). Cap. 1, p. 84).

E ntrada a un acueducto en Palenque.


Fotografía p o r Linda Schele, © David Schele, cortesía de Foundation fo r th e A dvancem ent of
M esoam erican Stuclies, Inc.w w w .fam si.org
tem plo de los Guerreros, en Chichén Itzá, donde aparece la representación de
un río p o r el que cruzan varias embarcaciones. Debido al sistem a de ríos se
podían te n e r ru ta s de navegación desde el estado de Tabasco h a sta Campeche
y Yucatán. Existen estru c tu ra s a la vega de ríos que sirvieron como m arcadores
geográficos y p u nto s de enlace p ara ru ta s comerciales, como las de Tupak y
Capechén, Q uintana Roo.
En la ciudad de Edzná, como p arte de un complejo sistem a hidráulico
que “tenía 13 canales principales de varios kilóm etros de longitud, 31 canales
alim entadores, 84 depósitos y u n eficaz juego de desniveles que facilitaba la
distribución de agua" (Benavides, 1996), existen algunos canales cuya función ha
sido in te rp re ta d a com o de navegación ritual ("procesiones de embarcaciones"),
para uso agrícola (Rivera Dorado, 2001) o como ru ta m arítim a y desagüe de la
ciudad (Zapata, com unicación personal, 2007).

Rcrópolis 11 ritualidad
Uno de los centros sagrados p o r excelencia en las ciudades mayas fueron los
edificios denom inados palacios, generalm ente construidos en las Acrópolis.
Estos palacios ten ían una función jerárquica, pero tam bién ritual: Rivera
Dorado (2001, 2001:168) indica que el nom bre antiguo para los tem plos pudo
ser kul nah, "casa sagrada" o "casa de dios", haciendo una extrapolación del poder
divino de los gobernantes, y en cuanto al simbolismo, se conciben ciertas
construcciones con características sem ejantes a un microcosm os y se aprecia
un a representación de los diferentes estrato s del m undo en la cosmovisión
m aya prehispánica. De ahí se desprende el papel especial de los llam ados
"palacios" o tem plos principales en varias ciudades mayas: la conjunción del
cielo, el infram undo (Xibalbá, como se le llam a en el Popol Vah) y el m undo de
los hom bres.
En la ciudad de Joy Chan, "Cielo anudado”, m ejor conocida como Comalcalco,
cuyo esplendor arquitectónico reinó d urante trescientos años (500-800 d.
C.), los pobladores dieron m u estra de su inventiva al fabricar ladrillos rojos
a p a rtir de u n a m ezcla de b arro y conchas de ostión para co n stru ir sus
templos. Es reconocido el singular estilo en sus edificios, m onum entos y piezas
escultóricas.
En la cim a de la Acrópolis, cerca de la estru ctu ra conocida como Popol
Naah, destaca un p atio con estanques, un recipiente para alm acenar agua y un
sistem a de canales superficiales. Creemos que se tra ta b a de un lugar donde se
realizaban rituales relacionados con el agua.
Apoya esta hipótesis la presencia de una figura en estuco de un zopilote
que tiene u n a cuen ta de jad e en la boca. Karl Taube (2007) h a señalado que
ta n to los olmecas com o los mayas, p ara rep resen tar el aliento o respiración de
los seres, utilizaban el jad e dibujado como volutas o cuentas:

Los elem en to s florales de La Venta rep re sen tan el aliento de jade. El aliento de las orejeras
fue, p a ra los an tig u os m esoam ericanos, ciertam en te húm edo y aparece con gotas de lluvia y
h a s ta co rrien tes de agua.

Las cuentas de jad e rep resen tan el aliento que da la vida, por ellas respira
el ser h u m an o y respira el m undo, son gotas de agua que hacen que b ro te y
se m an ten g a la vida en los hom bres y en las plantas; perm iten que el ciclo
vegetativo continúe, sostienen el poder de los gobernantes. Cuando las p o rta n
los sacerdotes, los dioses o los hom bres, no son simples adornos, constituyen
la e stru c tu ra del cosmos. Las ofrendas y rituales, esculturas y tem plos son
un afán de orden y continuidad, voluntad de perm anecer en contacto con la
divinidad, com unión que busca trascen d er la m u erte y el caos.
Los restos del rey Pakal, gobernante de Palenque, m u e stra n que se le colocó
una cuen ta de jad e en su boca, quizás con la esperanza de que la m u erte
retoñarayfloreciera de nuevo la vida. En el ChilamBalam deChumayel (2001:134) se
anota: "Espera de él que hable la piedra que dejé resbalar en tu boca, la sagrada
piedra preciosa”. El jade, en u n a de las representaciones m ás bellas del a rte
maya, la lápida de Pakal, aparece asociado con Itzam ná (la Serpiente Celeste),
con el agua, el m aíz y el cinturón de cuentas del propio rey de Palenque.
Regresando al palacio de Comalcalco, tam bién se hallaron ahí huesos
de anim ales que fuero n usados en ornam entación y en la elaboración de
in stru m en to s m usicales (Armijo, 2006), que apoyan la explicación de un
lugar donde se realizaban rituales. No negam os la posibilidad de que estos
estanques de agua, canales y varios depósitos (uno circular y otro de form a
cuadrangular) hayan sido utilizados para ritos de curación. El uso del agua en
abundancia p a ra curación de enferm edades, p o r ejemplo, la conocida como
kakob (una especie de viruela), h a sido docum entada en El ritual de los Bacabes
(1987:346-347):
Con él llegaron
m i m an an tial rojo,
m i m an an tial blanco,
en donde le enfrié
la dolencia.
Con él llegaron
m i cenote rojo
m i cenote blanco
m i cenote negro
en donde le enfrié
la dolencia.
Patio y canal. Acrópolis ele Comalcalco. Foto: Daniel Murillo, 2007.
<sssmíammmmmi0ssi¡sexsmmtíosssfBíassmimmie!mmm¡msms¡ms3imímmamo

Sapo alado so p o rta el Templo I en Comalcalco.Tabasco. Foto: Daniel Murillo, 2007.

Tubería de b a rra ensam blada para desagüe. Comalcalco, Tabasco. Foto: José Lilis M artínez, 2007.
Los canales que conectan los estanques pudieron ser tapados con piedras
o pequeños pedazos de m ad era p ara m a n te n e r del agua y después desaguar.
La inclinación del edificio hacia el su r ayuda al drenaje de estas aguas. Aunado
a ello, bajo u n a te rra z a o patio de este m ism o lugar se encontró, m ediante
excavaciones, evidencia de u n peculiar drenaje con una doble originalidad: los
ductos fueron hechos con b arro rojo cocido, diseñados para em bonarse en tre
si, y te rm in a b a n en la figura de u n cocodrilo.
Este sistem a desalojaba las aguas pluviales y se usaba para saneam iento
dom éstico (Molí y M artínez, 2006). En este m ism o patio existe una e stru c tu ra
que h a sido caracterizada como u n depósito de agua. Todas estas evidencias
dem arcan que en lo alto de la Acrópolis de Comalcalco, en las estru ctu ras
cercanas al Popol Naah, el m anejo y simbolismo del agua era m uy im portante.
En la m ism a ciudad aparecen otros anim ales asociados con estructuras:
u n a cabeza colosal de u n a serpiente, y u n sapo alado, en la orilla sureste del
edificio conocido com o Templo 1, en u n a escena en la que se incluían varios
personajes hoy casi desaparecidos. Recordemos que la simbología de estos
anim ales los une a la lluvia, a Chac y a la representación de la serpiente como
ser num ínico que se en contraba en el cielo, la tie rra y el infram undo. En la
lám ina 31a del Códice Madrid aparece el dios de la lluvia, Chac, y cuatro ranas en
los p u n to s cardinales, como ayudantes que vierten agua de sus bocas.
Por último, cabe m encionar tam bién que en las ciudades m ayas los
estanques y cuerpos de agua funcionaban como espejos "que reflejaban
tem plos y palacios, proyectados así al 'otro mundo', lugar en el que cristalizaban
los rituales" (Rivera Dorado, 2001), y que los espejos de agua podrían h a b er sido
utilizados tam b ién com o p a rte de ritos de adivinación, ya que eran "recintos
cargados de magia" (Rivera Dorado, 2001).
Capítulo 11
<22©
PAISAJES HIDRÁULICOS
EN LA CUENCA DEL VALLE
DE MÉXICO
TeolihuQCQn
eotihuacan es considerado como el principal centro hegem ónico de

T poder en M esoam érica d u ran te el Periodo Clásicoy es uno délos espacios


en que se consolida con magnificencia el culto al agua. Su poderío se
expresa en el m o n u m en tal desarrollo arquitectónico de la ciudad con sus
im presionantes pirám ides del Sol y de la Luna. La im portancia y significación
del agua se rep resen ta en las pinturas del m ural de Tepantitla, que simboliza
el Tlalocan, según Alfonso Caso, lugar considerado como el paraíso del agua en
la cosmovisión indígena. Dice López Austin (2000):

La in te rp re ta c ió n de Caso se basó en un estudio de la m u ltitu d de peq u eñ as figurillas


h u m an as que en la p a rte inferior d é la escena se bañan, reto zan en el agua, descansan, c o rta n
flores, com en, cantan, d an zan y juegan, m uchas de ellas a la pelota, e n tre vegetación, agua,
m arip o sas y libélulas.

Resalta, en tre la obra hidráulica de Teotihuacan, la red de drenaje


su b terrán eo que captab a el agua pluvial de los techos y calles, conduciéndola a
pozos de absorción o desalojándola a las corrientes fluviales y estanques para
el sum inistro de agua a la población urb an a (Matos, 2000). Al respecto, Mario
Pérez (2007) anota:

La edificación de las pirám ides del Sol y de la Luna, asi com o la calzada de los M uertos, hacia
finales del Preclásico, incorpora en un trazo p erfe ctam en te geom étrico, u n com plejo sistem a
de d ren aje y ab astecim ien to que p a rte de los m an an tiales al suroeste del Valle y que incluye
a los ríos San Ju a n y San Lorenzo, el prim ero de los cuales co n tab a con u n a llan u ra aluvial
propicia p ara el cul tivo.

La población de este enclave en su m om ento de apogeo se calcula en 85 mil


personas, p o r lo que uno de los factores de crecim iento tiene sus razones en
la agricultura de h u m edad e intensiva po r p a rte de los productores agrícolas
sujetos al gobierno de Teotihuacan. Entre las obras de irrigación confirm adas
se halla el sistem a localizado en la planicie deTlajinga (Nichols,1982), consistente
en u n sistem a de irrigación com puesto de varios canales; uno de ellos m edía
unos 900 m etro s de longitud y Doolittle resalta como un logro hidráulico la
GS90Q2S4K9S90e20ÜJSS99^
pendiente de 0.66 y el cambio de ésta a 0.88% m ás adelante, con el propósito
de am in o rar la intensidad del flujo y propiciar u n riego controlado (Doolitle,
2004).
Otras form as de cultivo correspondientes al bagaje cultural fueron las
terraz as agrícolas y que, es altam ente probable, se cultivaran chinam pas en
las cercanías de los cuerpos lacustres. En esta m ism a área se identificaron, por
p a rte de exploraciones de campo realizadas p o r William Sandery confirm adas
p o r Palerm y Wolf, obras prehispánicas —posteriores al periodo tolteca— que
consistían en canales, diques semicirculares y, próxim o a un canal, el hallazgo
de u n m uro de contención en la p a rte baja de u n cerro perteneciente al sistem a
denom inado por Palerm como "Malinalco II":

En n u e s tra opinión, estam o s ahí fre n te a un sistem a relativ am en te com plicado p ara ca p ta r
ag u a de lluvia pro cedente del escurrim iento del cerro. O tra serie de paredes de piedra, en
o tra s p a rte s del cerro y en el lado opuesto de la cañada, parecen h a b e r cum plido con el m ism o
p ro p ó sito (Palerm y Wolf, 1972).

La razón constructiva de esta obra de captación radica en la irregular


distribución del régim en pluvial, incluso en la tem p o rad a de lluvias, y en una
m ism a unidad topográfica. Continúan estos investigadores:

... Es m uy com ún la experiencia de lluvias in ten sas en las sierras y sobre el valle, con com pleta
sequía en el so m o n tan o y en las faldas de los cerros (Palerm y Wolf, 1972).

La particularidad de esta práctica de captación revela el conocim iento


climatológico y el ingenio hidráulico p ara aprovisionarse del preciado líquido.

Las chinampas las obras hidráulicas:


parle de la estructura del pobierno
confederado de la Triple Alianza
La cum bre de la tecnología hidráulica y de la irrigación tiene su m ayor auge
y apogeo con las obras realizadas en la zona lacustre del valle de México y en
el reino de Texcoco, d u ran te el últim o periodo del Posclásico. En la cuenca de
México, los diferentes grupos que se asen taro n después de la caída de Tula en
el siglo XII desarrollaron una serie de tecnologías hidráulicas e im pulsaron la
agricultura de riego a través —en tre otras altern ativ as— de la chinam pa. Este
sistem a lacustre de cultivo en cuentra su m áxim a expresión al establecerse
la unión e n tre Tenochtitlan, Tlacopan y Texcoco, conocida como la Triple
Alianza. Bajo la hegem onía de los mexicas se conform ó un sistem a hidráulico,
consolidándosela ricatrad ició n d ecu ltu ralacu streydeagriculturaintensivade
riego. Si a ello sum am os los otros tipos de sistem as agrícolas, como el terraceo,
secano y sistem as de riego p o r canales, da como resultado la form ación de una
sociedad cuyo funcionam iento dependía en sum o grado del agua.
Todo este desarrollo constituye, en su conjunto, u n a in frae stru ctu ra
hidráulica con base en la cual se controlaba el agua para hacer de Tenochtitlan
y sus ciudades adyacentes u n a g ran civilización lacustre. Es de subrayarse que,
paralelam ente a la obra hidráulica de la que hablarem os m ás adelante, se
im pulsaron los cultivos chinam peros, generándose un sistem a intensivo de
producción de alim entos al servicio de la tributación.Al d o m inarla tecnología
de ganarle suelo al lago era posible planificar y ordenar las sem enteras en
unidades de explotación agrícola, creándose u n a arquitectura de paisaje que
tran sfo rm ó la zona lacustre en u n ento rn o m oldeado antropogénicam ente.

Chinampa, San Gregorio Atlapulco. Foto: José Luis Martínez, 2007.


<¡sm&iimtBza¡i<3wmws&miifmeíxwmwmwsmmGtiem¡ie¡>mmmGs^ammsisas¡¡0
Chinam pero de San Gregorio Atíapulco. Foto: José Luis M artínez, 2007.

Fuente: Ai-chivo General de la Nación, Propiedad Artística y Literaria, C.B. Waite, La Viga. El Paseo de las
Flores en el canal de La Viga, 1905.

csseaaBssgBKaassaaeiiauesmaiMsgeeiaaesaeeagsaaeiaaisae^^
La chinam pa en tiem po de los mexicas 110 solam ente se construyó
aprovechando las condiciones naturales lacustres, sino que, con las obras
hidráulicas, el gobierno m exica y sus aliados confederados ejercian cierto
control sobre las crecidasyla salinización délas aguas, creando así un en torno
favorable p a ra la edificación planificada de chinampas.
En este sentido se construyó u n distrito o sistem a chinam pero de
agricultura intensiva, ja m á s visto en la historia m esoam ericana. Para el siglo
XVI, Parsons calculó que la productividad del conjunto chinam pero de Chalco-
Xochimilco, cuya superficie se estim ó en 9 500 hectáreas, podía m a n te n e r a
u n a población de alrededor doscientas mil personas (Parsons, citado p o r Rojas,
1993:284).
Resulta claro que las chinam pas constituían un bastión fu n dam ental
para el sostén económico del gobierno mexica, p o r lo que el control político
del sistem a hidráulico y de las fuentes hldricas de la cuenca resultaban una
prioridad p ara el pueblo que quisiera te n e r la hegem onía del Valle de México.
Ejercer este dom inio del agua implicaba, p o r una parte, el control, uso y su
m anejo físico, y p o r otra, el m anejo del aparato simbólico desarrollado en la
cosmovisión indígena p ara m ediar y com prender los designios de los dioses
del agua, de la agricultura y de la fertilidad, expresados o m anifiestos en la
geografía ritu al de la cuenca. El papel destacado de la lluvia y del cultivo del
maíz, particularm ente, se refleja con intensidad en la cosmovisión indígena, en
especial en las m últiples cerem onias y rituales plasm ados en sus calendarios
que reglan actividades agrícolas, sociales y religiosas (Broda, 2001a).
Sin embargo, no es posible caracterizar a la Triple Alianza sólo como un
estado hidráulico, esto a causa de que la organización social te n ia otros pilares
ap a rte de la hidráulica p a ra su sostenim iento, tal como la tributación, el
comercio y la sujeción de los poblados. No obstante, tam poco puede soslayarse
la im po rtan cia de la tecnología hidráulica en la composición de la sociedad
mexica, sus aliados y sus vasallos.
Al igual que los cronistas de la Conquista, como Cortés o Bernal Díaz del
Castillo, otros españoles h a n descrito las diferentes obras hidráulicas, y si a
éstas se su m an las fu en tes de origen prehispánico, es posible rec o n stru ir la
in fra e stru c tu ra hidráulica del llam ado Valle de México. Angel Palerm y otros
autores com o Teresa Rojas, Rafael Strauss y José Lameiras, h a n m o strad o la
complejidad del sistem a hidráulico que operaba en los cuerpos lacustres de la
cuenca (Palerm, 1973,1974).
Dentro de las principales obras y sistem as hidráulicos que funcionaban
antes de la culm inación de la conquista, podem os resaltar las siguientes:
el albarradón de Nezahualcóyotl y el de Ahuítzotl; las calzadas-diques de
Fuente: Archivo General de la Nación-Instituciones Coloniales-Colecciones-Mapas, Planos e
Ilustraciones, Lagunas de Chalco y Xochimilco, 1769, Yidephonso de Y niestra Vejarano (fi-agmento).

Chinam periaypobladodeSan Gregorio Atlapidco. Foto: José Luis M artínez, 2007.


Gmmwsm&mmmasmmimemewsmzíesmm esm mesmawmemm im aismmmo
Tacuba, Tepeyac, Xochimilco, Iztapalapa, Azcapotzalco y Tláhuac en tre las m ás
im portantes, que conectaban el centro de Tenochtitlan con las principales
ciudades y que servían tam bién como vías de com unicación en tre los poblados,
o bien para sep arar los cuerpos lacustres, tal como la calzada de Tláhuac que
dividía a Chalco de Xochimilco; los acueductos y canales de abastecim iento de
agua dulce provenientes de los m anantiales cercanos; la desecación del lago
para fines agrícolas; la serie de drenajes, puentes levadizos, em barcaderos,
albercas, estanques, posibles com puertas p ara control hidráulico, jardines
alim entados p o r acequias y estanques artificiales; canales de navegación y
para tra n s p o rta r m ercancía y zanjas con la idea de hum edecer e irrigar.
La historia del control m ilitar y político de los mexicas en la cuenca se hace
m ás com prensible si se p lan tea como un proceso por ejercer el dom inio y la
adm inistración del agua. Y ello fue ta n to en los aspectos tecnológicos, físicos
y adm inistrativos, como en los religiosos e ideológicos involucrados con el
control hídrico. La apropiación simbólica del paisaje de la cuenca, desde la óptica
agraria-pluvial, era u n rasgo que se enfatizaba en los rituales y cerem onias
relacionadas con el agua y la agricultura, oficializadas en las festividades de
las veintenas del calendario mexica (compuesto de dieciocho m eses de veinte
días cada uno); en éste se incluían, tam bién, las obras hidráulicas.
Es claro que el cogobierno de la Triple Alianza era teocrático-m ilitar, lo cual
le perm itió tejer un im perio comercial y perfeccionar un sistem a trib u tario en
especie y en fuerza de trabajo, pero a esta caracterización hay que agregarle
el perfil de su gobierno, el ap arato hidráulico orientado al aprovecham iento
lacustre y a la agricultura intensiva, en beneficio del Estado confederado.
No o b stan te la visión técnica de control y m anejo de agua, esta civilización
estab a inscrita en un sistem a mágico-religioso donde la cosmovisión jugaba
u n papel trascen d en tal que com prendía, en p rim er térm ino, a la cuenca y su
funcionam iento hidrogeológico,ysim ultáneam ente,laconstitucióndelcosm os
ordenado p o r los dioses tutelares. Para los mexicas fueron, principalm ente,
H uitzilopochtliyT lálocpara otros pueblos ribereños, QuetzalcóatlyTláloc. En
otros térm inos, la tecnología hidráulica dependía tam bién de Tláloc y de las
o tras deidades asociadas con el agua.

Lo función de los rituales en los obras


hidráulicas
El tlato an i Ahuítzotl, a finales del siglo XV, al ver que con el agua dulce
prosperaban las chinam pas y su ciudad crecía, decidió construir un acueducto
desde un m an an tial situado en Coyoacán:
...Viendo el rey A huitzotl que to d a la herm o su ra de México y su fertilidad consistía en te n e r la
ciudad abundancia de agua, a causa de que los m exicanos hab ían hecho algunos camellones,
cada uno en sus pertenencias y h u e rto s p ara g o zar de algunas frescuras, en los cuales po r
su recreación sem b raban maíz, chía, calabazas y chile, bledos, to m ates, rosas de todos los
g éneros que podían, las cuales h erm oseaban las p erten en cias y la ciudad con su frescura, lo
cual con la falta de agua se secaban y m architan. Para conservación de esta frescu ra quiso el
Rey tr a e r el agua de Acuecuexco... (Durán, 1995:428).

Ahuitzotl, irritad o p o r la advertencia del tía h to a n i Tzotzoma, quien regía


sobre Coyoacán, de que no era fácil el control de estas aguas im petuosasypodría
anegarse la ciudad, la negativa, m andó m a ta r a este gobernante y ordenó la
construcción de un nuevo acueducto. De inm ediato se trajero n a trabajadores
(macehuales) de Texcoco, Xochimilco y Chalco, así como de los otros pueblos
dom inados p o r los mexicas p ara la construcción de una represa y de un
acueducto con técnicas sem ejantes a las de la chinam pa. Es de m encionarse
que los xochimilcas acudieron "con in stru m en to s p ara sacar céspedes y con
m uchas canoas de tie rra p ara cegar el agua", y los chalcas contribuyeron con
troncos y piedras (Durán, 1995:432).
E stam agnaobrahidráulicafueconcluidaenuntiem porelativam entecorto,
pues participaron num erosos trabajadores y se dispuso de una gran cantidad
de m ateriales, lo que revela el dom inio mexica sobre los pueblos trib u tario s
y el interés p o r controlar el agua (y el bosque) de la cuenca. Está claro que al
constru irlas obras hidráulicas los mexicas afianzaban su hegem onía política-
m ilitar en la cuenca. Por ello, era significativo que al te rm in a r una m agna
obra hidráulica fuera avalada p o r los dioses. En la p u e sta en operación del
acueducto de Acuecuéxcatl se hizo una g ran cerem onia y sacrificios dedicados
a Chalchiuhtlicue y a Tláloc:

M andóelR eyA huitzotlsesoltaseelaguaysecerrasentodoslosdesaguaderos.y que parala venida


del agua se aparejasen los niños p ara sacrificar en cada alcantarilla, y se vistiesen y aderezasen
los sacerdotes para las ofrendas y sacrificios, y para las cerem onias a la diosa del agua se habían
de hacer, lo cual fue con m ucha diligencia aparejado y puesto a punto, de los cual fue avisado el
Rey Ahuitzotl, el cual con gran deseo que tenia de ver aquella obra acabada y el agua en México,
creyendo con aquello ennoblecía su ciudad y la engrandecía, hizo gracias a los dioses y m andó
que u no de los grandes de su corte se vistiese, a la form a y m an era que representase a la diosa
del agua, el cual desde que el agua se soltase p o r el caño donde había de venir encañada, viniese
delante de ella, en cuya presencia se hiciesen las cerem onias y sacrificios (Durán, 1995:432-433).

Al realizar rituales en los sistem as hidráulicos, éstos se volvían una


extensión de las obras de las deidades del agua y m erecían las m ism as
atenciones dispuestas p ara los rituales en cerros, cuevas, m anantiales y
tem plos consagrados a los núm enes, tales como el h o n ra r a los dioses del
agua con la m u e rte de niños. El sacrificio de infantes, de acuerdo con Johanna
Broda, era un ritual p ara propiciar la lluvia que se hacia en honor alas deidades
agropluviales.

Estos sacrificios se relacionaban de m an era especial con los lugares de culto en los cerros.
Los niños eran seres pequeños al igual que los tlaloque o servidores del dios de la lluvia,
personificación de los cerros m ism os; pero tam b ién guardaban una relación especial con el
m aíz y con los an cestros. Se hacían desde el m es XV! Atem oztli h asta IV Huey Tozoztli p ara
p ro v o car la caída de la lluvia y fo rtalece r el crecim iento del m aíz (Broda, 2001b:297).

Sin embargo, tam b ién se hacían cerem onias fuera del calendario: para este
acueducto, construido p o r Ahupitzotl, Durán refiere que se llevaron a cabo
cuatro sacrificios de niños de alrededor de seis años de edad. Sus cuerpos fueron
pintados de negro y de azul la frente, ataviados de papel y sartas de piedras.
Los lugares escogidos fueron una alcantarilla —probablem ente un su rtid o r
de agua— en u n lugar llam ado Acahinanco; otro en lo que ahora se conoce
como San Antonio y en donde desem bocaba un canal a otra caja de agua, y dos
m ás en Huitizlan y Pahuacan, hoy barrio de Tepito (Bribiesca, 1958). Cuando se
inauguró dicho sistem a de abastecim iento de agua dulce -c o m e n ta Duran—,
al paso de la corriente por el acueducto iba una procesión que tocaba m úsica y
ofrecía cánticos alos dioses del agua. Los sacerdotes ofrendabanpeces, culebras
y ranas vivas; echaban objetos con form a de peces y ranas, diversas joyas y
piedras preciosas; al m ism o tiem po en reverencia a sus deidades m atab a n
codornices p ara que con su sangre alim entaran la "lengua”de la diosa del agua.
Tam bién como u n a acción de m agia simpática, vertían h arin a de m aíz azul,
seguram ente con la finalidad de asegurar que las chinam pas dieran m aíz en
abundancia. Al llegar el agua al centro de la ciudad de Tenochtitlan, A huítzotl y
su séquito real recibieron con gran pom pa y respeto sacro la llegada del agua
a la capital, transfigurada en la diosa Chalchiuhtlicue:

Oh diosa poderosa del agua: seas m uy bienvenida a tu ciudad cuyo p ro te c to r y abogado es


el dios Huizilopochtli, prodigioso y adm irable en sus hazañas y hechos: m ira, señora y diosa
poderosa, que vienes a se r favorable a los m exicanos tu s siervos y a suplir sus m iserias y
necesidades en esta vida tem p o ral que vivimos, lo lino para que beban de ti, pues sin ti ninguno
podría viví i-,y lo o tro para que en ti hallen rem edio de sus granjerias [cultivos de chinam pas] y
su s te n to ordinario, con el género de sabandijas que tú con tu suprem o poder crias, lo cual te
es ya m u y an ex o y ordinario,y ta m b ié n p ara que esos m esm os peces y anim ales que tu criares
g u ard en el lu g ar del agua; p o r ta n to em pieza desde hoy hacer tu oficio (Durán, 1995:437).

En ese sentido, al efectuar estos ritos oficiales fuera del ám bito del calendario
agrícola y al realizar sacrificios de niños y ofrendas en las obras hidráulicas, se
daba constancia de la fnnción ideológica de la religión del Estado confederado
mexica, que disponía p ara su servicio de u n complejo ap arato simbólico, en
que los dioses servían al poder hidráulico y político de los gobernantes.
Desde el principio de la fundación de Tenochtitlan (al igual que los colhuas,
xochimilcas y chalcas hicieron anteriorm ente), los mexicas o p taron por
extender su territo rio a través de la tecnología chinam pera para construir
basam entos de tie rra y piedra y parcelas agrícolas, para luego iniciar un
control de los m anantiales como el de Chapultepec o el de Tlatelolco, construir
albarradas sobre el lago de Texcoco e im poner a los pueblos som etidos
m ilitarm en te el te n e r que tra b a ja r y edificar obras hidráulicas. Así sucedió en
Xochimilco y en Chalco, los principales pueblos chinam peros.
El uso ritual de los dioses del agua p a ra la inauguración de las obras
hidráulicas, pone de m anifiesto la im portancia de co ntrolar el ap arato religioso
y aplicar el modelo de la cosmovisión desde u n a plataform a de Estado que
diera legitim idad simbólica con objeto de ejercer el dom inio hídrico am parado
en las deidades m esoam ericanas. Incluso en la veintena de Ochpaniztli estaba
instituido sanear y lim piar las acequias, canales, ríos, fuentes, calzadas y
avenidas reales (Durán, 1995:275). En buena m edida las obras hidráulicas, como
el acueducto de Acuecuéxcatl, ap u n tab an a fortalecer y am pliar el sistem a
chinam pero de la laguna de México, que p o r su capacidad productiva podría
contribuir a la expansión y sostenim iento de la capital lacustre mexica. La
conquista del lago y su desalinización no podía hacerse a espaldas de los dioses
del agua, de la agricultura y de la fertilidad.
En varias ocasiones, los mexicas —al igual que otros pueblos de la
cuenca— en fren taro n situaciones adversas an te la ocurrencia de fenóm enos
climáticos extrem os, especialm ente sequías intensas e inundaciones, que
hacían ver el poderío de los dioses del agua y ello justificaba con creces su
extendido culto en la cuenca. En este sentido, el acueducto de Acuecuéxcatl
ejemplifica la situación. A parentem ente, y de acuerdo con los estudios hechos
por el reconocido ingeniero José Luis Bribiesca (1958), a causa de adelantadas
precipitaciones intensas en las m o n tañ as del este (justo en una de las cúspides
de esta sierra se hallaba uno de los principales adoratorios de TIáloc, por donde
atraviesan vientos del su r cargados de hum edad y nubes de agua) se provocó
u na situación catastrófica, al grado que la fuerza del agua contenida en las
represas se desbordó, inundando en el año 1500 la ciudad de Tenochtitlan
y sus cultivos, como bien lo advirtió el tlato an i Tzotzoma. No ob stan te este
tipo de avatares, la inundación form aba p a rte del aprendizaje para el control
hidráulico de los cuerpos lacustres.
Los sistemas hidráulicos de la cuenca
de lílésíco, a partir de los crónicos y
documentos del siplo RVI
Cortés y sus hom bres, después de atravesar el paso entre el Popocatépetl y
el Iztaccihuátl, los legendarios volcanes que se alzan como guardianes de la
cuenca, p asaro n p o r Am ecam eca y luego se in ternaron por la provincia de
Chalco. A su paso p o r la zona lacustre, quedaron im presionados al en co n trar
poblados enclavados en las lagunas. Dice Cortés-.

E to d av ía seguía el cam ino p o r la costa de aquella g ran laguna e a una legua del aposento
don d e p a rtí vi d e n tro de ella, casi dos tiro s de ballesta, una ciudad pequeña que podría ser
h a s ta de mil o dos mil vecinos [probablem ente Mixquic] to d a arm a d a sobre el agua, sin
h a b e r p ara ella n inguna entrada, y m uy torreada, según que de lo fuera parecía. E o tra legua
ad elan te e n tra m o s p o r u n a calzada ta n ancha com o una lanza jin eta, p o r la laguna adentro,
de dos tercio s de legua, y p o r ella fuim os a d a r a u n a ciudad, la m ás herm osa, au n q u e pequeña,
que h a s ta en to n ces habíam os visto, así de m uy bien obradas casas y to rre s com o de la buena
o rd en que en el fu n d am en to della había, p o r ser arm ad a to d a sobre agua (Cortés, 1961:58-59).

Pero donde quedaron m ás maravillados aún fue al in ternarse a la ciudad de


Tenochtitlan. Después de a travesar una calzada en medio del agua, asombrado,
Cortés describe su llegada a Iztapalapa-.

Tenia esta ciudad de Iztapalapa doce o quince mil vecinos; la cual está en la costa de una
laguna salada grande, la m itad d e n tro del agua y la o tra m itad en la tie rra firm e ... Tienen
en m u ch o s c u a rto s altos y bajos jard in es m uy frescos, de m uchos árboles y flores olorosas;
asim ism o albercas de agua dulce m uy labradas, con sus escaleras h a s ta lo fondo. Tiene una
m uy g ran d e h u e rta ju n to a la casa, y sobre ella un m ira d o r de m uy h erm osos corredores
y salas, y d en tro de la h u e rta un a m uy gran d e alberca de agua dulce, m uy cuadrada, y las
p aredes della de gentil cantería, e a lrededor della un an d én de m uy buen suelo ladrillado, ta n
an ch o que p u ed en ir p o r él cu atro p aseán d o se ... (Cortés, 1961:59).

Con u n a escritura m ás sensible, Díaz del Castillo describe así el paisaje de


la cuenca-.

Y o tro día p o r la m a ñ a n a llegam os a la calzada ancha y vam os cam ino a Estapalapa,


(Iztapalapa). Y desde que vim os ta n ta s ciudades y villas pobladas en el agua, y en tie r ra firm e
o tra s gran d es poblazones, y aquella calzada ta n derecha y po r nivel cóm o iba a México, nos
Depósito de agua del m anantial de Chapultepec. Foto: José Luis Martínez, 2007.
qu ed am o s adm irados, y decíam os que parecía a las cosas de encan tam ien to que c u e n ta n en
el libro de Amadís, p o r las grandes to rre s y cues y edificios que todos ten ían d e n tro en el agua,
y to d o s de calicanto, y au n algunos de nu estro s soldados decían que si aquello que veían si era
en tre su eñ o s... Después de bien visto to d o aquello fuim os a l a h u e rta y jardín, que fue cosa
m uy adm irable verlo y pasearlo, que no m e h a rta b a de m irar la diversidad de árboles y los
olores que cada u no tenía, y andenes llenos de rosas y flores, y m uchos fru tales y rosales d é la
tierra, y u n estan q u e de agua dulce, y o tra cosa de ver: que podían e n tr a r en el vergel grandes
canoas desde la laguna p o r un a a b e rtu ra que ten ían hecha, sin sa lta r en tie rra ... (Díaz del
Castillo, 1970:159).

Y m ás adelante, estando en Xochimilco, señala Díaz del Castillo:

Quiero decir ah o ra que están m uchas ciudades las unas de las o tras cerca de la g ran ciudad
de México o b ra de dos leguas, porque Xochimilco, y Coyoacán y Huichilubusco e Iztapalapa y
Cuedlavaca (Cuitláhuac) y M ezquique y otros tre s o cuatro pueblos que están poblados los
m ás de ellos en el a g u a... (Díaz del Castillo, 1970:322).

Desde u n principio, los españoles observan poblados y ciudades lacustres


com unicados ta n to por calzadas que sirven al m ism o tiem po de diques
y caminos, como a través de u n a red de canales (acalotes y zanjas) que se
entrelazan y conectan en tre los diferentes pueblos ribereños y el sistem a
chinam pero en tre si. A ta l grado que desde de Ayotzingo, un verdadero
pu erto comercial situado al extrem o del lago de Chalco, podía arribarse al
centro de Tenochititlan. Por esta en trad a era posible tra n sp o rta r m ercancías
provenientes de la tie rra caliente de Morelos y de Guerrero, como la de los
valles de Puebla y Tlaxcala.
Los conquistadores observan depósitos de agua dulce en medio de lagunas
saladas; asim ism o un conjunto ordenado de andenes y h u erto s cultivados
(evidentem ente chinam pas) ta n to en tie rra firm e como sobre el propio
lago. No m enos sorpresa causó a los españoles encontrarse con obras como
el alb arrad ó n de Nezahualcóyotl que dividía de n o rte a sur, en dos cuerpos
lacustres, el lago de Texcoco, form ando hacia el occidente la llam ada laguna de
México que circundaba Tenochtitlan. Esta obra se construyó con la finalidad de
ejercer un m ayor control sobre las crecientes del lago de Texcoco y contener el
flujo del agua salada; no m enos im presionante fue conocer el doble acueducto
de Chapultepec y los em balses o cajas" que proporcionaban agua dulce a la
capital mexica, asi como el control de avenidas ta n im presionante como la
desviación del rio Cuautitlan hacia el norte de la cuenca, que se hizo para
protección de inundaciones y utilización de agua para riego agrícola.
El Baño de la Reina. Tetzcotzinco. Foto: José Luis M artínez, 2006.
Dicho sea de paso, la caída de Tenochtitlan se debe en buena m edida a que
H ernán Cortés, p a ra lograr la conquista de la capital mexica, dispuso de una
estrategia acuática que incluía el com bate naval y, por supuesto, el control de
la in fra e stru c tu ra hidráulica.

El Señorío Hidráulico o fíltépetl de


Hezatiualcóyoil
Habéis hecho u n a p in tu ra del agua celeste,
la tie rra del A náhuac habéis m atizado,
¡oh vosotros señores!
A ti, Nezahualcóyotl,
a ti, M otecuhzom a,
el dador de la vida os h a inventado,
os h a forjado,
n u e stro padre, el Dios,
en el in te rio r m ism o del agua.

N ezahualcóyotl

Una de las áreas que rivalizaban con Tenochtitlan en desarrollo hidráulico


y sistem as de irrigación fue el reino de Acolhuacan, localizado al oriente de la
cuenca de México, donde su gobernante, Nezahualcóytl, hábil en las arte s de la
guerra y de los versos, ejercía el m ando con fuerza y sabiduría. Él fue creador
de leyes y reglam entos sobre derechos de agua y tierra, reconocido y querido
p o r su pueblo, que elogiaba sus dotes de buen gobernante. En su tiem po fue
adm irado com o p o eta p o r sus cantos profundos, cuyos versos como u n a gota
de agua h a n trascendido el tiempo.
A to d as esas virtudes, a Nezahualcóyotl hay que agregarle la de ser,
quizá, el ingeniero hidráulico m ás sobresaliente del Posclásico. Fue responsable,
como hem os ya señalado, de la construcción del albarradón que separó el agua
salada de la dulce en la zona lacustre de Tenochtitlan y el doble acueducto
que conducía agua dulce del m an an tial de Chapultepec a la capital mexica.
En su territorio, Texcoco, fue responsable del diseño y ejecución de uno de los
sistem as hidráulicos m ás complejos del m undo preshispánico, conocido en la
actualidad com o los baños de Nezahualcóyotl o el Tetzcotzinco.
El sistem a consistía en tra e r agua de un m anantial m ediante dos
acueductos que cruzaban de un cerro a otro, re p a rtir el agua a través de la
periferia del segundo cerro, derivar agua p ara el riego de éste, te n e r canales y
Cerros M etécatl yTetzcotzinco. Foto: José Luis M artínez, 2006.
C^í22©i!i3S0eS^
pozas en donde, se supone, el tlahtoaniy su consorte podían bañarse, teniendo
una vista im presionante del Valle de México. Por último, el sistem a desaguaba
hacia te rrazas agrícolas y pueblos cercanos.
Dichos trabajos de ingeniería se llevaron a cabo próximos a la capital de
su reino, Texcoco, e n tre los cerros de El Tetzcotzinco y Metécatl, colindantes
con los pueblos de San Dieguito Xochimanca y San Nicolás Tlaminca. La fuente
principal de abastecim iento era un m anantial que b ro tab a seis kilóm etros
atrás del cerro de Metécatl. Para conducirla, se hizo un canal y levantaron
acueductos cimenta.dos en plataform as de tierra que tra sp o rta b a n el líquido
h a sta u n a caja de agua localizada en la p a rte baja del cerro de Metécatl.
De acuerdo con M aría Teresa García (2002), de aquí se desprendía un canal
que derivaba h a sta u n a fu en te que contenía dos pozas (una cuadrangular y
o tra circular) desde donde se controlaba el golpe de agua. Luego, el agua se
distribuía p o r un acueducto cuya longitud era de 180 m etros, cuatro de ancho
en la corona y siete de altura en la p a rte central. A través de este acueducto
el agua llegaba al pie del cerro, a un estanque en la base de una plataform a
tem plaría conocida como El Trono; de ahí se distribuía hacia u n a canal
perim etral que rodeaba el cerro y alim entaba diversas pozas circulares que
funcionaban como piscinas recreativas. Este m ism o circuito, por el lado sur,
ten ía u n a red canales adyacentes que servían para d o ta r de agua a las terrazas
del lado su r del cerro, conservadas h a sta el día de hoy.
Miguel A. Medina ha realizado u n estudio detallado del sitio (1997) y hace
m ención a que hubo un equilibrio en tre los elem entos que com ponen la obra:
en tre los elem entos naturales y los elem entos arquitectónicos introducidos. La
obra hidráulica en este lugar no sólo puede m edirse por el ingenio constructivo,
sino po r sus elem entos estéticos:

Las caídas de agua so n tam b ién m uy significativas en el Tezcotzinco, fo rm ab an p a rte integral


del diseño del paisaje in te rio r y ex terio r y, de ellas, las m ás representativas con la "umbella" y
la lluvia': el efecto de um bella se lograba al dejar caer el chorro del desagüe del baño del rey
sobre u n a pulida roca esférica, se form aba así un hongo al cual los conquistadores españoles
llam aron um bella. El efecto de lluvia se daba sobre la ladera su r del cerro: en esta ladera
estab an los ja rd in e s de p lan tas tropicales y flores odoríferas; para irrigarlos, el agua del canal
que iba en la calzada perim etral se alm acenaba en pequeños depósitos, de éstos se vertía
só b re la s rocas y al ir chocando con ellas se pulverizaba recreando el m icroclim a h ú m ed o del
que provenía la vegetación (Medina, 1997:93-94).

Además de un alto conocim iento de ingeniería hidráulica, Nezahualcóyotl


tenia un conocim iento de la geomorfología del sitio de El Tetzcotzinco, un
conocim iento de la estética y de los distintos tipos de plantas. El sitio de El
Tetzcotzinco es u n a m u estra de u n a integración entre la intervención
6S9e(22QyG$98e¿0ÜGS9^
h u m an a y las características naturales, la convivencia de la obra hidráulica con
los elem entos estéticos, la irrigación y u n espacio recreativo. En el lugar hubo
elem entos escultóricos de animales, por ejemplo: la serpiente de cascabel y un
m ono (García, 2002). Tetztcotzinco no fue solam ente una obra hidráulica; el
tlahtocini Nezahualcóyotl quiso que esta m o n tañ a alim entada de agua fuera
una recreación del Tlalocan, en el que la abundancia y belleza reinara como
si fo rm ara p a rte del paraíso de Tláloc en la tie rra de los hom bres. Por eso, el
diseño p a ra incluir plan tas frutales,jardines, vida anim al y fuentes de agua fue
acuciosam ente trabajado.
Algunos autores hacen énfasis en que esta obra hidráulica refleja u n lugar
de retiro p ara Nezahaulcóyotl. Sin embargo, en un docum ento titulado Los
títulos de Tezcotzingo (MacAffe y Barlow, 1946), se hace p ate n te que el agua en este
sistem a hidráulico era o torgada a personas y poblaciones para uso particular.
Este hecho parecería contraponerse al control hidráulico centralizado, para
dem arcar u n esquem a diferente, en el que la población adquiría derechos a
las aguas que p asaban p o r sus lugares de asentam iento. Se m enciona, en el
docum ento citado, por ejemplo:

Aquí tra b a ja rá siem pre. [El agua] Seguirá el acueducto que bo rd ea el cerro. La dejo, la concedo
a T lalopopcatzin (¿de?) Tezontla. Sus hijos la beberán, será auxiliada, será procurada. Ninguno
la to m a rá de allí en absoluto, pues es de ellos, pues con su esfuerzo la tra je ro n (MacAffe y
Barlow, 1946, citados p o r Parsons, 2002; Tlalocan TU, 1946).

Como m u e stra representativa del m anejo hidráulico a escala


podem os to m a r El Tetzcotzinco, donde queda clara la tradición hidráulica
m esoam ericana, el cúm ulo de conocim ientos hidráulicos y su aplicación, las
representaciones simbólicas y rituales, el reconocim iento de la biodiversidad,
la im portancia de la irrigación y el abasto de agua y la organización que
m ediaba e n tre la estatización de los recursos, predom inantem ente el agua,
así como su reparto, custodia y usufructo.
Con las obras hidráulicas del Valle de México y las realizadas en el reino
de Acolhuacan, concluye u n ciclo m ilenario de conocim iento y aplicación
hidráulica, que inicia con la cultura olmeca y term in a en la fecha de 1521
cuando T enochtitlan es finalm ente conquistada por los españoles y sus aliados
indígenas.
C apítulo 12
<22©
M esoam érica com o
un p atrón civilizatorio
particular
l m odelo m esoam ericano civilizatorio, ta n to en su origen como en

E su desarrollo, m u estra que los grandes centros urbanos se form an


de u n a conjunción de sistemas, y que la tecnología hidráulica y el
m anejo del agua son p a rte de éste. El rasgo característico es la articulación de
sistem as de producción donde la irrigación hidráulica constituyó u n sistem a
que, indudablem ente, fortaleció los procesos de civilización.
En M esoamérica, el nacim iento de centros urbanos se fu n d a a p a rtir de
una articulación de sistem as agrícolas —incluidos los asociados con el m anejo
y el control del agua—, prácticas de colección de plantas y fru to s silvestres,
actividades de caza y pesca, intercam bio comercial y tributación.
Además, hay que to m a r en cuen ta la riqueza y biodiversidad de los
ecosistemas, ya que condicionan el desarrollo de tecnologías ad aptadas a
los diferentes en to rn o s y requieren de form as de preservación y difusión del
conocimiento, de las a rte s técnicas y de los saberes generados socialm ente
p a ra su aprovecham iento. Así, es posible que no teniendo la irrigación una
posición predom inante, las sociedades agrícolas prim igenias pudieron
te n e r un a producción de excedentes y con ello propiciar el surgim iento de
procesos civilizatorios y de urbanización. De o tra m an era no es com prensible
el surgim iento de la cultura olm eca o la maya peninsular. Los olmecas
arqueológicos son u n ejemplo de este m odo de articulación de sistem as
p a ra ob ten er su sten to s y co n tar con excedentes -b a jo esta óptica—sin dejar
actividades de caza, pescay recolección de plantas y frutas, y la práctica de roza,
tu m b a y quema; obtuvieron cosechas m ediante el aprovecham iento de tie rra
de hum edal, cam ellones ribereños y m étodos de colección de agua pluvial y
fluvial, adem ás de técnicas de drenaje y riego com plem entario y procesos de
intercam bio m ercantil acordados o p o r som etim iento. Es pues, a p a rtir de
esta base productiva múltiple, que los olmecas g estaron sus centros cívicos-
cerem oniales y crearon u n a civilización equiparable a la de los sumerios.
Retom ando los estudios de autores como Ángel Palerm, Eric Wolf y Teresa
Rojas, en tre otros, sostenem os que las civilizaciones m esoam ericanas se
desarrollaron bajo u n m odelo agrícola original con técnicas de irrigación
y obras hidráulicas de invención americana, p o r lo que, aunque existan
similitudes, nos encontram os con otro p a tró n civilizatorio distinto al del viejo
mundo, lo que ciertam ente implicó un a organización social del riego y form as
distintas de captación y control de agua que difieren del modelo asiático,
egipcio o hindú. Las prácticas agrícolas, ju n to con las técnicas de irrigación y
obras hidráulicas de invención m esoam ericana, fu eron d eterm inantes en la
gestació n y g ran d eza de las civilizaciones precolombinas.
Por último, sostenem os que el conjunto de obras aquí m o stradas dan cuenta
del alto conocim iento y tecnología del agua, de la ingeniería prehispánica
desarrollada d u rante tre s mil años de tradición hidráulica m esoam ericana,
u n a tradición cargada de invención e innovación; un invaluable patrim onio
cognitivo de México p ara el mundo.
B ib l io g r a f ía
Acuña, René (ed.), Relaciones geográficas del siglo XVI: México, 8 t , México, Universidad Nacional de
México, "Serie Antropológica", 63,1985.
Albores Zarate, Beatriz A., Tules y sirenas: el impacto ecológico y cultural de la industrialización en el Alto
Lema, México, El Colegio M exiquense/Gobierno del Estado de M éxico-Secretaria de Ecología,
1995.
Alva Ixtlilxóchitl, Fernando de, Obras históricas, edición, estudios, introducción y apéndice
d o cu m en tal p o r Edm undo O'Gorman, 2 Vols, México, UNAM-Instituto de Investigaciones
Históricas, “Serie de H istoriadores y Cronistas de Indias, 4", 1977.
Alvarado Tezozómoc, Fernando, Crónica Mexicana, México, Editorial Leyenda S. A., 1944.
Alza te y Ramírez, Jo sé Antonio de, Gacetas Literarias de México, 4 1, Puebla, reim presas en la Oficina
del H ospital de San Pedro, 1831.
Amo, R. Silvia del; R.AguilaryM . A. Delgado, “T he Tecalis: A Tradicional W ater M an ag em en t System ’,
en Global Perspectives on Agroecology and Sustainable Agricultura, VI Conferencia Científica
in tern acio n al de la Federación Internacional de M ovim ientos Orgánicos (IFOAM), California,
University o f California, 1988.
Anales de C uauhtitlan, en Códice Clvmalpopoca, México, In stitu to de UNAMTnvestigaciones
Históricas, 1975.
Angulo Villaseñor, Jorge, "El axayotl: un sistem a de drenaje-aljibe localizado en Chacaltzingo", enT.
Rojas Rabiela (coord.), Agricultura indígena: pasado y presente, México, Centro de Investigaciones
y Estudios S uperiores en Antropología Social, 1990, pp. 89-108.
______"Water control an d C om m unal Labor during th e Form ative a n d Classic Periods in Central
México (ca. 1000 B.C.-A.D. 650)", Research in EconomicAnthropology, Suppl. 7,1993, pp. 151-220.
_____ ,'El sistem a de Otli-Apantli d e n tro del área urbana", en E. McClung de Tapia y E. Childs Ra ttra y
(eds.), Teotihuacan. Nuevos datos, nuevas síntesis, nuevos problemas, México, UNAM-Instituto de
Investigaciones A ntropológicas, 1987, pp. 399-415.
Armijo, Ricardo, "Comalcalco, la an tig u a ciudad m aya de ladrillos", Grandes culturas de Tabasco,
Arqueología Mexicana, México, 2006.
Armillas, Pedro, "Jardines en los pantanos" (1971), en T. Rojas Rabiela (comp.), La agricultura chinampera.
Compilación histórica, Universidad A utónom a Chapingo, México, 1993, pp. 179-201.
______"Tecnología, form aciones socio-económ icas y religión en Mesoamérica", en T. Rojas Rabiela
(ed.), Pedro Armillas: Vida y obra, México, Centro de Investigaciones y Estudios S uperiores en
A ntropología Social/Instituto Nacional de A ntropología e Historia, 1991b, t. I, pp. 251-268.
______"Notas sobre sistem as de cultivo en M esoamérica. Cultivos de riego y h u m ed ad en la
cuenca del río Balsas", en T. Rojas Rabiela (ed.), Pedro Armillas: Vida y obra, México, C entro
de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social/Instituto Nacional de
A ntropología e Historia, 1991a, t. I, pp. 159-192.
Ávila López, Raúl, Mexicaltzingo. Arqueología de un reino colhua-mexica. 2 t„ México, In stitu to Nacional
de Antropología e Historia, 2006.
B a m h a rt, Edwin, El proyecto de mapeo de Palenque, 1998-2000, repone final, FAMSI, 2004, http://w w w .
fam si.org/reports/99101es/section05.htm.
B arrett, Ward, The Sugar Hacienda of the Marqueses del Valle 1535-1910, Minneapolis, University of
M innesota Press, 1970.
B eckm ann.Jennifer an d Charles S.Spencer.SustainableDevelopmentthrough Water Management and
Agricultural Intensification in Latín America, A m erican M useum o f N atural History. h ttp ://a n th ro .
am nh.org/an th ro p ology/research/w ater.htm
Beekm an, C h ristopher S„ Phil C. W eigand y Jo h n J. Pint, 'El qanat de La Venta: sistem as hidráulicos
de la época colonial en el cen tro de Jalisco", Relacionesm VolXVI, núm 63/64,1995, pp. 139-195.
Benavides, Antonio, 'Edzná, Campeche", Arqueología Mexicana, núm . 18, vol. III, m arzo-abril, México,
1996.
Benson, Elizabeth (ed.), Dumbaiton Oaks Conference on The Olmec, W ashington, D. C„ D um barton Oaks
Research Library an d Collection, 1968.
B erna! Ignacio, El mundo oimeca, Porrúa, México, 1991.
Blanton, Richard E, Monte Albán: Settlement Pattems at the Ancient Zapotee Capital, Nueva York,
A cademic Press, Inc., 1978.
Blom, Franz, En el lugar de los grandes bosques, Conaculta-INAH-Gobierno del estado de Chiapas, s/f,
México.
Boehm de Lameiras, Brigitte, Formación del Estado en el México prehispánico. México, El Colegio de
M ichoacán, 1986.
Bonfil Batalla, Guillermo, "Los que tra b a ja n con el tiem po. N otas etnográficas sobre los graniceros
de la Sierra Nevada, México', en Anales de Antropología, UNAM-Instituto de Investigaciones
Antropológicas, Vol. V, 1968, pp. 99-128.
Boone, Elizabeth Hill, Storíes in Red and Black. Pictorial Histories o f the Aztecas and Mixtees, University
o f Texas Press, 2000.
Bribiesca, José Luis, "El agua potable en la República Mexicana", Ingeniería Hidráulica en México,
México, 1960.
Broda, Jo h a n n a y Félix Báez, Jorge, "La etn o g rafía de la fiesta de la S anta Cruz. Una perspectiva
histórica', Cosmovisión, ritual e identidad de los pueblos indígenas de México, Conaculta-Fondo de
Cultura Económica, México, 2001".
Broda, Johanna, 'Algunas n o ta s sobre critica de fu en tes del México antiguo', se p a ra ta de Revista de
Indias, M adrid, 1973.
_____ , "Calendarios, cosm ovisióny observación de la naturaleza", Sonia Lom bardo y Enrique Nalda
(eds.), Temas Mesoamericanos, INAH-Conaculta, México, 1996.
_____ , 'Ciclos de fiestas y calendario solar mexica", Arqueología Mexicana, vol.VII, núm . 41, México,
2000, pp. 48-55.
_____ , "Cosmovisión y observación de la naturaleza: el ejem plo del culto de los cerros en
Mesoamérica", en Jo h a n n a Broda, S tanislaw Iw aniszew sky y Lucrecia M aupom é (eds.),
Arqueoastronomiayetnoastronomía en Mesoamérica, UNAM, México, 1991.
_____ , "Las fiestas aztecas de los dioses de la lluvia", Revista española de antropología americana,
M adrid, vol. 6,1971.
_____ , "Lenguaje visual del paisaje ritu a l de la cuenca de México", Códicesy documentos sobre México,
Volumen II, en Salvador Rueda, C onstanza Vega y Rodrigo M artínez (eds.), INAH-Conaculta,
México, 1997, pp. 129-161.
Broda, Johanna; Stanislaw lw aniszew ski y A rturo M ontero (coords.), "Astronom ía y paisaje ritual:
el calendario de h o rizo n te de Cuicuilco-Zacatepetl", La montaña en el paisaje ritual, Conaculta-
1NAH, México, 2001b.
B rüggem ann (coord). Proyecto Tajín, to m o I, México, in stitu to Nacional de A ntropología e Historia,
Dirección de Arqueología, 1991.
B rüggem ann, Ju rg en K urt etal.. Tajin. México, Gobierno del Estado de Veracruz, Pemex, 1992.
Brüggem ann, Jiirg en K urt et al, Zempoala: el estudio de una ciudad prehispcmica. México, In stitu to
Nacional de A ntropología e Historia, "Serie Arqueología'. 1991.
B rüggem ann, Jiirgen Kurt, El Tajin, Veracruz■México, Consejo Nacional p ara la Cultura y las Artes-
In stitu to Nacional de A ntropología e Historia, 1993.
Byers, Douglas S. "Climate a n d Hydrology", in D. S. Byers (ed), The Prehistory ofthe Tehuacan Valley, Vol.
1, A ustin an d London, U niversity of Texas Press, 1967, pp. 48-65.
_____ (ed.), The Prehistoiyofthe Tehuacan Valley, 5 Vols., Austin an d London, University of Texas Press,
1967.
Caran, S. C h risto p h er an d Ja m es A. Neely, "Engineering in Prehistoric México", in ScientificAmerica,
o ctu b re 2006, pp. 80-86.
Carrasco, Pedro, Estructura político-territorial del Imperio tenochca La Triple Alianza de Tenochtitlan,
TetzcocoyTlacopan, México, El Colegio de México-Fideicomiso H istoria de las Am éricas/Fondo
de Cultura Económica, 1996.
Catálogo de ilustraciones, C entro de Inform ación Gráfica del Archivo General de la Nación, 11 t„
México, Archivo General de la Nación, 1979.
Catherw ood, Frederick, Visión del mundo maya-1844, Introducción Alberto Ruz Lhuillier, México,
Edición privada de C artón y Papel de México, S. A., 1978.
_____ , The Lost Cities ofthe Mayas. The Ufe, art, and discoveries of Frederick Catherwood, Text by Fabio
Bourbon, Nueva York, Londres, Abbeville Press Publishers, 1999.
Cepeda, Fernando dé; Alfonso Carrillo y Ju a n Albares Serrano, Relación universal legítima y verdadera
del sitio en que está fundada ¡a... ciudad de México..., México, Im prenta de Francisco Salbago,
1637.
Charlton, T h o m as H, "C ontem porany A griculture of th e Valley', en Natural Environment,
Contemporany Occupation and 16"'CentuiyPopulation ofthe Valley'Vhel'eotihmcanVaWeypYaject,
Final rep o rt, n u m b er 3; The Pennsylvania S tate University, 1970, pp. 253-384.
Child, Gordon. W h at h ap p en ed in history. Penguins Books Inc. New York, 1946.
Chilam Balam de Chumayet, "Cíen de México", Conaculta, 1“ reim presión, México, 2001.
Chim alpahin (Cuauhtlehuanitzin), Domingo Francisco de San Antón Muñón, Relaciones originales
de Chalco A m aquem ecan, paleografiadas y traducidas del n áh u atl con u n a introducción p o r S.
Rendón, México, Fondo de Cultura Económica, 1965.
Ciudad Real, A ntonio de, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España [1548], 2 1, México,
UNAM-lnstituto de Investigaciones Flistóricas, 1976.
CodexAzcatitlan. CódiceAzcatitlan, París, Biblioteque Nacionales de France/Societé des A niericanistes,
1995.
Códice Badiano, Libellus de Medicinalibus Indontm Herbis, edición facsimilar, México, In stitu to
M exicano del Seguro Social, 1964.
Códice Cozcatzin, Estudio y paleografía de Ana Rita Valero de G arda Lascuráin, Paleografía y
trad u cció n de los te x to s n ah u as de Rafael Tena, México, In stitu to Nacional de A ntropología e
H istoria/B enem érita Universidad A utónom a de Puebla "Códices M esoam ericanos IV", 1994,
Códice Durán, Proyecto y te x to s Electra y T onatiuh Gutiérrez, México, A rrendadora Internacional,
1990.
Códice Florentino, edición facsím il del m an u scrito 218-20 de la Colección Palatina de la Biblioteca
Medicea L aurenziana, 3 1„ México, Gobierno de la República (Mexicana), 1980.
Códice Madrid.
Códice Mendocino, México, San Ángel Ediciones, S. A., 1979.
Códice Mexicanus,"Comcntaire du Codex M exicanus Núm. 23-24 de la Biblioteque N ationale de París",
en: E rnest M engin (ed.), Journal de la Societé des Aniericanistes, Vol. XLI, 1952, pp. 387-498.
Códice Ramírez, M anuscrito del siglo XVI intitulado: Relación del origen de los indios que habitan esta
Nueva España según su historia, José M aría Vigil (ed.), México, Im p ren ta y litografía de Ireneo
Paz, 1878.
Códices indígenas de algunos pueblos del Marquesado del Valle de Oaxaca publicados por el Archivo General
de la Nación para el Primer Congreso Mexicano de Historia celebrado en la ciudad de Oaxaca, México,
Editorial Innovación, S. A., 1983.
Coe, Michael and Richard, A. Diehl, "In th e Land o f th e Olmec', vol. 1, Archaelogy of San Lorenzo
Tenochtitlan, University o f Texas Press, Anstin, 1980.
Coe, Michael D„ "San Lorenzo an d The Olmec Civilization”, en E. Benson (ed.), Dumbarton Oaks
Conference on The Olmec, W ashington, D. C, D um barton Oaks Research Library and Collection,
1968, pp. 41-67.
Córdova, Carlos, Landscape Trarsformation in Aztec and Spanish Colonial Texcoco, México. Ann Arbor,
P.D. D issertation, University o f Texas a t Austin, Austin, 1997.
Cortés H ernández, Jaime,"El sistem a hidráulico en la Zem poala prehispánica', en J. K. Brüggem ann,
et al, Zempoala: el estudio de una ciudad prehispánico, México, In stitu to Nacional de Antropología
e Historia, "Serie Arqueología", 1991, pp. 269-292.
Cortés, Hernán, Caitas de Relación, Austral, Madrid, 1961.
Covarrubias, S ebastián de, Tesoro de la lengua castellano o española. Primer Diccionario de la Lengua
(1611). Madrid, Ediciones Turner, 1984.
Cuevas Aguirre, José Francisco, Extracto de los autos..., México, Im p ren ta de la viuda de D. José
B ernardo de Hogal, 1748.
Cyphers, Ann (coord.), Población, subsistencia y medio ambiente en San Lorenzo Tenochtitlan, México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Antropológicas, 1997.
_____ , Escultura olmeca de San Lorenzo Tenochtitlán, C oordinación de H um anidades de la UNAM-
In stitu to de Investigaciones Antropológicas, México, 2004.
De la Fuente, Beatriz, Las cabezas colosales olmecas, Fondo de Cultura Económica, México, 1975.
De Landa, Diego, Relación de las cosas de Yucatán, Conaculta, México, 1994.
Denevan, William, M, "Aboriginal Drained-field Cultivation in th e Americas", Science, Vol. 169, núm.
3946,1970, pp. 647-654.
______"Hydraulic A gricultura in th e A m erican Tropics. Forms, M easures, an d Recent Research",
en Kent V. Flannery (ecl), Maya Subsistence. Stuciies in Memory ofDennis £ Paleston, Nueva York,
Academic Press, 1982, pp. 181-204.
______'Investigaciones recientes sobre agricultura precolom bina de cam pos elevados en América
Latina", Biótica, Vol. 5, núm . 2,1980, pp. 57-62.
Díaz del Castillo, Bernal, Historia de la Conquista de la Nueva España, Porrúa, México, 1970.
Diccionario de Autoridades, Real Academia Española, edición facsim ilar (de la de 1726), 3 tomos.,
M adrid, Editorial Gredos, 1976.
Diccionario de la Lengua Española, Madrid, Real A cademia Española, 1970.
Doolittle, William E, CanalIrrigation in PrehistoryMéxico.TheSequenceofTechnological Change, Austin,
University ofTexas Press, 1990.
Duran, fray Diego, Historia de las Indias de Nueva España e islas de la Tierra Firme, 3 Vols., México, Editorial
Porrúa, S. A., 1967.
Educación P ública-Instituto Nacional de Antropología e H istoria (comp), La agricultura chinampera.
Compilación histórica, Universidad A utónom a Chapingo, México, 1993.
_____ (coord.). Agricultura indígena: pasado y presente, México, C entro de Investigaciones y Estudios
Superiores en A ntropología Social, "Ediciones de la Casa C hata 271990.
_____ (ed.), PedroAnníi/aaVido.)'obra, 2 vols., México, C entro de Investigaciones y Estudios Superiores
en Antropología S ocial/Instituto Nacional de A ntropología e Historia, 1991.
_____ ,"Obras hidráulicas coloniales en el n o rte de la Cuenca de México (1540-I556)y la reconstrucción
de la a lb arra d a de San Lázaro (1555),Revista Ingeniería, México, UNAM, Vol. LI, núm . 2,1981, pp. 98-
115.
< 3 $ 9 0 e 2 0 a £ s S 9 9 i2 2 0 Ü G S ^

_____ ,'EI trib u to en tra b a jo en la construcción de las obras públicas de México-Tenochtítlan", en A.


B arrera Rubio (ed.), El modo de producción tributario en Mesoamérica, Mérida, Yucatán, Escuela de
Ciencias Antropológicas, Ediciones de la Universidad de Yucatán, 1984, pp. 51-75.
_____ , "La tecnología indígena de construcción de chinam pas en la Cuenca de México", en T.
Rojas Rabiela (comp.), La agricultura chinampera. Compilación histórica, Universidad A utónom a
Chapingo, México, 1993, pp. 301-327.
_____ , 'La tecnología agrícola", L. M anzanilla y L. López Luján (coords.), Historia antigua de México,
Vol. IV. Aspectos fundamentales de la tradición cultural mesoamericana, México, In stitu to Nacional
de A ntropología e Historia, Universidad Nacional A utónom a de México, Miguel Ángel Porrúa,
2001, pp. 13-68.
_____ , La ag ricu ltu ra y el riego m esoam ericanos, en Lorenzo Ochoa (coord.), Gran historia de México
ilustrada, Vol. 1, núm . 53 México, Editorial P laneta Mexicana, 2001, pp. 241-260.
______"De ciénega a chinam pa y de chinam pa a ciénega: tenencia y uso del suelo y el agua en
Xochimilco. De la Independencia a la Reform a Agraria." Conferencia Magistral en Coautoría
con Ju an M atam ala Vivanco, presentada en el III Seminario Internacional de Investigadores de
Xochimilco. Parque Ecológico de Xochimilco, D.F, 1988.
_____ , "Las cuencas lacu stres del Altiplano Central", en Arqueología Mexicana, Vol. XII, núm . 6, julio-
agosto 2004, pp. 20-27.
_____ , Las siembras de ayer. La agricultura indígena del siglo XVI, México, D. F„ CIESAS-Secretaria de
Educación Pública, 1988.
El ritual de los Bacabes, UNAM, México, 1987.
Eling M clntosh, Tom ás M artínez Saldaña y Cristina M artínez, “Las galerías fi ltrantes, Una h isto ria
de éxito en S anta M aría de las Parras". Boletín del Archivo Histórico del Agua, año 10, núm . 31, pp.
7-16, México, 2005.
Evans, Susan Toby y David L. W ebster (eds.), Archaeology ofAncient México and Central America An
Enciclopedia, Nueva York-Londres, G arland Publishing, Inc., 2001.
Flannery, K. V, Anne T. Kirkby; Michael J. Kirkby, y Aubrey W. Williams Jr„ "Farming System s and
Political G row th in A ncient Oaxaca', Science, 158,1976, pp. 445-454.
Flannery, Kent V. y Joyce M arcus (eds.), The Cloitd People. Divergent Evolution ofthe Zapotee and Mixtee
Civiliations, Nueva York, Academic Press, Inc., 1983.
Flannery, Kent V. (ecL), Guilá NaquítzArchaic Eoraging and EarlyAgricultiire in Oaxaca, México, Orlando,
Florida, A cadem ic Press, Inc., 1986.
_____ , "Los orígenes de la ag ricu ltu ra en México: las teorías y las evidencias", en T. Rojas Rabiela y
W. T. Sanders (eds.). Historia de la agricultura. Epocaprehispánica-SigloXVI, 2 1. México, In stitu to
Nacional de A ntropología e Historia, 1.1,1985, pp. 237-266.
Florescano, Enrique, Memoria indígena, Taurus, México, 1999.
French, Kirk, The Waters ofLakam Ha. A Sun/ey of Palenques Water Management, FAMSI, 2007. h ttp://
w w w .fam si.org/reports/05076es/index.htm l
Galindo Escamilla, Em m anuel, Organización social para el uso y manejo de jagüeyes. El caso de la zona
norte de los Llanos deApan en el estado de Hidalgo, México, tesis para o b te n e r el grado de m aes tro
en Ciencias, Colegio de Postgraduados, Campus Montecillo, Texcoco, México, 2007.
Gallereta, Tomás, "Cenotes y asen tam ien to s hum an o s en Yucatán", Arqueología Mexicana Vol. XIV,
núm .83,2007 México.
Gamio, Manuel, La población del valle de Teotihuacán, edición facsimilar, 5 1., México, In stitu to Nacional
Indigenista, 1979.
García Castro, René, "Historia de la tecnología agrícola en el altiplano central desde el principio de
la ag ricu ltu ra h a s ta el siglo XIII", en T. Rojas Rabiela y W.T. Sanders (eds.), Historia de la agricultura.
Época prehispánica-SigloXVI, 2 1, México, In stitu to Nacional de A ntropología e Historia, t. 2,1985,
pp.7-75.
_____ , 'Cultivos indígenas en el Valle de Cuernavaca, siglo XVF, enT. Rojas Rabiela {coord), Agricultura
indígena pasado y presente, Centro de Investigaciones y Estudios S uperiores en Antropología
SociarEdiciones de la Casa Chata" 271990, pp. 165-175.
_____ , "The Historical Im portance of Tlaxcala in th e Cultural D evelopm ent o f th e Central
Highlands", Victoria Reifler Bricker y Jerem y A. Sabloff (eds.), Supplement to the Handbook of
Middle American Indians, Volume One.Archaeoíogy, Austin, U niversity o f Texas Press, 1981, pp. 244-
295.
García Cook, Angel y B. Leonor M erino C am ón, "Agricultura intensiva en el área maya: algunos
cuestionam ientos', en T. Rojas Rabiela (coord.), Agricultura indígena: pasado y presente, México,
C entro de Investigaciones y Estudios Superiores en A ntropología Social, 1990, pp. 69-87.
García M artínez, Bernardo, El Marquesado del Valle: tres siglos de régimen señorial en Nueva España,
México, Colegio de México "Centro de Estudios Históricos, Nueva Serie' 5,1969.
_____ , Las regiones de México. Breviario geográfico e histórico. El Colegio de México, "Seminario de
T extos Universitarios", México, 2008.
García Sánchez, M agdalena y José A. Aguirre Anaya, El modo de vida lacustre en la cuenca del Alto
Lerma: un estudio etnoarqueológico, tesis de Licenciatura en Arqueología, Escuela Nacional de
Antropología e Historia, México, 1994.
García Villanueva, Nahún Hamed, Panorama histórico y evolución de las zonas de riego, Conagua-IMTA-
CEDEX, México, 2000.
García, García, M aría Teresa, "El señorío de Acolhuacan", Arqueología Mexicana, Vol. X, núm . 58,
noviem bre-diciem bre, 2002, México.
Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español (1539-1810), Siglo XXI, México, 1967.
González Aparicio, Luis, Plano reconstructivo de la región de Tenochtitlan, México, In stitu to Nacional
de A ntropología e Historia, 1973.
González Lauck, Rebeca, "La Venta, la gran ciudad olmeca", Arqueología Mexicana Vol. II, núm . 12,1995,
México.
Good Eshelman, Catherine, "Tradicional G ardening Techniques am o n g N ahuatl Indians: "Huertos
de hum edad" in th e Balsas River Valley, México", Anales deAntropologia, Vol. 39-1, UNAM-Instituto
de Investigaciones Antropológicas, 2005, pp. 119-129.
Grove, David, 'Cerros sagrados olmecas", Arqueología Mexicana, Vol. II, núm . 12,1995.
Gutiérrez, Gerardo, "The T rom pezon Irrígation System o f E astern Guerrero", Ponencia, Society for
A m erican Archaeolgy, 73rtl Animal Meeting, Vancouver, British Columbia, Canadá, m arzo 2008.
_____ , The Expanding Polity: Patterns of the Territorial Expansión ofth e Post-Classíc Señorío ofTIapa-
Tlachinollan in the Mixteca-Nahuatl-Tlapaneca Región o f Guerrero, Ph. D. D issertation, D ep artm en t
o f Anthropology.The G radúate School.The Pennsylvania S tate University, 2002.
G uzm án Puente, M. A. Alicia y Jacin ta Palerm Viqueira, "Los jagüeyes en la región de los Altos
Centrales de Morelos", en Boletín de Archivo Histórico del Agua, México, Archivo His tórico del
Agua, Año 10, núm., 29,2005, pp. 21-26.
I-Iarrison, P. D. and B. L. T u rn er II, Pre-Hispanic Maya Agriciüture, A lbuquerque, University of New
México Press, 1978.
Heizer, Robert, "New O bservations en La Venta", en E. Benson (ed.), Dumbarton Oaks Conference on The
Olmec, W ashington, D. C, D um barton Oaks Research Library an d Collection, 1968, pp. 9-26.
Henao, Luis Emilio, Tehuacán: campesinado e irrigación, México, Edicol, 1980.
H ernández Garciadiego, Raúl y Grisela H errerías Guerra, Evolución de la tecnología hiclro-agro-
ecológica mesoamericana desde su origen prehistórico. El valle de Tehuacán, Pite. México, A lternativas
y procesos de Participación Social A.C, Tehuacan, Pue., México, 2004.
H ernández Garciadiego, Raúl, "Secretos de los ingenieros m esoam ericanos", Venientes, núm . 114,
octubre, Conagua, México, 2005.
H ernández Pons, Elsa Cristina, La Acequia Real: historia de un canal de navegación, tesis para o b ten er el
grado de doctor, UNAM-Facultad de Filosofía y Le tras, 2002.
i^ m ¿ G s s m m Q B S 9 9 ím

Hopkins, Jo sep h W. III, "Irrigation and th e Cuicatec Ecosystem: A Study o f A gricultiire an d •


Civilization in N orth Central Oaxaca, México', PH. D. D issertation, University o f Chicago,
D ep artm en t o f A nthropology, 1974.
Hunt, Eva V„ 'Irrig atio n and th e Socio-Political O rganization o f th e Cuicatec Cacicazgos', The
Prelvstoiyofthe Valley of Tehuacán Vcilley, Vol. 4, Chronology an d Irrigation, Austin, U niversity of
Texas Press, 1972, pp. 162-248.
Investigación y Ciencia, diciem bre, 2006.
Jim énez Salas, Óscar, “Geom orfología de la región de La Venta, Tabasco: un sistem a Alivio-lagunar
costero del C uaternario', Vol. 3, revista Arqueología, Coordinación Nacional de Arqueología.
INAH, 1990.
Kelly, Isabel y Ángel Palerm, The Tajin Totonac Pan l: History, Subsistence, Shelter and Technology,
W ashington, D. C„ S niithsonian ln stitu tio n of W ashington, In stitu te of Social A nthropology,
Publicationl3,1952.
Kirchhoff, Paul, Mesoamérica. Sus límites geográficos, composición étnica y caracteres culturales, México,
Escuela Nacional de Antropología e Historia, Sociedad de Alumnos, su p lem en to de la Revista
Tlatoani, 1960.
Kirkby, Anne V. T„ The Use ofLand and Water Resources in the Past and Present Valley o f Oaxaca, México,
Ann Arbor, U niversity o f Michigan, M em oirs of th e M useum of Anthropology, num . 5,1973.
Kroeber, Alfred Louis, Cultural an d n a tu ra l Areas of Native, University of California, Berkeley, 1939.
Lameiras, B rigitte B. de y A rm ando Pereyra, Terminología agmhidráulica prehispánico nahua, México
In stitu to Nacional de An tropología e Historia "Colección Científica" 13,1974.
Lameiras, José, "Relaciones en to rn o a la posesión de tie rra s y aguas: un pleito e n tre indios
principales de T eotihuacan y Acolm an en el siglo XVI', en T. Rojas Rabiela, R. A. S trauss K. y J.
Lameiras, Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas prehispánicas y coloniales en el valle de México,
México, S ecretaría de Educación Publica-Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1974,
pp. 177-214.
Lebrón de Quiñones, Lorenzo, Relación sumaria de la visita que hizo en Nueva España el licenciado
Lebrón de Quiñones a doscientos pueblos. Trae las descripciones de ellos, sus usos y costumbres. Fecha
en Taximaro a 10 de setiembre de 1554, Colima, Gobierno del Estado de Colima "Biblioteca Básica
de Colima", 1988.
Levi, Enzo, El agua según la ciencia, México, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 1989.
Linné, Sigvald, El Valle y la ciudad de México en 1550. (Relación histórica fundada sobre un mapa geográfico
que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Upsala, Suecia), Estocolmo, Suecia, S taten
E tnografiska M useum, "New Series", Publication núm . 9,1948.
López Austin y Leonardo López Lujan, El pasado indígena, Fondo de Cultura de México-Colegio de
México, 2001.
López Austin, Alfredo, 1988.
______Breve historia de la tradición religiosa de Mesoamérica, Universidad Nacional A utónom a ele
M éxico-Instituto de Investigaciones Antropológicas, "Colección Textos", Serie A ntropología e
H istoria Antigua: 2, México, 1999.
______TamoanchanyTlalocan, FCE, México, 2000.
López Wario, Luis A lberto (coord.), Ciudad excavada. Veinte años de arqueología de salvamento en la
ciudad de México y área metropolitana, México, In stitu to Nacional de A ntropología e Historia,
"Colección Científica", 510,2007.
Lorenzo, José Luis,"Agroecosistemas prehistóricos", en E.FIernándezX.(ed.y coord.),/Igroecos/'stemíís
de México, Chapingo, Colegio de Postgraduados, 1977 pp. 1-20.
Lowe, W. Gareth, Mesoamérica olmeca: diez preguntas, In stitu to Nacional de A ntropología e Historia,
México, 1“ reim presión, 2002.
Lucero, Lisa J. an d B arbara W. Fash (eds.), Precolumbían Water Management ídeology, Ritual, and Power,
T ucson.T he University o f Arizona Press, 2006.
MacAffe y Bariow, 1946 McAffe, Byron, y R.H. Barlow. The Titles ofTetzcotzinco (Santa María Nativitas).
En Revista Tlalocan,Til, 2,1946,110-127, DOCSXIX, Náhuatl,Texcoco.
MacNeish, Richards., "Un S um m aryoftheSubsistencé'.D .S.B yers (eds.), ThePrehistoryoftheTehuacan
Valley, 5 vols, Austin and London, University o f Texas Press, Vol. 1,1967, pp. 290-309.
Maler, Teohevt. Monumental Americana V. Península Yucatán,VonTeobert, Maler, Editor Hanss J.Preni,
Berlín, M ann Verlagi, 1997.
M anzanilla, Linda y Leonardo López Lujan (coords.), Historia antigua de México. Vol. IV: Aspectos
fundamentales de la tradición cultural mesoamericana, México, In stitu to Nacional de Antropología
e Historia/UNAM-Coordinación de H um anidades-Instituto de Investigaciones Antropológicas,
2001 .
M anzanilla, Linda, In d icadores arqueológicos de obras hidráulicas: problem as de interpretación",
en T. Rojas Rabiela (coord.), Agricultura indígena: pasado y presente, México, C entro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1990, pp. 43-57.
Marcus, Joyce y Charles S tanish (eds.), Agricultura! Strategies, Los Angeles, In stitu te o f Archaeology-
University of California, Los Angeles, "Cotsen Advanced Seminar", 2006.
Marcus, Joyce, "The Roles of Ritual an d Technology in M esoam erica W ater M anagem ent", J. Marcus
y C. S tanish {eds.), AgriculturalStrategies. Los Angeles, Cotsen In stitu te ofArchaeology-University
o f California, "Cotsen Advanced Seminar", 2006, pp. 221-254.
M artínez Donjuán, Guadalupe, "El sitio olm eca de T eopantecuanitlan en Guerrero", Anales de
Antropología, Vol. XXII, 1986, pp. 215-226.
_____ , "Teopantecuanitlan, Guerrero. Un sitio olmeca", en Revista Mexicana de Antropología, Vol.
XXVIII, 1982, pp. 122-132.
______"Teopantecuanitlan", Arqueología Mexicana, Vol. II, núm . 12, m arzo-abril 1995, pp. 58-62.
_____ , "Teopantecuanitlan", en The Oxford Enciclopedia of American Cultures.The Civiliza tions o f México
and Central America, David Carrasco (ed.), Nueva York, Oxford University' Press, Vol. 3, 2001, pp.
2 0 0 - 201.
M artín ez G arda, Cristina, Aportaciones para el estudio de la obra hidráulica del pequeño riego, Parras
de la Fuente, Coahuila, México, tesis de m a e s tra en Ciencias, Colegio de Postgraduados, Campus
Montecillo, Texcoco, México, 2005.
M artín ez García, Cristina; Eling Jr„ H erbert I I., "Cambios, innovaciones y discontinuidades po r
galería fi 1tra n te en Parras de la Fuente, Coahuila, México", en A ntonio Escobar, M artín Sánchez
y Ana M aría G utiérrez (Coords.), Agua y Tierra en México, siglos XIXy XX, 2 t„ México, CIESAS/E1
Colegio de San Luis Potosíy El Colegio de M ichoacán, 2008; T. I, pp. 125-150.
M artínez, José Luis, Cosmovisión, rituales y simbolismo del agua en Xochimilco, tesis doctoral, INAFI,
2006 (en edición).
Masón, R„ etai., An ArchaeologicalSurvey on theXoxocotían Piedmont, Oaxaca,México, Vol. 42, No.4,1977,
pp. 567-575.
Matos, Eduardo, ’M esoámeñca,Historia Antigua de México,V-FEI México Antiguo,sus áreas culturales, los
orígenes y el horizonte Preclásico, Conaculta-INAH-Instituto de Investigaciones A ntropológicas
UNAM, México, 2000.
M atricula de Tributos, Códice de Moctezuma, Museo de Antropología, México (Cod. 35-52), Austria,
Akadem ische Druck-u. V erlagsanstalt, Graz, 1980.
McClung de Tapia, Emily y Evelyn Childs R attray (eds.), Teotihuacan. Nuevos datos, Nuevas síntesis,
Nuevos problemas, México, UNAMTnstituto de Investigaciones Antropológicas, 1987.
McLung de Tapia, Emily, 'La dom esticación del maíz", Arqueología Mexicana, Vol. V, núm . 25, mayo-
junio, 1997.
Medina, Miguel A., Arte y estética de El Tezcotzinco. Arquitectura de paisaje en la época de Nezahualcóyotl,
UNAM, México, 1997.
Méndez, Diego Granados, "El agua e n tre los m ayas de la península de Yucatán', en El agua en la
cosmovisión y terapéutica de los pueblos indígenas de México, In stitu to Nacional Indigenista.
México, 1999.
Millón, Rene y Clara Hall and May Díaz,’C onflictin th e m o d ernT eotiluiacan írrig atio n system", in
Comparative stuclies in societyand history, Vol. IV, núm . 4, 1962, pp. 494-524.
Millón, Rene, "Irrigation atT eotihuacan', in American Antiquity, Vol. 20, núm . 2,1954, pp. 177-180.
_____ "Irrigation System s in th e Valley of Teotihuacan", American Antiquity, Vol. 23,1957, pp. 160-166.
_____ , The Teotihuacan Map, 2 Vols., Austin an d Londres, University ofTexas Press, 1973.
Molina, fray Alonso de, Vocabulario en lengua castellana y mexicana, México, Editorial Porrúa, SA,
"Biblioteca Porrúa" 44,1970.
Moliner, María, Diccionario de uso del español, Madrid, Editorial Gredos, 1981.
Molí, García Roberto,"La cuenca de México P reclásícoT em pranoy Medio (2500-400 a.CJ .Arqueología
Mexicana, Vol. XV, núm . 86, México, 2007.
Molí, G arría y M artínez Regina, Olmecasy mayas, Conaculta-Grupo Azabache, México, 2006.
M uñoz Camargo, Diego. Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala de las Indias y del Mar Océano
para el buen gobierno y ennoblecimiento deltas, edición facsímil del M anuscrito de Glasgow con
u n estudio p relim in ar de René Acuña, México, UNAM, 1981.
Navas, fray Francisco de las, Calendario indico de los indios del mar océano y de las panes deste Nuevo
Mundo, ¿1557?, reproducido en la Descripción de M uñoz Camargo, ff. 167v-172v (original en
Biblioteca Nacional de A ntropología e Historia, Archivo Histórico, Col. Ramírez, Opúsculos
históricos, t. 21, "Colección Antigua" 210, pp. 93-220).
Neely, Jam es A., "Organización hidráulica y sistem as de irrigación prehistóricos en el Valle de
Oaxaca", Boletín Instituto Nacional de Antropología e Historia, 27,1967, pp. 15-17.
Nichols, D eborah L.,'A Middle Form ative Irrigation System n ear S anta Clara C oatitlan in th e Basin
o f México", American Antiquity, Vol. 47 No. 1, pp. 133-144, Jan., 1982.
______"Infrared Aerial P hotography and Prehispanic Irrigation a t Teotihuacan: T he Tlajinga
Canals”, Journal ofFieldArchaeology, Vol. 15, No. 1, pp. 17-27, Spring, 1988.
Niederberger, Christine, "Las sociedades m esoam ericanas: las civilizaciones an tig u as y su
n acim ien to ”, en T. Rojas Rabiela y Jo h n V. M urra (dir.), Las sociedades originarias. Historia general
de América Latina, Vol. I, Historia general de América Latina, París, Francia, Editorial T rotta, S. A./
UNESCO, 1999, pp. 116-159.
_____ Cinco milenios de ocupación humana en un sitio lacustre de la Cuenca ele México, México, In stitu to
Nacional de A ntropología e Historia, 'Colección Científica" 30,1976.
______Paleopaysages etArcheoIogie Pre-Urbaine da Basin deMexic (Mexique), 1.1, México, C entre d'Etudes
Mexicaines e t C entram ericaines, "Etudes M esoam ericaines, Vol. XI', 1987.
Nuevos documentos relativos a los bienes de Hernán Cortés, México, Archivo General de la Nación/UNAM,
1946.
O'Brien, Michael J.; Roger D. Masón; Dennis E. Lewarch y Jam es A. Neely, /I Late Formative Irrigation
Settlement below Monte AlbánSurvey and excavation on theXoxocotlán piedmonte, Oaxaca, México,
Austin, Texas, In stitu te o f Latin Am erican Studies, The University ofTexas a t Austin, 1982.
Obras de irrigación en el México prehispánico. Antología, México, S ecretaria de A gricultura y Desarrollo
Social/ICID-Comisión Internacional de Irrigación y Drenaje/Fideicomiso de Riesgo Com partido,
1999.
Obras hidráulicas en América Colonial, Madrid, Centro de Estudios H istóricos de O bras Públicas y
U rbanism o/C entro de Estudios y E xperim entación de Obras Públicas, 1993.
Olay B arrientes, M aría de los Ángeles, Volcán de fuego. Cuna del agua, morada del viento. Desarrollo
social y procesos de cambio en el valle de Colima.Una propuesta de interpretación, tesis para o b ten er
el grado de d o cto ra en A ntropología Social, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
en A ntropología Social, 2005.
O rtizP érezy Cyphers, Población, subsistencia}/ medio ambiente en San Lorenzo Te/ioc/it/t/on, Universidad
Nacional A utónom a de México e In stitu to de Investigaciones Antropológica. México, 1997.
Palerm, Ángel y Wolf, Eric, Agricultura)' sociedad en Mesoamérica, Gernika, México, 1992.
_____ ,Agricultura y civilización en Mesoamerica, Gernika, México, 1972.
Palerm, Ángel, 'D istribución geográfica de los regadíos prehispánicos en el áre a cen tral de
Mesoamérica", en A. Palerm y E.'Wolf,Agriculturay civilización en Mesoamérica, México, S epsetentas
32,1972, pp. 30-64.
_____ , 'La base agrícola de la civilización inesoam ericana", en A. Palerm y E. Wolf, Agricultura y
civilización en Mesoamérica, México, S epsetentas 32,1972, pp., 65-64.
_____ , 'Potencial ecológico y desarrollo cultural de Mesoam érica" (1957), en Á. Palerm y E. Wolf,
Agricultura y civilización en Mesoamérica, México, S epsetentas 32,1972, pp. 149-212.
______"Sistemas de regadío prehispánico en T eotihuacan y en el Pedregal de San Ángel" (1961), en A.
Palerm y E. Wolf, Agricultura y civilización en Mesoamérica, México, S epsetentas 32,1972, pp. 95-108.
______Agriculturay sociedad en Mesoamérica, México, S epsetentas 55,1972b.
_____ , Oblas hidráulicas prehispánicas en el sistema lacustre del Valle de México, México, S ecretaría de
Educación Publica-Instituto Nacional de A ntropología e Historia, 1973.
Papeles de Nueva España, Publicados, po r Francisco del Paso Troncoso, 'Segunda Serie", Geografía y
Estadística, 6 Vols., Madrid, 1905 -1906.
Paredes M artínez, Carlos Salvador, "La agricultura en la provincia de C oatlalpan d u ra n te los siglos
XVI y XVII", en Teresa Rojas Rabiela (coorcl), Agricultura indígena: pasado y presente, México,
CIESAS, "Ediciones de la Casa Chata" 27,1990, pp. 177-186.
______La región de Atlixco, Huaquechula y Tochimilcola sociedad y su agricultura en el siglo XVI, México,
C entro de Investigaciones y Estudios Superiores en A ntropología Social/Fondo de Cultura
Económ ica/Gobierno de Estado de Puebla, "Colección Puebla", 1991.
Parsons, Jeffrey, "El papel de la agricultura chinam pera en el ab astecim ien to de alim entos de la
T enochtitlan Azteca, en T. Rojas Rabiela (comp.), La agricultura chinampera. Compilación histórica,
Universidad A utónom a Chapingo, México, 1993, pp. 271-300.
______"Ingeniería hidráulica prehispánica en Acolhuacan", Arqueología Mexicana, Vol. X, núm . 58,
noviem bre-diciem bre, México, México, 2002.
Paso y Troncoso, Francisco del, Papeles de Nueva España, "Segunda Serie", Geografía y Estadística, 6
Vols., Madrid, 1905-1906.
Peña, Efrén, "Irrigación e in fra e stru c tu ra en Oaxaca. Periodo prehispánico", Obra hidráulica en
Oaxaca, IMTA, México, 1998.
Pérez Rocha, Emnia, La tierra)/ el hombre en la villa de Tacuba durante la época colonial, México, In stitu to
Nacional de A ntropología e Historia, "Colección Científica" 115. E tnohistoria, 1982.
Pérez, Campo Mario, "La cuenca de México, Preclásico tard ío (400 a. C.-200 d. C.)", Arqueología Mexicana,
Vol. XV, núm . 86, México, 2007.
Piña Chan, Román, Chichón Itzá. La ciudad de los brujos del agua, FCE, 9n reim presión, México, 2003.
Pomar, Ju an Bautista, "Relación de Tezcoco", en Relaciones de Texcoco y de la Nueva España, México,
Editorial Salvador Chávez I-Iayhoe, 1941.
Ponce, Alonso, véase Ciudad Real, A. de.
Precourt, Prudence, Settlements, Systems and patterns: an ecological system analysis of settlements
systems nearAmozoc de Mota, Puebla, México, Phd. D issertation, D ep artm en t o f Anthropology,
U niversity o f Wisconsin-Milwaukee, 1983.
Raynaud, Georges, El Libro del Consejo, Popol Vuh, UNAM, México, 1964.
"Relación de Teccistlan y su partido" p o r Francisco de C astañeda, Papeles de la Nueva España, t. VI, pp.
209-259.
Reyes García, Cayetano, Altépetl, ciudad indigena.Cholula en el siglo XVI, tesis de licenciatura, Escuela
Nacional de A ntropología e Historia, México, 1976.
Rivera Dorado, Miguel, La ciudad maya, un escenario sagrado, Editorial Com plutense, Madrid, 2001.
Rojas Rabiela, Teresa (ed.), PedroArmillasyobra, Vol. I, INAH-CIESAS-Conaculta, México, 1991.
_____ , "Aspectos tecnológicos de las obras hidráulicas coloniales", en T. Rojas R„ R. A. S trauss K. y J.
Lameiras, Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas prehispánicasy coloniales en el valle de México,
México, S ecretaría de Educación P ublica-Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1974,
pp. 21-133.
_____ , "La ag ricu ltu ra chinam pera, com pilación histórica, Universidad A utónom a Chapingo",
México, 1993.
_____ , Las siembras de ayer. La agricultura indígena del sigloXVI, SEP-C1ESAS, México, 1988.
Rojas Rabiela y Regina Olmedo, Altepeámatl el códice y la historia agraria de Apasco, CIESAS/RAN, en
prensa.
Rojas Rabiela, Teresa y Jo h n V. M u irá (dir.), Las sociedades originarias. Historia general de América
Latina, Vol. I, París, Francia, Editorial T rotta, S. A./UNESCO, 1999.
_____ , Historia General de América Latina, Volumen I: Sociedades Originarias, UNESCO-Trotta, 1999.
Rojas Rabiela, Teresa y William T. S anders (eds.), Historia de la agricultura. Época prehispánica- SigloXVI,
2 1, México, In stitu to Nacional de Antropología e Historia, 1985.
Rojas Rabiela, Teresa, Rafael A. S trauss K. y José Lameiras, Nuevas noticias sobre las obras hidráulicas
prehispánicas y coloniales en el valle de México, México, S ecretaria de Educación Publica-Instituto
Nacional de A ntropología e Historia, 1974, pp. 177-214,
Ruiz Pulido, Oritia, Tiempo de hilo. El hilado tradicional y su simbólica, tesis de licenciatura en A rtes
Visuales, C entro M orelense de las Artes, México, 2007.
Ruvalcaba Mercado, Jesús, Agricultura india en Cempoala, Tepeapulcoy Tulancingo. Siglo XVI, México,
Unión de Ciudades Capitales Iberoam ericanas/D epartam ento del D istrito Federal, 1985.
Sahagún, fray B ernardino de, Historia general de las cosas de la Nueva España, México, Editorial Porrúa,
S.A., "Colección Sepan C uántos..." 300,1975.
Sanders, William T, "El lago y el volcán: la chinam pa (1957)', en T. Rojas Rabiela, Teresa (comp.), La
agricultura chinampera:Compilación histórica, Universidad A utónom a Chapingo, México, 1993, pp.
111-178.
_____ ,"Cultural Ecologyof Nuclear M esoaméñca, American Anthropologist, Vol. 64, núm .l, P artí, 1962,
pp. 34-44.
______, "The A gricultural H istory o f th e Basin o f México", en E.R. Wolf (ed.), The Valley of México,
Albuquerque, University of New México Press, A School of A m erican Research Book, 1976, pp.
101-159.
_____ , Tierra y agua. A Study ofthe Ecological Factors in the Development of Mesoamerican Civilizations,
Ph. D. D issertation, D e p a rtm e n t o f Anthropology, H arvard University, 1957.
Sandoval, Fernando B„ La industria del azúcar en Nueva España, México, Universidad Nacional
A utó n o m a de México, 1951.
S antam aría, Francisco J. Diccionario de Mejicanismos, México, Editorial Porrúa, S. A., 1974,
Scarborough, Vernon, "An Overview o f M esoam erican W ater Systems', en L. J. Lucero y B. W. Fash
(eds.), Precolumbian Water Management ¡deology Ritual, and Power, Tucson, T he U niversity of
Arizona Press, 2006, pp. 223-235.
_____ , The Flow of Power. Ancient Water and Landscape, S anta Fe, New México, A School o f A m erica
Research R esident Scholar Book, 2003.
Schm idt, P eter J, "Un siste m a de cultivo intensivo en la cuenca del rio Nautla, Veracruz', en Boletín
dellNAH, época III, núm . 2,1977 pp. 50-60.
Serra Puche, M ari Carm en, Los recursos lacustres de la cuenca de México durante el Formativo, México,
UNAM-lnstituto de Investigaciones Antropológicas, 1988.
Siemens, Alfred H. y Dennis E. Puleston, "Ridged Fields an d Associated Features in S outhern
Campeche: New Perspectivas on th e Lowland Maya", American Antiquity, Vol. 37, núm . 2,1972, pp.
228-239.
Siemens, Alfred, 'Prehispanic Agricultura! Use o f th e W eüandas o f N o rth ern Belice", en Kent V.
Flannery, Maya Subsistence. Studies in Memory ofDennis £ Puleston, Nueva York, Academic Press,
1982, pp. 205-226.
_____ ,AFavoredPlace:SanJitanRiverLowlands,CentralVeracniz,A.D.500tothePnesent,Austm.Un¡versity
o f Texas Press, 1998.
______Tierra configurada. Investigaciones de losvestigios de agricultura precolombina en tierras inundables
costeras desde el Norte de Veracruz hasta Belice, México, Consejo Nacional p a ra la Cultura y las
Artes, 1989.
Simonds, Stacey, Ann Ciphers y Roberto Lunagómez, Asentamiento prehispánico en San Lorenzo
Tenochtitlan, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Antropológicas-Dirección General de
A suntos Académicos,'Serie San Lorenzo-, 2002.
Sistemas hidráulicos de Coahuila de Zaragoza, m an u scrito inédito.
Sluyter, Andrew, 'intensive W etland A gricultura in M esoam érica: Space, Time, a n d F om í, Aunáis of
theAssociation of American Geographers', 84 (4), 1994, pp. 557-584.
Sm ith, M ary Elizabeth, Picture Writing from Ancient Southern México, Mixtee Place Signs and Maps,
Norm an, University o f Oklahom a Press, 1973.
Solis Olguin, Felipe, 'Chapultepec, espacio ritu a l y secular de los tlatoani azteca", en Arqueología
Mexicana, Vol.X, núm . 57,2002, pp. 36-40.
Sotelo Santos, Laura Elena, Los dioses del Códice Madrid, UNAM, México, 2002.
Soustelle, Jacques, Les Olméques, le plus ancienne civilization clu Mexique, Edicition A rthaud, Paris,
France, 1979.
Stephens, Jo h n L. incidents ofTravel in Yucatán, Ilu stratred by 120 engravings, 2 1, Nueva York, Dover
Publications, Inc., 1963.
Stew ard, Julián H„ Theoiy of Culture Changa The Methodology of Multilinear Evolution, Urbana,
University o f Illinois Press, 1955.
_____ , "Cultural Causality and Law: ATrial Form ulation o f th e D evelopm ent o f Early Civilizations",
American Anthropologist, Vol. 51,1949, pp. 1-27.
______"The Irrigation Civilizations, A Sym posium on Methocl an d Result in Cross-Cultural
regularities', en Irrigation Civilizations: A Comparative Study, W ashington, D. C„ P anam erican
Union, Social Science M onographs, 1,1960, pp. 1-6.
Stirling, M atthew , Stone monuments ofthe Rio Chiquito, Veracruz, México, S m ithsonian Institution,
W ashington,1955.
S trau ss K„ Rafael A., "El área se p ten trio n al del valle de México: problem as agrohidráulicos,
prehispánicos y coloniales", T. Rojas R„ R.A. S trauss K.y J. Lam eiras, Nuevas noticias sobre las obras
hidráulicas prehispánicosy coloniales en el valle de México, México, S ecretaria de Educación Publica-
In stitu to Nacional de Antropología e Historia, 1974, pp. 137-174.
Suma de visitas de pueblos por orden alfabético, véase Del Paso y Troncoso, Papeles de Nueva España, 1.1.
Sym onds Stacey, Cyphers Ann y Lunagóm ez Roberto, Asentamiento prehispánico en San Lorenzo
Tenochtitlán, Universidad Nacional A utónom a de M éxico-Instituto de Investigaciones
A ntropológicas, México, 1“ reim presión, 2006.
Tapia y Zurita, "Las p rim eras sociedades sed en tarias en H istoria A ntigua de México", V-I: El México
Antiguo, sus áreas culturales, los orígenes y el horizonte Preclásico, Conaculta-INAH-instituto de
Investigaciones A ntropológicas UNAM, México, 2000.
Taube, Karl 2007 La ja d e ita y la cosm ovisión de los olm ecas en la revista: Arqueología Mexicana, Vol.
XV, núm . 87, México, 2007.
The Oxford Enciclopedia of American Cultures. The Civilizations of México and Central America, 3 Vols.,
David Carrasco (ed.), Nueva York, Oxford University Press, 2001.
T hom pson, Eric Fl„ 'T he C hultunes o f Labná, Yucatán, Cambridge, M assachusetts, Peabody
M useum o f Archaeology an d Ethnology, H arvard University, 1897.
Torquem ada, ft-ay Ju a n de, Monarquía Indiana, edición facsiniilar de la de 1723,3t„ México, Editorial
Pon-lia, S.A., 1975.
T u rn er II, B.L. P eter D. Harrison, (eds.), Pultrouser Swamp: Ancient Maya Habitat, Agriculture, and
Settlement in Northern Belize, Texas, University of Texas Press, 1983.
V etancurt, fray A gustín de, Teatro Mexicano. Descripción breve de los sucesos ejemplares, históricos
y religiosos clel Nuevo Mundo de las indias, edición facsiniilar, México, Editorial Porrúa, S. A„
"Biblioteca Porrúa", 45,1971.
W annan, Arturo, ... Y venimos a contradecirlos campesinos de Morelosy el Estado nacional, México,
C entro de Investigaciones Superiores del In stitu to Nacional de Antropología e Historia,
"Ediciones de la Casa C hata' 2,1978.
Weigand, Phil C, Historia de una civilización prehispánica: arqueología de Jalisco, Nayarity Zactecas, El
Colegio de M ichoacán, Zam ora, 1993.
_____ , "Obras hidráulicas a g ran escala en el Occidente de M esoamérica', E. W illiams (ed.),
Contribuciones a la arqueología y etnohistoria del Occidente de México, Zam ora, El Colegio de
M ichoacán, 1994.
_____ , Las chinampas prehispánicas del Occidente de Jalisco.... México, Gobierno del Estado de Jalisco,
1996.
West, R obert C.y Jo h n P. Augelli, MiddleAmericadts Lands and Peoples, Englewood Cliffs, P rentice Hall,
1989.
West, R obert C. y Pedro Armillas, "Las chinam pas de México. Poesía y realidad de los jard in es
flotantes', Cuadernos Americanos, núm . 50,1950, pp. 165-182.
Wilken, Gene C, "Drained Field Agriculture: An Intensive Farm ing System in Tlaxcala, México', The
Geographical Review, Vol. 59, núm . 2,1969, pp. 215-241.
_____ , "Las galerías filtra n te s de México", M. Suárez (ed.), Historia, antropología y política. Homenaje a
Ángel Palerm, México, Alianza Editorial Mexicana, 1990,1.1, pp. 275-305.
Williams, B arbara J. y H. R. Harvey, The Códice de Santa María Asunción, Facsímile a n d Com entary,
I-Iouseholds an d Lands in S isteenth-C entury Tepetlaoztoc, Utah, University o f U tah Press,
1997.
Williams, Eduardo (ed.), Contribuciones a la arqueología y etnohistoria del Occidente de México, Zam ora,
El Colegio de M ichoacán, 1994.
W ith m o re.T h o m as M. an d B. L.Turner 11,‘L andscapes of Cultivation in M esoam erica in th e Eve o f
Conquest", in Annals ofAssociation of American Geographers, Vol. 82, núm . 3, se p tem b er 1992, pp.
402-425.
______Cultivated Landscapes ofMiddle America on the Eve of Conquest, Nueva York, Oxford U niversity
Press, 2001.
W ittfogel, Kaii A.,"DeveIopmental Aspects o f Hidraulic Societies", Irrígation CivilizationsA Comparative
Study W ashington, D. C„ Pan A m erican Union, 1960, pp. 43-52.
_____ , "The Hydraulic A pproach to Pre-Spanish Mesoamérica", in D. S. Byers (ed), The Prehistory of
the Tehuacan Valley. Volumen IV Chronology and irrígation, A ustin an d London, University o f Texas
Press, 1972, pp. 59-80.
_____ , Despotismo oriental, M adrid, Ediciones G uadarram a, 1960.
Wolf, Eric R. Pueblos y culturas de Mesoamérica, México, Ediciones Era, 1967.
W oodbury, Richard, B., an d J A Neely, "Water control system s o f th e Tehuacan Valley", The Prehistoiy
ofthe Tehuacan Valley, ¿/.-'Chronology an d Irrigation", University of Texas Press, Austin, 1972.
Yapa, Kashyapa, A.S., "La ingeniería prehispánica am ericana y sus lecciones para hoy”, m an u scrito
sin publicar, ponencia XLIX Congreso Internacional de Am ericanistas, Universidad Católica,
Quito,julio, 1997.
Z apata Peraza, Renée Lorelei, Los chultunesSistemas de captación y almacenamiento de agua pluvial,
México, Insti tu to Nacional de Antropología e Historia, "Colección Científica" 182,1982.
<220tQ6S9ee2S(yfi$9

I n d ic e t e m á t ic o
A

A b a so lo 111,211
A c a h in a n c o 257
A c a te te lc o 71,79
A c a tlá n 92,95,104
A c e q u ia 39,52,70,71,73,79,80,88,89,99,100,107119,141,255,258
A c o lh u a c a n 35,71,73,263
A c o lm a n 7 9 ,8 0
A c u e c u é x c a tl 38,43,256,258
A c u e c u e x c o 35,38,39,256
A c u e d u c to 10,35,36,37,38,53,5758,69,71,72,73,74,76,7787113,119,121,123,151,152,177178,181,186,203,206,237 238,255,
256,257,258,260,261,263,264,265,266
A c u ífe ro 221,223
A c u lh u a c a n 35,71,73,263
A g u a d a 27 28,41,45,46,221,223,224,225,231
A g u a d u lc e 15,18,37,82,129,131,133,139,161,164,181,257,259,261,263,255
A g u a p lu v ia l 19,29,51, Í21,206,249,273
A g u a s u b te r r á n e a 29,107181,211
A ja lp a n 6 4,67
A jusco 85
A lb a rr a d a 40,136,258
A lb a rr a d ó n 40,53,75,136,253,261,263
A lb e rc a 10,37,53,177 206,255,259
Al c a m a r illa 10,39,118,119,121,151,194,211,256
A ljibes 26,152,231
A ltep e x i 63
A lu v ió n 65,211
A m a n a lc o 86,106,107,109
A m a y u c a 90
A n á h u a c 191,263
A p a sc o 81,82,83,108
A rro y o 1 9,29,52,53,55,56,59,63,64,67,69,73,77,78, 81,82,85,86,87,88,89,90,93,95,100,113,152,163,173,191,205,237
A rro y o O to lu m 237
A ta rje a s 71
A te n e o 40,71,76,143
A tla c o m u lc o 87
A tla tla u c a 77
A tlixco 8 8
A to to n iia p a n 82
A v e n id a 10,11,52,53,61,63,65,69,91,98,100,107,121,124,135,206,258,261
A x o m u lc o 86
A y o tz in c o 40
A y o tz in g o 263
A z c a p o tz a lc o 255
A z u d 90,91
A z u la 26

B
B a ñ o s 75,195,196,197,223,237 262,263,265
B o lo n c h é n 4 4 ,4 5
B o rd o s 19,25.27,29,53,61.69,90,91,92,102,104,106,145,152,206

C a c a h u a te n c o 31,32,33,34,41,43
C aja 53.100,103,152,237,257 261,263,265,267
C aja d e a g u a 237 257,265
C a lc e to h 225
C a lp o la n p a n 71
C a lte n g o 86
C a m e lló n 38,39,106,139,141,143,145,152,164,173,256,273
C a m p e c h e 143,222,239
C a n a l 11,15,19,25,31,35,37,38,39,53,54,57,58,59,61,63,64,66,67,68,69,71,73,75,77,8 0 ,8 1 ,8 6 ,8 7 ,89,90.91,95,96,97,98,99,
104,105,106,107111,113,119, IB , 131,132,135,136,138,139,140,143,144,151,152,156,157,164,167,169,170,171,175,
177,181,186,191,193,195,201,203,206,211,212,213,215,216,217,229,237,239,241,242,243,245,249,250,251,252,
255,257,258,261,263,265,268,269
C a n a le ta s 229,230
C a n illo n e s 25,26,53,77
C a ñ o 36,37,38,39,52,53,73,74,76,134,256,261
C a n o a 25,37 38,39,40,53,77,111,134,151,256,261
C á n ta ro s 34,41,45,46,109,110, 111,112,221
C a p e c h é n 239
C e n o te 221,222,223,238,241
C h a c 233,231,232,233,234,235,236,237,245
C h a c m u ltú n 2 4 , 26,230
C halco 35,38,39,40,63.76.83,133,139,144,253,254,255,256,258,259,260,261,
C h a p u lte p e c 35,36,37,85,86,87,258,260,261,263
C h ia p a s 4 5
C h ic h é n I tz á 2 6,27,223,225,230,237
C h ic h tm e c a s 98
C h ic o m o z to c l0 6
C h in a m p a 79,134,141,143,252,255,258,281,287
C h in a m p a s 16,38,53,79,107111,132,134,135,138,139,141,142,143,144,145,146,173,250,251,253,255,256,257,261
C h ln a m p e r ia 132,136,139,140,254
C h o lu la 8 3 ,93,143
C h u ltú n 24,26,27,29,41,45,46,220,223,225,226,227,228,229,230,231,233,236
C h u n c a n a b 26
C ié n e g a 131,133,139,141,145,146
C is te r n a 5,10,19,25,26,27,34,41,152,229,231,233
C itla lte p e c 98,99,100,135
C itía lté p e tl 133
C o a h u ila ll3 ,115
C o lh u a s 260
C o lim a 55
C o m a lc a lco 195,239,240,241,242,244,245
C o m p u e r ta 10,56,57,59,61,100,137151,152,212,255
C o x c a tlá n 70,203
C o y o a c a n 35,38,4 0,255,256,261
C o z c a q u a u h c o 71
C u a u h tla lp a 39
C u e n c a d e l N e x a p a 87
C u e n c a d e M éxico 16,35,36,38,54,55,57,61,71,78,81,91,93,98,106,111,131,133,135,139,141.143,144,145,149,193,250,259,263
C u e rn a v a c a 83,85,86
C u e tla c h a titla n 71
C u ic a tlá n 77,95,150
C uicuilco 191,193,195,196

D e r r a m a d e r o 100,101,152
D e s a g u a d e ro s 3 9,89,256
D e sa g ü e 9,10,19,71,78,93,119,120,121,123,161,164,167,177,186,192,194,211,226
D e sh ielo 55,83,87
D iq u e 10,40,53,65,80,87,136,151,157,171,173,193,203,205,250,253,261
D re n a je 10,18,19,25,53,106,119,123,131,136,138,143,149,181,194,211,237,239,245,249,255,257,273,275,277
D u c to 123,167,171,175,176,177180,181,186,187,245
D z ib ilc h a ltú n 195,225,226,227
D zibiInocac41

E d z n á 41,220,225,230,239
E k b a la m 42,237
El P e te n 143
E m b a lse 31,63,64,65,67,106,169,206,211,223,225,261
E s ta d o d e M éxico 61,70,78,98,100,106,107,108,109,131,143,145,146,158
E s ta n q u e 19,34,41,71,73,237,239,245,249,255,261,265
E stia je 29,34,90,91,133

F u e n te 10,17,18,19,20,21,27,29,35,39,45,51,52,54,55,57,71,73,79,81,82,85,87,89,91,98,164,177181,187,213,218,225,253,
258,265,267

G a le ría f i l t r a n t e 53,113,152
G olfo d e M éxico 58,119,131,149,163,187,221
G u a te m a la 143,175
G u e r r e r o 54,55,58,60,62,91,92,93,94,95,102,104,105,162,163,166,167,168,172,194,261

H e la d a s 51,63,81,83,87,90,91
H idalgo 30,31,55,81,106,108
H ie rv e el a g u a 18,77,156,162,213,214,215
H o n d u r a s 143,221
H o r m ig u e r o 237
H u a q u e c h u la 8 3 ,8 8 ,8 9
H u e ite c p a n 7 1
H u e x o tla 7 6
H u e y a p a n 8 8 ,8 9
H u itiz la n 257
H u itz ilo p o c h tli 106,107 255
H u m e d a l 10,19,51,106,139,143,149,150,151,164,173,273

I
Ic h p ic h 26
I n filtr a c ió n 53,104,133
I n u n d a c ió n 10,15,19,38,52,53,61,63,101,105,119,123,131,05,141,149,161,164,173,206,211,258,261
I rr ig a c ió n 9,10,11,12,16,1719,35,51,53,54,55,56,61,63,64,67,85,100,107110,121,123,157,158,159,164,169,181,193,194,201,
203,205,206,207,211,212,213,218,249,250,263,267 273,274
I tz a m n á 241
Ix C h e b e l Yax 231,232
I x ta y u c a 85,86
I z ta p a la p a 135,255,259,261
I z ú c a r 8 3 ,8 8 ,89

J a g ü e y 10,19,25,27,28,29,30,31,79,206
J a la ! 28,45
J a lis c o 55,115,143,159
J o y C h a n 239,240,243

K
K a b a h 225,230,233,234,235,236
K om 26
K o m c h é n 225

L
L a b n á 26
L a c u s tr e 11,19,53,55,57,133,135,137,138,139,141,143,145,151, 191,252,253,255,261,263,
L ago 78, 114,133,135,136,139,150,151,193,223,251,255,258,261
L ago d e M éxico 136
L ago d e T excoco 135,193,258,261
L a g u n a 19,39,40,52,53,71,73,78,79,80,89,98,99,100,102,106,107,108,129,131,137,135,141,145,150,151,175,177,223,254,258,
259,261
L a g u n a d e A m a n a lc o 107
L a g u n a d e T excoco 78,79,98
L a g u n a d e T o to lte p e c 100
L a g u n a d e Z u m p a n g o 99
La O rg a n e ra -X o c h ip a la 194,195,196
La V e n ta 119,167 173,174,175,182,183,184,185,186,187,188,237,241
Lluvia 10,19,22,25,26,27.31,34,35,51,56,59,61,63,64,69,78,80,81,83,85,87,93,98,99,100,101,102,103,104,105,119,122,124,
133,145,159,161,169,171,175,181,183,185,201,212,218,221,223,225,229,233,241,245,250,253,257 265
Los T u x tla s 85,183

M
M a n a n tia l 19,29,35,37,38,39,43,52,53,55,56,59,63,67 69,70,71,75,77,78,79,81,82,83,85,86,87 88,90,107,131,133,152,191,
201,206,213,214,218,219,237,241,249,255,256,258,260,263,265
M a q u ito n g o 6 1,62,63,66
M a y a 9,16,21,26,27,29,41,42,45,151,195,221,223,225,230,231,233,237,239,241,245,273
M a z a p á n 71
M e sa d e C a c a h u a te n c o 31,41
M e sa d e M e tla lto y u c a 41
M ex ica 9,11,34,35,36,38,52,106,135,251,253,255,256,257,258,260,261,263
M éxico 9,10,11,12,15,16,17,21,35,36,37 38,39,40,54,55,57,58,61,70,71,78,79,81,91,93,98,100,106,107,108,109,111,113,119,
129,131,133,135,136,138,139,141,142,143,144,145,146,149,151,157,158,159,161,163,187,191,193,206,212,221,250,
253,256,258,259,261,263,265,267
M e z c a la 58,103,104,167,194
M ia h u a tlá n 67 68
M itla 111,213
M ix q u ic2 5 9
M lx te c a 55,95
M o n te A lb á n 34,59,211
M o re lo s 2 9,30,31,55,83,84,8 5 ,8 6 ,8 7 ,8 8 ,8 9 ,9 0 ,9 5 ,1 6 3 ,261

N a v e g a c ió n 15,51,106,107,136,138,149,151.187,237,239,255
N e c o x tla 4 1 ,63,68

O
O a x a c a 1718,25,34,35,55,59,63.64,77,83.93.95,96.97,102,109.111,112,156,159,162,197,211,213,214,
Ojo d e a g u a 38,40,212,213
O llas 29,34
O ím ec a 9,11,15,58,119,161,162,163,167,168,171,173,174,175,177178,180,181,182,183,185,187188,191,193
O tu m b a 57 78

P a h u a c a n 39,257
P a le n q u e 237,238,241
P a n t a n o 19,130,133,137,138,139,143,150,
P a p a lo tla n 71
PátzcL iaro 55,111,114
P e rú 16,64,143
P ila n c o n e s 29,34
P ilas 29,34
P o p o c a té p e tl 87,259
P o zas 152,176.181,195,217 225,265
P ozo 10,19,27,29,34,40,41,42,43,44,45,46,109,52,53,55,63,64,79,102,104,107111,112,113,119,123,175,193,211,223,225,249
P r e s a 10,19,38,39.53,54,56,57,59,61,62,63,66,67,80.82,83,87,90,91,92,93,94,95,96,97,98,99,100,104,105,106,107,108,
109,137,151,152,153,169,171.191,201,202,203,204,205,206,211,212,237. Derlvadom 53,57,80,90,92,94.95,97,
100,104,105,137,137,152. Efím era 53,80,80,91,92,93,104,151. Tem poral 98,151,90,91. PresiLa 53,59,64,80,
100,101
P re sa P u r r ó n 61,62,63,66,67,202,203,204,205,206
P u e b la 28,41,55,61,62,63,66,67,68,87,88,93,115,158,159,200,201,202,203,204,205,261

Q
Q u a u h y á c a c 71
Q u e tz a lc ó a tl 255
Q u in ta n a R oo 143,239
R e g a d ío 2 1 52,54,55,59.69,79,82,85,88,90,113,157158,203,
R e jo lla d a s 27,221,223
R e p r e s a 57,86,98,99,100,106,107,164,169,201,211,256,260,258
R iego 6,9,12,16,17,21,51,52,53,54,55,56,57,58,61,63,64,68,69,70,71,75,78,79,80,81,82,83,85,86,87 88,89,90,91,93,99,
102,103,104,106,107109,110,111,112,113,119,121,123,136,139,141,149,150,157,158,161,177186,191,203,211,212,
213,218,250,251,261,263,273,274
Río 14,19,24,41, 52,53,54,55,56,57,63,64,69,73, 77,7 8 ,7 9 ,8 0 ,8 1 ,8 2 ,8 3 ,8 5 ,8 6 ,8 7 8 8 ,8 9 ,9 0 ,9 1 ,9 2 ,9 3 ,9 4 ,9 5 ,9 6 ,9 7 ,9 8 ,9 9 ,
100,102,103,104,105,106,107,119,121,123,131,133,135,139,143,150,152,173,205,237,239,258,261
Río A c to p a n (C h a c h ala c a s) 119,121,123
R ío A g ü is o c 8 8
Rio A h u e h u e llo 8 8
Río A m a rillo (H oang- Ho) 157
Rio A m a tz in a c 8 8,89
R ío A p itz a c tlil0 3
R io A tila c 92
Rio A yocuac 88
Rio B a lsas 16,55,58,88,94,95,102,103,104,166,167,173
Rio B ec 143
Río C a n d e la ria 143
Río C a n t a r r a n a s 88
Río C h a c h a la c a s . V er Rio A c to p a n .
Rio C h iq u ito 174
Rio C o a tz a c o a lc o s 173
Rio C u a u titia n 97,98,100,135,261,263
Río E u f ra te s 157
Río G a n g e s 157
Río H itz ila c 88
Rio H u e y a tl 103
Río In d o 157
Río J a ja lp a 143
Rio L e n n a 143
Río Los R e m e d io s, V er Rio T acu b a.
Rio M a ta d e r o 88
Río M e z c a la 58,103,167
Rio M o ta g u a 143
Rio N a u tla 143,287
Rio N e x a p a 87
Río Nilo 157
Rio S a la d o 55,63,64,69,81,83,205
Rio d e S a n J u a n 80
Rio S a n J u a n 249
Río S a n L o re n z o 249
Río S a n t a M a ría 8 5,86
Río S ú ch il 94
Río T a c u b a (Los R e m e d io s) 91,93
Rio T e c h u c h u lc o 143
Rio T e o tih u a c a n 78,79
Río T ig ris 157
Río T la p a n e c o 91,104,105
Rio T u la 81,131
Rio V erd e 98
R ío X iq u ila 69,93
R ito 150,225,243,247259
R itu a l 18,37 38,39,71,150,161,167,169,173,175,181,185,186,195,221,223,233,237,239,241,245,253,255,256,257 258,267
s
S a b a c h é 4 5 ,46
S a n J o s é M o g o te 25,34,111
S a n J u a n d e T e o tih u a c a n 78
S a n L á z a ro E tla 111
S a n L o re n z o (P u eb la) 67
S a n L o re n z o ( T e n o c h titla n , V e ra c ru z ) 119,167,173,174,175,176,177,178,180,186,188,225,249
S a n Luis P o to s í 102
S a n M a r tin P a ja p a n 183,185
S a n ta C lara C o a titla n 57,61,193
S a r te n e ja s 218,227
Sayil 26,231,226
S e q u ía 15,22,71,88,102,106,133,139,149,250,258
S ie rr a d e Q u e tz a la p a 71,75
S u rc o 53,141,152

T a b a s c o 119,130,163,167173,174,181,182,184,186,187,188,239,240,244
T a c u b a 38,40,93,135,255
T a jin 54,119,123,125,126,158
T a jo n e s 139
T a m a u lip a s 102,159
T a r je a 73
T ecalis 104
T e c a m a c h a lc o 63
T e c o a tl 68,200,201,202
T e c o m a te p e c 158
T e h u a c a n 17,61,63,64,65,67,68,69,70,115,150,151,159,200,201,202,203,204,205,211
T e m a z c a l 195,196,197,223
T e m e x titla n 37
T e m o a c 8 8 ,8 9
T e n o c h titla n 11,35,37,38,40,57,73,106,119,135,139,251,255,257,258,259,261,263,267
T e o p a n te c u a n itla n 6 ,7 ,5 4 ,5 8 , 60,62,162,166,167,168,170,171,172,175,284
T e o tih u a c a n 6,8,76,78,79,119,135,143,191,251,277,279,283,284,285,286
T e o titlá n d el c a m in o 63
T e o tla lp a n 81,82
T e p a n titla 2 4 9
T e p e c u a c u ilc o l0 3
T e p e tla o z to c 76,100,101
T e p e tz in c o 71
T e p e x p a n 7 9,80
T e p e y a c 255
T e p ito 257
T e q u is is tla n 79,80
T e r ra c e o 173,191,211,213,251
T e r ra z a 25,35,61,64,69,70,71,75,77,89,90,104,152,193,206,212,213,215,217,218,245,250,257,265,268,269
T e te la 8 6 ,8 7 8 8,89,102
T e tz c o tz in c o 35,70,71,72,73,74,75,76,195,262,263,264,265,267,268,269
T ie rr a s la r g a s 25
T in a ja s 29,34
T la c o c h c a lc o 40
T la lh u ic a s 84,85
T la lo c a n 249,267
T la lo q u e 257
T la lte n a n g o 86
T la p a c o y a 131
T la té ite c 7 1
T la te lo lc o 0 5 ,2 5 8
T la tilc o 34
T la x c a la 55,57,115,143,261
T o c h im ilc o 8 8 ,8 9
T o lte c a 252
T o lte c a 79
T o lu c a 107143
T o to lte p e c 100,106,107
T o to n a c a 119,124
T r ip le a lia n z a 34,71,139,250,251,253,255
T u lu m 225
T upak239
T zicoac31,34,43
T z in a c a n ó z to c 71

ü
U lú a 143
U m á n 26
U x m a l 26,27 225,230

V alle d e A n á h u a c 191
V alle d e O a x a c a 17,64,111
V alle d e T e h u a c á n 17,61,63,64,65,67 68,69,159,200,201,202,211
V e n ta S a la d a 6 8,6 9
V e ra c ru z 31,32,33,41,42,43,85,118,119,120,122,123,125,126,143,158,163,167,173,176,181
V e rte d e ro 65,67125
V e r te d o r 59,152,206

X a lto c a n 76,100,135
X c a n a lc ru z 26
X c a n a lh e le b 26
X ilo te p e c 39
X k ic h m o o k 2 6
X o c h im ilca s 39,138,256,258
X o c h im ilco 40,57, 110,132,133,134,135,138,139,140,142,253,254,255,256,258,261
X o x o c o tla n 57,59,61,211,212,284
X u c h im ilco 38,138

Y a h u a liu h c a n 71,76
Y ak ax iú 26
Y ax ch ilán 237
Y u c a tá n 24,26,42,45,46,221,223,224,225,226,227,239

Z a a c h ila 111
Z a c a te p e c 95,96,97,193
Z a c u a lp a n 8 8 ,8 9 ,9 0
Z a n ja 19,25,53,53,111,131,139,141,143,145,152,193,255,261
Z a p o te c a 9,213,218
Z e m p o a la 76, 118,119,120, 121, 122,123,
Z e m p o a lte c a 121
Z in a c a n te p e c 63,68
Z u m p a n g o 99,100,133,135
Huiores
(22©ÜGS90e2SfíGSS)
Teresa Rojas Rabiela es investigadora del C1ESAS desde 1973. Recibió el prem io
Francisco Javier Clavijero en las áreas de H istoria y Etnohistoria en 1985, el
Premio de Ciencias Sociales de la Academia M exicana de Ciencias en 1987, la
Medalla Manuel Rodríguez Lapuente en 2003 y la Medalla Académica de la
Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología en 2004. Es autora,
editora y coordinadora de num erosas publicaciones; pionera de los estudios
históricos sobre sism os históricos en México; codirectora de varias colecciones
editoriales sobre antropología e historia; y responsable del proyecto El mundo
indígenay su iconografía:1826-1947.
José Luis Martínez Ruiz es antropólogo y director de docum entales
etnográficos, de tem as sociales y ecológicos. Investigador del IMTA, sus líneas
de investigación versan sobre antropología social, simbolismo del agua,
conocim iento prehispánico y la problem ática sociocultural de los recursos
hídricos. Es m iem bro fun d ad o r de la C átedra UNESCO-IMTA; El agua en la
Sociedad del Conocimiento.
Daniel Murillo Licea es doctor en ciencias sociales; sus líneas de investi­
gación son; pueblos indígenas y agua; g o b ernanza y conflictos por el agua;
sistem as hidráulicos prehispánicos; agua y sociedad del conocimiento.
Pertenece a la Asociación Mexicana de H istoria Oral, a la International W ater
History Association, a la Plataform a de Comunicación p ara el Desarrollo en
Centroam érica y México; y es m iem bro fu n d ad o r de la Cátedra UNESCO-IMTA
El agua en la sociedad del conocimiento.
El lib ro Cultura hidráulica y sim bolism o
M esoam ericano ciel a g u a en el M éxico
prehispánico s e t e r m in ó d e i m p r im ir e n el
m e s d e n o v ie m b r e d e 2009, e n lo s ta lle r e s
d e LC im a g e n , Calle S u iz a No. 23 bis, Col.
P o rta le s, C.P. 03300, M éxico, D.F. La e d ic ió n
c o n s ta d e 1000 e je m p la re s.

También podría gustarte