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Honorables

Las cucarachas tienen años


instaurando poemas polvorientos
en las paredes, los pisos,
en los descuidos de las noches
y hasta en las cabezas de la gente.
De la poesía de las cucarachas
no hay quien se enamore
pero ellas nunca se mueren por eso.
Yo las he visto muertas de otras cosas,
boca arriba muertas de miedo,
pisoteadas a media carrera,
medio cuerpo afuera, medio cuerpo adentro
o muertas de amanecer como vampiros. .
Jamás las he visto muertas de desamor,
eso es lo que les da prestancia,
ese saber morir sin drama, sin lágrimas,
como simples y naturales cucarachas (p. 68).

Predestinada

Hermosa y suculenta
como un deseo
pasó frente a nosotros
una cucaracha aburrida.
No nos mira
para no aburrirse más
no era su intención
huir ni buscar refugio,
ella sólo deambulaba
con un costal de fastidio
sobre sus alas marrones,
ella sólo caminaba
sin presentir ni escuchar,
la veloz escoba
que finalmente
como la vida,
se le vino
encima (p. 70).

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